Corrijo, pues, mi dedicatoria: A LEON WERTH CUANDO ERA NIÑO I Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba "Historias vividas", una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera.
Cambia de rumbo. Algo se le enrosca entre los pies, largo y ondulante como el boa constrictor: es la cola del Banco. Salva el obstáculo y anda más: un no sé qué frío y hediondo como el aire de un sepulcro pasa a su lado y le azota el rostro: es el hambre de Castilla.
Yo vi cómo Bokapi, con su único brazo libre, intentó tomar la garganta de la
boa; vi cómo los anillos de la terrible serpiente prensaban sus piernas y su pecho; vi cómo Bokapi clavó los dientes en el lomo de la
boa con tan furiosa mordedura, que súbitamente la
boa duplicó su presión.
Roberto Arlt
¡Vaya a saber cuántas horas hacía que el caballo esperaba que su amo saliera del interior del vientre de la
boa! Fernando examinó el filo de su yatagán -era reciente y tajante-, se aproximó a la
boa, inmóvil en el amodorramiento de su digestión, y levantó el alfanje.
Roberto Arlt
En la película era aquél el instante en que a una joven virtuosa, muy perseguida por los malvados, la encerraban en la amable compañía de varios cocodrilos y una serpiente
boa.
Emilia Pardo Bazán
Su longitud es ya treinta veces mayor que la del
boa secular, que se despierta de dos en dos lunas sobre las márgenes del Sitpuri.
Gustavo Adolfo Bécquer
No todos los hijos del Islam se encontraban con un caballo en la orilla de un río, un hombre dentro del vientre de una
boa y una fortuna en piedras preciosas dentro de la escarcela del hombre.
Roberto Arlt
¡Ojalá que lo mismo que en Lisboa me vinieras a ver mientras almuerzo! Este papel, como serpiente boa, me solicita, y con afecto nuevo a ti dirijo la olvidada proa.
La juventud estudiosa de Francia se levanta casi unánime para protestar enérgicamente contra la ambición de un farsante audaz que pretende colocar la República bajo su boa de dictador...
Ese lago de leche que dormido Yace a tus pies; esas tendidas hojas De cuajada esmeralda, opacas, turbias, Manto marino que tu cauce vela, Cuyas inertes, aplanadas olas Atónitas al golpe, ignoran dónde Seguir corriendo; ese ancho remolino Que abajo las aguarda, y retorciéndose Al empuje del mar que los violenta Yérguese al centro, y cual pausada boa En silencio fatal se enrosca, y nunca Suelta la presa que atrayente arrolla Allí más bien estoy; ese el mar muerto De mi existencia, y el designio arcano Que en giro estéril me aletarga y me hunde.
Y como era muy piadosa, queriendo restañar la herida me hecho al cuello su boa de marta, ofreciéndome los labios como un fruto, ¡Divinos labios que desvanecían en un perfume de rezos el perfume de los olés flamencos!
El vientre de la
boa, cubierto de escamas negras y amarillas, aparecía repugnantemente deformado en una gran extensión. Por la boca de la
boa salían los dos pies de un hombre.
Roberto Arlt