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Cuentos mágicos del sur del mundo
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Cuentos mágicos del sur del mundo
Libro electrónico64 páginas30 minutos

Cuentos mágicos del sur del mundo

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Dentro del libro podemos encontrar historias como:
 "El enanífero" con un significado acerca de la amistad.
"El resplandor del horizonte" reflejando la historia de los pueblos originarios del extremo sur.
"El hombre de los cuatro vientos" la relación entre los vientos sur, norte, este y oeste. 
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 jun 2015
ISBN9789562648882
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    Me parecio un buen libro, muy recomendable, mi unico problema es que... no, no tengo ninguno.

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Cuentos mágicos del sur del mundo - Héctor Hidalgo

Vientos

Una página en blanco muy difícil de llenar

El regreso de Venezuela fue para Gustavo todo un cambio de página. Una página en blanco muy difícil de llenar. Estaba tan acostumbrado a los mosquitos, al clima húmedo y caluroso, a animales distintos a los ya conocidos, a tantas plantas y árboles frondosos que verdeaban por donde dirigía la mirada, que lo que ahora lo rodeaba en Chile le parecía muy diferente.

Había pasado muchos años alejado del país. Por ello, se sentía torpe y distanciado de la gente, a tal punto que le costaba conversar con sus antiguos amigos. El tono venezolano de su hablar actual producía sonrisas y miradas curiosas entre sus alumnos de la Universidad. Pero, como tenía muchos deseos de integrarse, su empeño fue notable.

La casa elegida tenía parrones, naranjos y un viejo rosal en el antejardín, todo muy a su gusto. Preparó la major habitación para el taller de pintura. En ella la luz se colaba por el ventanal y ofrecía con agrado las diversas tonalidades de los cambios del día.

Uno de los naranjos rozaba la ventana y regalaba permanentemente la fragancia de sus hojas perfumadas y lustrosas. El parrón bordeaba el patio de baldosas musgosas, alargándose hasta casi unirse al muro del fondo, enmelenado de hiedras colgantes. Era un bello lugar para reanudar la tarea que más amaba: pintar y pintar.

Quería pintar su tierra soñada por largo tiempo desde la distancia. Recrear figuras de personas que le parecieran interesantes, descubrir sus rasgos cotidianos; es decir, articular en sus cuadros la vida que había dejado suspendida mientras estuvo en el extranjero.

Así lo intentó el primer fin de semana libre.

Se lanzó con entusiasmo al trabajo de afinar el pulso para recuperar los colores olvidados, pero sucedió algo inesperado. Como todavía latía en su mente un sinfín de ecos del trópico, personas y lugares que había dejado aparecieron en su mente con porfía. Se sintió desolado. Nada surgió en los croquis, nada de interés en los bocetos que le permitieran cumplir sus propósitos.

Gustavo comenzó a pasearse por el taller. No podía creer que se hubiera olvidado de comunicarse con los suyos. Su pequeña figura resaltaba en el delantal blanquísimo, desprovisto de las típicas manchas, revueltas y coloreadas, propias de un pintor de oficio. Una boina negra le cubría la ceja izquierda, acercándose a sus ojos siempre risueños, pero más bien risueños por un tic nervioso que por alegría verdadera.

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