Cine y Filosofía
Cine y Filosofía
Cine y Filosofía
d a d i s e c e n y r a z a , o n i t s e D
CINE Y FILOSOFA
Destino, azar y necesidad
Jos Gonzlez Ros
con la colaboracin de Juan de Borbn
Direccin Nacional de Gestin Curricular y Formacin Docente rea de desarrollo profesional docente Proyecto Equipo multimedia de apoyo a la enseanza Coordinacin general Silvia Storino Esteban Mizrahi Coordinacin ejecutiva Martn D'Ascenzo Supervisin Patricia Bavaresco Corina Guardiola Mercedes Potenze Claudia Rodrguez Adriana Santos Teresa Socolovsky Vernica Travi Produccin editorial Viviana Ackerman Raquel Franco Karina Maddonni Adriana Martnez Sergio Luciani Mario Pesci Nora Raimondo Liliana Santoro
Agradecemos especialmente a Raquel Gurevich, Beatriz Masine, Javier Trmboli. Expresamos asimismo nuestro agradecimiento por la lectura crtica de los mdulos a los siguientes profesores de nivel medio: Matilde Carlos, Sergio Carnevale, Horacio Fernndez, Marcela Franco, Emilce Geoghegan, Rubn Guibaudi, Julin Insa, Gertrudis Muchiute, Claudia Paternster, Andrea Paul, Mnica Pianohoqui, Gustavo Ruggiero, Alfredo Sayus, Adriana Valle.
Estimados colegas: Una de las preocupaciones compartidas por los profesores de escuela secundaria es la de generar en sus aulas mejores condiciones para la comprensin y apropiacin de los saberes que la institucin est convocada a transmitir. Los alumnos que habitan nuestras escuelas transitan una poca en la cual la produccin audiovisual ocupa un lugar protagnico: los jvenes y tambin los adultos formamos parte de un mundo que se comunica, divierte, informa y conmueve por medio de las imgenes. Desde esta perspectiva, nos hemos planteado la tarea de encontrar nuevos lenguajes y formatos que tornen posible un mayor acercamiento entre docentes, alumnos y contenidos de enseanza. En esta oportunidad, buscamos poner a disposicin de los docentes un conjunto de materiales con los que se busca, por un lado, enriquecer la transmisin de contenidos curriculares en humanidades y ciencias sociales y, por otro, facilitar la comprensin de problemticas especficas del mundo contemporneo relativas al mundo del trabajo, las culturas y los vnculos juveniles. Los mismos potencian el uso de la imagen como recurso para la reflexin sobre temticas clave que atraviesan nuestra poca. Creemos que introducir nuevas narrativas en la escuela puede ser una excelente ocasin para abrir debates acerca de los mltiples cambios histricos, sociales, polticos, econmicos y de la vida cotidiana que se abordan como objeto de conocimiento en la escuela. La Ley de Educacin Nacional dispone la obligatoriedad de la Escuela Secundaria. El desafo que se nos plantea como sociedad es garantizar la inclusin de los adolescentes y jvenes en la escuela desde una justa distribucin de los bienes culturales de los que disponemos. En este sentido, esperamos que los materiales que aqu presentamos enriquezcan la tarea de ensear y aprender en la escuela media. Cordialmente, Lic. Daniel Filmus
ndice
Captulo 3 ................................................................................................................................ 105 Dos vidas en un instante - Hechizo del tiempo Introduccin Primera consideracin: un juego de dados, el azar Segunda consideracin: el eterno retorno Tercera consideracin: invencin de la identidad personal Actividades Bibliografa
Presentacin
Con este cuadernillo buscamos ofrecer al docente una va activa y creadora para transitar un territorio ciertamente desregulado, fronterizo y muchas veces desrtico, como es el espacio curricular de Filosofa. En virtud de ello no tenderemos aqu a asimilar esta situacin con pesimismo y melancola sino tan slo a proponer un camino posible para construir una cartografa cuya superficie se genere en el movimiento de la reflexin. Pues en el caso de la filosofa no se tratar de permanecer inmviles en la quietud, sino de afirmarnos en un continuo movimiento. Y ser en este movimiento reflexivo de retorno sobre sntomas y malestares que asimilamos bajo la forma de problemas que encontraremos lo propio del oficio filosfico.
De all que la filosofa podr ser entendida entre nosotros como una resistencia cierta frente a problemas, no para disolverlos como tales en tanto irreales, ilusorios, imposibles o bien irresolubles, sino ms bien para comprenderlos en su carcter problemtico. Con ello daremos lugar a la irrupcin de problemas que anuncian el advenimiento de lo imprevisto, de lo impensado, en el orden de lo cotidiano, esto es, de acontecimientos que abren caminos, des-estructurando los ya existentes, vigentes y conocidos. La filosofa invitar en este punto a sustraerse al orden establecido de las cosas. Fue en este sentido que Michel Foucault defini la filosofa como la arenosa extensin de lo impensado. Por ello, invitamos a los docentes a una estancia crtica y reflexiva en este laberinto de problemas sin entrada y sin salida al que damos el nombre de filosofa.
P R E S E N T A C I N
Este cuadernillo se compone de tres captulos en los que se tratan Matrix I, Corre, Lola, corre, Dos vidas en un instante y El da de la marmota respectivamente. El anlisis y la interpretacin de los problemas que sugieren las pelculas son presentados a travs de dos caminos. Nuestra intencin ha sido, con esto, la de brindar al docente distintas vas para el abordaje filosfico de problemas. As, en el caso de los primeros dos captulos seguimos un camino de anlisis e interpretacin vertical, ya que profundizamos en los diversos problemas que se suscitan en las pelculas, como el sueo y la vigilia, lo real y lo aparente, el tiempo y los tiempos. Por otro lado, en el captulo III se propone un camino de anlisis e interpretacin horizontal. Se trata en este caso del abordaje transversal de estas pelculas a travs de un problema, el del destino, el azar y la necesidad. Con todo, es oportuno aclarar que se trata de un problema que no es ajeno a Matrix I y a Corre Lola, corre, tal como ser indicado. En las consideraciones que componen los captulos hemos buscado en primer lugar poner de manifiesto la vigencia de los problemas sobre los que tratamos, tal como aparecen ya en el uso coloquial de nuestra lengua. En segundo lugar, hemos ofrecido distintos momentos en la historia de los problemas, con la intencin de acentuar los diversos modos en que han sido abordados por los filsofos. Con ello no hemos querido establecer una evolucin o progreso en la historia de los problemas filosficos, sino tan slo brindar al
lector distintas y posibles iluminaciones sobre ellos. Por ltimo, hemos expresado el deseo de que esos problemas sigan vivos e irresueltos entre nosotros, como tareas no clausuradas para pensar. El lector advertir que en muchos casos tanto en los captulos como en el Eplogo ofrecemos el origen de ciertas nociones y conceptos que nos parecen importantes en el contexto de la problemtica filosfica. Esto no lo hemos hecho movidos por un afn de erudicin, sino tan slo para brindar la raz de ciertas expresiones y, con ello, la posibilidad de abrirnos a la riqueza que concentran ciertos conceptos en su origen. Con todo, podramos recordar aqu las palabras de Hegel al respecto. En su Prefacio a la segunda edicin de la Ciencia de la lgica afirmaba que la filosofa no precisa en general ninguna terminologa especial; ciertamente hay que aceptar algunas palabras de lenguas extranjeras, las que, por otra parte, ya han adquirido en ella derecho de ciudadana por el uso; y en este caso, donde lo que importa es el contenido, estara fuera de lugar un purismo afectado.1 Finalmente, en cuanto a la bibliografa tanto de los captulos como del Eplogo, la hemos elaborado con la intencin de ofrecer al lector algunas vas para la profundizacin en los problemas que presentamos. No sugerimos una bibliografa extensa y generalsima sobre los autores, no slo porque implicara una dispersin inconducente sino tambin porque no se trata aqu de autores sino ms bien de problemas.
1 G.W.F. Hegel, Ciencia de la lgica, trad. Augusta y Rodolfo Mondolfo, Solar / Hachette, Buenos Aires, 1968, p. 33.
Matrix
Introduccin
Cuando en 1999 se estren Matrix I en las pantallas de casi todos los cines del mundo, la atencin del pblico rpidamente se dirigi no slo a los novedosos efectos especiales (conocidos como bullet time, un truco de cmara consistente en rodar 12.000 fotogramas por segundo), sino que el gnero en s mismo fue foco de atencin. Fue as como el gnero de la ciencia ficcin (o sci-fi, abreviatura de science fiction) una vez ms fue puesto en primer plano. Ahora bien, el abanico de cuestiones que plantea la pelcula tanto aquellas de ndole estilstico-literarias como de planteamiento filosfico, pertenece claramente a una rama de la ciencia ficcin que trabaja en la construccin de situaciones y aventuras en futuros postapocalpticos en los que la alta tecnologa (high-tech) es moneda corriente, y, dependiendo del caso, las mquinas han igualado o incluso superado al hombre. De hecho, la palabra matrix tiene su origen y primera aparicin en la literatura de ciencia ficcin en la memorable novela Neuromante (Neuromancer), de William Gibson. Es en este libro, publicado en 1984, donde el autor elabora la teora de que en un futuro no muy lejano, las redes de comunicacin envolvern al mundo transformndolo en una gran red de redes (World Wide Web) y creando una trama
cerrada de informacin que englobar la Tierra. Y debido al perfeccionamiento de la alta tecnologa, ciertas personas podrn entrar a un espacio-tiempo llamado ciberespacio: un extraordinario complejo de laberintos virtuales donde las leyes de lo concreto, que comnmente denominamos real, no tienen vigencia. De esta forma, Gibson describe al paisaje ciberntico conocido como Pelcula The Matrix (1999) matrix. de Andy y Larry Wachowski Este relato tuvo tanto xito que, junto con otras publicaciones provenientes de la revista Cheap Truth (juego de palabras en ingls entre verdad barata y la verdad del chip), dio lugar a un sinfn de novelas, cuentos y sobre todo pelculas respecto de esta clase de tpicos fantsticos. De hecho, otro de los grandes conos cinematogrficos pertenecientes a este gnero es la produccin japonesa, Fantasma en la coraza (Ghost in the shell, 1994). En esta pelcula dirigida por Mamoru Oshii encontramos nuevamente un futuro saturante y desesperanzado, plagado de metal y fibra ptica, donde, a diferencia de lo que sucede en Matrix, el poder no lo tienen las mquinas sino una gran Corporacin. Esta gran Corporacin cuenta con grupos-comando
C A P T U L O 1
(como los agentes en Matrix) que se encargan de una estricta vigilancia de lo que ocurre en la Red de Redes (nuevamente el ciberespacio), puesto que hay grupos de resistencia opuestos al rgimen de la Corporacin. La trama se centra en el descubrimiento de uno de los miembros de la resistencia de que l mismo no es otra cosa ms que una inteligencia artificial, esto es, una mquina con conciencia de s, y en el reclamo de sta de poseer un cuerpo y una identidad. Si bien se extiende una dcada entre Neuromante y Fantasma en la coraza, las similitudes que los filmes presentan entre s, y ambos con respecto a Matrix, saltan a la vista: futuros destruidos, poblaciones subyugadas por un poder aplastante, grupos de resistencia, y una dimensin virtual llamada ciberespacio o matrix como escenario de disputas con grupos que resisten a las condiciones de opresin, el cual funciona como base para el planteamiento de cuestiones tales como: qu es lo real?, qu es un cuerpo?, cul es mi misin en este mundo?, etctera.
Aun cuando estas cuestiones ya estaban planteadas, por qu la triloga Matrix tuvo tanto xito? No fue precisamente por el renombre de los directores, ya que las pelculas anteriores de los hermanos Wachowsky (Lazos ardientes y Asesinos) no se centraban en este tipo de problemticas, y de hecho no fueron grandes producciones ni tuvieron mayor reconocimiento. Distinto es el caso de la ltima de sus pelculas, V de Venganza (V for Vendetta), situada en un futuro esta vez ya no tan lejano ni ciberntico como en Matrix, pero en el que igualmente un poder aplastante acosa a una sociedad adormilada. De cualquier manera, una posible respuesta al xito de Matrix reside en que, en este emprendimiento, los directores recurrieron a la hbil estrategia de juntar varios de los tems de la ciencia ficcin reunindolos en un solo filme, sumndoles sorprendentes efectos especiales y agregando un elemento que no estaba presente en ninguna de las pelculas y/o libros anteriores: el marcado tono proftico o casi religioso. Es uno de los aspectos ms notables de Matrix el hecho de que tanto el nombre mismo de la pelcula como los nombres de los personajes o de las ciudades, y tambin la historia misma, estn teidos de referencias o bien a la mitologa griega, como en el caso de Orculo, o bien a la tradicin judeocristiana. Matrix procede del latn y se traduce por matriz. El nombre del protagonista refiere al nuevo (del griego nos), nacido con la legendaria misin de salvar al
mundo. Morfeo, que procede del griego morph, y significa forma, alude claramente al personaje de la mitologa griega conocido bajo el nombre de Oneiro, uno de los tantos hijos de Hipnos, el dios del sueo, y Nicte, diosa de la noche. Su misin era la de dar forma a los sueos. Paradjicamente en Matrix no dirige el sueo de los hombres sino que busca despertarlos. Trinity procede del latn trinitas y significa Trinidad. La ciudad santa es Sion. Los tres hroes principales de cierta manera expresan la Trinidad, segn la cual Morfeo sera el Padre, Neo el Hijo y Trinity el Espritu Santo o Amor, siguiendo una terna de la tradicin cristiana. Sin embargo, las referencias religiosas de la saga no sern un tema a tratar a lo largo de este captulo, ya que el abordaje de los planteamientos que se pueden entrever
en la pelcula, permiten un desarrollo ms ajustado a problemticas estrictamente filosficas y no de ndole religiosa. La primera parte de la saga contiene una mayor cantidad de elementos filosficos por analizar, mientras que la segunda, Matrix recargado (The Matrix Reloaded), y la tercera, Matrix revoluciones (The Matrix Revolution), tienen el ya mencionado tono proftico, por lo que estas dos ltimas partes no sern tomadas en consideracin ms all de referencias ocasionales. Entonces, qu es una pregunta?, qu es lo real?, soy libre en mis acciones o bien hay un destino, una fortuna, una necesidad, que me imponen su designio?, son interrogantes que dirigen la mirada y ofrecen una multiplicidad de caminos de anlisis e interpretacin. Tal como dice Morfeo: Yo slo puedo mostrarte la puerta. T tienes que atravesarla.
En esta primera consideracin propondremos algunas reflexiones en torno de los posibles orgenes del pensamiento que denominamos filosfico. Esto es, cules son los motores que nos mueven a pensar desde la perspectiva filosfica? En este punto es importante advertir a nuestro lector que aqu nosotros tratamos de presentar aproximaciones referidas a sus orgenes (al. Ursprngen) y no a su comienzo o nacimiento (al. Geburt). Esta ltima nocin de nacimiento hace una clara alusin a su comienzo desde el punto de vista de su historia concreta, esto es, de su inicio en el tiempo. Mientras que el trmino orgenes seala los elementos o principios por los cuales se pone en movimiento la maquinaria del pensamiento filosfico. Iniciaremos nuestro camino, tal como lo haremos repetidamente en ste y en el resto de los captulos, a travs de o a partir de fragmentos del guin de Matrix I. En este caso se trata del pasaje en el que Trinity se comunica con Neo a travs de su computadora (frag. A) y de aquel otro en el que ste dialoga con el nio budista en la casa de la Pitonisa (frag. B). En ellos se ponen en evidencia ciertos elementos que guardan relacin con la irrupcin de lo impensado, esto es, de lo imprevisto como motor y origen de la reflexin filosfica.
Fragmento A Monitor: DESPIERTA, NEO. Neo: Qu? Monitor: MATRIX TE POSEE. Neo: Qu diablos? Monitor: SIGUE AL CONEJO BLANCO. Neo: Al conejo blanco? Monitor: TOC, TOC, NEO. Fragmento B Nio budista: No intentes doblar la cuchara. Eso es imposible. En vez de eso, slo procura comprender la verdad. Neo: Qu verdad? Nio budista: Que no hay cuchara. Neo: No hay cuchara? Nio budista: Si lo haces, vers que no es la cuchara la que se dobla sino t mismo.
La primera consecuencia que podemos desprender de estos fragmentos refiere al advenimiento o irrupcin de lo imprevisto, esto es, de aquello que no ha sido visto con anticipacin o anterioridad en el orden de la percepcin cotidiana de las cosas. Es decir, de aquello que acontece o
tiene lugar rompiendo el orden de lo previsible, como en el primer caso, en que el monitor de la computadora de Neo comienza a mostrar un texto que l ni ha escrito ni puede borrar; o bien cuando, en el segundo caso, ya en la casa de la Pitonisa, se encuentra con el nio que dobla la cuchara slo concentrndose en ella. De all que podamos definir lo imprevisto como todo acontecimiento que tiene lugar en el mbito de lo real, resquebrajando o agrietando el orden, estructura y sentido de lo previsto o previsible. Ahora bien, podramos relacionar estas nociones de lo previsto e imprevisto con los conceptos de lo pensado y de lo impensado. Con el concepto de lo pensado hacemos referencia aqu a un conjunto de ideas asimiladas (sea por medio de la tradicin, la educacin recibida, la religin o bien la costumbre) que nos permiten actuar y
UN IMPREVISTO
Con la finalidad de iluminar esta consideracin, sale a nuestro encuentro una multiplicidad de ejemplos posibles. Tomemos para ello el caso de la pelcula La terminal de Spielberg (2004). Viktor Navorski llega desde un pas de Europa del Este al aeropuerto Kennedy de Nueva York con la intencin de cumplir un deseo paterno. Al entregar sus papeles sucede lo imprevisto o lo impensado para este extranjero que no conoce la lengua local: su pasaporte, que se encontraba en regla en el momento de emprender su viaje, es rechazado en Migraciones, con lo cual se rompe para l el orden de lo previsto y pensado. Sin saberlo, se ha producido un golpe de Estado en su pas mientras viajaba. As, se encuentra bloqueado en el aeropuerto de Nueva York con un pasaporte de ninguna parte y sin autorizacin para ingresar a los Estados Unidos.
comprender los distintos acontecimientos con los que nos topamos en nuestra experiencia diaria. Son ideas, conceptos y valores con los que respondemos de modo inmediato. Lo impensado, por el contrario, seala la irrupcin de un acontecimiento irregular en el orden del pensamiento, y con ello el advenimiento del des-orden y la ausencia de respuesta inmediata. En este punto entonces podemos afirmar, a partir de los ejemplos de Matrix y La terminal, que son los acontecimientos que ubicamos del lado de lo imprevisto y de lo impensado los que irrumpen y agrietan el orden de lo previsto y ya pensado. El trabajo filosfico, en este punto, puede ser entendido como cierta resistencia frente a estos acontecimientos, no para disolverlos como tales en tanto irreales, ilusorios o bien imposibles, sino ms bien para comprenderlos como tales. En su origen, la reflexin filosfica debe dar lugar a la irrupcin de lo imprevisto, de lo impensado. Pues se trata precisamente de acontecimientos que abren caminos, des-estructurando los ya existentes, vigentes y conocidos. La filosofa invita en este punto a sustraerse al orden establecido de las cosas. De all que sta ha
intentado siempre romper con el sentido establecido para dar espacio al sin-sentido, o bien para finalmente sistematizarlo bajo una nueva forma o estructura, o bien para intentar describirlo como tal, como no-sistematizable. As, lo imprevisto, lo impensado, aparecen ante la filosofa como algo por pensar, algo por hacer, esto es, una tarea. En este sentido, el filsofo francs Michel Foucault defina la filosofa como la arenosa extensin de lo impensado. Con todo, es importante sealar que esta suerte de resistencia reflexiva que se lleva adelante en la arena de la filosofa siempre es posterior a la irrupcin de los acontecimientos imprevistos e impensados en nuestra experiencia cotidiana. De all que podemos, en este punto, recordar aquellas palabras finales de la Introduccin a Fundamentos de la filosofa del derecho de Hegel, que expresan en una metfora el retardo o posterioridad de la reflexin filosfica respecto de aquello que se busca comprender y explicar. Esto es, el despus de una nueva vuelta (re-) sobre la flexin del acontecimiento: Para decir an una palabra sobre la enseanza de cmo debe ser el mundo, es obvio por cierto que la filosofa llega siempre demasiado tarde. Como pensamiento del mundo aparece en el tiempo slo despus que la actualidad ha consumado su proceso de formacin y se halla ya lista y terminada. Esto, lo que ensea el concepto, lo muestra
con la misma necesidad la historia; es decir, que slo en la madurez de la actualidad aparece lo ideal frente a lo real, y erige a este mismo mundo, aprehendido en su sustancia, en la figura de un reino intelectual. Cuando la filosofa pinta su gris en el gris ya una figura de la vida ha envejecido y con el gris no se deja rejuvenecer, sino slo conocer; el bho de Minerva inicia su vuelo a la cada del crepsculo.2
2. George Wilhem Friedrich Hegel, Fundamentos de la filosofa del derecho, Siglo XXI, Buenos Aires, 1987, p. .
Ahora bien, situados en este punto, es decir, en el advenimiento de lo imprevisto e impensado como origen del trabajo filosfico, es importante que nos refiramos en el apartado siguiente a las distintas reacciones que han tenido y tienen lugar frente a aquello que ignoramos. Y esto lo haremos antes de avanzar sobre la segunda consideracin, que gira en torno de las preguntas en el mbito de la filosofa, ya que, de cierta manera, es de esas distintas reacciones y resistencias que se desprenden las preguntas a las que damos en llamar filosficas. El no saber como principio del saber: los orgenes de la filosofa
La ignorancia es ms cercana a la verdad que el prejuicio. Denis Diderot.
Caminante sobre mar de niebla (1817/8) del pintor alemn Caspar David Friedrich (1774-1840)
En este apartado nos referimos a cuatro posibles orgenes del filosofar. Ellos se han dado histricamente pero, desde el punto de vista contemporneo, tienen lugar simultneamente. A travs de ellos nos topamos con diversas reacciones frente a lo imprevisto e impensado, esto es, al no saber, el cual es entendido aqu como principio del saber. Quiz el lector comparta con nosotros esta certeza: el no saber es lo que nos mueve a saber. En este punto trataremos puntualmente sobre el asombro, la duda, la conmocin ante las situaciones lmites y la comunicacin por medio del
lenguaje. Por otro lado, estos orgenes del filosofar estn presentes en Matrix I, ya que en distintos momentos el seor Anderson (Neo antes de su conversin o re-nacimiento) expresa su asombro, duda y conmocin frente a situaciones que l mismo concibe como imprevistas e impensadas. As podramos pensar en el asombro que le sobreviene cuando recibe el telfono celular en su trabajo, que suena inmediatamente en su mano; la duda que le adviene cuando es interrogado por los agentes durante su detencin; la conmocin que le provoca el encontrarse frente a una situacin lmite como la muerte en el proceso de su conversin o re-nacimiento. En primer lugar, el asombro y la admiracin que provoca la irrupcin de lo imprevisto e impensado aparece aqu como uno de los principios del filosofar ya desde los llamados filsofos presocrticos, los cuales de diversos modos se asombraron frente a la naturaleza misma (gr. ph_sis) de las cosas, esto es, no de los fenmenos naturales sino ms bien de la naturaleza entendida como la esencia por la cual una cosa es lo que es.
Esta ltima formulacin, que parece a primera vista compleja, sin embargo est presente aun en nuestro lenguaje habitual, cuando por ejemplo decimos la naturaleza de esta actitud es, la naturaleza de esta persona es, etctera. Creo que en ese sentido es que los primeros filsofos griegos pensaban la naturaleza, como el principio de las cosas. Y es ese asombro o admiracin ante la naturaleza lo que mueve al hombre a saciar su natural deseo o apetito de conocer. El asombro y la admiracin constituyen as el precedente directo del natural deseo de saber, es decir, de una carencia de conocimiento, porque eso significa la expresin deseo, una carencia, algo que no se posee y se anhela. Frente a la admiracin y el asombro, la tendencia de nuestro apetito es intelectual. Este apetito intelectual es una tendencia, un deseo que sin sosiego, que no tiene trmino en nosotros. As, este apetito natural, que se ve estimulado por el asombro y la admiracin ante lo imprevisto e impensado, nos impulsa hacia el alimento de la sabidura. Ahora bien, para emprender el camino hacia la sabidura, hacia la comprensin de aquello que adviene como imprevisto, incomprensible e impensado, hay que superar la explicacin ya formulada de lo sabido y pensando, es decir, abandonar el camino de las respuestas ya adquiridas. As, lo que se presenta como raro y monstruoso
mueve al entendimiento, pues constituye aquellas cosas que lo inquietan y lo incomodan. Son aquellas que no lo dejan reposar en la quietud y sosiego de los principios dados por la moralidad, la tradicin o los saberes ya adquiridos. Por ello, son la inquietud y el malestar ante lo incomprensible los que mueven al deseo de saber, es decir: el asombro y la admiracin.3
Ilustracin de la ptica cartesiana
3 As se refiri Aristteles en su Metafsica al asombro y la admiracin como principio del filosofar. Cf. Aristteles, Metafsica, Gredos, Madrid, 1992, pp. 76-7.
Por otro lado, la duda tambin aparece como uno de los posibles orgenes del filosofar. Este principio de la filosofa podra ser situado en el contexto de lo que damos en llamar Modernidad. Entre los muchos pensadores que se han servido de la duda como un estado para el pensamiento, mencionamos a los franceses Michel Eyquem de Montaigne (15331529) y Ren Descartes A grandes rasgos podramos sugerir dos grados de la duda. De un lado, ella tiene la funcin de observar, frente al advenimiento de lo imprevisto e impensado, si los conocimientos ya adquiridos son suficientes para explicarlo. Pero hay otra dimensin de la duda, la metdica, que va mucho ms all de todo esto y que tiene una finalidad completamente diferente. Esta duda radical y drstica, que se conoce como hiperblica, posee la finalidad no slo de poner en crisis los valores morales, las ideologas y los saberes ya adquiridos como explicaciones poco satisfactorias de
los imprevistos y los acontecimientos impensados, sino tambin cuestionar nuestras facultades o caminos de conocimiento, esto es, nuestros sentidos y nuestra razn, para conocer las cosas. Es, en ltima instancia, una duda existencial, porque pregunta por el fundamento ltimo de nuestra propia existencia. Del mismo modo, las situaciones lmites son tambin una posible fuente de reflexin filosfica. La proliferacin de este origen del filosofar ha tenido lugar sobre todo en las llamadas filosofas de la existencia (al. Existenzphilosophie), las cuales proliferaron entre las guerras de la primera mitad del siglo XX y tienen, como la expresin misma lo indica, a la existencia humana como problema filosfico. Entre sus ms destacados representantes figuran los alemanes Heiddeger, Max Scheler (1874-1928), Karl Jaspers (1883-1969), el espaol Ortega y Gasset (1883-1955), el argelino Albert Camus (1913-1960) y los franceses Jean Paul Sartre (1905 1980) y Gabriel Marcel (1889-1973). Tambin entre los antiguos estoicos, como en el caso de Epicteto (55-135), y entre los modernos, el dans Soren Kierkegaard (1819-1855), encontramos la proliferacin de filosofas de la existencia, en las que el asombro ya no est dado por la naturaleza o esencia de las cosas, sino ms bien por las situaciones lmites que debe enfrentar nuestra existencia. Ya no es un problema de esencias, sino de existencias.
Entre los que citbamos ms arriba, Karl Jaspers, en su escrito introductorio a la filosofa, ha presentado de un modo muy claro este origen del filosofar en el que el hombre deja de ser una cosa entre las cosas, para devenir en una existencia en cuyo camino de realizacin se ponen en juego mltiples fuerzas y acontecimientos que la van dotando de alguna forma. En este punto es que las situaciones lmites contribuyen a esa forma que adquiere, en cada caso, lo humano: Estamos siempre en situaciones. Las situaciones cambian, las ocasiones se suceden. Si stas no se aprovechan, no vuelven ms. Puedo trabajar por hacer que cambie la situacin. Pero hay situaciones por su esencia permanentes, aun cuando se altere su apariencia momentnea y se cubra de un velo su poder sobrecogedor: no puedo menos de morir, ni de padecer, ni de luchar, estoy sometido al acaso, me hundo inevitablemente en la culpa. Estas situaciones fundamentales de nuestra existencia las llamamos situaciones lmites. Quiere decirse que son situaciones de las que no podemos salir y que no podemos alterar. La conciencia de estas situaciones lmites es, despus del asombro y de la duda, el origen, ms profundo an, de la filosofa. En la vida corriente huimos frecuentemente ante ellas cerrando los ojos y haciendo como si no existieran. Olvidamos que tenemos que morir, olvidamos nuestro ser culpables y nuestro estar
4 Kart Jaspers, La filosofa, FCE, Mxico, 1973, p. 17.
entregados al acaso. Entonces slo tenemos que habrnoslas con las situaciones concretas, que manejamos a nuestro gusto y a las que reaccionamos actuando segn planes en el mundo, impulsados por nuestros intereses vitales. A las situaciones lmites reaccionamos, en cambio, ya velndolas, ya, cuando nos damos cuenta realmente de ellas, con la desesperacin y con la reconstitucin: llegamos a ser nosotros mismos en una transformacin de la conciencia de nuestro ser.4 Por ltimo, los problemas que se suscitan en la comunicacin por medio de los distintos lenguajes se vuelven tambin motores y orgenes del pensamiento filosfico, en tanto a travs de ellos tambin irrumpe lo imprevisto e impensado. En primer lugar, porque el lenguaje no dice exactamente lo que dice, sino que en cada acto de lenguaje hay una pluralidad de sentidos y no una univocidad e identidad en el sentido. Existe ms bien una lucha de sentidos de la que resulta la imposicin del ms fuerte y el sometimiento cierto del ms dbil. Para ofrecer una imagen de esto podramos servirnos de una escena de la vida cotidiana. Una cierta persona llama por telfono a nuestra casa con la intencin de hablar con nosotros. Se inicia la conversacin y a los minutos ya no tenemos intencin de persistir en el dilogo. Deseamos con fervor concluir la conversacin; por eso, con la intencin de no herir a nuestro interlocutor le
Incluso algunos pensadores, como el francs Antonin Artaud (18961948), han sugerido en sus escritos sobre cine la superioridad del sistema de signos y gestos frente a la irrupcin de la palabra hablada en el cine hollywoodense. En una carta enviada a Ivonne Allendy desde Niza el 26 de marzo de 1929, Artaud le escriba lo siguiente: 1. Hacer un filme hablado en este momento o en cualquier otro me parecera una mala accin. Los americanos que han apostado a ello en grande preparan un siniestro porvenir, lo mismo que todas las firmas que producen malas pelculas con el pretexto de que son ms vendibles; el cine hablado es una estupidez, un absurdo. La negacin misma del cine. Que se lleguen a registrar eventualmente los rumores de un paisaje, el sonido de una escena, escogida por su pura calidad visual, lo admito y veo muy claro lo que se podra hacer en ese sentido [] Si tengo una idea de filme que contenga posibilidades sonoras o musicales, y voy a pensar en ello, se lo comunicar. pero no incluir palabras.5
decimos: No te quito ms tiempo, seguimos en otro momento. Desde un punto de vista superficial, podramos decir que a primera vista estamos cuidando el tiempo de nuestro interlocutor; sin embargo, lo que se esconde por detrs es nuestro deseo de concluir aquella conversacin. As, el lenguaje muestra esta tensin que se establece entre un sentido dbil, en nuestro ejemplo el cuidado del tiempo del otro, y un sentido fuerte, en este caso el deseo por concluir aquella conversacin. En segundo lugar, porque hay una pluralidad de lenguajes que se ponen en juego en la comunicacin. Estas otras formas de lenguaje, que no pueden reducirse al
hablado (gr. phon) y al escrito (gr. graph), intervienen en la comunicacin. Es el caso del cuerpo, que a travs de todo su sistema de gestos y signos entra en juego activamente en la comunicacin. Desde este punto de vista podramos sugerir que es por medio de diversos signos, seas y gestos que irrumpe ante nosotros lo imprevisto e impensado. Como cuando, por ejemplo, nos enteramos de un fallecimiento por medio de un silencio o de una expresin del rostro; pero no por medio de la palabra o la escritura. As, el silencio y el sistema de signos en general aparecen ante nosotros en la forma de lenguajes que irrumpen en la comunicacin como portadores de lo imprevisto e impensado. Respecto de este punto, podemos pensar en el interrogatorio que se le efecta a Neo, en el que se le hace desaparecer su boca, lo cual le impide expresarse oralmente. Aun as, vemos su angustia y desesperacin a travs de un lenguaje estrictamente corporal. Con esta primera consideracin hemos querido sealar los distintos estados que sobrevienen ante la irrupcin de lo impensado en el mbito de lo ya pensado y establecido. Por ello, tratamos de modo breve sobre el asombro, la duda, las situaciones lmites y la comunicacin por medio de los distintos lenguajes.
5 Antonin Artaud, El cine, Alianza, Madrid, 1992, pp. 49-50. Cf. Gilles Deleuze, El pensamiento y el cine y Cine, cuerpo y cerebro, pensamiento, en La imagen-tiempo, Paids, Buenos Aires, 2005.
En esta segunda consideracin trataremos no slo sobre las preguntas en el mbito de la filosofa y los problemas hacia los que ellas conducen, sino tambin sobre aquella interrogacin que busca definir a la filosofa misma. Para esto utilizaremos el dilogo entre Trinity y Neo en la disco. Trinity: Hola, Neo. Neo: Cmo sabes mi nombre? Trinity: S mucho sobre ti. Neo:Quin eres? Trinity: Me llamo Trinity. Neo: Trinity. As que eres Trinity? pirateaste la base de datos de Hacienda? Trinity: Eso fue hace algn tiempo. Neo: Vaya! Trinity: Qu? Neo: Bueno, crea que era un hombre. Trinity: Todos los hombres lo creen. Neo: Te introdujiste en mi computadora. Cmo lo hiciste? Trinity: Vers, ahora slo puedo decirte que ests en peligro. Te he hecho venir para avisarte. Neo: Sobre qu? Trinity: Estn vigilndote, Neo. Ellos te vigilan, Neo. Neo: Quines? Trinity: Calla y escucha. S por qu ests aqu, Neo. S lo que has estado haciendo. S por qu apenas duermes, por qu
vives solo y por qu, noche tras noche, te sientas ante tu computadora. Lo buscas a l. Lo s porque una vez yo estuve buscando lo mismo y cuando l me encontr, me dijo que en realidad no lo buscaba a l, lo que buscaba era una respuesta. Es la pregunta la que nos impulsa, Neo. Es la pregunta la que te ha trado aqu. Conoces la pregunta, igual que yo. Neo: Qu es Matrix? Trinity: La respuesta la encontrars por ah. Te est buscando. Y te encontrar siempre que lo desees. A travs de este dilogo entre Trinity y Neo podemos sealar una cierta progresin respecto de los dos fragmentos que utilizamos para la consideracin anterior, ya que puede observarse en l cmo la pregunta sobreviene a aquellos estados. Con las preguntas, de cierta manera, esos malestares adquieren la forma de problemas. Con la pregunta ciertamente se abre un camino de pensamiento. Sin embargo, la singularidad de las preguntas en el mbito de la filosofa es que no solicitan una respuesta, sea afirmativa o bien negativa. Podramos pensar que la filosofa misma es como una demora en el carcter problemtico de las preguntas, que la filosofa es en todo caso un camino para permanecer en la pregunta. En el mbito de la reflexin filosfica, si la pregunta tiene respuesta ya no persiste como tal, y, por tanto, abandona su carcter problemtico. De all que,
en el mbito general de la filosofa, las respuestas a las preguntas que conducen a problemas sean siempre provisorias. Si se alcanzase la respuesta definitiva, ya no habra pensamiento, tan slo aceptacin. No habra resistencia, sino ms bien sometimiento. Ahora bien, quiz deberamos especificar un poco en torno de la singularidad de las preguntas en el mbito de la filosofa. Podramos afirmar en primer lugar que son preguntas distintas de aquellas que se formulan en las distintas ciencias, en las que, por lo general, las preguntas solicitan respuestas que permitan ofrecer una explicacin y justificacin de los fenmenos o casos que se observan. Por eso muchas de sus interrogaciones estn encabezadas por el pronombre interrogativo cmo. A diferencia de aqullas, las preguntas en la filosofa se dirigen hacia una cierta comprensin de la naturaleza de aquello sobre lo que se inquiere. Neo no le pregunta a Trinity: Cmo es Matrix?, esto es, cmo es su funcionamiento, estructura, comportamiento, etctera, sino que le pregunta: Qu es Matrix?. Preguntar por el qu de algo es precisamente preguntar por su naturaleza o esencia, por aquello que lo define como lo que es.6 Con todo, nos parece oportuno destacar que, en el caso de las preguntas que se
formulan en el mbito de la filosofa, las respuestas no slo son siempre conjeturales sino contrarias cuando se pasa de un tiempo a otro, de un pensador a otro o bien de un determinado tiempo en la obra de un filsofo a otro. La historia de la filosofa, al igual que la de muchas ciencias particulares, es la historia de un desacuerdo. Sin embargo, lo que diferencia la filosofa del resto de los saberes es que repetidas veces en su camino lo anterior es recuperado para la comprensin del presente, como si en ms de una ocasin debiramos volver a Platn, porque en l se encuentra la ltima palabra sobre un determinado problema. No podramos decir lo mismo en un contexto como el de la medicina, por ejemplo, pues ningn mdico llevara adelante una intervencin quirrgica apelando a los tratados hipocrticos o bien a la medicina de Galeno. Pero, por otra parte, las preguntas en el mbito de la filosofa plantean ciertamente la necesidad de pensar el problema desde el comienzo, como si nada hubiese existido antes de ellas. Y esto sucede sin duda por la ndole de las preguntas, por su radicalidad. Cuando un filsofo pregunta: Por qu hay cosas y no ms bien nada?, como lo ha hecho Leibniz, y luego Heiddeger, los testimonios anteriores, esto es, las posibles respuestas que pudieron haber dado
6 Cuando preguntamos por el qu de una cosa estamos traduciendo la interrogacin latina quid est, de donde procede la expresin quiditas, que podemos entender como esencia, naturaleza, propiedad, la cual proviene a su vez de la forma griega t estn.
Platn, Aristteles, Epicuro, etctera, no son satisfactorios ni conclusivos para ellos. Por supuesto que sus respuestas de cierta manera confluyen problemticamente en la formulacin de la pregunta como sedimentos, pero no constituyen la ltima palabra sobre la pregunta y el problema que ella transporta.
puesta por el sustantivo griego sopha, que entre sus significaciones posibles puede traducirse por sabidura, y el adjetivo phils, el que gusta, aficionado, amante. As, una posible traduccin de philosopha es aficin a la sabidura, amor a la sabidura. La versin latina (que sin duda es el esfuerzo de traduccin de la lengua griega), al volcar esta expresin, promovi una distincin. De un lado, tradujo la expresin sopha (sabidura) por sapientia, y la palabra philosophia result un calco de philosopha. Sin embargo, tanto en una palabra latina como en la otra hay un vnculo con la sabidura. Pero en el caso de la palabra filosofa, como advertir el lector, se seala una tendencia, la bsqueda, no la posesin. El philsophos es el que pretende la sabidura, el que tiende hacia ella, precisamente por no poseerla. De all que el filsofo no sea el sabio (sophs), quien posee la sabidura. Podramos permitirnos definir a la filosofa, tal como queremos presentarla nosotros, como el fervor amoroso por la degustacin de problemas.
Fragmento A Choi: Te ocurre algo? Ests ms plido de lo normal. Neo: Mi computadora est Alguna vez has tenido la sensacin de no saber con seguridad si ests despierto o soando?
Con esta tercera consideracin ingresamos propiamente en la comprensin de Fragmento B Morfeo: Alguna vez has tenido un un problema de reflexin filosfica. Para ello nos servimos de las metforas del sueo, Neo, que pareciese muy real? Qu sueo y la vigilia. En un primer momen- ocurrira si no pudieras despertar de ese to de esta tercera consideracin tratare- sueo? Cmo diferenciaras el mundo de mos sobre el sueo y la vigilia, para luego, los sueos de la realidad? en un segundo momento dentro de esta misma consideracin, vincular esas metPodramos iniciar este pequeo recorrido foras con los conceptos de lo real y de lo con uno de los primeros filsofos: Herclito aparente. Como en cada una de las consi- (544-484 a. C), al que llamaban el Oscuro deraciones, nos serviremos, en primer por sus apariciones profticas y enigmticas, lugar, de dos pequeos fragmentos de quien se sirvi en su pensamiento de las Matrix en los que claramente irrumpe la metforas del dormir y del despertar: imagen del sueo como un extrao estado de percepcin de lo real. El primero de Aunque esta razn existe siempre, los ellos es el breve dilogo entre hombres se tornan incapaces de Choi y Neo. Curiosamente, comprenderla, tanto antes de orla como una vez que la han cuando Neo busca el programa odo. En efecto, aun cuando todo que le ha vendido a Choi, abre sucede segn esta razn, parecen un libro falso, precisamente el inexpertos al experimentar con simulacro de un libro cuyo ttupalabras y acciones tales como las lo es Simulacro y simulaciones, del filsofo francs Jean que yo describo, cuando distingo Baudrillard (1929). El otro fragcada una segn la naturaleza y del Herclito (1628) mento es un momento del dimuestro cmo es; pero a los pintor Hendrick logo entre Morfeo y Neo. dems hombres les pasan inadter Brugghen
vertidas cuantas cosas hacen despiertos, del mismo modo que les pasan inadvertidas cuantas hacen mientras duermen.7 En los dilogos de Platn encontramos un desarrollo de esto, como en el caso del mito central del Fedn, donde habla acerca de que, as como un pez que se asoma desde el ocano por sobre el agua ve el verdadero cielo y la verdadera tierra, si uno de nosotros lograra asomarse ms all del aire se asomara a una verdad an ms real y ms verdadera.8
LA VIDA ES SUEO
Podemos recordar la bella obra dramtica del espaol Caldern de la Barca (1600-1681), La vida es sueo (1636), donde tambin aparece en escena esta metfora. Recordar el lector el famoso monlogo de Segismundo que terminaba diciendo que toda la vida es sueo y los sueos sueos son. El padre de Segismundo era un rey muy sabio, un estudioso de la naturaleza y de los astros. Haba encontrado en un horscopo que su hijo iba a ser un rey muy cruel. Entonces, para frustrar ese destino terrible (problema sobre el que volveremos en la consideracin siguiente, la cuarta) lo encadena en una prisin. En un momento, el rey recapacita y decide darle una oportunidad a su hijo para ver si en realidad iba a ser un rey tan cruel como lo haban vaticinado los astros. Entonces, lo adormece con un narctico, lo lleva al palacio y le dice que lo anterior fue un sueo, que su verdadera vida es sa. Segismundo, cuando se ve con el poder de rey, es terrible. Lo primero que hace es matar al que lo contradice; es una especie de fiera humana, al modo de Minos en el relato del Minotauro. El rey, muy triste, pero viendo que el horscopo era acertado, vuelve a adormecerlo y a encerrarlo en la crcel. Segismundo despierta otra vez preso, y dice que haba soado ser rey, pero que no es as. Despus pasa lo mismo: vuelve a salir, pero ya ha aprendido de la primera vez y entonces los otros desenlaces son afortunados.
Y si la vida es sueo, qu es entonces la verdadera vigilia? Es acaso posible la vigilia? Se puede acaso despertar? Hay algn mtodo para despertar? Y ms precisamente, como reflexionaremos en el punto siguiente de esta tercera consideracin: existe lo real? Qu es lo real? Preguntas que de ningn modo son ajenas a Matrix. En este punto nos parece muy sugerente un pasaje de Michel Eyquem de Montaigne, que escribe antes incluso que Caldern. Su obra filosfica recibe el nombre Ensayos. En un pasaje de La apologa de Raimundo Sebond, Montaigne est pensando en uno de los libros que mejor conoce, los diarios de viaje de Marco Polo. En una parte de su escrito dice que para el Norte ms extremo (y deba estar pensando en alguna experiencia en el norte de Rusia) siempre es de noche, afirma: Aquellos que han comparado nuestra vida con un sueo posiblemente han tenido ms razn de lo que ellos mismos crean. Cuando soamos nuestra alma vive, acta, ejercita todas sus facultades ni ms ni menos que cuando ella est despierta, pero si bien lo hace de manera ms blanda y oscura, no tanto como la diferencia de la noche a una claridad viva, sino como de la noche a las sombras. All duerme, aqu ms o menos dormita. Siempre son tinieblas. Cuando estamos durmiendo, entonces, velamos, y cuando velamos dormimos. No
7 Conrado Eggers Lan, Herclito en Los filsofos presocrticos, Gredos, Madrid, 1986, pp. 356-357. 8 Cf. Platn, Fedn, Planeta DeAgostini, Madrid, 1999.
Ren Descartes
veo con tanta claridad el sueo, pero tampoco encuentro a la vigilia tan pura y tan sin nubes. Quizs en su profundidad el sueo tambin hace que los mismos sueos se duerman, pero nuestra vigilia no es nunca tan despierta que no est acompaada de algn modo por ensoaciones [que son los sueos de los despiertos]. Si nuestra razn y nuestra alma acogen las ideas y opiniones que reciben durmiendo, por qu no bamos a dudar de que nuestra accin y nuestro obrar no sean una especie de soar y nuestro estar despiertos no sea una especie de dormir.9 Sin duda estas palabras de Montaigne anticipan las reflexiones de Ren Descartes sobre el sueo. Dice en una de sus cartas que en realidad no hay ningn argumento posible para indicar si estoy dormido o si estoy despierto, porque nadie puede demostrar racionalmente la vigilia. Pero el enorme trabajo que se toma hacia el final de las Meditaciones metafsicas para mostrar la existencia de las cosas materiales no es ni ms ni menos que el esfuerzo por demostrar que no est dormido. Descartes se ocupa de probar la existencia de las cosas materiales para salir, precisamente, del sueo. Pues el ejercicio de la duda haba mostrado que estamos durmiendo y que a las representaciones que tenemos no les corresponde nada real, no hay cosas, sino solamente fantasmagoras, apariencias de
lo real, como sucede en los sueos. El camino de la duda metdica es el sendero hacia el despertar, o, por lo menos, se podra entender como un mtodo que garantiza el despertar. La razn geomtrica sera para Descartes el despertar, porque est facilitando el acceso a lo real. Pero recordemos brevemente a travs de la cita de sus palabras el inicio de las especulaciones que lleva adelante en la primera de las Meditaciones metafsicas, cuyo ttulo es De las cosas que se pueden poner en duda: Todo lo que he admitido hasta ahora como ms verdadero y seguro lo he tomado de los sentidos o por los sentidos; pero he experimentado a veces que estos sentidos eran engaosos y es propio de la prudencia no confiar jams enteramente en los que nos han engaado una vez. Pero aunque los sentidos nos engaan a veces respecto de las cosas poco sensibles y muy alejadas, existen quiz muchas otras de las que no se puede razonablemente dudar, aunque las conozcamos por su intermedio: por ejemplo, que estoy aqu, sentado junto al fuego, vestido con una bata teniendo este papel en las manos y otras cosas por el estilo. Y cmo podra negar que estas manos y este cuer-
9 Michel de Montaigne, La apologa de Raimundo Sebond, en Ensayos, II, Hyspamrica, Buenos Aires, 1984, pp. 239-240.
po son mos? A menos quiz que me compare con esos insensatos cuyo cerebro est de tal modo turbado y ofuscado por los negros vapores de la bilis que aseguran constantemente que son reyes, siendo muy pobres, que estn vestidos de oro y prpura, hallndose desnudos, o que se imaginan que son o cntaros o que tienen un cuerpo de vidrio. Pero son locos y yo no sera menos extravagante si me condujera segn su ejemplo. Sin embargo, tengo que considerar aqu que soy hombre y, por consiguiente, que suelo dormir y representarme en sueos cosas iguales o a veces menos verosmiles que estos insensatos cuando estn despiertos. Cuntas veces no me ha sucedido de noche soar que me hallaba en este sitio, que estaba vestido, que me encontraba junto al fuego, aunque yaciera desnudo en mi lecho! En este momento me parece que no miro este papel con ojos dormidos, que esta cabeza que muevo no est adormecida, que a sabiendas y con propsito deliberado extiendo esta mano y la siento; lo que se presenta en el sueo no parece de ningn modo tan claro ni tan distinto como todo esto. Pero pensando en ello cuidadosamente, recuerdo haberme engaado a menudo con parecidas ilusiones, mientras dorma. Y detenindome en este pensamiento, veo tan mani-
fiestamente que no existen indicios concluyentes ni seales lo bastante ciertas por medio de las cuales pueda distinguir realmente con nitidez la vigilia del sueo, que me siento realmente asombrado; y mi asombro es tal que casi llega a convencerme de que duermo. Supongamos, pues, que ahora estamos dormidos y que todas estas particularidades, a saber, que abrimos los ojos, que movemos la cabeza, que extendemos las manos y cosas parecidas, no son sino falsas ilusiones; y pensemos que quiz las manos y nuestro cuerpo no son tales como los vemos. Sin embargo, es preciso por lo menos reconocer que las cosas que se nos representan en el sueo son como cuadros y pinturas que no pueden estar formados sino a semejanza de algo real y verdadero, y que as, por lo menos, estas cosas generales, es decir, los ojos, una cabeza, las manos, todo el resto del cuerpo, no son cosas imaginarias, sino verdaderas y existentes.10
10 Ren Descartes, Meditaciones metafsicas, en Obras escogidas, Sudamericana, Buenos Aires, 1967, pp. 217-8. Cf. Ren Descartes, Discurso del mtodo, Colihue, Buenos Aires, 2004, y Ren Descartes, Principios de filosofa, Alianza, Madrid, 1995. En la contrastacin de los textos, el lector podr advertir la importancia capital de la duda como punto de apoyo para la reflexin cartesiana.
Hay filsofos, como Berkeley, para quienes el soar y el estar despierto se confunden en un mismo hecho. Berkeley dice que nuestra creencia en la existencia de la materia es completamente errnea y superflua. Lo que tenemos son representaciones a las que apresuradamente damos el carcter de representaciones de cosas materiales en una duplicacin completamente innecesaria. En realidad vivimos en un sueo que Dios produce en nosotros con la amabilidad de hacerlo sistemtico, pero, en realidad, no hay salida de ese sueo, no hay un despertar y un encuentro con las cosas, porque no hay cosas. Hume, discpulo de Berkeley, apunta en esa direccin pero agrega un elemento de notable importancia, que es que la mayor o menor vivacidad en la creencia que nos despiertan ciertas representaciones en realidad no son ms que una modalidad diferente, no una modificacin de la representacin misma. La representacin es igual, lo que se agrega es la mayor o menor vivacidad, que no modifica en nada las caractersticas internas de nuestra representacin. Sin duda, en este pequeo recorrido que llevamos adelante en torno del sueo, el filsofo Immanuel Kant tiene un lugar importante, ya que el sueo y el despertar estn tratados ampliamente en su obra. Uno de los primeros textos de Kant se llama Sueos de un visionario esclarecidos por los sueos de la metafsica. Los sueos de un visionario son los sue-
Immannuel Kant (1724-1804) nace en Knisberg, Prusia y muere all tambin. En 1732 comienza sus estudios en el Collegium Fredericianum, donde permanece hasta 1740, fecha en la que ingresa en la universidad, donde se interesa por la ciencia natural y Newton. De vida extremadamente montona y rutinaria (la gente de Knisberg poda calcular la hora por el meticuloso paseo que Kant realizaba todos los das en el mismo momento), Kant sali de su ciudad una sola vez y procur llevar una vida completamente ordenada, como su pensamiento. Este pensador, que posea un nico cuadro en su hogar que retrata la imagen de Rousseau, llev a cabo uno de los giros ms importantes en la historia de la filosofa al dejar de preguntarse por la realidad y criticar las propias facultades de la razn para llevar a cabo el proceso de conocimiento, instaurando al sujeto cognoscente como aquel que ordena la realidad mediante intuiciones y categoras. Podran considerarse tres etapas de su pensamiento: un primer perodo precrtico, apegado a la metafsica de Leibniz y Wolf; un segundo perodo propiamente crtico integrado por la Crtica de la razn pura (1781, 1787, 2 ed.); Crtica de la razn prctica (1788) y Crtica del juicio (1790), y un perodo poscrtico considerado por algunos autores como una cada de su metafsica.
os de un metafsico dogmtico. Y este metafsico dogmtico un poco primitivo desde el punto de vista de Kant no hace ms que perderse en ensoaciones y delirios, mientras que el metafsico acadmico o cientfico a su vez esclarece hasta despertar al visionario, su propio despertar es un grado ms respecto de la vigilia verdadera, ya que la metafsica todava no es un despertar absoluto. Kant va a decir ms adelante en los trabajos crticos que Hume lo despert de su sueo dogmtico. Y qu era ese sueo dogmtico? Era tambin ese estar engaado por la fantasa, por la ilusin, de que
la filosofa dogmtica, es decir la razn geomtrica cartesiana, era capaz de alcanzar el conocimiento absoluto, el conocimiento de la verdadera realidad. Esto no era ms que un sueo del que el empirismo de Hume lo despierta. Pero todava hay ms en Kant, porque hay pasajes dentro de su estructura sistemtica en los que se propone estudiar la manera de ser de la conciencia durmiente respecto de la manera de ser de la conciencia cognoscente. Ah es cuando alcanzamos en Kant el despertar. El despertar, para Kant, es solamente el despertar de lo fsico-natural. Estamos orientados a un mundo cuya estructura sabemos que es en gran medida subjetiva y similar a las ilusiones de los sueos.
Finalmente, podramos concluir este pequeo itinerario sobre la presencia del sueo en filosofa sealando que sta es la orientacin que tiene el problema del sueo y la vigilia en Matrix . A saber, entender que hemos estado durmiendo y debemos despertar. Con todo, a partir del filsofo alemn Friedrich Nietzsche se abre otra valoracin que invierte la relacin entre sueo y vigilia. En El nacimiento de la tragedia , del verano de 1872, Nietzsche considera que es este uso de la razn el que nos hace permanecer en el sueo. La razn misma es identificada por l con el sueo, mientras que las fuerzas vitales en su caso son las verdaderas expresiones de la vigilia. 11
En este apartado trataremos de completar lo que presentamos en la primera parte de esta consideracin. Intentaremos dar con el problema que est escondido detrs de las metforas del sueo y de la vigilia. A saber, qu cosa es aquello que denominamos real o realidad, uno de los problemas ms antiguos en el mbito de la reflexin filosfica. Los primeros filsofos, los presocrticos o naturalistas, y entre ellos Herclito y Parmnides, ya haban reflexionado sobre l. Sin embargo, sigue siendo para nosotros un problema filosfico de suma actualidad. Nuestro lenguaje cotidiano est plagado de referencias a lo real o realidad. Continuamente nos pronunciamos, en nuestro uso diario del lenguaje, en nombre de lo real. Por ejemplo cuando decimos: En realiParmnides, detalle de La escuela de Atenas del pintor Rafaello Sanzio (1483 - 1520).
dad lo que sucede es tal cosa. o afirmamos: La realidad de este pas es tal o Realmente lo que yo pienso es tal cosa. De estas expresiones nuestro lector podr extraer la siguiente consecuencia: cuando nos pronunciamos en nombre de lo real o de la realidad estamos apelando a una instancia ciertamente objetiva, como si estuvisemos hablando en nombre de la verdad. Como si dijsemos: En verdad lo que sucede es tal cosa, La verdad de este pas es tal o En verdad lo que pienso es tal cosa. De lo cual se desprende, como decamos, que real o realidad son trminos emparentados con verdadero y verdad. Hablamos sobre la realidad como refirindonos a la verdad. Por eso hablamos continuamente de la realidad de las cosas o de la verdad de las cosas. Con los trminos real o realidad estamos refirindonos a una instancia que no depende de nuestro parecer, de nuestro humor o de nuestro punto de vista personal, sino que estamos saliendo de nosotros para hablar en nombre de lo que efectivamente son las cosas. Nuestras preguntas son: es esto posible? Podemos hablar en nombre de lo real o de la realidad? Podemos alcanzar esa objetividad y verdad en nuestro discurso? Podemos atribuirnos esa autoridad? Y a partir de eso tambin podramos preguntar: tenemos acceso a aquello que llamamos o denominamos real o realidad? Finalmente, si la realidad es para todos lo mismo, cmo puede ser que la historia del pensamiento
El origen de la palabra metafsica remite a los tiempos en que Andrnico de Rodas, en el s. I a. C, realiz la clasificacin de los textos de Aristteles. En su ordenamiento, el libro conocido como Metafsica (lo que est ms all de la fsica) fue tal, puesto que se ubicaba en el anaquel de la biblioteca de Alejandra luego de los de la Fsica. Esto es, en la publicacin de los textos de Aristteles que hoy leemos, que no son ms que generalmente apuntes de las clases de Aristteles, los correspondientes a la filosofa primera se llamaron metafsicos puesto que se ubicaban detrs o luego de los que trataban sobre la fsica, o sea, el mundo natural. De esta manera, este fortuito accidente de interpretacin result ms que adecuado, puesto que precisamente los textos de filosofa primera trataban sobre ir ms all de los estudios fsicos. Si bien esto ha sido discutido por varios historiadores y especialistas, el trmino metafsica penetr en la historia de la filosofa. Ahora bien, respecto de la precisin de su objeto de estudio o de los distintos abordajes que se le han aplicado, ha habido distintas interpretaciones. Muchos escolsticos medievales, como Toms de Aquino, han definido la metafsica como la ciencia que trata acerca del ente considerado en su mayor abstraccin otros han definido el objeto de la metafsica como el mismo Dios. La Modernidad tambin la entendi de muchas maneras, hasta incluso se pens que no era una ciencia. Para Descartes la metafsica era la ciencia que trata sobre la existencia de Dios y la inmortalidad del alma. De igual manera, se asocia siempre la metafsica con un conocimiento acerca de una realidad que trasciende la realidad sensible. Es as que con el devenir de los tiempos distintos pensadores tambin han declarado su muerte. El caso de Nietzsche, Heidegger y Derrida.
nos muestre tantas versiones y posiciones distintas, y hasta antagnicas, respecto de lo que se concibe como real o verdadero? La historia de la filosofa, en este punto, es la historia de un continuo pero muy fecundo desacuerdo. Para indagar sobre este problema tambin nos serviremos de un fragmento del guin de Matrix. Se trata del dilogo que mantienen Morfeo y Neo despus de la conversin o renacimiento de Neo, en el momento en que Morfeo ha despertado a Neo de su sueo y lo enfrenta sin ms al desierto de lo real. Morfeo: Qu es real?, De qu modo definiras real? Si te refieres a lo que puedes sentir, a lo que puedes oler, a lo que puedes saborear y ver, entonces el trmino real son seales elctricas interpretadas por tu cerebro. ste es el mundo que t conoces. El mundo tal y como era a finales del siglo XX. Ahora slo existe como parte de una simulacin interactiva neuronal, que llamamos Matrix. Has vivido en un mundo imaginario, Neo. ste es el mundo como es, en la actualidad. Bienvenido al desierto de lo real. Slo tenemos algunos fragmentos de informacin pero lo que sabemos seguro es que en un momento determinado, a principios del siglo XXI, toda la humanidad estaba unida en su entusiasmo. Nos maravillbamos de nuestro atrevimiento al dar origen a la IA (inteligencia artificial). Desde el punto de vista filosfico, el problema de qu es aquello que entendemos como real o realidad ha sido y es trabajado
en el mbito de la disciplina filosfica llamada metafsica. Le ofrecemos al lector un apartado en el que se define este trmino. Comencemos con serenidad, a travs de la comprensin de las palabras real y realidad. En castellano tenemos slo estas palabras para referirnos a qu son en s mismas las cosas, esto es, en su verdad y objetividad. Sin embargo el idioma alemn nos ofrece dos palabras distintas para referirse a lo real o realidad. En ellas se ponen en juego dos modos de concebir o entender lo real y la realidad. Son, por un lado, Realitt, que traducimos en castellano por realidad, y el adjetivo real, que traducimos por real, las cuales hacen alusin a la realidad desde el punto de vista de la existencia concreta. Desde esta perspectiva, decir que algo es real es decir que existe o es actual. As se hace alusin a un tipo de existencia concreta. Mientras que, por el otro, la palabra alemana Wirklichkeit, que tambin podemos traducir por realidad, y el adjetivo wirklich, que traducimos igualmente por real, sealan un tipo de realidad que no es aparente, ilusoria o
Portada de los Principios de Filosofa de Renato Descartes
Platn (428/427-347 a. C.) nace en Atenas bajo el nombre de Aristocles, siendo Platn un apodo que significa el de espalda ancha, como se evidencia por ejemplo en la palabra omplato. Nacido en el seno de una familia de la aristocracia ateniense descendiente del rey tico Codoro, a los 18 aos comienza sus estudios con un viejo casi mendigo que enseaba en calles y plazas: Scrates. Luego de la condena a muerte de su maestro en 399 a. C, viaja a Siracusa (sur de Italia) y all se relaciona con los pitagricos. De regreso de su viaje funda la Academia en la parte alta de Atenas y comienza de alguna manera a formarse un pensamiento que determinar a todo Occidente hasta el da de hoy. Platn realiza un segundo viaje a Siracusa, donde intenta llevar a cabo su proyecto poltico, pero su fracaso, que casi le cuesta la vida, lo hace volver a Atenas donde fallece. El contenido de su pensamiento gravita en la instauracin de dos dimensiones de lo real, siendo el mbito de las ideas, arquetipos de las cosas, aquel que funda nuestra realidad sensible, mera y engaosa apariencia. El pensamiento de Platn se divide en tres etapas: un primer tiempo (Eutifrn, Apologa de Scrates, Critn y Menn) en que da testimonio del proceso de su maestro y del llamado mtodo socrtico; un segundo tiempo de madurez (Politeia, Banquete, Fedn) en el cual expone fuertemente su teora, y un tercer tiempo de vejez (Parmnides, Timeo), en el que asume la tarea de realizar una crtica a su mismo pensamiento. De hecho, se ha sostenido que las crticas que Aristteles realiza a Platn ya estaban contenidas en las que Platn hizo de s mismo en sus ltimos dilogos.
posible, que est ms all de la mera apariencia o aparicin de las cosas en nuestra experiencia cotidiana. Estas dos posibilidades en alemn nos presentan dos caminos de pensamiento que han tenido lugar desde los primeros filsofos, como los mencionados Herclito y Parmnides. Y muy a grandes rasgos podramos emparentar ambos caminos con los nombres de Platn y Aristteles. Platn, contradiciendo la evidencia de nuestros cinco sentidos naturales, consideraba que lo verdaderamente real, la realidad en s misma, no es la de aquellas cosas que podemos ver, sentir, oler, degustar, sino aquello que est por detrs de las meras apariencias de las cosas: lo real como lo que est por detrs de lo que se muestra. Para l, verdaderamente reales no son las cosas que nacen y perecen, se generan y se corrompen. Verdaderamente reales no son
las que estn sometidas al movimiento y al cambio, como nuestro cuerpo, nuestros humores, nuestras acciones, los rboles que ahora mismo contemplo o esa piedra que de modo continuo est siendo erosionada en cada nuevo golpe de mar. Y por qu estas cosas sensibles no son verdaderamente reales para Platn? Precisamente porque su realidad va cambiando, va transformndose. Aquella roca no ser la misma en veinte, cien, mil aos. Nosotros no somos los mismos que ramos hace un tiempo, como tampoco seremos los mismos con el pasar de los aos. Entonces, cmo hablar de la realidad de las cosas? Cmo tratar nuestra realidad, lo que cada uno de nosotros es? Para ello Platn elabor su famosa doctrina de las ideas o esencias de las cosas. Frente al cambio continuo de las cosas sensibles, esto es, de aquellas que podemos experimentar a travs de nuestras percepciones y sensaciones, Platn sostiene la existencia de un mbito de ideas, esencias o formas (son sinnimos en su pensamiento). Para l, este mbito es el de la verdadera realidad. Por qu? Porque en l estn los ejemplares de las cosas. No est este o aquel rbol sino la esencia de todos ellos: la arboridad. No est este o aquel hombre o mujer, sino la humanidad. Ahora bien, este mbito de la verdadera realidad para l es invisible, no se lo puede percibir por medio de los sentidos naturales, sino que tiene que ser captado por medio del pensamiento, por medio de los ojos de nuestra
inteligencia. Su fuerza reside en que es un mbito en el que precisamente las esencias o ideas de las cosas no estn sometidas al cambio, sino que permanecen siempre las mismas, no se mueven, son eternas e imperecederas. Es como cuando, a lo largo de toda la pelcula Matrix, Morfeo le est diciendo a Neo que libere su mente de los sentidos, puesto que slo de esa manera podr liberarse de la prisin en la que se encuentra y reconocer su verdadero (real) poder. Aqu nos permitimos ofrecerle un par de ejemplos al lector con la intencin de facilitar la comprensin de la concepcin platnica de lo real. Cuando alguien dibuja un crculo sobre un papel, inmediatamente nosotros reconocemos la imperfeccin de su trazado, ya que asumimos que su circularidad no ser nunca tan perfecta como la idea del crculo, que s es perfectamente redonda. Del mismo modo, cuando nosotros apelamos a la humanidad de un individuo, a qu nos estamos refiriendo? Nos referimos a algo que podemos ver o percibir con la vista, el tacto, el odo? Vemos efectivamente la humanidad en un individuo? En todo caso, podramos afirmar que la humanidad se evidencia de modo invisible en aquel individuo. Por ltimo, en este sentido, deberamos afirmar que para Platn las esencias o ideas de las cosas son unidades de las que proceden los individuos, sean cosas o sujetos. Como si dijsemos que la humanidad es una y los hombres y mujeres que partici-
pan de ella son muchos. Por supuesto que para Platn ha sido un gran problema la relacin que tienen estas ideas o esencias, que son ejemplares, con los individuos. En muchos pasajes de sus dilogos, l ha afirmado que la relacin es de participacin (gr. mthexis) y separacin (gr. hrismos). Es decir que cada uno de nosotros, en tanto individuos, participamos de la humanidad, pero a su vez estamos separados de ella, porque no somos toda la humanidad. Cada uno de nosotros tiene algo de lo humano pero no es todo lo humano. Abandonemos tan slo momentneamente a Platn, para considerar brevemente aquel otro sentido de las palabras real y realidad, esto es, que verdaderamente reales son las cosas concretas que salen a nuestro encuentro en la experiencia sensible. Se trata en este caso de un camino de pensamiento que ha sido encarnado en la piel de Aristteles, quien permaneci veinte aos junto a Platn en su Academia. Aristteles no comparte con su maestro la idea de que entre las cosas concretas y sus esencias o ideas se establece una relacin de participacin y separacin, tal como sealamos ms arriba. Para l no hay un mbito de lo verdaderamente real y un mbito de las apariencias como instancias separadas. Aristteles sostiene, en este punto, que la esencia o forma de la cosa est en la cosa. Siguiendo nuestros ejemplos deberamos decir que, para l, la humanidad no est separada de cada uno de los individuos, sino que efectivamente
La escuela de Atenas (1509-10) fresco del pintor italiano Rafaello Sanzio (1483 - 1520).
se da en cada uno de ellos, que cada individuo lleva en s toda la humanidad; lo que sucede es que puede actualizarla o concretarla parcialmente. No hay una nica humanidad presente y separada en todos los individuos, sino tantas humanidades como individuos. Por tanto, para l las cosas y los individuos que salen a nuestro encuentro en la experiencia sensible son lo efectivamente real. Por supuesto que compartir con Platn la idea de que para contemplar la forma o esencia de la cosa hay que servirse de la visin de nuestro intelecto o inteligencia. Lo que sucede es que uno nos dir que debemos mirar hacia arriba y otro nos dir que miremos hacia abajo, tal como lo muestra el fresco de Rafael La escuela de Atenas, en cuyo centro se encuentran Platn y Aristteles. El primero seala con su dedo hacia arriba. El otro, hacia abajo Quizs en este punto podramos servirnos de un pequeo y singular ensayo de Borges, cuyo ttulo es De las alegoras a las novelas. All presenta este antagonismo entre la mirada platnica y la aris-
totlica de lo real, desde los primeros filsofos hasta nosotros. Seala ya en el comienzo que todos, sabindolo o no, profesamos una secreta simpata por una tendencia o por otra. Que querindolo o no, somos platnicos o aristotlicos. Nuestro esfuerzo, en ltima instancia, sera des-cubrir nuestra propia tendencia. Dice all: Observa Coleridge que todos los hombres nacen aristotlicos o platnicos. Los ltimos intuyen que las ideas son realidades; los primeros, que son generalizaciones; para stos, el lenguaje no es otra cosa que un sistema de smbolos arbitrarios; para aqullos, es el mapa del universo. El platnico sabe que el universo es de algn modo un cosmos, un orden; ese orden, para el aristotlico, puede ser un error o una ficcin de nuestro conocimiento parcial. A travs de las latitudes y de las pocas, los dos antagonistas inmortales cambian de dialecto y de nombre: uno es Parmnides, Platn, Spinoza, Kant, Francis Bradley; el otro Herclito, Aristteles, Locke, Hume, William James. En las arduas escuelas de la Edad Media, todos invocan a Aristteles, maestro de la humana razn (Convivio, IV, 2), pero los nominalistas son Aristteles; los realistas, Platn. George Henry Lewes ha opinado que el nico debate medieval
que tiene algn valor filosfico es el de nominalismo y realismo; el juicio es temerario, pero destaca la importancia de esa controversia tenaz que una sentencia de Porfirio, vertida y comentada por Boecio, provoc a principios del s. IX, que Anselmo y Roscelino mantuvieron a fines del siglo XI y que Guillermo de Occam reanim en el siglo XV. Como es de suponer, tantos aos multiplicaron hacia lo infinito las posiciones intermedias y los distingos; cabe, sin embargo, afirmar que para el realismo lo primordial eran los universales (Platn dira las ideas, las formas; nosotros, los conceptos abstractos), y para el nominalismo, los individuos. La historia de la filosofa no es un vano museo de distracciones y de juegos verbales; verosmilmente, las dos tesis corresponden a dos maneras de intuir la realidad.12 Aqu les pedimos a nuestros lectores que se representen una imagen en la que la filosofa es concebida como un crculo en cuyo centro se sitan los problemas, y los distintos radios que se desprenden de aquel centro constituyen los diferentes caminos seguidos por los diversos pensadores para expresar sus pareceres respecto de aquellos problemas. En el centro, en su esencia, los problemas son inalcanzables e
12 Jorge Luis Borges, De las alegoras en las novelas en Otras inquisiciones, Obras completas, II, Emec, Buenos Aires, 1989, pp. 123-124.
incomprensibles, pues no es posible para nuestra razn acceder a una comprensin completa de ellos. Slo contamos con sus manifestaciones a travs de las perspectivas que ofrecen los diversos filsofos. Por eso, al tratar sobre el problema de lo real decimos tan slo que se expresa de un modo en Platn y de otro en Aristteles. Consideramos tambin que, en el caso de Matrix, el planteo que se propone est ms prximo al desarrollado por Platn, aunque sin embargo muestra fuertes divergencias con l. Por eso decidimos aqu trabajar sobre l a partir de la Alegora de la caverna del libro VII de la Politeia. Esta obra se conoce con el nombre de Repblica. Sin embargo, asumir este ttulo para ella es acotar su sentido, ya que Platn por boca de Scrates trata sobre la repblica como forma de gobierno en el contexto del libro VIII. Con todo, los diez libros de la Politeia tratan, precisamente, sobre el cuidado de las cosas que tienen que ver con la ciudad (gr. plis) y no slo con sus modos posibles de gobierno. Es una obra destinada a la elaboracin de un programa de educacin no slo para que cada ciudadano cuide de s mismo, sino tambin para que pueda tener lugar su integracin en la vida de la ciudad. La finalidad de la obra es ofrecer un camino de pensamiento para la formacin de los futuros gobernantes de la ciudad, quienes deberan ser filsofos, para Platn. Aqu es necesario advertir a nuestros lectores que el sentido de la palabra educacin (gr. paidea) entre los griegos era
mucho ms amplio y ambicioso que el nuestro. De hecho, cuando el orador romano Cicern vuelca el vocablo del griego al latn, traduce paidea por humanitas, esto es, humanidad. Con esto da Cicern un sentido ms prximo a lo que un griego de aquel tiempo entiende por educacin: aquello que confiere humanidad a un individuo. Este esfuerzo socrtico-platnico por conducir a los ciudadanos por un camino en el que cada uno cuide de s mismo y del otro, precisamente intenta romper con el programa de la educacin tradicional griega, basada en la mitologa de los dioses del Olimpo. En este punto, repetidas veces Platn expres por boca de Scrates su escndalo frente a la enseanza de la mitologa. En un pasaje recuerda con espanto el relato de Chrnos (Saturno para los romanos) al devorar a sus hijos, que formaba parte del programa educativo tradicional En este punto Platn retoma el camino que llev adelante su maestro Scrates, quien deca de s mismo que era como un tbano que ayudaba a despertar a los individuos de su sueo y que haca esto para que cada uno pudiese cuidar de s mismo, tal como lo testimonia Platn en la Apologa de Scrates. Digo testimonia, porque Platn estaba presente el da del juicio a Scrates. Incluso se cuenta que quiso salir en defensa de l, pero que por su juventud (contaba tan slo con veinte aos) lo obligaron a sentarse y callarse.
Ahora bien, podramos preguntar en qu consiste este camino de educacin de los futuros gobernantes de la plis. Para Platn no reside en el conocimiento de los placeres, ya que ellos estn ntimamente vinculados con sus opuestos, los dolores. El lector reconocer que aquello que nos da placer del mismo modo puede provocarnos dolor. Tampoco consiste en el conocimiento y prctica de las virtudes cardinales (valenta, templanza, justicia y sabidura), sino ms bien en el estudio supremo de la idea, esencia o forma del bien. La idea del bien no es para Platn el nombre de un valor moral, sino la denominacin que recibe el principio de todas las cosas, aquel fundamento del que todo procede. De hecho, los intrpretes
cristianos del pensamiento de Platn, como Agustn de Hipona, consideraron que aquel bien no era otro que Dios, de quien todo procede. Sin embargo, para Platn el camino que nos gua hacia el conocimiento de aquella idea de bien, que slo puede ser captada como en chispazos del alma, se encuentra obstaculizado y ensombrecido. Para ilustrar esta situacin Platn se sirvi de la imagen de la caverna. Nosotros podramos llamar a esa caverna cultura, ideologa, moral, religin, en tanto fuerzas que nos someten y atentan contra nuestra libertad. Pero atendamos su relato y al esquema de la alegora que ofrecemos. Despus de esto dije imagnate [apekason] nuestra naturaleza en esta condicin, en lo que respecta a [su] educacin [paidea] y falta de educacin. Represntate hombres en una morada subterrnea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensin, a la luz; en ella desde nios estn con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer all y mirar slo delante de s, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Ms arriba y ms lejos de ellos hay la luz de un fuego que brilla detrs de ellos, y entre el fuego y los prisioneros hay un camino ms alto, junto al cual imagnate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del pblico para mostrar, por encima [del biombo], los muecos.
Me lo represento. Ahora imagnate que del otro lado del tabique pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres, y otros animales hechos en piedra y madera y de todas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros se callan. Extraa comparacin [eikn] haces y extraos [son esos prisioneros]. [Pero son] como nosotros. Porque, en primer lugar, crees que han visto de s mismos o unos de otros otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a ellos? Claro que no, si toda su vida estn forzados a no mover las cabezas. Y lo mismo de [los objetos que llevan] los que pasan [no pueden mirar ms que lo proyectado por el fuego]. Ciertamente. Pues bien, si dialogaran entre s, no crees que entenderan que es a las cosas reales que estn nombrando, tal como las ven? Necesariamente. Y si la prisin tuviera un eco desde el lado que tienen delante, y alguno de los que pasan [del otro lado del tabique] hablase, te parece que creern que lo que oyen [proviene] de otra cosa que de la sombra que pasa delante de ellos? No, por Zeus. Y los prisioneros no tendrn por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales [skeutist]?
Es de toda necesidad. Examina ahora qu les sucedera naturalmente si se produjese una liberacin de sus cadenas y una curacin de su ignorancia. Si se liberase [a uno de ellos] y forzase a levantarse repentinamente y a volver el cuello y marchar mirando la luz, al hacer todo esto sufrira y a causa del descubrimiento sera incapaz de ver aquellas cosas cuyas sombras haba visto antes. Qu crees que respondera si se le dijese que lo que ha visto hasta entonces eran tonteras, y que, en cambio, ahora [est] ms prximo a la verdad y vuelto hacia cosas ms puras y mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno [de los hombres] que pasaban [del otro lado del tabique] y se lo obligara a contestar a preguntas sobre lo que son, no crees que se sentir en dificultades y que considerar las cosas que antes vea como ms verdaderas que las que se le muestran ahora? Mucho ms verdaderas. Pues bien, y si se lo forzara a mirar hacia la luz misma, no le doleran los ojos y tratara de eludir [la luz] y volverse hacia aquellas cosas que poda mirar, considerando que esas son realmente ms claras que las que se le muestran? As es. Y si por la fuerza se lo hiciera arrastrar por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llevarlo hasta la luz del sol, acaso no sufrira y se irritara por ser arrastrado y despus de llegar a la luz tendra los ojos llenos de fulgores que le
impediran ver uno solo de los objetos que ahora decimos verdaderos? Ciertamente, si le sucede repentinamente. Tendra que acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. Primeramente mirara con mayor facilidad las sombras, y despus las figuras [edola] de los hombres y de las otras [cosas reflejadas] en las aguas, luego [los hombres y las cosas] mismas. En seguida, contemplara de noche las [cosas que hay] en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y a la luna, ms fcilmente que durante el da el sol y la [luz] del sol. Claro est. Por fin, pienso, podra mirar el sol no en imgenes [phantsmata] en el agua ni en otros medios, sino ens y pors, en su propia regin, y contemplar cmo es.
Necesariamente. Y despus de esto, con respecto al [sol] concluira que es lo que produce las estaciones y aos y que gobierna todo lo que [hay] en el lugar, que se ve [hormenos], y que es causa, de algn modo, de las cosas que ellos haban visto. Es evidente que llegara a estas [conclusiones] despus de todo esto. Ahora bien, si l se acuerda de su primera morada, y de la sabidura que all [se crea tener], as como de sus compaeros de cautiverio, no crees que se sentira feliz del cambio y se apiadara de ellos? Ciertamente. Respecto de los honores y elogios que se daban unos a otros, y de las recompensas para el que con mayor agudeza divisaba las cosas que pasaban [detrs del tabique], y al que ms se acordaba cules haban desfilado antes y cules despus en forma habitual, y a aquel de ellos que fuera ms capaz de adivinar lo que iba a pasar, te parece que estara ansioso respecto a ellos y que envidiara a los ms honrados y poderosos de aquellos? O no le pasara como el [Aquiles] de Homero, y preferira ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre o soportar cualquier cosa antes que [volver] a su anterior modo de conjeturar y la vida de otrora? Yo tambin creo que padecera cualquier cosa antes que soportar la vida de otrora. Y ahora concibe esto. Si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento
[anterior] no tendra los ojos ofuscados por tinieblas, al llegar repentinamente del sol? Claro que s. Y si l tuviera que discriminar nuevamente aquellas sombras en ardua competencia con aquellos que han tenido siempre cadenas, vera confusamente hasta que los ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran [nuevamente], en un tiempo nada breve, no se expondra al ridculo y a que se dijera de l que, por haber subido hasta lo alto, se hubiese estropeado los ojos, y que ni siquiera vala la pena intentar marchar arriba? Y si intentara desatarlos y conducirlos [hasta arriba], si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo, no lo mataran? Seguramente.13 Al iniciar un pequeo comentario de esta hermosa y abierta alegora sobre las visiones de lo real y la realidad, le pedimos al lector que tenga presente el cuadro que acabamos de reproducir. El relato se abre con la situacin de estos individuos que sin saberlo estn encadenados observando imgenes y simulacros de las cosas. Ellos confan en que lo que ven es lo real. Se han habituado a ello. Y en virtud de ese hbito ofrecern toda la resistencia de la que ellos sean capaces para continuar all. Del mismo modo reaccionaba Neo en Matrix . As tambin reaccionamos muchas veces nosotros cuando nos invi-
tan a considerar crticamente nuestros hbitos, costumbres e ideas de las cosas. De all que Scrates le diga a Glaucn que la conversin y la liberacin de los prisioneros deben ser progresivas y de ningn modo instantneas, pues con ello se produce un efecto equiparable a la visin directa del sol. Se trata de un proceso progresivo de conversin, como en el caso de un camino de educacin. En este punto, cabe recordar la explicacin de Morfeo frente a la pregunta de por qu no liberaban a todos los hombres, si tenan las herramientas adecuadas. l explica que slo pueden liberar a los hombres y mujeres de la Matrix antes de cumplir determinada edad, puesto que, si no, el cambio y el shock seran demasiado fuertes y no podran soportarlos. Pero continuemos con el relato. Los prisioneros de a poco empezaran a considerar que aquellas sombras e imgenes de las cosas son meras apariencias de las cosas reales, esto es, de las esencias, ideas o formas de las cosas, al igual que Neo progresivamente va afirmndose en su nueva visin de lo real. Pero la misin del filsofo, una vez liberado de sus ataduras, no es tan slo la de salir de la caverna, sino la de reingresar en ella para liberar a los que siguen all prisioneros. En el caso de Matrix, Neo no slo se ha convertido con la asistencia de Morfeo, sino que, vista la realidad tal cual, rein-
13 Conrado Eggers Lan, Texto sobre la alegora de la caverna en El sol, la lnea y la caverna, Colihue, Buenos Aires, 2000, pp. 32-36.
gresa continuamente a la Matrix. Es como si dijsemos que, desde el punto de vista de la filosofa, nuestro esfuerzo es liberarnos de las ataduras de una tradicin, una moral, una ideologa, que nos tienen apresados, que responden por nosotros. Pero una vez liberados, debemos ingresar nuevamente en aquella tradicin, moral o ideologa para desmontarla por dentro, para liberar a los que siguen sometidos. Por supuesto que en ese camino de salida e ingreso continuo que lleva adelante el filsofo, como tambin en el caso de Neo, se pone en riesgo la propia vida. La historia misma de la filosofa nos ha mostrado continuamente, desde Scrates en adelante, que pensar es un riesgo, que la propia vida corre peligro en el acto de pensar. Han sido y son continuos los odios que despierta el ejercicio de la reflexin filosfica. De cierta manera, uno de los mayores adversarios de la filosofa, y esto se ve tanto en la Alegora de la caverna como en los agentes de Matrix,
es la vanidad, el apego desmedido al propio punto de vista. La prctica filosfica requiere de nosotros cierta humildad y una ignorancia cierta. Ahora bien, para concluir con esta tercera consideracin, podemos establecer una diferencia entre el relato platnico y el de Matrix. Para Platn el mbito de la verdadera realidad es el de las ideas o esencias, que son invisibles, eternas e inmutables, mientras que el mbito de las apariencias es el de las cosas sensibles, esto es, aquellas que percibimos a travs de los sentidos naturales. Por el contrario, en el caso de Matrix, el mbito de la verdadera realidad es el de las cosas sensibles, el de los cuerpos sensibles, mientras que el mbito de las apariencias, de los simulacros, es el de la Matrix, que es ininteligible e invisible. De lo cual podemos concluir en que, aunque ambos relatos manifiestan la distincin de mbitos de la realidad (uno propiamente real y otro de meras apariencias|), se diferencian en lo que cada uno de ellos concibe como el verdaderamente real
Pitonisa: S que eres Neo. Enseguida estoy contigo. Neo: Usted es la Pitonisa? Pitonisa: As es. No soy lo que te esperabas, verdad? Bien, ya casi estn. Huelen bien, verdad? Neo: S.
14 Es curioso que la Pitonisa aqu haga referencia a esta sentencia del Orculo de Delfos como latina, ya que se trata de una afirmacin cuyo origen es griego. Por otro lado, la proposicin Concete a ti mismo para los griegos deba ser comprendida en el contexto de una ms amplia: Cuida de ti mismo. El conocerse, en ltima instancia, es tan slo un momento del ocuparse de s mismo. El cuidado de s implica, en primer lugar, un determinado modo de enfrentarse al mundo, de comportarse, de vincularse con los otros. En segundo lugar, un modo de mirar, una cierta atencin sobre el propio pensamiento y el de los otros. Finalmente, un determinado modo de actuar en el que cada uno se hace cargo de s mismo y resiste los embates de los otros. La prctica filosfica de Scrates procur siempre poner estos elementos de manifiesto.
Abre la boca. Di ah. Neo: Aaaaaah. Pitonisa: Muy bien, ahora yo debera decir, Mmm qu interesante. Pero Y t diras: Neo: Pero qu? Pitonisa: Pero sabes perfectamente lo que voy a decirte. Neo: No soy el Elegido. Pitonisa: Lo siento, joven. Tienes el don, s, pero das la impresin de estar esperando algo. Neo: Qu? Pitonisa: Tal vez tu prxima vida. Quin sabe? As es como son estas cosas. Neo: (RE) Pitonisa: Por qu te res? Neo: Morfeo, l ah casi me haba convencido. Pitonisa: Lo s. Pobre Morfeo. Pero sin l, estamos perdidos. Neo: Qu quiere decir con sin l? Pitonisa: Seguro que quieres orlo? Morfeo cree en ti, Neo. Y nadie, ni t, ni siquiera yo, lo convencera de lo contrario. l cree tan ciegamente que va a sacrificar su vida para salvar la tuya. Neo: Qu? Pitonisa: Vas a tener que tomar una decisin. Vas a tener la vida de Morfeo en una mano y en la otra tendrs la tuya. Uno de los dos tiene que morir, quien sea depender de ti. Lo siento, pero ser as. Tu alma es buena. Te aseguro que odio dar malas noticias a gente buena, sin embargo no debes preocuparte.
Porque en cuanto salgas por esa puerta, empezars a sentirte mejor. Recordars que t no crees en esas tonteras del destino, ya que t controlas tu propia vida, recuerdas? Ten, toma una galleta. Te aseguro que antes de que te la acabes te sentirs como nuevo. Desde el sentido comn, tendemos a oponer en nuestro uso del lenguaje las nociones de libertad y necesidad o destino. Decimos por ejemplo que obramos libremente cuando no hemos sido cohibidos, coaccionados o dominados por alguna fuerza o necesidad. En esta perspectiva, somos libres cuando nos liberamos de una necesidad. Aqu el lector tendr que concedernos la oportunidad de una aclaracin. Por necesidad no entendemos una carencia o una falta, como cuando decimos tengo la necesidad de, necesitara tal cosa o estoy necesitando, ya que todos estos sentidos hacen una clara referencia a una privacin, carencia o ausencia. Aqu comprenderemos el trmino necesidad como un sinnimo de fatalidad, destino o fortuna. Por otra parte, afirmamos que actuamos privados de libertad cuando lo hacemos siguiendo alguna necesidad o imposicin, como si la necesidad fuese una suerte de fatalidad que arrebata nuestro albedro y atenta contra nuestra voluntad, querer o libertad. Curiosamente, desde el punto de vista filosfico, repetidas veces en la historia del
pensamiento estas nociones han marchado juntas, complementndose. Es ms, una curiosa definicin de libertad la describe como la conciencia de la necesidad. Segn esta definicin, un individuo acta libremente cuando sigue el designio de la necesidad, del destino o de la fortuna. Es decir, es libre cuando comprende que acta como debe actuar. Este sentido de libertad circula por las tragedias griegas, por la filosofa socrtico-platnica, por la filosofa de Baruch Spinoza, Hegel y Arthur Schopenhauer, entre otros. Aqu nos abocaremos a la comprensin de este sentido de libertad, pues es el que circula en Matrix I, tal como se desprende del dilogo recin trascrito. Pero, en primer lugar, descendamos hacia la etimologa, la raz, de estos dos trminos: libertad y necesidad. El sustantivo libertad procede de la lengua griega (gr. eleuthera). como el adjetivo libre (gr. eletheros). En ambos casos se hace una clara alusin al no esclavo. Sin embargo, en castellano no nos ha quedado ningn sedimento de esta raz. Nuestras palabras libertad (lat. libertas) y libre (lat. liber) proceden de la lengua latina. En la antigua Roma se llamaba libre a aquel joven que haba alcanzado la madurez sexual y que, entonces, estaba habilitado para asumir responsabilidades ciudadanas. Por eso, al lograr aquella edad se le entregaba la toga virilis (varonil) o toga libera (libre).
Scrates (470/469-399 a. C.) nace y muere en Atenas. De origen modesto hijo de un escultor y una partera, toma el oficio de su madre como estmulo para el desarrollo de su propio mtodo filosfico: la mayutica, consistente en un tipo de conversacin que asiste al otro para dar a luz una verdad oculta en l mas no advertida por su portador. Scrates sirve en varias batallas, como la de Potidea en 432 a. C. y la de Delio en 424 a. C., y es caricaturizado burlonamente por Aristfanes en Las nubes y recordado por Jenofonte en sus Recuerdos de Scrates, la Apologa de Scrates y el Banquete. Scrates es acusado de corromper a la juventud hacindole creer en cosas en que la ciudad no cree (impiedad), y pese a que sus discpulos le proponen escaparse de la crcel, l decide aceptar la condena. As, el hombre que una vez dijo; S que no s, muere al beber de la cicuta y se convierte de este modo en el primer filsofo condenado a muerte en la historia de la filosofa. Scrates no dej ningn tipo de legado escrito, porque entenda que el pensamiento se daba en el dilogo, en la calle, y no en la fijeza de la escritura, donde se perda la fluidez de la dialctica. Sin embargo, parte de su pensamiento se puede reconstruir a travs de ciertos dilogos de Platn, donde ste se preocupa por retratar la vida y pensamiento de su maestro hasta su muerte: Eutifrn, Apologa, Critn y Menn. No incluimos el Fedn, donde se describe el momento en que Scrates bebe la cicuta, pues se trata de una excusa para que Platn exponga su doctrina de la inmortalidad del alma.
Por otro lado, el concepto de necesidad es de origen griego (gr. angke) y est fuertemente vinculado con los de destino (gr. eimarmne), fatalidad (gr. at) y suerte (gr. moira). Desde el punto de vista filosfico, la necesidad puede definirse como aquello que no puede ser de otro modo que como es. Aquello que slo puede darse de un nico modo.15 Por esto es una nocin que se opone a la de contingencia, es decir, a aquello que puede ser de otro modo que como es. Con la nocin de necesidad se quiere sealar que todo est fijado, condicionado y establecido. Y si esto es as, qu quiere decir que alguien acta libremente cuando
acta conforme a la necesidad? Cmo ser libre siguiendo la necesidad, el destino o la fatalidad? No acta libremente aquel que rompe con la necesidad? Para presentar esta curiosa concepcin de libertad como conciencia de la necesidad o destino tomemos puntualmente el caso de Scrates, con la finalidad de establecer un vnculo posible con el dilogo entre Neo y la Pitonisa. Como advertimos en el apartado dedicado a Scrates, es acusado de corromper a la juventud hacindole creer en dioses en los que la ciudad no cree. Es acusado de impiedad o irreligiosidad (gr. asebeia). Al iniciar su defensa, Scrates se desentiende de las antiguas acusaciones que haba contra l, segn las cuales era o bien un naturalista que se ocupaba de las cosas del cielo o bien un sofista que haca pasar el argumento ms dbil por el ms fuerte. Y antes de tratar sobre la ms reciente acusacin, que lo hace comparecer ante un tribunal de quinientos jueces, Scrates narra con estas palabras la visita de su amigo y muy respetable ciudadano ateniense Querefonte al Orculo de Delfos: Pues bien, en cierta ocasin que fue a Delfos [Querefonte], se atrevi a preguntar al orculo pero repito, seores, no me vayan a interrumpir; pregunt si haba alguien ms sabio que yo. La pitonisa le respondi que no haba nadie ms sabio.16
Lo primero que podemos rescatar de esta cita y del dilogo entre Neo y la Pitonisa es el carcter enigmtico de los vaticinios o pronunciamientos del Orculo. Herclito, a quien ya hemos hecho referencia, deca en uno de los fragmentos que nos han quedado de sus textos que el Seor, cuyo orculo est en Delfos, no dice, no oculta, sino significa, es decir, no afirma algo directamente, sino que ofrece un enigma que es necesario descifrar e interpretar. De este modo, la Pitonisa, tanto en Matrix como en la Apologa de Scrates, ofrece un acertijo por dilucidar. Lo importante en este punto es que ese vaticinio expresa una necesidad, un destino, que slo se puede comprender por medio de la prctica, del ejercicio. Neo comprende que l efectivamente es el Elegido realizando distintas acciones que lo van convenciendo de ello. Lo mismo sucede en el caso de Scrates, que corro-
16 Platn, Apologa de Scrates, trad. Eggers Lan, EUDEBA, Buenos Aires, 1993, p. 127.
bora el pronunciamiento del Orculo acerca de su sabidura dialogando con todos aquellos que l mismo consideraba sabios. Y es all entonces que descubre en qu particular medida l los aventaja en sabidura. En los dilogos reconoce que ellos decan saber sobre aquello que no saban, mientras que l una sola cosa saba: que no saba. En esto, en la conciencia de su no saber, Scrates aventajaba a todos en sabidura. As su prctica de la filosofa consista en ser una suerte de tbano que iba procurando que cada uno cuidase de s mismo, evitando la precipitacin y la prevencin a la que mueven los falsos saberes y creencias. Su camino de pensamiento estaba guiado por los designios de una suerte de divinidad que lo prevena respecto de aquello que no deba hacer. No le deca
qu hacer en cada caso, sino tan slo qu deba evitar. As, Scrates expresaba su libertad aceptando la necesidad, el destino, que le impona esta divinidad interior. Actuaba libremente toda vez que segua la necesidad de sus designios. Incluso mientras aguarda la realizacin de su condena en la crcel, ante la visita de su amigo Critn, que ha sobornado a los guardias para que pueda huir, Scrates dialoga con l para explicarle las razones por las cuales no violentar las leyes que lo educaron.17 Por su parte, las palabras del Orculo para Neo son oscuras. Su camino ser el lograr claridad respecto de ellas, seguir y comprender su designio. Y cuanto ms consciente es de la necesidad, del carcter obligante, de esos designios, ms libremente acta.
Actividades
1. Actividad para el docente Sugerimos al docente la lectura de los siguientes relatos con la finalidad de nutrir y ampliar los posibles abordajes de las relaciones entre el sueo y la vigilia: Jorge Luis Borges, Las ruinas circulares, en Ficciones, Emec, Buenos Aires, 1990; Julio Cortzar, La noche boca arriba, en Final del juego, Sudamericana, Buenos Aires, 1993. 2. Para que el docente realice con los alumnos 1. En el captulo tratamos sobre la irrupcin de lo imprevisto e impensado en el orden de la vida cotidiana como un motor de pensamiento filosfico. En virtud de ello le proponemos al docente que trabaje como disparador con sus alumnos sobre este fragmento del captulo primero, En la madriguera del conejo, de Alicia en el pas de las maravillas de Lewis Carroll: Alicia empezaba ya a cansarse de estar sentada con su hermana a la orilla del ro, sin tener nada que hacer: haba echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tena dibujos ni dilogos. Y de qu sirve un libro sin dibujos ni dilogos?, se preguntaba Alicia. As pues, estaba pensando (y pensar le costaba cierto esfuerzo, porque el calor del da la haba dejado soolienta y atontada) si el placer de tejer una guirnalda de margaritas la compensara del trabajo de levantarse y coger las margaritas, cuando de pronto salt cerca de ella un Conejo Blanco de ojos rosados. No haba nada muy extraordinario en esto, ni tampoco le pareci a Alicia muy extrao or que el conejo se deca a s mismo: Dios mo! Dios mo! Voy a llegar tarde! (Cuando pens en ello despus, decidi que, desde luego, hubiera debido sorprenderla mucho, pero en aquel momento le pareci lo ms natural del mundo.) Pero cuando el conejo se sac un reloj de bolsillo del chaleco, lo mir y ech a correr, Alicia se levant de un salto, porque comprendi de golpe que ella
nunca haba visto un conejo con chaleco, ni con reloj que sacarse de l, y, ardiendo de curiosidad, se puso a correr tras el conejo por la pradera, y lleg justo a tiempo para ver cmo se precipitaba en una madriguera que se abra al pie del seto. Un momento ms tarde, Alicia se meta tambin en la madriguera, sin pararse a considerar cmo se las arreglara despus para salir. Al principio, la madriguera del conejo se extenda en lnea recta como un tnel, y despus torci bruscamente hacia abajo, tan bruscamente que Alicia no tuvo siquiera tiempo de pensar en detenerse y se encontr cayendo por lo que pareca un pozo muy profundo. O el pozo era en verdad profundo, o ella caa muy despacio, porque Alicia, mientras descenda, tuvo tiempo sobrado para mirar a su alrededor y para preguntarse qu iba a suceder despus.18 A partir de la lectura en clase de este breve pasaje, pueden proponerse las siguientes actividades: a. Poner de relieve el vnculo explcito entre el texto de Lewis Carroll y Matrix I, como, por ejemplo, a travs de la figura de la madriguera: Morfeo: Te gustara saber lo que es? La Matrix nos rodea. Est por todas partes, incluso ahora, en esta misma habitacin. Puedes verla si miras por la ventana o al encender la televisin. Puedes sentirla, cuando vas a trabajar, cuando vas a la iglesia, cuando pagas tus impuestos. Es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad./ Neo: Qu verdad?/ Morfeo: Que eres un esclavo, Neo. Igual que los dems, naciste en cautiverio, naciste en una prisin que no puedes ni oler ni saborear ni tocar. Una prisin para tu mente. Por desgracia no se puede explicar lo que es Matrix. Has de verla con tus propios
ojos. sta es tu ltima oportunidad. Despus, ya no podrs echarte atrs. Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertars en tu cama y creers lo que quieras creerte. Si tomas la roja, te quedas en el Pas de las Maravillas y yo te ensear hasta dnde llega la madriguera de conejos. Recuerda, lo nico que te ofrezco es la verdad. Nada ms. b. Que los alumnos sealen qu papel juegan el tedio y el aburrimiento, as como el asombro y la duda, tanto en este fragmento de Alicia como en Matrix I, respecto de la bsqueda de conocimiento. c. A partir de esto, puede sugerirse que tanto el docente como los alumnos presenten situaciones personales de tedio, aburrimiento, asombro o duda que permitan emprender un camino de conocimiento. d. Del mismo modo, situaciones personales lmites o de riesgo que abran un camino de reflexin. 2. La tercera consideracin trat sobre el problema del sueo y la vigilia, y sobre cmo pueden distinguirse. Para ello, nos referimos al problema tal como apareci en Matrix I y en la tradicin de pensamiento filosfico. A partir de esto, pueden sugerirse las siguientes actividades: a. Que cada alumno escriba el relato de un sueo propio y seale si el sueo mantena un vnculo con la realidad o bien era puramente imaginario. Finalmente, que indique si durante algn momento del sueo ste fue tomado por realidad; de ser as, que explique las razones por las cuales supone la realidad de su sueo. b. Presentamos en misma consideracin el esfuerzo de la filosofa desde Herclito en adelante por conducir al
18 Lewis Carroll, Alicia en el pas de las maravillas, Altaya, Barcelona, 1995, pp. 8-10.
individuo del sueo a la vigilia a travs de la Hilary Whitehall Putnam naci el 31 de julio de 1926 en la ciudad de Chicago razn, como si la filosofa misma fuese un y vivi hasta los ocho aos en Pars. Se dedic al estudio de las matemticas y la filosofa en la Universidad de Pennsylvania, donde se licenci. esfuerzo por despertar al sujeto. A partir de Posteriormente, en la Universidad de California, obtuvo su doctorado esto, sugerimos que el docente y sus alum(1951). Su tesis doctoral, dirigida por Hans Reichenbach, indaga sobre el nos se pregunten y dialoguen acerca de por problema de la induccin y la probabilidad. Como docente e investigador, Putnam dedic sus primeros aos de estudio a la lgica, ocupando la ctequ repetidas veces en nuestra existencia dra Walter Beverly Pearson de Matemtica Moderna y Lgica Matemtica cotidiana preferimos la realidad del en Harvard en 1976. Asimismo, ejerci en universidades de la talla de sueo a la vigilia, como se ve explcitamenPrinceton y en el renombrado MIT donde tambin ensea Noam Chomsky. Putnam suele ser llamado el padre del funcionalismo, esto es, quien fund te en el caso de Cifra (el traidor) en Matrix I. la teora que sostiene la existencia de una analoga funcional entre los esta3. En la primera seccin de la tercera considedos de la mente y los estados computacionales. Sin embargo, l mismo la racin tratamos sobre el problema de lo real abandon para convertirse en un fuerte crtico de esta teora. En un discurso pronunciado en 1976, llamado El realismo y la razn, se aleja definitivao realidad. Queremos proponer aqu al mente de las posiciones cientificistas y acua la expresin realismo interdocente que comparta con sus estudiantes no, que permitira una escapatoria al problema relativista en el cual suele este fragmento del ensayo Cerebros en una caer lo que se entiende por realismo cientfico. La obra que lo lleva a un reconocimiento mayor, en su polmica con el filcubeta (ingl. brain-in-a-vat) del filsofo sofo estadounidense Richard Rorty, es Razn, verdad e historia (1981), la norteamericano Hilary Putnam. El texto procual se manifiesta como una crtica de envergadura tanto al realismo cientpone una hiptesis segn la cual podramos fico como al realismo metafsico. Gran parte de su ltimo pensamiento se encuentra reunido en dos volmenes de ensayos titulados Realismo de rosconsiderar que la humanidad no es otra tro humano (1990) y Las palabras y la vida (1994). Una de sus ltimas obras cosa que cerebros en cubetas conectados es Ethics Without Ontology (2004), publicada por la Universidad de Harvard. por un diablico cientfico a una computadora. Tras la lectura compartida del texto, el caso del prisionero de la caverna platnica, a obserpodrn llevar adelante las siguientes actividades: var, tan slo por detrs de una tapia? a. Establecer un dilogo con los estudiantes en el que se pongan de manifiesto los puntos de contacto entre EL CASO DE LOS CEREBROS EN UNA CUBETA Matrix I y este texto de Hilary Putnam. He aqu una posibilidad de ciencia ficcin discutida por los b. Trabajar a partir de la pregunta que realiza el autor: Si filsofos: imaginemos que un ser humano (el lector furamos cerebros en una cubeta, podramos decir o puede imaginar que es l quien sufre el percance) ha pensar que lo somos? sido sometido a una operacin por un diablico cientfic. Pedir la produccin de un texto breve, de ms de una co. El cerebro de tal persona (su cerebro, querido lector) pgina, en el que los estudiantes releven situaciones de ha sido extrado del cuerpo y colocado en una cubeta de su vida cotidiana, por ejemplo, su experiencia diaria en nutrientes que lo mantienen vivo. Las terminaciones un cber, que puedan vincularse con el ensayo de Putnam. nerviosas han sido conectadas a una computadora d. Dialogar en torno de la pregunta: es posible tener supercientfica que provoca en esa persona la ilusin de conciencia de nuestra propia existencia y realidad o que todo es perfectamente normal. Parece haber gente, bien estamos condicionados a ver, tal como suceda en
objetos, cielo, etctera; pero en realidad todo lo que la persona (usted) est experimentando es resultado de impulsos electrnicos que se desplazan desde la computadora hasta las terminaciones nerviosas. La computadora es tan ingeniosa que si la persona intenta alzar su mano, el feedback que procede de la computadora le provocar que vea y sienta que su mano est alzndose. Por otra parte, mediante una simple modificacin del programa, el diablico cientfico puede provocar que la vctima experimente (o alucine) cualquier situacin o entorno que l desee. Tambin puede borrar la memoria de funcionamiento del cerebro, de modo que la vctima crea que siempre ha estado en ese entorno. La vctima puede creer incluso que est sentada, leyendo estas mismas palabras acerca de la suposicin, divertida aunque bastante absurda, de que hay un diablico cientfico que extrae cerebros de los cuerpos y los coloca en una cubeta de nutrientes que los mantiene vivos. Las terminaciones nerviosas se suponen conectadas a una computadora supercientfica que provoca en la persona ilusiones de Cuando se menciona esta especie de posibilidad en una clase de teora del conocimiento, el propsito no es otro que suscitar de un modo modesto el clsico problema del escepticismo con respecto al mundo externo. (Cmo podra usted saber que no se halla en esa situacin?) Pero esta situacin es tambin un til recurso para suscitar cuestiones en torno de la relacin mente-mundo. En lugar de imaginar un solo cerebro en una cubeta, podemos imaginar que los seres humanos (quiz todos los seres sintientes) son cerebros en una cubeta (o sistemas nerviosos en una cubeta, en el caso de algunos seres que slo poseen un sistema nervioso mnimo, pero que ya cuentan como sintientes). Por
supuesto, el diablico cientfico tendra que estar fuera o querra estarlo?. Quiz no exista ningn diablico cientfico, quiz (aunque esto es absurdo) el mundo consista en una maquinaria automtica que est al cuidado de una cubeta repleta de cerebros y sistemas nerviosos. Supongamos esta vez que la maquinaria automtica est programada para ofrecernos a todos una alucinacin colectiva, en lugar de unas cuantas alucinaciones separadas y sin relacin. De forma que cuando me parece estar hablando con usted, a usted le parece estar oyendo palabras. Mis palabras no llegan realmente a sus odos, por supuesto porque usted no tiene odos (reales), ni yo tengo boca o lengua reales. Pero cuando emito mis palabras, lo que ocurre en realidad es que los impulsos aferentes se desplazan desde mi cerebro hasta el ordenador, el cual a su vez provoca que yo oiga mi propia voz profiriendo esas palabras y sienta el movimiento de mi lengua, y que usted oiga mis palabras, y me vea hablando, etctera. En este caso, nos comunicamos realmente, hasta cierto punto. Yo no estoy equivocado con respecto a su existencia real (slo lo estoy con respecto a la existencia de su cuerpo y del mundo externo, aparte de los cerebros). En cierta medida, tampoco importa que el mundo entero sea una alucinacin colectiva; despus de todo, cuando me dirijo a usted, usted oye realmente mis palabras, si bien el mecanismo no es el que suponemos. (Si furamos dos amantes haciendo el amor y no dos personas manteniendo una conversacin, la insinuacin de que nicamente somos dos cerebros en una cubeta podra ser molesta, desde luego.) Deseo formular ahora una pregunta que parecer obvia y bastante estpida (al menos a algunos, incluyendo a algunos filsofos sumamente sofisticados), pero que
tal vez nos sumerja con cierta rapidez en autnticas profundidades filosficas. Supongamos que toda esta historia fuera realmente verdadera. Si furamos cerebros en una cubeta, podramos decir o pensar que lo somos?19 4. Tambin en relacin con el problema de lo real o realidad y lo aparente, sugerimos las siguientes actividades: a. Dialogar con los estudiantes sobre las distintas acepciones de las palabras real y realidad que aparecen en el uso corriente de la lengua. Que cada uno de los estudiantes exprese a partir de ello qu es lo que entiende por real y realidad. b. Seleccionar una noticia cualquiera y relevarla a travs de la mayor cantidad de artculos periodsticos provenientes de diarios y/o revistas. Una vez reunido todo el material, invitamos a que el docente presente las distintas versiones del acontecimiento, para mostrar la pluralidad de versiones y, con ello, de realidades posibles, en torno de un mismo disparador. c. Sugerimos al docente que comparta con sus alumnos la pelcula Inteligencia artificial de Spielberg, para establecer la relacin con Matrix I. Proponemos, entonces, vincular las distintas visiones que cada pelcula tiene sobre lo real o la realidad. Por otro lado, discutir sobre cul de las versiones est ms emparentada con la visin que los propios alumnos sostienen. d. Que los alumnos propongan por escrito cules son los lmites que para ellos separan la realidad de la apariencia. 5. La cuarta consideracin del captulo trat la relacin entre libertad y necesidad en Matrix a la luz de la figura de Scrates, cuya libertad resida paradjicamente
en la comprensin de la necesidad o del destino que le haba sido asignado. Aquella concepcin de libertad, tan emparentada con la de Morfeo y Neo en Matrix I, fue relatada por Platn en la Apologa de Scrates. Aqu proponemos el vnculo entre aquel dilogo de Platn y el texto Mi apologa, del director de cine, escritor y msico Woody Allen: (El verdugo llega con una copa de cicuta. Su rostro se parece mucho al del cmico irlands Spike Milligan.) Verdugo: Ah ya estamos aqu. Quin se ha de beber el veneno? Agatn: (Sealando hacia m) ste. Allen: Caramba, qu copa tan grande. No suelta demasiado humo? Verdugo: El normal. Hay que bebrsela toda, porque la mayora de las veces el veneno est en el fondo. Allen: (Por regla general aqu mi comportamiento difiere completamente del de Scrates y me han advertido ya que suelo gritar en sueos.) No no beber! No quiero morir! Socorro! No! Por favor! (El verdugo me tiende el burbujeante brebaje entre mis abyectas splicas y todo parece perdido. Entonces el sueo siempre toma un nuevo sesgo, a causa de algn innato instinto de supervivencia, y aparece un mensajero.) Mensajero: Quietos todos! El Senado ha vuelto a votar! Quedan retiradas las acusaciones contra ti. Tu vala ha sido finalmente reconocida y est decidido que se te debe rendir un homenaje. Allen: Por fin! Por fin! Han vuelto a la razn! Soy un hombre libre! Libre! Y me van a homenajear! De prisa, Agatn y Simmias, preparadme las maletas. Tengo que irme. Praxteles querr comenzar mi busto cuanto
19 Hilary Putnam, Cerebros en una cubeta, en Razn, verdad e historia, Tecnos, Madrid, pp. 19-20.
antes. Pero antes de partir, os brindo una pequea parbola. Simmias: Vaya, esto s que ha sido volver casaca. Tendrn idea de lo que se traen entre manos? Allen: Un grupo de hombres habita en una oscura caverna. No saben que afuera brilla el sol. La nica luz que conocen es el titubeante temblor de las velas que llevan para desplazarse. Agatn: Y de dnde han sacado las velas? Allen: Bueno, digamos que las tienen y basta. Agatn: Habitan en una caverna y tienen velas? Suena a falso. Allen: No podis aceptar mi palabra? Agatn: Est bien, est bien, pero vayamos al grano. Allen: Un buen da, uno de los moradores de la caverna sale y ve el mundo exterior. Simmias: En toda su claridad. Allen: Justamente. En toda su claridad.
Agatn: Y cuando intenta contrselo a los dems, no le creen. Allen: Pues no. No se lo cuenta a los otros. Agatn: Ah, no? Allen: No, pone una carnicera, se casa con una bailarina y se muere de hemorragia cerebral a los cuarenta y dos aos. (Me agarran todos y me obligan a ingerir la cicuta. Por regla general aqu me despierto baado en sudor y slo una racin de huevos revueltos y salmn ahumado consigue tranquilizarme.)20 A partir de la lectura completa de la Apologa de Scrates de Platn, seguida de Mi apologa de Allen, el docente puede sugerir la formacin de grupos de trabajo para analizar las posibles relaciones entre ambos textos, poniendo de relieve los puntos en comn y las distancias entre uno y otro. A modo de ejemplo: la manera en que Scrates y Allen enfrentan su destino.
Bibliografa sugerida
Introduccin Respecto de distintos abordajes de Matrix, sugerimos primeramente dos libros que compilan ensayos sobre visiones filosficas del filme: Irwin, W. (ed.), The Matrix and Philosophy. Welcome to the desert of the real, Open Court, Illinois, 2002; Yeffeth, G. (ed.), Taking the red pill. Science, Philosophy and Religion in The Matrix, Benbella Books, Dallas, 2003. Tambin es recomendable el libro escrito por Concepcin Prez Garca, Matrix. Cine y filosofa, Mad Ediciones, Asturias, Espaa, 2005. Por otro lado, en el pack The Ultimate Matrix Collection, a la venta desde el 14 de diciembre de 2004, se ofrece un DVD llamado Las fuentes de Matrix que incluye un documental titulado Regreso a la fuente: la filosofa en Matrix. Primera consideracin: pensar lo impensado Sobre los orgenes de la filosofa, se recomienda acudir a Colli, G., La seora del laberinto, en El nacimiento de la filosofa, Tusquets, Barcelona, 1994, p. 24, y Chtelet, F., Una historia de la razn. Conversaciones con Emile Nol, Nueva Visin, Buenos Aires, 1993. Segunda consideracin: qu es una pregunta? Sobre la pregunta acerca de qu es la filosofa En cuanto a algunos aspectos sobre la pregunta en filosofa y sobre la pregunta misma por la filosofa, sugerimos los siguientes textos: Heidegger, Qu es eso de la filosofa?, en revista Sur, Buenos Aires, 1960; Deleuze, G. - Guattari, F., Qu es la filosofa?, Anagrama, Barcelona, 1994. Tercera consideracin: el sueo y la vigilia (lo aparente y lo real) Bienvenidos al desierto de lo real: sobre lo aparente y lo real Tanto sobre el problema de lo real, como sobre el del sueo y la vigilia en lo que se entiende como Antigedad clsica, recomendamos acudir a Colli, G., El nacimiento de la filosofa, Tusquets, Barcelona, 1994, y Armstrong, A. H., Introduccin a la filosofa antigua, ed. EUDEBA, Buenos Aires, 1966. Para una introduccin al problema del sueo y lo real en el pensamiento de Descartes y la Modernidad, se recomienda la lectura de Cottingghan, J., Descartes, UNAM, Mxico, 1995, y Cassirer, E., El problema del conocimiento cientfico, FCE, Mxico, 1993. Cuarta consideracin: libertad y necesidad Acerca del problema de la libertad y la necesidad en la Antigedad, se sugiere Eggers Lan, C., Libertad y compulsin en la Antigua Grecia, EUDEBA, Buenos Aires, 1997. Para el caso socrtico, Mondolfo, R., Scrates, EUDEBA, Buenos Aires, 1988, y Guardini, R., La muerte de Scrates, Emec, Buenos Aires, 1997.
Bibliografa
Primera consideracin: pensar lo impensado HEGEL, G. F., Fundamentos de la filosofa del derecho, Siglo XXI, Buenos Aires, 1987. El no saber como principio del saber: los orgenes de la filosofa ARISTTELES, Metafsica, Gredos, Madrid, 1992. ARTAUD, A., El cine, Alianza, Madrid, 1992. DELEUZE, G., La imagen-tiempo, Paids, Buenos Aires, 2005. JASPERS, K., La filosofa, FCE, Mxico, 1973. Tercera consideracin: el sueo y la vigilia (lo aparente y lo real) DESCARTES, R., Meditaciones metafsicas, en Obras escogidas, Sudamericana, Buenos Aires, 1967. EGGERS LAN, C., Los presocrticos, Gredos, Madrid, 1986. MONTAIGNE, M., Ensayos, Sudamericana, Buenos Aires, 1984. PLATN, Fedn, Planeta DeAgostini, Madrid, 1999. Bienvenidos al desierto de lo real: sobre lo aparente y lo real BORGES, J. L., De la alegora en las novelas, en Otras inquisiciones , Obras completas, II, Emec, Buenos Aires, 1989. EGGERS LAN, C., El sol, la lnea y la caverna, Colihue, Buenos Aires, 2000. NIETZSCHE, F., El nacimiento de la tragedia, Alianza, Madrid, 1973. Cuarta consideracin: libertad y necesidad P LATN , Apologa de Scrates , trad. E GGERS L AN , EUDEBA, Buenos Aires, 1993. PLATN, Critn, trad. Eggers Lan, EUDEBA, Buenos Aires, 1989. Actividades ALLEN, W., Perfiles, Tusquets, Barcelona, 1980. CARROLL, L., Alicia en el pas de las maravillas, Altaya, Barcelona, 1995. PUTNAM, H., Cerebros en una cubeta, en Razn, verdad e historia, Tecnos, Madrid.
No cesaremos de explorar y el final de toda nuestra exploracin ser llegar al punto de partida reconocer el lugar por primera vez. T. S. ELIOT Despus del juego es antes del juego. S. HERBERGER
Introduccin
En Corre Lola, corre (Lola Rennt), estrenada en 1998, una joven punk berlinesa debe reunir una enorme cantidad de dinero en veinte minutos para salvar a su novio de ser asesinado por traficantes. Es por eso que Lola corre. En esta pelcula del director alemn Tom Tykwer, se ven claramente los distintos conos y tpicos de una cultura joven nutrida en la dcada de los 80 y consumada en la dcada posterior. Es que la misma imagen casi imperativa de permanente movimiento, subordinado al ritmo incesante de la msica electrnica, la fragmentacin de imgenes y los cuadros detenidos, las transformaciones de la protagonista en un dibujo animado, son claros ejemplos de una cultura joven influenciada por los tiempos del video-clip. Esto es, por la cultura pop, o ms precisamente por la llamada cultura MTV. Es ms, al comienzo mismo de la pelcula, los actores son presentados como si fueran criminales, sugiriendo la admiracin propiamente adolescente por lo mediticamente contestatario. De igual manera, las escenas que refieren al pasado son presentadas en blanco y negro, mientras que los tiempos presentes de la pelcula se retratan con fuertes colores (el rojo de los cabellos de Lola que contrastan con una gris
Berln). Incluso las tres vidas de Lola podran estar haciendo alusin a las tpicas tres vidas otorgadas en los video-juegos. De hecho, el director Tom Tykwer quien tambin dirigi Winter sleepers (Soadores) y La vida en obras pertenece de alguna manera a una corriente de jvenes realizadores alemanes a los que se les suele criticar el hecho de poner demasiado hincapi en los procedimientos de la pelcula y no profundizar las problemticas que transcurren por detrs de ellos. De todas maneras, Corre Lola, corre no se estanca solamente en el mero planteamiento de un desfile de giles imgenes deslizndose por la pantalla, al ritmo de msica electrnica compuesta en parte por el mismo director. En ella tambin se ponen de relieve una serie de problemas tales como la cuestin de la temporalidad y sus posibles abordajes, el azar y la virtud, la necesidad y la posibilidad de que la voluntad se imponga sobre el destino. Y no es precisamente al igual que en Matrix que esta clase de temticas no hayan sido asiduamente tratadas con anterioridad en otras pelculas o libros, ya sea en la literatura argentina (Borges o incluso Cortzar), ya sea en el cine europeo ms clsico, como por ejemplo en Suerte ciega o La doble vida de Vernica del director polaco Krzysztof (1941-1996). Digamos que esta vez esos tpicos tienen la particularidad de ser presentados bajo la novedad de los tiempos actuales y con el claro objetivo de apuntar a un pblico adolescente formado bajo el imperioso mundo de la televisin. La fuerza de los problemas filosficos se concentra ms en la imagen que en el guin, contrariamente a lo que sucede con Matrix, por ejemplo.
Para acompaar la reflexin que llevaremos adelante en esta primera consideracin, les pedimos a los lectores que tengan presente la seccin Qu es una pregunta? del captulo anterior dedicado a Matrix. Si bien la meditacin que sigue no se desprende de ella, encuentra all elementos que auspician una visin ms amplia y compleja del tema. Con tal finalidad nos servimos de un fragmento del guin de Corre Lola, corre. Se trata de las primeras palabras del filme, pronunciadas por una voz en off.
El hombre probablemente la ms misteriosa de las especies de nuestro planeta. Un misterio de preguntas sin respuesta. Quines somos? De dnde venimos? Adnde vamos? Cmo sabemos lo que creemos que sabemos? Por qu creemos lo que creemos? Innumerables preguntas en busca de una respuesta una respuesta que dar lugar a una nueva pregunta y la prxima respuesta dar lugar a la prxima pregunta y as sucesivamente. Pero, al final, no es siempre la misma pregunta? Y siempre la misma respuesta? El baln es redondo. El partido dura 90 minutos. Eso es un hecho. Todo lo dems es pura teora. Lo primero que descubren estas palabras es que estamos habitados por preguntas. Siempre irrumpen preguntas, y a veces, respuestas tambin bajo la forma de preguntas. Entre ellas, la pregunta por quines somos, esto es, qu es el hombre. El esfuerzo en relacin con esta cuestin radica en dar precisamente con la diferencia, llamada en filosofa diferencia especfica, que distinga al hombre del resto de las cosas. Si el hombre no es una cosa entre las cosas, qu es entonces. La historia del pensamiento en torno de esta pregunta es la historia de un continuo y muy fecundo descuerdo. El lector, en este punto, podr valorar crticamente qu sucedera si tuvisemos una nica respuesta, conclusiva y definitiva,
para sealar qu cosa sea el hombre.21 La embargo, deberamos advertir que emiten pluralidad abierta de respuestas a la pre- un chillido similar a la risa, pero que de ningunta es la que nos permite seguir pensan- gn modo es una risa propiamente dicha. do en torno de ella. Y no slo sta implica una reaccin de eso, sino tambin ganar una tipo intelectual o racional. cierta humildad en cuanto al Por ms espontnea que alcance de nuestras afirmaparezca, siempre compromete ciones. un componente racional. Hay tantas definiciones de Cuando alguien nos cuenta qu sea el hombre como penun chiste, por ejemplo, nos sadores que han reflexionado remos a partir de su comcrticamente sobre la pregunprensin. Si no, serios, decita. Entre ellas, el hombre ha mos sencillamente: No lo sido definido como el animal entend. que conoce (lat. homo El problema es dnde sapiens), como un ser racional dice eso Aristteles. Umberto Imagen de estudios del cuerpo humano (lat. homo rationalis), como Eco teji una maravillosa un animal social (lat. homo fantasa en su novela filosfica sociales), como un animal que hace o fabri- El nombre de la rosa en torno de un texto ca cosas (lat. homo faber), como un animal de Aristteles sobre la risa: el presunto que tiene la capacidad de representar e libro perdido de la Potica que dedicaba al imaginar cosas (lat. homo pictor) o como gnero cmico. un animal que posee la capacidad de artiA diferencia de la tragedia, que reprecular un lenguaje, la posibilidad de hablar sentara a los hombres mejores de lo que y de escribir (lat. homo loquax). son, la comedia los representara como Pero hay una definicin en la que me son. Y al ver a los hombres tales como son, gustara detenerme un momento por su sin- eso no puede provocar sino risa. gularidad. Es la definicin que da Pero en alguna otra parte Aristteles ha Aristteles del hombre como el animal que afirmado su famosa frase: La risa es lo se re (lat. homo ridens). Desde el punto de propio del hombre. Es interesante ver ese vista de esta definicin la risa es lo propio concepto. Dnde lo dice Aristteles? En del hombre. Y el lector en este punto podra un libro dedicado a la fisiologa y anatoma preguntarse, acaso las hienas no se ren? Sin animal. Lo dice en su tratado de zoologa.
21 Cabe aclarar que la pregunta se encuentra en modo subjuntivo. El motivo del uso de ese tiempo verbal es que estamos preguntando no sobre el orden de lo real, sino precisamente sobre lo subjuntivo.
Aristteles est describiendo el movimiento del diafragma, este msculo que tiene su mayor desarrollo en el hombre, y que l vincula con la posibilidad material, fsica, de que el hombre se ra. El hombre tiene un instrumento material que le permite rer, cosa que no tendran los animales. Aristteles llega a esta cuestin preguntndose por qu las cosquillas hacen rer. Si las cosquillas hacen rer, por qu si a un animal se le hacen cosquillas no se re? Pues pareciera haber como una cierta singularidad en el diafragma del hombre, que es el transmisor de esa sensacin especial del cosquilleo a la que llamamos risa. Dice Aristteles que cuando a un hombre se le hacen cosquillas en las axilas, ese movimiento se transmite al diafragma y lo calienta, y ese aumento de la temperatura ocasiona una risa independiente de la voluntad. Pero ac Aristteles se desliza hacia una antropologa filosfica y dice: El que slo el hombre se vea afectado por las cosquillas se debe primeramente a la delicadeza de su piel y, segundo, al hecho de que el hombre es el nico animal que re.22 Por supuesto que esta concepcin del hombre como el animal que re ha sido ampliamente cuestionada durante lo que damos en llamar Edad Media, porque aparece precisamente el problema de la risa de Cristo. El problema es si Cristo habra
redo o no, porque habra asumido la humanidad en toda su plenitud. Entonces, cmo es posible que la risa que de cierta manera est asociada al cuerpo y tambin al engao y al fraude sea la marca del hombre por antonomasia? Eso genera enormes discusiones, debates, y por lo general se rechaza la posibilidad de que Cristo anduviera por all riendo. As, se deca que en todo caso rea moderadamente, templadamente, pero nunca a carcajadas ni mostrando la garganta. Por otro lado, dentro del ideario cristiano est siempre la idea de que la risa es una de las marcas del diablo. Siempre se lo representa riendo, burlndose, engaando. En el caso de Corre Lola, corre aparece una interesante definicin de hombre que lo seala como un misterio de preguntas sin respuestas. Qu define al hombre, segn esto? Ser el animal que formula preguntas. Nuestra humanidad se expresa en la enunciacin de preguntas. Preguntas que tienen como respuesta nuevas preguntas. El hombre es as el animal que pregunta y responde preguntando. Pero si las respuestas son nuevas preguntas, como lo sugiere el guin, no hay en el mbito de lo humano respuesta final, solucin final? No hay clausura de la pregunta? Como lo sealbamos en el captulo dedicado a Matrix, las preguntas irrumpen en el mbito del pensamiento como modos de sistematizar, ordenar, organizar malesta-
res, pre-ocupaciones. As, Corre Lola, corre comparte con Matrix la reflexin en torno de las preguntas. Preguntas que abren a nuevas preguntas, y con ellas a nuevos problemas. Podemos recordar en este punto el breve dilogo en el desayuno entre Mouse y Switch: Mouse: Sabes a lo que realmente me recuerda? Al Trigo Rico. Alguna vez llegaste a probarlo? / Switch: No, pero tcnicamente t tampoco. / Mouse: Y a eso me refiero. Exactamente. Porque si te preguntas cmo sabrn las mquinas a qu saba en realidad el Trigo Rico Quizs se equivocaran, yo creo que el sabor del Trigo Rico era en realidad el sabor de la avena o quizs del atn. Eso hace que te plantees cosas. Piensa en el pollo, por ejemplo. A lo mejor no supieron concretar qu sabor tena el pollo y por eso hay tantas cosas que saben a pollo. Sin embargo, el tratamiento de la pregunta que encontramos en una y en otra pelcula es diferente. En el caso de Matrix y el lector recordar esto las preguntas que se formulaban eran siempre decisivas: qu es la realidad?, qu es el destino?, qu es la libertad? Si bien el guin de Corre Lola, corre comienza refirindose a este animal que pregunta sobre qu sea l mismo, qu sea aquello en lo que cree, etctera, irrumpe hacia el final una fuerte crtica a esas preguntas filosficas. Como si toda la especulacin terica que se lleva adelante en aquellas preguntas se resolviera inmediatamente en el orden de la vida prctica, de las acciones mismas, lo que
seala una fuerte contraposicin entre el orden y sentido de nuestras formulaciones tericas y las acciones mismas que se dan en el mbito de la vida prctica, de la vida activa, tal como lo dice la voz: Pero, al final, no es siempre la misma pregunta? Y siempre la misma respuesta? El baln es redondo. El partido dura 90 minutos. Eso es un hecho. Todo lo dems es pura teora. Los problemas en filosofa Las ltimas palabras de la seccin anterior nos conducen sin duda hacia una cuestin no menor en el mbito de la filosofa, a saber: qu es un problema para la filosofa y cul es, en definitiva, la relacin que se establece entre la teora y la prctica, entre la accin y la reflexin? Corramos con lo primero. Cuando el poeta romano Catulo de Verona (87-54 a. C) culmina su libro de poemas en el que narra en verso su historia de amor con la romana Lesbia decide dedicrselo a su amigo, el historiador Cornelio Nepote. Y le dice algo as como: aqu te envo este libro recin terminado, el cual ha sido pulido con la seca y rida pmez. La imagen es vlida para la filosofa, que puede ser pensada de esta manera. Con aquella piedra seca y rida nos abocamos de modo plural a pulir problemas, pues ellos son tambin protuberancias irregulares sobre las que trabajamos no para disolverlas como tales sino tan slo para comprenderlas. La palabra misma problema (gr. problema) est
conformada por el prefijo pro-, que, como en las palabras proyecto, progreso, promesa, seala algo que est por delante, puntualmente en su caso una dificultad que nos sale al encuentro. Nuestro esfuerzo no es tanto superarlos o bien negar esa circunstancia, sino ms bien asumir su carcter problemtico. Si un problema en el mbito del pensamiento tiene una resolucin que se presenta como conclusiva, entonces con ella pierde su fuerza como un cuerpo cargado de sntomas y malestares sobre los que se vuelve necesario rumiar. Pero si, por el contrario, resiste como problema, entonces perdura al menos como una cosa sobre la cual es necesario reflexionar. Si hay problema, hay perplejidad, y si hay perplejidad, hay pensamiento. Pero de qu modo alcanzaremos una cierta sensibilidad sobre los problemas si no los comprendemos a partir de nuestra propia vivencia? Cmo pensar crticamente sobre algo que nos es completamente ajeno? Si el problema no se hace nuestro, debemos asumir nuestro rotundo fracaso para discurrir sobre l. No podemos abrazar el problema si no es nuestro, si de cierta manera l no nos abraza a nosotros. Creemos que esto queda muy en claro a partir de las ltimas palabras del fragmento: Todo lo dems es pura teora. En este punto, le sugerimos al lector tener presente el sentido que el filsofo alemn Immanuel Kant le dio al trmino puro (al. rein). Para l, es aquello que se da con independencia de la experiencia, aquello
La escuela cnica fue fundada por Antstenes en el siglo IV a. C. y pertenece a las llamadas escuelas socrticas menores. Sin embargo, se pueden distinguir dos etapas en esta corriente de pensamiento: la primera se desarroll en Grecia durante los siglos IV y III a. C., y la segunda, en Roma, Alejandra y Constantinopla durante los primeros siglos de nuestra era. Sus integrantes se reunan en el gimnasio Cinosargo (Perro Blanco), por lo que se los llam Perros, apodo despectivo que tambin se justificaba en la vida errante y el desprecio por los bienes materiales que practicaban. Uno de los puntos notables es que la teora cnica proviene de su misma prctica y se fundamenta en la exigencia de una libertad radical. Por esto mismo, otra caracterstica del cnico es su desvergenza. Proclamando la autarqua, esto es, la autosuficiencia, el cnico acostumbra a cuidar de s mismo, sin criados, siguiendo dietas sencillas y usando tan slo un manto y un bastn. Con el paso del tiempo, el comportamiento y la vida provocativa de los primeros cnicos fueron dando paso a escndalos verbales y escritos. Respecto de su origen, hay una lnea de investigadores que afirman que Antstenes no fue el fundador de la escuela y que la relacin AntstenesDigenes fue un invento posterior para mostrar una falsa descendencia socrtica. Segn estos autores, el fundador de la escuela cnica habra sido Crates, quien tom como modelo a Digenes.
que no est afectado o atravesado por ningn tipo de experiencia sensible o concreta. La pregunta es, entonces: podemos asumir como problema en filosofa algo de lo que no tenemos experiencia? Si no somos afectados, sensibilizados, impactados por algo, podemos asumirlo como problema para nosotros? Por ejemplo, es para nosotros un problema la finitud o infinitud del universo? Es un problema para nosotros la existencia o inexistencia de los ngeles? Es para nosotros problemtica la mortalidad o inmortalidad del alma? Insisto, si no tenemos experiencia sensible o concreta de todo ello, son problemas para nosotros?
Por supuesto, en este punto tampoco se trata de seguir el camino de los cnicos. Ellos sostenan que los problemas en el mbito de la existencia humana se resuelven olvidndolos como tales. Para ellos, un problema se disuelve cuando pierde su carcter problemtico. De hecho, en nuestro uso corriente del lenguaje repetidas veces nos servimos de expresiones que nos permitiran disolver problemas. Decimos, por ejemplo: No hay problema, Cul es el problema? o bien No veo ningn problema. A travs de estas expresiones intentamos disipar un campo problemtico. Sin embargo, en nuestra existencia cotidiana, en nuestra experiencia diaria, irrumpen permanentemente sntomas y malestares que traen nuevamente los problemas ante nosotros cuando, por ejemplo, queremos olvidar o bien superar la ausencia de un ser querido. Por ms persistentes que seamos en el esfuerzo, distintas situaciones traen y traern la presencia de aquella ausencia ante nosotros, resquebrajando el olvido con un nuevo y problemtico recuerdo, porque los seres humanos no podemos olvidar los problemas que guardan relacin con nuestras existencias. Por eso, como en el caso de Lola, pensamos mientras corremos. Esto es, pensamos mientras nos movemos, pensamos mientras vivimos. Sin vida no hay pensamiento. Y no se trata de pensar rpido o
lento, sino en un continuo movimiento, como el incesante movimiento de la existencia. El pensador alemn Friedrich Nietzsche, en su autobiografa Ecce homo, esto es, en la interpretacin que hace de s mismo, escribe: Estar sentado el menor tiempo posible; no prestar fe a ningn pensamiento que no haya nacido al aire libre y pudiendo nosotros movernos con libertad, a ningn pensamiento en el cual no celebren una fiesta tambin los msculos. Todos los prejuicios proceden de los intestinos. La carne sedentaria ya lo he dicho en otra ocasin es el autntico pecado contra el espritu santo.23 Y en relacin con otro texto suyo que pertenece al Crepsculo de los dolos, dice: Slo tienen valor los pensamientos caminados.24 De las palabras de Nietzsche podemos desprender que los pensamientos provienen de la existencia, de la experiencia, del andar. Del mismo modo sucede con la escritura que intenta expresarlos. As, podemos decir que el estilo de escritura que despliega un pensador se desprende tambin del estilo de su existencia, de su temperamento. El temperamento de un pensador, su respiracin, su andar, el tono de su voz, activan los
23 Friedrich Nietzsche, Ecce homo, Alianza, Madrid, 1996, p. 39. 24 Friedrich Nietzsche, El crepsculo de los dolos, Alianza, Madrid, 1993, p. 39.
mecanismos de la expresin escrita, no para que sta resulte un simulacro o una sombra de la vida, sino para que encuentre en ella su origen y fundamento. Algunos de los diez mandamientos de la Escuela del estilo, un escrito que envi Friedrich Nietzsche a Lou Andreas Salom bajo la forma epistolar en el semestre de su amistad, concentran aspectos de esta ltima consideracin. Este texto, que se gener entre abril y octubre de 1882, ofrece los siguientes pasos: 1.Lo que importa ms es la vida: el estilo debe vivir. 2.El estilo debe ser apropiado a tu persona, en funcin de una persona determinada a la que quieres comunicar tu pensamiento (ley de la doble relacin). 3.Antes de tomar la pluma, hay que saber exactamente cmo se expresara de viva voz lo que se tiene que decir. Escribir debe ser slo una imitacin. 4.El escritor est lejos de poseer todos los medios del orador. Debe, pues, inspirarse en una forma discursiva muy expresiva. Su reflejo escrito parecer de todos modos mucho ms apagado que su modelo. 5.La riqueza de la vida se traduce por la riqueza de los gestos. Hay que aprender a considerar todo como un gesto: la longitud y la cesura de las frases, la puntuacin, las respiraciones; tambin la eleccin de las palabras y la sucesin de los argumentos.
6.Cuidado con el perodo! Slo tienen derecho a l aquellos que tienen la respiracin muy larga hablando. Para la mayor parte, el perodo es tan slo una afeccin. 7.El estilo debe mostrar que uno cree en sus pensamientos, no slo que los piensa, sino que los siente. 8.Cuanto ms abstracta es la verdad que se quiere ensear, ms importante es hacer converger hacia ella todos los sentidos del lector. 9.El tacto del buen prosista en la eleccin de sus medios consiste en aproximarse a la poesa hasta rozarla, pero sin franquear jams el lmite que la separa. 10.No es ni sensato ni hbil privar al lector de sus refutaciones ms fciles, es muy sensato y muy hbil, por el contrario, dejarle el cuidado de formular l mismo la ltima palabra de nuestra sabidura.25 Desde esta perspectiva, un estilo de escritura se desprende de un estilo de pensamiento, el cual a su vez surge de un estilo de vida, de una personalidad, de un temperamento. Todo lo cual nos muestra la prioridad de la vida, la necesidad del movimiento continuo, para que se ponga en movimiento la mquina del pensamiento filosfico. Tal como sucede en el caso de Lola, que, insistimos, piensa mientras corre. Para finalizar esta primera consideracin en torno de los problemas en el mbi-
25 Este texto fue extrado de Lou Andreas-Salom, Nietzsche, Zero-Zyx, 2 ed., Madrid, 1979, p. 234-235.
to de la filosofa, podramos hacer referencia a lo que el filsofo francs Henri Bergson llam los verdaderos y los falsos problemas. Desde su punto de vista, los problemas heredados por una tradicin o las grandes preguntas de la filosofa muchas veces resultan falsos problemas. Por ejemplo, la pregunta acerca de por qu hay cosas y no ms bien la nada, como la formul el filsofo racionalista Leibniz (1646-1716) en su Discurso de metafsica y la retom Heidegger en su Introduccin a la metafsica, no constituye para l una pre-
gunta que lleve a un problema verdadero en filosofa. Por qu? Sencillamente porque no se ofrece en la pregunta ninguna posibilidad, ningn camino, que pueda conducir hacia una posible respuesta. Para Bergson, si no hay posibilidad de respuesta, el problema no tiene sentido, es tan slo un problema mal planteado, y, por tanto, una pregunta mal formulada. Tal como lo advirti Marx: La humanidad slo se plantea los problemas que es capaz de resolver. En este punto, la historia de las matemticas se ha planteado en gran medida problemas a los que ha podido dar respuesta. Mientras que los problemas que no han tenido solucin en su mbito han sido, en su mayora, abandonados como tales. El filsofo francs Gilles Deleuze, a quien nos hemos referido en el Captulo I y lo haremos en el siguiente, dedic una de sus obras monogrficas a la filosofa de Bergson. La cita de ese texto que transcribimos nos parece que aclara cul ha sido la posicin de Bergson respecto de los problemas en filosofa: Aplicar la prueba de lo verdadero y de lo falso a los problemas mismos, denunciar los falsos problemas, reconciliar verdad y creacin en el nivel de los problemas. En efecto, nos equivocamos cuando creemos que lo verdadero y lo falso se refieren slo a las soluciones, que slo con las soluciones comienzan. Es ste un preREGLA PRIMERA:
juicio social (pues la sociedad y el lenguaje que transmite sus consignas nos dan los problemas ya hechos, como sacados de las carpetas administrativas de la ciudad, y nos obligan a resolverlos dejndonos un estrecho margen de libertad). Es ms, se trata de un prejuicio infantil y escolar: quien da el problema es el maestro, siendo la tarea del alumno descubrir su solucin. Por esta razn nos hemos mantenido en una especie de esclavitud. La verdadera libertad reside en un poder de decisin, de constitucin de los problemas mismos: este poder, semidivino, implica tanto la desaparicin de los falsos problemas como el surgimiento creador de los verdaderos: La verdad es que, en filosofa e incluso en otros campos, se trata de encontrar el problema y, por consiguiente, de plantearlo ms an que de resolverlo. Porque un problema especulativo es resuelto en cuanto est bien planteado. Entiendo por ello que su solucin existe entonces inmediatamente, aunque puede permanecer oculta y, por as decirlo, cubierta: slo queda el descubrirla. Pero plantear el problema no es simplemente descubrir, es inventar. El descubrimiento atae a lo que ya existe actual o virtualmente: era, pues, seguro que tarde o temprano tena que llegar. La invencin le da el ser a lo que no era y hubiera podido no llegar jams. Ya en matemticas, y con mucha mayor razn en la metafsica, lo ms frecuente es que el esfuerzo de la
invencin consista en suscitar el problema, en crear los trminos mediante los cuales se plantear. Planteamiento y solucin del problema estn aqu muy cerca de ser equivalentes: los verdaderos grandes problemas slo son planteados cuando son resueltos. No slo le da la razn a Bergson toda la historia de las matemticas. Podemos tambin comparar la ltima frase del texto de Bergson con la frmula de Marx, vlida para la prctica: La humanidad slo se plantea los problemas que es capaz de resolver. En ninguno de los dos casos se trata de decir que los problemas sean como la sombra de las soluciones preexistentes (todo el contexto indica lo contrario). Tampoco se trata de decir que slo cuenten los problemas. Por el contrario, lo que cuenta es la solucin; pero el problema tiene siempre la solucin que merece en funcin de la forma en que se plantea, de las condiciones bajo las que es determinado en cuanto problema, de los medios y de los trminos de que se dispone para plantearlo. En este sentido la historia de los hombres, tanto desde el punto de vista de la teora como de la prctica, es la historia de la constitucin de problemas. En ella hacen los hombres su propia historia, y la toma de conciencia de esta actividad es como la conquista de la libertad. (Es verdad que, segn Bergson, la nocin del problema tiene sus races, ms
all de la historia, en la vida misma o en el impulso vital: la vida se determina esencialmente en el acto de superar unos obstculos, de plantear y de resolver un problema. La construccin del organismo es a la vez planteamiento de problema y solucin). Pero, cmo conciliar con una norma de lo verdadero este poder constituyente que el problema encierra? Si, una vez planteado el problema, definir lo verdadero y lo falso en relacin con las soluciones es relativamente fcil, parece mucho ms difcil decir en qu consiste lo verdadero y lo falso cuando los aplicamos al planteamiento mismo de los problemas. Muchos filsofos a este respecto parecen caer en un crculo: conscientes de la necesidad de llevar la prueba de lo verdadero y de lo falso ms all de las soluciones, se contentan con definir la verdad o la falsedad de un problema por su posibilidad o imposibilidad de recibir una solucin. El gran mrito de Bergson, por el contrario, est en haber intentado una determinacin intrnseca de lo falso dentro de la expresin falso problema.26
mismo del problema, esto es, en la pregunta misma expresa el problema. Podemos recordar aqu las palabras de Trinity en Matrix: Es la pregunta la que nos impulsa, Neo. Es la pregunta la que te ha trado aqu. Conoces la pregunta, igual que yo. / Neo: Qu es Matrix?/ Trinity: La respuesta la encontrars por ah. Te est buscando. Y te encontrar siempre que lo desees. En Corre Lola, corre se advierte el carcter ocioso de las preguntas ms especulativas de la filosofa, en tanto formulaciones que llevan a problemas que nunca tendrn solucin. Es lo que se llama pura teora. Frente a ese camino, en este contexto, inconducente, aparece la necesidad del apego a la experiencia, al movimiento, al correr, al vivir, pues es all donde se originan las preguntas, y con ellas los problemas. Sin embargo, quiz debamos admitir que las respuestas a los problemas no los han disuelto como tales, de all que sigamos preguntando y preguntando, corriendo y corriendo
El mrito de Bergson, tal como lo advierte Deleuze, ha sido no buscar la verdad y falsedad de un problema en la respuesta que puede resolverlo, sino Hombre desnudo moviendo una en el planteamiento gran rueda del pintor Jean
Franois Millet 26 Gilles Deleuze, El bergsonismo, Ctedra, Madrid, 1987, pp. 11-13.
A partir de la consideracin anterior, en la que intentamos proponer una valoracin de los problemas en filosofa tanto desde el punto de vista de su dependencia de nuestra existencia concreta, como desde el punto de vista de su correcto o incorrecto planteamiento, podramos preguntarnos si la cuestin del tiempo es realmente un problema filosfico para nosotros. Tenemos respuesta para la pregunta de qu es el tiempo? Podemos pensar sobre el tiempo estando nosotros mismos en l? Podemos pensar sobre algo que no es distinto de nosotros mismos? Lo que s es cierto es que en la historia del pensamiento desde los relatos poticos de Homero y Hesodo hasta las ltimas reflexiones contemporneas la pregunta de qu es el tiempo, y con ella el problema del tiempo y los tiempos, ha ocupado el centro de la escena filosfica. En Corre Lola, corre Saturno devorando a sus el problema del hijos (1824) de Francisco Goya (1746-1828). tiempo es medular. La pelcula comienza con el sonido de un segundero e
inmediatamente sigue la imagen de un pndulo de reloj. El pndulo tiene la forma de un espritu que re de modo burln. Y, a su vez, el marco del reloj del que pende tiene la forma tallada de un dios maligno, como si el tiempo mismo fuese una suerte de divinidad diablica que todo lo devora abriendo sus fauces. Todo lo cual nos conduce hacia la figura del dios griego Cronos, que devoraba a sus hijos. Por otro lado, la presencia del tiempo es constante y ciertamente desesperante en Corre Lola, corre. La msica continuamen-
te opera como una medida de tiempo. Toda la accin transcurre en los veinte minutos que tiene Lola para conseguir el dinero que le salvar la vida a su novio Manny. Repetidas veces en su camino se pregunta y pregunta la hora. El tiempo aparece sin duda como la medida del movimiento. Incluso ahora, mientras escribimos, la msica de Lola, el tiempo de Lola, siguen corriendo. Pero, insistimos, qu es el tiempo? Cmo tratar el problema del tiempo? Es un problema bien planteado? Lo primero que debemos afirmar es que constantemente desde nuestro lenguaje cotidiano hacemos innumerables referencias al tiempo. Decimos, por ejemplo: ste es un tiempo difcil, Es tiempo de cambiar, No me alcanza el tiempo, Me sobra el tiempo, Qu tiempo de locos, Hace mucho tiempo yo era as, Quiero saber qu pasara con nosotros cuando pase el tiempo, Estoy perdiendo el tiempo, Estoy ganando tiempo, Aquellos eran otros tiempos, De tiempo en tiempo suceden algunas cosas. Como se ve, continuamente nos referimos al tiempo en el transcurso del tiempo mismo, porque todas aquellas expresiones ocupan un tiempo. Mientras hablamos, mientras escribimos, mientras leemos, transcurre el tiempo. Entonces, cmo haremos para pensar sobre algo que est en un continuo fluir? Cmo haremos para pensar sobre algo que no se deja atrapar? Porque para pensar necesitamos dete-
nernos, necesitamos la quietud de aquello sobre lo que reflexionamos. O no decimos, por ejemplo: Dame un minuto para pensarlo? Como si estuvisemos solicitando un parntesis, una demora, una detencin, para reflexionar sobre aquello que buscamos comprender. Para pensar necesitamos fijar las cosas, aquietarlas, y el tiempo no se deja ni fijar ni aquietar. Quizs una de las enseanzas ms importantes de Corre Lola, corre sea que esa detencin, esa demora, es imposible. De hecho, cuando se inicia la tercera versin de la historia, Lola, mientras est corriendo, dice: Estoy esperando. Paradjicamente slo puede esperar; slo puede detenerse mientras est corriendo. Es decir, su detencin, su espera, se da dentro del movimiento. De lo cual tenemos que desprender que no puede pensarse sobre el tiempo por fuera del tiempo, sino en el tiempo mismo. No es un objeto, no es una cosa, que se deje atrapar o enlazar. Entonces, habitamos el tiempo, nos referimos continuamente a l en nuestro lenguaje cotidiano. Pero cuando preguntamos por l, esto es, cuando lo ponemos como problema, como una tarea por pensar, en ese instante nos encontramos completamente perplejos respecto de qu sea el tiempo. Y esto ya lo vio con claridad Agustn de Tagaste (350-430) en el relato de sus Confesiones. Dice all: Pero qu es el tiempo? Quin podr fcil y brevemente explicarlo? Quin
puede formar idea clara del tiempo para explicarlo despus con palabras? Por otra parte, qu cosa ms familiar y manida en nuestras conversaciones que el tiempo? Entendemos muy bien lo que significa esta palabra cuando la empleamos nosotros y tambin cuando la omos pronunciar a otros. Qu es, pues, el tiempo? S bien lo que es, si no se me pregunta. Pero cuando quiero explicrselo al que me lo pregunta, no lo s. Pero me atrevo a decir que s con certeza que si nada pasara no habra tiempo pasado. Y si nada existiera, no habra tiempo presente.27 Vemos primero algunas consideraciones en cuanto al problema del tiempo desde el punto de vista filosfico. Cuando intentamos pensar sobre qu cosa sea el tiempo nos vemos obligados a remitirnos al presente, porque el pasado ya pas y el futuro todava no es. Del pasado slo tenemos un recuerdo, una memoria ms o menos fuerte y vvida. En una primera instancia deberamos afirmar que el pasado no est actualmente en y con nosotros. Del mismo modo, todava no poseemos el tiempo futuro. Slo tenemos expectativas de l, esperanzas, temores, anhelos. Pero no lo poseemos. De all que cuando me detenga a pensar sobre el tiempo, entonces deber hacerlo en funcin del presente, del instante, del ahora, que es lo
Agustn (354-430) nace en Tagaste, pueblo que hoy se conoce por SoukAhras (Argelia). De padre pagano y madre cristiana practicante, no sigue los pasos de su madre y pasa gran tiempo en la secta de los maniqueos, quienes crean en la existencia de dos principios: uno de la luz y el bien, otro de la materia y el mal. Cursa estudios en Madaura y ms tarde se traslada a Cartago para concluir su preparacin acadmica, y decide ensear Retrica. Viaja a Miln y comienza a visitar asiduamente la catedral atrado por la fama del obispo Ambrosio, gran orador, quien es la mayor influencia para su conversin al cristianismo. Luego de sta, decide abandonar la enseanza y se retira con sus amigos a una hacienda en Casiciaco. All descansa, reflexiona, escribe y comparte con sus amigos su preparacin para el bautismo. Al llegar la Pascua del ao 387, recibe el bautismo de manos de Ambrosio. Luego de la muerte de su madre, vuelve a Tagaste y funda un monasterio donde convive con los amigos que lo han acompaado. En 396 es nombrado obispo de Hipona. Fallece en agosto de 430. En Agustn es difcilmente separable su obra filosfica de su obra teolgica, y ambas de su propia vida. El pensamiento de Agustn transita la importancia de la ontologa trinitaria de la naturaleza y el peso de la interioridad en el hombre. Tambin discute con el maniquesmo y con los escpticos acadmicos. Algunas de sus obras ms importantes son: Confesiones (400), De Trinitate (420) y La ciudad de Dios (426)
nico que efectiva y actualmente tengo. Pero la dificultad aqu reside en que cuando pienso en el presente, cuando formulo la palabra ahora, o bajo un brazo para sealar el ahora o instante, ese instante, momento o presente ya pas. Al presente, al ahora, al instante, lo vemos venir en un futuro y lo vemos pasar en un pasado, pero nunca lo tenemos en el presente. Cmo haremos nosotros entonces para pensar sobre el tiempo a partir del instante o el ahora si se trata de algo que nunca est?
Zenn de Elea, detalle de La escuela de Atenas del pintor Rafaello Sanzio (1483 - 1520).
La paradoja, en este punto, es que intuitivamente sabemos lo que es el presente, el ahora, el instante. Tenemos una conviccin cierta de qu sea el tiempo. Sin embargo, no podemos comprender y explicar racionalmente aquella conviccin, todo lo cual nos pone en presencia de una paradoja. El filsofo presocrtico Zenn de Elea (490430? a. C.), a travs de una imagen que ha recorrido la historia del pensamiento, expuso esta paradoja sobre el tiempo: El segundo es el llamado de Aquiles y consiste en lo siguiente: el corredor ms lento no ser nunca adelantado por el ms rpido; pues es necesario que antes llegue el perseguidor al punto de donde parti el perseguido, de modo que es preciso que el ms lento vaya siempre algo delante.28 Entonces, si Aquiles (el de los pies ligeros) y la tortuga compitiesen en una carrera en la que se le otorgara alguna ventaja, por mnima que fuese, a la tortuga, desde el punto de vista racional Aquiles nunca la alcanzara. Sin embargo, aunque esto suceLa paradoja de Aquiles y la tortuga del filsofo Zenn de Elea de desde el punto de vista racional, la experiencia concreta de aquella carrera nos mostrara que esto
nunca sera as, ya que Aquiles por mucho vencera a la tortuga. La paradoja expresa lo siguiente: si la tortuga avanza con alguna fraccin de ventaja, por mnima que sea, Aquiles, para alcanzarla, debera recorrer primero la mitad del camino que va desde el punto inicial hasta el punto del que la tortuga parti. Pero antes de alcanzar el punto desde el que parti la tortuga, Aquiles debera recorrer la mitad de aquella distancia. Pero antes de recorrer aquella mitad debe alcanzar tambin la mitad de la mitad, y as sucesivamente. As, mientras Aquiles hace un tramo, la tortuga hace otro; cuando Aquiles busca recuperar el tramo adicional de la tortuga, sta hizo un segundo tramo adicional, y as sucesivamente. Entonces, la paradoja consista en que si se da una divisibilidad al infinito del espacio y del tiempo, es imposible que la tortuga sea alcanzada por Aquiles. Aqu sin duda entran en conflicto para nosotros dos mbitos. De un lado, el racional. Desde este punto de vista, Aquiles no alcanzara a la tortuga. Del otro, el de nuestra experiencia sensible. Desde este otro punto de vista, veramos que Aquiles supera ampliamente a la lentsima tortuga. El problema es cmo conciliar aquello que pienso con aquello que veo, porque la razn me muestra conclusiones que son completamente contrarias a las que se des-
28 Aristeles, Fsica, Z 9, 239 b 14, en Kirk, Raven y Schofield, Los filsofos presocrticos, Gredos, Madrid, 1987, p. 389.
prenden de la experiencia sensible. Todo lo cual no deja de testimoniar el gran conflicto que ha tenido y tiene lugar entre el orden del pensamiento, de las razones, y el orden de la experiencia, de aquello que concretamente vemos y experimentamos. Es posible conciliar el pensamiento y la experiencia o son dos caminos paralelos que corren indiferentes? Y en cuanto al problema del tiempo, cmo conciliar lo que podemos concluir racionalmente a partir del argumento de Zenn y aquello que podemos desprender de nuestra experiencia? La trampa en esta paradoja de Zenn reside en la medicin que hace del tiempo en trminos espaciales. Lo que hay aqu es un tipo de razonamiento que, basndose en la divisibilidad al infinito del espacio, le atribuye la misma divisibilidad al tiempo. Por consiguiente, para disolver la argumentacin de Zenn de Elea lo que debera hacerse es distribuir de manera diferente los atributos del tiempo y del espacio, mostrando que no se le puede adjudicar a la continuidad del tiempo una divisin interna de tipo espacial. Mientras el espacio s es divisible, el movimiento del tiempo es un acto indivisible. El movimiento, en cuanto acto, es indivisible. Si es indivisible, no pueden aplicrsele estas argumentaciones y as se puede ver cosa que el sentido comn prueba que Aquiles no slo alcanzara a la tortuga sino que la superara por mucho. Por qu la alcanza? Porque cada uno de esos personajes realiza un
movimiento temporal que es indivisible, pero en magnitudes distintas (la tortuga obviamente va a avanzar mucho ms despacio que Aquiles). Los actos por los cuales avanzan Aquiles y la tortuga son cada uno de ellos indivisos y de magnitudes diferentes. Sin embargo, la fuerza de este ejemplo nos pone delante de la dificultad de concebir racionalmente el tiempo, ya que entran en conflicto nuestro pensamiento y nuestra experiencia. No somos acaso como la tortuga, esa que tambin aparece en el comienzo de Corre Lola, corre, cuando intentamos pensar sobre el tiempo? Pero, asimismo, nos anuncia que se establece un vnculo entre el tiempo y el movimiento, ya que cuando nos imaginamos aquella carrera entre Aquiles y la tortuga estamos imaginando el movimiento de ambos. Entonces, muy oportunamente podramos preguntar: qu relacin se establece entre el tiempo y el movimiento? Quien primero pens desde el punto de vista filosfico sobre la relacin entre tiempo y movimiento fue el ancho Platn. En uno de sus ltimos dilogos, el Timeo (que, por otra parte, fue lo nico que se conoci de l durante la Edad Media), ofrece una definicin de tiempo vinculada al movimiento, que debe ser enmarcada en el contexto de su planteo doctrinal, esto es, su teora de lo real. As para Platn el mbito de nuestra experiencia sensible, de aquello que vemos, olemos, tocamos, es una imagen,
una copia, una apariencia, del mbito de lo verdaderamente real. El primer mbito para l es temporal, est sometido al movimiento y por tanto al cambio. El segundo, el de lo verdaderamente real, es, por el contrario, eterno. De all que para Platn el tiempo sea una imagen, una apariencia de la eternidad. El tiempo es la medida numrica del movimiento en das, meses y aos. A su vez, las formas del tiempo son el pasado y el futuro, porque el ahora o instante, que corresponde al presente, esto es, a lo siempre existente, no puede ser captado por el tiempo. Para Platn el ahora, instante o presente corresponde al mbito de lo eterno, de lo verdaderamente real. Mientras que el pasado y el futuro corresponden al mbito de la apariencia, al mbito del tiempo. Antes de compartir el pasaje del Timeo con los lectores, nos gustara tan slo mencionar la fortuna que ha tenido esta concepcin platnica del tiempo como imagen de la eternidad. Sin duda la patrstica, esto es, el primer gran tiempo del pensamiento que llamamos medieval, estuvo fuertemente influenciada por esta concepcin. De hecho los padres de la Iglesia, nombre con el que se conoce genricamente a estos telogos, y entre ellos Agustn, en ms de una oportunidad han manifestado su asombro ante este texto de Platn. Decan que Platn haba intuido al Dios judeo-cristiano antes de
su revelacin a travs de Cristo. Como si Platn fuese ya cristiano sin saberlo. Es quizs en este sentido que, desde una perspectiva crtica, Nietzsche sostuvo que el cristianismo no es ms que platonismo para el pueblo, esto es, una doctrina religiosa sin la carga conceptual de la filosofa platnica. Ms all de esta valoracin, si preservamos a Platn como un hombre de su tiempo, y las escrituras religiosas como un testimonio de otro tiempo, entonces encontramos un fuerte parentesco, ciertamente casual, entre ambos posicionamientos. Comparten la idea de un Dios, en el caso de Platn un Demiurgo, que es eterno, esto es, anterior al tiempo, y que ha creado el universo y el mundo con el tiempo. Leamos entonces las palabras de Platn a travs de su personaje conceptual, Timeo: Timeo: Pues bien, cuando el padre generador lo percibi en movimiento y vivo, cono nacido de los dioses eternos, se regocij, y, complacido, se propuso hacerlo ms semejante an al modelo. Y as como ste es un Viviente eterno, tambin intent completar este Todo de ese modo en la medida de lo posible. Pero suceda que la naturaleza del Viviente era eterna y no se poda aplicarla plenamente a lo engendrado. Se le ocurri entonces crear una imagen mvil de la eternidad; y, a la vez que organizaba csmicamente el cielo, hizo de la eternidad que permanece en
unidad una imagen perpetua que marcha de acuerdo a nmero, a la que hemos dado el nombre de tiempo. En efecto, das, noches, meses y aos no existan antes de nacer el cielo, y fue en el momento mismo de la composicin de ste cuando se tram el nacimiento de aqullos. Todas las mencionadas son, pues, partes del tiempo; y tanto el era como el ser son formas del tiempo que han sido engendradas, y que inadvertidamente aplicamos, de manera incorrecta, al Ser eterno. En efecto, decimos que ste era, es y ser, pero slo le corresponde, segn el discurso verdadero, el es, mientras que el era y ser son expresiones que se aplican al devenir que procede en el tiempo. Ambos son, por cierto, movimientos, pero lo que es inmutablemente idntico no envejece ni se hace ms joven en el tiempo, ni le corresponde el haber llegado a ser alguna vez ni ser generado ahora ni llegar a ser de ahora en ms. Y, en general, no le pertenece nada de cuanto el devenir confiere a las cosas que percibimos en movimiento; sino que han surgido como formas del tiempo que imita a la eternidad y se mueve circularmente segn nmero []. As pues, el tiempo se ha generado junto con el universo, a fin de que, habindose generado simultneamente, se disuelvan tambin simultneamente, si es que alguna vez les acaeciera la disolucin.
Y se gener segn el modelo de la naturaleza eterna, a fin de ser, en lo posible, lo ms semejante a l. En efecto, el modelo es existente por toda la eternidad; el universo, en cambio, ha sido, es y ser ininterrumpidamente a travs de la totalidad del tiempo.29 Para Platn, entonces, el tiempo (el pasado y el futuro) es la imagen mvil (en movimiento) de lo eterno (el presente, lo que es). Esta conclusin que nos ofrece Platn ser muy importante para su discpulo Aristteles, que tambin reflexion en sus libros de la Fsica sobre el tiempo. Para l, el tiempo no ser tanto la imagen mvil de lo eterno, de lo verdaderamente real, sino ms bien la medida del movimiento. El tiempo ser para Aristteles el patrn de medida del movimiento. El tiempo mide el movimiento segn el antes y el despus. En su anlisis hay una referencia al pasado y al futuro. Pero el ahora es el presente, tal como pensaramos desde el punto Aristteles contemplando de vista del sentido comn? el busto de Homero Para Aristteles el ahora est pensado como un lmite entre el antes y el despus, entre el pasado y el futuro:
ARISTTELES (384-322 A. C)
nace en Estagira, Macedonia, por lo que recibe el apodo de el Estagirita. Discpulo de Platn durante aproximadamente veinte aos, luego de la muerte de su maestro inicia un viaje hacia Oriente que terminar en la tutora de los estudios del joven Alejandro Magno. El filsofo, descripto por Digenes Laercio como pequeo, de cabello siempre corto, anillos en las manos y con cierto seseo, vuelve a Atenas en 335 a. C. y funda el Liceo. Debido a los humores antimacedonios producto de la Grecia en decadencia, Aristteles debe nuevamente dejar Atenas en 323 para ya no volver. Su vasta obra incluye consideraciones sobre la lgica (Categoras, De la interpretacin, Analticos primeros y segundos), la filosofa natural (Fsica, Metafsica), la psicologa (De Anima), la poltica (Poltica), el arte (Potica, Retrica), etctera. Cabe aclarar que la mayora de los textos que hoy se atribuyen a Aristteles en realidad son fragmentos y reconstrucciones de su discpulo Teofrasto, puesto que los textos originales fueron extraviados en los viajes que los hicieron recorrer todo Oriente, despus de la muerte de su autor, para reingresar a Occidente entre los siglos X y XII.
As pues, en cuanto lmite, el ahora no es tiempo sino que pertenece al tiempo como una determinacin accidental; pero, en cuanto lo numera, es nmero del tiempo. En efecto, los lmites pertenecen slo a aquello de lo cual son lmites [] Es manifiesto, en suma, que el tiempo es nmero del movimiento segn lo anterior y posterior, y que es continuo, pues pertenece a algo continuo.30 Si el tiempo es la medida del movimiento segn el antes y el despus, cmo sabemos que el tiempo existe? Porque el antes remite al pasado y el despus remite al futuro. Y si no tenemos ni el pasado ni el futuro, como decamos ms arriba, entonces, cmo sabemos que el tiempo existe? Cmo puede existir algo compuesto de partes que no existen (antes-pasado y despus-futuro? Ac nos enfrentamos a una paradoja que queremos intentar solucionar. Cmo podemos pensar el tiempo si est compuesto de partes? Como partes,
Aristteles distingue lo que ya no es, o sea el pasado, y lo que todava no es, el futuro. Al presente no lo toma, en esta primera aproximacin, como una parte, sino como un lmite entre dos acontecimientos. Y este lmite es ms o menos arbitrario. Si medimos el cambio, lo medimos como lo que pas primero, lo que pas despus, y a eso le ponemos nmeros. Y el ahora no tiene una entidad real, sino como un lmite entre dos cosas, es decir entre lo anterior y lo posterior. Y entonces en estos fragmentos nosotros establecemos una divisin de partes, o sea, trazamos una lnea y le ponemos un nmero: esto sucede ahora. A travs de estas magnitudes vamos midiendo el cambio; entonces medir el cambio, la medida del cambio: esto es el tiempo para Aristteles. Entonces, existe el tiempo para Aristteles? S, existe. De qu manera? Existe como nmero, no como cosa. Son distintos en cuanto a su realidad el tiempo y el movimiento? S, son distintos, porque en la realidad encuentro un continuo movimiento, un cambio, de las cosas. La realidad misma para Aristteles consiste en el cambio. Y el tiempo, a diferencia del movimiento, no existe en s mismo, sino que es un aspecto del movimiento. Si no hubiera movimiento y cambio, generacin de las cosas y su respectiva transformacin y perecimiento, no habra tiempo.
Los que existen para Aristteles son los fenmenos de cambio, las cosas que van cambiando tanto cualitativa como cuantitativamente: crecen, decrecen, comienzan a ser, dejan de ser, nacen, mueren esto es lo que existe. El cambio es la condicin del tiempo. Lo fundamental, lo que realmente existe, son las cosas que estn cambiando, y esto es lo real. Esto ser distinto en el caso de Kant, para quien el tiempo es la condicin de posibilidad del cambio. Para l no hay cambio si no hay tiempo, como no hay cosas sin el espacio como su condicin de posibilidad. De ah que llamar al espacio y al tiempo las condiciones de posibilidad de la sensibilidad, de la experiencia sensible. Son formas puras, independientes de la experiencia. Todo lo contrario de Aristteles: El tiempo no es un concepto emprico que se derive de una experiencia. Pues la coexistencia o la sucesin no sobrevendra en la percepcin, si la representacin destiempo no estuviera a priori a la base. Slo presuponindola es posible representarse que algo sea en uno y el mismo tiempo (a la vez) o en diferentes tiempos (uno despus de otro.) El tiempo es una representacin necesaria que est a la base de todas las intuiciones. Por lo que se refiere a los fenmenos en general, no se puede quitar el tiempo,
aunque se puede muy bien quitar del tiempo a los fenmenos. El tiempo es, pues, dado a priori. En l tan slo es posible toda la realidad de los fenmenos. Estos todos pueden desaparecer; pero el tiempo mismo (como la condicin universal de su posibilidad) no puede ser suprimido.31 En el caso de Aristteles el tiempo es una medida. Est pensando en el tiempo de la fsica y no en el tiempo vivido, de la experiencia humana, o tiempo del sujeto. Est pensando en un fenmeno que tiene que ver con los relojes, con el tiempo de los fsicos, con el tema de la teora de la relatividad, del cambio, etctera. Es un aspecto central, aunque no es el nico que tematiza en este tratado. El tema es ms complejo y en algunos fragmentos es difcil establecer exactamente a qu se est refiriendo, por lo menos para nosotros. Pero por lo pronto podemos decir que originariamente nos enfrentamos aqu a una visin del tiempo que tiene que ver con el fenmeno del cambio, y dentro del fenmeno del cambio, con una visin cuantitativa del tiempo. Como un tiempo objetivo que es el tiempo de la fsica y que es el tiempo cronomtrico. El tiempo no es otra cosa que la medida del cambio. No tiene entidad real, aunque sea en apariencia, como en el caso de Platn, sino ms bien una realidad cuantitativa.
Para Aristteles, el ahora o el instante es algo inextenso, que divide el antes y el despus y se orienta por el movimiento. Aristteles est pensando fundamentalmente en el movimiento, y, por ende, en el tiempo. De cierta manera podramos decir que con Zenn, Platn y su discpulo Aristteles se inicia una tradicin de pensamiento en cuanto al problema del tiempo, considerado desde el punto de vista filosfico. Esta tradicin incluir a Kant, que, aunque difiera en su planteo respecto de Aristteles, est pensando en un tiempo ligado al movimiento, aunque sea como condicin de posibilidad del movimiento. A esta tradicin de pensamiento lo que le preocupa es el tiempo fsico, el que tiene que ver con el movimiento en la naturaleza: el tiempo fsico. Sin embargo, frente a esa tradicin se levanta otra, que proviene sin duda de Agustn y se extiende hasta el pensamiento contemporneo. En ella el tiempo est referido al alma. Dice en el pasaje siguiente, al que hacamos referencia ms arriba, esto es, en Confesiones, XI, 15:
Veamos ahora si el alma humana nos puede decir si el tiempo presente puede ser largo, porque al alma humana le ha sido dado poder experimentar y medir la duracin del tiempo. Qu me puedes responder? Acaso cien aos presentes son un tiempo largo? Pero mira primero si esos cien aos pueden estar presentes. Si estamos en el primero de los cien aos, ese ao est presente, pero los noventa y nueve restantes son futuro. Por tanto, no existen todava. Si estamos en el segundo ao, ya tenemos uno pasado, otro presente y los dems futuros. De la misma manera, cualquiera de los aos intermedios de esos cien que juzgamos presentes. Los aos anteriores a l sern los pasados, y futuros los que vengan despus. Es evidente, por tanto, que no pueden estar presentes los cien aos. Veamos, finalmente, si al menos el ao en cuestin es presente. Si nos encontramos en el primer mes, los otros once son futuros. Si en el segundo, entonces el primero ya es pasado y los restantes estn por venir. Por tanto, ni siquiera podemos decir que dicho ao es todo presente. Y si todo l no est presente, no es el ao presente. El ao consta de doce meses. Cualquiera de ellos, el corriente, es el presente. Los restantes son o pasados o futuros. Ni tampoco es cierto que el mes corriente es todo presente, sino slo un da. Pues si es el primero, el resto es futuro. Si el ltimo, los dems son pasado. Y si los intermedios, unos pasados y otros futuros.
Vemos as cmo el tiempo presente el nico que hemos demostrado poder llamarse largo apenas se reduce al breve espacio de un da. Pero detengmonos a examinar tambin esto un poco y veremos que ni aun el da es todo l presente. Un da se compone de veinticuatro horas entre nocturnas y diurnas. La primera de stas tiene como futuras a todas las dems, y la ltima tiene a las anteriores como pasadas. Lgicamente, cualquiera de las intermedias tiene detrs de ella las pasadas. Y delante las futuras. Incluso la misma hora est compuesta de instantes fugaces. Los instantes idos son pasado; los que quedan, futuro. De hecho, el nico tiempo que se puede llamar presente es un instante, si por tal concebimos lo que no se puede dividir en fracciones por pequeas que sean. Y un instante tan corto como ste pasa tan rpidamente del futuro al pasado que su duracin es apenas imperceptible. Si su duracin se prolongara podra dividirse en pasado y futuro. Cuando es presente no tiene duracin o extensin.32 En el caso de Agustn, el problema es cmo entender el fenmeno del tiempo. l no recurre al movimiento, sino a la vivencia del tiempo. Para l, el tiempo es en lneas generales algo que se da en el espacio del alma. Es decir, algo que tiene que ver con nuestro modo de ser en el mundo,
de entender la realidad y a nosotros mismos. Es un tiempo que se relaciona con la finitud, con el modo de ser de nuestra subjetividad. Como es sabido, Agustn distingue entre el presente del pasado, el presente del futuro y el presente de nuestra atencin. Pasado, presente y futuro son aspectos que estn en el fondo de nuestra alma. La tradicin que inicia Agustn contina luego en Husserl (1859-1938), quien hace referencia al triple presente de Agustn como tres aspectos que se dan en el mbito de la conciencia misma, donde hay un aspecto de retencin del pasado. Agustn advierte que no hay tres tiempos distintos, sino ms bien un presente de las cosas pasadas, un presente de las cosas presentes y un presente de las cosas futuras. El presente de las cosas pasadas es la memoria. El presente de las cosas presentes es la percepcin o visin de las cosas. Y el presente de las cosas futuras es la espera. As, tanto el pasado como el futuro estn presentes en el presente, porque tienen consecuencias en l. O no podramos afirmar con cierta certeza que nuestro presente est continuamente afectado por los efectos de nuestra memoria. Que nuestras relaciones amorosas actuales, por ejemplo, estn influidas por el recuerdo, por nuestra memoria, de situaciones anteriores. Del mismo modo, la expectativa del futuro, a travs de diversas formas, como el
temor o la esperanza, acta y genera efectos en nuestro presente. O no guiamos nuestras acciones en una misma relacin amorosa movidos tanto por la esperanza de ser recompensados como el temor de ser abandonados? Como una continuacin contempornea de la tradicin agustiniana, el filsofo existencialista Martin Heidegger equipara estos tres presentes en lo que llama el xtasis de la temporalidad. O sea, el advenir, el sido y el presentar, que son tres aspectos que se dan simultneamente como modos de ser de la vida humana. La vida humana, en este planteo, no est en el tiempo sino que est arrojada al mundo, donde desarrolla un proyecto que tiene como expectativa su propia muerte. Entre nosotros, ha sido Borges un adepto a esta otra tradicin que procede de Agustn. En su ensayo Nueva refutacin del tiempo afirmaba Borges: Negar la sucesin temporal, negar el yo, negar el universo astronmico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino (a diferencia del infierno de Swedenborg y del infierno de la mitologa tibetana) no es espantoso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un ro que me arrebata, pero yo soy el ro; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es
un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real: yo, desgraciadamente, soy Borges.33 sta es, en definitiva, la tradicin que viene de Agustn. El filsofo francs Henri Bergson al que ya hemos hecho referencia en el contexto de este captulo sin duda fue un ferviente partidario de esta tradicin agustiniana. Sin embargo, creemos que ha sido quien mejor ha expuesto lo que diferencia a una tradicin de otra. En su obra Los datos inmediatos de la conciencia (primera tesis de doctorado), sealaba al respecto: Lo que demuestra palpablemente que nuestra concepcin ordinaria de la duracin tiende a una invasin gradual del espacio en el dominio de la conciencia pura es que, para arrancar al yo la facultad de percibir un tiempo homogneo, basta con separar de l esa capa ms superficial de hechos fsicos que l emplea como reguladores. El sueo nos coloca precisamente en estas condiciones, porque el sueo, al reducir el juego de las funciones orgnicas, modifica especialmente la superficie de comunin entre el yo y las cosas exteriores. Entonces no medimos la duracin, pero la sentimos; de cantidad pasa al esta-
33 Jorge Luis Borges, Nueva refutacin del tiempo, en Otras inquisiciones, Obras completas, II, Emec, Buenos Aires, 1974, p. 149.
do de calidad; la apreciacin matemtica del tiempo transcurrido deja de hacerse, cediendo el puesto a un instinto confuso, capaz, como todos los instintos, de cometer groseros desprecios y tambin a veces de proceder con una seguridad extraordinaria. Incluso en el estado de vigilia, la experiencia diaria deber ensearnos a establecer la diferencia entre la duracin calidad, aquella que la conciencia alcanza de modo inmediato, la que probablemente percibe el animal, y el tiempo por as decir materializado o el tiempo hecho cantidad por un desarrollo en el espacio. En el momento en que escribo estas lneas, suena la hora en un reloj vecino; pero mi odo, distrado, no lo percibe hasta que han sonado ya varias campanadas; por tanto no las he contado. Y, sin embargo, me basta un esfuerzo de atencin retrospectivo para hacer 1a suma de las cuatro campanadas que ya han sonado, y aadirles las que oigo. Si entrando en m mismo me pregunto entonces cuidadosamente por lo que acaba de ocurrir, me doy cuenta de que los cuatro primeros sonidos habran alcanzado mi odo e incluso conmovido mi conciencia, pero que las sensaciones producidas por cada uno de ellos, en vez de yuxtaponerse, se haban fundido unas en otras, de tal modo que dotaban al conjunto de un aspecto propio, de tal modo que hacan de l una frase musical. Para evaluar retrospectivamente el nmero de campanadas, he tratado de reconstruir esa frase
mediante el pensamiento; mi imaginacin ha hecho sonar una campanada, luego dos, luego tres y cuando ha llegado al nmero exacto de cuatro, la sensibilidad, consultada, ha respondido que el efecto total difera cualitativamente. Haba comprobado, por tanto, a su manera la sucesin de las cuatro campanadas dadas, pero de forma muy distinta a la adicin y sin hacer intervenir la imagen de una yuxtaposicin de trminos distintos. En pocas palabras, el nmero de campanadas ha sido percibido como cualidad, y no como cantidad; la duracin se presenta as a la conciencia inmediata y conserva esta forma mientras no ceda el puesto a una representacin simblica, sacada de la extensin. Por tanto, y para concluir, distinguimos dos formas de multiplicidad, dos apreciaciones muy diferentes de la duracin, dos aspectos de la vida consciente. Por debajo de la duracin homognea, smbolo extensivo de la autntica duracin, una psicologa atenta distingue una duracin cuyos momentos heterogneos se penetran; por debajo de la multiplicidad numrica de los estados conscientes, una multiplicidad cualitativa; por debajo del yo en los estados bien definidos, un yo en el que sucesin implica fusin y organizacin. Pero nosotros nos contentamos las ms de las veces con el primero, es decir, con la sombra del yo proyectada en el espacio homogneo. La conciencia, atormentada por un insaciable deseo de distinguir, sustituye el smbolo por la realidad, o
no percibe la realidad ms que a travs del smbolo. Como el yo, as refractado, por lo mismo subdividido, se presta infinitamente mejor a las exigencias de la vida social en general y del lenguaje en particular, ella lo prefiere y pierde paulatinamente de vista el yo fundamental.34 Podramos afirmar, para concluir, que en el caso de Corre Lola, corre el problema del tiempo est tratado desde este punto de vista: el del tiempo fsico, matematizable. Todas las alusiones al tiempo guardan
una estrecha relacin con la espacializacin, cuantificacin y medicin que se hace del movimiento por medio del tiempo de los relojes. Es el tiempo cuantitativo y no el tiempo del alma, de la conciencia, el tiempo cualitativo. O acaso no la vemos correr a Lola? Las alusiones al tiempo se dan por medio de su carrera, de su movimiento en el espacio. Lola corre en un espacio y, del mismo modo, corre con ella el tiempo; avanza en el espacio, en una distancia que debe transitar.
34 Henri Bergson, Memoria y vida. Textos escogidos por Gilles Deleuze, Alianza, Madrid, 1977, pp- 9-11.
Los tiempos
El tiempo no es sino la corriente en la que estoy pescando. HENRY DAVID THOREAU.
La presencia del problema del tiempo en Corre Lola, corre no se agota en la consideracin anterior. Podramos afirmar que el apartado anterior intent mostrar algunas reflexiones sobre el problema del tiempo desde el punto de vista estrictamente filosfico. All vinculamos a Corre Lola, corre con una de las tradiciones que ha visto en el tiempo no algo del orden de lo real, sino la medida del movimiento y del cambio. Todo lo cual nos lleva a pensar que lo nico que poseemos es nuestra experiencia del cambio y el movimiento incesante de las cosas, de los procesos sociales y de nosotros mismos, y que el tiempo es, en definitiva, la medida con la que ordenamos y estructuramos esa experiencia, sea a travs de un tiempo espacializable y cuantifi-
cable o bien a travs de un tiempo espiritual y no espacializable. En esta nueva consideracin, aunque sigamos corriendo, podemos quiz demorarnos en torno de una reflexin sobre las mltiples experiencias del tiempo, tanto desde el punto de vista individual como social y colectivo. Lo primero que deberamos afirmar es que, desde el punto de vista de nuestra experiencia, no contamos con algo as como el tiempo. Por el contrario, hay tiempos, esto es, diversas mediciones y proporciones, siempre convencionales y nunca objetivas, de los cambios y movimientos, tanto naturales como sociales. Sin embargo, desde el punto de vista de nuestra experiencia cotidiana, tendemos a concebir estos tiempos como ciertos y objetivos. Como si las cosas mismas estuviesen naturalmente ordenadas segn determinados tiempos. Como si los tiempos fuesen algo propio del orden de la naturaleza y de lo social, y no modos humanos de percibir los cambios. Como ejemplos de esta naturalizacin del tiempo podramos sugerir los siguientes casos. Al promediar la maana, un nio siente el ruido de su estmago: es el apetito que reclama una satisfaccin. Sin embargo, la madre le dice que debi desayunar mejor porque todava no es la hora o tiempo de almorzar. En este caso, se pone en evidencia la importancia mayor del orden en los tiempos de cada cosa, como por ejemplo el almuerzo,
sobre la urgencia natural del hombre, como puede ser el hambre. Como si la naturaleza tuviese que adaptarse a la disposicin cronolgica de las horas destinadas a la alimentacin. Por otro lado, y de un modo ms cercano a nosotros desde la prctica docente, la jornada escolar est estructurada y ordenada en un determinado lapso. A su vez, ese tiempo convenido y pactado se subdivide en tiempos de clases y de recreos. Pero, qu es lo que determina la utilidad de este orden y clasificacin? O la experiencia no nos ha mostrado que repetidas veces el tiempo nos sobra o bien nos falta en funcin de la situacin particular e irrepetible que ha tenido lugar en sta o aquella maana? No sentimos acaso que bien podra haber clases de diez minutos o clases de dos horas? Sin embargo, disolvemos esas tendencias en los horarios establecidos, y en funcin de ese establecimiento llevamos adelante nuestra prctica docente. Pero, no seran ms intensas nuestras clases si la medida del tiempo se ajustase a lo que efectivamente tiene lugar en ese momento? Podramos llevar adelante nuestro oficio apegndonos al momento, al instante, tenga la duracin que tenga? Claro, olvidamos que preparamos nuestras clases para que duren un determinado tiempo, para que se adapten a un tiempo determinado, ms all de nuestro propio inters y nimo, y ms all del inters y nimo de los otros. Pero, qu importan los otros? Qu lugar tendrn
mis intereses, si es la medida del tiempo la que regula el orden de las cosas? Ahora bien, la experiencia nos muestra que las distintas comunidades, incluso en el mbito local, ordenan y organizan temporalmente las jornadas de distinto modo, tanto para el caso de la alimentacin como para el ejemplo de la jornada escolar. Del mismo modo, esto sucede cuando queremos establecer los tiempos de la rotacin de la Tierra y de los cambios y variaciones climticas que de ella se desprenden. Nosotros optamos por un orden temporal que divide aquella rotacin en cuatro estaciones, a las que les corresponden meses, das, horas, minutos y segundos. Y no creemos que eso sea una invencin acuada por nosotros. Pero si no es as, si no es una imposicin subjetiva, cmo explicamos la existencia de otras comunidades que no se rigen por esta clasificacin? Comunidades que se orientan temporalmente aludiendo a los tiempos de lluvias, los de crecidas de los ros y los de sequas. Y si el lector nos concede que no slo cada comunidad en el mundo contemporneo, sino tambin en el proceso histrico mismo, ha ofrecido distintas medidas del cambio y del movimiento, no podramos afirmar entonces que estas distintas medidas de tiempo auspician diversas experiencias del tiempo? No diramos que aquel que se maneja en trminos de lluvias y sequas tiene una experiencia distinta del movimiento que aquel que se
maneja con aos, meses, das, horas, minutos y segundos? Insistimos en este punto: las distintas formas de medir el movimiento a travs del tiempo son convencionales y necesarias para el establecimiento de rdenes individuales y colectivos. Sin estas medidas de tiempo, tanto la vida individual como la social seran completamente caticas y problemticas. Las distintas medidas de tiempo nos ordenan, nos organizan. Pero a la vez que realizan esto, tambin nos someten. Por otra parte, no es ya problemtica nuestra existencia precisamente en virtud del orden del tiempo? No nos volvemos a menudo esclavos del tiempo? Tal como cuando decimos: No tengo tiempo, Se me pas el tiempo, Si hubiese tenido ms tiempo. Incluso cuando un profesor establece un tiempo para un examen, no est induciendo la posibilidad de que un estudiante libere su pensamiento? Todo lo contrario, est con ello sometiendo, sujetando, el pensamiento de un individuo a una estructura temporal. En ese encierro l debe administrar su libertad. En lo que respecta a la edad necesaria para ejercer la resistencia a travs del pensamiento, ha sido el griego Epicuro (ca. 341-270) quien fund en el patio trasero de su casa su escuela de filosofa llamada el Jardn el que ms aclar la cues-
tin con estas palabras en la carta que envi a su amigo Meneceo: Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en filosofar, ni al llegar a viejo, de filosofar se canse. Porque, para alcanzar la salud del alma, nunca se es ni demasiado viejo ni demasiado joven. Quien afirma que an no le ha llegado la hora o que ya le pas la edad, es como si dijera que para la felicidad no le ha llegado an el momento, o que ya lo dej atrs. As pues, practiquen la filosofa tanto el joven como el viejo; uno, para que, aun envejeciendo, pueda mantenerse joven en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez mostrando su serenidad frente al porvenir. Debemos meditar, por tanto, sobre las cosas que nos reportan felicidad, porque, si disfrutamos de ella lo poseemos todo y, si nos falta, hacemos todo lo posible para obtenerla.35 Entre los elementos sustanciales de esta carta, aparecen dos nociones decisivas en nuestra reflexin sobre los tiempos: pasado y porvenir. Ya nos hemos referido a ellas en la primera consideracin sobre el tiempo, tanto desde un punto de vista fsico como espiritual. Sin embargo, en este apartado nos referimos a esas nociones de pasado y de futuro desde el punto de vista de su
incidencia social e individual en la experiencia del tiempo que llamamos presente. Este aspecto, por cierto, se encuentra de un modo constante en el caso de Corre Lola, corre, pues todo el relato flmico gira en torno de esos veinte minutos que Lola tiene para salvar la vida de su novio. Es decir que la expectativa del futuro y el temor respecto de l mueven su presente, la ponen en movimiento, la hacen correr. Si bien ms arriba dimos algunos ejemplos respecto de cmo el pasado y el futuro inciden en el presente, podemos ahora ofrecer algunos casos ms. En el pasado se ubica lo que ya ha tenido lugar, lo que de modo inevitable ya no se puede transformar. Del pasado slo quedan espectros, imgenes, sedimentos en el presente. Por supuesto que estos simulacros del pasado alojados en nuestra presente actual ejercen su influencia en nuestra conciencia de presente. Todo aquello que denominamos memoria o recuerdo vive en cada uno de nosotros ejerciendo su influjo. As, cuando debemos tomar alguna decisin, el recuerdo del pasado se abre camino en el presente para decidir tambin por nosotros. En cuanto al futuro, aqu la situacin es distinta. Pues se trata de lo desconocido, de lo que an no ha tenido lugar y que, por tanto, es potencialmente modificable. Si
bien ninguna de nuestras acciones puede trastrocar o modificar el pasado, todas ellas pueden incidir de modo cierto y activo sobre el curso del porvenir, del futuro.36 Es ms, hasta podramos considerar que el futuro es mucho ms decisivo respecto del presente que el pasado, que la virtualidad del porvenir ejerce una influencia mayor sobre el presente que el recuerdo del pasado. Pensmoslo a partir de un ejemplo. Un individuo asiste a su trabajo cotidianamente. Luego de una reunin laboral, su jefe le dice que han estado evaluando su perfil, que para la gran familia que es aquella empresa no hay deseo ms pleno que el asistir a su crecimiento, y que, en virtud de ello, el ao prximo ser promovido a un cargo ms alto. Por supuesto que este ascenso requiere de un mayor compromiso, de una extensin de la jornada laboral y de su presencia los sbados por la maana. Sabindolo o no, el entusiasmo de aquel
36 En este sentido, para sealar la fuerza que ejerce la perspectiva de futuro en la constitucin de la mentalidad del hombre moderno, a partir de los elementos que ofrece Corre Lola, corre sugerimos la lectura de Velocidad y nueva intimidad, conferencia pronunciada por Esteban Mizrahi el 21 de marzo de 2005 en Villa Unin, La Rioja, en el marco del programa Cine y Formacin Docente 2005.
individuo ante el ofrecimiento de un progreso en el futuro de su camino profesional afecta su presente. Su cuerpo estar ms cansado, sus vnculos afectivos sern menos frecuentados, su cotidianidad estar completamente afectada y transformada. Por qu? Por una promesa, por un proyecto, por un progreso, virtual, posible, pero todava no realizado o actual. Podramos decir que el tiempo es como una suerte de viento que nos conduce irremediablemente hacia el futuro. Y esto ha sido visto con optimismo, pero a la vez con pesimismo, a lo largo de la historia. Entre los partidarios de ese optimismo respecto del futuro, la Ilustracin y el positivismo. Entre sus detractores, las llamadas filosofas de la vida, los existencialismos y muchos de los pensadores de la primera mitad del siglo XX, entre ellos Walter Benjamin, que en sus Tesis sobre la filosofa de la historia, al tratar sobre un cuadro del expresionista Paul Klee, afirma: Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En l se representa a un ngel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos estn desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y ste deber ser el aspecto del ngel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta
una cadena de datos, l ve una catstrofe nica que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojndolas a Angelus novus (1932), sus pies. Bien grabado del pintor alemn Paul Klee (1879 - 1940). quisiera l detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraso sopla un huracn que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ngel ya no puede cerrarlas. Este huracn le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante l hasta el cielo. Ese huracn es lo que nosotros llamamos progreso.37 En el caso de Corre Lola, corre asistimos tambin a una mirada crtica respecto del porvenir, del futuro. No est all instalada la idea de que el movimiento, el correr del tiempo, conduzca hacia un futuro ureo. En todo caso, el final de la pelcula aparece como un fruto del azar, del destino, pero no de un tiempo que ha progresado como una lnea recta hacia su ptima culminacin. Lola corre desesperadamente para salvar la vida de su novio. Corre para que el futuro no sea lo que puede ser, esto es, una catstrofe.
37 Walter Benjamin, Tesis de filosofa de la historia, en Angelus Novus, EDHASA, Barcelona, 1971, p. 82.
En esta ltima consideracin trabajaremos sobre el par de conceptos virtud y Fortuna. De manera cierta, est tpico retoma lo que trabajamos en el captulo I bajo los nombres de libertad y necesidad, y con ello el eje temtico de este cuadernillo. Podramos decir que en el caso de libertad y necesidad, virtud y Fortuna, se trata de pares de conceptos emparentados. El lector recordar que en el contexto del captulo dedicado a Matrix trabajamos a partir del camino de pensamiento seguido por Scrates, esto es, la expresin de su libertad de pensamiento a partir de la aceptacin de los vaticinios del orculo de Delfos. Escena de la pelcula Corre Lola, corre. Por ello, solicitamos al lector que tenga presente aquel planteo, con la finalidad de establecer luego una relacin.
Podramos tambin decir que con esta tercera consideracin tratamos sobre un pro- Escena de la pelcula Corre Lola, corre. blema que tiene un fuerte vnculo con la anterior sobre el problema del tiempo. Sin embargo, no tanto con el tiempo considerado desde el punto de vista estrictamente filosfico, sino ms bien con lo que hemos dado en llamar los tiempos. Esto es, los modos en que nuestro presente actual est atravesado por la memoria del pasado y la expectativa del porvenir. Desde este punto de vista, el problema de la Fortuna tiene que ver sin duda con el problema del porvenir, del futuro; pero tambin con los modos en que incide el azar en l. Presentemos, entonces, algunos momentos de Corre Lola, corre con la intencin de iluminar estas consideraciones. Como ya lo dijimos en la Introduccin a la pelcula, se trata de un filme en el que los problemas de reflexin filosfica relucen ms en la imagen que en el guin. De all que las alusiones al problema de la Fortuna y el Azar muchas veces aparecen a travs de imgenes. Tal es el caso de las fotografas que muestran los futuros posibles de aquellos con los que se encuentra Lola en Escena de la pelcula Corre Lola, corre. su carrera. Por eso incluimos aqu algunos fotogramas representativos del problema de la Fortuna y el Azar.
Tambin el Azar aparece en imgenes cuando entra en el despacho de su padre y descubre que l tiene una amante con la que piensa compartir el resto de su vida. Y en el otro relato, se entera de que no es hija natural del que para ella siempre ha sido su padre. Desde el punto de vista del guin estas circunstancias operan como disparadores de la carrera de nuestra reflexin. En primer lugar, podramos hacer referencia al momento en que Lola decide su propio destino o fortuna, cuando resuelve no morir en el primer relato. En segundo lugar, cuando est en la ambulancia en el tercer relato, donde decide sobre el destino del guardia que yace moribundo. Finalmente, optamos por el momento en que juega en el casino, que es quizs el mximo ejemplo del Azar; tan inexorable como el tiempo de un reloj. De all la comparacin entre el gran reloj que hay en el casino y el cilindro de la ruleta. De hecho, el filsofo francs Blaise Pascal (1623-1662), quien en octubre de 1658 dio a conocer el libro Historia de la ruleta, se apoy en los mtodos de Roberval, un sabio francs que lo haba precedido en ese camino. En la escena en el casino se ve el modo en que Lola, a travs de su grito, decide aun sobre la Fortuna y el Azar, tanto de los veinte minutos como del nmero veinte en la ruleta. Lola: Cmo funciona esto? Empleada del Casino: Compras fichas y las apuestas.
Lola: Bien. Empleada del casino: No puedes entrar vestida as. Lola: Es necesario. Noventa y nueve marcos con 20. Empleada del casino: Qu clase de fichas? Lola: Una de 100? Empleada del casino: No te alcanza. Lola: Por favor. (La empleada le da la ficha de 100 a Lola, quien entra al casino y se dirige a la ruleta.) Croupier: Hagan sus apuestas, por favor. Sus apuestas, por favor. (Lola apuesta al veinte negro.) Croupier: No ms apuestas. Veinte, negro, par. Ninguna serie. Mil quinientos por negro. Cien y cuatrocientos. Tres mil quinientos por 100 marcos al 20. Aqu tiene. Tres mil quinientos. Seguridad: Venga conmigo, por favor. Lola: Slo una jugada ms. Croupier: Hagan sus apuestas por favor. (Lola vuelve a apostar al 20 negro. La ruleta gira. Lola grita hasta romper los vasos y vidrios del casino.) Croupier: Veinte, negro, par. Lola: Rpido. Necesito una bolsa de plstico. Desde el punto de vista filosfico, podramos decir que hay tres grandes momentos en la historia de la filosofa para considerar el problema de la Fortuna. Un primer momento que podramos llamar pagano, que corresponde a la Antigedad. En este punto podramos sealar a la tragedia griega como el primer gran hito en la comprensin filosfica de la Fortuna o
Suerte. El corazn mismo de las tragedias gira en torno de las catstrofes humanas, que se deben a potencias sobrenaturales ocultas en el misterio, esto es, en la fatalidad que impone la justicia divina. Como testimonio de este primer momento podramos hacer referencia a la Antgona de Sfocles. La escena tiene lugar al da siguiente del mutuo fratricidio entre los hermanos de Antgona (Polnices y Etocles). Siguiendo el mandato de las leyes divinas, Antgona desea enterrar a su hermano Polnices, quien haba vuelto a Tebas a reclamar su trono. Mientras, su to Creonte, quien gobernaba junto a Etocles por decreto de leyes humanas, ordena que el cuerpo de aqul sea dejado como carroa para los cuervos. Si bien en Antgona se concentran distintos grupos de problemas, como la tensin entre naturaleza y cultura o bien la cuestin en torno de los ritos funerarios, llamados ctnicos, el tpico capital all es el conflicto entre las leyes humanas (gr. nomoi), impuestas por Creonte, y la ley divina (gr. Dik), seguida por Antgona. Esto es, entre las leyes escritas y la ley no escrita, entre la autonoma y la teonoma. Por supuesto que en Antgona se abre un mbito para los decretos de las leyes humanas, siempre y cuando stas se subordinen, no contradigan ni transgredan el orden impuesto por la ley divina. As las acciones humanas que transgreden la ley divina son
39 Antgona, Sfocles, Biblos, Buenos Aires, 1994, p. 85.
castigadas. De all que stas tengan que ordenarse y seguir la Fortuna, el destino, la Suerte o fatalidad que impone la Divina. En definitiva, la posicin de Sfocles es la de aquel que concibe la libertad del individuo en cuanto ste enfrenta al mundo tal cual es y asume su propia Fortuna, Suerte o destino por cruel e incomprensible que parezca. Es el ideal del hombre piadoso, quien no trastroca en su esencia el orden del mundo dado por la justicia o ley divina, tal como lo expresa este parlamento del coro: Estrofa 2 Tanto el lenguaje como el voltil pensamiento y los comportamientos civilizados se ense a s mismo, y tambin a huir los inclementes y lluviosos dardos de desapacibles heladas, todo recurso: sin recursos ante ningn porvenir se las ve. De Hades solo no alcanzar escape, pues de irremediables males ha ideado la escapatoria. Antistrofa 2 Poseedor de una sabidura superior a la esperable, la capacidad de urdir tcnicas, unas veces al mal, otras al bien la encamina. Entretejiendo las leyes de la tierra y la justicia, de los dioses [] que ha prestado juramento engrandecer la ciudad; privado de ella quedar aquel que, en virtud de su osada, se entrega a lo que no es bueno. Que no se siente a mi lado ni sea de mis mismos pensamientos quien hiciera tales cosas!39
Un segundo momento en la concepcin de la Fortuna corresponde a lo que damos en llamar Edad Media. En este momento el problema de la Fortuna aparece ntimamente vinculado a la providencia divina. La Fortuna es una suerte de administradora general de las cosas puesta por Dios para decidir sobre el destino de las cuestiones humanas. Y no hay nada que puedan hacer los hombres para evitar sus designios y embates. Por ejemplo, si nosotros habitamos en una aldea que est situada a los pies de un volcn, y ese volcn se activa y disemina su lava, nosotros no debemos ni impedir su avanzada ni huir de all para salvar nuestras vidas. Porque todo ello ha sido querido as por Dios a travs de la Fortuna. Para el hombre medieval, la Fortuna est ntimamente vinculada con la sabidura divina, y nada puede hacerse contra la necesidad o fatalidad que ella impone. Tal como lo dice Dante Alighieri en el cuarto crculo del Infierno de su Comedia, en la que pagan sus penas los avaros y los despilfarradores, esto es, los malos administradores de la fortuna material: Por ella [la Fortuna] una gente impera y otra languidece / siguiendo el juicio de ella / que est oculto como la serpiente en la hierba. Estas amargas palabras de Dante encuentran su fundamento filosfico, aunque en rigor deberamos decir teolgico, en la Suma teolgica de Toms de Aquino (12251274). All el Bfalo, ya que as lo llamaban por su tamao, se refiere a su vez al pensador romano Severino Boecio (480-524/5), quien en su hermoso dilogo sobre La con-
solacin de la filosofa dedic los libros IV y V a tratar sobre el problema de la providencia, el destino, el Azar y la Fortuna. Para Toms, visto desde abajo es decir, desde el punto de vista de los aldeanos que viven a los pies del volcn, llamamos Fortuna o hado a los acontecimientos que son decididos por Dios. Pero vistos desde arriba desde Dios mismo, esto es, desde el orden mismo de las cosas que se da en Dios, los llamamos providencia. As, para Toms la Fortuna, el hado, el destino, es un suerte de instancia intermedia entre la providencia de Dios y las cosas mismas. Dice Toms en la Suma Teolgica (primera parte, cuestin 116, artculo 1): Mas Boecio define el hado, diciendo que es una disposicin inherente a las cosas variables, por la que la Providencia las coordina en determinado orden. Hubo, pues, algunos que rehusaron reducir a una causa superior estas cosas casuales y fortuitas que acontecen en los seres inferiores, y estos tales negaron el hado y la providencia, como de Tulio refiere San Agutn; otros, intentaron reducir a una causa superior, que decan ser los cuerpos celestes, todas las cosas fortuitas y casuales que acontecan aqu abajo, sea en el orden natural o en el orden humano; y, segn esta opinin, el hado no sera otra cosa que la disposicin de los astros. La Providencia divina ejecuta sus efectos mediante causas intermedias. De aqu se deduce que la ordenacin de estos efectos puede mirarse bajo un doble aspecto. Puede considerarse, en efecto, segn est en Dios,
y, bajo este aspecto, la ordenacin de los efectos se llama Providencia. Ms, si se considera esta ordenacin de los efectos en cuanto est en las causas intermedias ordenadas por Dios de tal modo a producir tales efectos, as es como se entiende el hado o la fortuna.40 Pero hay un tercer momento en la concepcin filosfica de la Fortuna que corresponde a lo que llamamos Renacimiento.41 Es en este tercer modelo donde podemos enmarcar a Corre Lola, corre. En este contexto podemos citar, entre muchos otros ejemplos posibles, a El prncipe de Nicols Maquiavelo, que tiene por ttulo En qu medida estn sometidos a la fortuna los asuntos humanos y de qu forma se le ha de hacer frente. En este momento renacentista, en el tratamiento de la Fortuna hay una suerte de retorno a la concepcin antigua. La Fortuna es presentada como una suerte de diosa, de mujer caprichosa, ante la cual, a diferencia de lo sucedido en la Antigedad, el hombre debe presentarse con inteligencia para llegar a un acuerdo con ella. As el hombre a travs de su virtud tiene la posibilidad cierta de no estar sometido a los caprichos de la Fortuna. Es importante sealar que en este contexto virtud no tiene un sentido moral, religioso o teolgico, sino su sentido
originario, como una fuerza o mpetu del que el hombre est dotado para llevar adelante sus acciones. Sin embargo, no se trata de un enfrentamiento en el cual el hombre anhela sobrepasar los designios de la Fortuna, ya que es consciente de la desmesura de sus embates. Pero tampoco se trata de una resignacin ante ella, una suerte de melancola, de anhelo de que algo sea distinto de como es pero con la certeza indubitable de que nunca va a dejar de ser como es. Ni una cosa ni la otra. Para mostrar este reconocimiento del lmite de las acciones humanas ante la Fortuna, pero sin dejar de hacer notar la posibilidad que tenemos de incidir sobre ella a travs de la prctica de nuestra virtud, Maquiavelo se ha servido de la imagen de un dique, la cual tiene un vnculo con la del volcn medieval. As, el hombre comienza a intervenir activamente en su destino, en su Fortuna, como sucede con Lola. El hombre se va eligiendo, se va realizando, a travs de sus acciones, ya no vctima o presa de los embates y designios de la Fortuna. Dice Nicols: No se me oculta que muchos han tenido y tienen la opinin de que las cosas del mundo estn gobernadas por la fortuna y por Dios hasta tal punto que los hombres, a pesar de toda su prudencia, no pueden corregir su rumbo ni oponerles remedio
40 Toms de Aquino, Suma teolgica, I, q. 116, a.1, BAC, Madrid, 1968. 41 Sobre la cuestin de la Fortuna, sugerimos la lectura del bellsimo ensayo de Michel de Montaigne, De cmo la fortuna sigue con frecuencia a la razn, en Ensayos, I, Hyspamrica, Buenos Aires, 1984.
alguno. Por esta razn podran estimar que no hay motivo para esforzarse demasiado en las cosas, sino ms bien para dejar que las gobierne el azar. Esta opinin ha encontrado ms valedores en nuestra poca a causa de los grandes cambios que se han visto y se ven cada da por encima de toda posible conjetura humana. Yo mismo, pensando en ello de vez en cuando, me he inclinado en parte hacia esta opinin. No obstante, para que nuestra libre voluntad no quede anulada, pienso que puede ser cierto que la fortuna sea rbitro de la mitad de las acciones nuestras, pero la otra mitad, o casi, nos es dejada, incluso por ella, a nuestro control. Yo la suelo comparar a uno de esos ros torrenciales que, cuando se enfurecen, inundan los campos, tiran abajo rboles y edificios, quitan terreno de esta parte y lo ponen en aquella otra; los hombres huyen ante l, todos ceden a su mpetu sin poder plantearle resistencia alguna. Y aunque su naturaleza sea sta, eso no quita, sin embargo, que los hombres, cuando los tiempos estn tranquilos, no puedan tomar precauciones mediante diques y espigones de forma que en crecidas posteriores o discurriran por un canal o su mpetu ya no sera ni tan salvaje ni tan perjudicial. Lo mismo ocurre con la fortuna: ella muestra su poder cuando no hay una virtud organizada y preparada para hacerle frente y por eso vuelve sus mpetus all donde sabe que no se han construido los espigones y los diques para contenerla.
[] Concluyo, por tanto, que al cambiar la fortuna y al permanecer los hombres obstinadamente apegados a sus, modos de actuar prosperan mientras hay concordancia entre ambos y vienen a menos tan pronto como empiezan a separarse. Sin embargo, yo sostengo firmemente lo siguiente: vale ms ser impetuoso que precavido porque la fortuna es mujer y es necesario, si se quiere tenerla sumisa, castigarla y golpearla. Y se ve que se deja someter antes por stos que por quienes proceden framente. Por eso siempre es, como mujer, amiga de los jvenes, porque stos son menos precavidos y sin tantos miramientos, ms fieros y la dominan con ms audacia.42 Como puede verse, ste quiz sea el modo en que se pone en juego en Corre Lola, corre el vnculo entre virtud y Fortuna. De un lado, la conciencia de la fuerza de los designios de la Fortuna y del Azar, lo que bien se deja ver en el temor que a ella le da la posible suerte de su novio, ante lo cual se pone a correr. Del otro, el camino que lleva adelante por medio del ejercicio de su virtud, fuerza o mpetu para incidir sobre la Fortuna. De este modo llegamos al final, ya no corremos ms. Por tanto, si no hay movimiento, no hay para nosotros ya pensamiento. Que quede entonces para nosotros, como enseanza filosfica de Corre Lola, corre el hecho de que para pensar hay que estar en movimiento.
Actividades
Para el docente En la segunda parte de la primera consideracin llevamos adelante algunas reflexiones en torno de los problemas en filosofa, esto es, cundo aparece un problema para nosotros, cmo se lo plantea correctamente y de qu manera incide nuestra propia existencia en la comprensin de un problema. En virtud de todo ello, le sugerimos al docente que formule una serie abierta de preguntas que a su entender expresen problemas de reflexin filosfica propios de su tiempo y espacio. La intencin de esta actividad es que el docente comparta estas preguntas-problemas con sus alumnos con la finalidad de poner en evidencia si aqullas expresan malestares propios de los estudiantes o no. Para que el docente realice con los alumnos 1. En el captulo ofrecimos distintas definiciones de qu es el hombre, entre ellas, la de Corre, Lola, corre, en la que se determinaba al hombre como el animal que pregunta, y aquella de Aristteles segn la cual el hombre es el animal que re. Le proponemos, entonces, al docente que les pida a sus alumnos distintas definiciones de hombre, acompaadas de las razones que justifiquen en cada caso la definicin. La finalidad de esta actividad ser la de poner de manifiesto el disenso entre las distintas definiciones y, con ello, la necesidad del dilogo no para encontrar la definicin adecuada, sino para que cada uno pueda problematizar su propia definicin en virtud de las restantes. 2. En la primera parte de la segunda consideracin, presentamos el problema del tiempo a travs de las distintas apariciones de esta expresin en el uso de nuestro lenguaje, y a partir de ello ofrecimos distintas posiciones filosficas para comprender qu cosa es el tiempo. Por ello, proponemos que el docente lleve adelante con sus alumnos las siguientes actividades: a. Que los alumnos redacten una lista en la que indiquen los distintos usos de la palabra tiempo en el lenguaje cotidiano. A partir de ello, que sealen si el sentido de la palabra vara segn los casos. Finalmente, que expliciten los diferentes sentidos de la expresin. b. Que los alumnos definan por escrito qu entienden por pasado, presente y futuro. A partir de ello, que indiquen si se trata de tres tiempos distintos o ms bien de un nico tiempo, el presente, en el que conviven pasado, presente y futuro. c. Que los alumnos ofrezcan distintos relatos, ancdotas o vivencias en las que se marquen la presencia del pasado en el presente y cmo a partir de esa presencia las acciones actuales se ven concretamente modificadas y afectadas. Por ejemplo, el relato de una historia de amor que ha dejado sus secuelas e incide concretamente en una nueva relacin. d. Que los alumnos ofrezcan distintos relatos respecto de su expectativa de futuro, en las que se marquen la presencia del futuro en el presente y cmo a partir de esa presencia las acciones se ven concretamente modificadas y afectadas. Por ejemplo, cmo la expectativa de un futuro laboral incide en las acciones de un estudiante en el presente, al modo como Lola corre en pos del futuro de la vida de Manny. 3. Sugerimos aqu que el docente comparta con los alumnos el western A la hora sealada (1952) de Fred Zinnemann. La intencin de esta actividad es poner esta pelcula en relacin con Corre, Lola, corre, con la finalidad de sealar las distintas concepciones del tiempo y la temporalidad que se encuentran en una y en otra. Por ejemplo, la contraposicin entre un tiempo lineal en aqulla y un tiempo circular en sta; un tiempo que avanza lentamente en aqulla y un tiempo que corre velozmente en sta. 4. En la tercera consideracin, tratamos sobre el vnculo entre la Fortuna o Suerte y la virtud, esto es, el modo en que el individuo se presenta a ella. All ofrecimos tres momentos de la relacin entre virtud y Fortuna, a saber: el antiguo o pagano, el medieval y el renacentista, al que emparentbamos con Corre, Lola, corre. En esta actividad, le proponemos al docente que presente el cuento Guayaquil de Jorge Luis Borges, con la finalidad de analizar e interpretar cul es la relacin que se establece entre la Fortuna o Suerte y el ejercicio de la virtud o voluntad individual. Podemos recordarle al docente que el cuento perteneciente a El informe de Brodie, narra el encuentro azaroso entre dos investigadores que tratan de desentraar el misterioso encuentro que tuvo lugar entre San Martn y Bolvar en Guayaquil, y muestra cmo la voluntad de uno de los personajes se impone sobre la del otro.
Bibliografa sugerida
Primera consideracin: el animal 1984; Gadamer, H.-G., El tiempo en el que pregunta pensamiento occidental de Esquilo a
Heidegger, en AA.VV., El tiempo y las filoPara una aproximacin sobre los proble- sofas, Sgueme, Salamanca, 1979, y Elade, mas en filosofa, se sugiere la consulta de M., El tiempo sagrado y los mitos, en Lo Heimsoeth, H., Los seis grandes temas de la sagrado y lo profano, Guadarrama, Madrid, metafsica occidental, Alianza, Madrid, 1967. 1990.
Si bien sobre el problema del tiempo la bibliografa en filosofa es ms que vasta, a modo introductorio se puede acudir a Elas, N., Sobre el tiempo, FCE, Mxico,
Acerca de la virtud y la Fortuna, es altamente recomendable Villoro, L., Filosofa del renacimiento, FCE, Mxico, 1992, y Heller, A., Hado, destino y fortuna, en El hombre del Renaci
Bibliografa
KIRK, Raven y SCHOFIELD, Los filsofos presocrticos, Gredos, Madrid, 1987. PLATN, Timeo, Colihue, Buenos Aires, 1999.
Los tiempos
BENJAMN, W., Tesis de filosofa de la historia, en Angelus Novus, EDHASA, Barcelona, 1971. EPICURO, Obras, trad. Montserrat Jufresa, Altaya, Barcelona, 1996. MIZRAHI, E., Velocidad y nueva intimidad, conferencia pronunciada el 21 de marzo de 2005 en Villa Unin, La Rioja, Cine y Formacin Docente 2005, Ministerio de Educacin, Ciencia y Tecnologa de la Nacin.
Dos vidas en un instante (Sliding doors) es un clsico ejemplo de aquellas pelculas que podran pasar absolutamente inadvertidas. Sin embargo, otorga en este caso el pie para una reflexin filosfica ulterior. De hecho, su argumento es ms bien simple: Helen, tras haber sido despedida en su oficina, vuelve apesadumbrada a su casa; en un casi insignificante hecho como es la posibilidad de chocarse con una nia en las escaleras del subte londinense su vida se desdobla, lo que conduce a la narracin en simultneo de dos vidas paralelas posibles. Dos destinos frutos del azar. La primera pelcula de Peter Howit, Dos vidas en un instante fue estrenada en los cines hacia 1998 y pas rpidamente por las carteleras, para tener quizs un xito mayor en su formato de video. Es que para el pblico general el nico gran rdito de la pelcula es la actuacin (o ms bien presencia) de Gwyneth Paltrow, con las varias peripecias que le suceden en su desdoblamiento; as como el acento en el final que debe tener toda historia de amor amena y apta para todo pblico. Sin embargo, en nuestro trabajo sobre cine y filosofa, Dos vidas en un instante funciona como piedra de apoyo para la consideracin de problemas. Es que, sin ms, es el azar mismo el que produce el desdoblamiento; y por ms que pueda parecer algo banal, el hecho de la casuali-
dad conduce al pensamiento hacia la misma reflexin sobre el problema del azar, su historia en la filosofa y los posibles abordajes de este particular concepto. Curiosamente, en El da de la marmota (Groundhog day) es tambin una casualidad la que deja al periodista Phil Connors (Bill Murray) atascado en este pueblo tan difcil de pronunciar Punxsutawney, cuando una tormenta de nieve que l mismo haba pronosticado que no sucedera, clausura los caminos. Es quizs ste el punto de encuentro, el eslabn que funciona como gozne entre la problemtica del azar que ser tratada con precisin a travs de Dos vidas en un instante y la serie de abordajes que se realizarn respecto de El da de la marmota: la cuestin del eterno retorno, la posibilidad de una construccin o invencin de la identidad y las respectivas consecuencias de la repeticin y del retorno de lo mismo en el mundo de las pasiones. El da de la marmota retrata con humor la extravagante pero real celebracin del 2 de febrero en el pueblo estadounidense de Punxsutawney, donde Punxsutawney Phil (marmota y animal oficial del pueblo) sale de su madriguera luego del perodo de hibernacin buscando su sombra: si el animal percibe su propia sombra, habr seis semanas ms de invierno; de lo contrario, es tiempo de primavera. Asociado segn los habitantes del pueblo a antiguas tradiciones romano-
C A P T U L O 3
La versin en castellano de Groundhog day se conoci como Hechizo del tiempo (1993)
germnicas, el extrao rito fue llevado a Hollywood de la mano del director Harold Ramis y el actor principal Bill Murray, con el estreno de la pelcula en 1993. Ambos ya haban trabajado juntos en otras pelculas, como Cazafantasmas (Ghostbusters), y si bien en su momento la pelcula no caus gran conmocin, con el tiempo se fue cultivando como pelcula del culto por el pblico. Con ella, tambin se fue consagrando en la pantalla grande el actor Bill Murray, quien en los ltimos tiempos ha participado como actor fetiche en las pelculas del director independiente Jim Jarmusch.
Es notorio que los personajes que ha interpretado recientemente el protagonista de El da de la marmota son de perfil bajo, ms bien abatido por las circunstancias, pero que terminan aprendiendo ciertas lecciones de vida. De hecho en esta misma pelcula el personaje pasa de ser un pedante periodista citadino que odia las celebraciones de los pueblos del interior de su pas, a ser un hombre enamorado de la vida y la simplicidad, que toma la decisin de quedarse en el pequeo pueblo. Es que tambin es parte de la pelcula mostrar los prejuicios infundados de los habitantes de las grandes ciudades respecto de la supuesta monotona y su consecuente aburrimiento de la vida en las pequeas ciudades o pueblos. Y la repeticin temporal por la que se ve afectado el personaje principal, funciona como una metfora social respecto de las percepciones que muchos habitantes de las grandes urbes tienen sobre la vida cotidiana de las provincias. Sin embargo, ser a lo largo de la pelcula que Phil Connors ir descubriendo que, a pesar de la aparente repeticin (temporal, social o individual), se produce una inevitable diferencia, que, en conjuncin con una mirada ms humilde y menos pretenciosa de las cosas, lleva a un ensanchamiento en las pasiones de alegra del alma humana; aprende as a disfrutar la belleza que otorga la mirada simple y lmpida sobre los diversos horizontes en nuestro camino.
sa. Al escuchar esas palabras, Helen entra en una profunda angustia y viaja hasta el hospital, donde lo ve con otra mujer. James se entera de que Helen lo ha visto con otra mujer y la busca desesperadamente por la ciudad. Cuando la encuentra, le explica que es su ex mujer, pero que su madre est muy enferma y que simulan ante ella seguir juntos para no darle disgustos. Le dice cunto la ama y que jams le hara dao alguno. Se reconcilian y se van caminando. Cruzando una calle, Helen es atropellada y fallece en el hospital. Ahora bien, en la otra de sus vidas posibles, Helen, al bajar las escaleras del subte, tropieza con una nia y pierde el tren. Por los altoparlantes anuncian que los trenes estn retrasados y que recomiendan otro medio de transporte. Helen opta por tomar un taxi. Antes de poder frenar al coche, un ladrn forcejea con ella, robndole la cartera e hirindola levemente en el rostro. As es que el taxista la lleva al hospital, la acompaa y, luego de que los mdicos la atienden, la deja en su casa. Al entrar a su casa, se encuentra con su novio Gerry, un fracasado escritor, quien la engaa con otra mujer, aunque en esta vida Helen todava no lo sabe. Helen le cuenta sus desventuras y Gerry decide llevarla a pasear por la ciudad. Con el pasar de los das, Helen comienza a sospechar que algo sucede con Gerry, pues frente a pequeas preguntas reacciona exasperadamente y con cierta paranoia. Cierto da, Gerry miente a Helen y, con la excusa de una investigacin para su novela,
viaja con su amante Lydia a pasar unos das en un hotel de las afueras. Una vez all, discuten. Es que Lydia se ha cansado de esperar que Gerry deje a Helen para comenzar una vida juntos. As, decide abandonar a Gerry, quien de alguna manera se siente liberado, puesto que quera cortar esa relacin, ms no saba cmo. Al volver, Gerry le lleva flores a Helen y comienzan a hablar. Helen quiere contarle que cree que puede estar embarazada, pero comienza dicindole que ha conseguido una entrevista de trabajo para un puesto de relaciones pblicas. La figura de Lydia aparece en una de las ventanas y Gerry entra en pnico, la interrumpe y no la deja contar sobre su posible embarazo. Lydia vuelve a llamar a Gerry y lo cita en su casa. Al llegar Helen a su entrevista de trabajo, se da cuenta de que ha sido Lydia quien la ha llamado, simulando una posibilidad laboral, y que ella ha estado teniendo una aventura con Gerry, de quien adems est esperando un hijo. Helen sale corriendo y, en la desesperacin, es atropellada. En el hospital le cuentan a Gerry que ella est bien pero que ha perdido al beb. Helen, al despertar, echa a Gerry definitivamente de su vida. Al darle el alta en el hospital, conoce por casualidad y azar a James en el ascensor, tal como haba sucedido en el comienzo de la pelcula, cuando haba sido despedida, por lo cual todo comienza nuevamente a partir del juego de dados que es el azar.
Del mismo modo que en Dos vidas en un instante, es el azar el que da pie a la serie de acciones de El da de la marmota. Phil, un arrogante periodista meteorlogo, es enviado, junto con un equipo conformado por un camargrafo (Larry) y una productora (Rita), al pequeo pueblo de Punxsutawney a cubrir una vez ms la extraa festividad que da nombre a la pelcula, consistente en el pronstico del clima de las siguientes semanas ofrecido por el ritual anual que realiza el animal oficial del pueblo: la marmota.
Una vez realizada la transmisin del singular evento, el equipo emprende el camino de vuelta a la ciudad. Pero debido a una tormenta que Phil haba pronosticado que no iba a suceder en el rea, las rutas se cierran por la enorme cantidad de nieve y deben volver a pasar la noche en el pueblo. A partir de ese momento, fruto de la casualidad y del azar, ya nada ser igual. O ms bien, todo ser igual pero no idntico. Es a la maana siguiente, cuando Phil despierta a las 6 AM con la radio, que descubre que est viviendo nuevamente el mismo da: el da de la marmota.
Al iniciar nuestro camino filosfico en esta primera consideracin en torno del azar, deberamos advertir que es necesario establecer la relacin con lo que tratamos en el captulo I sobre libertad y necesidad y lo que trabajamos en el captulo II sobre virtud y Fortuna. En este punto, el lector podra vincular las nociones de libertad y virtud, de un lado, y de necesidad y Fortuna, del otro. Las primeras aluden a los diversos modos en que los individuos se enfrentan a travs de sus acciones a las imposiciones y embates de la necesidad y la Fortuna, esto es, el destino. Veamos en Matrix que, tanto para Neo como para Scrates, la libertad era concebida como conciencia de la necesidad. Esto es, que la libertad era el resultado de la comprensin de la necesidad, el destino o aquello que no puede ser de otro modo que como es. De esta manera, cuanto ms consciente seamos de la necesidad y curso invariante de las cosas, ms libres se vuelven nuestras deliberaciones y acciones. Por otro lado, en Corre Lola, corre veamos una posicin distinta respecto del vnculo entre virtud y Fortuna, y ya no entre libertad y necesidad. All ya no se trataba de asumir el destino, la necesidad, y con ello alcanzar la libertad en las acciones, sino de incidir, a travs del ejercicio de la virtud, de la fuerza, en el curso de la Fortuna, del destino. Lola corra precisamente para torcer el camino de la Fortuna, que pareca decidirse por la muerte de su novio Manny, y con ello ejercer su virtud y libertad frente a la Fortuna o destino.
Ahora bien, en el caso de Dos vidas en un instante y El da de la marmota no se trata ya del problema de libertad y necesidad ni de virtud y Fortuna, sino ms bien de cmo el azar y la suerte inciden activamente en las acciones individuales. No hay libertad aqu respecto del azar y de la suerte, sino modos de existir a partir de sus golpes.
Sin embargo, como las nociones de necesidad, Fortuna y azar estn emparentadas desde el punto de vista filosfico, sera oportuno comenzar con una breve distincin entre ellas. Para eso nos serviremos de las definiciones que ofrece Aristteles,
43 Aristteles, Metafsica, Gredos, Madrid, 1994, p. 487.
cuyas obras, junto con las de Kant, pueden ser entendidas como grandes diccionarios filosficos. En el libro XI de su Metafsica Aristteles define la necesidad (gr. angke) como aquello que no puede ser de otro modo que como es.43 De all que la necesidad sea una expresin de determinismo y, en cierta medida, de fatalismo. Todo lo contrario de la contingencia, o sea, aquello que efectivamente s puede ser de un modo distinto de como es. Para los griegos en general Fortuna y el azar son conceptos que estn ntimamente ligados. Y fue Aristteles quien primero reflexion sobre el problema de la Fortuna (gr. thych) y del azar (gr. autmaton). Por otro lado, podemos advertir que la nocin de destino (gr. eimarmne y lat. fatum) est fuertemente emparentada en este contexto con los conceptos de azar y Fortuna. Por supuesto que para l se trata de un problema filosfico terrible y profundamente descorazonante. Por qu? Porque no encuentra los modos de ofrecer una definicin racional de la Fortuna y del azar. Precisamente porque la Fortuna y el azar escapan al orden raciona. De all que para los griegos tanto para los trgicos (Esquilo, Sfocles y Eurpides, entre ellos) como para los filsofos haya una aceptacin ciertamente irracional de la Fortuna y del azar en tanto fatalidades (gr. at).
La figura de Prometeo, hijo de Jpeto y Clmene, es conocida en la mitologa griega como el gran benefactor de la humanidad. Prometeo enga a los dioses hacindoles recibir la peor parte de un toro sacrificado, mientras otorg la mejor a los humanos: en una pila Prometeo coloc las partes comestibles y las recubri con el vientre del animal; en otra puso los huesos y los cubri con grasas. Al pedirle a Zeus que eligiese entre las dos, el dios opt por la grasa sin darse cuenta de que no eran ms que huesos. Tambin es Prometeo quien roba el fuego telrico de la forja de Hefesto para entregrselo a los hombres, puesto que Zeus los castigaba con el fro. Por este acto, Zeus lo conden a permanecer eternamente encadenado a una roca del Cucaso, mientras un guila le devoraba constantemente el hgado, y jur no soltarlo jams. Pero Heracles, hijo de Zeus, lo liber, y su padre slo orden que Prometeo llevara un anillo con el acero de las cadenas, para que de alguna manera siguiera encadenado. El mito relatado por Esquilo constaba de tres etapas: Prometeo encadenado, Prometeo liberado, Prometeo portador del fuego, pero las ltimas dos obras fueron extraviadas. Igualmente, la historia de Prometeo ha sido inspiracin para la literatura toda, desde Goethe hasta Mary Shelley y su Frankenstein o El Prometeo moderno.
Podramos recordar aqu las palabras de Prometeo, benefactor de los hombres, en la tragedia de Esquilo Prometeo encadenado, en la que se refiere a las Moiras, esto es, a las Suertes, a las Fortunas, pero personificadas como mujeres:44
Prometeo: La Moira, que todo lo lleva a su fin, no ha decretado todava que eso se cumpla de esa manera, sino que tras desgarrarme en mil dolores y calamidades, escape entonces de estas cadenas. El arte es, con mucho, ms dbil que Necesidad. Corifeo: Y quin dirige el rumbo de Necesidad? Prometeo: Las Moiras triformes y las Erinias, que nada olvidan. Corifeo: Entonces, es Zeus ms dbil que ellas? Prometeo: As es, desde luego. l no podra esquivar su destino.45
Vulcano encadena a Prometeo (1623) del pintor Dirck van Baburen (1525-1624)
Pero, por qu es tan desesperante para los filsofos y en particular para Aristteles el problema de la Fortuna y del azar? Precisamente porque para Aristteles la actividad filosfica es concebida como un conocimiento racional de las causas y principios ltimos de las cosas, tal como lo ha desarrollado en el libro I de su Metafsica. Conocer es conocer las causas de las cosas. Entonces, cul es la causa del azar y cul la de la Fortuna? Cul es la razn de la
44 De las tres Moiras o Suertes, tropo hilaba el hilo de la duracin de la vida de cada hombre, Cloto lo iba enrollando y Lquesis lo cortaba cuando la vida deba concluir. 45 Esquilo, Prometeo encadenado, Planeta DeAgostini, Madrid, 1998, p. 183.
Fortuna y cul la del azar? En el libro II de su Fsica, Aristteles se pregunta si hay otras causas adems de las cuatro que reconoce como principios de las cosas (la formal, la material, la eficiente y la final). Advierte que por lo pronto hay dos ms: el azar (gr. autmaton) y la Suerte o Fortuna (gr. thych). Cabe sealar que Aristteles distingue el azar de la Fortuna del siguiente modo: el azar se refiere para l a acontecimientos accidentales en el orden de la naturaleza, mientras que la Fortuna o Suerte se relaciona con accidentales en el mbito de lo humano. Esta distincin fue discutida ampliamente por los pensadores de la llamada Edad Media durante los siglos XII y XIII, cuando reingresaron las obras perdidas de Aristteles nuevamente a Occidente. Por otro lado, desde el punto de vista del uso cotidiano de los trminos, muchas veces esta distincin es improcedente. Y que quede claro que en este punto tambin tenemos que atender al sentido comn, para as evitar la distancia que repetidas veces la prctica filosfica alcanza respecto de la experiencia inmediata. Lo que s nos importa del planteo de Aristteles es que ambas causas estn caracterizadas por un rasgo fundamental: la excepcionalidad. Para l, los acontecimientos que son originados o causados accidentalmente por el azar o la Fortuna son ciertamente excepcionales, ya que no expresan ni lo que sucede siempre ni lo que tiene lugar a menudo. Pero al preguntar sobre la causa del azar mismo y de la Fortuna, con
amargura responde Aristteles en su Fsica, II, 5, 197a8: Menester es que sean indefinidas [desconocidas] las causas de lo que sucede por azar. Con todo, aunque sean indefinidas y desconocidas las causas del azar, no por ello los acontecimientos dejan de responder a un tipo extrao de causalidad. Una cosa es que para nosotros sean desconocidas las causas por las cuales algo sucede, pero otra muy distinta es que esos diferentes acontecimientos no respondan a ningn tipo de causalidad. Idea, por supuesto, inadmisible para un pensador clsico (tanto antiguo como medieval). Por ello, Aristteles ofrece su explicacin de aquello que est por detrs de los acontecimientos excepcionales o producidos por azar. Segn l, estos acontecimientos excepcionales tienen lugar cuando se cruzan de modo accidental dos series causales distintas e independientes. Podemos poner como ejemplo un acontecimiento azaroso que tiene lugar en Corre, Lola corre. Se trata del momento en el que se cruza, sin saberlo, en los dos primeros relatos, con el vagabundo que tiene la bolsa de dinero de Manny. Lola corre hacia el banco en el que trabaja su padre y el vagabundo corre tratando de huir de posibles perseguidores. Accidentalmente se cruzan en una esquina, siguiendo dos caminos o cadenas causales distintas. Para expresarlo a travs de un ejemplo procedente de la filosofa, podemos servir-
nos de un pasaje del libro V de La consolacin de la filosofa del romano Severino Boecio (480-524), al que hicimos referencia en el contexto del captulo anterior a travs de la cita de Toms de Aquino. Boecio escribi esta obra estando prisionero en Pava, un ao antes de ser ejecutado. Se trata de un dilogo que entabla el autor con la personificacin de la Filosofa. Curiosamente, Boecio en su encierro encuentra consuelo no en la religin sino en la filosofa misma. En el libro V, Boecio dialoga con la Filosofa sobre el problema del azar. All retoma el tratamiento de Aristteles y sugiere un ejemplo que me parece oportuno para iluminar las consideraciones anteriores: Libro V. La omnisciencia providente de Dos y la libertad de la voluntad humana son compatibles. PROSA PRMERA 1. Esto dijo la Filosofa y disponase a cambiar el tono de su discurso para tratar otras cuestiones. 2. Y entonces habl yo as: Sabios son tus consejos y muy dignos de la autoridad de que gozas; pero has dicho hace un instante que la cuestin de la Providencia se relaciona con otras muchas; y ahora lo comprendo yo. 3. Porque, dime: crees que en realidad existe el azar? Y en caso de que exista, cul es su naturaleza?. 4. En seguida aadi voy a cumplir mi
promesa para abrirte el camino que te volver a tu patria. 5. Ten presente, sin embargo, que aun cuando estas cuestiones no carezcan de inters, se apartan un tanto de nuestro propsito, y es de temer que fatigado con tales digresiones, no te queden las necesarias energas para llegar a la meta. 6. No abrigues tal temor, para m ser un descanso el aprender cosas que de tal manera me interesan. 7. Por otra parte, una vez explicados con tu acostumbrada maestra todos los aspectos de la cuestin, no quedar lugar a duda en lo dems que tratares. 8. Te dar gusto, dijo. Y comenz de esta manera: Si por azar se entiende un acontecimiento o serie de ellos que sobrevengan de modo accidental, fuera del encadenamiento natural de las causas, es preciso afirmar que el azar no existe; y que esa palabra, al no designar nada, carece de sentido; porque si todas las cosas suceden conforme a un orden establecido por Dios, qu lugar queda para lo fortuito o imprevisto?. 9. En efecto, de la nada no sale nada; pensamiento ste muy cierto que ninguno de los antiguos se atrevi a negar, si bien no fue formulado a propsito del principio creador y agente sino de la materia creada, es decir, de la naturaleza de los seres. 10. Y si un acontecimiento sobreviene sin causa, es como si saliera de la nada; y
siendo esto imposible, igualmente lo ser que exista el azar tal como lo hemos definido o supuesto. 11. Entonces, nada hay que se pueda llamar caso fortuito? O bien, existe algo, aun desconocido por el vulgo, que pueda llevar ese nombre?. 12. Mi discpulo Aristteles en su Fsica defini esta palabra que conoca y exactamente. 13. Cmo? Siempre que realizndose una accin dice con un designio cualquiera, sucede por ciertas razones algo diferente de lo previsto, se habla de azar; por ejemplo, si uno al remover la tierra para cultivarla encontrare enterrada una vasija llena de monedas de oro. 14. Al parecer, este hecho es debido al azar. Pero no procede de la nada, sino que tiene sus causas; y por concurrir stas de un modo inesperado dan la impresin de haberse producido algo casual. 15. Porque si el que trabaja el campo no hubiera removido la tierra y el otro no hubiera enterrado all su fortuna, nada se hubiera encontrado. 16. Pues eso es lo que ha trado aquella ganancia casual, que se debe al concurso y a la accin conjunta de causas eslabonadas, y no a la voluntad del agente. 17. Porque ni el que ocult el oro ni el que despus removi la tierra tuvieron intencin de que fuera descubierto el oro; pero segn lo dicho, ha habido una serie de
causas que han influido separada y conjuntamente para que el segundo desenterrara lo que el primero ocult. 18. Podramos, pues, definir as el azar: es un acontecimiento imprevisto que un conjunto de causas concurrentes hacen entrar en la cadena de hechos realizados con determinado plan. 19. La concurrencia de las causas y su mutua concatenacin proceden del orden inflexible del universo, que teniendo su origen en la Providencia, determina el lugar y el tiempo de cada cosa.46 Como se desprende del tratamiento de Aristteles y su continuador Boecio como ms tarde lo har Toms de Aquino, la Fortuna y el azar son concebidos negativamente. Esto es, como carencias o privaciones. Son para ellos casos excepcionales que responden a causas indefinidas. De aqu que, para esta lnea de pensamiento, aquello que queda por fuera de la comprensin racional forma parte de lo raro y monstruoso. El azar no deja de ser en este contexto algo negativo: la expresin de acontecimientos contingentes e irregulares. Sin embargo, como hemos visto en los casos de Aristteles, Boecio y Toms, el azar encuentra su ltima justificacin tanto en el orden de la naturaleza como en el dispuesto por la providencia divina. En definitiva, se trata de acontecimientos desregulados dentro de un orden estable y establecido de las cosas.
Contra esta concepcin negativa y privativa del azar se levanta el pensamiento de Friedrich Nietzsche, quien ofreci una valoracin afirmativa de la fuerza del azar. Con todo, para que esa inversin sea posible, fue necesario para Nietzsche llevar adelante una crtica no slo de la filosofa occidentales desde Scrates en adelante, sino tambin de la religin y de la cultura occidental en su conjunto. Por eso es que consideramos necesario describir brevemente aquella crtica para poder ofrecer luego su visin afirmativa del azar. En el caso de Nietzsche, lo que aparece es una actitud de sospecha contra la cultura occidental en general, a la cual podramos llamar metafsica. Qu quiere decir esto? Que para Nietzsche la metafsica no slo es aquella disciplina filosfica a la que hicimos referencia varias veces, sino que tambin es la misma cultura occidental. Y el pensamiento de Nietzsche se afirma en su carcter transformador respecto de lo que l mismo caracteriza como la enfermedad de Occidente: la metafsica. Nietzsche considera que es propio de toda la filosofa y la cultura occidental el haber levantado una idea o un dios como principio, causa y fundamento de todas las cosas. Aun del azar. Y qu implica esto para l? El esfuerzo por la permanencia, por la inmutabilidad. En ltima instancia, implica la idea de que lo que es, es as y no puede ser de otro modo. De lo cual se desprende que la mayora de los filsofos y telogos occidentales estn planteando una voluntad de aseguramiento, de reafirmacin de los fundamentos.
Es decir, una voluntad de aseguramiento de la idea de bien en el caso de Platn, y de Dios en la tradicin judeo-cristiana. Nietzsche seala que, en el enfrentamiento con la realidad, con la experiencia del cambio, de lo catico, de lo que deviene y del azar, la filosofa busca un punto de apoyo o un elemento que sirva como fundamento para poder explicar toda la realidad. Y ese punto de apoyo, ese elemento explicativo de la realidad, est caracterizado como el fundamento de la realidad misma. Como un principio creador del cual todo procede. Igualmente, lo importante en la interpretacin de los distintos sistemas filosficos es que aquello planteado como primer principio del pensamiento y la realidad es tambin la finalidad de la vida moral y religiosa. Como si la idea de bien de Platn y el Dios de la teologa cristiana fuesen no slo el principio creador de la realidad, sino tambin el fundamento de la moralidad, del cmo se debe vivir. Creo que con la idea de bien de Platn (a la que nos referimos en el captulo I) queda muy bien ejemplificada esta interpretacin. En el caso de Platn, aquello que funciona como principio del sistema es la idea de bien, fundamento ltimo de toda la realidad, pero tambin la finalidad de toda accin moral. Y podramos decir tambin que surge como elemento de organizacin de la vida social en la ciudad (gr. polis). La idea de bien, en el sentido de aquella idea que debe conocer el filsofo para poder gobernar la vida de los hombres en la ciudad, es tambin el elemento
que permite ordenar esa vida de la polis. Entonces, seala Nietzsche que el principio metafsico rige el pensamiento como quien ordena lo real, como la ley que rige la vida moral en el nivel de la tica y como el principio ordenador de la vida social en el nivel de la poltica. En ltima instancia, lo que Nietzsche seala respecto de la bsqueda de fundamentos es que hay un proceso de creacin y produccin por parte del filsofo, pero seguido de un olvido. El lector en este punto nos conceder que el filsofo suele explicarse mediante metforas, expresiones simblicas humanas referidas a las cosas en general. Es decir, los filsofos generan el orden y la estructura de la realidad a partir de s mismos, pero despus olvidan que han sido ellos mismos los que la han generado. En este punto Nietzsche se sirve de uno de sus pensadores predilectos, el filsofo holands Baruch Spinoza. Apoyndose en l, dice que el filsofo araa tiene la voluntad de sacar todo de s, como la araa saca la telaraa de s, y crear un tejido para explicar toda la realidad, para luego olvidar que l mismo es quien ha generado la telaraa. Esta metfora del pensamiento de la tela de araa es una imagen muy fuerte, ya que est sealando que lo vivo es atrapado por la telaraa y all es momificado, disecado y consumido, y que es el filsofo quien acta como araa. Para explicar la realidad, el filsofo saca de s una red conceptual y la extiende sobre todas las cosas. A partir all, todo lo vivo cae en su tela, es disecado y momifica-
do. Como si paradjicamente la vida pereciera en la telaraa de la filosofa y la cultura occidental, y quedaran slo huesos. El filsofo termina extrayendo todo lo vital de la realidad, olvidando que la tela de araa no ha salido sino de l mismo. Y a causa de ese olvido, coloca como fundamento aquello que no es ms que su propia creacin, como en el caso de la idea de bien o Dios. De esta manera, el filsofo termina arrodillndose frente a aquello que l mismo ha construido. Precisamente, el esfuerzo de este pensamiento ha sido desenmascarar las trampas de la filosofa y la cultura occidentales en funcin de una afirmacin del devenir. Desmantelar trampas como la de una imagen de idea o principio, en funcin de la afirmacin de un devenir cuyo curso es el mismo azar. Desde esta mirada, el devenir de la vida en general no es ms que un puro y afirmativo fluir de las cosas sin remisin a una esencia o principio de las cosas. En un bellsimo estudio sobre la filosofa de Nietzsche, Gillles Deleuze ha trabajado sobre la nocin nietzscheana de azar. En sus palabras encontramos la ms adecuada visin del azar en Nietzsche. Dice all, refirindose al juego de dados que es el azar: El juego tiene dos momentos que son los de echar los dados: los dados que se lanzan y los dados que caen. Nietzsche llega a presentar la tirada de dados como jugndose sobre dos mesas distintas, la tierra y el cielo. La tierra donde se lanzan los dados, el cielo donde van a caer: Alguna vez he jugado a los dados
con los dioses, en la divina mesa de la tierra, de manera que la tierra temblaba y se rompa, y lanzaba ros de llamas: porque la tierra es una mesa divina, temblorosa por nuevas palabras creadoras y por un ruido de dados divinos (As habl Zaratustra, 3 parte, Los siete sellos) - Oh cielo que me cubres, cielo alto y puro! sta es para m ahora tu pureza, que no existe eterna araa y tela de araa de la razn: que seas un suelo en el que danzan los azares divinos, que seas una mesa divina para los dados y los jugadores divinos (As habl Zaratustra, 3 parte, Antes de la salida del sol). Pero estas dos mesas no son dos mundos. Son las dos horas de un mismo mundo, los dos momentos del mismo mundo, medianoche y medioda, la hora en la que se echan los dados, la hora en la que caen los dados. Nietzsche insiste sobre las dos mesas de la vida, que son tambin los dos momentos del jugador o del artista: Abandonarnos temporalmente a la vida, para a continuacin fijar sobre ella temporalmente nuestras miradas. El lanzamiento de dados afirma el devenir, y afirma el ser del devenir. No se trata de varios lanzamientos de dados que, en razn de su nmero, llegaran a reproducir la misma combinacin. Al contrario: se trata de un solo lanzamiento de dados, que en razn del nmero de la combinacin producida, llega a reproducirse como tal. No es un gran nmero de lanzamientos lo que produce la repeticin de una combinacin, es el nmero de la combinacin que produce la repeticin del lanza-
miento de dados. Los dados lanzados una vez son la afirmacin del azar, la combinacin que forman al caer es la afirmacin de la necesidad. La necesidad se afirma en el azar, en el sentido exacto en que el ser se afirma en el devenir y lo uno en lo mltiple. Intilmente se dir que, lanzados al azar, los dados no producen necesariamente la combinacin victoriosa, el doble seis que trae consigo una nueva tirada. Es cierto, pero slo en la medida en que el jugador no ha sabido primero afirmar el azar. Porque, as como lo uno no suprime ni niega lo mltiple, la necesidad no suprime el azar. Nietzsche identifica el azar con lo mltiple, con los fragmentos, con los miembros, con el caos: caos de los dados que chocan y se lanzan. Nietzsche hace del azar una afirmacin. El mismo cielo es llamado cielo azar, cielo inocencia (As habl Zaratustra, 3 parte, Antes de la salida del sol); el reino de Zaratustra es llamado gran azar (As habl Zaratustra, 4 parte, La ofrenda de la miel, y 3 parte, Mesas viejas y nuevas). Por azar, aqu se halla la ms antigua nobleza del mundo, yo la he incorporado a todas las cosas, las he liberado del servilismo de la finalidad He encontrado en todas las cosas esta certeza bienaventurada, a saber, que prefieren danzar sobre los pies del azar; Mi palabra es: dejad que el azar venga a m, es inocente como un nio (As habl Zaratustra, 3 parte, Antes de la salida del sol y El monte de los olivos). Lo que Nietzsche llama necesidad (destino), no es nunca la abolicin sino la combinacin del
azar mismo. La necesidad se afirma en el azar, en cuanto el azar se afirma a s mismo. Porque existe slo una combinacin del azar como tal, un nico modo de combinar todos los miembros del azar, modo que es como lo uno de lo mltiple, es decir nmero y necesidad. Existen muchos nmeros segn las probabilidades crecientes o decrecientes, pero un nico nmero del azar como tal, un nico nmero fatal que rena todos los fragmentos del azar, como el medioda rene todos los miembros dispersos de la medianoche. Por esto, basta que el jugador afirme el azar una vez, para que se produzca el nmero que proporcionan los dados lanzados.47 A partir de este pasaje, entendemos que se trata para l de un juego de dados que no est gobernado o dirigido por un artfice o creador. No se trata, como en el caso del pensamiento antiguo y medieval, de una idea o de un dios que gobierna el azar y la Fortuna de los individuos. Pero, por qu resulta esto as en el caso de Nietzsche? Precisamente porque ha abandonado aquella distincin de mbitos o de mundos, tal como lo presentamos en el caso de Platn en el contexto del captulo I. No hay en el pensamiento de Nietzsche un mbito verdadero, inteligible, de ideas o esencias de las cosas, y un mbito no verdadero, visible, sensible, de apariencias o esencias de las cosas. Aquella distincin, tan propia de la
filosofa de Platn y de la teologa judeocristiana, es evitada por Nietzsche en razn de lo que presentamos ms arriba. En su pensamiento respira un nico mbito de inmanencia, esto es, un nico mbito de lo que llamamos real o realidad. Y este mbito, nuestra realidad, no remite a ninguna trascendencia que lo est dirigiendo por detrs. Es por eso que, tal como lo seala Deleuze citando a Nietzsche, el juego de dados del azar se da al medioda. Y por qu? Cualquier persona que habite en una ciudad o pueblo de techos bajos, reconocer que el medioda es el momento de la sombra ms corta, en el que el sol lo corta todo, en el que no hay posibilidad de esconderse y ocultarse de la luz. Para Nietzsche, el medioda es el mundo que tenemos, no la copia o apariencia de un mundo eterno y trascendente. Y es en el medioda de nuestras existencias que tiene lugar el azar. Con l se afirman lo mltiple, lo fragmentario, el caos, el desorden constitutivo de la vida. Desorden porque no hay estructura fijada, no hay camino lineal que seguir, sino tan slo el golpe de los dados al caer, y con ello el camino siempre distinto de nuestras propias vidas. Todo hecho singular nos conduce hacia cualquier lado, como en el caso de los protagonistas de nuestras pelculas. Una tormenta de nieve, un choque en las escalinatas de un subte, son testimonios del azar, y con l el camino siempre distinto de nuestras propias vidas.
Al principio, Phil piensa que todo es un gran dj vu, como en esos momentos en que sentimos que ya hemos vivido una situacin determinada. Tal como sucede en el caso de Matrix cuando Neo ve dos veces el mismo gato en las escalinatas del edificio luego de su encuentro con la Pitonisa. En el caso de Phil, quizs ha sido un error o una gran confusin. Pero no lo siente as y decide realizar toda clase de estudios mdicos, tratando de encontrar, quizs, algn dao neurolgico. Pero no,
nada. Finalmente acude a la ayuda de un psiquiatra del pueblo, pero el joven mdico no est acostumbrado a tratar ms que problemas de pareja. Tampoco es una solucin. Por lo cual, por la noche, en un bar junto con los lugareos, Phil se entrega a la desesperanza y les pregunta a sus recin conocidos amigos, a la vez que se interroga a s mismo: Phil: Qu haras si estuvieras estancado en un lugar y cada da es exactamente igual, sin importar lo que hicieras? Camionero: Eso lo resume todo para m. Como si la monotona de un trabajador en sus quehaceres cotidianos se equiparase al problema de Phil. Ambos padecen el peso de lo mismo, la repeticin incesante de lo mismo. Cada da es igual, tanto para Phil como para aquel trabajador, y quizs para nosotros tambin. Como si todo volviese, como si el retorno incesante de lo mismo fuese eterno. Cada da la misma clase, tanto para el docente como para el estudiante. Con todo, podramos advertir que no se trata necesariamente de una experiencia negativa, sino que puede ser concebida como afirmativa, ya que en la repeticin tambin se descubre la diferencia. Pero vemoslo lentamente. Esta idea del eterno retorno tiene anclas en ciertos pensamientos del hinduismo y del budismo que afirmaban que
el mundo cumpla ciclos de generacin y destruccin. En Occidente, ha sido Herclito El Oscuro quien primero ha pensado sobre esta concepcin del tiempo. Segn l, el mundo nace del fuego y vuelve al fuego mediante ciclos y a travs de toda la eternidad. En estos pensadores presocrticos, muchas veces fue la misma naturaleza la que ofreci indicios del retorno a travs de, por ejemplo, las cuatro estaciones. En la Edad Media, naturalmente el pensamiento cristiano no pudo tolerar tal concepcin acerca del tiempo; sin embargo algunos autores rabes como Alkindi, Avicena o Averroes s afirmaron la circularidad de los hechos y del tiempo. Pero ha sido Nietzsche quien ha afirmado con mayor intensidad esta doctrina del eterno retorno. De cierta manera, esta concepcin cclica del tiempo que se repite una y otra vez se desprende de la crtica que formula a la tradicin occidental, tal como intentamos presentarla esquemticamente en la consideracin anterior. En este caso, su crtica va dirigida no slo a una concepcin lineal, progresiva, evolutiva, del tiempo, sino tambin a la implicacin que esta concepcin tiene para la propia vida. Con la idea del eterno retorno, Nietzsche est sealando que si yo pienso que todo retorna, vivo de la mejor manera posible. En un aforismo de su obra La gaya ciencia, que tiene por ttulo La mayor gravedad, Nietzsche dice lo siguiente: qu diramos si se nos apare-
ciese un demonio48 y nos dijera que este instante tal como lo estamos viviendo, se repetir una y mil veces? Cul sera nuestra reaccin? Nietzsche dice que en principio nos revolcaramos en el piso y diramos que no queremos vivir de la misma manera esto que aconteci. Pero tambin podra suceder que adoptsemos otra actitud; podramos considerar tal vez que ese instante es divino, que ese instante es perfecto. Pero atendamos de modo conjunto a sus palabras: Aforismo 341. La mayor gravedad. Qu te sucedera si un da o una noche se introdujera furtivamente un demonio en tu ms solitaria soledad y te dijera: Esta vida, as como la vives ahora y la has vivido, tendrs que vivirla una vez ms e innumerables veces ms; y nada nuevo habr all, sino que cada dolor y cada placer y cada pensamiento y cada suspiro y todo lo indeciblemente pequeo y grande de tu vida tendr que regresar a ti, y todo en la misma serie y sucesin e igualmente esta
araa y este claro de luna entre los rboles, e igualmente este instante y yo mismo y t con l, polvillo del polvo. No te arrojaras al suelo y rechinaras los dientes y maldeciras al demonio que as te habla? O has tenido la vivencia alguna vez de un instante terrible en que le responderas: Eres un Dios y nunca escuch nada ms divino!? Si aquel pensamiento llegara a tener poder sobre ti, as como eres, te transformara y tal vez te triturara; frente a todo y en cada caso, la pregunta: quieres esto una vez ms e innumerables veces nada ms?,recaera sobre tu accin como la mayor gravedad! O como tendras que llegar a ser bueno contigo mismo y con la vida, como para no anhelar nada ms sino esta ltima y eterna confirmacin y sello?49 Como puede verse por el texto anterior, la idea del eterno retorno tiene un carcter hipottico. No se est haciendo referencia a ninguna conformacin de la realidad, sino que podramos adoptar como hiptesis para la vida la idea de que todo retorna.
48 Aqu nos gustara advertir al lector sobre la importancia de la figura de lo demonaco en el mbito de la reflexin filosfica. Se trata de una singular figura de pensamiento en la que se concentran el riesgo de pensar, el atentado contra las convicciones ms profundas. De cierta manera la imagen de lo demonaco es la de aquello que pone en crisis los principios y valores ya asimilados y aceptados por una comunidad o un individuo. Con lo demonaco adviene una crisis en el mbito de lo ya pensado y establecido, y por tanto, una invitacin a pensar, a renovar nuestros hbitos, costumbres e ideas. Podramos recordar, por ejemplo, el demonio o divinidad interior (gr. daimon) que continuamente le deca a Scrates qu era lo que no deba hacer, tal como lo narra Platn en la Apologa de Scrates. O bien el caso de Descartes, que en la primera de sus Meditaciones metafsicas habla de una suerte de genio maligno que podra continuamente hacernos creer que las cosas que son verdaderas son falsas, o que aquellas que consideramos como falsas sean en realidad verdaderas. El caso del Fausto de Goethe (1749-1832) y la sexta parte de Las tentaciones de San Antonio de Flaubert (1821-1880) tambin son sintomticas en este sentido. 49 Fiedrich Nietzsche, La gaya ciencia, trad. Jos Jara, Monte vila, Venezuela, 1985, p. 200.
Esto seguramente lo habr advertido el lector en el uso del potencial. Como hiptesis para nuestra experiencia de vida, uno puede decir: si este instante que estoy viviendo aqu y ahora va a retornar, lo vivo de la manera ms intensa posible. Todo lo cual implica una valorizacin del instante, contraria a lo que ha hecho la filosofa tradicional al postergar el instante, lo que fluye, lo que no puede ser capturado en el concepto, como lo menos valioso. Pero no slo la filosofa tradicional para Nietzsche ha postergado el instante en virtud de la idea y de la eterna esencia de las cosas, sino que tambin lo han hecho las religiones monotestas. Tanto la filosofa como la religin han valorado ms el pasado o el porvenir que el instante al que denominamos presente. En este punto le solicitamos al lector que tenga presente el problema del tiempo desde el punto de vista del pasado, el presente y el futuro, tal como lo tratamos en el captulo II. Pareciera que Nietzsche est sealando con esta hiptesis que si todo retornara, yo vivira cada instante de la mejor manera posible porque volvera de la misma forma. La hiptesis del eterno retorno no seala que lo que va a volver, lo va a hacer de la misma manera, sino que va a volver de modo diferente. Por esto es que el eterno retorno es la hiptesis en donde ms se aprecia el carcter antidogmtico que tiene el pensamiento de Nietzsche. Pero, antes de seguir, qu entendemos aqu por antidogmtico? Un tipo de pensamiento que no se apoya ni se despren-
de de principios que es necesario aceptar de modo irreflexivo. Pero no slo las religiones nos piden la aceptacin silenciosa e irreflexiva de principios, sino tambin la llamada filosofa dogmtica, la cual segn Nietzsche se extiende con excepcin de algunos casos de Scrates en adelante. Pero volvamos sobre el eterno retorno. Si yo afirmo este instante desde la idea del eterno retorno de lo mismo, lo vivo de la mejor manera posible, porque este instante va a volver para m. Pero no va a volver justamente como aquello en virtud de lo cual lo afirmo, no va a volver como lo mismo, sino que va a volver como lo diferente. Y volver distinto por mi propio querer. sta es, lector, la paradoja de la idea del eterno retorno de lo mismo. Podramos pensar, por ejemplo, que, con la idea del eterno retorno, Nietzsche est dicindole a Phil: Este momento, el da 2 de febrero a las 6 AM, va a volver una y mil veces en tu vida. Frente a esto Phil mismo se ha planteado: Lo voy a vivir de la mejor manera posible porque va a volver tal cual. sta es la expresin del eterno retorno de lo mismo. Por qu? Porque cuando digo que vivo este instante de la mejor manera posible, porque este instante va a retornar, lo que retorna ya no es lo mismo, porque el instante ha sido transformado en virtud del querer. Por eso, en el caso de Nietzsche, su hiptesis del eterno retorno de lo mismo est fuertemente vinculada con su concepcin de la voluntad, esto es, de la fuerza del querer, de la afirmacin de la vida.
Qu hacemos cuando nos enfrentamos a una existencia que hemos vivido de una manera a la cual ya no deseamos retornar? Nietzsche seala que, en el instante en que la voluntad se enfrenta con aquello que ya no podemos cambiar, eso precisamente es transformado all por ella a partir de su querer, de su afirmacin de la vida. Por eso, la hiptesis del eterno retorno de lo mismo niega su propio contenido, esto es, el acontecimiento ya pasado que no queremos rememorar, en la afirmacin de s misma en el presente que siempre se repite. Por eso Nietzsche dice eterno retorno de lo mismo. Ahora bien, cuando afirma el eterno retorno de lo mismo est con eso afirmando el eterno retorno de lo diferente. Qu quiere decir esto? Que lo que vuelve una y otra vez, esto es, el eterno retorno, no es lo idntico sino lo mismo o diferente. La mismidad es una caracterstica que establece no slo la relacin entre dos o ms momentos, cosas o individuos, sino tambin la relacin de cada uno de ellos consigo mismo, tal como intentaremos mostrarlo en el apartado siguiente. Como ejemplo de este eterno retorno de lo mismo, podramos recordar aqu el mito de Ssifo, fundador y rey de Feira, hijo de Eolo y Enarte y marido de Mrope. Desde los tiempos de Homero, Ssifo tuvo fama de ser el ms astuto de los hombres. Por ello sucedi que Tnatos, la muerte, fue a buscarlo. Sin embargo, se cuenta que Ssifo la aprision con grillos en sus extremidades, por lo cual nadie muri hasta que Ares lleg a liberar a Tnatos y puso a Ssifo bajo su custodia.
Pero Ssifo an no haba agotado todos sus recursos. Antes de morir le dijo a su esposa que cuando l se marchase no ofreciera los ritos funerarios, llamados ritos ctnicos, tras los cuales las almas de los muertos descendan al Hades para descansar en paz. Una vez muerto, Ssifo se quej ante el dios Hades de que su esposa no estuviera cumpliendo con sus deberes, y lo convenci para que le permitiese volver al mundo de los vivos y as disuadirla. Pero cuando regres a Corinto, su ciudad, rehus volver al mundo subterrneo, hasta que fue devuelto all a la fuerza por Hermes. As, en aquel eterno lugar subterrneo Ssifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Ssifo tena que empezar de nuevo desde el principio (Homero, Odisea, XI, verso 593 y ss.). De all que su pena sea para nosotros un claro ejemplo del eterno retorno de lo mismo, porque una y otra volva a subir y a bajar con aquella piedra, repitiendo continuamente lo mismo, y en cada repeticin, sin embargo, se daba la diferencia porque ninguna subida y ninguna bajada podra haber sido idntica a otra. Por eso, cuando Nietzsche se refiere al eterno retorno de lo mismo, est precisamente advirtiendo que lo que vuelve una y otra vez de modo incesante es lo diferente, no lo idntico e irrepetible. Creo, igualmente, que el mejor camino para degustar esta complicada hiptesis del eterno retorno de lo mismo es a travs de los elementos que ofrece El da de la marmota.
Sabemos que Phil vive y experimenta el extrao fenmeno de despertarse todos los das en el mismo da. Cada maana es 2 de febrero, el da de la marmota. Sabemos tambin que en un principio piensa que puede ser una gran confusin, luego que puede ser algn problema fsico, y que finalmente se entrega a la resignacin. Pero de alguna manera Phil empieza a descubrir que si bien todos los das son el mismo da, no por eso todos los das son idnticos. Esto es, en el repetirse incesante del mismo da, distintas cosas pueden suceder. Ahora bien, a los intereses amorosos de Phil, esto le sirve como una gran estrategia de seduccin. En distintos momentos, Phil va averiguando distintas cosas de Rita para al da siguiente, poder sorprenderla con una casualidad, con una inesperada coincidencia en los gustos, y tratar de crear un sentimiento de empata, de conexin entre ambos. Es as que Phil puede a lo largo de varios das, en la repeticin del 2 de febrero, ir encontrando pequeos datos, haciendo que el prximo encuentro sea igual, pero diferente. Un ejemplo claro de esto son los intentos por conquistar a Rita en el bar del pueblo. En lo que sigue, tres dilogos ilustran cmo en el retorno de lo mismo se abre paso la diferencia. I Phil: Puedo comprarte una copa? Jim Beam, hielo, agua. Camarero: Para usted, seorita? Rita: Vermut dulce en las rocas, revuelto, por favor.
II Phil: Puedo comprarte una copa? Vermut dulce, en las rocas, revuelto, por favor. Camarero: Para usted, seorita? Rita: Lo mismo. Phil: sa es mi bebida favorita. Rita: La ma tambin! Phil: Me hace pensar en Roma. La forma en que el sol choca con los edificios al atardecer. Rita: Por qu brindamos? Phil: Por la marmota! Rita: Yo siempre brindo por la paz mundial III Phil: Puedo comprarte una copa? Vermut dulce, en las rocas, revuelto, por favor. Camarero: Para usted, seorita? Rita: Lo mismo. Phil: sta es mi bebida favorita. Rita: La ma tambin! Phil: Me hace pensar en Roma. La forma en que el sol choca con los edificios al atardecer. Rita: Por qu brindamos? Phil: Me gustara decir una oracin y beber por la paz mundial. Rita: Por la paz mundial.
En esta tercera consideracin continuaremos nuestro camino a partir de lo que nos auspiciaron la primera consideracin sobre el azar y la segunda sobre el eterno retorno de lo mismo, y podramos aadir tambin de lo no idntico. Por ello, aqu nos proponemos avanzar sobre el problema de la identidad, pero desde el punto de vista filosfico. No trataremos sobre la identidad desde el punto de vista lgico o matemtico, sino ms bien desde el punto de vista subjetivo, en virtud de los elementos que nos ofrece El da de la marmota. Como hemos sugerido, en el mbito de la filosofa nos movemos por medio de preguntas. En este caso, la cuestin sera la siguiente. Con la identidad, o bien asistimos al descubrimiento de lo propio, de lo que cada uno de nosotros es en s mismo, o bien a la invencin o artificio de aquello que somos. Hay una identidad por naturaleza o bien nuestra propia identidad es una suerte de invento que resulta del azar y del eterno retorno de lo mismo? Llevaremos adelante el camino de nuestras reflexiones a partir de distintos modelos, tal como lo hicimos, por ejemplo, con el problema de lo real y de la realidad en el captulo I y con el de la Fortuna en el captulo II.
Entonces, con la finalidad de alcanzar una cierta sensibilidad y perplejidad respecto de aquel problema de la naturalidad o bien la invencin de la identidad, sealemos lo siguiente. El trmino invencin procede del sustantivo neutro latino inventum, que oportunamente puede traducirse por des-cubrimiento o bien por invencin. La posibilidad de su doble traduccin, sin embargo, abre a una dificultad no menor en el mbito de nuestra reflexin. Si se opta por la primera va de traduccin, la del des-cubrimiento o des-ocultamiento, afirmamos que lo que define a un individuo como lo que es, lo que le es propio y constitutivo, es algo que est ah desde siempre y puede ser des-cubierto o desocultado progresivamente en la experiencia cotidiana. Desde este punto de vista, la identidad personal no es el resultado de fuerzas que van constituyendo al individuo como lo que es. Todo lo contrario, la identidad es algo que el individuo va progresivamente descubriendo y desenvolviendo en el transcurso de su experiencia diaria. Va encontrando aquello que ya est impreso en l, su naturaleza, definicin o identidad. Ahora bien, si se prefiere en cambio la traduccin de inventum como invencin, se ofrece con ello un sentido casi antagnico, pues se afirma as la construccin e invencin de la identidad del individuo no como algo que le pertenece, como una cierta naturaleza, sino como una emergente de la colisin cotidiana entre distintas fuerzas que atraviesan su experiencia dia-
ria. Por eso, con el juego de traduccin que suscita esta bella palabra latina, estamos delante de nuestro problema, que, por supuesto, formulamos con la modalidad de una pregunta: cmo podemos concebir que aquello que nos define como lo que somos sea una invencin azarosa y siempre cambiante en virtud de las diversas fuerzas que nos traspasan? Cmo admitir que podemos dejar de ser los que somos para devenir en otros, que luego sern otros?, cmo es posible que consideremos y hasta afirmemos la invencin, construccin o creacin de nuestra propia identidad? Podemos presentar tres modelos que nos permitirn pensar el problema de la identidad. Se trata de tres caminos que se han sucedido histricamente. Por eso, para caracterizarlos con sus elementos mnimos nos serviremos de algunas fuentes de la filosofa. Los primeros dos, aunque diversos, corresponden a la concepcin de la identidad como des-cubrimientos o desocultamientos. El tercero, en cambio, al de la identidad como una invencin que emerge como fruto del azar y del eterno retorno de lo mismo. Consideremos, entonces, brevemente el primer modelo, al que podemos situar en el proceso histrico-filosfico al que damos el nombre de Antigedad. Si bien Aristteles no dedic en su Metafsica gran atencin al principio de identidad, al funda-
mento por el cual cada cosa es lo que es y no otra cosa, ofreci sin embargo en el libro V de la misma obra los lineamientos indispensables para comprender la nocin de identidad.50 Segn este principio cada cosa o individuo es idntico a s mismo, y se formula del siguiente modo: A = A. Ahora bien, no se trata slo de una frmula abstracta en el orden del pensamiento, ya que el lenguaje cotidiano escuchamos continuamente afirmaciones que remiten a esta concepcin de la identidad o naturaleza de una cosa o individuo: Mi naturaleza es tal, Qu quers que haga si soy as?. Yo soy as, Siempre fui de tal modo. Este primer modelo implica que hay algo como la identidad, lo verdaderamente propio, la naturaleza originaria, y que esta identidad se muestra de modo variado en la experiencia cotidiana. Como si la multiplicidad de apariciones o manifestaciones respondiesen a una nica fuente o raz, a una nica e irrepetible identidad. Pero este primer modelo no slo implica que hay algo as como una identidad, una naturaleza de las cosas, sino que adems ella es comprensible. El individuo que se aboca al estudio en este caso de la filosofa, estara en condiciones de dedicarse al conocimiento de la esencia o identidad de las cosas. Por tanto, este primer modelo seala no slo la existencia de la identidad, de aquello que hace que cada
cosa sea lo que es y no otra cosa, sino tambin la posibilidad cierta que tiene el filsofo de des-cubrir aquella identidad. Y no slo sus manifestaciones, sino tambin su esencia y origen. Por su parte, el segundo modelo, si bien no atenta contra la idea de identidad que sugiere el primero ya que del mismo modo implica su existencia, introduce la diferencia, la alteridad o la otredad, en la comprensin y constitucin de la identidad. Este segundo modelo corresponde a lo que damos en llamar Modernidad. Y quiz haya sido Hegel quien ms agudamente reflexion sobre esta necesidad de la diferencia, de la alteridad, y, por qu no, de la contradiccin en la realizacin de la identidad. Mientras que en el caso de Aristteles hay un esfuerzo desmedido por distinguir completamente la identidad de la contradiccin, en el caso de Hegel se da el movimiento contrario. Su preocupacin es cmo conciliar la identidad con la contradiccin. Pero, cmo es esto posible si la identidad precisamente expresa lo que cada cosa es en s misma, mientras que la contradiccin seala que una cosa es distinta de aquello que dice que es? O no decimos, por ejemplo, que alguien es contradictorio cuando dice dos cosas distintas o contrarias respecto de un mismo asunto? En el caso de Hegel, la mxima identidad es precisamente la mxima contradic-
cin. Pero, cmo puede ser que la identidad de una cosa o un individuo se alcance cuando sta o ste entran en contradiccin consigo mismos? Cmo es posible que la identidad se alcance por medio de la diferencia o la contradiccin? En el captulo segundo del libro II de su Ciencia de la lgica (que, ms all de su ttulo, trata sobre problemas de metafsica), Hegel analiza el problema de qu es la identidad. La nota 1 de este captulo trata sobre el principio de identidad y recupera la formulacin que propuso Aristteles. Lo interesante all es que Hegel juega con la idea de que para Aristteles la identidad aparece como lo opuesto a la contradiccin, y que la contradiccin es precisamente lo que destruye la identidad. La determinacin esencial de la identidad est expresada en la proposicin: Todo es igual a s mismo, A = A. O bien en forma negativa: A no puede al mismo tiempo ser A y no-A.51 Cuando presentamos la identidad de una cosa o individuo consigo mismo, lo hacemos por medio de la primera de las formulaciones: A = A. En este punto el lector podr observar que con esta frmula Aristteles deja afuera el cambio, el movimiento, el devenir. De esta manera, la identidad queda encerrada en s misma.
51 George Wilhem Friedrich Hegel, Ciencia de la lgica, trad. R. Mondolfo, Solar / Hachette, Buenos Aires, 1968, p. 359.
Con la formulacin A = A, Aristteles nos est diciendo que todo lo que es, es idntico a s mismo. Y esto implica la exclusin completa de toda diferencia, de toda alteridad, de toda contradiccin, que sobrevenga con el cambio, el movimiento o el devenir. Su frmula expresa la exclusin de todo devenir. Sin embargo, la segunda formulacin, la negativa, es distinta, precisamente porque acoge en su seno el devenir, el cambio, el movimiento. Recordmosla: A no puede ser al mismo tiempo A y no-A; como si dijramos que una hoja de papel no puede ser al mismo tiempo hoja de papel y cenizas. En todo caso, una hoja de papel puede convertirse, devenir en cenizas si le prendo fuego, pero lo que de ningn modo puede tener lugar es que simultneamente sea hoja y ceniza. En rigor, esta formulacin est expresando el principio ms general del pensamiento, al que Aristteles dedica gran parte del libro IV de su Metafsica: el principio de no contradiccin. En el caso de Hegel, es como si fuesen dos caras de la misma moneda, ya que ambas formulaciones estn destinadas a sealar la identidad de una cosa consigo misma. Para Hegel, precisamente el problema ya est implcito en la formulacin misma del principio de identidad, esto es, en A = A. Por qu? Porque para poder expresar la identidad de aquella primera A es necesario expresar la segunda A. Como cuando, por ejemplo, decimos: Este lpiz es idntico a este lpiz, y sealamos el mismo lpiz. De
este modo, Hegel sostiene que, para expresar la identidad de algo consigo mismo, ese algo tiene que entrar en oposicin consigo mismo, tiene que desdoblarse, tiene que salir de s mismo. Por eso para Hegel el principio de identidad A = A, en realidad esconde la contradiccin: A = -A. Por qu? Porque cuando queremos expresar aquella primera A tenemos que hacerlo a travs de la segunda A. En principio deberamos decir que esa segunda A ya no es estrictamente la primera A, sino que es otra, es diferente. Pero Hegel, va a decir que, ya en su primera formulacin (A = A) de la identidad, Aristteles conduce a la alteridad, a la diferencia, a la contradiccin. Para l, la identidad se realiza o alcanza en la diferencia, en la contradiccin, consigo misma. La primera A para expresar su identidad se abre a la segunda A. Lo importante aqu es que cada individuo necesita abrirse para expresar su identidad. Necesita ex-presarse, re-presen-tarse, re-flexionar, esto es, establecer una relacin consigo mismo. Y si la identidad se alcanza o realiza en la relacin que cada cosa o individuo mantiene consigo mismo, la identidad vive en el movimiento por el cual cada cosa o individuo sale de s mismo para expresarse, para negar su aislamiento y comprenderse a s mismo en su retorno. O no podramos decir acaso que cuando le preguntamos a alguien cmo es, cul es su identidad, l necesita expresarse, salir de s mismo, re-presentar-
se, desdoblarse, re-flexionar, para ofrecer unas palabras sobre s mismo? En el caso de Hegel, la verdadera identidad es alcanzada a travs de la contradiccin que cada cosa o individuo mantiene consigo mismo. Como si cada individuo tuviese que ponerse, mostrarse, expresarse, como otro, como diferente, para recomponer su verdadera identidad. Como si cada uno tuviese que mostrarse de modo particular como otro de s mismo. De all que Hegel llame reflexin al modo en que cada cosa sale de s misma. Como aquella primera A que se desdobla, se niega y se contradice, en una segunda A, para finalmente recomponer su verdadera identidad en el proceso completo, en el signo de equivalencia en aquella primera frmula. Vemoslo con el famoso ejemplo del espejo. Para ser yo mismo lo afirmativo, y mi imagen en el espejo lo negativo. Si la imagen del espejo es el negativo y yo soy el positivo, tanto ms entro en oposicin cuanto ms todo lo que aparece en el espejo lo tenga yo y todo lo que tenga yo aparezca en el espejo. Por ejemplo, yo tengo piernas. Pero si no aparecen mis piernas en el espejo del bao, mis piernas no estoy en completa oposicin con la imagen del espejo. Y si la imagen del espejo no est en total oposicin con lo que soy yo, hay algo de m, en este caso mis piernas, que no est en el espejo. Pero si, en cambio me voy del bao al dormitorio, donde tengo un espejo grande, ah la oposicin es total: toda mi perso-
na est en oposicin con toda mi imagen en el espejo y toda la imagen en el espejo est en oposicin con toda mi persona. As, cuando los dos trminos, el afirmativo y el negativo, estn en plena oposicin, es porque cada uno de ellos es el otro. Cuando yo me miro en un espejo de dos metros, entro en contradiccin conmigo mismo. Soy y no soy al mismo tiempo, tal como quera evitarlo Aristteles. Es en ese momento de mxima contradiccin donde para Hegel alcanzo la mxima identidad, porque el que est en el espejo soy yo. Por qu? Porque especular es reflexionar, y reflexionar me permite alcanzar mi verdadera identidad. Si bien son distintas las posiciones de Aristteles y Hegel sobre la identidad, ambos comparten la existencia de algo as como la identidad, la naturaleza de la cosa, esto es, aquello que la hace ser lo que es. Del mismo modo, comparten ambos la posibilidad de que el filsofo acceda a su conocimiento. Lo que los distingue de modo irreconciliable es precisamente la presencia del cambio, el movimiento, el devenir en la constitucin de la identidad, que Aristteles rechaza enfticamente y Hegel afirma como condicin de la realizacin de la identidad. Podemos centra el tercer modelo no slo en la figura de Friedrich Nietzsche, sino tambin en las filosofas del siglo XX y XXI que reconocen en l su fuente de inspiracin, como en los casos de Michel Foucault, Gilles Deleuze, Jacques Derrida y Gianni Vattimo, entre
otros. Se trata de un modelo ms radical que el segundo. Pues no slo se afirma la contradiccin, la diferencia en la constitucin de la identidad, sino que se niega la posibilidad que por medio de aqulla se descubra o desdoble la verdadera identidad. Las identidades, para este tercer modelo, son multiplicidades que continuamente se inventan y construyen a travs de los diversos modos en que los individuos son atravesados por fuerzas diversas. No hay identidades naturales, esenciales, originarias, sino tan slo multiplicidades de experiencias y apariciones. Para este tercer modelo, la identidad sostenida en los otros dos modelos es tan slo un concepto abstracto que construimos para ordenar, organizar y conferir coherencia a una multiplicidad de experiencias singulares que no guardan una relacin necesaria entre s. Un ejemplo muy claro de esto es el relato que confeccionamos de cada uno de nosotros, es decir de nuestra identidad narrada en nuestra historia personal. Progresivamente elaboramos un relato coherente de nosotros mismos, porque quin de nosotros estara dispuesto a ofrecer una narracin contradictoria de s mismo, expresar claramente las fuerzas contrarias y contradictorias que fluctan en la experiencia cotidiana, tanto la pasada como la presente. Optamos por elaborar un relato lineal, ordenado y profundamente coherente de nosotros mismos.
Este tercer modelo sostiene que la construccin de identidades como un todo coherente es el fruto de una invencin, que no hay identidades como algo naturalmente propio, que las identidades son el resultado de construcciones de las que no somos, por otro lado, completamente artfices. Se trata de un modelo profundamente crtico, en el que se busca el desenmascaramiento de aquella presunta identidad o naturaleza originaria. Como ejemplo para la comprensin de este tercer modelo consideremos el nombre propio. Se trata de algo que me pertenece exclusivamente, que me singulariza, que me define como lo que soy. El nombre propio aparece como un testimonio fuerte y decisivo de mi propia identidad. Sin embargo, si en medio de la calle gritamos nuestro nombre, podramos afirmar con cierta seguridad que varias personas se daran vuelta preguntando: Qu?. Cmo es esto posible? Si el nombre me es propio, es porque, insistimos, me singulariza, me distingue de otros. Entonces, hay un nombre que siento como propio, que me identifica, pero qu sucede si tambin identifica a muchos otros. Sigue siendo propio ese nombre propio? Ciertamente ese nombre es la consecuencia de una imposicin. Un vocablo no ha venido conmigo al mundo. Y sin embargo, yo creo que es mo y lo defiendo porque ste es mi nombre. Me molesto cuando alguien lo escribe mal, cuando alguien no lo entiende. Quiz
suceda que ese nombre que siento como propio, cuyo origen pudo haber sido, insisto, el azar, progresivamente ha ido cobrando una suerte de fuerza trascendental o trascendente en m al punto de llegar a definirme, a constituirse como uno de los pilares de mi identidad. Y si bien cuando era chico an me era dificultosa la relacin con aquel nombre, porque no responda siempre que me llamaban, en el transcurso de la experiencia lo he asimilado, al punto de concebirlo como propio y definitorio. Del mismo modo, creo, vamos ordenando el desorden real y concreto de nuestra experiencia cotidiana hasta unificarla en identidades, en rdenes que olvidamos como elaboraciones artificiales. As, algunos de los elementos que se ponen en juego en la invencin de identidades que aparecen como multiplicidades, son fechas diversas, velocidades distintas, segmentos procedentes de otras identidades, diferentes territorialidades que se van sedimentando en el individuo como capas y superficies, diversas temporalidades que traspasan a un individuo y lneas de fuga. Todos estos componentes, que funcionan en la invencin de identidades, a su vez se conectan pasiva y activamente con otras multiplicidades o identidades. Lo importante en esto es considerar que cualquier punto de estas composiciones, invenciones o identidades puede colisionar con otros puntos de otras composiciones o identidades y, con ello, dar lugar al surgimiento de otras composiciones
identitarias. As cada uno de nosotros es muchos a la vez. Y esos muchos que somos cada uno de nosotros pueden bien ser simultneamente contradictorios. Como cuando un docente desea continuar con su actividad a la vez que renunciar definitivamente a ella para siempre. Pero volvamos El da de la marmota. Phil encuentra que, si bien experimenta un eterno retorno, una repeticin incesante de lo mismo, no por ello todo es idntico. En la repeticin ha logrado encontrar una diferencia. Ahora bien, una vez advertido de que esa diferencia es posible, ese mnimo cambio en la repeticin le permite de alguna manera conformarse una identidad. Es que Phil no slo aprovecha la repeticin para conquistar a Rita, sino que tambin su misma persona va adquiriendo y construyendo elementos que lo modelan como un sujeto. Un ejemplo de esto lo encontramos en su aprendizaje del piano. Al escuchar una obra para piano en la
Detalle de una de las pinturas sobre Marilyn Monroe que el artista norteamericano Andy Warhol (1928-1987) realiza en los aos 60
radio, Phil se interesa por tomar lecciones. Es as que da a da interrumpe la clase de una nia para tomar siempre su primera leccin de piano: Phil: Me gustara una leccin de piano. Profesora: Estoy con una estudiante. Pero si quieres puedes venir maana Phil: Quisiera empezar ahora. Puedo pagarte $ 1.000. Profesora: Pasa! Y hacia el final de la pelcula, se lo puede ver tocando en la fiesta del pueblo, mientras todos lo ovacionan. Profesora: l es mi estudiante. Estoy tan orgullosa! Phil: Gracias Rita: No saba que tocabas tan bien! Ms all del ejemplo del piano, Phil, en la repeticin de su mismo da, agrega un rasgo ms a su identidad, la cual aparece como una multiplicidad en continua transformacin. En la misma repeticin y diferencia, construye o inventa su propia identidad. Para concluir, a lo largo de la pelcula, Phil va entendiendo que la eterna repeticin de lo mismo no tiene que ser en s una experiencia agobiante que lo conduzca de modo irremediable a los diferentes suicidios que ensaya, sino que, por el contrario, es en esa repeticin incesante de lo mismo en la que encuentra la afirmacin de su
propia existencia. Es as que cronometra una rutina diaria en la que puede ir realizando distintas actividades que favorecen a los dems, como salvar una y otra vez a un nio de una cada de un rbol, ayudar una y otra vez a un grupo de mujeres de edad avanzada con un problema en su auto, etctera. Es en estas acciones en las que Phil recupera el placer de lo cotidiano, y poco a poco comienza a afirmarse en su propia vida. Ese afirmarse en su vida es un afirmar de la vida misma. Una expresin de su voluntad de poder. Al final de la pelcula, Phil es un hombre que mira de frente el porvenir y que afronta con alegra la prctica de su propia vida. De alguna manera, as lo atestiguan las ltimas palabras del filme, en las que Phil logra superar su amanecer del 2 de febrero: Phil: Sabes que da es hoy? Rita: No, qu da? Phil: Hoy es maana. Sucedi. Ests aqu. Yo estoy aqu. (Se besan con pasin.) Rita: Por qu no estabas as anoche? Te quedaste dormido. Phil: Fue un muy largo da. Rita: Hay algo que pueda hacer por vos hoy? Phil: Estoy seguro que puedo pensar en algo (Salen a la calle y el da es soleado y radiante.) Phil: Es tan hermoso! Vivamos ac. Alquilaremos para empezar.
Actividades
Para que el docente realice con los alumnos 1. En la segunda consideracin de este captulo tratamos sobre la doctrina del eterno retorno de lo mismo, esto es, sobre la concepcin circular del tiempo. All sugerimos de varios modos que en la repeticin lo que vuelve eternamente es la diferencia y no lo idntico. Proponemos que el docente solicite a sus alumnos la redaccin de un texto en el que cada uno de ellos elija un hecho que se repita de modo incesante todos los das. La finalidad de esta actividad es que los alumnos puedan encontrar las diferencias que estn presentes en cada repeticin de lo mismo. 2. En la tercera consideracin del captulo trabajamos sobre el problema de la identidad a travs de tres modelos. Sugerimos al docente que vea y analice con sus estudiantes la pelcula Caterina en Roma (2003) de Paolo Virzi. Caterina es una adolescente de 13 aos que acaba de mudarse, del pequeo pueblo donde naci, a Roma. Ama la msica, es honesta y pueblerina, con un padre dominante y ambicioso, Giancarlo, que se siente infeliz porque est convencido de que merece algo ms de este mundo. Es un escritor frustrado, con una novela descansando en un cajn. Para lograr romper el anonimato y venderla a algn canal de televisin, confa en que su hija lo ayude; para ello la inscribe en uno de los colegios ms exclusivos de la ciudad y la alienta a salir con sus compaeras, pertenecientes a ilustres familias. Efectivamente, Caterina se har amiga de las dos lderes de la clase: una de estilo progresista, con madre escritora y padre intelectual; la otra, una salvaje y vivaz nia, cuyo padre es un parlamentario que lidera el partido de derecha. A travs de esas jvenes Caterina no slo pondr en crisis su identidad sino que har una invencin de ella. En virtud de ello proponemos al docente las siguientes actividades: a. Que los alumnos presenten sus opiniones sobre la identidad de Caterina: se trata de una identidad, una naturaleza, que le es propia, o bien es el resultado del entramado de sus relaciones en la ciudad? b. Que los alumnos presenten los distintos modelos identitarios que circulan en el filme: el intelectual, el poltico, el adolescente sensible, el adolescente frvolo, la mujer independiente, la mujer sometida, etctera, etctera. c. Que los alumnos presenten por escrito los elementos que para ellos se ponen en juego en la construccin de su propia identidad. 3. Que los alumnos realicen un pequeo trabajo monogrfico sobre la incidencia de los medios masivos de comunicacin en la construccin de la identidad. En este punto es deseable que cada uno de ellos elija un programa de radio o televisin en el que para l se ponga en juego el problema de la identidad. La finalidad de esta actividad es que los alumnos puedan detectar los recursos que utilizan los medios masivos de comunicacin para incidir de modo activo en la construccin de la identidad personal. 4. Que los alumnos formen grupos de no ms de cuatro integrantes y realicen un trabajo de acuerdo con las siguientes indicaciones. Debern elegir una noticia de amplia difusin, del orden social, poltico, econmico o cultural, que comprometa la identidad de un individuo. Una vez seleccionada la noticia, debern relevar la mayor cantidad de informacin posible sobre ella, acudiendo a los distintos medios. Una vez recogido el material, debern presentar las distintas versiones del suceso, y con ello poner en evidencia la pluralidad de identidades que se construyen en torno de un mismo y nico sujeto. En este punto, sugerimos al docente tener presente, como ejemplo, la pelcula El Ciudadano Kane (1941) de Orson Wells, en la que se ofrecen al menos seis diversos relatos y versiones de un mismo individuo.
Bibliografa sugerida
Bibliografa
Primera consideracin: un juego de dados, el azar
ARISTTELES, Metafsica, Gredos, Madrid, 1994. BOECIO, S., La consolacin de la filosofa, Sarpe, Madrid, 1985. DELEUZE, G., Nietzsche y la filosofa, Anagrama, Barcelona, 1993. ESQUILO, Prometeo encadenado, Planeta DeAgostini, Madrid, 1998.
Cine y filosofa: una relacin de equivalencia, no de testimonio El sentido de la propuesta que concentra el ttulo general Cine y filosofa solicita ahora, finalmente, la elaboracin de ciertas consideraciones. En primer lugar, respecto del modo en que fue comprendida aqu la relacin entre estos dos campos o mbitos de saber, pues ni deseamos ni anhelamos que las mesetas o llanuras de nuestras reflexiones hayan sido para nosotros como lechos de Procusto. En este punto el lector deber concedernos que comencemos nuestro ltimo tramo de camino con la memoria de un relato procedente de la mitologa griega, pues con ella asistimos al origen ms remoto del pensamiento filosfico occidental. Recordaremos entonces la fortuna que corran las vctimas de aquel rufin griego conocido con el apodo de Procusto, hijo de Poseidn, dios de los mares y de los ocanos. Su morada estaba situada en las proximidades de la ciudad griega de Eleusis, en la que se celebraban misteriosos ritos dedicados a las diosas Demter y su hija Persfone. All Procusto reciba a todos aquellos que buscaban refugio y alojamiento. Una vez all instalados, los obligaba a acostarse sobre un lecho. Y si
el cuerpo exceda los lmites de aqul, entonces les cercenaba sus extremidades hasta que finalmente el tamao del cuerpo coincida con el del lecho. Pero si los cuerpos de aquellos desventurados eran ms pequeos que los lmites de su lecho, entonces los estiraba hasta cubrir la superficie. Se cuenta que cuando el hroe griego Teseo al que recordaremos ms adelante en ocasin de otro mito alcanz su mansin someti a Procusto a la misma pena, siguiendo el orden de un derecho casustico y no cannico, esto es, particular y no universal. Un derecho que establece que a tal delito, tal pena. A partir de este relato se conserv en la lengua culta la expresin lecho de Procusto para indicar o sealar aquellas situaciones en las que se impone una estructura conceptual determinada y determinante que mutila la indeterminacin de aquel cuerpo sobre el que se reflexiona. Por eso, se advertir que hemos evitado, tanto para filosofa como para cine, imponerles los artculos determinados la y el respectivamente. Esto ha resultado as ya que no hemos tenido la intencin de limitar y con ello cercenar la posibilidad de apertura que vive en cada uno de estos conceptos. Por eso, con los trminos cine y filosofa aludimos tan slo al menos en este comienzo a dos campos o mbitos entre los cuales puede descubrirse una multiplicidad de relaciones posibles. No se trata aqu de pronunciarse por uno o por otro, sino sobre uno a partir de los elementos que le brinda el otro. Con ello se da lugar a un
espacio que rara vez es transitado en las exposiciones de manuales, introducciones e historias de la filosofa, a saber: los mltiples modos en que circulan por la mquina del pensamiento filosfico los componentes procedentes del registro cinematogrfico. As, en esta consideracin indagaremos sobre el vnculo entre cine y filosofa a travs de dos imgenes o metforas procedentes del mbito de la botnica y que la filosofa en distintos momentos de su historia ha tomado en prstamo. A menudo el trabajo filosfico se sirve de imgenes y metforas con la intencin de abrir la comprensin de aquellas cosas sobre las que reflexiona. Prueba de esto ya hemos dado a travs de la imagen que ofrece el relato de Procusto. Es ms, acompaando el breve y bello ensayo de Jorge Luis Borges La esfera de Pascal podra sugerirse que la historia misma de la filosofa no es ms que la historia de unas cuantas metforas, acuadas para interpretar y comprender aquellos problemas sobre los que el pensamiento ejerce su oficio.
Ren Descartes o Renatus Cartesius (1596-1650) nace en La Haya (Turena) y es formado durante el perodo 1606-1614 en el colegio jesuita La Flche. Con fuertes inquietudes de conocer el mundo, se alista en 1618 en el ejrcito del prncipe Mauricio de Nassau y en 1619 en el de Maximiliano de Baviera. Vuelve a Francia en 1628 y permanece en Pars durante 3 aos; luego viaja a Holanda. En 1649 es invitado por la reina Cristina a Suecia con el fin de tomar lecciones personales. Debido a las tempranas horas a las que deba levantarse Descartes para ensear a la reina, y dadas las bajas temperaturas de la regin, el filsofo que plante los elementos fundamentales de la racionalidad moderna muere de un resfro el 11 de febrero de 1650 en Estocolmo. La importancia capital de su pensamiento filosfico radica en la ubicacin del sujeto como punto de apoyo de una realidad por primera vez puesta en duda como tal, siendo Dios la garanta ltima de un conocimiento verdadero. Asimismo, a travs de un mtodo nico, consistente en un conjunto de pocas reglas bsicas, el sujeto tiene la capacidad de acceder a todas las ciencias sin la necesidad de conocer especficamente cada una de ellas. Entre sus obras podemos mencionar las Reglas para la direccin del espritu (1628), el Discurso del mtodo (1637), que es publicado annimamente, las Meditaciones metafsicas (1641), Los principios de filosofa (1644) y las Pasiones del alma (1649).
El filsofo racionalista francs Ren Descartes se sirvi de la metfora del rbol no slo para mostrar la unidad sistemtica de todos los saberes, sino la casi natural dependencia de todos ellos respecto de la filosofa. As, en la Carta del autor al traductor de Los principios de la filosofa,61 Descartes se sirve de la imagen arbrea con estas palabras: De este modo, la totalidad de la filosofa se asemeja a un rbol, cuyas races son la metafsica, el
Portada del Discurso del mtodo de Renato Descartes
61 Esta obra fue publicada por Descartes en latn como Principia Philosophiae en 1644 y luego fue traducida al francs por su amigo Claude Picot, como Les principes de la Philosophie. scrits en Latin par Ren Des Cartes, et traduits en francois par un de ses Amis.
tronco es la fsica y las ramas que brotan de este tronco son todas las otras ciencias que se reducen principalmente a tres: a saber, la medicina, la mecnica y la moral, entendiendo por sta la ms alta y perfecta moral que, presuponiendo un completo conocimiento de las otras ciencias, es el ltimo grado de la sabidura.62 Esta ilusin cartesiana sobre la unidad de los saberes y la prioridad de la filosofa sobre ellos haban sido captadas por l en tres sueos que tuvo en la noche que va del 10 al 11 de noviembre de 1619. Narraremos brevemente el tercero de los sueos para que nuestro lector vea cmo esta centralidad de la filosofa procede de una ilusin, de un sueo, esto es, de una apariencia, espectro o simulacro de realidad. En aquella ensoacin apareca un extrao visitante que repentinamente se acercaba a una mesa en la que haba una serie de libros, entre ellos un diccionario y un libro de poemas. En determinado momento lea atentamente un verso que deca: Qu camino seguir para la vida (lat.: Quod vitae sectabor iter). Pero inmediatamente descubra que en el diccionario estaban contenidos todos los poemas posibles. De lo que deduca que con el nico instrumento del diccionario se podran componer y recomponer no slo se sino todos los libros de poemas, que no son
otros que todos los libros de todos los saberes posibles. Ese diccionario apareca en sueo como sinnimo de la imagen del rbol, ya que expresa, como ste, la unidad de los saberes y el privilegio de la filosofa sobre ellos. De all que aquella imagen del rbol y sta del diccionario sugieran una jerarqua entre los distintos saberes. Cul es, entonces, la implicancia que podemos desprender de la imagen del rbol en particular? Que en las races, en la filosofa primera, est concentrado el ncleo de vida de la estructura o tronco del conocimiento, ya que sin el alimento que es saboreado por ellas se secan el tronco y los frutos que se desprenden de sus ramificaciones. Como si los principios de las ciencias particulares que conforman el tronco y las ramas dependiesen de modo natural de los generalsimos principios dados por la misma filosofa primera.
Imagen de pensamiento: un rbol
62 Ren Descartes, Los principios de la filosofa, Carta del autor al traductor, trad. Guillermo Quints, ed. Alianza, Madrid, 1995, p. 15.
Ahora bien, esta consideracin segn la cual por detrs de toda manifestacin de pensamiento en general se encuentran principios filosficos que operan como su origen, principio, causa o fundamento, ha sido muy propia de la tradicin filosfica occidenta, como si la filosofa misma fuese en este sentido un saber generalsimo testimoniado por el resto de los saberes o disciplinas particulares. Baste con mencionar los casos de Platn (428/427-347 a. C.) y de Aristteles (384-322 a. C), sobre los que volveremos en distintos momentos de este cuadernillo. Repetidas veces sucede que la reflexin que se lleva adelante en el mbito general de la filosofa intenta avanzar sobre las distintas formas de las ciencias y de las artes, como si se tratase de un saber que est en la base de toda otra manifestacin de pensamiento. En este punto, no sera oportuno ni conveniente olvidar que unos son los modos en que los filsofos se apropian y elaboran sus consideraciones sobre la praxis cientfica y artstica, y otros son los modos ciertos y concretos en que los cientficos y artistas a travs de distintos lenguajes inquieren sobre diversos problemas, que por supuesto pueden ser afines a los filosficos pero no reductibles a ellos. Sin embargo, la vanidad que ciertas veces adormece las formas de llevar adelante la labor filosfica hace creer, como en sueos, que el cientfico y el artista siempre estn queriendo expresar una mirada filosfica del mundo, un modo de representar
sus pareceres sobre la naturaleza, el estado de la humanidad, etctera. Y por ello se considera desde esta perspectiva que es el filsofo quien puede ofrecer, como espectador privilegiado, la ltima palabra aun en el mbito de las ciencias y las artes. Pero este camino desconoce neciamente que la mirada, en nuestro caso, de un artista, y en particular de un cineasta, ya est previamente preada de las dificultades propias de su oficio, arte o prctica. Obstculos sobre los que trabaja con los instrumentos y soportes propios del lenguaje de su oficio. En este punto, un director de cine, antes de revelarnos en sus pelculas el estado actual de la humanidad, elabora una respuesta concreta a inconvenientes de orden cinematogrfico, los cuales generalmente son desconocidos para los que llevan adelante la labor filosfica. La creencia de que, por detrs de cada manifestacin artstica y cinematogrfica en particular, hay una cosmovisin explcita o implcita, esto es, que detrs de cada obra hay una teora filosfica que la explica, no deja de ser, de cierta manera, una pesadilla. Ms grave es an la consideracin de que la obra de arte en general y la cinematogrfica en particular son un testimonio o reflejo de una doctrina filosfica. Por eso, consideramos que el vnculo entre los saberes en general y entre filosofa y cine en particular puede ser concebido desde otra perspectiva: no como una relacin testimonial, sino como una relacin de equivalencias en la que se ponen en
juego no la jerarqua y dependencia de todos los saberes respecto de la filosofa, sino una relacin de transversalidad entre ellos. Desde este punto de vista, se podra afirmar que entre esos saberes se establece una relacin de equivalencia y en particular de simpata (gr. sympatheia).63 Una posible interpretacin del trmino simpata es la de una relacin en la que se comparten las mismas pasiones o afecciones. As, los problemas que son transitados por varios saberes son afines, aunque se expresen de modos diversos a travs de concepciones y lenguajes distintos. Como si, por caso, sugirisemos que el problema de qu es lo real o la realidad no slo es investigado en el mbito del pensamiento filosfico sino tambin en el de las ciencias y las artes y, entre ellas, en el cine. Si tomamos como problema el estudio de los cuerpos en general, no es posible de ninguna manera afirmar que las investigaciones ltimas sobre ellos dependen del saber filosfico. Los cuerpos son motivo de especulacin diversas ciencias, como la fsica, la astronoma, la biologa, la matemtica (cuando se trata de cuerpos ideales, esto es, independientes y separados de una existencia concreta y material) y la medicina, entre otras. Lo mismo sucede en el mbito de las artes, en las que diversos cuerpos son tratados de modos diferentes, como en los
casos de la escultura, la pintura, la msica y la danza. Desde este punto de vista, entonces, los distintos saberes, incluidos cine y filosofa, ofrecen diversas iluminaciones sobre los problemas a los que abren los cuerpos, y rara vez uno ser testimonial respecto del otro. Podemos mejor afirmar, si el lector lo permite, que los modos en que las ciencias y las artes operan sobre los cuerpos, afectan, ingresan y funcionan en/con los modos en que en el mbito filosfico se reflexiona sobre ellos. Por eso la equivalencia que se da entre los saberes no establece entre ellos necesariamente una relacin de indiferencia y exterioridad, como si todos ellos fuesen tan slo perspectivas diferentes sobre un objeto comn, sino ms bien de simpata y entrecruzamiento. En el cuerpo de un saber, como puede ser el filosfico o bien el cinematogrfico, se encuentran diseminados, a veces de modo explcito y otras implcito, segmentos procedentes de otros cuerpos de saberes. En el caso de un pintor, por ejemplo, en el ejercicio concreto de su arte se ponen en juego leyes procedentes de la aritmtica, la geometra y la fsica, entre otros. Su teora del color, la forma y la superficie se vinculan, sea para afirmarlas o bien para negarlas, con principios procedentes de aquellas disciplinas. Del mismo modo, en el cuerpo del saber que funciona en la praxis cinema-
63 Este trmino de origen griego est compuesto por el prefijo syn, que traducimos aqu por junto a, con, y el sustantivo pthos, afeccin o pasin.
togrfica se integran en la imagen-tiempo y navega de una costa a otra. Del mismo en la imagen-movimiento, aquellos com- modo la reflexin filosfica puede ser componentes que ya estaban en la imagen prendida entonces como un transatlntico que transita por diversas costas. Por ende, inmvil de las artes plsticas. Anlogamente, en el cuerpo de un saber en el mbito de cada saber, querindolo o cientfico, como puede ser el caso de la no, sabindolo o no, teniendo conciencia astronoma, se ponen en juego segmentos de ello o no, concuerdan elementos y segprocedentes de otros cuerpos de saberes. mentos de otros saberes. Desde este punto de vista, el cuerpo del As, por ejemplo, el matemtico y filsofo alemn Johannes Kepler (1571-1630), saber filosfico tambin est tramado y trabuscando comprender la armona del uni- zado por segmentos procedentes de otros verso, public en 1621 su obra El secreto saberes. O no podramos afirmar, con cierdel universo (Mysterium cosmographicum), ta seguridad, que en la filosofa del ancho apoyndose en parte en teoras musicales Platn se pone en juego como un compode la poca, ya que la armona no slo es nente decisivo de su pensamiento y escrituun fenmeno exclusivo del mbito de la matemtica sino tambin de otros campos, GILLES DELEUZE (1925-1995) como la msica. nace en Pars y estudia en la Sorbona, hasta 1948, con Alqui e Por ello, puede Hyppolite, entre otros. Se desempea como profesor en los Liceos de afirmarse que en el Amiens, Orlens y Louis-le-Grand, hasta que comienza a trabajar como asistente en Historia de la Filosofa en la Sorbona en 1957. Es nombrado devenir de todo saber profesor en la Universidad de Pars VIII y desempea su cargo hasta se ponen en juego ele1987, fecha de su retiro. Deleuze fue portador de una enfermedad que lo mentos y segmentos atorment en gran medida; sin embargo fue un amante de la vida y de su afirmacin. Debido a tal amor, se liber de su dolor l mismo, y as dio procedentes de otros fin a su sufrimiento. registros o cuerpos de El pensamiento de Deleuze al igual que el de Nietzsche transita por la saberes en una relabsqueda de nuevas formas de expresin de la filosofa, entendiendo a sta como un entramado de mesetas que difieren en su intensidad, a la cin de transversalivez que son atravesadas por un puro devenir. El primer tiempo de su filodad. Esta expresin sofa est destinado a trabajos monogrficos sobre Hume (1953), contiene el prefijo Nietzsche (1962 y 1965), Kant (1963), Proust (1964), Bergson (1966) y Spinoza (1968); el segundo tiempo fue conformado por obras en las que trans-, que indica en Deleuze ya no trata tanto sobre otros, aunque ellos siempre estn all su raz el movimiento presentes, como Diferencia y repeticin (1968), La lgica del sentido de un lado a otro, (1969), los dos volmenes de Capitalismo y esquizofrenia, sus tomos sobre cine (1983-1985) y Qu es la filosofa (1991), etctera. como en el caso de un transatlntico, que
ra su primera formacin como poeta dramtico, as como en la del alemn Friedrich Nietzsche (1844-1900), su vocacin musica;, en la del francs Michel Foucault (1926-1984), la historia; en la del austraco Ludwig Wittgenstein (1889-1951), la arquitectura; y en la del francs Gilles Deleuze (1925-1995), la literatura, por citar a algunos de aquellos a los que nos referiremos en este cuadernillo. As, los saberes en general descubren en su cuerpo el entramado de tejidos procedentes de otros territorios. En el caso del pensamiento filosfico, ste se vuelve como una suerte de rizoma, esto es, un tubrculo subterrneo que se ramifica ilimitadamente sin la remisin a una raz principal. Un rizoma es un entramado por el que pasa una multiplicidad ilimitada de tubrculos, entre los cuales se encuentra aqu y all el cinematogrfico. sta es nuestra segunda metfora tomada en prstamo de la botnica. Ofrecemos aqu una imagen en la que se muestra mltiples conexiones posibles entre los tubrculos en un rizoma. Avancemos, sobre la caracterizacin de rizoma que ha presentado el filsofo francs Gilles Deleuze en su introduccin a Capitalismo y esquizofrenia (Capitalisme et Schizophrnie),64 como una metfora para imaginar el entramado del pensamiento:
Un rizoma como tronco subterrneo se distingue absolutamente de las races y raicillas. Los bulbos, los tubrculos son rizomas. Las plantas de raz o raicillas pueden ser rizomorfas para todos los dems efectos: es cuestin de saber si la botnica, en su especificidad, no es totalmente rizomrfica. Hay animales que lo son, bajo su forma de manada, las ratas son rizomas. Las madrigueras lo son bajo todas sus funciones de hbitat, de previsin, de desplazamiento, de evasin y de ruptura. El rizoma en s mismo tiene formas muy diversas, desde su extensin superficial ramificada en todos los sentidos, hasta sus concreciones en bulbos y tubrculos. Cuando las ratas se deslizan unas bajo otras. En el rizoma hay lo mejor y lo peor: la patata y el grama, la mala hierba.65 Con esta imagen, entonces, podemos representarnos no slo la relacin de equivalencia y transversalidad entre cine y filosofa desde otro punto de vista, sino tambin la filosofa misma como un cuerpo en el que no se da una conexin jerrquica entre las partes. El rizoma no tiene ni lmites ni fronteras; por tanto, su superficie es indeterminada, pues va creando y generando su extensin y especialidad, como en el caso de la filosofa. De ah que se trate de una superficie que continuamente va cam-
64 Esta obra se encuentra conformada por dos volmenes: El anti-Edipo (LAnti-edipe), de 1972, y Mil mesetas (Mille Plateaux), de 1980. 65 Gilles Deleuze y Felix Guattari, Rizoma, Pre-Textos, Barcelona, 1977, pp. 15-16.
biando su forma y naturaleza. As, en un rizoma cualquier componente podra ser principio o centro, en tanto no hay remisin a una raz principal. Todos los tubrculos son del mismo modo principios, a la vez que ninguno de ellos lo es de modo jerrquico. Sin embargo, aunque no existe una jerarqua en los rizomas, hay relaciones de poder y de intensidad, diferencias, repulsiones y atracciones, etctera. La red rizomtica es una red dinmica donde no hay jerarquas como en la estructura del rbol, en la cual todo se remite a la raz principal. Un rizoma es una multiplicidad, una composicin en la que circulan y conviven componentes de diversas mquinas, como la literaria, musical, teatral, pictrica, cinematogrfica y la cientfica, entre otras. Con esta primera consideracin queramos tan slo sealar, a travs de las imgenes o metforas del rbol y del rizoma, dos maneras de concebir la relacin entre cine y filosofa: una a travs del testimonio y la jerarqua; la otra a travs de la equivalencia, la simpata y la transversalidad. Y es sta la que auspicia nuestra apertura hacia los distintos modos en que la mquina cinematogrfica estimula y opera en el cuerpo del pensamiento filosfico, tal como intentaremos mostrarlo en los captulos de este cuadernillo.
En esta segunda consideracin atendemos no tanto a las posibles relaciones entre cine y filosofa sino tan slo al modo en que funcionarn entre nosotros en el contexto de este cuadernillo. Por eso podemos avanzar ahora sobre las maneras concretas en que los componentes de la mquina cinematogrfica se activan en la mquina filosfica, lo que intentaremos mostrar en los captulos que siguen. En primer lugar, podramos afirmar que un modo en el que irrumpe el cine en la cuestin filosfica, es a travs de una multiplicidad de pelculas en las que explcitamente se hace presente el pensamiento filosfico. Filmes en los que se ofrece una interpretacin de la vida y/o el pensamiento de un filsofo: San Francisco de Ass (1966), Galileo Galilei (1969) y Ms all del bien y del mal (1977), sobre la vida de Friedrich Nietzsche, de la directora italiana Liliana Cavani (1933), entre otros.
Pero hay tambin otro modo en el que el cine ingresa explcitamente en la filosofa: a travs de aquellos relatos en los que irrumpe en escena un filsofo. Es el caso de Vivir su vida (1962), de Jean-Luc Godard, filme en el que una joven que elige el oficio de la prostitucin como camino de vida dialoga en uno de los bares que transita con un filsofo; o Crmenes y pecados (1990), de Woody Allen, en el que l mismo, en tanto protagonista, se encuentra realizando un documental sobre un filsofo solidario del humanismo existencialista que culmina sus das suicidndose; o bien Caterina en Roma (2003), de Paolo Virti, en el que el padre de una de las amigas de Caterina en la gran ciudad es un reconocido filsofo de su tiempo, abocado en esos das a cambiar los paales de su beb. Sin embargo, stos no sern los senderos que seguiremos en la caminata, a veces carrera, de nuestros captulos. Por ello, con la intencin de iluminar la perspectiva desde la que llevaremos adelante nuestro vnculo con la mquina cinematogrfica, podemos servirnos de la definicin que el filsofo griego Aristteles dio de la tragedia en el inicio del captulo III de su Potica: Tragedia es una imitacin de una accin seria y compleja, de adecuada extensin, en lenguaje grato, por medio de la actuacin de personajes y no de un relato, y que, mediante compasin y miedo, realiza la expurgacin de tales afecciones.66
De esta definicin de la esencia de la tragedia son significativas para nosotros ciertas expresiones, pues guardan una ntima relacin con lo que acontece en la experiencia cinematogrfica. En primer lugar, demormonos un instante en la palabra catarsis (gr. catarsis), que traducimos aqu por expurgacin y que expresa el esfuerzo por dar salida a aquello que est aprisionado en el fondo de nuestra conciencia. A travs de ella se manifiesta el impacto que ejercen sobre el espectador las pasiones o afecciones que se ponen en juego en la representacin dramtica y, de modo extensivo, cinematogrfica. A travs de esta palabra se indican los varios modos en que el espectador, aunque se encuentre inmvil en la superficie que le ha sido asignada como ubicacin, participa de forma activa y no meramente pasiva de aquella situacin. En ese tiempo que se encuentra fuera del tiempo de su vida cotidiana su realidad se ha fundido con la de la escena o con la de la pantalla. En ese momento, se es su mundo, sa es su realidad. En ese mundo sufre, se alegra, se violenta, se apacigua. Todo esto nos conduce hacia otra palabra de la definicin: afecciones (gr. pathmata). A travs de ellas se expresan las mltiples fuerzas que establecen el ntimo vn-
culo entre el espectador y la representacin dramtica o cinematogrfica. Querindolo o no, sabindolo o no, el espectador abre all su intimidad, y de esta forma las pasiones que se encierran en l se liberan de diversas maneras. Por otro lado, bien podemos afirmar que ste era el sentido propio de la tragedia griega o tica del siglo V a. C.: produce la conmocin y transformacin de los espectadores por medio de la representacin dramtica. Pero, no podramos transportar esta intencin a la experiencia cinematogrfica en nuestros das? sta, a travs de los sueos, espectros o fantasmas de la representacin, nos mueve de modo cierto y real a la compasin, al temor y, no en ltimo trmino, a la reflexin.67 Un poco ms all, tragedia, cine y filosofa se renen en la propuesta temtica de este cuadernillo. Su ttulo, Destino, azar y necesidad, gira en torno de ciertas expresiones del orden trgico, cinematogrfico y filosfico en las que se pone en juego el vnculo entre las acciones humanas en cuanto a su libertad y autodeterminacin frente al juego que imponen el azar, el destino y la necesidad. Ya la tragedia griega, en las poqusimas obras que nos han quedado
de sus tres grandes autores Esquilo (525426 a. C), Sfocles (491-406) y Eurpides (480-406), a travs de distintos caminos ha buscado representar el vnculo entre las acciones humanas y la fatalidad (gr. at), el destino (gr. angke) y la fortuna (gr. moira), que imponen las decisiones de los dioses a los hombres. Y podemos hallar sin duda una continuidad entre aquellas tragedias y las pelculas que trataremos aqu desde el punto de vista filosfico: Matrix I (1999), Corre, Lola corre (2000), Dos vidas en un instante (1998) y El da de la marmota (1993). En ellas de modos diversos se pone en juego el vnculo problemtico que se establece entre la libertad de las acciones humanas y el destino, la fortuna y el azar. As, con estas primeras reflexiones hemos querido tan slo hacer llegar al lector la manera en que vincularemos aqu cine y filosofa, no a la manera de una relacin de testimonio, como implicara la imagen del rbol, sino ms bien de equivalencias, como se desprende de la metfora del rizoma. A su vez, hemos buscado sealar la forma en que el drama primero y luego el cine irrumpen en la filosofa. Todo lo cual auspicia de manera cierta el camino que emprenderemos en los captulos siguientes.
67 De hecho, son las palabras mismas las que en su raz relacionan el drama con la filosofa, y del mismo modo, entonces, el cine con la filosofa. El verbo griego theoro significa mirar, observar, contemplar, considerar, mirar con agudeza. De all que una teora (gr. theora) sea una visin, una contemplacin, un espectculo y una especulacin. El teatro (gr. thatron) era as el lugar de la espectacularidad, de la especulacin, de la contemplacin. Del mismo modo lo es el cine.
Muchos son los senderos que confluyen en el pensamiento que denominamos filosfico. Entre ellos, el sendero de las imgenes o espectros procedentes de la representacin dramtica y cinematogrfica, que irrumpen ante nosotros llevando a la superficie sntomas y malestares. Desde el punto de vista filosfico aquellas imgenes y espectros son asimilados bajo la forma de problemas, definidos como organizaciones provisorias de sntomas y malestares expresados en forma de preguntas. Preguntas que desde aquellas primeras tragedias griegas siguen an vivas y vigentes en nosotros, ya que seguimos cuestionando qu son la libertad, el azar y el destino, entre otros innumerables interrogantes. Esto nos permite concebir la historia misma de la filosofa como un proceso no necesariamente progresivo de problemas, como un entramado de cuestiones que se ponen delante, tal como lo indica el prefijo pro-, que comparten las palabras proyecto, progenie, procreacin, etctera. Como si
la filosofa fuese una suerte de fervor por la degustacin de problemas, y cada uno de los pensadores, catadores de aqullos. Los filsofos son, en este sentido, los nombres o los sntomas determinados en los que respira un problema en su historia. En su obra De la gramatologa, el filsofo argelino Jacques Derrida (1930-2004), a quien debemos un interesante camino de pensamiento en la escena contempornea, afirma lo siguiente: Los nombres de autores o de doctrinas no tienen aqu ningn valor sustancial. No indican identidades ni causas. Sera una ligereza pesar que Descartes, Leibniz, Rousseau, Hegel, etctera, son nombres de autores, los nombres de autores de movimientos o desplazamientos que designamos as. El valor indicativo que les atribuimos es ante todo el nombre de un problema. Si nos autorizamos provisoriamente a considerar esa estructura histrica fijando nuestra atencin sobre textos de tipo filosfico o literario, no es para reconocer en ellos el origen, la causa o el equilibrio de la estructura (del problema).68 Para ampliar esta consideracin vamos a permitirnos concebir el vnculo que mantiene cada uno de los distintos pensadores con los problemas que transitan a travs de una imagen que no ha sido ni ajena a la
historia de la filosofa ni a nuestro cuadernillo. Le pedimos al lector que mientras avanza en su lectura imagine o bien dibuje un crculo. Ver as que los radios que pueden desprenderse del centro son ilimitados. Cada uno de ellos expresa una perspectiva, un punto de vista, que, por otra parte, es irreductible a los otros. Queremos decir, el lugar que ocupa un radio no puede ser ocupado por otro. De ah que la perspectiva de un radio sea nica e irrepetible. Sin embargo, desde el punto de vista del centro y no de la periferia, nos veremos forzados a afirmar que todos los radios son uno e indiferenciados en aquel punto central. Si trasladamos esta imagen al vnculo que mantiene el problema con los distintos pensadores, podemos afirmar que cada uno de los radios-filsofos expresa de modo particular e irrepetible una perspectiva sobre el problema. Pero como desde el punto de vista del centro, como sealamos, prevalece la indiferenciacin de todos los radios, no tenemos acceso al problema considerado en s mismo sino tan slo a sus distintas manifestaciones en los diversos pensadores. Por ejemplo, durante toda la historia de la filosofa, desde los primeros griegos hasta nosotros, se ha reflexionado en torno de la pregunta acerca de qu cosa es aquello que denominamos real o realidad.69 Apoyados en la imagen anterior afirmaramos que este problema es en s mismo inaprensible e
irresoluble. Slo tenemos acceso a las miradas o perspectivas que Platn, Aristteles, Agustn, Toms, Descartes, Hume, Kant, Hegel, Derrida, entre muchos otros, han presentado en sus obras. Ahora bien, de esta imagen del crculo, cuyo centro es el problema y sus radios, las expresiones del problema encarnadas en las obras de los pensadores, debemos desprender una cierta consecuencia. Cada uno de los radios est a la misma distancia del centro, y cada una de esas distancias es indisoluble por la otra. Esto nos hace pensar en lo siguiente: si Platn y Kant estn a igual distancia del problema de lo real considerado en s mismo, eso quiere decir que no ha habido progreso o evolucin en la historia de la filosofa. Cmo puede ser esto posible? No podramos admitir que despus de veinte siglos, que es el tiempo que separa a Platn de Kant, se ha evolucionado en las visiones filosficas de lo real? Desde nuestro punto de vista deberemos decepcionar al lector o no y responder de modo negativo. Es ms, podramos afirmar que en muchos casos la ltima palabra sobre un problema la tiene alguien que est por detrs y no necesariamente el que est por delante. Hegel, en una carta enviada a un amigo, deca: Cuando quiero enterarme de las ltimas novedades en filosofa, leo a Platn. En el mismo sentido, el historiador ingls de la filosofa Alfred North
Whitehead (1861-1947) deca que toda la historia de la filosofa no era ms que notas a pie de pgina de Platn. Sea esto as o no, lo que s es seguro es que en el caso de la historia de la filosofa no estamos en presencia de un movimiento progresivo y evolutivo, como s de hecho sucede en el contexto de otros saberes, por ejemplo, la fsica, la qumica y la medicina. En filosofa todos los radios de expresin, y entre ellos el de Platn y Kant, ofrecen distintas iluminaciones del problema, aunque nunca den con el problema en s mismo. Por eso es que la filosofa constituye un saber que, a diferencia de otros, necesita de su historia. La historia de la filosofa es necesaria para la labor filosfica, pues a travs del conocimiento de las distintas manifestaciones del problema en su historia podemos alcanzar al menos una visin ms compleja, aunque no vayamos a dar nunca completamente con l. Todo lo cual indica a su vez el carcter reflexivo de la labor filosfica. En la lectura de los textos de los pensadores encontramos distintas visiones de los diversos problemas que nos afectan. Y desde el punto de vista filosfico los rumiamos como la vaca, esto es, los llevamos por varios estmagos, ingirindolos y luego ponindolos de nuevo en nuestras bocas, hasta que los digerimos. Y si los visitamos de modo repetido a travs de nuestras varias lecturas, es porque siempre son nuevos, como la Alegora de la caverna de
Arthur Schopenhauer (1788-1860) nace en Danzig un ao despus de la aparicin de la segunda edicin de la Crtica de la razn pura y el mismo ao de la primera edicin de la Crtica de la razn prctica, ambas de Inmanuel Kant. Ser la obra kantiana, junto con la de Platn, el punto de apoyo de su mayor obra filosfica. Formado en la Francia posrevolucionaria y luego en Londres, adquiere una particular sensibilidad por la pobreza de las clases sociales ms bajas, sensacin que luego lo acercara a la concepcin de la vida como sufrimiento, y al budismo. Su padre muere por presunto suicidio en 1805. Viaja a Weimar con su madre, donde sta abre un saln literario que frecuentar, entre otros, Goethe. En 1810 comienza sus estudios de filosofa, centrndose en Platn y Kant, y un ao ms tarde se traslada a la Universidad de Berln. En 1813 presenta su tesis doctoral y en 1819 publica su mayor obra: El mundo como voluntad y representacin. Es en esta obra donde se concentra el ncleo duro del pensamiento de Schopenhauer. Se la considera el primer intento serio de unificar racionalmente, a partir de la crtica al pensamiento kantiano, la filosofa occidental con ciertas doctrinas provenientes del budismo, el taosmo y el hinduismo. De esta manera, el eterno rival de Hegel instaura un mbito de lo real llamado mundo de la voluntad como fundante del mundo de la representacin, siendo la vida en este ltimo un puro querer proveniente de la voluntad, con el nico fin de disolverse en la nada absoluta que la voluntad es. Otras obras importantes son: Sobre el cudruple principio de razn suficiente (1813) y Acerca del fundamento de la moral (1840).
Platn, que sigue abierta y viva para nosotros en tanto concentra an perplejidades para compartir. Es por eso que en este cuadernillo hemos optado por ofrecer al lector fragmentos de los textos de los mismos filsofos para ingresar en la comprensin de los problemas que presentaremos. No quisimos, en este punto, de ningn modo subestimar al lector. l tendr la posibilidad de ir y venir en los textos una y otra vez, comprendiendo que el no saber, el no entender, son ya parte del saber y del entender. Con estas palabras lo deca Arthur Schopenhauer (1788-1860) en sus Fragmentos para la historia de la filosofa:
LA CAJA DE PANDORA
El famoso relato de la caja de Pandora remite a uno de los mitos hesidicos, en los que se relata la aparicin de Pandora como la primera de las mujeres, creada por Hefesto y Atenea, por mandato de Zeus. Por consiguiente, todos los dioses le confirieron alguna cualidad, como la belleza de las inmortales, la gracia, etctera; mas Hermes coloc en su corazn la mentira. De igual manera, Zeus haba destinado a Pandora como una ofrenda y un castigo hacia la recin creada raza humana. As, segn cuenta Hesodo, en cuanto Pandora lleg a la Tierra fue desposada por Epimeteo, quien frente a su belleza nica olvid las advertencias recibidas sobre el peligro que encerraba el destino de su nueva esposa. Ahora bien, Hesodo tambin nos cuenta que exista una jarra en cuyo interior se encontraban todos los males. Muerta de la curiosidad, Pandora abri el tapn de la jarra, desperdigando as todos los males por la faz de la Tierra, pero la esperanza (considerada un mal) fue la nica que, por estar en el fondo de dicha jarra, no alcanz a escapar.
Precisemos que pretender sustituir la lectura de las obras originales de los filsofos por la de todas las exposiciones de sus teoras, o en general, la Historia de la Filosofa, es supeditarse a que otros mastiquen por uno el alimento.70 En los innumerables libros que conforman lo que llamamos la historia de la filosofa, en general encontramos diversos matices de los problemas. Expresiones que siguen vivas y presentes entre nosotros en la reflexin contempornea. En la filosofa pasada, si esta expresin es posible ms all del punto de vista estrictamente temporal, hallamos metforas, imgenes, entonaciones de problemas que respiran an a travs de nosotros. No implica esto que renunciemos a nuestro presente y nos mudemos a Grecia, Roma o Florencia. No pedimos que el lector sea un anticuario, sino que traiga ante s esos textos en los que respiran diversas entonaciones de los problemas. Ciertamente, como condicin de posibilidad de la reflexin filosfica contempornea necesitamos un pasado
que permanezca abierto, un presente que sea en s mismo indescifrable y un porvenir en el que vivan nuestras expectativas. De all que, tal como lo hemos practicado en los captulos que componen este cuadernillo, nuestras referencias a distintos pensadores se han llevado adelante a travs de fragmentos extrapolados de su suelo originario. Los filsofos son, como lo hemos dicho, sntomas de los problemas de los que nos servimos como herramientas para pensar, pero no son ellos los problemas mismos. Por eso es que aqu no haremos captulos de autores, sino de problemas. De hecho el ttulo de nuestro cuadernillo es la expresin de un problema, no de un autor. Ponderamos los problemas y buscamos en los pensadores vas o ritmos respiratorios del problema en cuestin. Los fragmentos de los textos de los filsofos han sido para nosotros como las herramientas sacadas de una caja, al modo de la de Pandora. Pero no propusimos aqu, lector, un captulo sobre el destornillador y otro sobre el martillo, sino que utilizamos el martillo y el destornillador para operar sobre problemas que no son otros que los espectros de la filosofa.
Pandora (1882) del pintor Jules Joseph Lefebvre
Bibliografa sugerida
Cine y filosofa: una relacin de equivalencia, no de testimonio Sobre el lecho de Procusto, as como sobre los diversos temas referidos en este cuadernillo a las mitologas griega y romana, se puede acudir al accesible texto de Grimal, P., Diccionario de mitologa griega y romana, Paids, Buenos Aires, 2006. En relacin con la figura del rbol de las ciencias, se sugiere la lectura de Arana, J,, El caos del conocimiento. Del rbol de las ciencias a la maraa del saber, EUNSA, Navarra, 2004. Para mayor comprensin de la nocin de rizoma de Deleuze, se recomienda Badiou, A., Deleuze. El clamor del ser, Manantial, Buenos Aires, 1997; Arana, J. (ed.), La biologa de los filsofos , Themata, Sevilla, 1998; Foucault, M. y Deleuze, G., Theatrum philosophicum; seguido de Diferencia y repeticin , Anagrama, Barcelona, 1994.
tragedia griega, Plus Ultra, Buenos Aires, 1993; Festugire, A. - J., La esencia de la tragedia griega, Ariel Filosofa, Barcelona, 1969, y Vernant, J. P., Los orgenes del pensamiento griego, Eudeba, Buenos Aires, 1986
Bibliografa
Cine y filosofa: una relacin de equivalencia, no de testimonio BORGES, J. L. La esfera de Pascal, en Otras inquisiciones, Obras completas, II, Emec, Buenos Aires, 1989. DESCARTES, R., Carta del autor al traductor en Los principios de la filosofa, trad. Guillermo Quints, Alianza, Madrid, 1995. DELEUZE, G., y GUATTARI, F., Rizoma, PreTextos, Barcelona, 1977. DELEUZE, G., La imagen-tiempo, ed. Paids, Buenos Aires, 2005.
y Thierry Jousse, trad. Fernando La Valle. Publicada en Cahiers du cinma, N 556, abril 2001. Cf. http://www.jacquesderrida.com.ar.