Le preguntaron si vendía aquel hermoso pájaro, y cuánto quería por él. -Quiero el oro que pueda llevar un
asno en una carga, les contestó.
los Hermanos Grimm
Al otro día, muy de madrugada, salió don Pascual con la comitiva, y después de recorrer gran trecho de monte sin dar con árbol que petase, llegaron á un sitio llamado el Rome- ral, en el cual se detuvo el artista, fijándose en un tronco her- moso que estaba frente á la choza de un pobre viejo, conocido por el apodo de ño Pachurro, tronco que le servía para amarrar su asno.
Ésta, dientes de pie y medio; las encías, en verdad, de un carromato viejo tiene, demás de esto una comisura cual, escindido, en el verano, de una mula meando el coño tener suele. ¿Éste jode a muchas y se hace el que es atractivo, y no al molino es entregado y al asno?
- Pues yo no lo creo ¡Son tan virtuosos! - Un
asno cargado de oro sube ligero por una montaña y llega a parecer una estrella. - Pues yo no lo creo ¡Son tan virtuosos!
Antonio Domínguez Hidalgo
Por eso volvía su cabeza hacia el burro, gritándole: «¡Anda, que falta poco!» Daba unos pasos en esta actitud y luego tornaba a inclinar la cabeza, mientras el asno le seguía con triste y achacoso renqueo.
-Ya te he dicho, amigo -respondió Tomás-, que puedes hacer tu gusto, o ya en irte a tu romería, o ya en comprar el asno y hacerte aguador, como tienes determinado.
Un candoroso mayorazguito, que amaba en extremo y admiraba al Capitán general y que tenía siempre empeño de apoyar cuanto decía, corroborando sus dichos, sentencias y razones con otras que a él le parecían venir muy a cuento, exclamó entonces, tomando con efusión entre sus manos la noble diestra del ilustre guerrero: -Sí, mi querido General, al
asno muerto, la cebada al rabo.
Juan Valera
Tres veces por tres delitos diferentes me he visto casi puesta en el
asno para ser azotada, y de la una me libró un jarro de plata, y de la otra una sarta de perlas, y de la otra cuarenta reales de a ocho que había trocado por cuartos, dando veinte reales más por el cambio.
Miguel de Cervantes Saavedra
Así que, al final del día, Jesús cobró una cierta suma de dinero, pero san Pedro no recibió más que golpes. Vendía un día San Pedro un asno en la feria: ─ Compradme mi asno, decía, ¡no vale nada!
Todo esto estaba oyendo Carriazo; el cual, viendo que ya Avendaño estaba acomodado y con oficio en casa, no quiso él quedarse a buenas noches; y más, que consideró el gran gusto que haría a Avendaño si le seguía el humor; y así, dijo al huésped: -Venga el
asno, señor huésped, que tan bien sabré yo cinchalle y cargalle, como sabe mi compañero asentar en el libro su mercancía.
Miguel de Cervantes Saavedra
Quedan exentos de derechos los animales vivos, la cebada, si no es de la que llaman perla; carne de vaca, café y huevos, esparto y otras gramíneas, que en los Estados Unidos usan, entre otras cosas, como materia prima del papel; toda clase de flores, toda clase de frutas, las cuales son comercios llamados al desenvolvimiento notable e inmediato, no bien haya ferrocarriles que enlacen, sobre todo del lado del Atlántico, ambos pueblos; pieles de cabra sin curtir; todas las variedades del henequén y cuantos puedan sustituir al lino; cuerdas de cuero; cuero sin curtir; pieles de cabra de Angora, sin curtir y sin lana, y pieles de asno...
No tardó en estrenarse un sainete donde un
asno rebuznaba, acompañando y parodiando la endecha de un enamorado ridículo: Cleto fue contratado también para la romanza del jumento.
Emilia Pardo Bazán