Chapter Text
Dogday se encontraba en la cocina mientras ayudaba a Piggy a cocinar, ambos parecían muy animados y felices en su mundo. Desde la pelea con Elliot para el perrito solar, fue como un verdadero alivio para su pobre psique tan dañada con tantas revelaciones, que lo volvieron loco por días, por supuesto se dio un descanso de todo y disfruto de su propio tiempo, para sanar su mente.
Aunque a veces no podía evitar preguntarse sobre el pequeño Jason, si terminarían por transformarlo o matarlo, a pesar de estar en su nido lleno de confort y siendo cuidado por su novio, no podía dejar de lamentarse y llorar en silencio por ese niño a quien quiso muchísimo como a todos sus niños.
Pero si no fuera por su novio y sus amigos cercanos, probablemente seguiría en esa depresión tan horrible, por supuesto muchas cosas habían cambiado, en tan solo en esos días en donde Poppy domino muchas cosas realmente mejoraron de forma radical, mejores ambientes laborales, cero tolerancias al acoso o el abuso y los pocos que aun tenían esas tendencias en abusar a los juguetes u a otros empleados, cesaron más que nada por la advertencia de la directiva de Poppy.
Claro aun existían humanos en esa fábrica que no sabían de la verdad de los juguetes, por lo que a esos humanos externos se les dio una noticia totalmente diferente de la nueva encargada de la compañía Platine, dándole la mentira tan creíble que nadie dudaría de ello.
"La hija ilegitima de Elliot, se está encargando de su empresa en su ausencia."
Con eso todos se callaban y nadie preguntaba nada, por lo que Poppy pudo continuar con sus leyes, la cual la muñeca se notaba que nadie pasaba sobre ella mientras mantenía el poder.
Dogday estaba contento con eso, le dio tiempo y espacio de toda la mierda de las tareas que Elliot, para que pudiera sanar poco a poco, por supuesto había sido una semana tranquila. No tuvo noticias negativas, las pocas veces que visitaba a Poppy al menos estaban felices de saber que ambos mutuamente estaban bien y aunque deseaba verla más, no podía porque la muñeca se encontraba muy ocupada y era de entender cuando ahora tenía más trabajo.
—¿Ya está listo ese betún, Dogday? —Pregunto la cerdita mientras se acercaba a su querido amigo, solo para mirar como el perrito solar se encontraba haciendo una decoración de betún al pastel que estaba ayudando hacer.
—Claro Piggy, ¿Qué tal me quedo? —Pregunto el líder mientras se hacía aun lado para que su amiga lo revisara, ella al notarlo no dudo en sonreír y levantar su pulgar dejando ver su validación.
—Bien hecho Dogday, jeje ya está listo entonces, Vamos amigo. —Pidió la cerdita tomando la charola donde tenía el pastel y ponerlo en un carrito donde estaba la demás comida. —Sabes Dogday, me siento más aliviada que me ayudes, quiero decir... estoy feliz de que no tengas que trabajar con ese hombre malo, pero también me hace feliz que me ayudes.
Dogday entendió a lo que se refería por lo que no dudo en darle una suave palmada en su espalda, para dejarle saber que comprendía su sentir. —La verdad Piggy, yo también estoy feliz de no seguir trabajando para Elliot. —Explico con una sonrisa.
Ambos no dudaron en continuar con su camino, entrando a un gran comedor, decorados por globos y bastante decoraciones con colores llamativos, mientras son rodeados de muchos niños y algunos adultos, que habían llegado por invitación para festejar la fiesta de cumpleaños de uno de los pequeños.
Ya que una gran pancarta se veía en una de las paredes festejando el nombre del pequeño cumpleañero, por lo que los Smalling Critters estaban ayudando a controlar a los pequeños traviesos que esperaban el pastel para festejar su cumpleaños.
—¡Muchas felicidades, Mario! —Ambos Smalling gritaron quienes trajeron su pastel listo para ser devorado por los niños y los invitados entre ellos también otros juguetes, por supuesto al pequeño cumpleañero estuvo muy contento de recibir su pastel.
La fiesta resultó un éxito rotundo. Risas y gritos de alegría llenaron el salón mientras los niños corrían, jugaban y disfrutaban del festín que los Smalling Critters y otros amigos habían preparado. Las decoraciones colgaban aún intactas, con globos de colores en cada rincón, y el aire estaba impregnado del dulce aroma de los pasteles y dulces repartidos en la mesa. El pequeño Mario estaba radiante, rodeado de sus amigos, mientras soplaba las velas y hacía su deseo de cumpleaños.
Cuando la celebración llegó a su fin, los padres comenzaron a recoger a sus hijos y despedirse de los anfitriones, algunos juguetes amigos se retiraron felices de ser invitados en la fiesta. Poco a poco, el bullicio infantil dio paso a una tranquila paz. Era hora de limpiar, y los Smalling Critters no perdieron tiempo. Junto con algunos adultos y otros compañeros, se pusieron a recoger vasos desechables, servilletas y decoraciones caídas.
Dogday se movía con agilidad, levantando platos y acomodando las sillas en su lugar. Se sentía satisfecho por cómo había transcurrido el día, pero aún había un peso en su pecho que no podía sacudirse. Fue entonces cuando Bubba se acercó con una sonrisa amigable, como si nada hubiera cambiado entre ellos.
—Oye, Dogday, ¿necesitas ayuda con esas sillas? —preguntó Bubba con tono despreocupado.
Dogday se volvió hacia él, pero su expresión no era la misma de siempre. Sus ojos, normalmente brillantes y cálidos, ahora eran distantes y fríos. Se quedó mirándolo un instante, evaluándolo en silencio, y luego negó con la cabeza.
—No, Bubba —dijo en voz baja y cortante—. Puedo arreglármelas solo.
La sonrisa de Bubba se desvaneció un poco, y miró a Dogday con decepción, por supuesto hace días que Dogday actuaba de esa forma tan fría con él, no era idiota sabía que Catnap le había dicho la verdad, después de todo el felino se lo confeso cuando hablaron en privado.
Bubba no pudo ni siquiera reclamarle, sabía que tarde o temprano su líder sabría, pero ahora le dolía un poco que su amigo no quisiera verlo, así que simplemente se alejó mejor dándole espacio al líder de los Smalling.
—Como prefieras... llama si necesitas algo. —Dijo antes de alejarse.
La revelación de Catnap sobre Bubba había sido devastadora para él. Saber que alguien en quien confiaba y con quien compartía tantas risas había ayudado a los científicos a hacer cosas tan horribles... era demasiado. Dogday no podía ni siquiera mirarlo de la misma manera.
Sin una palabra más, Dogday dio media vuelta y se alejó. Cada paso que daba Dogday sentía cómo su corazón se rompía un poco más. No había sido solo Bubba; con el tiempo, se había dado cuenta de que muchos de sus amigos guardaban secretos oscuros. Incluso Crafty, a quien aún quería, sabía lo que ocurría en Platine Co., y aunque Dogday entendía que ella no podía hacer nada para detenerlo, la verdad había puesto una barrera invisible entre ellos.
Mientras Dogday recogía los últimos vasos y envoltorios de la sala, sintió la presencia de Catnap a su lado, ayudando en silencio. Habían pasado por tanto juntos, y en ese momento su cercanía era suficiente para calmar un poco el torbellino de pensamientos que tenía en la cabeza. La fiesta había sido un éxito, pero la interacción con Bubba lo había dejado revuelto. Catnap, quien lo observaba con su aguda mirada felina, no tardó en notar el cambio.
—Oye, Doggy —dijo Catnap suavemente, apoyando una pata en su hombro mientras lo observaba de reojo— ¿Todo bien perrito?
Dogday, quien evitaba mirar a Catnap directamente, solo suspiró y apretó un poco el vaso desechable que sostenía en su mano.
—Te lo diré después, Kitty —respondió con un susurro, evitando que su voz se quebrara. Quería hablar de lo que sentía, pero no ahí, en medio de la sala de fiestas y con sus amigos rondando aún. Necesitaba el espacio y la tranquilidad de su habitación compartida con Catnap, el único lugar donde realmente podía ser él mismo.
Catnap lo miró con comprensión, asintiendo lentamente. Su instinto le decía que Dogday necesitaba tiempo para procesar, así que decidió no presionarlo más.
—De acuerdo, cuando estés listo —le respondió con una suave sonrisa, dándole una palmada en la espalda—. Termina lo que tengas que hacer, y luego vamos al cuarto.
Dogday se despidió de los pocos amigos que quedaban, agradeciendo la ayuda en la limpieza y prometiendo reencontrarse en otra ocasión. Pronto la fábrica comenzó a quedarse vacía, pues ya era hora de salida para muchos empleados, mientras él y Catnap caminaban lado a lado en silencio. Las paredes de la instalación tenían un eco suave y casi acogedor a esa hora del día, y por primera vez en mucho tiempo, Dogday sintió una tranquilidad que le permitía respirar sin prisa.
Finalmente, llegaron a la puerta de su cuarto compartido. Catnap giró el pomo, y ambos entraron en el espacio que se había vuelto su refugio. La habitación tenía un aire acogedor, decorada con pequeñas pertenencias que ambos habían ido acumulando: una estantería con libros que Dogday coleccionaba y ni hablar sus juguetes especiales para que el pudiera morderlos, ya que solía morder mucho tal vez era su instinto animal o tal vez no, nunca lo supo, pero le gustaba hacerlo.
Desde la exaltación de Dogday, Catnap sugirió que se mudaran juntos y eso hicieron, Dogday se trasladó al cuarto del felino, donde tenían más espacio y ambos podían estar seguros uno con el otro, después de todo es lo mismo que Crafty y Kickin habían hecho. Pero ahora el sol y la luna por fin estaban juntos sin tanto estrés del trabajo y realmente aprovechaban sus momentos a solas, en especial cuando Dogday ya poseía anticonceptivos, gracias a la administración de la doctora Jane.
Dogday se dejó caer sobre la cama, cubriéndose los ojos con una de sus patas, mientras Catnap se acomodaba a su lado, manteniendo una cercanía reconfortante sin invadir su espacio.
—Aquí estamos —dijo Catnap en tono bajo, suave pero firme—. Ahora sí, Doggy, ¿Quieres hablar de lo que te molesta?
Dogday suspiró, dejando que el silencio llenara el cuarto por un momento. Su mente iba y venía, recordando la charla con Catnap sobre Bubba, y cómo toda la revelación le había caído como un balde de agua fría.
—Kitty... —comenzó en un murmullo, retirando su pata de los ojos y mirando el techo con la mirada perdida—. Ya no puedo ver a mis amigos como antes.
Catnap lo miró sin interrumpir, solo asintiendo ligeramente, permitiéndole que hablara a su ritmo.
—Cuando me dijiste lo de Bubba, lo de que ayudaba a los científicos con los experimentos en los niños... pensé que podía asimilarlo, que podía verlo con otros ojos y tratar de entenderlo —continuó Dogday, su voz temblando ligeramente—. Pero cuando hoy intentó hablarme, no pude. Simplemente... no puedo perdonarlo.
Dogday apretó las sábanas bajo sus patas, como si el dolor y la traición hubieran quedado impregnados en su piel. Catnap lo miraba atentamente, su expresión seria pero llena de apoyo.
—Entiendo, Doggy. Es difícil asimilar que nuestro amigo esté involucrado en la transformación de esos niños. —dijo Catnap con voz baja y calmada— Hay cosas que cambian la manera en que vemos a las personas, y cuando se trata de algo así, de niños... es imposible olvidarlo, y es aún más difícil perdonar.
Dogday cerró los ojos, dejando que esas palabras calaran hondo. Sabía que Catnap entendía la complejidad de sus sentimientos mejor que nadie.
—Pero no es solo Bubba —admitió Dogday, abriendo los ojos para mirarlo con tristeza—. Crafty también sabía lo que ocurría con los niños. No quiero estar molesto con ella porque sé que no puede hacer nada para cambiarlo, pero... siento que hay algo raro en ella cuando está cerca de mí, como si quisiera ocultar algo...
Catnap le puso una pata en el hombro, apretando suavemente para recordarle que estaba ahí.
—Tú tienes un buen corazón, Dogday —dijo Catnap, su tono cálido y genuino—Pero no necesitas cargar con los secretos y las decisiones de los demás. Ellos eligieron sus caminos, sus silencios. Por eso no debes sentirte mal por ellos, después de todo... ¿Por qué no me odias por saber esto?
—Porque tu fuiste diferente, tu fuiste honesto conmigo cuando te conto todo, eres mi novio ahora Catnap, otra cosa seria si hubieras participado en los experimentos. Pero como todos los demás solo eres una víctima. —Dijo el perrito mientras se abrazaba a si mismo pensando en todo lo que había ocurrido.
Catnap apretó ligeramente el hombro de Dogday, acercándose un poco más para que pudiera sentir su apoyo y su cercanía.
—Así es... fui una victima como Crafty y Bubba... aunque no lo veas de ese modo, ellos también fueron victimas de los mismos demonios que nos lastimaron...—Explico el felino tratando de defender a sus amigos, porque al final ellos tampoco tenían la culpa bueno... no mucha.
—Pero... ¿entonces porque Bubba no lo dejo?, ¿Por qué solo continuo...?—El perrito iba a seguir hablando sin comprenderlo de todo, pero Catnap lo interrumpió.
—Porque no tiene opción, escucha... Crafty se refugió en la religión de mi padre, porque al igual que muchos de nosotros perdió tantas cosas, y al saber las atrocidades que hay en esta fábrica... solo necesitaba escapar de su realidad, sabiendo que es mejor ignorar a veces... porque al final... como juguetes no podemos hacer nada. —Pronuncio el felino dejando ver su propia opinión y la razón de su amiga que alguna vez le conto. — No todos tenemos el poder de Poppy o tuyo para evitar las cosas perrito...
Al escuchar eso Dogday se sintió un poco culpable, por lo que solo se quedo callado y bajo su mirada.
—Bubba es igual, no tiene opción o trabaja para los científicos o lo asesinan...si no es él buscaran a otro con su inteligencia o crearan a otro, para hacer lo que mejor hace. —Explico la luna seriamente, sabiendo el pasado de su querido amigo. — Es obedecer o morir Dogday, ¿De verdad crees que lo disfruta? —pregunto el felino queriendo que su novio se pusiera en el lugar de ellos.
—Creo que no...—Contesto casi en un susurro el contrario realmente avergonzado, porque no pensó en esa posibilidad que Bubba estuviera siendo obligado.
—Así es... ese es su trabajo... o lo hace o lo reemplazan. Por esa razón también es un fiel seguidor del prototipo, porque al igual que Crafty solo quiere escapar de la realidad. —Menciono el felino de tan solo pensar en que estaría pensando y haciendo su amigo, probablemente en esos momentos estuviera mirando sus manos como tenia la costumbre y comenzaría a despreciarlas, muchas veces Catnap lo había encontrado haciendo eso cuando creía que estaba a solas.
Dogday por su parte solo suspiro realmente avergonzado, porque no podía oponerse ante esa idea, ya que realmente se dio cuenta que pensó de forma un poco egoísta, sin preguntarse si ellos estaban bien con eso.
—Realmente debes pensar que soy una mierda de persona, por haberlos juzgado tan pronto. —Confeso el sol bastante decepcionado de si mismo.
—No lo pienso de esa forma, Doggy—le susurró, con un tono suave y profundo— Ni ahora ni nunca pensare que eres una mierda, por lo contrario... eres la persona mas sensible y justa que he conocido... solo tiene esos errores que te hacen ser una persona, perrito.
El calor de sus palabras hizo que Dogday levantara la mirada, sus ojos reflejando gratitud y un cariño que solo Catnap entendía. Sin poder resistir, se acercó más a su compañero, sus labios encontrándose en un beso suave que al principio fue solo consuelo, pero que pronto se tornó en algo más. Sentía cómo cada momento junto a Catnap disipaba lentamente la angustia que había cargado, reemplazándola por una sensación cálida y reconfortante.
—Gracias... por ser honesto, por quedarte conmigo —susurró Dogday cuando se separaron apenas, sus labios aún cerca de los de Catnap, como si no quisiera apartarse demasiado.
Catnap sonrió, acariciando la mejilla de Dogday y dejando que su pata recorriera suavemente su cuello y su espalda.
—Siempre estaré contigo. Eres lo más importante para mí, perrito —le respondió en voz baja, sus ojos llenos de sinceridad.
Ambos se acercaron nuevamente, sus respiraciones entrelazándose, y el beso se profundizó, lento pero cargado de una urgencia contenida. Dogday cerró los ojos, sintiendo cada caricia y cada roce como una promesa silenciosa. Los abrazos se hicieron más firmes, y sus cuerpos se fueron acomodando con naturalidad, buscando ese calor compartido.
Dogday sintió cómo el mundo se desvanecía a su alrededor; en ese momento, solo existían Catnap y él. Sus labios se movían al compás de su respiración, y las caricias se tornaron más suaves y cuidadosas, como si ambos quisieran alargar el momento lo más posible.
En silencio, ambos se dejaron llevar por el momento, disfrutando de esa cercanía, sin prisa, pero con una intensidad creciente que parecía llenar el vacío dejado por los secretos y la traición.
La habitación estaba envuelta en una quietud casi palpable. Solo se oía el suave murmullo de la respiración de ambos, como si el mundo se hubiera detenido, dejando espacio solo para ellos. Dogday abrazó a Catnap con una suavidad inusitada, como si tratara de no romper el delicado momento que compartían, aunque las sensaciones que recorrían su cuerpo eran intensas.
Catnap lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de comprensión y deseo. —¿Estas mejor? — preguntó en voz baja, aun preocupado.
Dogday cerró los ojos por un segundo, permitiendo que la pregunta lo alcanzara. —Mejor— murmuró, apretando un poco más su abrazo.
Catnap, escuchando en silencio, colocó una de sus patas en el rostro de Dogday, acariciando su mejilla con ternura. —Bueno supongo que es hora de hacerte sentir aún mejor.
El calor entre ellos comenzó a intensificarse, no solo por las palabras, sino por la proximidad de sus cuerpos. La tensión de todo lo no dicho comenzaba a desvanecerse lentamente en un suspiro compartido, que ambos sentían en lo más profundo.
—Creo que ahora quiero algo más...— susurró Dogday, su voz apenas audible, pero cargada de deseo. Fue como una invitación tácita, una señal de que su cercanía iba a romper la última barrera entre ellos.
Catnap esbozó una sonrisa que era casi un desafío, sus ojos brillando con un destello de anticipación.
—¿Más? —preguntó en un tono suave pero firme—. ¿Qué es lo que realmente quieres, Doggy?
Dogday levantó una pata, deslizando los dedos suavemente por el rostro de Catnap, sus caricias ligeras como si trazaran un camino secreto.
—Quiero todo de ti... —susurró con voz ronca, sus palabras llenas de anhelo—. Quiero sentirte de nuevo... perderme contigo, gatito~.
Sus miradas se encontraron, y por un momento, el aire entre ellos se volvió espeso, cargado de electricidad. El silencio era tan intenso que casi podía escucharse el latido de sus corazones acelerados.
Lentamente, Catnap se inclinó hacia él, sus labios rozando los de Dogday en un beso que comenzó con delicadeza, pero que pronto se tornó más profundo, más hambriento. El contacto entre ellos creció, sus cuerpos acercándose instintivamente, buscando el calor del otro mientras el mundo alrededor comenzaba a desdibujarse.
Las caricias se intensificaron, y el abrazo entre ambos se hizo más firme, cada uno explorando y respondiendo al ritmo del otro, los sonidos húmedos entre sus labios comenzaron a escucharse de forma vulgar en esa habitación donde deseaban entregarse otra vez, no tenían suficientemente volverse a devorar mutuamente.
Dogday estaba necesito y ansioso de volver a sentir a Catnap, el placer de su carne se volvía una maldita adicción y una droga que ya no podía dejar. Por supuesto que ahora que no había más trabajo podía disfrutar el tiempo con su novio y que mejor manera que entregarse.
Catnap acariciaba el costado del perrito para poder acariciar un poco más de su pelaje, hasta llegar al estómago ajeno, fue entonces que el felino dejo de besar los labios del perrito que comenzaba a disfrutar de aquellas caricias tan delicadas, Catnap bajo sus manos hasta la pelvis ajena y así esparcir el pelaje del perrito para poder descubrir aquella vagina, revelando primero sus bonitos labios rosaditos, abrió un poco más para revelar el interior de sus paredes y el felinos solo suspiro con hambre.
Dogday no podía evitar sentirse excitado y caliente, al mismo tiempo que el toque de Catnap lo hacía cosquillear más su vientre, lo que provocó que de su coño comenzara a bajar un hilito de su propio lubricante natural, cosa que la luna con su lengua atrapo al lamer tan nítidamente aquella miel que salía sin control.
—Aaah~... Catnap. —Dogday soltó un gemido suave, dejando que su voz temblara ligeramente al decir su nombre.
La sensación aumento y el placer exploto cuando volvió a sentir la lengua del felino, pasar sobre sus labios esponjosos, limpiando su humedad, pero el gatito lunar no iba a quedarse con eso, porque con la mayor calidez que pudo sin dañar esa delicada flor abrió sus pétalos para poder ver el interior de ese coño húmedo.
Para poder penetrarlo con su lengua mojada, para saborear el interior apretado del sol, caliente y delicioso era lo primero que pensó el felino cuando volvió a probar su néctar.
Comenzando a mover su lengua alrededor de los labios vaginales de Dogday, para volver a meterlo y moverlo en círculos para estimularlo más, pero lo que hizo ver estrellas al perrito solar fue cuando el felino lamio su clítoris y con el mayor cuidado lo chupo, provocándole que arqueara su espalda y soltara un grito extasiado, al mismo que sus piernas sufrían espasmos por ese placer abrumador. —¡Oooooh~♡, Catnap! —No pudo evitar derramar más miel que terminaba por hacer que unas gotas terminaran manchando el colchón debajo de él.
Sus ojos mostraron el brillo erótico y su cola se agitaba alborotada, con unos jadeos acompañando el sonido del chapoteo de la boca de Catnap contra el coño de Dogday, la cual sufría múltiples espasmos, por como el gatito chupaba buscando calentarlo más, haciendo que el vientre del perrito cosquilleara como loco y las mieles le liberaban hasta que el colchón tuviera más manchas del néctar.
Cuando el felino se separó hizo que su lengua literalmente tuviera un hilito de saliva y miel unida directamente contra la vagina del perrito, dejando a un Dogday super jadeoso y ansioso, sintiendo como su pequeño se hinchaba y la necesidad de ser llenado aumentaba. Además de que Catnap se había encargado de adiestrarlo muy bien de como rogar por su miembro.
Por lo que el perrito solar un poco avergonzado pero necesitado, como pudo se sentó y poder observar cómo su novio se levantaba, dejando ver que de aquella bolsa donde ocultaba su pene, ya hacia a fuera, muy duro y erecto, aquellas púas que se veían a simplemente dolorosas, pero para Dogday son un delirio y un extra para aumentar su placer, se le notaban una que otra vena a su pene palpitante y listo para ser montado.
—Off... ¿Tan necesitado estas Doggy~♡? —Pregunto dulcemente el felino, divierto dese por humillar un poco a su novio, que no pudo evitar sonrojarse con fuerza, porque sabía que Catnap amaba hacerlo rogar, era un hecho que su novio es un fetichista con la humillación. Pero no iba a negarlo que el mismo también se sentía muy excitado al pensar todas las posiciones, tan vergonzosas o humillantes que lo pondría, eso lo hacía delirar de excitación, al punto que sentía como su coño palpitaba y cosquilleaba tan fuerte que terminaba por mojarse aún más.
—Jo... no es necesario que te lo repita. —Pronuncio aun el perrito tratando de mantener su decencia, pero el felino conocía muy bien a su sol, así que solo se acercó para tomar su mentón por la fuerza y hacer que levante la cabeza para mirarlo.
—Oh, ¿tratas de mantener la compostura~?, ¿eh? —ronroneó Catnap, deslizando su garra lentamente por la mandíbula de Dogday, levantando su mentón hasta que sus miradas se encontraron—. No te hagas el difícil, sabes que te encanta esto.
El felino soltó una risa baja, burlona, sus ojos centelleando con esa mezcla de dominio y diversión que hacía arder el corazón de Dogday.
—Dime, perrito, ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar para complacerme? —murmuró Catnap, siendo tan seductor al mismo tiempo que no pudo controlar su fuerza al sujetar el mentón de su pareja, pues sus garras amenazaban con enterrarse. ¿Podían culparlo?, Catnap es rudo en el sexo y eso Dogday lo supo la primera vez que se entregó. — Quiero oírlo de tus labios... quiero que supliques por mí, que me demuestres que no puedes estar sin mí. Vamos, Dogday, déjate llevar... humíllate por mí.
Dogday intentaba mantener un mínimo de compostura, pero era inútil; su cola lo traicionaba, moviéndose rápidamente de un lado a otro, y sus orejas caían hacia atrás, dejando ver el revoltijo de emociones que Catnap sabía cómo despertar en él. Había algo tan embriagador en entregarse por completo, en dejar atrás años de obediencia y represión para, finalmente, perder el control en manos de su pareja.
Había pasado tanto tiempo reprimiéndose, sometido a las normas y restricciones que otros le habían impuesto, que ahora, estar en presencia de alguien que lo entendía y lo liberaba de esas cadenas, era una emoción tan intensa y prohibida que lo llenaba de un placer que apenas entendía. Los maltratos que había sufrido en el pasado, las humillaciones que le habían marcado, todo se reflejaba ahora en el peculiar anhelo que sentía por Catnap: un deseo de romper esas barreras y ser quien era, con todo el amor y la sumisión que el felino le inspiraba.
Cuando Catnap sostuvo su mentón y lo obligó a mirarlo, esa simple muestra de dominio envió un escalofrío a través de todo su cuerpo. La intensidad en los ojos de Catnap, esa mirada controladora y calculadora, lo desarmaba por completo. Dogday sentía que no era sólo deseo, sino algo mucho más profundo; cada palabra y cada gesto de Catnap eran como una promesa de que, en esa sumisión y entrega, él podía finalmente ser libre.
—S-sí... —susurró Dogday, apenas audiblemente, sus ojos brillando con una mezcla de sumisión y devoción absoluta—. Haz lo que quieras conmigo... quiero ser sólo tuyo.
Apenas podía contenerse, su respiración era rápida, y su cuerpo reaccionaba a cada palabra lasciva que Catnap le susurraba. Era como si esas palabras rompieran las cadenas que había llevado toda su vida, esas cadenas que, paradójicamente, le habían hecho desear estar en esa posición de obediencia, pero ahora con alguien que realmente lo entendía. Estar bajo el control de Catnap era lo que había anhelado en silencio, y ahora, por fin, podía ser libre en esa sumisión.
Catnap lo miró con una mezcla de posesividad y diversión, con una seguridad que lo hacía temblar. Sin decir otra palabra, Dogday entre cerro sus ojos, dejándose llevar, esperando con ansias el siguiente movimiento de su pareja, abriendo mas sus piernas dejando ver su vagina necesitada, mostrando su obediencia.
—Buen chico~...—Dijo Catnap con una voz natural, al mismo tiempo que bajaba un poco la cabeza de Dogday, para ponerlo a la altura de su pene. —Chupa y ten cuidado con los dientes perrito~. —Dijo su orden lo que hizo Dogday, al ver aquel falo duro y erecto se le hizo agua a su boca.
No era la primera ni sería la última que le diera una felación a Catnap, por lo que este abrió la boca para poder seguir la orden de su novio tan controlador, a lo que el felino aprovecho ese momento para tomar ambas orejas del cachorro, y jalarlas hacia adelante provocando que Dogday al tener la boca abierta, tragara de golpe el miembro de Catnap.
Metiéndolo hasta el fondo, hasta que los labios ajenos estamparon contra la pelvis de la luna excitada, el perrito literalmente se ahogaría si no fuera porque el felino le había enseñado como respirar y tomarlo, pero en esos momentos no iba a negar que fue un poco doloroso que su garganta fue abierta de forma repentina, mientras las pues se incrustaban en sus paredes bocales.
Catnap soltó un jadeo lleno de humo rojo mostrando su placer egoísta, mientras Dogday libero unas cuantas lagrimas ante esta intrusión, pero ahí no acabo su "tortura", porque el felino comenzó a mover su cadera de forma rítmica y lenta al mismo tiempo que jalaba las orejas de Dogday, provocando que este tomara y chupara aquel pene que se mojaba con la saliva del perrito.
—Mm~...—Dogday comenzaba a sentir que comenzaba a faltarle el aire, mientras miraba de forma debilitada a su novio, quien abusaba de su boca, sintiendo como abría de forma dolorosa su garganta y comenzaba a formarse la figura del falo del felino, la cual se veía como entraba y salía, al mismo tiempo que la saliva del perrito comenzaba a bajar por su barbilla hasta hacer un charco debajo de sí mismo. Dogday como podía trataba de llevar su ritmo, sujetándose de las piernas de Catnap, mientras le importaba tan poco y arremetía contra la boca contraria.
—Lo haces tan bien Doggy~♡...ah. —Halago el felino realmente extasiado, sintiendo como los pliegues de la garganta de su novio, se contraían alrededor de su falo haciendo que mirara estrellas y su placer aumentaba, provocando un delicioso cosquilleo en su pene y parte de sus testículos.
El perrito ni siquiera podía contestar cuando comenzaba a quedarse sin aire y su visión se veía borrosa, no solo por sus lágrimas si no porque si no se detenía pronto para tomar aire, terminaría desmayándose. Pero Catnap pareciera que ver en ese estado a su novio le excitaba más, porque tenerlo bajo su Mercer al mismo tiempo que sujetaba sus orejas grandes para marcar un ritmo, que para ese momento se volvía más agresivo lo volvía loco.
Los sonidos húmedos de la boca de Dogday se llenaban por la habitación, solo se veía como el pene de Catnap entraba de golpe, golpeando con su pelvis los labios del perrito solar. Dogday sumiso para Catnap es un gusto culposo, amaba humillarlo de esa manera y no podía evitar sentirse malditamente bien, tenerlo así.
Dogday ya no podía sentía que pronto se desmayaría, tanto que ya había dejado de mover su lengua, la cual podía sentir el sabor salado y un poco dulce de Catnap que su falo le traía, solo permitió que su novio abusara de su boca como loco y terminara de una vez, pero por alguna razón a pesar que pronto perdería la conciencia, sentía como su coño se mojaba y goteaba su miel hasta hacer charco debajo de sus piernas, mientras sus muslos se veían empapados por sus fluidos. Sentía tantas cosquillas en su pelvis, muslos internos y dentro de su vagina, que sentía un vacío horrible que solo aquel pene que chupaba podía llenar.
De forma vulgar el perrito bajo su mano para tratar de calmar esa sensación a pesar de que sentía que se quedaba sin aire, aún estaba tan loco para tratar de masturbarse, tocar su clítoris y jugar un poco con él. Pero Catnap se lo negó. —¡Ni se te ocurra! —Ordeno aquel felino de forma bruta y amenazante, al mismo tiempo que aumentaba su ritmo. —Ahí... más te vale tragártelo Dogday. —Dijo mientras sentía como sus testículos internos comenzaban a palpitar.
Fue entonces que libero un chorro de semen directamente a la boca de su novio, que lo recibió de forma gustosa, aunque claro fue un poco asfixiante cuando el orgasmo de Catnap lo sobrepaso, porque termino por ahogarlo y hasta salir por su nariz, el pene de su novio hacía que no podía respirar del todo por lo que el pobre perrito comenzó a llorar por la falta de aire, hasta que al fin Catnap se retiró dejando que respirara.
Dejando ver una escena altamente lasciva de su novio, que tenía la boca abierta llena de semen al mismo tiempo de una de sus fosas nasales salía una pequeña burbuja blanquecina, el pobre Dogday solo jadeaba con fuerza buscando recuperar el aire que le fue robado, con su lengua salida y saliva escurriendo, hacia que mantuviera una imagen bastante erótica. Lo que hizo que Catnap volviera a erectarse por lo lindo que se veía.
Solo quería follarselo de una vez, hasta dejarlo relleno con su semilla.
—Eres un bruto~...—Pronuncio Dogday mientras se recuperaba, pero Catnap no le importo que casi lo dejara sin aire, solo se acercó a su lindo novio para poder tomarlo de la nuca y volver a implantarle un beso tan profundo y vulgar.
Que Dogday no se resistió, solo cerro sus ojos y se dejó llevar por como el felino chupaba su lengua y jugaba con ella, abrazándolo para atraerlo más a su cuerpo, pero cuando se separaron dejaron que un hilito de saliva los uniera y fue entonces que Catnap lo empujo, hasta que el perrito sumiso terminara acostado en la cama.
—Oh vamos Dogday, solo aguántate, esto se pondrá más interesante~. —Pronuncio el felino con una sonrisa picarona al mismo tiempo maliciosa, pues sabía que su novio estaba también necesitado de ser sometido, pues aquella vagina que ya hacia empapada con fluidos se veía apetitosa y ansiosa por ser llenada.
Así que Catnap para cumplir su palabra tomo su falo duro y lo coloco contra aquel coño babeante. Dogday jadeo un poco al sentir como Catnap comenzaba a pincelar con su pene, contra sus propios labios vaginales, causándole placer ante ese balanceo. — Ah~, ah... P-por favor...—Pidió el perrito no pudiendo soportar el hecho de que lo dejara vacío.
—¿Por favor qué~♡...? —Pregunto Catnap divertido con el sufrimiento de su novio, que estaba desesperado de ser fornicado.
Dogday mordió sus labios y con una desesperación gobernando su cuerpo caliente no pudo más que gritar un ruego. —¡Por favor solo follame Catnap! — SU expresión se veía inquieta y ansiosa por sentir de nuevo su polla.
Así que Catnap lo complació al dar una embestida con fuerza y cruel contra ese coño esponjoso, enterrando su pene, abriendo aquellas paredes terciopeladas, estirándolas deliciosamente mientras sus espinas se encargaban de hacerles cosquillas altamente placenteras a Dogday, hasta que la punta de su falo topo contra la cerviz de su novio, quien se curveo estilo puente, al mismo tiempo que soltaba un grito placentero alto.
Dejando ver su vientre abultado por el pene de su novio, mientras sacaba su lengua y hacia una sonrisa complacida ante esta sensación que experimentaba. Haciendo que su vientre se abultara por el miembro ajeno y al estar tan sensible, no pudo evitar tener un micro orgasmo que libero un poco su squirting, lo que hizo que Catnap sonriera con culpabilidad, porque sabía que en todo ese momento él fue el causante de volver a Dogday hipersensible a las sensaciones.
Por supuesto no podía negar cada vez que tenía tiempo le gustaba usar los pezones y el clítoris del perrito solar como desestresante, al chuparlos, lamerlos y pellizcarlos en caso de los botoncitos de Doggy. —Ni siquiera he iniciado, ¿Y ya te has corrido?, vaya... eres toda una perrita Doggy. —Dijo Catnap humillando un poco a su novio que no podía evitar sentirse más extasiado.
No iba a negar que odiaba que lo feminizaran, en especial cuando el mismo se sentía como un macho, pero en este no podía evitar sentirse muy cachondo cuando su novio lo humillaba y lo sobajaba, haciéndolo sentirse miserable al negarle su propio genero con el que se identificaba, pero por alguna razón, cada vez que Catnap le decía tan vulgarmente, que aceptara ser una hembra y una perra para él, en vez de sentirse ofendido o molesto, su calor aumentaba y su coño terciopelado se volvía más mojado. Dejando en claro que se había vuelto un total masoquista, tal vez el maltrato que sufrió a lo largo de los años ya hizo añicos su cabeza y cada vez que su novio lo humillaba de esa forma, solo le causaba mucho placer.
Catnap lo manipulo tanto que Dogday estaba consciente que, por él, acepto su feminidad que estaba entre sus piernas, por supuesto no iba a negar que prefirió mil veces que fuera de otra forma la primera vez que su novio descubrió su vagina, pero ya no había vuelta atrás, ahora sabía que es un adicto a la polla del felino lunar.
—¡Ah~!, ¡ohh, Catnap, por favor! —comenzó a rogar Dogday, su voz temblorosa, rota entre jadeos y gemidos. Su cola, siempre tan obediente en mostrar su estado de ánimo, se agitaba frenéticamente tras él. Sentía su cuerpo arder de una forma que jamás habría admitido frente a nadie más, su coño palpitaba alrededor del falo de su novio. Solo Catnap podía llevarlo a ese punto, a ese abismo donde la humillación se mezclaba con un placer tan intenso que desdibujaba los límites de quién era y quién quería ser.
—¿Rogar? —ronroneó Catnap, su tono bajo y burlón, sus palabras acariciando el aire como una melodía controladora—. ¿Así es como me hablas, perrita? Creo que puedes hacerlo mejor que eso. Vamos, dilo. ¿Qué necesitas? —Dijo disfrutando de como su lindo Doggy se estrechaba contra su pene, lo que hacía que se volviera más loco, por querer arremeter y romper ese maldito coño una vez por todas.
Dogday tragó saliva, su pecho subiendo y bajando rápidamente. Sabía lo que quería escuchar, lo que exigía de él. Esa parte rota de su psique, moldeada por años de abusos y ahora reconstruida en la figura imponente y seductora de su pareja, lo obligaba a responder. Cerró los ojos, tratando de encontrar algo de dignidad, pero Catnap no le daba tregua.
El felino se inclinó, presionando una de sus garras en el mentón de Dogday para obligarlo a mirarlo, su sonrisa amplia y cargada de satisfacción. Dogday sintió la piel erizarse bajo la mirada penetrante de su novio, un poder hipnótico que lo hacía incapaz de resistir.
—¡Oh por todas las estrellas!, ¡Por favor Catnap, follame~♡!, ¡Hazme tu perrita, déjame sentirte adentro y hazme tuyo! —Grito el perrito bastante desesperado por que Catnap se moviera, a lo que el felino volvió a sonreír con bastante malicia, por lograr romper a su querido líder con corazón tan puro y noble.
Pero de puro ya no tenía absolutamente nada, porque ahora tenía aquel líder valiente y entregado por otros, con las piernas abiertas, mostrando su agujero lleno de su pene, mientras rogaba con desesperación ser fornicado hasta desmayarlo y eso haría. Porque sin perder tiempo, el felino tomo las caderas ajenas y con un lento retroceso comenzó a sacar su pene empapado de fluido, hasta dejar solo la punta adentro de esa vagina necesitada, mientras Dogday jadeaba insatisfecho al sentir ese horrible vacío.
Pero eso no duro mucho cuando Catnap volvió arremeter contra ese coño necesitado, entrando de nuevo y esta vez comenzando un vaivén brusco como cruel, provocando que ese sonido vulgar comenzara a escucharse por la habitación. Dogday podía sentir como azotaban su vagina contra la pelvis de su novio, quien embestía hasta hacer los labios vaginales de su lindo perrito se volvieron rojizos por aquel brutal trato, sus caderas se mecían de forma sincronizada y cada vez que Catnap se alejaba se podía ver como una parte de su polla se veía, lleno de fluidos de las mieles de su novio que no podía contener sus gemidos.
—Vaya~♡... Doggy, Solo mírate, ahh~ estas completamente hecho un desastre ahora mismo~ ahh♡. —Se rio el felino mientras jadeaba y se lamia sus labios, al ver como su novio se encontraba debajo suyo residiendo muy bien su falo.
Dogday abría su boca y su lengua salía, al mismo tiempo que abría muy bien sus piernas para que Catnap entrara más y siguiera jodiendo su cerviz, la cual cada embestida llenaba la entrada de su útero con ese pre semen caliente. Sintiendo como abría sus paredes de forma placenteras y como palpitaba en su interior lo enloquecía, en especial con la forma que golpeaba su vagina terciopelada, tan lleno como podía sentirse solo Catnap podía calmar su cosquilleo de su vientre, la cual se intensificaba cuando sentía que iba a explotar de nuevo y esta vez más fuerte.
Porque de nuevo la sensación de desear orinarse lo volvía loco a ese punto, y no ayudaba en nada que Catnap bajara una de sus patas y con su dedo comenzara a estimular el clítoris del perrito. —¡OH POR DIOS, CATNAP~♡! —Grito extasiado el líder de los Smalling Critters.
Lo que provocó que al estar hipersensible se corriera con fuerza, terminando por tener un Squirting bastante fuerte y saliera disparado hasta empapar el estómago del felino, mientras su coño se apretó de forma tan deliciosa que las púas de Catnap añadieron un nuevo plus al placer de Dogday, porque este terminaba por salivar y en sus ojos podía notarse como se volvían blancos unos segundos, demostrando que se había perdido en el mismo nirvana de su propio placer.
Catnap no pudo evitar correrse un poco por lo apretado que se puso, que termino liberando su semen hasta manchar aquellas paredes esponjosas e introducir un poco más en la cerviz del perrito, por supuesto si no fuera porque Jane le aplicaba el anticonceptivo inyectado a Dogday, ya hace tiempo habrían tenido un problema con un embarazo no deseado.
El felino ya no le importo en ese punto enloquecer, porque de inmediato que recupero la compostura este tomo de los hombros a su novio que ya hacia feliz, con una sonrisa boba mientras se recuperaba de su propio orgasmo, pero este se sorprendió cuando Catnap lo volteo con fuerza, para hacer que quedara de su pecho contra la cama, pero lo que de verdad no se espero fue como el felino lunar tomo la cola del perrito solar, para levantar su cadera. Dejando ver una mejor escena de como el falo de Catnap solo estaba dentro de ese coño hasta la mitad, dejando ver ese enorme charco de fluidos debajo de ellos y como los muslos de Dogday estaban completamente mojados.
—Aún no hemos terminado Doggy, ya que ese coñito, aún necesita ser sometido. —Respondió de forma perversa aquel ser, la cual había sido poseído por una lujuria alta. Pues no podía dejar de ver como los labios vaginales de Dogday se estiraban alrededor de su pene, la cual ya hacia empapado de fluidos, por lo que no evito que un dedo bajara y pellizcara un labio vaginal, para luego estirarlo, dejando ver su interior y una mejor vista de cómo su pene estaba adentro de esa vagina jodida.
Del nombrado no pudo evitar soltar un gemido placentero de como Catnap jugaba con él, no podía evitarlo se había vuelto un pequeño masoquista. Su novio lo había jodido por varios meses sin descanso alguno, le provoco tantos espasmos placenteros que su cuerpo se había vuelto una zona erógena en su máximo esplendor.
Dogday no podía pensar sentía como su cuerpo se movía de forma brutal y errática, sus caderas chocaban contra el cuerpo de su novio, Catnap estaba hecho una fiera ansiosa por llenar la vagina del perrito, la cual se veía como era penetrada con rapidez y fuerza, estirándose de forma tan caliente que el con cada embestida se estremecía y su éxtasis aumentaba.
El rechinido de la cama se volvía cada vez más fuerte, era de esperarse cuando el felino enloquecido embestía como un loco contra la esponjosa feminidad del perrito que gemía como una puta, cada azote y cada empujón provocaban que Dogday se perdiera en la abruma de la locura de la lujuria, en especial cuando Catnap tomo una de las piernas de Dogday y con ello lo hizo voltearse hasta quedar de lado, para estirar su pierna para dejar ver muy bien ese bonito coño siendo abierto y follado por su pene espinoso.
—¡Aaaahh~♡!, ¡Catnap~!, ¡No pares, por favor~♡! —Dijo el perrito entre ruegos y llanto estaciono, solo observado de reojo como su novio lo cambiaba de posición, ayudándole a aferrarse a una de las almohadas, mientras observaba su propio vientre como se deformaba por como el falo del felino entraba y salía de forma desquiciada.
—No lo iba hacer, de todas formas~♡...—Contesto aquel felino pervertido sintiendo como de nuevo sus testículos comenzaban a palpitar, pues sentía como iba a explotar y necesitaba liberar todo ese esperma acumulado que requería con desesperación liberarlo a como diera lugar. —¡Aaah... mierda~! —Susurro en una maldición pues si seguía a ese ritmo terminaría por correrse bastante rápido.
Dogday solo apretaba los dientes y salivaba, al mismo tiempo que sus ojos lagrimeaban pues el delirio y su cuerpo tan sensible le provocaban increíbles sensaciones que volvería a tener otro orgasmo más fuerte que el anterior.
—Vamos Doggy, mueve más tu cadera... se una buena perrita~ y haz que me corra, después de todo para eso naciste ~♡. —Pronuncio de forma posesiva, al mismo tiempo con un poco de picardía y algo maliciosa, pues ver a su novio de esa forma tan humillante, comportándose como toda una perra que meneaba su cola tan obediente, al mismo tiempo que trataba de mover sus caderas que sujetaba para ayudar a embestirlo más. Todo eso es un delite visual para Catnap.
Esto por mucho es humillante y muy vergonzoso, pero para Dogday es un plus extra de placer, solo siguió con la orden de su increíble novio que le ayudaba a mover su cadera, para aumentar el placer de ambos, pues su cuerpo se unía al de Catnap en ese salvaje sexo tan sucio, haciendo que la miel y los fluidos del felino se mesclaran y mojaran las sábanas debajo de ellos. Fue entonces que Catnap comenzó a respiras y soltar poco a poco su gas rojo, en una cantidad mínima, significando que pronto se correría.
—¡Oooh~♡!, ¡Kitty~...! ¡Me voy a correr~♡! —Respondió Dogday tan ansioso mientras comenzaba a sonreír y volver a sacar su lengua y a comenzar a jadear, como una verdadera perra en celo, moviendo su colita con tanta rapidez que azotaba la cama con ella.
Pero antes de que Catnap pudiera responder, simplemente soltó la pierna de su novio para terminarlo de voltear hasta quedar en su posición favorita, en cuatro mientras ayudaba a levantar el culo de Dogday y someterlo al morderle la nuca de su lindo novio, hasta romper su piel y perforarlo con sus colmillos dejándole su marca, y aunque quisiera que todo el mundo supiera que es suyo, sabía que Dogday lo ocultaría por el bien de ambos. En especial cuando Elliot podía lastimarlo.
Aun así, no le importo porque simplemente volvió a embestirlo con brutalidad deliciosa, hasta literalmente atravesar el cérvix de su linda perrita, haciendo que la punta de su pene entrara a ese delicioso útero que a pesar que no podía ser fértil por los anticonceptivos, aun así, la sola idea de imaginar de inseminar a Dogday, hacia que Catnap se emocionaba de más que no pudo evitar por fin tener su propio orgasmo.
Liberando su esperma en chorros largos, manchando las paredes uterinas del adorable pussyboy quien no tardo también en tener su propio orgasmo, liberando su squirting en un disparo bañando las sábanas debajo de él, mientras sentía como su útero se inflaba llenándose del semen caliente del felino, sintiendo como ese pene palpitaba dentro de sí mismo. Tanto Catnap y Dogday se detuvieron unos segundos, mientras disfrutaban de sus respectivos orgasmos.
Pero para el felino aprovecho para moverse un poco con suaves embestidas, sin sacar casi nada de su pene, solo disfrutando de esas paredes esponjaras tanto estrechas, solo gozando que su semen se liberaba mientras el vientre de Dogday se hinchaba.
—Nada mal Dog~♡, haz mejorado bastante. —Dijo el felino jadeoso mientras miraba a su novio esta vez se dejaba caer en la cama, provocando que el pene de Catnap saliera de golpe, escuchándose en el proceso un sonido vulgar, al mismo tiempo que el semen de Catnap que aun salía de su pene, salió disparado manchando parte de la cara de Dogday, pecho y muslos. Mientras que ese coño que estaba lleno ahora salía ese esperma caliente, pues su pobre vagina se encontraba hinchada y rojiza por lo abusada que se encontraba.
EL nombrado escucho a su novio y a pesar de estar jadeoso, solo sonrió mientras miraba de rejo a Catnap. —Bueno, supongo que hacerlo muchas veces contigo, me hace un experto, Cat~♡. —Contesto un poco avergonzado, pero aun si no iba negar que lo disfruto muchísimo. —Realmente... disfruto romper las reglas contigo Kitty~. —Dijo Dogday con una sonrisa tierna y dulce mientras sus ojos mostraban su deliciosa malicia y lujuria.
El felino sonrió victorioso por la confirmación de su novio, elevaba su virilidad saber que como macho complacía muy bien a su pareja. —Joo sí que sabes cómo halagarme perrito. —Pronuncio Catnap, bajando hasta sentarse a lado de su solecito lindo, que solo termino acercándose y besar la frente del contrario, haciendo que Dogday sonriera y moviera su colita tan dulcemente.
—Jeje vamos, bésame en los labios gatito. —Pidió el sol mientras abrazaba el cuello del felino y ambos se besaron, fue tierno y lleno de amor, dejaron un poco la pasión de lado, aunque no duro mucho porque Dogday comenzó a meter la lengua, dándole la señal a Catnap de continuar.
Cosa que el felino entendió la indirecta, cuando se alejó de sus labios y comenzó a besar el cuello y hombros del perrito solar, hasta morder un poco. —Aaaah~, ¡Catnap! —Gimió de nuevo el líder de los Smalling.
—¿Listo para otra ronda perrito? —Pregunto el felino, mientras sonreía de forma provocadora lo que hizo que Dogday se calentara, ya que amaba tanto que su chico malo se volviera posesivo y malicioso.
—Por supuesto gatito~♡—Dijo Dogday con una sonrisa emocionada y extasiada, ya que su coño volvía a cosquillear por la sola idea de volver a ser llenado y ensuciado con una nueva carga de semen, a pesar que estaba escurriendo de ese esperma caliente.
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El felino se encontraba acostado mientras tenia a Dogday arriba de él, acorrucado en su pecho olisqueando su aroma lavanda combinada con la vainilla. Por supuesto el perrito estaba muy agotado, horas de hacer el amor es agotador al mismo tiempo, Dogday solo deseaba un descanso en especial su pobre vagina azotada chorreando semen puro.
Agradecía infinitivamente los anticonceptivos que Jane le administraba, por lo mismo no deseaba poder llevar un embarazo, no podría soportar saber que tendría un cachorro en esa fábrica infernal.
Catnap estaba feliz en esos momentos, ronroneando como un gatito mimado disfrutando como Dogday le daba suaves lamidas en su mejilla, como una muestra de afecto y amor que tenía.
—Mmmm Kitty... no siento mis piernas. —Se quejo el perrito divertido, pero al mismo tiempo satisfecho.
—Eso no me decías hace rato Doggy. —Se rio el felino bromeando un poco con su novio que le dio un suave golpe en su pecho de broma.
—Joo... ni me recuerdes Cat. —Dijo el perrito avergonzado pues aún recordaba todas esas palabras vulgares y sucias que le dijo a su novio, sus mejillas tomaron un color carmesí, lo que provocó que Dogday se cubriera su carita con sus manos. Realmente estaba muy feliz a pesar de todo, las cosas en su vida y en su entorno mejoraron considerablemente.
En especial porque ahora podía estar con Catnap en una relación, sin presiones de que Elliot se enteró más cuando ya ni siquiera se hablaban o se topaban, algo que le hacía muy feliz al canino solar.
Pero a pesar que Catnap podía ser muy terco a veces o un pervertido, realmente no le importaba ya que de verdad disfrutaba estar con él. Asique Dogday se dejó llevar por la comodidad y sentirse a gusto, acorrucándose a su lado al mismo tiempo que estiraba una de sus manos para acariciar el pecho incluyendo el pelaje de su novio, realmente Catnap lo hacía sentir muy bien hasta en eso lo íntimo.
Lo hace tan bien...
Fue entonces que por unos segundos la calma de Dogday se esfumo, porque ese pensamiento se quedó en su cabeza como un taladro, queriendo destruir su calma. El perrito se quedó pensando unos segundos y se hizo una pregunta, que hizo que su corazón latiera con fuerza de forma dolorosa, porque sus pensamientos intrusivos comenzaron a taladrar su cabeza, queriendo hacer añicos su ilusión con su novio.
Catnap, realmente lo ha hecho muy bien... demasiado bien. A diferencia de mí que hace poco fui virgen.
Dogday ya no quería pensar, quería detenerlos antes de que comenzara a preguntarse y arruinara toda esa tranquilidad, porque significaba que no podía dejarlo pasar.
¡Deténganse!
Se regaño a si mismo mentalmente, queriendo detenerlos mientras su pecho dolía cada vez más y comenzaba a desconectarse de su propia realidad, comenzaba a sentir su cuerpo entumido y el suave pelaje que Catnap poseía bajo sus dedos, dejo de sentirlo.
¿Por qué Catnap es tan bueno?
Por fin la primera pregunta comenzó a salir y fue entonces que Dogday se hundió en sus propios pensamientos, perdiéndose en una marea de inseguridades y dudas que le golpearon como un torrente incontrolable. Su mano, que hasta hace unos segundos acariciaba el pecho de Catnap con ternura, quedó inmóvil, temblando apenas mientras su mirada se fijaba en un punto vacío de la habitación. La voz interna, ese susurro cruel que siempre intentaba callar, ahora gritaba con fuerza, enfrentándolo con verdades que no quería escuchar.
¿Con quién más ha estado Catnap?
La pregunta se clavó en su mente como una daga. Un peso se acumulaba en su pecho, haciéndolo sentir pequeño, insignificante. La mera idea de que Catnap pudiera haber compartido momentos así con otros antes de él le hacía hervir la sangre y al mismo tiempo le rompía el corazón.
¿Quiénes fueron?
¿Cómo eran?
¿Eran mejores que yo?
¿Lo hicieron más feliz de lo que yo podría hacerlo?
Fue entonces que un torbellino de preguntas comenzó a rondar su cabeza, sus pensamientos intrusivos hicieron que el perrito, se agitara y su respiración se descontrolara un poco. Se odiaba por sentir celos de algo que no podía cambiar, pero no podía evitarlo. Esa incertidumbre lo devoraba vivo.
Claro que no soy especial.
El pensamiento surgió de golpe, cruel y definitivo.
No soy único, solo soy uno más en su lista.
Su cola, que normalmente se movía animada cuando estaba junto a Catnap, ahora permanecía inmóvil, caída entre sus piernas. Lo peor no era pensar que otros lo habían tocado antes que él, sino imaginar a Catnap disfrutando con ellos, diciendo cosas similares, haciéndolos sentir lo que ahora él sentía.
¿Tan bien lo hizo con nuestros amigos?
¿Bobby, Hoppy, Piggy, Bubba?
Intentó convencerse de que esas ideas no importaban.
Él me eligió, ¿no? Estoy aquí, a su lado. ¿Qué importa el pasado?
Pero su mente traicionera no quería dejarlo ir. Las imágenes de un Catnap rodeado de otros amantes ficticios se formaban con brutal claridad, y Dogday sentía cómo su garganta se cerraba, como si cada pensamiento fuera una cadena más alrededor de su cuello, ni siquiera se dio cuenta cuando comenzó a llorar en silencio y su cuerpo se tensaba, al punto que Catnap se estaba dando cuenta de que algo estaba mal, por la forma en la que Dogday reaccionaba en su acción.
—¿Doggy? —La voz de Catnap rompió el silencio, un tono de curiosidad que lo devolvió a la realidad. Dogday parpadeó rápidamente, intentando borrar las lágrimas nuevas que amenazaban con brotar.
—¿H-Hm? —respondió, su voz temblorosa mientras apartaba la mano de su pecho. No quería que Catnap lo notara, no quería parecer débil ni inseguro. Pero Catnap, siempre atento, inclinó la cabeza, observándolo con esa mezcla de curiosidad y dominio que siempre lo definía, en especial preocupación al ver como reaccionaba su novio.
—¿Qué te pasa, Doggy? —preguntó con suavidad, aunque en su tono había un dejo de angustia, como si exigiera una respuesta honesta. Dogday se estremeció, incapaz de sostener su mirada, y se llevó las manos al rostro, cubriéndose como si pudiera esconderse de la intensidad del felino.
—Nada... no es nada... —susurró, pero su voz lo traicionó, cuando un nudo en su garganta se presentó. Catnap alzó una ceja, claramente no creyéndole, y tomó suavemente su barbilla, obligándolo a mirarlo.
—No me vengas con eso, Doggy. Conozco cada centímetro de ti, sé que algo te molesta. Dímelo. —Su tono era firme, pero no cruel, realmente estaba preocupado, tanto que termino por sentarse y poder averiguar lo que le pasaba a su lindo perrito solar.
¿Acaso hizo algo mal?
Ese pensamiento hizo que Catnap se asustara, porque jamás podría imaginarse lastimar terriblemente a su mejor amigo-novio. Aun así, Dogday sentía que, si hablaba, el dolor que guardaba se convertiría en algo insoportable.
—Es que... —empezó, pero las palabras no salían. Su cola tembló débilmente, sus orejas bajadas delataban su miseria. Finalmente, dejó escapar un suspiro roto, incapaz de contener más el peso en su pecho. —Es solo que... yo no soy el primero, ¿verdad?
Catnap parpadeó, sorprendido por la confesión, pero no interrumpió. Dogday sintió que el silencio lo asfixiaba, pero necesitaba seguir, aunque le doliera.
—Eres tan bueno... tan perfecto en esto, y yo... yo apenas estoy aprendiendo. Es obvio que has estado con otros antes que yo. —Las palabras salieron atropelladas, teñidas de vergüenza y tristeza. —Y pensar en eso... en quiénes fueron, en cómo pudieron haberte hecho sentir... me rompe, Catnap. Me siento... insignificante.
Por un momento, la habitación quedó en silencio. Dogday evitaba mirar a su novio, temiendo la reacción del felino. Su corazón latía con fuerza, esperando una palabra, un gesto, cualquier cosa que rompiera el vacío que sentía en ese instante.
Por favor, dime que me equivoco. Dime que soy el único que realmente importa.
Pero cuando Catnap finalmente habló, lo hizo con esa mezcla de seguridad y posesividad que siempre lo definía.
Catnap por su parte supo que tarde o temprano tendría esa charla con Dogday y no lo culpaba, si estuviera en su lugar también quisiera saber el historial de su pareja para ver con lo que se topaba, pero realmente para Catnap no era nada agradable de decir, ya que ese maldito historial lo hacía sentir un poco miserable. Así que no tuvo de otra más que decirle la verdad a Dogday.
Después de todo no quería mentirle ni ocultarle nada en absoluto, no a su mejor amigo.
—Doggy... —susurró, inclinándose para que su frente tocara la del perrito. Su voz era suave, pero cargada de una intensidad que lo hizo temblar. —Sí, he tenido un pasado, no voy a mentirte. Créeme... cuando inicie fue realmente horrible y temo decir que traumático...
Dogday se quedó en shock con esas palabras y temió lo peor, por lo que se destapo su linda carita sonrojada y sus ojos rojitos por sus lágrimas, al mismo tiempo se veía asustado por saber lo que le había pasado a su gatito.
—Gatito... ¿Qué paso realmente? —Pregunto esta vez un poco más fuerte Doggy buscando las respuestas tan temidas, pero sea lo que sea él lo afrontaría a lado de Catnap.
—Fui de esos juguetes que fueron violados por los trabajadores. —Respondió finalmente dejando ver como sus ojos se quedaban sin brillo y una oscuridad gobernaba los gobernaba totalmente.
—Cat...—Dogday murmuro para llamarlo incrédulo y su corazón se rompió, porque temió lo peor y no pudo evitar llorar, al saber que su mejor amigo había sufrido algo horrible y el jamás lo supo. Comenzando a sentir una culpa terrible que lo domino, haciendo que no parara de respirar con dificultad por sus lágrimas y mocos que caían ante esa verdad tan atroz.
¿Cuántas cosas he ignorado?
¿Cuántas veces mis amigos han sufrido en silencio?
¿Por qué nunca pude verlo a tiempo?
¿Por qué siempre me entero al último?
¡Debí proteger a Catnap!
¡NO SOY UN LIDER!, ¡SOY UNA BASURA!
Dogday se llevó ambas manos al rostro, como si con ese gesto pudiera contener las lágrimas que brotaban sin control. Su cuerpo temblaba, y un sollozo desgarrador escapó de sus labios mientras Catnap lo observaba con preocupación. Cada palabra que había dicho el felino resonaba en su cabeza como un eco cruel y ensordecedor. No podía dejar de imaginar el sufrimiento por el que su novio había pasado y, peor aún, cómo nunca había sido capaz de notar nada.
—¡Lo siento, lo siento tanto, Cat! —gritó entre sollozos, su voz quebrándose a cada instante. Sus ojos rojizos y llenos de dolor se clavaron en los de Catnap, suplicantes, llenos de culpa. —¡Debí haberlo sabido! ¡Debí protegerte! ¡Pero soy un inútil! ¡No soy un líder, soy una basura que ni siquiera se da cuenta de lo que sufren sus amigos!, ¡Soy un mal amigo! —Las palabras salían atropelladas, entrecortadas por su llanto.
Catnap, aunque acostumbrado a guardar sus emociones tras una máscara de sarcasmo y despreocupación, no pudo evitar sentirse profundamente conmovido por la reacción de Dogday. Lentamente, extendió una pata y colocó una mano en el hombro del perrito solar, tratando de calmarlo, realmente jamás podría culparlo.
—Doggy... no es tu culpa. —Su voz era suave, pero firme, buscando disipar la tormenta que azotaba al canino. —Esto no tiene nada que ver con lo que tú pudiste o no hacer. Todo eso pasó antes de que tú siquiera pudieras estar allí para hacer algo. Y no te culpo. Jamás lo haría.
Pero Dogday negó con la cabeza violentamente, sus lágrimas continuaban cayendo mientras apretaba los dientes, tratando de contener el nudo en su garganta.
—¡No lo entiendes, Cat! —sollozó, aferrándose al pecho del felino como si temiera que desapareciera en cualquier momento. —Siempre he pensado que soy un líder, alguien en quien los demás pueden confiar, alguien que puede protegerlos... ¡pero no pude protegerte a ti, ni siquiera me di cuenta de lo que habías pasado! Y pensar que has cargado con eso todo este tiempo... —Su voz se quebró de nuevo, sus palabras terminando en un débil murmullo lleno de autodesprecio. —¿Qué clase de líder soy si no puedo proteger a quienes amo?
Catnap suspiró y lo rodeó con sus brazos, apretándolo contra sí mismo en un abrazo cálido y protector. Sabía que Dogday necesitaba consuelo más que palabras en ese momento, pero también entendía que no podía dejar que siguiera hundiéndose en su culpa.
—Eres el mejor líder que he conocido, Doggy. —Susurró cerca de su oído, su tono lleno de sinceridad. —Y sí, he sufrido, pero tú has sido la razón por la que he podido seguir adelante. Tú eres quien me ha dado un motivo para no rendirme, quien me ha mostrado que aún puedo confiar, que aún puedo amar. No te atrevas a pensar que no eres suficiente para mí, porque no podría pedir nada más que lo que tú ya eres. —Hizo una pausa, inclinando su frente contra la del perrito. —Tú me salvaste de maneras que ni siquiera puedes imaginar.
Dogday se aferró más a Catnap, sus lágrimas mojando el suave pelaje del felino. Aunque las palabras de su novio le aliviaban un poco, la culpa seguía pesando en su corazón. Sin embargo, en ese abrazo, encontró un pequeño refugio, un lugar donde su dolor y su culpa podían coexistir con el amor que sentía por Catnap.
—Catnap...—Murmuro su nombre mientras se acorrucaba en el pecho de su novio. — ¿Fueron esas horribles científicas verdad? —Pregunto el perrito, pues recordaba aquellas científicas las seguidoras de Harley que Catnap, algunas veces le comentaba lo horribles que eran con los juguetes.
—Si...—Contesto finalmente el felino, ya que la cruda verdad ellas comenzaron a violar a Catnap, cuando este comenzó a alcanzar su edad fértil, pero a pesar de eso para el felino no pudo evitar explorar más haya de esa horrible experiencia, pero obviamente no con ellas.
—¿Solo fueron con ellas? —Dogday aun necesitaba saber, pero a pesar de todo, no dejaba de abrazar y acariciar la espalda de su novio, como un consuelo y apoyo.
—No, hubo más... pero no con humanos... si no con juguetes y esta vez fue con consentimiento. —Explico, siendo difícil para él hablar de ese pasado.
Ya que como el recordaba cuando alcanzo su edad fértil y hormonal, no pudo evitar sentir curiosidad, a pesar de su horrible experiencia no se dejó llevar por eso y comenzó a explorar con otros juguetes, empezando con algunas hembras del culto donde estaba, aunque claro eso fue en secreto ya que ese es el trato, luego con algunos machos, hasta que mejor decidido dejarlo cuando comenzó a sentir sentimientos fuertes por su mejor amigo. No iba a negar que esos momentos disfruto sus encuentros, pero ahora no se comparaba nada con estar con su lindo Dogday.
—Pero escucha esto, y grábalo bien en tu cabecita: ninguno de ellos importa. Ninguno de ellos se quedó en mi vida como tú lo has hecho. Ninguno pudo tocar mi corazón como lo haces tú. —Catnap bajó la voz, casi en un ronroneo, mientras sus dedos acariciaban la mejilla del perrito.
—Tú eres mi sol, Dogday. Eres el único que quiero, el único que me hace sentir vivo. Así que deja de compararte con fantasmas. No son nada. Tú lo eres todo.
Dogday sintió que su pecho se apretaba, pero esta vez no de tristeza, sino de algo cálido y reconfortante, pero aun así se sentía triste por lo que le hicieron a su bestia. Las lágrimas que brotaron de sus ojos no eran de dolor, sino de alivio. Se aferró a Catnap, hundiendo su rostro en su cuello, mientras su cola comenzaba a moverse lentamente, como si un peso hubiera sido levantado de su alma.
—Cat... —susurró, con un tono roto pero agradecido. Catnap simplemente lo abrazó más fuerte, asegurándose de que Dogday sintiera cada palabra que había dicho. —Realmente lamento tanto lo que te hicieron y por lo que pasaste, pero a pesar que quedo en el paso, quiero que sepas que seguiré apoyándote y buscar cuidarte, como tú lo haces conmigo... y bueno con tus ex amantes...
—Solo quiero saber una última cosa. —Pregunto el perrito esta vez separándose. Pues sabia ahora más en claro las emociones que tenía Catnap hacia él y eso lo aliviaba muchísimo.
—¿Te acostaste con algún Smalling Critters? —Dogday fue directo, realmente quería saber antes de dejar ese tema una vez por todas.
Catnap suspiró profundamente al escuchar la pregunta, sus orejas moviéndose ligeramente hacia atrás. No esperaba que Dogday sacara a relucir eso, pero entendía su necesidad de saber. Había aprendido que la honestidad era fundamental entre ellos, especialmente ahora que Dogday había abierto su corazón de esa manera tan vulnerable. Aunque no era un tema que quisiera discutir, decidió enfrentar la pregunta con la misma franqueza que había demostrado hasta ahora.
—Sí. —Respondió con voz baja, pero firme. Mantuvo su mirada fija en los ojos rojizos de Dogday, mostrando que no tenía intención de ocultarle nada. —Me acosté con Bobby.
Dogday sintió como si el mundo se desmoronara bajo sus patas cuando escuchó ese nombre salir de los labios de Catnap. Bobby. Su Bobby. Su mejor amiga, su hermana mayor en espíritu. Una figura inquebrantable en su vida, alguien que había sido un pilar de apoyo desde que tenía memoria. Su pecho se apretó con fuerza, y por un momento olvidó cómo respirar.
—¿Bobby? —repitió en un susurro, su voz temblorosa y rota. Fue como si el aire en la habitación se volviera insoportablemente denso, sofocante. Retrocedió un poco, separándose de Catnap como si de alguna forma la distancia pudiera protegerlo del dolor que sentía en ese momento. Su mirada cayó al suelo, incapaz de sostener la del felino, y su mente comenzó a llenarse de imágenes contradictorias: Bobby riendo con él, Bobby cuidándolo como una hermana mayor, Bobby... con Catnap. La idea lo asfixiaba.
Su cola, normalmente viva y expresiva, estaba inmóvil, caída como si reflejara el peso que ahora cargaba su alma. Las lágrimas que se acumulaban en sus ojos comenzaron a rodar por sus mejillas sin control. No podía detenerlas, ni tampoco los pensamientos que lo acosaban. Pero tampoco iba a enojarse en absoluto, porque eso fue antes de que ellos iniciaran con algo.
Pero aun así no podía evitar sentirse adolorido, pues ahora no sabía que sentir con respecto a esos dos. Se sentía muy raro y al mismo tiempo molesto.
—Así que con Bobby...—Volvió a repetir, mientras se abrazaba a si mismo queriendo pensar con claridad, no iba a gritar ni reclamarle, no tenía derecho. Pero también se sentía enojado no por Catnap ni siquiera con Bobby, si no con Elliot.
¡TE MALDIGO ELLIOT LUDWIG!
Dogday maldijo a Elliot, ya que por su culpa él mismo perdió muchas libertades, sus amigos habían explorado tantas cosas desde mucho antes, mientras él vivía en una prisión mental y jamás pudo explorar su sexualidad, tan abiertamente como Catnap o Bobby, pero también estaba envidioso y enojado con Catnap por vivir algo así sin decirle nada y sobre todo porque se acostó con su amiga en común, todo era tan contradictorio a sus ojos y al mismo tiempo todo le daba vueltas que pensaba que explotaría.
Catnap observó a Dogday en silencio, permitiéndole procesar lo que acababa de escuchar. Conocía esa mirada, esa mezcla de dolor, confusión y algo más que no podía identificar del todo. Sabía que Dogday no era alguien que reaccionara con ira o gritos, pero la tensión en su cuerpo, la forma en que se abrazaba a sí mismo, era suficiente para hacer que Catnap sintiera una punzada de culpa atravesar su pecho.
El silencio en la habitación era sofocante, y las palabras de Dogday, cargadas de un tono amargo y resignado, lo perforaron como cuchillos.
—Así que con Bobby... —repitió Dogday en un murmullo, casi para sí mismo, como si estuviera tratando de asimilarlo, de darle sentido a algo que parecía no tenerlo. Sus orejas caían hacia los lados, y su mirada permanecía clavada en la cama, como si fuera demasiado doloroso levantarla.
Catnap dio se acercó hacia él, con cautela, como si estuviera acercándose a un animal herido. Pero antes de que pudiera decir algo, Dogday habló de nuevo, su voz más firme esta vez, aunque aún cargada de ese dolor que lo hacía estremecer.
—No estoy enojado contigo... ni siquiera con Bobby. —Hizo una pausa, respirando profundamente como si intentara contener las lágrimas que seguían amenazando con caer. —Estoy enojado con él. Con Elliot Ludwig y todo lo que nos hizo.
Catnap inclinó ligeramente la cabeza, sus orejas alzándose ante la mención del nombre que tanto despreciaban. Podía ver cómo Dogday luchaba por mantener la compostura, cómo la ira y la tristeza se mezclaban en su interior, creando un torbellino emocional que parecía imposible de contener.
Las patas del can patas se cerraron en puños, y de repente, el peso de los años encerrado en Placare, los recuerdos de sus libertades robadas, y las imágenes de Catnap con Bobby lo golpearon de lleno. Su voz se quebró cuando murmuró, con una mezcla de frustración y amargura:
—Al menos tú... tuviste la oportunidad de ser libre, ¿no? De explorar lo que querías, de decidir con quién... —Se detuvo, su garganta apretada. Una lágrima rodó por su mejilla mientras apretaba los dientes. —¿Sabes cuántas veces soñé con eso, Cat? ¿Cuántas veces desee... tener un poco de tu libertad? Tú, Bobby... incluso los demás. Todos vivieron mientras yo estaba atrapado, obedeciendo órdenes, creyendo que ser un "buen chico" era suficiente.
Catnap abrió la boca para responder, pero Dogday levantó una pata, pidiéndole silencio. Necesitaba terminar antes de colapsar.
—No es que esté molesto contigo o con Bobby. Es... es conmigo mismo. —Soltó un pequeño sollozo, sacudiendo la cabeza. —Porque fui un cobarde. Dejé que Elliot Ludwig me arrebatara todo: mi libertad, mi derecho a decidir, mi oportunidad de... de amar. ¡Te maldigo, Elliot! —Gritó al aire, sus palabras llenas de una rabia acumulada durante años. —¡Te maldigo por convertirnos en esto, por jugar con nuestras vidas como si fuéramos tus marionetas!
Catnap lo miraba con una mezcla de compasión y culpa. Quería abrazarlo, calmarlo, pero sabía que Dogday necesitaba espacio para desahogarse.
—No es justo, Cat. —Dogday continuó, con la voz más baja, rota. —Tú viviste, tú exploraste, tú fuiste libre... mientras yo me quedé en la oscuridad. ¿Sabes lo que es sentir que llegas tarde a todo? Que nunca serás suficiente porque todos ya tienen historias, recuerdos, experiencias... y tú solo tienes una jaula y cicatrices que no querías tener. Y ahora... ahora siento que me he quedado atrás. Que mientras todos ustedes vivieron, yo solo... existí.
—Doggy... lo siento. —Su voz era suave, apenas un susurro, pero cargada de sinceridad. —Siento que te sientas así. Siento que Elliot nos haya robado tanto... y siento que mi pasado, algo que no debería importar ahora, te esté haciendo daño.
—No quería saberlo... pero al mismo tiempo sí. —Confesó Dogday. —Quería saber porque quiero entenderte, Cat. Porque te amo. Pero no puedo evitar sentirme como un extraño en mi propia vida.
Catnap suspiró profundamente, su expresión suavizándose mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas. Finalmente habló, su voz baja y cargada de sinceridad:
—Doggy... sé que te duele, y tienes razón en sentirte así. Pero quiero que sepas algo. Sí, hice cosas, tomé decisiones... exploré esa "libertad" que mencionas. Pero no siempre fue buena. Muchas veces me sentí perdido, solo... incluso cuando estaba con Bobby o con quien fuera. Lo que hice nunca llenó el vacío que sentía.
Catnap se inclinó hacia él, su mirada fija en los ojos llorosos de Dogday. El perrito no se apartó esta vez. En cambio, dejó que Catnap lo abrazara, su cuerpo temblando ligeramente mientras las lágrimas comenzaban a caer de nuevo.
—Lo único que realmente me ha dado paz... eres tú. No te imaginas cuánto te envidié cuando te conocí, ¿sabes? Tú, con tu luz, con esa manera de ver el mundo como si todavía hubiera algo bueno en él. Nunca he tenido eso. —Catnap río con amargura, aunque sus ojos estaban llenos de afecto. —Y sí, tal vez tu pasado no te dio las mismas oportunidades, pero... al menos Elliot hizo algo bien. Porque gracias a él, tú eres mío. Tú eres mi Doggy, mi único solecito.
Dogday lo miró, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar. Pero antes de que pudiera responder, Catnap dejó escapar un gruñido bajo, sus orejas moviéndose hacia atrás.
—Aunque hay algo que debo decirte. —Catnap frunció ligeramente el ceño, su tono cambiando a uno más serio. —Al menos estoy agradecido con Elliot... porque por él, no fuiste el primero de nadie. Ese honor... me pertenece a mí. Fui el primero en verte por quien realmente eres. Fui el primero en amarte, en pasar tu celo. Y quiero ser el primero y el único que te haga sentir como mereces. —Su voz se volvió más baja, casi un ronroneo posesivo. —Y eso, Doggy... nadie, ni Bobby, ni nadie más, puede quitármelo.
Dogday parpadeó, sorprendido por las palabras de Catnap. Sintió un leve calor en su pecho, una chispa de algo que no había sentido antes: seguridad, pertenencia. Así que el perrito teniendo suficiente con eso, solo sonrió y cayo de nuevo en los encantos de su novio, dejándose caer contra su cuerpo, ambos volviéndose acostar. Fue una plática realmente intensa y fuerte, emocionalmente ambos estaban agotados, pero al mismo tiempo liberados.
—Bueno, supongo que mañana será otro día solo para nosotros, ¿No es así, mi lindo novio posesivo? —Pregunto dulcemente el cachorro al mismo tiempo que volvía acorrucar su cabeza en el pecho del felino. Por fin cerrando el tema de lado, pues ¿Qué más podían discutir?
—Esperemos que así sea perrito, pero ahora no hay que preocuparnos. Solo somos tú y yo, y nadie más. —Dijo el felino al mismo tiempo que se volteaba para poder acomodarse de cucharita con Dogday, que solo asintió mientras bostezaba.
—Si tienes razón Kitty~... descansa, te amo Catnap y gracias. —Murmuro el perrito solar, mientras cerraba sus ojos y se dejaba llevar por sus sueños. El felino lunar lo imito al rodearlo con sus brazos y cola en un abrazo posesivo, queriendo jamás separarse de su sol.
—Yo también te amo Dogday. —Susurro permitiendo que su corazón saliera entre sus palabras, dejando en claro que no podía evitar amar a su amigo/novio con locura, por fin aclarando lo que su corazón deseaba expresar.
Ambos sol y luna durmieron pacíficamente esa noche permitiéndose descansar en su nido de amor.