La Dama en La Carretera
La Dama en La Carretera
La Dama en La Carretera
2013
Aviso Legal Todos los contenidos del presente libro estn debidamente registrados en el Registro de Propiedad Intelectual, bajo la autora de Don Hgado bajo su nombre real. Esta prohibida la reproduccin total o parcial de la obra sin previa autorizacin del autor, segn el real Decreto Legislativo 1/1996 del 12 de Abril. Contacto:
Don_higado@hotmail.com Jorge_c_Ramirez@hotmail.es
A todos los habitantes de la Ciudad de Hunuco Que le construyen segundos y das agradables a mi hermano Christian.
Prlogo
Toda creacin latente de vida, durante su existencia aprende, camina, corre, vuela, Aquella creacin, un atardecer al mirar hacia el pasado observa con claridad que de a pocos se transform en un coleccionista de historias, que se presentan con ropajes distintos, a veces se visten de risa, otras de nostalgia, recuerdos o de tantas formas caprichosas como los sentimientos reflejen aquellos instantes. HISTORIAS EN BLANCO Y NEGRO, es la primera entrega de una coleccin de relatos y situaciones que he vivido durante estos aos que llevo caminando por esta preciosa tierra; caminado si, bajo la lluvia, por el contorno del tajo, por calles que ya no existen, por sentimientos que dejan cicatrices, por corazones moribundos Bajo este nombre he reunido una coleccin de libros de Historias y ancdotas personales, que consiste en un libro de poemas, un libro de fotografas y una serie de libros de Historias y ancdotas personales (que se van ampliando diariamente). En esta oportunidad comparto con ustedes, un relato corto que fue escrito de la manera tradicional, durante mis viajes a la Ciudad de Hunuco, he tratado de esbozar siquiera un par de lneas durante los das de permanencia y el paso fugaz en ese precioso lugar. En esta oportunidad les escribo acerca de la experiencia vivida hace algn tiempo, una experiencia esta por dems decir que fue extraa y hasta algo siniestra. En un da comn encontr a un amigo de la infancia haciendo las veces de conductor del camioncito, de una anciana que tiene una forma particular de sufrir sus penas., al leer su historia algunos dirn es una demente!, yo tambin pens en ello, pero dganme quien soy yo para decrselo!? Quin soy yo para arrancarle de su mundo donde vive una vida quizs no feliz, pero tranquila?, Existir alguien capaz de arrancarle del mundo de su creacin y destrozar su paz con un golpe de realidad? Seguramente a de haber algn ser sin corazn. Aprovecho estas lneas para pedirles un favor: si algn da la cordura me abandona y me vaya a vivir a alguna ciudad de mis relatos, no traten de devolverme a este planeta Sin nada ms que decir, comparto con ustedes estas lneas, esperando sus comentarios. Que la naturaleza les regale momentos bellos
ndice
Pgina
Prlogo 3 La Dama de la Carretera .. . 5 Agradecimientos 33
Alejado del formato en blanco y negro, e incluido fotografas (slo por esta vez) entre mis pginas, buscando el compartir un poco mas esta historia.
5|La d a m a d e l a ca r r e t e r a
La dama de la carretera
Cuando despert aquella maana y lo primero que vi fue aquella cara preciosa, que mostraba unos ojos dulces y vivaces, una pequesima nariz que pareciera tallada y unos labios finsimos, que me decan algo y yo no hacia lo mnimo por entender. No hubiera podido imaginar que para la siguiente maana tendra una historia que guardar en mis cuadernos; hasta el da de hoy no se si en verdad ocurri, si fue mi historia o de los dems que estuvieron all, quizs fue lo poco comn de las situaciones o lo extrao de los protagonistas que de alguna manera se parecen todos ellos a mi, ms aun cuando comparten su escasez de cordura. Pero bien, yo estaba comenzando con un relato. - no podemos irnos! Le o decir a la cara preciosa; yo la mir sorprendido, por que me encontraba acostado y lo menos que quera era irme. Me perd un momento al observarla. Hasta que sus manos comenzaron a revolotear ante mis ojos, me cogi del rostro como a un nio pequeo y otra vez dijo: - no podemos irnos sin ver el len Luego tir de la sbana y de la delgadsima colcha blanca que me servan de cobija, con tal fuerza que volaron una gran distancia, y como una nia pequea despus de hacer una travesura, cubrindose los ojos y sin mirar atrs, sali corriendo de la habitacin.
6|La d a m a d e l a ca r r e t e r a
Me sent invadido de un inslito ataque de pudor y renunci de manera forzada a los achaques propios de una resaca, fruto de un da anterior de exmenes en la Universidad, una tarde de turismo con la chica que siempre me gust y una noche de discoteca, baile, espuma y una madrugada de excesos y fantasas. Pero me encontraba all. Luego de un rato de luchar con el agua y el jabn y un peine que ha viajado conmigo por todo el mundo; yo estaba all, todo vestido de negro, listo para un nuevo da de aventura, mejor dicho para ir a visitar al len. Si el len, aquella escultura que siempre me ilusion en que se muestre al llegar a Hunuco, y es lo ltimo de lo que me quiero despedir al comenzar algn viaje de retorno. Al salir afuera del Roble (hospedaje), una gran malla de algo que pareca alambres, abrazaba todas las calles cercanas, por obras en el alcantarillado por parte de la Municipalidad, a esto se sumaba la incomodidad de que cada uno cargaba su mochila y yo llevaba adems una bolsa muy grande de cosas de ella y su bolso; claro que hasta ahora me pregunto que tan fuerte, amenazador y protector se ve un hombre con unas cosas colgando por todo su cuerpo incluyendo un bolso de mujer color caf, con una odiosa figura rosada. Y por supuesto ella con mis anteojos para el sol, por que olvid los suyos en el fondo de su maleta; pero el mayor motivo para todo era que ella nunca dej de cogerme de la mano, a pesar de los constantes tropiezos, de la incomodidad de atravesar puentes improvisados y veredas que a ratos se apretujaban por personas; pero aun as la pasamos bien, bromeando cuando se poda y quejndonos de vez en cuando, hasta que llganos a una calle que no se senta ahorcada por el caprichoso tejido de alambres que asfixiaba a las que dejamos atrs.
7|La d a m a d e l a ca r r e t e r a
Desde ah se poda observar en su plenitud a la plaza de armas, lugar que siempre se encuentra acompaada de muchos lugareos y visitantes, ella sin contenerse, casi me obligo a caminar hasta all para descansar en una banca a la sombra de uno de los inmensos rboles, luego caminar por breves minutos y tomarnos unas fotografas. (La noche anterior estuvimos ah pero estaba tan abarrotada de personas, por que era el da en que los danzantes de los negritos con sus preciosos trajes multicolores y acompaados por unas pequeas campanitas brillantes, danzaban por ltima vez en el ao). Entre palomas y una pileta el tiempo se fue de prisa.
Despus el agradable clima nos encontr parados en una esquina, mientras que los automviles y los moto taxis no se detenan por mucho que Rossana levantara su mano libre; ella cada vez ms molesta y agitando el brazo con la mano extendida, yo la vea y pareca una
8|La d a m a d e l a ca r r e t e r a
nena con ganas de iniciar una pataleta, me gust lo que vea, hasta olvid lo que me tenia obsesionado; quera de manera ms que urgente una botella de agua o lo que sea para hacerle frente a la sed. Al rato, ella desliz tan rpido su mano que apenas la vi alejarse; luego de correr un corto camino abord una moto taxi roja, despus muy contenta me llamaba, y yo no con poco esfuerzo avance hasta el vehculo e ingrese, mientras el conductor hacia de todo para parecer atento, hasta se hizo cargo del equipaje. Luego dentro ya, comenzamos una charla habitual, sobre el clima y dems. viajar en estas motos modificadas siempre me result una gran experiencia, una especie de libertad rodea el ambiente, mientras la brisa tibia golpea muy suavemente y uno se siente bien y ms aun cuando se tiene agradable compaa, como la que tenia all debajo de mi brazo derecho y junto a mi. Despus de algunos minutos llegamos hasta el lugar deseado; mejor dicho en frente, donde pagamos un pasaje muy barato y luego cogimos todo y nos bajamos. Con mucho sol se muestra ms radiante el felino de metal dorado, el smbolo de la ciudad con el mejor clima del mundo. Su figura imponente, se muestra all desde algn momento perdido en la historia;( es el lugar obligado para una pausa para todos los visitantes quienes atraviesan las tierras de la Ciudad de los Caballeros de Len). Ella no tard en cruzar la corta pista poco transitada en ese momento, no dejaba de cogerme la mano, por lo que casi arrastrado llegu ante la presencia de su majestad el rey len.
9|P g i n a
Dejando todo de lado mi acompaante, apareci cmara fotogrfica en mano; me contagi su entusiasmo y deje caer todo lo que llevaba. Ya estaba bueno de quejarse, as que locos de contentos comenzamos a correr como nios por todos lados y a tomar fotografas desde todos los ngulos posibles; fue genial, hasta el momento que despus de ella haberse sacado fotografas en lo alto, al ayudarla a bajar, se present la grandiosa imagen de la iglesia de San Sebastin, la observamos por unos cuantos segundos en silencio, impresionados por su imponente estructura. Yo sent que era la mejor manera de terminar nuestro corto viaje de dos das y al parecer a ella tambin; Nos abrazamos muy fuerte, motivados por algo invisible, y fue mejor cuando ella me dijo: - gracias y me regalo un beso (es el mejor regalo que me dieron hasta el da de hoy)
10 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Me qued en silencio, slo le respond con la misma accin como es natural. Caminamos alucinados y nos tomamos unas fotografas como las de las tarjetas, esas de parejas, besndose y abrazados, apoyando la cmara y dejndola en conteos regresivos, para luego correr y posar delante de ella. Creo que ambos sentimos la necesidad de comenzar una nueva aventura, o de que se termine esta, que ahora haba cambiado un poco. La cara preciosa haba reconfirmado que era ma con un beso, una promesa y unas fotografas; me senta realmente bien, pero ambos sabamos que no podamos quedarnos ms tiempo, pues tenamos que llegar a Pasco para media tarde o quizs para la noche, claro que acompaados por alguna gran excusa. Otra vez cogimos todo y lo acomodamos lo mejor que pudimos, hasta aquel momento yo haba sentido que tenia sed de una botella de agua, cuando en realidad quizs slo necesitaba unos besos hmedos. Decidimos entonces caminar hasta la terminal de buses, ya que todava haba mucho que conocer, cruzamos en frente del cementerio, luego mas all la laguna no nos resistimos a las ganas de caminar un poco a travs de ella; no mucho tiempo despus nos encontramos con un grupo de comerciantes que ofrecan desde frutas frescas hasta algunos jugos de frutas exticas, pasando por gaseosas, helados y dems, para bajarle la temperatura al cuerpo que es elevada por tan caluroso y agradable clima. Compramos unos helados de vainilla, que por alguna afortunada casualidad es el sabor que mas nos agrada a los dos, al punto de que alguna vez le llegue a cantar aquella cancin de Rafo Raez, que nos recuerda este sabor tan especial y mas aun en una tarde calurosaeres tan apetecibl e como un helado de vainilla le dije alguna vez
Despus atravesamos un puente, que nos llevo a una extraa construccin, que en algn tiempo le llamaban la isla, donde se poda apreciar un poco de la fauna de la zona selvtica, pero aquel da los animales ya no estaban. Otra vez las fotografas no se hicieron esperar, pero el tiempo se hacia cada vez mas corto y nuestro paso fue fugaz, continuamos caminando encima de otro puente que te deja al otro lado de la laguna, justamente en frente al estadio.
Muy cerca de ah se estacion un pequeo camioncito blanco, que ms bien pareca una camioneta algo grande, por la carrocera que mostraba, del cual descendi un muchacho un poco bajo de estatura, con una gorra azul y un polo desgastado que en sus mejores pocas seguro fue negra. Camin hacia nosotros y me salud amigablemente, hasta mencion mi apellido; yo lo observaba sin reconocerlo mientras l compraba algunas bebidas, se volvi hacia m y me dijo: - Qu pas?- mientras se quitaba la gorra - no me reconoces?
12 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Inmediatamente le respond que no tena ni la menor idea de quien era. Luego l mencion personas, lugares y fechas de m pasado y yo continuaba sin reconocerlo, hasta que en un momento me dijo: - Soy Edwin Rivera Ante tal presentacin me qued impactado, sin decir nada, haba transcurrido mucho tiempo y ya hasta haba olvidado a los malos maestros y casi en sus totalidad a mis compaeros de educacin primaria; pronto nos dimos un apretn de manos, un abrazo y muchas preguntas se entrelazaron con risas; le present a mi reciente novia, que ya llevaba buen rato pellizcndome el brazo, seguramente incomoda por mi falta de atencin. Edwin pregunt: - hacia donde se dirigen ahora? - a la terminal de buses le dije - hacia donde piensan viajar? - a Cerro de Pasco l me mir sorprendido y me dijo: - si quieren, yo los puedo llevar, de paso me cuentas como te ha ido y cuales fueron la cosas que le dijiste a tu novia para que se quede contigo, yo quiero una igual! (el desalmado aprovech para decirle algo pasado de lneas a la cara preciosa). Yo naturalmente no poda tomar solo esa decisin, me apart un poco y del dije a ella: - el se ofreci a llevarnos -
13 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Ella me contest, - esta bien, veo que son muy amigos y tienen mucho que hablar. (Debo de mencionar que me gusto mucho esa respuesta). Disfrazando mi alegra la dije: - pero yo quiero estar solo contigo entonces ella me mir fijamente, me beso y me dijo: - vamos a estar juntos de todas maneras o no quieres, cuando lleguemos all, me inventar algo para llegar a casa maana (estas palabras, superaron inmensamente cualquier consuelo). Adems la aventura pareca interesante acaso no era eso lo que nos gustaba? Y claro el pasaje nos sala gratis; ante tales razones no tuve ms que aceptar. Edwin durante ese tiempo se haba acercado a una ventanilla abierta del camioncito, luego vino hacia donde nos encontrabamos nosotros y nos dijo: - nos vamos? - claro, por que no -, le respond. - y ella no se molesta? Entonces ella apresuradamente le contest, - no, ya le di permiso Edwin sonri descaradamente, mientras la cara preciosa se enredaba en uno de mis brazos y acariciaba su rostro en mi pecho como un gato y me miraba con unos ojos burlones. Mientras caminbamos con direccin a su vehculo Edwin nos dijo: - All adentro esta una seora, que es muy amigable, yo trabaj para ella a veces, manejo su camioneta cuando quiere visitar la tumba de su
14 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
esposo. Algunas veces se comporta de manera extraa, slo hay que seguirle la corriente - no queremos incomodar - le dije creo que es mejor encontrarnos otro da- no es la primera vez que llevo a mis amistades mientras trabajo para ella, a veces hasta transport a mis familiares y la seora Roberta, no se molesta, hasta disfruta al narrarles historias del pasado, de cuando viva con su esposo y sus hijos, habla de sus hermanos y de lo bien que se llevaban. Seguramente les hablar de su pequea hija; slo escchenla, ella lo necesita ya que ahora no tiene a nadie, desde la muerte de su esposo. Se dice de l que fue un extranjero que fue a trabajar en la empresa mi nera en Cerro de Pasco, y ocup un cargo muy importante, que acumul gran fortuna y que ella fue maestra de una pequea escuela; luego de jubilarse pasaba mucho tiempo visitando a sus hijos. Parece que de a pocos se fue transformando en una molestia o algo as, ya que los ingratos se fueron lejos y ya no la visitan, al parecer slo le envan dinero a veces, ser por eso que a todos los que he subido en su transporte los trata como si fueran sus hijos. Por favor slo traten de aceptarla, a veces puede ser algo extraa Llevbamos unos minutos hablando cuando el agreg - vmonos que se hace tarde y tengo un asunto pendiente que atender. Edwin fue el primero en subir a aquel vehculo blanco y no tard ni un par de minutos en abrir una puerta de atrs, luego baj y cogi la bolsa grande que yo llevaba y la acomod muy bien adentro, despus ocup el lugar del conductor. Mientras tanto yo ayudaba a mi novia a subir a aquel transporte y luego la segu.
15 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Acomodados dentro, saludamos largo rato a la pequea anciana que se sentaba en el asiento delantero junto al del chofer. Edwin encontrndose bien ubicado ya detrs del volante, comenz a hablar con la anciana y a narrarle de donde nos conocamos y alguno que otro recuerdo de la niez, incluso algunos que yo haba olvidado. La anciana, vesta de negro hasta donde alcanzaba a ver, a pesar del calor. ella tenia sobre la cabeza un velo negro, algo as como el que utilizan las seoras en las procesiones, que le cubra no muy bien los cabellos canosos que brillaban por entre medio del enmaraado tejido; la anciana escuchaba atentamente y luego responda de manera calurosa; minutos despus , se acomod de manera que poda observar a Rossana y se refiri a ella como nia bonita, linda princesa, y muchas otras frases que ella sin lugar a dudas se merece; la cara preciosa slo la miraba con dulzura o guardaba silencio. Cuando la anciana comenz luego a observarme, cre que se tomara la libertad de hablar de mi, como lo hacen las viejas chismosas del barrio o aquellas seoras que se pasan todo el da, lanzando injurias de todo aquel que se cruza en frente a ellas y mas aun aquellos que por alguna razn no les caen en gracia, quizs por su forma de vestir, su apariencia o simplemente por envidia. Pero no; fue tan amable y cordial que me hizo sentir querido inmediatamente y un poco importante. Su trato fue de Joven caballero y muchas otras palabras, que hasta el da de hoy no las he retornado a or. Instantes despus Edwin lentamente comenz el viaje de retorno hacia la ciudad mas alta del mundo; el paisaje atrs de la Ciudad del clima excelente, que ama al visitante y tiene Diosas caminando por sus calles, se iba quedando atrs, dejando como siempre una especie de vaco e
En pocos minutos, nos encontrbamos ya a una gran distancia, con direccin a Ambo, despus mi amigo comenz manejar mas lentamente por rdenes de la anciana que vesta de negro, iba tan lentamente que tuvimos tiempo para tomar fotografas de gran parte del camino, despus nos enredamos en conversaciones tan amenas, en las cuales, slo de vez en cuando la anciana intervena con alguna broma dulce, pero jocosa. El camino se hacia mas largo e interesante, por que en un momento cuando quizs algo cansados o esperando or un poco ms a la anciana, nos quedamos en silencio. Ella entonces comenz a narrarnos unas historias de la Ciudad de Cerro de Pasco, nos habl mucho de lo que desconocamos, como del origen del reloj de campana y su relacin con el tajo matagente que hoy se muestra en la nueva ciudad de San Juan, tambin nos habl, del cementerio antiguo que se menciona en el
Redoble por Rancas de Scorza, que fue encerrado por una cerca y despus tragado por el tajo. Muchas historias que ella saba contar, que yo debo de reconocer que quizs ni siquiera en mi obra ms inspirada alcanzara modestamente a rozar con su habilidad innata, (cua nto hubiera dado por grabar cada palabra). Haban transcurrido un par de horas aproximadamente, y el viaje lento habra de observar al atardecer hacerse presente, los relatos fueron interrumpidos de manera abrupta, por que la anciana, nos pidi muy cortsmente que guardamos silencio y comenz a hacer ruidos que son tpicos cuando uno tiene un beb en brazos y trata de consolar su llanto intilmente, despus de entre sus ropas oscuras extrajo algo que me pareci un nio muy pequeito, le pidi a Edwin que le entregara un bolso pequeo que el habra de haber guardado, entonces l sin perder tiempo detuvo el vehculo que conduca, descendi de el y abri la puerta derecha de los asiento donde me encontraba con mi reciente novia; con mucha habilidad se hizo de una mochila grande, de la cual extrajo una bolsa mas pequea y retorn al lado de la anciana. sta a su vez, le orden que siguiera manejando, - que se apurara un poco por que se hacia tarde y ella tenia que llagar a visitar a su esposo . A causa de lo que nos haba narrado Edwin minutos antes de abordar aquel vehculo blanco, se me form un cmulo de ideas, por que l nos dijo que su esposo haba fallecido hacia muchos aos, mencion tambin que sus hijos se haban marchado muy lejosentonces Cmo era posible que ella iba a visitar a su fallecido esposo? Y para aumentar la incomprensin Cmo era posible que ella tuviera una pequea criatura entre sus brazos?. Ciertamente todo se estaba poniendo muy extrao. Al parecer Edwin percatndose de mi reaccin o tratando de apagar mi curiosidad, rpidamente comenz a hablar de cosas tan habituales como el clima, mientras la anciana ya se haba echo de una de esas botellas con las que le dan de beber sus alimentos a los bebs.
18 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Ella trataba a aquella pequea con tanta dulzura y atencin, la elevaba un poco y le daba golpecitos en la espalda, lo curioso era que aquella pequeita no emita ni siquiera un ruido, es ms aquella botella con la que la anciana estaba dndole de beber, pareci no haber sido consumida ni siquiera una gota. La cara preciosa con su acostumbrada curiosidad rebosante, no tard mucho en pedirle que le dejara ver a aquella pequeita. Entonces Edwin se puso muy plido y trat de decir algunas palabras para evitar aquello, pero su reaccin fue cortada de golpe cuando la anciana muy contenta le dijo, que si, que la dejara verla, aunque estaba dormida. Entonces Rossana haciendo un poco de esfuerzo se asom al asiento delantero con su rostro lleno de dulzura; pero esta se le borr cuando la anciana le mostro el rostro de aquella que se hacia cargo; la cara preciosa pas en un segundo de ojos brillantes y mirada maternal, a sentarse casi aterrada a mi lado y a limitarse slo a decir - esta muy linda Yo trat de interrogarla, pero ella no quiso decirme nada, slo sent que se aferraba a mi brazo con fuerza, juro que poda sentir su miedo. Edwin nos mir entonces con unos ojos que parecan pedirnos que guardramos silencio Desde aquel momento el paisaje de la carretera se hizo, algo siniestro y tambin muy silencioso, ni siquiera me atreva a encender el celular para escuchar msica a medias con mi novia, yo quera hablarle y decirle que todo estara bien, pero lo nico que poda hacer era deslizar mi mano por su cuello y parte de su espalda Pero pasados unos minutos ms, al notar que ella pareca temblar de frio, comenc a hablarle y a ofrecerle una camisa gruesa, por que el frio
19 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
estaba ausente, ms aun ah adentro como para utilizar una prenda para el frio. Yo sabia que le tema a algo, me import poco que Edwin me observara con mirada acusadora, mis palabras hicieron aun lado el silencio, ya iba a comenzar con mis preguntas sobre aquello que la haba puesto as, cuando la anciana dijo. - ya estamos llegando, te detienes ms adelante - donde siempre - contest Edwin Entonces observ hacia afuera y a los costados no se presentaba ni siquiera una casa solitaria, como aquellas que como ermitaos se muestran en algunos lugares a lo largo de los caminos. All afuera slo era una carretera corriendo hasta quien sabe donde y a ambos lados solo vegetacin que con la cercana a Pasco se iba haciendo ms menuda y escaza. Ya se notaba la frontera entre la tarde y la noche.
20 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Minutos cortos despus la marcha del vehculo se detuvo y una extraa sensacin, parecida al miedo a lo desconocido se apoder de los dos que bamos en los asientos de atrs; la anciana abri la puerta que tenia a su costado derecho, para luego intentar bajar y dirigirse a un costado de la carretera, digo intentar por que pareca intentarlo, pero no poda con el pequeo que tenia en brazos; entonces Edwin muy presuroso descendi dejando encendido el vehculo, se acerc a la anciana, y le ofreci su mano, ante la protesta de ella que le deca: - yo puedo sola -, pero todos ah sabamos que no era as. La anciana logr su cometido minutos despus y con la ayuda de mi amigo, luego el cerr la puerta y all afuera hablaron algo durante un rato, y despus la anciana se alejo y se dirigi hacia la vegetacin, estaba oscureciendo de manera presurosa, por eso me pareci algo poco natural y hasta irresponsable que l la dejara irse sola, quise bajar para imprecrselo, pero la cara preciosa me cogi con ms fuerza del brazo y me dijo: - no me dejes Esto me agrado de una manera extraa, yo slo atine a decirle que iba a bajar la ventanilla y llamar a mi amigo. - Si te atreves a bajar y dejarme sola, me voy con el primer auto que pase - me dijo con una voz media. Buscando darle tranquilidad la abrac y le pregunt - Qu es lo que te asusto? No me digas que su beb esta horrible, intente animarla, pero ella me miro como a un perro
21 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Entonces ella me dijo algo que me dej muy intrigado y me puso muy a la defensiva - La viejita, no tiene un beb, ella tiene una mueca vestida con ropas de un recin nacido Estas palabras despertaron algo de miedo, debo de reconocerlo. - estas segura? pero ella le dio una botella con leche para alimentarlo, argument. Ella no contest a esto, slo me dijo: - no me importa nada, slo vamos a bajarnos y luego buscaremos como irnos, seguramente pronto pasar un bus o un auto o lo que sea. Entonces le dije - esta bien - y comenc a cargar con mi mochila y la bolsa, ella tambin se hizo con sus cosas, estbamos en plenos preparativos, cuando Edwin abri una puerta e ingres. Al vernos en ah con nuestras cosas me dijo: - no se vayan, no tengan miedo, ya les dije que la seora Roberta era algo extraa, pero ella no es mala, no les va a hacer nada; por favor qudense Yo trat de decirle lo que pensbamos de ella y que realmente haba despertado al miedo en mi novia y que yo ya estaba a un paso de perder la confianza en el, hasta me atrev a decirle de manera casi rabiosa sobre cual era su propsito en llevarnos hasta aquel lugar. l entristeci y dijo - no lo hagan por mi, hganlo por la seora, no le tengan miedo
22 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Yo me encontraba en medio de una duda, sabia que seria una manera muy descorts de nuestra parte el irnos tan intempestivamente, dejando de lado las atenciones que aquella dama haba tenido con nosotros, adems de que hacia buen rato que no vimos mas que a un par de camiones transitando por ah. Con una voz, que pareca molesta, la cara preciosa dijo: - Nos quedamos, esta bien Seguramente intuyendo a que ya se lo iba a pedir. Despus Edwin, intent explicarnos algunas cosas, pero yo me adelant en decirle que no era correcto que dejara a una anciana sola a un costado de la carretera y mucho menos el dejar que se internara entre la vegetacin, a lo que el dijo que aquello era lo habitual, que no era la primera vez que hacan eso. A la distancia con un poco de dificultad se poda observar a la anciana, mirando fijamente a un cerro y pareca querer levantar sus brazos, hecho que le era imposible por que tena a su hijita entre sus brazos. Luego el sonido de la tristeza que se desplazaba por los ojos de la anciana mujer, se dej escuchar desde el lugar donde ella se encontraba. Estbamos tan absortos con la mirada hacia ella, que casi ni notamos cuando mi Rossana, descendi del vehculo y quizs guiada por las lagrimas de la anciana mujer fue arrastrada hasta donde se encontraba ella; yo la percib slo cuando la vi caminando por la carretera. Me apresur en tratar de seguirla, pero Edwin me detuvo, - djala - me dijo, iremos juntos conversando.
23 | P g i n a
Cuando bajamos de aquel vehculo blanco, en la distancia pude distinguir como la anciana le entregaba a mi Rossana su hijita y ella tenindolo en sus brazos tambin pareca estar, no cuidando a una mueca con ropas de beb, sino a un pequeo humano real. Edwin y yo caminamos lentamente y procuramos no acercarnos mucho. Cuando ya nos encontrbamos cerca de ellas, la anciana giro su mirada hacia nosotros y nos dijo: - Hijos, siempre ustedes tarde - Disclpanos m - respondi mi amigo - Vamos rpido, ya se esta haciendo noche tambin, y ya no nos van a dejar pasar- dijo como una maestra a sus discpulos y camin delante de todos. Despus nosotros dos y mi novia frmanos un pequeo grupo y la seguimos por unos segundos hasta que se detuvo, elev las manos como si fuera una adolescente y mir al cielo casi oscuro, luego se sent en el piso no con poco esfuerzo; se persigno como quien se presenta ante una tumba y luego de entre sus ropas extrajo unas flores y la puso con tanto cuidado como ante un mausoleo. Nosotros slo la mirbamos, pero en un instante, mi novia aprovech para mostrarme, el rostro de aquella mueca que la anciana cuidaba con tanto esmero; era una de aquellas muecas de regular tamao, muy populares all por los aos ochenta, con cabellos rubios que las nias podan peinar, una de aquellas que apenas las acuestan cierran los ojos y al levantarlas, producen un ruido e inmediatamente se
24 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
muestran sus ojos azules. Se presentaba all muy bien cuidada, perfumada y envuelta como un beb con sus ropas muy limpias. - los dos haremos bebs mas hermosos le dije, ella slo esbozo una media sonrisa. Luego Edwin dijo: vamos La anciana mientras hablbamos se haba puesto de pie y comenzaba a caminar un poco ms. Esto me preocup por que la noche se hacia presente y el vehculo se quedaba cada vez mas alejado de nosotros. Unos minutos despus, la anciana se detuvo otra vez y ah repiti las acciones que haba realizado en el lugar que se detuvo anteriormente. Despus se acerc a nosotros y pas de largo, se acerc a la cara preciosa y le dijo: - Dame a mi hijita Ella se la entreg sin decir nada, para que luego, la anciana retornar justamente al lugar donde se encontraba; hallndose ah nos dijo: - Vengan aqu- Qu estn esperando? Como hipnotizados avanzamos hasta muy cerca a ella y nos dijo: - Aqu esta el sepultado el to Edgar, al pobre tuvimos que sepultarlo aqu por que en el otro nicho no haba espacio, pero a l tambin le hemos pintado de blanco sus paredes- esta bonito no?Yo no vea ms que una flor apoyada en el borde del inicio de un cerro, pero slo le dije si moviendo la cabeza.
25 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
- aqu, es pintado noms, all donde esta mi Alberto, todo esta echo de mrmol blanco, no haba espacio pues; por esos das muchos vecinos tambin fallecieron de una extraa enfermedad. Ahorita como despedirnos vamos a volver all para que toquen sus paredes, son bien bonitas hoy el to Edgar y mi Alberto van a estar felices, por que despus de tiempo todos sus hijos ha venido a verlos, luego dijo unas cuantas palabras mas con mucha naturalidad despus se persign y dijo: - me voy Edgar, cuida a tus hermanitos, y le encarg muchos saludos al viento o algo que ella solo alcanzaba a ver. Despus dio media vuelta y lentamente comenz el retorno hacia la carretera, pero no lleg hasta ella sino que se detuvo en el lugar donde haba dejado las primeras flores minutos antes. - Miren sus paredes blancas, as pues se enterraba la gente antes- dijo, con una voz, como quien aprecia una obra de arte. Otra vez, nosotros no veamos nada, pero nos mantenamos callados, Edwin se esforzaba, por contestar rpidamente todo lo que ella sealaba, pareca que el tambin vea lo que ella deca, hasta en cierto momento mi Rossana tambin pareci ver todo aquello, que la anciana describa. Yo siempre sumergido en cosas imaginarias, solo vagamente pude inventarme todo aquello. Luego la anciana dijo sintense chicos, un rato siquiera Nosotros lo hicimos y luego, la anciana comenz a narrarnos el origen ingles de su Alberto y muchas otras cosas, cuando de pronto el viento se puso ms frio e intenso. Esto arranc la voz de la garganta de la anciana, que presurosa como pudo se puso de pie y muy alarmada y con mucha energa y tratando de hablar en voz baja nos dijo:
26 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
- el len esta entrando, ahora Diosito, santo! Se apresur en deslizarse por entre medio de la escaza vegetacin, estas palabras nos alarmaron a todos y mas aun a mi Rossana que hasta juro que vi una lagrima en su rostro. - vamos por ac, antes que nos vea dijo muy alarma y tratando de mantener su voz baja. Detrs de ella, llegamos hasta donde se encontraba la supuesta tumba del to Edgar, estando ah nos dijo que nos agachramos y que estuviramos en silencio. Despus ella estuvo largo rato diciendo cosa como: - All esta! -, -como camina! - , -no hagan ruido por que si no nos agarra y nos va a matarY en un momento pareci llenarse de pnico total, se puso de pie y dijo: - cuando se vaya detrs de la capilla, nos vamos a ir escondiendo., escondiendo! Yo me encontraba ms confundido y algo temeroso, hasta llegue al punto de imaginarme a aquel len blanco inmenso que nos acechaba y que nosotros nos encontrbamos en un cementerio donde todo era de un color blanco triste. - Vamos, vamos dijo la anciana con su voz baja y comenz a caminar, y a ratos se agachaba como si estuviera detrs de algo, nosotros tratbamos de imitar y coordinar nuestros movimientos con los de ella. - para que habremos venido, ahora que haremos - y como quien se recrimina, - va a ser mi culpa si les pasa algo!, le escuch decir.
27 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Despus de unos minutos llegamos hasta la carretera y la anciana dijo: - desde aqu vamos a ir corriendo - y apresur su paso tanto como su ancianidad le permita. Los tres que la seguamos. Podamos correr ms rpido que ella y seguramente con un poco de esfuerzo podramos rebasarla; pero nos mantuvimos detrs siguiendo sus aparentes pasos veloces sobre el asfalto, caminamos as casi en la oscuridad hasta el pequeo camioncito. Cuando llegamos hasta l; Edwin se apresur en buscar las llaves en uno de sus bolsillos, para en seguida abrirle la puerta delantera del vehculo; despus de hacerlo se apresuro en abrir la puerta delantera desde donde se colocaba detrs del volante, y desde esa posicin, nos abri la puerta izquierda para que mi novia y yo pudiramos ingresar, todos esto sucedi en un silencio que pareca pronto a romperse Cuando los tres nos encontrbamos dentro y acomodados, la anciana otra vez estaba muy atareada, intentando ingresar por sus propios medios, pero al parecer el peso de sus aos y mas aun su pequeita que llevaba en sus manos no se lo permitan. Otra vez la cara preciosa en un impulso desconocido se adelant a la reaccin de mi amigo y fue ella quien ayud a la anciana a retornar a su asiento, junto al amigo chofer. Despus ingres al vehculo y se coloc junto a m. Yo pude sentir su cuerpo que ahora se encontraba frio y no tuve sino la simple reaccin de tratar de abrigarla debajo de un abrazo. Aquel camioncito dej escuchar su voz ronca, encendi sus faros y reanudo su marcha; adentro otra vez el silencio se paseaba por todo el ambiente; Edwin me miraba de reojo a veces, y mi novia se cobijaba cada vez ms en m.
28 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
- ahora si nos vamos a casa hijitos dijo la anciana mujer Nosotros guardbamos silencio. - la prxima vez, vamos a venir mas temprano, antes de que dejen libre a ese len dicen que lo dejan libre por que los ladrones y los estudiantes de la universidad, vienen a robarse los bienes y hasta los cadveres de todos los que estn sepultados aqu; ellos ingresan por las noches y muchos son atrapados y el len se alimenta de ellos, seguramente no pueden verlo hasta que los atrapa, por que es del mismo color de los nichos. Fue necesario que lo trajeran desde muy lejos para que cuide el descanso de las personas importantes que yacen ah Aquella mujer contino hablando, y yo despus de haberle prestado mucha atencin, de a pocos comenc a sentir un calor muy agradable y mi mente comenz a divagar y a no prestarle atencin casi a nada. No se cuanto tiempo estuve as, slo que al retornar al presente, pude observar a mi sirena de negro enredada en un sueo pacifico, verla all atrajo a mi aquella cancin de Aerosmith - I dont Want to miss a thing. Seguidamente me perd en su belleza dormida, placida y delicada, confiando plenamente en mi; otra vez me fund en mis pensamientos observando cada centmetro de su rostro y sus largos cabellos; me resultaba increble, lo impredecible que llegaba a ser, muchas veces hasta era semejante a mi, capaz de emprender alguna aventura alejada de toda norma y cordura esperada, habamos vivido tantos caminos y tantas aventuras, como buenos amigos. Haba sido slo cuestin de tiempo para que nos encontrramos juntos ah, perdidos en medio de la ms desconcertante experiencia. Mujer cuervo pens hasta que en un momento Edwin dijo:
29 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
- en diez minutos llegamos, detrs de esta montaa est Cerro Entonces con un movimiento algo exagerado deslice el brazo sobre el cual descansaba la cara preciosa, ella abri los ojos pero no me deca nada, luego las luces anaranjadas de los postes se deslizaron dentro formando sombras extraas, y nosotros aprovechamos de la penumbra para hacernos de ropa abrigadora y de un beso furtivo. Pero cuando estbamos atravesando el arco de entrada a la ciudad, la anciana le dijo a mi amigo algo que no alcance a or, entonces el detuvo el camioncito y descendi de el, no sin antes decirme que lo acompae. Encontrndonos afuera, Edwin me dijo: - la seora Roberta dice que ha olvidado un asunto pendiente y tenemos que retornar, ella me dijo ve y habla con tus hermanos. - esta bien - le dije, luego le agradec el habernos llevado hasta ah y quise pagarle el pasaje correspondiente; l se neg rotundamente a aceptar dinero, todo lo contrario l estaba apenado por el echo de no podernos llevar hasta mas all. Despus ambos abordamos el vehculo y yo sin nada mas que decir mir a mi novia y le dije, - es hora de irnos Ella comprendi a lo que me refera y sin ms que decir, trmino de cerrar bien su mochila y echar de menos sus objetos, mientras yo hacia lo mismo. Terminada la breve labor no supe que decirle a la anciana como despedida, pero la cara preciosa fue tan natural y le dijo: - gracias mamita por el viaje, abrguese, cudese mucho y a su hijita tambin
30 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
La anciana entonces se esforz por acomodarse en su asiento de forma que nos pudiera ver y contest: - Gracias mis hijitos, por acompaarme, seguramente en el cielo hoy estarn de fiesta, felices por sus visitas -, deca esto mientras su rostro entristeca. Entonces yo le dije: - gracias abuelita - y me qued sin palabras - gracias a ti, cuida de mi princesa, me respondi. Luego la cara preciosa, se acomod muy cerca al asiento de la anciana y le habl como quien consuela a una nia pequea por un largo rato, despus not que la estaba cogiendo de una de sus manos; la anciana le beso la mano y lentamente fueron desenredndose sus dedos, en una ceremonia triste, como quien deja ir a alguien a quien se ama. Despus ambos salimos hasta la carretera y comenzamos a caminar; al frente se encontraban unos cuantos automviles que brindaban el servicio de taxi, el viaje desde ah seria corto hasta la bella Ciudad de San Juan. Apenas habamos caminado unos pasos cuando Edwin se acerc, se disculp con los dos, me pidi el nmero del celular y trat de que ella tambin le diera el suyo, cosa que no consigui. Despus se deshizo una vez mas entre disculpas y agradecimientos por haberlo acompaado durante esas horas y haber sido amables con aquella anciana mujer. Prometi que pronto nos encontraramos y que l nos explicara todo aquello lo que habamos vivido durante esas horas, sin ms que decir se despidi de nosotros; lo vimos entonces el alejarse, subir en el vehculo blanco y despus de unas maniobras cambiar su
31 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
direccin, emprender su camino y desaparecer en la tarde dejando detrs slo un par de luces rojas que de a pocos se fusionaron con la oscuridad. Entonces la cara preciosa y yo en poco tiempo abordamos un automvil oscuro, que por alguna extraa razn slo llegaba hasta el centro de la Ciudad. Encontrndonos en la terminal de buses ella me sorprendi una vez ms y me dijo: - vamos caminando hasta San Juan - bien respond Y caminamos abrazados, al borde del tajo por mas de media hora, conversando sobre todo lo que nos haba ocurrido en un corto viaje; nos tornamos nosotros tambin en una pieza ms del rompecabezas de la noche.
32 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Desde aquel da, los viajes a la Ciudad de Hunuco, guardan un misterio singular; aun en los atardeceres de retorno, apoyo un poco mas el rostro a los vidrios y busc a aquella anciana a un costado de la carretera, perdida en un cementerio blanco de viento y un len que ha de acecharla; aun espero encontrarme con aquel camioncito blanco que la lleva dentro, estacionado en plena ruta.
Espero que Doa Roberta, todava siga recorriendo aquellos caminos, que sus historias todava se deslicen a los odos de los pasajeros eventuales y oportunos. Que aquella mueca no se haya quedado hurfana y olvidada en algn lugar.
Donde este quiero que sepa, que a su princesa Rossana (la cara preciosa) (mi sirena de negro), la cuid bien hasta el da en que ella decidi irse a una Ciudad muy lejos de aqu. Que estamos bien y comunicndonos constantemente, que su historia la compartimos sus hijos, frutos del destino y la coincidencia, y que nunca olvidaremos... a la dama de la carretera
Fin de la transmisin.
33 | L a d a m a d e l a c a r r e t e r a
Agradecimientos:
Gracias a mi madre y a toda mi familia por soportarme aunque siempre vaya en contra de todo, gracias a mi padre por ensearme a amar a una sola mujer, por la vida de lujo que no merezco, y por guardarme un lugar all donde esta ahora. Gracias a Christian por ser mi hermano, por incluirme en uno de sus proyectos y por las horas de ideas; por soportar el teclado y la msica de la pc durante muchas madrugadas Gracias a Alondra, por su amistad y sus comentarios Gracias a Pedro Gonzales por dedicarle un poco de su tiempo a leer mis publicaciones y por sus comentarios en el Facebook. Gracias a Karina Clemente, por los comentarios en el Facebook Gracias a Jimmy por las horas de conversacin, el apoyo de amigo y las ganas de leer mis historias Gracias a Vctor Sinche Calixto, por leer mis publicaciones, y haber echo de los das de Universidad ms llevaderos Gracias a PiLar Cita por un buen recuerdo de madrugada. Gracias a ellos por ser mis amigos a pesar de que me conocen bien. Gracias, a todos aquellos quienes por error o curiosidad lleguen a descargar y a leer este contenido
Y tambin Gracias eternas a Emerson, que apenas hace unos minutos me enter de su fallecimiento. Gracias por una noche de diciembre y los largos das, por la compaa