martes, 8 de abril de 2025

Hay días en que

A veces parece que el mundo se desmorona, que pierdo la brújula por completo. Las cosas se desencadenan en un orden inesperado y paso a ser un espectador de mi propia descontrolada vida.
Por momentos se me anuda la garganta impidiéndome que respire, los ojos se me inundan de agua salada, el pecho se me anuda fuerte y parece que no podré volver a respirar.
Hay días en que nada funciona como quisiera, que las cosas toman un rumbo imposible de manejar hasta el extremo de golpearte bien fuerte y dejarte sin aliento.
A veces no puedo contener esta furia que nace desde adentro, que es más parecida a una terrible impotencia que fluye irrefrenable por mis huesos, que hace escala por un momento en mi corazón y que explota en mi boca con palabras que no puedo reproducir en tiempos de cordura.
Hay días en que todo parece desarrollarse guiado por una desalentadora forma de azar que se empeña en desbaratar tus mejores sueños, que está dispuesta a borrar de tu existencia las mejores ilusiones.
Pero en esos días siempre encuentro en vos una isla donde recalar en medio de esas tormentas, una balsa donde subirme y refugiarme.
Es por eso que esas veces no me preocupo demasiado, me limito a aprender y a pensar en vos para que mi rostro recupere su sonrisa perdida.

lunes, 24 de marzo de 2025

Nada

Atrás de mi quedaron las peligrosas penurias, la travesía por el borde del mundo y el filo decadente de incontables peligros y después de tanto tiempo he llegado.

Nada.

Al final de todo, no quedó nada. Lo que existió se consumió en medio de espeluznantes gritos, se transformó en otra cosa que no es sino la muerte en vida o simplemente se hizo recuerdo. La tierra yerma impasible se deja arrastrar por las ráfagas violentas de un viento mortal.

Tanto afán para cumplir los deseos, tanto apuro para llegar al final, solo para encontrarme con un desierto infinitamente vacío. Sopla el viento siniestro, silba entre los ramajes desnudos de algunos flacos árboles que no son sino sombras muertas de un pasado olvidado. Pobre metáfora de un futuro que nunca existió sino en mis sueños; berreta figura de una promesa que nunca se cumplirá.

Nada.

Ni siquiera odio ni rencor; ni frustración ni reproches; ni bronca ni desprecio. Todas las voces que alguna vez se alzaron, mudas. Todos los brazos que alguna vez se sacudieron, estáticos. 


Lo que pudo haberse sentido en algún momento, ahora ya no es más que historia. Dejó lugar, si cabe la expresión, a un vacío etéreo, a una nada potente. Tal vez miedo, aunque no sé ya lo que eso signifique.

Ahora que no hay sino desolación, soledad infinita en la penumbra de un atardecer que lo cubre todo, miro hacia adelante. Atrás no hay nada que me interese. Adelante tampoco, pero no hay opción.

domingo, 16 de marzo de 2025

Un día

Un día, la gente, el ruido, la calle, el sol;
salir de mañana corriendo al trabajo
y olvidarlo todo, no sé que es mejor.
Tener la certeza de estar en camino por la huella mejor.
Saberse contento, saberse vivo, y tener un día para quererte hoy.
Volver a la calle, la gente, los gritos;
que esto, que aquello, y la radio que hoy dice que se quejó la tierra,
que murieron niños, que subieron los precios y que qué se yo.
Llegar a la casa, la paz (que tranquilidad)
húmeda dulzura del olor a peperina del salón.
Saber que está ella, saber que me espera, saber que en un rato, todo ocurrirá.
Hola, que tal, como te fue, bien; y es todo.
Después la comida y la tele muestra más de lo mismo.
Ella a dormir la siesta, yo me quiero quedar, quiero un mate y no hay yerba;
inútil intento, fracaso al buscar.
La tarde se torna soñolienta, y poco a poco los ruidos se apagan.
La tierra me llama al regar las plantas. Desgrano terrones con mis dedos,
en la casa murmullo lejano de bravas peleas entre políticos.
Sonrío, camino y retorno a mi cubil, levanto la mochila con mis cuadernos y me voy.
Camino por las calles, me siento feliz, me cruzo con gente que dice (se queja)
que el sueldo no alcanza, que no hay referí, que este gobierno... (yo sigo sin tomar mate) y me fui.
Timbre y que tal, pasé a saludar, todo bien? mejor no te cuento...
Uy, que tarde, me voy, que corta la visita, yo y vos que nunca venís.
Vuelvo a la calle, la bronca, las bocinas y los semáforos, me meto en la oficina, mando mail, recibo mail;
y más tarde... al fin, de vuelta al hogar.
Ey, como andas... que hay de cenar; vos tendé la mesa que ya está lista la cena.
Más risas entre dos, sobremesa y a la cama, el sueño esperar.
Hojear un libro, reveer el día y planificar el de mañana. Me aferro a su cintura, escondo el rostro entre su pelo.
No importa, mañana otro día será.