Igualmente tendremos que vestirlo, y, en cuanto a la comida, no supone un gran sacrificio, ya sabes que se contenta con unas patatas hervidas. Su instrucción no nos
cuesta nada; déjalo que siga su camino.
Hans Christian Andersen
Si no quieres rendirte a esta experiencia, Simmias, dijo Sócrates, mira si por este camino no entrarás en nuestro sentir: ¿te cuesta trabajo creer que aprender es solamente recordar?
De ninguna manera, pues ¿a qué se reduce lo que nos da a la naturaleza? Con poca cosa se contenta; lo que nos cuesta pues no es el hambre de nuestro vientre, sino la vanidad.
Y éste no hallará camino llano, necesario es vaya cuesta arriba y cuesta abajo, y que padezca tormentas gobernando el navío en el mar alborotado; y teniendo todas sus andanzas encontradas con la fortuna, es forzoso le sucedan muchas cosas adversas, ásperas y duras para que él las allane.
Y llegó aquí, a Angostura, en una playa primitiva atracó la canoa; vedle hundir en el suelo el tacón fino, con el pinchazo de la avispa que quiere conocer su avispero; seguidle, subiendo la cuesta hacia la ciudad; un revuelo de campanas anuncia su llegada, las casas se endomingaban de banderas y de letreros, de Soledad arriban canoas con mujeres como cestas con mangos y mereyes del tiempo.
Cansado, desfallecido, se echó de espaldas, dejándose llevar por las olas. El sabor de la cena le subía a la boca. ¡Maldita comida, y cuánto cuesta de ganar! Acabaría por morir allí tontamente...
Lo mismo de él es cuesta abajo, y necesita de particular industria, y entonces la misma diosa Tetis, que me recibe en las sujetas ondas, suele recelar no me despeñe.» Habiendo oído estas dificultades aquel generoso mancebo, dijo: «Ese camino me agrada, subo en el carro.
Alfredo anda por la calle y todo lo repara, lo desintegra y lo ordena según el sistema que él prefiere, como si el mundo que lo rodea fuera una maquinaria antigualla y dormida que precisara tornillos, bielas y movimiento. Cuando habla, su palabra tiene tal agilidad que
cuesta trabajo saber a donde llega.
Gervasio Guillot Muñoz
Ya has visto como sucedió así. El Cura ahora nos cuesta la pérdida de Tolosa. El Rey hizo otra pausa, y con la mirada recorrió la estancia, un salón oscuro, entarimado de nogal, con las paredes cubiertas de armas y de banderas, las banderas ganadas en la guerra de los siete años por aquellos viejos generales de memoria ya legendaria.
Maestros míos no será inútil su trabajo; germinará en la cuesta y volverán a florecer las colinas donde ya apóstoles de la verdad, sembradores de la belleza líderes del bien ustedes flores fueron.
Así estuve allí un rato. Luego de un poco de descanso, continué voluntarioso trepando por aquella cuesta. El hambre era cada vez más intensa.
¡En Granada! En la
Cuesta del Perro se ha encontrado el cadáver de López. Todos quedaron silenciosos y Manuel empezó a silbar una canción patriótica.
Pedro Antonio de Alarcón