Economía Experimental y Del Comportamiento Cropped
Economía Experimental y Del Comportamiento Cropped
Economía Experimental y Del Comportamiento Cropped
lo segundo es que el diseo sea tan limpio y claro como para que nos ensee
algo (por ejemplo, donaciones con y sin gente mirando);
6
0
.
0
0
0
4
0
.
0
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2
0
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1
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0
.
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0
Decisin 4
G: 0, ningn riesgo.
H: Elegir 20 veces la
opcin F en la Decisin 3
140.000 1,2%
120.000 3,5%
100.000 7,5%
80.000 12%
60.000 17%
40.000 18%
20.000 16%
0 12%
20.000 7%
40.000 3,5%
60.000 1,5%
Figura 2.1. Resultados probables de H (20 veces F).
La tabla y la gura de arriba muestran el perl de riesgo, ganancias y probabi-
lidades, asociado con 20 repeticiones independientes de la opcin F.
Qu opcin preferira esta vez? Visto que la probabilidad de perder dinero
es menos del 13%, y la posibilidad de ganar cantidades considerables es bastante
alta, esperaramos que la mayora de la gente seleccionara la opcin H.
El cambio en las preferencias entre las Decisiones 3 y 4 denota que, cuando consi-
deramos una nica eleccin, tendemos a ser ms aversos al riesgo que cuando nos en-
frentamos a decisiones repetidas. Normalmente, la gente tiende a tomar decisiones
de una en una, a menudo aislando la opcin actual de las ocasiones futuras de tomar
decisiones parecidas. Este fenmeno se denomina efecto aislamiento. Si las decisiones
se analizan y consideran aisladamente, tendemos a escoger E cada vez que nos en-
frentemos a esta eleccin o a elecciones parecidas. Visto en perspectiva, esto equivale
a escoger G en la Decisin 4. No obstante, esta misma perspectiva nos recomienda
ahora elegir H. Nuestra prudencia al preferir E puede ser demasiado corta de miras!
46 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Naturalmente, una persona que aplique el criterio del valor esperado aprovechara
todas las posibilidades y elegira F tanto en la Decisin 3 como H en la 4.
La funcin de valor en la Teora Prospectiva
Para explicar estos patrones de comportamiento, Kahneman y Tversky (1979)
propusieron la Teora Prospectiva (Prospect Theory). Segn esta teora, los resul-
tados monetarios se perciben como ganancias o prdidas a partir de un punto de
referencia, al cual se atribuye un valor de cero (vase el ejemplo anterior del pro-
grama televisivo). El statu quo, el nivel de aspiracin, y los objetivos son ejemplos
de puntos de referencia que usan los individuos (Heath, Larrick y Wu, 1999).
Otro concepto importante en la Teora Prospectiva es la funcin de valor, que
posee tres caractersticas principales.
1) El primer rasgo es que dicha funcin toma valor cero en el origen. Por tan-
to, otorga una evaluacin neutral a la situacin hipottica de ninguna ganancia
y ninguna prdida.
2) El segundo rasgo es que la funcin de valor sigue el principio psicolgico de
sensibilidad decreciente : el impacto de una ganancia (prdida) adicional disminuye
al aumentar el total de las ganancias (prdidas) acumuladas. Por tanto, la funcin
es cncava por encima del punto de referencia (para las ganancias) y convexa por
debajo del mismo (para las prdidas), como ilustramos en la gura de abajo.
1,5
1
0,5
0
0,5
1
1,5
2
2,5
3
20.000 10.000
0
10.000 20.000
Figura 2.2. La funcin de valor subjetiva. Es cncava para las ganancias,
convexa para las prdidas, y la pendiente es ms pronunciada para las prdidas
que para ganancias equivalentes.
Toma individual de decisiones (c.2) / 47
En esta gura, el eje vertical es puramente subjetivo y mide la satisfaccin
relativa. El eje vertical aqu elegido asigna un nivel de satisfaccin de +1 a una ga-
nancia de 10.000. El principio de sensibilidad decreciente es vlido tanto en el
rango positivo como en el negativo. La siguiente situacin extrema puede servir
de ejemplo. A la mayora de nosotros le parecera que la diferencia entre estar
encarcelado uno o dos aos es grande. Sin embargo, la diferencia entre cinco o
seis aos de crcel nos parecera menor.
3) La tercera caracterstica de la funcin de valor es que, en ella, las prdidas
se perciben como ms importantes que las ganancias. Esto signica que cerca del
punto de referencia la funcin es ms empinada para las prdidas que para las
ganancias, una caracterstica llamada aversin a las prdidas. Por ejemplo, en la Fi-
gura 1 una ganancia de 10.000 aporta una satisfaccin +1, pero una prdida de
10.000 aporta prdida de satisfaccin de 2,25. Se observa como la pendiente, o
inclinacin, de la funcin de valor subjetiva para las prdidas es ms pronunciada
que la pendiente para las ganancias. Esto indica que la desutilitad generada por
una prdida es mayor que el placer asociado a una ganancia de la misma cantidad.
La funcin de valor explica los patrones de comportamiento que hemos pre-
sentado hasta ahora en este captulo. Por una parte, la forma de S de la funcin
de valor da lugar a las actitudes asimtricas frente al riesgo que hemos visto en las
Decisiones 1 y 2: aversin al riesgo para las ganancias y preferencia por el riesgo
para las prdidas. Por otra parte, el hecho de que las prdidas sean percibidas
como dos veces ms grandes que las ganancias del mismo tamao (aversin a las
prdidas) explica la aversin al riesgo en la situacin mixta de la Decisin 3.
Actitudes hacia el tiempo
Consideramos en este apartado decisiones que parten de distintos momentos en
el tiempo. Por ejemplo, la decisin 5 implica dos momentos en el tiempo.
Decisin 5
A: 100 seguros ahora
B: 110 seguros dentro de un mes
En situaciones como sta, especialmente si pensamos en el dinero como
consumo, la mayora de la gente preere recibir 100 ahora. Despus de todo,
ms vale pjaro en mano que ciento volando! Consideremos ahora la siguiente
decisin.
48 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Decisin 6
C: 100 seguros dentro de seis meses
D: 110 seguros dentro de siete meses
Puestos a esperar, la mayora de la gente preere la opcin de 110 dentro de
siete meses. El que se preera A y D es consistente, racional? Probablemente no,
porque despus de los seis meses la opcin C equivale a la opcin A de la Decisin
5, as como D equivale a B. Si elegimos A en la Decisin 5, es como si cambise-
mos de D a C en la Decisin 6.
Si, como es habitual en los modelos econmicos, el futuro se descuenta a una
tasa exponencial, el valor actual de x en el periodo t es igual a x multiplicado
por o
t
. Este ltimo smbolo, o, es el factor de descuento. Si r es la tasa de inters,
entonces o 1/(1+r) es el factor de descuento. Las preferencias observadas en las
Decisiones 5 y 6 no se pueden explicar basndonos en este tipo de descuento.
Necesitamos un modelo que pondere la lejana o cercana del evento.
Un modelo ms apropiado es el del descuento hiperblico, en el cual el factor de
descuento es o
t
y
, donde y es menor o igual a uno (y <
1). El trmino t
y
indica que,
psicolgicamente, las personas son muy sensibles al tiempo en el futuro prximo,
pero poco sensibles al tiempo en el futuro lejano (vase la Figura 2.2). El factor
de descuento disminuye pronunciadamente para diferencias temporales cerca-
nas en el tiempo, pero no tanto para diferencias en un futuro ms lejano.
Descuento estndar,
t 1
Presente
Futuro
t
Descuento hiperblico,
t
Figura 2.3. El factor de descuento hiperblico. El valor de los acontecimientos
futuros se reduce muy rpidamente cuando nos vamos alejando del presente, y
ms lentamente en el futuro lejano.
Toma individual de decisiones (c.2) / 49
Una consecuencia de este fenmeno es una impaciencia excesiva en el corto
plazo: mostramos una excesiva avidez por conseguir una recompensa ahora mis-
mo. La segunda consecuencia es la dilacin. Si se pospone una tarea costosa hasta
maana, el valor actual del coste es mucho menor. Al contrario, el benecio que
se recibe ms tarde permanece casi inalterado. En consecuencia, siempre parece
buena idea dejar las cosas que nos cuestan para maana!
Por ejemplo, supongamos que queremos adelgazar. Con el n de alcanzar este
propsito, tenemos que sufrir un coste ahora (ponernos a rgimen) para lograr
un benecio ms adelante (estar en forma dentro de dos meses). Si empezamos a
ponernos a rgimen maana, el benecio ser casi el mismo (estaremos en forma
dentro de dos meses y un da). Sin embargo, el coste (el rgimen maana) parece
mucho menor. Naturalmente, la trampa est en creer que maana empezaremos
el rgimen. De hecho, maana aplazaremos de nuevo la decisin, y acabaremos
por no hacer nunca dieta!
Al contrario, para convencer a nuestros amigos de que realicen una tarea
costosa, slo hay que preguntarles con antelacin, y cuanta ms mejor. Por
ejemplo, si le pedimos a un amigo que nos ayude con nuestra mudanza slo dos
das antes, nuestro amigo probablemente pueda librarse con alguna excusa. Sin
embargo, si se lo pedimos con un mes de antelacin, con toda probabilidad dir
que s. Adems, nuestro amigo tambin estar ms contento de que se lo haya-
mos preguntado mucho antes: l nos ayudar de una manera que le resultar
menos costosa.
Estimacin subjetiva de la probabilidad
En la seccin precedente nos hemos centrado en el comportamiento basado en
la funcin de utilidad, suponiendo que los retrasos de tiempo y las probabilidades
se calculan de manera objetiva. En esta seccin, nos interesamos por la estima-
cin subjetiva de la probabilidad por parte de la gente.
La realidad es que se ha observado una serie de sesgos que ponen en duda
la precisin de la estimacin subjetiva de la probabilidad. La gente usa una gran
variedad de procedimientos heursticos para hacer estimaciones de probabilidad.
Dichos procedimientos pueden funcionar en mbitos naturales, pero a veces pue-
den llevar a errores. Por ejemplo, consideremos la llamada heurstica represen-
tativa. Para comprender el funcionamento de dicha heurstica, suponga que le
dan la descripcin de una mujer llamada Linda, con educacin, conciencia social
y opiniones polticas.
50 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Cree que es ms probable que Linda trabaje como cajera en un banco y
adems sea feminista, o que simplemente trabaje como cajera en un banco? Antes
de leer lo que sigue, detngase a pensar, y luego conteste.
Parece que, por las caractersticas descritas, Linda sea ms representativa de
una cajera de banco feminista que de una simple cajera de banco, verdad? Sin
embargo, el conjunto de cajeras de banco es ms numeroso que el conjunto de
cajeras de banco que adems son feministas, as que ordenar las probabilidades
por su representatividad no resulta correcto en este caso. Adems, a la gente le
resulta difcil aplicar el teorema de Bayes
2
que permite modicar correctamente las
probabilidades iniciales sobre la base de la evidencia nueva que se va obteniendo.
Es ms, parece que no slo la gente en general, sino tambin los profesionales,
como los mdicos o los jueces, le conceden poca importancia a la probabilidad
de partida.
Por ejemplo, cul cree que es la probabilidad de tener el SIDA si su test da
positivo, suponiendo que no pertenezca a ningn grupo de alto riesgo, como los
drogadictos? De nuevo, antes de leer lo que sigue, haga una pausa, reexione y
conteste a la pregunta.
Muchos pacientes, y tambin muchos mdicos, creen que la probabilidad es
cercana a uno. Ahora bien, la probabilidad a priori, o probabilidad base, de sufrir
una enfermedad como el SIDA es muy baja (suponiendo que no se pertenece a
ningn grupo de alto riesgo). Sin embargo, la abilidad del test es menor del
100%, digamos que es de un 99%, por lo que en uno de cada cien sujetos libres
del sndrome, el test dar un falso positivo. Supongamos que la probabilidad
base del SIDA sea de 1 por cada 500 personas. Si examinamos 1.000 sujetos de la
poblacin en general, entonces 2 resultarn positivos verdaderos, y cerca de 10
resultarn positivos falsos (1% de 998). En consecuencia, la probabilidad de tener
SIDA dado que el test ha resultado positivo es de aproximadamente 2 sobre 12.
Por tanto, de todos los que han resultado positivos en el test, slo algunos tendrn
SIDA, mientras que la mayora sern falsos positivos.
Cuando tenemos en cuenta las probabilidades base, resulta que la probabili-
dad posterior es menos exagerada. Ignorar la probabilidad base induce a la gente
a estar demasiado segura de todo. La buena noticia es que ignorar la probabili-
dad base puede corregirse si se usan frecuencias (Hoffrage et l., 2000). Es decir,
2
Cuando nos planteamos la probabilidad de que ocurra un evento condicionado a otro
(tener SIDA dado el resultado de un test de VIH) usamos el teorema de Bayes que vincula la
probabilidad de A dado B con la probabilidad de B dado A.
Toma individual de decisiones (c.2) / 51
si en lugar de describir la situacin como la probabilidad del SIDA es del 0,5%,
se usa la frecuencia se espera que 2 de cada 1.000 personas tengan el SIDA.
Otro fenmeno emprico relativo a cmo las personas calculan probabilidades
es el exceso de conanza. Existen varias deniciones distintas de exceso de con-
anza. A veces se mide a travs de la discrepancia entre la probabilidad objetiva
y la subjetiva. Si una persona cree que la probabilidad de obtener cara lanzando
una moneda es de 2/3, su exceso de conanza se calcular como 2/3 1/2 = 1/6.
Otro fenmeno parecido es la sobreestimacin. Si en un test con 10 preguntas
unos estudiantes creen haber acertado cinco respuestas cuando en realidad slo
han acertado tres, hay sobreestimacin. Estos estudiantes han sobreestimado su
puntuacin en dos puntos.
Hasta hace poco se crea que el exceso de conanza estaba muy extendido. Sin
embargo, en los ltimos 20 aos, algunos investigadores han puesto en duda que,
como se haba sostenido, este fenmeno sea tan generalizado; es decir, que la ma-
yora de la gente muestre un exceso de conanza la mayor parte del tiempo. De
hecho, se han identicado algunos problemas en la manera en que se selecciona-
ron las preguntas (los datos) analizadas en los primeros estudios que apoyaron la
hiptesis del exceso de conanza.
Por ltimo, conviene preguntarnos cul es el carcter normativo de estos ses-
gos. Por ejemplo, el exceso de conanza es siempre negativo, o no? Si la gente
resulta tener un exceso de conanza, puede que eso responda a algn motivo.
En otras palabras, el exceso de conanza puede conferir ventajas adaptativas, por
ejemplo aumentando la determinacin, desarrollando la habilidad para engaar
a los adversarios, y proporcionando compensaciones a los riesgos asumidos, pese a
que depare fracasos ocasionales.
La eleccin
A lo largo de este captulo hemos constatado que el comportamiento humano
no siempre se ajusta al ideal de la racionalidad absoluta. A lo largo de los ltimos
aos, los investigadores han buscado enfoques distintos para construir una teora
general de la decisin que describa, de manera razonable, el comportamiento ob-
servado de la gente. Un enfoque, presentado en la primera parte de este captulo,
fue el de modicar la teora de la utilidad esperada para poder explicar los princi-
pales fenmenos observados. Un enfoque alternativo a la teora de la racionalidad
basada en el concepto de utilidad consiste en estudiar cmo la gente de verdad toma
sus decisiones sin calcular utilidades o probabilidades (Gigerenzer y Selten, 2001).
52 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Para explicar este enfoque, supongamos que es usted miembro de un comit
encargado de dar becas a estudiantes. Recibe un envo con las solicitudes, que
incluyen currculum, cartas de recomendacin, etc. Se da cuenta de que hay tan-
tos solicitantes que no va a tener tiempo de poder leer todo el material antes de
que el comit que toma las decisiones se rena maana. Sin embargo, tiene que
poder justicar su seleccin. Qu puede hacer?
El modelo racional: la teora de la utilidad multiatributo
La teora habitual de las elecciones multiatributo se basa en la utilidad: supon-
ga que al valor x
ij
de la opcin X
i
en el atributo j le corresponda una utilidad
u
j
(x
ij
). Por ejemplo, un candidato puede carecer de experiencia previa y, en-
tonces, seleccionarlo proporcionara una utilidad igual a cero en la dimensin
correspondiente a la experiencia. Con algunas hiptesis tcnicas (por ejemplo,
la independencia de las preferencias), resulta que existen unas ponderaciones
w
j
de modo que la utilidad total de la opcin X
i
sea igual a Z
j
w
j
u
j
(x
ij
). Estas pon-
deraciones pueden interpretarse como la cuanticacin de la importancia de
un atributo sobre la utilidad de los dems atributos. Segn esta teora, el que
elige deber escoger la opcin que proporcione la mxima utilidad total, la
que sume mayor valor.
El modelo racional est claro, pero no est tan claro si la gente puede apli-
carlo en la prctica. Para poder hacerlo, cada cual debera estimar su funcin de
utilidad u
j
(x
ij
) y denir una ponderacin w
j
para cada atributo j. Este clculo es
muy difcil: por ejemplo, resulta que las estimaciones de las ponderaciones de los
atributos estn inuidas por variables como el rango de valores de los atributos,
que es tericamente irrelevante. Adems, los profesionales, los bomberos por
ejemplo, a menudo no pueden o se niegan a proporcionar utilidades (para
ms ejemplos de este tipo, vase Katsikopoulos y Fasolo, 2006).
Modelo de comportamiento: Heurstica no-compensatoria
Pongamos que usted no se rige por la teora de la utilidad multiatributo. Podra
hacer lo siguiente: elimine primero todos los candidatos que no tienen ningu-
na experiencia previa. Del conjunto de los candidatos restantes, elimine adems
todos los que han recibido una o ms recomendaciones tibias o negativas. Final-
mente, elija uno de los candidatos restantes.
Tversky (1972) propuso la eliminacin por aspectos (EPA) como modelo
de cmo la gente elige entre opciones multiatributo. En la EPA, los atributos se
Toma individual de decisiones (c.2) / 53
presentan ordenados y se consideran uno tras otro. En el ejemplo de arriba, el
primer atributo es la cantidad de experiencia previa y el segundo es el nmero de
recomendaciones tibias o negativas. Para cada atributo, eliminamos las opciones
que tengan en aquel atributo un valor inferior o igual a un nivel de aspiracin
prejado. En nuestro ejemplo, el nivel de aspiracin respecto de la cantidad de
experiencia previa es cero, y tambin es cero el nivel de aspiracin en el nmero
de recomendaciones tibias o negativas. La heurstica termina cuando falta slo
una alternativa por escoger, o cuando todos los atributos han sido considerados.
En este ltimo caso, podemos elegir al azar entre los candidatos restantes.
Es psicolgicamente verosmil que el orden de los atributos dependa de la
bondad relativa de los atributos. En la heurstica elige lo mejor (o ELM, Gi-
gerenzer y Selten, 2001), los atributos estn ordenados segn su validez: dadas
dos opciones sacadas de una muestra aleatoria X
1
y X
2
, donde X
1
proporciona la
mayor utilidad verdadera al agente que debe tomar la decisin, la validez del
atributo j es la probabilidad condicional Pr[x
1j
> x
2j
|
x
1j
x
2j
].
Las heursticas EPA y ELM implementan una manera muy sencilla de enfren-
tarse a una eleccin entre atributos: evitarlas! En el ejemplo de arriba, recomen-
daciones excelentes o una carta de presentacin estupenda no compensaran
la falta de experiencia y el sujeto caera en la primera ronda. Los modelos de
eleccin multiatributo con certeza que no permiten compensar entre atributos se
llaman no-compensatorios, y formalmente corresponden a las preferencias lexi-
cogrcas.
Los modelos no-compensatorios reejan la intuicin de que la gente toma
decisiones usando un nmero limitado de recursos, como el tiempo, la informa-
cin y la capacidad de clculo. En nuestro ejemplo, no se ha utilizado el atributo
de la recomendacin para algunos candidatos (los que ya han sido eliminados
por carecer de experiencia). Adems, la solicitud propiamente dicha no ha sido
tomada en cuenta para ninguno de los candidatos. El clculo resulta sencillo: a
diferencia de la teora de la utilidad, los valores de los atributos no son pondera-
dos ni agregados, sino slo comparados a partir de un umbral predeterminado.
Herbert Simon fue uno de los primeros que argumentaron rmemente que
la gente usa una cantidad de tiempo, informacin y clculo limitada para la toma
de decisiones. Los recursos disponibles para tomar decisiones pueden ser limi-
tados por el modo en que el problema de decisin est estructurado en el mun-
do. Por ejemplo, el tiempo de que dispone para revisar las solicitudes puede ser
corto, porque tambin hay muchas otras cosas que hacer. A menudo los clculos
necesarios para aplicar un modelo compensatorio que permita, efectivamente,
54 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
compensaciones estn ms all de las capacidades de los humanos o incluso de
los ordenadores, como cuando se elige la siguiente jugada en el ajedrez. En re-
sumen, quien toma la decisin puede preferir seguir un proceso de seleccin
ms sencillo para poder explicar mejor cmo alcanz su decisin y ser capaz de
justicarla ante los dems.
En psicologa, Tversky, Kahneman y sus colegas mostraron en sus investigacio-
nes que las hiptesis de Simon eran correctas. Adems, Gigerenzer y sus colegas
han documentado ampliamente el uso de la heurstica no-compensatoria en una
variedad de mbitos, como la biologa, la ingeniera y el derecho.
El uso de los modelos matemticos ha facilitado el estudio analtico de estas
heursticas. Anlisis ms recientes han descubierto algunas de las razones ma-
temticas del xito de las heursticas lexicogrcas (Hogarth y Karelaia, 2007).
Conclusiones
En resumen, la gente suele tomar sus decisiones de una en una, y usa para ello
algn punto de referencia con el n de considerar las diferentes alternativas en
trminos de ganancias o prdidas. La gente da ms importancia a las prdidas
que a ganancias equivalentes, y acaba siendo demasiado aversa al riesgo en las
situaciones comunes que implican tanto ganancias como prdidas. Sin embargo,
cuando nos enfrentamos a prdidas podemos llegar a preferir el riesgo, escogien-
do una huida hacia delante antes de aceptar una prdida segura. En cuanto al
tiempo, el ahora constituye una referencia poderosa, y las cosas pierden valor
si se posponen, si se diluyen en el futuro. Esto explica la impaciencia de la gente
por adelantar los premios (atracndose de comida) y atrasar los costes (pospo-
niendo el comienzo de las dietas).
Cuando tenemos que tomar decisiones complejas que implican atributos ml-
tiples, hay razones para creer que la gente toma decisiones usando heursticas
no-compensatorias simples. A pesar de su simpleza, las heursticas lexicogrcas
como EPA y ELM pueden, bajo determinadas circunstancias, conducirnos a deci-
siones que aumentan la utilidad total, en comparacin con otros modelos como
el de la regresin lineal (Gigerenzer y Selten, 2001).
Toma individual de decisiones (c.2) / 55
3. TEORA DE JUEGOS: CONCEPTOS BSICOS
Penlope Hernndez
ERI-CES y Universitat de Valncia
Marina Pavan
LEE y Universitat Jaume I, Castelln
Introduccin
Este captulo versa sobre los conceptos bsicos de teora de juegos utilizados
en este libro. El objetivo principal es aportar la base necesaria para entender el
anlisis y la respuesta terica a las preguntas planteadas a lo largo de los diferen-
tes captulos.
1
Se comenzar con el concepto de juego, para pasar a estudiar des-
pus varios tipos de juegos, bajo el supuesto de informacin completa, as como
sus respectivas nociones de equilibrio.
Houston, tengo un problema: informacin, reglas, decisin
Qu situacin en nuestras vidas no conlleva una decisin?
En el momento en que usted tiene que tomar una decisin se pregunta cules
son las circunstancias, a quin afecta, cmo le afecta, qu obtiene en cada caso,
cmo la puede llevar a cabo y, por supuesto, si quiere tomarla. Para cada una de
las alternativas posibles, usted estudiar si puede ordenarlas segn algn criterio.
Dicho criterio lo marcar usted mismo basndose en su forma de pensar, en qu
es importante para usted, en si puede establecer formas de comparar las distin-
tas posibilidades. As planteado, todo esto parece complicado, pero lo cierto es
que muchas veces usted podr ordenar las posibles eventualidades y adems les
1
Hay muchos libros de teora de juegos: Gibbons (1993) es un clsico con conceptos
elementales pero tcnico. Entre los textos ms modernos destacamos dos: Olcina y Calabuig
(2002) y Dixit y Nalebuff (2010). El primero es un texto muy completo mientras que el segundo
es muy intuitivo.
58 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
asignar un valor. La teora de la decisin se centra en este paso previo a lo que
vamos a estudiar en este captulo. Supongamos que usted siempre que tenga dis-
tintas alternativas podr ordenarlas, compararlas y asignarles un valor numrico
de acuerdo con sus preferencias. Adems, en caso de encontrarse con una situa-
cin incierta, utilizar un mtodo sencillo para poder evaluar sus opciones. Este
mtodo consiste en hallar el valor esperado EA, es decir, la suma del valor de cada
alternativa multiplicado por la probabilidad de que ocurra, esto es:
EA= p
1
a
1
+
p
2
a
2
+
p
n
a
n
,
donde a
1
, a
2
,, a
n
corresponden a todas las alternativas posibles y p
1
, p
2
,, p
n
denotan la probabilidad de que suceda cada una de ellas. El uso del valor espe-
rado como criterio de eleccin implica que cuando los agentes toman decisiones
en situaciones de riesgo o incertidumbre, se comportan de acuerdo con la teora
de la utilidad esperada. Como hemos visto en el captulo anterior, la evidencia
experimental no es precisamente optimista respecto al xito de esta teora para
explicar el comportamiento.
Consideremos una situacin cotidiana en la que varios agentes toman sus
decisiones. Cuando la decisin de un agente afecta a los dems, formalmente
a la situacin se la denomina un juego. La razn de que lo llamemos as viene
de cmo lo bautizaron los padres de la teora de juegos, el matemtico John
von Neumann y el economista Oskar Morgenstern. Ellos entendieron que el
proceso de abstraccin que comporta intentar ganar en un juego es el mismo
en cualquier toma de decisiones. Una vez aceptado que tenemos que jugar,
enumeramos las reglas del juego, con quin juego, qu sabe l o ella y qu s
yo. Cuando analizamos un problema, debemos ser capaces de precisar qu es
posible hacer, independientemente de nuestros objetivos y deseos. Esta inde-
pendencia no siempre es fcil. A veces no consideramos todas las opciones bien
porque creemos que son difciles, bien porque creemos que no estn a nuestro
alcance y, por tanto, las desechamos en nuestro proceso de eleccin. Adems,
tenemos que ser capaces de evaluar lo que conseguimos con cada una de nues-
tras acciones teniendo en cuenta lo que pueden hacer los dems participantes.
Y, por supuesto, ellos reexionarn al igual que usted y razonarn del mismo
modo.
Todo esto nos conduce al concepto de eleccin racional, que exige distinguir en-
tre deseo y realidad. La racionalidad es, pues, la caracterstica que hace que deseo
y realidad sean independientes y, por tanto, la que nos lleva a tomar las decisiones
con la cabeza y no con el corazn. Sin embargo, la racionalidad no implica que
siempre seamos capaces de discernir qu es factible. Sencillamente, puede que no
Teora de juegos: conceptos bsicos (c.3) / 59
conozcamos algo y no por ello dejamos de pensar de manera racional. Por tanto,
de una manera no muy precisa, las situaciones que vamos a estudiar son aquellas
en las que los participantes actan racionalmente, es decir que cada individuo
involucrado en el juego es racional y, adems, sabe que los dems son tambin
racionales, y sabe que stos saben que l sabe que son racionales, y as, hasta el
innito.
Cuando formalicemos situaciones con interaccin estratgica, seguiremos
un patrn para caracterizarlas. En primer lugar, nos preguntaremos si los
agentes toman sus decisiones a la vez o si, por el contrario, existe un orden
temporal.
Si ambos equipos deciden esforzarse, sus ganancias son de 1 para cada uno
de ellos.
Si, por el contrario, los dos deciden hacer el vago, entonces obtienen unas
ganancias nulas.
Por ltimo, nos queda el caso en que uno de los equipos decide esforzarse
mientras que el otro toma la decisin menos costosa de hacer el vago. El
resultado es que el equipo que se esfuerza carga con todo el trabajo ob-
teniendo una ganancia de 1, frente a la ganancia de 2 que obtendra el
2
Este ejemplo se encuentra en Olcina y Calabuig (2002).
Teora de juegos: conceptos bsicos (c.3) / 61
equipo vago a costa del que se esforz (qu injusta es la vida!). La matriz de
ganancias de la Tabla 3.2 ilustra este juego simultneo.
Jugador Columna
Esforzarse Hacer el vago
Jugador Fila
Esforzarse (1,1) (1,2)
Hacer el vago (2,1) (0,0)
Tabla 3.2. Juego de incentivos.
En principio, usted podra pensar que si todos se esfuerzan, todos estarn
bien, con lo que ste sera el resultado apetecido por todos los jugadores. Pero ya
sabemos que en la vida siempre hay alguien que quiere evitar el trabajo. Cuando
un equipo se da cuenta de que puede ganar ms si consigue que el otro cargue
con el trabajo, quin le impide hacer el vago? Claro, esto lo piensan los dos
equipos y al nal pasa lo que ya sabemos, que nadie consigue nada. La situacin
descrita en la Tabla 3.2 es uno de los juegos ms conocidos y explorados de la lite-
ratura: el Dilema de los presos (pueden encontrar otro juego como ste en la Tabla
7.1 del Captulo 7).
Cmo jugamos? Equilibrio de Nash
Dado que en un juego participan varios jugadores, lo que buscamos es poder
describir la conducta de cada jugador considerando todos los ingredientes que
describen el juego. Si nos dieran un guin a cada uno dicindonos cmo debe-
ramos comportarnos, querramos estar seguros de que hacemos bien siguien-
do esas pautas. Esto lo conseguiramos si descubrisemos cmo van a proceder
nuestros compaeros y vericsemos que, si no siguiramos la recomendacin,
obtendramos menor ganancia. Esto fue lo que formaliz John Nash en su trabajo
de 1952, que le vali el Premio Nobel de Economa en 1994.
El equilibrio de Nash (EN en adelante) consiste en la formulacin de una accin
para cada jugador de forma que ningn jugador tiene incentivos individuales
para cambiar de accin, dado que los otros seguirn sus acciones prescritas. For-
malmente:
Denicin: (a
1
*,a
2
*,, a
N
*) es un equilibrio de Nash en estrategias puras del juego
simultneo G = (i 1,2,...,N , A
i
, u
i
) si para todo jugador i 1,2,...,N la ga-
nancia obtenida jugando a
i
* es mayor que con cualquier otra accin a
i
A
i
:
62 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
u
i
(a
1
*,,a
i
*,,a
N
*) > u
i
(a
1
*,,a
i
,,a
N
*) a
i
A
i
, i.
En esta denicin hemos calicado de puras a las estrategias utilizadas. Esto
es debido a que la eleccin de estas acciones no implica la utilizacin de ningn
mecanismo aleatorio. En la siguiente seccin explicaremos con ms detalle la
denicin de equilibrio en estrategias en las que existe un proceso aleatorio en-
dgeno, es decir, elegido por los propios agentes, que nos determinar la accin
que se debe jugar. A stas se las llama estrategias mixtas de un juego simultneo G.
A da de hoy se sabe que es complicado encontrar los equilibrios de un juego. De
hecho, incluso podran no existir equilibrios de Nash en estrategias puras, qu
contrariedad!
Acciones dominantes y acciones dominadas. Eliminacin de estrategias
Existen situaciones en las que encontrar una accin que nos satisfaga puede con-
vertirse en algo muy fcil. Ello puede ser debido a que el jugador disponga de
una accin que siempre sea la mejor. Como cada jugador quiere obtener la mayor
ganancia posible, si dispusiera de una accin que fuese mejor para cualquier elec-
cin de los dems jugadores una accin que siempre le diera mayor ganancia
que cualquier otra, realmente la vida se le simplicara, no es cierto? Conside-
remos el juego anterior de los incentivos al desempeo (Tabla 3.2) y supongamos
que usted es el jugador Fila.
(5,1) (5,7)
B (0,7) (1,5)
Tabla 3.4. Juego de la Tabla 3.3 sin la estrategia D.
64 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Ntese que ahora el problema es ms sencillo. Una vez eliminada D, observa-
mos que el jugador Fila tiene una accin dominante, que es jugar A. Por tanto,
el poder eliminar la accin D del jugador Columna ha permitido al jugador Fila
y, en consecuencia, a los dos jugadores, encontrar un EN del juego. La accin
dominante A del jugador Fila permite eliminar la accin B, llegando a la matriz
de la derecha de la Tabla 3.4 (vase tambin la Tabla 5.3 del Captulo 5). En este
ltimo caso, el jugador Columna jugar C. Por tanto, puede comprobar que el
par (A, C) es un EN en estrategias puras.
De nuevo, siguiendo la intuicin del ejemplo anterior, podemos pasar a for-
malizar el concepto de una accin dominada:
Denicin: Una accin
i
A
i
es una accin dominada por la accin a
i
para el
jugador i en el juego simultneo G si u
i
(a
i
, a
i
) > u
i
(
i
, a
i
) para toda a
i
A
i
.
En denitiva, nuestra intuicin nos dice que hay que elegir lo mejor y, por tan-
to, nos da una forma de eliminar o elegir situaciones. Cuando hay una situacin
que podemos colocar por encima de todas las dems, estamos seguros de que
estamos obrando bien. sta es la situacin en la que hay una accin dominante.
Por otro lado, si hay una situacin que puede ser mejorada, para qu elegirla?
Esta forma de pensar nos conduce al concepto de una accin dominada.
Estrategias mixtas
En el apartado anterior hemos visto formas de encontrar el EN en estrategias
puras en un juego simultneo. Sin embargo, hay ocasiones en las que dicho equi-
librio no existe. Consideremos, por ejemplo, la matriz de ganancias del siguiente
juego conocido como Matching Pennies (o juego de los chinos):
Jugador Columna
0 1
Jugador Fila
0 (1,1) (1,1)
1 (1,1) (1,1)
Tabla 3.5. Juego de Matching Pennies.
Si ambos jugadores coinciden en sus acciones, el jugador Fila ganar una uni-
dad. Sin embargo, el jugador Columna estara en su peor situacin porque ga-
nara 1, es decir, perdera 1. Si pudiese, el jugador Columna querra engaar al
jugador Fila para que as nunca pudiese adivinar cul va a ser su accin. Pero al
mismo tiempo el jugador Fila querra adivinar la eleccin del jugador Columna
para as coincidir con su contrincante y tener una ganancia positiva. Qu dilema!
Teora de juegos: conceptos bsicos (c.3) / 65
En una situacin as, es decir, cuando en el juego los jugadores no quieren
revelar su accin, los jugadores escogern cada una de sus acciones con una de-
terminada probabilidad. Volvamos a nuestro ejemplo.
Condicin 1
UE
F
(p,0) = UE
F
(p,1)
Condicin 2
UE
C
(0,q) = UE
C
(1,q)
Los nodos pueden ser de dos tipos: nodos nales y nodos intermedios. A los
nodos no nales o intermedios los llamaremos nodos de decisin. En cada
nodo de decisin un solo jugador tendr el poder de elegir una accin.
Teora de juegos: conceptos bsicos (c.3) / 67
De cada nodo intermedio saldrn tantas ramas como acciones posibles tiene
el jugador que toma la decisin en ese nodo.
Por ltimo, cuando todos los jugadores han elegido, se materializan las ga-
nancias. Esto hace que en los nodos terminales o nales podamos escribir
un vector que exprese la ganancia de cada jugador asociada a esa cadena de
elecciones.
Vemoslo con un ejemplo. Supongamos que hay dos jugadores, el 1 y el 2, que
juegan un juego de dos etapas. En la primera etapa, correspondiente a un nico
nodo, el jugador 1 elegir entre dos acciones: cooperar (C) o no cooperar (NC).
En la segunda etapa, habr dos nodos que parten de las dos ramas que surgen del
primer nodo. En cada uno de estos nodos ser el jugador 2 quien jugar. De nue-
vo nacen dos ramas en cada nodo que se corresponden con las dos acciones del
jugador 2: cooperar o no cooperar. Por tanto, tendremos un rbol con 4 nodos
nales donde las ganancias son las siguientes:
C
NC
(3,3)
1
2
2
C NC C
NC
(0,4) (4,0) (1,1)
Figura 3.1. Juego secuencial.
Y ahora qu es una estrategia? En un juego simultneo las estrategias se ex-
presaban slo con una accin. Esta descripcin era suciente para caracterizar de
manera precisa todo el plan contingente a la informacin del jugador.
Pero ahora, cuando un jugador tenga que jugar, su decisin depender de lo
que haya sucedido anteriormente: la historia previa.
Otro reparto (E) que consiste en pasar una unidad al jugador 2 y el juga-
dor 1 se queda con el resto del pastel (P1, 1).
Si el jugador 2 acepta la propuesta, cada jugador ganar segn dicho reparto.
Si el jugador 2 decide rechazar, entonces los dos jugadores ganan 0. Este juego,
propuesto por Gth et l. (1982), se conoce como el juego del ultimtum, que es un
juego secuencial que se puede representar en el siguiente rbol.
3
E
(P1,1)
1
2
2
Rechaza Acepta
A
(0,0)
Rechaza Acepta
(1, P1) (0,0)
Figura 3.3. Juego del ultimtum.
En este juego hay tres subjuegos:
Primero, se supone que los sujetos tienen una funcin de utilidad segn la
cual alcanzan su mxima ganancia cuando tienen al menos un vecino de su
mismo tipo.
Segundo, los sujetos se mueven sin coste alguno y de forma secuencial (pri-
mero decide el primero, luego decide el siguiente, y as hasta el octavo).
El juego termina cuando ningn jugador desea cambiar su posicin.
En el modelo de Schelling se impone que los sujetos se muevan al lugar ms
cercano que satisface su demanda vecinal, teniendo en cuenta que moverse al
sitio ms cercano signica colocarse en el hueco, espacio que hay entre dos per-
sonas, ms prximo. El resultado que predice Schelling, considerando todas las
opciones individuales, es que partiendo de la situacin de integracin completa
(crculo (a) en la Figura 4.2), se generar una situacin de segregacin comple-
ta (crculo (b) en la Figura 4.2).
A1/Ronda 0 A1/Ronda 1
Crculo (a) Crculo (b)
Figura 4.2. Coordinacin geogrca.
90 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Esto sera debido a que los individuos, en su libre albedro, elegiran des-
plazarse sin considerar los movimientos de los dems y alcanzaran el resulta-
do de mxima coordinacin geogrca, es decir, la segregacin total. Cmo se
llega a ella? La Figura 4.3 ilustra la evolucin de una sociedad de ocho individuos,
(N = 8).
1
2
3
4
5
6
7
8
A1/Ronda 0
2
1
3
4
5
6
7
8
A1/Ronda 0
2
1
3
5
4
6
7
8
A1/Ronda 0
7
1
3
5
4
6
8
2
A1/Ronda 1
Figura 4.3. Desplazamientos en el juego secuencial.
Pero qu ocurrira si los agentes decidieran moverse, o no moverse, todos
de forma simultnea? Benito et l. (2011) muestran que en el caso en que las ac-
ciones se deciden de manera simultnea, los jugadores utilizan una estrategia de
mxima aleatorizacin, es decir, unos eligen desplazarse a un lugar cercano, otros
a uno a media distancia y otros a los puntos ms alejados. Sin embargo, como no
todos juegan lo mismo, entonces aparecen de forma natural algunos jugadores
en una posicin diferenciada, donde ya son felices la Schelling (tienen un veci-
no semejante a ellos). Ah surge la focalidad geogrca.
Este hecho hace que los dems jugadores acten coordinndose en ese punto
focal, dando lugar a la situacin que Schelling haba anunciado. Es decir, me-
canismos con movimientos y rdenes de actuacin se sustituyen por una focali-
dad geogrca que sirve como seal pblica y permite alcanzar el mximo grado
de coordinacin.
Conclusiones
En este captulo se estudia un conjunto de situaciones estratgicas conocidas
como problemas de coordinacin. Dichas situaciones aparecen con bastante fre-
cuencia en la interaccin entre empresas, pases y en la vida cotidiana, y tienen
una estructura que permite tanto su modelizacin como llevar a cabo experimen-
tos con relativa facilidad. Se presenta un marco general en el que se engloban
ejemplos clsicos que incorporan los distintos ingredientes que inuyen en la
coordinacin. As, hemos visto cmo la coordinacin se puede complicar cuando
Juegos de coordinacin (c.4) / 91
la dominancia en riesgo entra en conicto con la dominancia en ganancias; o
cuando hay discrepancia en las preferencias de los jugadores sobre los resulta-
dos posibles. Al igual que existen factores que contribuyen a dicultar la coordi-
nacin, existen otros que permiten solventar los problemas anteriores. La idea de
focalidad es clave para mejorar la coordinacin.
5. RESPUESTAS INICIALES EN SITUACIONES
ESTRATGICAS
Nagore Iriberri
Universitat Pompeu Fabra y BGSE, Barcelona
Pedro Rey Biel
Universitat Autnoma de Barcelona y BGSE, Barcelona
Introduccin
En este captulo analizamos el comportamiento ante situaciones estratgicas
a las que un individuo se enfrenta por primera vez. En primer lugar, se moti-
va el estudio mediante ejemplos sencillos en los que, por diversas razones, el
comportamiento puede diferir de la prediccin de equilibrio de Nash. Segui-
damente, se describen los distintos modelos que se han utilizado para describir
formas alternativas de comportamiento ante situaciones iniciales. Por ltimo, se
explican las tcnicas experimentales ms comunes para analizar la validez de es-
tos modelos en diferentes situaciones estratgicas.
Comportamiento inicial
Existen multitud de decisiones estratgicas en la vida que se toman una sola vez o
muy pocas veces. La carrera que uno estudia, la compra de una casa, la pareja con
la que convivir o el equipo de ftbol al que apoyar, condicionan en gran medida
nuestra felicidad y otras decisiones futuras. Por ello, es importante entender el
comportamiento inicial en situaciones estratgicas, es decir, cmo se toman deci-
siones para las que apenas se tiene experiencia ni oportunidades para aprender
de los errores del pasado.
Estudiar el razonamiento que siguen los individuos cuando se enfrentan a una
situacin estratgica por primera vez ayuda a conocer cules son los principios
inherentes que guan dichas decisiones y, con ello, los resultados de cualquier
94 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
interaccin estratgica. Esto cobra especial relevancia en los casos en los que
la teora de juegos indica la existencia de mltiples equilibrios o en los que la
convergencia a un equilibrio concreto en una situacin repetida depende de las
condiciones establecidas por el comportamiento inicial. Igualmente, en los casos
en los que la interaccin estratgica se repite y puede dar lugar a que los indivi-
duos aprendan, estudiar el comportamiento inicial permite conocer el punto de
origen de dicho aprendizaje y, con ello, su posible evolucin.
Como vimos en el Captulo 3, el equilibrio de Nash es un concepto que se pue-
de aplicar a cualquier situacin estratgica, a cualquier juego, y, por tanto, tambin
a aquellas en las que los individuos deciden por primera vez. Sin embargo, si pre-
tendemos dotar al equilibrio de Nash de un cierto poder descriptivo y predictivo
sobre el comportamiento real de los individuos en estas situaciones, debemos pre-
guntarnos si las exigentes condiciones que requiere el equilibrio se dan cuando los
individuos se enfrentan a una situacin estratgica por primera vez.
El equilibrio de Nash, recordemos, impone tres condiciones: 1) racionalidad:
los individuos toman la decisin que ms les conviene en cada situacin, 2) co-
nocimiento comn de racionalidad: todos los individuos saben que todos los in-
dividuos son racionales y 3) el comportamiento que cada individuo espera de los
dems es realmente la forma en la que los dems se comportan. Es razonable
pensar que los individuos, cuando se enfrentan a una situacin por primera vez,
van a tomar sus decisiones de esta forma tan sosticada? Pongamos dos ejemplos
y veamos qu ocurre.
Un ejemplo que se puede realizar en clase es el del Concurso de belleza
(Beauty contest game, Nagel, 1995). Un profesor pide a sus alumnos que escriban
de forma privada en un papel un nmero entero que pertenezca a un intervalo
entre 0 y 100. El profesor anuncia que aquel alumno que escriba el nmero que
ms se acerque, por encima o por debajo, al nmero resultante de calcular 2/3
de la media de los nmeros escritos por todos los alumnos se llevar un premio,
por ejemplo 10 euros. En caso de empate, todos los alumnos que estn igualmen-
te prximos a 2/3 de la media repartirn el premio de forma equitativa. Qu
nmero escribira usted?
La teora de juegos nos indica que en este juego relativamente sencillo existe
un nico equilibrio de Nash en el que todos los jugadores escriben el nmero
cero y comparten el premio. Es ste el nmero que usted habra escrito? Veamos
el razonamiento que subyace en el equilibrio de Nash. En primer lugar, la condi-
cin de racionalidad implica que cada participante se dar cuenta de que no es
ptimo elegir un nmero que sea superior a 2/3 de 100, puesto que est domi-
Respuestas iniciales en situaciones estratgicas (c.5) / 95
nado (vase Captulo 3). En segundo lugar, si los participantes piensan que los
dems participantes son racionales, se darn cuenta de que tampoco es ptimo
elegir un nmero que sea superior a 2/3 de 2/3 de 100 (puesto que si todo son
racionales, entonces todos se dan cuenta de que 2/3*100 est dominado).
Aplicando este razonamiento una y otra vez, es decir, basndonos en el conoci-
miento comn de la racionalidad, llegarn a la conclusin de que cero es lo me-
jor que pueden hacer. Qu nmero esperan de los dems? La ltima condicin
de equilibrio implica que lo que esperan de los dems es realmente lo que stos
hacen, y, por tanto, la nica forma de que las tres condiciones sean compatibles es
que todos los participantes digan el nmero ms bajo posible (0) y que, por tanto,
todos estn igualmente cerca de 2/3 de ese nmero y compartan el premio.
Veamos ahora si es razonable pensar que sta es la manera en la que todos los
participantes se comportan cuando se enfrentan a este juego por primera vez. En
primer lugar, cuando usted ha pensado su nmero, lo ha hecho de forma racio-
nal? Por ejemplo, ha sido capaz de darse cuenta de que no era ptimo decir un
nmero superior a 2/3 de 100? Puede que s, sta era la condicin ms sencilla
de cumplir.
En segundo lugar, cmo se ha comportado respecto al supuesto de conoci-
miento comn de racionalidad? Es decir, cuando ha pensado en cmo jugaran
sus compaeros de clase ha credo que todos sus compaeros de clase pensaran
exactamente de la misma manera que usted? Y, por ltimo, esperaba que los de-
ms tambin lo supieran y, por tanto, todos escribieran el nmero ms bajo posible?
La evidencia acumulada sobre mltiples versiones de este sencillo experimen-
to, realizados con distintos intervalos, incentivos y poblaciones, nos dice que el
comportamiento de una gran proporcin de quienes participan por primera vez
en este juego dista mucho del comportamiento prescrito por el equilibrio de
Nash. Los participantes que se acercan a la estrategia prescrita por el equilibrio
de Nash son una minora. La media (de los nmeros ofrecidos) suele estar alre-
dedor de 20, bastante lejos de 0. Adems, hay claramente dos tipos de estrategias
que destacan: muchos optan por el nmero 33 y otros muchos optan por el 22.
Ms adelante entenderemos cmo son los posibles razonamientos que hay detrs
de estas estrategias.
Pensemos ahora en un tpico problema de coordinacin. En el juego de
coordinacin de Goeree y Holt (2001), presentado en la Tabla 5.1, las ganancias
del jugador Fila se indican en la parte izquierda de cada casilla mientras que
las ganancias del jugador Columna aparecen en la parte derecha. Se puede ver
que independientemente del valor de x, que representa la ganancia del jugador
96 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Fila cuando juega Arriba y el Columna juega Derecha, hay dos equilibrios de
Nash; la combinacin de Arriba e Izquierda con ganancias bajas (90, 90) y la
combinacin de Abajo y Centro con ganancias altas (180, 180).
Jugador Columna
Izquierda Centro Derecha
Jugador Fila Arriba (90,90) (0,0) (x,40)
Abajo (0,0) (180,180) (0,40)
Tabla 5.1. Juego de coordinacin.
Sin embargo, cuando sujetos experimentales juegan distintas variaciones de
este juego, su comportamiento vara considerablemente dependiendo del valor
que adquiere x. As:
Los jugadores del primer nivel de dominacin eliminarn las acciones Arri-
ba e Izquierda. Por tanto, jndonos en el jugador F, ste optar por la
mejor respuesta suponiendo que el jugador Columna se decida por las ac-
ciones Centro y Derecha con igual probabilidad (ha eliminado Izquier-
da), es decir, tomar Medio.
Respuestas iniciales en situaciones estratgicas (c.5) / 101
Mm: Un jugador que busca asegurarse que al menos va a ganar una deter-
minada cantidad, haga lo que haga su rival, puede escoger una estrategia
Maxmin (Mm en el ejemplo de la Tabla 5.2). Esta estrategia supone consi-
derar, independientemente de lo que haga el otro jugador, la ganancia m-
nima de cada estrategia, y elegir la estrategia que maximice esa ganancia
mnima (Medio para Fila y Centro para Columna en el ejemplo). Este
tipo de reglas de decisin tambin se han denominado pesimistas, ya que se
centran en el peor de los casos posibles.
i
a) b)
Figura 6.2. Estimacin individual de los parmetros de la funcin de Fehr-
Schmidt (Cabrales et l., 2010).
En la Figura 6.2 se representa el valor estimado y de cada miembro del gru-
po de sujetos. La gura se compone de dos grcos: en la Figura 6.2a cada sujeto
se corresponde con un punto en el espacio (, ). Esta gura deja claro que los
sujetos poseen una signicativa heterogeneidad en sus preferencias distributivas.
La Figura 6.2b muestra, junto con cada valor estimado (, ) (como en la Figura
6.2a), los correspondientes intervalos de conanza (evaluados al 95%) asociados
a cada parmetro estimado. En otras palabras, el protocolo economtrico supone
que los parmetros estimados sean variables aleatorias cuya realizacin se concen-
tra, en el 95% de los casos, entre las elipses dibujadas en la Figura 6.2b.
Como muestra esta ltima gura, tenemos un nmero importante de sujetos
cuyos intervalos de conanza caen, con una probabilidad no despreciable, en
ms de un cuadrante. Por otra parte, para aproximadamente un 20% de la mues-
tra no se puede rechazar (para un nivel de conanza del 10%) la hiptesis nula
de preferencias egostas, = = 0 (vase la seccin anterior). En la medida en
que muchos de estos sujetos pertenecen al primer cuadrante de la Figura 6.2
(es decir, la regin IAP), el grupo ms numeroso de sujetos est en el cuarto cua-
drante (es decir, ESP: 29,17% del total), seguido por el segundo cuadrante (SSP:
22,22%) y el primero (IAP, 19,4%).
En la Tabla 6.1, usamos los datos de Cabrales et l. (2010) para investigar cmo
la heterogeneidad observada de los sujetos explica la variabilidad de los parme-
tros individuales estimados. La Tabla 6.1 presenta las estimaciones de F y G regre-
sadas contra algunas caractersticas de los sujetos obtenidas de las respuestas a
un cuestionario, que no son solamemente sociodemogrcas como el sexo, o la
Preferencias sociales (c.6) / 119
renta/riqueza de las familias sino tambin preguntas a menudo utilizadas para
medir el capital social del sujeto (vanse Glaeser et l., 2000, y Capra et l., 2008).
Alpha (envidia) Beta (culpa)
VAR Coef. Std. Err. P>z Coef. Std. Err. P>z
GEN 0,002 0,025 0,922 0,080 0,037 0,034
RSR 0,079 0,013 0,000 0,154 0,030 0,000
RL 0,089 0,038 0,020 0,520 0,054 0,000
HAP 0,161 0,053 0,003 0,124 0,091 0,174
SAT 0,048 0,010 0,000 0,040 0,021 0,068
INEQ 0,069 0,027 0,013 0,208 0,049 0,000
TR 0,093 0,038 0,015 0,185 0,041 0,000
cons 0,261 0,065 0,000 0,682 0,158 0,000
Tabla 6.1. Estimacin conjunta de F y G condicional en variables del cuestionario.
1. GENder = 1 si mujer. La Tabla 6.1 muestra que los efectos del sexo son nega-
tivos (lo cual indica una menor preocupacin por la distribucin por parte
de las mujeres, aunque slo son estadsticamente signicativas en el caso
de G.
2. RoomSizeRatio: la relacin entre el nmero de habitaciones de la residen-
cia principal y el nmero de los miembros de la familia (es decir, un proxy de
la riqueza de la familia). En este caso, el efecto es positivo para F y negativo
para G, lo cual indica un cambio signicativo hacia las preferencias SSP por
parte de los sujetos ms ricos, que parecen ser ms envidiosos y poseer me-
nos sentido de culpa que los dems.
3. RiskLover = si preeren la lotera {2.000, 0; 0,5, 0,5} a una ganancia cier-
ta de 1.000. En este caso, el efecto es cualitativamente similar al de RSR.
4. HAPpiness [Teniendo todo en cuenta, diras que eres i) muy feliz (Fel =
1), ii) bastante feliz (Fel = 0,5), iii) no muy feliz (Fel = 0)] y SATisfaction
[ Cmo te sientes en este momento con tu vida?. Siete respuestas, si-
guiendo una escala que va de 0 (nada satisfecho) a 1 (muy satisfecho)].
Aunque sorprendentemente estas dos variables tienen una correlacin ne-
gativa y signicativa en nuestro grupo de sujetos (coef. 0,53, p = 0,000),
su efecto es cualitativamente similar, mitigando (vanse los valores de las
constantes de las dos regresiones) la preocupacin por la igualdad.
Tenemos dos preguntas clsicas que guran en muchos cuestionarios de ca-
120 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
pital social; INEQuality: Considera la siguiente situacin: dos secretarias de la
misma edad hacen exactamente el mismo trabajo. Sin embargo, una de ellas gana
20 por semana ms que la otra. La que tiene un salario mayor es ms ecaz y
ms rpida mientras trabaja. Crees que es justo que una gane ms que la otra?.
[INEQ = 1 si la respuesta es no, y 0 en caso contrario]. En segundo lugar, TRust:
Crees que podemos conar en la gente (TR = 1) o hay que tener cuidado (TR =
0)?. Estas dos variables, que no se correlacionan para nuestra muestra de sujetos,
producen efectos diferentes. Como era de esperar, INEQ produce un cambio sig-
nicativo hacia la IAP, mientras que TR empuja a los parmetros de distribucin
hacia el altruismo incondicional (es decir, menos envidia y ms sentido de culpa
por parte de los que confan en los dems).
Estos resultados (que se reproducen aqu por primera vez) muestran cmo
tanto variables sociodemogrcas como otros proxies de personalidad (nuestras
variables INEQ y TR) pueden servir como predictores del comportamiento en
juegos con un componente distributivo.
Explicacin evolutiva y aplicaciones
Como hemos visto en la seccin anterior, los modelos de preferencias sociales con
aversin a la desigualdad pueden descomponerse en dos elementos principales.
Una parte tiene que ver con el altruismo (la de Fehr y Schmidt) y la otra con la envi-
dia (la ). En esta seccin vamos a explicar brevemente las hiptesis sobre el origen
evolutivo de ambos sentimientos, as como la manera en que estos dos conceptos
han sido utilizados para explicar algunos hechos estilizados de inters econmico.
Explicacin evolutiva del altruismo y la envidia
La evolucin del altruismo es una pregunta bsica de los bilogos evolutivos. Su-
percialmente parece contradecirse con la lgica de la evolucin, que solamente
debera preocuparse por maximizar el nmero de descendientes de cada gen
egosta (Dawkins, 1976). Pero en realidad hay una variedad de razones evoluti-
vas por las que un individuo puede ser altruista. Para empezar, si la interaccin es
repetida y no se sabe cundo terminar, cualquier libro de texto de teora de jue-
gos nos explica cmo sostener el altruismo. Pero incluso cuando la interaccin
es nica, como para los sujetos emparejados aleatoriamente en el laboratorio
experimental, no es difcil encontrar explicaciones.
Una primera lnea es que la supervivencia de los genes crea un vnculo entre
los miembros de una misma familia, que afecta profundamente a la estructura de
Preferencias sociales (c.6) / 121
sus propias preferencias. George Hamilton (1964) fue probablemente el primero
que populariz esta idea a travs de la conocida ley de Hamilton, que cuantica
estos motivos altruistas jndose en la proporcin relativa de genes comunes:
un gen existe rodeado de copias de genes idnticos que existen en todos sus parientes, en
particular, sus hermanos, que tienen una probabilidad de un medio de llevar una copia de
ese mismo gen; los hijos tambin tienen una probabilidad de un medio, los padres tienen un
medio de probabilidad, etc., y as uno se puede preguntar cul es el comportamiento causado
por este gen que tiene ms probabilidades de causar la propagacin de este juego de copias en
los familiares que estn a su alrededor.
Pero a partir de la ley de Hamilton es posible ir ms all. Si la poblacin es
relativamente inmvil y tiende a frecuentar individuos ms o menos prximos,
la accin de la evolucin hace probable que los individuos cercanos compartan
nuestros genes aunque no sean, estrictamente hablando, nuestros hermanos.
Tanto los bilogos evolutivos (Nowak y May, 1992) como los economistas (Myer-
son et l., 1991; Eshel et l., 1998) han utilizado la viscosidad (que es como de-
nominan tcnicamente a la relativa inmovilidad de la que hablbamos ms arriba)
de la interaccin local para explicar la supervivencia evolutiva del altruismo. Tra-
bajos experimentales recientes, como los de Leider et l. (2009) y Braas Garza
et l. (2010), proporcionan apoyo emprico a estos modelos, mostrando cmo: i)
en los juegos de dictador en los que el dictador conoce la identidad del receptor,
el nivel de donaciones es inversamente proporcional a la distancia social entre
dictador y receptor (o sea, si son amigos, amigos de amigos, etc.), e ii) los suje-
tos ms socialmente integrados tambin son ms altruistas.
La supervivencia evolutiva de la envidia (la de Fehr y Schmidt) ha recibido
menos atencin, a pesar de que parece ser la ms fuerte de las dos motivaciones
en todas las estimaciones. Sin embargo, Cabrales (2010) presenta una justica-
cin. Este trabajo se basa en la hiptesis de que muchas situaciones reales son una
parte de un juego mucho ms grande. En trminos ms tcnicos, el ultimtum
o cualquier otro tipo de negociacin son un subjuego de otro juego, al que po-
demos llamar el juego de la vida. La idea clave es que el resultado material de
los dos jugadores en ese subjuego inuye en las ganancias nales de cada uno y,
por tanto, deben tenerlo en cuenta a la hora de decidir. Vamos ahora a denir un
juego de este tipo.
El juego de la vida tiene dos jugadores y consta de dos etapas. En la primera
se realiza una negociacin y en la segunda, consumo y emparejamiento compe-
titivo. En otras palabras, los recursos conseguidos en el juego de negociacin de
la primera etapa se usan en la segunda para consumir y para competir por algo,
122 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
por ejemplo por una pareja, con la persona con la que negociamos en la prime-
ra. Para ser ms precisos, los benecios de la primera etapa se denotan donde
i {1, 2}. En la segunda etapa, cada jugador i tiene que decidir: y , donde
es el consumo y es el esfuerzo realizado en la obtencin de una pareja. Las
ganancias de la primera etapa constituyen los recursos disponibles en la segunda
etapa. Estos recursos se distribuyen entre el consumo y el esfuerzo, de modo que
. La utilidad, que en este contexto evolutivo es el nmero de sucesores
del jugador i, es:
.
Bajo el supuesto natural de que la funcin es decreciente en el
esfuerzo del oponente (es decir, mi probabilidad de conseguir pareja decrece en
la cantidad de esfuerzo que mi rival invierta por conseguirla) y presenta comple-
mentariedades estratgicas (si mi oponente aumenta sus esfuerzos por conseguir
pareja, yo voy a querer aumentarlos tambin), Cabrales (2010) muestra que las
ganancias de equilibrio del agente i son decrecientes en los recursos obtenidos
por el otro en la primera etapa; es decir, cuanto ms haya obtenido mi rival en la
primera etapa menores van a ser mis ganancias ahora.
La conclusin de esta seccin es que la modelizacin de las preferencias socia-
les incluyendo elementos de altruismo y envidia no son un parche ad hoc para
solucionar provisionalmente una carencia de la teora. Ms bien son una forma
de tener en cuenta una parte sustancial de las preferencias con las que venimos
programados al mundo.
Aplicaciones de los modelos
La introduccin de preferencias sociales en los modelos habituales de teora eco-
nmica abre la puerta a una mejor comprensin de muchos fenmenos.
El de Frank (1984) es probablemente el primer trabajo que explora los efectos
de las preferencias sociales en el mercado de trabajo. Frank muestra que, con pre-
ferencias sociales, los salarios pueden diferir de la productividad marginal cuan-
do las productividades son heterogneas. l supone que a la gente le gusta ganar
ms que los dems (en nuestra terminologa la es negativa) y que, por supuesto,
no le gusta que se le pague menos ( positiva).
Bajo estos supuestos, los trabajadores ms capaces pueden recibir un salario
mayor que los dems, pero no tan elevado como su producto marginal: la em-
presa se aprovecha de la satisfaccin que le reporta simplemente ganar ms que
sus compaeros. De la misma manera, los trabajadores menos productivos tienen
Preferencias sociales (c.6) / 123
que recibir sueldos superiores a su producto marginal para que se vea compensa-
da la desutilidad que les genera la envidia. Frank (1985) muestra que todos estos
efectos, es decir, las externalidades generadas por unas preferencias interdepen-
dientes, pueden explicar algunas de las regulaciones del mercado laboral, tales
como: salarios mnimos, normas de seguridad en el trabajo o el ahorro forzoso
que suponen las cotizaciones con vistas a la jubilacin. Este modelo, sin embar-
go, contradice alguna evidencia emprica: cuando el impuesto que se paga a
los ms productivos (les pagamos menos salario) es superior a la subvencin
a los menos productivos (que cobran ms de lo que deben), entonces la empresa
debera tenerlos todos juntos. Por el contrario, hay evidencia emprica de que las
empresas segregan por nivel de habilidad (vase tambin Fershtman et l., 2006).
Cabrales, Calv Armengol y Pavoni (2008), por otro lado, introducen prefe-
rencias sociales al estilo Fehr y Schmidt (1999) en un modelo tpico de contratos
dinmicos en el mercado de trabajo (de Harris y Hlmstrm, 1988). El modelo
muestra que con este cambio se pueden producir una serie de consecuencias
sobre los mercados laborales internos de la empresa que son difciles de expli-
car en un modelo estndar. Por ejemplo, los salarios no suben inmediatamente
cuando se descubre que el trabajador es mejor que la media (para que la envidia
se le pase a los compaeros) y, por tanto, hay correlacin serial en los salarios
(Baker et l., 1994, y Gibbons y Waldman, 1999). Tambin se pueden dar subidas
salariales que no tengan nada que ver con cambios en la productividad (porque
se descubre a algunas estrellas y hay que compensarlas a ellas, pero tambin a
los que se quedan atrs). Esto puede explicar que aunque la productividad est
negativamente correlacionada con la experiencia, los salarios suben con la misma
(Medoff y Abraham, 1980, y Flabbi y Ichino, 2001). Tambin se puede explicar
la ausencia de rigidez a la baja de los salarios que predicen Harris y Hlmstrm
(1982), pero que se contradice con la evidencia (Baker et l., 1994). En el modelo
de Cabrales, Calv Armengol y Pavoni (2008) puede haber bajadas de salarios,
que se deben a la desaparicin de trabajadores estrella, molestos por la envi-
dia que generan. Finalmente, el modelo produce una explicacin novedosa de
la segregacin de trabajadores por nivel de habilidad entre empresas: cuando se
tienen trabajadores de parecido nivel de habilidad, todos cobran salarios seme-
jantes y se mitiga la envidia.
Fehr et l. (2007) demuestran experimentalmente que la aversin de los tra-
bajadores a la desigualdad puede ser una razn por la cual muchos contratos en
la vida real son deliberadamente incompletos en entornos donde no puede ob-
servarse el esfuerzo de los trabajadores. Rey Biel (2008) muestra que un emplea-
dor puede explotar la envidia amenazando a sus trabajadores con promover
124 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
la desigualdad si los resultados no son satisfactorios (una amenaza que no se ha
de llevar a cabo en equilibrio). Teyssier (2007) estudia un modelo con esfuerzo
inobservable y muestra que los agentes con preferencias sociales heterogneas
se segregan en empresas diferentes. De esta manera, los agentes ms igualitarios
obtienen contratos con incentivos menos acusados. Teyssier (2008) proporciona
una prueba experimental de esa teora. Kosfeld y Von Siemens (2009), Von Sie-
mens (2009) y Bartling y Von Siemens (2010) tambin estudian cmo las prefe-
rencias interdependientes crean un incentivo a los agentes para autoseleccionar-
se en empresas diferentes.
Conclusiones
En este captulo hemos explicado las preferencias sociales. En primer lugar he-
mos aprendido lo que son y la evidencia experimental que avala su existencia.
Despus hemos tratado de explicar su origen evolutivo y la importancia que tie-
nen para la economa. Nos parece evidente que muchas ramas de la economa y
otras ciencias sociales pueden mejorar incorporando las preferencias sociales al
repertorio de sus modelos tericos y empricos.
Hasta cierto punto esto ya ha empezado a suceder. Por ejemplo, Bandiera et
l. (2010) muestran, con datos de un productor de frutas del Reino Unido, que
la productividad de un trabajador determinado es signicativamente mayor cuando tra-
baja junto a compaeros que son ms capaces que l, y signicativamente menor cuando
trabaja con compaeros que son menos capaces. Esto es as a pesar de que no hay ex-
ternalidades entre los trabajadores, ya sea debido a la tecnologa de produccin
o a la forma en que se les compensa por su trabajo. Los propios autores arman
que los resultados sugieren que las empresas pueden aprovechar las preferencias sociales
como una alternativa a los incentivos monetarios para motivar a los trabajadores.
Para nosotros es evidente que los gestores de recursos humanos en todas las
organizaciones ya son conscientes de la universalidad de este fenmeno y toman
medidas para adaptarse a l, pero creemos que el estudio cientco del mismo
ayudar a un control ms adecuado y ms preciso, y har a las organizaciones ms
ecientes y rentables.
7. COOPERACIN
Juan Antonio Lacomba
GLOBE: Universidad de Granada
Ral Lpez
Universidad Autnoma de Madrid
Introduccin
Como animal social que es, el ser humano se enfrenta en numerosas ocasiones al
dilema de actuar de forma egosta y aprovecharse del esfuerzo de los dems o, por
el contrario, cooperar por el bien comn. Un ejemplo clsico de este tipo de situa-
ciones es el suministro de bienes pblicos tales como la defensa nacional, donde
cualquiera puede revelar que no le interesa dicha proteccin (y no pagarla), a
sabiendas de que ese ejrcito tambin le defendera a l si hubiera una invasin.
Ejemplos similares son el alumbrado, los parques o las calles de una ciudad,
un medio ambiente no contaminado o deteriorado, o buena parte del conoci-
miento contenido en libros y artculos. Como casi es imposible (o muy caro)
excluir al que no pague del disfrute de estos bienes, cualquier individuo puede
decidir no cooperar o contribuir a su obtencin, pero utilizarlos una vez hayan
sido suministrados. Este problema, ampliamente estudiado, se conoce como el
problema del polizn (o del gorrn, free rider en ingls).
Una consecuencia tpica del hecho que los individuos no demanden la can-
tidad que realmente desean porque estratgicamente revelan desear una canti-
dad menor es que al nal se suministra una cantidad de bien pblico inferior
a la socialmente deseable. Es decir, a n de cuentas hay menos ejrcito, menos
parque, etc., del que querramos.
En este captulo veremos cmo la economa experimental estudia los dilemas
sociales, como la provisin de bienes pblicos. Para ello nos centraremos en dos
aspectos: los factores que la evidencia experimental desvela como determinantes
de la cooperacin, y las explicaciones que, basndose en esa evidencia, se han
126 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
propuesto. A lo largo del captulo usaremos principalmente (aunque no nica-
mente) el experimento ms conocido para representar dilemas sociales: el juego
de los bienes pblicos, tambin llamado juego de las contribuciones voluntarias
(JCV en adelante; vase tambin el Captulo 14).
Experimentos sobre cooperacin
El juego de las contribuciones voluntarias
En la versin ms bsica del JCV, los sujetos son annimamente distribuidos en
grupos de N miembros (en muchos experimentos, N = 4 o 5). Cada sujeto recibe
una dotacin inicial de dinero (nmero de chas que, por simplicidad, supon-
dremos igual para todos) y se enfrenta al siguiente problema: debe distribuir
su dotacin entre una cuenta privada y una cuenta pblica, sin saber lo que
harn los dems y sin poder comunicarse con ellos. Cada cha invertida en la
cuenta privada aporta A unidades monetarias al sujeto inversor y 0 a los dems
miembros del grupo. Cada cha invertida en la cuenta pblica aporta B unidades
monetarias a cada miembro del grupo, incluido el propio sujeto inversor.
1
Ntese que los benecios generados por la cuenta pblica son un bien p-
blico. Al no ser un bien rival, puesto que no cabe excluir a ningn miembro del
grupo de su disfrute, las contribuciones a la caja comn constituyen un bien p-
blico. Por ello diremos, en lo que sigue, que contribuir a la cuenta pblica es un
comportamiento cooperativo. Los parmetros del juego suelen elegirse de modo
que B < A < NB, con lo cual cada cha invertida en la cuenta pblica genera un be-
necio grupal superior al benecio individual de invertirla en la cuenta privada
(NB > A), pero el benecio individual de cada cha invertida en la cuenta privada
es superior al obtenido por contribuirla a la cuenta pblica (A > B).
Pensemos en el siguiente ejemplo. El sujeto 1 tiene una dotacin inicial D y
tiene que decidir cunto ingresa en la caja privada (p
1
) y en la comn (c
1
). Pode-
mos calcular su benecio como:
1
= A(D c
1
) + Bc
1
+ B(c
2
+ ... +c
N
) = A(D c
1
) + B
privada (p
1
) contribucin de los dems
comn (c)
1
El cociente B/A suele denominarse rendimiento marginal per cpita del bien pblico, y
lo denotaremos como m.
Cooperacin (c.7) / 127
Ntese que (p
1
) es lo que deja en su cuenta privada, es decir lo que tena, D,
menos lo que l contribuye a la caja comn, c
1
, y que tanto lo que l deja en la caja
comn (c
1
) como lo que contribuyen sus compaeros (c
2
, c
3
, , c
N
) le genera un
benecio igual a B por la suma de esas contribuciones ( ).
Como A < B, aparece el dilema social, pensar en el benecio individual o en
el grupal? Antes de continuar con la parte estratgica del juego (vase el Cap-
tulo 3) hemos de considerar dos cuestiones. En primer lugar, como ya vimos en el
captulo anterior, un sujeto puede ignorar el benecio social, es decir, indepen-
dientemente del valor de NB, l puede estar interesado tan slo en su benecio
individual, B, y, por tanto, considerar siempre la cuenta pblica menos atractiva
que la privada, B < A. En segundo lugar, debemos tener en cuenta que hay sujetos
aversos al riesgo (vase el Captulo 2) que pueden primar el hecho de que A de-
penda tan slo de ellos mismos mientras que NB depende de ellos y de los dems
y, por tanto, es ms arriesgado optar por B.
Qu nos dice la teora de juegos? Como vimos en el Captulo 3, imponemos
tres supuestos bsicos a la hora de modelizar el comportamiento estratgico: a)
todos los individuos son racionales y egostas, es decir, son maximizadores y slo les
importa su propia ganancia monetaria, b) todos los individuos saben que todos los
participantes en el juego son racionales y saben, adems, que todos saben que todos
son racionales, etc., y c) las reglas del juego son de conocimiento pblico (y, por
tanto, entendidas por todos los participantes en el juego).
Bajo estas hiptesis, es evidente que la estrategia Cooperar est estrictamente
dominada por No Cooperar (vase el Captulo 3). Por tanto, el equilibrio de
Nash ofrece una prediccin clara: nadie invertir chas en la cuenta pblica. En
consecuencia, no habr provisin de bienes pblicos.
Sin embargo, la evidencia emprica obtenida en numerosos experimentos no
coincide con esta prediccin: de media, cada sujeto contribuye al bien pblico
entre el 40% y el 60% de las chas (Ledyard, 1995). Este resultado ha revolucio-
nado la visin econmica tradicional sobre los dilemas sociales, y motivado toda
una literatura en economa experimental que busca investigar los factores que
afectan a la cooperacin.
Factores que afectan a la cooperacin: Evidencia experimental
Como decamos anteriormente, los sujetos contribuyen entre el 40% y el 60%
si juegan el juego JCV una nica vez. Pero qu ocurre si juegan repetidamente
varias rondas? La Figura 7.1 ha sido extrada del trabajo de Keser y Van Winden
(2000), quienes estudian un JCV repetido 25 rondas y con dos tratamientos.
128 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
En el tratamiento parejas, los sujetos juegan todas las rondas con los mis-
mos compaeros, es decir, los miembros del grupo no varan.
n
m
e
d
i
a
a
l
a
a
c
t
i
v
i
d
a
d
Y
Fuente: Kesel y Van Winden (2000)
Figura 7.1. Declive de la cooperacin en JCV repetidos.
Consideremos ahora el efecto de cambios tanto en i), el rendimiento margi-
nal per cpita m, como en ii), el nmero de sujetos N que integran un grupo.
Qu nos dice la intuicin para cada caso? Notemos primero que un aumento
de m (= B/A) signica una reduccin del coste individual neto de contribuir a
la cuenta pblica, es decir, cada unidad que uno pone en el bien pblico tiene
mayor rendimiento (o un coste relativo menor). Por ello, parece lgico esperar
un aumento en las contribuciones cuando m aumenta, pues cuesta menos con-
tribuir. En todo caso, no olvidemos que un individuo egosta sigue careciendo de
incentivo alguno a contribuir siempre que m sea inferior a la unidad (es decir, si
A > B). Es decir, siempre que A > B y, con ello, que m < 1, ningn sujeto racional
va a contribuir a la caja comn. Aunque incrementos positivos en m la hagan ms
2
Como se observa en la Figura 7.1, la contribucin bajo parejas es mayor que bajo
extraos. Volveremos sobre este tema ms adelante.
Cooperacin (c.7) / 129
atractiva, siempre que m < 1 los sujetos racionales no contribuirn. Por tanto, el
efecto de la variacin de m est en duda.
La variacin en el tamao del grupo, N, tampoco debe tener consecuencias
obvias, puesto que podra tener efectos tanto negativos como positivos. Por un
lado, un grupo ms grande podra tener un efecto negativo: si las contribuciones
de cada sujeto representan un porcentaje menor del total, los sujetos podran
utilizar esta menor prominencia para justicar su falta de contribucin. Esta es
la idea del voto marginal: Cuando un ciudadano se plantea cul es la utilidad de
su voto, se da cuenta de que el valor de un voto en unas elecciones generales es
ridculo. Entonces para qu ir a votar?
Aunque, por otro lado, cuanto mayor sea el grupo, mayor ser el benecio
grupal generado por una contribucin pblica, ya que se favorecer a ms perso-
nas. Si N aumenta, cada unidad B que se invierte en la caja comn crece ms, es
decir el benecio social de una unidad en B se hace mayor. Esto podra fomentar
la cooperacin.
En un experimento ya clsico, Isaac y Walker (1988b) analizaron el efecto so-
bre el comportamiento cooperativo de ambas variables. Hiceron un diseo con
parejas, es decir los emparejamientos eran jos y dividieron la muestra como sigue:
n
m
e
d
i
a
a
l
a
a
c
t
i
v
i
d
a
d
Y
sin castigo
con castigo
Fuente: Fehr y Gchter (2000)
Figura 7.2. El castigo material fomenta la cooperacin en JCV repetidos.
En este sentido, la Figura 7. 2 muestra claramente varios resultados:
a) la cooperacin media en las 10 rondas con castigo (puntos negros de la
gura) es mayor que en las 10 rondas sin castigo (puntos blancos),
b) en ausencia de castigo, la cooperacin tiende a declinar de una ronda a
otra,
c) el castigo entre miembros del grupo crece ronda a ronda.
Por qu aumenta la cooperacin con el castigo? FG demuestran que los ju-
gadores reciben un mayor castigo cuanto ms baja es su contribucin al bien
pblico con respecto a la media. Esto parece indicar por qu las contribuciones
en el tratamiento con castigo son mayores y tal vez por qu stas crecen con el
tiempo: los participantes que cooperan menos inicialmente van aprendiendo que
esta estrategia no compensa, de modo que van aumentando su contribucin para
evitar ser castigados por los otros.
Los resultados bsicos de FG (2000) han sido replicados en numerosos expe-
rimentos, que adems extienden esta literatura aadiendo pequeos cambios al
diseo original de FG (2000). Carpenter (2007), por ejemplo, estudia los efectos de
poner precios diferentes a los castigos y demuestra que la demanda de castigo es de-
creciente: Los sujetos castigan menos cuanto mayor sea el precio vanse tambin
Falk et l. (2005) y Anderson y Putterman (2006). Y lo que es ms interesante, los
sujetos parecen anticipar este fenmeno, pues contribuyen menos al bien pblico
cuanto mayor sea el precio del castigo. Posiblemente los sujetos menos coopera-
136 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
tivos slo contribuyen cuando el castigo es sucientemente probable, y esto slo
ocurre si ste es barato. Los costes de castigar, por tanto, inuyen en la cooperacin.
Existen tambin algunos experimentos que sugieren limitaciones al estudio de
FG (2000). Por ejemplo, Nikiforakis (2008) analiza un juego con castigo idntico
al de FG (2000) excepto por la existencia de una tercera ronda. En esta ronda, los
castigados en la segunda ronda pueden castigar a los que les castigaron (es decir,
vengarse). Nikiforakis muestra que cuando existe la posibilidad de vengarse, la
cooperacin no diere de la que se observa cuando no hay castigo alguno.
Sefton et l. (2007), por su parte, comparan castigos y recompensas por medio
de un tratamiento con castigo, otro tratamiento similar pero con recompensas, y
un tercer tratamiento con ambos tipos de sanciones. Cada punto asignado como
castigo (recompensa) de i a j reduce (incrementa) en una unidad monetaria el
ingreso de j, y siempre le cuesta una unidad monetaria a i (es decir, la tasa de
efectividad es 1:1). La comparacin de castigos y recompensas es interesante,
entre otras cosas, porque el castigo origina una prdida tanto al castigador como
al castigado, mientras que una recompensa es una transferencia. Aparentemente,
por tanto, los castigos son menos ecientes que las recompensas.
9
Sefton et l. (2007) muestran que las contribuciones son bastante estables en
el tratamiento con castigo, pero que en el tratamiento con recompensas comien-
zan a un nivel alto, pero se reducen luego de manera signicativa con el tiempo,
tal vez porque el uso de las recompensas tambin se va reduciendo. Las recom-
pensas, por tanto, parecen ser menos efectivas que los castigos. Sin embargo,
Vyrastekova y van Soest (2008) analizan un juego JRUC con y sin recompensas,
as como dos tratamientos con diferentes tasas de impacto de stas: a) 1:1, y b)
1:3. Mientras que las recompensas no fomentan la cooperacin en el caso 1:1,
ocurre lo contrario en el caso 1:3. Por tanto, aunque Sefton et l. (2007) sugiere
que las recompensas no son tan efectivas como los castigos, las primeras pueden
ser efectivas si la tasa de impacto es suciente elevada.
Sanciones no-materiales
Terminamos con las sanciones no-materiales,
10
es decir, aquellas que no afectan al
9
Ojo: Esta armacin slo tiene en cuenta el efecto directo de la sancin, pero no cmo
afecta posteriormente al comportamiento de los jugadores. Teniendo en cuenta ambos efectos,
el castigo puede ser ms eciente si hace a la gente mucho ms cooperativa que las recompensas
(ntese que la cooperacin aumenta la eciencia social).
10
Algunos autores utilizan denominaciones alternativas como sanciones informales o no-
monetarias.
Cooperacin (c.7) / 137
bienestar material del agente sancionado, sino ms bien a su estado emocional.
Frecuentemente transmitidas por medio de expresiones verbales o faciales, las
sanciones no-materiales nos sirven para mostrar nuestra aprobacin o desapro-
bacin del comportamiento o de las cualidades personales del sancionado. Ejem-
plos de sanciones no-materiales negativas incluyen un comentario humillante, un
insulto o simplemente una mirada de desagrado. Muchos investigadores sociales
han destacado que las sanciones no-materiales son un mecanismo importante
para fomentar el cumplimiento de las normas sociales, entre otras razones porque
presentan dos caractersticas atractivas: normalmente son menos costosas que las
sanciones materiales y su uso est aparentemente menos restringido socialmente.
Por el contrario, el uso de sanciones materiales por parte de los individuos no es
siempre aceptable (por ejemplo, mucha gente es de la opinin de que los nios
nunca deben ser objeto de castigos corporales).
El primer estudio sobre sanciones no-materiales en el contexto del juego JCV
es Masclet et l. (2003), con dos tratamientos principales:
i) castigo material como en FG (2000),
ii) un juego JCV con una segunda etapa en la que cada jugador i observa las
contribuciones individuales annimamente y se le da la opcin de asignar
entre 0 y 10 puntos a cada jugador j, sin coste para i ni para j.
Las instrucciones indican que esta puntuacin es slo una evaluacin que i
hace de decisin de j, donde 10 y 0 representan la mxima y la mnima desapro-
bacin, respectivamente. Esta evaluacin, por tanto, acta como una sancin no-
material. Tanto en i) como en ii) se jugaron mltiples rondas de cada juego, as
como rondas en las que slo se jugaba el juego JCV sin etapa de castigo.
En algunas sesiones se us el protocolo extraos, en otras no. Los resultados
indican que ambos tipos de sanciones incrementan las contribuciones al bien
pblico, pero que las materiales son ms efectivas en el tiempo. Asimismo, los
efectos de las sanciones no-materiales son ms acusados cuando hay una inte-
raccin repetida (en otras palabras, los efectos son menores con el protocolo
extraos).
Estos resultados admiten muy variadas interpretaciones. Puede ser que los
sujetos utilicen las sanciones no-materiales para comunicarse y as coordinarse
entre s en la siguiente ronda (ya hemos visto en el apartado anterior que la co-
municacin entre sujetos es un poderoso motivador de la cooperacin); tambin
puede ser que a los sujetos no les guste sentirse criticados. Sin negar la impor-
tancia de la primera explicacin, Lpez Prez y Vorsatz (2010) ofrecen evidencia
138 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
en favor de la segunda. En uno de sus tratamientos, los sujetos juegan el dilema
de los presos (DP) con una segunda etapa en la que pueden asignarse puntos de
evaluacin (similar a Masclet et l., 2003). En comparacin con otro tratamiento
donde se juega el DP sin ms, la cooperacin crece signicativamente cuando los
jugadores pueden hacer una evaluacin. Dado que los juegos se juegan una sola
vez, los resultados indican claramente que el efecto de la evaluacin va ms all
de un posible valor comunicativo. En todo caso, todava quedan muchas incgni-
tas por resolver sobre el funcionamiento de este tipo de sanciones.
Explicando la evidencia experimental: Teoras
Cmo explicar los resultados mencionados? La evidencia acumulada sobre el
comportamiento cooperativo ha motivado nuevas teoras que, a su vez, han moti-
vado nuevos experimentos. Aunque no podemos ser exhaustivos, en esta seccin
discutiremos algunas explicaciones sugeridas para uno de los resultados ms ro-
bustos y que ha recibido ms atencin en la literatura: el declive de la coopera-
cin en juegos JCV repetidos.
La teora de juegos, recordemos, supone que i) todos los individuos son egos-
tas, ii) todos saben que todos son egostas y, adems, saben que todos saben que
son egostas, y iii) todos ellos entienden perfectamente las reglas del juego. Estas
hiptesis predicen que nadie contribuir nada al bien pblico en ninguna ronda
de un juego JCV repetido un nmero nito de veces (vase Fehr y Gchter, 2000
para una demostracin) y, por tanto, no pueden explicar ni el relativamente alto
nivel de cooperacin inicial, ni el declive que se observa en juegos repetidos. Por
ello, las explicaciones aportadas pretendan relajar alguna de las hiptesis anterio-
res. Por ejemplo, una razn que se baraj inicialmente para explicar el declive fue
el aprendizaje. De acuerdo con esta teora, los sujetos podran ser egostas, pero no
entender exactamente los incentivos existentes en el JCV, al menos con una nica
ronda. Por tanto, los altos niveles de cooperacin inicial seran debidos a la confu-
sin o a los errores que cometen los sujetos. Si juegan varias rondas, no obstante,
pueden ir aprendiendo que lo mejor para ellos es no contribuir. Esto explicara
que la cooperacin disminuya con la repeticin (vase Andreoni 2005a).
Existen varios estudios que buscan poner a prueba esta teora. Andreoni (1988)
considera un juego JCV repetido 10 rondas (m = 0,5; N = 5; condicin extraos).
Al terminar stas, no obstante, los sujetos son informados repentinamente de
que van a volver a jugar otras 10 rondas. Si el aprendizaje fuera la causa nica del
descenso en las contribuciones, la cooperacin en la primera ronda de esta nueva
tanda debera ser similar a la obtenida en la ltima ronda de la primera tanda. En
Cooperacin (c.7) / 139
contra de esta prediccin, Andreoni observa que las contribuciones iniciales tras
el reinicio sorpresa son signicativamente ms altas que las realizadas en la ltima
ronda de la primera tanda. La evidencia emprica posterior ha corroborado este
resultado, lo que indica que el aprendizaje no explica (o al menos no totalmente)
la cada de la cooperacin con la repeticin (Croson, 1996; Cookson, 2000; Cro-
son, Fats y Neugebauer, 2005).
La Figura 7.3, extrada de Croson (1996), reeja el efecto positivo del reinicio
por sorpresa (restart), tanto en el tratamiento parejas como en el extraos.
Asimismo, el hecho de que el nivel de cooperacin en cada ronda sea menor en
el tratamiento extraos es incoherente con la hiptesis del aprendizaje, que no
predice ninguna diferencia entre tratamientos (vase tambin Andreoni y Cro-
son, 2008).
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
60
50
40
30
20
10
0
Periodos
P
o
r
c
e
n
t
a
j
e
Parejas
Reinicio
Extraos
Fuente: Croson (1996),
Figura 7.3. Evidencia contraria a la hiptesis del aprendizaje en JCV repetidos.
Las diferencias mencionadas entre ambos tratamientos sugieren adems que
los sujetos no actan de un modo catico, sino ms bien estratgico. Ntese a este
respecto que los sujetos en la condicin parejas pueden utilizar sus contribu-
ciones para tratar de inuir en el comportamiento de sus compaeros en futuras
rondas, algo que no ocurre en la condicin extraos.
Para analizar este tipo de comportamientos estratgicos de un modo detalla-
do, Sonnemans, Schram y Offerman (1999, SSO en adelante) consideran juegos
JCV repetidos donde la composicin de cada grupo cambia de forma gradual,
slo un sujeto por ronda. Los sujetos saben cundo abandonarn un grupo y
que nunca volvern a jugar con los otros miembros del grupo. En lnea con la
140 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
hiptesis del comportamiento estratgico, SSO concluyen que los sujetos que
abandonan un grupo contribuyen menos que los que se quedan.
11
Adems, los
sujetos contribuyen menos en su ltima ronda con un grupo que en la anterior
con dicho grupo y que en la primera ronda con el nuevo grupo.
SSO tambin obtienen las expectativas de los sujetos acerca de las contribu-
ciones del resto de su grupo, observando cierto comportamiento condicional: los
sujetos contribuyen ms cuanto ms esperan que contribuyan los dems.
La existencia de esta cooperacin condicional permite explicar la fragi-
lidad de la cooperacin observada en los juegos JCV repetidos tanto bajo la
condicin parejas como bajo la condicin extraos, ya que sta dependera
directamente de cmo se comportan los dems. Fischbacher, Gchter y Fehr
(2001, FGF en adelante) estudian explcitamente la disposicin de los indivi-
duos a cooperar de manera condicional. La caracterstica principal de su diseo
es que los sujetos en el JCV tienen que indicar para cada nivel de contribucin
media del resto de su grupo cul sera su propio nivel de contribucin. Los
resultados se muestran en la Figura 7.4. En el eje horizontal aparecen todas las
posibles contribuciones medias del resto del grupo y en el eje vertical la propia
contribucin del individuo.
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
20
18
16
14
12
10
8
6
4
2
0
Nivel de contribucin media del resto del grupo
C
o
n
t
r
i
b
u
c
i
n
p
r
o
p
i
a
Cooperacin
condicional: 50%
Media total
(N = 44)
Gorrones: 30%
Forma de
joroba: 14%
x x x x x x x x x x x x x x x x x x x x x
Fuente: Fischbacher, Gchter y Fehr (2001)
Figura 7.4. Tipos de jugadores segn su comportamiento en el JCV.
11
Andreoni (1988) tambin estudia esta cuestin con un diseo ligeramente distinto,
pero curiosamente no obtiene el mismo resultado. Esto nos permite ver la importancia que
tiene el repetir un experimento para contrastar la robustez de sus resultados.
Cooperacin (c.7) / 141
Como se puede observar, FGF concluyen que el 50% de los sujetos pueden ser
clasicados como cooperadores condicionales (CC), mientras que el 30% nunca
contribuye nada, independientemente de las contribuciones de sus compaeros
(gorrones). FGF atribuyen el declive de las contribuciones en el tiempo a la
interaccin entre estos dos tipos de sujetos. Es decir, la presencia signicativa
de gorrones da lugar a que las contribuciones de los CC se vayan reduciendo, al
reaccionar stos de forma condicional o recproca. La velocidad de cada depen-
dera de la cantidad de CC y de gorrones presentes en el grupo. Los resultados de
FGF tambin sugieren que el comportamiento de los cooperadores condicionales
no es fruto de la confusin (sus contribuciones deberan ser caticas en ese caso),
sino tal vez fruto de alguna motivacin no egosta o altruista. Numerosos artculos
indican asimismo que las contribuciones son debidas, en una parte signicativa,
a una preocupacin genuinamente no egosta (Palfrey y Prisbrey, 1997; Brandts y
Schram, 2001; Goeree, Holt y Laury, 2002; y Kurzban y Houser, 2005). Estas mo-
tivaciones son discutidas en el captulo de este libro sobre preferencias sociales.
Conclusiones
Concluyamos con un breve resumen. La evidencia experimental acumulada en
las ltimas dcadas nos permite entender cada vez mejor el comportamiento coo-
perativo en los dilemas sociales como los juegos JCV. Algunos de los principales
fenmenos documentados son los siguientes: (1) Inicialmente, las contribucio-
nes son signicativas (40-60%), (2) cuando se juegan varias rondas, se produce
un declive en la cooperacin, (3) existe una correlacin positiva entre m y la con-
tribucin media, (4) la comunicacin previa incrementa muy signicativamente
la cooperacin, (5) la posibilidad de castigar materialmente a otros jugadores
afecta positivamente a las contribuciones, (6) esto es tambin cierto, aunque
menos acusado, con los castigos no-materiales. Aunque cada vez disponemos de
teoras ms sosticadas y stas apuntan a la importancia de las motivaciones no-
egostas, an no existe un consenso total sobre las causas de todos estos fenme-
nos. Esperamos que este captulo motive al lector a realizar nuevos experimentos
con los que explorar nuevas teoras o estudiar factores adicionales que propicien
la cooperacin.
8. NEGOCIACIN
Aurora Garca Gallego
LEE y Universitat Jaume I, Castelln
Luis M. Miller
Nufeld Centre for Experimental Social Sciences, Oxford, Reino Unido
Los experimentos de negociacin han constituido una de las lneas fundamen-
tales de desarrollo de la metodologa experimental en economa. Los primeros
experimentos en esta materia, llevados a cabo en las dcadas de los aos sesenta y
setenta, pretendan poner a prueba los principales modelos econmicos de la ne-
gociacin. Estos experimentos son los denominados de negociacin no estructurada
y se repasar en la primera seccin de este captulo. A partir de los aos ochenta,
los experimentos de negociacin se hicieron mucho ms simples, ya no busca-
ban solamente estudiar los lmites de determinados modelos tericos, sino que
trataban de responder a preguntas ms generales acerca de la interaccin estra-
tgica en contextos de negociacin. En esta segunda fase, llamada de negociacin
estructurada, el experimento estrella es el conocido juego del ultimtum, juego que
representa el contexto mnimo de una negociacin. Este juego, as como distintas
manipulaciones experimentales del mismo, constituir el grueso de la segunda
seccin de este captulo. Por ltimo, nos referiremos brevemente a experimentos
de negociacin dinmica, donde la negociacin tiene lugar a lo largo del tiempo.
Negociacin no estructurada
El modelo de negociacin de John Nash (1950) fue el marco de referencia en los
primeros estudios experimentales que se llevaron a cabo sobre este tema. Estos
estudios vinieron motivados, como ha sucedido en muchos otros casos, principal-
mente por dos factores:
Cada participante poda ganar, bien un premio grande, bien uno pequeo.
El primer agente realiza una oferta y si sta es aceptada por el otro agente,
el juego termina.
la corteza prefrontal-dorsolateral(CPFDL): una parte del cerebro comn-
mente relacionada con la cognicin, y
en la corteza insular o nsula: un rea del cerebro conectada a menudo con
las emociones negativas, como la repugnancia.
El rechazo de la oferta est correlacionado con la actividad de la nsula, es
decir, los participantes que activan ms esta parte del cerebro cuando reciben
ofertas injustas, son los que rechazan ms veces dichas ofertas. Este resultado in-
dica el importante papel de las emociones en la toma de decisiones.
La CPFDL es una parte fundamental en la CPF, que comnmente se considera
implicada en el control cognitivo y en la inhibicin de respuestas impulsivas
(Koechlin et l., 2003; Miller y Cohen, 2001). Por tanto, se espera que tenga un
papel extremadamente importante en la toma de decisiones, especialmente
cuando existe un conicto entre motivos emocionales y racionales (inters
personal), como por ejemplo cuando un sujeto tiene que elegir entre aceptar o
no una oferta injusta en el ultimtum.
El comportamiento cooperativo ocurre en todas las sociedades humanas
(aunque haya variaciones en la denicin del umbral entre lo justo y lo injusto en
las diferentes culturas); no obstante, se observa mucho menos frecuentemente
en otras especies, desde los invertebrados hasta los primates no humanos. Surge
entonces la cuestin de si poseer alguna habilidad (o serie de habilidades) cogni-
tiva concreta es un prerrequisito para que surjan la cooperacin y la reciprocidad.
Uno de los principales objetivos de la neuroeconoma (Glimcher y Rustichini,
2004) es el de describir las caractersticas del aparato cognitivo humano que ha-
cen posibles la cooperacin y la reciprocidad. Para ello es necesario identicar
Respuestas desde el cuerpo: una introduccin a la neuroeconoma (c.9) / 163
las estructuras y los procesos cerebrales que son responsables de dicho compor-
tamiento.
Estudiar la cooperacin y la reciprocidad signica estudiar los mecanismos
para hacer cumplir o reforzar un comportamiento pro social. Para ello se necesi-
tan dos tipos de mecanismos:
predicciones de comportamiento y
predicciones neurales.
Para determinar dichas predicciones, se necesitara tener un modelo terico
del comportamiento de los participantes en el experimento. El modelo puede ser de
muchos tipos; un modelo de teora de juegos, por ejemplo, permite denir las
predicciones tericas dados unos supuestos sobre la racionalidad de los sujetos.
Un modelo tpico de teora de juegos supondra el conocimiento comn de
166 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
la racionalidad: soy racional y considero que los dems son racionales y que
ellos saben que yo soy racional, y as sucesivamente.
Un modelo de racionalidad limitada puede suponer lmites en la capacidad
cognitiva de los sujetos experimentales: limitaciones en la memoria, en la
capacidad de clculo, etc.
La ventaja de los modelos tericos es que proporcionan predicciones precisas.
Luego, por supuesto, los datos obtenidos pueden violar dichas predicciones y
deberamos comprobar entonces la hiptesis alternativa (intentar falsicar las
predicciones propias). Por tanto, no se ha de tomar ningn atajo para alcanzar el
objetivo. Tenemos que proporcionar una respuesta cientca a la pregunta que
queremos investigar.
Antes de empezar un experimento en neurociencia, se deben denir las hipte-
sis neurales. Se necesita tener una idea sobre cmo son las estructuras del cerebro
o la red neural que puede desempear un papel relevante en la codicacin de
algn componente especco del proceso de decisin que queremos estudiar.
Para hacer eso, se puede recurrir a la literatura anterior en neurociencia.
Ahora llega la parte delicada. Debemos tener en cuenta que cada rea del
cerebro no corresponde a una nica funcin, as que no podemos trazar un mapa
unvoco de las reas del cerebro con las funciones cognitivas o de comportamien-
to. Lo que s se puede hacer, es denir una hiptesis neural basada en un rea
o una red que est relacionada ms frecuentemente (segn la literatura) con lo
que estamos buscando. A este tipo de ejercicio se le denomina inferencia inversa
(vase Poldrack, 2006).
Qu mtodo neurocientco se puede utilizar? Eso depende fundamental-
mente de la pregunta que estamos investigando. En general deberemos escoger
entre:
la resolucin temporal: la precisin temporal al detectar la seal del cerebro.
Por ejemplo, la imagen de resonancia magntica funcional (IRMf) tiene una
muy buena resolucin espacial (milmetros), pero una resolucin temporal bas-
tante limitada (milisegundos); mientras que la magnetoencefalografa (MEG) se
caracteriza por una resolucin temporal muy buena, pero una resolucin espa-
cial limitada.
Por tanto, la eleccin de la metodologa que se utilizar depende en gran
medida del tipo de comportamiento/seal del cerebro que se quiera estudiar.
Respuestas desde el cuerpo: una introduccin a la neuroeconoma (c.9) / 167
Por ejemplo, si estamos interesados en la rapidez de los procesos en la toma de
decisiones, deberamos usar un mtodo con alta resolucin temporal, como la
MEG o la electroencefalografa (EEG). En la actualidad, aunque puede ser por
moda, la IRMf es la metodologa utilizada ms comnmente en la neuroeconoma.
El objetivo principal del diseo de estos experimentos es correlacionar hip-
tesis de comportamiento con hiptesis neurales. En concreto, un buen procedi-
miento metodolgico consiste en disear un entorno en el que se cambien los
valores de una variable de manera controlada; es decir, se dan distintos valores a
una nica variable. Por ejemplo, si estamos midiendo el riesgo, podemos exami-
nar la actividad cerebral relacionada con distintos niveles de riesgo, manipulando
la probabilidad de un evento (por ejemplo, Prob = 0; 0,25; 0,5; 0,75; 1). Este tipo de
diseo paramtrico tiene una gran ventaja: la posibilidad de extraer seales
del cerebro relacionadas con niveles diferentes de un nico parmetro. En este
caso se pueden describir a travs de un modelo las respuestas neurales y de com-
portamiento (las decisiones relacionadas con el riesgo) en un entorno param-
trico (vase Preschoff et l., 2006).
Despus de esta descripcin general, damos un ejemplo concreto de cmo se
puede disear un experimento de neuroeconoma, extrado de nuestro estudio,
Coricelli y Nagel (abreviado CN, 2009).
El experimento con neuroimagen de Coricelli y Nagel sobre la profundidad del razonamiento
estratgico
En este estudio, en el que usamos el juego del Beauty Contest (vase el Captu-
lo 5) relacionamos la teora de juegos y la teora de la racionalidad limitada con
la evidencia experimental sobre el comportamiento y la actividad neural. La Figu-
ra 9.1 ilustra este objetivo.
La estructura es la siguiente:
1. Las reglas del juego: n sujetos eligen un nmero entre 0 y 100. El ganador,
que recibe 10 euros, es la persona cuyo nmero es el ms cercano a p veces
la media de todos los nmeros elegidos (p puede ser, por ejemplo, igual
a 2/3). En caso de empate, el premio se divide entre los que han empatado.
2. Estas reglas sirven como estmulos para provocar respuestas de comportamiento:
vase la frecuencia relativa de las decisiones de ms de 7.000 lectores de
peridicos en la parte superior de la Figura 9.1 (resultados del estudio
de Bosch Domnech et l., 2002).
168 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Media: 23.08
Estmulo Reglas del juego de adivinar
dorsal CPFDM
0, 48, 24
Nivel 2 (alto)
ACC
Experimento de los peridicos
alto bajo
0,4
0,2
0
0,2
0,4
0,6
0,8
1
b
e
t
a
0,10
0,08
0,06
0,04
0,02
0,00
22 33 50 100
Nivel 1
(bajo)
CPFm
Objetivo del diseo: Relacin entre estmulo, comportamiento, teora de juegos, racionalidad
limitada y actividad cerebral
Comportamiento
Modelos econmicos
Teora de juegos: elegir 0
Modelo de Racionalidad
Limitada:
Nivel 0, Nivel 1, Nivel 2
humano
ordenador
Figura 9.1. Un experimento de neuroeconoma.
3. Los nmeros elegidos pueden ordenarse para ser comparados con las pre-
dicciones de la teora de juegos. La teora de juegos predice que todo el mundo
elegir 0, porque es el nico punto jo en el juego. Adems, tambin a tra-
vs de un proceso iterativo de eliminacin de estrategias dominadas, se llega
a la conclusin de que todos tienen que elegir 0 (suponiendo racionalidad
y conocimiento comn de racionalidad, vase el Captulo 5).
Sin embargo, como se puede ver en el grco de las frecuencias relativas
en la Figura 9.1, no todos eligen el nmero 0. De hecho, parece existir un
patrn por el que se eligen los nmeros 33 y 22 ms que los otros.
4. Esto nos lleva a un modelo de racionalidad limitada: visto que los nmeros ms
elegidos no son el 66 o el 44, como resultara de un proceso de eliminacin
iterativa de las estrategias dominadas, sino que son el 50, el 33 y el 22, un
modelo ms plausible sugiere que los individuos piensan que 50 es una me-
dia aceptable de los nmeros elegidos.
Respuestas desde el cuerpo: una introduccin a la neuroeconoma (c.9) / 169
La mejor respuesta a que los dems escojan 50 consiste en escoger los 2/3
de 50; es decir, 33 (este tipo de decisin se denomina nivel-1). Sin embargo,
si todo el mundo supiera que la gente va a comportarse as, la mejor deci-
sin sera escoger el 22, ya que este nmero es 2/3 de 33 (nivel 2), y as su-
cesivamente (vase el cuadro derecho en la parte inferior de la Figura 9.1).
Este modelo de k-niveles se ha convertido en el modelo predominante de
racionalidad limitada y ha sido aplicado ampliamente para explicar muchos
otros datos experimentales.
5. En este punto surge la cuestin de si los datos biolgicos pueden explicar
las diferencias observadas en el comportamiento de los distintos jugadores.
Por ejemplo, hay diferencias entre los jugadores con un nivel 1 y los que
tienen un nivel 2 o un nivel superior? Cul es una buena tecnologa para
obtener datos biolgicos? Mller y Schwieren (2010) utilizan el proceso de
seguimiento de los ojos (eyetracking). Sin entrar en detalles, esto quiere de-
cir que siguen el movimiento de los ojos con un rastreador ocular cuando
los sujetos juegan y tienen delante una pantalla de ordenador con la escala
de nmeros del 0 al 100. El resultado principal es que los datos sobre el
movimiento de los ojos ofrecen una idea de si los sujetos buscan los n-
meros correspondientes al nivel 1 o los de nivel 2, o razonan quizs hasta el
equilibrio pero vuelven luego a nmeros superiores. CN (2009) eligen otra
tecnologa, una mquina de IRMf con el n de visualizar la actividad cere-
bral. Sin embargo, hemos de realizar previamente algunas tareas para que
los resultados de comportamiento y la actividad cerebral puedan ser corre-
lacionados. Esto es esencial para poder entender correctamente los datos.
6. Como hemos mencionado ya en la introduccin general sobre el diseo de
un experimento de neuroeconoma, tenemos que determinar qu reas del
cerebro se ven implicadas en nuestro estudio del comportamiento. Nuestra
hiptesis es que la CPF medial (CPFm) desempea un papel importante en
la tarea propuesta. La CPFm se relaciona a menudo con la habilidad de atri-
buir estados mentales a otras personas con el n de predecir sus intenciones.
7. En esta etapa necesitamos pensar cmo estimular a nuestros sujetos para
obtener las imgenes deseadas. Un primer obstculo es que hacen falta
muchas observaciones parecidas para poder obtener imgenes del cerebro
como la de la Figura 9.1. Una manera eciente de lograrlo es invitar a po-
cos sujetos (tpicamente entre 5 y 20), de quienes podemos tomar muchas
observaciones. Para que no se necesiten jugadores adicionales fuera del es-
cner y para evitar que haya aprendizaje, CN escogen 13 valores distintos
entre 0 y 2 para el parmetro p. Se informa a los sujetos de que jugarn con-
170 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
tra otros nueve sujetos humanos; es decir, cada jugador estar en un grupo
de 10, que sern invitados, de uno en uno, a pasar por el escner de IRMf
(condicin humana).
8. Adems, visto que el juego tambin requiere algunos clculos (o sea, los
sujetos tienen que calcular nmeros), en CN tambin se les dice que en
algunas tareas se enfrentarn a un programa de ordenador que selecciona
aleatoriamente nueve nmeros (llamada condicin ordenador). Es decir,
continuarn estando en un grupo de 10, pero enfrentndose esta vez a nue-
ve ordenadores.
9. Pensemos en la diferencia que hay entre 7) y 8). Comparando ambos tra-
tamientos podemos diferenciar si jugar 50*p en la condicin ordenador
invoca una actividad cerebral distinta del caso en que el mismo jugador
tiene que escoger el nmero enfrentndose a humanos, y puede elegir, por
ejemplo, 50*p (nivel 1) o 50*p
2
(nivel 2), o nmeros de niveles superiores.
Ntese que no tiene sentido jugar como nivel 2 contra ordenadores.
10. De manera distinta respecto a otros experimentos de economa, en este
estudio utilizamos una comparacin con los mismos participantes (intra-
sujetos) enfrentndose a tareas distintas, es decir, analizamos cmo un mis-
mo sujeto juega contra unas mquinas y contra seres humanos.
11. Como tercera condicin (condicin clculo) al nal de una sesin, el
sujeto se enfrenta a tareas concretas slo de clculo (se le pide calcular
60*1/2, 40*1/2*1/2, etc.), con el n de vericar directamente el resulta-
do neural de las actividades de clculo.
Aqu termina la etapa del diseo, y se invita a los sujetos al escner. Tras haber
reunido bastantes datos de comportamiento y neurolgicos, clasicamos a los
sujetos en jugadores de nivel 1 (bajo) y de nivel 2 o superior (alto) segn su
comportamiento en la condicin humano. En la condicin ordenador, todos
los sujetos, excepto tres, utilizan el nivel 1 de razonamiento (50*p). Los otros tres
sujetos parecen elegir un patrn al azar. As que haremos comparaciones tambin
entre distintos participantes, en concreto entre las personas de nivel alto y las de
nivel bajo de razonamiento.
Los resultados principales son los siguientes:
i) La condicin ordenador muestra una desactivacin en la CPFm (vase el
cuadro izquierdo en la parte inferior de la Figura 9.1) parecida a la de los
jugadores de nivel bajo en la condicin humano.
Respuestas desde el cuerpo: una introduccin a la neuroeconoma (c.9) / 171
ii) La actividad mayor en la CPFm es la de los jugadores de nivel alto en la
condicin humano (vase tambin la gura del cerebro llamada nivel 2
(alto). Como ya habamos explicado, la CPFm es principalmente un rea
de teora de la mente. Interpretamos que los jugadores de nivel 2 o supe-
rior tienen un modelo mental en el que creen que los otros jugadores son
similares a ellos mismos; es decir, que piensan que los dems tambin creen
que la mejor respuesta en el juego aleatorio es 50*p.
iii) Los sujetos de nivel bajo de razonamiento muestran una actividad diferen-
cial en la corteza anterior del ncleo cingulado. Esta rea es la responsable
del pensamiento que se reere a uno mismo; o sea, que no tiene en cuenta
el comportamiento de los dems.
Limites del mtodo de la neuroeconoma
Existen muchas limitaciones en los mtodos de neuroimagen. Primero, la seal
que se mide con la IRMf es slo un sucedneo de la actividad cerebral real. Por
el contrario, el registro unicelular registra online la actividad real de una neurona
(o de un grupo de neuronas) y, por tanto, con una resolucin temporal y espacial
perfectas.
Segundo, con datos de neuroimagen, tpicamente no se puede hablar de cau-
salidad, no podemos decir que el rea A causa la funcin X. Se puede hablar slo
de una correlacin entre un sucedneo de la actividad cerebral y una funcin
cognitiva especca o de comportamiento. Adems, como ya se mencion, se ha
de tener mucho cuidado con la interpretacin de los datos de IRMf. De hecho,
la inferencia inversa (declarar que una actividad concreta en un rea del cere-
bro se correlaciona con un determinado comportamiento) es una herramienta
metodolgica peligrosa, porque muchas reas del cerebro son usadas para mu-
chas funciones distintas.
Las tcnicas de estimulacin no invasivas constituyen una herramienta pode-
rosa que puede proporcionar evidencia complementaria respecto a los mtodos
de neuroimagen, y su potencial puede ser explotado al mximo cuando se utili-
zan en combinacin con otras tcnicas. Por supuesto, hay lmites ticos en el uso
de estas tcnicas para estudiar la toma de decisiones.
Como ya hemos mencionado, es probable que la toma de decisiones se realice
gracias a una compleja red de reas interactivas. Algunas de ellas estn cerca de
la supercie cortical, mientras que otras son ms profundas y subcorticales. De-
bido al rpido deterioro del campo magntico y a la disipacin de las corrientes
172 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
elctricas, ni la estimulacin magntica transcraneal, ni la estimulacin transcra-
neal por corriente directa pueden alcanzar las reas subcorticales. Y aunque la
tecnologa podra mejorar su profundidad de estimulacin (Wagner et l., 2009),
no se podran tener como objetivo reas profundas sin estimular al mismo tiempo
todo el tejido neural que est en el camino entre el lugar donde querramos lle-
gar y el aparato estimulador.
Por otro lado, la EMT puede ayudar a descubrir algunas relaciones causales
entre actividad cerebral y comportamiento, y no slo correlaciones, porque la
actividad puede ser encendida o apagada, de modo que cambios en el com-
portamiento pueden ser atribuidos al estmulo. Sin embargo, aunque parezca
razonable suponer que el efecto sea mximo en la parte estimulada, los efectos
concomitantes en el comportamiento podran ser inducidos por una reaccin
en las reas conectadas sinpticamente con poblaciones neuronales en la parte
estimulada.
Anlisis de los cambios regionales, inducidos por estimulacin, en el ujo de
la sangre en el cerebro (en ingls Blood-oxygen-level-dependence BOLD, vase por
ejemplo Eisenegger et l., 2008) pueden por supuesto complementar los estudios
del comportamiento, y proporcionar una buena gua para interpretar correcta-
mente los efectos del comportamiento. Combinar la IRMf con la estimulacin del
cerebro y tareas de comportamiento parece ser un enfoque an ms prometedor,
porque permite que cambios en la realizacin de una tarea sean relacionados
con cambios BOLD regionales de modo individual; sin embargo, hay que tener
presente que, mientras que se puede establecer un vnculo de causalidad entre
la estimulacin del cerebro y cambios en el comportamiento, no se puede hacer
lo mismo respecto a las activaciones habituales del cerebro y los cambios en el
comportamiento (Sack, 2010).
Por ltimo, los estudios de pacientes con lesiones cerebrales tambin tienen
la ventaja de permitir estudiar un potencial efecto causal. Esto sucede cuando
se encuentra una disociacin, de modo que, por ejemplo, si encontramos un
paciente con una lesin en el rea A y una dicultad en la tarea X y ninguna en la
tarea Y, y otro paciente con una lesin en el rea B y una dicultad en la tarea Y
pero ninguna en la X, estamos frente a una disociacin doble, y podemos asociar
causalmente el rea A con la funcin relacionada con la tarea X, y el rea B con
la funcin relacionada con la tarea Y.
La neuropsicologa es una metodologa poderosa. El problema principal, en
este caso, consiste en el nmero limitado de pacientes con lesiones muy parecidas
(en trminos de localizacin y origen), y en la presencia de dicultades generales.
Respuestas desde el cuerpo: una introduccin a la neuroeconoma (c.9) / 173
Conclusiones
En este captulo hemos descrito algunas investigaciones en el novedoso campo de
la neuroeconoma. Hemos dado algunos ejemplos y hecho algunos comentarios
crticos sobre esta metodologa. La experimentacin en economa ha alcanzado
niveles de exigencia muy altos y una vasta gama de aplicaciones. El cerebro
representa su ltima frontera.
Creemos que el enfoque de la neuroeconoma puede contribuir signicati-
vamente a la comprensin de los fundamentos cognitivos y emocionales de la
toma de decisiones econmicas, desde cmo las personas evaluamos los resul-
tados de nuestras decisiones a cmo se forman nuestras creencias sobre lo que
piensan hacer los dems. Recprocamente, el formalismo matemtico de las teo-
ras econmicas puede llevar a nuevas maneras de analizar los clculos neuro-
nales implicados en la representacin de las variables de decisin.
El desafo de la neuroeconoma es el de desarrollar modelos del comporta-
miento econmico ms vlidos, integrando la inuencia de los factores sociales,
culturales y emocionales en la toma de decisiones econmicas. Los medios para
conseguirlo yacen en una iniciativa interdisciplinar que acoja un nuevo vnculo
entre teora y experimentacin, modelos matemticos, psicologa cognitiva, neu-
rociencia y ciencias sociales. Los benecios esperados son: i) un conocimiento
mejor de los fundamentos cerebrales, cognitivos y culturales de la cognicin so-
cial; ii) una ayuda a los pacientes con dcit de comportamiento para que en-
cuentren una va hacia una vida social mejor; iii) una mejor denicin de lo que
signica exactamente ser racional.
TERCERA PARTE
CMO FUNCIONAN LOS MERCADOS?
10. LA ORGANIZACIN DE LOS MERCADOS
Y EL EQUILIBRIO COMPETITIVO
Antoni Bosch Domnech
Universitat Pompeu Fabra y BGSE, Barcelona
Joaquim Silvestre
University of California, Davis
http://www.youtube.com/watch?v=QPm8Kj2D-dM
Experiment, Cole Porter, 1933.
Introduccin
El mercado, o mejor, los mercados, son cualquier sistema que facilite el intercam-
bio. En consecuencia, representa el sine qua non de la actividad econmica y es
el principal objeto de estudio de la ciencia econmica. El anlisis terico de los
mercados, iniciado por los economistas clsicos (Walras, 1874, Edgeworth, 1881) y
continuado por Marshall (1890), culmina en un modelo preciso de la competencia
perfecta (Arrow y Debreu, 1954). El modelo competitivo postula que los partici-
pantes en el mercado deciden qu cantidades compran o venden segn el precio
de mercado, que cada participante toma como un dato. El precio es de equilibrio si
los planes de compra y venta de los diversos participantes son compatibles entre s.
El modelo competitivo es esttico: establece cules son los precios y las cantida-
des de equilibrio, pero no cmo se alcanzan. Intuitivamente, no da importancia
a situaciones (efmeras) de desequilibrio. Obligado a justicar de algn modo la
aproximacin dinmica hacia el equilibrio, Walras apela a la metfora (entendida
como tal tanto por Walras como por sus sucesores) de un subastador virtual que ajus-
ta los precios de acuerdo con la diferencia entre oferta y demanda, no permitiendo
que se lleve a cabo transaccin alguna antes de alcanzar el equilibrio entre oferta y
demanda. Pero, en realidad, el modelo de equilibrio competitivo no dice nada sobre
cmo se realizan las transacciones, ni cmo se llega al precio de equilibrio.
178 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Me lo cambias?
El estudio experimental de los mercados competitivos se inicia con el trabajo de
Chamberlin en 1948 y se consolida con los experimentos de Vernon Smith (1962,
1964). La intencin de ambos es poner a prueba el modelo competitivo en un
mercado aislado, es decir, comprobar si los valores tericos del modelo de equili-
brio competitivo son un buen predictor de los valores que el precio y la cantidad
adquieren en el experimento. Y tambin vericar si, tal como implica el modelo
competitivo, el resultado del mercado experimental maximiza la suma de los be-
necios de compradores y vendedores, en cuyo caso diremos que la eciencia
es del 100%. Ahora bien, los experimentos de mercado, al permitir observar las
decisiones sucesivas de los agentes, nos predisponen a adoptar una perspectiva di-
nmica que coloca en primer plano el proceso por el cual los participantes toman
decisiones que acercan, o no, las variables econmicas al equilibrio.
Para crear un entorno donde explorar el comportamiento de un mercado,
por simple que ste sea, hay que establecer las reglas por las que se rige. Es decir,
las normas que regulan cmo se puede negociar, cmo se llega a un acuerdo,
cmo se garantiza que el acuerdo se cumpla No puede existir un mercado
sin unas reglas del juego, simples o complejas, tcitas o explcitas, porque un
mercado no es, en esencia, otra cosa que las propias reglas que lo rigen. Por eso,
cuando un economista habla de un mercado, su primer pensamiento no se dirige
a un lugar concreto en el que se comercia (el mercado de la plaza del pueblo, el
mercado central de Oviedo), sino a las reglas institucionales que lo denen.
Dos caractersticas importantes diferencian las reglas del mercado experimen-
tal de Chamberlin de las reglas del mercado experimental de Vernon Smith. La
primera es que en el experimento de Chamberlin cada participante se pasea por
un aula intentando acordar un precio de compraventa con algn otro participan-
te. Un poco a la manera de los mercados ms primitivos, vendedores y compra-
dores estn dispersos en el espacio y en el tiempo, lo cual impone un coste de
transaccin al tener que buscarse unos a otros y negociar de forma individual.
Vernon Smith (1962) sustituye esta regla de negociacin individual por una ins-
titucin ms moderna. Crea un entorno en el que compradores y vendedores se
renen a negociar segn unas reglas tales que sus ofertas de precio de compra y
de venta, as como los precios de las transacciones acordadas, se conocen en tiem-
po real. Concretamente, se trata de un sistema de subasta en voz alta, la llamada
subasta doble, en la que los compradores van pujando precios cada vez ms altos y
los vendedores van ofreciendo precios cada vez ms bajos, hasta que los precios
de compra y de venta coinciden y se cierra un acuerdo. As pues, la diferencia
fundamental entre el mercado de Chamberlin y el de Vernon Smith es que, en
La organizacin de los mercados y el equilibrio competitivo (c.10) / 179
el primero, los participantes tienen que buscarse y negociar uno a uno, mien-
tras que en el segundo las negociaciones son multibanda: todo el mundo est al
corriente de lo que hace todo el mundo. La informacin sobre las distintas ofertas
y sobre los precios de las eventuales transacciones se convierte en un bien pblico y
los compradores y vendedores pueden aprovechar esta informacin a coste cero.
La segunda diferencia es que mientras que Chamberlin termina el experi-
mento una vez se han realizado todas las transacciones posibles, Vernon Smith lo
repite varias veces, manteniendo los mismos parmetros una y otra vez, aunque
sin que los resultados de un periodo se arrastren a los periodos siguientes. Cada
periodo es independiente de los dems, de manera que en cada uno de ellos se
vuelve a empezar de cero el experimento (aunque, eso s, los participantes ha-
brn adquirido una experiencia que, se quiera o no, va a inuir en sus decisiones
en los periodos siguientes). Con qu intencin repite el experimento?
1
Vernon
Smith nos explica que si lo que queremos es vericar si el mercado converge ha-
cia el terico equilibrio competitivo, hay que permitir que los participantes en el
experimento vayan adquiriendo experiencia y modicando su comportamiento a
la luz de esta experiencia, tal como ocurre en un mercado real. No se trata, pues,
de constatar si los precios coinciden con los del equilibrio competitivo desde la
primera transaccin, sino de comprobar si hay una tendencia a converger hacia
este equilibrio y, de ocurrir dicha convergencia, observar con qu rapidez ocurre.
En ambos experimentos, por otra parte, la forma de inducir las preferencias
de los participantes es similar, y consiste en informar en privado a cada compra-
dor y a cada vendedor de su precio de reserva para comprar o vender una unidad
indivisible del bien (cticio) que se intercambia en el mercado experimental.
2
Al
jar el precio de reserva de cada participante es decir, en el caso de un compra-
dor, el precio mximo al que ste estar dispuesto a comprar el bien y, en el caso
de un vendedor, el precio mnimo al que ste estar dispuesto a vender el bien el
experimentador induce en cada participante sus preferencias que, obviamente,
1
Las repeticiones del experimento recuerdan los das que se repiten en la pelcula
Atrapado en el tiempo (Groundhog Day, H. Ramis, 1993, Columbia Pictures). Quien la haya visto
recordar que la estructura de los das es la misma una y otra vez, pero Bill Murray aprende a
aprovecharse de estas repeticiones para tomar las decisiones que ms le convienen.
2
El equilibrio competitivo, aun siendo el meollo de la ciencia econmica al menos desde
el siglo XIX, no pareca propicio a los experimentos. Ni podamos observar las preferencias
de la gente, ni sus creencias, ni las funciones de produccin Fue la idea de inducir las
preferencias lo que permiti avanzar en la experimentacin de la economa competitiva.
180 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
no tienen por qu ser iguales para todos.
3,4
En resumen, la informacin del pre-
cio de reserva es privada de cada participante; slo la sabe el propio participan-
te y el experimentador, claro.
Obsrvese que, como el experimentador conoce todos los precios de reserva
(los ha proporcionado l), para trazar la curva de demanda del mercado no tiene
ms que agregar los precios de reserva de los compradores. Asimismo, agregan-
do los precios de reserva de los vendedores obtendr la curva de oferta.
5
Una
vez el experimentador haya trazado las curvas de oferta y demanda le resultar
elemental determinar, en el lugar en que stas se cruzan, el precio y la cantidad
de equilibrio competitivo. A continuacin, sabiendo los valores de equilibrio, el
experimentador podr comparar estos valores tericos con los precios y las canti-
dades observadas a lo largo del experimento y, mediante esta comparacin, podr
juzgar hasta qu punto la prediccin de equilibrio del modelo competitivo es una
buena aproximacin de los resultados experimentales observados. A propsito,
el lector debera releer esta ltima frase porque en ella queda resumido el po-
tencial de los experimentos como mtodo para poner a prueba, para contrastar,
una teora: se trata de crear un entorno en el que las predicciones del modelo
terico sean precisas, de manera que pueda vericarse experimentalmente hasta
qu punto se cumplen.
Por ltimo, debemos indicar que los incentivos de los participantes en ambos
experimentos eran tambin similares. En cada periodo, los vendedores podan
vender una cierta cantidad mxima del bien y los compradores podan comprar
3
Las preferencias de cada participante vienen, pues, impuestas por el experimentador.
Muchos experimentos (sobre todo en psicologa, pero tambin en economa, dos disciplinas
que comparten una frontera comn) pretenden dilucidar precisamente cules son las
preferencias de la gente (respecto del riesgo, por ejemplo). Pero en los experimentos de
mercado imponemos las preferencias a los participantes con el n de poder formular las
predicciones tericas que queremos contrastar.
4
Aun no siendo estrictamente relevante en el contexto del presente captulo, conviene
recordar que las preferencias atribuidas a cada participante son sus preferencias individuales
sobre los resultados de sus acciones. Cuando las valoraciones privadas y sociales divergen
como en presencia de externalidades una accin determinada es valorada de forma
distinta por el individuo que la toma y por la sociedad, con lo cual no hay garanta de que el
equilibrio del mercado competitivo sea socialmente eciente. Para un experimento simple con
externalidades, vase Bergstrom y Miller (2009, Captulo 6).
5
Para una descripcin de cmo trazar las curvas de oferta y de demanda a partir de los
precios de reserva, vase por ejemplo, Bergstrom y Miller (2009, Captulo 1).
La organizacin de los mercados y el equilibrio competitivo (c.10) / 181
como mximo una determinada cantidad del bien.
6
Los compradores ganaban
ms cuanto mayor fuera la diferencia entre su precio de reserva y el precio paga-
do en la compra, y los vendedores ganaban ms cuanto mayor fuera la diferencia
entre el precio cobrado en la venta y su precio de reserva.
Por qu, aun a costa de resultar tediosos, nos alargamos tanto explicando los
detalles de las reglas impuestas a sus mercados por Chamberlin y Vernon Smith?
Primero porque su diseo ha sido copiado en innumerables experimentos poste-
riores.
7
Segundo, porque, como veremos a continuacin, nos hallamos ante una
cuestin trascendental desde el punto de vista de la metodologa experimental.
Chamberlin observ que no se cumplan las predicciones del modelo e interpret
sus resultados como favorables a la hiptesis de que lo que ocurre en los merca-
dos reales diere de lo que predice el modelo terico competitivo. Vernon Smith,
por el contrario, comprob que exista una clarsima tendencia a converger hacia
las predicciones del modelo competitivo y, adems, de manera muy rpida. Y no
slo eso, sino que los mercados experimentales se acercaban al 100% de ecien-
cia predicho por el modelo competitivo. Dejando aparte, de momento, el anlisis
detallado de estos resultados, es de rigor una observacin de gran valor metodo-
lgico. Acabamos de ver cmo un cambio en el diseo del experimento que, de
entrada, no se antojara fundamental, puede alterar drsticamente el resultado
de un experimento. Pasar de una negociacin individualizada a un mercado or-
ganizado segn una subasta doble, permite comprobar, con gran xito en este
ltimo mercado, una hiptesis que haba sido falseada con el primer diseo. El
lector debe extraer una leccin importante de este particular: en el diseo de un
experimento, los detalles son muy importantes.
A veces, un pequeo retoque puede modicar sustancialmente los resultados de
un experimento. Siendo esto as, cmo se puede conar en un resultado experi-
mental? La respuesta es banal pero importante. A base de repetir el experimento,
de replicarlo, con el n de comprobar su robustez a los cambios.
6
Cada unidad poda tener un precio de reserva distinto. Los precios de reserva, por tanto,
podan variar no slo de persona a persona, sino tambin de unidad en unidad, en cuyo caso
se estableca el orden segn el cual un participante poda comprar (vender) cada unidad,
empezando por las unidades con valores de reserva ms altos (en el caso de un comprador) y
con valores de reserva ms bajos (en el caso de un vendedor), a modo de reejo de la utilidad
marginal decreciente y de los rendimientos decrecientes. La restriccin presupuestaria consista
simplemente en impedir comprar a un precio superior al de reserva o vender por debajo de
l. Las unidades no vendidas no entraban en el cmputo de los benecios de los participantes.
7
Para una descripcin del impacto de los primeros experimentos econmicos sobre su
posterior evolucin es instructivo lase el primer captulo de Kagel y Roth (1995).
182 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Magia potagia
El milagro
Prestemos ahora atencin a los resultados de los experimentos descritos. Que
las predicciones de un modelo terico no se cumplan en la prctica no suele
sorprender a casi nadie; debido a ello, por esto, el experimento de Chamberlin
acab pasando relativamente desapercibido.
8
Pero que un modelo como el com-
petitivo, que postula un precio de mercado conocido por todos los participantes
pero no manipulable por ninguno de ellos, pueda ser un excelente predictor de
lo que ocurre en un mercado experimental en el que sabemos que stos y otros
supuestos del modelo (que se detallan ms adelante) no se cumplen, no deja de
ser extraordinario.
Pero realmente es el modelo competitivo un excelente predictor de los expe-
rimentos de Vernon Smith? Fijmonos en la Figura 10.1, representativa de miles
de experimentos similares realizados a lo largo de los aos. En el lado izquierdo
estn las curvas de oferta y demanda que el experimentador conoce (no as, re-
cuerden, los participantes en el experimento) y que le permiten determinar el
precio y la cantidad de equilibrio. A la derecha, representados mediante puntos,
tenemos los precios a los cuales se han realizado las transacciones en cada uno
de los periodos, ocho en este caso, que ha durado el experimento. Las lneas
verticales sirven para separar un periodo del siguiente. Por encima de los puntos
indicativos de los precios hay un nmero que expresa el porcentaje de eciencia
del mercado en el periodo y, por debajo, el nmero indica las transacciones que
han ocurrido en el periodo. Qu vemos en el grco? Al menos tres cosas: una
rpida convergencia de los precios hacia el precio de equilibrio (6,85) y de la
eciencia hacia el 100%, as como un volumen de transacciones que se estabiliza
en el medio de las tres cantidades de equilibrio, 10, 11 y 12.
No sabemos cul habr sido su reaccin al toparse por primera vez con este
resultado. Como hemos indicado, el modelo competitivo parte de supuestos ex-
tremos. En detalle:
a) En el modelo competitivo, compradores y vendedores consideran que el
precio est dado.
b) El supuesto anterior se justica con la idea de que los compradores y vende-
dores son tan numerosos, y cada uno de ellos es tan poco importante, que
no pueden uno a uno manipular los precios: por ejemplo, tanto Cournot
8
Recuerdan la expresin derogatoria: Esto ser en teora!?
La organizacin de los mercados y el equilibrio competitivo (c.10) / 183
(1838) como Edgeworth (1881) lo justican como el lmite cuando el n-
mero de participantes tiende al innito y el peso de cada uno de ellos en
la economa se va haciendo despreciable.
9
c) Los participantes conocen el precio de mercado.
d) Sabiendo el precio, los agentes toman decisiones sobre la cantidad que
desean vender o comprar con el objetivo de maximizar su propio benecio
o utilidad.
1 2 3 4 5 6 7 8
93.0 97.4 100 94.9 100 100 100 100
10 11 12 11 11 11 11 11
Periodo
Eficiencia
Cantidad
intercambiada
S
D
Precio
7.45
7.25
7.05
6.85
6.65
6.45
6.25
6.05
5.85
5.65
2 4 6 8 10 12 14 16
Cantidad
Precios
Figura 10.1. Vernon Smith (1962). Precio y cantidad de equilibrio; precios y
cantidades experimentales a lo largo de los ocho periodos.
Bien, igual s los participantes en el experimento tomaban decisiones maxi-
mizadoras (aunque no podemos estar seguros de ello). De lo que s podemos
estar seguros es de que los compradores y vendedores en el experimento de nin-
guna manera consideraron que el precio estaba jado, y no solamente hicieron
lo posible por manipular los precios de compraventa, sino que efectivamente los
manipularon a base de bien. Y, a pesar de ello, las predicciones del modelo se
cumplen. Por otro lado, los resultados experimentales se obtienen sin que los par-
ticipantes necesiten conocer el precio de mercado: les basta con su informacin
privada y la informacin obtenida observando las distintas ofertas que se han ido
9 Ostroy (1980) y Makowski (1980) ofrecen una justicacin alternativa de la competencia
perfecta, que en algunos casos es compatible con nmeros bajos de compradores y vendedores.
184 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
produciendo y los precios de las transacciones realizadas durante unas pocas re-
peticiones (en particular, en el experimento de la Figura 10.1, al cabo de 5 re-
peticiones se alcanza y mantiene el 100% de eciencia y los precios, a partir de
entonces, apenas uctan alrededor del equilibrio; las cantidades intercambiadas
son las de equilibrio desde el principio). Por ltimo, la convergencia a los pre-
cios y cantidades del equilibrio competitivo se obtiene con slo cuatro o cinco
compradores y cuatro o cinco vendedores, nmeros muy alejados del innito de
Cournot y Edgeworth.
Decamos que no sabamos cul habra sido su reaccin, pero s sabemos la del
propio Smith porque la dej por escrito: I am still recovering from the shock of the
experimental results. The outcome was unbelievably consistent with competitive price theory.
... But the result cant be believed, I thought. It must be an accident, so I will take another
class and do a new experiment with different supply and demand schedules. (Vernon
Smith, 1991, p. 156).
Hoy podemos armar que el milagro y su misterio perviven al cabo de los
aos. Qu es lo que ocurre para que el proceso de ir proponiendo precios de
compra y de venta acabe haciendo converger el mercado de subasta doble, de
forma eciente, a su precio y cantidad de equilibrio? Los compradores y vende-
dores no conocen el precio de equilibrio, ni siquiera saben si sus propuestas de
compraventa pueden ser atendidas. Y sin embargo, pronto el proceso conver-
ge hacia el equilibrio. Sin duda nos hallamos ante un descubrimiento que ha
cambiado la manera en que los experimentalistas entienden la economa y los
mercados.
La prueba de carga
Al igual que Vernon Smith ante su resultado, nosotros, experimentalistas, debe-
mos mantener cierta dosis de escepticismo ante cualquier resultado experimen-
tal, tanto si es sorprendente como si no (sobre todo si no es sorprendente).
Debemos siempre preguntarnos si no ser que el resultado depende de las
caractersticas concretas del experimento y, en consecuencia, resulte imprudente
extrapolarlo a otros entornos. Y para responder a esta pregunta indispensable,
debemos replicar el experimento hasta dar con los lmites a partir de los cuales
los resultados inicialmente observados ya no se cumplen. Vamos a cambiar la
oferta y la demanda se propone Vernon Smith para ver si pasa algo. Bien, dca-
das ms tarde sabemos qu ha pasado cuando se han variado, miles de veces a lo
largo de estos aos, la oferta y la demanda: Que los resultados se han mantenido.
El milagro es cierto! Las predicciones del modelo competitivo son buenas cuan-
La organizacin de los mercados y el equilibrio competitivo (c.10) / 185
do la institucin de intercambio es la subasta doble, sean cuales sean las curvas
de oferta y demanda.
10
Pero estos resultados dependen de otros factores adems de los parmetros
concretos de las curvas de oferta y demanda. Para empezar, los participantes en
esos experimentos suelen ser estudiantes, y posiblemente, en muchos casos, estu-
diantes de economa. Estamos seguros de que con otros sujetos experimentales
los resultados se mantendran? No, no estamos seguros. Esta y preguntas similares
slo pueden tener una respuesta emprica y, por tanto, hasta que no se prueba no
se sabe. Pero, de nuevo, tras dcadas de ir probando con estudiantes de todos los
niveles, con hombres de negocios, con ciudadanos de a pie en pases tan diversos
como China, Arabia Saud o Paraguay, con profesores, con funcionarios, con el
resultado se mantiene: es robusto.
La euforia parece justicada, aunque es bueno tambin saber contenerla. De-
camos ms arriba que una leccin importante de estos experimentos es que, a
veces, pequeos cambios en las reglas del juego pueden afectar los resultados. Se
tratara por tanto, ahora, de ver qu cambios de reglas, de instituciones, afectan
los resultados y en qu medida. Qu ocurre si los acuerdos de compraventa, en
vez de realizarse por el procedimiento de la subasta doble, se hacen siguiendo
el procedimiento habitual en muchos de los mercados de nuestros pases, que
consiste en que cada vendedor ja el precio al que quiere vender su mercanca y
el comprador decide si compra a alguno de los precios jados por los diferentes
vendedores. Pues bien, en el caso de experimentos en que cada vendedor hace
pblico su precio, y este precio no es negociable (posted price, en ingls), se suele
observar una cierta convergencia hacia los precios y cantidades de equilibrio y
hacia el nivel mximo de eciencia, pero esta convergencia es ms lenta e impreci-
sa que en el caso de la subasta doble. Vanse, para unos primeros experimentos
con precios jos, Plott y Smith (1978) y tambin Hong y Plott (1982), que pone
de relieve el impacto de las ineciencias de este diseo en el mercado del trans-
porte por ros y canales en Estados Unidos. Similares conclusiones se alcanzan
cuando se utilizan otros tipos de reglas, por ejemplo subastas a pliego cerrado, en
que compradores y vendedores mandan sus precios de compra y de venta a un
subastador que realiza aquellas transacciones que resultan posibles a los precios
recibidos (vase, por ejemplo, Kagel y Levin, 1985).
10
Vanse, por ejemplo, las numerosas variantes en Vernon Smith (1991). La convergencia
al precio de equilibrio competitivo es menos clara cuando las curvas de demanda y oferta
incorporan un elemento de poder de mercado, como en Holt, Langan y Villamil (1986). El
Captulo 11 del presente libro contempla experimentos de poder de mercado.
186 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
En denitiva, observamos que los mercados experimentales funcionan mejor
o peor dependiendo de las reglas por las que se rigen.
Hay reglas de funcionamiento que dan lugar a mercados muy ecientes (subas-
ta doble, por ejemplo) y otras que dan lugar a mercados menos ecientes (precios
jos, por ejemplo).
El susto
Una vez constatado el milagro, lo normal es hacerse la siguiente pregunta: Aca-
so los sujetos de estos experimentos hacen algo especial para conseguir que el
mercado converja rpidamente a la prediccin del modelo competitivo?. Parece
indudable que un cierto elemento de racionalidad por parte de los sujetos resulta
indispensable para que se obtengan estos resultados. O no?
Pues no! Gode y Sunder (1993a, b) demostraron que una buena institucin
(unas buenas reglas) puede compensar la presencia de algunos participantes ton-
tos, incluso cuando tontos lo son todos. Para comprobarlo crearon unos robots
informticos, divididos entre robots compradores y robots vendedores, de inteli-
gencia cero. Cada robot vendedor dispona de una unidad para vender, unidad
que tena un precio de reserva individual, y lo nico que saba hacer el robot era
proponer un precio de venta aleatorio, pero nunca inferior al precio de reserva.
De forma paralela, un robot comprador dispona de una unidad que tambin
tena su precio de reserva, y lo nico que saba hacer el robot era proponer un
precio de compra aleatorio, pero no superior a su precio de reserva.
11
Por tanto, ni
intentaban maximizar benecios, ni podan aprender de lo que estaba ocurrien-
do en el mercado. Simplemente, cuando a un robot le llegaba su turno propona
un precio al azar. Si resultaba que el precio de compra (escogido al azar por un
robot comprador) era superior al precio de venta (escogido al azar por un robot
vendedor) entonces tena lugar la transaccin entre estos dos robots, a un precio
intermedio.
11
Nos complace sealar aqu que existe un precedente del modelo de comportamiento
aleatorio de los agentes econmicos. Nuestro profesor de Minnesota, y posterior premio
Nobel de Economa, Leo Hurwicz, haba concebido un proceso, que llam B-process, en el
que los agentes negociaban escogiendo de forma aleatoria combinaciones de bienes. Vase
Hurwicz, Radner y Reiter (1975a, b), donde un proceso de naturaleza estocstica converge
hacia resultados que son ptimos de Pareto. Quiz la coincidencia no haya sido casualidad,
sabiendo que Shyam Sunder tambin fue profesor en Minnesota.
La organizacin de los mercados y el equilibrio competitivo (c.10) / 187
Qu ocurre cuando se observa este mercado poblado con robots tontos?
Ocurre que precios y cantidades convergen hacia el equilibrio competitivo y la e-
ciencia del mercado es cercana a la eciencia mxima. Basta, pues, con que nin-
gn robot pueda sufrir prdidas (que los precios de compraventa estn entre los
precios de reserva) para que se cumplan las predicciones del modelo. Dicho de
otra manera, si la irracionalidad de perder dinero no est permitida, el mercado
de subasta doble es capaz de corregir la irracionalidad de unos participantes que
toman sus decisiones al azar y, en consecuencia, mantener el proceso de compra-
venta cerca de su equilibrio. Vase, si no, la Figura 10.2.
12
200
150
100
50
0
200
150
100
50
0
Figura 10.2. Gode y Sunder (1993a, b). Obsrvese que los precios uctan arriba
y abajo de su valor de equilibrio, pero que al nal de cada periodo (marcado por
las lneas verticales) el precio converge hacia su equilibrio. Lo que no se observa
en este mercado, como no puede ser de otra manera, es que los robots aprendan
de un periodo a otro.
Si un mercado poblado de unos robots que toman decisiones de forma aleato-
ria resulta eciente, seremos los economistas experimentales los mdiums que,
con nuestros manejos, logramos que se visualice el ectoplasma de la mano invi-
sible que gua los mercados hacia su apogeo?
13
Adems, aunque el resultado de
12
La intuicin del resultado es probabilstica. Es ms probable que las primeras
transacciones involucren robots vendedores con valoracin baja y robots compradores
con valoracin alta. Al cabo de un cierto tiempo los robots vendedores que permanecen
en el mercado tienen probablemente valoraciones relativamente altas, y los compradores
relativamente bajas. Las transacciones que ocurren entonces tienen lugar a precios parecidos
al del equilibrio competitivo.
13
En realidad, la metfora es an ms poderosa en nuestro caso, porque Adam Smith
supona que para que la mano invisible surtiera sus efectos, los agentes econmicos deban
actuar con la intencin de lograr su mximo benecio: By preferring the support of domestic to that
of foreign industry, he intends only his own security; and by directing that industry in such a manner as
its produce may be of the greatest value, he intends only his own gain, and he is in this, as in many other
cases, led by an invisible hand to promote an end which was no part of his intention. (Adam Smith,
188 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Gode y Sunder corresponde a un mercado simple con un solo bien, parece que
puede generalizarse a mercados ms complejos.
14
Las instituciones pueden reemplazar parte de la inteligencia que ayuda a com-
pradores y vendedores a ir descubriendo el equilibrio en un mercado.
El ms all
Para comprender el ms all tenemos que estar seguros de que entendemos el
ms ac. Qu casos hemos visto hasta ahora? Hemos considerado el caso de un
solo mercado (porque nicamente se intercambia un solo bien) en el que par-
ticipan un nmero reducido de sujetos experimentales, con valoraciones privadas
(precio de compra mximo, o de reserva, por parte de los compradores y precio
de venta mnimo, o de reserva, por parte de los vendedores), que reciben bene-
cios segn sus decisiones (la diferencia entre precio de reserva y precio de com-
praventa) y que se rige por unas reglas preestablecidas. De todos estos elementos
que denen los experimentos descritos, hemos comentado el resultado de cam-
biar las reglas del juego (subasta doble, negociacin individual, precio jo), de
cambiar los parmetros de las valoraciones privadas (que signican cambios en
las curvas de oferta y demanda), e incluso de sustituir los sujetos humanos por
unos robots tontos que escogen sus precios de compra y de venta al azar.
Si esto era el ms ac, el ms all debera consistir en variar los dems ele-
mentos que hemos mantenido constantes a lo largo de estos experimentos. Por
ejemplo, cuando el mercado ya no es un mercado en el que cada sujeto tiene su
propia valoracin privada del bien a intercambiar, sino que en l se compra y ven-
de un activo cuyo valor es, en principio, el mismo para todo el mundo, pero que
ningn participante conoce exactamente: en este caso, la valoracin subjetiva de
un participante puede depender de seales informativas imprecisas o incluso
de la valoracin subjetiva de otros participantes. Un ejemplo son los activos que se
1776, Libro IV, captulo II, prrafo IX) Pues ahora resulta que la mano invisible tambin
parece actuar, aunque nadie busque su propia ganancia! Vaya susto.
14
La economa es la ciencia del deseo y la escasez. Bosch Domnech y Sunder (2000),
generalizando los resultados de Gode y Sunder (1993a, b), muestran que deseo y escasez,
operando en un mercado de subasta doble, son sucientes, en una economa consistente en
mltiples mercados interrelacionados, para lograr el equilibrio competitivo. En denitiva,
incluso en sistemas econmicos complejos, este tipo de equilibrio parece alcanzarse bajo
supuestos muy poco restrictivos sobre el comportamiento de los agentes.
La organizacin de los mercados y el equilibrio competitivo (c.10) / 189
negocian en algunos mercados, en particular en las bolsas de valores. Estos mer-
cados son presa de la especulacin, de la exuberancia irracional y de la psicologa
de masas (como se ve en el Captulo 13 de este libro).
15
Otro ejemplo es el de un
bien, por ejemplo una concesin minera, que se pone a la venta en una subasta
a pliego cerrado; en este caso suele darse la maldicin de ganador (the winners
curse, en ingls) como vemos en el Captulo 12.
De la misma manera, debemos preguntarnos qu ocurre si el nmero de parti-
cipantes en el mercado cambia de forma que ya no podamos hablar de un merca-
do competitivo, sino de un mercado en el que algn participante concreto tiene
poder de mercado, tiene ms capacidad de inuir en los resultados del merca-
do que otros participantes. Esto podra ocurrir, en particular, si hubiera un solo
vendedor frente a muchos compradores (en cuyo caso posiblemente podramos
hablar de una situacin de monopolio), o si slo hubiera dos vendedores (y en-
tonces habra que pensar que el mercado es un duopolio). Sabemos por la teora
econmica que las predicciones de los modelos de monopolio y duopolio son
distintas de las predicciones del modelo competitivo. Por tanto, resulta natural
preguntarse en qu circunstancias estas predicciones distintas se cumplen. Pero
sobre esto no vamos tampoco a hablar en este captulo, sino que remitimos al
lector al Captulo 11.
El mecanismo de la general
Hasta ahora nos hemos referido a experimentos de un solo mercado. Pero sabemos
que, en el mundo, los mercados suelen funcionar de forma interrelacionada y de
manera simultnea. Sabemos, por ejemplo, que lo que ocurra en el mercado labo-
ral afectar el mercado de bienes: si nadie encuentra trabajo, por poner un ejemplo
extremo, y el trabajo es la nica fuente de ingresos y no hay ahorro previo, nadie
podr comprar nada en el mercado de bienes. De hecho, el modelo de equilibrio
competitivo de Walras, Arrow y Debreu considera explcitamente la interaccin en-
tre un nmero, posiblemente grande, de mercados. Encontrar los valores de equi-
librio competitivo para todos los mercados, lo que llamamos el equilibrio general
competitivo, requiere entonces resolver un sistema de ecuaciones simultneas.
15
Hemos hablado de mercados de bienes, servicios y activos. Se nos ocurre un mercado de
algo ms? Qu tal un mercado de ideas, donde las ideas se intercambian? Segn Riley (2010),
es precisamente por el intercambio de bienes, pero tambin de ideas, entre los miembros de
nuestra especie, por lo que la especie humana es la nica especie que ha progresado a lo largo
de su existencia. Como dijo Adam Smith (1776, Libro I, Captulo 2), no man ever saw a dog make
fair and deliberate exchange of a bone with another dog.
190 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Goodfellow y Plott (1990) fueron los primeros en poner a prueba experimen-
talmente un modelo de equilibrio general. En su experimento, todos los sujetos
podan comprar y vender en dos mercados que se regan por las reglas de la su-
basta doble. Para entendernos, podramos decir que en uno de los mercados
los empresarios compraban el trabajo que vendan los trabajadores y, en el otro
mercado, los empresarios vendan a los trabajadores, que ahora ejercan de con-
sumidores, los productos que haban fabricado con el trabajo que haban adqui-
rido en el primer mercado. Tal como se observa en la Figura 10.3, los resultados
fueron consistentes con los valores de equilibrio general competitivo.
0 40 80 120 160 200 240 280 320
0
2
5
5
0
7
5
1
0
0
P
r
e
c
i
o
d
e
l
p
r
o
d
u
c
t
o
P
r
e
c
i
o
d
e
l
f
a
c
t
o
r
Mercado de producto
Mercado de factor
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60
0
2
0
4
0
6
0
8
0
1
0
0
1
2
0
1
4
0
1
6
0
1
8
0
2
0
0
Tiempo Tiempo
Figura 10.3. Goodfellow y Plott (1990). Considera tres bienes (input, output
y numerario) que se intercambian simultneamente en dos mercados. Cada
experimento tiene un solo periodo, en el sentido de que los resultados de un
periodo no se arrastran a los periodos siguientes. Las lneas de puntos verticales
separan los distintos periodos, mientras que las lneas de puntos horizontales
corresponden a los precios de equilibrio general competitivo. La gura compara
los precios obtenidos experimentalmente con los valores tericos, y muestra un
grado considerable de convergencia de los primeros a los segundos.
Como sabemos, el modelo de equilibrio general competitivo predice la utili-
zacin plena y eciente de todos los recursos, pero en realidad las economas de
mercado sufren episodios de baja actividad. Una posible explicacin de estos fe-
nmenos, que sin duda goza hoy de una cierta actualidad, es la existencia de res-
tricciones crediticias. Bosch Domnech y Silvestre (1997) exploran experimen-
talmente las consecuencias de introducir restricciones crediticias en el diseo de
Goodfellow y Plott. Su modelo de equilibrio general modicado para capturar
las restricciones crediticias predice dos regmenes: uno de crdito elevado en el
que aumentos adicionales del crdito disponible no tienen ningn efecto sobre
la economa y otro rgimen, de crdito escaso, con un efecto tanto sobre los ni-
La organizacin de los mercados y el equilibrio competitivo (c.10) / 191
veles de actividad como sobre los precios. Pues bien, estas predicciones quedan
avaladas por los experimentos. La Figura 10.4 muestra los precios de los inputs, y
los compara con sus equilibrios tericos.
0. 100 200 300 400 500 600 700 800 900 1.000
160
140
120
100
80
60
40
20
0.
P
r
e
c
i
o
s
m
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d
i
o
s
d
e
l
f
a
c
t
o
r
Lmite de crdito (k)
Precios observados en los experimentos
0. 100 200 300 400 500 600 700 800 900 1.000
160
140
120
100
80
60
40
20
0.
P
r
e
c
i
o
s
d
e
e
q
u
i
l
i
b
r
i
o
Lmite de crdito (k)
Precios tericos de equilibrio
Figura 10.4. Bosch Domnech y Silvestre (1997). Tiene tambin tres bienes (input,
ouput y numerario) que se intercambian simultneamente en dos mercados,
pero ahora se introduce una restriccin crediticia: el parmetro k indica el grado
en que la riqueza futura puede emplearse para nanciar el consumo actual. Un
valor alto de k reeja una situacin crediticia perfecta, tal como se postula en
el modelo de equilibrio general competitivo, mientras que un k = 0 indicara
que no hay crdito en absoluto. En la gura se observan los precios del input
predichos por el modelo terico y los precios obtenidos experimentalmente,
en relacin con el parmetro de crdito k. El modelo terico predice (panel
inferior) que k no tiene ningn efecto sobre la economa para valores superiores
a un valor crtico de k, pero s los tiene para valores inferiores, y los resultados
experimentales (panel superior) son consistentes con esta prediccin.
Pero los modelos de un solo periodo no son adecuados para estudiar el papel
del dinero duciario. Dos trabajos, concretamente de Lian y Plott (1998) y de
Hey y di Cagno (1998) consideran economas que perduran a lo largo de varios
periodos, con dos bienes en cada periodo y dinero como elemento de enlace
192 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
entre los periodos. Estamos hablando ya de economas relativamente complejas,
con existencias que se mantienen a lo largo de los periodos, mercados de bonos
y la posibilidad de quiebras. El propsito de este tipo de experimentos es el de
comprobar si las predicciones del modelo de equilibrio general competitivo de
un solo periodo se cumplen en experimentos que se prolongan a lo largo de
varios periodos. En el experimento de Lian y Plott se constata una mejor conver-
gencia de los precios relativos que de las cantidades.
Un segundo objetivo de los experimentos de Lian y Plott es estudiar el im-
pacto de un cambio en la cantidad de dinero, observndose que un aumento de
la oferta de dinero tiene un efecto positivo, y ms o menos proporcional, sobre
los precios nominales, pero carece de efecto sobre las variables reales (vase la
Figura 10.5). La complejidad de este experimento permite a Lian y Plott poner a
prueba varias hiptesis. Concretamente, hallan que experimentalmente se veri-
ca la Ley de Okun (sobre la relacin negativa entre cambios en la tasa de paro
y el PIB real) pero que no se efecta la curva de Phillips, que relaciona inacin
con paro.
381
395
408 417 424
425
430
408
365
346
324
220
249 242 254
256
263
259 363
216 216 219 212
319
218
97 95 95 92 94 98 99 98 98 98
61
58
48 42
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
1.000
800
600
400
200
0
Ms=1000
Ms=500
Ms=2000
Ms=250
758
760 769 770 771
777
784 788 790
592
668
799 787
493
Precio medio del producto por periodo
Periodo
850
842 840 845
865 878
881
893
816
669
603
600
589
582
580
592 587 587
529
502
406
485
759
314
182
175 175
161
173
199 187 188 184 186
165
158 164
147
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
2.000
1.600
1.200
800
400
0
Ms=1000
Ms=500
Ms=2000
Ms=250
1.430
1.563
1.617
1.677
1.690
1.725 1.711 1.721 1.727
1.127
1.304
1.729 1.730
874
Precio medio del factor por periodo
Periodo
802
Precio
Precio
Figura 10.5. Lian y Plott (1998). Precios experimentales para niveles distintos de
la oferta monetaria (Ms). Tras unos pocos periodos, los precios se estabilizan a
unos niveles aproximadamente proporcionales a la oferta monetaria.
La organizacin de los mercados y el equilibrio competitivo (c.10) / 193
Por su parte, el experimento de Hey y di Cagno pretende vericar la hiptesis
de que unos niveles de actividad econmica baja tienen que ver con el carcter
secuencial de los mercados, resultado de que los trabajadores tienen, primero,
que vender su trabajo antes de poder expresar una demanda efectiva de output.
Sus resultados estn muy lejos de vericar que se alcanza el equilibrio general
competitivo: el nmero de transacciones es claramente inferior al terico, la e-
ciencia es baja y los precios relativos o estn muy por encima o muy por debajo
de los precios de equilibrio. En sus propias palabras, the usual nding that compe-
titive equilibrium is achieved in double auction markets is not replicated in this sequential
setting.
La complejidad de los experimentos de equilibrio general permite poner a prueba
hiptesis muy distintas, algunas de claro linaje macroeconmico.
La ventaja de las naciones
Cuando se comercia ms all de las fronteras de un pas, las condiciones locales
tienden a inuir sobre qu es lo que importan y exportan los pases, es decir en su
patrn de especializacin en el comercio. La ley clsica de la ventaja comparativa
(Ricardo, 1817), establece que un pas tender a especializarse en la produccin
y exportacin de aquellos bienes para los cuales tenga una ventaja comparativa.
Esta ley a decir de Paul Samuelson, la nica en economa que es a la vez verda-
dera y no es trivial resulta muy difcil de vericar con datos reales no slo por la
complejidad de los factores que inuyen sobre el comercio, sino adems porque
exigira comprobar que los pases exportan aquel bien que es relativamente ms
barato en autarqua, y la autarqua no existe.
Por eso resulta importante poner la ley a prueba en el laboratorio. Como sa-
bemos, la ley de la ventaja comparativa puede derivarse a partir del modelo com-
petitivo. Es ms, a partir del modelo competitivo tambin puede obtenerse otro
resultado importante en la teora del comercio internacional, el llamado teorema
de la igualacin del precio de los factores. Noussair, Plott y Riezman (1995) se
propusieron comprobar experimentalmente si se cumplan las predicciones de
la ley de la ventaja comparativa y la igualdad de los precios de los factores.
16
Para
16
Para un experimento simple de vericacin del principio de la ventaja comparativa,
vase Bergstrom y Miller (2009), Captulo 11. En el Captulo 16 este experimento se explica
en detalle.
194 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
ello concibieron un experimento en el que existan dos pases, dos tipos diferen-
tes de output y un solo tipo de input que no poda desplazarse de un pas a otro, y
que era adquirido por las empresas en el mercado local para ser transformado en
output que, ste s, poda exportarse al otro pas si haba demanda de l. Fjense
en que el diseo del experimento es similar a los experimentos de equilibrio ge-
neral descritos ms arriba, con la diferencia de que ahora existen consumidores
en dos pases que compiten por adquirir los outputs.
23.0 804 1.584 2.365 3.145 3.926 4.706 5.487 6.267 7.048 7.828 8.609
23.0 804 1.584 2.365 3.145 3.926 4.706 5.487 6.267 7.048 7.828 8.609
P
r
e
c
i
o
1.000
800
600
400
200
0.000
Autarqua
Equilibrio
competitivo
Autarqua
Equilibrio competitivo
Tiempo
P
r
e
c
i
o
1.000
800
600
400
200
0.000
Tiempo
Figura 10.6. Noussair, Plott y Riezman (1995). Precios de los dos outputs en
ambos pases. Precio de un output en el panel superior y precio del otro output
en el inferior. Las lneas verticales separan los diferentes perodos.
Los resultados experimentales de Noussair, Plott y Riezman (1995) conrma-
ron claramente la previsin de especializacin postulada por la ley de la ventaja
comparativa. Sin embargo, la convergencia de los precios hacia el equilibrio com-
petitivo demostr ser lenta y errtica. Posiblemente, cuando el diseo experimen-
tal se complica y varios mercados actan de forma secuencial (hay que comprar
trabajo primero, antes de producir el output) surgen los problemas observados
por Hey y Di Cagno y, a menos que los mercados sean muy profundos, en el
sentido de que haya una gran demanda potencial de los productos, puede ocurrir
que los empresarios no se atrevan a comprar trabajo si no tienen garantizada la
salida de su producto, lo cual puede explicar que el mercado se mueva de manera
lenta y errtica.
La organizacin de los mercados y el equilibrio competitivo (c.10) / 195
En la Figura 10.6 se observa como los precios tienden a converger hacia el
equilibrio competitivo especialmente en los periodos nales y, sobre todo, en
el ltimo tramo de estos periodos, pero a un ritmo muy distinto del observado
en los mercados ms sencillos.
Los experimentos verican el patrn de especializacin de los pases, postulado
por la ley de la ventaja comparativa.
Para acabar, queremos citar un tipo de experimento de gran envergadura que
aprovecha la velocidad de Internet para permitir la participacin simultnea de
un nmero elevado de sujetos situados en lugares distintos. Noussair, Plott y Riez-
man (2007) conciben un experimento basado en una economa globalizada
representada en el modelo terico por unas 50 ecuaciones. Esta economa est
dividida en tres pases, y cada pas tiene su propia moneda, sus propios recursos y
su propia tecnologa. Hay tres bienes nales que se pueden producir en cualquie-
ra de los tres pases. Los tres pases poseen dos inputs, ambos necesarios para la
produccin de cualquiera de los tres productos. Estos inputs no pueden venderse
al exterior, pero los bienes nales s. Existen mercados para cada input, cada bien
nal y cada moneda, en cada uno de los pases. En total la economa consta de 21
mercados operando de forma simultnea. El equilibrio competitivo de esta eco-
noma puede obtenerse resolviendo el sistema de ecuaciones, y las soluciones de
estas ecuaciones determinan el conjunto de predicciones que se ponen a prueba
experimentalmente.
El resultado del experimento parece indicar que, a pesar de la complejidad de
la economa, las variables econmicas se mueven en la direccin del equilibrio
competitivo y que, aunque la convergencia sea ms lenta y ms incompleta que en
economas ms simples, los mismos principios parecen operar en ambas escalas.
Conclusiones
Hemos presentado en este captulo lo que probablemente sea la historia de ms
xito de la economa experimental. Nadie parece inmune a la sorpresa de los
resultados de los primeros experimentos de Vernon Smith, en los que la subasta
doble oral converge rpidamente a las predicciones estticas del modelo de equi-
librio competitivo, sin necesidad de que se cumplan sus supuestos tericos. Un so-
nado xito de la teora econmica de la competencia perfecta, que ha impulsado
196 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
el estudio de modelos especcos de subastas que permiten predecir qu diseos
experimentales facilitarn los resultados del equilibrio competitivo.
17
Los experimentos con modelos competitivos han alcanzado, como tambin
acabamos de ver, un grado de complejidad considerable. Quiz por esto, en cur-
sos bsicos de economa experimental pocas veces se habla de experimentos con
ms de un mercado, experimentos que, aun formando parte sustancial de la in-
vestigacin experimental en economa, pierden parte de su valor pedaggico al
no poderse replicar fcilmente en clase. A pesar de ello, nosotros hemos querido
mostrar la riqueza de estos experimentos y las numerosas posibilidades que ofre-
cen de poner a prueba una variedad de resultados tericos. Por ello, han servido
de fundamento tanto a la micro como a la macroeconoma, a las nanzas como a
la economa de la informacin, y se han convertido tambin en gua de la poltica
econmica.
18
Aunque, en ltima instancia y a pesar de las dicultades de generar experi-
mentos de equilibrio general competitivo aspirar a dilucidar cmo es que, de
los intercambios en un conjunto enorme de mercados, a partir de un ingente vo-
lumen de decisiones de innumerables agentes econmicos, con frecuencia surge
de manera espontnea, como por una mano invisible, el equilibrio general de
la economa, contina siendo uno de los retos ms apasionantes de las ciencias
sociales.
17
Se atribuye (aunque no hemos sabido encontrar la referencia) al famoso fsico
Richard Feynman la frase one cannot understand theory if one cannot create it. Sin generar las
ramicaciones de un modelo terico en el laboratorio es difcil que puedan apreciarse todas
sus consecuencias.
18
Sobre experimentos en macroeconoma vase el Captulo 17; sobre nanzas el Captulo
13 y 14; sobre economa de la informacin el Captulo 17; y sobre aplicaciones a la poltica
econmica los Captulos 16, 18 y 19.
11. MERCADOS NO COMPETITIVOS
Nikolaos Georgantzs
GLOBE: Universidad de Granada
Hans-Theo Normann
Dsseldorf Institute for Competition Economics (DICE), Dsseldorf
Traducido por Marina Pavan e Ivn Barreda
Introduccin
Un mercado no es competitivo cuando en l actan agentes con poder de inuir
directa o indirectamente sobre el precio, algo que no ocurre bajo condiciones
de competencia perfecta. Por lo general, estos agentes tienen poder de mercado
porque son pocos, lo sucientemente informados y previsores como para prever
la interdependencia entre sus estrategias y las de los dems.
El lector debe saber que, de entre todos los paradigmas tericos de la econo-
ma, las predicciones de la teora del oligopolio fueron las primeras en ser exami-
nadas en el laboratorio. En los orgenes de la economa experimental se encuen-
tran tanto los trabajos de Chamberlin (1948) como de Smith (1962, 1964), que
realizaron experimentos diseados para estudiar si un mercado con pocos agentes
alcanzara el equilibrio competitivo (vase el Captulo 9 o 10).
En este captulo, en lugar de revisar todos los experimentos con pocos
vendedores,
1
adoptaremos una denicin ms estrecha del trmino, y nos cen-
traremos en los experimentos directamente inspirados en los modelos bsicos de
oligopolio de Cournot (1838), Bertrand (1883), Hotelling (1929), Stackelberg
(1934) y algunas de sus extensiones ms cercanas. Omitiremos, por tanto, otros
experimentos como los de Chamberlin y Smith, que fueron diseados con el n
de poner a prueba el poder predictivo del modelo de equilibrio competitivo.
1
Segn la etimologa griega de la palabra, oligopolio (TT\ T) es un mercado en el
cual hay pocos vendedores (TQLTNU\QMYJ ;).
198 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
La mayora de los experimentos que consideraremos en este captulo han sido
realizados en las ltimas dos dcadas.
2
Esta literatura puede considerarse una
nueva oleada de trabajos experimentales que informan acerca de pruebas de los
modelos oligopolsticos bsicos. Estos trabajos representan un esfuerzo sistemti-
co de estudiar una cuestin parecida pero no idntica a la abordada por Cham-
berlin (1948) y Smith (1962, 1964). Mientras que estos ltimos comparaban los
resultados en el laboratorio con las predicciones del equilibrio competitivo, la
serie de experimentos aqu revisados comparan el comportamiento observado
con los correspondientes equilibrios de oligopolio.
El captulo est dividido en secciones independientes que se reeren a partes
diferentes de la teora del oligopolio, incluyendo tanto el monopolio como un
nmero de extensiones de los modelos bsicos, las cuales se han seleccionado
con el n de confeccionar una lista representativa de las profundizaciones expe-
rimentales en dicha teora.
Monopolio, competencia en precios y diferenciacin de productos
La hiptesis ms sencilla, y ms comprobada frecuentemente respecto al com-
portamiento de jacin de precios en los mercados, es la de si, relajando los
supuestos habituales, podemos converger al precio de equilibrio de Bertrand. Es
decir, si tenemos:
el entorno,
la institucin, y
La regla para asignar el ganador induce pujas altas: Los oferentes tienen in-
centivos para aumentar sus ofertas con el n de mejorar sus probabilidades
de ganar.
4
Podramos llamar al DSE ingeniera de sistemas microeconmicos, en el sentido de que es
una rama aplicada que, partiendo de la teora de las subastas y del diseo de mecanismos,
junto con los conocimientos acumulados sobre regularidades empricas, disea mecanismos
de asignacin que luego son puestos a prueba, a escala, en el laboratorio. Por ejemplo, si
lo comparamos con la ingeniera aeronutica, sta utiliza teoras y conocimientos empricos
acumulados de varias disciplinas mecnica de uidos, aerodinmica, propulsin, etc. para
proponer diseos concretos de aeronaves. Roth (2002) propone una analoga similar, con un
enfoque ligeramente distinto.
5
Todos los sujetos valoran el bien de manera distinta y la valoracin de cada uno no est
relaciona con la de otro. Cada sujeto conoce nicamente su propia valoracin y cmo se
distribuyen las valoraciones de todos.
Diseo de sistemas econmicos (c.12) / 215
La regla de imputacin de los precios induce unas pujas bajas: Los partici-
pantes tienen incentivos para reducir su puja ya que pagar un precio alto
en caso de ganar la subasta reduce sus benecios. Es decir, el sujeto puede
obtener el bien pero realmente no ganar nada si ha pagado un precio muy
alto.
Pensemos en el siguiente entorno sencillo. Unos agentes homogneos que
son neutrales al riesgo y cuya valoracin del bien a subastar sigue una distribucin
uniforme con los valores entre 0 y v
Primero, vemos cmo los incentivos que generan los mecanismos afectan el
comportamiento, en particular, en cuanto a la informacin que revelan los
participantes a travs de sus pujas o mensajes.
Vicky obtiene A y C,
Cristina B,
Juan nada.
10
Los primeros en investigar un mecanismo combinatorio en el laboratorio y de paso en
acuar el trmino subasta combinatoria fueron Rassenti, Smith y Buln (1982, en adelante
RSB), al proponer un mecanismo (que permitiera pujar por paquetes) para asignar derechos
sobre franjas horarias para el aterrizaje/despegue en forma eciente y limitando el problema
de exposicin.
11
Tambin podemos ver cmo dos paquetes de franjas pueden ser sustitutivos, por ejemplo
el paquete JFK-Barajas y el paquete Newark-Barajas podran ser sustitutivos para alguna lnea
area el grado de sustituibilidad depender de la importancia de las conexiones en cada
aeropuerto para esa ruta.
12
Ntese que con apenas tres bienes, ya tenemos siete opciones para evaluar por
participante. La complejidad de este tipo de problemas aumenta exponencialmente conforme
aumentan el nmero de bienes: para n bienes tenemos 2n combinaciones. Para la subasta de la
FCC en EEUU, donde se licitaban 2.074 licencias para el uso del espectro, haba hasta 22.047
posibles combinaciones por participante (Porter y Smith 2006). Esto es conocido como el
problema de determinacin del ganador.
220 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Esta asignacin genera un valor total de 380 (= 230 [AC a Vicky] + 150 [B a
Cristina]), superior al valor que genera cualquier otra posible asignacin. El ver-
dadero problema, sin embargo, se debe a que la informacin que muestra la tabla
la valoracin de cada agente por los distintos paquetes es privada y est dispersa
entre los agentes. As que para asignar dichos bienes en forma ptima nos vemos
de nuevo en la necesidad de utilizar un mecanismo de asignacin que sea capaz de
incentivar aquel tipo de comportamiento de los agentes que conduzca a los resul-
tados que deseamos obtener. Porter, Rassenti, Roopnarine y Smith (2003, en adel-
ante PRRS), sobre la base de resultados de experimentos previos,
13
disearon una
subasta combinatoria de reloj (Combinatorial Clock auction o CC)
14
. En una subasta
de reloj ascendente (o reloj ingls), el precio se inicia a un nivel arbitrariamente
bajo se va aumentando mientras exista un exceso de demanda, es decir, mientras el
nmero de unidades que demanden los compradores a ese precio sea mayor que
el nmero de unidades subastadas. Los participantes nicamente pueden aban-
donar la puja, indicando conforme aumenta el precio cuando ya no desean com-
prar a los precios actuales. Recordemos lo visto en el Captulo 10: algunas institu-
ciones pueden reemplazar parte de la inteligencia que requieren los agentes para
descubrir un equilibrio. El uso de un reloj que incremente los precios en forma
automtica con el exceso de demanda es un ejemplo de este tipo de institucin.
En el caso de la subasta CC, sta se inicia con un reloj de precio para cada bien.
Todos los relojes de precio comienzan en niveles arbitrariamente bajos.
En la ronda inicial, los participantes indican los bienes que desearan com-
prar, permitindoles pujar por paquetes, utilizando restricciones lgicas
como (A y B) o (B y C), a los precios iniciales.
En el escenario donde venden todas sus unidades (las 4 base y las 4 inter-
medias) al precio mximo de una eciencia del 100% (en el tercer escaln
de la demanda intermedia) igual a 96, su ganancia sera: (96 20) 4 + (96
76) 4 = 384.
No hay duda de cul es la mejor estrategia.
Demanda de servicio obligatorio
Demanda Interruptible
Reasignacin de unidades
de generacin para el
Tratamiento de Poder de Mercado
Demanda
Base
Demanda
Intermedia
Demanda
Pico
Oferta
Agregada
Unidades
Precio
01 02 04 05
03 01
01
04
04 04
02
05
05 05 03 03
03
02
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 22 24 26 28
240
200
160
120
80
40
0
Figura 12.1. Entorno experimental de RSW. La Figura 12.1 ilustra los tres
escenarios de demanda (base, intermedia y pico) y la oferta agregada en
los experimentos de Rassenti, Smith y Wilson (2003). Adems, muestra las
variaciones en el entorno para aplicar los tratamientos con y sin poder de
mercado: En la mitad de las sesiones experimentales (tratamientos con poder
de mercado), los oferentes 1 y 2 controlan cuatro unidades a un coste de 76 cada
una (en el escenario de demanda intermedia). En las otras sesiones (sin poder
de mercado), los oferentes 1 y 2 solamente controlan dos unidades a un coste de
76 cada una; las otras dos las controlan los oferentes 4 y 5. Adems, en todos los
casos, el oferente 3 controla otras dos unidades a un coste de 76.
El entorno que utilizan RSW es bastante complejo cada sesin experimental
dura 14 das, y cada da consiste en un ciclo de 4 periodos de demanda (inter-
226 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
media 1, base, pico, intermedia 2).
22
Debido a esta complejidad, usaron sesiones
experimentales dobles, una de entrenamiento (con seis oferentes), y la segunda
dos das despus para conseguir datos (con los cinco mejores oferentes de la
sesin previa). Los resultados del experimento nos muestran que en el tratamien-
to sin poder de mercado y con demanda pasiva, los resultados convergen en el
rango de precios ecientes entre el precio competitivo y el precio mximo de un
100% de eciencia en todos los periodos de demanda. Al pasar al tratamiento
con poder de mercado (en el cual se reasignan los activos de generacin), los
precios aumentan considerablemente en los periodos de demanda intermedia y
base.
En los tratamientos que facilitan la participacin activa de la demanda, los re-
sultados indican que, en ambos casos (con o sin poder de mercado), los precios
se mantienen consistentemente en el rango de los precios ecientes.
La Figura 12.2 muestra los precios de las cuatro sesiones de los tratamientos
en los que hubo poder de mercado, con y sin participacin activa de la demanda.
Como se puede apreciar en ella, la participacin activa de una fraccin de la
demanda es suciente para neutralizar el poder de mercado de los oferentes. Los
resultados de RSW son consistentes con los de otros experimentos (Denton et l.,
2001), y sugieren que el diseo de un mercado donde se facilite la participacin
activa de la demanda es un camino prometedor para mitigar el poder de mercado
de la oferta.
En ambos casos, aunque los mecanismos buscaban objetivos distintos, hemos
visto que los experimentos desempean un papel importante. Mediante ellos po-
demos comparar diferentes instituciones manteniendo el entorno controlado, o
podemos ver en qu medida un determinado mecanismo es robusto a variaciones
en el entorno. Adems, nos permiten realizar pruebas controladas, a escala, antes
de implementar un nuevo mecanismo que se haya diseado.
22
Adems utilizan una red radial de tres nodos conectadas por lneas de transmisin
con prdidas. Este no es el entorno ms complejo que se haya utilizado en experimentos de
mercados de energa elctrica. Vase por ejemplo Olson et l. (1999).
Diseo de sistemas econmicos (c.12) / 227
Poder de mercado 1 (Demanda pasiva)
Poder de mercado 2 (Demanda pasiva)
Poder de mercado 3 (Demanda pasiva)
Poder de mercado 4 (Demanda pasiva)
Demanda activa 1 (Poder de mercado)
Demanda activa 2 (Poder de mercado)
Demanda activa 3 (Poder de mercado)
Demanda activa 4 (Poder de mercado)
Precio competitivo
Lmite mximo precios 100% eficiente
Periodos de demanda base
Periodos de demanda intermedia 2 Periodos de demanda intermedia 1
Periodos de demanda pico
Da
Precio
1 3 5 7 9 11 13 15 2 4 6 8 10 12 14 1 3 5 7 9 11 13 15 2 4 6 8 10 12 14
200
150
100
50
0
Figura 12.2. RSW: Tratamiento con poder de mercado, con y sin demanda activa. La
Figura 12.2 muestra los precios (en los tratamientos con poder de mercado) en
los cuatro ciclos de demanda bajo los tres escenarios, en los experimentos de
RSW. Como indica la grca, los precios en (ambos ciclos de) los periodos
de demanda intermedia, con demanda pasiva y poder de mercado, tienden a
estar por encima de los lmites de los precios con una eciencia del 100%. Al
permitir la participacin activa de la demanda se logra controlar el poder de
mercado de los oferentes, reduciendo los precios hasta rangos del 100% de
eciencia.
Conclusiones
En este captulo hemos visto que los experimentos son una herramienta fundamen-
tal para el DSE. El enfoque ha sido distinto al de otros captulos, pues en este hemos
visto un enfoque ms aplicado de los experimentos. Tras una introduccin al DSE y
su marco conceptual, pasamos a ver cmo los experimentos reivindicaron el diseo
de un mecanismo de subasta combinatoria para la asignacin eciente de recursos
con complementariedad. Despus hemos visto el papel que han ejercido algunos
experimentos en el DSE para evaluar un mecanismo de mitigacin del poder de
los oferentes en los mercados de la energa elctrica. Por limitaciones de espacio,
hemos dejado fuera muchas aplicaciones interesantes, pero no cabe duda de que
cada da es ms frecuente el uso de experimentos para poner a prueba novedosos
diseos que buscan resolver problemas prcticos. Dichos problemas pueden abar-
car desde lo mundano, como asignar espacios a cursos con alta demanda en progra-
mas de posgrado (Snmez y nver 2010), hasta cuestiones de vida o muerte, como
mecanismos para facilitar donaciones de rganos (Roth y Snmez 2005, 2007).
13. FINANZAS EXPERIMENTALES
Debrah Meloso
Universit Bocconi, Miln
Jos Penalva
Universidad Carlos III, Madrid
Traducido por Marina Pavan e Ivn Barreda
Introduccin
Si ha ledo los captulos de este libro en orden, ya estar familiarizado con el fun-
cionamiento de los modelos y la teora econmica en general. Ahora d un paso
atrs e imagnese un mercado nanciero. Imagnese operadores de bolsa sen-
tados frente a terminales de ordenador analizando datos y grcos sosticados,
imagnese los millones de elementos que han de tener en cuenta, la complejidad
del entorno, imagnese las miles de transacciones que ocurren y las inmensas
cantidades de dinero en juego. E imagnese que tras cada transaccin hay per-
sonas que reaccionan a la informacin que les llega, a cada momento, mientras
intentan lidiar con toda esa complejidad, con todos los riesgos.
En el Captulo 2 vimos cmo la gente toma decisiones en las que el riesgo tiene
un papel fundamental. Ahora, esos riesgos estn asociados con el dinero, con los
ujos de capital que se originan de las necesidades de inversin de las empresas y
de las necesidades de obtencin de prstamos por parte de los consumidores. Los
mercados nancieros convierten esos ujos en estructuras complejas que uc-
tan y se transforman mientras cambian de manos de un lado a otro del mundo.
Pensemos en el siguiente ejemplo. Jaime ha heredado y tiene un exceso de
efectivo. A la hora de evaluar qu hacer, a Jaime se le plantean muchas opciones
con riesgos diferentes, no slo por lo que vaya a pasar hoy, sino a lo largo de toda
su vida (pese a que no estamos teniendo en cuenta la inacin). Jaime baraja
distintas opciones:
230 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Habr intercambio en un mercado donde los sujetos saben que nadie po-
see informacin privada? Sern los intercambios ecientes?
la razn de Sharpe ptima (es decir, la mxima razn de Sharpe que puede
obtenerse dados los precios de los activos y sus dividendos).
Ntese que dichos indicadores son muy sencillos de construir en un experi-
mento, puesto que el experimentador conoce la distribucin de los dividendos y
la cartera de mercado. Esto no sucede en la realidad! Los resultados principales
de BPZ son:
i) Las razones precio-probabilidad se ordenan del modo esperado: la razn es
ms elevada en el estado ms pobre (X vase el Apndice 1), ms baja en
el estado ms rico (Y), e intermedia en el estado restante (Z).
ii) La razn de Sharpe de la cartera del mercado converge hacia la razn de
Sharpe ptima.
Lo primero concuerda con la prediccin del equilibrio de Arrow-Debreu. Ade-
1
En general, un agente podra tener en cuenta el valor esperado, la varianza, la asimetra,
la curtosis, e incluso la forma de toda la distribucin de dividendos de los activos. CAPM supone
que slo tiene en cuenta el valor esperado y la varianza.
238 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
ms, encuentran que los precios de los estados de la naturaleza no son nunca
negativos, lo cual indica que no hay oportunidades de arbitraje, es decir, errores
en la jacin de precios que permitan obtener benecios a base de comprar y
vender activos sin asumir ningn riesgo.
Lo segundo (la convergencia de la razn de Sharpe de la cartera de mercado
a la razn de Sharpe optima) indica que los precios corresponden a los espera-
dos en el CAPM: son precios tales que la cartera del mercado es eciente en el
sentido media-varianza. Volviendo a las preguntas propuestas anteriormente en
la seccin Experimentos sobre compartir riesgos, en el experimento encontramos que
hay intercambios de activos sin informacin privada (el volumen de negociacin
es elevado). Estos intercambios deberan ser ecientes dado que, en el ERad, la
negociacin es eciente y los precios observados tienen las propiedades de los
precios de equilibrio en el ERad.
Adems, en cada periodo, a medida que pasa el tiempo, los precios y la ecien-
cia de la cartera de mercado tienen propiedades que se aproximan de manera
creciente a las del ERad (y, ms especcamente, el equilibrio de CAPM). Esto su-
giere que, con tiempo, las ganancias de la negociacin se reducen (lo que implica
que el resultado nal es ms eciente).
Sin embargo, mientras que los precios en los experimentos de BPZ son consis-
tentes con el CAPM, las carteras nales de los sujetos no lo son. En el CAPM, las
carteras nales de los inversores son una combinacin de la cartera de mercado
(en pequea escala, obviamente) y un poco del activo libre de riesgo.
2
Dado que
los sujetos en el experimento han estado intercambiando a los precios que hemos
observado, y que stos son consistentes con la teora, es especialmente sorpren-
dente que el resultado nal de los intercambios (las carteras nales) no lo sean.
Para poder explicarlo, BPZ desarrollan un modelo en el que las preferencias
de media-varianza son slo una aproximacin a las verdaderas preferencias de los
inversores (vase Bossaerts, Plott y Zame, 2007, para una descripcin completa,
aunque muy tcnica). En este nuevo modelo, los precios y la eciencia de la car-
tera de mercado son los mismos que en el CAPM normal aunque, en equilibrio,
los activos en las carteras nales de los agentes son proporcionales a la cartera del
mercado slo en media.
2
Un inversor con preferencias media-varianza, ptimamente mantendr una cartera con
una razn de Sharpe mxima y, como ya sabemos, esto lo cumple la cartera de mercado en
equilibrio.
Finanzas experimentales (c.13) / 239
Utilizando este modelo, BPZ vuelven sobre los datos y encuentran que stos
son consistentes con el nuevo modelo.
3
Replicaciones
El experimento de BPZ ha sido replicado cambiando la cantidad de riesgo agrega-
do, el nivel de correlacin entre activos, y la composicin del conjunto de sujetos
y, aun as, se obtienen los mismos resultados. Pero si el nmero de participantes
en el experimento es demasiado bajo surgen problemas a la hora de replicar los
resultados de BPZ. De todas maneras, con 3 o 4 activos y tan slo 20 participantes,
la convergencia de los precios es rpida y estable.
Diferencias entre experimentos con mercados estticos y dinmicos
El experimento de BPZ es relativamente reciente y se realiz tras una larga serie
de experimentos con mercados nancieros que obtienen conclusiones opuestas,
muchos de ellos inuenciados por el importante estudio de Smith, Suchanek
y Williams (1988, en adelante SSW; en el apartado D del Apndice 1 el lector
encontrar una descripcin detallada de este experimento). En ellos los precios
divergen de sus valores tericos (valores fundamentales); es decir, se observan
burbujas.
El estudio de las burbujas en los precios de los activos nancieros es especial-
mente importante e interesante, as que analizaremos algunas de las diferencias
entre los dos experimentos (SSW y BPZ) para comprender bajo qu condiciones
aparecen burbujas. Existen tres diferencias principales entre los dos estudios:
1. El experimento de SSW es dinmico.
2. En los experimentos de SSW existe un nico activo con riesgo (tambin,
igual que en los experimentos de BPZ, hay efectivo, un activo libre de
riesgo).
3. Los mercados en SSW no son completos.
Vayamos poco a poco. El experimento de SSW es dinmico, es decir, los sujetos
viven durante 15 periodos interconectados. Los periodos estn conectados porque
3
El lector podra buscar otra explicacin de por qu las dotaciones de activos (no los
precios) observadas en los experimentos son diferentes de las predichas en el CAPM terico.
Para resolver este ejercicio, deberemos comprender muy bien los contenidos del apartado B
del Apndice 1.
240 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
las dotaciones nales de un periodo (periodo t) son las dotaciones iniciales del
periodo siguiente (periodo t + 1). Adems, en el estudio de SSW un activo es una
promesa de pago al nal de cada periodo futuro. Es decir, un sujeto que empiece
con un determinado activo y se quede con l durante los 15 periodos recibir
15 pagos de dividendos. Un sujeto que compre dicho activo en el periodo 3, com-
pra el derecho a recibir 13 pagos de dividendos (2 pagos ya han sido realizados),
ms el derecho de vender nuevamente el activo en cualquier momento futuro.
En los experimentos de SSW existen dos activos: dinero efectivo y un nico
activo con riesgo que dura todos los periodos. Al nal de cada periodo el activo
con riesgo paga uno de cuatro dividendos posibles, cada uno con probabilidad
0,25. Esto es informacin pblica. Adems, el ujo de dividendos es independien-
te e idnticamente distribuido (i.i.d.), lo que signica que la realizacin de los
dividendos en un periodo no proporciona informacin adicional alguna sobre la
distribucin de dividendos al nal de los periodos siguientes.
En los experimentos de BPZ, los agentes podan invertir en distintos acti-
vos con riesgo. Esto les permite combinar activos con riesgo para mejorar la
eficiencia de su cartera, aumentando el rendimiento esperado y reduciendo
la varianza. En cambio, en el entorno de SSW, donde slo hay un nico ac-
tivo con riesgo, las dotaciones iniciales de los sujetos son necesariamente
una fraccin de la cartera de mercado (por qu?) y, por tanto, son necesa-
riamente eficientes. Lo nico que los inversores pueden hacer es reducir el
rendimiento esperado de su cartera a cambio de disminuir el riesgo (redu-
ciendo la cantidad del activo con riesgo). Por tanto, decimos que en compa-
racin con BPZ, las razones que tienen los sujetos para ajustar sus carteras
son dbiles.
Finalmente, a diferencia de BPZ, en SSW (con dos activos y cuatro estados
de la naturaleza en cada periodo), los mercados no son completos (por qu?).
Qu esperara que sucediese en dicho entorno? Pensemos cmo cambia el valor
fundamental del activo con riesgo en SSW (vase el apartado D del Apndice 1).
Segn pasa el tiempo, cada vez quedan menos periodos (y pagos) hasta que acabe
el experimento. Adems, no hay, ni va a haber, ninguna informacin nueva (los
pagos de dividendos no dependen del pasado).
Esto hace que el valor intrnseco del activo baje, por lo que los precios debe-
ran seguir un patrn parecido. Sin embargo, en el experimento se observa la
aparicin de un aumento de precios que, ms tarde, se invierte dando lugar a un
derrumbe drstico de precios (una burbuja que luego se pincha). La aparicin
de burbujas es robusta a muchas variaciones, incluso si se impone un precio tope
Finanzas experimentales (c.13) / 241
durante los periodos iniciales y si se restringe la participacin a sujetos con expe-
riencia que han visto burbujas en los mercados en el pasado.
En el momento en que SSW realizaron su experimento, sus datos se inter-
pretaron como una indicacin de que los resultados de convergencia existentes
y observados en experimentos con mercados competitivos de bienes no se tras-
ladaban a los mercados de activos (mercados nancieros). Sin embargo, ahora
sabemos, gracias al trabajo de BPZ, que ste no es el principal mensaje de SSW.
El principal mensaje es que en los mercados nancieros la convergencia hacia el
equilibrio es muy sensible al diseo de estos mercados. Utilizamos las tres diferen-
cias principales entre BPZ y SSW para explorar este mensaje.
SSW proponen y proporcionan evidencia que sustenta la hiptesis de que la
especulacin en un entorno complejo y dinmico (diferencia #1) puede provo-
car la aparicin de burbujas. Decimos que el entorno es complejo principalmente
porque, para que los precios sigan un patrn prximo al valor fundamental de
los activos, los sujetos necesitan prever cmo se van a comportar los precios en
el futuro. Los datos experimentales indican que es muy probable que los suje-
tos s entiendan cmo evoluciona el valor fundamental en el tiempo (de hecho,
los precios caen para situarse alrededor del valor fundamental en los ltimos
periodos). Lo que puede ocurrir es que, aunque un sujeto conozca el valor fun-
damental del activo, piense que hay otros que no lo conocen, y que esto d lugar
a precios que dieren del valor fundamental. En estas circunstancias, incluso un
sujeto racional podra participar en intercambios a precios incorrectos (irracio-
nales), esperando hacer otros intercambios a precios todava ms incorrectos
en el futuro y obtener benecios de ello.
Mirando los datos sobre las previsiones de precios de los sujetos vemos que,
al hacer estas previsiones, los sujetos no se basan slo en el valor fundamental
(bien entendido) del activo. Intentan, por el contrario, calcular la irracionalidad
del mercado y adaptar sus previsiones a los errores de previsiones pasados, lo que
sustenta la hiptesis presentada arriba (por qu?). En general, esta hiptesis se
denomina fracaso del conocimiento comn de la racionalidad: aunque se entienda el
valor fundamental, se cree que los dems no lo entienden, y se negocia a precios
incorrectos para explotar esta creencia (vanse los Captulos 5 y 9). En otras pala-
bras, hay un efecto Pigmalin
4
en la jacin de precios que hace que aumenten,
aunque al nal el precio acaba derrumbndose y volviendo a su nivel racional.
4
El efecto Pigmalin proviene de un poema de Ovidio (Metamorfosis X) en el que el
escultor Pigmalin esculpe una gura de mujer tan bella (Galatea) que se enamora de ella
y la trata como una mujer de verdad. Afrodita se apiada de l y convierte la estatua en mujer.
242 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Lei, Noussair y Plott (2001, en adelante LNP) obtienen pruebas de que la pri-
mera de las diferencias entre los experimentos de BPZ y SSW puede ser importan-
te para la aparicin de burbujas, pero no es su principal causa. Segn ellos, es la
diferencia #2 la que reeja la esencia de las burbujas. Lo que hacen LNP es repli-
car SSW pero, en lugar de dejar a los sujetos que compren y vendan libremente,
los separan, haciendo que unos slo vendan (vendedores) y otros slo compren
(compradores). Por lo tanto, impiden la especulacin.
Sin la especulacin no existe la posibilidad de beneciarse de la irracionalidad
de los dems y, por tanto, la falta de conocimiento comn de la racionalidad no
puede crear una burbuja. No obstante, LNP tambin observan burbujas en su en-
torno! Entonces, LNP elaboran su hiptesis: las burbujas son debidas principalmen-
te a la negociacin espuria. La negociacin espuria viene de compras y ventas que
no estn motivadas por el deseo de compartir riesgos, sino por aburrimiento o por
el entorno experimental.
5
Tres observaciones apoyan rmemente esta hiptesis.
En LNP (y SSW) las razones para hacer cambios en las carteras de activos
son dbiles.
En consecuencia, segn LNP, si las razones para negociar no son las supuestas
en el modelo terico correspondiente, no hay razn alguna para esperar que los
precios observados sean los predichos por el modelo.
Qu pasa con la tercera diferencia (la falta de mercados completos en SSW)?
Es importante? LNP tambin la tratan y crean una variacin del entorno de SSW
donde el activo con riesgo paga uno de dos dividendos igualmente probables en
cada periodo.
6
Las burbujas no desaparecen, lo que refuerza la importancia de la
segunda diferencia.
Ahora, habiendo visto los experimentos de BPZ, SSW y LNP, podemos volver
a las cuestiones que plantebamos en la seccin Experimentos sobre compartir riesgos.
5
Los sujetos en el laboratorio se sienten obligados a hacer algo.
6
No hemos hablado hasta ahora del signicado de los mercados completos en un entorno
dinmico. La denicin es ms complicada que para mercados estticos. De todas formas, el
tratamiento de LNP con slo dos dividendos posibles es con seguridad un entorno de mercados
completos.
Finanzas experimentales (c.13) / 243
En relacin a la primera cuestin, hemos visto que se observa un volumen consi-
derable de transacciones, a veces impulsado por un deseo de compartir riesgos, y
otras veces espurio. En el primer caso (como supone la teora), los intercambios
explotan ganancias mutuas y alcanzan resultados ecientes, lo que no ocurre
con la negociacin espuria. En consecuencia, los precios son consistentes con las
predicciones tericas cuando los motivos para la negociacin son los supuestos
en los modelos tericos.
Segundo, la convergencia hacia el equilibrio es ms rpida y ms able en
entornos ms sencillos, como el entorno esttico.
Por ltimo, no se obtiene una respuesta clara sobre el papel de la especu-
lacin: en BPZ la especulacin es como mnimo neutral o incluso beneciosa
para la eciencia, mientras que LNP demuestran que la especulacin, aunque
contribuye a ello, no es la nica responsable de las ineciencias observadas en un
entorno dinmico.
Terminamos la seccin con una observacin sobre metodologa experimental.
Ntese que la relacin terica entre aversin al riesgo y precios se observa cla-
ramente cuando los sujetos tienen un fuerte deseo de comprar y vender activos
para llegar a tener carteras que les solucionan bien la disyuntiva entre riesgo y
benecio esperado. En experimentos, ese deseo se debilita si:
los sujetos reciben dotaciones iniciales que ya son ecientes y bien diversi-
cadas, o
Tambin va a ser informacin pblica que algunos inversores pueden tener in-
formacin privada (privilegiada).
En concreto, existe la posibilidad de que algunos inversores (insiders) posean
informacin privilegiada sobre la distribucin de dividendos. Una de las herra-
mientas tericas principales para estudiar estos problemas es el Equilibrio con expec-
tativas racionales (EERvase apartado E del Apndice 1). El EER implcitamente
requiere que los agentes hagan clculos complejos, ya que supone que los agentes
usan toda la informacin disponible de la mejor manera posible, y esto incluye
la informacin contenida en los precios. Adems, el EER genera paradojas muy
sorprendentes y contraintuitivas que vamos a ver ahora. Utilizaremos un subter-
fugio para encontrar una solucin a las paradojas: la versin modicada del EER,
el EER con ruido.
Dnde est la paradoja en el EER, y qu tiene que ver con la compraventa
de acciones cuando hay informacin privilegiada? Empezamos por la armacin
intuitiva de que un agente con informacin privilegiada siempre podr obtener
benecio de ella comprando y vendiendo activos, lo que le supone rentas infor-
macionales. Supongamos que usted est negociando en el mercado nanciero y
que tiene informacin privada, que es un insider como Gordon Gekko en la pe-
lcula Wall Street. Si intenta comprar, todos los dems inversores (nerviosos ante
la posibilidad de que alguien sepa algo que ellos no saben) se darn cuenta de
que alguien sabe que el valor va a subir y el precio aumentar. De hecho, en el
momento en que empiece a comprar, el precio se disparar hasta que sea tan alto
7
En el Captulo 17, tercera seccin, se trata una idea similar: las votaciones como
mecanismos de agregacin de informacin.
Finanzas experimentales (c.13) / 245
que ni a usted le merezca la pena comprar. En suma, la subida del precio revela a
los inversores desinformados que los dividendos sern altos, sin necesidad de que
haya ms transacciones.
8
Acabamos de ser testigos de dos paradojas:
n
p
r
e
c
i
o
-
p
r
o
b
a
b
i
l
i
t
d
a
d
3
2,5
2
1,5
1
0,5
0
Estado X
Estado Y
Estado Z
Figura 13a.1. Las razones precio-probabilidad de los estados. Las razones precio-probabili-
dad estn ordenadas tal cmo predice la teora. Se utilizan los precios medios de los ltimos
10 intercambios para calcular las razones precio-probabilidad de los estados: q
A
= 190F (precio
del activo A), q
B
= 175F y q
L
= 100F. Recuerde (Caja B) que el precio del activo A en un ERad
satisface
donde p
X
es el precio AD del estado X y as sucesivamente, y D
AX
es la ganancia del activo A en
el estado X, etc. Ello lleva a un sistema de ecuaciones (en Tabla 13a.4.) que podemos resolver
para saber los valores de p
X
= 0,76, p
Y
= 0,11, y p
Z
= 0,13. Las razones precio-probabilidad de los
estados son:
p
X
= 0,76/0,46 = 1,65, 190 = 170p
X
+370p
Y
+150p
Z
p
Y
= 0,11/0,27 = 0,41, 175 = 160p
X
+190p
Y
+250p
Z
p
Z
= 0,13/0,27 = 0,48. 100 = 100(p
x
+p
Y
+p
Z
).
Tabla 13a.4.
258 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
0 1.000 2.000 3.000 4.000 5.000 6.000 7.000 8.000 9.000
Tiempo (en segundos)
Fuente: Bossaerts y Plott (2004).
D
i
f
e
r
e
n
c
i
a
e
n
t
r
e
R
a
z
o
n
e
s
d
e
S
h
a
r
p
e
0,1
0
0,1
0,2
0,3
0,4
0,5
0,6
Figura 13a.2. Diferencia entre la Razn de Sharpe (RS) de la cartera de mercado y la RS
mxima. Primero, se calculan los rendimientos de los activos utilizando los precios nales: se
divide la primera lnea de la Tabla 13a.1. por q
A
=190 para obtener los rendimientos de A en
cada estado de la naturaleza. Se hace lo mismo para los otros dos activos. Luego se utilizan las
probabilidades para calcular los rendimientos medios: R
A
=1,15, R
B
=1,1, R
L
=1, las varianzas y
la covarianza: o
2
A
= 0,24, o
2
B
= 0,045, y s
AB
= -0,013. Entonces, Z
0,24 0,013
0,013 0,045
[ ]
, y obtenemos la
RS mxima que es 0,598 (usando la frmula en la del Apartado B). Para calcular la RS de la
cartera de mercado primero calculamos su precio: p
m
= 3,5 x 190 + 6 x 175 = 1715. Utilizamos
p
m
y los dividendos en la Tabla 13a.3. para obtener los rendimientos de la cartera de mercado:
0,91 (X), 1,42 (Y), y 1,18 (Z). Luego se calcula la media, la varianza, y por ltimo la RS de los
rendimientos del mercado, que es 0,555. Est muy cerca de la RS mxima!
Smith, Suchanek y Williams, 1988
El experimento consta de 27 sesiones, cada una constituye una mnima variacin
de las otras. Nos centramos en la sesin (28x; 9): hay nueve sujetos con experien-
cia, tres de cada tipo: I, II y III. Hay 15 periodos de negociacin con pago de divi-
dendos al nal de cada periodo, cuatro estados de la naturaleza en cada periodo
(estados s1, s2, s3 y s4, con probabilidades 0,25 cada uno y realizaciones indepen-
dientes en cada periodo). Hay un activo arriesgado ms otro sin riesgo (efectivo).
Finanzas experimentales (c.13) / 259
Estado
Dividendos
s1 s2 s3 s4
0 8 28 60
Tabla 13a.5. Los dividendos del activo arriesgado en cada estado de la naturaleza
en un nico periodo (en cntimos de dlar).
La distribucin de dividendos es la misma en cada periodo, independiente de las
realizaciones de los estados de la naturaleza en periodos anteriores. Ntese que la
distribucin de los dividendos totales cambia en el tiempo. En el periodo t = 0 exis-
ten 4
15
estados de la naturaleza, y este nmero decrece a razn de cuatro por perio-
do a medida que se van revelando las realizaciones del dividendo en cada periodo.
Tipo de sujeto
I II III
Arriesgado 3 2 1
Efectivo $2,25 $5,85 $9,45
Tabla 13a.6. Dotaciones iniciales por tipo de sujeto.
Por consiguiente, la exposicin al riesgo de la dotacin inicial de cada tipo es
diferente. Ntese que, a diferencia del caso en BPZ con mltiples activos arries-
gados, cuando hay un nico activo arriesgado un sujeto no puede mejorar su car-
tera simultneamente en media y en varianza. Si aumenta el rendimiento medio
esperado, la varianza va a crecer, mientras que si disminuye la varianza, decrecer
tambin el rendimiento esperado. Existe siempre una disyuntiva entre rendimiento
esperado y varianza que se resuelve dependiendo de la aversin al riesgo del sujeto.
Y la aversin al riesgo? Como hemos visto en el experimento de BPZ, el pre-
cio de un activo no es necesariamente igual a su ganancia esperada. Tendramos
entonces que preguntarnos si la suma de los pagos de los dividendos esperados
constituye un buen punto de referencia para usar como valor fundamental de
un activo en SSW. La respuesta es que s! La razn es que como hay un nico
activo, el precio del activo en un mercado poblado por sujetos aversos al riesgo
nunca puede exceder esta suma (el valor esperado de los pagos de dividendos).
Si SSW hubiesen observado un comportamiento de los precios de negociacin en
forma de burbuja con precios por debajo de la suma esperada de los pagos de di-
videndos, entonces sus resultados seran cuestionables. Una evolucin de precios
donde los precios se mueven muy por encima de la suma de pagos de dividendos
esperados no es compatible con la teora de equilibrio con agentes aversos al
riesgo y, por tanto, es una verdadera burbuja de precios!
260 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Pago
esperado
por dividendos
restantes
VOLUMEN NEGOCIADO
P
R
E
C
I
O
,
5
PERIODO
EXP. 28x; 9
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
8 8 8 5 4 6 4 5 2 4 4 2 4 2 1
6
5
4
3
2
1
0
Fuente: Smith, Suchanek, Williams (1998).
(rdenes de venta )
(rdenes de compra )
Figura 13a.3. La burbuja de la sesin (28x; 9). En la Figura 13a.3., los precios de las transaccio-
nes se representan con puntos conectados a travs de lneas continuas, los precios de compra
(bids) como crculos llenos y los precios de venta (ask) como crculos vacos. La burbuja co-
rresponde a una gran desviacin hacia arriba respecto al valor fundamental del activo (en el
grco, Pago esperado por dividendos restantes), representado con lneas horizontales con-
tinuas. Este valor fundamental es necesariamente decreciente en el tiempo, dado que quedan
menos dividendos del activo por pagar y el valor esperado de estos dividendos no cambia con el
tiempo. Podemos calcular dicho valor fundamental: el dividendo esperado en un solo periodo
es 24 cntimos. En consecuencia, en t = 0 el pago esperado de dividendos restantes es $3,60 (15
periodos: 15 x 24 = 360 cntimos). Podemos calcular el valor fundamental de cada otro periodo
sustrayendo 24 cntimos por periodo. No nos ha hecho falta conocer las realizaciones pasadas
de los dividendos para poder calcular esto! Por ejemplo, despus de cinco periodos con sus
dividendos correspondientes, restan an 10 periodos y el valor fundamental del activo es $2,40,
independientemente de los dividendos en los primeros cinco periodos.
Finanzas experimentales (c.13) / 261
4. Expectativas racionales
Un inversor en un mercado tiene expectativas racionales si, cuando observa in-
formacin pblica, no lamenta las decisiones que ha tomado en el pasado estas
mismas decisiones pueden ser parte de la informacin pblica. En los mercados
nancieros donde no hay informacin privada, las expectativas racionales son im-
portantes en los mercados dinmicos. Con informacin privada, las expectativas
racionales son importantes tanto en el caso dinmico como en el esttico.
En un equilibrio de expectativas racionales (EER), se supone que todos los
inversores pueden recuperar toda la informacin privada al ver los precios. Ar-
mados con este supuesto, el EER especica precios y carteras nales de activos tal
que: i) los inversores maximizan su utilidad esperada dadas sus creencias, ii) sus
creencias incorporan toda la informacin que pueden recuperar de los precios,
iii) la demanda es igual a la oferta de activos.
Informacin pblica: entorno dinmico
En un entorno como el de SSW, la demanda en un periodo depende de la distri-
bucin de los dividendos y de las creencias de los inversores acerca de los precios
futuros. Si estas creencias son incorrectas, los inversores lamentarn las deman-
das que hicieron en el pasado. Sin embargo, sus propias demandas ayudaron a
determinar el precio que al nal demostr que estaban equivocados. Slo con
expectativas racionales los inversores proponen demandas que generan precios
que son consistentes con sus creencias. Ningn inversor lamenta sus decisiones.
Informacin privada
Ejemplo: supongamos que hay tres estados de la naturaleza, y hay un inversor
con informacin privilegiada que sabe que slo dos de estos estados son posi-
bles, y que el otro nunca puede ocurrir. El inversor sin informacin privilegiada
propone una funcin de demanda basada en su creencia de que los tres estados
son posibles. Como conoce que existe una persona con informacin privilegiada,
cuando observa el precio, deduce cul es la informacin que este agente posea,
y lamenta la demanda que ha propuesto.
En un equilibrio de expectativas racionales (EER) con ruido, suponemos que
la relacin entre precio e informacin privada tiene un componente aleatorio,
por lo que los precios no permiten a los inversores deducir toda la informacin
disponible. Todo lo que hemos dicho acerca del EER vale para el EER con ruido,
excepto una cosa. En el EER con ruido, los inversores, despus de haber obser-
vado los precios, no saben exactamente cul es la informacin que haba en el
262 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
mercado. El ruido puede motivarse de varias maneras: existen agentes que nego-
cian irracionalmente, distorsionando los precios; o los mercados son propensos
a shocks de oferta impredecibles; o los estados de la naturaleza no reejan toda
la incertidumbre existente.
14. MERCADO DE TRABAJO: INCENTIVOS,
SALARIOS Y CONTRATOS
Enrique Fatas
University of East Anglia, Norwich
Antonio J. Morales
LINEEX y Universidad de Mlaga
Prendergast (1999) inicia su conocido repaso al papel de los incentivos en las
empresas con la frase los incentivos son la esencia de la economa. Difcilmente
puede cualquier economista estar ms de acuerdo con la idea de que los agen-
tes econmicos reaccionan a los incentivos que se les presentan, ms an si bue-
na parte de los individuos tienen motivaciones que van ms all de su inters
particular y poseen preferencias de tipo social, como ya vimos en los Captulos
6 y 7.
Dada la posicin central que el diseo de los incentivos en empresas y orga-
nizaciones tiene en la ciencia econmica, es en cierto modo sorprendente en-
contrar que la excelente revisin de la literatura de Prendergast (1999) contina
armando que a pesar de las numerosas y rotundas armaciones sobre su supuesta
importancia, ha habido una limitada evaluacin emprica sobre la provisin de incentivos
a los trabajadores.
La economa experimental ha tratado de contribuir a la resolucin de esta
escasez en los ltimos aos. En este captulo y en el siguiente presentaremos las
principales aportaciones al anlisis de los incentivos en las organizaciones tanto
cuando el problema est asociado a la predominancia del comportamiento po-
lizn en equipos de trabajo (como ya vimos en el Captulo 7) como a la relacin
que en las organizaciones existe entre empleados y empleadores, la llamada rela-
cin principal-agente.
El captulo presentar primero el problema de los incentivos en organizacio-
nes horizontales, en las que los trabajadores interactan entre s, cuando existen
264 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
unas instituciones o reglas de juego que regulan su recompensa. En este entorno
veremos diferentes maneras de combatir la existencia de agentes oportunistas
que pueden tratar de maximizar su utilidad eligiendo niveles de esfuerzo bajos.
En la segunda parte del captulo plantearemos el problema al que se enfrenta la
empresa como empleador (el principal) para obtener una respuesta ptima por
parte del empleado (el agente). Veremos cmo el anlisis terico se enriquece de
forma considerable cuando se lleva al laboratorio y se contrasta empricamente
en un entorno controlado.
La empresa como un equipo
El problema de la produccin en equipo
Para plantear el problema de la produccin en equipo usaremos un entorno
sencillo en el que la funcin de produccin de la organizacin es por simplicidad
lineal. Las ventajas de considerar este caso son dobles.
La produccin del equipo depende directamente de la suma del esfuerzo de
sus miembros.
El esfuerzo de cada trabajador (x) tiene idnticas consecuencias sobre el ren-
dimiento colectivo.
Esto ltimo quiere decir que los trabajadores son, por tanto, homogneos en
sus recursos y habilidades, no existiendo complementariedades entre sus esfuer-
zos individuales. En consecuencia, la produccin es simplemente la suma, es de-
cir .
De manera muy similar a la vida real, la empresa es incapaz de observar di-
rectamente el esfuerzo individual de cada trabajador. Hay distintas razones para
que esto ocurra: a) puede resultar muy caro poner en marcha un sistema de vigi-
lancia personalizado; b) puede ser fcilmente observable sin ser vericable ante
terceros (por ejemplo, ante un juzgado de lo social competente para evaluar el
despido de un trabajador con un bajo nivel de esfuerzo).
El benecio que obtiene cada miembro del equipo es una funcin creciente
del esfuerzo del colectivo y decreciente del esfuerzo propio. Desde el punto de
vista de la empresa, cuanto ms se esfuercen sus trabajadores mayor ser su nivel
de produccin, y mayores salarios recibirn sus trabajadores. Desde el punto de
vista de los trabajadores, esforzarse est siempre asociado a un coste personal,
que debe considerarse junto al salario obtenido a la hora de elegir un nivel de
esfuerzo ptimo.
Podemos representar el benecio que obtiene el trabajador de la siguiente
manera (vase en el Captulo 7 una expresin casi idntica):
1
As, el benecio que obtiene el trabajador se compone de un ganancia privada
i
p
y de un benecio por su trabajo en el grupo (la empresa o equipo)
i
g
.
El benecio privado captura el coste del esfuerzo, que por simplicidad su-
ponemos unitario (cada unidad de sus recursos individuales e que invierte
esforzndose en la empresa x
i
le cuesta una unidad). As,
e representa los recursos individuales del trabajador (por ejemplo, su
jornada laboral, sus habilidades, capacidades, etc.),
x
i
constituye su nivel de esfuerzo individual (por ejemplo, el nmero de
horas en las que realmente se esfuerza al mximo, dentro de su jornada
laboral).
El benecio
i
g
que obtiene por su trabajo depende del esfuerzo de todos los
trabajadores, y es funcin de B, un parmetro que captura la externalidad
positiva asociada a realizar la tarea en el grupo, y de N, que es el tamao
del grupo.
Tratemos de comprender el proceso de decisin de un trabajador. La din-
mica de este modelo es interesante a pesar de su extrema simplicidad. Cada tra-
bajador compara el coste de oportunidad de esforzarse (la ganancia privada
i
p
depende negativamente del nivel de esfuerzo elegido) con los benecios asocia-
dos a la productividad del grupo (las ganancias del grupo
i
g
dependen positiva-
mente del esfuerzo de todos).
Bajos los supuestos conocidos, racionalidad y conocimiento comn, calcular
la decisin ptima no es complicado. Dado que B < 1, y que los benecios de
grupo (
i
g
) se obtienen independientemente del nivel de esfuerzo individual,
sea cual sea el nivel de esfuerzo de los dems miembros del equipo, la mejor res-
puesta es elegir siempre el nivel de esfuerzo mnimo x
i
= 0. Podemos identicar
esta estrategia como el nico equilibrio de Nash (EN) del juego, que sobrevive a
la repeticin nita del mismo, aplicando el argumento de induccin hacia atrs
(vanse los Captulos 3 y 7).
Desde el punto de vista de la empresa esta solucin dista mucho de ser la p-
1
Como el lector ya habr adivinado, se trata de un problema de bienes pblicos.
Mercado de trabajo: incentivos, salarios y contratos (c.14) / 265
266 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
tima. Para la empresa la mejor situacin es aquella en la que el esfuerzo de todos
los trabajadores es mximo. De hecho, los primeros interesados en alcanzar un
nivel de esfuerzo positivo son los propios trabajadores, dado que si todos eligen el ni-
vel de esfuerzo mnimo sus ganancias colectivas (
i
g
) son cero. Dado que el esfuerzo
de cada integrante del equipo tiene un resultado positivo para todos sus miembros,
y que la productividad marginal de cada unidad de esfuerzo (B) es estrictamente
mayor que 1/N, la solucin que hace mximos los benecios colectivos
2
consis-
te en elegir un nivel de esfuerzo mximo x
i
=e. En esa situacin, el benecio de
cada miembro del equipo (BNe) es superior al que obtiene si nadie se esfuerza (e).
En otras palabras, el problema de la produccin en equipo aparece cuando
es imposible, o muy costoso, monitorizar los niveles individuales de esfuerzo de
los trabajadores, y hay una tensin entre lo individual y lo colectivo. Esa tensin
se traduce en una lucha entre la racionalidad individual del EN (no esforzarse)
y la racionalidad colectiva de hacerlo al mximo (que no constituye una mejor
respuesta individual a las acciones de los otros). Alchian y Demsetz (1972) fueron
probablemente los primeros en identicar este dilema al que se enfrentan los tra-
bajadores: afrontar en su totalidad los costes del esfuerzo individual, recibiendo
tan slo 1/N del benecio colectivo.
Este tipo de interacciones han sido analizadas en el laboratorio tanto bajo la
forma de problemas de produccin en equipo como de juegos de contribucin
voluntaria (vase el Captulo 7). Como el lector ya habr observado, el benecio
del equipo cumple las dos condiciones de un bien pblico puro: su consumo es
no excluyente y no rival. El trabajo de Ledyard (1995) analiza de manera extensi-
va toda esta literatura experimental.
En estos trabajos de laboratorio observamos que los resultados distan mucho
de coincidir con la tajante prediccin terica, pero tambin se distancian notable-
mente de la solucin ptima asociada a un nivel de esfuerzo mximo. Adems, los
resultados se acercan al EN a medida que el juego se repite. Croson et l. (2005)
es un buen ejemplo de esta dinmica. Los niveles de esfuerzo medios comienzan
en torno al 50% de los recursos individuales. Como es comn en este tipo de
juegos, se observa una cada notable a lo largo del juego que hace que los niveles
de esfuerzo bajen ostensiblemente haca el nico EN, de manera que los niveles de
esfuerzo medio apenas superan el 10% de los recursos en el ltimo periodo.
2
Esta es la situacin ptima para el equipo, ya que permite que los benecios del grupo
en su conjunto alcancen un mximo: el benecio del grupo si cada miembro elige un nivel de
esfuerzo x
i
=e es NBNe, superior a la que obtiene el grupo si nadie se esfuerza (Ne).
Sanciones, recompensas e incentivos competitivos
Una de las preguntas que es natural plantearse es cmo podemos evitar este colapso
de la productividad en organizaciones expuestas a problemas de produccin en
equipo. Una respuesta tambin natural es introducir un sistema de monitorizacin
de los trabajadores que eligen un bajo nivel de esfuerzo. El trabajo seminal de Nal-
bantian y Schotter (1997) muestra que sistemas basados en la inspeccin aleatoria
y la sancin de los polizones (los trabajadores con un nivel de esfuerzo arbitraria-
mente bajo) slo funcionan cuando la probabilidad de ser inspeccionado es prohi-
bitivamente alta.
La introduccin de sanciones aleatorias es analizada por Fatas, Morales y be-
da (2010). En este estudio, cada trabajador recibe una sancin consistente en
la prdida de sus benecios de grupo (
i
g
) con una probabilidad que depende
inversamente del rendimiento R de su equipo. En el extremo, si el equipo tiene
un rendimiento ptimo, la probabilidad individual de ser sancionado es del 0%
mientras que si el rendimiento es nulo la probabilidad es del 100%.
A la funcin de benecio anterior le incorporamos las sanciones para obtener
una nueva funcin de pagos (
i
s
):
Dado que esta probabilidad de sancin es idntica para cada miembro del equi-
po, la empresa no necesita recabar informacin sobre los niveles de esfuerzo indivi-
duales, reduciendo su coste de implementacin. Sin embargo, el mecanismo no es
capaz de detectar el esfuerzo de aquellos miembros del grupo que s que se esfuer-
zan, ya que la probabilidad de ser sancionado es la misma para todos sus miembros.
No es difcil comprobar que el mecanismo no modica la prediccin terica del
juego, usando de nuevo la induccin hacia atrs y suponiendo que los sujetos son
neutrales al riesgo. Es decir, el EN predice que los sujetos no se esforzarn.
El resultado de este mecanismo sancionador est recogido en la Tabla 14.1,
donde se observa que, independientemente de si es aplicado desde el inicio (ron-
das 1 a 20) o tras un bloque de 20 rondas sin sanciones (rondas 21 a 40), la san-
cin aleatoria consigue casi duplicar los niveles de esfuerzo y, en cierta manera,
prevenir el declive del rendimiento del equipo.
La imposibilidad de discriminar entre diferentes niveles de esfuerzo dentro de
un mismo grupo acaba suponiendo un coste importante. Los trabajadores ms pro-
Mercado de trabajo: incentivos, salarios y contratos (c.14) / 267
268 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Esfuerzo medio (%)
Bloque 1 Bloque 2
Perodo 1 1 al 20 21 21 al 40
Sin sanciones 38,62 27,07 37,00 20,38
Con sanciones 54,06 50,40 48,98 38,35
Tabla 14.1. Productividad y sanciones.
ductivos reaccionan a la sancin con disminuciones pronunciadas y persistentes
de sus niveles de esfuerzo al haber sido castigados a pesar de trabajar. Por el contra-
rio, los trabajadores menos productivos, aunque se esfuerzan ms que los traba-
jadores menos productivos no sometidos al rgimen de sanciones, no reaccionan
de forma signicativa al castigo.
Para reducir estos efectos negativos sobre el esfuerzo de los trabajadores ms
productivos, una opcin analizada extensamente en la literatura reciente es la de
incorporar a la empresa uno de los mecanismos de ajuste ms queridos por los
economistas: el mercado. La idea fue planteada en el terreno terico por, entre
otros, Baker, Gibbons y Murphy (2001), y pasa por incorporar mecanismos com-
petitivos que asignen automticamente los mejores salarios a aquellos miembros
de la organizacin que salen vencedores de la competicin.
Nalbatian y Schotter (1997) comprobaron que la distribucin de un peque-
o premio jo entre dos equipos de trabajadores que competan por l, en
funcin de su rendimiento relativo, era un poderoso incentivo que obtena me-
jores resultados que cualquier otro sistema de monitorizacin o de contratos
por objetivos.
Croson, Fatas y Neugebauer (2006) analizan este tipo de mecanismos com-
petitivos bajo la forma de un sistema de sanciones similares a las expresadas en
funcin de benecios anteriores. El miembro del equipo con un esfuerzo relati-
vamente menor era sancionado con la prdida de
i
g
. Las ganancias
i
c
asociadas
a esta competicin vienen representadas por la expresin siguiente:
(3)
Este mecanismo simplemente establece que cada individuo cuya contribucin
al equipo sea la mnima del grupo (hay algn otro trabajador que se esfuerza
ms) es sancionado, lo que quiere decir que no recibe el bien pblico.
El nmero de sancionados puede ser mayor que uno, si dos trabajadores eli-
gen el mismo nivel de esfuerzo mnimo, o incluso cero, si todos eligen el mismo
nivel de esfuerzo, y no hay por lo tanto un esfuerzo mnimo.
3
El anlisis terico de este juego de produccin en equipo revela multiplici-
dad de equilibrios si se juega una sola vez. De hecho, cada perl simtrico de
esfuerzos es un equilibrio: ningn trabajador tiene un incentivo para cambiar su
nivel de esfuerzo si todos han elegido el mismo.
4
Este mecanismo de exclusin
competitiva genera una potente reaccin por parte de los participantes en un
experimento que consta de dos bloques de 10 rondas cada uno, resumida en la
Tabla 14.2. Ntese que los niveles de esfuerzo medio alcanzan el 93% del mximo
posible en las ltimas 10 rondas.
Esfuerzo medio (%)
Bloque 1 Bloque 2
Perodo 1 1 al 10 11 11 al 20
Sin sanciones 40 32 40 29
Con sanciones 70 82 92 93
Tabla 14.2. Productividad y competicin.
Los sistemas de incentivos competitivos analizados en el laboratorio presentan
ventajas dobles sobre los basados exclusivamente en sanciones: son ms efectivos
a la hora de elevar los niveles de esfuerzo, y surgen como consecuencia de la pre-
sin que el mecanismo competitivo ejerce sobre los propios trabajadores.
Sin embargo, el lector debe advertir que este sistema competitivo requiere
ms informacin sobre los niveles de esfuerzo individuales que el basado en san-
ciones aleatorias. Hay que tener al menos informacin ordinal del esfuerzo (para
determinar el trabajador que se esfuerza menos). En este sentido este mecanismo
requiere menos vigilancia que uno que castigara a cada trabajador por su (des-
3
La lgica del mecanismo es que slo se sanciona a los trabajadores que menos se esfuerzan
porque se esfuerzan menos que los dems. Si todos se esfuerzan igual, nadie se esfuerza menos
que los dems, por lo que incluso si todos eligen un nivel muy bajo de esfuerzo, el mecanismo
competitivo de exclusin no sanciona a ningn miembro del equipo.
4
La intuicin es sencilla: ningn trabajador tiene incentivos para cambiar su nivel de
esfuerzo si todos han elegido el mismo nivel de esfuerzo. Si desde cualquier posicin simtrica
elevo mi nivel de esfuerzo en una unidad de forma unilateral, asumo individualmente el coste
de mi esfuerzo (1) y a cambio obtengo un benecio menor (B < 1); luego no me interesa elevar
mi esfuerzo. Pero tampoco me interesa disminuir mi nivel de esfuerzo en una unidad, dado
que aunque aumento mis benecios privados en 1, soy sancionado por elegir el nivel mnimo
de esfuerzo, por lo que pierdo todo el benecio de grupo.
Mercado de trabajo: incentivos, salarios y contratos (c.14) / 269
270 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
viacin en el) esfuerzo, ya que para ello necesitaramos informacin cardinal, es
decir, el nivel de esfuerzo absoluto de cada trabajador.
El modelo principal-agente
Si tratamos de analizar el problema de los incentivos desde el punto de vista de la
empresa como un agente ms que participa en el juego el esquema horizontal
de produccin en equipo es una herramienta intil. Debemos recurrir entonces
al paradigma clsico para el estudio de las relaciones laborales, que es el principal-
agente.
En sus trminos ms bsicos, un individuo (el principal) contrata a otro indivi-
duo (el agente) para que realice una accin o tarea para l. El caballo de batalla
de esta relacin contractual es que despus de la rma del contrato se producir
una asimetra en la informacin. Por ejemplo, si el principal es una empresa que
contrata a un directivo, es muy posible que el dueo de la empresa no pueda
observar el esfuerzo que ste pone en el desempeo de sus funciones, o es ms
que probable que el directivo acabe teniendo una mejor informacin sobre las
distintas oportunidades de la empresa.
Estos problemas de informacin deben ser previstos por las partes contratantes
y especialmente por el principal, que se enfrentar a la tarea de disear un contra-
to que mitigue las consecuencias adversas de estas asimetras de informacin.
El anlisis terico de los problemas de principal-agente, tanto si involucran
asimetras relacionadas con informacin oculta o con acciones que no pueden
observarse (problemas de riesgo moral), fue objeto de un enorme esfuerzo inves-
tigador durante el ltimo cuarto del siglo XX. Fruto de este esfuerzo, se produjo
una caracterizacin de los contratos ptimos en funcin de variables observables
y vericables. Dado que una de las variables observables por las empresas es su ni-
vel de produccin, la provisin ptima de incentivos requiere vincular el nivel de
esfuerzo del trabajador al nivel de produccin conseguido, estableciendo de esta
forma un sistema de remuneracin a destajo o por pieza. Una referencia clsica
es Hart y Hlmstrom (1987), mientras que Salani (1997) y Bolton y Dewatripont
(2005) son libros de texto recomendados sobre el tema.
La oleada experimental aplicada a la economa laboral tuvo que esperar hasta
que la metodologa experimental se asentase denitivamente en economa. De
hecho, el primer experimento del modelo bsico principal-agente en el que se
examina la relacin entre el esfuerzo (esfuerzo real) y el salario ofrecido aparece
en una revista de contabilidad (Swenson, 1988). En l se ja un salario por cada
unidad producida y la variable tratamiento es el nivel de impuestos. El principal
resultado es que tanto la oferta de trabajo como los ingresos por impuestos se
curvan hacia atrs.
Hasta nales de los noventa los economistas no se deciden a realizar estas
vericaciones experimentales en el laboratorio. Uno de los resultados ms intere-
santes fue que los incentivos monetarios aquellos proporcionados por el experi-
mentador interferan con otro tipo de incentivos, propios de la situacin objeto
de estudio. Gneezy y Rustichini (2000) contrastan el modelo bsico principal-
agente con esfuerzo real tanto en el laboratorio como en experimentos de cam-
po. La idea bsica del artculo es vericar un razonamiento econmico tpico: si
la retribucin depende del esfuerzo y a la gente le disgusta el esfuerzo pero le
gusta el dinero, entonces a mayor retribucin, mayor esfuerzo.
Gneezy y Rustichini no hallan esta relacin positiva entre niveles de retribu-
cin y niveles de esfuerzo, sino que cuando la retribucin es baja, el esfuerzo es
menor que cuando no se paga nada (de ah el ttulo del artculo Paga lo su-
ciente o no pagues nada). Autores posteriores han conrmado de nuevo la falta
de relacin montona entre compensacin monetaria y esfuerzo (vase Ariely,
Gneezy, Loewenstein y Mazar, 2009).
No obstante, quiz la principal aportacin de la economa experimental al es-
tudio del problema del principal-agente sea la abrumadora evidencia a favor de la
existencia de preferencias sociales en el laboratorio. Como vimos en el Captulo 6,
las consideraciones de reciprocidad y de equidad inuyen en el comportamiento
de los sujetos experimentales. Antes de analizar con cierto detalle el experimento
que inicia esta lnea de investigacin, Fehr, Kirchsteiger y Riedl (1993) FKR de
aqu en adelante, analizaremos el trabajo de Anderhub, Gtcher y Knigstein
(2002).
Su trabajo hace hincapi en la vericacin experimental de las dos principales
restricciones a las que se enfrenta el principal a la hora de disear el contrato: la
restriccin de compatibilidad de incentivos y la restriccin de participacin.
a) La primera de ellas signica que el principal debe suponer que el agente
realizar el esfuerzo que ms le convenga a l y no tendr en cuenta los
intereses del principal.
b) La segunda de ellas signica que el principal extrae todo el excedente posible
del agente, hasta dejarlo indiferente entre aceptar o rechazar su contrato.
En el experimento, el principal puede ofrecer al agente cualquier contrato
lineal, consistente en un salario jo y una remuneracin variable, denida como
Mercado de trabajo: incentivos, salarios y contratos (c.14) / 271
272 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
un porcentaje de los ingresos de la empresa, al mismo tiempo que puede sugerir
el nivel de esfuerzo del agente. Los valores extremos son interesantes:
Las parejas que no estn pensando en salir una noche pueden fcilmente
cuidar los hijos de otras parejas,
este hecho permite a esas otras parejas tomarse una muy merecida noche
libre.
Claramente, para que el acuerdo funcione, tiene que haber un sistema para
evitar los abusos. Por esta razn, los organizadores introdujeron una solucin na-
tural: emitieron cupones que eran equivalentes a una hora de cuidado de nios.
Si una pareja A le cuida los hijos a otra pareja B, entonces B le paga a A en cupo-
nes que, luego, A puede utilizar cualquier otro da para conseguir que cualquier
otra pareja, que est dispuesta, le cuide a sus hijos. En otras palabras, crearon su
propia moneda.
Cuando el sistema se puso en marcha, los organizadores descubrieron que
sorprendentemente ste era propenso a colapsarse. Por un lado, si emitan muy
pocos cupones, las parejas solan acapararlos (es decir, ahorraban demasiado),
2
McCabe (1989) y Deck et l. (2006) utilizan diseos parecidos para estudiar el papel del
dinero como reserva de valor.
Experimentos de macroeconoma (c.16) / 293
lo cual ocasionaba poca demanda del servicio de cuidado de nios y el colapso
del sistema (una recesin). Por otro lado, si se emitan demasiados cupones se
creaba un exceso de demanda del servicio y una drstica reduccin en la cantidad
de horas de cuidado que las parejas estaban dispuestas a ofrecer por un cupn
(inacin).
3
En el experimento de Hens et l. (2007), en cada perodo, la preferencia de
los sujetos por un bien perecedero se determina aleatoriamente (ya sea con una
preferencia fuerte o dbil) y deben elegir si desean comprar o vender unidades
de ese bien. Para comprar unidades del bien, un sujeto debe poseer cupones en
su posesin (esta restriccin es precisamente la razn por la cual los cupones
tienen valor), y la venta de bienes aumenta la cantidad de cupones posedos por
el sujeto. Con expectativas racionales y un horizonte innito, la prediccin nica
es que un sujeto opta por comprar bienes dependiendo de su preferencia en ese
perodo de la siguiente manera:
La acumulacin
El hbito
La primera es una hiptesis de acumulacin, que establece que los bonos son
retenidos y no se utilizan como medio de cambio porque las personas quieren re-
cibir los dividendos. Esta hiptesis se pone a prueba comparando un tratamiento
en el que los bonos se intercambian antes del pago de los dividendos (es decir, el
dividendo lo recibe el sujeto que compra el bono) con otro tratamiento en el cual
los bonos se intercambian despus del pago de los dividendos (es decir, el divi-
dendo lo recibe el sujeto que ha vendido el bono). Si la hiptesis de acumula-
cin es cierta, debe haber ms sujetos utilizando el dinero como medio de cam-
bio en el tratamiento con intercambio de bonos antes del pago de dividendos.
La segunda es la hiptesis del hbito, que establece que los sujetos utilizan el
dinero en lugar de los bonos porque es un hbito difcil de superar. Esta hiptesis
se pone a prueba comparando un tratamiento en el que los sujetos juegan pri-
mero con el dinero como la nica reserva de valor antes de que se introduzcan
los bonos, con otro tratamiento en el cual el dinero y los bonos son introducidos
desde el principio.
Experimentos de macroeconoma (c.16) / 295
Camera et l. (2003) encuentran bastante apoyo para la hiptesis del hbito: el
dinero coexiste con los bonos como medio de cambio en los tratamientos en los
que los sujetos empiezan con el dinero como nico medio de cambio y los bonos
son introducidos posteriormente. Adems, acorde con la hiptesis de acumula-
cin, la coexistencia del dinero y los bonos es ms frecuente cuando el pago de
dividendos ocurre despus del intercambio de bonos. Si los dividendos se pagan
antes del intercambio de bonos y el dinero y los bonos se introducen al mismo
tiempo, los sujetos utilizan exclusivamente los bonos como el nico medio de
cambio.
El dinero como unidad de cuenta
El hecho de que el dinero se usa como unidad de cuenta es incuestionable. Cla-
ramente, la gran mayora de los precios se cotizan en unidades monetarias y no,
por ejemplo, en trminos de aceitunas. Sin embargo, esto plantea un problema
ya que la inacin hace que el valor del dinero caiga con el tiempo, mientras que,
en general, el valor de los productos, como las aceitunas, sigue siendo el mismo.
Para evitar este problema, la mayora de los modelos macroeconmicos supo-
nen que, a la hora de efectuar transacciones, los agentes econmicos piensan
exclusivamente en trminos reales, es decir, no sufren de ilusin monetaria. Sin
embargo, datos provenientes de encuestas (Shar et l., 1997) o simplemente la
introspeccin nos sugieren que este supuesto no siempre se cumple. Los estudios
experimentales del dinero como unidad de cuenta no slo estudian si algunos
individuos son susceptibles a la ilusin monetaria, sino que tambin evalan las
consecuencias de la ilusin monetaria sobre la manera en que los precios se com-
portan en los mercados.
Imaginemos a un consumidor que descubre, para su gran sorpresa, que
su sueldo se ha duplicado durante la noche, pero vive en un pas en el cual,
as como su sueldo, todos los precios tambin se han duplicado. Se sentir
el consumidor ms rico hoy y se comportar de manera diferente a como se
comportaba ayer? El supuesto tradicional es que, como el aumento del sueldo
es puramente nominal y, en trminos reales, no ha habido ningn cambio, el
consumidor no va a variar su comportamiento. Sin embargo, los estudios expe-
rimentales de Fehr y Tyran demuestran que pensar en trminos nominales es
comn y que, en ciertas circunstancias, puede tener efectos pronunciados sobre
los precios de mercado.
Tomemos a Fehr y Tyran (2001) como un ejemplo.
4
En este experimento, los
sujetos interactan repetidamente en un juego en el cual compiten entre s en un
4
Otros artculos en esta rea incluyen: Fehr y Tyran (2007, 2008) y Noussair et l. (2008).
296 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
mercado oligopolstico (vase el Captulo 11). En cada periodo, el ingreso de un
sujeto depende de su precio y del precio medio elegido por los otros sujetos. El
mercado fue diseado de manera que tiene un equilibrio nico y, esto es im-
portante, hay complementariedad estratgica en las decisiones de los sujetos: es
decir, la estrategia ptima de cada sujeto tiene una relacin positiva con el precio
medio elegido por los otros sujetos, de manera que si este precio medio aumenta,
los sujetos tienen un incentivo para aumentar su propio precio.
5
Aunque mate-
mticamente la funcin de demanda del mercado es algo compleja, a cada sujeto
simplemente se le da una tabla que indica sus ingresos para cada precio que
pueda escoger y para cada precio promedio que pueda ocurrir, con la cual no es
complicado encontrar la estrategia ptima.
El propsito principal del experimento es ver cmo reaccionan los sujetos en
este mercado a un shock nominal.
1. Del periodo 1 hasta el 20, los sujetos primero juegan con una tabla en la cual
el precio de equilibrio es de 18 puntos.
2. Del periodo 21 hasta el 40, a todos los sujetos se les cambia la tabla por una
en la cual el precio de equilibrio es de 6 puntos (el shock nominal).
Aunque en trminos nominales los precios han cambiado, como los ingresos
son relativos al precio promedio, en trminos reales los sujetos se encuentran
en la misma situacin. Fehr y Tyran (2001) disean cuatro tratamientos. En el
primer tratamiento, los sujetos reciben tablas que incluyen los precios en trmi-
nos reales, de manera que calcular la estrategia ptima antes y despus del shock
nominal es una tarea trivial. En el segundo tratamiento, los sujetos reciben tablas
con precios slo en trminos nominales, por lo cual tienen que poner un poco
ms de esfuerzo si desean calcular la estrategia ptima despus del shock nominal.
Las diferencias entre estos dos tratamientos en el comportamiento de los sujetos
despus del shock nominal se pueden atribuir a la ilusin monetaria.
Por ltimo, el tercer y el cuarto tratamiento son idnticos al primer y segun-
do tratamiento salvo que los sujetos juegan contra jugadores computarizados,
sabiendo que stos han sido programados de manera que siempre juegan de ma-
nera ptima en trminos reales.
6
Al usar jugadores virtuales con una estrategia
preprogramada, los autores se aseguran de que los sujetos saben que los otros ju-
gadores en el mercado no sufren de ilusin monetaria. De esta manera, podemos
5
Un buen ejemplo de un mercado con complementariedad estratgica es un mercado
oligopolstico con competencia en cantidades.
6
Adems, en lugar de jugar durante 40 periodos, en estos tratamientos los sujetos jugaron
solamente 20 periodos (10 periodos antes y 10 periodos despus del shock nominal).
Experimentos de macroeconoma (c.16) / 297
separar el efecto de que los sujetos sufran de ilusin monetaria con el efecto de
que los sujetos creen que los dems (pero no ellos) sufren de ilusin monetaria.
Los resultados experimentales muestran que, en tres de los cuatro tratamien-
tos, despus del (totalmente previsto) shock nominal, los precios se ajustan inme-
diatamente al nuevo equilibrio. El nico tratamiento en el que esto no sucedi fue
en el tratamiento con la tabla de ingresos nominales y jugadores humanos. En este
tratamiento, el ajuste de los precios fue mucho ms lento (vase la Figura 16.1).
Estos resultados son interesantes porque sugieren que aun cuando los sujetos
no tienen problemas convirtiendo sus ingresos nominales a ingresos reales (cuando
juegan contra jugadores computarizados no hay diferencias entre el tratamiento
con tablas reales y el tratamiento con tablas nominales), la ilusin monetaria puede
tener efectos pronunciados sobre los precios, en mercados con complementarieda-
des estratgicas, simplemente porque los sujetos creen que existen otros sujetos que
juegan como si los ingresos nominales fueran los mismos que los ingresos reales.
7
Fase antes
(precio medio en equilibrio 18)
Fase despus
(precio medio en equilibrio 6)
Nominal con oponentes humanos
Nominal con oponentes computarizados
Real con oponentes humanos
Nominal con oponentes computarizados
20 18 16 14 12 10 8 6 4 2 1 3 5 7 9 11 13 15 17 19
periodo
p
r
e
c
i
o
m
e
d
i
o
20
18
16
14
12
10
8
6
4
Figura 16.1. Ilusin monetaria en Fehr y Tyran (2008).
7
En un artculo posterior, Fehr y Tyran (2008) muestran que este efecto se debe a la
complementariedad estratgica. Es decir, demuestran que incluso con jugadores humanos, si
hay sustitucin estratgica en el mercado, el ajuste de precios es muy rpido.
298 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
En resumen, la ilusin monetaria tiene importantes efectos sobre los precios
de mercado cuando los participantes tienen incentivos para seguir a la multi-
tud. No obstante, cabe destacar que mientras la ilusin monetaria y la estructura
estratgica del mercado son explicaciones interesantes para la rigidez de los pre-
cios nominales, muchos macroeconomistas sugieren otras posibles causas para
este fenmeno, como por ejemplo la existencia de fricciones en la adquisicin
y diseminacin de la informacin o la existencia de costes a la hora de ajustar
los precios. Estudios experimentales que ayuden a destacar la relevancia de cada
una de estas otras explicaciones sern una importante rea de investigacin en
el futuro.
Nuestra comprensin de cmo el dinero acta en la economa es fundamen-
tal, pero a pesar de eso, nuestro conocimiento de cmo las funciones del dinero
son afectadas por varias variables todava es bastante limitado. Preguntas para las
que no tenemos respuestas totalmente satisfactorias incluyen: cul es la cantidad
ptima de dinero en la economa y cundo y por qu ocurre una hiperinacin?
Cules son los efectos de que el dinero sea visto en trminos nominales por al-
gunos, pero no por todos los agentes econmicos? Los experimentos discutidos
aqu nos dan respuestas plausibles a algunas de estas preguntas, pero an queda
mucho trabajo por hacer.
Comercio internacional
Un campo de la macroeconoma en el que los mtodos experimentales han de-
sempeado un papel relevante es en el comercio internacional. Noussair, Plott y
Riezman (1995) (vase el Captulo 10) llevaron a cabo el primer intento de crear
y estudiar a travs de un experimento de laboratorio algunas de las caractersticas
ms relevantes del comercio internacional.
En un contexto de intercambio guiado por mltiples mercados interactuando,
el objetivo principal de este ambicioso estudio fue contrastar experimentalmente
asuntos tales como la ley de la ventaja comparativa, la convergencia del precio
de los factores, la eciencia en la produccin y los efectos de los aranceles en las
transacciones internacionales. Ellos consideran dos escenarios:
Tres de ellos son vendedores del (dotados con) bien Y y compradores del
bien Z.
Tres son vendedores del (dotados con) bien Z y compradores del bien Y.
Adems, cada comprador es indiferente, en trminos de utilidad, con respec-
to a qu pas le suministra el bien Y o el bien Z. Todos los sujetos reciben una
gran cantidad inicial de monedas (solo) de su propio pas, y para poder realizar
compras en el otro necesitan adquirir previamente moneda de ese pas. Por tan-
to, esta economa tiene dos pases con seis agentes cada uno, dos bienes, y dos
tipos de monedas que solo poseen valor para los agentes en su propio pas. Las
preferencias de los sujetos fueron inducidas para valorar ambos bienes y nica-
mente la moneda local (el valor de reembolso de la moneda extranjera al nal
del experimento era cero). En cada pas, los mercados de ambos bienes y el de
moneda extranjera fueron implementados usando un sistema informatizado de
subastas dobles (vanse los Captulos 10, 12 y 13).
Se impusieron algunas restricciones para forzar el uso del mercado nanciero
internacional. Primero, todas las compras y ventas en un pas deban ser hechas
en la moneda local. Segundo, a ningn agente se le permita exportar, pero to-
dos los agentes podan importar. Es decir, los agentes, para poder comprar en el
otro pas, deban acudir al mercado nanciero y comprar moneda extranjera con
su moneda local. Una vez haban hecho sus compras en el otro pas, los agentes
podan transportarlas a su pas sin coste alguno y una vez all podan consumirlas
o revenderlas a cambio de la moneda local.
El tipo de cambio, es decir, el precio de la moneda del pas 1 en trminos de
la moneda del pas 2, se determin de tal forma que equilibraba la balanza
de pagos. As, el tipo de cambio aseguraba la igualdad entre la demanda y la
oferta de divisas de ambos pases que se derivan del ujo de las transacciones
internacionales. En este sentido, la principal hiptesis que se debe contrastar se
reere a la ley del precio nico (que garantiza la paridad del poder adquisitivo).
La hiptesis alternativa es de nuevo el modelo autrquico, en el cual el intercam-
bio no ocurre y, por tanto, la ley del precio nico no se cumple.
De acuerdo con los autores, el modelo autrquico es slidamente rechazado
por estos experimentos. Ellos encuentran que, en general, el modelo competitivo
funciona bastante bien, pero ciertas partes del modelo no. Por ejemplo, los tipos
de cambio convergen rpidamente con los valores de equilibrio predichos por el
302 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
modelo, pero los precios en algunos de los bienes no. Adems, la ley del precio
nico no se cumple. Los autores conjeturan que este fracaso reside no tanto en el
modelo de equilibrio competitivo como en las diferentes velocidades de conver-
gencia en el ajuste de los precios en los dos mercados locales.
Fisher (2001), en un trabajo posterior, revisa el asunto de la ley del precio ni-
co y la paridad del poder adquisitivo en una versin enormemente simplicada
del experimento de Noussair, Plott y Riezman (1997). En este nuevo diseo, hay:
Cada individuo tiene que decidir cuntas chas comprar, cuyo coste est
dado, sabiendo que sus ganancias dependern del nmero total de chas
adquirido por su grupo en relacin con el nmero adquirido por el otro
grupo.
todos los miembros de un grupo con costes por encima del valor crtico de ese grupo se abstienen; y
el resto de miembros del grupo, con costes por debajo del valor crtico, votan.
Experimentos en economa poltica (c.17) / 313
iii) La hiptesis del perdedor: los partidarios del partido minoritario (aquel con
menos de la mitad de la poblacin a su favor) deberan decidirse por vo-
tar en mayor proporcin que los del partido mayoritario.
Los resultados de los experimentos de Levine y Palfrey (2007) apoyan las tres
hiptesis, aunque la participacin tiende a ser mayor que en las predicciones
tericas en elecciones con un mayor nmero de votantes, y menores que en las
predicciones tericas en elecciones con un menor nmero de votantes. Estos re-
sultados los puede observar en la Tabla 17.1, en la que se comparan las tasas de
participacin en el equilibrio terico con las obtenidas en los experimentos.
Tamao de los partidos
(partido mayoritario-partido minoritario)
2-1 5-4 6-3 14-13 18-9 26-25 34-17
Participacin de la minora en equilibrio 54 41 46 27 30 21 24
Participacin real de la minora (datos) 53 44 48 38 38 33 39
Participacin de la mayora en equilibrio 64 37 45 23 30 17 23
Participacin real de la mayora (datos) 64 40 45 28 36 27 36
Nota: Reproduccin de la Tabla 1 en Palfrey (2009). Fuente: Levine y Palfrey (2007).
Tabla 17.1. Porcentaje de participacin: equilibrio y datos.
Comportamiento estratgico
Adems del tema de la participacin, los experimentos tambin ofrecen
la oportunidad de investigar hasta qu punto los votantes se comportan
estratgicamente y deciden apoyar a candidatos que, sin ser sus preferidos, pue-
den ayudar a obtener un resultado electoral ms favorable. El voto estratgico
puede tener importantes consecuencias. Por ejemplo, considera unas elecciones
por mayora con tres candidatos, A, B y C, y las siguientes caractersticas:
Una mayora del electorado (la mitad ms uno) eran votantes informados a
los que se les comunicaba las posiciones de los candidatos.
Los candidatos ignoran la localizacin del votante mediano, pero saben que
est en C con probabilidad a y que est en L o R con probabilidad (1-a)/2.
16
En este experimento, como se observa frecuentemente en estos juegos de entrada (en los
que la decisin es binaria: entrar o no entrar), se produce un nmero excesivo de entradas en
relacin a la prediccin terica del equilibrio de Nash.
Experimentos en economa poltica (c.17) / 321
La probabilidad a ser la variable de control en el anlisis. Los valores persona-
les hacen que el candidato 1, el candidato con ventaja, gane las elecciones cuando
ambos candidatos se encuentran equidistantes con respecto al votante mediano.
En este contexto, Aragons y Palfrey (2004, 2005) encuentran apoyo para las
siguientes implicaciones tericas: el candidato desaventajado tiende a localizarse
en posiciones ms extremas que el candidato aventajado; ms an, conforme la
distribucin de los votantes se polariza (el valor de a se reduce), el candidato des-
aventajado tiende hacia el centro, mientras que el candidato aventajado tiende a
adoptar posiciones ms extremas.
17
De los resultados se deriva que, en presencia de valores personales y con in-
certidumbre sobre la localizacin del votante mediano, no slo los candidatos
divergen en sus posiciones polticas sino que, en general, el candidato con des-
ventaja relativa a los valores personales divergir ms cuando la distribucin de
las preferencias de los votantes sea unimodal.
Agregacin de informacin y votaciones
Adems de permitirnos escoger entre diversas opciones o candidatos, las vo-
taciones pueden servir para agregar la informacin esparcida entre distintos in-
dividuos y as permitir tomar decisiones ms acertadas. En el modelo habitual
de agregacin de informacin, un grupo de individuos comparten intereses y
tienen que elegir una alternativa cuyas ganancias dependen del estado del mundo.
Sin embargo, el grupo slo tiene informacin parcial sobre cul es el estado del
mundo. Ms an, la informacin est descentralizada y cada individuo posee slo
una parte de ella.
La pregunta de inters es, por tanto: puede un sistema de votacin agregar
esta informacin descentralizada y encontrar el verdadero valor del estado del
mundo que les permita escoger la opcin correcta?
Teorema del Jurado de Condorcet
El modelo original de agregacin de informacin se remonta a Condorcet (1785),
y las virtudes de la votacin por mayora se resumen en el conocido Teorema del
Jurado de Condorcet (TJC). En pocas palabras, este teorema dictamina que, bajo
condiciones muy generales, la votacin por mayora agrega la informacin de
17
Estos resultados se han replicado con diferentes poblaciones de sujetos y con distintos
protocolos de instrucciones, demostrando su robustez.
322 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
los individuos de manera eciente y es capaz de descubrir la verdad, o escoger la
opcin adecuada, siempre que los individuos voten sinceramente. Por ejemplo,
si la informacin de cada individuo es correcta con probabilidad 0,5, la percep-
cin de la mayora ser correcta un mayor nmero de veces que la de cualquier
individuo. En concreto, tres individuos con informacin estadsticamente inde-
pendiente que decidan por mayora acertarn con una probabilidad 0,64, frente
al 0,5 en la decisin individual. Adems, esta probabilidad tiende a 1 conforme
el tamao del grupo aumenta hasta el innito. Por tanto, el TJC signica que la
votacin por mayora es un buen sistema de agregacin de informacin.
El anlisis experimental ha demostrado la validez y robustez del TJC. De espe-
cial inters son los experimentos de Ladha et l. (2003) y de Guarnaschelli et l.
(2000).
18
Ladha et l. (2003) presentan los primeros experimentos que estudian si
la regla de la mayora supone una mejora respecto a las decisiones individuales. En
estos experimentos un grupo formado por tres individuos tena que descubrir el
color de una bola extrada de una urna compuesta por 60 bolas blancas y 40 bolas
negras. Obviamente, sin ms informacin, la mejor opcin para cada individuo es
decir que la bola es blanca y acertar un 60% de las veces. Sin embargo, para anali-
zar la agregacin de informacin, el experimentador ofreca a los individuos una
seal sobre el color de la bola: cada individuo extraa privadamente una bola de
una segunda urna, cuya composicin dependa del color de la bola inicial:
Si la bola inicial era negra, la segunda urna slo contena bolas negras.
el 73% de los hombres elige el torneo frente a tan slo el 35% de las mujeres,
la cantidad de dinero experimental (chas) que se debe dividir entre los dos
participantes, como
por el nmero de puntos (el precio) que cada cha vale para cada individuo.
Esta conguracin permite a los autores capturar la propensin de los su-
jetos a conceder a los otros cuando el altruismo tiene diferentes precios. Los
resultados indican que no hay una nica respuesta a la pregunta qu sexo es el
ms altruista? De hecho, los autores descubren que cuando el altruismo es rela-
tivamente caro, las mujeres son ms generosas que los hombres, pero cuando el
precio de donar disminuye, los hombres comienzan a dar ms que las mujeres.
6
Vase Ledyard (1995) para un debate ms amplio sobre este tema.
332 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
Diferencias por el lado de la demanda: La discriminacin en el lugar de trabajo
Las diferencias de salarios observadas y la desigual presencia de mujeres y hom-
bres en puestos directivos tambin pueden estar determinadas por el lado de la
demanda. En este sentido, las diferencias observadas se deberan a la existencia
de discriminacin contra las mujeres. Segn Altonji y Blank (1999); podemos
denir discriminacin en el mercado de trabajo como: una situacin en la cual
individuos que proporcionan el mismo servicio y son igual de productivos, fsica o mental-
mente, son tratados de forma diferente en funcin de una caracterstica observable tal como
la raza o el sexo.
Los modelos tericos diferencian entre dos tipos de discriminacin.
i) La discriminacin puede producirse porque las expectativas sobre el
desempeo de las mujeres pueden ser diferentes que sobre el de los hom-
bres. Este fenmeno se conoce como discriminacin estadstica (Phelps,
1972 y Arrow, 1973).
ii) Tambin puede ocurrir que los hombres en la posicin de empleados, jefes
o clientes, preeran trabajar con otros hombres antes que con mujeres.
Esta es la discriminacin basada en los gustos (Becker, 1957).
Sin embargo hay otras explicaciones. Por ejemplo, Bergmann (1974) sea-
la que las diferencias salariales pueden producirse por un efecto de expulsin
(crowding-out), ya que la exclusin de las mujeres de los sectores dominados por
hombres puede provocar un exceso de oferta en los sectores con mayor presencia
de mujeres y, con ello, una reduccin en los salarios.
Existe una extensa literatura que trata de explicar estadsticamente las diferen-
cias salariales controlando ciertas caractersticas relacionadas con la productivi-
dad. De esta manera, la parte no explicada por las variables de control se debera
a la presencia de discriminacin. La mayora de estos trabajos constatan tanto
diferencias de gnero en las medidas de productividad utilizadas como un cierto
grado de discriminacin.
7,8
Una de las crticas que se puede hacer a estos estudios
es que el conjunto de variables explicativas no recoge perfectamente todas las ca-
ractersticas que explican las diferencias salariales y, por tanto, siempre se tiende
a sobreestimar el grado de discriminacin. Este tipo de trabajo emprico parece
indicar la existencia de discriminacin, pero no estudia el origen y la naturaleza
7
Vase Blau y Kahn (2000) o Booth (2009) para una panormica de esta literatura.
8
Vase Altonji y Blank (1999) para una panormica de los estudios de discriminacin en el
mercado de trabajo, y Yinger (1998) para una panormica de la discriminacin en la compra y
alquiler de casas, venta de coches y comida rpida.
Diferencias de gnero en cooperacin y competencia (c.18) / 333
de esa discriminacin. Los trabajos experimentales precisamente nos ayudan a
comprender, en parte, las causas de la discriminacin observada.
En un experimento de campo, Neumark (1996) analiza la contratacin de ca-
mareros en un conjunto de restaurantes en Filadela. Hombres y mujeres con un
mismo currculo se presentaban para puestos de camareros en 65 restaurantes.
Los resultados muestran una fuerte evidencia de discriminacin contra las muje-
res en los restaurantes caros, y un menor grado de discriminacin en los baratos.
Esta discriminacin se puede deber a una discriminacin no slo por parte de los
empleadores, sino tambin por los consumidores (que preeren ser atendidos
por un hombre). En otro estudio de campo, Goldin y Rouse (2000) analizan los
efectos de establecer un procedimiento de audicin ciego en la contratacin de
msicos. Observan un resultado muy notorio: la realizacin de la audicin detrs
de una pantalla aumenta la probabilidad de que las mujeres puedan avanzar en las
diferentes rondas del concurso de contratacin y de ser contratadas nalmente.
Bagues y Esteve-Volart (2007) analizan el proceso de seleccin de candidatos para
la judicatura en Espaa y observan que la composicin del comit evaluador es
importante. Contrariamente a lo que se poda esperar, los comits formados en su
mayora por mujeres tienden a sobreestimar la vala de los candidatos masculinos.
Riach y Rich (2006) realizan un estudio consistente en el envo de currculos
a un nmero de empresas que ofrecan trabajo. Los currculos fueron enviados a
diferentes tipos de puestos de trabajo, distinguiendo entre puestos con una mayor
proporcin de hombres, de mujeres o mixtos. Los currculos para cada tipo de
trabajo eran idnticos a excepcin del sexo del candidato (determinado por el
nombre). Los resultados muestran que las mujeres son discriminadas para puestos
ocupados generalmente por hombres, mientras que los hombres son discrimina-
dos para puestos ocupados generalmente por mujeres. Adems, obtuvieron un
resultado sorprendente: los hombres fueron discriminados estadsticamente en los
trabajos con una ocupacin mixta. Booth y Leigh (2010) obtienen un resultado
parecido, puesto que las mujeres tienen una mayor probabilidad de recibir una
llamada del empleador en trabajos ocupados generalmente por mujeres, pero no
observan ninguna diferencia en trabajos con mayor presencia de hombres.
Los estudios sobre discriminacin en el laboratorio comienzan con Fershtman
y Gneezy (2001) y Holm (2000). Fershtman y Gneezy informan a los participantes
en el experimento sobre el origen tnico de sus rivales en diferentes juegos. Los
experimentos (realizados en Israel) muestran que la discriminacin tnica es fun-
damentalmente un fenmeno observado entre los hombres y no entre las mujeres.
Analizaron tres juegos diferentes, el juego de la conanza, el juego del dictador y
el juego del ultimtum, donde los individuos eran informados del origen tnico
334 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
(judo occidental, asquenaz, o judo oriental) de sus rivales a travs del nombre.
En el juego de la conanza (Berg et l., 1995, vase el Captulo 3) Fershtman y
Gneezy encuentran discriminacin menor grado de conanza hacia personas
de origen oriental. Esta desconanza no es grupal, ya que todos los individuos
enviaban una menor cantidad cuando jugaban con individuos de origen oriental.
Este trabajo permite, adems, diferenciar este efecto de la discriminacin basada
en los gustos. Los mismos sujetos participaron en un juego del dictador y no se
encontraron diferencias segn el origen del dictador. Por tanto, la discriminacin
hacia los individuos de origen oriental debe de estar basada en una discrimina-
cin por estereotipos y no por gustos. Sin embargo, en el juego del ultimtum vol-
vi a aparecer discriminacin basada en estereotipos pero de sentido contrario: los
de origen oriental reciban mayores cantidades que los de origen judo. Slonim y
Guilln (2010) utilizan un procedimiento similar a los anteriores: analizan el com-
portamiento de los participantes cuando pueden seleccionar el sexo de su pareja
en un juego de la conanza y en un juego del dictador. Slonim y Guilln presentan
dos resultados paralelos:
Si los pagos por una u otra accin no se alejan de las ganancias diarias de
una pesquera artesanal.
Si se cumplieran ambas restricciones, las decisiones que tomase el pescador en
el experimento seran prximas a sus decisiones diarias, y los cambios observados
en ellas constituiran una reaccin a los tratamientos (por ejemplo, un cambio
en los incentivos para respetar una veda) y, obviamente, al hecho de que las deci-
siones se toman sobre el papel y no en el mar. Cuanto mejores sean el diseo y la
ejecucin del experimento, ms atribuible ser la reaccin al tratamiento, y ms
relevantes sern los resultados tanto para la ciencia como para la gestin in situ
del recurso pesquero.
Tpicamente, los experimentos de campo en economa del desarrollo han
sido contextualizados, y ese contexto es casi siempre un objeto de estudio en s
mismo. La mayora de las veces, el experimento cuenta con:
i) Participantes experimentados e informados.
ii) Un contexto realista.
iii) Toman decisiones sobre bienes, servicios o inversiones que se ajustan a la
realidad.
iv) Las instituciones y reglas les son familiares.
v) Las cantidades y la forma de pago (dinero, horas de trabajo, bolsas de
arroz, etc.) reejan la realidad de la actividad.
Este nivel de realismo trae consigo varios retos adicionales al diseo tpico de
un experimento de campo. El primero es logstico: en temas de desarrollo, un ex-
perimento de campo exige realizar el ejercicio en zonas marginales o rurales, sin
acceso a un equipo sosticado de cmputo y en instalaciones fsicas precarias. En
un estudio reciente, Alpzar, Carlsson y Naranjo (2010) organizaron once talleres
con pequeos productores cafetaleros, en once salones comunales o escuelas dis-
tintas. Cada taller exigi el traslado de sillas y mesas, la preparacin de caf y bo-
348 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
cadillos y la organizacin de actividades paralelas con los nios de la comunidad
cuyas madres y padres participaban del experimento.
Otro reto interesante es el manejo de la carga de experiencias y vivencias que
traen los participantes en el experimento. Siendo el experimento realista en sus
componentes fundamentales, estas vivencias se convierten en una parte intrnse-
ca del experimento. Por ejemplo, los habitantes de zonas marcadas por la violen-
cia acarrean consigo el resentimiento y la desconanza hacia las autoridades, y el
experimentador debe poner especial cuidado en no ser marcado como ocial
o representante de gobierno, lo cual ocurre con frecuencia cuando las universi-
dades son vistas como entidades ociales.
Por ltimo, el tercer reto es tico. Este es particularmente relevante en un
experimento de campo contextualizado o natural. Dado que el experimento
procura reejar la realidad, es necesario pensar que sus efectos y consecuencias
seguirn teniendo efecto an despus de la ltima ronda. Esto obliga al experi-
mentador a utilizar informacin veraz y que no sea mal interpretable, y a asegu-
rarse de que cualquier comportamiento que surja del experimento (sobre todo
si es negativo) no trascienda el entorno experimental. Por ejemplo, la ruptura de
acuerdos verbales en un experimento relacionado con la bsqueda coordinada
del ptimo social en el caso de bienes comunes juegos de altruismo, conanza
o bienes pblicos puede acabar en recriminaciones y enfrentamientos que fcil-
mente desborden el contexto experimental, y que pueden afectar negativamente
el capital social de una comunidad.
El camino recorrido por la economa experimental en el contexto de Amrica
Latina y su inuencia en la zona
La regin latinoamericana ha sido terreno frtil para el uso y desarrollo de herra-
mientas experimentales y sus aplicaciones en el campo, tema central de este cap-
tulo. En su mayora, estas aplicaciones se han centrado en problemticas del con-
texto rural y en buena medida en problemas ambientales y de recursos naturales
Una panormica de los estudios que se han realizado en la regin nos permite
identicar varios que se han concentrado en hacer mediciones de aspectos del
comportamiento como el ahorro, la conanza y el capital social (Barr y Packard,
2000; Lazzarini et l., 2004; Schechter 2004, 2007). Los estudios antropolgicos que
usan mtodos experimentales tambin han estado presentes en la regin (van-
se por ejemplo los estudios de Henrich et l., 2006, 2010; Kirby et l., 2002). Una
buena parte de este tipo de estudios desde la economa, psicologa y antropologa
se han concentrado en la medicin de las preferencias y los comportamientos con
Experimentos de campo y economa del desarrollo (c.19) / 349
el nimo de compararlos con los observados en pases industrializados, donde es-
tos estudios son ms frecuentes. Un ejemplo de investigacin sobre el consumo
conspicuo y el ingreso relativo en Costa Rica es Alpzar et l. (2005).
En otro interesante estudio realizado en dos cuencas hidrogrcas de Kenia
y Colombia, Crdenas et l. (2010) aplicaron un experimento inspirado en el
problema de provisin voluntaria de bienes pblicos, y la extraccin de recursos
de uso comn, para emular un problema de cooperacin entre quienes se ubican
en la parte alta de un sistema de irrigacin y quienes lo hacen en la parte baja. La
distribucin del recurso en el experimento se haca desde los de arriba hacia los
de abajo, imponiendo una externalidad secuencial adicional al problema de la
provisin. En ese estudio se observ que la desconanza entre los habitantes de
la parte baja y de la parte alta conduca a una distribucin desigual.
En otra lnea de trabajo, generada principalmente por investigadores localiza-
dos en pases latinoamericanos, encontramos experimentos motivados por pro-
blemticas relacionadas con las polticas pblicas y los problemas del desarrollo
de la propia regin. Un buen ejemplo es la exploracin del papel que ejercen las
regulaciones externas en la construccin o destruccin de comportamientos de
extraccin sostenible de los recursos naturales. En buena parte de estos diseos
se encuentran reguladores y regulaciones externas que tienen una capacidad li-
mitada para vigilar y sancionar las violaciones de las reglas, muy acorde con la
realidad de la poltica pblica en materia de recursos naturales y con agentes
estatales reguladores dbiles y sujetos a problemas de vigilancia y sancin.
Varios estudios experimentales de investigadores de la regin exploran la
interaccin entre las preferencias sociales y las regulaciones externas (algunos
ejemplos para Colombia son Crdenas et l., 2000; Lpez et l., 2010; Moreno-
Snchez y Maldonado, 2010; Vlez et l., 2010). Esta lnea de trabajo ha permitido
explorar los problemas de complementariedad o sustitucin entre las normas
sociales y las regulaciones econmicas con aplicaciones directas al problema del
diseo de instrumentos adecuados para la lucha contra la pobreza en un con-
texto de dbil presencia del estado en las comunidades rurales.
Una caracterstica de estos estudios es que estn basados en diseos experi-
mentales inspirados en los entornos donde se aplican. Varios de ellos incluyen
experimentos realizados en los parques nacionales naturales y en el contexto
de prcticas y regulaciones existentes o potencialmente aplicables, o inspirados
en condiciones ecolgicas como las cuencas hidrogrcas (Alpzar et l., 2008a,
2008b; Crdenas et l., 2010; Moreno-Snchez y Maldonado, 2010). Alpzar y sus
colaboradores trabajaron con la agencia administradora de un parque nacional
350 / ECONOMA EXPERIMENTAL Y DEL COMPORTAMIENTO
en Costa Rica para explorar a travs de un diseo experimental diferentes me-
canismos de asignacin de tarifas de entrada y donaciones al parque. El experi-
mento se aplic a visitantes reales del parque con el n de explorar si una mayor
disponibilidad a pagar por encima de las tarifas cobradas a los visitantes, per-
mita mejorar la recaudacin y as nanciar las reas protegidas (vase tambin la
segunda seccin del Captulo 1).
Otras investigaciones interesantes son aquellas en que el investigador esta-
blece una colaboracin con aplicacin directa a un programa de reduccin de la
pobreza y de micronanciacin, como en el caso del programa FINCA en Per
(vase www.ncaperu.net, Karlan, 2005, 2007).
Existen reas de investigacin y aplicacin de experimentos econmicos que
al parecer se encuentran an por explorar en el contexto de Amrica Latina. Dos
sobresalen en particular: