Mírame: Visión Apagada, #1

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Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares, marcas, medios e incidentes son producto de la imaginación del autor o se utilizan de manera ficticia. Cualquier parecido con una persona real, viva o muerta, eventos o lugares es mera coincidencia. El autor reconoce el estado de marca registrada y los propietarios de marca de varios productos mencionados en esta obra de ficción, que han sido utilizados sin permiso. La publicación/uso de estas marcas comerciales no está autorizada, asociada ni patrocinada por los propietarios de la marca comercial.

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Todos los derechos reservados.

Mírame

Serie Visión Apagada #1

Copyright 2020 por Lexy Timms

Diseño de portada: Book Cover by Design

Serie: Visión Apagada

Libro 1 – Mírame

Libro 2 – Sáname

Libro 3 – Tu Mirada en la Mía

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Mírame. Sinopsis:

A veces el corazón puede ver lo que es invisible para los ojos.

Bree es el tipo de mujer que disfruta de la alegría de vivir. Siempre está fuera, surfea, se dedica a la pintura artística y participa como voluntaria en organizaciones benéficas locales. Tiene una gran cantidad de amigos y está en una relación seria de noviazgo.

Hasta que su vida da un giro de manera abrupta. Después de romper con su novio, sufre un accidente automovilístico y pierde la vista debido a un traumatismo en la cabeza. Debería sentirse bendecida, lo sabe. Podría haber perdido la vida

Sin embargo, de repente todo se ha teñido de negro. Sabe que la belleza del mundo está ahí afuera, pero no puede apreciarla. Y ahora odia su vida. No importa lo mucho que sus amigos y su padre intenten ayudarla a vivir de nuevo.

Cuando su padre contrata a un joven lazarillo para que la cuide, Bree se pone furiosa. Necesita recuperar la vista, no un niñero.

Y maldita sea si no va a pasar cada minuto resentida con todo y odiando su vida.

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Contenido

Serie: Visión Apagada

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Mírame. Sinopsis:

Capítulo Uno

Capítulo Dos

Capítulo Tres

Capítulo Cuatro

Capítulo Cinco

Capítulo Seis

Capítulo Siete

Capítulo Ocho

Capítulo Nueve

Capítulo Diez

Capítulo Once

Capítulo Doce

Capítulo Trece

Capítulo Catorce

Capítulo Quince

Capítulo Dieciséis

Capítulo Diecisiete

Capítulo Dieciocho

Capítulo Diecinueve

Capítulo Veinte

Capítulo Veintiuno

Capítulo Veintidós

Capítulo Veintitrés

Capítulo Veinticuatro

Capítulo Veinticinco

Capítulo Veintiséis

Capítulo Veintisiete

Serie: Visión Apagada

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Capítulo Uno

Bree

¡Maldita sea! Grité, saltando del sofá y dejando caer el control remoto en el proceso. ¿Por qué siempre tienes que hacer esto?

¡Bree, estás siendo ridícula! Nate me gritó. ¿Por qué estás enfadada ahora? Siempre estás jodidamente enfadada.

Cerré los ojos y negué con la cabeza. No siempre estoy enojada. Estoy cansada de que me preguntes constantemente cuándo nos vamos a casar. Ni siquiera podemos ponernos de acuerdo en qué tipo de comida ordenar a domicilio. ¿Cómo crees que podamos estar listos para casarnos?

Se acercó a mí, tratando de tomar mis manos. Me alejé, moviéndome alrededor de la mesa de café. Me miró, sus ojos oscuros brillaban con irritación. Por un breve momento, recordé lo guapo que solía pensar que era. Supongo que todavía era guapo, pero para mí, ahora era más bien molesto. Se había convertido en una manta de lana que me arañaba, me envolvía y me irritaba como un loco.

Bree, no es más que una estúpida pelea por la pizza o la comida china. Las parejas casadas se pelean por cosas así. Somos normales. Estás haciendo una montaña de un grano de arena. Como siempre.

Nate, no estamos casados, dije, burlándome de su actitud. No se trata sólo del hecho de que yo quería comida china. Es todo. Todo. No es poca cosa.

Negó con la cabeza al tiempo que colocaba las manos en sus caderas mientras me miraba con una expresión que me recordaba mucho a mi padre. Sentí que me regañaban. ¿Iba a castigarme porque no quería ir a la estúpida exposición de novias? Te estás enojando porque quieres salir con tus amigas en vez de planear nuestra boda. De eso se trata. Estás buscando una pelea y esperando que me rinda.

Gruñendo de frustración, sentí un impulso irrazonable de pisar mi pie. ¡No voy a comer pastel contigo! ¡Me importa una mierda el tipo de pastel que haya! ¿Por qué tenemos que comer pastel este fin de semana de todos modos?

Sintiéndome al borde de la histeria, era consciente de que estaba exagerando, pero había estado creciendo durante un buen año. Todo el tema era una fuente constante de irritación para mí. Siempre me molestaba por hacer esto o aquello para nuestra boda. La gota que colmó el vaso fue su insistencia en que comiéramos pizza y viéramos una estúpida comedia romántica.

Hemos estado saliendo durante tres años, comprometidos durante dos. ¿Cuándo vamos a hacer que esto suceda? Estoy cansado de esperar. Quiero casarme y formar una familia.

Resoplé y traté de calmarme. Te dije cuando me pediste que me casara contigo que no estaba preparada. Dijiste que estabas de acuerdo con tomarlo con calma.

Eso fue hace dos años.

Sí, y parece que es cada día desde que me preguntaste cuándo nos vamos a casar. ¿Crees que no me he fijado en las revistas o en los emails aleatorios que recibo, o en las entradas para la exposición nupcial? Me estás presionando y no me gusta.

Se acercó, tratándome de tocar de nuevo. Bien, me retiraré. Lo siento. Pensé que sólo necesitabas un pequeño empujón.

Levanté los brazos. ¡Un pequeño empujón! ¡Eres tan sutil como un toro en una tienda de porcelana!

¡Basta!, gritó. Sólo estás actuando como una niña. Tres malditos años, Bree. ¿Cuánto tiempo me vas a dar largas?

Entrecerré mis ojos y lo miré. No te estoy dando largas. ¿Por qué tienes tanta prisa por casarte? Tengo veinticinco años, tú veintiséis. No estamos exactamente a un paso de la vejez. Quiero vivir. Ser libre. No quiero ser una esposa abnegada. Me gustaba lo que teníamos antes, pero últimamente te has vuelto tan serio, tan insistente. ¡Tan mandón!

Se supone que soy tu prometido, tu futuro marido. No estoy siendo mandón. Me preocupo por ti y quiero asegurarme de que tomes buenas decisiones. Intento ayudarte a que seas la mejor persona que puedas ser. Tan solo estás revoloteando por ahí sin hacer nada con tu vida.

Me reí. No eres mi padre. Soy una mujer adulta. No necesito tu guía. Necesitas preocuparte por ti mismo. Y ciertamente no ando 'revoloteando' por ahí, como dijiste, dije, incapaz de mantener el sarcasmo en mi voz. Pasé cuatro años en la universidad, estudiando y trabajando como una loca, y ahora estoy tratando de poner en marcha mi galería. Tengo mucho que hacer ahora mismo, y una boda es lo último en lo que quiero pensar. Tienes que retroceder.

No puedo hacer eso. Te quiero y vas a ser mi esposa. Tenemos que empezar a pensar en nuestro futuro. Necesitamos ahorrar nuestro dinero y pensar en comprar nuestra propia casa. Tu padre dijo que él nos ayudaría. Ni siquiera necesitas trabajar. Él te mantendrá.

¡No quiero vivir de su dinero! ¡Quiero ser independiente!

Hizo un sonido de desaprobación. No tienes que fingir conmigo. Naciste rica. Siempre serás rica. Has jugado a ser la Pequeña Miss Independiente el tiempo suficiente. Es hora de sentar cabeza y vivir la vida en la que naciste.

Vaya. Lo miré y en ese momento, me di cuenta de que no era el hombre que creía que amaba. No era un hombre con el que pudiera pasar el resto de mi vida. En algún lugar, en el fondo de mi mente, sabía que él no era el indicado. Esperaba que lo fuera, pero no estaba mejorando. Su familia tenía dinero, pero nada como mi padre. Escucharlo hablar así me dio la sensación de que mi atractivo para él era más sobre mi fondo fiduciario que sobre la persona que yo era.

Nate, no puedo seguir con esto, dije, totalmente agotada. No podía fingir. No tenía la fuerza o incluso el deseo de fingir que estaríamos bien.

Vamos a sentarnos. Podemos ver ese programa de supervivencia si quieres. Estás cansada. Yo estoy cansado. Lo consultaremos con la almohada y mañana iremos a ese pequeño café en la playa que tanto te gusta.

Estaba tratando de apaciguarme ahora. Así era como se desarrollaban la mayoría de nuestras peleas. Nos enojábamos, insistía en que lo dejase en paz y nunca habláramos de lo que realmente estaba pasando. Enterrar nuestros problemas todo este tiempo había resultado en la montaña que él insistía que yo estaba haciendo.

No se trata de ver lo que quiero, le dije. Estoy cansada de estar siempre discutiendo. Nos peleamos por cada pequeña cosa. ¿No estás cansado de eso? No podemos pasar diez minutos juntos sin discutir sobre algo estúpido.

Hizo un gesto con la mano. Trabajaremos en ello. Dolores de crecimiento, ya sabes. Tenemos que aprender a vivir el uno con el otro. Todas las parejas pasan por esto.

Bueno, no es para mí. No quiero acostumbrarme a ello o trabajar a través de ello. Hemos terminado.

Se estremeció, mirándome fijamente. No estarás hablando en serio.

Mis cejas se arquearon. ¿Perdón? Creo que puedo.

Negó con la cabeza. No, no es así. No aguanté durante tres malditos años, soportando tu mierda de princesa mimada para que me dejes antes de que lleguemos al altar. Esta es sólo otra de tus rabietas. Lo superarás.

Mi boca se abrió. ¿'Princesa mimada'? No soy tal cosa.

Eres la niña de papá. Sabes que lo tienes envuelto alrededor de tu dedo meñique. Sólo estás enojada porque no me inclino ante ti.

Me voy de aquí, grité mientras tomaba mi bolso y las llaves de la mesa.

¡Bree, espera! gritó.

No me detuve. Cerré la puerta y caminé tan rápido como mis piernas me llevaron a mi coche. Había cruzado una línea. Estaba tan contenta de haber podido ver sus verdaderos colores antes de casarme con tan lamentable imbécil.

Dando un portazo, arranqué el BMW y apreté el acelerador. Era una niña mimada, cierto, pero eso no significaba que fuera una mocosa. No podía evitar que mi padre fuera rico. Le gustaba comprarme cosas. No era como si yo se lo pidiera. El mimarme hacía feliz a mi padre. Se merecía tener algo de felicidad en su vida.

Me dirigí a la autopista del Pacífico, deseando sentir el viento en mi cabello. Bajé la ventanilla y encendí la radio. No me importaba que estuviera lloviendo. Acerqué mi rostro a la ventana y dejé que la lluvia me salpicara antes de darme cuenta de que mis asientos de cuero se estaban empapando. Presioné el botón, subí la ventana y puse a funcionar los limpiaparabrisas. Reproduje la discusión en mi cabeza, golpeando mi mano contra el volante. Estaba realmente enojada.

¡Cómo se atreve a hablarme como a una niña! Sus exageradas maneras de cuidar y adorar se habían vuelto aburridas rápidamente. Me asfixiaba. Trataba de impedirme hacer las cosas que me gustaban, advirtiéndome de los peligros de todo lo que estaba bajo el sol. Grité en voz alta, golpeando mi mano contra el volante otra vez. Odiaba que me mimaran.

Estaba furiosa por haber desperdiciado tres años de mi vida con él. ¡Tres años! Podría haber tenido más citas y salir con mis amigos. Podría haber ido a ese viaje al resort de esquí en lugar de dejar que me convenciera de no hacerlo. Sentí que me había perdido de mucho porque le había dejado dictarme lo que debía y no debía hacer. No más.

Eso era todo. Iba a empezar a vivir mi vida de la manera que quería. Había esperado demasiado tiempo para vivir de verdad. Iba a hacer surf más a menudo. Pintar más. Vivir más. Sólo ser yo misma. Me había perdido en algún momento de esta relación y me había marchitado un poco más cada día.

¡No más! Grité mientras subía el volumen del estéreo.

Miré el velocímetro, me di cuenta de que iba demasiado rápido, pero no me importó. La autopista era mía esa noche. Necesitaba poner distancia entre Nate y yo. Regresaría a Malibú y mañana por la mañana, a primera hora, iría a correr por la playa. Luego iría a comprar nuevos materiales de arte y a empezaría a pintar de nuevo.

Mi teléfono sonó. Miré alrededor, preguntándome dónde lo había puesto. Estaba en el asiento del pasajero. La cara de Nate estaba en la pantalla. Sacudí la cabeza y volví a poner la mirada en la carretera. No me interesaba lo que tenía que decir.

Unos faros se acercaron a mí, así que bajé un poco la velocidad, por si acaso era un policía. Me di cuenta de que los faros eran los de un camión. Las luces brillaban en mis ojos. Miré hacia otro lado, casi cegada por el resplandor que venía de la calle empapada de lluvia.

Los faros se movieron hacia mi carril, sorprendiéndome. Me aferré al volante con ambas manos. Las luces se desviaron hacia el carril izquierdo. Todo ocurrió rápidamente. Las luces volvieron a parpadear antes de que la cabina del camión se desviara a un lado. Entonces, de la nada, el remolque se deslizó hacia afuera, dirigiéndose justo hacia mí.

Inmediatamente después de frenar, grité, pero el pavimento mojado estaba resbaladizo. Mi BMW giró a la derecha, por lo que quedé de lado, cruzando la carretera y deslizándome hacia el camión. No había nada que pudiera hacer. El enorme vehículo se estrelló contra el lado del pasajero de mi coche. Mi cabeza golpeó la ventana una fracción de segundo antes de que la bolsa de aire se desplegara. Escuché el chirrido de las llantas y el crujido del metal mientras mi auto rebotaba, golpeando violentamente un objeto duro tras otro.

En algún momento, me di cuenta de que los gritos venían de mí. El coche se detuvo y luego no hubo nada más que silencio. Pestañeé, tratando de hacer un inventario mental de mis heridas. No podía ver nada. Cerré los ojos. Todo me dolía.

Mi cabeza era un desastre. No podía mantener un pensamiento y la necesidad de dormir era poderosa. Sabía que debía llamar a la policía. Necesitaba ayuda. Desafortunadamente, mis manos no se movían. Nada se movía. La oscuridad me rodeaba. Quería permanecer despierta y pedir ayuda. No podía.

Sin saber cuánto tiempo había pasado, pude escuchar sirenas a lo lejos, apenas perceptibles sobre la lluvia que golpeaba el techo de mi coche. Todavía no podía ver nada. Había sido una noche oscura. Sin luces, estaba casi totalmente negra.

Intenté mantenerme despierta. Quería decirle a los paramédicos que me dolía la pierna. Y mi cabeza. Me dolía mucho la