Las gentes, al verlo, decían: -¡Hermoso árbol!-. Y he ahí que, al llegar
Navidad, fue el primero que cortaron. El hacha se hincó profundamente en su corazón; el árbol se derrumbó con un suspiro, experimentando un dolor y un desmayo que no lo dejaron pensar en la soñada felicidad.
Hans Christian Andersen
En la sala estaba encendido el árbol de
Navidad; había regalos y buen humor; en las casas de labranza resonaba el violín, y rebanadas de manzana caían a la sartén.
Hans Christian Andersen
Y el pueblo está aquí en el corazón de Chávez. Y menos aún en estos días de Navidad. Pero, bueno, así son las circunstancias de la vida.
Tell ha sido ya víctima de vuestra demora. STAUFFACHER. –– Hemos jurado aguardar hasta Navidad. RUDENZ.––No estaba yo allí; por tanto no he jurado.
En la víspera de Navidad, durante mi terrible experiencia personal del bombardeo renovada de Vietnam del Norte, que después de 12 años de guerra, finalmente, ayudó a traer a América la paz con honor, me senté justo antes de la medianoche.
Próximamente se iniciarán los caminos Cuernavaca - Oaxaca -Tuxtla Gutiérrez en el tramo Amayuca - Izúcar y el camino de San Luis - Torreón; de permitirlo las disponibilidades, se iniciarán el Costero del Pacífico, entre Barra de Navidad y Compostela, y el Fronterizo del Norte, entre Nuevo Laredo - Piedras Negras y Villa Acuña.
Por eso las ventas para Navidad, para las fiestas, por eso la gente inundando a lo largo y a lo ancho todos los destinos turísticos del país, no solamente los clásicos sino también los no tradicionales.
La tía Simona sale la última; y mientras se lamenta de haber dejado de rezar el rosario por causa del jaleo, y jura que al día siguiente ha de rezar dos, guarda en el arcón que ya conocemos los despojos del pan, del azúcar y de la manteca, para que en el primer día de Pascua pueda la familia, «manipulándoselo bien», recordar, con algo más que la memoria, la noche de Navidad.
Por aquel tiempo de
Navidad, la idea del convento se asociaba a la de mil golosinas y chucherías, de esos juguetes del claustro que encantan a los pequeños, porque son producto de un espíritu infantil...
Emilia Pardo Bazán
No se le ocurría solución alguna para el momento en que fuese forzoso enterar a la niña de que iba a tener nuevamente «papá...»; pero aquella misma mañana, víspera de
Navidad, en un paseo a pie por las calles más solitarias del Retiro, a la hora en que el sol enrubia la arena con toques de esplendor, había quedado convenido que Nora entraría en el convento, en el propio convento de la Ascensión, al amparo de su tía doña Leonor Arlanza, para quedarse allí hasta una edad «presentable».
Emilia Pardo Bazán
Y murmurando así la tía Simona, deja las almadreñas a la puerta del estragal; cuelga la saya de bayeta con que se cubría los hombros, del mango de un arado que asoma por una viga del piso del desván; entra en la cocina, siempre seguida del chico, con la cesta que traía tapada con la saya; déjala junto al hogar; añade a la lumbre algunos escajos; enciende el candil, y va sacando de la cesta morcilla y media de manteca, un puchero con miel de abejas y dos cuartos de canela; todo lo cual coloca sobre el poyo y al alcance de su mano para dar principio a la preparación de la cena de Navidad, operación en que la ayuda bien pronto su hija, que entra con dos escalas de agua y protestando que «no ha hablao con alma nacía, y que lo jura por aquellas que son cruces...
Poco después viene el tío Jeromo que toma asiento cerca de la lumbre para auxiliar a la familia en la operación; pues la gente de campo de este país, sobria por necesidad y por hábito, goza tanto con el espectáculo de la cena de Navidad como saboreándola con el paladar.