Borradores Virtuales
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Hoy por hoy, el hambre es el resultado de la angustia econmica y financiera que nos asola a casi todos, y que genera la basura cualitativa de este mundo masificado en el que vivimos.
La basura generacional, la basura extrema, la basura existencial que el lector pueda encontrar en stos tres cuentos nace de los ambientes citadinos contemporneos en lo que se desarrollan las historias de los personajes del libro.
Sus peculiares resortes psicolgicos configuraran los nicos medios para evadirse de las situaciones tan comprometidas a los que se ven sometidos por el discurso de su vida ordinaria.
Pablo Acosta Zamudio
Pablo Acosta Zamudio nació el 14 de marzo de 1957 en Madrid, España. Una vez su padre terminó sus estudios universitarios se trasladó a vivir en Bogotá, Colombia, en donde residió hasta 1981, cuando volvería a España para cursar estudios en Derecho y Periodismo. Allí nacería en 1986, también en Madrid, su hijo Pablo, a quien quiere dedicarle este libro por encima de todos los que siempre le animaron en su empresa literaria. Actualmente reside en los Estados Unidos de Norteamérica.
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Borradores Virtuales - Pablo Acosta Zamudio
Copyright © 2014 por Pablo Acosta Zamudio.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2014901501
ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-7775-5
Tapa Blanda 978-1-4633-7774-8
Libro Electrónico 978-1-4633-7773-1
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Fecha de revisión: 04/03/2014
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ÍNDICE
ESTANISLAO
¡¡Boteeellas, Papeeel…!!
N.N.
A Hannah y Adriana:
"… De Chachopo a Apartadero
caminas Luz Caraballo…"
(Andrés Eloy Blanco, poeta venezolano)
ESTANISLAO
2010
Infierno
Estanislao miró de reojo al extraño personaje que tomaba asiento a su lado en el banco del parque.
Aunque su rostro le parecía familiar se sintió de todas maneras incómodo con el gesto arrogante del hombre que lo observaba con detenimiento, terminando de acomodarse perezosamente junto a él.
Cierto olor a madera vieja y un deje de pesadumbre infinita lo colmaron todo alrededor, y su presencia se tornó de repente en la imagen tenue que desde el fondo de su voz carrasposa le espetó susurrante:
-… Tan sólo como te encuentro Estanislao…-
El inquietante argumento del personaje pretendía hacerle entender que lo conocía de tiempo atrás, y si Estanislao no pudo identificarlo en aquel momento, su familiaridad sí que se le hizo evidente.
A pesar de lo sucio y andrajoso el hombrecito le revelaba una incuestionable proximidad en su vida que por alguna extraña razón se le confundía entre los pliegues de la memoria, sin que su mente acertara a detenerse en cualquier pasaje que les descifrara alguna afinidad en el tiempo o en el espacio.
Se mostraba inasible a pesar de la mínima distancia que los separaba, difuminado entre la imagen fantasmagórica que aparecía ante sus ojos, que definitivamente no terminaba de encajar en cualquier patrón posible.
Por momentos creyó estar en compañía de su soledad…, de esa soledad que le refería el extraño.
Entonces reconoció al ser horripilante y obsceno con pavor y quiso apartarse de él, huir bruscamente de su nefasta figura, pero no le respondieron los músculos, ni tan siquiera la ansiedad que todo lo puede.
- Era Lucifer… - aludiría siempre consternado…
El mismo averno personificado en la especie de hongo que había brotado de la tarde de otoño gris que lo cobijaba, bajo la que procuraba ocultar su indolencia forjada a fuerza de obcecarse con la vida, con su destino.
-… El que a hierro mata a hierro muere…- le sentenció el enjuto tipito con la voz raída, que si bien había dejado de escrutarlo, lo atenazaba prisionero en aquella banca del parque en la que se le diluyeron todas las fuerzas en un golpe de espanto.
-… ¿Así que lograste burlar al buen hombre que te compró el falso billete de lotería y te buscó ésta mañana para reclamarte por ello?…- le interrogó ásperamente el monstruo ladino, dirigiéndole las palabras con toda la malevolencia de su alma afilada, arrastrándolo envuelto entre un viento helado hasta las mismas puertas del infierno.
-… No sufras más…- prosiguió -… ya cometiste la mala acción, acto irreparable por cierto, que traerá fatalmente ineludibles consecuencias. Ya me vendiste tu alma por un billete de lotería, y además falso, ¿qué piensas hacer ahora con el pedazo de vida que todavía te pertenece?
-… ¿Cuál ?…- logró articular Estanislao con fino hilo de voz, igual de frío que el aire que lo invadía hasta el tuétano de los huesos, -… ¿Cuál pedazo de vida que me pertenece?…- objetó lívido y atribulado, sorprendido de poder replicarle sin titubeos.
-… Pues de este que se encuentra aquí yaciendo al final de tan malhadado camino…,- ¿Qué piensas hacer con la carcasa yerta y vacía que me habla?…, porque tu alma ya me pertenece, es mía…-le alegó en tono fastidiado el altanero.
-… ¡Pero qué dices maldito, acaso quien eres tú…!- le escupió Estanislao, levantándose de un salto y retrocediendo atemorizado ante la