¡Salve, Amazonas glorioso, de Colombia promesa ideal; majestuoso secreto de amor el más sacro e inmortal de la tierra del edén! I Amazonas extensa y gloriosa Inmortal y altiva llevas en el alma El insigne hermoso nombre de Leticia Mujer legendaria, hoy hecha realidad; Amazonas próspera y ardiente, Verde alfombra extendida hacia la gente Eres el pulmón del mundo y la esperanza, Soñado refugio de la humanidad.
Y en este torbellino de nombres y de ideas surgían como imágenes de un sueño mareador, revueltos en un caos los muertos y los vivos, y en larga, interminable y extraña procesión, obispos, reinas, chulos, civiles, monjas, cómicos, ladrones, misioneros, dinamiteros, clowns, poetas, jueces, músicos y pelotaris y héroes, en fin, cuantos ha hecho este año algún rumor, hundiéndose o alzándose, muriendo o imponiéndose, en cátedra, congreso, motín o institución; el sacro Monescillo...
esión Especial del día miércoles 15 de agosto de 2007 Discurso de Orden pronunciado por el ciudadano Comandante Hugo Chávez Frías, Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, en la conmemoración del Ducentécimo Segundo Aniversario del Juramento del Libertador Simón Bolívar en el Monte Sacro y el Tercer Aniversario del Referendo Aprobatorio de su mandato constitucional (Desde la Tribuna de Oradores).
Le recogieron, le atendieron, y volvió en sí. Dio las gracias, y, ya repuesto, se le vio alejarse en dirección a esa montaña..., ¿no sabe usted?, el Pico
Sacro...
Emilia Pardo Bazán
Compatriotas, recordémoslo, cuando Bolívar va al Monte Sacro tenía 22 años recién cumplidos el 24 de julio anterior. 22 años, muchachos de 22, muchachos y muchachas de 20; pero aquel niño, pero aquel joven había nacido en cuna rica, pero había crecido en el infortunio espiritual –pudiéramos decirlo–, huérfano de padre, no conoció padre.
Un día, en medio de los esplendores de una festividad religiosa, entre la augusta solemnidad de los sagrados cánticos, Camila oyó una voz que hizo descender su alma de las celestes esferas. Era la voz de su amante, que apartándose del sacro ritmo, tornose un amoroso reclamo.
Yo no he hecho sino seguir el camino señalado por usted”. Es cuando Bolívar llega al Monte Sacro. Llega allí cuando en Europa todo giraba en torno a Napoleón Bonaparte, la Revolución Francesa, vibraba Europa, rayos y centellas salían de la Francia revolucionaria, las ideas del iluminismo bañaban la Europa y de la Europa a buena parte del mundo.
Sobre la popa en grupo las doncellas, al compás de acordados instrumentos, tejen las danzas de la Frigia, en tanto que, en ritmo jonio, el coro de mancebos, al blanco soplo de la tarde, entrega el himno sacro en cadenciosos versos.
Cuentan que un día de tempestad lo encontraron encaramado en un árbol adonde se había subido «para ver de dónde venia el rayo, ¡porque era tan hermoso!» Schiller leyó la Mesíada a los catorce años, y se puso a componer un poema
sacro sobre Moisés.
José Martí
Bien lo dijo Cilia, parafraseando a Augusto Mijares, seguramente es de Augusto Mijares la brillante idea según la cual Simón Bolívar nació aquí en Caracas el 24 para el 25 de julio de 1783, pero que el Libertador nació en Roma, en el Monte Sacro, el 15 de agosto de 1805.
Y tú, Héctor, ve a la ciudad y di a nuestra madre que llame a las venerables matronas; vaya con ellas al templo dedicado a Atenea, la de los brillantes ojos, en la acrópolis; abra la puerta del
sacro recinto; ponga sobre las rodillas de la deidad, de hermosa cabellera, el peplo que mayor sea, más lindo le parezca y más aprecie de cuantos haya en el palacio, y le vote sacrificar en el templo doce vacas de un año, no sujetas aún al yugo, si apiadándose de la ciudad y de las esposas y niños de los troyanos, aparta de la sagrada Ilión al hijo de Tideo, feroz guerrero, cuya braveza causa nuestra derrota y a quien tengo por el más esforzado de los aqueos todos.
Homero
Salvando, así, París no solamente merced os deberán los parisinos, que, mucho más que por el mal presente, gimen tristes, medrosos y mohínos por hijos y mujeres juntamente que un mismo mal padecerán mezquinos. y por las monjas, cuyo sacro voto no quieren que en el saco les sea roto.