V ¿Y qué dice usted sobre la influencia del cigarro en la paz doméstica? ¿Tie ne un marido alguna desazón con el boa constrictor llamado suegra?
Tan grande fue mi espanto que sin darme cuenta corrí y corrí; miraba violentamente hacia atrás y veía como la gigantesca alimaña me venía persiguiendo; su hocico abierto dejaba ver unos brillantes y filosos colmillos dispuestos a devorarme y su lengua parecía una enorme boa que se movía golosa.
"Bokapi y yo caminábamos tranquilamente, cuando, de pronto, ella me apretó el brazo, deteniéndome. "A cinco metros de nosotros, desenvolviendo sus pesados aros amarillos, irritada, nos miraba una
boa.
Roberto Arlt
Un sobresalto de terror dejó rígido su cuerpo y rápidamente llevó la mano al alfanje. No lejos del caballo, sobre la arena, completamente dormida, se veía una
boa constrictor.
Roberto Arlt
Íbamos a perecer los dos. Bokapi lo comprendió, se despidió de mí con una mirada y rápidamente se lanzó a la
boa. "¡Quién pudiera contar la inútil lucha de la negra con la
boa!
Roberto Arlt
Tú puedes evitar el ataque del león que te asalta de frente y en despoblado; puedes esperar el ataque del mugiente toro, del boa espirálico y envolvente; son fuerzas que ves y percibes para la defensa.
Por el ramaje obscuro Salta huyendo el canguro. El
boa se infla, duerme, se calienta A la tórrida lumbre; El pájaro se sienta A reposar sobre la verde cumbre.
Rubén Darío
Un mundo nuevo, un joven planeta, se adelantaba hacia mi, trazando su circulo en el vacío, fascinado e inocente como el ave atraída por el
boa.
Gustavo Adolfo Bécquer
Se acercó a la
boa y le abrió el vientre. En su interior estaba el hombre muerto. Envuelto en un rico albornoz ensangrentado, con puñal de empuñadura de oro al cinto.
Roberto Arlt
¡Dios, que conservas cuanto existe, apartando las tempestades y la muerte de la cabeza de los hombres, no interpongas tu poder entre mi corazón y la flecha de los guerreros, entre mi vida y las garras del tigre o los anillos del
boa gigante; pero defiéndeme contra mi mismo, arráncame el amor y la conciencia, cuyos golpes matan sin que se vea la mano que los dirige!
Gustavo Adolfo Bécquer
La escuela producía muy poco, tanto que difícilmente hubiera bastado para proporcionarle el pan de cada día pues era un gran comilón y, aunque flaco, tenía la capacidad de expansión de una boa.
Te lo entrego para que tomes cumplida venganza de él. -Soy inocente -exclamó Fernando-. Le encontré en el vientre de una
boa. Con los pies fuera de la
boa.
Roberto Arlt