El Pensamiento Ético de Joseph Ratzinger
El Pensamiento Ético de Joseph Ratzinger
El Pensamiento Ético de Joseph Ratzinger
Resumen: En este trabajo se intenta un acercamiento al tema de la libertad en el pensamiento de Joseph Ratzinger, de acuerdo con su anlisis histrico: primero se estudia cmo se ha entendido la libertad en la Biblia y en la fe cristiana; despus, se expone el peculiar concepto de libertad que se form en la Ilustracin y que an hoy sigue modelando el pensar de las mayoras. Al final se presenta la propuesta del telogo alemn sobre la necesidad de recuperar el valor de la relacin metafsica entre libertad y verdad. Palabras clave: Libertad, tica, anarqua, Joseph Ratzinger.
Abstract: In this article, the author examines the subject of freedom in the thinking of Joseph Ratzinger, based on a historical analysis. He begins with a look at how freedom is understood in the Bible and in the Christian faith, then considers the particular concept of freedom that was formed during the Enlightenment and continues to mold the way most people think. The article ends with the German theologians proposal on the need to rescue to value of the metaphysical relationship between freedom and truth. Key words: Freedom, ethics, anarchy, Joseph Ratzinger.
Rsum: Ce travail constitue une tentative pour approcher le thme de la libert dans la pense de Joseph Ratzinger selon son analyse historique : on tudie tout dabord comment a t entendue la libert dans la Bible et dans la foi chrtienne ; ensuite on expose le concept particulier de libert qui sest form lge des Lumires et qui, aujourdhui encore, continue modeler la manire de penser de la majorit des personnes. Pour finir, on prsente la proposition du thologien allemand concernant le besoin de rcuprer la valeur de la relation mtaphysique entre libert et vrit. Mots-cls: Libert, thique, anarchie, Joseph Ratzinger.
ISSN 0123-0999
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La palabra libertad se ha convertido en un vocablo mgico: la disfrutamos pero, al mismo tiempo, la sentimos amenazada y restringida. Segn Joseph Ratzinger, aunque el ser humano se ha emancipado de los vnculos de la costumbre y de la tradicin, experimenta lmites hasta ahora insospechados, impuestos por la civilizacin tcnica y centralizada. Esta situacin nos lleva a interrogarnos si no habremos cambiado espacios libres por otros ms restrictivos, si no sienten nuestras sociedades el deseo de combatir tambin el orden de la libertad que imponen las instituciones para llegar por fin a la verdadera libertad personal1.
derecho. Se trata de una libertad exigente, nada arbitraria: conlleva vivir la ley de Cristo, conforme a la condicin del que es espiritual, al modo del Espritu del Hijo. La libertad en sentido bblico es algo muy distinto de la mera indeterminacin, pues significa participar en el ser mismo, ser dueos del ser, no sbditos sometidos al ser. Esta libertad no excluye, pues, la exigencia y es algo muy distinto a la arbitrariedad. Segn esto, la libertad en la Biblia significa participar en el mismo ser. Por eso Dios es la libertad en persona, pues l es total posesin del ser. La libertad se identifica con la altura del ser; altura quiere decir: estar en contacto con la fuente del ser, con el manantial de todo bien, con la verdad y con el amor2. Con esta idea de libertad, la pedagoga cristiana busca esa altura del ser, la divinizacin, hacia el ser-como-Dios, como el Cristo crucificado. Mientras las pedagogas emancipadoras presentan una imagen distorsionada de Dios y, por tanto, del ser como dioses, entendido como disponibilidad ilimitada y divina, las enseanzas de Pablo sobre la libertad constituyen una pedagoga de la cruz, del amor hasta la abnegacin3. El otro trmino, parresa, procede de la poltica griega: significa el derecho que tiene el hombre libre a decir lo que piensa, signo de verdadera democracia. Pablo compara la retrica pagana con el derecho de expresin cristiano: mientras la retrica est marcada por la adulacin, la avaricia y el orgullo, la libertad de expresin que promueve el cristianismo est relacionada directamente con la verdad.
2 Ibdem, p. 216 (Cita a Gl 6, 2: Llevad los unos las cargas de los otros y as cumpliris la ley de Cristo). Ibdem.
Libertad cristiana
Comenzamos este artculo con el estudio de la libertad en la ilustracin judeocristiana, que al unirse con el pensamiento grecolatino se convirti en la matriz cultural sobre la que se desarroll el pensamiento occidental. Ratzinger afirma que en la Biblia se encuentran dos conceptos relacionados con el tema: eleutheria (libertad) y parresa (franqueza). El primer concepto de libertad, eleutheria, es muy diverso al que tenemos hoy. No significa posibilidad de elegir, sino status opuesto a esclavitud: libre es el que, dondequiera que est, se siente en su casa, en su patria. La traduccin griega de la Biblia asume esta visin, como en el caso de los hijos de Sara y Agar: libre es el que est en su casa y tiene derecho a la herencia. La libertad se identifica con la filiacin. sta es la primera idea de libertad: una distincin en el ser, seguida por una diferencia en el actuar. Los cristianos, por tanto, no sern extranjeros o advenedizos, sino ciudadanos con pleno
1 J. Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y poltica: nuevos ensayos de eclesiologa, Madrid, BAC, 1987, p. 199.
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El espritu franco y libre presupone ante todo desprendimiento, la libertad de s mismo para entregarse al Evangelio. Su franqueza consiste en decir la verdad a un mundo dominado por la apariencia. Una vez ms, queda demostrado que la libertad radica ante todo en el ser del hombre y luego se concreta en los derechos de la libertad para actuar. El entonces cardenal alemn explica, frente a la retrica pagana, que cuando falla el fundamento ontolgico los derechos se quedan sin contenido y corren el riesgo de convertirse en el polo opuesto4. Por este motivo, Ratzinger haba afirmado que, para entender el mensaje cristiano, es necesario un adecuado concepto de libertad. Y tambin que la fe cristiana es una filosofa de la libertad. Se trata de un corolario de la fe en el Logos, que es tambin conciencia y libertad. Creer en Cristo no es solamente una opcin por el primado del Logos. Al mismo tiempo se cree tambin que esa idea divina original cuyo ser pensado es el mundo, no es una conciencia annima y neutral, sino libertad, amor creador y persona5. Esto explica la importancia que el cardenal bvaro asigna a la teologa de la creacin: la naturaleza, con sus indicaciones morales, no es obra de la casualidad y de sus reglas de juego. Por eso, no slo hay leyes naturales deterministas: la ley natural verdadera y propia es, al mismo tiempo, ley moral6. La libertad, por tanto, es un rasgo peculiar de la fe cristiana en Dios. En el principio de todas las cosas existe una conciencia, pero no una conciencia cualquiera, sino una conciencia libre que, a su vez, genera libertades. Para el credo cristiano, el mundo es pensado por una conciencia que es libertad creadora, que sostiene
4 5 Cfr. Ibdem, p. 218. Cfr. J. Ratzinger, Teora de los principios teolgicos: materiales para una teologa fundamental, Barcelona, Herder, 1985, p. 201; J. Ratzinger, Introduccin al Cristianismo, Salamanca, Sgueme, 2005, pp.129-134. Cfr. J. Ratzinger, Una mirada a Europa: Iglesia y modernidad en la Europa de las revoluciones, Madrid, Rialp, 1993, p. 61. En ese mismo lugar aclara que cuando la fe cristiana ayuda a reconocer la naturaleza como creada, no paraliza la razn, sino que le crea un espacio vital para el desarrollo de su potencialidad.
todas las cosas y que entrega lo pensado a la libertad de cada ser propio y autnomo. Por eso, Ratzinger insiste en definir la fe cristiana como filosofa de la libertad y como una opcin por la primaca de la libertad frente a la aparente necesidad csmico-natural. La imagen del mundo que ofrece la revelacin cristiana es grande y audaz: un mundo que, en su estructura, es libertad. Un mundo creado y querido en el riesgo de la libertad y del amor no es pura matemtica; es el espacio del amor y, por tanto, de la libertad. Aunque tambin es cierto que el riesgo del mal siempre est cercano, se trata de correr ese peligro de la oscuridad por una luz mayor: por la libertad y el amor. Esa luz mayor es Jesucristo, expresin central de esta libertad, que se convierte en la figura central de la historia al rescatar la libertad cada y convertirla, junto con el tiempo perdido, en signo de paz: Slo el Dios que sale de su distancia de Creador y Seor hasta llegar a la forma de siervo, que se somete hasta lavar los pies; slo l y su amor constituyen la fuerza que recupera el cosmos para la libertad y el amor, slo l es capaz de implantar la autonoma, la verdadera libertad7.
Libertad moderna
Ratzinger confirma que la historia de la modernidad tambin se presenta como historia de la libertad. Y no lo hace en tono lastimero. Precisamente, cuando seala los muchos eventos positivos que el Vaticano II haba alabado en la cultura moderna, cataloga entre los principales la defensa de los derechos humanos, la abolicin de la esclavitud, la libertad religiosa o la libertad civil frente al Estado. Sin embargo, al mismo tiempo menciona la inquietud de autores tan poco sospechosos de filo-catolicismo como Th. Adorno, que hablan
7 J. Ratzinger, El fin del tiempo, en: Metz, J.B., Ratzinger, J., Moltmann, J., Goodman, T., La provocacin del discurso sobre Dios, Madrid, Trotta, 2001, pp. 31-32. Cfr. Ratzinger, Teora de los principios teolgicos, ob. cit., pp. 202-203 y Blanco P., Joseph Ratzinger, Razn y cristianismo. La victoria de la inteligencia en el mundo de las religiones, Madrid, Rialp, 2005, pp. 138-141.
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de una dialctica de la modernidad, segn la cual la extrema liberacin puede transformarse en esclavitud8. Como ejemplo grfico cita en varias ocasiones el diagnstico angustioso sobre el verdadero valor de la Ilustracin hecho por Szczypiorski en 1995 al observar el fracaso simultneo a la hora de cumplir las promesas del capitalismo y del marxismo: tal vez se detuvo la meritoria mquina de vapor de la Ilustracin, despus de dos siglos de funcionamiento til y sin averas, ante nuestros ojos y con nuestra participacin. Y el vapor se escapa nicamente en el aire. Si las cosas son as, realmente las perspectivas son sombras9. Se trata de una pregunta por los fundamentos de la Ilustracin: qu es la libertad?, qu es la verdad? Uno de los objetivos de Ratzinger es remontarse a los puntos de partida, para emprender as una nueva reflexin que ayude a corregir el rumbo. En primer lugar, aclara que la idea moderna de libertad es un producto legtimo del espacio vital cristiano. De acuerdo con el apartado anterior, podemos decir que al igual que la idea occidental de ciencia experimental el concepto de libertad que maneja nuestra cultura no podra haberse desarrollado en ningn otro ambiente distinto de ste. Y se remonta al escrito La libertad del cristiano, de Martn Lutero, que propone el tema con vigorosos tonos. Para Ratzinger, lo que hizo que aquel fraile fuera escuchado por sus contemporneos, que se iniciara una verdadera avalancha, fue el clamor de libertad. Se trataba de la libertad de la conciencia moral frente a la
8 Cfr. J. Ratzinger, La fe como camino: contribucin al ethos cristiano en el momento actual, Barcelona, Eiunsa, 1997, p. 72. Aunque no es objeto de este artculo el pensamiento del Papa Benedicto XVI sino el del Cardenal Joseph Ratzinger hasta el cnclave del 2005, no dejan de ser significativas unas palabras pronunciadas en diciembre del 2007: Las dos grandes ideas-fuerza de la modernidad, la razn y la libertad, se han como desenganchado de Dios para convertirse en autnomas y cooperar a la construccin del reino del hombre, prcticamente contrapuesto al Reino de Dios. De esta manera se ha difundido una mentalidad materialista, alimentada por la esperanza de que, cambiando las estructuras econmicas y polticas, puede nacer finalmente una sociedad justa, donde reine la paz, la libertad y la igualdad, Benedicto XVI, Discurso, 13-XII-2007. (nfasis aadido). Citado tal como aparece en J. Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia: el cristianismo y las religiones en el mundo, Salamanca, Sgueme, 2005, p. 203. Para este apartado, cfr. el captulo Fe y filosofa de libro de J. Ratzinger, Fe y futuro, Bilbao, Descle de Brouwer, 2007, pp. 57-78.
autoridad eclesistica; es decir, de la libertad ms ntima del hombre: los ordenamientos se vieron como una carga, como un yugo. Dejaron de vincular, de ser apoyo y salvacin, y pasaron a considerarse un peso. La verdadera redencin fue, entonces, la liberacin de las cadenas que estaban por encima del individuo. Aunque Lutero quiso reducir este movimiento al mbito religioso, el paso al mundo poltico fue casi inmediato con la creacin de iglesias nacionales que corroboraron el poder civil. Luego, en el mbito anglosajn, las iglesias libres se convirtieron en precursoras de una nueva construccin de la historia, que ms tarde adquiri una fisonoma clara en la Ilustracin, segunda fase de la Edad Moderna10. En esa segunda etapa, el peligro interno de la nueva idea de libertad se reconocera en su misma definicin. En el concepto kantiano de Ilustracin como Sapere aude!, Atrvete a saber!, adems del llamado a conocer bueno en s se percibe el individualismo de una razn que se cierra en s misma, se desliga de las grandes tradiciones y de los vnculos con la autoridad, hasta perder el acceso a la verdad comn. En palabras de Kant, Ilustracin es la salida del hombre de la inmadurez de la que l mismo es culpable Sapere aude! Atrvete a saber!, Ten el valor de valerte de tu propia razn! Esta es la divisa de la Ilustracin11. La teora kantiana del conocimiento lleva al presupuesto de la imposibilidad del conocer metafsico. Y ste es uno de los puntos clave en la crisis del pensamiento contemporneo, segn el diagnstico de Ratzinger. Al presuponer la imposibilidad del conocimiento metafsico, no slo se individualiza la razn sino tambin la libertad misma, que pasa a identificarse como derecho del individuo frente al Estado12.
10 11 12 Cfr. Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, ob. cit., pp. 204-205; Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y poltica, ob. cit., p.180. I. Kant, Beantwortung der Frage: Was ist Aufklrung? (5 de diciembre de 1973) A 481-494. Cfr. Ratzinger, La fe como camino, ob. cit., p. 72. Ratzinger, La fe como camino, ob. cit., p. 72. Cfr. Ibdem, p. 62. Al renunciar al concepto de esencia, las ticas modernas buscarn descubrir las normas ticas en otros modelos: tica teleolgica, consecuencialismo, pragmatismo, son algunas de las palabras de referencia que pueden iluminar esa nueva bsqueda.
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Ratzinger suele citar, no sin irona, la consiguiente descripcin marxiana de libertad, ofrecida como el paraso socialista: Hacer esto hoy y aquello maana; ir de caza por la maana, a pescar despus de almuerzo; dedicarse a la cra de ganado por la tarde; discutir despus de la cena, hacer lo que me plazca13. Segn esta perspectiva, libertad significara que la voluntad propia es la nica norma de nuestra accin, que la voluntad puede querer todo y tiene la posibilidad de poner en prctica todo lo que quiere. Pero si slo se afirman los derechos de cada uno frente al todo, ste se disuelve y entonces desaparecen de nuevo las libertades individuales. Ratzinger concluye que la anarqua consecuente no slo no es la forma perfecta de la libertad, sino que constituye su radical destruccin: El yo que slo conoce derechos y ningn deber; que no reconoce ningn ordenamiento que lo preceda, es una construccin artificial, un invento: el ser humano es otra cosa. Ha sido creado como un ser-con, y la libertad consiste precisamente en la recta ordenacin de este ser-con14. El problema de esa concepcin de libertad anrquica surge al redescubrir la naturaleza social del ser humano y que, adems, no todas las personas tienen el mismo desarrollo racional de su libertad. Puede aparecer entonces el monarca ilustrado que se proclama garante de la libertad del pueblo, aunque sea con medios coactivos. Esta situacin, por desgracia nada terica, demuestra la importancia social y poltica que tiene la bsqueda de un concepto adecuado de libertad.
evidente. Lo no racional, lo no evidente, tampoco puede obligar. En sus estudios sobre las consecuencias polticas que conllevaron los criterios modernos de libertad, Ratzinger estudia dos evoluciones opuestas de la idea fundamental de la Ilustracin: en primer lugar, la que se dirige al Estado constitucional democrtico que, a su vez, presenta dos vertientes: la anglosajona y la francesa; por otro lado, la que lleva al sistema marxista basado en la lgica de la historia15. La primera evolucin la libertad mediante instituciones se basa en el derecho: todo ser humano es reconocido y aceptado como sujeto de derechos. Tambin aqu la libertad implica vnculos, sujecin a las rdenes que, al vincular, protegen y garantizan a la misma libertad. Precisamente por eso, al analizar en profundidad esta vertiente, se descubre que el sistema democrtico slo puede funcionar si se respetan ciertos valores de fondo, como los derechos humanos. Sin embargo, Ratzinger denuncia que en este modelo el poder financiero ejerce un papel orientador de las mayoras a travs de los medios de comunicacin. Con esta potestad se privilegia cada vez ms el derecho de unos pocos los poderosos contra el derecho y la dignidad de los dems y se crea un monopolio que restringe a su vez la libertad de opinin16. Dentro de esta vertiente de libertad mediante instituciones, Ratzinger distingue dos pensamientos distintos: el anglosajn y el francs. El primero se rige ms por el derecho natural, que tiende a la democracia constitucional como el nico sistema realista de libertad. Esta variedad se basa en que los derechos internos del ser humano preceden a todos los ordenamientos jurdicos y constituyen su medida y fundamento. Por eso, critica el derecho positivo y las formas concretas de dominio. La libertad no se le concede al ser humano desde fuera, pues l fue creado libre.
15 16 Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y poltica, ob. cit., pp. 199-221. Cfr. Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, ob. cit., pp. 200-222. Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y poltica, ob. cit., pp. 202-206.
Libertad y poltica
El programa filosfico del Sapere aude! ilustrado, la invitacin a la razn para que se desligue de los vnculos con la autoridad, es tambin un programa poltico: no debe haber autoridad distinta a la razn. Tan slo tendr vigencia lo
13 Ibdem, p. 13. Cita a K. Marx y F. Engels, Werke 3, Berln, 1961-1971, p. 33; segn K. Lw, Warum fasziniert der Kommunismus?, Kln, Deutscher Instituts-Verlag, 1980, p. 65. Ratzinger, J., La fe como camino, ob. cit., p. 73.
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Esta concepcin se encuentra en el origen de los derechos humanos. Y es verdaderamente revolucionaria: se opone al absolutismo de Estado y a la legislacin positiva. Pero tambin es metafsica, pues sostiene que, en el ser mismo de cada hombre y mujer, se encierra una exigencia tica y jurdica: La naturaleza lleva en s el espritu, lleva en s el ethos y la dignidad y constituye de esta manera la exigencia jurdica de nuestra liberacin y, a la vez, su medida17. De este modo se plantea una reivindicacin del individuo frente al Estado, frente a las instituciones. La comunidad debe respetar los derechos de cada ser humano. La institucin aparece como el polo opuesto a la libertad. La persona es portadora de la libertad, cuya meta es la completa emancipacin. Por esta va se entra en contacto con la otra variedad, el radicalismo de Rousseau. Para ste, la naturaleza no tiene un derecho que precede a las instituciones, sino que es antimetafsica: est ordenada hacia el sueo de la completa libertad, sin ningn reglamento previo. En este sentido se pronunciar despus Nietzsche al rechazar el ordenamiento de Apolo a cambio de la embriaguez de Dioniso. Como demostrarn los radicalismos polticos de los siglos XIX y XX, se trata de otra forma de intensificar el sapere aude! Ilustrado: La Revolucin Francesa, que haba comenzado con una idea democrtica y constitucional, arroj muy pronto de s tales cadenas y se dedic a seguir los caminos trazados por Rousseau y por la idea anarquista de la libertad; precisamente con esto se lleg inevitablemente a la dictadura sangrienta18. Pero no slo la libertad mediante instituciones atenta contra la libertad personal. Tambin lo hace, aunque sea por un camino diverso, la segunda evolucin de la idea ilustrada de libertad, la dialctica hegeliano-marxista. Hegel comprende la historia como historia de la libertad. Actuar contra la lgica de la historia sera obrar de modo hostil a la libertad, oponerse a
17 18 Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, ob. cit., p. 206. Ibdem, p. 207.
su proceso. Marx lleva a la prctica esa lgica histrica, encauzndola a travs del proletariado: el protagonista de la lgica de la historia ser entonces el partido comunista. Y slo actuar de acuerdo con la libertad quien se alinee con las directrices del partido, aunque ellas indiquen persecucin y terror. A esta filosofa de la historia se aade una antropologa inspirada en Sartre, que radicaliza la libertad hasta el extremo de negar, no ya slo la tradicin y la autoridad, sino la misma esencia humana: se trata de una completa indeterminacin, abierta a todas las posibilidades. Ratzinger constata, siguiendo a Pieper, que este tipo de libertad se revela sbitamente como el infierno; ser libres significa estar condenados. El partido ocupa el lugar de la esencia perdida para otorgarle al ser humano consistencia y direccin19. Tambin el marxismo contina la lnea radical; critica la libertad democrtica como slo aparente y promete a cambio una mejor y ms radical libertad. La libertad se une a la igualdad. Esto quiere decir que, para alcanzar la plena libertad, hacen falta ciertas renuncias a ella. Y, adems, la libertad depende de la estructura total: no se trata de luchar por la libertad de cada ser humano sino por cambiar la estructura del mundo. La crtica de Ratzinger es contundente: Hasta un ciego vera que ninguna de las estructuras construidas hace realmente posible aquella libertad por la cual se exigen renuncias a la libertad. Pero hay intelectuales que son ciegos cuando se trata de las estructuras que ellos han elaborado con su pensamiento. Por este motivo pudieron renunciar a todo realismo y seguir luchando por un sistema cuyas promesas eran imposibles de cumplir. () Las verdades a medias estn ordenadas hacia una mentira, y es ah donde fracasa todo el conjunto: la mentira acerca de la libertad elimina tambin los elementos de verdad. La libertad sin verdad no es libertad20.
19 20 Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y poltica, ob. cit., p. 208. Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, ob. cit., pp. 208-209.
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Libertad contempornea
En una conferencia de 1989, bajo la impresin an fresca de los acontecimientos en Europa del Este, Ratzinger analizaba precisamente cules haban sido las razones del fracaso comunista, ms all del anlisis poltico. En primer lugar, citaba el materialismo como ncleo de la ideologa marxista: no tanto por la negacin absoluta del espritu, sino por la prioridad y originalidad que le conceda a la materia: al principio existe la materia y no el logos, la libertad creadora. Una de las primeras conclusiones es que esa arrogancia materialista se ha revelado como falsa: No se puede liberar al hombre de su propia libertad delimitando los canales por los cuales sta deba moverse. () Quien se apoya en lo mecnico en lugar de lo espiritual y eterno, tarde o temprano atenta contra s mismo21. Aparecen en este anlisis dos nuevos corolarios de la senda hegeliano-marxista: el positivismo y el consiguiente mito del progreso. El marxismo pone un tipo determinado de fe en la ciencia, que no puede abarcar la esfera de la libertad, aunque sta sea lo propiamente humano. Tanto la sociologa marxista del Este como la sociologa positivista de Occidente representan, en frase de Habermas, el proyecto de la modernidad. En una certera crtica a su compatriota, Ratzinger esclarece que la pretendida manipulacin cientfica del ser humano encierra un determinismo que es fruto del materialismo subyacente: Una idea cientfica, que se obtiene en el mbito de lo no libre, es trasladada al mbito de lo libre, de lo humano, para posibilitar una fsica del hombre, en la cual slo existen leyes necesarias y previsiones exactas. Tal teora, si es asumida consecuentemente, exige la exclusin del factor libertad22. En un trabajo previo de 1988 estudiaba la respuesta de la fe a la crisis de los valores. Con base en el libro La abolicin del hombre, de C. S. Lewis, denunciaba la falsificacin humana que es fruto del cientificismo: la actitud positivista
21 22 Ratzinger, Una mirada a Europa, ob. cit., p.116. Ibdem, p. 118.
termina por reducir la naturaleza a puros datos de hecho, que son manipulables por la ciencia. Estos datos quedan separados del sector de los sentimientos, de la religin, de la libertad, por un abismo infranqueable. El mundo de la subjetividad no tiene carta de ciudadana en las dimensiones de la objetividad cientificista23. En respuesta a esa vertiente positivista del pensamiento moderno, que restringe la inteligencia humana a razn calculadora y funcional, el telogo alemn advierte que los fenmenos subjetivos son frutos de una opcin humana. No nos preceden, pues somos nosotros quienes los producimos. El punto supremo que construye el mundo es una libertad que lo sostiene, lo quiere, lo conoce y lo ama en cuanto libertad. Por tanto, lo que realmente caracteriza al mundo es la libertad y la imposibilidad de calcular. La libertad supone que todo clculo resulta imposible. Y, si esto es as, el mundo no puede reducirse pura y simplemente a la lgica matemtica24. Adems del cientificismo, aparece el mito del progreso como segundo corolario de la filosofa de la historia posthegeliana. Ratzinger critica, en su anlisis sobre la cada del marxismo, la vertiente que llev a tomar el progreso esa etiqueta fcil de vender como la capacidad de anular todo tipo de vnculos, y que redujo la libertad a simple ausencia de compromisos25. El punto verdaderamente crtico de la modernidad es que el concepto de verdad fue prcticamente abandonado y sustituido por el
23 Ibdem, pp. 52-53. Sobre la importancia de los criterios morales para la ciencia, cfr. J. Ratzinger, Europa. Races, identidad, misin, Madrid, Ciudad Nueva, 2005, p. 63. Ratzinger, Introduccin al cristianismo, ob. cit., pp. 134-137. En el mismo sentido, afirma: El clculo que va asociado a la cantidad es el mtodo de la realidad no libre. Funciona porque ah nos enfrentamos con lo calculable, lo sometido a las leyes y lo necesario. Si la moral es el mbito de la libertad y sus normas son leyes de la libertad, entonces ese mtodo nos crea aqu problemas, pues nos deja perplejos ante lo que es propiamente humano. () No se puede reducir el conocimiento moral al modelo general del conocimiento entendido como clculo y combinacin de magnitudes constatables que, mediante la repeticin, se hacen comprensibles, aun cuando de esa manera se puedan sin duda obtener una serie de importantes informaciones sobre el hombre y sobre el mundo. () Slo al precio de eliminar lo propiamente humano se podra meter la cuestin de la moral en el cajn comn de los mtodos (Ratzinger, La fe como camino, ob. cit., pp. 39-40). Ratzinger, Una mirada a Europa, ob. cit., p. 119.
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de progreso. El progreso es la verdad. Mas, con esta aparente elevacin, se desmiente y anula a s mismo; pues cuando no hay direccin, la misma cosa puede ser tanto proceso como retroceso26. Ratzinger propone tres indicaciones para mejorar el futuro de nuestra sociedad: que predomine la tica sobre la poltica; rescatar el carcter imprescindible de la idea de Dios para la tica; y, en primer lugar, la necesidad de rechazar la fe en el progreso. El cardenal bvaro ofrece una visin de la libertad que, en lugar de pensar en un futuro impredecible, compromete el presente, que es donde est el campo de la accin poltica: debemos aprender a decir adis al mito de las escatologas intramundanas, pues servimos mejor al maana si somos buenos hoy y si somos responsables ante aquello que, tanto hoy como maana, es el bien27. En este punto del razonamiento nos encontramos de nuevo ante el diagnstico pesimista de Szczypiorski sobre el fracaso de la mquina de vapor de la Ilustracin: ya sabemos lo que es mentira, al menos en su vertiente marxista. Pero hace mucho que no sabemos lo que es verdad, por lo que se intensifica el escepticismo y el temor a que no existan ni la verdad, ni el derecho, ni la rectitud; aumenta el miedo a que debamos contentarnos con ordenamientos mnimos, consensuados, a ticas de mnimos que pueden resultar intiles, como sabemos por experiencias recientes en tantas partes del mundo. Ahora se refuerza el carcter anrquico de la libertad, porque las formas comunitarias de la libertad no nos satisfacen: No se cumplieron las grandes promesas, formuladas al inicio de la Edad Moderna (). Este interrogante cuestiona los fundamentos mismos. Se trata de saber qu es el ser humano y cmo puede vivir rectamente en cuanto individuo y en cuanto miembro de una sociedad28.
26 J. Ratzinger, Verdad, valores, poder: piedras de toque de la sociedad pluralista, Madrid, Rialp, 1995, p. 61. Cfr. Benedicto XVI, Spe Salvi, 2007, nn. 16-23. Ratzinger, Una mirada a Europa, ob. cit., p. 150. Sobre la importancia de tener presentes los lmites del progreso y de evitar falsas huidas hacia el futuro cfr. Ratzinger, Europa. Races, identidad, misin, ob. cit., p. 62. Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, ob. cit., p. 210.
Ratzinger resume sus investigaciones sobre el origen de nuestros problemas y propone nuevas respuestas: deja claro que la crisis de la historia de la libertad, en la que nos encontramos, se basa en un concepto de libertad que no se ha aclarado. En primer lugar, ese concepto se ha aislado de otros de los cuales es inseparable como la verdad, el bien, la justicia, la responsabilidad y con esa maniobra se ha falsificado. En segundo trmino, el concepto de libertad tambin se ha restringido: se ha reducido a derecho individual. A travs del fallido intento del endiosamiento, se le ha arrebatado su verdad humana: En el fondo, detrs de ese deseo de libertad radical propio de la Edad Moderna se encuentra claramente la promesa seris como dioses (). La meta implcita de todos los movimientos modernos a favor de la libertad es la de ser finalmente como un dios, no depender de nada ni de nadie, no ser limitado por ninguna libertad ajena29. Sin embargo, los radicalismos modernos terminan rebelndose contra el propio ser humano, contra la verdad y por tanto nos conducen al infierno que denunci Sartre. Con esto queda claro que la libertad est ligada a una medida, que es la medida de la realidad: est ligada a la verdad30. ste es, precisamente, el tema del siguiente apartado, con el que concluimos nuestro estudio.
Libertad y verdad
En un ensayo sobre la libertad en la Academia, Ratzinger resalta que el centro del debate actual es que los seres humanos son capaces de consenso porque existe una verdad comn31. La libertad pertenece desde el prin29 30 Ibdem, p. 212. Ibdem, p. 214. Cfr. asimismo: Ratzinger, La fe como camino, ob. cit., p. 20. Ms adelante se pregunta cmo aprender a vivir correctamente en libertad. Y demuestra que el peligro de sustituir la libertad por el capricho colectivo slo se puede evitar si la libertad encuentra su medida interior, reconocindola libremente como la ordenacin de su esencia. Esta medida es la verdad. Y la verdad, que orienta nuestra accin, se encuentra en nuestro ser humano en cuanto tal. Nuestra esencia, nuestra naturaleza, que deriva del Creador, es la verdad que nos instruye. Este hecho lo expresa, entre otros, el trmino ley natural, cfr. ibdem, p. 58. J. Ratzinger, Natura e compito della Teologia: il teologo nella disputa contemporanea: storia e dogma, Milano, Jaca Book, 1993, p. 35. Cfr. tambin Eslava, E., Verdad, consenso y pluralismo, en Palabra-Clave, v. 6, 2000, pp. 151-160.
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cipio a la esencia del conocimiento cientfico y de su bsqueda de comprensin. Por eso, en este mbito, libertad significa esencialmente, en primer lugar, que ella es la posibilidad de considerar, indagar y afirmar todo lo que es digno de consideracin, indagacin y afirmacin en la bsqueda de la verdad. Pero cul es el fundamento, la justificacin de una libertad que puede ser tan peligrosa? La nica respuesta satisfactoria es que la libertad en s misma es tan preciosa que es la nica que puede justificar ese riesgo. Slo de este modo se puede superar la lgica contractualista y, al mismo tiempo, el problema de la legitimacin misma de nuestra sociedad. Precisamente por esa dignidad de la libertad hay que garantizar su valor autnomo. En palabras de Pieper, el factor determinante de la academia es vivir libre de las condiciones de cualquier instancia utilitarista32. Si la verdad no es un valor en s misma, independiente de los resultados, la nica medida para el conocimiento ser la utilidad. Por tanto, no tendra la propia justificacin en s misma, sino en los objetivos para los que sirve: Si el hombre no puede conocer propiamente la verdad, sino slo la utilidad de las cosas, entonces el consumo ser el nico parmetro de todo hacer y pensar, el mundo se reducira a material para la construccin33. En relacin con los desarrollos histricos que hemos visto en los apartados anteriores, podemos concluir que la verdadera alternativa para nuestro momento histrico es: o la libertad del poder democrtico o totalitario o la libertad de la verdad. Pero hay que tener en cuenta que una libertad del poder que no est regulada por la verdad se convertir en dictadura del utilitarismo. En un mundo en el cual la verdad va desapareciendo, esto significara la esclavizacin del ser humano bajo una apariencia de libera32 33 Ratzinger, Natura e compito della Teologia, ob. cit., p. 36. Ibdem, p. 37.
cin. Slo somos libres cuando la libertad tiene valor en s misma, cuando percibirla es ms que pura capacidad funcional y tiene prioridad respecto a cualquier resultado. Y slo la libertad en la verdad es por eso verdadera libertad34. El ncleo de estas ltimas reflexiones es que la libertad se relaciona con la verdad y se justifica si existe con esta finalidad, sin dirigirse a los resultados. Sin mayores aspavientos, Ratzinger hace entonces un llamado a una nueva revolucin: resistir frente al dogma del cambio continuo, de la manipulacin integral de la realidad. De esta manera pretende garantizar la salvaguarda del ser humano, la conservacin y restauracin del mundo35. Las conclusiones de este razonamiento son lgicas pero novedosas para nuestro tiempo: si el ser humano se hace verdadero si se orienta a la verdad ms que a los dogmas del cambio continuo y de la manipulacin integral de la realidad, tambin se hace bueno, y as tambin el mundo en torno a l se hace verdadero y bueno36. Los seres humanos que se dejan guiar y purificar por la verdad no slo alcanzan su propio ser, sino el de los dems. Por eso, acercarse a la verdad significa disciplina, obediencia, humildad. De este modo tambin es posible denunciar las parodias de la libertad que la confunden con la pretensin de manipulacin universal. Acercarse a la verdad ayuda a vencer el equvoco que confunde la libertad con la ausencia de vnculos. La verdad es fecunda justo porque es amada por s misma, sin segundas intenciones. El ltimo paso en el razonamiento sobre libertad y verdad pone en juego la pregunta de Pilatos: Qu es la verdad? Y cuestiona las consideraciones anteriores: De qu depende
34 35 36 Cfr. Ibdem, p. 38. Cfr. Ibdem, p. 39. Seguramente este razonamiento est en el origen del n. 41 de la Encclica Deus Caritas Est: al hablar de Santa Mara, dice que el programa de su vida es no ponerse a s misma en el centro a diferencia del programa de la Ilustracin, sino dejar espacio a Dios, a quien encuentra tanto en la oracin como en el servicio al prjimo; slo entonces el mundo se hace bueno. (nfasis aadido).
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Euclides Eslava
que el hacerse verdadero signifique hacerse bueno? Qu significa que la verdad es bien o, ms an, que es el bien? De qu depende que ella valga por s misma, sin que deba justificarse mediante ulteriores objetivos? Todo esto adquiere un valor efectivo slo si la verdad tiene por s misma su propia dignidad: si posee ms ser que todo lo dems; si es el fundamento del cual dependo yo mismo. Y de este modo, al considerar a fondo la esencia de la verdad, se llega a las inmediatas cercanas de la nocin de Dios. No es posible conservar la autonoma y la dignidad de la verdad de la cual dependen la dignidad del ser humano y la dignidad del mundo si no se aprende a ver en ellas la ntima fisonoma y la dignidad del Dios viviente37.
esencial, no casual. Esto significa que donde se niegan los presupuestos de la adoracin y el vnculo con la verdad, necesariamente termina por aparecer una pseudo-libertad anrquica. Hoy prevalecen esas pseudo-libertades, falsas y falsificadoras, que son la verdadera amenaza contra la autntica libertad. Aclarar la nocin de libertad es hoy una tarea decisiva, si queremos alistarnos para salvaguardar al ser humano y al mundo38. Podemos concluir este anlisis del pensamiento tico de Joseph Ratzinger reiterando su invitacin a abandonar el sueo ilusorio de la absoluta autonoma de la razn utilitaria, pues queda claro que ella necesita apoyarse en las grandes tradiciones religiosas. Si bien es cierto que la razn debe contemplar las religiones con ojo crtico, tambin lo es que debe esforzarse por evitar las enfermedades de la religin. Y la ms peligrosa patologa consiste en su rechazo, como demuestran los sistemas ateos de la Edad Moderna: Donde se niega a Dios, no se edifica la libertad sino que se la priva de su fundamento y se la distorsiona. () Si no hay verdad acerca del ser humano, el ser humano tampoco tiene libertad. Y slo la verdad hace libres39.
Conclusin
La primera Academia platnica fue una institucin para el culto de las musas. La libertad que se concibe en relacin con la verdad no puede existir sin reconocer y venerar la divinidad. La propuesta ilustrada de romper con esa dependencia fracas: no slo no cumpli las promesas, sino que termin pagando un precio demasiado alto como los campos de concentracin de diverso cuo por los frutos positivos que tuvo. Frutos que, adems, ya formaban parte de la relacin metafsica entre libertad y verdad. La libertad de la tirana del utilitarismo se puede fundar y permanecer como tal slo si hay algo que efectivamente se sustraiga al uso y a la propiedad de los seres humanos: si hay un derecho de propiedad ms alto que haga valer la intangible instancia de la divinidad. Para Platn, que formul por primera vez en trminos filosficos la libertad en la verdad, ella se relaciona con la veneracin y el culto de modo
37 Ratzinger, Natura e compito della Teologia, ob. cit., p.40. En otro lugar aade: En definitiva, el problema poltico, el problema filosfico y el problema religioso de la libertad han llegado a ser un conjunto insoluble. Aquel que busque caminos hacia el futuro deber tener bien presente todo el conjunto, y no podr contentarse con pragmatismos superficiales (Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, ob. cit., p. 210). A la misma conclusin llega, con otros razonamientos L. Polo en Lo radical y la libertad, Pamplona, Cuadernos de Anuario Filosfico, 2005.
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38 Ratzinger, Natura e compito della Teologia, ob. cit., p. 42. Ratzinger se basa, para estos comentarios, en el captulo Qu es acadmico?, del libro de J. Pieper, El ocio y la vida intelectual, Madrid, Rialp, 1998, pp.173-212. Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, ob. cit., p. 222.
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