El documento resume la historia política de Venezuela desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Comienza describiendo cómo Cipriano Castro llegó al poder en 1899 y gobernó hasta 1911, enfrentando oposición interna y bloqueos navales. Luego, detalla la transición hacia la democracia después de la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935 bajo Eleazar López Contreras, así como los gobiernos posteriores de Isaías Medina Angarita e Isaías Medina Angarita que continuaron con la apertura democrática. Finalmente,
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El documento resume la historia política de Venezuela desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Comienza describiendo cómo Cipriano Castro llegó al poder en 1899 y gobernó hasta 1911, enfrentando oposición interna y bloqueos navales. Luego, detalla la transición hacia la democracia después de la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935 bajo Eleazar López Contreras, así como los gobiernos posteriores de Isaías Medina Angarita e Isaías Medina Angarita que continuaron con la apertura democrática. Finalmente,
Descripción original:
aspectos fudamentales sobre la hegemonia del poder en venezuela
El documento resume la historia política de Venezuela desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Comienza describiendo cómo Cipriano Castro llegó al poder en 1899 y gobernó hasta 1911, enfrentando oposición interna y bloqueos navales. Luego, detalla la transición hacia la democracia después de la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935 bajo Eleazar López Contreras, así como los gobiernos posteriores de Isaías Medina Angarita e Isaías Medina Angarita que continuaron con la apertura democrática. Finalmente,
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Análisis del Poder hegemónico en Venezuela:
Los Andinos al Poder
El Tachirense Cipriano Castro llegó al poder, saliendo de
Colombia al mando de 60 hombres y llegando a Caracas, el 22 de octubre de 1899, luego de librar varios combates, en lo que se conoció como la "Revolución Restauradora". Primero fue nombrado presidente provisional, hasta que se modificara la constitución en 1904 y luego fue nombrado presidente para el período 1904-1911. El vicepresidente era Juan Vicente Gómez, uno de los generales que formaba parte de los 60 hombres que habían acompañado a Cipriano Castro.
Durante el tiempo que estuvo mandando, Cipriano Castro
tuvo que enfrentarse a enemigos internos y externos. En Venezuela, varios de sus opositores, algunos generales latifundistas dirigidos por Manuel Antonio Matos y financiados por banqueros, emprendieron la "Revolución Libertadora"..
Esta fue la última guerra civil en Venezuela, la cual
culminó con la victoria, el 21/7/1903, de las tropas de Cipriano Castro, bajo el mando de Juan Vicente Gómez en Ciudad Bolívar contra el general Nicolás Rolando.
El otro gran problema que tuvo que enfrentar Cipriano
Castro, fue el bloqueo naval que impusieron Inglaterra y Alemana, ya que Venezuela se negaba a pagar su deuda, y había confiscado la empresa inglesa que suministraba electricidad a Caracas. Por su parte, Cipriano Castro se quejaba de las empresas extranjeras que habían intervenido en problemas nacionales, al suministrar dinero a los enemigos del gobierno. La Transición a la Democracia Eleazar López Contreras
Con la muerte de Gómez, el 17 de diciembre de 1935, se
termina una de las dictaduras más férreas de la historia del país y culmina el período que llamamos el "caudillismo" para iniciar una transición hacia la democracia. El general Eleazar López Contreras, ministro de guerra y marina quedó encargado de la presidencia hasta el final del período de Gómez, el 19 de abril de 1936. En las elecciones presidenciales resultó electo para el período 1936-1943, pero él mismo solicitó que se modificara la constitución para acortar el período a 5 años, es decir hasta 1941. Eleazar López Contreras, a pesar de haber sido heredero de un régimen dictatorial, que hubiera podido proseguir, decidió orientar el país hacia la democracia. López Contreras autorizó la libertad de expresión, permitió la existencia de partidos y sindicatos, reconoció el derecho a huelga, promulgó una ley de trabajo más moderna e instituyó el Seguro Social Obligatorio.
Sin embargo, en marzo 1937, mediante un decreto ordenó la
expulsión del país de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios, Jóvito Villalba y 43 dirigentes más.
El año 1936 merece una mención muy especial por varios
acontecimientos notables. En febrero, López Contreras presentó su programa de gobierno que reorientaba la nación hacia la democracia. En ese mismo mes, hubo muchas manifestaciones en contra de Félix Galavís, gobernador de Caracas y un connotado gomecista. López Contreras cedió a las presiones y lo destituyó. Era la primera vez en mucho tiempo que un gobernante cedía ante la presión popular. En ese mismo año se fundaron varios partidos políticos, tales como el Partido Republicano Progresista (PRP) de corte comunista, la Federación de estudiantes de Venezuela fundada por Jóvito Villalba y la Organización Venezolana ORVE de Rómulo Betancourt.
A finales de 1936, se inició la huelga petrolera que duró 43
días y que, a pesar de haber sido abortada con un decreto presidencial, marcó el principio del reconocimiento de los derechos obreros.
Tal como estaba previsto, las elecciones se realizaron en
abril de 1941. En aquel entonces, las elecciones no eran directas (es decir por el voto del pueblo), sino que se hacían entre los diputados y senadores del congreso. El ganador, con 120 votos, fue el candidato oficial, un general tachirense llamado Isaías Medina Angarita. El segundo candidato, el famoso escritor Rómulo Gallegos, quien contaba con mucha popularidad, obtuvo 13 votos. Esto puso en evidencia que el sistema electoral que se estaba utilizando no representaba la voluntad del pueblo, sino los intereses de grupos más reducidos.
La apertura de Medina Angarita
Isaías Medina Angarita propició una apertura democrática: Se modificó la constitución para permitir la creación de partidos considerados "revolucionarios" y para establecer el sufragio universal y directo, para los diputados, aunque aún no para la presidencia. Durante el período de gobierno de Medina Angarita no hubo presos políticos, ni exiliados o perseguidos políticos.
Es también en ese período, el 13 de septiembre de 1941, que
se fundó el partido Acción Democrática (AD), liderizado por Rómulo Betancourt y por Rómulo Gallegos que tendría tanta influencia en los próximos 60 años. El partido de gobierno dirigido por el propio presidente Medina, era el Partido Democrático Venezolano (PDV).
En 1945 se había creado consenso para que el embajador de
Venezuela en Washington, Diógenes Escalante fuese el sucesor de Medina. Sin embargo, cuando regresó a Venezuela cayó enfermo, lo que imposibilitaba su nombramiento. Medina propuso entonces a Ángel Biaggini, su ministro de Agricultura y Cría, para que fuera su sucesor, pero el partido Acción Democrática, que si apoyaba a Escalante, se opuso y solicitó que se nombrara un Jefe de Estado provisional, mientras se modificaba la constitución para que la elección presidencial fuese por el voto universal, directo y secreto, en vez de por el congreso. Esta propuesta fue rechazada por el gobierno. Es entonces cuando Acción Democrática se acercó a un grupo de oficiales descontentos que hicieron un golpe de estado, derrocando a Medina Angarita el 18 de Octubre de 1945. El poder fue asumido por una junta de gobierno presidida por Rómulo Betancourt (de 37 años) y con la participación del educador Luis Beltrán Prieto Figueroa, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios. Por el ejercito participaron el Mayor Carlos Delgado Chalbaud y el capitán Mario Vargas.
La Junta Revolucionaria de Gobierno
La nueva "Junta Revolucionaria de Gobierno" ofreció la
realización de elecciones en abril de 1946 para un nuevo congreso, la restitución de las garantías constitucionales, de la libertad de prensa y de agrupación sindical.
Al poco tiempo se fundaron dos partidos de origen
estudiantil, que llegarían a tener mucha influencia: La Unión Republicana Democrática (URD), fundada por Jóvito Villalba y el "Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI)" fundado por Rafael Caldera.
Durante la gestión de la Junta Revolucionaria de Gobierno
se estableció, mediante decreto del 31 de diciembre de 1945, que la participación del estado en la industria petrolera debía ser de 50%, lo que se conoció como el régimen "fifty- fifty" (50-50).
En las elecciones legislativas (universales, directas y
secretas) de 1946, AD logró el 80% de los votos, COPEI el 13% y el resto se repartió entre URD y el Partido Comunista. Esta Asamblea Nacional Constituyente fue presidida por el poeta adeco (Acción Democratista) Andrés Eloy Blanco, culminando en julio de 1946 con una nueva constitución que establecía que las elecciones para la presidencia y el congreso serían a través del voto universal, directo y secreto.
El breve mandato de Rómulo Gallegos
En diciembre de 1947, se realizaron las elecciones generales
resultando electo, por amplia mayoría, con 870 mil votos, Rómulo Gallegos (AD), seguido por Rafael Caldera de COPEI con 262 mil votos y Gustavo Machado (PCV) con 39 mil votos. Cabe destacar que los miembros de la Junta Revolucionara de Gobierno no participaran como candidatos para no ser acusados de ventajistas.
Sin embargo el gobierno de Rómulo Gallegos fue muy
breve, del 15 de febrero hasta el 24 de Noviembre de 1948 cuando fue derrocado por una Junta Militar formada por los tenientes coroneles Carlos Delgado Chalbaud, quien era ministro de la defensa, Marcos Pérez JiménezJ y Luis Felipe Llovera Páez, quienes acusaban al gobierno de haber sido incapaz de resolver la crisis y a Acción Democrática de ser un partido sectario. El nuevo régimen expulsó del país a Rómulo Gallegos y disolvió al partido Acción Democrática, así como a la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), lo cual hizo que los líderes adecos empezaran a trabajar en la clandestinidad. La dictadura de Marcos Pérez Jiménez
Sin embargo, en 1950 ocurrió un hecho que cambiaría todas
las cosas: el presidente de la Junta Militar de Gobierno, Carlos Delgado Chalbaud fue secuestrado y asesinado. Fue reemplazado por un civil, Germán Suárez Flamerich. Tal como lo había ofrecido la Junta de Gobierno, en noviembre de 1952 se realizaron elecciones en las cuales el partido URD que contaba con el apoyo de todos los sectores democráticos resultó ganador. Pero el gobierno realizó un fraude electoral. Jóvito Villalba, ganador de las elecciones fue apresado y deportado fuera de Venezuela.
El coronel Marcos Pérez Jiménez, fue nombrado Presidente
Provisional el 2 de diciembre de 1952. Se nombró un congreso "a dedo" (es decir por el mismo presidente), el cual ratificó constitucionalmente a Pérez Jiménez como presidente constitucional.
El gobierno de Marcos Pérez Jiménez fue una dictadura
muy personalista. Se persiguió y encarceló a todos los opositores, principalmente adecos y comunistas, por medio del Servicio Secreto llamado "Seguridad Nacional" dirigida por Pedro Estrada. Sin embargo, el gobierno inició un extenso programa de obras públicas y su política económica, ayudada por el auge petrolero, muy acertada incrementando la riqueza y el bienestar del país. Es en esa época que se realizaron la autopista Caracas - La Guaira, la ciudad universitaria, las torres del Silencio, el teleférico del Ávila, el teleférico de Mérida, la autopista Tejerías - Valencia y la urbanización dos de diciembre (hoy en día 23 de enero).
El desgaste del gobierno fue progresivo. A la oposición de
los estudiantes, se unió la de los profesionales, grupos económicos y la misma iglesia, a través de una famosa pastora del Arzobispo de Caracas, Monseñor Rafael Arias Blanco, quien criticó al gobierno por la mala situación que vivían los obreros y los campesinos, a pesar de la riqueza que estaba registrando Venezuela.
En noviembre de 1957, Pérez Jiménez anunció que en vez de
realizar elecciones libres, se convocaría un referéndum para decidir su reelección. La oposición pidió al pueblo que se abstuviera de participar en esa farsa electoral, que no era más que un fraude. Empezaron las huelgas generales, las manifestaciones y el descontento generalizado, causando la huída de Marcos Pérez Jiménez y la consecuente caída de su gobierno el 23 de enero de 1958.
Terminaba así una nueva etapa de la historia de Venezuela,
dando paso a la democracia.
La Democracia en Venezuela Rómulo Betancourt (1959-1964)
El 7 de diciembre de 1958, tuvieron lugar elecciones libres:
Rómulo Betancourt, candidato de Acción Democrática, fue elegido Presidente de la República. El 23 de enero de 1961 fue aprobada una nueva Constitución, con sello netamente democrático.
El régimen de Betancourt tuvo que enfrentar amenazas
golpistas, huelgas, protestas callejeras, insurrecciones cívico-militares, guerrilla urbana y campesina, suspensión de garantías constitucionales, inhabilitación de partidos políticos, divisiones de su propio partido y atentados contra su vida. A pesar de todo lo anterior, en 1964, Betancourt se convirtió en el primer presidente constitucional en colocar la banda presidencial a otro presidente elegido por votación popular
Raúl Leoni (1964-1969)
El 11 de marzo de 1964 Raúl Leoni ascendía al poder.
Consideró que era hora de gobernar bajo otro esquema distinto al fijado por el Pacto de Punto Fijo, pues a su juicio le quitaba coherencia al régimen. Mientras Leoni postulaba un gobierno de entendimiento nacional y con la mayor amplitud posible, Rafael Caldera rechazaba esta tesis y condicionaba la participación de su partido a la presentación de un programa.
En noviembre de 1964, Leoni inició negociaciones con
Jóvito Villalba y Arturo Uslar Pietri, y formó el llamado gobierno de ancha base, en el cual entrarían a formar parte elementos independientes y el partido URD. El experimento duró 16 meses. Durante el gobierno de Raúl Leoni se impulsó el desarrollo del sur de Venezuela, se iniciaron los trabajos en la represa de Guri, se creó la Corporación Venezolana de Guayana, empresa encargada de operar la industria siderúrgica. Se realizaron grandes obras de infraestructura como construcción de puentes, vialidad, acueductos; así como inauguración de urbanizaciones.
Leoni trató de llevar a cabo una reforma tributaria pero la
oposición la impidió. En el lapso de su gobierno la moneda se mantuvo estable y el promedio de producción de petróleo se mantuvo alto. La presencia de la guerrilla generaba inestabilidad en el clima político.
Rafael Caldera (primer período 1969-1974)
En 1969, terminó el período de gobierno de Leoni y se
inició el quinquenio de Rafael Caldera, apoyado por el Partido Socialcristiano Copei. La principal hazaña de este período fue lograr la pacificación de la guerrilla y la incorporación de los rebeldes a la sociedad venezolana, estabilizando de esta forma el panorama político y social de Venezuela.
Rafael Caldera nacionalizó la explotación de gas (1971),
promulgó la Ley de Reversión Petrolera (1971), aumentó el impuesto a las compañías y fijó los precios de referencia del petróleo; esto trajo como consecuencia, en el transcurso de 1973, la abrupta elevación de los precios del barril de crudo de 2 a 14 dólares, hecho que incidiría en el rumbo del país en los años siguientes. Hubo una intensa labor internacional en el gobierno de Caldera caracterizada por la búsqueda de la solidaridad latinoamericana, la distensión con los países comunistas, incluyendo a Cuba; y la promoción de Venezuela en el Caribe y América del sur.
Carlos Andrés Pérez (primer período 1974-1979)
En 1973, y bajo el lema democracia con energía triunfó la
candidatura de Carlos Andrés Pérez (AD) quien gobernó para el período 1974-1979. Fue una época conocida como la Venezuela Saudita debido a los altos ingresos petroleros que fueron característicos durante esos años.
Los precios del petróleo se dispararon a causa de la crisis
en el Medio Oriente (1973) y en Venezuela esto implicó el aumento de ingresos por este producto. El Estado invirtió en seguridad social, infraestructura y otras áreas, pero, no se redujo la deuda externa (aumentó de 1.200 millones de dólares en 1973 a 11.000 millones en 1978). Uno de los logros de Carlos Andrés Pérez en este período fue la nacionalización de la industria petrolera y la del hierro.
En el ámbito internacional, el gobierno de CAP estrechó
vínculos con los países de la OPEP, continuando con la estrategia de darle prioridad al petróleo como producto que llevaría al desarrollo de Venezuela y Latinoamérica.
Carlos Andrés Pérez estableció relaciones con países de
distintas tendencias ideológicas y recibió en suelo venezolano a presidentes de otros países, en la búsqueda de la consolidación del liderazgo internacional de Venezuela. Luis Herrera Campins (1979-1984)
Para el período 1979-84 resultó electo como Presidente de
la República, Luis Herrera Campins, representante del Partido Socialcristiano Copei. Durante este lapso se iniciaría la crisis económica más larga y profunda que haya experimentado Venezuela en su historia.
Luis Herrera expuso un programa de gobierno enmarcado
en la concepción de un Estado promotor que buscaba estimular a la pequeña empresa, evitando el estatismo; asimismo su Gobierno se propuso una política que deseaba apuntar hacia la liberación de la economía y disminución del gasto público.
A pesar de sus buenas intenciones, el programa de Luis
Herrera y su equipo de Gobierno no se cumplió. El gasto público aumentó como consecuencia del incremento de sueldos y salarios que realizó el Gobierno a solicitud de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), AD y Copei, basados en la liberación de precios que había adoptado el Ejecutivo.
Los altos ingresos petroleros no sirvieron para solucionar
el problema de la deuda externa y en lugar de disminuir, aumentó considerablemente: para 1983 se ubicaba en 200 mil millones de bolívares, monto que prácticamente duplicaba al existente cinco años antes. A partir de 1981 se intentó la renegociación de la misma, buscando cancelarla a largo plazo y preservar así las reservas internacionales.
A principios de 1983 se produjo el llamado viernes negro,
hito de la economía venezolana en el que el Gobierno tomó una serie de medidas para confrontar el problema de la caída de los precios del petróleo, la insolvencia ante la banca internacional y la fuga de divisas que se produjo desde 1981. Entre las medidas tomadas por Luis Herrera y su equipo estuvo la restricción a la salida de divisas y la devaluación de la moneda.
A la gestión de Luis Herrera Campins se le criticó por
aumentar la deuda y el costo de la vida. Finalizó con un bajo nivel de popularidad lo cual llevó a los adecos nuevamente al poder. Jaime Lusinchi gobernó para el período 1984-89.
Jaime Lusinchi (1984-1989)
Jaime Lusinchi fue electo como Presidente para el período
1984-89. En el mensaje de toma de posesión, manifestó: "Venezuela pagará todo lo que debe, hasta el último centavo". Este problema dejaría una huella profunda en su administración.
El 24 de febrero de 1984, el presidente Lusinchi precisó su
política económica. En materia monetaria varió el esquema impuesto por el gobierno precedente, estableciendo cuatro tipos diferenciales de cambio. Anunció también una drástica baja de las tasas de interés; fijó una política laboral compensatoria del bajo nivel de vida y ordenó a los ministros reducir los gastos de funcionamiento de sus despachos.
Para 1987, Lusinchi anunció el financiamiento de la deuda
externa venezolana por parte de la banca internacional. Aquella negociación resultó un duro golpe para el país, dada la débil posición que mostró el Gobierno para obtener años de gracia y hubo, en consecuencia, que cancelarse las altas sumas que debieron a los acreedores (entre 1983 y 1987, cerca de 30.075 millones de dólares).
Otros hechos importantes del Gobierno de Lusinchi
fueron la creación del Fondo de Garantía y Protección Bancaria (conocido luego como Fogade); la puesta en marcha de la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (Copre), de la cual salieron propuestas como la elección popular, directa y secreta de los gobernadores de estado; profundización de la democracia en los partidos; reformas a la Ley Orgánica del Sufragio, y reforma de la Ley Orgánica del Régimen Municipal, en la cual se contemplaba la creación de la figura de los alcaldes.
Carlos Andrés Pérez (segundo período 1989-1993)
Para las elecciones de 1988 resultó ganador Carlos Andrés
Pérez, quien ejercería la presidencia, por segunda vez en su historia en el período 1989-94.
Para 1989 se realizaron las primeras elecciones de
Gobernadores y Alcaldes, regidas por la nueva Ley Orgánica de Régimen Municipal, Ley sobre Elección y Remoción de Gobernadores de Estado, y la Ley sobre el Período de los Poderes Públicos de los Estados.
Desequilibrios macroeconómicos, arcas del Estado
exhaustas, renta petrolera insuficiente para satisfacer las crecientes demandas sociales, eran algunas de las características de la Venezuela que le tocó gobernar a CAP en 1988. Pérez tuvo que adoptar medidas orientadas a la liberación de la economía y a la solución de la crisis social. Por un lado, una Carta de Intención con el Fondo Monetario Internacional marcó el destino económico de la nación. Venezuela prometió a la banca equilibrio fiscal, eliminación de barreras arancelarias al comercio, devaluación del bolívar para garantizar la competitividad en los mercados externos y eliminación del Régimen de Cambios Diferenciales, entre otros compromisos.
Por otro lado, Pérez y su equipo de Ministros,
implementaron una serie de medidas para disminuir el impacto de la crisis en los sectores de la sociedad con menos recursos económicos: se contempló el aumento de sueldos y salarios de los trabajadores de la administración pública, incremento del salario mínimo, un programa de becas alimentarias, creación de hogares de cuidado diario, programa de consolidación de barrios, apoyo a las microempresas, fortalecimiento de programas de salud infantil y de ambulatorios.
Pérez tuvo que enfrentar una revuelta civil, 27 y 28 de
febrero de 1989, más conocida como "El Caracazo"; dos intentonas golpistas por parte de militares, 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992; y por último, el primer juicio realizado en Venezuela a un Presidente de la República por malversación de fondos.
El 8 de noviembre de 1992, el periodista José Vicente
Rangel denunció la malversación de 250 millones de bolívares pertenecientes a la partida secreta del Ministerio de Relaciones Interiores. El Fiscal General de la República, para ese entonces Ramón Escovar Salom, inició el antejuicio de mérito y el 20 de mayo de 1992, la Corte Suprema de Justicia lo declaró con lugar. El Senado autorizó el antejuicio el 21 de mayo de 1992, y Carlos Andrés Pérez tuvo que separarse de la Presidencia de la República. Octavio Lepage, Presidente del Congreso, fue designado Presidente encargado de la República.
Carlos Andrés Pérez fue consignado al Retén Judicial de
El Junquito. La Corte Suprema de Justicia lo condenó posteriormente a 2 años y 4 meses de arresto domiciliario. Por primera vez, desde 1958, un Presidente de la República no lograba concluir el mandato para el que fue electo.
Hugo Chávez Frías (1999-2013)
El tradicional bipartidismo dominado por los partidos
Acción Democrática y Copei, desde la firma del Pacto de Punto Fijo (1958), se vio afectado con el triunfo de Caldera en 1993, quien ganó con el apoyo de un grupo de partidos minoritarios. En las elecciones de 1998, con el triunfo de Hugo Chávez Frías, la presencia y poder de AD y Copei se debilitaron aún más.
Una de las banderas de Chávez como candidato
presidencial, fue la llamada Constituyente. Teniendo como contrincantes para los nuevos comicios presidenciales al economista y ex gobernador Enrique Salas Römer y a la Alcaldesa del Municipio Chacao, Irene Sáez Conde, Chávez lideró las elecciones celebradas el 6 de diciembre de 1998 con el 56% de los votos, para tomar el poder el 2 de febrero de 1999.
Como primer paso de su gobierno, el 25 de abril de 1999,
llamó a los venezolanos a referéndum para nombrar la Asamblea Constituyente que modificaría la Carta Magna.
Chávez prometió poner fin al deterioro económico del
país y a los problemas de seguridad ciudadana, eliminar la corrupción, dar educación a todos los venezolanos, dotar de servicios básicos a la población y hacer una transformación completa del Estado.
La nueva Constitución cambió desde el aparato
legislativo, hasta el nombre del país, que ahora se llama República Bolivariana de Venezuela. A los tres poderes tradicionales: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; se le agregaron el Poder Moral y el Poder Electoral.
Al ser aprobada la nueva Constitución, se convocó a
elecciones presidenciales, con la finalidad de legitimar a las nuevas autoridades. Hugo Chávez se lanzó para su reelección; y Francisco Arias Cárdenas, ex-compañero de armas del Presidente, decidió presentarse como candidato.
Las elecciones debían celebrarse el 28 de mayo de 2000,
pero problemas en los sistemas obligaron a postergarlas. Las autoridades electorales decidieron entonces dividir el proceso en dos fechas: el 30 de julio, para elegir al presidente y las principales autoridades regionales, nacionales y locales; y el 1 de octubre para escoger a las autoridades parroquiales.
Hugo Chávez Frías fue reelecto como nuevo Presidente de
la República para el período 2000-2006.
Durante ese período, fuertes acontecimientos sacudieron
la historia del país como protesta en oposición al gobierno de Hugo Chávez Frías. El 7 de abril, el presidente Chávez anunció en cadena nacional de radio y televisión el despido de altos gerentes de la empresa PDVSA. Este hecho ocasionó que las protestas se intensificaran y que dos días después, la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras) y la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) convocaran el paro general de veinticuatro horas para apoyar a los trabajadores de PDVSA. A este paro se sumaron algunos representes de los sindicatos opositores, la Coordinadora Democrática y otros sectores cívicos.
El 11 de abril, la oposición organizó una marcha que
congregó a miles de personas; el destino inicial era la sede de PDVSA ubicada en la Urbanización Chuao de Caracas, pero en el transcurso la caminata fue desviada hacia al Palacio de Miraflores. Al llegar al centro de la ciudad, las protestas se tornaron violentas y los enfrentamientos entre partidarios del gobierno y opositores dejaron un saldo fatal de 19 muertos y aproximadamente 100 heridos.
El presidente Chávez se encontraba en el Palacio de
Miraflores y desde allí se dirigió al país en cadena nacional de Radio y Televisión, solicitándole a las Fuerzas Armadas venezolanas la activación del llamado Plan Ávila, operativo especial que amenaza la estabilidad y seguridad nacional cuando hay una conmoción interna.
A la medianoche del mismo día, el General Lucas Rincón
Romero, Ministro de la Defensa anunció públicamente que las Fuerzas Armadas Nacionales habían solicitado al Presidente la renuncia, con la frase textual: "se le solicitó la renuncia, la cual aceptó". En horas de la madrugada del 12 de abril, Chávez accedió a entregarse, abandonó Miraflores y fue transportado inicialmente a la base militar ubicada en Fuerte Tiuna, Caracas.
El 12 de abril se juramentó a Pedro Carmona Estanga,
presidente de Fedecámaras como nuevo presidente interino. Durante la transmisión de este acto, Carmona eliminó el Parlamento, derogó las leyes habilitantes, todas las instituciones y sustrajo el nuevo nombre de República Bolivariana de Venezuela.
Continuaron las protestas en el país tanto por adeptos
como por opositores al Gobierno, y luego de varias horas de tensión y expectativa, el presidente Chávez, quien se encontraba en la isla de La Orchila, hizo llegar al pueblo una nota en la que expresó el siguiente mensaje: "no he renunciado al poder legítimo que el pueblo me dio". Al ser difundido a través de los medios de comunicación, los partidarios de Chávez tomaron el Palacio de Miraflores, el Presidente del Congreso juramentó al vicepresidente, Diosdado Cabello como Presidente provisional, y en horas más tarde Chávez fue trasladado a Caracas, donde tomó nuevamente el mando.
A partir de ese momento, Venezuela dejó de ser la misma.
La fuerte polarización política del país hizo que la
oposición recolectara firmas para la realización de un Referendo. Un total de 3.6 millones de firmas fueron recaudadas y el 15 de agosto de 2004 se llevó a cabo un referendo presidencial en el que se ratificaría o revocaría el mandato de Chávez. El Sí estaría a favor de la destitución de Chávez y el No estaría en contra.
Se ratificó nuevamente el mandato de Hugo Chávez
obteniendo un 59% de los votos. En las elecciones presidenciales celebradas el 3 de diciembre de 2006, Chávez tuvo como opositor al Gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, y con un 62,84% mantuvo su puesto en la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela.
Chávez ha anunciado el proyecto de Reforma
Constitucional, con la que pretende una nueva división político territorial para Venezuela y aprobar la reelección presidencial indefinida, entre otros nuevos decretos. Esta reforma no fue aprobada por el pueblo.
Actualmente existe en nuestro país lucha de clases sociales
donde se enfrentan por el control político del país, aunado a la confrontación por el control petrolero por parte de estados unidos y el conflicto que se presenta con Colombia por razones históricas y aun mas por la influencia de factores predominantes de la alta burguesía venezolana y colombiana par crear un caos apoyados por en trafico de cocaína.
Sin embargo las políticas del Chávez están enmarcadas a
lo social, al ayudar al más pobre y tener el control absoluto de los medios de comunicación dada a la constante pugna para desprestigiarlo y sacarlo del poder.
Todo esto repito y no es desde ahora, siempre ha existo la
diferencia de clases, el control de la clase pobre y su explotación, el control político sobre lo económico en nuestro caso por el control energético de los recursos venezolanos, donde el imperio norteamericano y sus aliados necesitan garantizar a sus pueblos a toda costa el suministro del vital fuente energética contra las diferencias políticas y de liderazgo mundial que esta presente en el gobierno del presidente Chávez.- En realidad las políticas presentadas en este gobierno están representadas por la clase popular, el control del proceso participativo es fundamental para su éxito y de la soberanía petrolera como punta de lanza del modelo de hegemonía social.
Las clases sociales perfilan su carácter en la lucha política,
es decir, en la lucha por el poder. Una clase social adquiere conciencia «de sí y para sí» en la confrontación política con otras clases. El poder político constituye la piedra angular en tomo a la cual gira la lucha de clases en su forma más dramática y decisiva. La clase social que detenta el poder subyuga a las otras clases, imponiéndose por la fuerza del Estado o neutralizándolas como aliadas de segundo orden. En la base se encuentra el modo de producción imperante. La hegemonía la ejerce la clase o el sector de clase que tenga en sus manos las palancas fundamentales de ese modo de producción. Las contradicciones no se encuentran sólo a nivel de antagonismos insolubles de clase contra clase sino también en el seno de cada clase. Entender este fenómeno en cada momento histórico, saber cual es la clase o sector hegemónico, es la clave de toda política revolucionaria.
En Venezuela el imperialismo norteamericano ejerce el
dominio sobre toda la nación. Salvo la burguesía a él asociada, su indispensable aliado, todas las demás clases conforman un complejo bloque de clases dominadas. El im- perialismo impide que sectores de la burguesía alcancen su propio desarrollo y condena a obreros, campesinos y capas medias al papel de convidados de piedra en el reparto de las riquezas y la dirección política del país. Obreros, campesinos, capas medias y sectores de la burguesía son el bloque subyugado. El problema del poder no sólo podemos entenderlo dentro de este contradictorio cuadro. De allí la carencia de un proyecto nacional independiente. Los representantes del status político oscilan entre los diversos intereses clasistas y siempre, al fin y al cabo, actúan en favor del bloque dominante. Necesitados de legitimación ante la inmensa mayoría, hacen todo género de promesas que no cumplen y sucumben ante el imperialismo.
Esta es una constante de nuestra historia republicana y, con
la excepción de Cuba Revolucionaria, continúa siendo la historia de Latinoamérica y El Caribe, que adquiere mayor agudeza y claridad con la globalización y el neoliberalismo.
Las clases sociales no son compartimientos estancos, pese a
que el abismo económico entre ricos y pobres se ensancha y profundiza cada vez más. La lucha que se libra entre ellas genera mutuas influencias, más o menos intensas, en lo ideológico y político. Por eso la importancia de arrancar la justificación ideológica y política a la clase adversa. De allí las contradicciones en el seno de los gobiernos y en el movimiento popular. Porque la dominación no se ejerce de manera mecánica, requiere de cierto grado de consenso y en cierto momento cede ante las presiones de otros sectores sociales ante las condiciones objetivas. Se construyen las empresas básicas, se nacionaliza el petróleo y el hierro y luego se emprende la privatización, se abandona la educación y la salud, se degradan los salarios, se pone fin a la política habitacional, se arremete contra las conquistas de los trabajadores. Cunde el desempleo, la pobreza crítica y la delincuencia. Es un círculo infernal sin salida dentro de la dominación imperialista. Para dominar la economía es necesario el control del Estado. En Venezuela éste ha sido jurídicamente el dueño de nuestras inmensas riquezas naturales y el capitalismo de Estado ha jugado papel de primer orden en nuestra economía. Ha sido, en realidad, el único generador de divisas. La estrategia económica del bloque dominante ha sido succionar los dineros del Estado a través del crédito, los contratos y la corrupción. En última instancia, las riquezas de nuestra nación termina, por los mecanismos de la dependencia, en las arcas de las transnacionales. Agréguese a ello el pago de la deuda externa. El Estado, dominado por las transnacionales, no puede diseñar ni llevar a cabo una estrategia propia de desarrollo ni una política en función de las mayorías.
No hay posibilidad de romper ese círculo infernal si no se
sustituye el bloque social dominante. Un nuevo bloque social debe acceder al poder político. Desde los días de la colonia ése ha silo el dilema. La independencia fue iniciada por la nobleza criolla para romper la dominación extranjera. El genio del Libertador supo darse cuenta de que ello no era posible sin la participación de indios, esclavos y pardos. La guerra adquirió, entonces, una significación social más profunda y el Ejército Libertador un carácter popular y sus enemigos fueron los nuevos privilegiados que ya buscaban alianza con el incipiente imperio norteamericano. La falsa disyuntiva entre «civilismo» y «militarismo» consigue allí su explicación. Bolívar lo vio con claridad. La actividad diplomática para preparar el Congreso de Panamá es la mejor prueba. Su enfermedad y muerte ponen término a esta gigantesca lucha. «Mis dolores se encuentran en el futuro» habría de decir en sus días postreros. En nuestro tiempo el problema es, en esencia, el mismo. A lo largo de la vida republicana se ha demostrado la incapacidad de las clases dominantes para encabezar el desarrollo del país. En el siglo XIX el imperialismo consi- guió en los terratenientes y la burguesía comercial los aliados que necesitaba para sojuzgamos y en este siglo, ya por terminar, no ha habido un sector de la burguesía capaz de enfrentar al imperialismo y liderizar un proyecto de desarrollo nacional. Los gobiernos han sido en general dóciles ejecutores de la política imperialista. El gobierno burgués de Medina Angarita, pese a sus contradicciones, hizo el intento y fue derrocado por un golpe militar en complicidad con Rómulo Betancourt, a cuya preparación no fueron ajenos el gobierno y las empresas norteamericanas, como antes no lo habían sido en el golpe d Juan Vicente Gómez contra Cipriano Castro.
Nuestra historia demuestra la necesidad de un nuevo
bloque de poder y demuestra también que la clase llamada a encabezar ese baque es el proletariado moderno. Sectores de la burguesía son aliados del imperialismo y otros sectores no han sido capaces de acaudillar a las clases objetivamente interesadas en el desarrollo económico, social y político independiente. La clase obrera está llamada a asumir los valores históricos de la nacionalidad, envilecidos por el imperialismo y la burguesía asociada. La tarea del Partido Comunista de Venezuela es articular la unidad con los otros destacamentos políticos de la clase obrera y el campesinado, las capas medias y sectores de la burguesía, en un bloque nacional anti-imperialista para adelantar el desarrollo y defender la soberanía nacional.
¿Puede la clase obrera liderizar un proyecto político que no
sea estrictamente socialista? Para la dialéctica marxista la clase obrera tiene que plantearse la tarea que le impone la realidad concreta. El Manifiesto Comunista de 1848 no contiene un programa socialista inmediato. La Nueva Política Económica de Lenin no era un proyecto socialista, como tampoco lo fué el programa para tomar el poder. La reciente experiencia de China, Vietnam y Cuba nos dice que la clase obrera en el poder puede admitir y estimular formas capitalistas de producción si lo imponen así las condiciones económicas objetivas cuando ello es necesario para desarrollar las fuerzas productivas. El poder político es la cuestión clave. El Estado es un arma en manos de la clase que lo detenta. En manos de la clase obrera es un arma para la liberación de toda la sociedad y la propia li- beración. Para ello es necesario unir a la inmensa mayoría de la población e impulsar las transformaciones que re- clama la realidad concreta. En las condiciones de un país dependiente la realidad concreta impone la unidad de to- das las clases interesadas en la ruptura de la dependencia.
El nuevo bloque social y político tendría un carácter
contradictorio y la hegemonía se coloca en el centro del problema. La formación social que impulsamos supone la existencia de diversos modos de producción: capitalismo de Estado, capitalismo privado y formas socialistas de producción. Es, por tanto, una formación social mixta cuyos modos de producción luchan por conquistar la hegemonía económica y política. Una lucha que, sin embargo, en la medida en que apunta hacia el desarrollo nacional, apunta hacia el desarrollo de cada modo de producción. Unidad dialéctica de los contrarios contra la dominación imperialista.
Este no es un hecho inédito en nuestra historia. Eso fué la
guerra de independencia y el 23 de enero de 1958. Ambas experiencias nos enseñan que la hegemonía por una clase social que no está decidida a enfrentarse al bloque dominante conduce a la frustración del proyecto nacional. Unidad y lucha nos exige el proceso en las condiciones ob- jetivas de esta etapa histórica.
A escala mundial se pone de manifiesto el peso que
continúan teniendo los intereses nacionales. La lucha de clases a nivel mundial adquiere características específicas dentro de los límites de las fronteras nacionales. Los países imperialistas, dirigidos por sus burguesías, pugnan por la hegemonía. Los países del Tercer Mundo luchan por la independencia y por la superación de la miseria. La globalización y el neoliberalismo son la justificación ideológica de la dominación imperialista. La liberación nacional es la lucha de los países oprimidos. La internacionalización del capital busca liquidar la soberanía de los pueblos y las naciones luchan por defender su soberanía. El imperialismo pretende eliminar las culturas nacionales y éstas ofrecen resistencia al imperialismo. Los intereses de clase y los intereses nacionales se cruzan inextricablemente. Las clases dominantes pretenden obrar en nombre de la nación. Las clases oprimidas representan la inmensa mayoría de la nación. Los valores culturales de la nacionalidad se siembran en el corazón de los oprimidos mientras el bloque dominante negocia con esos valores.
Dentro de este panorama la clase obrera tiene que
plantearse la unidad nacional contra el bloque encabezado por el imperialismo. En un país de inmensas riquezas como el nuestro, siempre pudo el imperialismo neutralizar y engañar a la mayoría. Lo nuevo es que el neo liberalismo y la globalización ponen al desnudo que la miseria, la ig- norancia y todos los males sociales que padecemos obedecen al hecho descarnado de que el imperialismo impide nuestro desarrollo. Un gran proyecto nacional que aglutine a las mayorías es la tarea que tenemos por delante. Allí juega un papel de primera línea la intelectualidad. Economistas, historiadores, sociólogos, antropólogos y científicos en general deben avocarse a la elaboración de las tesis y programas que reclama ese proyecto y necesitan las fuerzas impulsoras del cambio. La discusión abierta y la elaboración conjunta en sindicatos, obreros y campesinos, asociaciones de vecinos, universidades, gremios, movimientos estudiantiles y femeninos, partidos políticos, etc. es condición indispensable del éxito.