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Un Amor Verdadero Para Mí
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Libro electrónico240 páginas2 horas

Un Amor Verdadero Para Mí

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Cristal es una joven muy optimista y divertida. Ella ve la vida con ojos diferentes a los demás, ya que no le importa como la trate la vida, sigue siendo una chica alegre y muy buena con todos a su alrededor, pero cuando se entera de que su novio de toda la vida la engaña con su mejor amiga, se le viene el mundo encima.

Ya que para ella no existía un mejor hombre en este mundo, además ese mismo día se enteró de la muerte de su madre, la única familia que ella pensaba que tenía en su vida.

Para ella estas dos noticias, el mismo día la dejó fuera de lugar y no sabe qué va a pasar con ella de ahora en adelante.

Sin embargo, lo que ella no sabe es que su verdadero amor está a punto de llegar a su vida. Puesto que ella y Mateo tienen un destino que cumplir, pues ambos pertenecen a una familia de una zona donde abundan los mitos y las leyendas, las cuales fueron maldecidas generaciones antes de ellos nacer y para terminar con esa maldición ambas familias deben unirse en matrimonio.

Pero no solamente en matrimonio, pues ambos deben tener el mismo deseo para sus vidas. 

IdiomaEspañol
EditorialEyda LG
Fecha de lanzamiento15 dic 2024
ISBN9798227671028
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    Un Amor Verdadero Para Mí - Eyda LG

    Epílogo

    Cristal es una joven muy optimista y divertida. Ella ve la vida con ojos diferentes a los demás, ya que no le importa como la trate la vida, sigue siendo una chica alegre y muy buena con todos a su alrededor, pero cuando se entera de que su novio de toda la vida la engaña con su mejor amiga, se le viene el mundo encima.

    Ya que para ella no existía un mejor hombre en este mundo, además ese mismo día se enteró de la muerte de su madre, la única familia que ella pensaba que tenía en su vida.

    Para ella estas dos noticias, el mismo día la dejó fuera de lugar y no sabe qué va a pasar con ella de ahora en adelante.

    Sin embargo, lo que ella no sabe es que su verdadero amor está a punto de llegar a su vida. Puesto que ella y Mateo tienen un destino que cumplir, pues ambos pertenecen a una familia de una zona donde abundan los mitos y las leyendas, las cuales fueron maldecidas generaciones antes de ellos nacer y para terminar con esa maldición ambas familias deben unirse en matrimonio.

    Pero no solamente en matrimonio, pues ambos deben tener el mismo deseo para sus vidas. 

    Capítulo 1

    Decepción

    Cristal siempre había sido una chica alegre y trabajadora. De noche trabajaba en una discoteca, y durante el día lo hacía medio tiempo en un restaurante, todo con el fin de poder pagar las muchas deudas que tenía.

    Le tocaba esforzarse tanto porque debía cubrir las facturas médicas del hospital donde su madre estaba internada, quien —hasta ese momento— era el único familiar que le quedaba en esta vida.

    O al menos eso creía...

    Hasta que, un día antes de que su madre intentara quitarse la vida, le hizo una confesión que aún hoy Cristal no lograba creer.

    Había decidido dejar ese tema en pausa por un tiempo, porque, sinceramente, no sabía qué hacer con todo lo que su madre le había revelado justo antes de ese desgarrador intento de siucidio.

    Esa noche, Cristal había tenido que trabajar muy duro y estaba agotada. La jornada anterior también le había tocado turno, y el cansancio se acumulaba en su cuerpo, pero, aun así, no le importó.

    Estaba decidida a pasar por el apartamento de su novio para sorprenderlo en el día de su cumpleaños.

    Quería ser la primera en felicitarlo.

    A pesar de lo agotada que se sentía, solo pensaba en verlo sonreír al recibir aquella sorpresa.

    Así que, en lugar de ir directamente a su casa a descansar un poco, tomó la decisión de ir primero al apartamento de él. Todo lo que deseaba era regalarle un momento especial a su amado.

    Cristal se repetía a sí misma que por su novio era capaz de aguantar un poco más. Podía sacrificar sus tres horas de sueño antes de ir a su otro empleo si eso significaba verlo feliz.

    Así que, en vez de irse a descansar, se fue directo al apartamento de él, sin sospechar que estaba a punto de vivir la decepción más grande de su vida.

    Apenas abrió la puerta, se detuvo en seco.

    Ropa de mujer y de hombre estaban esparcidas por toda la sala.

    Su mente comenzó a llenarse de pensamientos oscuros, de imágenes que no quería imaginar, pero que eran inevitables en una situación como esa.

    El corazón le latía con fuerza descontrolada.

    Todo en su interior le gritaba que algo andaba mal.

    Y aunque no quería creerlo, una idea empezó a instalarse con fuerza en su mente: su novio la estaba engañando.

    Después de imaginarse a su novio con otra mujer, Cristal sacudió la cabeza, negando en su mente lo que acababa de pensar.

    —Deja de imaginar siempre lo peor de la gente —se dijo a sí misma—. Pablo es el mejor hombre que has conocido en tu vida.

    Confiaba tanto en él, que decidió ignorar sus sospechas y comenzó a recoger la ropa del suelo. La fue doblando con cuidado y la dejó sobre uno de los muebles de la sala, intentando convencerse de que todo tenía una explicación lógica.

    Luego se dirigió a la cocina con la intención de prepararle un desayuno sorpresa. Mientras cocinaba, incluso se reía de sí misma por haberse dejado llevar por ideas tan absurdas.

    Sabía, o al menos quería creer, que Pablo jamás sería capaz de serle infiel.

    Él conocía su historia, sabía cuánto detestaba a los hombres que traicionaban... y por eso, confiaba ciegamente en él.

    Luego pensó que seguramente Pablo tendría una explicación lógica para la ropa tirada por todo el piso. Con ese pensamiento en mente, le sirvió el desayuno en una bandeja que encontró en la cocina y, con una sonrisa ilusionada, se dirigió a la habitación para sorprenderlo.

    Pero la sorprendida fue ella.

    Apenas abrió la puerta, su mundo se detuvo. Allí, en la cama donde tantas veces compartieron momentos juntos, estaban dos cuerpos desnudos abrazados, profundamente dormidos. Y como si el golpe no fuera ya devastador, la mujer que yacía con su novio no era una desconocida... era su mejor amiga.

    Esa amiga a la que le había confiado todos sus secretos, sus miedos, sus sueños... Aquella en quien más confiaba, sin imaginar que detrás de esa fachada de lealtad se escondía una traición tan cruel. Porque si era capaz de acostarse con su novio, ¿en qué más la habría traicionado?

    Cristal, al ver aquella escena desgarradora, soltó la bandeja que llevaba en las manos. Esta cayó al suelo con un estruendo que pareció romper el silencio y su corazón al mismo tiempo.

    Los dos cuerpos en la cama se sobresaltaron al escuchar el ruido, y al abrir los ojos se encontraron con la figura de Cristal de pie en la puerta, temblando, con la mirada llena de incredulidad y los ojos inundados de lágrimas.

    Ella no podía creer lo que estaba viendo. Su mente se negaba a aceptarlo. Se repetía una y otra vez que aquello no podía estar pasando, que debía estar soñando. Quizá se había quedado dormida en el bus, como tantas veces lo hacía después del trabajo, y todo esto era una pesadilla.

    Pero esa ilusión se desvaneció por completo cuando escuchó la voz de su mala amiga, diciendo con descaro:

    —No es lo que parece...

    Cristal, al escuchar esas palabras, sintió un golpe de realidad que le atravesó el alma. Esa frase tan usada, tan vacía, confirmaba que lo que estaba viviendo no era un mal sueño, sino una traición despiadada.

    Entonces, con la voz quebrada pero firme, les respondió:

    —Si no es lo que estoy viendo con mis propios ojos... ¿según tú qué es, entonces?

    Pablo, con la cara aún medio dormida y sin rastro de vergüenza, le dijo:

    —Mi amor, fue solo que tomamos de más anoche... y por eso pasó esto. Te juro que es la primera vez, no tienes de qué preocuparte.

    Y como si no fuera suficiente, Melina —su supuesta mejor amiga— lo secundaba, validando cada palabra como si fuera verdad.

    Cristal los miraba sin poder creerlo. Nunca, ni en sus peores pesadillas, se habría imaginado algo así. Aquella escena parecía sacada de una película de traición, pero era su vida. Su realidad. Y dolía como nunca antes.

    Luego de ver cómo los sinvergüenzas intentaban defender lo indefendible, Cristal los miró con una mezcla de rabia y dolor, y les soltó:

    —Y encima lo justifican... Qué par de basuras son. Tal para cual.

    Dicho eso, se dio la vuelta y se marchó sin mirar atrás, cargando una tristeza que jamás pensó llegar a sentir. No solo por la traición de su novio, sino también por la de la mujer en quien más confiaba, aquella que se hacía llamar su mejor amiga.

    Jamás imaginó que Pablo y Melina fueran capaces de algo tan cruel. Mientras se alejaba, apenas escuchaba la voz de él suplicándole que esperara, que no se fuera así... pero ya nada importaba. Esas palabras eran vacías, como su amor.

    Pablo había sido hasta ese momento el hombre más importante de su vida. Con él soñaba casarse, formar una familia... Pero ahora todo eso se desmoronaba, dejándole una herida más profunda que la que alguna vez le causó su propio padre.

    Capítulo 2

    Trago amargo

    Cristal había salido de aquel apartamento como pudo, y caminaba por las calles con lágrimas en los ojos, las cuales no la dejaban ver con claridad el camino. En un solo instante había perdido a su novio... y a quien decía ser su mejor amiga.

    Después de caminar unas cuantas calles, Pablo la alcanzó, intentando explicarle —según él— lo que realmente había sucedido con su dichosa amiga.

    Ella lo miró con el rostro lleno de lágrimas, mientras le decía:

    —¿Por qué quieres seguir mintiéndome? Lo que vi fue más que suficiente... y no hay mentira que pueda ocultarlo.

    Después de decirle esas palabras, ambos guardaron silencio por un largo rato. Ella fue la primera en romperlo:

    —¿Acaso crees que soy una idiota?

    Y continuó, con la voz quebrada pero firme:

    —¿De verdad crees que voy a seguir creyéndote como siempre lo hacía? Por una vez en tu vida... sé un hombre y admite que te has estado acostando con mi mejor amiga desde hace mucho tiempo.

    Pablo se quedó en silencio. Lo que ella le había dicho era cierto, y no encontraba palabras para refutarlo.

    Al ver que él agachaba la cabeza y no lo negaba, Cristal supo que lo que acababa de decir era la verdad. Por más que quisiera negarlo en su mente, esos dos mentirosos llevaban acostándose desde hacía mucho tiempo.

    Lo peor de todo era que una vez los había visto en una situación muy comprometedora, pero como confiaba tanto en ellos, no quiso prestarle atención.

    De inmediato apartó esos pensamientos y, al ver que Pablo no decía ni una palabra más en su defensa, se dio la vuelta y se marchó, dejando parado, con la cabeza baja, al que unas horas antes era su príncipe azul... el amor de su vida.

    Cristal, en su mente, se preguntaba por qué su novio y su mejor amiga la habían traicionado de la peor manera. No entendía cómo habían sido capaces de hacerle algo tan bajo, si para ella eran sus personas favoritas en este mundo.

    En ese momento se dijo a sí misma que no podía dejarse caer, que su madre la necesitaba más que nunca, ahora que estaba hospitalizada.

    También se recordó que, en la vida, muchas personas la decepcionarían, pero ella tenía que ser fuerte y seguir adelante... por el bienestar de su madre.

    Con lágrimas en los ojos y la tristeza apretándole el alma, llegó como pudo a su pequeño apartamento. Tiró su bolso en la entrada y, sin pensarlo, se metió a la ducha con ropa y todo, esperando que el agua pudiera, al menos por un momento, arrastrar el dolor que sentía en lo más profundo de su ser.

    Después de un rato, recordó que tenía que ir a su otro trabajo, pero con el dolor que sentía en ese momento, le resultaba imposible presentarse. Salió de la ducha, se quitó la ropa mojada y se vistió con algo cómodo para estar en casa.

    Tomó su teléfono con manos temblorosas, respiró hondo y llamó a su jefe. Cuando este atendió, le explicó con voz suave que no podría asistir ese día, que se había resfriado un poco y no estaba en condiciones de atender a los clientes.

    El administrador estuvo de acuerdo con ella y le dijo que se tomara el día libre para descansar y recuperarse. Desde que Cristal había comenzado a trabajar en ese restaurante, era la única que nunca pedía permiso, ni siquiera cuando estaba enferma. Por eso, él supuso que algo muy malo debía haberle pasado para que pidiera un día libre.

    Después de terminar la llamada con su jefe, se acurrucó en la cama en posición fetal, dejando que sus lágrimas se derramaran sin control.

    Estaba sinceramente agotada por todo lo que había sucedido, y su mente comenzó a revivir los momentos que había compartido con Pablo...

    Recordó cuando él le pidió que fuera su novia, y cómo ella, con una mezcla de ilusión y cautela, aceptó con una sola condición: que nunca la engañara.

    Le explicó que su madre había sufrido mucho por la traición de su padre, y que no quería repetir esa historia, ni sentir el mismo dolor que vio en los ojos de su mamá.

    Cada vez que Cristal recordaba los momentos vividos con su novio, las lágrimas volvían a brotar con más fuerza.

    En ese instante, también le vinieron a la mente los recuerdos del dolor de su madre por la traición de su padre. Por eso, lo primero que le dijo a Pablo antes de aceptar ser su novia fueron aquellas palabras tan sinceras y claras.

    Pablo, en ese entonces, le había respondido con firmeza que, si alguna vez llegaba a sentir algo por otra mujer, antes de engañarla preferiría terminar la relación. Que, si se veía tentado a estar con otra, eso significaba que ya no era feliz con ella, y que lo más honesto sería alejarse antes de causar daño.

    Fue esa respuesta la que la convenció de darle una oportunidad. A partir de ahí, cada día le demostraba que no se había equivocado, que él la amaba de verdad. Estuvo a su lado en sus momentos más difíciles, siendo su refugio y su fuerza. Por eso, ahora le dolía tanto. Porque nunca imaginó que ese mismo amor algún día la haría pedazos.

    Cristal, al recordar aquella promesa, murmuró al aire con voz quebrada:

    —Solo eran palabras vacías... Pensé que, si querías estar con otra persona, terminarías nuestra relación. Pensé que me evitarías este trago amargo que yo jamás quise probar.

    Después de decirlo, se quedó en silencio unos segundos, respirando hondo, como buscando fuerza donde ya no había. Y entonces, con los ojos aún llenos de lágrimas, pero con más determinación en su voz, se dijo:

    —No llores más por personas que no valen la pena.

    Y añadió con firmeza, como si se prometiera algo importante:

    —Serás más fuerte que tu madre... No te vas a echar a morir por un hombre que no lo merece.

    Luego se levantó de la cama, se preparó algo rico de comer y decidió poner en orden su pequeño apartamento, que estaba completamente desordenado. Casi nunca estaba en casa y el poco tiempo libre que tenía no le alcanzaba para ocuparse de las tareas del hogar.

    Después de limpiar cada rincón y de dejar todo en su sitio, el cansancio comenzó a hacerle peso. Su cuerpo ya no le daba para más. Así que se acostó a dormir y apagó su teléfono, deseando que nadie la molestara mientras descansaba... sin imaginar que, al despertar, recibiría la peor noticia de su vida.

    Capítulo 3

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