Solo síndrome de
domingo, hay cosas que no se modifican, pese a la huelga de silencio, de
esperanzas arrebatadas (por propia-decisión-propia) como el oficio de idiota
desamparada, de volver a este sitio a re-leer sus ex corazonadas de orígen
in-duda-blemente felices…
Pasaron días, años,
vida, pasé yo y pasó él. Una vida entera de escribir en broma sobre lo serio, o
escribir en serio sobre lo que, de tan absurdo, parece chiste… Entender es una
cosa y sentir es otra que puede no parecérsele ni un poco.
Me han robado cosas
importantes, la mayoría de ellas con mi complicidad. Me han saqueado una y otra
vez sin que yo llame a nadie para denunciar.
Anoté lo perdido,
para perderlo un poco menos. Anoté, también, lo ganado, para fotografiar de adentro
la alegría de mi alma en ese descubrimiento. Anoté lo incierto, para darle un
poquito de contorno. Anoté lo oscuro para verlo, anoté lo claro para irradiarlo.
A vos, te remarqué con un círculo rojo, de puro resentida nomás, así no me
olvido de que en algún lugar de toda persona enamorada habita un kamikaze. Y
sí, todas mis certezas aparecen en el momento equivocado, siempre. Igualmente
me doy esperanzas, no se puede ser boluda ayer, hoy y mañana, no y no.
Si supieran las veces
que asistí a mi propio funeral, en la última de mis muertes te ayudé a lanzar
un corte certero justo ahí, cerquita del alma. “Para que rearmarme valga la
pena”,me dije, y otra vez me equivoqué con el pronóstico. Lo bueno de que yo
estuviera muerta es que la sobremuerte no te la cargarán a tu cuenta…
Yo pensaba que no
estaba dispuesta a todo, aunque más de una vez haya sido perfectamente
avasallable, hasta la vergüenza, por
suerte es solo recuerdo, que sirve solo para mordisquear la nostalgia. Como
hoy, nostalgia puta de domingo…
La realidad es
insobornable, lo tarada no se quita con terapia, está visto.