Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

martes, 15 de abril de 2025

Quitar de en medio

 


"Quitar de en medio" es el lema en nuestra casa cuando tras una buena comilona con invitados los táper (o fiambreras en español) se acumulan en la nevera. Es difícil calcular y suele sobrar siempre algo que no podemos congelar.

"Quitar de en medio" suena también a cosa de la mafia, lo que nos hace muchísima gracia a Gonzalo y a mí. 

Cada vez que acabamos con una tarta, los restos de carne de un asado o esa ensalada antes de que se ponga mala nos sentimos un poco como un par de gánsteres echando un cadáver al río Hudson. 

 "Nadie volverá a saber más de Freddy MacNamara / lomo de cerdo, hoy acabamos definitivamente con él"... 

"Se nos resistió un poco Anthony el largo / flan de bollo, ha durado en la nevera un par de días"... 

En fin, da para una novela negra con toques culinarios, no es mala idea, no. 



lunes, 7 de abril de 2025

De la emoción al desencanto


Me emociono porque veo que ha salido una novela sobre la Parabere, la marquesa que no era tal, yo, que tan fan que soy de los libros de recetas y de cocina, y de ella también, todo un personaje. 

Sus libros los vi en casa de mis padres y, como el de la sección femenina, o el famoso 1080 de Simone Ortega, y más tarde aquellas fichas de Telva, son el origen de mi pequeña biblioteca de "cocinera".

"La cocina nos une", lema de Canal Cocina, es también el mío. Hasta que nos separa, ay. 

***

Es infumable. 

Mal escrito, pretencioso, diálogos (y situaciones) imposibles, modos de hablar tanto de la "alta sociedad" como de los que no eran "alta sociedad" que no hay quien se los crea a poco que hayas leído a otros. Tópicos, lugares comunes, "mirada" desde el hoy a un mundo que no es que no comprendan, es que ni huelen ni saben describirlo o contarlo, todo pasado por la denominada memoria histórica -faltaría menos-, un auténtico petardo. 

El libro es tan malo que parece escrito por un personaje de televisión (quiero decir, por los negros que se los escriben): la clásica novela mala como de pegar a un padre "dirigida" -siento decir esto, pero es que es así- a un público mayoritariamente femenino que devora bodrios... Sí, es todo un segmento de mercado al parecer muy rentable. 

No doy crédito: ¿cómo es posible que fuera finalista de un conocido premio?, ¿cómo es posible que una editorial que yo consideraba buena, prestigiosa, haya publicado semejante texto?

No voy a escribir la reseña para el sitio donde pedí escribirla emocionada (y sin conocimiento de causa). Pero aquí sí que lo cuento, por si acaso. 

Eliminé mi tuit del inicial descubrimiento entusiasta del libro para que la gente no cayera (como yo). 

Todo esto me pasa por emocionarme. 

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"Va por la segunda edición" me dice un buen amigo... Lo creo. 

lunes, 17 de marzo de 2025

El afecto


El afecto, que se sienta y que se note, sin miedo. No hace falta conmociones sentimentales, desde luego, pero el modo de mirar o de escuchar a los demás, el propio tono de voz, a veces dicen más que lo que uno dice o escribe.  

Hay personas que quizás pasan por momentos muy duros y se entumecen. O es un entumecimiento producto de años, de fríos diversos superpuestos. O de una enfermedad. Y como a menudo no conocemos las circunstancias  personales, más vale pensar que puede ser eso. Pero es devastador verlo en quien esperas calor, acogimiento, ánimo, aliento. 

No sé qué hacer. ¿Sirve decirlo con calma... y, precisamente, cariño? ¿Y a quién? 

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Podría escribir sobre lo que me gusta de Chesterton, que es mucho. Pero me río sola pensando que a veces sería más rápido la vía "negativa": eso que Chesterton no tiene y que yo agradezco tanto.

Pomposidad.

Solemnidad. 

Cursilería. 

Ego. 

Macarrismo.

Se puede ser contundente, debatir con fiereza, y mantener la elegancia y, sobre todo, la afabilidad. 

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Cultivar el afecto siempre. 



jueves, 6 de marzo de 2025

Me gusta cuando titubeas...




Tener algunas ideas claras está fenomenal, explicarlas, defenderlas con firmeza. La vida, por ejemplo. 

Pero en otros muchos casos a mí me da, curioso, confianza cuando escucho a alguien que titubea antes de decir algo. Que se para y trata de encontrar la palabra justa o matizar el argumento. 

Alguien que habla siempre de corrido, como si fuera (perdón por esto) un periodista o un tertuliano me da un yuyu que no puedo. Me fío cero. 

Mis mejores profesores han sido (y son) en cierto modo lentos. 

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X no es un lugar de debate salvo excepciones. Hay mucho aventado y mucho oe oe. Y también personas que necesitan siempre ser el constante centro. El ego muere unas horas después que nosotros. Y todos tenemos el nuestro (y no, no es peor el ego de un profesor universitario o "intelestual" que el de una ama de casa, pongo por caso). 

Los fans, los hooligans, el efecto "manada", los de "a mi señor con razón y sin ella" por un lado, y, por otro, ese "a ver quien lo tiene más grande" (al cerebro me refiero) juegan pésimas pasadas.

Los zascas y mandobles a mí me parece que no convencen ni persuaden a nadie de nada. Eso sí, alimentan el ego. 

A veces sólo hay que esperar un poco. 

Me gusta la gente que une, que trata de unir, y que no "gana" nada con ello. 

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Me gustan también esas amistades construidas lentamente -de nuevo tempo lento- cuando no hay interés -a quién me presentas, de quién eres amigo, a quién "conoces"- de por medio, ningún grupito, ningún "bando" al que pertenecer: personas con historias detrás que merecen ser escuchadas, afinidades diversas producidas por el entusiasmo compartido por un libro, una flor, una receta o por el campo de Soria, de Jaén o de donde sea. Por DM,  escuchando nuestras voces a veces, y, si se puede, presencialmente, estamos hechos para vernos. 

Me lo ha dicho hoy alguien sensato: "nos sonreímos... y luego intercambiamos opiniones". Tengo amigos buenos.