Ando así, reme y reme. Ayer la jornada fue intensa en la oficina: elaborar un informe especial por la salida del CEPO porque mi jefe necesitaba analizar la cartera de clientes. Eso me llevó mucho tiempo. Mucho de verdad. Después, hacer otras cosas y después una reunión y después más.
Llegué a casa molida. Un viaje largo, mucho tránsito. En el medio, traté de resolver cosas del grupo cultural que ni había respondido los mensajes. Luego, bajé de la combi que por suerte pude tomar porque gaste menos en comida apropósito y me tomé el último colectivo hasta mi casa.
De verdad, viajé pensando en que no podía empezar la semana así de destrozada mentalmente. Cené, me acosté temprano, trate de bajar la ansiedad y los niveles de estrés que habían sido grandes.
Hoy me levante con un objetivo claro: cargar millones de datos en el sistema, para poder dar el ok para que cierren los impuestos. Al ser semana corta, y con tantos cambios en el sector, los tiempos se acotaron y todo se nos desordenó. Logré hacer el 90% de lo que me había propuesto, sin levantar el traste de la silla en todo el día y asistiendo a las clases de inglés en el medio. Fue realmente una jornada muy exigente, porque en el medio pasan cosas y uno tiene que mandar correos, responder, etc. Y eso hace que la ansiedad escale.
Me quedé un rato más terminando cosas y luego de casi diez horas de laburo dije "hasta acá, por hoy ". Sé que fue una fecha especial, una situación especial, y por eso lo hice.
Pero acá estoy. Termino el día muy muy agotada. Mentalmente sobre todo.
Esta semana corta vino intensa. Pero estoy tratando de remarla. Tomarla con la mayor fuerza. Darle duro. Como yo sé.
Por su lado, y no sin restar, el fantasma de Javier volvió a aparecer. Pensé que había entendido ciertas simbologias, pero no. Las entendió por un tiempo. ¿Qué será lo que le interesa? ¿Ver que vivo? Y, si. No me queda otra que seguir viviendo, aun con dolor por la renuncia.
Siento que pese a haber cortado todo contacto consigo hace dos meses, para mi la vida es valiosa, merece la pena y enfrento con ello los bajones que a veces me dan los domingos. Como un mantra, cuando el fantasma de Javier aparece, me repito que no me quiere y sigo adelante. Me enfoco en mi. Y sigo. Y sigo. Sin fijarme si consigo ninguna información suya, ni mucho menos. Sin siquiera mirar cuando fue la última vez que se conectó a WhatsApp. Es decir, eligiendo no saber nada pero nada de nada.
Pasé así dos meses. Planeo seguir con la misma política emocional. No contaba con que iba a fantasmear con sus actitudes pero también soy consciente de que nunca me ayudó. Que nunca fue bueno conmigo en eso de alejarse. Que jamás me la hizo fácil, aun mismo, no me quiera. Así que tomo estos gestos suyos como algo que podía pasar y que esta pasando: volver a sentir a Javier como un observador de mi vida. Ahora, una vida de la que ya no forma parte como vínculo clandestino, cabe decir.
En general, desearía que algún día se rindiera. Como yo me rendí. No de la misma forma, pero sí con la misma intención. Con la intención de liberar al otro, de seguir adelante con lo propio. De pasar la página.
Hace dos meses, le abrí una puerta para que siguiera en paz su camino y su vida en pareja. Yo sé lo que me dijo, sé cómo se comportó. Sé que se enojó, me lo negó, se puso como un tonto. Pero no lo juzgué ni lo molesté. Simplemente, acepté que no hiciera nada por mi como la única respuesta posible y seguí.
Yo no le deseo el mal, al contrario, quiero genuinamente que pueda ser feliz, que le vaya bien, que viva bien, que encuentre cosas lindas para vivir con propósito... Pero Javier nunca aprende a sostener la distancia. Y la distancia para mi es todo en esta nueva etapa.
Si yo me distancio, mi proceso avanza. Puedo sentir lo que debo. Hacer el corte necesario. Integrar. Ordenar las ideas en mi cabeza. Sostener una posición tomada. Todo lo que contribuye a sentir paz y vivir en paz con lo que renuncié.
Al dia de hoy, yo ando en calma con eso, haciendo mi propio proceso. Trato de llevar todo lo mejor posible. No es divertido ni nada pero me la estoy bancando. Sé que no puedo manejar más que mis reacciones dentro de este proceso, así que trato de seguir llevándolo tan buen ánimo, como hasta ahora. Aun mismo, Javier flote como un fantasma en el día a día.
Al final, yo renuncié a una persona que parecía sabérselas todas. Yo, la que no quiere, y sin embargo siempre observa.
Jamás entenderé por qué se hace eso. Pero yo ya sé que no quiero hacerme más aquello. Eso me alcanza.