anda


También se encuentra en: Sinónimos.

anda

 
f. (Amér.) Andas.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.
Traducciones
Collins Multilingual Translator © HarperCollins Publishers 2009
Ejemplos ?
Bueno, no te apures. No anda gente mala en estas parroquias. -Anda más arriba de Proenza, cara a Boán -afirmaba temerosamente el anciano-.
A mí se me llevó Dios a cuatro rapaces, y para esos menos tengo que trabajar. Anda, que moza eres, y cuando vuelva tu mozo de servir al rey y casedes, verás...
Y a pesar de to no se crea usté que yo estoy tranquila, que me parece a mí que mi Joseíto está una miajita cabreao y anda siempre cazándome y siempre que viene parece un juez: «¿Quién ha estao aquí?
-No, señó, pero es que a la Rafaelilla anda jaciéndole la ronsa, al mismo tiempo que él, Antoñico el Galafate, y como el Galafate tiée parneses, como usté sabe mu requetebién, y va siempre la mar de bien jateao, pos lo que pasa, a la muchacha la traen frita los suyos, aconsejándole que se deje de Cayetano y que le jaga cara al Antonio, al que mala puñalaica le den por el mal ange que tiene.
-Y que no es sólo el Muleto el que anda ahora por estos andurriales -exclamó el dueño de la venta con acento lleno de ironía-; que no es ése sólo, que si antes teníamos un cangro en er partío, ahora tenemos dos cangros, poique, sigún parece, se ha corrío jacia acá dende la serranía e Ronda el Niño del Vizcaíno.
Sacó aquél de uno de los grandes bolsillos de la amplia blusa una enorme pipa, y tras encenderla con toda parsimonia y arrojar algunas bocanadas de humo. -Y su padre, ¿por dónde anda?
Mientras la niña engolfada está en serias reflexiones, anda el papá sin botones, con la camisa rozada y un siete en los pantalones.
Escribió el arzobispo de Andrinópoli, embajador en Inglaterra, al rey don Fernando un chisme que se lee en su carta, que anda manuscrita, tan larga como artificiosa.
Te dejaré libre, pero si has mentido, las hormigas rojas se encargarán de castigar tu impertinencia y te devorarán. Anda de aquí, pronto— ordenó la que llamaban majestad.
Y bajó de nuevo al almacén. -¡Otra vez vos! -lo recibió el mayordomo-. Eso no anda bien... ¿No tomaste quinina- -Tomé... No me hallo con esta fiebre...
-Güeno, pos bien, sí - dijo, tras breves instantes de silencio, el enamorado de Rafaela - le regalé una tumbaga y un ramillete de flores. -¿Y qué fué lo que le regaló ese otro que, según dicen, anda arrullando en tu aguaero?
-Mire usté, compadre, usté lo que debe jacer es dejarse ya de valentías, porque un hombre con la panza de usté y con un hijo que le lleva a usté cuatro deos, no debe ya andar como usté anda siempre dándoles el quién vive a toítas las jembras que se le cruzan en el camino.