Noche de bodas aplazada
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Una vez que Lorenzo Valente ponía el ojo en algo o en alguien, nunca se echaba atrás. Su mujer, Chloe, podía decir que lo odiaba, pero solo unas semanas antes decía adorarlo, y eso demostraba lo que siempre había creído: que el amor era una emoción inestable.
Chloe estaba dispuesta a adoptar a la hija de su difunta amiga y quería empezar de cero… eso incluía la anulación de su matrimonio.
Al ver a Chloe como madre, Lorenzo estuvo más decidido que nunca a recuperarla, y a exigir la noche de bodas que no tuvieron.
Natalie Rivers
Natalie Rivers grew up in the Sussex countryside. As a child she always loved to lose herself in a good book, or in games that gave free reign to her imagination. She went to Sheffield Univeristy, where she met her husband in the first week of term. It was love at first sight and they have been together since, getting married and having two wonderful children. After university, Natalie worked in a lab at a medical research charity, and later retrained to be a primary school teacher. Now she is lucky enough to be able to combine her two favourite occupations - being a full-time mum and writing passionate romances.
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Noche de bodas aplazada - Natalie Rivers
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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
2009 Natalie Rivers
© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Noche de bodas aplazada, n.º 4 - octubre 2020
Título original: The Blackmail Baby
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Este título fue publicado originalmente en español en 2010
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.
® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.
Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
Imágenes de cubierta utilizadas con permiso de Dreamstime.com
I.S.B.N.: 978-84-1348-829-5
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Créditos
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Si te ha gustado este libro…
Capítulo 1
CHLOE Valente, eres la mujer más increíblemente guapa y sexy que he conocido en toda mi vida.
Las palabras, apenas un susurro en el oído de Chloe, hicieron que sintiera un escalofrío de anticipación. El calor del cuerpo de Lorenzo la quemaba a través de la fina seda del vestido de novia, excitándola. Todo en su vida había cambiado como jamás pudo imaginar.
–Gracias por hacer que este día haya sido tan especial –suspirando, se agarró a la barandilla de piedra del balcón, mirando el fabuloso salón de baile que aún estaba lleno de invitados tomando champán. Resultaba difícil creer que aquel palazzo, propiedad de la familia veneciana de Lorenzo durante generaciones, fuese ahora su nuevo hogar.
–Ha sido maravilloso. No imagino una boda más bonita.
Venecia era un sitio mágico para casarse y la nevada de febrero la había hecho aún más encantadora y romántica. Mientras volvían al palazzo después de la ceremonia, reclinada sobre almohadones de terciopelo en una góndola al lado de su guapísimo marido, había sabido que aquél era el día más feliz de su vida.
–Lo mejor aún está por llegar –dijo él, su acento italiano como una caricia–. Deja que te lo demuestre en el dormitorio.
Chloe cerró los ojos un momento, dejándose llevar por una ola de placer. Saber que Lorenzo la deseaba tanto hacía que su corazón latiese a mil por hora y que sintiera mariposas en el estómago.
El sonido de las conversaciones mezclado con el tintineo de las copas y la angelical música de un arpa parecía llegar flotando desde abajo.
–No podemos irnos todavía –sonrió, mientras Lorenzo la besaba en el cuello–. ¿Qué haremos con toda esa gente?
–Tú siempre haces lo que debes hacer –dijo él, tomándola por la cintura–. Eras la ayudante perfecta, siempre anticipándote a mis deseos y a los de mis socios. E incluso ahora, el día de tu boda, estás pensando en los invitados… en ser la mejor anfitriona posible.
Chloe miró sus vibrantes ojos azules y sintió un familiar escalofrío. Con esa mirada y un físico soberbio, era el hombre más apuesto que había conocido nunca. Casi resultaba imposible creer que ahora fuese su marido, que estuviera casada de verdad con Lorenzo Valente.
Durante dos años había sido su ayudante ejecutiva, amándolo a distancia, sabiendo que sus sentimientos no podían ser correspondidos por su increíble jefe veneciano. Ella era una chica inglesa normal y él pertenecía a una de las familias más antiguas y nobles de Venecia. Además de ser un hombre de negocios multimillonario y respetado por todo el mundo. Pertenecían a mundos diferentes.
Pero entonces Lorenzo le preguntó si quería salir con él.
Al principio le había resultado difícil creerlo. Desde el día que empezó a trabajar en el cuartel general de su empresa lo había visto con una interminable sucesión de bellezas del brazo, todas altas, delgadas, con ojos sensuales y largas melenas oscuras.
No tenían nada que ver con ella, que era bajita, rubia, con pecas y unos ojos verdes que resultaban ridículos si se ponía algo más que un poco de rímel.
Pero, a pesar de sus dudas iniciales porque no entendía cómo un hombre tan magnífico como Lorenzo Valente podía estar interesado en alguien como ella, le había resultado imposible resistirse. Había entrado en su vida como un tornado, seduciéndola con la intensidad con la que el apasionado italiano lo hacía todo.
Chloe había visto que Lorenzo trataba a las mujeres como una diversión pasajera, pero sabía que a ella la trataba de otro modo.
Jamás había mencionado la palabra amor, pero ella sabía que no se sentía cómodo mostrando emociones o sentimientos.
Un día la llevó a su casa en Venecia y le habló de su futuro y de los hijos que esperaba que tuviesen juntos. Para Chloe, ésa era la auténtica señal de amor y compromiso.
De modo que había aceptado su proposición con auténtica felicidad, sintiendo que entraba en un nuevo capítulo de su vida, un capítulo que duraría para siempre.
–Ven arriba conmigo y deja que me anticipe a tus deseos, mi querida Chloe –dijo con voz ronca–. Deja que te muestre lo feliz que me siento por haberme casado contigo.
Los ojos de Chloe se llenaron de lágrimas. Jamás se había sentido especial… desde luego nunca se había visto sexy o preciosa. Que Lorenzo se lo dijera significaba para ella mucho más de lo que nunca podría imaginar.
El amor y la felicidad eran más potentes que el champán que había estado bebiendo durante toda la tarde…
«Te quiero» era lo único que pensaba.
Sólo dos palabras, pero nunca las había dicho en voz alta. Ninguno de los dos lo había hecho.
Al principio era demasiado tímida como para admitir sus sentimientos, pero ahora todo había cambiado. Estaban casados. Habían estado juntos en medio de una congregación, prometiendo cuidar el uno del otro, amarse y respetarse durante el resto de sus vidas… y ahora su corazón rebosaba felicidad.
Y, de repente, las palabras escaparon de su garganta:
–Te quiero, Lorenzo.
Inmediatamente la expresión de Lorenzo cambió por completo, un cambio tan profundo que Chloe supo de inmediato que había cometido un terrible error.
–¿Me quieres? –repitió él con súbita ira–. ¿Por qué has dicho eso?
–Porque… porque es verdad –respondió Chloe, sorprendida.
–¿A qué estás jugando? –Lorenzo frunció el ceño como si no entendiera–. Tú sabes… siempre has sabido que este matrimonio no tiene nada que ver con el amor.
–Pero… –Chloe no pudo terminar la frase, con el estómago encogido. ¿Qué estaba diciendo?
–Tú sabes que el nuestro es un acuerdo práctico. Hemos hablado de que serías mi esposa ideal… tú entendías que éste era un acuerdo sensato y práctico entre los dos, mucho mejor que un campo de minas emocional. Siempre has sabido lo que pensaba de este matrimonio.
–No te entiendo –Chloe lo miraba, desconcertada, intentando recordar su proposición. Era cierto que no había clavado una rodilla en el suelo para pedirle que se casara con él, pero la había llevado a París, la ciudad más romántica del mundo, habían paseado por la orilla del Sena con las hojas de otoño bailando a su alrededor… incluso había tomado sus manos para pedirle que fuera su mujer.
Intentó recordar cuáles habían sido sus palabras exactas, recordar la conversación entera. Pero, de repente, lo único que podía ver era la expresión airada de Lorenzo.
–Discutimos el asunto cuando tu madre y tu hermana se marchaban a Australia. Te pregunté por tu padre, si él emigraba con ellas… y tú me dijiste que no lo habías visto desde que tenías siete años.
–Pero tú y yo no salíamos juntos entonces –dijo Chloe, intentando entender la relevancia de esa conversación–. Eso fue antes de pedirme que saliera contigo.
Recordaba que se había mostrado muy comprensivo y que le había contado que su madre se marchó de casa cuando él tenía cinco años. Era la primera vez que su relación había saltado la barrera entre jefe y ayudante. Lorenzo incluso le había servido una copa mientras le decía… que en su opinión la vida era mucho más sencilla sin las complicaciones de los ideales románticos.
Chloe se llevó una mano al corazón. Sí, lo había dicho, pero nunca habría imaginado que hablaba en serio, que era algo más que un simple comentario amargo debido a los tristes recuerdos de su infancia.
¿Qué tenía eso que ver con su matrimonio?
Lo miró, atónita, intentando recordar si habían vuelto a hablar del asunto alguna vez, pero sabía que no era así. Lo recordaría si Lorenzo hubiese dicho algo que la hiciera pensar que su interés por ella era frío y práctico.
Él se pasó una mano por el pelo, sus ojos azules brillando de rabia.
–Pensé que eras diferente a las demás –le dijo–. No otra de esas mujeres que intentan atraparme con falsas declaraciones de amor y promesas que no tienen intención de