La concha y el reverendo [El clérigo y la caracola], antes de ser un film,
es un esfuerzo o una idea.
La concha y el reverendo no cuenta
una historia, sino que desarrolla una sucesión de estados del espíritu que se
deducen los unos de los otros, como el pensamiento se deduce del pensamiento,
sin que este pensamiento reproduzca la sucesión razonable de los hechos.
He creído al escribir el guión de
La concha y el reverendo que el cine poseía un elemento propio, verdaderamente
mágico, verdaderamente cinematográfico, y que nadie hasta entonces había
pensado en decantar. Este elemento distinto de toda especie de representación
ligada a las imágenes participa de la vibración misma y del surgir inconsciente,
profundo, del pensamiento. Se desprende subterráneamente de las imágenes y va
surgiendo, no de su sentido lógico y articulado, sino de su unión, de su
vibración y de su choque. He pensado que se podía escribir un guión que no tuviera
en cuenta el conocimiento y la ligazón lógica de los hechos, sino que, yendo
mucho más allá, buscase en el oscuro origen y en el divagar del sentimiento y
del pensamiento las razones profundas, los impulsos activos y velados de
nuestros actos tenidos por lúcidos, manteniendo sus evoluciones en el terreno
del surgir, de las apariciones. Es decir, hasta qué punto este guión puede
asemejarse y emparentarse a la mecánica de un sueño sin ser él mismo un sueño,
por ejemplo. Es decir, hasta qué punto reconstruye el mecanismo puro del
pensamiento. Así, el espíritu abandonado a sí mismo y a las imágenes,
infinitamente sensibilizado, esforzándose en no perder nada de las
inspiraciones del pensamiento sutil, se encuentra preparado para reencontrar
sus funciones primarias, vueltas sus antenas hacia lo invisible, hasta
recomenzar la resurrección de la muerte.
Éste
es, por lo menos, el pensamiento ambicioso, que ha inspirado este guión que, en
cualquier caso, sobrepasa los límites de una simple narración y los problemas
de música, de ritmo o de estética habituales en el cine, para plantear el
problema de la expresión, en todos sus terrenos, en toda su extensión.
Antonin Artaud, octubre de 1928.
La Coquille et le clergyman (La Concha y el Reverendo // El clérigo y la caracola)
Directora: Germaine Dulac
Guión: Antonin Artaud
Duración: 44 mins
Año: 1928