Guia de Pesca en El Mar
Guia de Pesca en El Mar
Guia de Pesca en El Mar
En la mar, al igual que en tierra, hay especies depredadoras y otras que son, básicamente, presas. Aunque
esto resulte un poco simplificador, puesto que una misma especie puede -y a menudo es- presa y depredador
al tiempo, asumiremos este esquema con objeto de facilitarnos las cosas.
Del mismo modo, podríamos decir que la mayoría de los grandes predadores son nocturnos o prefieren cazar de
noche. Las presas, básicamente, herbívoras, suelen optar por el régimen diurno, salvo algunas especialmente
adaptadas a la oscuridad.
Muchas de las potenciales capturas del pescador deportivo de costa mantienen su actividad tanto de día como
de noche. No obstante, es a partir del ocaso cuando se capturan la mayoría de los grandes peces con caña en
aguas costeras.
Sin embargo el pescador con material ligero, dirigido a pequeñas piezas -como es el clásico "corchero" que
vemos cualquier tarde soleada en el puerto-, emplea las horas diurnas para acometer su empresa. Pesca un
montón de pececillos de modestas dimensiones, pero que pueden proporcionar tanta satisfacción como cualquier
otro, y, sin duda, aseguran la diversión. Mucho más entretenido, desde luego, que el que se afana por capturar
grandes doradas en la soledad de la playa nocturna.
Ahora bien: si pretendemos capturar grandes
ejemplares con caña desde la costa, siempre es más
recomendable intentarlo de noche, a no ser que
nuestro objetivo sean los mugílidos o los mayores
ejemplares de maragota o durdo, que pueden alcanzar
un tamaño respetable.
En este apartado encontraríamos factores tales como la excesiva presión humana sobre los ejemplares adultos
de especies muy perseguidas, o circunstancias naturales, como podrían ser la concentración de ciertos alimentos
naturales en determinados momentos.
Como ejemplo, pongamos el caso de la lubina, un pez que caza tanto con luz intensa como de noche, aunque a
menudo se muestre más activa durante el amanecer y el ocaso.
Pues bien, la lubina, cuando no es excesivamente
molestada por el hombre, podrá ser pescada a
cualquier hora, independientemente de su tamaño. Sin
embargo, observamos que los grandes ejemplares se
aventuran en los lugares, digamos, humanizados, sólo
de noche o con el agua muy turbia. Suponemos que
este comportamiento viene dado por adaptación, como
si el pez tomase ciertas precauciones a sabiendas de la
presencia del hombre en sus cazaderos habituales.
Tan pronto comienzan las angulas a arribar a la costa, las lubinas -y los reos- se concentran en las entradas de
las rías y sus inmediaciones esperando a que este manjar comience a remontar los ríos. Dado que las angulas lo
hacen únicamente de noche, la actividad nocturna de las lubinas crece acorde con el ritmo de entrada de las
anguilitas, sin duda uno de sus alimentos preferidos.
Pero también existen especies cuyos hábitos alimenticios son exclusivamente -o casi- nocturnos o diurnos.
Veamos un pequeño cuadro con los peces más frecuentes del pescador deportivo de costa. Conviene tenerlo
siempre presente a la hora de planificar una jornada de pesca.
Salmonete
Mojarra
Sargo común
Tordo o serrano
Cabra o cabrilla
Lubina
Congrio
Cabracho
Dorada
Mugílidos
Mero y cherna
Julia o doncella
Durdo o maragota
Herrera o perla
La influencia de la luna sobre la pesca
Es un hecho asumido por muchos pescadores que las fases lunares inciden en la
actividad de los peces y, por lo tanto, en la pesca. Pero, ¿hasta qué punto esto tiene un
fundamento real y puede ser utilizado para pescar con más éxito? ¿O se trata
simplemente de una tradición o creencia sin ninguna base científica? No hay por el
momento estudios concluyentes, pero en lo que todos estaremos de acuerdo es que, en
ocasiones, los peces pueden comportarse como unos seres auténticamente lunáticos...
Los peces viven en un medio sujeto a la acción gravitatoria de la luna y el sol, siendo el
reflejo más evidente las mareas, cuya intensidad depende de la fase lunar. Varias
investigaciones han demostrado que las fases lunares afectan a una gran variedad de
animales marinos, pero en la mayoría de los casos se ha comprobado que los cambios en
el comportamiento se deben a cambios en la intensidad de las mareas, y no a la
influencia directa de las fuerzas gravitacionales o electromagnéticas sobre los
organismos. En un medio marino sujeto a la acción de las mareas, muchos animales
acomodan sus períodos de alimentación a la cadencia de las mismas. Además, los ciclos
de reproducción de algunas especies de invertebrados y peces están coordinados por la
fase lunar, de manera que la puesta la realizan únicamente durante períodos muy
concretos, normalmente coincidentes con las lunas llena y nueva. Lógicamente, los
depredadores aprovechan las concentraciones masivas de estos animales para
alimentarse frenéticamente.
Tablas solunares
A lo largo de los 27,3 días que tarda la luna en completar una evolución completa a la
Tierra, se producen períodos mayores y menores de fuerzas gravitatorias sobre la
superficie terrestre, que desde hace tiempo se han utilizado para elaborar unos
calendarios llamados tablas solunares, donde se especifican estos períodos. Según la
teoría de los períodos solunares, en esos momentos que duran de una a dos horas, se
producen picos en la actividad de muchas especies, especialmente las de vida acuática.
Basándose en estadísticas elaboradas con datos de capturas, al parecer la proporción de
capturas puede duplicarse o triplicarse durante los horarios solunares, en especial
cuando se trata de peces de gran tamaño. Los días de luna llena y luna nueva, junto con
los tres días previos y posteriores, son períodos en los que la influencia solunar es más
intensa, lo que en teoría produce un incremento en la intensidad de las horas de
actividad solunar. Si bien las estadísticas muestran una tendencia a que los mejores
momentos teóricos para pescar son los que producen las mejores capturas, con criterios
científicos no se puede demostrar que esta tendencia sea significativa.
A falta de estudios más concluyentes, se puede asegurar que las fases lunares ejercen
una influencia directa sobre la actividad alimentaria de los peces, y por ello los
resultados de la pesca pueden variar en función del momento del ciclo lunar. Sin
embargo, una relación más directa, tal y como propone la teoría de las tablas solunares,
no tiene por ahora una confirmación científica. La realidad es que los peces viven en
unos ambientes donde el alimento es limitado, de manera que se alimentan siempre que
tienen oportunidad de hacerlo, esté o no la luna en posición favorable. Puesto que la
caza gasta mucha energía, los depredadores adaptan sus ritmos de alimentación a los
momentos en que son más eficaces capturando presas. La gran diversidad de situaciones
que se pueden dar en una masa de agua, como el tipo de hábitat, presas presentes,
condiciones meteorológicas, etc. hace que los períodos solunares, si realmente afectan al
comportamiento de los peces, queden enmascarados por la personalidad específica de
cada lugar.
En las aguas continentales, los cambios de nivel de agua debido a la luna son mucho
menores que en el mar, de hecho, son imperceptibles. En este caso, la posible acción de
la luna sobre los organismos acuáticos debe ser más sutil y relacionada con otros
mecanismos. Entre éstos, cabe citar que algunas especies de insectos utilizan las fases
lunares para sincronizar la emergencia de los adultos, lo cual sin duda debe tener su
influencia sobre los peces que de ellos se alimentan.
En cambio, la visión del lucio requiere algo más de luz, de manera que muy raramente
se alimenta ni en las noches más claras. En cierta manera, la intensidad luminosa que
produce la luna podría compararse con la de la puesta y la salida del sol, momentos en
los que los peces depredadores son más eficaces en la caza de presas. El resultado es,
por lo tanto, que los ritmos de alimentación y el comportamiento de los peces puede
variar periódicamente según la fase lunar.
Aparte de estas consideraciones de tipo general, hay quien va más allá y afirma que la
luna ejerce una influencia directa sobre el comportamiento de los peces y otros
organismos, produciendo unos períodos llamados solunares que alternan momentos de
gran actividad seguidos de otros de poca o nula actividad.
Pesca a flotador o al coup
En la mar siempre se ha pescado con flotador. Sobre todo especies de talla discreta, han sido
tradicionalmente perseguidas mediante esta técnica.
No obstante, la pesca en agua salada con boya ha evolucionado menos que su homóloga en agua dulce y,
mientras los pescadores de lagos ríos y pantanos adoptaban las técnicas más refinadas provenientes de Europa
y USA, los pescadores de mar continuaban empleando los mismos aparejos y montajes que habían utilizado
durante las últimas décadas. Esto, por fortuna está cambiando y cada vez son más los pescadores de mar que
se aventuran con montajes sofisticados y equipos ligeros y sensibles para pescar a flotador.
Incluso, algunos, no hablan ya de pesca a boya o a flotador, sino que se descuelgan con términos como "a la
inglesa" hasta hace muy poco tiempo patrimonio exclusivo del agua dulce.
Lo cierto es que esta evolución de los sistemas de
pesca tradicionales está incidiendo positivamente en el
número de capturas, pero, sobre todo, en la
satisfacción de los pescadores. Y tenemos que hablar
de satisfacción porque este tipo de equipos y de
montajes, proporcionan mayores sensaciones, sobre
todocuando capturamos minitallas o peces de pequeñas
dimensiones.
Sabemos que la mayoría de las especies que perseguimos son de escasa talla y que, básicamente, serían:
lábridos, pequeños espáridos, e incluso, si hacemos rozar el cebo a ras de suelo, blénidos, salmonetes y
góbidos.
Por tanto, nuestro aparejo debe fondear lo suficiente
para quedar, como mucho, a una braza del fondo, a no
ser que pesquemos entre las rocas o al lado de la pared
de un muelle.
Por tanto, lo lógico será emplear el montaje que más se ajuste a las necesidades o a los hábitos del pez que
pretendamos capturar, y que, al mismo tiempo, nos proporcione el máximo control sobre la picada. Adoptar las
técnicas más desarrolladas en la pesca a boya, puede ser entonces imprescindible.
Por otra parte, a menudo observamos cómo los pescadores de mar en general y los de flotador en particular,
practican su afición muy mal pertrechados del equipo necesario. Esta situación contrasta con sus homólogos de
agua dulce, provistos a veces hasta la exageración de todo tipo de aperos de pesca. Pero, en este deporte, suele
ser mejor pasarse que quedarse corto, pues nunca se sabe a qué situación nos vamos a tener que enfrentar.
Por lo pronto, habría que hacer una lista, digamos, de
complementos, que todo pescador de mar a flotador
debería llevar consigo en cada jornada de pesca:
- Sacadera adecuada
- Por lo menos otro tipo de cebo de repuesto o para
alternar.
- Terminales o hilos de distintos diámetros.
- Varios tamaños de anzuelos, plomos y boyas.
Juan Bautista García Pérez-Castejón nos introduce en la pesca al coup en la mar, extraído de su esperado
libro "Cuaderno de pesca. Modalidades y técnicas avanzadas de pesca en mar."
La modalidad de pulso (coup) consiste en lanzar, clavar y recuperar un pez con una caña desnuda a la que
hemos colocado un sedal anudado a la puntera. La base principal de esta modalidad es el cebado de la zona, ya
que sin él, difícilmente podremos obtener alguna captura. Esta modalidad, como casi todas, tienen su origen en
agua dulce, pero ha tomado un tremendo auge en el mar, sobre todo en los puertos y zonas rocosas.
Este tipo de pesca propicia sentir la picada de los peces directamente en la puntera de las cañas. Por ello se
fabrican sin anillas y sin porta carretes, porque el pescador de coup mantendrá la caña en la mano y clavará la
pieza en el momento que advierta la picada.
El coup o pesca a pulso es una modalidad que se puede practicar en cualquier sitio, siempre y cuando nos
encontremos cómodos en el lugar elegido. Cuando la practicamos dentro de los puertos, la meteorología apenas
influye en su desarrollo. Pero, sin embargo, cuando la practicamos fuera de las zonas abrigadas o resguardadas
del viento, descubrimos que se hace más difícil y más pesada. Por ello, considero que debemos primero saber
distinguir el estado del mar, antes de decidirnos por una zona u otra. Por ejemplo: Cuando el mar está como
una balsa de aceite o un espejo y apenas hay viento, se dice que está en calma (calma chicha). Cuando
aparecen pequeños rizos superficiales y acompañados de una ligera brisa, se dice que hay ventolina (rizado).
Cuando ya empiezan a aparecer pequeños borreguillos por encima de la superficie marina y la brisa empieza a
convertirse en viento, se dice que hay marejadilla.
Cuando estos borreguillos se convierten en crestas de
espuma y las olas empiezan a ser más largas, se dice
que hay marejada (brisa fresca). Cuando la fuerza del
viento es mayor y las olas empiezan a ser escarpadas y
muy largas, se dice que hay fuerte marejada
(frescachón).
Cañas.
Con relación a las cañas, el mercado es muy extenso,
ya que podemos encontrar varios tipos: telescópicas y
enchufables.
Los materiales con que se fabrican estas cañas son muy diversos: desde el carbono, grafito, kevlar o fibra de
vidrio, hasta el titanio. Pero hay tener en cuenta que, a mayor longitud, mayor peso; por ello el material que
debemos elegir para este tipo de caña será siempre muy liviano, descartando las más pesadas. Con respecto a
la acción, son parabólicas, con repartición a la puntera, pero, al mismo tiempo, algunas son de acción más
rápida, debido a que el pescador debe clavar la pieza en el momento de advertir la picada.
Las pruebas de flexibilidad que tenemos que hacerle a una caña para saber si es buena, son varias. Por ejemplo:
Debemos colocar la caña extendida horizontalmente, con la puntera a unos 20 ó 25 cm. del suelo y propinar un
fuerte golpe de muñeca hacia arriba. En esta maniobra se observará que la puntera debe subir y bajar
rápidamente hasta rozar el suelo, y de esta forma se observará la flexibilidad que tiene la puntera. Otra de las
pruebas que se pueden realizar es la de flexibilidad del arco. Ésta, la realizaremos simplemente anudando un
sedal a la puntera y tirando hacia abajo. De esta forma, observaremos el arco que se produce y se determinará
la resistencia que tiene la caña.
Mientras llevamos a cabo lo anterior, la caña no debe hacer ningún ruido extraño. Por otro lado, cuando
realicemos estas maniobras, nunca las haremos con brusquedad, sino que simularemos los distintos tirones que
puede producir un pez.
Sedales.
En esta modalidad los sedales más usados son aquellos que contienen en su fabricación un alto contenido de
teflón o coramida, ya que todo el aparejo dependerá directamente de él. Con relación al diámetro más utilizado,
oscila entre el 0.16 mm. y el 0.22 mm., utilizando siempre los sedales más finos según el estado del mar y en
función de la especie que se pretenda pescar.
Otra de las cosas que debemos tener en cuenta, es que nunca pondremos el sedal más largo que la longitud de
la caña, porque si tenemos la fortuna de clavar alguna pieza considerable, ésta hará que la caña se arquee y, si
dicha longitud es mayor, será imposible sacar la pieza del agua, e incluso nos costará mucho trabajo introducirla
en el salabardo.
Por norma general, el bajo línea será siempre confeccionado directamente con la línea madre, ya que muy pocas
veces se utiliza mosquetón, porque, muchas veces, es divisado por los peces, haciendo que estos ni se acerquen
al cebo.
Plomos:
En esta modalidad, las plomadas están siempre determinadas por el tipo de flotador que se usa. Por norma
general, los plomos más usados son los de guisante o perdigón, que nos sirven para plomar el flotador. Aunque,
a veces, se pueden sustituir dichos plomos por otros que también harán la función buscada, pero de
dimensiones y pesos distintos. Uno de los más utilizados, aparte de los anteriores, es el de torpedo -pero con
muy poco peso-, e incluso los de pera taladrados.
Anzuelos:
Flotadores:
Los materiales de fabricación son muy variados, desde la madera de balsa hasta el plástico, pasando por el
corcho natural o artificial. Su fabricación es muy sencilla: primero se confecciona el cuerpo según el diseño que
se elija; más tarde se perfora por el centro o se le colocan unas pequeñas anillas por fuera según sea el
modelo; una vez hecho esto, se le coloca la antena y se pinta. Los modelos fabricados son muy variados, porque
pueden tener forma de dardo, flecha, trompo, redondos, cónicos, o incluso en forma de huevo, y en diferentes
tamaños y pesos, desde los 2 gr. hasta los 200 gr.
Terminales:
El terminal para esta modalidad se suele hacer siempre en su forma directa, ya que, de lo contrario, o sea,
indirecta, el mosquetón se vería mucho, haciendo que los peces desconfíen del cebo. El terminal está
condicionado por la especie que se pretenda pescar; aparte, hay que tener en cuenta que el flotador no debe
nunca hundirse por el peso del cebo y los plomos, ni tampoco debe quedarse acostado encima del agua.
Si buscamos especies que se dediquen a comer en la zona de mayor claridad, como es la superficie, deberemos
usar flotadores que coloquen nuestro cebo ahí, pero siempre y cuando sea de la forma más natural posible. Si,
por el contrario, el pez acostumbra a comer a fondo, deberemos utilizar aquellos que se puedan lastrar con
bastante peso, para que, al caer al agua el cebo, se vaya rápidamente al fondo y no sea atacado por los peces
pequeños que se alimentan a media agua o en la superficie.
Cebos:
Si pudiéramos preguntar a todos los pescadores que utilizan esta modalidad, observaríamos que todos tienen en
común la masilla como cebo principal, porque en esta modalidad no se efectúan lanzamientos fuertes que
pueden hacer que de desprenda del anzuelo, y porque el cebo es muy parecido al engodo que preparamos a
base de pan. Pero ello no quiere decir que siempre utilizaremos la masilla como cebo principal, sino que también
debemos utilizar otros tipos, desde lombrices, asticot o pan francés, hasta sardina e incluso patas de calamar.
Lance pesado: aspectos a tener en cuenta.
El lance pesado es una técnica en la que, aparte de la importancia que tiene que el lanzado sea lo más
correcto posible, tanto en su ejecución como en su precisión y suavidad, hay que cuidar otros
aspectos, como son los aparejos y los cebos que empleemos.
Salvo en los casos en los que lancemos a un punto concreto –por ejemplo a una hondonada o una barra, o a
cualquier lugar favorable pues le suponemos abundancia de peces- lo normal será lanzar nuestro aparejo cuanto
más lejos mejor.
Para ello debemos ejecutar el lanzado con fuerza y habilidad para conseguir distancias largas. Además, es
conveniente que el plomo sea lo suficientemente pesado y la caña lo suficientemente larga, pero, en cualquier
caso, que vayan en consonancia. Es fundamental el equilibrio entre caña, carrete y el peso que lancemos.
Tampoco debemos descuidar el estado del sedal y que la bobina del carrete se encuentre totalmente llena.
Sobra decir que las anillas deben estar perfectamente alineadas y pulidas para ofrecer el mínimo rozamiento
posible.
Entre los cebos aptos para ser lanzados, está la gusana de mar en casi todas sus variedades, los moluscos
bivalvos, con o sin concha, y los cangrejos y otros crustáceos pequeños o en trozos.
También los trozos de calamar y, si tenemos cuidado al encarnar, los cebos más olorosos como las sardinas y
otros peces. Aunque algunos utilicen el pescado en salmuera, e incluso, congelado, nosotros optaremos siempre
que sea posible por el pescado fresco y, cuanto más fresco, mejor.
La creencia de que el pescado un poco pasado puede resultar más atractivo por despedir un aroma, digamos,
más penetrante, es totalmente infundada. No pongo en tela de juicio que huela más, pero no hay que confundir
mayor olor con peor olor.
Los peces distinguen perfectamente el tufo de la carnada pasada, y habrán de estar muy hambrientos y
desesperados para atacar este tipo de cebo. Por otra parte, el pescado bien fresco es el más resistente, y, por
tanto, el que mejor aguantará en el anzuelo.
Este es otro punto interesante para el aficionado, que a veces sólo se preocupa del lanzado y no piensa en que
su cebo ha de estar luego en el agua de la mejor manera posible. Dado que las corrientes producidas por el
oleaje y la resaca suelen ser fuertes, conviene resaltar la importancia de que el cebo aguante bien las
embestidas del agua y se mantenga en su posición original, minimizando el fenómeno adverso que constituyen
los golpes de mar para la sujeción de la carnada en el anzuelo. Por eso, lo mejor será emplear cebos que
mantengan cierta consistencia y anzuelos lo suficientemente grandes como para que quede bien sujeto el
bocado.
Respecto al cebado previo de la zona de pesca, aunque
algunos autores e incluso reputados aficionados así lo
aconsejen, la experiencia nos demuestra que esta
práctica no se puede generalizar en el surf casting y
sólo debe ser tenida en cuenta en condiciones muy
específicas, como cuando la mar está muy bella o
lanzamos a un lugar cercano a la orilla y que, por esa
razón, sea susceptible de ser alcanzado por nuestro
macizo o engodo.
Por último, un aspecto determinante y que muchos descuidan, es la manera de entrar en el agua que tiene el
aparejo. De nada valdrá haber alcanzado la mayor distancia posible o haber colocado nuestra carnada con
precisión en esa barra tan querenciosa, si el aparejo cae desordenado. Me explico: durante el lance, muchas
veces, el plomo tiende a situarse por delante de las hijuelas de los anzuelos que rematan el aparejo. De caer al
agua así, el resultado es un más que previsible enredo. De nada sirve un aparejo enredado. De ahí que debamos
vigilar el aparejo mientras vuela, para que penetre en el agua de forma que quede en banda, en posición
correcta para pescar.
Hay muchas técnicas para la pesca en la mar, pero el lance pesado, es sin lugar a dudas, la modalidad
deportiva más empleada.
En la pesca al lance pesado debemos controlar a la perfección, además del tipo de especies y el tamaño de los
ejemplares que deseemos capturar, el tipo de fondo con el que nos encontramos. Un sabio aficionado me solía
comentar que el fondo dice mucho de lo que se puede pescar y de cómo se puede pescar, y así es. Si estamos
lanzando en la playa, sabemos que, frente a nosotros se extiende un desierto de arena, sin accidentes en el
fondo ni nada que pueda hacer peligrar nuestro aparejo.
En consecuencia, podemos lanzar lo más lejos posible e ir cobrando poco a poco el aparejo, “arando” lentamente
el lecho de arena y dejando un sabroso rastro de olor que los peces seguirán hasta dar con el cebo, que se
desplaza muy lentamente cubriendo un radio de acción muy amplio. Si el fondo es de roca, no conviene tocar la
manivela del carrete más que para tensar la línea acto seguido del lanzado, pues los riesgos de enrocar y perder
el aparejo son evidentes.
Por otro lado, recuérdese que debemos emplear carnada cuyo hábitat se corresponda con el tipo de fondo. De
esta manera, si éste es de arena, podemos encarnar con un cangrejo verde, uno de arena, navajas, chirlas,
almejas, berberechos o cualquier tipo de anélido (la gusana de mar es un cebo casi universal y óptimo en todos
los fondos de arena o fango). Si, en cambio, pescamos sobre la roca, darán mejor resultado otros cebos más
propios de ese ecosistema.
Además, en un fondo liso y regular, de arena o de fango, el anzuelo debe ir en el extremo de la línea y
descansar sobre el mismo lecho. Pescando sobre roca –frecuentemente accidentada y con algas- lo más
conveniente es que el plomo se sitúe al final de la línea y que el/los anzuelos estén a un par de pies por encima
de éste. De esta forma, conseguiremos que nuestro cebo sea más visible y aparente, más móvil y oloroso, que
si queda a ras de suelo, tapado por las algas o dentro de una grieta, y se lo pondremos más fácil al pez en
cuanto a su localización.
Para pescar con esta técnica, es preferible usar pesadas
cañas de lanzado de una potencia superior a los cien
gramos y un poderoso carrete. Lógicamente, no
podremos mantenerlas en la mano –aparte de que
solemos trabajar con varias cañas a la vez- y por eso
es recomendable proveerse de unos soportes o
sujetacañas, para poderlas mantener sólidamente
clavadas en el suelo.
Dicho así habría que convenir con ellos en que no les falta razón, pero si se analiza esta modalidad de pesca,
nos daremos cuenta de que, una cosa es lanzar dentro del puerto o en un resguardado malecón, y otra es lanzar
en las playas y en las escolleras, donde habitualmente debemos enfrentarnos a las corrientes, al oleaje y otros
aspectos propios de la rompiente que no podemos menospreciar.
Si, en estas condiciones, es decir, con el oleaje y la resaca, lanzamos con una caña ligera que no permita lastrar
el aparejo convenientemente, lo habitual es que nuestro aparejo “baile” sobre el fondo y se convierta en un
objeto liviano que la corriente mueve a su antojo. El previsible resultado es que se enrede y no pesque.
Entonces, a usted, si quiere pescar a fondo en la rompiente, le quedan dos opciones: Una, utilizar un equipo
ligero y pescar sólo los días en que la mar está bella. Dos, proveerse de un equipo que le permita ser utilizado
con pesados lastres –al margen de que luego usted decida montar anzuelos pequeños y cebarlos con gusana
para pescar peces de escasa talla, que puede ser muy divertido y aconsejable- y pescar donde, cuando y como
quiera.
Una objeción: “Oiga, yo no quiero lanzar a donde rompen las olas, porque allí se me enreda el aparejo y es más
incómodo”.
Bueno, usted se lo pierde, pero tenga presente que el oleaje desarrolla una acción, algo así como de rodillo y
rastrillo, y que levanta –amén de muchas partículas inorgánicas- muchos animalillos y materia orgánica, que
quedan temporalmente en suspensión y que sirven de comida a los peces. De otro modo, ¿qué cree usted que
hacen los peces vagando como alma en pena por ese desierto de arena que es el fondo de una playa?
Además, estoy convencido que a los peces tampoco les
divierte el oleaje, ni nadan entre las olas por deporte.
No, los peces no son aficionados al surf ni nada que se
le parezca (los delfines sí, pero ese es otro cantar) y si
explotan la rompiente es siempre por alguna razón,
que suele reducirse a lo más simple y prosaico que es,
ni más ni menos que, como decimos los humanos,
buscarse las lentejas, o los gusanos o los cangrejos o lo
que sea, pero, en definitiva, comer.
El soporte de la caña será de acero inoxidable y, si pescamos en la playa, con el pie de forma espatulada, para
mantenerse más sólidamente en la arena.
Existen en el mercado diferentes tipos de lastres, algunos de ellos especialmente concebidos para ofrecer un
mejor anclaje en el fondo arenoso, e impedir así que ruede el aparejo con los embates de las olas. Tenemos
plomos incluso con pequeños garfios, que ofrecerán gran resistencia a los desplazamientos causados por la
corriente.
Por último, otro elemento indispensable son las botas altas –por encima de la rodilla- de goma, aunque en
determinados lugares o en ciertas condiciones, sería más aconsejable pescar con pantalones de vadear.
Lance pesado - surf casting
Los cebos, tres montajes avanzados
Llega la hora de plantearnos montar unos cebos un poco más elaborados, es decir,
emplearlos de forma que tanto resistan un buen lance como sirvan para atraer mejor a
la pesca. Sobre cebos para la pesca en mar podríamos estar hablando durante mucho
tiempo, pero en esta tercera entrega nos vamos a plantear cómo montar mejor el
calamar, la sardina, las gusanas y titas, e incluso nuestros primeros vivos para pescar
en el rebalaje.
La teoría...
Esto es lo más simple, lo más rápido, lo que
suponemos mejor, pero a menudo lo que peor resulta a la hora de que la pesca lo tome bien,
y ello por dos motivos fundamentales: primero, al lanzar, con la tensión y tracción del
momento del lance y las vibraciones que se producen en el aire mientras vuelan plomo y
embocadura, y segundo, con el impacto en el agua y la caída (con un efecto de torsión
acusado hasta que el plomo toca el fondo), el cebo así montado casi nunca queda “en su
sitio” una vez que descansa en el fondo.
Muchas veces el cebo se desprende incluso en el aire (cebos blandos como la sardina o
gusanas mal prendidas) y en otras ocasiones lo hace al chocar con el agua, pues el impacto
es fuerte, y un cebo medio suelto ya durante el vuelo se acaba soltando o desgarrando en
cuanto toca agua y cae hacia abajo según tira el plomo hacia el fondo.
La solución no pasa por enganchar el cebo retorciéndolo una y otra vez en el anzuelo, pues
al final acabamos con la consistencia de ese cebo y lo que en nuestras manos parece bien
agarrado, o se medio suelta o queda en una forma y disposición que no es del todo efectiva
una vez en el escenario de pesca, allí en el fondo.
Como un calcetín
A continuación le damos la vuelta, dejando la piel hacia dentro,
la carne para fuera y, en el interior -como si fuese el relleno-
ponemos el anzuelo, cuyo arponcillo asomará por uno de los
laterales. Ahora toca sacar la bobina de hilo elástico y, sujetando con cuidado la sardina
vuelta, vamos liando desde la cola hacia abajo unas cuantas vueltas, dando consistencia al
cebo, que se aprieta y queda firmemente unido al anzuelo. Procuremos liar unas vueltas por
encima del nudo del anzuelo (lo notamos al tacto) y otras vueltas por debajo, para que el
anzuelo se sujete mejor y soporte la energía transmitida durante el lance.
Paciencia
No es complicado, aunque en los primeros montajes tal vez tardaremos un poco en lograr
conseguir el resultado que queremos; la sardina así montada no sólo atrae mucho más que
de la forma tradicional, sino que resiste el lance de forma totalmente segura, y en el
movimiento del aparejo en el fondo siempre permanece en su punto ideal para clavar al pez
que entre a comérsela. Además, si queremos aumentar más su atractivo podemos, una vez
terminado el liado con hilo elástico, sumergir el cebo en aceite de sardina, que se compra en
las tiendas de pesca. Como podéis ver vamos a seguir pescando con las mismas sardinas,
pero ¿a qué resultan bastante más atractivas así?
¡Una de calamares!
Con el calamar ocurre algo parecido, pues hay quien coloca una anilla de éste sujeta como
buenamente puede al anzuelo. La verdad, esto es apostar por pescar poco, pues hay exceso
de cebo y de mala presentación, y salvo un congrio o una morena -poco selectivos ambos-
poco podremos esperar. También hay quien emplea una tira cosida, camuflando la punta del
anzuelo al final del todo, lo que, llegado el caso, es desde luego menos malo.
Tira vuelta
Pero el mejor montaje de calamar que se puede emplear es -junto a la cabeza entera del
calamar pequeño, ideal en muchos pesqueros de arena limpia para el róbalo y la baila- la tira
vuelta sobre el anzuelo. Y me explico: abrimos por un lado a lo largo del cuerpo de un
calamar, pequeño o mediano, dependiendo del anzuelo y de la pieza que esperemos
capturar; lo extendemos y cortamos una tira a lo largo, de un par de centímetros, dando un
pequeño corte que no llegue a traspasar hasta la parte externa, sin cortar la piel, que servirá
para sujetar las dos partes, haciendo de “bisagra”, de pliegue.
Luego ponemos el anzuelo y su sedal de forma que el hilo quede en ese pliegue que hemos
“casi” cortado, y el anzuelo se mantenga (al igual que en el caso de la sardina) asomando por
la parte inferior. Lo enrollamos y comenzamos a liar fuerte con el hilo elástico, sin miedo,
pues la carne aguanta bien y el pescado no lo percibe en absoluto. El final, la parte de la tira
que da al sedal de la embocadura, lo afirmaremos bien, al igual que la zona de la patilla del
anzuelo, para que quede bien sujeto.
Mucho mejor
Así podemos lanzarlo con fuerza y a muy buena distancia, siendo un cebo ideal de día y de
noche, válido para róbalos, sargos, doradas, bailas, peces de limón, herreras y un largo
etcétera. En realidad todo lo que deambule por allí entrará a comérselo, seguro.
Titas
Por último vamos a por las titas, el montaje más
sencillo de los tres, muy parecido al que hacemos
con las gusanas, por lo que la forma de realizarlo
será casi idéntica. Ni unas ni otras podemos
pincharlas en el anzuelo sin más, pues pierden
vitalidad, se vacían, y lo que es peor, se
desprenden en el lance o al caer hacia el fondo, y
de quedar colgando de mala manera, si un pez
entra y la engancha por cualquier lado, la arranca
del anzuelo sin llegar a prenderse.
Por ello vamos a comenzar a emplear una aguja hueca que permita ensartar a la gusana o a
la tita por dentro (la tita pequeña o bibi es para mí tal vez el mejor cebo para el surf casting en
la mayoría de los pesqueros, aunque hay excepciones, por supuesto) procurando dañarla lo
menos posible, y sobre todo tratando de no sacar la aguja a través de la piel, sino
aprovechando los orificios naturales de cada extremo.
Cuidadín
Una vez en la aguja (la mantendremos allí el menor tiempo posible) introducimos la punta del
anzuelo en uno de los extremos de la aguja hueca, tensamos el sedal hasta que la aguja se
arquee un poco y vamos empujando la gusana o la tita para ir metiéndola en el anzuelo.
La tita se introduce entera, descansando en la curva del gancho del anzuelo, y la gusana,
dependiendo de la variedad que sea, o la metemos entera también o podemos dejar un tercio
fuera del anzuelo, de forma que al moverse en el fondo atraiga a la pesca; incluso se hacen
montajes con dos o tres gusanas, un “pegote” irresistible para róbalos y doradas.
Máxima
Lo importante en todos los casos es que la tita o la gusana permanezcan vivas mientras
están en el fondo, moviéndose, pues la atracción que ejercen entonces sobre los peces es
tremenda. Aquí dejamos estos comentarios sobre los cebos; recordemos que tenemos
mucha variedad, que debemos ir probándolos para concretar los pesqueros y peces más
dados a entrar a tal o cual cebo, y a la vez ir descubriendo cuáles se adaptan también mejor
a nuestra forma de pescar y a los peces que normalmente perseguimos.
El surf casting es quizás la técnica más empleada por los aficionados a la pesca de mar desde tierra, sobre
todo porque España cuenta con muchos km. de playa donde podemos practicarlo.
Aunque para los más puristas el surf casting es la pesca al lanzado pesado en la rompiente, para la gran
mayoría surf casting significa simplemente la pesca a fondo desde la orilla de la playa, al margen de que haya
oleaje o no.
Sin embargo, nuestro país presenta dos tipos de playas muy diferentes que serían, básicamente, las
atlánticas/cantábricas y las mediterráneas.
Por eso, lo primero que debemos hacer es diferenciar bien ambos espacios y entender el funcionamiento de cada
uno de ellos.
En el caso del Atlántico o del Cantábrico, la mayoría de las playas se transforman en grandes planicies de arena
durante la bajamar, especialmente aquéllas que tienen poca pendiente.
Por tanto, si lo que pretendemos es pescar en una playa cantábrica o atlántica, deberemos ser conscientes de
este fenómeno y prepararnos para actuar sobre un territorio que queda al descubierto y después “se llena” de
agua.
Las playas que sufren grandes oscilaciones de tamaño a causa de la marea, suelen tener además grandes
corrientes por el desplazamiento de las masas de agua, y constituyen un paraje apropiado para varios tipos de
pesca, puesto que muchos peces se adentran tan pronto como la profundidad de agua se lo permite en ese
desierto que forma la playa en marea baja.
Con la bajamar, la playa ofrece un aspecto monótono, el de una gigantesca superficie de arena, sin vegetación,
y surcada sólo ocasionalmente por algún regatillo de agua, que en los puntos más bajos puede formar “piscinas”
de poca profundidad y aguas transparentes.
En este aparente desierto, hay, sin embargo, una gran biodiversidad. Aparte de aves limícolas, que esperan la
bajada de la marea para recorrer la planicie recién liberada por la mar, encontramos un montón de animales que
se refugian bajo la arena (navajas, berberechos, almejas, cangrejos de arena o comunes, diversos tipos de
anélidos, etc.) y que constituyen el alimento de los peces que están esperando que suba la marea, es decir, que
recorren el camino inverso al de las aves.
Además, el oleaje propio del Atlántico se reduce sustancialmente en este mar cerrado, y el agua es más
cristalina y salada, y sujeta a cambios de temperatura más considerables. Aun así, las especies que
encontraremos son casi siempre comunes o registran pequeñas variaciones con respecto a las del Atlántico
(recordemos que el Mediterráneo es un mar relativamente joven y subsidiario del Atlántico, que llenó su cuenca
vacía hace unos seis millones de años, cuando se abrió el Estrecho de Gibraltar) y por tanto, la flora y la fauna
son, en general, comunes a todas nuestras costas peninsulares.
Esto no quita para que el Mediterráneo registre algunos endemismos -como el ermitaño gigante-, así como
algunas –pocas- especies tropicales procedentes del mar Rojo.
Pero en lo que sí difiere, -pese a haber señalado la uniformidad general que existe en cuanto a flora y fauna- es
en los métodos de pesca, pues aunque nos enfrentemos a las mismas o muy parecidas especies, por darse
condiciones distintas, debemos adaptar nuestras técnicas y nuestra estrategia de pesca a las mismas.
En el Mediterráneo no es posible esperar a los peces que aprovechan la marea para recorrer la playa recién
y de aguas turbias, hacen que, para engañar a los peces, lo más provechoso sea aguardar a las horas de escasa
luz, y lanzar muy lejos buscando toda la profundidad posible.
De hecho, muchos pescadores “de costa”, que pescan abundantemente en el Cantábrico, no serían capaces de
pescar nada en el Mediterráneo si no abandonan la tierra firme y se introducen unos cientos de metros mar
adentro en embarcación.
Esta búsqueda de profundidad se convierte en casi una obsesión para algunos pescadores ribereños
mediterráneos, que elegirán (con buen criterio) las playas de más pronunciada pendiente para practicar el surf
casting, donde puedan asegurarse también unos metros de fondo cuando lancen el aparejo.
En cualquier modalidad de pesca, sea cual sea, el lanzado
se convierte en una de los principales aspectos a tener en
cuenta por el que la practica, que debe dominarlo para poder
depositar el aparejo o el señuelo allí donde cree que es el
lugar o zona de actuación idónea.
El término inglés surfcasting se podría traducir como lanzado sobre las olas.
En español comúnmente se conoce como lance desde costa, a fondo,
pesado..., y otros términos según sea el sitio donde se practique esta
modalidad de pesca. Lanzar sobre las olas es, en este estilo, una
característica básica: hay que sacar, cuanto más mejor, la mayor cantidad de
línea posible.
Sin embargo hay veces en las que no hace falta alcanzar distancias míticas
para obtener un día memorable de pesca. Algunos peces se pueden capturar
a escasos metros de donde se ha plantado la caña.
Sobra decir que cada uno tiene su sistema propio de pesca, y a cada cual le
toca descubrir cuál es el suyo. Esto necesita tiempo y experiencia, propia y
ajena, en estas lides. No obstante, y para seguir evolucionando, nunca está
de más probar y aprender algo nuevo. En este sentido los nuevos métodos
de pesca relacionados con el surfcasting, y más en concreto las nuevas
modalidades y técnicas que se pueden aplicar a los lanzados, me llevan a
publicar mi modesta opinión personal en este artículo.
En una caña de lanzado pesado, o de surfcasting, podemos
encontrar una leyenda parecida a ésta. Las primeras
inscripciones indican el número de tramos (tres,
enchufables) y la longitud. La última indica la acción (B,
que significa acción media) y la potencia (para lanzar entre
200 y 300 gramos).
El equipo
No quisiera pasar por alto, antes de entrar en la materia más propia de las
técnicas de lanzado, el comentar de forma somera (que este tema daría para
otro articulo) algo sobre el equipo empleado en esta modalidad de pesca:
cañas, anillas, carretes e hilos, los cuales, y gracias a las nuevas tecnologías
empleadas y aplicadas en su construcción, son en gran parte responsables
de los logros que se puedan obtener en el tema que nos ocupa.
Cañas
Anillas
Hay que tener en cuenta de que son éstas las que soportan el paso del hilo o
sedal. El rozamiento entre ambos elementos se traduce en menos metros de
hilo sacado de la bobina, a la vez que en un más rápido deterioro del sedal, y
de las anillas. Por consiguiente, conviene de que el anillado de la caña esté
realizado en un material muy duro y con un bajo coeficiente de rozamiento,
como puede ser el carburo de silicio (SIC).
Carrete
Existen en el mercado dos tipos de carretes: los llamados de bobina fija, y los
de bobina giratoria, también llamados multiplicadores (lo que no tiene ningún
sentido, pues multiplicadores lo son todos).
Los carretes destinados a la pesca en la modalidad de surfcasting deben
permitir almacenar al menos 200 metros de hilo de 0,40 mm de diámetro. Su
construcción debe ser sólida y con tratamiento anticorrosivo (por aquello de la
salinidad del mar).
Con respecto a la bobina, si es cónica (en los carretes de bobina fija) mejor.
Estos tipos de bobinas permiten una mejor salida del sedal. Aunque también
interviene de una manera especial el llenado de la misma, esto es: el hilo
deberá de estar enrasado con el borde superior de la misma, lo que junto con
un buen diseño de la bobina facilitará una mejor salida de la línea y en
consecuencia permitirá alcanzar mayores distancias de lanzado.
Línea
El lanzado
Dicho lo anterior pasemos a ver los distintos lanzados que con más asiduidad
se emplean en esta modalidad pesquera. Para ello he seleccionado tres tipos
de lances que a mi juicio son los más practicados: tradicional, catalana,
media luna o ground cast, y pendular. Hay más, y como antes dije cada
pescador tiene su sistema, pero estos que aquí se exponen son los más
extendidos, unos más que otros, por lo que he podido observar tanto en
concursos de lanzado como en jornadas de pesca.
También cabría matizar algo, y es que no hay que engañarse: manejar una
caña de 4,25 o 4,50 metros, y lanzar un paternoster de 2 o 3 anzuelos con
sus respectivas carnadas a 150 metros desde la orilla, requiere fuerza,
habilidad y experiencia.
Lanzado tradicional
Existen muchos más nombres que denominan este tipo de lanzamiento. Los
más conocidos son los citados. Ground cast se podría traducir por "lanzado
desde tierra", pues es del suelo de donde parte el plomo para la ejecución de
este lanzado.
Para describir este tipo de lance me apoyaré en el método que yo utilizo, que
advierto que no es la forma más ortodoxa de ejecutarlo, aunque las
diferencias son pocas (básicamente se diferencia en la posición del plomo y
puntera), pero he llegado a lograr más distancia de esta forma que con la
tradicional en este estilo y es la que mejor se adapta a mis necesidades.
Para empezar hay que imaginarse que estamos dentro de un reloj. Lo que yo
hago es colocarme de costado al mar situando la punta de la caña a las dos
en punto y el plomo entre las cuatro y las cinco, casi formando un ángulo de
45º entre plomo y puntera (el más puro estilo dice que el hilo se extienda
como una prolongación de la caña).
La pierna derecha esta adelantada un paso y sobre ella recae el peso del
cuerpo, el talón de la caña se sitúa más o menos, a la altura del pecho,
mientras que la puntera está más abajo, a unos pocos palmos del suelo. La
mano que sujeta el hilo (la derecha si somos diestros) está baja y extendida
hacia atrás.
Este conjunto (posición de caña, plomo y cuerpo), hace que la caña ya esté
en tensión antes de empezar la rotación del cuerpo, lo cual hace que cuando
empezamos a girar (la pierna izquierda es entonces la que soporta el peso
del cuerpo) la caña se cargue más cuando el plomo empieza a volar a
nuestras espaldas.
Cuando encaro el mar es cuando la mano que sujeta el talón de la caña tira
hacia el pecho, al tiempo que la mano que sujeta el hilo la extiendo lo más
arriba posible, deteniendo el movimiento como a las doce o a la una en punto
de ese reloj imaginario. Esto hace que el plomo salga disparado bien algo
(cuanto más mejor) en una parábola ascendente y que obtengamos una gran
distancia de lanzado.
La serie de dibujos muestra la ejecución de un lanzado de
media luna, o "ground cast".
Pendular
Se parte de una posición parecida a la del ground cast, solo que ahora el
tronco del lanzador estará de espaldas al objetivo, es decir mirando en
dirección contraria a la que luego tendrá el lanzado.
Partiendo de tal posición se comienza a balancear la caña tal como se ha
descrito anteriormente (de atrás para delante y viceversa), para que cuando
el plomo alcance su punto más alto en estas series de vaivenes comencemos
a girar el cuerpo (la caña continuará aun por detrás del lanzador). A
continuación cambiamos la dirección del plomo cargando la caña en un
movimiento giratorio parecido al del ground cast, para finalmente quedar
mirando hacia al mar, momento éste de finalizar el lanzado con una sucesión
de movimientos encadenados: primero tiramos de la mano que sujeta el talón
de la caña, de abajo arriba, y después traemos nuevamente el talón de la
caña hacia nuestro pecho, culminando entonces el lanzamiento, que se
deberá de efectuar por el lateral del lanzador.
Aquí quiero apuntar algo sobre la seguridad, tanto la propia, como la de los
que están a nuestro lado. No se debe de olvidar, de que hay un plomo de
más de 100 gramos "volando" sobre nuestras cabezas, en el caso del
pendular, con lo que esto puede conllevar para la integridad física del
lanzador y quienes le rodean.
Con todo y con ello, de vez en cuando y por muy diestro que se sea
lanzando, hay veces en que es mejor olvidarse del último efectuado, recoger
y volver a lanzar nuevamente pasa por ser la mejor y única opción a tan
desastroso lanzado.
PESCA DEL MÚJOL A SURFCASTING
La llisera, la llisa, el mújil… creo que debe ser el pez mas criticado de toda
nuestra costa. ¿Pero todas estas críticas a que son debidas?
A ver, yo soy el primero que me gusta comerme con los míos una buena
lubina o dorada pescada por mí, pero no nos engañemos, eso no es lo que
nos envenena de la pesca, sino seriamos pescateros en lugar de
pescadores. Vamos a pescar por puro placer y por ver como día a día somos
capaces de saber y poder engañar al pescado que se nos meta en la
cabeza. Aparte, la gente cada vez que ve a la llisera de playa (liza aurata, la
del punto amarillo, lisa llobarrera…) la relacionan con su familiar la lisa
portuaria.
La lisa se pesca durante el día, y para mi las mejores horas son al amanecer
y del medio día (15:00h) hasta la puesta de sol, mejor desde las 15:00 h
hasta anochecer.
Referente al equipo , para esta pesca suelo montar dos cañas a poder ser
de acción semi-parabólica, de 4,20m (Trastevere 4,20m de Renzo Valdieri),
relativamente “blandas” pero con su puntito de nervio por si tengo que
alargar un poco el lance , bobinadas con hilos finos (desde el 0,14 al 0,18) ,
anzuelos desde el nº 6 hasta el nº 8 curvos y de carbono empatados con
líneas desde el 0,20 al 0,28 , si estáis en concurso montar un 0,30 de
gameta y un 0,25 de madre mas que nada por rapidez, pero si pescáis por
placer , disfrutarlas con hilos finos.
Para hacer esto hay un sistema que ahora ya no lo suelo hacer ya que me
suelo acordar cual es la larga y cual es la corta … pero al principio de
empezar a “cruzar las cañas” un buen pescador conocido en el mundo de la
competición me dijo un truco que él utilizaba para nada mas ver la caña que
están picando saber si es la que esta “larga o corta” es un sistema muy
sencillo y hasta tonto , pero al menos a mi hasta que me lo dijeron no se
me había ocurrido …
El sistema es este:
Pues las ponemos otra vez así… la “corta” tumbada y la “larga” subida al
soporte.
Un truco para que la caña que esta tumbada nos tense es "engañarla"
poniéndola girada y casi paralela al mar, así nos “cojera” mejor y quedara
totalmente tensada, y veremos perfectamente las picadas.
Este truquito os sirve tanto para la llisera como para cualquier especie que
vaya en bancos y tengamos que “localizar” para machacar el banco con las
2 cañas a la vez.
Igualmente, al menos por donde suelo ir a pescar yo, muy pocas veces
tengo que superar los 100 m para hacer una buena pesquera.
Otro cebo que va muy muy bien, es un gusano poco conocido llamado
SALTARELO.
¿Por qué?
Siempre dejo la cola del gusano en la punta del anzuelo, a no ser que tenga
que forzar bastante el lance que entonces pongo de 2 a 3 gusanos enteros y
el último con la cabeza en la muerte del anzuelo, para que aguante la
barrida.
ESTADO DEL MAR: Para mi el mejor estado del mar es rizado o plano, se
pueden sacar si esta un poco movido, pero si esta muy muy movido ni me
lo planteo, ya que no suele funcionar la cosa.
Será una tontería, pero los días soleados me han dado mejor resultado que
los días nublosos con amenaza de tormenta e incluso con lluvia.
Todavía existen personas que piensan que la pesca es una tarea sosegada y pasiva.
Claro que estas personas no han tenido la oportunidad de asistir a algún concurso de pesca de competición, y
menos aún de haber estado varias horas cerca de un competidor deportivo en la modalidad de lanzado pesado o
surf-casting. Porque, de haber sido así, jamás dirían que es una tarea sosegada, principalmente porque un
pescador deportivo de competición es una persona que no se para a observar sus cañas, o sea, no espera a que
la caña le marque la picada de los peces, sino que está constantemente moviendo los aparejos que están en el
agua, y constantemente cambiando el cebo, en previsión de que esté un poco defectuoso. Efectuando
lanzamientos cortos, medianos, largos y súper largos, buscando concretamente los posibles lugares donde se
concentran los peces para alimentarse.
De hecho, la prueba es que muchos de los pescadores deportivos de competición pueden llegar a consumir de
30 a 40 cajas de gusanos en una noche. Teniendo en cuenta que cada caja puede llevar aproximadamente entre
6 y 8 gusanos de lombriz de playa o arena, se puede hallar la media de lo consumido. Claro que, no podemos
olvidarnos que solamente se pueden utilizar dos cañas. Esto lleva a imaginar el tiempo que descansan.
Si has decidido introducirte en la pesca de competición, debes intentar conseguir pescar con los materiales más
sofisticados del mercado, dependiendo, claro está, de tu economía. Estamos de acuerdo que los peces no tienen
predilección a la hora de picar entre un material más caro o más barato, pero la razón principal de este
comentario es sencilla, ya que en una competición cualquier prestación del material será una ventaja sobre tu
rival; una caña que consiga llegar a más distancia, un puntero híbrido, un nivel de recuperación mayor, un sedal
más fino, etc. Todo ello te hará, a veces, conseguir mayores capturas. Por ejemplo: si en una competición
participan 20 pescadores (por poner una cifra), debes tener en cuenta que serán 40 plomos cayendo al agua
constantemente, por lo tanto, los peces, ante tanta actividad y ruido, intentaran poner agua de por medio. Ello
quiere decir que en un radio de 100 m. a 140 m. de la orilla, los plomazos en el agua serán múltiples; si
consigues con una caña especialmente diseñada para las largas distancias colocar tus cebos por encima de los
140 m., tendrás más posibilidad de conseguir buenas piezas que aquellos que no llegan. Por otro lado, el sedal
también jugará un papel muy importante: de hecho con sedales finos conseguirás mayores distancias y por lo
tanto, conseguirás pasar esa barrera, donde otros no llegan.
Por otro lado, en el surf-casting de competición, los cebos juegan un papel muy importante: de nada sirve
colocar un cebo voluminoso para intentar pescar peces grandes. Esta postura hará que pierdas metros en el
lanzamiento y tengas una caña a la espera de que dicho pez entre a comer el cebo. Hoy por hoy, la experiencia
me ha demostrado que en una competición hay que intentar sacar el mayor número de piezas y nunca intentar
pescar la pieza de tu vida. Para ello ya existen los días que vas por libre y no tienes que competir.
Por lo tanto, es preferible, si estamos en playa, utilizar solamente lombriz de arena y dejar a un lado casi todo lo
demás. Y claro está, cambiar el cebo cada vez que esté deteriorado, por muy poco que sea este deterioro. Al
igual que tampoco hay que dejar las cañas caladas mucho tiempo: si a los cinco u ocho minutos de estar en el
agua no descubrimos indicios de picada, debemos recogerla y, tras cambiarle el cebo, volver a lanzar, pero
buscando nuevas zonas. De ahí que muchos pescadores de competición no utilicen el típico gusano luminoso en
la puntera de la caña, ya que, haya o no marcado el pez la picada, transcurrido dicho tiempo recogen el aparejo.
Para no perder tiempo en colocar el nuevo cebo, debemos utilizar la percha; este accesorio nos ayudará reponer
los cebos mientras las cañas están en el agua, y tras sacarlas simplemente cambiaremos todo el aparejo
terminal. Por eso se suele utilizar la técnica de pescar indirectamente; o sea, la línea principal del carrete se une
a los terminales por medio de un mosquetón, haciendo fácil el cambio de estos.
Este conjunto de factores, junto a tu gran afición y dedicación por este deporte, harán que pases de ser un
simple pescador de ocio a ser un pescador de élite. Todo depende de ti.
Saber elegir una caña especialmente diseñada para el surf-casting es muy difícil, principalmente porque unos
fabricantes diseñan unos modelos especiales, pero siempre nos gustaría que tuviera algo más con relación a las
prestaciones que nos presentan en el momento de su adquisición en la tienda.
Por todo esto, he pensado que tal vez escribiendo cuál sería para mí la caña ideal para esta modalidad tan
específica, algún alma caritativa recoja mis indicaciones y las haga realidad fabricando una buena caña. Según
mi juicio, la caña ideal para la modalidad de surf-casting de competición debe ser de la siguiente forma:
-La caña debe ser de tramos y tener una longitud de 4.40 cm., lógicamente en tres tramos de 1.46 cm. cada
uno.
-El anillado debe ser de SIT y de tipo BMNAG (Súper Ocean New Concept Guide). Deberá tener cinco anillas del
tipo fijo, cuatro en el último tramo y una en el segundo, siendo ninguna anilla abatible.
-Tomando primero el tramo final y como referencia la primera anilla la de la punta, sus grosores serán: 20, 25,
30, 45, 65 y colocadas a las distancias siguientes: De la puntera a la siguiente debe haber 25 cm., de ésta a la
siguiente 35 cm., de ésta a la siguiente 50 cm., y de ésta última al final de este tramo, 45 cm. En el segundo
tramo, o sea en el tramo central, la anilla debe estar colocada a 90 cm. desde el principio del tramo que se
enchufa hasta ésta.
-La acción debe oscilar entre intermedia con repartición a la puntera, o bien intermedia con un puntero adicional
de tipo híbrido.
-La composición de la fibra debe ser de carbono de alto modulo, con revestimiento de titanio, o incluso
revestimiento de kevlar.
-La parte final de la caña, o sea, el puño, debe ser
anatómico y poseer un tapón con dos pesas que sirvan
de contrapeso. Estas pesas deben pesar 25 gr. cada
una, e ir unidas por medio de un tornillo de rosca, para
quitar o poner según el tipo de lance.
El carrete de surf-casting, un artículo que Juan Bautista García nos ofrece en exclusiva y como adelanto de su
próximo libro “Cuaderno de pesca”.
Para una buena elección del carrete debemos tener claros varios puntos y, cómo no, las propiedades del carrete
que se va a elegir. En primer lugar, el carrete también debe ser muy liviano, pero resistente a la corrosión de la
sal. Por ello debemos elegir aquellos que en su aleación contengan mayor presencia de carbono, titanio, o
materiales similares. Con respecto a la velocidad de recuperación, en este caso la que más predomina es 4.5:1,
que significa que el brazo de recuperación dará 4.5 vueltas por cada vuelta de la manivela. Pero, una vez que
vayamos a elegirlo, podemos incluso comprar aquellos que tengan mayor o menor nivel de recuperación.
Está claro que para esta modalidad existen varios tipos de carretes: los multiplicadores o bobina giratoria y los
fijos o bobina fija. Cuando se adquiere un poco de experiencia en la pesca a surf- casting, mucha gente se da
cuenta de que utilizar carretes multiplicadores es como utilizar un Formula 1, pero, al igual que para pilotar un
coche de esta magnitud se requiere una experiencia y un aprendizaje, con los multiplicadores sucede lo mismo.
Por ello, el paso de bobina fija a multiplicadores, muchos lo consideran un abismo; pero la verdad es muy
distinta, y la mayoría de las veces, esta opinión es muy exagerada.
Actualmente, estos carretes vienen provistos de dos
frenos, que trabajándolos adecuadamente permiten
utilizarlos en cualquier circunstancia, sin que se
produzcan los tan temidos enredos o nidos de sedal.
Para ello, se debe regular primero el freno de
desplazamiento, que es el que frena al tambor o bobina
por medio de unos discos igual de grandes que dicha
bobina, y debemos aflojarlo o apretarlo en la medida
del peso que utilicemos.
Para ello, debemos lanzar varias veces y regularlo según proceda, porque está claro que nunca lanzamos con la
misma fuerza, ni siempre pescamos en la mismas condiciones marinas ni meteorológicas. Por otro lado, durante
el lanzado, debemos tener en cuenta que con estos carretes no es el sedal el que se sujeta, sino la propia
bobina, que deberemos sujetarla con el dedo pulgar y no con el índice como se hace con los carretes de bobina
fija.
Por lo tanto, puede hasta producir confusiones en el momento del lanzado. Al igual que la posición de estos
carretes es siempre por encima de la línea de las anillas y más cerca del puño, para que de esta forma sea el
pulgar de la mano izquierda el que sujete la bobina del carrete, mientras que la mano derecha la colocaremos
más arriba, o mejor dicho, más hacia el centro del puño.
En el caso de que decidamos comprar un carrete de bobina fija, debemos tener varios puntos en cuenta, aparte
de que el manejo será mucho más sencillo. En primer lugar, la bobina o tambor siempre será en forma cónica, a
ser posible de aluminio o, en su defecto, con los bordes de aluminio, para que de esta forma el sedal resbale
mejor y se desenrolle más rápida y fácilmente. El freno no debe quedarse atorado, ya que si clavamos una
buena pieza, la salida del sedal será fundamental para poder trabajar la pieza enganchada. De lo contrario, el
pez puede romper con facilidad el sedal. El arco sujeta-hilos o pick up, nunca debe cerrarse en el momento del
lanzado. Si lo hace romperá cualquier línea e incluso puede romper la caña.
Estos carretes también poseen un mecanismo de
antirretroceso de la palanca para evitar enredos en el
sedal, cuando éste está flojo. Hay pescadores que
prefieren comprar carretes sin freno, y con ayuda de
este mecanismo trabajan la pieza enganchada. Una de
las cosas más importantes es que el mecanismo del
carrete debe ser siempre de materiales anticorrosivos,
aparte de que también nos fijaremos en los dientes de
la corona, y, cómo no, en el grosor del eje principal.
Por otra parte, otro de los puntos a tener en cuenta
será el rodillo guía-hilos; éste debe tener un
rodamiento y poseer un sistema para evitar el
retorcimiento del sedal producido por el calor al pasar a
través de él.
Para esta operación, muchos pescadores colocan un sedal de diámetro medio en las 3/4 partes de la bobina y la
última parte la cargan con sedal fino. De esta forma, el grueso hace de cuerpo, mientras que con el fino es con
el que se pesca.
También hay muchos pescadores que prefieren utilizar bobinas de competición para evitar precisamente este
cuerpo de sedal, ya que estas bobinas solamente poseen la capacidad de 200m. ó 250 m. de sedal fino, según el
diámetro.
Otro de los puntos que también es muy importante en este tema, es el nivel de recuperación de estos carretes.
Claro que de ello dependerá el diámetro de la bobina. Hay muchos pescadores que en esta modalidad prefieren
utilizar carretes que tengan mucho nivel de recuperación y de esta forma recuperar el aparejo mas rápidamente.
Personalmente, considero que esto no es un punto primordial en el surf-casting. Tal vez en el spinning si lo sea,
pero aquí no, y todo porque si tenemos un carrete que nos recupere las piezas muy rápidamente, al poco tiempo
de tenerlo descubriremos que la mayoría de los peces se recuperan por encima del agua y dando saltos, cosa
que destruye la magia de la pesca. Esta magia no es más que poder disfrutar de las capturas cuando se resisten
a abandonar su medio natural con tirones y aflojamientos; aparte de que muchas veces se nos desengancharán
las piezas o partirán el sedal al llegar a la rompiente de las olas en la orilla.
Para todo esto, existe una explicación lógica: si recuperamos un pez rápidamente, éste abrirá la boca y opondrá
mucha más resistencia que si viene nadando, al margen de que tire más o menos. Esta resistencia hará que,
muchas veces y según el grado de penetración que tenga el anzuelo en su boca, el pez se desclave por
desgarramiento o bien se rompa el bajo de línea que, por lo general, es fino.
Por todo esto, personalmente recomiendo comprar carretes que tengan la bobina bastante gruesa. Aunque
tengan menor nivel de recuperación, tendrán mas facilidad en la salida del sedal y, por lo tanto, los
lanzamientos serán más largos, que al fin y al cabo, es una de las principales características que se buscan en
esta modalidad.
En definición el "surfcasting" es una modalidad de
pesca en el mar que se basa en lanzar a largas
distancias desde la costa anzuelos con carnadas o
cebos naturales unidos mediante una línea de
pesca y con la ayuda de un plomo o plomada.
Para esto son empleadas cañas muy potentes y largas con carretes
generalmente del tipo de tambor fijo que nos permiten realizar largos
lanzados así como otros equipos complementarios detallados a continuación.
Las cañas
Las primeras pueden estar compuestas hasta por tres piezas de hasta 1,40
metros de largo, cada una que se unen entre si mediante enchufes a presión.
Aunque su desventaja radica en la dificultad para su transporte por su
tamaño, tienen una excelente acción de pesca no igualada por las
telescópicas. La ventaja fundamental de las cañas de tipo telescópicas está
en su versatilidad y fácil transporte.
Los carretes
Los carretes generalmente utilizados para la pesca de orilla son los del tipo
de tambor fijo que son sencillos de operar, poseen un sistema anti-retroceso
y un freno regulable que generalmente está situado en la parte superior de la
bobina o tambor, aunque en algunos modelos recientes el mando del freno
esta situado en la parte posterior del cuerpo del carrete.
Estos son los carretes mas indicados para lanzar a grandes distancias con
líneas de resistencia de hasta 30 libras. Las capacidades de estos carretes
están comprendidas entre 200 metros de nylon de 0,40 mm hasta unos 300
metros de 0,60 mm.
Los anzuelos
El porta cañas
Un escenario adecuado
para la práctica del surf
casting: una escollera
portuaria. La
acumulación de cañas
prueba la popularidad
de la técnica.
La causa y motivo de contar con tal predicamento, con tal grado de
aceptación, habrá que buscarla, entiendo yo, en una cualidad, virtud más
bien diría, que juega en claro favor de la misma: su proverbial polivalencia.
En efecto, no existe ningún otro tipo de modalidad de pesca deportiva desde
costa que permita, al tiempo, que el pescador pueda escrutar tan amplio
territorio o zona de pesca como el que ésta le propicia, pues el hecho de que
el cebo pueda ser ubicado a voluntad del que maneja la caña, desde la
misma línea de costa hasta más de un centenar de metros separado de
aquélla abre todo un mundo de posibilidades que le son negadas al resto de
modalidades condenadas a un campo de acción mucho más reducido. Sin
embargo, y como no podía ser de otro modo, también este sistema de pesca
cuenta con ciertas servidumbres, entre las que cabe destacar la imposibilidad
de aprovecharse de los beneficios que aporta el cebado o macizado del lugar
de pesca, sobre todo cuando ésta se practica, como viene siendo lo habitual,
a distancias tan alejadas de la orilla que resulta vano, por lo inútil, realizar tal
acción.
¿Mejor cuanto más lejos?
Las corrientes
Será, pues, pescando desde estos puntos, y con más razón si cabe, cuando
convendrá desterrar de una vez por todas el consabido tópico del lance
potente como única garantía de picada, ya que, salvo otras circunstancias
ajenas o indirectamente relacionadas con la pesca en sí, en principio, la
dorada, la lubina, la herrera, y ya no digamos el sargo, la mojarra, la salpa y
la oblada, por citar unos ejemplos, disponiendo, insisto, de la profundidad de
agua necesaria como dispondrán en estos enclaves, más que buscar fondos
alejados de cualquier manifestación en forma de roquedo submarino,
tenderán a aproximarse a él, y si éste no existiera, al propio puesto de pesca
o a sus inmediaciones, roquedo sumergido al fin, por cuanto que es
justamente en estos lugares donde se favorecen dos aspectos tan
consustanciales a estas especies como son la alimentación, en virtud de las
materias orgánicas en forma de pequeños invertebrados y sedimentos
orgánicos que allí se dan cita, y la posibilidad de encontrar cobijo y refugio
seguro ante el imprevisto y fulminante ataque de cualquier depredador. Y
hablando de depredadores, será éste un buen ejemplo de demostración de
hasta qué punto la profundidad de agua cobra una importancia marginal en
estos escenarios utilizando esta modalidad de pesca, pues es de todos
conocido que las anjovas, los palometones, las serviolas, e incluso las
lubinas y otros depredores que se aventuran en sus razias o batidas de caza
por estas aguas, antes que priorizar el calado de las mismas anteponen la
única circunstancia que en verdad es la impulsora de tal actitud: la existencia
de presas potenciales, sea cual fuere el fondo o profundidad de agua a la que
se encuentren éstas, es decir, que lo mismo pueden aceptar la carnada
reposando en el fondo situado justo al pie del acantilado que a cien metros de
él, y por ende, la posibilidad de picada será la misma en ambas ubicaciones,
lo que a la postre significa que se puede prescindir perfectamente de la
obligatoriedad del lanzado potente, o mejor aún, diversificar los "riesgos" de
picada, es decir, utilizar, como viene siendo habitual, dos cañas para la
acción de pesca: una de ellas con su cebo situado a una distancia próxima o
relativamente próxima al puesto de pesca y la restante a una mayor distancia,
consiguiéndose así escrutar una mayor zona de pesca. Ese es el quid de la
cuestión, como bien saben todos los buenos aficionados a esta modalidad.
Lograr, por medio de la distinta ubicación de ambos cebos, dar con el lugar
exacto en donde se encuentra el cardumen de peces y, en consecuencia,
donde las picadas se producen con mayor asiduidad, y entonces sí, haciendo
caso omiso de la profundidad de agua o distancia en que este punto se
encuentre, ubicar ambos cebos continuamente en dicho lugar buscando el
conseguir la mayor rentabilidad posible a la acción de pesca.
Y digo que genera cierto trastorno, por cuanto que el que ansía la captura de
depredadores ve en esta irrupción de navíos el momento idóneo para que se
produzcan las picadas, y por el contrario, el que pretende la captura de otras
especies no depredadoras teme que la súbita aparición de anjovas o
palometones haga huir despavoridas a doradas y herreras, amén del peligro
que supone el perder el aparejo si una de esas embarcaciones se cruza con
la línea de la caña.
La importancia que reviste la perfecta ejecución del lanzado
en esta modalidad de pesca, tanto por lo que concierne al
hecho de poder ubicar el cebo en el lugar exacto donde
confiamos se van a producir las picadas, como el dotar a
dicha sesión de lance de la suficiente potencia para alcanzar
el pretendido objetivo, implican que el equipo de pesca a
utilizar, además de resultar aquilatado a las características
propias de cada pescador, deberá ser tan ligero, cómodo y
manejable como sea posible, convirtiéndose, de algún modo,
en un apéndice de la propia masa física del pescador, en una
articulación o extensión mecánica perfectamente
sincronizada con éste en lo que respecta a movimientos y
prestaciones.
Resulta evidente. que una caña destinada para a pesca de la herrera. por
ejemplo no será válida para intentar la captura de palometones, corvinas,
serviolas o anjovas crecidas, y viceversa. En el primer caso primará sobre
todo su extrema sensibilidad y adecuado nervio como sinónimos de
capacidad de lanzar y de transmitir al que maneja la caña aspectos que, sin
embargo, se convertirán poco menos que en marginales para el segundo
caso, en el que prevalecerá 1a potencia, entendida como una capacidad de
respuesta en un momento dado, sobre los demás aspectos o prestaciones
que puedan venir asociadas a la misma.
El carrete
Del mismo modo que no puede hablarse de una caña ideal, de un estándar
en este tipo de aparejo, tampoco se puede pretender, en lo que a carretes
concierne, hallar la perfección, o mejor dicho, el carrete perfecto, el que todo
lo abarca, para esta modalidad de pesca, pues, como ocurriera con el caso
anterior, la entidad de las presas a capturar condicionará en gran medida el
diámetro de la línea a utilizar y con él las características en cuanto a tamaño
y capacidad del carrete más apropiado. Ni siquiera el hecho de disponer de
varias bobinas, cargadas con nailon de distinto diámetro cada una de ellas,
será suficiente para atender tal circunstancia, ya que las necesidades que
plantea la pesca de los grandes depredadores son tan diametralmente
opuestas a las que exige la pesca de otras especies de mucha menor entidad
que, por lo general y si se pretende pescar en las condiciones adecuadas, ni
el más versátil de los carretes puede hacer frente a tal número de exigencias.
En la elección del carrete jugará un papel destacado, más que las
características físicas del pescador, las propias preferencias personales en
relación a aspectos tan fundamentales como puedan ser su ligereza con
respecto al peso; su ratio, es decir, la capacidad de cobrar o recoger línea por
cada vuelta de manivela; la suavidad en la acción de recogida de línea,
auspiciada por la calidad de los engranajes internos y los rodamientos a
bolas de que disponga; su tamaño, versatilidad y accesorios que incorpore, y
muy especialmente el número de bobinas intercambiables con las que se
comercializa; el diseño ergonómico, los materiales de construcción y los
acabados exteriores garantizando una buena estanqueidad y resistencia a la
corrosión; y, cómo no, el sistema de frenado y su accionamiento y
graduación. Característica ya común a un buen número de carretes es la
posibilidad de eliminar el molesto balanceo lateral que se produce durante la
acción de recoger línea, y que obliga al pescador, entre otras cosas, a
realizar un mayor esfuerzo durante la misma. Una aguja o guía hilos provisto
de rodamiento siempre ayudará a suavizar la ya mencionada acción de
recuperar línea, y un mecanismo de rápida y total liberación del freno en un
momento determinado ayudará a solventar situaciones comprometidas, como
aquélla en la que la presa, situada ya a poca distancia del pescador, de
pronto se revuelve con fuerza poniendo en peligro la integridad física del bajo
de línea.
Una dorada en el
salabre. Las doradas,
por la dura batalla que
presenta y por la calidad
de su carne, son tal vez
la presa cumbre de la
pesca al surf casting.
Accesorios imprescindibles
Por otro lado, resulta evidente también que en función del grosor de
la línea con que se equipe el carrete, así como de las características
propias de la caña en cuanto a dureza, nervio y flexibilidad, e incluso
también del tamaño o forma del cebo que se vaya a utilizar, el plomo
requerido, o mejor sería decir el peso del plomo requerido, variará
sustancialmente.
El equilibrio es la clave
Cebos
En primer lugar habrá que dejar de lado el viejo tópico de que el pez
siempre prefiere aquellos cebos que son propios del hábitat o
entorno en el que se halla en un momento determinado, tan fácil de
rebatir como resulta el observar a las herreras, sargos y mojarras
deleitándose con los pequeños caracoles de tierra que son ofrecidos
por los pescadores, y que evidentemente, por ser terrestres, nunca
han tenido ocasión de conocer en su medio natural; la patata
hervida que tanto gusta a la salpa y a la boga; el pan que devoran
con fruición los mújoles, las obladas y las herreras; o, por citar otro
ejemplo: el hecho de que gusanos provenientes de otros países muy
alejados de nuestra geografía (coreanos, cordelle importado de
Chile, etc) y que evidentemente nunca han sido vistos por las
especies que tenemos a tiro de caña en nuestras costas, gusanos
como digo foráneos, se constituyan en excelentes cebos para no
pocas especies autóctonas.
Cuestión de presupuesto
En segundo lugar, bueno será advertir que el mejor cebo para una
determinada especie y momento no necesariamente resulta ser el
que se vende más caro, cosa que menudo tiende a considerarse
poco menos que como dogma de fe por parte de algunos
pescadores.
En todas nuestras costas podemos encontrar grandes ejemplares de dorada. Pocas, cierto, pero, como en el
caso de las meigas “haberlas haylas”.
Si pretendemos capturar doradas de gran tamaño, lo primero que debemos es dotarnos de un equipo de surf-
casting muy robusto, lo que es absolutamente necesario si consideramos que la dorada puede alcanzar pesos
respetables y su defensa es siempre brutal.
El sedal será también grueso y resistente. Hay quien usa como bajo de línea cuerdas de piano, aunque esto ya
me parece pasarse un poco, por muy melómano que sea uno.
Además, la carnada suele ser muy específica, como ahora veremos. De este modo, el aficionado evita que los
pezqueñines del fondo se coman el cebo e invaliden el aparejo, pero, al poner un cebo sólo apto para doradas,
se corre el riesgo lógico que, de no picar ellas, nos vayamos sin un mal pez para el recuerdo.
Una estrategia útil es la de combinar la pesca de la dorada con otras más polivalentes que puedan depararnos la
captura de otros peces. De niño solía acompañar a mi tío Pepe, un leonés versado en el arte de atrapar truchas
a mano que, en poco tiempo, se aclimató a los aires del Cantábrico y enseguida resultó ser un gran pescador de
mar.
Pues bien, íbamos a menudo a probar suerte a un acantilado sito tras la iglesia de Santa María, en Castro-
Urdiales, el templo más marinero que conozco. Pese al inconveniente de la mucha altura, aquel inmenso cortado
de roca era (ya no lo es tanto) un magnífico lugar de pesca. Salían cabras, julias, fanecas, cabrachos, algún
sargo... y doradas.
Así que mi tío llevaba tres largas cañas de lanzado. Dos
de ellas aparejadas con anzuelos medianos y pequeños,
con sedal fino y cebadas con gusana.
Se pueden imaginar lo que es izar un pez de estas características a lo alto de un acantilado. Y mejor que se lo
imaginen porque me siento incapaz de describirlo. En fin, ¡qué tiempos! Pero a lo que íbamos: una estrategia
mixta de este tipo, conviene ser tenida en cuenta por el aficionado razonable y que no se empecine en pescar
doradas y nada más que doradas.
La dorada admite una amplia gama de carnadas que incluye muchos invertebrados, sobre todo moluscos y
crustáceos. También se muestra muy golosa con todo tipo de anélidos o con la gusana llamada “tita”, que puede
ser de un tamaño apreciable y entonces es uno de los mejores cebos que podemos ofrecerle. Además, como casi
todos los espáridos -en mayor o menor medida- disfruta con el marisco.
Pero la dorada es un caso especial. Es el más marisquero de la familia, lo que ya es mucho decir. Por eso es
aborrecida por los acuicultores que crían mejillón, berberechos u ostras, en cuyos emplazamientos acostumbra a
realizar grandes destrozos.
Si encarnamos con navaja, no encontraremos demasiado problema para ensartarla en el anzuelo sin arrancarle
las valvas, pero con otros moluscos no será tan sencillo. Con almejas, chirlas o berberechos, podemos optar por
forzar ligeramente la concha, introducir el anzuelo y sujetarlo de la forma más firme que hallemos. Si es con
mejillones, podemos forzar las valvas con un cuchillo e introducir el anzuelo, con la seguridad de que dicho
molusco no lo “escupirá”. Así presentaremos un magnífico cebo -que obtenemos por un módico precio en la
pescadería- y nos aseguraremos que permanecerá en el anzuelo tanto tiempo como queramos, hasta ser
atacado por una dorada. Con la excepción del pulpo, ningún otro animal marino comerá nuestra carnada.
Si lanzamos a una zona de lecho blando –fondos arenosos o cenagosos-, lo cual es muy habitual, conviene
amputar las patas anteriores del cangrejo para evitar que se entierre. Aún así, algunos lo consiguen, por lo que
dar un tironcito de vez en cuando, nunca está de más.
Es frecuente que, cuando preguntemos, en uno de estos tironcitos, sintamos un peso excesivo en el aparejo.
Entonces caben dos opciones, a saber:
A) Que tengamos una dorada presa: Ocurre a menudo que aunque una dorada de gran tamaño
haya comido la carnada, la puntera de la caña no detecte nada. Esto se debe a su formidable paladar,
duro como una piedra, que le impide percibir el pinchazo del anzuelo. La dorada mastica despacio y
puede llegar a destrozar un anzuelo no muy robusto. Por eso se da el caso de que, ni nosotros ni el
pez, notemos nada. Si creemos que tenemos una dorada, debemos pegar un fuerte tirón para
asegurar el clavado. Entonces se produce la brutal reacción del pez y es aconsejable, tan pronto como
se clava, soltar un poco el freno del carrete, en especial si tenemos poco sedal en el agua o éste es
poco elástico. Obrando de esta forma, evitaremos la rotura del hilo en los primeros compases de la
lucha, que suelen resultar verdaderamente violentos.
B) Que un pulpo o una sepia estén devorando nuestra carnada. El ataque de cefalópodos a los
cebos destinados a la dorada es habitual. Aunque hayamos encarnado un gran cangrejo, esto no
impide que una sepia –y menos aún un pulpo- se lo coman. A veces, podemos asegurar un firme
clavado mediante un tirón, sobre todo de tratarse de un pulpo. En cambio, las sepias rara vez se
aseguran con un tirón, pues lo normal es que clavemos una de sus garras –tentáculos- y acabe
soltándose el animal acorde lo traemos hacia nosotros. Por eso conviene dotarse de un redeño o
salabre en el que introducir la sepia tan pronto la tengamos al alcance. Notamos que estamos
trayendo un cefalópodo porque pesa y tira -suave y continuamente- sin la violencia ni las sacudidas
propias de un pez. Con mucho cuidado y sin tirones, podemos conseguir traerlo hasta la orilla, incluso
sin que venga clavado. Es tal la voracidad de estos seres que, por ejemplo, de encontrarse comiendo
el cangrejo que teníamos de cebo, podemos arrastrarlos hasta la misma superficie sin que suelten su
presa, por más que ningún anzuelo los retenga.
La dorada se pesca todo el año y en todas nuestras
costas, a profundidad variable. Algunos autores
relacionan los periodos de freza con los mejores
momentos para pescar a los grandes adultos, pues
estos se acercarían a la costa y formarían bancos
numerosos. Dicho así, la verdad es que suena bien,
pero mi experiencia personal desdice esta rotunda
afirmación.
Juan Bautista García Pérez-Castejón nos desvela algunos aspectos muy interesantes del lanzado ligero o
spinning, técnica ideal para capturar depredadores marinos muy codiciados.
La pesca a spinning o, mejor dicho, la pesca al lanzado, es otra de las variantes de la pesca a casting. El término
"spinning", traducido literalmente significa "hilando" o, en este caso, "recogiendo". Pero para poder recoger,
primero hay que lanzar, y "casting" significa "lanzado".
La base principal de esta modalidad es lanzar y recoger un cebo, bien sea natural o artificial. Podemos realizarla
desde tierra o en embarcación. Si decidimos que sea desde tierra, puede ser desde cualquier punto: escolleras,
puertos, zonas rocosas e incluso desde las playas. Si, por el contrario, decidimos hacerlo desde embarcación,
tendremos la ventaja de acceder a zonas donde tal vez no podamos hacerlo desde tierra: paredes de grandes
acantilados, zonas rocosas de difícil acceso, etc. Por otra parte, tendremos la ventaja de poder pescar sobre
grandes fondos, ya sean de roca, arena o pedregosos. Y con la ventaja también de no preocuparnos por los
posibles enroques, que se puedan producir desde tierra cuando utilizamos artificiales ahogados.
Teniendo en cuenta que el mar no está plagado de peces, sino que cada día sacar alguno es más difícil,
debemos saber elegir la zona idónea para hacer trabajar a los artificiales. Una de las mejores zonas serán
siempre las rompientes de las olas, ya que, aparte de ocultar el sedal e incluso la trampa del anzuelo, harán que
el artificial, bien sea de un tipo o de otro, adquiera las características principales de su función, o sea, parecerse
a un pececillo en apuros, bien por estar huyendo de algún depredador, bien por estar herido. El caso es que
debe despertar el instinto predador de los peces, para que ataquen sin vacilación.
También esta variante se está utilizando mucho en el interior de los puertos y cerca de las barcazas; de ahí que
se necesite un buen control del lanzado, porque, de lo contrario, nuestros terminales se podrían enredar
fácilmente en las amarras de los barcos.
- Spinning semipesado: Por el contrario, está más enfocado a playas, zonas rocosas amplias, e incluso desde la
escollera en los puertos. Se trata de lanzar cebos artificiales más pesados, entre 50 gr. y 80 gr., muchas veces
ayudados de buldós, e incluso plomos de espiral colocados en la propia línea. Tal vez, por todo esto, es
preferible utilizar cañas más largas.
Con relación a las mejores horas para esta modalidad, siempre intentaremos coincidir con la subida de la marea.
Para esta modalidad de pesca existen cañas específicas, pero casi todos los que la practicamos en el mar lo
hacemos con cualquier caña. Pero si nos decidimos a emplear las cañas que se fabrican específicamente para
esta modalidad, tenemos que saber a qué clase de spinning nos vamos a dedicar. Si nos decidimos por el ligero,
deberemos comprar las que son relativamente cortas y en dos tramos, con medidas entre los 2 m., y los 2,5 m.,
con puños anatómicos especiales para el lanzado con una sola mano. Hay que decir que esta modalidad nació en
agua dulce, de ahí el diseño de las cañas de spinning ligero, pero, para su utilización en el mar, es recomendable
utilizarlas sólo en el interior de los puertos y en zonas donde predomine el mar en calma, sin descartar las zonas
rocosas, ya que también dependerá de la clase de peces que estemos buscando: un ejemplo sería el intento de
clavar obladas en cualquier saliente de roca.
Sin embargo, si nos decidimos por el spinning semipesado, debemos comprar cañas más largas, diseñadas para
la pesca en las escolleras, zonas rocosas, playas, etc., con puños especialmente diseñados para el lanzamiento a
dos manos, con longitudes de entre 2.5 metros y los 3.9 m. De esta forma tendremos más control sobre la pieza
capturada y también más control con relación a las olas y las posibles rocas. Respecto a la acción, en ambos
casos debe ser parabólica progresiva y con potencias entre los 10 gr. hasta los 80 gr., según el diseño. A la hora
de comprarlas podemos elegir distintos materiales: carbono, grafito, kevlar, wisquer, titanio, etc., eligiendo la
que consideremos que nos ofrece la garantía y robustez necesaria para practicar esta modalidad.
Cuando se habla de sedales para el spinning, tendremos en cuenta que deben ser muy resistentes, ya que en
esta modalidad se suelen usar sedales finos para obtener mayor distancia en los lanzamientos. Por tal motivo,
los sedales más usados son los comprendidos entre los diámetros 0.18 mm. y 0.28 mm., según la especie que
se pretenda pescar. Porque si esta modalidad la utilizamos para pescar lubinas, dentones, espetones, lampugas,
etc., con cebos artificiales o naturales, el sedal deberá ser del 0.28 mm. como mínimo, con el único fin, de que
el pez, en su afán de escapar a la trampa del anzuelo, no pueda romperlo. Por otro lado, si utilizamos artificiales
ahogados, debemos emplear sedales ahogados también, mientras que si utilizamos artificiales flotantes, también
debemos usar sedales flotantes.
Por otro lado, muchas veces el estado del agua determina la coloración de un sedal u otro. Sin ir más lejos, si
utilizamos sedales de colores claros cuando lanzamos nuestros cebos artificiales en las rompientes, siempre
habrá menos posibilidades de ser detectado por los depredadores, que si lo hacemos con otros más oscuros. La
realidad no es precisamente que los peces vean el sedal, sino que asocian la continuidad del cebo artificial y la
rigidez del sedal al peligro. Por ello, no debemos nunca recoger los cebos de la misma forma.
También hay que decir que, cuando se recupera una pieza en esta modalidad, nunca debemos intentar sacarla a
la fuerza, sino que la trabajaremos lo máximo posible hasta que se canse y sea fácil cobrarla. Si, por el
contrario, decidimos pescar pequeños peces, como obladas, bogas, pejerreyes, etc., deberemos optar por
utilizar sedales muy finos, debido principalmente a que pueden ser divisados por las posibles piezas. Los
mejores sedales para esta modalidad siempre serán los que mayores prestaciones proporcionen: poca
elasticidad, bajo nivel de memoria, alto contenido en teflón, colamida, poliamida, etc.
PECES DE GALICIA
Es muy apreciada por su carne magra y compacta, con pocas espinas y de sabor
delicado
La Lubina (Dicentrarchus labrax) es un pez óseo del orden de los perciformes, encuadrada en la
familia Moronidae,conocida ya en los mercados de la época romana como "lupi lunati"
Descripción: Cuerpo robusto, fusiforme; cabeza alargada, con hocico afilado, boca ancha y
mandíbula inferior ligeramente prominente En el margen inferior del preopérculo hay unas espinas
grandes dirigidas hacia delante.
Dos aletas dorsales, la primera con radios espinosos fuertes, la segunda con radios blandos; los
primeros tres radios de la aleta anal espinosos.
Su coloración varía de un gris oscuro en el lomo a gris plateado en los flancos y blanco en el vientre
Las lubinas son depredadores típicos y prefieren cazar por la noche Son muy voraces, alimentándose
de todo tipo de organismos: gusanos, crustáceos, cefalópodos y peces.
Talla: de 40 a 65 centímetros, máxima 1 metro, excepcionalmente algo mayor. Peso desdesde los 5 a
los 7 kilos, pudiendo ocasionalmente llegar hasta los 10 ó 12 kilogramos.
Distribución: En el Atlántico desde Noruega a Senegal, mar Báltico y parte del mar del Norte,
Mediterráneo y mar Negro.
Hábitat: Costas rocosas y arenales, bocanas de los puertos, zonas de estuarios y deltas en aguas
salobres, remonta ríos grandes y pequeños. En el mar habitan desde zonas superficiales hasta
profundidades de unos 100 metros. Los jóvenes en bandos, los adultos en solitario.
Alcanza la madurez sexual a los dos años (machos) o a los tres (hembras). Entre Mayo y Agosto las
lubinas se reúnen en grupos numerosos para reproducirse. Generalmente varios machos fecundan los
huevos de una sola hembra.
Los huevos son pelágicos, de 1.2 mm de diámetro y las larvas al nacer miden entre 3.5 y 4 mm
alcanzando el estado de alevín a los 40-60 días cuando se concentran en las zonas costeras poco
profundas y desembocaduras de los ríos Se trata de una especie de gran valor comercial, muy
apreciado por su carne blanca, magra, compacta, con pocas espinas y de sabor fino y delicado La
lubina, junto con la dorada, es la especie que más se emplea en piscicultura en la costa Mediterránea.
Su óptimo de temperatura se encuentra entre los 20-25ºC y su crecimiento es un poco más lento que la
Dorada, alcanzando los 500 gramos de peso en un intervalo de tiempo que varía desde los 16 hasta los
28 meses, dependiendo de la temperatura. En España su cultivo industrial está consolidado y se han
producido en el año 2000 unas 2500 Tm y 10 millones de alevines. Para el 2001 las previsiones eran
de cerca de 4000 Tm.
El nombre de lubina, así como los gallegos de Robaliza o Robalo derivan del latín "lupum" (lobo),
debido a su voracidad y a la rapidez con que ataca a sus presas.
Es una especie objeto de una intensa pesca tanto deportiva, desde superficie o submarina, como
profesional, mediante línea, palangrillo o diversas artes de enmalle. En Galicia, con artes de anzuelo
normalmente se captura con cebo vivo, preferentemente bolo o un pequeño cangrejo llamado patexo.
PESCA DE LA LUBINA EN GALICIA
LANZADO CON EQUIPO LIGERO
Es esta una técnica tan sencilla como eficaz y productiva. No es selectiva, puesto que podremos
capturar toda clase de peces, por lo que si nuestra intención es coger lubinas debemos tentarlas en
aquellos lugares o posturas en las que sabemos que se concentran, a saber, escolleras y diques
portuarios (sobre todo en las zonas internas), en playas
y estuarios así como en las rompientes, allí donde el mar
se bate con toda su fuerza contra la costa.
Resulta muy apropiada esta forma de pescar para
iniciar a los niños en esta bonita afición enseñándoles a
manejar la caña y los aparejos, que por otra parte no
han de ser nada costosos ni sofisticados, de sobra
tenemos con un material sencillo y barato.
Para empezar caña y carrete, han de ser lo más livianos
posibles, puede que solo vayamos un rato a pescar, pero
en otras ocasiones podremos estar todo el día con lo que
hay que mitigar al máximo el cansancio. Esta es una
pesca activa, con la caña en la mano vamos a la busca
del pez, bueno, a la busca y captura, por que si damos
con él y no lo cogemos no habremos hecho nada, la
mayor parte de las veces son ellos quienes nos engañan.
quedaremos con las ganas de salir a pescar a nuestro rincón favorito. Aquí en las Rías Bajas
El Anzuelo que emplearemos dependerá un poco del tamaño de los peces que haya en la zona, pero
con que tengamos anzuelos del nº4 y del nº1 nos será suficiente para enfrentarnos a los peces y
situaciones que se den en cada momento. Deben ser de la mejor calidad posible, de paleta, recto y
protegido contra la corrosión salina, apropiado este tipo para su uso con gusanos. Este tipo de
anzuelo trabaja muy bien porque el pez va a morder nuestro engaño, pocas veces le dará tiempo a
engullirlo y al clavar después de sentir la picada el anzuelo tiende a trabar en la boca del pescado,
éxito seguro y poco daño a la fisonomía del pez. Un detalle a tener presente, los anzuelos han de estar
siempre bien afilados, una lima de uñas de señora sirve para ello y cualquier anzuelo oxidado ha de
ser desechado. Los anzuelos de carbono en esta modalidad no dan buen resultado, ni son los mejores
ni son los más baratos, contad con que se pierden regularmente algunos. No voy a hacer publicidad
con ello pero por relación-precio os recomiendo el "all-round" de la casa Mustad.
Una vez que os he comentado los materiales apropiados y la forma de prepararlos junto al cebo
necesario os voy a contar un poco acerca de cómo desarrollar este tipo de pesca.
Sencilla y eficaz es la manera de ponerla en práctica. Podéis pescar en todo tipo de condiciones, desde
tierra, desde embarcación, en playas, en puertos, en espigones, pero con una condición, que la zona a
batir, la zona por la que habremos de mover nuestro aparejo, sea arenal con ausencia de rocas o
zonas donde se puedan producir muchos enganches, el resto es coser y cantar siempre que los peces
quieran.
Desde embarcación las cosas se simplifican aún más en cuanto a que no trabajaremos con cañas sino
simplemente con el sedal en la mano. Aquí en Galicia esta forma de pescar es muy popular y se la
conoce como pescar "a liña". Se trabaja con una o dos líneas que se arrastran por el fondo hasta que
se produce la picada. Dejamos a la deriva la barca arrastrada por el viento y la corriente,
controlamos los sedales y los remos a la vez con nuestras manos, más simple no puede ser pero
requiere practica.
Volvamos de nuevo a la pesca desde la orilla o desde tierra. Hemos llegado a nuestra postura favorita
y nos disponemos a probar esta suerte. Si los peces están cerca de nosotros puede que con un pequeño
plomo prensil redondo de 5 a 10 grs. sea
suficiente para lanzar 15 ó 20 metros,
pero si pescamos en una playa puede
que tengamos que lanzar a más de 80m.
y para ello puede ser necesario un
plomo torpedo de más de 60 grs.; pongo
por caso dos situaciones extremas. Por
lo general con pesos intermedios
pondremos, en la mayoría de las
ocasiones, nuestro cebo al alcance de las
lubinas que tanto ansiamos.
A la hora de pescar habremos de realizar un barrido de la zona de pesca, lanzando a larga y acorta
distancia en diferentes ángulos a la busca del pez, cubriendo en abanico toda la postura que estemos
trabajando; no se trata de lanzar a diestro y siniestro pescando a lo loco, sino que habremos de
interpretar lo que nos muestra el mar en cada momento. Una corriente de agua, un remolino, una
fosa de arena, los flujos de agua dulce, los pasillo de playa, entre rocas son propicios para encontrar
lubinas así como las entradas a los puertos.
Podemos prospectar igualmente la
profundidad, buscando al pescado en
aquellas capas de agua en se mueve o
alimenta en ese momento y aquí os hago una
observación. En nuestras frías aguas
atlánticas las lubinas y otras muchas especies
de peces se mueven y desarrollan su vida
muy cerca del fondo, permaneciendo en él la
mayor parte de su tiempo en busca de aguas
con mayor temperatura y allí se alimentan.
Con la llegada de la primavera y el verano,
al aumento la temperatura del agua le
acompaña una mayor actividad de las
lubinas que se pueden encontrar a medias
aguas. Puedo decir que casi nunca he visto a
las lubinas moverse cerca de la superficie a
la caza de sus presas salvo en momentos puntuales de la época estival, sobre todo al amanecer y en el
ocaso.
A la hora de recoger el cebo podemos hacerlo de forma continua o de manera intermitente, pero
siempre despacio, de forma pausada. Al atractivo del gusano se une el movimiento y ahí radica todo
el secreto de la eficacia y rendimiento que tendremos con esta forma de pesca. Si recogemos de
continuo y con ritmo la lubina, abadejos y sargos serán presas habituales, si recogemos muy muy
despacio puede que pesquemos alguna dorada y si alternamos paradas en nuestra recogida entonces
llenaremos el cubo con lisas y mujoles, que tendrán tiempo de chupar el cebo junto a otras especies
como salmonetes, lenguados, sollas, etc.etc.
Quería daros por último un detalle sobre los bajos de linea. Desde hace unos cuantos meses estoy
utilizando con gran éxito líneas de nylon de fluorocarbón llamadas ultravioletas y que parece ser que
son invisibles para el pez. Yo destacaría de estas líneas su escasa memoria y resistencia al nudo. Suelo
utilizar el nylon " Trialón" en medidas 0´25 para bajos y en 0´30 ó 0´35 para la línea madre.
Ya sólo os queda preparar los pertrechos y salir a la busca de una buena captura o de una buena
pescata. Podéis pescar muchos peces pequeños, pero seamos responsables y respetuosos con el mar y
con nosotros mismos, los peces que no den la talla por favor devolverlos al mar para que puedan
desarrollarse y procreen. Yo a las lubinas que pesco pequeñas les hago un pequeño corte en la aleta
caudal; con ello he podido comprobar a grosso modo el lento crecimiento de estos peces, seamos
buenos pescadores, gracias a todos. (*)
Y gracias por vuestra atención, cualquier duda o sugerencia que tengáis remitirla al correo
electrónico de Pesca en Red. Un cordial saludo pescadores y buena pesca, suerte y hasta la próxima.
(*) Aquí en Galicia la talla mínima legal para la lubina es de 36 cms. y como detalle os diré que la caja
de bicho se paga en torno a las 150 ptas. por unos 30 o 40 gusanos contados.
Lubinas con cola de rata.
A medida que la pesca con cola de rata ha empezado a extenderse desde las aguas
continentales a las marinas, ha comenzado también la búsqueda de posibles candidatos
para convertirse en presas. Enseguida hemos pensado en la lubina, en este pez que
podemos encontrar muy cerca de la orilla, con pocos centímetros de agua y que ataca a
todo lo que se mueve.
En buena lógica, una lubina, que ataca a la gran mayoría de los artificiales, morderá
también un estrimer que imite un alevín o un pequeño crustáceo, un camarón, una
quisquilla o una pulga de mar, por ejemplo.
Por otra parte, que las lubinas se acerquen mucho a la orilla no significa que nosotros nos
podamos acercar mucho a ellas, es decir, que entren en nuestro radio de acción pescando
a látigo, y menos aún, de día.
La lubina come en el fondo, a media agua y en superficie. Pero no es un pez como, por
ejemplo, los mugílidos, que actúan en compactos cardúmenes “barriendo” todo lo que
encuentran a su paso flotando en la superficie. Si a estos últimos les presentamos una
imitación de miga de pan –hecha con algodón u otro material similar- no la rechazarán,
máxime si antes los hemos cebado con pan. Con los macabíes tropicales, sucede tres
cuartos de lo mismo. Por eso son la estrella a látigo en agua salada. Pero es que estos
peces se mueven en bálamos de miles de individuos -a través de los manglares en aguas
someras- comiendo en superficie, por lo que contaremos con muchas posibilidades de que
“se encuentren” con nuestro artificial. Una lubina, por el contrario, no ataca a algo
posado, inerte, sobre la superficie.
Si no, nos tendremos que contentar con escuchar sus “chapladas”, que es como llamamos
al instante en que se ceban en la superficie.
Si tenemos intención de practicar con frecuencia esta pesca, lo mejor será adquirir una
caña especial para mar, que ya están disponibles en el mercado español.
En cualquier caso, una caña más bien rápida, de alrededor de nueve pies para una línea
del siete o del ocho, debería ser suficiente. La línea, de material sintético, puede ser
“descentrada” (WF) o, mejor aún, del tipo “saltwater” (SW), con el peso más adelantado
y de punta sumergida.
Añadir un terminal de acero, como recomiendan algunos, me parece una barbaridad. La
lubina no es un congrio. Ni siquiera un lucio.
Utilizaremos estrimers ad hoc que, hasta donde sé, apenas se comercializan, por lo que,
en la mayoría de las ocasiones, tendremos que fabricárnoslos nosotros o pedírselos a
nuestras amistades, en caso de que conozcamos a alguien.
Cebos para la lubina.
Casi todos los cebos de origen animal que el aficionado presenta en el anzuelo, suelen ser apropiados para la
lubina; el único requisito es que, en caso de estar muertos, no haya comenzado el proceso de descomposición.
Así, tan bueno resulta un cebo a base de sardina o un trozo de calamar, como un anélido cualquiera, un
cangrejo o un molusco presentado sin concha.
Pero, debido a su carácter predador, la lubina siente especial predilección por los cebos vivos, en especial
aquellos que provoquen una reacción instintiva y le hagan creer que pueden escapar. De este modo, un cangrejo
al que ve un fugaz instante llevado por la resaca de las olas, un pececillo debatiéndose, un camarón agitándose
en una nube de espuma, activarán el ataque feroz de nuestro pez.
Los cebos “muertos” –como son los trozos de pescado o de calamares, o los moluscos desprovistos de sus
naturales defensas- funcionan mejor cuando se los presentamos en aparejos de fondo, como si hubiesen caído
allí de forma natural tras haber muerto por la razón que fuera.
Pescando grandes ejemplares.
Todos ansiamos esa gran captura que tan pocas veces se produce. Lo importante es estar preparados para
que cuando pique, no se nos escape el pez de nuestros sueños.
Un pez, para llegar a ser grande, ha debido superar muchas pruebas que la naturaleza y la mano del hombre
–en perversa comunión- le han puesto en el camino. Por tanto, quien logre engañar a este pez podrá presumir
de ser un buen pescador, lo que incluye –aparte de un poquito de suerte- experiencia, grandes conocimientos
sobre la vida y costumbres de sus presas, y bastante tenacidad, todo ello muy elogiable.
Lo malo es que, en muchas ocasiones, cuando por fin pica el gigante al que llevamos tentando tanto tiempo con
nuestro aparejo, consigue escaparse y nos deja con un palmo de narices.
Las razones más habituales son varias. En muchas ocasiones se producen roturas evitables. Esto suele estar
motivado por que no hemos repasado el estado de los sedales y los nudos. El hilo debe estar siempre en
perfecto estado operativo, sin raspaduras ni nudos (los nudos accidentales deben ser evitados como la peste) ni
defectos. Para ello, lo mejor es, antes de pescar, pasar unos cuantos metros de sedal entre nuestros dedos para
comprobar su estado, así como el de los bajos de línea, con lo que, de paso, evitaremos gran parte de la
memoria que cogen los sedales.
Los nudos mal hechos son otra de las causas. Debemos
comprobar que estén dados correctamente. Aunque
todo lo anterior esté en orden (repetimos: sedales y
nudos en buen estado), se puede producir una rotura si
la presa excede a los límites de peso y fuerza fijados en
el diseño del aparejo al que ha picado. Este es el
momento en el que intervienen dos elementos
fundamentales: la caña propiamente dicha y el carrete,
en concreto, el freno.
Si lo graduamos –según la resistencia del sedal- correctamente, antes de que el hilo rompa el freno cederá unos
metros y el pez se cansará, gastará sus fuerzas tirando del hilo que a duras penas puede sacar. El zumbido del
freno es una de las músicas preferidas del aficionado: no se abstenga de escucharla.
Por el contrario, abrir el carrete y dejar que salga hilo de la bobina libremente, constituye otro frecuente error
que suele conducir a la pérdida de la pieza. Esto provoca embrollos en el sedal y la pérdida de la tensión del
mismo, con lo que el anzuelo se aflojará en la boca del pez y lo perderemos en cuanto se dé la vuelta.
Otro factor a tener en cuenta es la forma que tiene cada pez de defenderse cuando se nota clavado. Aparte de
que nos puede dar la sensación de que algunos venden su libertad más cara que otros (en realidad, esto
depende de su fuerza y habilidades natatorias, pues ningún ser vivo renuncia a la vida salvo en casos límite),
encontramos diversas maneras de proceder cuando notan el anzuelo en sus carnes.
Los que viven en cuevas y grietas tratarán de alcanzar
la seguridad de su refugio –como el mero-. Los que
habitan en aguas libres y más aún si son de régimen
pelágico, se encaminarán con decisión hacia mar
abierto –como los jureles, las agujas, caballas etc.- y
los que progresan en las rompientes del litoral, tratarán
de poner una piedra entre ellos y la caña, con lo que,
en ocasiones, romperán el sedal –como la lubina, el
sargo etc.-.
Este es el otro momento crítico, sobre todo si no disponemos de una sacadera apropiada, o las condiciones
físicas del lugar donde desarrollamos la pesca son demasiado infructuosas para sacar cómodamente la captura
del agua. En cualquier caso, si no disponemos de una sacadera, o un grampín, nunca intentaremos sacarlo
dejándolo colgado en el aire, aunque sea un segundo. Es la típica forma de perder un gran pez cuando ya estaba
hecho lo más difícil.
Lo más recomendable para salvar la situación es “ahogarlo”, es decir, mantener la cabeza del agotado animal
fuera del agua, hasta que su vejiga natatoria se llena de aire y comienza a flotar y a moverse con mucha
dificultad. Entonces, sin prisa, recogemos unos metros más de sedal hasta que, levantando la caña con la
izquierda, podamos poner al pez en banda y llevarlo hasta nuestra mano derecha, siempre con la cabeza de éste
asomando fuera del agua y sin perder en ningún momento la tensión del sedal.
Después introduciremos los dedos con decisión debajo de las agallas y asiremos fuertemente. Espere un
segundo hasta sus dedos se acostumbren y note que el pez está bien trabado. Cuando se sienta bien seguro de
la firmeza de su sujeción, ¡arriba con él!
Sargos a fondo.
Cuando se habla de sargos, generalmente nos referimos a su pesca a media agua, bien a pulso o con boya, y
muchos se preguntarán: ¿es que no pican sargos a fondo?
Por supuesto que sí, y lo hacen de una manera mucho más confiada que a un cebo que oscile entre dos aguas.
De hecho, son una de las especies más comunes que encuentra el aficionado que practica esta modalidad.
Pescando con boya, los sargos son rapidísimos, pican con decisión y se escapan con mayor decisión si cabe.
Vamos, que son muy decididos para todo, especialmente para burlarnos. Además, el agua color chocolate y con
mucho movimiento en el fondo, es lo único que garantiza el éxito. Si la mar está bella y el agua transparente,
será mejor no intentarlo.
Para una especie acostumbrada a una alimentación oportunista y variopinta como es el sargo, -tanto da sea de
un tipo u otro- la forma en la que se presenta su alimento es determinante a la hora de ingerirlo o rechazarlo.
Un trozo de sardina o de calamar, bocados ambos que encontraría deliciosos abandonados sobre el lecho
marino, nunca serían atacados si los encontrase suspendidos entre dos aguas a plena luz del día. ¿Por qué? Pues
porque un sargo “sabe” que un trozo de pescado puede ser hallado en el fondo, pero nunca en otro sitio.
Una quisquilla o un cangrejillo que se agita en medio de la espuma sí será engullido entre dos aguas. Un
cangrejo inerte, fuera del radio de acción de la resaca, también será rechazado, ya que el sargo encontraría
antinatural ese animalillo que no flota, suspendido, colgando de un hilo. Muy sospechoso, vamos.
Hábitos alimentarios
Es un pez que suele comer de casi todo, aunque existen preferencias por algún que
otro tipo de cebo. Como norma general sienten debilidad por todo tipo de gambas,
camarones, quisquillas, ermitaños, cangrejos de playa, chipirones, etc...
siempre lo mas frescos posibles y por todo tipo de gusanos o lombrices de mar,
americana, titas, etc.., pero deberemos tener muy presente en la época del año en la
que pesquemos con el fin de ofrecer a los mismos la carnada predominante en esa
fecha, si hay mucho camarón en junio, por ejemplo, estarán comiendo camarón,
si un barco ha arrojado al mar cerca de la costa cajas de boquerón o sardinas
estarán comiendo de las mismas, quiero que entendáis que aun sintiendo debilidad
por la gamba, etc, si no hay, comerán de lo que haya en ese momento y será lo que
tengamos que ofrecerle en mejores o iguales condiciones. Hay que tener claro a la hora
de pescar sargos que no podemos seleccionar una única carnada para ellos, pues la que
fue muy buena en agosto para enero no lo es, así que deberéis ofrecerles lo que ellos
quieran comer.
Si observáis a un sargo veréis que dentadura tan potente tiene y que armadura de
molares, por lo que también podéis intentar pescarlo con cualquier tipo de caracol
marino, pues personalmente los he probado con ellos y dan buen resultado.
Tenemos que tener muy presente la luna, no suele comer con luna llena y el mar en
calma, pero si muestra actividad con luna llena y el mar picado. Siguiendo como norma
general pescaremos con luna llena en aguas profundas y con la oscuridad o luna
muy menguante o poco creciente en poca profundidad, se entiende poca
profundidad unos 50 cm., no dudéis pescar en poca profundidad con oscuridad, pues
aunque parezca mentira, los grandes ejemplares salen a la orilla, dicen que llegan a
acostarse para coger el cebo, yo personalmente he podido observarlos con su lomo fuera
del agua intentando comer la carnada que le ofrecía.
Acción de pesca
Hay que tener presente que como buen esparido buscara la noche, como antes hemos
comentado, para su alimentación, menos el raspallón y la mojarra que suele alimentarse
de día condicionada por su hábitat, ya que suelen frecuentar los puertos o zonas
portuarias donde consiguen su alimento, bien por afluencia de barcos y por consiguiente
peces muertos en sus fondos o por la gran cantidad de pescadores arrojando cebos o
enguado.
Para pescar sargos deberos buscar un estado de la mar propicio para ello, el mar tiene
que estar movido, a ser posible de poniente y con las aguas turbias, es decir no
importara que tenga olas grandes, sobre todo si vamos a pescar con caña de pulso o
boya, si por el contrario pescamos con caña de lanzado o surf-casting no será un factor
determinante el estado del mar pues lanzaremos lo mas lejos posible con el fin de llegar
a los sargos.
Como su nombre indica es una caña sencilla , es decir, sin carrete, donde engarzaremos
nuestro sedal a la puntera de la misma y dejaremos que cuelgue el mismo hasta unos
50 cm del mago o ultimo tramo, donde pondremos un anzuelo del numero 4 empatillado
a un hilo del 28 al 35, el anzuelo lo lastraremos con un pequeño plomo de bola o
simplemente un esmerillón pequeño, dejaremos una distancia desde el lastre hasta el
anzuelo de unos 30 cm con el fin que la carnada o cebo este en el agua de la forma mas
natural posible. Si pescamos a pulso, es decir dejando sentir el tirón o picada del sargo
en la caña, estaremos muy atento a lo que nos dice la misma, no solo a los tirones que
suele acometer dicho pez, sino al peso o pequeños toques que nos adviertan que esta
embuchado, etc.. Deberemos clavar al pez con un movimiento de muñeca , no de un
fuerte tirón, de lo contrario sacaremos la carnada de la boca, aunque hay partidarios
de dar un tirón seco dado que la boca del sargo esta muy bien armada de dientes y su
interior esta llena de piedra adoquinadas una al lado de la otra, pero mi consejo es que
lo hagáis con un suave tirón de muñeca . A este modo de pesca se le puede poner
una boya con el fin de que queden nuestras carnadas a la profundidad deseada y nos
advierta de la picada del pez, la pesca con boya es la mas difícil, ya que hay que
saber interpretar los movimientos de la misma en el agua, no creáis que es la mas
sencilla, cualquiera tira de la caña cuando esta se hunde, pero en verdad ¿ sabemos lo
que antes de hundirla nos ha dicho la boya o corcho?, ¿si se ha acostado,
vibrado, etc...?, saber interpretar una boya o corcho es algo que en mis 45 años no he
conseguido , pero si he visto a quienes saben hacerlo y que cuando ven en ella signos
de pescado comiendo, le tiran y hasta te dicen por la forma que ha comido, que pez es.
El lastre o plomada del aparejo dependerá también de la corriente que haya, pues es
absurdo intentar pescar con un solo plomo de bola y que la carnada se quede fuera del
agua o desplazada a un lado por la corriente, para ello iremos agregando de uno en
uno pequeños plomos de bola hasta nivelar el aparejo de la forma mas vertical
posible con la puntera de la caña. No pongáis grandes plomadas que los sargos
la verán y no se acercaran a la carnada.
A este tipo de pesca no le influye tanto que el mar este o no movido, simplemente
lanzaremos lo mas lejos de la orilla que podamos, con el fin de llegar a profundidades
donde puedan habitar sargos, con el mar en calma, en el caso de que el mar este
movido, pescaremos mas a la orilla, en la zona turbia. No es aconsejable que pongáis
mas de 2 anzuelos y mi opinión es que no pongáis “rastrero”, pues suele comer alto. Y
la carnada aconsejada para este tipo de pesca seria las lombrices de mar y calamares,
pues las demás son blandas y dado la acción de la caña se caerán, ahora, si pescamos
cerca si podemos ponerla. Cuidad el freno del carrete y cargar los carretes con el hilo del
30 aun poniéndole puente.
Si pescáis desde rocas o espigones buscar siempre la zona donde más rompa el agua
y a ser posible que haya piedras.
Preparar la zona de pesca
El tema de cómo y con que preparamos la zona es a veces muy personal, pero no seria
completo este artículo sin que os diera alguna que otra receta para hacer un enguado,
que para el que escribe, funciona a la perfección. Ya sabemos que comen de casi todo,
pues vamos a usar de casi todo para hacerlo, es muy sencillo. Buscamos un bote de
los de pintura de los de 10 o 20 Kg. Lo limpiamos bien que no queden partículas
de sustancias toxicas y ya tendremos el recipiente para hacerlo. En el mismo
echaremos cualquier de pescado graso ( sardinas, caballas, estorninos, etc..)
que compraremos al menor precio posible, lo cubrimos con un poco de sal en
grano y dejamos el mismo unos 3 o 4 días, sin sacarlo del bote trituramos el
mismo hasta que se haga una pasta homogénea, yo suelo usar un taladro que me
sirve de batidora, cambio la broca por una especie de hélice que me he fabricado, si la
pasta queda dura agregaremos agua o aceite de pescado. Ya tenemos la base,
ahora vamos a enriquecerlo, podemos acompañar a esa pasta con pan sin la corteza,
líquidos de salazones y desperdicios de los mismos, erizos, almejas en mal
estado, anchoas en latas, de las caducadas, berberechos frescos o en lata,
caracoles marinos y terrestres, gambas y cangrejos, sangre de pescado,
etc........, siempre muy triturado pues se trata de atraer , no de alimentar. Con el
fin de que el enguado llegue pronto al fondo le pondremos tierra, no arena, la tierra
hace una pasta mas compacta y suele duran en el fondo un poco mas que la arena y
sirve para poner el agua turbia a su vez.
No saturéis la zona de enguado, lanzar con un trozo de madera unos 500 gr la primera
vez y si pican los sargos no le lancéis mas, cuando dejan de comer echamos un poco,
unos 200 gr. y así seguiremos la pesquera. No os desesperéis con los sargos, estas toda
una tarde enguando y nada y en un momento los tenéis comiendo.
Bueno no se si me habré dejado algo por contaros, pero como casi siempre habrá
quienes digan que si los pescan con la mar muy buena, etc...... efectivamente, pero lo
normal y mi experiencia durante 45 años es la que os he relatado.
Pescando con este sistema además de sargos pescareis otros peces como obladas,
doradas, salpas, palometas, herreras y alguna que otra araña, así que cuidado.
Sargo breado: el gran desconocido.
El Sargo breado, también llamado real o imperial, es uno de los sargos más raros, más sabrosos... Y el
que puede alcanzar mayor tamaño, algo así como el Primo de Zumosol de la familia.
Nos encontramos ante un pez “de lujo”: exquisito en la mesa y combativo como pocos en el anzuelo. Añadiría
que, de todos los sargos, éste es mi favorito, aunque esto no quiera decir nada, pues ya se sabe que para
gustos están hechos los colores. En todo caso, los que presenta este animal son verdaderamente característicos,
con una librea que lo hace inconfundible. Vamos a conocerlo un poco mejor.
Este sargo, cuyas denominaciones científicas son Sargus cervinus, Sargus trifasciatus, Johinius trifasciatus,
Diplodus trifasciatus, Charax cervinus.... recibe a su vez distintos nombres vulgares, entre los que encontramos:
Sargo breado, bedao, vedao, barriao, monjón, sargo imperial, real, etcétera.
Su silueta es parecida a la del sargo común, con el cuerpo ovalado y comprimido, típico de la familia a la que
pertenece.
Sin embargo, aparte de la librea –sobre un fondo dorado se disponen gruesas franjas transversales color
chocolate- se diferencia claramente por la boca. Posee unos labios bastante carnosos y gordos, y su dentición es
muy peculiar: grandes incisivos y, separados de estos, pequeñísimos molares.
Crece más que cualquier otro sargo, llegando a rebasar los 50 cm. de longitud, y puede vivir incluso a 300 m. de
profundidad.
Sus aspectos reproductivos –como tantos otros en este
pez- no han sido muy estudiados, pero casi todos los
ictiólogos consultados, coinciden en señalar la época de
freza entre los meses de enero y mayo. Lo cierto es
que, durante el verano, resulta frecuente encontrar
juveniles de esta especie, de unos 5 cm. de longitud,
engrosando los desordenados bálamos que forman
otros espáridos del genero diplodus, como son las
mojarras y los sargos comunes.
Hay autores que sugieren una progresiva expansión de la especie hacia aguas más septentrionales,
extendiéndose hacia el norte por el Golfo de Vizcaya. No obstante, cada vez resulta más raro encontrar buenos
ejemplares, ya sea en zonas mediterráneas, cantábricas o atlánticas. Además, parece ser sumamente
vulnerable, a tenor de lo que se desprende del recuento de sus poblaciones en aguas protegidas, si las
comparamos con las de los tramos más castigados de nuestras costas -donde el número de ejemplares
disminuye drásticamente-.
Respecto a sus costumbres, nos hallamos frente a un pez muy tímido, quizás el más receloso de todos los
sargos, lo que añade cierto encanto a su captura, un aliciente más que nos brinda su natural desconfianza.
Las particularidades en sus hábitos frente al resto de los sargos, se acentúan con la edad. Aunque los individuos
jóvenes se comporten de forma parecida a los demás componentes de la familia diplodus y, de hecho, ya
señalamos que se encuentran a menudo mezclados entre ellos, a medida que crece nuestro pez desaparece su
espíritu gregario y comienza a separase en pequeños grupos que, más adelante, se dividirán a su vez en parejas
o incluso en individuos solitarios.
A lo anterior, se une la tendencia de los sargos breados por ocupar zonas de mayor profundidad, donde se
establecerán al llegar al estado adulto y pocas veces abandonarán ya.
Sólo cuando el sol desaparece en el horizonte o en condiciones de gran turbiedad de las aguas costeras, suben a
cotas de menor profundidad, por lo que su pesca desde tierra suele efectuarse de noche o durante las últimas
horas de las tardes estivales.
También el otoño constituye una magnífica estación para acosarlos, teniendo presente siempre que la falta de
luz o la oscuridad del agua, serán los únicos factores que posibiliten que este pez se acerque a tierra lo
suficiente para ponerse a tiro de nuestras cañas.
Por eso debemos buscar los canales que se desplazan por el fondo incrementado su profundidad, o las cortadas
submarinas que dan paso a lechos que descienden en pendiente. Estos lugares “de subida” pueden resultar muy
fructíferos para el aficionado que logre colocar ahí su aparejo.
El tipo de fondo que prefiere el sargo breado cambia
según el tamaño o las aguas donde nos encontremos,
pero lo ideal suele ser uno de tipo mixto, con tramos de
arena, roca y fango. Nuestro pez siente una especial
querencia por estos lechos “suaves”, ricos en
invertebrados que constituyen en gran medida su
alimento. El 90% de las veces que me lo encuentro
debajo del agua –por lo general individuos inmaduros-
lo hallo vagabundeando sobre un lecho de arena o de
fango flanqueado por rocas y algas, y rara es la vez
que me permite acercarme hasta tenerlo a tiro de
fusil.
Nos encontramos ante una pesca de espera, en la que emplearemos grandes y fuertes cañas de lanzado, que
llevarán nuestros cebos a zonas de cierta profundidad. El aparejo recomendado para este pez es uno de fondo,
con un plomo corredizo que garantice la inmovilidad del mismo sobre el lecho marino y un bajo de línea no
demasiado grueso, para no infundirle sospechas.
También las zonas de paredes rocosas y cortados sobre la mar son buenos lugares, siempre que haya bastante
profundidad. En este caso podremos pescar a pulso o, si lo hacemos a corcho, dando mucho calado al aparejo.
Lo normal será pescar más sargos comunes y mojarras que sargos breados, pero al final, todo llega.
Nuestro pez puede alcanzar un peso considerable y la batalla que presenta es siempre feroz. Así que la caña
debe estar en consonancia y, en general, todo el equipo preparado para aguantar sus embestidas.
En todo caso, dado que el número de individuos que patrullan una determinada zona no suele ser numeroso
–salvo bálamos excepcionales- y que es, de por sí, un pez considerado en muchos lugares como “raro”, conviene
emplear un aparejo polivalente, que nos posibilite también la captura otras especies.
Mi preferencia es la de utilizar bajos de una braza y de un grosor del 0.30. Empato un solo anzuelo para evitar
enredos, de tamaño medio y pata corta.
Ya hemos dicho que su dentición es muy distinta a la
de otros grandes espáridos, como la dorada, y presenta
escasos molares, y, consecuentemente, mandíbulas
menos poderosas que las de este otro espáridos
especializado en moluscos y crustáceos acorazados, por
lo que los anzuelos no tienen por que ser
especialmente robustos.
Como anécdota, solo me resta decir que los dos últimos sargos breados que he capturado picaron a gusano de
coco o rojo, pero estoy casi convencido de que hubieran entrado igual de haberse topado con una coreana, tita,
americana o de rosca, ocultando mi anzuelo.
23 de Septiembre de 2005 12:32 A.M.
El salmonete constituye una presa habitual de los aficionados que practican la pesca al lanzado. Sin embargo,
pocos son los que se dedican específicamente a este pez, y su captura, por lo tanto, suele obedecer a la
casualidad.
Esto no quita para que el aficionado que desee pescar salmonetes, pueda hacerlo con ciertas garantías de éxito
si elige los lugares, el cebo y los aparejos apropiados.
El salmonete se alimenta de forma ininterrumpida tanto de día como de noche, pero dado que el cebo que le
presentaremos es blando y apetecido por casi todos los pequeños peces que pueblan estas aguas, optaremos
por intentar su pesca en periodos nocturnos. ¿Por qué? Pues porque con la oscuridad muchos de estos pequeños
peces –por ejemplo todos los lábridos- se retiran a sus escondites hasta el amanecer, con lo que no atacarán al
cebo que va destinado al salmonete. Esto no impide que otros pezqueñines continúen activos –como los
espáridos- pero, al menos, descartaremos un buen número de ellos.
Lo cierto es que pescar salmonetes no es difícil, pero sí puede serlo su localización. En otras palabras: es una
especie que no presenta problemas para su captura, una vez que hemos dado con la zona donde habita.
Entonces su pesca puede ser coser y cantar, pues nuestro pez se comporta como un rastreador meticuloso, y no
dejará ni un cm² por registrar hasta dar con el cebo. Prueba de esta búsqueda incesante del alimento hozando
por el lecho marino, son los manchones negros que observamos a veces en el fondo y que constituyen una
buena señal para asegurarnos su presencia.
Cosas de familia
Dado lo frecuentes que resultan estas disputas alimenticias con los pequeños sargos, las primeras picadas que
detecte la puntera de nuestra caña pueden corresponder a los ataques de los minúsculos espáridos, o bien a la
primera y tímida cata del salmonete, que después se convertirá en una decidida picada.
Este dato es importante, ya que, si lo dejamos comer, nos aseguramos que el anzuelo quedará sólidamente
instalado en lo más profundo de su boca. Ahora bien, si tratamos de clavarlo en los primeros instantes –durante
el corto periodo de ‘cata’ al que antes me refería- conviene no tirar con fuerza, so riesgo de arrebatarle el
bocado o de romperle su ya de por sí endeble boca. En cualquier caso, es preferible no apresurarse, pues, una
vez que haya probado nuestro cebo, si éste es de su gusto, se lo tragará sin mayores contemplaciones y lo
tendremos preso.
El material
Recuérdese que el salmonete nunca alcanza un gran tamaño y una pieza que supere 1 kg. peso es algo
excepcional. Además, ya señalamos que su boca no es fuerte, aunque sí relativamente grande comparada con
su tamaño, por lo que la elección del anzuelo no planteará problemas. En realidad, casi cualquiera le va bien.
El bajo de línea tampoco debe ser muy largo y con algo menos de una braza será más que suficiente. El
salmonete no es un pez muy exigente en este sentido, y un bajo tirando a corto evitará enredos, en caso de
pescar en aguas poco profundas o con la mar revuelta.
Así que, con un aparejo muy simple (plomo, quitavueltas, anzuelo) nos arreglaremos bien, sin que debamos
utilizar materiales caros o sofisticados.
La caña que usaremos puede ser una de las más corrientes que existen en el mercado. El único requisito que
debe cumplir es que la puntera sea lo suficientemente sensible para detectar la picada. Con eso basta. Ah, y se
me olvidaba: si quieren disfrutar esta pesca, procuren que el material empleado sea lo más ligero posible.
Aunque la defensa de este pez no sea para lanzar cohetes, resulta digna durante los primeros compases de la
lucha, lo que se traduce en violentos tirones. Es el justo premio para el pescador que ha adecuado el material a
las dimensiones de su presa y puede apreciar la batalla del salmonete en lo que vale.
Los cebos
En este apartado es quizás donde nuestro pez se muestra más riguroso. Aquí no vale cualquier cosa. Sólo
acepta cebos blandos provenientes de invertebrados y no todos.
Un aparejo cebado con trozos de pescado (sardina, anchoa, etc.)o de cefalópodos (calamar, sepia...) u otras
carnadas que se suponen poco menos que universales para la pesca en la mar, será rechazado.
Lo mejor consiste en emplear anélidos de casi cualquier tipo, tanto da que sea gusana de rosca, de arena o
serrín, americana, coreana, gusano rojo, etc. Todos los gusanos marinos le encantan, por lo que será el mejor
cebo que podemos ofrecerle.
También podemos cebar con mejillón, con navaja o con otros bivalvos, pero lo más sencillo y recomendable es
emplear anélidos, con los que siempre acertaremos.
Una última cosa antes de despedirme: cuando atrapemos un salmonete, tras desanzuelarlo, debemos escamarlo
para que aparezca ese color rojo vivo en todo su esplendor.
Esta tarea es sencilla cuando todavía está vivo, pues sus escamas son grandes y se desprenden con facilidad
pasando la uña del dedo pulgar a contra pelo –contra escama, vamos-.
De esta manera, la parte escamada se tornará de un rojo intenso, que hará de nuestras capturas bellísimos
trofeos.
Señuelos artificiales.
Los peces predadores tienen algunos sentidos muy desarrollados. La vista suele ser uno de ellos, aunque no
necesariamente (el tiburón es más bien algo cegato, por ejemplo). Lo que sí tienen siempre muy fino es un
sentido que a nosotros nos es ajeno y consiste en lo que se conoce por línea lateral, un órgano sensitivo que
detecta las vibraciones en su medio, esto es, en el agua.
También el sentido del gusto suele estar muy desarrollado, (además, el agua transmite mejor los sabores y las
vibraciones que el aire). Para entender este sentido debemos saber que el olfato –tal como lo conocemos-
parece ajeno a los peces, pero el gusto es de hecho el equivalente a nuestro sentido del olfato y opera como tal.
Esto es así porque los olores se transmiten en el aire, mientras que el agua (un medio 800 veces más denso) lo
que transporta es en realidad partículas gustativas que el pez detectará con precisión perruna a modo de olores
terrestres.
Por tanto, cuando hablemos de su sentido del gusto no pensemos en nuestro paladar, sino en nuestra pituitaria.
Sin embargo, este sentido, digamos del gusto-olfativo no ayudará a que los peces se lancen sobre nuestros
señuelos, sino todo lo contrario. Por tanto, el secreto de la atracción de los artificiales debe estribar en la vista y
en la línea lateral.
Nos parece lógico que una lubina, pez que ve muy bien,
se lance contra un pez artificial en medio de la espuma
y rechace a ese mismo pez si lo encuentra en aguas
quietas y cristalinas, o una trucha que es engañada por
una cucharilla en un río crecido y turbio, la rechace en
una poza transparente.
En otras palabras, hablar de apetencias es impropio cuando nos referimos a los peces, puesto que, como
animales que son, se rigen por un código intrincado y complejo marcado por su instinto o, si lo prefieren y para
darle la razón a Richard Dawkins [1], por los imperativos que imponen sus genes.
Así, un pez atacará a un señuelo cuando éste desate en él una reacción natural que le mueva a hacerlo, y, en
consecuencia, la función primordial del señuelo será, por un lado, propiciar el ataque y, por otro, burlar los
mecanismos del pez, que hacen que ataque a determinadas presas y rechace otras. Damos por supuesto el de la
alimentación como estímulo más probable en la mayoría de las ocasiones, aunque esto no quiera decir que
rechacemos otros a priori. En todo caso, cuanto más sepamos sobre sus preferencias alimenticias y en qué
contesto se sitúan éstas, más posibilidades tendremos de darle gato por liebre, adecuando nuestros artificiales
para que reproduzcan con fidelidad todo aquello que estimula al pez y provoca su ataque.
[1] R. Dawkins es profesor de etología y autor del “ Gen egoísta”, un tratado sobre la respuesta genética a
determinados estímulos, que proporciona muchas claves interesantes sobre el comportamiento animal.
La industria de la pesca deportiva, se encarga de ofrecernos todos los modelos imaginables que puedan engañar
al pez. A medida que crece este mercado, se incrementa también la investigación y la sabiduría de las casas
comerciales, y llenan los comercios especializados de todo tipo de fauna artificial, que, en ocasiones, nos tentará
más a nosotros mismos que al propio pez.
Sin embargo, lejos de negar la eficacia de estos señuelos, -que es evidente y, de hecho, me confieso ser el
primer entusiasta y amigo de probar todas las novedades posibles- sí debemos advertir al neófito que no todos
ellos conseguirán pescar en todas las condiciones, o, mejor dicho, que todos ellos pescarán, pero sólo cuando se
den las condiciones propicias, a veces, muy difícilmente pronosticables.
Lo más sensato es tener una colección abundante de señuelos, e ir intercambiando nuestros artificiales. Esto es
sencillo poniendo un quitavueltas en el extremo de la línea, o bien dando un nudo tipo gaza, que nos permita
cambiar el señuelo sin tener que estar cortando el sedal, y dando nudos y más nudos cada vez que probemos
uno nuevo, aunque esta solución prescindiendo del quitavueltas, hará que coja torsión el sedal.
Como norma general, podemos indicar que en las
playas, entre el oleaje, funcionan muy bien algunos
vinilos largos de tipo anguiliforme y color whisky, sobre
todo para la lubina, que siente una especial predilección
por la anguila.
En cualquier caso, lo de la velocidad o de qué forma debemos conducir nuestros señuelos en el agua, no está del
todo claro y depende, además, de muchos factores.
Lo mejor podrá ser alternar distintos señuelos, y
cobrarlos a la velocidad que proporcione el movimiento
óptimo para el que lo ha diseñado el fabricante. La
pregunta se origina a renglón seguido. ¿Cómo podemos
saber cuál es esa velocidad óptima?
Demasiados factores para esbozar una teoría que sustituya a las necesarias horas de práctica.
De noche, también podremos hacer que nuestros señuelos trabajen a poca velocidad y para esto, son ideales
una vez más los peces artificiales, algunos de los cuales nadan muy bien aunque los cobremos lentamente.
Una modalidad apasionante consiste en introducirse en
el agua de las playas, entre el oleaje, con unos
pantalones de vadear, y lanzar en todas direcciones
buscando la lubina que caza a veces en la misma orilla.
Esto puede ser eficaz en casi todas las playas y
prácticamente durante todos los meses del año. Lo
único que debemos cuidar es que la playa no sea
utilizada por bañistas, ni saqueada por redes y otras
artes profesionales que, por desgracia, asolan buena
parte de los lugares del litoral a pocos metros de la
orilla.
De hecho, antes indicábamos que en la elección del tipo de señuelo más adecuado, la suerte es un factor casi
siempre decisivo e, incluso el más experimentado pescador se lleva sorpresas, al comprobar que un señuelo con
una pinta magnífica no pesca, o aquél que ha pescado tantos días seguidos en el mismo puesto no pesca hoy
–sin razón aparente-, pero que ese otro tan “feo” y que nunca dio resultado, se lleva esta vez los peces de calle.
Sin embargo, en lo que no existen dudas es en que cada señuelo nada de una forma determinada, y algunos
deberán ser traídos a mucha velocidad, otros muy despacio, otros de forma regular y otros con violentos tirones.
Esto sí que lo podemos comprobar antes de comenzar a pescar, y por eso recomendamos encarecidamente que,
cada pez artificial, cada señuelo que adquiramos, sea debidamente probado, y nos familiaricemos con su manejo
y sus características antes de emplearlo.
Los lábridos: una familia típicamente veraniega
de nuestras costas.
Antes de comenzar, conviene señalar que los lábridos más comunes de nuestras costas son: el durdo,
pinto o maragota; el serrano, tordo o bodión; la julia o doncella; el gallano -o gayano-, o gallito real; y
el tabernero o picón.
Los lábridos son peces de fondo, pero que no viven pegados a él, como sería el caso de los peces planos, por
ejemplo. Estos últimos se encuadrarían en lo que llamamos "bentónicos" propiamente. Es decir, que habitan en
los lechos marinos sin separarse de allí, frecuentemente posados sobre el mismo, y cuando se desplazan o se
alimentan, lo hacen también a ras de fondo.
Pensemos en un lenguado o en un pez araña, representantes ambos de peces bentónicos. Se mantienen durante
largos periodos inmóviles, a la espera de que una de sus presas se ponga a tiro; o se desplazan a escasos
centímetros del fondo para posarse de nuevo en otro lugar. Su cuerpo está adaptado a la vida bentónica, así
como sus sentidos. Generalmente, pasan más tiempo inmóviles que nadando y se alimentan tanto de día como
de noche. Además, este tipo de peces suele poseer eficaces dispositivos de camuflaje, para resultar invisibles
mientras permanecen quietos.
El caso de los lábridos es diferente y es lo que se conoce como nectobentónicos ramoneadores. En otras
palabras: son los que permanecen cerca del fondo o de una pared rocosa del litoral, pero nadando a cierta
distancia. Obtienen su alimento "picoteando" entre las algas o en la superficie de las rocas y raramente se hallan
en fondos desnudos de arena o grava.
Su cuerpo está adaptado a nadar constantemente, aunque sin recorrer apenas unos metros. Es decir, algo así
como si revoloteasen, pudiendo mantenerse suspendidos a media agua y alimentarse o desplazarse en las más
inverosímiles posiciones, lo que incluye con la cabeza hacia abajo, hacia arriba, efectuando quiebros y giros en
cualquier ángulo, etcétera.
Otro aspecto interesante es que, al revés que los
grandes nadadores, que emplean para desplazarse
básicamente la aleta caudal, los lábridos suelen hacerlo
con las pectorales.
Subimos el tanque a bordo de una embarcación y ponemos proa a mar abierto. Cuando tengamos unas decenas
de brazas de profundidad bajo nuestra quilla, soltamos a los pececillos en la superficie.
Algunos probarán a sumergirse o tratarán de escapar tan pronto como se sientan libres de nuevo. Pero, a los
pocos minutos, muchos de ellos estarán merodeando alrededor del casco de nuestra nave, incapaces de
encontrar el fondo y totalmente desvalidos en mitad de la mar. Tratan, por tanto, de encontrar un objeto que les
brinde protección frente a las aguas libres, en las que no pueden sobrevivir.
Los grandes espacios marinos son absolutamente hostiles para los lábridos. Ninguna especie de esta amplia
familia es capaz de vivir en este medio.
Tampoco los encontraremos en los fondos desnudos.
Los lechos de grava o de arena están reservados para
otras especies que, o bien pueden camuflarse o
enterrarse, o son buenos nadadores.
Las mandíbulas no son muy fuertes, pero van armadas con unos afilados dientes aptos para ramonear en la
superficie de las rocas, justo donde se encuentran sus presas naturales.
Sus labios, muy prominentes y carnosos, son quizás lo más característico de su boca. Y, por supuesto, cumplen
su correspondiente función: bien irrigados y sensibles, ejercen de apoyo táctil para detectar a los animalillos de
los que se alimentan pegados a la roca. Para el pescador de caña son una bendición, pues el anzuelo clava
firmemente en este grueso apéndice, con lo que se evita perder la pieza.
La cabeza es pequeña, en consonancia con la boca, cuya apertura alcanza un ángulo de unos 45º, muy lejos de
lo que se esperaría en otra especie carnívora de alimentación ictívora. Así pues, si comparamos algunos peces
que viven en entornos similares y de tamaño también parecido, como podrían ser un gallano o una julia
(lábridos) y una cabrilla (serránido), pronto evidenciaremos está diferencia. Con sólo observar su boca
distinguiremos sus diferentes adaptaciones, en cuanto a régimen alimenticio se refiere.
Eso no impide para que, habitualmente, pesquemos en el mismo lugar, con la misma carnada y los mismos
aparejos estos tres peces. No obstante, la cabrilla posee anchas mandíbulas, con una boca enorme si la
comparamos con la de un lábrido y pequeños dientes, que sirven únicamente para retener a su pieza. En el caso
del gallano o de la julia, los dientes son curvos, más fuertes, grandes y afilados, idóneos para "rascar" en la roca
y desprender a los animalillos allí asidos. Tampoco necesitan una gran boca o unas anchas mandíbulas, pues
nunca ingieren otros peces a los que deban capturar.
Por tanto, la cabrilla, como buen serránido que es, está diseñada para capturar pequeños peces y otros
animalillos de un bocado, con lo que una boca pequeña le haría fallar en muchas ocasiones. Pero, como vemos,
no es el caso de los lábridos.
Ahora ya sabemos un poco más sobre esta familia tan típica en nuestras costas. En próximos reportajes
detallaremos los aparejos y las técnicas más eficaces para su captura.
Dado que ya vimos en el reportaje anterior sobre los lábridos algunas de sus características más
señaladas, conviene tenerlas presentes a la hora de confeccionar nuestros montajes para atraparlos.
1- Comen pequeños invertebrados y su boca no acepta alimentos duros: En consecuencia, el aparejo debe ser
apto para pescar con carnada, nunca con artificiales. Lo cebaremos únicamente con anélidos, con moluscos
gasterópodos o bivalvos sin concha –nunca con trozos de cefalópodos- y con unos pocos tipos de crustáceos.
Lógicamente, evitaremos todos aquellos que sean demasiado duros o grandes, y tendremos que limitarnos a los
siguientes: Pequeños cangrejos –a poder ser en época de muda- de no más de 2 cm. de longitud. Quisquillas.
Pulgas de mar y cochinillas.
2- Viven y nadan cerca del fondo, pero a cierta
distancia de éste.
Son de escasa talla: Así que no conviene sobredimensionar la resistencia de nuestros aparejos ni equipos. En
lábrido de más de 2 kg., en nuestras aguas es excepcional, y el peso más habitual no pasa del ½ kg. No es
como si perseguimos, por ejemplo, doradas, o lubinas, especies en las que, aunque la mayoría de los ejemplares
adultos ronden 1 kg. de peso, siempre cabe la posibilidad de encontrarse con ejemplares de más de 5 kg., que
darían al traste con un aparejo dimensionado para los ejemplares más comunes. Con los lábridos, esto no
ocurre.
Pescando durdos o maragotas
El durdo, maragota o pinto es un lábrido que presenta una amplia gama cromática, sin que se sepa a día de
hoy con exactitud a qué obedece esta singular variedad en su coloración.
Pese a que morfológicamente encontramos ejemplares prácticamente iguales, si tomamos como referencia su
patrón cromático, parecerían pertenecer a especies distintas.
Esta singularidad, junto con el peso que puede alcanzar, es quizás lo más destacable. De hecho, es el mayor
lábrido de nuestras aguas. Eso le convierte en una presa de cierta entidad para el pescador deportivo.
En realidad, esta especie no presenta algunos de los alicientes habituales que podemos encontrar en los peces
más codiciados, como sería el caso de la lubina, la dorada, el dentón y otros de este porte. Pero también es
cierto que un buen durdo, de 2 ó 3 kg. de peso, es capaz de presentar una feroz -aunque corta- batalla, y de
poner nuestro equipo a prueba. Y es que, para pescarlo, necesitamos un equipo ligero, adecuado a la captura de
lábridos.
El durdo es un pez curioso, de natación lenta y sosegada, que recorre sin prisa su territorio y ramonea sobre las
piedras. Este dato también nos da la pista de lo que busca: principalmente crustáceos blandos, entre los que se
encuentran quisquillas, camarones y pequeños cangrejos. Por cierto, un cebo excelente lo constituyen los trozos
de cangrejo, especialmente si es blando.
Suele ser un pez solitario, aunque a menudo lo vemos, sobre todo los ejemplares jóvenes, nadando junto a
otros lábridos o pequeños espáridos. En ocasiones, también, entra y sale constantemente de los repliegues y las
cuevas del fondo, en las que duerme y se refugia, pero que no hace suyas con carácter permanente como lo
haría, por ejemplo, un mero. Es decir, que el hecho de localizar un durdo en una grieta, no nos garantiza que
vaya a estar ahí al día siguiente, al estilo de los serránidos de fondo.
Desde los roquedos costeros, desde un espigón, desde la misma orilla de la mar siempre que el fondo sea de
piedra y algas, encontraremos maragotas. No necesitamos apenas profundidad, pues esta especie se
desenvuelve a veces en muy poco agua y bastan un par de brazas para dar con buenos ejemplares.
De no ser así, conviene buscarlos a 4, 5 ó 6 brazas , con un aparejo fino y bien lastrado. Recuérdese que la
picada del durdo no es muy violenta y que conviene clavarlo por sus gruesos labios para evitar que se trague la
carnada, cosa que ocurre con frecuencia si no estamos atentos para propinar un rápido cachete.
Por eso conviene utilizar anzuelos finos, de pata larga y
rectos, que evitarán, al menos en parte, ser ingeridos
enteros y quedar alojados en la entrada de las vísceras
del pez.
No cabe duda de que, los gusanos o "gusana", como se llama a los anélidos de mar en algunos puntos de
nuestra geografía, constituyen uno de los mejores bocados que podemos ofrecerles, y son aceptados, de
forma casi universal, por todos y cada uno de las especies que componen la familia de los lábridos. Pero esta
amplia familia de peces marinos come muchos otros alimentos, que también podrán servirnos de cebo, a
veces a un precio mucho más económico.
Vayamos por partes, ¿qué comen los lábridos? Mejor aún, comenzaremos enumerando aquello que no comen:
peces ni cefalópodos. En otras palabras, los lábridos no son ictívoros, por lo que rechazan cualquier carnada
constituida por pescado. Esto incluye desde peces vivos, hasta pedazos de peces muertos. Así pues, cebos tan
reputados como los trozos de sardina, de boquerón, etcétera, o bien tiras de calamar o de pulpo, serán del todo
inconvenientes para su pesca.
Por supuesto, tampoco atacarán a los señuelos artificiales para mar, que simulan, en su mayoría, pequeños
peces. A los lábridos les gustan los cebos vivos, puesto que no son en absoluto carroñeros, pero en su dieta -
repetimos- está ausente cualquier tipo de pescado. Sin embargo, sí comen un buen número -por no decir casi
todos-, de los animalillos que pueblan las franjas litorales de nuestras costas. Estamos hablando de cangrejillos,
anélidos (gusanos), pequeños moluscos abiertos, quisquillas, pulgas de mar, etcétera.
Como vemos la lista es amplia, pero los pescadores deportivos, salvo pocas excepciones, usan, casi
invariablemente el mismo tipo de carnada: anélidos marinos.
No obstante, esto no quita para que existan diferencias entre los muchos tipos de anélidos, vulgarmente
conocidos como "gusana" o limbrices de mar, de que podemos disponer, pero no quería desperdiciar la
oportunidad de reseñar algunos otros cebos que, igualmente efectivos, no son tan empleados para capturar
estos peces. Me refiero, sobre todo, a los pequeños crustáceos, fáciles de capturar con la bajamar y realmente
productivos en el anzuelo.
Pesca del lenguado y otros peces planos.
Estos peces se caracterizan, primeramente, por tener forma “plana”, aplastada y con los dos ojos en un
mismo lado, al contrario que la mayoría de los demás peces que tienen uno en cada lado.
Viven en el fondo, sobre todo cuando éste es de fango o arena, a distinta profundidad según las especies,
tamaño y época del año. Generalmente son sabrosos y de alto valor y rendimiento comercial. Son carnívoros y
pican muy bien a pequeños cebos, como a ciertos moluscos (navajas, chirlas, berberechos etc.) y, en especial, a
todo tipo de gusanos y anélidos marinos.
Entre las especies más destacables de peces planos para el pescador deportivo encontramos a los escolftálmidos
–el rodaballo y el rémol-, a los pleuronéctidos –la platija y la solla- y los soleidos –el lenguado-.
Todos estos peces se pescan con aparejos muy finos y pequeños anzuelos cebados con gusanos marinos,
lanzando a fondo en las playas y puertos, y dejando que el cebo yazca sobre el lecho de arena o de fango.
Podemos pescarlos desde los rompeolas y espigones, o bien desde las playas. El único requisito es que el lecho
sea blando, es decir, de arena o de fango.
Salvo en los casos en los que lancemos a un punto concreto –por ejemplo a una hondonada o una barra o
cualquier lugar favorable pues le suponemos abundancia de peces- lo normal será lanzar nuestro aparejo cuanto
más lejos mejor.
Para ello debemos ejecutar el lanzado con fuerza y habilidad para conseguir distancias largas. Además es
conveniente que el plomo sea lo suficientemente pesado y la caña lo suficientemente larga. Tampoco debemos
descuidar el estado del sedal y que la bobina del carrete se encuentre totalmente llena. Sobra decir que las
anillas deben estar perfectamente alineadas y pulidas para ofrecer el mínimo rozamiento posible.
A fin de aumentar unos metros la distancia alcanzada por el aparejo, si estamos en una playa, nos
adentraremos en el agua de la orilla hasta donde nos sea posible. Para ello es muy aconsejable estar provistos
de altas botas de goma o, como ya indicamos, de pantalones de vadear.
Una vez efectuado el lance, mantendremos abierto el carrete y situaremos la caña en su correspondiente
soporte que hemos fijado anteriormente. Sólo entonces cerraremos el carrete y tensaremos el sedal. Si, al poco
tiempo de haberlo tensado, observamos que el seno del hilo cae fláccido, procederemos a tensarlo de nuevo. Si,
repetida esta operación, el resultado es el mismo, esto significará que la corriente es demasiada para nuestro
lastre y mueve demasiado el aparejo, con lo que habrá que plantearse poner un plomo más pesado.
Respecto a los cebos, quizás los más adecuados sean la gusana de mar en casi todas sus variedades, en
concreto, las de tubo, arenícola, coreana, de serrín o de fango, aunque, si podemos elegir, optaremos por las
especies más resistentes, y por tanto, que mejor aguantarán en el anzuelo.
Este es otro punto interesante para el aficionado que
practica lance pesado, y que necesita firme sujeción
para que el cebo aguante bien durante el lanzado.
Además, dado que las corrientes producidas por el
oleaje y la resaca suelen ser fuertes, conviene resaltar
la importancia de que el cebo aguante bien las
embestidas del agua y se mantenga en su posición
original en el anzuelo. A ello hay que añadir que el
potente lanzado, también puede resultar un fenómeno
adverso para la sujeción de la carnada en el anzuelo.
La pesca del calamar desde tierra cuenta cada vez con más adeptos y, debido a los modernos señuelos,
consigue buenas capturas, asequibles incluso para los pescadores menos experimentados.
También es recomendable, si utilizamos montajes Hay gente que añade un pequeño plomo de perdigón
múltiples, que los señuelos sean de distinto tamaño, para lanzar más lejos, o para que el señuelo se hunda
para poder tentar tanto a los pequeños como a los más rápido. También podemos montar varios señuelos
grandes ejemplares, que a veces conviven en los con hijuelas sobre la línea madre, y separados entre sí
mismos lugares. por una o dos brazas, con objeto de cubrir más agua o
de capturar varios a la vez.
La julia suele ser pescada en embarcación, a escasa distancia de la costa. Pero aunque sea muy habitual
esta pesca embarcada, no lo es menos la que realizamos desde tierra.
La julia suele ser pescada en embarcación, a escasa distancia de la costa. Hay una modalidad clásica para los
botes del Cantábrico que se denomina precisamente así: salir a julias y cabras. Por supuesto, las cabras o
cabrillas a las que nos referimos, son esos pequeños serránidos que comparten, además de nicho ecológico,
algunos patrones tanto morfológicos como de conducta con los lábridos.
Pero aunque sea muy habitual esta pesca embarcada, no lo es menos la que realizamos desde tierra, sobre todo
en lugares que cumplan un requisito fundamental: fondo rocoso.
Únicamente necesitamos que el lecho marino sea lo suficientemente escarpado y que ofrezca los cobijos
necesarios, para que esta especie esté presente. A partir de ahí, todo es sencillo.
La julia es un pez muy voraz, e incluso desaprensivo. Pica sin pensárselo dos veces, como buena oportunista a
todo lo que considere comida. Este modelo de conducta, de extrema voracidad y falta absoluta de prudencia a la
hora de tomar la carnada, es muy común entre las especies de escaso tamaño con las que comparte la
escollera. De alguna manera son conscientes de sus reducidas dimensiones, de que cualquier otro pez de mayor
envergadura puede hallarse al acecho y arrebatarles el alimento, lo cual ocurre con frecuencia.
Debemos considerar que las aguas que pueblan las
julias y casi todos los lábridos, constituyen fecundos
ecosistemas de aguas poco profundas y bien
iluminadas, donde existe una gran concentración de
alimento y de peces. Además, este tipo de especies
bentónicas o nectobentónicas como la julia, no son
rápidos nadadores, ni tienen dentaduras y mandíbulas
que impresionen a nadie, por lo que cualquier sargo,
cualquier lubineta, una simple mojarra que merodee
por las inmediaciones, dará al traste con el festín que
se le anunciaba.
Debemos renunciar a las gusanas blandas o excesivamente grandes y gruesas, pues la julia posee una de las
bocas más precisas que encontramos (recuérdese a su primo tropical, conocido como "labro limpiador") y le será
fácil encontrar un punto de la carnada del que tirar para llevarse el cebo sin pasar por la taquilla del anzuelo.
Con una boca minúscula y precisa como una pinza de depilar, la colocación del cebo y el tamaño del anzuelo son
definitivos. La julia no es un salmonete, que necesita una gusana entera para desencadenar su ataque. Le basta
una pequeña porción, lo justo para cubrir el anzuelo, que nunca excederá del 0.10. Todo lo que quede fuera,
sobra. Y como se suele decir, "lo que sobra, estorba", pues nuestro pez se valdrá de esta circunstancia para
desprenderlo del anzuelo.
Respecto al resto del equipo, ya dijimos que es suficiente con esa vieja caña de fibra polivalente que, como vale
para todo, ya no empleamos para nada y mantenemos arrumbada en el fondo del armario. Pero cuidado. Una
cosa es que valga y otra muy distinta que sea lo mejor. Me explico. A menudo, ese tipo de cañas son muy
sensibles -lo cual es necesario- pero muy lentas, lo cual es un serio inconveniente si pretendemos devolver vivas
nuestras capturas.
La julia, al igual que el resto de los lábridos, traga sin contemplaciones, por lo que, en cuanto se produce la
picada, debemos propinar un cachete seco y tratar de clavar en sus gruesos labios. De otra forma, el anzuelo se
alojará casi en sus vísceras y montaremos una carnicería a la hora de desanzuelarla. Por eso, lo mejor, y lo más
divertido, pese a que podamos perder unos cuantos ejemplares -que en este caso tampoco tiene mucha
importancia- es tratar de clavar al primer toque, cosa mucho más sencilla con una caña de acción de punta, que
con una parabólica. De esta forma, la mayoría de los peces que capturemos vendrán clavados por la boca y
podremos devolverlos al agua en perfecto estado de revista.
Por último, la potencia de la caña, si pescamos a corcho, es suficiente con una del orden de 10-40 y si lo
hacemos a fondo, dependerá del plomo que vayamos a lanzar, que debería ser el mínimo posible.
Mitos, suposiciones y realidades en la pesca
deportiva
"El equipo para pescar en la mar debe ser más robusto que para el agua dulce"
Esta afirmación la comparten, no sólo la mayoría de los aficionados y profanos, sino también muchos de los
fabricantes de material de pesca. Es decir, es algo tan asumido que muy pocos se habrán preguntado el porqué.
Analicemos cómo se llega a esta errónea conclusión.
Bien es cierto que la mar obliga a ciertos requisitos que deben cumplir todos aquellos equipos que se expongan
a ella. Parece natural que, si utilizamos materiales poco apropiados, éstos acaben fallando al poco tiempo y, lo
que es peor, abandonándonos como un mal desodorante en el peor momento: Esos carretes que se atascan de
repente o esas piezas que, súbitamente, se rompen cuando tenemos preso al pez de nuestra vida.
Parece como si las cañas fueran ajenas al maleficio de la arena, y no es así. Al contrario. La arena raya las
anillas y termina inutilizándolas pero, sobre todo, raya el mismo blank, y no te digo nada, cuando penetra en el
cuerpo de las telescópicas.
Es decir, en las de tramos, que se cuele un poco de arena en las juntas es malísimo, pero en las telescópicas,
esto mismo puede significar cargarse la caña ahí mismo. Por tanto, un trapo a mano para pasarlo por la caña,
antes y después de montarla, o bien cuando llegamos y cuando marchamos, puede ayudar a conservar el equipo
en condiciones óptimas. No olvidemos que la arena, al igual que el salitre y, generalmente, en pérfida comunión,
se pega como una lapa a nuestros materiales.
Vemos, pues, que lo que marca la diferencia real entre el equipo de agua dulce y salada, es en realidad ajeno a
la solidez del mismo. En todo caso, al aguante que proporciona frente al salitre, y ya que la lucha contra la
arena no se contempla, ese sería el único factor diferencial. Entonces, la pregunta de rigor se plantea de nuevo:
¿Para qué queremos un equipo más robusto en la mar que en el agua dulce?
La respuesta, esta vez, podría venir determinada por las especies piscícolas que pueblan la procelosa mar
océana. Aquí, quien más quien menos, todo el mundo ha visto esos documentales de Costeau, en los que un
tiburón blanco casi se come a un tío dentro de una jaula, barrotes incluidos. ¿Y qué decir del de la orca, que se
zampa unas focas gordas y lustrosas como luchadores de sumo? Si es que la mar está llena de bichos enormes:
atunes gigantes, peces espada, tiburones, orcas, la ballena blanca del capitán Akab y el pulpo de su homólogo
Nemo. Hay de todo, cierto. Pero seguro que no nos pica nada que supere unos pocos kilos de peso. Palabrita del
niño Jesús.
Y como lo anterior está más claro que el pis de un vegetariano, todas las precauciones que tomemos y toda la
solidez de nuestro equipo no servirá para nada, cuando se interese por nuestro cebo un pececillo de una
cincuentena de gramos, que es lo normal y como debe ser.
Porque no lo olvidemos: por cada pez de más de 5 k. hay miles, millones de unos pocos gramos. Hombre, si
usted es "muy fino" y sabe mucho de esto, conseguirá eludir el acoso de los pezqueñines y reservará lo suyo
para los pecezones. Que no es por poner en duda su pericia y su saber, pero entonces este libro no es para
usted, ni siquiera se acerca al perfil de pescador medio que ofrece la estadística. Entonces, claro, si sólo pican
bichos diminutos, para qué quiero yo esta caña que me ha costado cincuenta mil duros de los antiguos, por no
mencionar el sedal con aguante para tropecientos kilos y los anzuelos estos enormes que me está entrando
complejo de ganchero del Sella.
Yo se lo digo, no se ponga así: por si un día le pica la dorada de 8 kilos. Eso sí, tenga en cuenta que, tras pescar
los últimos 34 años de mi vida, sólo tengo constancia de un ejemplar de dorada que se acercaba a ese peso. Lo
que sí he visto a millares, son los pececillos incansables que tienen que alimentarse como sea y, en su loca
carrera para conseguir una talla aceptable que limite su número de enemigos, están dispuestos a zamparse
cualquier cosa que usted haya tenido a bien de colocar en su anzuelo.
"El buen pescador pesca a pulso (o a mosca, o con enchufables, o a casting, etc.)"
En otras palabras: el buen pescador es el que pesca de una manera determinada y no de otra. ¿Por qué? Pues
porque yo estimo que es más difícil, o más deportiva, o más productiva, o ve a saber qué.
Lo que ocurre es que, dado que, como apuntábamos, hay técnicas más sofisticadas, resulta natural ver en ello
una correlación con la pericia de quienes las practican.
Pero no hay que confundir conceptos que, aunque
pueden ir ligados, no tienen que ser necesariamente
asimilables. Pongamos el caso del mosquero
tradicional. Este individuo, amén de su mayor o menor
destreza en el manejo de su equipo (algo que puede
ser realmente complicado en ocasiones), tendrá
también amplias nociones sobre entomología, sabrá
leer el agua y determinar los lugares adecuados para
posar sus imitaciones y, si es montador, una gran
habilidad para conseguir fabricar esas verdaderas obras
de arte, que conocemos como moscas artificiales.
Así que este mosquero de ciudad, por mucha revista que compre y muchas moscas que monte, hará más pesca
de salón que otra cosa. Mientras que al amigo que dejamos con su vara de bambú y que lleva yendo a pescar
todos los días desde antes de que tuviera memoria, sabe por qué ese pez se muestra esquivo hoy, y que esa
turbulencia en el agua delata algo que nadie más percibe, y que si ese pajarillo se posa en esa rama, mejor
lanzar al lugar opuesto… Vamos, que le da mil vueltas a nuestro mosquero, por mucho que no sepa diferenciar
una mosca seca de una cucharilla.
Que en el Cantábrico se pesca más que en el Mediterráneo, es algo que muchos asumen con sorprendente
naturalidad. Bueno, habrá alguien que, prudente, matice que quizás no mayor número de peces, pero, desde
luego, mayores en tamaño.
Los peces mayores, los monstruos marinos que en algún sitio deben vivir, por fuerza han de hacerlo en el
Cantábrico: ese mar proceloso y oscuro, siempre encapotado y fiero. Eso no tiene contestación, ¿o alguien cree
que un mar tan doméstico, tan "nuestro" -como ya proclamaron los romanos hace más de dos milenios-, pueda
albergar algo que no sean chanquetes, boquerones y poco más? Todo lo que sea mayor que la morralla al uso
será una excepción, o estará de paso, como los grandes atunes rojos que cruzan el Estrecho desafiando la
trampa de la almadraba gaditana.
El océano es un gran desierto azul transitado por bálamos de pelágicos, pero sólo en su parte superior,
básicamente en la capa de agua que recibe aporte de luz. A medida que nos sumergimos, la presencia de peces
es cada vez más escasa, sobre todo cuando los fondos alcanzan cotas de profundidad elevadas. En otras
palabras, en el momento en que salimos de la plataforma continental la vida marina desciende, como el lecho
oceánico, en picado.
Sabiendo que la pesca, así como el resto los organismos que conforman la mayor parte de la biomasa marina -
con la excepción del plancton-, se encuentran fuertemente ligados a las plataformas continentales, el
Mediterráneo ya no parece tan mal sitio para albergar buenas comunidades de peces.
Fondos poco profundos, abundante insolación y temperaturas elevadas son factores determinantes para la
generación de vida. También es verdad que, al ser un mar prácticamente cerrado y con grandes poblaciones
humanas a lo largo de sus costas, los efectos de la contaminación han deteriorado en gran medida la calidad de
sus aguas. A eso hay que sumarle un problema de sobrepesca crónico, así como otras circunstancias que, en
conjunto, castigan muy duramente a este pequeño mar.
Pero eso no quita para que, comparado con el
Cantábrico, el Mediterráneo ofrezca mucha mayor
extensión (en km2) de plataforma continental, que, a
la postre, es el factor determinante. En el Cantábrico,
en cuanto te alejas unas pocas millas de la costa, el
fondo cae por debajo del centenar de brazas. Un poco
más mar adentro y tendremos que tirar de carretes
eléctricos. Un poquito más, y ya ni eléctrico ni gasolina
ni diesel. Y de donde no hay, no se puede sacar.
En parte, este razonamiento tendría lógica, pues no es lo mismo pensar en el Ebro que en un riachuelo de
montaña, o en el pantano de Buendía comparado con una charca de Arganda.
Pero lo cierto es que, superado un tamaño crítico para el desarrollo de las especies que pretendamos pescar, el
resto no guarda relación ni proporcionalidad.
Hace poco leía en una revista americana de pesca, que una universidad en EEUU había realizado un estudio que
demostraba con datos algo que muchos intuíamos: a mayor tamaño del cebo, mayor talla de los ejemplares
conseguidos, aunque menos en número. Bueno, parece obvio pero está bien que alguien nos lo confirme; y
quién mejor que los científicos de un país que, en lo referente a pesca deportiva -como en tantas otras
cuestiones-, se sitúa en otra galaxia.
En este caso, los datos conseguidos ratifican lo que nos anunciaba nuestro sentido común. Y en el caso que aquí
nos ocupa, también lo haría si nos parásemos a considerar lo estéril de los lechos marinos fuera de la
plataforma continental. O dicho de otro modo, que la unidad de medida que debemos tomar como referencia
fundamental, es la cantidad de plataforma continental de la que dispone cada mar, y no los miles de millones de
m3, que en su mayoría serán aguas desiertas y oscuras, si no están cerca de la superficie o próximas a la
costa.
Captura y suelta
Hay algo que es evidente: pescando matamos peces. Sin embargo, podemos tratar de minimizar los efectos
letales de esta práctica deportiva si tenemos un poco de cuidado.
El captura y suelta, que comenzó como una necesidad en algunos cauces de salmónidos especialmente
castigados, se ha impuesto progresivamente en todas nuestras aguas. Lo que comenzase como una rareza -
justificable por la presión que se ejercía en algunos tramos fluviales sobre algunas especies muy cotizadas-,
ahora es una práctica tan común, que es imposible entender la pesca moderna sin la correspondiente amnistía
de lo capturado.
Bien es cierto que, en esto del "captura y suelta", encontramos grandes asimetrías, en cuanto a su implantación
y ejercicio, según sea el tipo de pesca y las especies que se capturan. O sea que, mientras en aguas
continentales y en concreto en la pesca de ciprínidos, o en la de predadores como bass, lucio y siluro, la
amnistía suele ser general y sin limitaciones, en los salmónidos es todavía muy desigual y reservona, por no
hablar de las capturas en agua salada, donde aún es una práctica minoritaria. Sobre todo cuando nos topamos
con grandes ejemplares de especies cotizadas, como doradas, lubinas, etc. Nunca, en mis más de treinta años
pescando, he visto devolver al agua algún pez de estas características, aunque quizás sea cuestión de tiempo y
en los próximos tres decenios comiencen las sorpresas.
Sea como fuere, cada vez está más claro que en este mundo en el que vivimos, todas las especies -incluidos
peces y humanos- viajamos en el mismo barco, y la conservación de unos implica la de los demás y viceversa.
Así pues, aunque sólo sea por egoísmo, nos conviene cuidar de todo lo vivo que nos rodea, y los peces no
pueden constituir la excepción. Y como cada vez hay más pescadores que nos encanta capturar peces, pero no
necesariamente matarlos, máxime si no los vamos a comer, vamos a ver de forma detallada algunas
recomendaciones para inflingirles el menor daño posible.
-Dejar que se clave solo: Esto es lo más normal en muchos tipos de pesca, sobre todo los de
fondo. Es lo más perjudicial para el pez y los daños que le ocasiona el anzuelo suelen ser
irreparables. El animal ingiere el alimento y cuando se siente preso, es porque ya tiene el anzuelo
alojado muy profundamente. Para sacárselo, a veces haremos una auténtica carnicería, por lo que,
a menos que vayamos a consumir ese pez, esperar a que se clave solo es lo peor que se puede
hacer.
-Robarlo: Llamamos "robado" al pez que viene enganchado por cualquier otro lugar que no sea la
boca o sus adentros. Todavía hay quien práctica diversas técnicas de pesca "al robo", cosa muy
reprobable y prohibida. Por cada pez que consigamos de esta forma, habremos herido -con
frecuencia, fatalmente- a muchos otros. Cosa distinta es estar pescando con técnicas deportivas y
legales y, por casualidad, clavar a un pez por algún sitio distinto a la boca. Se dice que ese pez
"viene robado", pero eso, a mi juicio, no comporta que su captura sea menos meritoria, ni le resta
valor alguno.
-Clavarlo activamente: Para ello debemos estar prestos con la muñeca y el hilo justo fuera del
carrete, de modo que, en cuanto pique, seamos capaces de clavar al pez.
De esta forma vendrá herido sólo por la boca, y los daños que sufra no serán de gran importancia,
pues, una vez en libertad, pronto se repondrá de sus heridas.
Es la forma más bonita de pescar con caña, más deportiva, emocionante y menos lesiva para el
pez. Si pescamos a fondo, debemos de asegurarnos de que las hijuelas, patas, bajos o gametas
estén conectadas directamente y sin la presión del lastre, a la línea madre, de modo que podamos
sentir la picada. A flotador, es más sencillo y basta con calibrarlo adecuadamente para que señale
la presencia del pez. Además, pese a que muchos no lo crean, clavando al pez se consiguen
mejores resultados y se disfruta mucho más. Tanto como liberando a animal que, una vez en
tierra, ya no queremos para nada.
¡Ya es nuestro!
Una vez en nuestro poder, nos toca decidir: ¿de verdad
queremos quedarnos con nuestra captura? Si su
respuesta es afirmativa, por el motivo que sea, no hay
nada que objetar. Sáquelo del agua y déjelo que
muera. La exposición al oxígeno del aire, hará que
coletee frenéticamente y muera en poco tiempo. No se
está asfixiando, sino todo lo contrario. Tampoco está
muy claro que sufra en este proceso, aunque haya
gente que prefiere matarlo de un golpe. En todo caso,
es difícil saber cuál de las dos muertes resulta menos
mala para el animal, aunque recordemos que los peces
no sienten como nosotros, ni podemos meternos en su
diminuto cerebro y en su mundo sensitivo.
Lo que sí parece una salvajada es mantenerlos con vida una larga sesión de pesca, enganchados por la boca en
unos hierrajos dentro del agua, o presos y hacinados en una redecilla, para luego soltarlos todos cuando
terminemos. Muchos de ellos, si no han muerto todavía, morirán en las próximas horas.
Si queremos soltar a un pez, hay que hacerlo cuanto antes, en cuanto lo sacamos del agua, sin ese purgatorio
previo, que muchos no lograrán superar. Peor suerte corren incluso los que van a parar a un balde lleno de
agua. Allí nadan unos minutos y, a medida que se calienta el agua y se queda sin oxígeno (éstos sí mueren
asfixiados), irán perdiendo la vida uno tras otro. Lo peor es que la gente que lleva el balde o cubo de agua para
meter allí a sus presas, lo hace "¡para que no se asfixien!", cuando esto es precisamente lo que consiguen y,
además, de forma lenta.
4- Si pescamos desde un muelle, espigón, o cualquier otro lugar a cierta distancia del agua, tirar desde allí al
pez, es poco aconsejable. Al caer contra la superficie, sobre todo si lo hace golpeándose, puede quedar
malherido. Así que intentaremos dejarlo caer de cabeza o junto con el agua de un cubo, de modo que no se
golpee. La superficie quieta es como el cemento, cosa que sabe bien todo aquel que se haya lanzado desde un
trampolín a una piscina.
Picaduras en la playa
En cierta ocasión ya tratamos aquí sobre los peligros más habituales del pescador deportivo y, por
ende, de todo aquel que se acerca a la costa. No obstante, ahora, de cara al verano y dado la
cantidad de consultas que nos llegan al respecto, creemos necesario ahondar en el tema desde la
perspectiva de los tres animales costeros que propician más del 90% de los accidentes de este tipo.
Nos referimos a las medusas, a los erizos de mar y al pez conocido como víbora, araña, salvario o
escorpión de mar.
Medusas
Las medusas que frecuentan nuestros mares no se encuentran, ni mucho menos, entre las más peligrosas del
orbe, que prosperan en los mares tropicales (como la avispa de mar o la carabela portuguesa) y que pueden
llegar a matar a un adulto en poco tiempo.
Las nuestras son mucho más benignas, pero esto no quita para que puedan darnos un susto y nos produzcan
lesiones de cierta gravedad. Así pues, siempre que encontremos una medusa en la playa, lo mejor es sacarla
con cuidado del agua, ayudándonos de un redeño o similar para no tocarla, y enterrarla en la arena a cierta
profundidad.
Lo primero que hay que hacer es limpiar la zona afectada con agua salada –nunca con dulce- y retirar
completamente cualquier resto de tentáculo que pudiera haber quedado adherido a la piel. Después pondremos
algo frío sobre la zona afectada –nunca hielo de forma directa-, pero sí por ejemplo ese mismo hielo dentro de
una bolsa estanca. Luego aplicaremos tomate crudo en lonchas y de forma abundante, en periodos de unos 10
minutos. Dejaremos que su jugo vaya neutralizando el veneno y repetiremos la operación varias veces en las
siguientes horas. Si no podemos encontrar tomate fresco, podemos aplicar alcohol o amoniaco (que es un
remedio universal contra picaduras y venenos diversos) con un paño, ligeramente diluido.
En caso de que la zona afectada sea extensa o suframos malestar general, dificultad respiratoria u otros
síntomas alarmantes, acudiremos sin demora a un puesto médico.
Con estas denominaciones comunes conocemos a los diversos miembros de la familia de los traquínidos que
pueblan nuestras aguas. Son peces costeros de régimen bentónico que viven semienterrados en la arena y
tienen unas espinas ponzoñosas que despliegan como arma defensiva.
La picadura más habitual se produce cuando caminamos por la orilla y los pisamos. Se trata entonces de
ejemplares de pequeño tamaño y no suelen inocularnos grandes dosis de veneno. Es peor cuando atrapamos
con nuestro aparejo alguno de estos peces y nos pica en las manos por tratar de desanzuelarlos sin tomar las
necesarias precauciones.
Su picadura es muy dolorosa y molesta, afecta al sistema nervioso y podemos tener cierta sensación de
parálisis. Sin embargo y salvo raros casos, no suele ser grave y sus efectos desaparecen al cabo de unas horas.
Debemos proceder de la siguiente manera. Limpiamos
la herida con agua, da igual que sea dulce que salada,
y rápidamente la introducimos en agua tan caliente
como podamos aguantar. El veneno de los traquínidos
es termolábil, lo que significa que se destruye con el
calor, así que justo al contrario que en el caso de las
medusas, aquí lo que debemos aplicar es calor.
Erizos de mar
Su picadura es la más benigna y quizás, también, la más frecuente. Las púas de los erizos de nuestras costas,
en contra de lo que se cree, no son venenosas.
El problema que presentan es que, una vez que traspasan nuestra piel, se parten, se enquistan y se infectan.
Por tanto, resulta necesario extraerlas cuanto antes, para lo cual se emplea habitualmente unas pinzas de
depilar.
Sin embargo, no es éste el instrumento más adecuado, pues estas púas son tan quebradizas que, aunque
creamos haberlas extraído, quedará algún pedazo dentro, a veces minúsculo pero suficiente para desencadenar
el posterior proceso que culmina con la infección.
Para sacar la púa en su totalidad, lo mejor es clavarla con una aguja o alfiler. Se necesita, lógicamente, un poco
de pericia, pero no es tan difícil como parece a priori .
Pesca desde embarcación
Preparativos y cebos
Como vemos, hemos dividido los cebos en frescos y vivos. Entre estos
últimos, algunos se adquieren fácilmente en mercados y comercios
especializados; otros, como las caballas o las mojarritas, habrán de
procurarse sobre el terreno.
Amanece una jornada más y el sol va despertando los colores y las formas
sobre un mar tranquilo, suavemente rizado por la brisa de tierra. Con la
embarcación de camino al pesquero, los tripulantes, en silencio, ejercitan la
imaginación y dibujan en sus mentes lo que ha de ser un nuevo día de pesca:
¡qué lento se pasa el tiempo cuando estamos ansiosos por vernos ya con la
caña en la mano, metidos en faena!
Por fin sobre el punto elegido, la primera operación del día es la del fondeo,
momento crucial del que puede depender el desarrollo de toda la jornada.
Como norma general es preciso disponer de una cantidad suficiente de cabo
que nos permita afirmar fuertemente la embarcación en el punto elegido.
Para un fondo de unos 25 metros se precisan al menos 60 metros de
estacha, con el fin de que el cabo forme un ángulo agudo con el fondo, pues
de lo contrario la acción del viento sobre la embarcación puede hacernos
perder el punto de anclaje, que en ocasiones se consigue con no pocos
esfuerzos. A la hora de largar el rezón el patrón deberá calcular el margen de
error que supone fondear con esta longitud de cabo, pues el ancla puede
quedar en la zona elegida y la embarcación a unos veinte metros o más a
favor de la dirección del viento, tal vez lo suficiente para no lanzar nuestros
aparejos en el punto ideal.
Con la provisión de cebo vivo asegurada (basta con ocho o diez ejemplares)
cada pescador cala sus dos cañas; una para especies de tamaño medio:
brecas, sargos, vidriadas, chopas...; la otra destinada a las especies
mayores: grandes doradas, dentones, congrios y corvinas.
Ambos tipos de aparejos se montan con plomo terminal, el de las cañas
ligeras con varios anzuelos, el de cebo vivo con un sólo anzuelo y equipado
de una varilla que impida que el pececillo con su nado continuo enrede la
línea al final del aparejo.
El anzuelado del cebo vivo se realiza con cuidado, justo detrás de la aleta
dorsal, cuidando de no dañar el pececillo que ha de mantenerse con vida al
final del aparejo. Algunos pescadores acostumbran a recortar con unas
tijeritas algunos flecos de la aleta caudal de las caballas con el fin de reducir
un poco su movilidad e incitar así al predador, que como es sabido muestra
preferencia por las presas débiles o heridas. Comprendo que estas
operaciones puedan dañar la sensibilidad de más de un aficionado, aunque
no veo por qué ha de censurarse la pesca con caballitas o mojarras vivas y
no la operación de ensartar una "gusana", una "tita" o una almeja igualmente
vivas, pues se trata de un hecho moralmente idéntico.
Y al cabo de unos largos minutos está allí a flor de agua con sus vivísimos
colores destellando al sol de la mañana. ¡Sacadera y a bordo! Un bonito
dentón de cinco kilos que ha dado buena cuenta de la caballita que le
teníamos preparada.
En las anfractuosidades del
roquedo tiene su morada el
congrio.
Entre las distintas opciones que se nos presentan en la pesca de mar, querría
dedicar unas líneas a la pesca con artificiales, cada vez más extendida,
aunque aún minoritaria, en nuestras costas. Rara vez el pescador neófito se
atreve con señuelos, tal vez por las dificultades técnicas que puedan
plantearle o quizá sólo a causa de la desconfianza que le ofrece colocar un
pececillo o una cucharilla ondulante al final de su línea: "¿ Cómo va a picar
algo en este trocito de madera?", se repite, y mientras, paga su habitual cajita
de gusanos, pensando en el precio astronómico de esos tres artificiales que
acaba de llevarse su compañero de mostrador, sin saber que bien cuidados y
con algo de suerte pueden durarle casi media vida.
Aún recuerdo cómo hace unos quince años muchos pescadores de nuestra
zona nos miraban con poca simpatía y mucha incredulidad al revelarles que
tal o cual pesca de lubinas se había hecho al curricán o que aquel precioso
dentón que contemplaban había entrado a un artificial de 14 cm.
Hoy son muy pocas las embarcaciones de pesca deportiva en las costas de
Huelva que no cuentan entre sus aparejos con al menos un puñadito de
señuelos, que en muchos casos se convierte en un verdadero arsenal de
artificiales.
Sin embargo, como bien sabe el lector el uso de un tipo u otro de señuelo
está asociado a distintas situaciones de pesca y el pececillo que hoy funcionó
tan bien, pasado mañana puede irse a la caja sin una sola picada, pues han
cambiado las condiciones ambientales o simplemente las especies presentes
son otras distintas a las de ayer. Estos cambios, frecuentes todo el año, son
especialmente repentinos en los meses estivales, en los que es habitual
encontrar bancos de especies migratorias que por este tiempo se acercan a
nuestras costas. Si el pescador es aficionado al uso de artificiales, deberá
adaptarse ahora a las nuevas circunstancias que le ofrece la mar. De las más
frecuentes y de aquellos señuelos más útiles y extendidos nos ocuparemos a
continuación, siempre como orientación general, que en esto de la pesca
resulta conveniente huir de las leyes de carácter universal.
Tres situaciones de pesca:
Tres horas de curricán sin una sola picada pueden hacerse muy largas.
Media mañana en la playa mirando las inmóviles punteras de las cajas
acaban por lo menos con la mitad del buen talante de todo pescador. Y sin
embargo, muchas veces ahí mismo, delante de nuestras narices está la
posibilidad de pasar de la inactividad al entretenimiento, con sólo mirar un
poco al mar y abandonar nuestra obstinación inicial que nos ha hecho dedicar
buena parte de la jornada a la captura de una especie determinada y sólo
una. De nada vale nuestra intención cuando lubinas y doradas pasan delante
de nuestros cebos sin inmutarse, mientras que a unos pocos metros, quizá
muy cerca de nuestra zona de siempre un grupo de charranes hace
continuos picados sobre la superficie para salir acto seguido con un
boqueroncito en el pico.
La pesca deportiva desde embarcación no equivale a capturar enormes ejemplares con aparejos costosos y
equipo sofisticado.
Algunas especies, como el chicharro o jurel, no requieren demasido esfuerzos ni medios técnicos, y proporcionan
grandes satisfacciones. Además, dado su comportamiento gregario, podemos capturar muchos especímenes
seguidos y ni siquiera habremos de internarnos en mar abierto para encontrar bancos abundantes.
Lo único que debemos tener en cuenta es la estacionalidad, que cambia en función del lugar en el que nos
encontremos. Los jureles, en casi toda Europa, en el Mediterráneo y en muchos otros puntos del planeta, se
acercan periódicamente a tierra en grandes bálamos.
Los más pequeños llegan hasta el interior de los puertos y de las bahías. A veces, los podemos ver en los
lugares más recogidos, formando nubes de ejemplares inmaduros de unos pocos centímetros de longitud que se
apiñan cerca de la orilla. Luego, están los de tamaño mediano que buscan instintivamente más agua, y se
localizarán cerca de tierra, pero ya con una o dos decenas de metros de profundidad. Por último, los grandes
ejemplares, que pesan alrededor de un kilogramo, evitarán vivir dentro de puertos, bahías o ensenadas, pero,
en determinadas fechas, podremos encontrarlos a una o dos millas de la costa, a condición de que haya calado
suficiente para que se sientan cómodos.
Por eso, cuando pesquemos chicharros, capturemos sólo los que vayamos a comer y tratemos las capturas con
mimo. Nosotros seremos los primeros recompensados.
Señuelos artificiales.1
Señuelos y técnicas
- Peces de plomo, de un peso entre 20 y 25 gr. Los más difundidos son los de
la casa noruega Jensen.
Desde la orilla conviene usar peces de plomo, más adecuados por su peso y
diseño para el lanzado, sin necesidad de utilizar ningún otro lastre
suplementario. Para ello es preciso emplear un monofilamento de poco
grosor, 0.24, y una caña ligera de unos tres metros y medio. Conviene lanzar
a aquellos puntos en que hemos detectado actividad y recoger con la caña
alta a base de cambios constantes en la velocidad de recuperación de la
línea. Si queremos emplear señuelos de poco peso podemos ayudarnos de
los buldós, esferas de plástico que se llenan de agua a la mitad, colocando el
señuelo (pez artificial o silicona) 1,50 m. por detrás del buldó. Además de
éstas, las opciones de montaje son muy diversas: rosario plomado, rosario y
pez de plomo, buldó y pez artificial...
Desde embarcación la técnica más efectiva es el curricán ligero a corta
distancia de la embarcación (25 m.), con el fin de aprovechar las turbulencias
del motor, que suelen atraer la atención de estas presas. Pueden emplearse
indistintamente los peces artificiales en madera, los de plomo y las cucharas
ondulantes, pues son todos señuelos bastante versátiles. No obstante, si
tuviese que hacer una elección, con carácter general, me decantaría por los
peces en madera para caballas y estorninos, los de plomo para la baila y las
cucharas ondulantes para el jurel y la palometa blanca.
Señuelos y técnicas
- Un buen pez artificial para la pesca en el mar ha de tener una acción viva,
de movimientos rápidos, continuos y uniformes; debe navegar sin ladeos
laterales y ha de estar milimétricamente equilibrado.
Con estas premisas estamos listos para componer nuestra caja de artificiales
con un surtido suficientemente versátil para afrontar distintas circunstancias
de pesca, pues cada especie tiene sus muestras preferidas y cada artificial se
muestra más rentable en determinadas condiciones ambientales.
Señuelos flotantes
Los señuelos flotantes son en general más efectivos con la anchova que con
la lubina, más aficionada a las muestras de profundidad que a las de
superficie. También en los tamaños existen algunas diferencias de gusto,
pues el róbalo suele preferir por lo general artificiales más pequeños, en torno
a los 7-9 cm. Con estas medidas no suelen fabricarse modelos flotantes para
el mar, pues los tamaños clásicos más extendidos entre los artificiales de
superficie son 11 y 14 cm.
Un señuelo flotante de estas dimensiones suele profundizar unos dos metros
con cien metros de línea del 0.30 largada, lo que los convierte en ideales
para pescar en aguas de poco calado, especialmente con la marea baja,
cuando el riesgo de enroque es mucho mayor.
Señuelos de profundidad
Para terminar estas notas dedicadas a los señuelos y artificiales para el mar
me gustaría hacer referencia a las normas básicas de cuidado y limpieza,
pues si se siguen con regularidad garantizan una larga vida a nuestros
artificiales y les permiten conservar la eficacia y fiabilidad que tenían recién
comprados.
De vez en cuando conviene lavar las muestras con agua dulce y pasarles un
estropajo finito para eliminar restos de suciedad y realzar así el brillo y tono
de sus colores que con frecuencia suelen quedar mates por efecto de la sal.
Los peces predadores tienen algunos sentidos muy desarrollados. La vista suele ser uno de ellos, aunque no
necesariamente (el tiburón es más bien algo cegato, por ejemplo). Lo que sí tienen siempre muy fino es un
sentido que a nosotros nos es ajeno y consiste en lo que se conoce por línea lateral, un órgano sensitivo que
detecta las vibraciones en su medio, esto es, en el agua.
También el sentido del gusto suele estar muy desarrollado, (además, el agua transmite mejor los sabores y las
vibraciones que el aire). Para entender este sentido debemos saber que el olfato –tal como lo conocemos-
parece ajeno a los peces, pero el gusto es de hecho el equivalente a nuestro sentido del olfato y opera como tal.
Esto es así porque los olores se transmiten en el aire, mientras que el agua (un medio 800 veces más denso) lo
que transporta es en realidad partículas gustativas que el pez detectará con precisión perruna a modo de olores
terrestres.
Por tanto, cuando hablemos de su sentido del gusto no pensemos en nuestro paladar, sino en nuestra pituitaria.
Sin embargo, este sentido, digamos del gusto-olfativo no ayudará a que los peces se lancen sobre nuestros
señuelos, sino todo lo contrario. Por tanto, el secreto de la atracción de los artificiales debe estribar en la vista y
en la línea lateral.
Nos parece lógico que una lubina, pez que ve muy bien,
se lance contra un pez artificial en medio de la espuma
y rechace a ese mismo pez si lo encuentra en aguas
quietas y cristalinas, o una trucha que es engañada por
una cucharilla en un río crecido y turbio, la rechace en
una poza transparente.
En otras palabras, hablar de apetencias es impropio cuando nos referimos a los peces, puesto que, como
animales que son, se rigen por un código intrincado y complejo marcado por su instinto o, si lo prefieren y para
darle la razón a Richard Dawkins [1], por los imperativos que imponen sus genes.
Así, un pez atacará a un señuelo cuando éste desate en él una reacción natural que le mueva a hacerlo, y, en
consecuencia, la función primordial del señuelo será, por un lado, propiciar el ataque y, por otro, burlar los
mecanismos del pez, que hacen que ataque a determinadas presas y rechace otras. Damos por supuesto el de la
alimentación como estímulo más probable en la mayoría de las ocasiones, aunque esto no quiera decir que
rechacemos otros a priori. En todo caso, cuanto más sepamos sobre sus preferencias alimenticias y en qué
contesto se sitúan éstas, más posibilidades tendremos de darle gato por liebre, adecuando nuestros artificiales
para que reproduzcan con fidelidad todo aquello que estimula al pez y provoca su ataque.
[1] R. Dawkins es profesor de etología y autor del “ Gen egoísta”, un tratado sobre la respuesta genética a
determinados estímulos, que proporciona muchas claves interesantes sobre el comportamiento animal.
La industria de la pesca deportiva, se encarga de ofrecernos todos los modelos imaginables que puedan engañar
al pez. A medida que crece este mercado, se incrementa también la investigación y la sabiduría de las casas
comerciales, y llenan los comercios especializados de todo tipo de fauna artificial, que, en ocasiones, nos tentará
más a nosotros mismos que al propio pez.
Sin embargo, lejos de negar la eficacia de estos señuelos, -que es evidente y, de hecho, me confieso ser el
primer entusiasta y amigo de probar todas las novedades posibles- sí debemos advertir al neófito que no todos
ellos conseguirán pescar en todas las condiciones, o, mejor dicho, que todos ellos pescarán, pero sólo cuando se
den las condiciones propicias, a veces, muy difícilmente pronosticables.
Lo más sensato es tener una colección abundante de señuelos, e ir intercambiando nuestros artificiales. Esto es
sencillo poniendo un quitavueltas en el extremo de la línea, o bien dando un nudo tipo gaza, que nos permita
cambiar el señuelo sin tener que estar cortando el sedal, y dando nudos y más nudos cada vez que probemos
uno nuevo, aunque esta solución prescindiendo del quitavueltas, hará que coja torsión el sedal.
Como norma general, podemos indicar que en las
playas, entre el oleaje, funcionan muy bien algunos
vinilos largos de tipo anguiliforme y color whisky, sobre
todo para la lubina, que siente una especial predilección
por la anguila.
En cualquier caso, lo de la velocidad o de qué forma debemos conducir nuestros señuelos en el agua, no está del
todo claro y depende, además, de muchos factores.
Lo mejor podrá ser alternar distintos señuelos, y
cobrarlos a la velocidad que proporcione el movimiento
óptimo para el que lo ha diseñado el fabricante. La
pregunta se origina a renglón seguido. ¿Cómo podemos
saber cuál es esa velocidad óptima?
Demasiados factores para esbozar una teoría que sustituya a las necesarias horas de práctica.
De noche, también podremos hacer que nuestros señuelos trabajen a poca velocidad y para esto, son ideales
una vez más los peces artificiales, algunos de los cuales nadan muy bien aunque los cobremos lentamente.
Una modalidad apasionante consiste en introducirse en
el agua de las playas, entre el oleaje, con unos
pantalones de vadear, y lanzar en todas direcciones
buscando la lubina que caza a veces en la misma orilla.
Esto puede ser eficaz en casi todas las playas y
prácticamente durante todos los meses del año. Lo
único que debemos cuidar es que la playa no sea
utilizada por bañistas, ni saqueada por redes y otras
artes profesionales que, por desgracia, asolan buena
parte de los lugares del litoral a pocos metros de la
orilla.
De hecho, antes indicábamos que en la elección del tipo de señuelo más adecuado, la suerte es un factor casi
siempre decisivo e, incluso el más experimentado pescador se lleva sorpresas, al comprobar que un señuelo con
una pinta magnífica no pesca, o aquél que ha pescado tantos días seguidos en el mismo puesto no pesca hoy
–sin razón aparente-, pero que ese otro tan “feo” y que nunca dio resultado, se lleva esta vez los peces de calle.
Sin embargo, en lo que no existen dudas es en que cada señuelo nada de una forma determinada, y algunos
deberán ser traídos a mucha velocidad, otros muy despacio, otros de forma regular y otros con violentos tirones.
Esto sí que lo podemos comprobar antes de comenzar a pescar, y por eso recomendamos encarecidamente que,
cada pez artificial, cada señuelo que adquiramos, sea debidamente probado, y nos familiaricemos con su manejo
y sus características antes de emplearlo.
TRUCOS Y CONSEJOS
PRIMER CONSEJO:
Puesta en libertad de cualquier ejemplar que nuestra conciencia indique como INMADURO.
No solo hay que hacer caso de las tallas mínimas, debemos pensar que éstas están
hechas para pesca comercial y nos resultan hasta demasiado benevolentes. Nuestro
propio criterio es el acertado si somos responsables y sabemos lo que queremos para el
futuro. Poner en libertad al PEZqueñin.. nuestros hijos lo agradecerán.
ANJOVA:
La caña ha de ser potente y el sedal de una resistencia notoria, ya que este pez presentará
una buena lucha y deberá resistir bastante durante el combate.
Un truco para que jamás se nos enrede el sedal en la cubierta del barco consiste en no
pisarlo. Si el pelo es fino, con una simple pisada se nos enredará.
Otro truco para evitar lazadas y enredos es pasar el hilo de la bobina a una plegadera
grande, contra más grande mejor, con el fin de que el pelo se amolde a ella y pierda la
forma de vueltas que trae al sacarlo de la bobina. Jamás usar directamente para chambel
un hilo recién sacado de la bobina, será imposible evitar que se enmarañe completamente.
Se separan los filetes de ambos lados de la cabeza y las espina central. Se le quitan las
aletas. En una tabla se pone una fina capa de sal, se coloca una capa de filetes con la cara
de la piel boca abajo y se añade una capa de sal encima de los filetes. Se coloca la tabla
en lugar ventilado (sin que le de el sol directamente). Una vez secas las sardinas (24
horas) pasarlas a un recipiente y congelarlas. Podremos hacer uso de ellas al cabo de
varios meses y una vez se introduzcan en el agua se hidratan y tendremos una estupenda
carnada.
Forma de dar consistencia a una masilla si nos ha salido algo blanda y no queremos
añadir más ingredientes para secarla un poco.
Si una masilla nos resulta poco consistente, simplemente con frotarla (amasándola) contra
una tabla seca tomará consistencia ya que la tabla chupará parte de liquido. Otra forma es
utilizar papel de estransa, pero en lugar de frotar extenderemos la masilla sobre él
sucesivamente para que el papel vaya chupando el sobrante.
Forma de ver mejor el puntero de una caña para no forzar la vista y ver mejor la
picada de especies sutiles y desconfiadas que apenas dan “el tirón” cuando pican.
Cuando se afloja o tensa una línea hay que tener buena vista para observarlo, para
mejorar la visión de la línea se puede poner un trocito de lana de color vivo en ella
mediante un falso nudo. El cambio en altura de esta señal nos indicará si se afloja o se
tensa la línea.
Con respecto al puntero de la caña lo habitual es colocar cinta aislante de color rojo o
blanco (colores más visibles que otros) alrededor del puntero (10 cm). Si la caña es de un
color neutro (negro o similar), esto nos permitirá observar mejor el movimiento en la
picada.
No cabe decir que si se efectua un gran tirón, no serán necesarios todas estas triquiñuelas
ya que la carraca nos lo indicará y la gran curvatura de la caña también.
Guardarlos siempre en sitios secos alejados de la humedad y del sol directo. El sol en
particular daña con sus rayos ultravioletas los hilos.
Si observamos que nuestros anzuelos están tomando algo de oxido, no demasiado ya que
lo mejor será tirarlos entonces, introduciremos los anzuelos oxidados en vinagre fuerte y
los dejaremos de 12 a 24 horas. Luego comprobaremos si están afilados, los
enjuagaremos y secaremos para guardarlos en lugar seco.
Las empuñaduras de nuestras cañas son las que normalmente se ensucian y deterioran
más. Si nuestras cañas tienen empuñadura de corcho y está en muy mal estado, para
limpiarlas hagalo mediante una lija de agua muy fina. Si el corcho no está en muy mal
estado limpiarlas mediante agua jabonosa y un cepillo sin frotar demasiado fuerte. Si la
empuñadura es sintética hágalo mediante agua, jabón y un cepillo.
Si por descuido hemos dejado que nuestras cañas y carretes se vayan ensuciando con el
paso del tiempo, habiéndose efectuado depósitos de salitre, minerales y porquerías en
anillas de acero, empuñaduras de aluminio o metal, etc. podremos limpiarlas
perfectamente con cualquier antical de los que se usan en cocinas y baños. Una vez hecha
la limpieza lavar muy abundantemente para eliminar el producto corrosivo.
Si alguna vez nos quedamos sin plomos, algo que hemos utilizado la inmensa mayoría de
pescadores han sido las bujías. Es bueno tener una buena provisión de bujías que nos las
darán en cualquier taller y llevarlas en el coche por si acaso. Si en una mala jornada de
pesca perdemos nuestros plomos, nos olvidamos de ellos, o cualquier otra circunstancia,
siempre podremos echar mano de las bujías que llevamos en el coche, y por otro lado si la
zona de pesca es propensa a la pérdida, mejor perder bujías que nuestros costosos
plomos.
A veces nos hemos dejado nuestros pinchos en la arena, sobre todo por las noches,
olvidándonos de ellos hasta que a la mañana siguiente vamos a salir a pescar y nos
damos cuenta de ello. Una forma de preparar un cañero rápido es disponer de tubería de
PVC. Cortaremos un trozo a la longitud normal de nuestros pinchos y le daremos por uno
de sus extremos un corte recto y por el otro un corte rasgado en ángulo para que clave
mejor. Si disponemos de una lija o lima, limaremos el corte para que no queden rebabas
que puedan dañar las cañas.
A veces, hemos llegado a la playa de arena y cuando nos hemos dispuesto a pescar
hemos comprobado que nuestros pinchos se han quedado en casa. Dios ya no pesco
hoy!. No hay que preocuparse. Haremos un apaño lo mejor que podamos mediante una
botella grande de plastico ( fanta, agua, cocacola, etc…)….. Haremos un boquete en la
arena con una profundidad como la de la botella, cortaremos la boca de la botella a la
altura de un diámetro similar al ancho de nuestra caña. Introduciremos la botella y
rellenaremos el espacio que quede entre el boquete y la botella con piedras planas y
arena. Lo prensaremos lo más posible para que tome mucha consistencia el invento. Esto
será una chapuza pero al menos podremos pescar ese día. El pie de la caña lo podremos
envolver con un trapo para que no sufra con el roce de la botella.
DENTÓN:
Existen pescadores que junto a los señuelos adaptan un trocito de cebo o carnada para
ayudar en las capturas. El cebo "engua" con olor el entorno del señuelo ayudando a
engañar al pez.
LUBINA (ROBALO):
Los artes y métodos de pesca para la lubina son muy variados. Se la puede pescar desde
la orilla (surfcasting), en puertos y radas y desde embarcación.
Para el curricán admite tanto los señuelos artificiales de peces, como cucharillas
ondulantes o plumas.
El curricán con pluma se debe realizar lo más cerca posible de costa y a muy poca
profundidad (cuidado con las rocas, ya me he llevado más de un susto).
Desde playa los días buenos son con rompientes en orilla, y un señuelo inmejorable son
las pequeñas anguilas, éstas se ensartan por encima del lomo en la aleta dorsal para que
no sufra daño. Señuelos de peces y cucharillas dan también buen resultado. El lanzado se
realizará justo por detrás de la rompiente (no importa la profundidad, las he llegado a ver
fuera del agua).
NUDOS Y LAZADAS:
Es muy importante y aconsejable cada vez que se pretenda hacer un nudo, ya sea
empatillados de anzuelos, nudos de unión de sedales, trincamientos de quitavueltas
(giratorios) o cualquier nudo de unión de sedales con accesorios, el mojar (humedecer) el
hilo. De esta forma resbala y ajusta perfectamente.
ROLO:
Muy a menudo ocurre que las condiciones del mar no son las más adecuadas para la
pesca al rolo. Un fuerte viento o una excesiva corriente nos hace desplazarnos a mayor
velocidad que la adecuada. La velocidad adecuada no debe pasar de 3 nudos y en
circunstancias adversas existe un buen truco para hacer que nos desplacemos a menor
velocidad. El mencionado truco consiste en largar un cabo con la cadena del ancla. Esto
nos dará un buen lastre a la embarcación y ralentizará la velocidad.
La pesca es un arte que difícilmente se rige por unos parámetros fijos . Los parámetros que
rigen los factores que influyen en la picada de un pez son tremendamente complejos y
cambiantes según regiones, climas, factores medioambientales del momento y un sin fin de
actividades que influyen en este delicado arte.
Para cada lugar, tiempo, especie, y momento determinado, el pescador debe hacer uso de
sus conocimientos y versatilidad, y mediante todos estos valores lograr adaptar una
metodología adecuada que le permita conseguir los logros propuestos.
Uno de los factores primordiales que afectan a la pesca son las condiciones
medioambientales. Las buenas condiciones favorecerán una buena jornada, mientras que
condiciones adversas la perjudicarán a no ser que la versatilidad del pescador adapte sus
métodos a estas malas condiciones paliando la dificultad que se le ha presentado.
Hay un dicho que dice a día lluvioso el pez es menos perezoso. No es cierto salvo que
influyan otros factores. Sí se ha comprobado que los días de lluvia leve el pescado se
activa. Incluso existen métodos de pesca, como para el atún, en el que se utilizan difusores
de agua para levantar cortinas de espumas que representen bancos de sardinas o pescado
pequeño. También es cierto que los días de lluvia los ríos desprenden al mar cúmulos de
alimentos a los que los peces se acercan. Lo cierto es que no parece ser un gran factor,
que de por sí solo, afecte muy favorablemente a una buena jornada.
El oleaje, por marea o viento, suele ser un factor importante para la pesca. Las olas,
mareas y viento, son responsables del movimiento tanto de superficie como de fondo. No
hay nada peor para la pesca que los puntos de marea muerta en los que cualquier
pescador habrá observado la total falta de actividad de los peces. Un pequeño oleaje,
marea o viento que favorezca el movimiento marino, favorecerán notoriamente la pesca.
Tanto desde costa como embarcado, las correctas condiciones de marea favorecerán en
extremo una buena jornada de pesca. El pescador de lanzado, surfcasting o métodos de
lanzado desde costa, se verá favorecido y las mareas, rompientes y oleaje le favorece los
acumulamientos de desechos donde poder poner en práctica su técnica. Las rompientes
donde depredadores como lubinas actúan, se verán favorecidas para la pesca con días
adecuados de oleaje. Podemos asegurar que este punto es uno de los que afectan
principalmente para favorecer al pescador.
Con respecto a la presión atmosférica, barométrica, es otro factor que influye notablemente
en el comportamiento de los peces. Durante la disminución de presión o estabilización de la
misma, el pez hace mayor actividad, pasando a fases de muy poca actividad en los
cambios bruscos de alza de presión. Todo pescador habrá comprobado que en los días
anteriores a tempestades los peces detectan la bajada de presión previa a la tormenta y se
incrementa su actividad, sin embargo el/los días siguientes a la tempestad las capturas son
pocas y difíciles.
En resumidas cuentas debemos indicar que no existen factores fijos que determinen que
vayamos a lograr una excelente pesquera. Sí existen unos parámetros que, si bien no
siempre son acertados al cien por cien, mejorarán las capturas y harán que los días
difíciles no nos vengamos de vacío.
Cebos Naturales, Tradición y eficiencia.
E l cebo natural es una opción cada vez menos utilizada en nuestro país. La fulminante aparición de
la pesca a mosca, que ha capturado a la gran mayoría de los aficionados, y la emoción de la pesca
con cucharilla; han dejado de lado esta técnica que supone el inicio mismo de la pesca y que no
necesita demostrar su conocida eficacia.
En nuestros días, la pesca con cebo natural está prohibida en muchas zonas de nuestro país. El
motivo principal es que se ha demostrado que utilizando este tipo de cebo, se provoca generalmente
la muerte de un porcentaje demasiado alto de ejemplares. Esto hace que no se permita su uso en
tramos de pesca sin muerte o en aquellos en los que se estén realizando repoblaciones.
Siendo consecuentes con esta afirmación, muchos opinan que este tipo de cebo no debería permitirse
en ningún lugar en el que legalmente haya que devolver al agua los ejemplares que no alcancen una
determinada medida.
Pero la pesca con cebo natural resulta una modalidad altamente deportiva, que pone a prueba la
habilidad del pescador y que ha demostrado en numerosas ocasiones sus buenos resultados. Desde
luego todo un lujo para practicar en las zonas y con las especies que nos estén permitidas; siempre
con el respeto del medio ambiente como principal objetivo.
Para obtener buenos resultados en la pesca con cebo natural, el pescador deberá mostrarse ante todo
observador. Debe ser capaz de analizar el terreno en el que va a desarrollar la acción de pesca, ver de
qué se están alimentando los peces, estudiar su comportamiento, la climatología reinante...
Solamente así conseguirá obtener resultados óptimos.
CEBOS SIMPLES
Dentro de los cebos simples, podemos encontrar los de tipo animal y los vegetales. El primer grupo,
el de cebos animales, se compone de pequeños peces, que podrán estar vivos o muertos.
Los cebos de tipo animal funcionan sobre todo en el mar y fundamentalmente con las especies
depredadoras. Para los depredadores, especialmente los salmónidos, nada mejor que el uso de cebos
naturales, de tipo animal, que estén vivos. De hecho cuando usamos un cebo de tipo artificial,
debemos darnos cuenta de que estamos imitando de alguna manera a este cebo natural (la cucharilla,
la mosca ahogada... su función es la de imitar cebos vivos).
Algunas de las especies que normalmente se pescan por medio del cebo vivo son las siguientes:
· Anguila: que entra muy bien a este tipo de cebo en cualquier estación del año. Suele
mordisquear el pez antes de tragarlo, deberemos dejar que lo haga antes de asustarla y que
salga huyendo.
· Lucio: que entra al pez vivo cuando el tiempo refresca (a partir de mediados de otoño).
· Perca: principalmente en los días que están nublados. Suele atacar al vivo en cualquier
época del año y lo hace directamente, por lo que conviene que el pescador esté atento y sea
rápido a la hora de levantar.
Por otro lado, el cebo vegetal suele usarse en agua dulce y principalmente en las zonas que disponen
de poca o nula corriente. Da buen resultado en la pesca de los ciprínidos (la carpa es un buen
ejemplo), con los que el uso de cebos como el maíz o la patata han demostrado buenos resultados en
numerosas ocasiones.
Cualquier pescador de río que se haya dedicado a este tipo de pesca, sabe que el mejor día para
practicarla es tras una fuerte tormenta. Las tormentas arrastran gran cantidad de tierra y con ella un
número indeterminado de invertebrados, que desde ese momento se convierten en el plato del día de
las especies de la zona. Si nos encontramos en un día de estos, no dudaremos ni un momento en
utilizar lombrices o larvas, la zona estará con toda seguridad poblada de ellas, por lo que las nuestras
pasarán desapercibidas, que es en definitiva lo que se pretende.
Coreana
Si hemos decidido usar el cebo natural en el mar, aprovecharemos las horas en las que la marea esté
subiendo, y nos dirigiremos a aquellas zonas que quedan al descubierto cuando el mar se encuentra
en su punto más bajo. En estos lugares los peces estarán acostumbrados a encontrar alimento como
quisquillas, cangrejos, gusanos de mar... Nuestro cebo natural no será un intruso en este ambiente.
Si no estamos dispuestos a buscar entre la tierra nuestros cebos, siempre nos quedará la opción de
comprar en el mercado mejillones, navajas, chirlas... Que procuraremos estén vivas
CEBOS COMPUESTOS
Por cebos compuestos entendemos aquellos que requieren una elaboración, en la cual van a
intervenir diferentes elementos.
Suelen utilizarse más en agua dulce que en el mar, principalmente para la pesca de ciprínidos.
Muchos de estos cebos basan su éxito en el olor que expiden, que logra atraer diferentes especies.
En la mar, suelen utilizarse para la captura de mugílidos, principalmente con aparejos provistos de
flotador. También existen casos en los que se utiliza este tipo de cebo para cebar las aguas y atraer
peces que después se pescan con cualquier otro arte.
Las modalidades de cebos compuestos son muy grandes, casi cada pescador tiene su propia
preparación, que le resultará más o menos válida en su zona de pesca. Generalmente se realizan a
partir de pastas o engrudos, en los que se mezclan distintos materiales tales como la harina (que
puede ser de pescado, de trigo, de maíz) con aceites (tanto vegetales como animales) y en ocasiones
diversas especias y colorantes. Además se pueden incluir quesos, masillas animales... con el objetivo
de dar olor.
Harina de Camarón
Los fabricantes, viendo que el tema del cebado puede convertirse en un buen negocio, han
investigado y sacado al mercado cebos compuestos y masillas ya preparados. Nadie garantiza al cien
por cien los resultados, pero utilizados con las especies correctas y de la manera adecuada, se
convierten en una opción perfectamente válida.
cebos que nos reportarán éxito: las lombrices, las larvas y los insectos.
En cuanto a las lombrices, existen dos tipos diferentes y perfectamente válidos: las denominadas
lombrices de tierra y las lombrices de basural.
Lombriz de tierra
Suele decirse que las lombrices de tierra son las más efectivas a la hora de la pesca, pero también
son más difíciles de conseguir, necesitando localizar un terreno con agua suficiente.
Las lombrices de basural, por su parte, podremos obtenerlas de cualquier montón de estiércol. En
estas zonas suelen aparecer gran cantidad de ellas.
En cuanto a las larvas, las encontraremos debajo de las piedras del río y en las zonas del río en las
que exista una fuerte corriente.
Para practicar la pesca de la trucha con estos cebos (lombrices y larvas), nos decantaremos por
cañas de fibra hueca, que no sean del todo rígidas y con una buena acción. Las mejores cañas suelen
ser las de 3 ó 4 tramos y las telescópicas. La longitud dependerá directamente de las características
del río donde vayamos a realizar la acción de pesca, si bien suele estar entre los 4 y los 5 metros.
En cuanto al carrete, el más aconsejable es el de lance ligero y de unos 250m de capacidad de bobina,
de manera que nos permita realizar lances lo más largos y precisos posible.
Larvas Coco
Con el fin de que nuestro nailon pase lo más desapercibido posible, buscaremos uno que en color
imite al agua del río. El nailon más aconsejable, varía desde el 0,18 hasta el 0,22 y claro está que debe
soportar de 3 a 4,5 o más kg.
El anzuelo debe de ser grande (del 8 al 1), siempre en función de las normas específicas que rijan
tramo del río.
Cuando llegue el verano, será la hora de probar con los insectos; saltamontes, grillos... serán los
cebos más adecuados durante la temporada estival.
Se trata de una modalidad de pesca de enorme similitud a la pesca con mosca seca; si bien en la
pesca con cebo natural podremos optar por pescar a fondo o bien “bailar” los insectos al ras del
agua, como si acabaran de caer al río. Para quienes han practicado esta última modalidad afirman que
es la que mayores satisfacciones reporta, tanto en resultados como en diversión.
Para su práctica nos decantaremos por cañas telescópicas, sin anillas; en cuya puntera ataremos un
trozo de nailon de 1 ó 1,5 metros, sonde irá colocado en anzuelo, sin plomada.
LOS MEJORES CEBOS PARA CIPRINIDOS
Sobre lo que voy a hablaros a continuación, seguro que muchos de vosotros ya lo sabéis
todo, o casi todo. A mi me ha costado muchos días de pesca descubrirlo y quisiera que
los que empiezan a pescar puedan saberlo desde el principio, pues sea en la época que
sea, siempre abra alguien "que empieza". Espero que podais conocer algunos de los
cebos mas utilizados en la pesca de ciprínidos.
• LAS LOMBRICES
Durante los meses de verano las lombrices son un buen cebo para conseguir
grandes ejemplares. En los ríos crecidos de nivel o desvordados, se logra con
ellas lo que con otro tipo de cebos no se conseguiría nunca. Existen tres tipos
fundamentales de lombriz:
o Lombriz de tierra.- Son de color marrón-rojizo suave, y tienen la cola
mas plana y ligeramente mas ancha que el resto del cuerpo. su tamaño
medio oscila entre los 13 y 15 Cm. Pueden recolectarse por la noche en
un campo húmedo y en las orillas de los ríos, acequias y donde exista
mucha humedad. Son muy sensibles a la luz intensa y a las vibraciones.
Por lo que otro método consiste en introducir una varilla de hierro, rígida
y larga, en la tierra, y darle unos golpes secos. En pocos momentos las
lombrices comenzaran a salir, (siempre en zonas húmedas y con algo de
vegetación y raíces). Otro método es poner sacos o trapos mojados sobre
la zona donde se suelen encontrar, y esperar hasta la jornada siguiente,
las encontraremos entre las fibras del saco o bajo los trapos.
o Lombriz de estiércol.- Comunmente también se la suele llamar "lombriz
anillada". Tiene la piel roja, mas suave que la de la lombriz de tierra, con
unos anillos amarillentos alternos, su tamaño medio es de 10-13 Cm. y
pueden conseguirse con facilidad entre los abonos de la huerta. Tiene
mas movilidad que la anterior, aunque es delicada a la hora de
manipularla.
o Lombriz roja.- Son de color intenso, parecidas a las de estiércol, pero
sin anillos. Su tamaño medio es de 5-8 Cm. y pueden conseguirse en las
zonas de estiércol, dedicadas a la cria de ganados porcinos.
o Conservación.- En cajas ventiladas, en sitios frescos y manténiendolas
húmedas pero no mojadas, y con la tierra o estiércol de la zona donde se
las haya encontrado, o entre musgo.
• LA MASILLA
Es la mas versátil de los cebos, ya que podemos adecuarla en función del tipo de
pez que queramos pesca y las condiciones del agua. Podemos hacerla firme para
aguas rápidas y blanda y tentadoramente pequeña, para aguas lentas. También es
fácil de añadirle colorantes y condimentos que acentúe su atractivo y aroma
o Preparación;
2. Cojemos un pan que tenga entre dos y siete días y le quitamos la corteza.
3. Remojamos el pan hasta que este esponjoso
4. escurrimos el pan hasta quitar el máximo de agua
5. Lo amasamos en en una superficie plana, hasta que no se nos pegue a los
dedos, (se le puede añadir un poquito de harina)
6. Por ultimo, procedemos a darle color y sabor si así lo deseamos.
• PAN
Es el cebo mas fácil, limpio y barato de preparar. Es efectivo en cualquier época
del año y en cualquier modalidad de pesca. Utilizando la corteza conseguimos
un cebo de superficie muy eficaz, y si utilizamos la miga, al ser ligera y
esponjosa, se hunde lentamente y queda por encima de la vegetación del cieno,
en lugar de hundirse y permanecer oculto. Procurar usar pan tierno y fresco y
guardarlo a la sombra, en una bolsa de plástico para conservarle la humedad.
Los peces encuentran muy atractivo el sabor natural y puro del pan.
• MAIZ
Es un cebo muy selectivo para cuando persigues piezas grandes, ya que los
peces pequeños encuentran difícil el atraparlo. El mejor es el enlatado, que viene
con un jugo azucarado que lo hace mas dulce y jugoso, aunque también funciona
el congelado. Al ser de color amarillo vivo no solo atrae a los peces, sino que
ayuda a ver la picada en aguas claras
• PATATA
Las patatas nuevas peladas, después de hervirlas, se convierten en un excelente
alimento para las carpas hambrientas Se conoce desde hace tiempo como un
buen cebo. Sobre su preparación , se lava el exceso de suciedad de la piel y sin
pelar se ponen a hervir hasta que estén blandas , pero no demasiado, para que
una vez la queramos poner en el anzuelo, no se rompa a trocitos. La cocción
suele durar de 10 a 15 minutos. Como variantes para aromas y color, podemos
añadir en el agua una pizca de azafrán, para que queden amarillas, unas gotitas
de anís, vainilla y un largo etc.
• CEBOS DE CARNE
Este cebo es una excelente alternativa a las larvas y los gusanos. Son igualmete
fiables los filetes usados en trozos pequeños y los embutidos como el franfurt,
cortados a dados. La carne picada o de salchicha mezclados con cebo picado e
incluso la carne enlatada, son muy buenos para hacerlos servir en las
desembocaduras de los mataderos y en las cercanias de las granjas.
• LEGUMBRES
Las legumbres constituien un cebo excelente para la carpa, eso si, usado
correctamente. Nunca debemos usarlas como cebo cuando estan secas, sin haber
estado en remojo y debidamente cocidas, ya que las legumbres absorven el agua
y se hinchan en el estomago del pez y podriamos causarle graves molestias e
incluso la muerte.
o Preparacion.- Dejarlas en remojo al menos tres o cuatro horas, despues
las podemos hervir durante 3-5 minutos y posteriormente, en esa misma
agua, se dejan reposar otros tantos minutos. Podemos probar con alubias,
judias blancas y pintas, garbanzos, habas, guisantes, lentejas...etc. Dan
muy buen resultado con el aparejo "Hair"
• CEREALES
Un cebo muy popular en los años sesenta y que parece que esta viviendo un
lento resurgir. Tenemos que tener tambien cuidado a la hora de utilizarlo, para
no lastimar al pez.
o Preparacion.- Despues de lavado se deja en remojo toda la noche. Se
pone en un cazo y se cubre con agua caliente, posteriormente se ponen a
calentar hasta la ebullicion y luego, a fuego lento durante unos 30
minutos, o el tiempo necesario para que los granos se abran y dejen a la
vista el blanco interior. Los mejores son el trigo y la cebada y a ser
posible, elegir los granos mas grandes.
• FRUTOS SECOS
Este es otro de los cebos peligrosos para la salud de los peces, si no se utilizan
correctamente, pero si hacemos buen uso de ellos, os garantizoqeu da un
resultado excelente.
o Preparacion.- Se dejan en remojo durante 24 horas, despues se ponen a
hervir y se baja el fuego manteniendo la ebullicion durante 20 minutos ,
en caso del cacahuete y de las avellanas, y 30 minutos en caso de las
nueces del brasil, chuflas y almendras, que dicho sea de paso, estos cinco
son de los que mejor resultado ofrecen. Debo advertiros que solo se usan
los crudos y sin salar y que tambien se montan con el aparejo "Hair".
• QUESO
Este es un cebo que funciona muy bien durante todo el año, pero da mejores
resultados cuando los rios estan crecidos y el agua baja tomada, ya que los peces
se dejan guiar por el olfato mas que por la vista. Los mejores quesos son los mas
olorosos como el Roquefort o el de Cabrales, aunque tambien dan buen
resultado los quesos blandos y cremosos utilizados en forma de masilla.
• FRUTA
Este cebo tuve la fortuna de conocerlo y probarlo, un dia en que me desplace al
rio Ebro y me deje olvidado todos los cebos en casa. Estuve observando el agua
y vi a varias carpas jugueteando alrededor de una naranja que flotaba en el agua,
entonces pense , ¡igual funciona!, entonces me dispuse a coger una naranja de
las que habia por alli cerca y probarla. La sorpresafue mia al notar el resultado
de la pescata que hice en esa jornada y desde entonces cuando voy a algun rio,
siempre me fijo en los arboles frutales que lo rodean y suelo probar con los
frutos que arrojan. Los que ofrecen mejores resultados son; la pera, manzana,
uvas, moras y cerezas. Probarlo merece la pena y quizas os asombreis de los
resultados.
• GALLETAS PARA PERRO
Este cebo, aunque muy poco conocido y utilizado, da muy buen resultadosobre
todo en los dias calidos de verano, ya que es cuando las carpas patrullan sobre la
superficie. Se suele utilizar como cebo flotante. Probablemente tengais
problemas para ensartarlas en el anzuelo y quizas se os rompan, pero el truco
esta en remojar las galletas en agua caliente para ablandarlas. Aunque debeis
escurrirlas bien, ya que las galletas remojadas flotan menos y podriais necesitar
mas de una para mantener el anzuelo a flote.
• LARVAS
Existen varios tipos de larvas que podemos conseguir en nuestro pais, y que dan
muy buenos resultados, tales como:
o Gusano blanco o asticot.- Este es el nombre por el cual se conoce a la
larva de la mosca azul. Su color es blanco y suele medir unos 13 mm.
Generalmente los venden en polvo de maiz o serrin. El asticot es la larva
con mas auge de nuestro pais y la mas facil de encontrar en las tiendas
especializadas.
o Gusano rosado.- Son las larvas de la mosca verde, su color es rosado y
muy parecido al asticot, aunque mas pequeño. Suelen venderlos tambien
en polvo de maiz y son mas vivaces que los anteriores.
o Achaparrados.- Son las larvas de la mosca domestica, tambien
parecidos al asticot, pero son aun mas pequeños. Se venden en arena
roja, ligeramente humedecida. Son los mas activos.
o Gusano de lodo.- Es la larva de una mosca enana de dos alas, llamada
zumbador. Los podemos encontrar en aguas quietas y estancas, por lo
general contaminadas. Suelen tener uno 18 mm. de longitud, su color es
rojo y por lo general son poco activas.
o Joker.- Es la larva del mosquito. Lo podemos encontrar en aguas
corrientes residuales, ligeramente contaminadas. Suelen tener unos 8
mm. de longitud, son rojos y se mueven por el agua sin cesar.
o Existen otros tipos de larvas como las de las abejas o avispas, aunque
menos utilizadas.
o Conservación.- El mejor lugar para conservarlos es en la nevera, o en su
defecto, en un lugar fresco, oscuro y ventilado, de esta manera podremos
conservarlos una semana en verano y dos o tres en invierno. (tapar bien
los recipientes pues son buenos escaladores)
o Como conseguir larvas de mosca, en casa
9. Ponga unos trozos de carne fresca en un cubo limpio, forrado con papel
de periodico.
10. Cubra el cubo dejando un agujero para que entren las moscas, pongalo en
un lugar oscuro, y al cabo de un par de dias, en la carne se podran ver los
huevecillos.
11. Envuelva la carne en papel de periodico y cubra el cubo con cuidado para
que no desprenda olores.
12. A los pocos dias los huevos eclosionaran y las larvas comenzaran a
devorar la carne, en unos 6-8 dias. Cuando las larvas dejen de comer, ya
tienen el tamaño adecuado.
• BOILLIES
Hasta hace poco tiempo eran muy poco utilizados en nuestro pais, aunque en
Europa gozan de una gran aceptacion, sobre todo, cuando vas detras de una gran
carpa. Se pueden encontrar en casi todos los establecimientos, cebidamente
preparados, aunque los pescadores mas expertos son propensos a confeccionarse
sus propios boillies. Asi pues, si tu eres un pescador, pero no de los mas
expertos y quieres prepararte tus propios boillies, apuntate esta receta.
o Preparacion.- Se hace una masa con huevos y harina (la cantidad de
ingredientes dependera de la cantidad de masa que quieras hacer), luego,
cada pescador tiende a poner los ingredientes en los que mas confia,
como la arina de soja, germen de maiz, harina de semola, colorantes y
condimentos varios. Una vez puestos los ingredientes elegidos, se hace
una masa y se va amasando hasta que tenga un tacto pegajoso como el de
la masilla. Una vez en su punto se hacen bolitas que suelen ser de unos
12 a 18 mm. de diametro y se sumergen en agua hirviendo de 60 a 90
segundos. Se utilizan con el aparejo "Hair".
o No olvidemos que en el mercado existen una gran variedad de aromas y
colorantes que podemos utilizar en todos nuestros cebos, para darles ese
aroma que les falta o ese color mas atrayente. Quiero recordar que si
utilizamos cebos enlatados o en bolsas, os las lleveis a casa,asi
contribuimos todos a mantener los margenes de los rios completamente
limpios. no resulta agradable llegar a un puesto y verlo lleno de bolsas,
latas y botes de gusanos. Tambien debeis tener cuidadocuando cojais los
peces, para que no sufran heridas y para que cuando vuelvan a ser
tentados por nuestros cebos y se produzca esa tan esperada picada, lo
hagan con la misma fuerza y energia que nos hace emplearnos y
disfrutarlo al maximo.
Cebos
Gusano coreano
Este gusano muy apreciado por los
pescadores es idoneo para el
surfcasting,muy nervioso,cada vez
que se le coge para anzuelarlo si no
tienes cuidado seguro que te da un
bocado,de color verdoso,lo podemos
trocear si es grande,por lo cual
podemos aprovechar mejor la carnada.
Gusano americano
Lo mismo que ocurre con los peces
en nuestro litoral,el gusano
americano tiene diferentes nombres
segun la region en la que nos
encontremos,aunque su nombre
mas popular es americana.Su
nombre en ingles es blood
worm(gusano de sangre).Entre las
grandes ventajas de este gusano es la de expulsar una gran
Nota cantidad de sangre y otros liquidos,soltando asi un atractivo
Importante aroma bajo el agua,facilmente detectable por sus presas,en
Tenemos que tener este caso por las nuestras si les pescamos.Su estructura es
siempre en cuenta muy solida,siendo por ello muy apto para el surfcasting y que
que para pescar
ademas se pueden encontrar en diferentes tamaños,entre
con los gusanos,el
nudo de los cinco y diez centimetros de largo,lo que permite su utilizacion
anzuelos o entero sin trocear,alargando asi su vida en el agua sin perder
empatillado es su relativa movilidad.Para clavar este gusano en el anzuelo
fundamental,tiene usaremos como para todos los tipos de gusanos las
que ser un
famosas(agujas) indispensables para la pesca,teniendo
empatillado
perfecto para que cuidado de que el gusano pierda la menos cantidad de sangre
nos permita posible.Se deben utilizar enteras siempre que sea posible.Hay
deslizar el cebo que esperar a que saque la boca y ese sera el momento de
suvemente sin clavar la aguja,ya que de lo contrario haremos que pierda
romperlo.
bastante sangre
Conservación Tita
Partiremos de Este gusano lo podemos encontrar
la base de que el
cebo que en muchos tamaños desde 3cm
compramos en la hasta 15cm de largo y hasta 3cm de
tienda es fresco.Por ancho,es bastante duro por lo cual
lo tanto debemos lo podemos utilizar y tener la
conservarlo asi el
seguridad de que asi como al
mayor tiempo
posible,todos estos gusano de playa toda la morralla
gusanos descritos que haya le comerá incluso los
anteriormente cangrejos,a este solo le comerá alguna buena pieza.Lo
necesitan un lugar podemos anzuelar de varias formas aunque la mas usual es
fresco por lo cual
hacerlo tiras y con hilo elastico (licra) enrollarlo hasta hacer
podemos utilizar
una nevera de canutos los cuales al igual que a todos los gusanos lo
playa.Con el anzuelaremos con la ayuda de la aguja.Su cuerpo duro y firme
gusano de aguanta mucho tiempo si deformarse,por lo cual estará
playa,solo le siempre como la vez lancemos con el.La tita es un cebo
añadiremos agua
estupendo para especies como la dorada, el sargo,robalo.
del mar cuando lo
vayamos a
utulizar,una vez lo Gusano de cerrin
hagamos
tendremos que
gastarlo.A quien no
le sobra carnada
tras un dia de
pesca,pues si
tenemos en cuenta
lo anterior Es una buena carnada aunque es un
dicho,podemos poco endeble,es facil de anzuelar y
traer de vuelta a
casa el cebo que
una carnada para todo tipo de
nos haya sobrado,y pez.Tambien se usa para cañas de
lo meteremos en el mano,se va cortando a pedazitos y
frigorifico(en el anzuelando y dá unos resultados
cajon de la excelentes.
verdura) alli nos
duraran vivos
algunos dias mas La podemos adquirir en cajas individuales o en master para
por si podemos cuando vamos a estar una jornada completa de pesca.
volver a ir de
pesca.Eso si,se lo
debes decir a la Cangrejo ermitaño
mujer que estan
alii para que no se
Los ermitaños,no tienen
asuste ni te los tire concha que los proteja de los
a la basura.
depredadores,por ese motivo
usan conchas de moluscos
para convertirlas en su
casa.Es habitual ver las
conchas recubiertas de algas sobre todo para
pasar inadvertidos.Cuando sufren algun percance
como que la concha ya no sea lo bastante
segura,o que se le quede pequeña,salen de la
concha y se buscan nueva casa.Este cebo aunque no
es ideal para el lanzado,a larga distancia,es sin duda uno de
los mejores cebos para la dorada. Una vez hayamos
anzuelado al cangrejo debemos usar el hilo
elastico o licra para que nos aguante el lance y no
se nos caiga por el camino.
Cebos - Como atraer a los peces
Muy utilizado antiguamente en épocas en el que la pesca desde orilla era la reina de las pescas en mar, hoy
en día la pesca al lanzado o surf-casting ha contribuido a que muchos pescadores practiquen esta técnica
principalmente, y dejando de lado la pesca a boya desde orilla y por consiguiente la utilización de un
atrayente de peces (Macizo) a la postura de pesca.
El macizo según el diccionario de la Real Academia es "el cebo que emplean los pescadores, consistente
en una mezcla de residuos de pescado, como sardinas o chicharros, o sus desperdicios, o más
comúnmente, en salvado y arena." Si buscáramos cebo en el diccionario veríamos que lo denomina como
"atrayente", por tanto hablaríamos del atrayente para peces formado por la mezcla de restos de pescado y
arena.
Ahora solo vamos ha hablar del bromeo como atrayente para pesca en el mar, pero no nos queremos
olvidar de su importancia en la pesca de ciprinidos, pero eso será otra historia de la que hablaremos en la
sección de ciprinidos ya que en la pesca de ciprinidos esta técnica de atraer a los peces a nuestra postura
se ha perfeccionado tanto que daría para escribir un libro.
El bromeo siempre va ha estar formado por un componente que hará de aglutinador y le dará consistencia a
la vez que transportara su olor por las corrientes como es la arena o diferentes tipos de harina, y por otro
componente que hará de atrayente.
Antiguamente la arena de playa era el principal componente que se utilizaba pero en la actualidad es muy
utilizada la harina. Con la aparición de diferentes tipos de harinas, que podemos encontrar en las tiendas de
pesca para hacer los macizos utilizados en la pesca de ciprinidos, le dan al bromeo mucho mas olor y
poder de atracción.
El bromeo se puede hacer mezclando diferentes materiales según las especies que queramos atraer, aquí
os vamos ha enseñar como hacer el mas común, el formado por sardinas y harina. Este es el mas
polivalente y utilizado, al atraer a casi todas las especies por no decir a todas. Dependiendo de la especie
que queramos atraer podemos añadir a la mezcla de la harina otras sustancias como mejillones, ermitaños,
cangrejos o lapas, todos ellos machacados, para atraer sargos y doradas; pan duro para atraer a las lisas y
salpas; pulpo o calamar triturado para acercar a las lubinas y sargos; caracoles pequeños de campo para
mabras, sargos y doradas.
Muchos pescadores añaden a estas mezclas aceites que encontramos en las latas de anchoas o sardinas
para potenciar su olor.
Junto a las fotografías os vamos a describir como realizar vuestro bromeo de sardinas y harina.
Compraremos un par de kilos de sardina, alecha o boquerón (según el precio, la más barata) y cuatro o
cinco de harina de pescado o harina de trigo. Algunos pescadores hablan de que el pescado debe de ser
fresco y otros prefieren dejar el bromeo una vez hecho un par de días al sol para que su olor aumente y así
también su poder de atracción.
Yo creo que es indistinto, las dos cosas las he hecho y a la hora de pescar no he notado diferencia. Con lo
que si he notado diferencia ha sido con la cara de mi mujer cuando el bromeo se pasaba un par de días en
la terraza al sol y el olor aumentaba.
Una vez que tenemos la sardina, la troceamos con una tijera de cocina en trozos muy pequeños.
También la podemos machacar con una piedra o con las manos pero aseguraros de poneros unos guantes
de plástico (como el que dan en las gasolineras) sino el olor a sardina os durara varios días. Una vez
deshecha la sardina la juntaremos con la harina mezclándolo todo muy bien.
Iremos añadiendo harina y mezclándola con la sardina hasta conseguir la consistencia deseada y necesaria
para poder formar bolas de bromeo que luego, en la acción de pesca lanzaremos en nuestra postura.
Añadiremos agua si es necesario y pensar que cuanto mas consistencia le demos a mas profundidad
empezara a trabajar el bromeo.
Cuando comencemos a pescar lanzaremos varias de estas bolas en el lugar donde luego colocaremos
nuestro cebo y durante la acción de pesca iremos lanzando mas bolas cada cierto tiempo para mantener al
pescado en la zona de pesca.
Solo recordaros que tengáis muy en cuenta las corrientes ha haya en donde estéis pescando, ya que estas
pueden desplazar el bromeo a varios metros de donde este vuestro cebo solo sirviendo el bromeo para
alejar los peces de nuestro anzuelo.
El macizo o engodo en la mar.
No obstante, este tipo de macizo es bastante agresivo para con el medio, por lo que
suele ser más recomendable el tradicional macizo a base de despojos de pescado, sobre
todo de sardina o de anchoas.
Si tenemos la suerte de estar en una localidad donde podamos acercarnos hasta una conservera, no tendremos
problemas para conseguir gratis estos despojos.
Convenientemente salados y mezclados con harina, con un poco de arena o con cualquier otra sustancia para
darles la consistencia y el peso que se prefiera, podremos guardarlos durante mucho tiempo en botes de plástico
bien cerrados.
Así nos aseguraremos tener siempre macizo disponible para cuando lo precisemos.
La sardina
He querido empezar por este cebo ya que es el mas utilizado y además es el cebo con el
que mas especies de peces se puede pescar. Podríamos decir que todos los peces entran
facilmente a este cebo. Con sardina como carnada he pescado doradas, lubinas, llisas,
sargos, congrio, morenas, lenguados, dorados, anjovas, lechas, etc. Todo tipo de peces
y de todos los tamaños.
Compraremos sardina siempre lo mas fresca posible, si queremos dar consistencia a esta
por que pesquemos en una zona con mucha morralla que se la come rapidamente o la
queremos lanzar a gran distancia, debemos un día antes a salir de pesca ponerla con sal
gorda en un recipiente, de esta forma cuando vallamos a utilizar las sardinas habrán
perdido parte del agua que contienen quedando mas duras y resistentes.
Existen dos formas de preparar la sardina dependiendo de la técnica de pesca que
queramos utilizar. Si pescamos a lanzado la preparación y colocación de la sardina, así
como el aparejo que utilizaremos será muy diferente a si utilizamos la sardina para
pescar a boya o flotadorPesca a Flotador .- Para la pesca a flotador cerca de la costa
prepararemos la sardina de la siguiente forma : Con unas tijeras cortaremos a la sardina
la cabeza, zona de las tripas y cola. Este tronco o centro de la sardina que queda lo
abriremos verticalmente haciendo dos filetes con los dos costados y estos los partiremos
en dos a su vez. De esta forma de cada sardina obtendremos cuatro carnadas. Con los
restos de cabezas y tripas que sacaremos a las sardinas podremos hacer una masa junto
con arena de playa o harina que cuando estemos pescando nos servirá de bromeo o
atrayente. Si queremos dar consistencia a estos medios filetes de sardina como he
comentado antes cortaremos el cebo que pensemos utilizar al día siguiente y los
colocaremos en sal gorda.
La colocación en el anzuelo .- Yo utilizo siempre anzuelos color plata para la sardina,
pienso que pasa mas desapercibido, de pata larga, y si los peces que queremos tentar
son sargos, lubinas, doradas, dobladas utilizo anzuelos del numero 1, 2 , 3 dependiendo
del tamaño de las posibles piezas. Para colocar el medio filete en el anzuelo coseremos
literalmente este, pinchamos por un extremo el trozo de sardina por el que traspasaremos
el anzuelo y así sucesivamente ( dos ó tres veces), hasta llegar al otro extremo de la
sardina en el que dejaremos el anzuelo escondiendo la punta de este pinchando en el
cebo. De esta forma el anzuelo y el bajo de línea cercano al anzuelo sujetan
perfectamente la sardina, quedando esta totalmente extendida y con el anzuelo en su
parte inferior que es por donde el pez empezara a comer.
El aparejo que utilizaremos constara, si pescamos a medias aguas, de flotador que no
necesite mucho plomo, unos pequeños plomos y un bajo de línea de +- 50 cms. Pescando
a medias aguas debemos hacer que nuestra sardina se mueva libremente como movida
por la mar, por esto utilizaremos un bajo de línea largo y poco plomo en el aparejo. Si
pescamos a ras de fondo nuestro aparejo cambiara a todo lo contrario, bajos de línea mas
cortos (+- 25cms.) y aparejos muy plomados, de esta forma nuestro trozo de sardina
llegara antes a la zona de pesca (fondo) y debido al peso permanecerá mas tiempo en
ella, optimizando al máximo el tiempo de pesca.
Dependiendo de donde este el pescado a ras de fondo o medias aguas utilizaremos un
aparejo u otro. Con esta técnica y cebo probada por mi podréis pescar lubinas, sargos,
doradas y palometas entre otros peces siendo las mejores horas las del orto, ocaso y
durante la noche.
Pesca a Lanzado.- Para la pesca a lanzado prepararemos la sardina de la siguiente
manera : La partiremos por la mitad obteniendo dos carnadas, o solo le quitaremos la
cabeza partiendo con las tijeras de esta forma tendremos una sola carnada, o bien la
dejaremos entera.
Colocación en el anzuelo.- Se utilizan dos tipos de anzuelo, uno el anzuelo simple del
numero 1 o mas grande, según las posibles presas, o el triple (ancoreta o potera). Es
recomendable que siempre estos sean de buen acero carbono ya que con este tipo de
cebo, pescando a lanzado, el tamaño de las capturas nos puede sorprender, muchos
pescadores unen un terminal de acero al anzuelo para que peces como morenas,
dorados, serviolas y otros depredadores no rompan el terminal al morderlo.
Para colocar la sardina en el terminal y el anzuelo utilizaremos la aguja de sardina.
Pinchamos y atravesamos la sardina con la aguja por el lugar donde cortamos con las
tijeras, en las enteras la meteremos por el ojo de la sardina. En el otro lado de la aguja
colocamos la lazada y con la otra mano desplazamos la sardina por la aguja al terminal y
al anzuelo clavando este en la carne de la sardina quedando la pata del anzuelo
escondida dentro de la sardina. Para afianzar el cebo, sobre todo cuando queremos
lanzar lejos y con la fuerza se pueda desprender, algunos pescadores realizan una media
lazada con el terminal cercano a la cola de la sardina para luego meter esta por dentro y
cerrar la lazada sujetando la sardina con esta lazada por la cola.
El aparejo que utilizaremos para la sardina a lanzado constara de un plomo de lanzado
(100-150 grs.), un esmerillón o quitavueltas al que engancharemos el bajo de línea o
terminal, este no debe ser muy largo para no liarlo en la acción de lanzar ( +-25 cms.),
exceptuando cuando pesquemos la lubina que en estos casos deben de ser superiores a
50 cms. ya que no debe detectar el peso del plomo y tensión de la línea hasta que haya
tragado bien la sardina, para solucionar también este problema algunos pescadores
aconsejan colocar una plomada de bajo peso (20-30 grs.).
Como he comentado antes es aconsejable que el bajo de línea o terminal sea de acero,
esto nos ayudara a no perder un buen pez al morder y cortar un terminal tan grueso
como un 40mm.
Sardinas en sal
Sardina. Sardina Pilchardus
Junto a la sardina, cebo clásico donde los haya, el calamar presenta las virtudes que
ella le faltan, aunque carece de su principal virtud. Y es que si a la sardina le falta
consistencia, al calamar le sobra, pero si a la sardina le sobra aroma y, en
consecuencia, poder de atracción, el calamar se queda pelín corto en este aspecto.
Pero, claro, si queremos cebar un aparejo de fondo y tenerlo pescando toda la noche,
sólo podremos recurrir a un cefalópodo como nuestro calamar para que nos haga el
trabajo sucio. A ver si no quién va a trabajar horas extras bajo la superficie con tanta
entereza.
Para eso está la coreana, que aguanta bien los cambios de temperatura, que puede
vivir una semana en una caja dentro del maletero del coche, y que gusta a la mayoría
de las especies marinas.
Por cierto, las mayores, pueden “picar” levemente con sus mandíbulas cuando
tratamos de encarnarlas, pero esto no debe asustarnos, pues nunca llegarán a
herirnos.
Gusana de tubo.
Un cebo clásico y fiable. Lo que conocemos por gusana de tubo, -o, simplemente,
tubo-, es un anélido marino de color rojizo, que se caracteriza por un penacho
filamentoso, que comienza a la altura de la cabeza y llega a cubrir hasta la mitad
superior del cuerpo. Este penacho se aprecia únicamente cuando el animal se
encuentra en el agua.
Su tamaño medio es de entre siete y catorce centímetros, pero resulta bastante
gruesa en proporción a su longitud. Es una gusana bastante dura, que permite poder
ser empleada en trozos. O sea que, al contrario que otros anélidos, como el gusano
de coco, este anélido podrá ser utilizado en porciones, sin que por ello se vacíe ni
pierda su atractivo.
En pequeños trozos es excelente para los pececillos que, como panchitos,
chicharrillos o pequeños espáridos del género diplodus, necesitan de anzuelos cortos
y de poca carnada.
También conocido como gusana de coco o gusano rojo, es un anélido muy común y
uno de los cebos preferidos para los pescadores que practican el lance pesado.
Esta caracola es una de las más comunes y resulta un habitante frecuente de todas
nuestras costas. Gusta de los lugares con abundante comida y de profundidad
moderada.
Es carnívora, predadora y carroñera, y llega a medir unos 10 cm. de altura. En
ocasiones la encontraremos vacía, o bien ocupada por un cangrejo ermitaño. No
hace falta recordar que, siempre que haya un cangrejo, éste será un invasor, pues el
crustáceo no puede fabricar la concha que le protege.
En efecto, la concha es creada siempre por el molusco que conocemos como
“caracola”, cuyo cuerpo carnoso puede ser utilizado también para encarnar nuestros
anzuelos.
En España no es corriente emplearlo como cebo ni comerlo. No así en otros países,
utilizado comúnmente para ambos fines. Recuerdo que, en la costa del sur de Méjico
la caracola era un apreciado manjar, que competía en precio con la langosta.
La cocinaban en rodajas, sobre una plancha, y le ponían una salsita picante. Estaba
deliciosa, pero no es así como debemos ofrecérsela a los peces, que la prefieren
cruda y sin picante ¡ellos se lo pierden!
Debido a que puede alcanzar un tamaño considerable, en ocasiones será más
prudente trocearla, en porciones proporcionales al tamaño de nuestros anzuelos.
Sacarla de la concha no suele ser tarea fácil, y hay quien se ayuda de un martillo
pilón.
Lo que sí debemos tener presente es que es un molusco que vive únicamente en el
agua, por lo que si la mantenemos en seco mucho tiempo, morirá y se pudrirá
rápidamente. El olor es nauseabundo y su mujer/marido, hijos/as, propondrán
echarle de casa.
Para hacer acopio de estos moluscos, lo mejor es buscarlos en los puertos y
dársenas, en cuyos fondos ricos en deshechos orgánicos proliferan.
También pueden acercarse al puerto cuando los arrastreros estén limpiando las artes
y hacerse con unas cuantas.
Bígaro común. Littorina littorea
Las almejas, como otros moluscos bivalvos viven enterrados en la arena, y tienen forma
redondeada y concha dura. Se pueden ofrecer sin concha o con un trozo o una parte de
ella e incluso entera –si pretendemos pescar doradas u otros grandes espáridos de
molares poderosos-.
Podemos hacernos con este cebo rastrillando la arena durante la bajamar en la misma
playa, o bien comprarlo en el mercado o la pescadería. Pero las almejas, quizá sea
mejor comérnoslas que ponerlas de cebo pero, en fin, allá cada cual.
Estos moluscos resultan especialmente atractivos presentados a fondo y valiéndose de
técnicas tales como el surf casting.
Lo mejor es presentarlos frescos, pero se prestan a distintos tipos de conservación sin
perder demasiado. Así pues, podemos congelarlos o comprarlos directamente en
conserva, siempre que ésta sea “al natural”, es decir, únicamente con agua y sal.
Berberecho Cerastoderma edule
La coquina, también conocida por cochafina y xarleta, entre otros nombres, es uno
de los moluscos bivalvos más bellos. Vive enterrada a escasa profundidad en las
zonas intermareales. Prefiere los grandes arenales y se desplaza con bastante
frecuencia ayudada con un pié fuerte y carnoso. Incluso, algunas noches, podremos
observar el rastro de sus desplazamientos grabado en la arena mojada.
Este molusco es un manjar, sobre todo crudo. Pero también es eficaz como carnada.
Además, posee la ventaja de ser relativamente abundante en muchas playas y,
puesto que se entierra a poca profundidad, podemos recolectarlo fácilmente en los
sitios que habita.
Difiere de otros bivalvos sobre todo porque no vive enterrado, sino asido a la roca
por un filamento que segrega -una especie de cerdas de aspecto estropajoso- muy
duro, y se apiña en los roquedos y bajíos, donde se juntan miles o millones de
individuos en apretada convivencia.
Dado su carácter gregario, y que se encuentra ampliamente extendido por toda la
costa y a la vista, es de muy sencilla recolección. Si no, también puede encontrarse
en cualquier pescadería a un precio muy módico.
Es una carnada olorosa y apta para casi todos los peces del litoral, pero tiene un fallo
que hace que a menudo el pescador lo rechace para cebar sus anzuelos. Nos estamos
refiriendo a su escasa consistencia.
Sin embargo, se pueden utilizar algunos trucos para afirmarlo en el anzuelo. El más
sencillo es, sin duda, el del hilo de goma, que consiste en dar unas vueltas y un
simple nudo con este fino hilo flexible alrededor de la carnada -una vez puesta en el
anzuelo-, con lo que ésta quedará consolidada y no se desprenderá cada vez que
lancemos o un pequeño pez tire de ella.
Habita las zonas tildales frecuentemente escondido bajo las algas, bajo una roca o
bajo la arena, enterrado a muy poca profundidad. También es muy común en los
estuarios de todos nuestros ríos.
Es un cebo magnífico para la dorada y los grandes sargos cuando cebamos nuestros
aparejos de surf casting y lanzamos en zonas de arena y fango. Para impedir que se
entierre, algunos pescadores le arrancan las dos patas de atrás, aunque no estamos
seguros de que esto funcione. Lo que sí es esencial es no presentarlo nunca en
aparejos que trabajan a media agua. Es un animal de fondo y allí es donde debe estar
y donde engañará al pez.
Puede crecer bastante, así que su tamaño se adecuará al de la captura que
pretendamos, sobre todo si está duro, es decir, si no ha mudado recientemente.
El cangrejo verde o común no suele encontrarse fuera del agua -salvo algunos que
quedan en seco con la bajamar debajo de una piedra con abundante humedad- y
optan con frecuencia por enterrarse en la arena, aunque nunca profundamente ni en
ningún sitio concreto, al revés que sus primos (Squilla mantis) conocidos por
galeras.
Tampoco se encuentra en las paredes de roca, como hace otro de sus parientes, el
zapatero o corredor, ya que no soporta quedar en seco durante muchos minutos. Por
tanto, si pescamos en las zonas de acantilados o de grandes paredes rocosas que bate
la mar, su uso no es demasiado adecuado, pues los peces que patrullan la zona no
están acostumbrados a encontrarse cangrejos verdes en esos parajes, mucho menos a
media agua, es decir, pescando con boya.
Como a casi todos los crustáceos, debemos encarnarlo procurando no herirlo. Para
esto existen varias maneras de hacerlo. La más sencilla –y mi opción personal- pasa
únicamente por amarrarlo con una gomita.
También podemos prender el anzuelo atravesando el punto en el que las patas
anteriores se unen con el cuerpo del animal, pero esta forma no garantiza una sólida
sujeción y corremos el riesgo de herirlo gravemente.
Otra manera, muy ingeniosa, consiste en secarle el caparazón y pegar allí el anzuelo
valiéndose de unas gotitas de pegamento rápido y extra fuerte.
Para capturarlos, basta con pasearse por la zona litoral con un
redeño e ir levantando piedras. Más efectivo aún resulta cebar un
retel con un trozo de pescado y buscarlos en los estuarios o en el
interior de los puertos.
Zapatero. Pachyprasus marmoratus
También conocido como caracol bruja o magurio, constituye un magnífico cebo que
puede ser recolectado sin esfuerzo durante las horas de bajamar. Es muy eficaz para
todos los peces de roca. En el Mediterráneo su variedad “gigante” es empleada
frecuentemente para cebar los palangres de fondo de los profesionales. Presenta la
ventaja añadida de que, si nos acercamos al puerto pesquero más cercano, podremos
conseguirlos a miles cuando limpien las redes de arrastre.
Este crustáceo nos recuerda a una quisquilla gigante y cabezona. Vive en la zona
intermareal o mediolitoral, al amparo de las oquedades y grietas que encuentra entre
las piedras del fondo. De noche busca comida y se muestra más activo. Se pesca con
redeños, reteles, nasas y otras trampas similares, cebadas con despojos de pescado.
Es muy codiciado por la exquisitez de su carne, por lo que se le persigue con saña.
Desde aquí, como lo cortés no quita lo valiente, mantendremos que es uno de los
mejores cebos que podemos emplear en la pesca costera, pero que nunca se nos
ocurriría darle este cometido. Recomendamos encarecidamente que “pique” usted, y
se coma este delicioso bocado que nos ofrece la mar.
Quisquilla. Leander aquilla
El pan nuestro de cada día es un cebo que, por típico para algunas especies
dulceacuícolas –sobre todo algunos ciprínidos-, pasa desapercibido para la mayoría
de los pescadores de mar.
Sin embargo, el pan es un poderoso cebo también para algunas especies marinas, en
especial para aquellas de régimen vegetariano u omnívoro. Es el caso de las salpas o
salemas, o de los mugílidos, por ejemplo.
De todas formas, dado que no es un alimento natural de los peces, conviene siempre
cebar la zona de pesca con abundantes miguitas antes de lanzar el aparejo.
Si queremos utilizar este cebo, obraremos de la siguiente manera: El día anterior
habremos comparado una barra de pan. La mitad la guardamos en una bolsa de
plástico. Al día siguiente, arrojamos la otra mitad al agua, partida en trocitos que
sirven como macizo o engodo. Con el pedazo restante, que se ha vuelto gomoso tras
haber estado un día entero envuelto en plástico, encarnamos el anzuelo. Los trozos
que pongamos como cebo nunca serán mayores que lo justo para cubrir el engaño –
en el agua se hincharán y aumentará considerablemente su tamaño- pues se pretende
que el pez pueda engullirlos de un bocado.
Otra forma de pescar con pan consiste en elaborar una masilla añadiéndole agua y
moldeando una porción de ésta sobre el anzuelo. En ese caso, debemos estar atentos
para que dicha masilla no resulte demasiado sólida, pues, en ocasiones, formaremos
una bola alrededor del anzuelo tan robusta, que los peces a los que va destinada –a
menudo con denticiones poco desarrolladas- no podrán llegar hasta el anzuelo, sino
después de haberla mordisqueado hasta desintegrarla.
Recordemos además que, el pan en estado “normal” al contacto con el agua se
ablanda y flota, mientras que la masilla hecha con el mismo, se hunde y endurece.
Masilla.
Además, la masilla, a no ser que esté hecha con muy buen tino,
suele endurecerse hasta extremos imposibles. Tras unos minutos
bajo el agua, el apetitoso bocado se convierte en una bola de
cemento que los peces de boca pequeña y frágil serán incapaces
de ingerir.
PESCA CON PATA DE PULPO
La pata de pulpo es uno de los cebos más interesantes para la pesca de grandes lubinas. En
muchas ocasiones, sabemos que en la zona que estamos pescando hay grandes lubinas, hemos
probado con diferentes señuelos y a diferentes horas, las hemos visto nadar cerca de la orilla
cazando, pero ni nuestros peces artificiales, ni anguilones, ni otros cebos han conseguido el éxito y
las lubinas los han ignorado en todo momento. Este es el momento de utilizar la pata de pulpo para
tentarlas. Con este cebo el porcentaje de éxito se multiplicara por 1000 y casi seguro que esa gran
lubina que nos tiene hipnotizado en no mucho tiempo estará clavada al otro extremo de nuestra
línea.
La pata de pulpo debido a su olor posee un gran poder atrayente, además al tener fósforo será un
cebo muy interesante cuando pesquemos por la noche ya que para las lubinas y otras especies
este se presentara como un luminoso fosforescente que a grandes distancias será visto por los
peces.
La experiencia después de haber utilizado este cebo en muchas ocasiones y con gran éxito de
capturas, me dice que debemos utilizar preferentemente pulpos capturados en la zona, en la
mayoría de los casos el pulpo comprado en la pescadería no conseguirá engañar a esa gran lubina
que no sé por que extraña razón detectara el engaño y no lo comerá.
Una vez que tengamos un pulpo pescado en el mismo lugar donde tentaremos a la lubina, le
cortaremos una pata por la zona mas gruesa y utilizaremos unos 6 o 7 cm de esta cortando la pata
por el extremo mas fino y desechándolo.
Con la aguja de la sardina lo montaremos en el anzuelo, este será de carbono y del nº 1 del cual la
punta quedara fuera sin clavarlo al cebo como en la foto.
El aparejo que utilizaremos será muy simple, un plomo de muy poco peso máximo 60 grs. y un
terminal bien largo + - 1 metro.
Lanzaremos cerca de la orilla en donde rompen las olas, en la zona en la que se forma la espuma
del oleaje. Mantendremos el freno del carrete totalmente abierto y la línea sin tensar. La lubina debe
de coger el cebo con confianza y no notar la tensión de la línea para que la lubina trague la pata de
pulpo con confianza.
Pero no debemos olvidar que, al igual que estos espáridos, lo lábridos cazan en los mismos ecosistemas
litorales, aventurándose en aguas poco profundas para capturar estos pequeños crustáceos. La única diferencia
estriba en que los lábridos, a diferencia de los sargos, prefieren las aguas quietas o de corriente moderada y
cristalinas para alimentarse. Pero su alimento, en este caso las quisquillas que buscan en los pozos tildales tan
pronto como la marea se lo permite, es el mismo. Por tanto, unas quisquillas vivas en un aparejo de lábridos,
serán tan efectivas como en un aparejo de sargos. No desaprovechemos la oportunidad de ofrecérselas.
Del mismo modo, habitualmente nos olvidamos de los cangrejos cuando pretendemos pescar lábridos. ¿Por qué?
Pues porque asociamos a los cangrejos a los grandes espáridos de dentadura poderosa y fuertes mandíbulas.
Pero, ahora viene la pregunta del millón: ¿es que todos los cangrejos son grandes y duros? Pues no:
lógicamente los cangrejos no nacen midiendo cinco centímetros de largo y con unas poderosas pinzas. Entonces,
¿por qué no probamos a encarnar con los más pequeñitos, esos que encajan como un guante en nuestro
minúsculo anzuelo? Por desconocimiento, sin duda. Repárese en que estos cangrejillos, por un lado, son más
frecuentes y fáciles de atrapar que sus hermanos mayores y, además de más pequeños, generalmente más
blandos, más aptos, en suma, para las fauces de los lábridos.
Respecto a los cangrejos de mayores dimensiones, si damos con ellos cuando están mudando, podemos
llevarnos gratas sorpresas, y no sólo me refiero ahora a los lábridos, sino también a especies tan perseguidas
como la lubina. El cangrejo blando es uno de los mejores cebos para el durdo o la maragota, incluso partido en
pedazos que se adecuen al tamaño de nuestro anzuelo, funciona a las mil maravillas.
Y, hablando de cangrejos, nunca debemos olvidarnos de ese gran cebo, sin duda uno de los mejores para todas
las especies de roca, que es el cangrejo ermitaño.
En España contamos con dos especies: el cangrejo ermitaño, digamos, "normal" (Eupagurus bernhardus) y otra,
endémica del Mediterráneo, a la que se conoce como "ermitaño gigante". Esta última es bastante empleada
como cebo, sobre todo entre los palangreros profesionales de bajura muchos puertos del sur peninsular, pero
estos ejemplares, magníficos para capturar, por ejemplo, grandes espáridos, suelen ser demasiado grandes para
la mayoría de los lábridos. En cambio, los otros ermitaños -los pequeños, vaya-, son ideales para aquel aparejo
que persiga julias, tordos, gayanos o cualquier otro labro que se tercie.
Respecto al cangrejo ermitaño -también conocido como caracol bruja-, los profanos deben saber que,
obviamente, no se trata de un molusco gasterópodo, sino de un crustáceo. Entonces, se preguntará alguno,
"¿cómo así tiene concha?". La respuesta es simple: la roba. Se la roba, por supuesto, a un caracol de verdad, a
un verdadero gasterópodo, que estaba en el fondo llevando una vida, suponemos plácida, de molusco, hasta
que muere y es despojado de su casa, o lo matan y es despojado de su casa, que aunque no es igual, es
parecido. El caso es que uno se queda sin parte de su cuerpo y el otro se apropia de él. En nuestro caso vendría
a ser como si alguien se quedase con nuestra piel y nuestro esqueleto, lo cual suena muy terrorífico y muy
grunch, aunque ya se sabe que las comparaciones son odiosas.
Digo esto, porque aliviará problemas de conciencia al
aficionado que decida emplear ermitaños como
carnada, para lo cual tendrá que hacer salir al
animalillo de su concha.
Para ello existen dos métodos, igualmente expeditivos,
pues el inquilino ermitaño es propenso a resistirse y no
abandonar su morada -por mucho que la haya
previamente robado- de buen grado. Así que no pierda
el tiempo conminándole a salir y oblíguele por las
bravas. Las dos maneras a las que nos referíamos son
estas:
B) Calentamos la concha con un mechero: La ventaja es que siempre sale entero y en prefecto estado
operativo. La desventaja es que es un método lento y paciente y, a veces, nos quemamos los dedos.
Por lo demás, podemos encontrar ermitaños en todo nuestro litoral, especialmente en la franja tildal al retirarse
la marea.
En resumen, tanto quisquillas como cangrejos ermitaños, son dos cebos magníficos para cualquier lábrido que
se precie, y podemos ofrecérselos con las mismas garantías de ataque que con un anélido marino, quizás su
cebo por excelencia.
CARNADAS - CEBOS
Para pescar con un vivo, debemos utilizar este sistema: Lanzar primero la Esta es la forma de encarnar un vivo. Hay tener mucho cuidado al pincharlo
caña (sin carnada, solamente el plomo) y luego deslizar el vivo por el hilo ya que si lo hacemos mal ya no será un vivo :)) .
utilizado un esmerillon o imperdible.
Para los camarones vivos podemos encarnar con el imperdible que hemos
visto en la anterior viñeta, si no disponemos de el, tambien lo podemos
Para las gusanas este es el mejor sistema, aunque hay quien no utiliza aguja.
hacer con un anzuelo y mucho cuidado. Tambien habra que deslizarlo por
el hilo.
Las navajas o los muegoslas podemos encarnar con cáscara o sin
ella. Con cáscara tiene la ventaja que atacrará menos la morralla Así se ponen las navajas sin cáscara.
y duraramas la carnada. Notese que hay que liarle hilo elástico.
Carnada excelente para grandes peces. La carnada de siempre. Con esto entran Doradas.
Tambien es buena para la dorada, no olvideis el hilo elástico. La sardina. Yo las pongo así. Excelente para el Robalo.
Esta es una forma muy personal de poner los calamares, a mi me Lo mismo os digo de la gamba o el camarón pelado. Repito, no
va bién. olvideis el hilo elastico (Lycra).
Esta es una de la formas de preparar la Tita. Esta es otra.
LATIGO DE PALETA
NUDO PALOMAR
NUDO DE BOBINA
LAZO DE SANGRE
NUDO BARRILETE
Le noeud Amortisseur
Le noeud Amortisseur est un noeud qui retient 100 % de force rupture, à réserver pour les leurres et la pêche
de gros poissons. De plus il est facile à réalliser.
Le noeud Pitzen
Le noeud Pitzen a été créé par E. Pitzenbauer. Ce noeud donne un produit équivalent au noeud Duncan, il est
cependant plus facile à faire car il n'y a pas de passages répétés dans la boucle. Enfin le noeud de Pitzen
conserve 95 % de force rupture.
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Pescador
Le noeud du pêcheur
Les marins le reconnaissent comme le plus sûr de tous les noeuds destinés à mettre bout à
bout deux cordages, qu'il s'agisse de fines lignes de pêche ou de grosses amarres. On peut,
dans certaine mesure, l'utiliser avec deux cordages de sections et de raiseurs différentes.
Etape 1
Etape 2
Etape 3
Bajo de linea
On a trouvé une référence à ce noeud dans un texte imprimé en 1496, et Izaak Walton, le
"père de la pêche à la ligne", l'a également mentionné dans un ouvrage publié au XVII°
siècle. Cette façon de relier deux fils entre eux a donc traversé les siècles, et elle est
toujours couramment utilisée car elle s'accomode bien de diamètres différents. Il faut
toutefois effectuer au moins quatre tours et bien placer les nylons en parallèle, sans qu'ils
se chevauchent.
Etape 1
Etape 2
Etape 3
Bajo de linea
Etape 4
Vuelta de potencia
Le noeud de boucle-potence
Certaines techniques de pêche requièrent de monter plusieurs hameçons sur une ligne
principale. Pour le maquereau, qui se déplace en bancs serrés permettant de faire d'un coup
des pêches miraculeuses, on emploie le terme de "mitraillette". Ce noeud paraît tout simple,
pourtant il exige un certain tour de main.
Etape 1
Etape 2
Etape 3
Cirujano
Le noeud de chirurgien
Comme son nom l'indique, le noeud de chirurgien est utilisé pour ligaturer les vaisseaux
sanguins. Son usage, toutefois, nest pas réservé aux seuls diplômés de la Faculté : les
pêcheurs l'utilisent également volontiers, et il se montre très efficace pour réunir deux
sandows. Dans de derner cas , il daut cependant savoir que le noeud ne tiendra bien que si
on l'enroule sur lui-même pendant qu'on le serre.
Etape 1
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Etape 3
Etape 4
Le noeud de potence
Dos lineas
Les britanniques, grands maîtres s'il en est de la pêche à la mouche, qualifient le noeud
utilisé pour cette opération de "noeud de tonneau", à cause de la forme que lui donnent ses
nombreux tours. On l'emploie pour mettre bout à bout deux lignes de diamètres égaux, ou à
peu près semblables. C'est un des plus classiques parmis les noeuds de pêche, et il est
recommandé de ne pas trop le serrer : on doit toujours pouvoir en compter les tours.
Ce noeud fait l'objet d'une anecdote amusante. Au XIX° siècle, les pêcheurs et les
marchants d'accessoires possédaient leurs noeuds secrets, dont faisait partie celui-ci : une
fois sérrés, impossible de savoir comment ils avaient été réalisés. Au début de ce siècle, un
officer-mécanicien, réussit à trancher dans le sens de la longueur ce noeud particulier. Il
examina au microscope les boucles et les tours, et le noeud de tonneau révéla son mystère.
Etape 1
Etape 2
Etape 3
Etape 4
Doble pescador
Le noeud de pêcheur ne devrait jamais être réalisé autrement. Les deux tours effectués par
chaque demi-noeud jouent, en effet, le rôle d'amortisseur quand les deux cordages se
trouvent sous tension ; ainsi le noeud est-il plus facile à défaire ensuite. Les grimpeurs, qui
l'utilisent couramment pour rabouter deux cordes, ou pour faire un anneau de Prusik, ne
connaissent d'ailleurs le noeud de pêcheur que sous sa forme double.
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Etape 4
Aguja
Le noeud d'aiguille
Ce noeud constitue la façon la plus élégante de relier une empile au corps de ligne. C'est
également le montage le plus solide, qui offre un avantage supplémentaire : le noeud
d'aiguille ne s'accroche nulle part et ne se charge pas d'algues et autres débris.
Etape 1
Etape 2
Etape 3
Aguja
Etape 4
Etape 5
grinner doble
C'est l'application du noeud de Grinner à un autre usage : mettre deux lignes bout à bout.
Un tel noeud n'a jamais trahi son pêcheur; même quant il relie des nylons de diamètres
différents. Mais quel doigté il exige !
Etape 1
Etape 2
Etape 3
Etape 4
Etape 5
Etape 6
Turle
Le major Turle, qui pêchait sur les rivières du Devon, inventa en 1884, cette méthode pour
monter les hameçons à oeillet incliné. Il convient de respecter scrupuleusement cette façon
de procéder : passer le nylon dans l'oeillet, faire le noeud, passer la boucle coulissante par-
dessus l'hameçon, et alors seulement serrer.
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Etape 4
Le noeud Palomar
Le noeud Palomar est surtout utilisé pour les émerillons, il peut l'être aussi pour des
leurres et des hameçons. Il demeure très apprécié pour les utilisations de fils tressés et
pour les nylons ayant tendance à glisser.
Etape 1
Etape 2
Etape 3
Bueno a ver si con toda esta información pescas algo ;-)) Afro -Nov.2005 Mao
Señuelos artificiales.1