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Momentos valiosos

Chapter 8: Lo que siento por ti

Summary:

Recapitulando

En el hospital Soundwave se puso violento
Murió Solus prime
D-16 se quedó sin brazo
El equipo investigará el desastre.
¿Que pasará ahora?
Sigan viendo.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Hace mucho tiempo

 

Kaon se desmorona. Los edificios colapsan como castillos de arena, las calles se tiñen de fuego y el aire se llena de gritos, chispas y polvo. La desesperación se siente en cada rincón, en cada chispa de vida que se apaga bajo los escombros.

Elita-1 corre, esquivando restos de estructuras que caen a su alrededor. Su sistema de alerta grita en su mente, pero sus movimientos son torpes, impulsados más por el instinto que por la razón. Un estruendo a sus espaldas la obliga a girarse justo a tiempo para ver una enorme columna de metal desplomándose sobre ella.

No hay tiempo para escapar.

Un grito ahogado escapa de su boca cuando siente que algo la jala con fuerza, arrastrándola lejos del peligro. Un impacto sordo sacude el suelo cuando la columna cae con violencia a pocos metros de ellos, levantando una nube de polvo y chispas que oscurecen el panorama.

Elita tiembla. Su respiración es errática, su pulso se dispara. Su rostro queda presionado contra un pecho firme y metálico, el eco de una chispa poderosa latiendo contra ella.

Alza la vista con miedo… y entonces lo ve.

Un par de ópticos azules la observan con calma, irradiando una calidez inesperada en medio del caos. Son amables, protectores, una promesa silenciosa de que todo estará bien.

—Te sacaré de aquí… —murmura él, su voz profunda pero serena, como un ancla en la tormenta.

Elita apenas puede hablar, su voz quebrada por el terror y el alivio.

—G-gracias…

Él sonríe, un gesto leve pero sincero, un destello de luz en la oscuridad.

—De nada, señorita.

Y sin soltar su mano, la guía entre las ruinas, sin importarle que el mundo a su alrededor siga desmoronándose.

 

Época actual

 

El agua fría corría por las manos de Elita-1 mientras se miraba en el espejo del baño. Con movimientos precisos, retocaba el delineado de sus ojos, trazando líneas elegantes que resaltaban su mirada. Cada trazo era meticuloso, como si estuviera preparándose para algo más que una simple reunión con amigos. 

—¿Terminaste de arreglarte? —preguntó Orion Pax desde el otro lado de la puerta, su voz impaciente pero cariñosa.

—Aún no —respondió Elita sin apartar la vista del espejo, concentrada en aplicar una última capa de pintura en sus labios.

—Pero debemos llegar temprano. Los demás nos van a reclamar —insistió Orion, golpeando suavemente la puerta con los nudillos.

—Falta media hora, y además, debo verme hermosa —replicó ella, con un tono que dejaba claro que no estaba dispuesta a apresurarse.

—¿Hermosa para quién? 

La pregunta hizo que Elita se detuviera en seco, y el silencio llenó la habitación. Con un movimiento brusco, abrió la puerta del baño y lo encaró, cruzando los brazos sobre su pecho.

—¿Para quién más? —preguntó, levantando una ceja incrédula y frustrada.

Orion miró al vacío, tratando de encontrar una respuesta que no lo metiera en más problemas. Finalmente, sonrió nervioso y murmuró: —No sé.

—¡Para ti! —exclamó Elita, golpeando suavemente el pecho de Orion con el puño cerrado—. ¿Aún no te acuerdas de lo que hiciste? ¡Esa foto!

Orion parpadeó, confundido por un momento, hasta que su mente conectó los puntos. —Oh… eso —dijo, rascándose la parte trasera de su cabeza con incomodidad—. Elita, yo… lo siento. Fue un error.

—Un error —repitió ella—. ¿Un error? ¡Bailaste con esa fembot como si no hubiera un mañana, y luego apareces en todas las redes sociales con ella pegada a ti! ¿Eso es un error?

—¡No fue así! —protestó Orion, levantando las manos en señal de defensa—. Estaba borracho, no sabía lo que hacía. Además, tú sabes que no siento nada por nadie más que por ti.

—¿Y eso lo justifica? —preguntó Elita, avanzando hacia él con paso firme—. ¿Crees que porque estabas borracho puedo olvidar lo que hiciste?

Orion retrocedió un paso, sintiendo cómo la tensión en la habitación aumentaba. —No, no es eso. Solo… no quiero que esto arruine lo nuestro.

—¿Lo nuestro? —soltó una risa amarga—. ¿De qué "lo nuestro" hablas si no puedes ni recordar por qué me estoy arreglando?

—¡Porque quieres verte hermosa! —exclamó Orion, exasperado—. ¡Y lo eres, siempre lo has sido! No necesitas pintura ni nada para impresionarme.

Elita lo miró fijamente, sus ópticos brillando con una mezcla de ira y tristeza. —No se trata de impresionarte, Orion. Se trata de sentirme bien conmigo misma después de todo el ridículo que pasé por tu culpa.

—¡Ya te dije que lo siento! —gritó Orion, perdiendo la paciencia—. ¿Qué más quieres que haga? ¿Que me arrodille y te ruegue perdón?

—¡Tal vez sí! —replicó, empujándolo con fuerza—. ¡Tal vez necesito ver que te importa de verdad, no solo escuchar palabras vacías!

Orion tropezó contra la pared, pero rápidamente se recuperó y avanzó hacia ella. —¿De verdad crees que no me importas? —preguntó, su voz temblando de emoción—. ¿Después de todo lo que hemos pasado juntos?

—¡No lo sé, Orion! —gritó Elita, lanzando un golpe que él esquivó por poco—. ¡Porque últimamente parece que te importan más otras cosas!

—¡Eso no es cierto! —rugió Orion, agarrándola de los brazos para evitar otro golpe—. ¡Tú eres lo más importante para mí!

Elita forcejeó, tratando de liberarse, pero Orion la sostuvo con firmeza. —¡Suéltame! —exigió, pero su voz ya no sonaba tan enojada.

—No —respondió Orion, mirándola directamente a los ojos—. No te soltaré hasta que entiendas que lo siento, que te amo y que no quiero perderte.

Elita lo miró, respirando agitadamente. Por un momento, pareció que iba a seguir luchando, pero entonces sus ópticos se suavizaron. —Orion… —susurró, su voz quebrada.

Sin decir una palabra más, Orion la atrajo hacia él y la besó apasionadamente. Elita se resistió por un instante, pero pronto cedió, respondiendo al beso con la misma intensidad. Las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras se aferraban el uno al otro, como si el mundo entero hubiera desaparecido a su alrededor.

Cuando finalmente se separaron, ambos estaban sin aliento. Orion apoyó su frente contra la de Elita y murmuró: —Lo siento. De verdad.

Elita asintió lentamente, sus manos aún aferradas a su pecho. —Yo también lo siento. No debería haber dudado de ti.

Orion sonrió débilmente y la abrazó con fuerza. —Te prometo que no volverá a pasar.

Elita cerró los ojos y se dejó abrazar, sintiendo que, por primera vez en días, todo volvía a estar bien.

Orion miró a Elita con una mezcla de alivio y deseo, mientras ella lo observaba con una sonrisa tímida pero llena de complicidad.

—Orion… —susurró Elita, sus manos aún aferradas a su pecho—. Tal vez deberíamos… quedarnos en casa hoy.

Orion arqueó una ceja, jugueteando con la idea. —¿Y qué les diremos a los demás? —preguntó, aunque su tono dejaba claro que ya estaba considerando la posibilidad.

—Que nos quedamos a… arreglar algunas cosas —respondió Elita, con una mirada que dejaba poco espacio para la interpretación.

Orion no pudo evitar sonreír. —Creo que es una excelente idea.

Sin perder más tiempo, Orion la tomó de la mano y la guio hacia su habitación. El camino fue corto, pero cada paso estaba cargado de anticipación. Al llegar, cerraron la puerta detrás de ellos, y el mundo exterior pareció desaparecer.

Elita se acercó a Orion, deslizando sus manos por su pecho mientras lo miraba con una intensidad que lo dejó sin aliento. —¿Sabes cuánto tiempo llevo esperando esto? —preguntó en voz baja, su tono lleno de promesas.

—Demasiado —respondió Orion, acariciando suavemente su rostro—. Y no voy a dejarte esperar ni un segundo más.

Con movimientos lentos pero seguros, Orion comenzó a quitarse las piezas de su armadura, dejando al descubierto su chasis brillante. Elita lo imitó, desprendiendo cada pieza con una elegancia que dejó a Orion maravillado. Cuando finalmente estuvieron frente a frente, sin barreras entre ellos, el aire en la habitación pareció electrizarse.

Orion la tomó en sus brazos y la llevó suavemente a la cama, donde se recostaron juntos, explorando cada centímetro del otro como si fuera la primera vez. Sus manos se entrelazaron, sus sistemas se sincronizaron, y por un momento, todo lo demás dejó de importar.

—Te amo, Elita —susurró Orion, mientras la abrazaba con fuerza.

—Y yo te amo, Orion —respondió ella, acurrucándose contra su pecho—. Siempre.

 

Y al día siguiente…

 

Al despertar, el sol de Cybertron iluminaba suavemente la habitación. Orion y Elita estaban entrelazados, sus sistemas en perfecta armonía después de una noche de pasión y reconciliación. Elita despertó primero, mirando a Orion con una sonrisa tranquila.

—Buenos días —susurró, acariciando suavemente su rostro.

Orion abrió los ojos y la miró con una sonrisa soñolienta. —Buenos días, amor. ¿Cómo dormiste?

—Como nunca antes —respondió Elita, apoyando su cabeza en su hombro—. Aunque creo que los demás nos van a reclamar por no aparecer ayer.

Orion soltó una risa suave. —Les diremos que estábamos… ocupados.

Elita lo miró con una sonrisa traviesa. —No estarán contentos, pero creo que valió la pena.

—Totalmente —asintió Orion, besándola suavemente en la frente.

 

~Extra~

 

Soundwave golpeaba el balón de energon con una fuerza que hacía temblar el suelo cada vez que lo lanzaba. Bumblebee, por su parte, esquivaba como podía, pero cada vez se veía más asustado. El mech más grande estaba claramente enfadado, y Bee no quería ser el blanco de su ira.

—¡Soundwave, cálmate! —gritó Bumblebee, saltando para evitar otro golpe—. ¡No es mi culpa que Orion y Elita te hayan dejado con D-16 sin avisar!

—¡RAAAAAAAA! —rugió Soundwave, lanzando el balón con tanta fuerza que casi rompe una pared—. ¡Orión sabe que solo lo soporto si él está cerca! ¡Sin él, D-16 es insufrible!

—¡Ay, Primus! —exclamó Bumblebee, intentando esquivar otro golpe, pero esta vez no tuvo tanta suerte. El balón lo impactó directamente en el pecho, enviándolo al suelo con un golpe seco—. ¡Auch! ¡Eso duele más de lo que debería!

Soundwave se detuvo por un momento, mirando a Bumblebee con una mezcla de preocupación y frustración. —¿Estás bien? —preguntó, aunque su tono sonaba más a "¿por qué eres tan débil?" que a genuina preocupación.

—Sí, sí, estoy bien… —murmuró Bumblebee, intentando levantarse—. Pero tu rencor duele más que el golpe.

—Dramático… —respondió Soundwave, cruzando los brazos y mirando al pequeño mech con desdén.

Bumblebee, aún en el suelo, decidió imitar a Soundwave con una voz grave y monótona: —Tu dramatismo es muy inferior.

Soundwave lo miró fijamente, sin decir una palabra, pero sus ópticos brillaron con irritación y… ¿era eso una sonrisa reprimida? Sin embargo, antes de que pudiera responder, algo llamó su atención. Un sonido familiar, un zumbido en el aire que hizo que su sistema de alerta se activara de inmediato.

—Bee, cállate —susurró Soundwave, su tono cambiando abruptamente de irritado a serio.

—¿Por qué? —preguntó Bumblebee, confundido, pero Soundwave ya no estaba prestando atención. Sus ópticos se enfocaron en el cielo, donde una figura oscura se acercaba rápidamente.

—Oh no… —murmuró Soundwave, su voz apenas audible.

Bumblebee siguió su mirada y vio lo que tanto preocupaba a Soundwave: un Seeker. No era Starscream, el médico, sino alguien más. Alguien que no debería estar allí.

—¿Quién es ese? —preguntó Bumblebee, tratando de levantarse del suelo.

—No es bueno —respondió Soundwave, agarrándolo bruscamente del brazo y arrastrándolo hacia un lugar más seguro—. Muévete, Bee.

—¡Oye, suéltame! —protestó Bumblebee, retorciéndose en el agarre de Soundwave—. ¡No necesito que me arrastres como un saco de herramientas!

—Callate y corre —gruñó Soundwave, sin soltarlo—. Si tiembla por tercera vez, esto no es bueno.

Bumblebee no entendía qué significaba eso, pero el tono de Soundwave lo dejó claro: estaban en peligro. El Seeker los estaba siguiendo, y no parecía tener intenciones amistosas.

—¿Qué hacemos? —preguntó Bumblebee, corriendo junto a Soundwave.

—Escondernos —respondió Soundwave, arrastrándolo detrás de una pared de metal—. Y rezar para que no nos encuentre.

Notes:

Dejo a su imaginación lo que pasó con Orión y Elita
Ser casado no es fácil jsjsjsjsjsjs.
Actuqliz lo mañana o el martes
Se cuidan y toman agüita .
Gracias por el apoyo, en verdad los quiero y gracias por leer mi historia.
Se vendrán más sorpresas.
Que Primus los bendiga!