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Alpha equivocado

Chapter 3: Un equipo

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- Soldier Boy -

 

         Un alpha siempre obtiene lo que quiere, es una verdad universal que se ha propagado por décadas e incluso siglos, los alphas mucho más los poderosos, no conocemos la certeza de una puerta cerrada, un mal trato o las castas inferiores denegando una solicitud que por nuestra mera naturaleza debe ser aceptada no sólo con prontitud sino con devoción. Así me han criado, a pesar que es la calle quién lo ha hecho, el ejército ha contribuido otro poco y los omegas a mi alrededor que siempre se rendían a mi mano, incluso antes de un toque de mis dedos en sus voluptuosos cuerpos.

Las he tenido por montón sin importar la casta; adorando mi regazo, amando mi verga y deseando mis bolas, incluso de poder tener hijos, aseguró sobre piedra que muchas quisieran mi semilla para sus hijos supers, después de todo soy el epítome de masculinidad y orgullo Americano; por ello, no entiendo cómo es que dicho porte de alpha se puede consumir en nimiedades como las que presentan los absurdos omegas, no sé en qué momento confie tanto en una, pero mucho más porque el recuerdo de la maldita omega se aferra a mi cerebro con vehemencia, hasta que me consume todo el raciocinio.

El recuerdo de la condesa se me pega a la piel, sólo cerrar los ojos su voz retumba en mi cabeza a la vez que el tono lleno de desprecio en el mismo me perturba, hasta nociones nunca antes vistas, la manera en que me ha engañado, cuando sólo he pensado en ella, aunque fuese de una manera poco romántica; he pensado en ella. Su traición no me duele todo lo que debería, no al menos como su desprecio, mismo que duele como una daga, cuando daba por sentado todos los privilegios que mi raza me ha concedido, mucho más si sangre super corriendo por las venas. La condesa carmesí representa un talón de Aquiles en mi burbuja, una que ha explotado con mi nuevo despertar, peor aún, con la condena que llevo a cuestas.

Un omega barón, es tan irrisoria la simple consigna de que mi alpha se sienta atraído por ello, que creo morir por un momento y despertar en un universo distópico, no obstante, no sólo es así, sino que busco el aroma del omega incluso en la inconsciencia; no entiendo que pasa a mi alrededor, al menos no por completo, mi alpha no se siente amenazado, tampoco en auténtico peligro, sólo siento el calor extenuante y el placer doloroso tomando mis bolas, mientras la verga dura es un gran indicio de mi precario estado. Nunca antes he pasado por el dolor visceral de un celo, sobretodo cuando no puedo crear vida en mis pelotas, no tiene sentido siquiera que tenga un celo, menos a mi edad, pero no sólo es posible, sino que es jodidamente doloroso, hasta que como nunca antes, jadeo como un mero cachorro.

No es el estado en el cual quisiera estar, a merced de mis instintos y con mi alpha tan dopado por un olor en el aire que poco tiempo tiene para sortear los peligros que me rodean; todo está en calma, sigue rugiendo el alpha en mi interior a la vez que se llena los pulmones del caramelo salado que me corrompe los sentidos. Mandando mi integridad al demonio, intento masturbarme, pero ni siquiera puede levantar mis dedos, sino correrme como un patetico idiota sin rozar mi verga siquiera, sólo por el poderoso aroma bajo mis fosas nasales; al dejar toda mi dignidad y esperma en la tela de mis pantalones, vuelvo a caer en la inconciencia.

Este horroroso camino lo ando una y otra vez sin tiempo definido; corriéndome, fornicando el viento y cayendo en la inconsciencia. Todo se vuelve tormentoso con los días, comienzo a hablar sin sentido alguno, aunque tampoco puedo jurarlo al sólo sentir mover los labios, pero sin llegar a escuchar lo que digo, intento abrir los ojos para enfocarme pero el espesor detrás de las pestañas es increíble, eso sumando que apenas puedo distinguir sombras, mi alpha comanda más mis movimientos que mi propia mente consciente; busco una voz en la oscuridad, busco una piel y a una persona, pero no puedo conjurar a quién busco en especial.

Todo acaba abruptamente cuando no sólo las sombras me tragan una vez más, sino que también lo hace el aroma perpetuo que me ha acompañado en lo que parece un siglo; al irse el aroma poderoso del caramelo salado que tanto persigo, también se va mi calma. Las pesadillas me toman de rehén, el desprecio vuelve a mi pecho y una sensación de abandono que jamás he sentido antes, ni siquiera en mi tiempo siendo torturado en Rusia, esto es más visceral, enloquecedor y doloroso; cómo nunca antes. Rememoro el día en que fui secuestrado como un puto rollo de pelicula, exponiendo todos mis puntos sensibles con el ruín engaño y la puta traición; siendo que jadeo una que otra vez, pero ahora no puedo encontrar consuelo.

Me remuevo estirando las manos, intentando escapar de las remembranzas dónde experimentaron hasta el hartazgo conmigo; mis labios una vez pronuncian el nombre de la condesa carmesi como un puto trastornado, pero justo cuando ruego por ver una imagen en mi cabeza, no es a la condesa a quién observo en medio de la penumbra. El cabello castaño, los ojos azules, la piel de alabastro, los labios sonrosados; sólo lo he visto una vez pero su silueta se ha quedado impregnada en mi pupila. Me remuevo con mucho más tormento, intentando alejarme de su sombra, pero como algún ser demoníaco el omega se alza en medio de la oscuridad.

El castaño sólo permanece allí de pie, pero mi alpha en el interior casi aúlla, rugiendo cómo un verdadero animal, intentando formar un nombre pero no puedo darle ese consuelo, ya que no se nisiquiera como se llama el omega; cierro los ojos con firmeza en mi delirio, intentando escapar del omega, pero al sentir su aroma simplemente pierdo todo sentido y fuerza, aspirando el mismo con locura, lentamente me entrego a la perpetua calma. Es tanto la calma que me sostiene de golpe que despierto de súbito. Lo primero que hago al abrir los ojos, no es intentar enfocar como cualquier ser humano, sino que soy un puto subnormal que persigue el aroma que he tenido hasta ahora impregnado en mi nariz.

Aspiró profundamente esperando encontrar el aroma, intentando con todas mis fuerzas buscando el indiscutible aroma del aroma, pero por más que lo persigo no encuentro un vestigio del mismo, ni siquiera para perseguirlo. Abro los ojos de súbito, parpadeando con firmeza para apartar la película de humedad en los mismos, como si en mucho tiempo no los hubiese abierto, incluso ignoró un vestigio de lágrimas en la esquina de los mismo; no tengo tiempo de centrarme en dicho asunto tan banal, cuando mi alpha parece trastornado por encontrar al omega que me ha perseguido en las pesadillas y el celo mismo al parecer. Me doblo a la mitad de súbito, sentandome hasta que mis huesos se quejan y los músculos reniegan pero se acostumbran al tiro de la posición, misma con la cual barro toda la estancia buscando al omega.

Por supuesto, no lo encuentro. Aún trastornado pero algo más despierto intento centrarme, los recuerdos comienzan a invadir mi mente despierta, recordando el inicio del celo, los golpes y la sangre; por ello, no me sorprende no reconocer el lugar, no sólo eso, sino que también estoy desorientado y... Extraño. Mi estómago duele, pero no es hambre, siento un leve mareo y un dolor en el pecho, pero mi alpha ruge que mi corazón está completamente bien, esto es algo más, mucho más. No sólo es la primera vez que despierto luego de mi celo, sino que estoy por completo en mis instintos más básicos; algo sucede, algo que mi alpha considera auténtico peligro. Mi vello se eriza en advertencia a la vez que intento buscar mi escudo en la estancia.

Localizó rápidamente al mismo y echando un ojo a todos lados, despejo el área en mi cabeza, aunque no conozca la misma; con la entereza de un militar, la habilidad de un super y la agilidad del capitán que por tanto tiempo fui, me deslizo fuera de la cama, andando con pasos medidos agradeciendo que estoy sin zapatos, puedo avanzar a mis anchas, tomando primero mi escudo antes de recorrer toda la habitación con parsimonia pero a la misma vez agitado, intentando darle calma a mi alpha, pero este no encuentra paz alguna ni siquiera cuando entiendo que estoy completamente sólo en la habitación; al contrario, esto parece sacar mucho más de quicio a mi alpha, casi gruñendo como un animal, un comportamiento que no había visto antes en mi alpha, ni en las peores de las borracheras o consumiendo la droga más poderosa del mercado.

Viendo por las ventanas de la habitación, intento recordar aunque sea imposible, no sólo como he llegado sino dónde demonios estoy, por supuesto las sombras son mi único refugio, y en medio de las mismas aparece una figura, seguida de un rostro... Un aroma, un cuerpo, un omega. No me gusta el omega, no me gustan los hombres y definitivamente, mi alpha está enfermo o alguna maldita cosa, abro los ojos que por mera coacción he cerrado para centrarme, entendiendo de inmediato que es lo que busca con tanto ahínco mi alpha. Me siento irritado por la mera consideración, no obstante, parece que es la única manera de aplacar la locura que me corre por las venas, mientras mi alpha puja a un lugar sin sentido.

Necesito drogarme, una buena botella de whisky y quizás algo de comer, eso me mantendrá alejado del bastardo castaño; dejando de lado el escudo al entender cual es el peligro que extiende mi alpha como un puto virus por mi sangre, intento esperar infructuosamente la llegada del omega, aún hay un vestigio de su aroma en el aire, por lo cual, se que ha estado conmigo, por ello, calculo que tendra que volver en algun momento; debe estar cerca, hago parte de su equipo ahora. Espero por cerca de dos horas, a que el niño rizos aparezca de un momento a otro, sin embargo, el tiempo sólo me irrita más, el estómago comienza a gruñir esta vez del hambre, mientras lentamente el mal humor sube como espuma, hasta llenar mi boca.

Estoy a punto de perder la cabeza, no se si de la locura de necesitar el aroma del omega, la poca indulgencia con mis requerimientos o el deseo casi obsceno de drogarme y volver a dormir, pero la verdad indiscutible es que me estoy volviendo loco, y sólo empujó hacia una única dirección, lo cual es tan problemático como todo el conjunto anterior, ya que no tengo en primer lugar una dirección a la cual dirigirme; me estoy volviendo un irracional por completo. Intento calmarme, respirar y atarme a algo sensato, no obstante, todo lo que pasa por mi mente es un conjunto de ideas más estúpidas que la anterior, hasta que una verdad se asoma en el fondo de mi cabeza; se lo que un alpha puede hacer para encontrar su omega.

El pensamiento me resulta tan vomitivo, cómo el vacío en el fondo de mi estómago que estoy seguro, no se debe simplemente al hambre que se va formando, entre más tiempo estoy despierto. Muerdo mis labios en total negación hasta que la sangre me baña la piel, necesito ese empujón para poder decidirme, esto es una puta broma. En contra de todo mi juicio, persigo el pensamiento que un alpha puede encontrar a su omega destinado, simplemente persiguiendo su olor; no importa en el lugar en la tierra que se encuentre.

Jamás creí en eso, pero me rebajo a un simple perro, olisqueando mi entorno, sintiendo la humillación haciéndose una masa en mi garganta, aspiro profundo en la habitación, arrastrándome de un lugar al otro con los ojos cerrados, sólo andando por la dominancia de los instintos; lo intento hasta la extenuación y cuando creo que sólo estoy pareciendo un idiota, el aroma del omega que tanto he ignorado y repudiado, aparece en mi sistema. Dejando de lado el sentimiento de completa humillación, una euforia momentánea me consume, tanto para correr hasta la esquina de la habitación, allí dónde una bolsa deportiva parece desperdigada.

Dentro reconozco hasta la saciedad el aroma del omega, busco dentro lo que necesito para encontrar al castaño, sin importar otra cosa que mi deseo de encontrar al maldito niño, hasta sacarme su imagen de mi puta cabeza. En el interior de la bolsa, encuentro un par de conjuntos de ropa, supresores, una fotografía del omega con un hombre que lo sostiene cerca, sospecho que su padre por el obvio parecido; hay una billetera y un objeto extraño qué no entiendo en absoluto, el mismo parpadea, se enciende sólo y parece tener una fotografía en lo que creo es un vidrio; todo en esta era es tan extraño que no me quedó mucho tiempo en el objeto no identificado.

Sin embargo, antes de guardarlo algo llama mí atención, en la fotografía de fondo del aparato, aparecen varios hombres y una mujer; esto parece interesar a mí alpha que se remueve en el interior; el omega está en el medio del conjunto de personas, mis ojos van irremediablemente allí, los ojos azules del niño resultan hipnóticos para mi alpha hasta que es vomitivo, pero aún así, no puedo dejarlo de ver, mucho menos cuando repaso uno por uno los actores en la fotografía, creo no reconocer a nadie, hasta que mis ojos se topan con un par de ojos que sin duda reconozco. El mismo tipo que me ha desmayado y he visto en el laboratorio, sostiene al omega por los hombros, sonriendo de lado demasiado cerca del rostro ajeno; son íntimos, es la premisa que explota en mi mente demasiado contaminada de irracionalidad.

No me gusta en absoluto, mucho menos cerca del omega, pierdo casi un cuarto de hora observando al par; esto es una completa estupidez, ni siquiera soy marica. Tiro el objeto dentro de la bolsa antes que lo destruya debido a la rabia que nace en el interior, mucho más allá de mí humillación de estar olfateando cómo un maldito perro, me entrego nuevamente a los instintos, persiguiendo el rastro en la dirección que el hilo de aroma del omega se pierde fuera de la habitación. Ando con la misma parsimonia que antes, esperando encontrar al niño rápido, no obstante, mi alpha antes de correr, anda despacio con un mal presentimiento atorado entre las costillas y el vello de cuerpo aún erizado.

El aroma del omega me conduce hasta una habitación cerca de la propia, allí el olor del castaño se intensifica hasta la locura, sin embargo, al aspirar profundo intentando calmar a mí alpha, otro aroma aparece bajo mi olfato. Un amaderado aroma que consignó cómo peligroso, lleno de tabaco y ceniza; otro alpha. No sólo eso, el aroma del omega y el dichoso alpha están entremezclados, llenos de saciedad pero también absoluto placer; la sangre me hierve de inmediato. Sentimientos que nunca antes he escalado, me consumen hasta que me ahogan. Nunca he sentido celos, mucho menos me ha perturbado la rabia por otro ser, mismo que no considero a mí altura, aún así, siento el sabor ferroso de la sangre en mí boca, entremezclado con el sabor agrio de los celos contaminantes.

El sentimiento es tan oscuro cómo mi cabello, tan endemoniado que me ciega y tan perverso que las neuronas apenas funcionan y mi alpha toma el control cómo nunca antes; sólo en la misiones más peligrosas he dejado que el alpha tome el control ante la necesidad de la sed de sangre de mí alpha super, ahora también siento que estoy en peligro; mí alpha se siente amenazado. Una emoción que no resulta fácil de deglutir después de despertar por primera vez de un celo, con todos los instintos a flor de piel. Rugiendo cómo un animal, tan agitado qué apenas puedo respirar, observó la cerradura de la puerta, importando poco verificar sí está cerrada por completo, pateó la misma.

La puerta cede a mí fuerza bruta, haciendo un fuerte estruendo que asusta a los actores dentro de la habitación, estos saltan de la cama despertando de súbito, primero el alpha luego el omega; el primero usando su estúpida arma para apuntarme, el segundo tan aturdido cómo me siento ante la imagen que consigno sostener. El omega desnudo con el pecho plagado en marcas, el vestigio de haber follado en el rostro y el cuerpo; los labios hinchados y el cabello desordenado con vehemencia, poco debería importarme el estado del omega, pero es todo lo contrario; mi alpha entra en cólera hasta la saciedad, una rabia tan fuerte que no sólo se trata de los celos que me consumen, sino de una dominancia y posesividad oscura que me deja sin aliento.

Mi aroma sale de cada poro de mi piel sin precaución, demasiado sulfurado para pensar o actuar correctamente, siendo impulsados por los meros instintos y la necesidad agónica de quitar al bastardo que acuna al omega de rizos castaños. No hago un esfuerzo mínimo de controlarme disfrutando de sobremanera el rostro pálido del omega al enfocarme por completo, recorro su cuerpo una vez más, sintiendo asco no por el omega extrañamente, sino por el acto tan mundano que sin duda se ha llevado a cabo en la habitación, una ofensa absoluta en la mente de mi alpha.

Se que hago sentir incómodo al omega, lo puedo sentir en algún recoveco de mi interior, aún así, no me paro a pensar en dicha cosa, vanagloriando y disfrutando con obsesividad de su desazón, sin mediar palabra sí quiera, me apuro a sacar al castaño de la cama, antes de rebajar a golpes al bastardo aún esta demasiado cerca de su cuerpo. Tomó al niño ignorando cómo se queja y el dolor que traspasa a un lazo que no sólo no quiero acatar, sino que ignoró por conveniencia, el omega me rehuye la mirada y me siento poderoso al rebajar al maldito castaño, tanto como se siente mi alpha.

A los alphas, siempre se nos da lo que deseamos; lo que quiero y necesito ahora es minimizar y domesticar a la pequeña perra que se ha dejado montar por otro aunque sin duda, por más deseos de mi alpha, no montare a un varón como resuena en mi mente; es la mejor forma de domesticar el omega, gruñe mi alpha, ignoró su sentir. Vociferó sin medirme, esperando reducir mucho más el espíritu del omega de una manera visceral, hasta regocijarme en su sentir y que el poder que me genere dicha cosa, sea la calma obscena de mi espíritu; aunque me martirice en el interior.

Lo que no espero por supuesto es que el omega no sólo me sostiene la mirada sino que propaga su aroma con decisión hasta volverme loco, ante la furia en su aroma; el caramelo salado, se quema por completo en mis fosas nasales. Tengo que soltar al castaño al sentir como me empuja con su aroma, tanto que me sorprende por unos instantes; tengo la certeza que un omega jamás me ha hecho frente, mucho menos sin respaldo alguno y completamente desnudo. Se que el omega siente todo mí sentir, tanto qué puedo jurar que es dicha cosa la que lo impuso para mandarme a la mierda; ni siquiera lo pienso al abofetearlo.

Nunca antes un hombre sin importar su casta, me ha hablado de tal manera, la necesidad de mi alpha de tomar nuevamente las cuerdas de la conversación me consumen. Advierto al castaño después de romperla la boca, dejando en claro que no tiene poder en mí, aunque mí alpha y la naturaleza decidan lo contrario, reduzco al omega aunque siento el fuego consumiendo el cuerpo ajeno, se qué siente mí furia y asco, me vanaglorio en su mirada caótica, dolida pero contenida. No se me pasa desapercibido, por supuesto que el omega sólo se calma al sentir los dedos del bastardo que lo acompaña, sobre el hombro. 

Una nueva braza alimenta el fuego en mi interior ante ese simple gesto, el omega aunque me hace frente, se rinde ante otro; es por lo menos asqueroso. Algo se incendia en mí, por supuesto, no es mi calor normal, apenas puedo controlar cuando la mano se levanta para ajustar una vez más la situación; el omega escapa al cuarto de baño, antes de que pueda rozar su piel. Aunque el castaño no lo sepa, valoro su primera idea inteligente; no hay un sólo vestigio de luz en mi interior. Al ver al omega marcharse, quedando a solas con el bastardo del demonio que habla poco pero lo suficiente para ser escuchado por una parte inconsciente de mi psique.

No puedo más que repasar con obscenidad la habitación para torturarme aún más; la ropa sobre el suelo, las sábanas desordenadas, el caos monumental de una buena cogida y el aroma compartido, todo me enerva tanto que mi aroma sale a flote en un intento absurdo de limpiar el lugar; el alpha al frente nota tal delirio pero permanece en silencio, justo lo que necesito, de otra manera sin duda rompería cada uno de los huesos ajenos, sólo para quitar de mi interior la necesidad de sacar toda la furia que me carcome, al menos me aferro a esta idea, la otra cosa que pasa por mi mente me resulta mucho más perturbadora.

Mi alma en un estado mórbidamente consumido, siente más irreverentes las ganas de tirar al omega rebelde y fugitivo contra la cama, hasta quitar el aroma del puto bastardo que tengo al frente, no sólo de su piel sino del lugar; no sigo con ese pensamiento, no se lo permito a mi alpha en todo caso, riñendo a mi mismo hasta que el gruñido me contamina la garganta. Incluso en este estado, logró escupir un par de órdenes al bastardo al frente, el alpha sólo asiente en silencio, es todo lo que necesito para abandonar la habitación, así no destrozó la misma; no puedo permitirme tal estupidez

Nunca me he contenido, mucho menos a mí alpha, sin embargo, no tengo tiempo que perder en trivialidades, aunque estas sean mi vínculo supuestamente precioso y destinado; soy un jodido hombre con una misión, no tengo tiempo que perder detrás de un culo omega, mucho menos si este es de un hombre, es aberrante. Los minutos y horas consiguientes parecen un siglo, mientras quedó prendado de la nada, sobre pensando lo que me ha traído a América; la cruda venganza es mi brújula aunque mi alpha quiera engancharse de una estúpida idea que no solo no voy a permitir, sino que nunca va a tener; ahora no somos esta clase de alpha.

A la mierda no sólo el cachorro, sino su puta casta y todos los que me han traicionado. Afortunadamente el alpha de mis recados, puede hacer algo bien y llega con todo lo que le pedi, al menos todo lo importante. Machacando las pastillas hasta formar una fina línea, misma que esnifo por un poco de calma en mi psique, al terminar mi sucio ritual con un par de tragos de whisky por fin puedo saborear algo familiar, por fin puedo volver a mi estado natural. Los dos hombres que se han vuelto mi pesadilla, no esperan a que dé el primer mordisco a mi hamburguesa, para empujarme a una conversación que ahora lejana, apenas recuerdo.

Una venganza también los ha traído a esta confabulación que viendo el panorama general, me rehusó a llevar a cabo, no obstante, cuando las pastillas y el whisky comienzan a hacer efecto, en la alteración de mi realidad, el olor del omega se disipa pero mucho más, mi alpha se duerme hasta que puedo pensar con algo de coherencia; al menos eso creo devorando la comida como un muerto de hambre, siguiendo los restos de la conversación junto al alpha, no obstante, se me han dicho que los omegas en su estado natural son peligrosos, lo entiendo, cuando el omega rebajado a un cachorro, no se interesa por la conversación que llevamos a cabo, andando por la habitación deteniéndose cerca de mi escudo.

He perseguido al omega de refilón, andando sobre sus pasos y persiguiendo sus sombras que en mi estado de alteración distorsionan su figura, aún así incluso dopado, puedo verlo cuando intenta sostener mi escudo, una sonrisa que apenas puedo contener y que simplifico debido a mis sentidos consumidos, me perturba los labios antes de desaparecer; riño al omega, sólo para disfrutar su cuerpo temblando y el castaño retrocediendo casi asustado, un estado muy diferente al omega lleno de feromonas y enojo que he visto la última vez.

Los ojos ajenos chocan contra los propios, puedo vislumbrar un poco de brillo en ellos quizás sea por los recuerdos de nuestros encuentros o por los vestigios de celo en el omega, como fuese, puedo regocijarme en lo aturdido del niño, al no apartar la mirada. El alpha frente a mi se da cuenta de la obvia inclinación, carraspea para llamar mi atención y me limito a devorar la comida que sin duda necesitaba después del absurdo celo, para evitar volver al omega, escucho por supuesto la propuesta del alpha, sin embargo, no quiero al bastardo como equipo, no sólo porque el último me ha traicionado sino por el omega que parece estar incluido en el equipo, no obstante, el niño de rizos castaños no se da por vencido. 

Dando un paso al frente, al estar ignorado en toda la conversación, el omega deja en claro que al menos un resquicio de inteligencia tiene, palabras que no entiendo y que nunca antes he escuchado salen de sus labios, creo que todas son un invento pero la convicción del castaño me deja en claro que en realidad, son conceptos que existen; en esta nueva era, no sólo puedo mandar una carta por correo y esperar un par de coordenadas, mucho menos tomar un aventón en un auto de algún desconocido; los necesito al menos por ahora, pero al escuchar porque me quieren en su equipo entiendo que ellos me necesitan mucho más, cuando nombran al tal Vengador, me parece un absurdo chiste; no hay nadie como yo, lo se a la perfección.

Mi alpha me dice que no pueden reemplazarme, menos con un idiota en mallas, pero aún así, si que intentan buscarme reemplazo de una u otra forma; echo un vistazo nuevamente al omega, este no sólo esta demasiado cerca del alpha, sino que incluso se atreve a buscar la espalda del mismo como refugio ante la firmeza de mi mirada sobre su cuerpo; es un maldito bastardo, aunque no sepa a quién va dirigido el insulto exactamente. Tomo una decisión rápida, en un intento agónico de refrenar todas las nuevas emociones y sensaciones que toman de rehén a mi alpha, todo por un culo omega que no deberia ni desear.

Aceptó ser parte del equipo pero con una condición, el omega estará lo más lejos posible del alpha pelinegro y controlara su aroma, si su olor me perturba nuevamente los sentidos, en un estado que no sea de semi inconsciencia, sin duda lo estrangulare hasta la saciedad, sólo que no se en que sentido, no persigo la premisa buscando en la comida mi distractor agónico, ahora que las drogas a pesar de doparme, no pueden sacar de mi psique al omega castaño. Un alpha siempre obtiene lo que desea, es una verdad en la que me vanaglorio, al ver como el omega se separa del alpha, aunque al mismo le cuesta un poco más el alejamiento del omega; no me gusta en absoluto su necesidad, sin embargo, ahora yo tengo el control, no sólo de la situación sino de ambos sujetos.