tricornio


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Sinónimos para tricornio

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Sinónimos

Ejemplos ?
Está la playa muy linda: Todo el mundo está en la playa: Lleva espejuelos el aya De la francesa Florinda. Está Alberto, el militar Que salió en la procesión Con tricornio y con bastón, Echando un bote a la mar.
¡Oh!, las horas mortales pasadas allí dentro tendido en el suelo, llena de tierra la cabeza, el cuerpo dolorido, los oídos tapados para no oír el ruido embriagador de la partida de rescate, en la que yo era famoso por mi ligereza; la veta de sebo, mortecina y nauseabunda, pegada a la pared, debajo de una caricatura de Paunero con tricornio y con una cinta saliendo de su boca...
El resto queda a cargo de doña Calixta y sus hijas: y el resto se reduce simplemente a que se dé la primera una vuelta por la cocina, al sonar la una, para sazonar el puchero y hacer la sopa, poner en seguida la mesa y servir de un solo viaje toda la comida, compuesta de sota, caballo y rey, como decían los estudiantes de tricornio y cuchara de palo; y al avío de la casa, que es de cuenta de las chicas.
Le veía, vestido de capitán general, acercarse a él, que estaba en un trono; y después de muchos saludos con el tricornio, le entregaba una corona de laurel y oro, y se marchaba, andando hacia atrás y con grandes reverencias.
Por eso cayó sobre los nobles uniformes la antipatía de las salvajes muchedumbres. Por eso hubo días en que el tricornio fue odiado.
¿Cómo renunciar a las delicias de las telas printinées y froutillées, a lo exquisito de pronunciar broderie en vez de bordado, tricorne en vez de tricornio, y jais en vez de azabache?
El señor consejero, apoyando contra su pecho su pequeño tricornio negro, reiteraba sus saludos, mientras que Tuvache, inclinado como un arco, sonreía también, tartamudeaba, rebuscaba sus frases, proclamaba su fidelidad a la monarquía, y el honor que se le hacía a Yonville.
Ellas le consiguieron la banda, el tricornio y los zapatos; y doña Pacha se apersonó en el Seminario para recomendar ante el Rector a Damián.
Recuerdo la escena de la capeta que se mueve en el viento, y al ver pasar un tricornio me descubro lleno de respeto y pongo en mi alma el incienso de la admiración.
-Pos asín suertes más sangre que tinta un calamar no te abro, que no quieo yo tener visitas de los del tricornio; que no quieo yo na con gente tan cumplimentera.
Al puesto de los del tricornio se llega en tres soleares; pos se llega usté al puesto y le dice usté al sargento: «En mi cubril está el de los Pinares, y...» -Eso lo ices tú -exclamó interrumpiéndole en airada actitud la vieja -poique tú sabes mu bien que ese vino no es er que se guarda en esta boega, que si no, no lo dirías.
Tal era la Constitución de 1848, que no fue derribada el 2 de diciembre de 1851 por una cabeza, sino que se vino a tierra al contacto de un simple sombrero; cierto es que este sombrero era el tricornio napoleónico.