Chapter Text
El mundo entero se había desfigurado con la muerte de su madre años atrás, su padre deambulaba sin sentido alrededor de los continentes en busca de algún ser vivo o mineral que ayude a la gente que este padeciendo la misma enfermedad de su madre, por más que ya no pueda ayudarla a ella.
Tenían el dinero después de todo, la única razón es que es una de las cuatro familias fundadoras de Beacon Hill; Ya hace ocho años que se había marchado sabiendo de él únicamente por los informes de farmacología que el presidente de una de sus empresas le mandaba mensualmente; su amiga Lydia sigue diciéndole que tiene que vender esa mansión y mudarse a la ciudad, pero, aunque el edificio parece embrujado en medio de enormes terrenos que se han convertido en bosques salvajes sólo tiene un aproximado de las extensiones de esa tierras, de lo que si esta seguro es que cuenta con más de cuarenta habitaciones, más de treinta baños módicos y gigantescos, pero el solo usa una habitación del último piso, la que era antes de sus padres.
Sin personal de servicio en años se ha deteriorado todo allí, dándole mas el aspecto de una mansión abandonada que una residencia acaudalada, no recuerda la última vez que tuvo gas para el invierno, o electricidad en los pasillos, él se maneja con un generador metido en un placar para sustentar sus necesidades y el calor en su habitación.
Con decir que lo más que ha gastado en el último año ha sido un par de jeans de trecientos dólares, tampoco es que su padre no le haya dejado dinero alguno, tiene mucho a su disposición, pero simplemente no ve la necesidad de mantener un lugar donde no está viviendo. No en realidad.
Con la secundaria aún en curso solo por mero entretenimiento ya que ni siquiera da los exámenes, su actividad principal es ayudar a su amigo Danny de tanto en tanto con sus estudios y si es que se lo permite, aunque en realidad solo juegan vídeo juegos hasta el hartazgo, después de todo Lydia y el son los únicos del colegio con un promedio de cien sobre cien de hecho, teniendo aprobado el examen que los eximia de seguir yendo y poder ir a la universidad directamente, pero a ambos le pareció de lo más aburrido.
Una vez más pensaba en lo podrido del mundo en sus tardes mirando por el ventanal de su habitación, el funcionamiento de la sociedad le asqueaba, incluso Lydia había caído en el nuevo furor de la compra de esclavos, no eran personas normales lo sabía, pero, aun así, la rubia cereza en su vida tenía una cantidad de esclavos exorbitantes.
- Es solo una vez, sólo una vez... No te estoy pidiendo mucho, pero llevó mucho dinero y no quiero que piensen que pueden estafarme, además, ¿No te vendría bien alguien a quien dejar en tu decrepita mansión? No sé, ¿Alguien que te tire las cajas de pizza apiladas en tu cuarto? - no dejaba de remarcarle su poca limpieza cada vez que podía, pero sentado a su lado en su volvo celeste cielo pensaba que no quería verla en problemas en algún antro de esclavos.
- No me interesa tener un esclavo... Además, ¿Mucho dinero? ¿Cuantos esclavos más piensas tener? ¿Tu madre ha notado que ya tienes un pequeño pueblo en tu casa? - replicó, su mano enganchada en la barra sobre su cabeza, sus rodillas sobre la guantera, ese lugar se estaba poniendo más pequeño o a él le estaban creciendo al fin las piernas, se preguntó.
- En realidad son sólo veinte lobos, y necesito alguien que guarde mi auto por las noches y es muy desgastante planchar seis cambios de ropa de un día para el otro, y sabes que los elijo entrada la madrugada, por lo que mínimo necesito otros seis sin contar a dos jardineros más. - Stiles entre cierra los ojos y frunce el entre cejo con esa información incapaz de entender la exorbitante cantidad de esclavos que piensa comprar.
- ¿¿Cuánto dinero llevaras?? - pregunta ya con la boca entre abierta y con la misma mirada.
- Dos millones... no quiero lobos en mal estado, muy golpeados o con parásitos, ¡Imagínate que me enferme a los que ya tengo! - espeta horrorizada, con ambas manos en el volante mirando quien venía por la derecha antes de meterse en la autopista.
- Dios... Ok, ok. No quiero ir, pero te acompañare...- recalca frotándose los ojos.
- Mira que solo para entrar son diez mil para una compra. - le comunica con una sonrisa en la boca.
- No voy a comprar nada Lydia. – masculla con enfado y cruzándose de brazos.
- No compres, tenlo en tu bolsillo y luego de que mire a los lobos, y termine la transacción, nos vamos. - explica los procesos levemente y presiona sus labios haciendo que estos parezcan más gruesos casi como un patito demasiado lindo en su opinión.
- ¿Cuándo vas a ir? - Lydia jocosamente le mira y le guiñándole un ojo, Stiles revolea los ojos. - ¿Qué, ahora? No tengo el dinero... Ahora. Conmigo. - específico con sus manos al frente apuntándose los bolsillos del pantalón.
- Ni yo. Estás loco si piensas que iría a clases con tanto dinero... Pasaremos por el banco, siendo mi amigo seguro te lo entregarán en el momento. - acotó.
- Ok... Has estado tratando de llevarme desde hace dos años... Puedo hacer una visita a ese antro. – el frota su nuca revolviendo su cabello y mira por su ventanilla.
- ¿¿Sabes, lo exagerado eres??- le pregunta y Stiles solo ladera su cabeza porque sabe que exagera en un punto, pero sabe que no se aleja de la realidad con respecto a ese lugar.
En menos de quince minutos están en el banco y pasan allí una hora para retirar la suma, Stiles mira atento el camino al criadero luego de que ambos tienen su dinero, el suyo módicamente más pequeño en su bolsillo trasero y el de Lydia significativamente más grande en un maletín metálico.
Los desvíos y las complejas vueltas lo desorientar, pero la confianza en su amiga le sorprende al conducir, se detienen en una especie de fábrica cubierta por el óxido, el polvo y el desinterés por su mantenimiento, un hombre vestido con jeans negros, votas negras vaqueras y camiseta a tono estaciona el auto de Lydia sin siquiera pedírselo cuando bajan, él mira a la pelirroja esperando alguna reacción, pero ella solo destaca en ese lugar como un copo de nieve entre la destrucción de la mas negra de las guerras.
Su amiga espera al hombre que estaciona el auto y él mismo hombre, toma sin que le diga nada la maleta con el dinero de Lydia para abrir la puerta después conduciéndolos dentro de la fábrica de fundición abandonada, le espanta de inmediato el olor a suciedad humana y azufre cuando la puerta se cierra detrás de ellos obligándole un instante a levarse la mano al rostro la cual Lydia inmediatamente le fuerza a bajar, un par de latigazos se escuchaban de fondo sobresaltándolo haciendo que se olvide del hedor unos instantes los ojos de Lydia como sus facciones parecían imperturbables ante esto, son lejanos aún pero vividos como el conjunto de adoloridos gritos, resonando como un eco por los largos pasillos que no son mas que alambre entrelazado separándolos de lo que fueron antes gigantescas maquinas, caminan hasta detenerse frente a una puerta que parecía nueva comparada con el resto del lugar, al cruzar del otro lado las paredes de cemento alisado rústicamente tenia un color rojizo oscuro que daban la sensación de garganta y el presentimiento de peligro metiéndose en su piel no se callaba.
Incomodo es una palabra pelicular en ese ambiente, Lydia se detuvo y él se la llevó por delante al estar distraído por el lugar, en una especie de ventanilla el hombre coloca la maleta en el mostrador para que otra empleada la revise poniendo los billetes en una maquina que contaba la cantidad total, Lydia le dio un golpe con el codo para que el entregase su dinero el cual también fue contado.
Por cada diez mil le entregan una carta con una calavera en ella, Stiles la miro intrigado y Lydia le contestó que con esto era que se terminaban de comprar los esclavos, se ofrecía un monto, se regatear y siempre de a diez mil dólares cada oferta, la mujer del otro lado de la caja sin siquiera mirarlo le entregó el naipe negro y rojo con una calavera impresa, mientras que a Lydia le dio un grueso mazo de naipes idénticos.
El mismo hombre solo aclarándose la voz llamo su atención para llevarlos por otro pasillo algo mas estrecho donde al final de este había unas puertas doradas estilo españolas antiguas, del otro lado un enorme salón es abría ante ellos, el techo prácticamente no se veía entre las paredes negras y el metal olvidado de lo que fue la fábrica, la cantidad de gente allí regateando era mucha y de todas clases, a penas si lo podía creer como toda esa gente estaba mirando esclavos sobre una tarima de metal, algunos vendidos en pares, otros de a grupos de a diez, todos de gama baja según le susurro su amiga, delgados, a penas con musculo sobre los huesos, hambreados, enfermos o muy golpeados que ya no comprenden más que dos o tres ordenen básicas, con símbolos grabados en la piel hasta que distinguió los símbolos como omega, y beta en algunos.
Se le resolvió el estómago de solo contemplar las miradas vacías por tanto maltrato, sentía como si su alma se estrujase con tales expresiones y Lydia le tomo de la mano al verlo tan abrumado por el mal estado en el que esos hombres y mujeres eran exhibidos como cosas sin valor, que no podían ser vendidos más que en cantidad por el valor de diez mil dólares.
- Quédate a mi lado Stiles, y no pongas esa cara, quieras o no son licántropos, no califican como humanos. - Stiles la miro horrorizado por el tono frío y ella misma sentía vergüenza de sus palabras podía notarlo en su expresión. - Eso no significa que este a favor de cómo los tienen o el maltrato que les dan. - le susurro, él había visto como trataba a sus propios lobos y en realidad no encajaba con Lydia esas palabras o ese comentario tan lacerante.
- ¿A dónde estamos yendo? - pregunta frotando su rostro con ambas manos, tratando de no perder el control al ver todo ese sufrimiento.
- Nunca compro las sobras. - responde altiva cuando se montan en un elevador.
- A que te refieres... - Stiles ve la vista completa del lugar que cruzo con Lydia minutos antes y su guardia de tres metros de altura, desde ese ascensor abierto se veían los corrales de ganado común solo que esos se quedaban cortos con lo que estos contenían, los lobos era puestos en corrales atados y de rodillas hasta que alguien pedía verlos para su venta en una tarima alta.
De repente su vista se vio oscurecida por las paredes del elevador que veloz deformadas su textura metálica a su paso, dos pisos más arriba el ascensor se detuvo, el enrejado se abrió y el hombre diferente al que los llevo al ascensor los guío hasta otra habitación más civilizada, sillas doradas y con almohadones preciosos decoran el salón par cien personas con una tarima en frente de madera lustrada y limpia rodeada por el mismo terciopelo que las sillas de color rojo profundo.
Pero no se quedaron allí, Lydia seguía caminando a una puerta lateral que dio a una oficina donde una anciana baja su tejido al verla entrar con ojos duros envueltos en una apariencia de entrañable y adorable abuelita, sonriendo hacia ella con una falsedad palpable a simple vista que se levanta contenta de ver a su “pequeña pelirroja” como la llama en voz alta y la saluda efusivamente (con besos y abrazos) su acento le sorprendió, parecía ser mexicana, pero no del típico que uno esperaría en una película, esta es una señora fina de cabellos rojizo que al mirarle se le borro la sonrisa para volver lentamente detrás del escritorio y a su tejido con el aire de loca peligrosa rodeándola.
- Señorita Martín... Siempre un gusto verle, pero veo que ha traído compañía... - acentúa cuando el hombre los hace sentar a ambos en las sillas frente al escritorio.
- Tú sabes, cada vez que me doy la vuelta necesito un lobo bien educado que haga otros quehaceres. Y justo hoy cuando decidí venir aquí mi amigo, me comentaba al respecto, que estaba pensando en comprar uno, ha estado muy solo en su mansión desde hace años. - Lydia tiene sus piernas cruzadas como sus muñecas reposando sobre sus rodillas, una postura muy elegante que no le había observado antes.
- Me gusta... mi soledad gracias. - acota sin pensarlo y re dirige sus palabras en una inspiración intensa, acomodándose en la silla nervioso.
- Y su nombre es, señor... - habla golpeando las palabras pero aun simulando ser agradable, metiendo puntos al tejido sin mirarle.
- Stilinski, Stiles Stilinski. - remarca notando como esa señora entra en un silencio que le asusta y mira a Lydia, pero sabe que reconoce su nombre, prácticamente todo que se digne de tener un negocio prospero o una empresa conoce las empresas de la familia Stilinski.
- ¿Hay algo decente hoy? Note que había mucho material flaco en los corrales... - Lydia mira su bolso y chequea tener todos sus naipes y vuelve su mirada a la señora que teje.
- Para ti mi niña bella siempre guardo lo mas especial, algunos después de las subastas importantes han sido devueltos, pero en buen estado, aunque podrías encontrar mejor materias si vinieras a las reuniones. - replica con una sonrisa cordial, dejando el tejido y abriendo un gran libro de contaduría, colocando sobre su nariz unas gafas alargadas y finas.
- Es que no me gusta cómo se pone la gente con sus compras, hay algo en el ambiente que me desagrada, la brutalidad, la poca elegancia... - la pelirroja tuerce la boca y saca algunos de sus naipes del bolso y lo mantiene en la mano.
- Lo se, lo se, mi niña, por eso me agradas... Alfredo, Gastón... - llama dando dos palmadas en el aire y dos hombres salen de otra puerta detrás de ellos.
- ¡Gastón! - exclama Lydia al ver a uno de esos hombres y Stiles se levanta con ella porque parece que se ira con ese hombre, este le toma la mano delicadamente y besa el dorso de la mano de su amiga hasta que pone sus ojos en el y toda su expresión cambia como si estuviera viendo a su peor enemigo, Stiles le dedica una mirada incomoda aunque su amiga está encantada con el sujeto y pone su pie detrás de su tobillo respondiendo con gala el gesto.
- Señor Stilinski este caballero aquí, es Alfredo... - Stiles mira a la mujer por sobre su hombro, luego al hombre de tez muy oscura y cabellos plateados entrado en años me mira con ojos vacíos casi malvados. - Él lo acompañara por los recintos para que revise y elija su compra. - la mujer pone su mano sobre su hombro apretando mas de la cuenta como si fuera una advertencia de algún tipo, le estremece lo frío de su mano incluso a través de su camisa y chaqueta, pero la mujer aprieta sus huesudos dedos en él clavándose en su carne, el responde el gesto sonriente y no sabe cómo decir que no comprara nada, pero calla por miedo a que lo mal interprete
- Oh cariño, Stiles puede venir conmigo, el puede ayudarme a elegir... - replica Lydia acomodando desinteresadamente uno de sus risos sobre su hombro.
- Esta vez no señorita Martín, el señor vendrá conmigo y se reunirán a la salida. - explica Gastón que gentilmente la toma de la mano y la lleva por una puerta azul al otro lado de la oficina.
No hay mucho tiempo a decir nada, simplemente se llevan a Lydia por una puerta y la mujer lo empuja a irse con ese tal Alfredo, del cual no se fía ni borracho ni moribundo, pero aun así lo sigue por un pasillo hasta dar con unas jaulas de un metro por uno y medio, la estructura es de hierro solida, pero las paredes son de alambre entretejido aunque parecen tener una especie de pintura negra que parce mezclada con algún tipo de polvo por la textura de la misma… y la mayoría están vacías, Alfredo le explica que son para aquellos lobos renegados que aun se resisten a la crianza que les dan, “Alphas” generalmente, que incapaces de dejar atrás su poderío, mal carácter y personalidad dominante son encerrados allí por días para luego ser… entrenados en periodos de meses.
Stiles traga pensando de donde es que sacan a estas criaturas o como es que las atrapan, muchas de esas jaulas tiene pedazos de piel pegados a ellas, excrementos y sangre, por lo que tiene que cubrirse la nariz al nauseabundo ambiente, oscuro y metálico que parece saborearlo con la lengua de lo intenso que es; Alfredo abre una reja con una llave magnética y le hace pasar a unos recintos donde encuentra el supuesto producto final, son celdas como de una prisión normal, pero más pequeñas de cuatro por cuatro metros y parece que en ella ponen más de dos lobos a la vez, aunque ahora estos están de rodillas con grilletes metálicos en el cuello, encadenados al piso y con sus manos atadas a la espalda robaron su aliento ante la deshumanización.
Le hizo mirar una por una esas celdas, obligo a algunos de esos lobos a alzar la cabeza para ver si alguno era de su preferencia y caminaron por largos balcones que solo tenían vista a las celdas, no podía creer la cantidad de lobos allí, todos ellos con la mirada rota, vacíos y sin vida alguna a pesar de que aun respiraban, no había marcas en ellos, a pesar de estar solo con ropa interior negra y nada más. Miro y miro intentando buscar alguno que llevarse a casa porque era obvio que no le dejarían salir de allí si no pagaba por alguno.
Alfredo ya con un tercer piso recorrido de esclavos a su disposición empezaba a perder la paciencia y le miraba con poca sutileza mientras remarcaba lo que debía fijarse para decidirse, masticando alguna especie de enojo contra el, en pocas palabras sus ojos demostraban que quería matarlo porque no confiaba en el para nada, el miro su reloj n el celular por primera vez en largo tiempo y se percato de que eran mas de las siete de la tarde.
Ya no sabía que hacer empezó a dar vuelta en el último grupo de diez lobos que le puso en frente aquel hombre. Pero negó con su cabeza ninguno de ellos le convencía siquiera para un acto de caridad y rescatarlo de ese lugar.
- No, ninguno de estos me gusta… - hablo en voz alta sus pensamientos mirando por el rabillo del ojo al hombre y poniendo su mano en su mentón frotándolo a modo pensativo.
- Tal vez, sería más sencillo elegir, si supiera que tipo de esclavo busca, para trabajo, como perro de guardia, para placer carnal. A todos se los entrena de manera diferente para diferentes rubros, señor. - replica con labios apretados mostrando largos dientes cuadrados que hace que se le crispe el cabello de la nuca y Stiles asiente sin decir nada por unos minutos.
- Me gustaría alguno para mi cama, algo atractivo con buena estructura, que tenga algo de musculo, mas que yo al menos... odio admitirlo, pero ella tiene razón, me la paso solo en mi mansión… pero no lo admitiría frente a ella claro. - disimula dándole la espalda, mirando por el balcón a los pisos mas altos de celdas y como diez pisos más abajo están las cercas con los esclavos los cuales siguen moviendo de un lado al otro.
- Entonces estamos en la sección equivocada señor estos son solo esclavos de servicio doméstico… - explica exasperado, frotándose el grueso tabique con forma de gancho.
- Oh, ya veo… - y quisiera decir que no sintió un escalofrió cuando lo guío por otra puerta hacia otra sección de ese macabro mercado de vidas.
Pero fue cruzar la puerta de chapa roja de dos hojas, y entrar en un pasillo similar al que cruzo al ingresar a aquella fabrica, pero todo era de metal allí, los latigazos eran recurrentes en el aire y los gritos de dolor aunadas con las ordenes de sumisión, su espalda estaba traspirando frió cuando su caminar se vio interrumpido por otro hombre que le hablo al oído a Alfredo, este le miro por el rabillo del ojo y asintió con el otro hombre que se marchó corriendo.
- Espere aquí, no se mueva, en un momento vuelvo. - informo con todo su tono extranjero y el asintió repetidas veces hasta que el hombre se fue.
Respiro con más tranquilidad unos instantes dejando que su cuerpo soltara la tensión en un escalofrió que lo sacudió de pies a cabeza para solo apoyarse en la pared y respirar, pero las luces parpadearon por la baja tensión llamando su atención, las observo intrigado cuando un quejido agudo y de dientes apretados alerto cada fibra curiosa en el, no supo de donde vino, pero dio unos pasos hacia la intersección contraria de ese pasillo por donde se había ido Alfredo, el hombre de los Calavera que le asignaron.
En aquel pasillo las puertas eran numerosas todas marcadas con diferentes dibujos hechos con fibrones o aerosol y plantillas, colgadas a los lados como informes de avances de cada esclavo supuso rápidamente, miro a sus espaldas esperando que nadie le viera y dio otros pasos más, la tensión volvió a bajar y el susurro de alguien se escuchaba en una de las puertas semi abiertas, pero su maldita curiosidad no conocía límite alguno, por más que el pudiera estar corriendo riesgos físicos allí dentro.
Y su mano presiono la puerta de metal con la cabeza de lobo dibujado de frente en ella, encontrando a un hombre con un overol azul desgastado caminaba de espaldas a la puerta donde él estaba, tenía puestos audífonos y estaba moviendo cables en un aparato que no entendió, pero lo que capturo su mirada fue el hombre atado de manos por sobre su cabeza en un enrejado metálico que sostenía su cuerpo lastimado y sudoroso, su hombro estaba lacerado en quemaduras que parecían recientes llegando a el poco después el olor a carne quemada.
Pero fue a retroceder para marcharse por donde vino cuando el sujeto alza la vista a el y se quedo aturdido, había odio como cansancio en la misma cantidades que miedo en esos ojos increíblemente verdes, podía notar tan claramente como temblaban todos sus músculos después de los choques eléctricos que le estaban dando y a penas reconoció su presencia bajo la vista, fijándola el piso intentando ocultarse, ese licantropo era dos veces más grande que él e incluso más alto, pero aun así pudo ver el miedo que le tenía a él.
- ¡Le dije que te quedaras quieto donde le deje! - reclama Alfredo repentinamente, tomando del brazo con violencia y cerrando la puerta detrás de él donde un grito se escucha al alejarse y la corriente vuelve bajar haciendo las luces parpadear a su paso.
Lo arrastro por los pasillos sin aminorar el paso, el agarre casi levantándolo en el aire, a penas si puede apoyar la punta de los pies en su rápido recorrido de vuelta a la oficina de la Jefa, la mujer alzo la cabeza con su abrupta llegada la puerta azotándose contra la pared y lo miro con los ojos afilados esperando saber que paso cuando, Alfredo lo tiro con brusquedad sobre el sillón de cuero bordo y apoya brazos de madera oscura.
- Señor Stilinski…- esboza la mujer entrada en edad, pero mucho menos agradable sin duda ahora que Lydia no estaba allí.
- ¿Si? - pregunto inocentemente … Tenía unos minutos de estar frente a ella en perpetuo silencio.
- Así que… le gusta curiosear… aquí los calavera, tenemos una política sobre la curiosidad, usted sabe… - puso un ovillo sobre la mesa de lana diferente a la anterior y empezó a darle vueltas alrededor de sus dedos formando una nueva madeja.
- Lo siento, eso mismo es lo que me lleva a tener un IQ de 230…- mira a un costado a Alfredo que está muy pegado a su silla y mirándole intensamente.
- Oh, un niño inteligente… ya veo… entonces señor Stilinski… que piensa sobre nuestros productos. - la mujer deja el tejido y le mira con una sonrisa macabra en el rostro.
- Muy decente en realidad, mi primera impresión no fue buena debido a la falta de alimento en los esclavos, pero ha hecho que me interese mucho una adquisición en su negocio. – acoto lo mas solemne posible. Y se sentó mas derecho en la silla tratando de tomar la postura que aprendió de joven con respecto a los negocios de su padre.
- Como dije, un chico listo. ¿Y cual seria esa adquisición Señor Stilinski? Dígame el número de producto que le gustaría llevarse a su mansión. - Alfredo retrocedió rumiado el descontento por el cambio de tema y se acercó a un mini bar detrás del escritorio sirviendo dos vasos altos transparentes con te frió.
- Quiero aclarar que lo primero que vi me hizo no desear comprar nada, en especial por la subasta de allí abajo era deplorable, al menos deberían bañarlos al exponerlos así no parecerían siquiera algo potable, realmente parecen “las sobras de la cena” como mejor descripción, pero Alfredo fue amable y me oriento muy bien, dándome cuenta de que no es lo mejor para “mi” simplemente un producto doméstico, por lo que me pareció muy atractivo su lote “A” supongo que es llamado así por ser Alphas, pero fuera del rango el producto, esos “ojos verdes” realmente llamaron mi atención. - Alfredo dejo sonoramente los vasos de donde los había tomado y le miro fieramente por sobre su hombro. - Uhmm ¿Como era el detalle en la puerta? ¿El A56…? Sus características son muy marcadas justo lo que me había imaginado en un lobo. - acota gesticulando con las manos cuando Alfredo murmura en el oído de la mujer.
- Oh… Derek Hale. ¿Sabe? Usted es nuevo en esto, déjeme instruirlo… Alphas son toscos, fuertes, tercos, difíciles de amansar y en realidad creen que tienen derecho a gobernar su vida a diferencia de otros lobos. Alphas, no son buena compañía, no sirven para el trabajo a menos que se los convenza de que están allí para ello. Y si se los quiebra lo suficiente con el tiempo, solo hasta que sus ojos pierden brillo y están medio muertos por dentro pueden... tal vez, puedan servir de algo. Usted mi niño, necesita más una beta... un omega… complacientes, bien educados, incluso un Gamma son más manejables y más baratos, además puede adquirir dos o tres por solo un naipe, señor Stilinski… - Stiles no le deja terminar y pone su naipe con la calavera sobre el escritorio de la mujer con un dedo presionando sobre el escritorio, esta lo mira seria y de repente le sonríe.
- Diez mil… sabe que no tendrá mejor oferta por él, no en el estado en el que esta al menos, de echo creo que vale solo la mitad... - hace una mueca despectiva, de poco interés casi con una frialdad oscura en sus ojos, vuelve a tomar el naipe a modo de duda, moviéndolo entre sus dedos, esta exasperando a la mujer y lo sabe, y con ello muestra el sarcasmo de ser mas inteligente que el resto, el cual su padre muchas veces le critico para los negocios.
- ¿Para que lo quiere señor Stilinski? Él no está precisamente entrenado para actividades domésticas o de compania. - la mujer mantiene su sonrisa con dientes apretados y achica sus ojos analizando sus gestos.
- Solo quiero una cara bonita en mi cama cuando llegue a casa. - a la mujer se le va la sonrisa y pone un codo sobre el escritorio.
- Si es lo que quiere… Alfredo. Límpialo, ponle ropa y mándalo a la dirección del señor Stilinski. - ordena como si se tratase de un general a un soldado raso y el hombre lentamente se pone en camino sin apartar la mirada de él.
- No… lo quiero como esta, me lo llevare ahora, se veía increíble con todo ese sudor, lastimado y débil...- trata de que su voz suene ruin como maliciosa y cree que lo logra cuando la mujer alza una ceja y sonríe a penas de lado; antes de irse voltea hacia la mujer y dando un leve golpecito en la mesa con sus dedos extendidos pregunta. - ¿Tiene el numero de un taxi? - apoya su mano sobre el escritorio como decisión final y fingiendo distracción se acomoda la ropa, ambos Calavera le miran aún más sospechosos de su actitud.
- Como desee señor, Alfredo un auto y el esclavo, espero disfrute de su compañía… pero le advierto, que si intenta ponerse su propio negocio de esclavos con un semental como Hale y tener crías solo para revender desde el nacimiento… ya hemos desbaratado organizaciones mucho más… Complejas, señor Stilinski. - Stiles se horrorizo pensando que había un paralelismo de ese negocio compitiendo por las ventas de esclavos, pero logro no mostrar ni uno solo de esos sentimientos.
- Despreocúpese… y dígale a Lydia que la llamare. - la mujer puso cara de perro al ver que la trato de secretaria y Alfredo abrió la puerta para que se marche.
En la puerta de la fábrica las luces del día se habían marchado en su ausencia, debido al tiempo que paso en ese lugar, no sabía cuántos esclavos había visto en realidad había perdido la cuenta demasiado rápido ni porque Lydia aún estaba dentro ¿Cuanto mas se tardaría en elegir algo?, al menos su volvo estaba aún allí, le saco una foto por si su amiga desaparecía y escucho como una puerta secundaria se abría golpeando contra las paredes enchapadas y roídas por el oxido notando a Alfredo empujar al licantropo puertas afuera, prácticamente arrastrando sus pies de la manera que lo sostenía del collar en su cuello, parecía agotado y la herida en su brazo parecía haberse abierto aún más donde unas lineas de sangre se deslizaban espesas a lo largo de su brazo y pectoral, pero aun así lo obligo a doblar las rodillas y ponerlo a sus pies, el miro a Alfredo fijamente sin pestañear sin inmutarse tanto como pudo hasta que detrás de él apareció una limusina.
- De parte de la casa de Los Calavera, señor Stilinski, un taxi, es muy corriente para nuestros clientes. - Comento Alfredo antes de levantar al esclavo del codo y meterlo de un empujón al auto como una bolsa de papas.
- Gracias Alfredo, es muy dulce de tu parte, ha sido un placer tratar contigo. - el hombre asintió encajando la mandíbula a su lado sin apartar sus ojos de él y se subió al vehículo lentamente casi sin apuro a pesar de que su corazón golpeaba con fuerza.
El licantropo estaba hecho un ovillo en el piso de la limusina y el no tuvo el coraje de tocarlo aun temblando por toda la situación, el camino se le hizo eterno a la espera de ver su mansión a lo lejos, la cual a esa hora era peor que la de la familia Adams, abandonada y a oscuras con un frío helado que se movía filoso entre los árboles y las ventanas rotas mostrando la negra oscuridad del lugar, las profundidades del bosque enmarcando el aislamiento, a interminables metros de las rejas principales hasta la puerta misma de su hogar se hacían eternos en esos cuatrocientos metros.
Fue poner su mano sobre la piel prácticamente oliva tirando a pálida del lobo y este empezó a temblar como lo hacía colgado de aquel techo con el metal contra el cuerpo, las quemaduras en su espalda olían a quemado marcando el entramado del metal a fuego en la espalda, apretó los dientes soportando lo que le trasmitía su mal estado, pero cuando se detuvo el coche se armo de valor, tenía que sacarlo del vehículo.
Lo tomo de la muñeca y noto que traía mancuernas de cuero negro con una cadena rodeándolas y ajustándolas juntas, la llave estaba colgando de las mismas cadenas, pero el lobo ni siquiera había intentado tomarlas, eso lo asombro completamente cuando el chófer se aclaro la voz dándole a entender que se bajara de la limusina, el hizo lo que pudo para levantar todos esos kilos de musculo y huesos largos a través de la puerta...
El auto se marchó instantes después... pero aun así se quedó parado allí mirando cómo la limusina se perdía en la oscuridad lejos de su entrada principal antes de cruzar las puertas, solo cerciorándose de que saliera de la propiedad, el cuerpo de aquel esclavo era el doble que el suyo, tan pesado que le costaba manejarlo para meterlo dentro de su residencia y aun así no ponía nada de resistencia; sosteniéndolo de sus cadenas lo metió a la casa dando tumbos, al parecer las piernas de ese sujeto estaban fallándole, hablo en voz alta de los cuidados que tenía que tener al subir esas escaleras por ciertos escalones rotos, pero no parecía escucharle, su cabeza mas baja que sus mismos hombros, sus piernas a penas estiradas y temblando por el esfuerzo de mantenerse en pie.
Le tomo bastante llegar hasta su habitación con él a cuestas, la cual era la única que aun tenia energía eléctrica independiente y que no se veía desde el frente de la mansión, le remordió la conciencia que ni siquiera el suelo este limpio al notar los pies descalzos y magullados del lobo, pero tomo aire y sosteniéndolo de la cadera con mas fuerza lo insto a seguir caminando.
Lo dejo apoyado en la puerta para patear un poco sus cajas de pizza del suelo y llegar al enorme armario donde tenía todas sus cosas, buscaba un botiquín o una camiseta o algo… en realidad estaba perdido sin saber que hacer primero ¿Que necesitaba para un esclavo en realidad? Rogando que alguien le diera un manual de que hacer ahora con un lobo, criado en la esclavitud, aunque solo podía pensar en que el hombre que compro solo tenía puestos unos jeans gastados que olían a suciedad ácida.
Pero debe de admitir que mientras llegaban a la casa, el pensaba en que la limpieza y el traslado que ofrecieron para traer a Derek allí, hubiera sido conveniente, pero temía que terminaran matándolo solo para no dárselo. Estaba tirando cosas sin preocuparle si se rompían o no, el solo hacía más desastre en su habitación.
Cuando al fin encontró el kit completo de primeros auxilios que compro por internet miro al lobo que seguía parado donde le dejo, una de sus piernas temblando y notando el cansancio en su cuerpo a simple vista, el mentón pegado al pecho, los hombros hundidos y su espalda encorvada hacia delante, la lástima que sintió por él le hizo apretar los labios y cerrar los ojos con fuerza, intento hacer a un lado su impresión y se acercó a él.
Camino lentamente y fue a tocar su brazo herido, pero este se retrajo como si fuera a hacerle más daño, lo tomo de las cadenas ya que parecía un lugar en el que el lobo sentía seguro para ser tocado o manipulado y logro llevarlo al baño, intentaba pensar que hacer primero, por dónde empezar, ha pasado demasiado tiempo ocupándose solo de él mismo, que por un momento cuando este aterriza a un lado del retrete al no poder sostenerse mas pro si solo él solo se queda mirándolo.
Noto unos instantes después que el lobo quería alzar la vista y mirar a su alrededor, pero intentaba no hacerlo con tanta fuerza que todos sus músculos parecían estremecerse, su mente volvió sobre sus pasos y la razón por la cual ahora lo tenía allí en su baño, había algo en el que no vio en los otros y que aún estaba allí, se sentó sobre sus tobillos con esta realización, su personalidad aún estaba allí, la persona que fue antes de que lo capturaran cree el [si es que alguna vez fue libre], estaba lastimada y frágil, pero aún estaba allí…
Tomo el algodón, el desinfectante y miro la herida vacilando en si ponerla sobre la carne abierta, había grasa en ella y también polvo o tal vez oxido… en realidad podía ser cualquier cosa en realidad, el olor que tenia el licantropo era demasiado penetrante, por lo que bufo dejando caer sus manos sobre sus muslos al estar arrodillado sobre los fríos azulejos blancos, razonando que no era probable que sirviera de algo curarlo, si estaba así de sucio.
Se le ocurrió llamar a Lydia, soltando todo y saliendo del baño apresurado, tomo su celular y espero ansioso que el tono se cortara y escuchar la voz que podría guiarle en esto, pero de repente el tono se cortó dando inicio a otro que le informaba que la llamada fue finalizada, llamo varias veces, una tras otra hasta que escucho que algo se caía en el baño y corrió a la puerta del baño.
El lobo volvió rápidamente a donde lo dejo, a sus pies rodó un frasco de perfume que no había usado nunca, el cual, había estado posado debajo de su espejo por mucho tiempo, supuso que le llamo la atención solo que se le cayo, él lo tomo y lo puso en su sitio, el lobo al ver su avance rápido se dejo caer nuevamente en el frió suelo haciéndose una bolita y cubriéndose la cabeza con los brazos las muñequeras tintineando por la llave en ellas.
Como decirle que no temiera, que no le haría nada, pero ver la bañadera le dio la idea de que al menos podía acabar con el olor que desprendía ese hombre.
Con paso decidido e ignorando el temor de aquel enorme sujeto abrió las canillas de agua caliente mientras que ponía el tapón en la cañería, la blanca bañadera de mármol con ribetes esfumados color crema a penas si se distinguía en la semi oscuridad, en ella cabían al menos dos personas y media según él, pero para el tamaño de ese lobo seguro entraría cómodamente, el agua lleno de sonidos el cuarto de baño, sonidos que para el eran relajantes, pero enseguida noto que para el lobo no al ver como se encorvaba más contra el inodoro, parecía perturbarle completamente, viendo las negras pestañas desaparecer cuando este cerraba con fuerza sus ojos.
No podía hacer nada hasta que la bañadera estuviera llena, salió de allí corriendo, dejando que el vapor llenara poco a poco el lugar, tenía que encontrar algo con lo que vestir a ese hombre y si no recordaba mal su padre tenía en sus baúles algunos pantalones de ejercicio, cómodos y holgados, salio de su cuarto a una habitación frente a la suya pateando nuevamente las cajas de pizza por todo el pasillo, los pisos de madera estaban añejo del polvo y falta de cuidado.
Para cuando volvió el lobo seguía en el mismo lugar, dejo la ropa sobre el lavabo, a su paso encendió algunas lamparas a batería que tenia pegadas a las paredes de su habitación como del baño y se apresuro a cerrar el paso de agua, metió las manos en el humeante liquidó y estaba perfecta, caliente, pero sin llegar a quemar, abrió un frasco que olio antes de volcar sales y jabones espumantes dentro, acerco de la estantería un jabón, esponja, cepillo y shampoo.
Dejándolo todo amontonado a los pies de la bañadera donde se formaban pequeñas garras de gato bañadas en oro, tomo al esclavo de la cadena entre sus muñecas para moverlo y este a penas abrió sus ojos a el, Stiles lo enderezo sosteniéndolo de la tela de jeans volvió a pensar en los pasos a seguir, Si le pedía que se saque el pantalón el mismo… ¿Lo haría? Negó con su cabeza apretando los labios dejando la vergüenza a un lado y desabrocho el botón viendo como el abdomen del mismo se contraía, pero no hacia ni un solo movimiento para impedir lo que él iba a hacer.
Bajo la cremallera dejando caer los jeans, tomo la cinturilla de los boxers que apestaban a rayos hasta el punto de darle arcada por lo que tuvo que dar una gran inhalación lejos de el antes de deslizarlos por las fornidas piernas sin siquiera mirar, tomo el tobillo imprimiendo fuerza en el para que lo levantase con el leve recuerdo donde te enseñan a formar una confianza con un caballo, pero sacudió su cabeza y se concentro en poder sacar las prendas de su cuerpo, podía escuchar como al lobo contraía la respiración en el miedo que lo atosigaba, el cuerpo temblando un poco frente a el, se lo notaba débil, se notaba el esfuerzo que hacia para mantenerse en pie.
Ya desnudo soltó el el aire y dio un paso para tomar la llave de entre las mancuernas, se las saco como también el collar de metal con un interior gastado de cuero negro del cuello, era mucho mas pesado de lo que el creyó y cuando cayo al suelo sonó fuertemente en el cuarto de baño, empujándolo por la espalda poco a poco lo llevo hasta enfrentarlo con el agua cubierta de espuma, meterlo en ella se le hizo imposible al ver que no se movía mas allá del borde de la bañadera y no sabía cómo hacerle entender lo que el quería, se dirigió a el varias veces tratando de convencerlo, contándole que era lo que quería, pero este no respondía solo mantenía su mentón pegado a su pecho y exhalo cansado, lo agarro de las muñecas con fuerza demandante solo que termino por caer el mismo dentro al resbalar al tercer tirón, el Alpha era endemoniadamente mas fuerte que el.
Sumergido en el agua termino dando una bocanada de aire enorme sacándose el jabón del rostro y sosteniéndose de los bordes, cuando alzo la mirada el lobo tenia aquellos ojos en él, mirándolo por primera vez desde que se lo entregaron, pero no duro mucho porque al instante siguiente éste con su mirada en el suelo metió un pie en la bañadera y se sentó junto a el, mientras que el solo podía mirarle porque ni siquiera podía enojarse con ese sujeto, solo sentía una gran incredulidad hacia el.
Aunque le tomo mas de una hora bañarlo, limpiar fuertemente la piel sana como la herida, cortarle un poco la barba dispareja de los lados; limpiar de hecho sus partes íntimas fue todo un calvario, porque el hombre no estaba circuncidado y tener que tocarlo “allí”, retraer la piel y lavar todo con delicadeza fue horrendo, y cree que para Derek mas aún, el pobre que tenía sus ojos cerrados, sus hombros curvados hacia adelanta en un triste intento por evadirse por lo que trato de ser lo mas rápido y tan breve como pudo, incluso la retaguardia fue mas sencillo, una esponja dos pasadas y listo, cuando le lavaba el cabello tenia la misma postura con los hombros temblando como si esperase ser lastimado en cualquier momento y eso le llenaba de impotencia.
¿Como comunicarle que no quiere hacerle daño? O hacer que le crea al menos, solo se alejó de él unos instantes cuando tomo su celular distraídamente, colgándolo de su oreja y sosteniéndolo con el hombro mientras lavaba bien detrás de las orejas del lobo.
-¡Cómo te atreves a dejarme sola! - exclamo Lydia hablando muy rápido acompañada del sonido de motor de su volvo como si estuviera corriendo una carrera, estaba enfadada, claro que lo estaba si la dejo sola y ahora el cierra los ojos llevándose la mano al rostro olvidando que estaba llena de shampoo.
-¡Demonios! - replico intentando sacarse el jabón con una esponja seca que tenía a un lado, sus ropas estaban pesadas de agua, pero al menos estaba afuera de la bañadera.
-Claro que sí, ya verás cuando llegue Stiles, voy a patear tu huesudo trasero, ¡Nadie deja plantada a Lydia Martín! - abre la boca tanto como puede para defenderme cuando su amiga le corto.
-Oh no… Va a matarme. - Stiles traga pesadamente y mira como los ojos apretados del lobo intentan que el jabón no entre en ellos.
Se apresura a tomar el duchador de la pared como un desquiciado casi fallando en desprenderlo del sujetador y casi llenándonos al suelo al resbalar con sus pantalones mojados, le enjuaga el cabello negro intenso en velocidad record, su ente se desvia inevitablemente al pensamiento de que necesitaba algún tipo de corte porque lo traía algo largo para su gusto ya que cubría toda su nuca y parte de su frente, pero scudio su cabeza lo obligo a pararse y salir de ahí, usando el duchado para enjuagar todo rastro de jabón de la piel, debía secar lo mas rápido que pudiera y colocarle algo encima, pero a lo lejos escucho el golpe de la puerta principal y los tacones de Lydia azotando sus maltratadas escaleras de madera.
-¡Stiles! - grito a unos pasos de cuarto azotando la hoja que siempre mantiene cerrada.
-Ehm… - se dio la vuelta de repente, sin saber dónde esconderse mirando el armario de las toallas, pero sabiendo que no tenía escapatoria.
-¡¡No te escondas…!! - grita con ira Lydia, entrando al baño como un demonio tras su presa, pero al mirar los ojos asustados de Stiles pierden importancia cuando alza sus ojos verdes al hombre moreno detrás de él, con una herida sangrando y diluyéndose con el agua que se escure de su cabello negro.
-¡En verdad lo siento Lydia, en serio, déjame explicarte! - Stiles cerro sus ojos al tiempo que sus manos se mantenían al frente de el intentando que la pelirroja le de tiempo a cubrirse del golpe, que sabia que se merecía.
Lydia se acercó para replicar cuando vio la marca de Alpha en el brazo del hombre que sacaba una cabeza a Stiles.
-¿Compraste un Alpha? - espeta algo aturdida, rodeándolos y agarrando del brazo izquierdo del lobo donde le habían hecho la marca ya cicatrizada con hierro caliente.
-Si bueno… - Stiles se apresuró a poner una toalla alrededor de las caderas del Alpha y trabarla mientras que Derek se dejaba revisar por Lydia de arriba abajo con su mentón pegado al pecho.
-Yo nunca pude comprar uno, esa mujer siempre me daba peros… ¿Como lo hiciste? - Stiles entrecierra los ojos y frunce el ceño no entendiendo nada ¿Que tenía eso de importante que fuese un Alpha?
-¿Que? Oye Lydia, mírame. - la toma de los brazos y le hace enfocarse en él. - ¿Puedes ayudarme? No sé qué hacer con el… - y la cachetada que le da lo deja viendo estrellas, teniendo que agarrarse del lavabo para no caer al piso.
-Te ayudare, solo por él. Tu. Mal amigo, no te mereces nada. - Stiles se dio la vuelta y se sentó en el inodoro entendiendo menos que antes, su mano presionada en su rostro que empezaba a ganar color entre los latidos que sentía en la mejilla por el golpe.- ¿Que te dijo la líder de los calavera de este lobo? - inquirió cruzándose de brazos analizando la postura que este tenía.
-Que los Alphas son difíciles de manejar, bla, bla y que no estaba del todo domesticado para ser un sirviente doméstico. - Stiles hablaba con la boca muy abierta masajeando su mejilla que tenía cinco dedos al rojo vivo.
-Ya veo… por estas marcas deduzco que estaban quebrándolo. - sus ojos se abren y miran a Stiles. - Acaso… - pregunto acercándose y haciéndolo levantarse para que se acerque a ese lobo.
-¿Que? - pregunto, ya no quería saber nada de eso, es que no podía volver a su rutina simple y silenciosa.
-¿Lo comprantes cuando lo estaban torturando? - pregunto ambas manos sujetando su muñeca derecha, él se froto la mejilla por venteaba vezy luego el cuello.
-Creo, no se, cuando lo vi estaba atado a una cama metálica y le estaban metiendo cables pelados en el hombro, me ayudas a currarlo antes de que la sangre se descomponga y tenga que internarlo o algo. – pregunta con exasperación, Lydia miro por todo el piso hasta que dio con las mancuernas y se las coloco.
-Listo, ven. - menciono sacando a Derek del cuarto de baño que solo se movió cuando ella tiro de sus cadenas, el tomo el pantalón de chándal y los siguió. - ¿Cómo se llama Stiles? ¿Tiene nombre? Ellos te dijeron como se llamaba o tú lo nombraste. – pregunto dirigiéndose al centro de la habitación aun a oscuras volteando a verlo cuando dejo al lobo parado frente a ella.
-No lo nombre, ellos dijeron que se llama Derek Hale. - él se agacho a los pies del lobo metiendo los pies dentro de la prenda y subiéndolo por sus piernas y por debajo de la toalla.
-Ok, aún mejor, Derek… Stiles deja eso, esto es importante. - pero Stiles la mira mal y el sube todo el pantalón hasta dejarlo vestido, al menos decentemente.
-Ok, ok, ya está, que quieres.- el se coloca a su lado y mira como trata de que el Alpha la mire a ella.
-Derek…- Lydia levanta el mentón del lobo lentamente notando la tensión al poner su manos en el, pero ella lo hace igualmente sabiendo lo importante que son las presentaciones con un lobo recién salido del criadero, como el miedo mordiendo cada nervio del esclavo, pone a Stiles frente a sus ojos, toma aliento para con voz estable y directa habla lentamente. - Este es Stiles… tu dueño. - acentuó cada palabra como si se tratase de un niño capturando a atención del licantropo cuando dice “dueño”. - Él, va a cuidarte y a alimentarte, no debes temerle, se que sera difícil al principio, pero el apreciara el sonido de tu voz porque el quiere oírte hablar ¿De acuerdo? El te trajo para no estar tan solo... ¿Ok? - Lydia aleja su mano de él viendo que Derek no mira a Stiles aun y le hace dar unos pasos dejos del lobo, pero manteniendo su postura frente a él hasta que los ojos verdes siguen el movimiento...
-¿Que haces…? - murmura sin entender el sentido de cada una de esas frases como si fueran directivas.
-¿Derek? Escucha, esta es tu casa ahora, Stiles es un buen dueño ¿Okey? No le gusta el dolor o herir a nadie, quiere que lo acompañes cuando este aquí, puedes ir y venir dentro de la propiedad como te plazca, puedes hablar, preguntar, pedir, comer cuando tengas hambre, dormirás en una cama de ahora en mas ¿De acuerdo? Y siempre contarás con que Stiles te cuide y te proteja ¿Ok?. – Stiles estaba por refutar muchas de esas afirmaciones cuando los ojos verdes estaban tratando de asimilar las instrucciones sin apartar los ojos ni un segundo de los de Stiles y eso hizo tragar al adolescente tanta saliva que prácticamente dolió hacerla pasar por su garganta, Stiles observo al lobo que parecía estar siendo hipnotizado o condicionado para obedecer con la lentitud de las palabras que entraban suaves en él.
-¿Lydia? - llama Stiles levemente casi en un susurro asustado y ella le da un puñetazo en el hombro con una enorme sonrisa. - ¡Hey! ¿Porque me pegas? - le replica cuando la chica se da la vuelta y parece marcharse dando saltitos de alegría.
-Nos vemos Stiles, te veo mañana en el colegio ¡Byeeeee!..- canturrea. Stiles se apresura a seguirla corriendo escaleras abajo, deteniéndola en la puerta completamente agitado.
-¿Espera que haces, no vas a llevártelo? ¡Es tuyo si lo quieres, yo no sé qué hacer con el…! - Lydia se detiene pensando en lo que dice su amigo, pero voltea rapidamente mientras baja escalones con gracia, solo para mirar a Stiles a los ojos poniendo su dedo en su mejilla con expresión pensativa, pero es más divertido dejarlo con la incertidumbre de compañía real e íntima que llevárselo, ella deseaba tener un Alpha en su pack, pero esto es mucho mejor que eso.
-No, no me lo llevare, ya le hice la presentación y tu harás el resto, háblale Stiles, no es un perro puede entender y responder como una persona normal, Dios, ¡Esto será muy divertido! - ella ríe mordiendo su lengua en un gesto burlón también y se marcha dejándolo pasmado allí, en las enormes puertas de roble laqueado hasta donde la persiguió. Las hojas secas pasando por sus pies con la brisa que se cuela por todos lados y tierra seca pegada del mármol trabando sus pies cuando los arrastra escaleras arriba.
Cuando llega, Derek está mirando la cama y voltea a mirarlo rapidamente como si hubiera hecho algo mal y da unos cortos pasos rápidos para pararse donde lo habían dejado, resopla porque el claro miedo sigue allí agazapado sobre los hombros del lobo sin saber como dejarlo ir, haciendo de “él” una amenaza continua para Derek, cierra las puertas para evitar que el frió de afuera se cuele allí dentro mientras ambos siguen mojados, camina por el cuarto al tiempo que su adquisición mas flamante solo se queda parada en el sitio como una estatua, abre sus armarios y prende el generador dando vida a las luces principales que se encienden dejando ver al final la forma verdadera del cuarto, y juraría que Derek esta mirando a través de los mechones largo de su negro cabello casi con asombro a su alrededor como los ventanales de casi tres metros de alto o el conjunto de computadoras y pantallas múltiples ordenadas alrededor de un enorme sillón de cuero, la idea de que no saben que son le asalta de repente, ¿Que es lo que sabe o no del mundo exterior? Se pregunta en su cabeza.
Derek mira a su dueño torciendo su cabeza intentando asimilar las cosas que esa chica había dicho, dándole pautas, repasando una y otra vez para memorizarlas, el tenia que hacerle compañía a su amo, podía andar a su gusto cuando no este, ¿Acaso eso era verdad? ¿En realidad le permitiría eso, en serio era un hombre bueno su dueño? Trago, ante el recuerdo de lo que “bueno” era en su mundo, un escalofrío recorrió su espalda en la sensación punzante que recordaba de los entrenamientos los últimos meses.
- Tengo que terminar de curarte eso. – soltó con su mente dispersa en todo lo que su amiga dijo sobre el, se volvió a introducir en el armario y quitando algunas cajas que fueron a parar al suelo de madera encontró algo de ropa que no estuviera sucia de semanas al no haber ido a la lavandería.
Con el suspiro de alivio de tener ropa seca sobre el cuerpo sin que el frió recorra su piel pudo notar como él era el centro de toda la atención del lobo, pero no tardo mucho en bajar rápidamente la cabeza, y Stiles podía ver como una respiración rápida se enroscaba en el muscular pecho.
Solo allí recordó que aun supuraba sangre del hombro mezclándose con el agua que caía del cabello mojado, el cual se pegaba mas a su piel, camino con resignación al baño tomo el botiquín y volvió hacia el lobo, lo tomo de la cadena entre mas mancuernas de cuero como Lydia hizo y el lobo se movió sin ningún tipo de reticencia, lo sentó en la silla del escritorio cerca de la puerta meditando como proceder con esa herida.
No podía evitar hacer muecas al ver la carne abierta realmente era perturbador el estado en el que estaba, pero no estaba aseguro de como curarlo, pensó en cocerlo en un instante, pero no sabia por donde empezar porque la carne y la piel tenían quemaduras donde se veían ampollas en tonos grises, por lo que solo desinfecto, las gasas se acomodaron y sobre toda ha herida expuesta, la sangre inmediatamente traspasándola, con largas vendas rodeo su brazo por debajo de su axila y del otro lado del su cuello asegurándose de que no se movieran.
Derek observo la determinación en el rostro de hombre frente a él, sorprendido del cuidado que tenia al tocarlo, pero mas sorprendido estaba era que se preocupaba por su herida, por su dolor preguntando a cada rato si estaba muy apretado o si picaba o cuanto le dolía en realidad, como observaba que tan profunda era la incisión siempre hablando en voz alta, preguntando si no le dolía cuando pasaba la gasa sobre la carne expuesta, el ardor se extendía hasta el hueso donde el cable había sido introducido, pero no tanto como cuando prendían el swich y aunque no dijo nada sobre eso, los dedos largos se movían rápido y con cuidado haciendo que su pecho apriete muy dentro de el sin saber porque.
-En la mañana volverle a cambiarlas, tendremos que ir a cómprate ropa, eso que traes es lo más grande que tenía, ahora quiero que vayas a la cama y te recuestes, tengo tarea que hacer, no creo tardar mucho en irme a dormir. - replico sumergido en sus pensamientos.
Piensa que debía averigua a que lugares podía ir con Derek, no todos los locales aceptaban esclavos y cree haber visto alguna vez tiendas donde vendían cosas para esclavos exclusivamente, por lo que se sienta frente a sus monitores a revisar todo con detalle olvidándose completamente de la tarea, luego piensa que debe llevarlo a cortarse el cabello y encuentra un servicio ambulante de acicalado de esclavos, ingreso a la pagina y los contrato de inmediato, acordando para el día siguiente una visita a la mansión.
Stiles se había olvidado de él pasadas unas horas de leer mails de las empresas familiares, leyendo informes y consultas de movimientos, vídeo llamadas grabadas y demás asuntos administrativos, haciéndolo sobresaltarse cuando volteo y lo descubrió mirándole atentamente, el lobo pego la barbilla llena de bello disparejo al pecho asustado; el cabello negro ya seco... demonios había cortado muy mal esa barba, pero solo suspiro y pensó que mañana eso se arreglaría, su silla de cuero gira con él mientras se estira, los verdes ojos se veían casi congelados con la pupila diminuta, ademas de que sus hombros parecían estar completamente tiesos mientras estaba sentado en la cama sobre las mantas como si fuera un oso de peluche recién ganado en la feria.
Derek apretó las sabanas entre sus manos con incertidumbre, la mujer.... Lydia, había dicho que hable, pero lo único que en realidad sentía era pavor a revivir el entrenamiento de los últimos meses con su amo, pero sabiendo que debía costumbrarse lo mas rápido posible a ello también.
Stiles miro el reloj sorprendiéndose al notar que ya eran las dos de la mañana frunció el ceño y su boca se abrió incrédulo, ¿En que momento el tiempo se había acelerado de esa manera?
El sobresaltó fue mas notorio cuando el salto de la silla como de costumbre y camino casi apresurado a la cama, los ojos de Derek le miraban sin miramientos esta vez, sin agachar la cabeza, repletos de terror, sin poder evitar que el lobo se sintiera así, suspiro y decidió moverse mas lentamente, había dispuesto el horario de la visita a las nueve de la mañana y no creía que fuera a despertarse, tomo su celular, programo el horario a las ocho y se metió debajo de las sabanas con demasiada energía, unos instantes después con las mantas hasta debajo de su mentón, el miedo seguía presente a su alrededor, casi podia tocarlo de tan espeso que se sentía, pero mas aun en la persona junto a el, sentada sobre las mantas, por lo que tomo aire lo sujeto de las mancuernas lo movió para abrir un poco las sabanas y que se pudiera recostar.
-Ven recuéstate Derek. – Stiles acomoda su cabeza en una almohada como suele hacerlo siempre, los movimientos del lobo son lentos, hombros anchos tensos por completo hasta que se recuesta debajo de las mantas junto a el, le retiro las mancuernas y las arrojo por el aire para que ambos estén cómodos.
Para el lobo es momento de que el cumpla su función, Stiles estaba distraído estirando las manos a un interruptor entre las cortinas de la cama para apagar las luces cuando sintió como Derek se aproximaba a su cuerpo e incluso apoyaba su cabeza en la misma almohada que el usaba, Stiles abre los ojos mas grandes en su estupefacción, girando rápidamente a enfrentar el miedo en esos enormes ojos verdes, demasiado cerca de el ahora, la enorme mano que se desliza por su estómago yendo a lugares que ni siquiera quiere pensar, cuando lo toma sin pensar de la muñeca para detener su paso.
-¿Eh… Derek? - el aliento se le escure rápidamente de la garganta. - No debes hacer eso... No es que este mal acercarse a mi...- explico cuando la tensión en cada uno de esos músculos parecían hincharlos aun mas - Tu... Me refiero...¿Quieres abrazarme? Si te da miedo la oscuridad no hay problema... - sabe que el mismo esta desviándose de las reales intenciones del lobo, porque sabe que no podrá dormir si piensa en ellas demasiado. El lobo esta tieso como una tabla y sin respuesta alguna hacia el.
Derek cierra los ojos e intenta pensar en lo que le dijeron los cazadores antes de entregarlo, “solo satisfácelo, abre bien tu boca deja que te la folle como te enseñamos y abre bien las piernas, sabes lo que les hacemos a las devoluciones ¿No es así?.” aun puede sentir el aliento desagradable sobre su mejilla.
-Mira, no te asustes… si quieres puedes abrazarme “solo” si quieres, si no, no, además estoy seguro de que has tenido un día espantoso o un mes... ¿Un año? Mejor me callo, la cosa es... que yo estoy muy cansado. - Stiles se gira hacia las ventanas sosteniendo aún las manos de Derek rodeando su cintura. – Así que, será mejor dormir. - replica al parecer para si mismo, esperando que el lobo le suelte, pero en vez de eso se pega a su espalda, respira sobre su hombro y aprieta el abrazo sobre sus costillas, su espalda siendo pegada al pecho de lobo mientras tiembla.
Derek estaba confundido y en realidad no sabía si apartarse o acercarse, dormir o atender a su amo, cerró los ojos solo en el instante que escucho como Stiles poco a poco aminoraba su respiración, como su corazón se estabilizaba convirtiéndose en solo un murmullo. Cerro sus ojos por primera vez en muchos años en la quietud que le rodeaba, donde no había rejas cerrándose, latigazos, ni gritos, ni el eterno murmullo de los quejidos de dolor después de horas de entrenamiento y/o disciplina de los otros esclavos.
El recuerdo de su madre llega a el antes de dormirse, aquella ultima vez que la vio había sido la última vez que durmió profundamente, a su madre se la llevaron lejos seguramente para tener más crías, él sabe que tuvo más antes de él, ella solía contarle algunas cosas de ellos, lo poco que le quedo de todos sus cachorros, pero cuando cumplió los cinco empezaron a entrenarlo en que debía hacer como esclavo, como debía hablar o no hablar para servir a sus amos, al menos hasta que se manifestó como Alpha...
......