Amor cuando el musculo se apaga
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Es un libro de poesias del amor y sus experiencias de vida en edad donde el cuerpo pasa a un segundo plano y empieza a aflorar la sabiduria de la vida.
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Amor cuando el musculo se apaga - Camacho Francisco Antonio
El Despertar
––––––––
Abro los ojos,
La oscuridad enciende
Ante mí la vida,
Como en la noche, los duendes,
Corriera lentamente la cortina,
Y entra la luz,
Entra suavemente el día,
Es una nueva oportunidad,
Ante mis ojos, ante la mira,
De lazar todo el esfuerzo,
Toda mi alma toda mía,
Quedo atrás mis yerros,
Mis sufrimientos,
Y lo que me oprimía,
Abro los ojos,
Y el trinar hecho melodía,
La vida en libertad vuela
Sin preocupaciones
Y a porfía.
Y nadie caerá en tierra
Sin que el Ser se lo permita.
Mi humanidad en lucha,
Acumula las tensiones,
Ya sean pocas o muchas,
Todo tiene en mí la medida
Ni más ni menos en mi existencia,
Sacando angustias, demonios y demencia
Cuando la paz está en fuga,
Y la tranquilidad es una pequeña nota,
Una fusa,
Y la tolerancia es la medida
Que cada bolsillo soporta,
No en todos es la misma,
Son distintos los fantasmas,
De las pre ocupaciones,
Y dejamos que nos opriman.
Quizás sea necesario
Para dar lo mejor de cada uno,
Si las cuerdas de mi guitarra no se tensan
No podría hacer música,
Los pájaros comen, vuela y trinan,
Cada uno con su melodía,
Y cantan mientras vuelan
Y cantan esperando su comida.
Sin reclamar nada en el día
El secreto está en el canto,
En la gratitud, en la algarabía,
Sinónimo de paz y sonrisas,
De que siempre tendremos,
El pan de cada día.
Pero siempre estoy buscando
Cataplasma humana,
Para calmar el calor
De esta lucha ardua,
Mi recipiente está lleno
Y el alma en dolor,
Porque en esta lucha y el ardor
De preocupaciones vanas,
No somos pájaros, ni la sombra
Y porque no somos,
Todo se desborda,
Como una hoja llena de letras
Nada nuevo en ella entra,
Ni la palabra amor.
Tengo que mirar,
Tengo que tirar,
Lo que no sirve
En esta locura diaria,
La falta de fe cuando veo
El mezquino pan del día,
Algunas veces juega a la escondida,
En la mano de mi Padre
Que amaso por mí,
Y para la ceguera del quien no sabe
Ya que la luz en su razón
No cabe,
No está