Tomádolo ha la justicia para haberlo de justiciare; y aun allá al pie de la horca el palmero fuera hablare: -¡Oh mal hubieses, rey Carlos! Dios te quiera hacer
male, que un hijo solo que tienes tú le mandas ahorcare.
Anónimo
Dijo y alzara su mano puñada le fuera a dare, que sus dientes menudicos en tierra los fuera a echare. Allí hablaran los romeros y empezáronle de hablare: -¡Por hacer bien la condesa cierto no merece
male!
Anónimo
Desque todo aquesto vido, por fuerza me fue a tomare, trújome a esta fortaleza, do estoy en este lugare, tres años he estado en ella fuera de mi voluntade, y si el rey tiene en mí hijos, plugo a Dios y a su bondade, y si no los ha en la reina es así su voluntade ¿Por qué me habéis de dar muerte, pues que no merezco
male?
Anónimo
Alzó los ojos en alto a la puerta del lugare, llorando de los sus ojos comenzara de hablare: -¡Oh esforzados caballeros, de mi duelo habed pesare, armas que mi padre puso mudadas las veo estare! O es casada la condesa, o mis tierras van a
male.
Anónimo
-Adiós, adiós, hijos míos, hoy os quedaréis sin madre; de alta sangre caballeros, por mis hijos queráis mirare, que al fin son hijos de rey, aunque son de baja madre. Tiéndenla en un repostero para haberla degollare; así murió esta señora, sin merecer ningún
male.
Anónimo
Oídolo había la reina, que se le paró a mirare; -Dejeslo, la justicia, no le queráis hacer
male, que si él era mi hijo encubrir no se podráe, que en un lado ha de tener un extremado lunare.
Anónimo
Si vos matáis a Celinos, dirán que fuísteis cobarde; idos, idos a las cortes de Carlos el emperante. Conoceréis quien bien os quiere y quien os quería
male.
Anónimo
Cuando fue a una jornada de las cortes del emperante, otra vez llega a los suyos y les empieza de hablare: -¡Esforzados caballeros!, una cosa os quiero rogare; siempre tomé vuestro consejo, el mío queráis tomare; porque si entro en París con ejército reale, saldra por mí el Emperador con todos los principales. Si no me conoce de vista, conocerme ha en el hablare, y así no sabré de cierto todo mi bien y mi
male.
Anónimo
Oídolo ha la condesa a las vozes que dan grandes; mandó llamar sus doncellas y encomienza de hablare: -¿Qué es aquesto, mis doncellas, no me lo querráis negare, que esta noche tanta gente por el palacio siento andare? Decidme, ¿dó es el señor, el mi tío don Beltrane?, ¿si quizá dentro en mis tierras Roldan ha hecho algún
male?
Anónimo
Ya les paraban las mesas, ya les daban a cenare, cuando empezó la condesa a decir esto y a hablare: -¡Cierto parece, señor, que lo hacemos muy
male, que el conde está ya en sus tierras y en la su heredade, que no avisemos a aquellos que su honra quieren mirare!
Anónimo
El conde, que así lo vido, empezole de hablare: -No se maraville vuestra alteza, que no es de maravillare, que quien dijo que era muerto, mentira dijo y no verdade. Señor, yo soy el conde Dirlos, vuestro servidor leale; mas los malos caballeros siempre presumen el
male.
Anónimo
Si Celinos ha errado con amor y mocedade, no ha tocado a la condesa, no ha hecho tanto
male que dello merezca muerte, ni se la deben de dare.
Anónimo