SANTARÉN (Dentro.) ¿Compran peines, afileres, trenzaderas de cabello, papeles de carmesí, orejeras, gargantillas, pebetes finos, pastillas, estoraque y menjüí, polvos para encarnar dientes, caraña, capey, anime, goma, aceite de canime, abanillos mondadientes, sangre de drago en palillos, dijes de alquimia y acero, quinta esencia de romero, jabón de manos, sebillos, franjas de oro milanés, listones, adobo en masa?
Admiraba las grandes esponjas, que curaban con chorros de agua; los aparatos de
goma, para cien usos, para mil comodidades de los enfermos; los frascos transparentes, llenos de píldoras que costaban caras, como perlas; las botellas elegantes, aristocráticas, bien lacradas y envueltas en vistosos papeles, como damas abrigadas con ricos chales; botellas de vinos de los dioses, todos dulzura y fuerza, la salud, la vida en cuatro gotas.
Leopoldo Alas
Quedan exentos de derechos los animales vivos, la cebada, si no es de la que llaman perla; carne de vaca, café y huevos, esparto y otras gramíneas, que en los Estados Unidos usan, entre otras cosas, como materia prima del papel; toda clase de flores, toda clase de frutas, las cuales son comercios llamados al desenvolvimiento notable e inmediato, no bien haya ferrocarriles que enlacen, sobre todo del lado del Atlántico, ambos pueblos; pieles de cabra sin curtir; todas las variedades del henequén y cuantos puedan sustituir al lino; cuerdas de cuero; cuero sin curtir; pieles de cabra de Angora, sin curtir y sin lana, y pieles de asno; goma de la India...
Eran de carne, al parecer, si bien no faltó, al día siguiente, quien asegurase que aquellos rostros estaban moldeados con
goma y hábilmente pintados con los colores de la vida.
Emilia Pardo Bazán
Y esto se lo preguntó el viejo mirándolo con aire incrédulo y un tantico amostazado. -Que me jagan goma laca si es mentira. Ca toro me parece un tigre y una Jiena, y ca vez que meto los brazos pa adornarle el morro paso er tifus, pero que er tifus.
Cada vez que concluía una línea dejaba la regla a un lado, sujetándola para que no rodara, con un pan de
goma; levantaba la pluma, e inclinando la cabeza como el pintor que después de un golpe de pincel se aleja para ver el efecto, sonreía con satisfacción.
Miguel Cané
Un almirez, un morterito de piedra, una retorta, un alambique, un tarro de sanguijuelas, unas cuantas onzas de
goma, linaza, achicoria y raíz de altea, unos frascos vistosos, vacíos los más y pocos con drogas, y pare usted de contar...
Ricardo Palma
Más allá, está el oleaja de los que van y vienen; parejas de enamorados, hermanos y hermanas, grupos de caballeritos irreprochables; todo en la confusión de los rostros, de las miradas, de los colorines, de los vestidos, de las capotas; resaltando a veces en el fondo negro y aceitoso de los elegantes sombreros de copa, una cara blanca de mujer, un sombrero de paja adornado de colibríes de cintas o de plumas, o el inflado globo rojo, de
goma, que pendiente de un hilo lleva un niño risueño, de medias azules, zapatos charolados y holgado cuello a la marinera.
Rubén Darío
( Aquí todos los títulos que leyó en la Gaceta .) Madrid «Muy señor mío: Aunque no tengo el honor de conocerle, me tomo la libertad de dirigirle la presente para que, a vuelta de correo, me diga si eres tú o no es usted el mismo Fulano de Tal que estudió conmigo latín en la villa, y que, por más señas, me quedó debiendo dos reales y medio y unos tirantes de goma.
-El pleito, sin novedad.» A los quince días de echada esta carta en la estafeta del lugar, recibió el solariego esta otra en rico papel con cantos dorados: «Mi querido Silvestre: Ego sum, amigo mío; yo soy el que buscas, el que estudió contigo en la villa, el que te debe dos reales y medio y unos tirantes de goma.
¿Cómo habíamos de haber dado nosotros, que somos españoles, en que los hombres no padecen nunca más enfermedades que las que dimanan del vientre, y que para toda clase de enfermedades y enfermos, en todos los climas y países, había de bastar forrar al doliente con sanguijuelas y echarle agua de
goma en el cuerpo como en una cuba sin hondón?
Mariano José de Larra
eran los sombreros. Habían principiado a derretirse, a liquidarse en papilla, con pegotes de
goma y de engrudo que se embalsaban.
Emilia Pardo Bazán