Si una inteligencia artificial transformara la música y las letras de Hermética en una sola imagen, el resultado podría ser un cassette. Un TDK D60 High Output Dynamic Performance con cinta scotch sobre los huecos de las lengüetas arrancadas a puro puntazo de birome. Un cassette de suave transparencia gris asfalto, como el color de las calles que la banda retrató en canciones que resonaban en un público que no convivía con la IA sino que se anestesiaba con VA: el vino artificial en el que no flotaban las burbujas del champagne de aquellos años menemistas de pizza y billetes truchos impresos por Armando Gostanián. Quizás sea simple nostalgia convertida en dogma inútil, pero Hermética no debería escucharse en tiendas de música online. Ni siquiera en CD. Debería reproducirse en esos viejos TDK, BASF o Maxell que hoy quedan muy lindos como adornos de bibliotecas difundidas por Instagram. Podría escucharse en YouTube, algo así como el casete de nuestra era. Pero no tenemos alternativa. El sueño se volvió un consumo y a las canciones se las apropió uno solo. Y ahí es donde todos hacemos clic para escuchar. Ahí, donde también está Ajeno al tiempo, el disco de versiones de Hermética de Ana Patané que se publicó a fines de marzo.
Ana, clase 1982, nunca vio a Hermética en vivo, pero hizo un disco de fan que a la vez es una relectura de la banda. El sonido acústico, tanguero y milonguero, le da un peso mayor a las letras. Las ilumina. La voz clara de Ana, mezcla justa de dicción e intensidad, funciona “como un relampago en la oscuridad”, por citar otro clásico metalero argentino que Ana versionó pero no grabó. Ajeno al tiempo muestra al grupo de Ricardo Iorio como una fuente de “verdades pestilentes” que, a casi treinta años de su separación, sigue vigente en un pasado que se repite dentro de una Argentina cíclica. El piano de Noelia Sinkunas, flamante ganadora de un Gardel en la categoría Álbum de Folklore Alternativo por el magnífico Salve, se impone en “Tu eres su seguridad”. Lo mismo sucede con las guitarras y el guitarrón de Pablo Chihade en “Gil trabajador”. Ambos marcan el comienzo de este disco de nueve canciones que surgieron en pandemia pero que Ana tiene en su interior desde los ‘90, cuando era una adolescente que todas las noches escuchaba Tiempos violentos en la Rock & Pop. “Nos dormíamos escuchando eso”, cuenta la cantante y multiinstrumentista Lucy Patané, hermana de Ana, que trabajó en la producción del álbum y participa como música y cantante invitada. “El metal siempre fue algo muy importante en su escucha. Y yo como hermana menor siempre la seguía”, dice Lucy, tres años más joven que Ana. “Entonces todo lo que escuchaba ella yo lo escuchaba también de rebote. Ana formaba parte del club de fans de A.N.I.M.A.L., escuchaba Hermética, Malón, Almafuerte y un montón de otras bandas”, agrega.