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El final del inicio
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Libro electrónico213 páginas3 horas

El final del inicio

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Información de este libro electrónico

Esta novela se adentra en la ciencia ficción más clásica y, respetando los límites del género, plantea una diferencia fundamental. Aunque se vale de recursos que resultan atractivos para el lector adiestrado, el texto se despliega en varias direcciones hasta convertirse en una verdadera metáfora de la conversión que puede experimentar el mundo debido a las acciones humanas.
El autor, siendo desde pequeño un gran observador de su entorno, es consciente que el planeta hoy se enfrenta a grandes cambios. A partir de esa premisa, construye una novela de género, entretenida y ágil, llena de acción, romance y con un fuerte mensaje para reflexionar sobre las conductas del hombre que, aunque parezca consciente del daño que se inflige, no logra cambiar su comportamiento, lo que lo lleva a la autodestrucción.
IdiomaEspañol
EditorialRIL Editores
Fecha de lanzamiento1 oct 2024
ISBN9789560101228
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    Vista previa del libro

    El final del inicio - Franz Schirmer

    Índice

    Cover

    Portadilla

    Créditos

    Nota del autor

    Epígrafe

    El final del inicio

    Capítulo I La reserva

    Capítulo II Jeq y la cueva

    Capítulo III El descubrimiento

    Capítulo IV El satélite Alfa Mike

    Capítulo V El regreso

    Capítulo final

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    Franz Schirmer

    El final del inicio

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    El final del inicio

    Primera edición: agosto de 2014

    © Franz Schirmer, 2014

    Registro de Propiedad Intelectual

    Nº 241.811

    © RIL® editores, 2014

    Los Leones 2258

    cp 7511055 Providencia

    Santiago de Chile

    Tel. Fax. (56-2) 22238100

    ril@rileditores.com • www.rileditores.com

    Composición, diseño de portada e impresión: RIL® editores

    ePub hecho en Chile • ePub made in Chile

    ISBN 978-956-01-0122-8

    Derechos reservados.

    Nota del autor

    Hoy estamos viviendo momentos de cambios importantes, estos están modificando las relaciones personales con la comunicación instantánea, las redes sociales y la información en línea. Un problema en el Medio Oriente es conocido de forma inmediata en Sudamérica y viceversa. Vemos cómo a través de las redes sociales las personas se agrupan y luchan por alguna idea común. Es así como de forma casi instantánea nacen las organizaciones de los que se sienten disconformes e indignados con sus gobiernos enfrentándolos y debilitándolos. Hemos visto correr sangre por las calles, no por defender territorios ni por conseguir comida, sino que por ideas políticas. Pero esto que impresiona a muchos son solo cambios insignificantes si los comparamos con el cambio climático, la transformación de nuestro entorno y la explosión demográfica. Muchos han podido explicar muy bien las razones de los aumentos de temperatura del planeta con consecuencias en el derretimiento de los glaciares, sequías prolongadas, tormentas cada vez más fuertes y aumento de las enfermedades contagiosas. Esto pareciera ser que es un fenómeno irreversible que nos lleva a la autodestrucción y que para algunos ya sería muy tarde para corregirlo, es solo cosa de tiempo. Sabemos qué tenemos que hacer para detener esta loca carrera hacia el abismo, pero a la mayoría pareciera no importarle.

    Sabemos que los combustibles fósiles contaminan y se nos acaban, pero si antes una familia viajaba apretada con los padres en un auto con 50 HP, hoy algunos viajan solos en autos de 500 HP. ¿No es esto un exceso si la velocidad está limitada? ¿Dónde está la conciencia de que el planeta se consume?

    La población aumenta a una velocidad mayor que la capacidad de albergarla. Si bien hay exceso de alimentos, aún hay poblaciones que sufren hambre. Si bien la medicina ha logrado grandes avances, todavía hay problemas de salud.

    Se dice que el humano es un ser inteligente, pero pareciera que esta descripción no se ajusta a la realidad que estamos viviendo. Si somos capaces de predecir el tiempo, viajar al espacio, analizar estadísticas y proyectar el futuro, ¿por qué en esto que es tan importante no nos damos cuenta que están todas las alarmas encendidas y que debemos cambiar nuestras conductas?

    Nos guste o no, el planeta está en riesgo. El hombre lo habita desde hace 200.000 años, sobreviviendo y adaptándose, pero desde hace poco más de 100 el hombre no quiso adaptarse al medioambiente y lo acomodó a su gusto robándole toda la energía. El nivel de confort alcanzado hoy día no era soñado ni por los más excéntricos emperadores del pasado. El hombre vive hoy a la temperatura que desea, come frutas y verduras durante todo el año sin importar los costos del transporte, fabrica los animales que más le gusta comer, se desplaza sin el más mínimo esfuerzo y agota los recursos sin medida. Sin duda esto tendrá consecuencias.

    Por último, y lo más terrible de todo, es que el hombre inteligente creó armas de destrucción masiva capaces de autodestruirlo varias veces y de paso dañar a todo su entorno. Hoy no sabemos cuántas bombas atómicas, de hidrógeno o electromagnéticas existen, dónde están, ni quién las tiene. En un escenario de conflicto o anarquía un líder podría como último recurso acudir a estas armas generando un exterminio masivo con consecuencias inimaginables.

    Este escenario que parece de película de Hollywood es absolutamente probable, las condiciones están dadas y quizá solo sea cosa de tiempo. Por esto es que no cabe duda de que hoy es imposible predecir qué sucederá en tan solo 100 años más con la humanidad o el planeta.

    Haber vivido en Europa, Estados Unidos y la Patagonia me ha permitido ver dos mundos muy distintos y poder compararlos. En sociedades desarrolladas las personas pasan a ser parte de un sistema, solo un engranaje de una máquina gigante que muchos ni siquiera entienden. Sin embargo, al fin del mundo los pioneros son autónomos, conviven con su entorno y deben adaptarse. Aquí son importantes las estaciones del año, la luz del día, el frío y el calor. Existen dos mundos que son radicalmente opuestos, pero lamentablemente el norte y su cultura están invadiendo lentamente hasta los rincones más lejanos de la tierra.

    Esta novela de ficción relata la historia de lo que podría ser nuestro planeta en un futuro no muy lejano. Después de la última gran guerra y el caos, lo más probable es que no toda la humanidad desaparezca, los lugares remotos no serán alcanzados por las bombas y aun sufriendo las consecuencias de la radiación y la destrucción algunos lograrán sobrevivir. También es muy probable que las personas de más recursos busquen refugio en el espacio frente a una guerra global. Es por esto que el hombre no dejará de existir, pero aun así nunca aprenderá la lección ya que como el amor, la ambición y el odio son parte de su esencia.

    …dicen que un hombre debe tener

    un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.

    Hoy me siento orgulloso de tener tres

    hijos maravillosos, sanos y llenos de vida.

    Viviendo en la Patagonia, dentro del parque nacional

    más antiguo de Chile, he tenido la oportunidad

    de plantar muchos árboles.

    Finalmente después de varios años

    he logrado escribir un libro logrando

    así cumplir con esta condición de hombre.

    Este libro se lo dedico a mis hijos y a ella…

    ¡que espero vuelva algún día!

    El final del inicio

    Capítulo I

    La reserva

    Su respiración era agitada, ya sentía el cansancio en los brazos, llevaba más de una hora escalando esa pared de hielo. Tenía los guantes mojados por la transpiración y la nieve, no tenía frío pero le dolían los dedos de tanto golpear el hielo cada vez que clavaba los piolets. Miró hacia abajo y se sintió volar, fuertemente atraído por el vacío que lo tiraba hacia atrás, colgaba en esa pared de hielo que caía vertical 1.500 metros al fondo del glaciar. Las condiciones eran perfectas, hacía mucho frío, un día completamente despejado y el volcán estaba recién nevado y cubierto de hielo en la pared oeste, por la que enfrentaba los últimos metros hasta la cumbre. El imponente volcán salía desde la orilla del gran lago color turquesa y se elevaba elegantemente hacia el cielo, sus laderas eran simétricas, cubiertas por un gran glaciar. La última parte de esa gran montaña era una torre de roca y hielo que atravesaba el suave manto del glaciar cubierto de nieve y se proyectaba hacia el infinito como un sable.

    Sean aún no lograba ver la cumbre pero sabía que ya debía estar cerca, ya escuchaba el viento que la soplaba. Estaba cansado, echó la cabeza hacia atrás para mirar hacia arriba, quería ver cuánto faltaba, tenía que salir de esa pared, sentía que no resistiría mucho más. Estaba exhausto, había subido en solo horas lo que los escaladores tardaban días. Pensó en qué dirían los expertos cuando se enteraran de que él estaba rompiendo un récord. De pronto el piolet derecho se soltó, sintió cómo la adrenalina le recorrió con violencia el cuerpo produciéndole calor y cosquilleo en la espalda. Sin darse cuenta había inclinado el cuerpo demasiado hacia atrás tirando del piolet. Los crampones cedieron y su cuerpo cayó. Sintió el frío del miedo y la atracción del vacío. En su brazo izquierdo sintió un fuerte tirón que le desgarró fuertemente el hombro. Todo su cuerpo giró y quedó colgando mirando al vacío afirmado de un solo piolet.

    «Mierda… por no concentrarte», pensó. Sabía que había cometido un grave error, estaba a punto de caer y este sería el fin… Estaba consciente de que jamás había que desviar la atención de la pared, la concentración y el control eran lo más importante. Por tratar de ver cuánto faltaba y pensar en el éxito de su hazaña, ahora colgaba de un brazo a punto de caer, eso le estaba costando la vida.

    Cerró los ojos, respiró hondo y haciendo un gran esfuerzo giró suavemente sobre su hombro adolorido. Miró el hielo y buscó el mejor lugar donde clavar el piolet derecho. Extendió suavemente el brazo —esperando que el piolet del que colgaba aguantara—, apretó fuertemente el puño del otro piolet y acelerando suavemente lo clavó en el hielo. El golpe fue certero, el piolet quedó clavado firmemente. Luego tiró hacia abajo apoyando el mango sobre el hielo y giró su cuerpo, clavó el crampón del pie derecho, se pisó sobre este pie y luego clavó el pie izquierdo. El dolor del hombro cedió, ahora estaba cómodo y seguro nuevamente. Sentía cómo el corazón le latía a gran velocidad, tenía la boca seca, el susto había sido grande. Si caía cerca de la pared de hielo y se golpeaba, sería imposible abrir el paracaídas. Recordó cómo tiempo atrás un amigo perdió la vida en un accidente similar.

    La dosis extra de adrenalina y el miedo le habían dado nuevas energías, concentrado siguió escalando por la pared que comenzaba a perder pendiente. Ahora sabía que estaba cerca, se metió entre una grieta de hielo, aceleró el paso. Coordinado, clavando los piolets y crampones se fue tirando hacia arriba, vio cómo aparecía el cielo azul iluminado por los primeros rayos de sol de esa fría mañana. Desde lo alto vio cómo toda la cordillera nevada se teñía de rosa con la tenue luz del sol. Lejos, el valle central estaba completamente cubierto por una densa niebla que parecía un gran océano. Caminó los últimos metros por el filo de hielo hasta la cumbre, se sentía volando parado en ese pequeño pedazo de hielo viendo el planeta hasta que se curvaba más allá.

    Sean sacó dos tornillos de hielo y los instaló en la cumbre, colocó dos cintas y se aseguró a ellas. Se sacó la mochila y con otro mosquetón la aseguró a las cintas. Asegurado se sentó y abrió un bolsillo de la mochila, sacó frutos secos y barras energéticas y comió bebiendo líquido isotónico. Después de descansar un rato miró el reloj. Estaba adelantado. Tomó el comunicador, lo encendió y comenzó a hablar…

    —Alfa Sierra, acá Sierra Fox. ¿Me copias?

    —Aquí Alfa Sierra. Voy en vuelo, ETA 14 minutos.

    —Ok. Punto más alto, 5:23.

    —¿Cuánto?

    —5:23.

    —¿Desde el glaciar?

    —No, desde la base.

    —Caminando.

    —Obvio.

    —¡Maldito bastardo! ¿Cómo lo hiciste en tan poco tiempo?

    Sean a lo lejos vio aparecer la pequeña nave volando a gran altura en dirección a él. Se habían puesto de acuerdo en encontrarse al amanecer para grabar esta ascensión que hace siglos no se había repetido. Desde que se deshabitó el planeta ya no había escaladores. Con este material gráfico se obtenían recursos para la protección de la reserva y sus pocos habitantes. Con las imágenes los computadores gráficos diseñaban viajes virtuales para los habitantes de los satélites espaciales. Ya no era necesario viajar para vivir las experiencias más exóticas y extremas. La única actividad económica que se realizaba dentro de esta reserva era la logística para las expediciones científicas que monitoreaban la evolución y regeneración del planeta. Este había sido destruido por el hombre hace ya varios siglos. Ellos fueron los responsables del calentamiento global que aumentó la temperatura promedio en 15°C producto de la sobreexplotación de los recursos y la contaminación del aire. Luego vinieron las grandes sequías que fueron seguidas por falta de alimento y agua, sobrepoblación, guerras civiles, dictaduras y grandes éxodos hacia los países más desarrollados. El descontento de los habitantes en contra del sistema social y económico se manifestó en grandes protestas que rápidamente se convirtieron en movimientos anárquicos contra el régimen establecido. El caos fue total y finalmente llegó la Gran Guerra. Los únicos sobrevivientes fueron los que habitaban en las zonas más extremas y aisladas del planeta y los privilegiados que pudieron refugiarse en las estaciones espaciales, que eran grandes ciudades suspendidas en el espacio donde se acomodaron los poderosos habitantes de las principales potencias económicas. Fue una selección económica del hombre, los más pobres murieron de hambre por millones, y del resto se encargó la guerra.

    Sean era heredero de un sobreviviente de la Gran Guerra, un sobreviviente del fin del mundo.

    —Estoy listo… —dijo Sean por la radio.

    —Ok, ya te tengo en cuadro y… grabando.

    Sean retrocedió unos pasos por la pendiente y luego comenzó a subir simulando que llegaba por primera vez a la cumbre.

    —Bien, repitamos la toma una vez más.

    —Ok, aquí voy de nuevo.

    Luego de varias tomas decidieron que tenían material suficiente y de excelente calidad. Ahora venía la segunda parte, el descenso. Sean guardó todo muy ordenado en la parte inferior de la mochila, se sacó los crampones y los guardó en su saco, todo debía quedar muy bien colocado para evitar un accidente. Revisó cuidadosamente todo su equipo, luego se colocó y abrochó la mochila.

    —Estoy listo. Cuando tú digas…

    La nave giró en un viraje escarpado y lo enfrentó desde donde venía el sol, ¡la luz era ideal!

    —Ok, te tengo en la cámara… ¡Grabando!

    —Acá voy, el viento está justo de frente y las condiciones son óptimas.

    Sean se aseguró el arnés, encendió las cámaras de video del casco y la mochila. La tercera cámara autónoma lo seguiría desde cerca; una vez encendida esta flotó en el aire emitiendo un leve zumbido separándose a un metro de distancia de Sean. Finalmente bajó el protector para los ojos y comenzó a correr. La cumbre era pequeña y con solo 4 pasos saltó al vacío gritando. Aunque muchas veces había repetido esta maniobra no dejaba de sentir miedo los primeros metros mientras tomaba velocidad y se alejaba del hielo y las rocas. En el visor vio cómo la velocidad aumentaba rápidamente. Cuando llegó a los 50 m/s desplegó las cortas alas detrás de los brazos, sintió la sustentación y comenzó a tener control de la caída. Más atrás, muy cerca, lo seguía en picada la nave casi tocando la pared de roca y hielo. Sean mejoró la aerodinámica y la velocidad marcó 70 m/s.

    —La toma está espectacular, ¡con esto nos haremos famosos!

    —escuchó Sean por sus audífonos.

    —Aún no aterrizo, pero todo se ve bien… ¡hasta ahora!

    Desde lejos parecían un águila persiguiendo a una golondrina a gran velocidad por el acantilado. En poco tiempo sobrevolaba la ladera del volcán cubierta de bosque. La nave se adelantó y comenzó a grabar desde adelante hacia atrás. El lago color esmeralda se veía cada vez más cerca y ya se distinguía la playa donde aterrizaría.

    Al poco rato en la playa todo era risas y alegría, había conquistado la cumbre por sí solo, a la manera que se hacía antiguamente, escalando. Sin duda estas filmaciones una vez editadas serían de gran valor en el satélite de las luces y le proporcionarían la ayuda económica necesaria para comprar más equipos.

    —Recuerda que en 3 días viajo al espacio y debo llevar estas imágenes.

    —Lo sé —respondió el piloto de la nave—, la edición estará lista y quedará espectacular.

    Luego de despedirse Sean se quitó la ropa térmica y quedó completamente desnudo. Su cuerpo era firme y su delgada piel color mate dejaba ver cada uno de sus músculos largos y delgados. Su cintura angosta contrastaba con sus anchas espaldas. Su alta estatura y larga melena lo hacían parecer un guerrero de antiguas historias. Tenía el cuerpo de un atleta: alto y delgado.

    Desnudo saltó al agua, se sumergió y nadó cerca de un minuto bajo

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