El Padre se había despojado a temprana edad de mis escrúpulos y reclamaba el triunfo del espíritu por encima del materialismo vacío que se exhibía alrededor. El hijo era una inmensa disquisición, el epítome de vulgaridad que nos adiestra para no saltar. La peor idea fue encender la televisión. Un tornado en Oklahoma nos hizo reflexionar a los tres sobre lo efímera que es la vida y la fugacidad de su razón. En ese momento el Padre tomaba ventaja y el hijo expió el nerviosismo con una canción.
Sonó I am the blues del gran Muddy Waters y los tres coincidimos en que faltaban faldas en aquel salón.
Saltamos.
Saltamos a la calle con el salón a cuestas, embutidos como caracoles en la baba de la meditación beat que tantas preguntas nos había formulado y que tanto tiempo nos había robado. Hielo seco en labios y fricción eran las notas de la enésima sinfonía que se tocaba en la nocturnidad de nuestro salón.
En el bar la mayoría rehuía la propia humanidad, esa sombra alargada que se esconde en la torcedura de las esquinas. La única salida era el alcohol. Compartimos nuestra diáfana soledad con las bocas ajenas y nuestra mente se abrió para dar cabida a ideas prestadas de otras lejanas y etéreas realidades, en la cornucopia imposible que era la verdadera moralidad viviente.
Brindamos, sujetamos nuestras esencias para mantener el orden físico de las cosas y nuestros culos calientes en aquella vida y en aquel otro salón. La sexualidad irrumpió a tiempo para salvar nuestra dignidad animal y la vorágine dio con nuestros huesos en otro escenario.
El Padre escondido, el hijo perdido en el sillón, Solo quedaba yo a la riendas de mi yo en las puertas de la selva de la programación.
El Padre escondido, el hijo perdido en el sillón, Solo quedaba yo a la riendas de mi yo en las puertas de la selva de la programación.
Y aquí vengo a contarlo, a depositar mi proyectil de presuntuosa grandilocuencia en cuyos extremos no cabe ni cabrá nunca publicidad ni metroscopia. Y solo cabe añadir que:
El amor no está en París, está en Oklahoma.
(Y el caos en el televisor)