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Noches de pasión prohibida
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Libro electrónico167 páginas2 horas

Noches de pasión prohibida

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  • Self-Discovery

  • Trust

  • Personal Growth

  • Friendship

  • Love & Relationships

  • Forbidden Love

  • Secret Relationship

  • Friends to Lovers

  • Love Triangle

  • Rich Man/poor Woman

  • Enemies to Lovers

  • Opposites Attract

  • Misunderstandings

  • Alpha Male

  • Virgin Heroine

  • Family

  • Family Dynamics

  • Communication

  • Family Relationships

  • Trust & Betrayal

Información de este libro electrónico

Bianca 3011
Una petición escandalosa que resultó en una semana de pasión.
A Alejandro Corderó su amigo Luca le había pedido dos cosas en el banquete de su boda: que entretuviera a su cuñada, Sienna Thornton-Rose, y que se abstuviera de intentar seducirla. Debería haber sido una tarea sencilla, pero cuando posó sus ojos en la hermosa Sienna, Alejandro se dio cuenta de lo peligrosamente tentadora que era.
Tras su ardiente primera vez con Alejandro, Sienna, que no podía quitárselo de la cabeza, viajó hasta Barcelona para pedirle que volviera a hacerle el amor. Lo que no se esperaba era que Alejandro le propusiera que se quedara una semana con él. ¡Una semana entera! Tras años bajo la sombra de su controladora madre, Sienna sintió que era su oportunidad de sentirse libre y hacer lo que quisiera. El problema era que pronto descubriría que siete noches de pasión con Alejandro no serían suficientes para ella.
IdiomaEspañol
EditorialHarperCollins Ibérica
Fecha de lanzamiento8 jun 2023
ISBN9788411417976
Noches de pasión prohibida
Autor

Clare Connelly

Clare Connelly was raised in small-town Australia among a family of avid readers. She spent much of her childhood up a tree, Mills & Boon book in hand. Clare is married to her own real-life hero and they live in a bungalow near the sea with their two children. She is frequently found staring into space - a surefire sign she is in the world of her characters. She has a penchant for French food and ice-cold champagne, and Mills & Boon novels continue to be her favourite ever books. Writing for MIlls & Boon is a long-held dream.

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    Noches de pasión prohibida - Clare Connelly

    Prólogo

    Celebración de la boda de Oliva y Luca

    Alejandro, necesito tu ayuda.

    Alejandro se volvió hacia su amigo Luca. Aunque Olivia y él habían contraído matrimonio hacía meses, sonreía como un recién casado. Se habían casado por la iglesia, allí, en Italia, con la sola presencia del sacerdote y la abuela de Luca, y ahora habían querido renovar sus votos acompañados por sus familiares y amigos. De hecho, había tanta gente que parecía como si hubieran invitado a todas las personas que habían conocido a lo largo de su vida.

    Entre tantos invitados elegantes, Alejandro llamaba la atención. Y no porque no fuese bien vestido, que lo iba, sino por quién era: un hombre que había salido de la pobreza gracias a su esfuerzo y a su ingenio y que no se avergonzaba de sus orígenes. De hecho, torcía los labios con desprecio cuando tenía delante a un miembro de la élite europea, esas personas de familia adinerada que no tenían ni idea de lo cruel que podía ser la vida.

    –Necesito que me eches una mano con la hermana de Olivia, Sienna.

    Los ojos azules de Alejandro siguieron la mirada de su amigo hasta posarse en una joven que estaba a unos metros de ellos, sola, observando a la gente a su alrededor. Para ser hermana de Olivia Thornton-Rose, no podría ser más distinta de ella. Mientras que la esposa de Luca era rubia, esbelta y delgada, Sienna tenía el cabello cobrizo, como las mujeres de los cuadros de Tiziano, una figura curvilínea y era más bien bajita. Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, Alejandro la recorrió con la mirada.

    –¿Quieres parar? –lo increpó Luca.

    Alejandro apartó la vista de ella y lo miró.

    –Bueno, ¿y qué es lo que quieres que haga? –le preguntó.

    –Verás, es que… Olivia adora a Sienna; siempre está pendiente de ella.

    Alejandro enarcó una ceja.

    –Pues a mí me parece que ya es mayorcita como para cuidarse sola.

    –Puede ser. Pero es que me gustaría que Olivia disfrutara de la celebración, y no quiero que en vez de eso ande preocupándose por su hermana.

    Alejandro volvió a mirar a la pelirroja y sintió una cierta curiosidad. Su tez era blanca como el alabastro y sus ojos tan verdes que parecían esmeraldas pulidas. Tenía una leve sonrisa en los labios, pero en su mirada había tristeza y dolor. Conocía esas emociones lo bastante como para reconocerlas.

    –¿Y qué puedo hacer yo para ayudar? –le preguntó a Luca.

    –Asegurarte de que lo pase bien.

    Alejandro enarcó una ceja.

    –¿Te refieres a…?

    –¡Por supuesto que no! –contestó Luca con fiereza–. ¿Por quién me tomas?, ¿por un chulo? Es más, te prohíbo que la toques siquiera –dijo levantando una mano en señal de advertencia–. No es como tus conquistas de una noche, así que ni se te ocurra. Además, no es tu tipo.

    Alejandro se acarició la barbilla.

    –¿Me lo prohíbes? –murmuró divertido. Se mordió la lengua para no apuntar que el fruto prohibido siempre sabía más dulce.

    –Sí. Solo te pido que rescates a Sienna de su espantosa madre, Angelica.

    Alejandro esbozó una sonrisa cínica.

    –¿Qué tiene de espantosa? –inquirió, girando la cabeza hacia el lugar donde estaba la suegra de Luca.

    Era una mujer muy hermosa, que aparentaba menos edad de la que tenía y que era muy consciente de su atractivo.

    –Explicártelo llevaría su tiempo.

    –Y supongo que estás ansioso por volver junto a la novia.

    –Junto a mi esposa –lo corrigió Luca, sonriendo de oreja a oreja. Vaciló un momento, como si estuviese sopesando algo delicado, y luego, inclinándose hacia él y bajando el tono, aunque ninguno de los invitados estaba tan cerca como para oír su conversación, añadió–: Angelica no ha dejado de meterse con Sienna desde esta mañana. Hasta ahora Olivia se ha mordido la lengua, pero me temo que, si Angelica vuelve a hacerlo una vez más, mi dulce y amable esposa se convertirá en un dragón furioso que empezará a escupir fuego a diestro y siniestro.

    –¿Y eso sería malo? –inquirió Alejandro con sorna.

    –Bueno, la verdad es que a Angelica no le vendría mal que la pusieran en su sitio –contestó Luca. Luego suspiró y murmuró–: Pero Olivia es tan buena que después se odiaría por haberlo hecho. Por eso necesito que mantengas a Sienna lejos de su madre para que Olivia no pierda los estribos.

    A Alejandro nadie le importaba tanto como Luca, ni había nadie en quien confiara tanto como en él. Además, Luca era la única persona que lo comprendía de verdad. Sabía cómo había sido su vida anterior, sabía acerca de su madre, de la profesión que había tenido, de su muerte. También sabía por qué era un experto en peleas callejeras: porque había tenido que aprender a defenderse para sobrevivir.

    –Está bien –accedió finalmente, aunque de mala gana. No le apetecía nada hacer de niñera.

    –Gracias –le dijo Luca con una sonrisa de alivio.

    –No hay de qué; creo que me las apañaré –respondió él.

    Al fin y al cabo no serían más que unas horas. ¿Qué podría salir mal?

    Capítulo 1

    TIENE cara de estar pensando que preferiría estar en cualquier parte antes que aquí.

    Sienna contrajo el rostro, disgustada consigo misma. ¿Tanto se le notaba? Tenía toda la intención de negarlo, por supuesto, pero cuando se volvió hacia su interlocutor se quedó sin palabras. No era que nunca hubiera visto a un hombre apuesto, pero ese adjetivo se quedaba corto para describir al hombre que tenía ante sí.

    Sus ojos eran de un azul muy claro, sus facciones perfectamente simétricas, su mandíbula recia, como esculpida con martillo y cincel, y su cabello de un tono castaño oscuro y ligeramente ondulado.

    –A mí tampoco me gustan las bodas –comentó él con una media sonrisa.

    Los ojos de Sienna descendieron a sus labios y el estómago le dio un vuelco.

    –¿No habla inglés? –probó él de nuevo.

    A pesar de los nervios, Sienna logró esbozar una sonrisa.

    –Pues claro que sí.

    –Entonces, ¿es tan diplomática que no quiere criticar la boda?

    –No, es que… es la boda de mi hermana –dijo ella señalando a Olivia, que estaba bailando con Luca –. Me alegro mucho por ella.

    –Ya se nota.

    Sienna parpadeó antes de echarse a reír. Cuando él bajó la vista brevemente a su escote, se sintió acalorada.

    –¿Siempre es tan directo?

    –Sí.

    –¿En serio?

    –¿Qué se supone que debería hacer sino? ¿Mentir?

    –No, pero a veces decir la verdad no se considera apropiado.

    –Pues la verdad es que a mí me da igual lo que se considere o no apropiado –contestó él encogiéndose de hombros.

    Sienna se rio de nuevo.

    –¿Viene por el novio o por la novia? –le preguntó.

    –Por el novio. Luca es mi mejor amigo.

    –¿Y cómo es que no ha hecho de padrino?

    –Vaya… Veo que no soy el único que no se anda por las ramas.

    –¿Acaso se trata de un secreto?

    –No, claro que no.

    –¿Y entonces?

    –Como he dicho, no me gustan las bodas. Habría sido hipócrita que hubiera tomado parte en la ceremonia. Además, no creo en el matrimonio. Ni lo respeto como institución, ni veo que sea una necesidad. Por eso rehusé educadamente cuando Luca me pidió que fuera el padrino.

    Sienna ladeó la cabeza.

    –¿Cómo ha dicho que se llamaba?

    –No se lo he dicho.

    –Además de directo, veo que se toma las cosas de un modo literal –apuntó Sienna.

    La sonrisa que se dibujó en los labios de él le provocó mariposas en el estómago.

    –¿Me está preguntando mi nombre, señorita? –murmuró.

    –Supongo que sí –contestó Sienna con picardía.

    –Alejandro –dijo él finalmente.

    De modo que era extranjero… ¿Tal vez español? Eso explicaría el ligero acento que tenía.

    –¿Y usted es…?

    –Sienna. Me llamo Sienna.

    –Sienna… –repitió él.

    Las mariposas revolotearon de nuevo en su estómago al oírle decir su nombre con ese sensual acento.

    –Y dime, Sienna: ¿quieres bailar? –le propuso él, tendiéndole la mano.

    Ella tragó saliva y lanzó una mirada a las parejas que giraban fuera al son de la música. El hotel había convertido el patio, al que se salía por unas puertas cristaleras abiertas de par en par, en una pista de baile. Habían decorado con lucecitas blancas el emparrado, y las flores de jazmín que colgaban de él llenaban el aire nocturno con su aroma.

    –¿Bailar?

    Para bailar hacía falta gracia y coordinación, y eran dos cosas de las que ella carecía.

    –No es tan difícil –le susurró él, inclinándose hacia su oído–. Puedo enseñarte.

    Se había dado cuenta, pensó Sienna, muerta de vergüenza. Se había dado cuenta de lo nerviosa que estaba. «Solo tienes que ser tú misma», le había aconsejado Olivia esa mañana. En vez de animarla, esas palabras la habían hecho sonreír con sorna. Si fuera ella misma, habría ido a la boda en vaqueros y se habría llevado a su perro, Starbuck.

    –Es que yo… no bailo –murmuró.

    –¿No te gusta bailar?

    A decir verdad, no estaba segura. En los bailes del instituto siempre se había quedado junto a la pared, mirando y tomando sorbitos de su refresco, rogando por que nadie se fijara en lo incómoda y fuera de lugar que se sentía.

    Intentó buscar una excusa para marcharse, y como no se le ocurría nada señaló hacia donde estaba su amiga Gertie, que estaba charlando con otras personas.

    –No, es que debería volver con… –comenzó a balbucir.

    Pero antes de que pudiera terminar la frase, él tomó su mano y entrelazó sus dedos con los de ella. Fue algo tan inesperado y tan íntimo que se le cortó el aliento.

    –Ven y baila conmigo. Solo una canción –la instó él.

    Sienna tragó saliva.

    –Está bien –accedió finalmente–. Pero luego no me eches la culpa si acabas con dolor de pies porque te he pisado una y otra vez.

    –Hecho –respondió él con una sonrisa.

    Y cuando se llevó su mano a los labios y le besó los nudillos, un cosquilleo delicioso recorrió la espalda de Sienna.

    Sienna no había exagerado al decir que no se le daba bien bailar, pero mientras bailaban, cada movimiento hacía que sus cuerpos se rozasen, y para Alejandro estaba siendo un tormento. Sus pechos eran tan voluptuosos que se moría por desnudarla, por rodearlos con sus manos y admirarlos, por tomar sus pezones con la boca y…

    «Sienna no es como tus conquistas de una noche»… Alejandro apretó los dientes, irritado, y giró la cabeza hacia el otro extremo de la pista, donde los novios estaban bailando. Luca solo

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