El ancho y sólido tirador de carpincho ciñe la musculosa cintura de los trabajadores, de los vascos ovejeros, de los que necesitan bolsillos grandes para amontonar los pesos, ganados de a uno, con el sudor de su frente. No es elegante, y se vuelve con el tiempo y el uso, mugriento y ajado, dejando bostezar los bolsillos cansados.
Luego las oprimía, las apretaba una contra otra, las frotaba, las escupía y a veces les ponía encima su pie mugriento diciendo sin cesar que unos senos eran una cosa bien infame y que no concebía a qué había destinado la naturaleza esos pellejos ni por qué había estropeado y deshonrado con ellos el cuerpo de la mujer.
De allí salía cada mañana como un mendigo
mugriento, y por la tarde me transformaba en un caballero elegante, vestido a la última.
Arthur Conan Doyle
-¡Quien sabe si no es de freno ya, hermano!.. FORTUNATO. -Seguro que no se lo has puesto vos... ¡Mugriento!... DAVID. -¡Yo no, pero nunca falta un roto pa un descosido!...
Y su gloria era poner de incógnito, frente a frente, en visitas inopinadas, su chiripá mugriento con el traje elegante de algún estanciero refinado.
Y al decir esto lanzó con la habilidad de un mono un ochavo en el mugriento sombrero que el mendigo extendía con su brazo llagado.
«Tras subir a duras penas los peldaños del cadalso con la cabeza envuelta en un vendaje ensangrentado y mugriento… el verdugo le arrancó el vendaje; la mandíbula inferior se le desencajó provocando un horrendo grito de dolor».
La Escuela de Rugby fue fundada en 1567 y es uno de los más antiguos y prestigiosos colegios públicos de Inglaterra, fue pensado originalmente como una escuela para los niños locales, pero con el tiempo se convirtió en una escuela sobre todo de pago de honorarios privados. Rugby seguía siendo un pequeño pueblo mugriento del país hasta el siglo 19.
26 de octubre: Sylvia Likens, en Indianápolis (Estados Unidos) se encuentra el cuerpo de Sylvia Likens en un mugriento sótano del 3850 de East New York Street.
Al llegar, ambos encuentran el bote plagado de gatos, que son criados sin mesura por Jules. El interior de los compartimentos aparece descuidado y mugriento.
Verloc: el propietario de un negocio de baratijas de un mugriento barrio de Londres que al mismo tiempo que es uno de los vicepresidentes de una organización de que reúne simpatizantes de la revolución social de distintas ideologías, incluyendo anarquistas trabaja desde hace mucho tiempo para la embajada rusa como espía y agente provocador y, al mismo tiempo, es confidente del inspector Heat de la policía británica.
También colaboró Carlos Warnes con su columna “Del cuaderno de César Bruto”, ilustrada por Oski. “César Bruto” se caracteriza por ser un chabacano, analfabeto, vestido con un sobretodo mugriento y empuñando un bastón.