Mundos distintos
Por Cait London
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Ahora Kylie fingía que él ya no le interesaba, pero sus besos revelaban una ardiente pasión.
¿Sería posible que siguiera sintiéndose atraída por él? ¿Era posible que aquella pasión hubiera estado latente en ella todos esos años, como le había ocurrido a él?
Cait London
Cait London is a national award-winning, bestselling author who fully enjoys the perks of her career, like traveling and meeting readers. Cait's contemporary, fast-moving style blends romance with suspense and humor, and brings characters to life by using their pasts and heritages. Her books are filled with elements of her own experiences as a scenic and wildlife artist, a photographer, a mountain hiker, a gardener, a seamstress, a professional woman, and a homemaker. She also enjoys computers and reading, aromatherapy and herbs. Of German-Russian heritage, Cait grew up in rural Washington State. She is now a resident of Missouri and the mother of three daughters, all taller than she. The best events in her life have always been in threes, her good luck number. Cait London says, "I enjoy creating romantic collisions between dangerous, brooding heroes and contemporary, strong, active women who know how to manage their lives. I believe that each of my books is a gift to a reader, a part of me on those pages, and I'm thrilled when readers say, "That was a good book.'"
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Mundos distintos - Cait London
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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2000 Lois Kleinsasser
© 2019 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Mundos distintos, n.º 1039 - marzo 2019
Título original: Slow Fever
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
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Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.
Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.: 978-84-1307-487-0
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Créditos
Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Si te ha gustado este libro…
Prólogo
Ciudad de Freedom, 1882
Del periódico de Magda Claas…
Tengo hermanas, no de mi sangre, pero del alma. Mujeres solas en una nueva tierra dura, sin protección. Formamos una familia. Nos establecimos en este valle rodeado de altas montañas y transitado por hombres que buscan esposa. Hasta esta dura tierra, llamada Montana por los indios, hemos venido de distintas partes del mundo. Algunas de nosotras habíamos perdido la esperanza, al tener nuestras vidas dirigidas por hombres, pero la recuperamos cuando decidimos hacer nuestro este valle y llamarlo Freedom.
Así es como lo siento. Estas mujeres, y las que lleguen a esta ciudad que hemos creado, son mis hermanas. Queremos dirigir nuestras vidas, trabajar duramente y ser respetadas. Queremos amor y maridos también. Ahora sabemos, después de sobrevivir en este hermoso valle, que somos fuertes y que estamos orgullosas de lo que hemos creado. Ninguna de nosotras lo tirará por la borda fácilmente.
Así que nos cuidamos entre nosotras como si fuéramos una familia, y fijamos condiciones para los hombres que nos piden la mano.
¿Amor? ¿Llegará a todas nosotras? ¿Es mucho pedir para la vida de una mujer? Se puede llegar a acuerdos, pero la esperanza de toda mujer es encontrar el amor y la paz.
Con sueños y condiciones, nosotras, las mujeres del Valle de Freedom, construimos nuestro pueblo. Que se sepa a través de estas duras tierras, que protegemos a nuestras hermanas, y que cualquier hombre que quiera una esposa, debe acudir primero a nosotras, su familia. Debe presentarse como un candidato, del mismo modo en que se presentaría ante un padre para pedir la mano de su hija.
Debe someterse a las Reglas del Cortejo de la Novia y aceptar los términos de la Junta de Mujeres. Tendremos lo que merecemos como esposas y novias, y actuaremos todas juntas como hermanas, aunque los lazos del matrimonio nos hayan atado a nuestros maridos.
Magda Claas
Ciudad de Freedom, Valle de Freedom
Territorio de Montana, Julio de 1882.
Capítulo Uno
Mi hija, Kylie, tiene catorce años y acaba de amenazar con matar al joven Michael Cusack, o como mínimo, hacerle la vida imposible. Como se le meta algo en la cabeza, Kylie es de temer. Pero Michael no la teme. Aunque tiene solo dos años más que ella, es un muchacho endurecido por la vida, y lo que busca es una mujer y no una niña. Michael no es un niño, sino más bien un alma llena de heridas en un cuerpo de muchacho. Ha sufrido una infancia con un padre dado a la bebida. Le he dado de comer y he hecho por él todo lo que su orgullo le ha permitido. Pero Michael no es una persona cariñosa, que pueda entregar su corazón a otros, y no conseguirá a ninguna de mis hijas. Como me respeta, sé que no jugará nunca con ellas…
Diario de Anna Bennett, madre de Kylie Bennett Patton y descendiente de Magda Claas.
–¿Mamá? –se oyó el eco de Kylie en la casa de dos plantas.
El viento de septiembre golpeaba contra las ventanas, y los recuerdos se apoderaban de Kylie.
–¿Mamá? –gritó Kylie otra vez, con el corazón roto, porque Anna Bennett no le contestaría, puesto que yacía en el cementerio del Valle de Freedom, junto a su marido. Un accidente de coche en un día de niebla había acabado con su vida hacía once meses.
–Estás aquí, sé que que estás aquí –murmuró Kylie.
El hermano de Kylie, Tanner, estaba de luna de miel. Se había casado por segunda vez, con su amor de la infancia, Gwyneth. A la vuelta se instalarían en su rancho, cerca de la pequeña granja de Anna Bennett. Kylie estaba mirando por la ventana de la casa de su madre. Ante sus ojos, adormecido, se extendía el pueblo de Freedom. Sus luces brillaban en la noche estrellada de Montana. En los tres días desde que Kylie había vuelto, había notado que muy poco había cambiado en el Valle de Freedom. Las Reglas del Cortejo y la Junta de Mujeres, aún irritaban al Club de Solteros, compuesto por hombres solteros, agrupados en él para protegerse.
Kylie conocía a la mayoría de los hombres, amigos de toda la vida de su hermano Tanner. Eran como sus hermanos para ella. Pero había uno, alto y devastador, que siempre había conseguido irritarla: Michael Cusack. De adolescente, lo habría matado…
Michael Cusack … No quería pensar en él.
Lo había vuelto a ver en el funeral de su madre y en la boda de su hermano. Anteriormente había hecho todo lo posible por no encontrárselo cuando iba a visitar a su madre.
Lo había encontrado algo avejentado. Según Leonard, de la Estación de Servicio, había vuelto al pueblo por tres años, y dirigía una pequeña compañía de servicio eléctrico, trabajo con el que mantenía a las misteriosas mujeres y niños que lo solían acompañar.
Kylie se ponía tensa al oír hablar de él. Durante la época de jovencita, Michael había estropeado sus primeras citas. Una sola mirada a Michael, y aquellos hombres tan fascinantes quedaban reducidos a la nada. Tenía el gesto duro de un luchador infatigable, los ojos verde jade de un poeta, una boca tan seductora como desdeñosa, cuando quería… Su cuerpo, alto y firme, se movía con la gracia de un lobo buscando su presa. Nunca se relajaba, siempre presto a saltar. Tenía el pelo negro y las cejas gruesas y brillantes, pestañas largas… Atributos que podían conquistar el corazón de cualquier mujer con facilidad. Con aquel aspecto de hombre solitario, de mirada turbulenta, daban ganas de abrazarlo, de tocar su pelo…
Kylie se encogió de hombros y trató de no pensar en Michael. En su adolescencia había sido un desafío, y nada más. Había atraído su espíritu de rebeldía, pero ahora era más sabia. Aunque Michael había poblado sus sueños de adolescencia, ahora ya no le quitaba el sueño.
Kylie se secó las lágrimas de la cara y dijo:
–Mamá, ahora estoy fatal, pero no te preocupes, me sobrepondré. Mi hermano está fuera, de luna de miel, navegando con Gwyneth… Y yo voy a ocuparme de tu rancho y del de ellos. Estoy un poco baja de ánimo. La separación, el fracaso del negocio… Demasiadas cosas al mismo tiempo. Tendría que ocuparme de tu casa y de tus cosas. Pero no puedo. Tanner tampoco pudo hacerlo en su momento. Cuando volvió al Valle de Freedom. En lugar de hacerlo, Tanner creó una empresa de barcos de madera hechos por encargo y se volvió a casar con su ex mujer. Así que, aquí estoy, en tu casa. Pero se me hace muy duro andar entre tus cosas…
Kylie tragó las lágrimas que estrechaban su garganta. Anna había sido una viuda que había criado a sus tres hijos sin una queja. Y siempre había estado al lado de ellos cuando la necesitaban. Y ahora no estaba. Durante aquellos duros años, Anna se había hecho cargo de la pequeña granja de veinte acres, vendiendo mantequilla, huevos y hortalizas. Había hecho de partera y había ayudado a nacer a un buen número de bebés del Valle de Freedom. Había lavado y planchado para otros, había vendido sus brebajes de hierbas y sus ungüentos, y sobre todo, había amado y atendido a sus hijos, y a otros que habían necesitado un corazón amable. De su madre había aprendido Kylie cuánto podía curar una caricia amable y cariñosa. Su madre le había enseñado las primeras nociones de su profesión…
–Así que, aquí estamos, mamá. He vuelto. Mujer blanca soltera, recientemente divorciada, con una cuenta bancaria a cero…
Kylie casi podía oír a su madre diciéndole que iba a salir adelante, que sae levantase y enfrentase la vida…
–He fracasado en todo, mamá. En mis sueños, en mi vida, en mi matrimonio. No tengo nada. Solo unas cuantas cosas que he cargado en la parte de atrás de mi camioneta.
«¿Y crees que otra gente no fracasa? Te tienes a ti, y eso es suficiente. Eres fuerte, buena y tienes talento. Tómate un tiempo. Y luego sigue adelante», oyó la voz de su madre en su mente.
–Te quiero, mamá. Siempre te querré.
«Quiérete más. Eres una persona muy especial. Das luz a las almas llenas de oscuridad. El mundo necesita tu risa, tu energía y tu hermoso corazón. Curas con tu risa y tus manos», le decía su madre.
–Recogí a varios animalillos, ¿no es verdad?
La casa de los Bennett siempre había estado llena de animales abandonados y heridos.
«Sueles atender a aquellos que te necesitan, pero tómate tiempo para ti misma también», le dijo su madre en sus pensamientos.
–¿Acaso hiciste eso tú después de que muriese papá? Trabajabas hasta caerte de cansancio. Tenías que arreglártelas para darnos de comer aunque tuvieras escasos ingresos… Y encima, te preocupabas por los demás.
Su padre había muerto cuando Kylie tenía ocho años, pero aun así, sabía que no podría entregar su corazón a un hombre que no tuviese la talla de su padre…
«¿Por qué me tuve que casar con León, entonces?», reflexionó.
«A veces, los indefensos se aprovechan de un buen corazón, cariño. No te preocupes…», le dijo en su cabeza su madre.
–Mamá, te necesito…
El fantasma no contestó, pero se hizo presente en la fragancia de las hierbas de Anna, el olor a bizcochos que aún impregnaba la casa. La despensa estaba llena de jarras de Anna, semillas, y hierbas secas cuidadosamente etiquetadas. En una cesta había jabón de lavanda envuelto en plástico y atado con cinta, listo para ser entregado a los clientes de Anna.
En la habitación en sombras, tan familiar para Kylie, la penumbra dejaba ver una botella de vino Blackberry.
Recordó que una vez, al año de la muerte de su padre, se había levantado a beber agua y se había encontrado a su madre con un potingue en la cara y una crema en el pelo. Tenía en remojo sus manos curtidas por el trabajo. A su lado había una botella de vino Blackberry, y un vaso a la mitad. Kylie había mirado con curiosidad a su madre y esta le había dicho:
–Hay