156 Fabulas

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LA ENCINA Y LA CAA

Dijo la Encina a la Caa: Razn tienes para quejarte de la naturaleza: un pajarillo es para ti grave peso; la
brisa ms ligera, que riza la superficie del agua, te hace bajar la cabeza. Mi frente, parecida a la cumbre del
Cucaso, no slo detiene los rayos del sol; desafa tambin la tempestad. Para ti, todo es aquiln; para m,
cfiro. Si nacieses, a lo menos, al abrigo de mi
follaje, no padeceras tanto: yo te defendera de la borrasca. Pero casi siempre brotas en las hmedas orillas
del reino de los vientos. Injusta ha sido contigo la naturaleza!
Tu compasin, respondi la Caa, prueba tu buen natural; pero no te apures. Los vientos no son tan temibles
para m como para ti. Me inclino
y me doblo, pero no me quiebro. Hasta el presente has podido resistir las mayores rfagas sin inclinar el
espinazo; pero hasta el fin nadie es dichoso.

Apenas dijo estas palabras, de los confines del horizonte acude furibundo el ms terrible huracn que
engendr el septentrin. El rbol resiste, la caa se inclina; el viento redobla sus esfuerzos, y tanto porfa, que
al fin arranca de cuajo a la Encina que elevaba la frente al cielo y hunda sus pies en los dominios del Trtaro.

LOS CARACOLES
El hijo de un labrador se hallaba tostando unos caracoles. Oyndoles crepitar dijo:
- Ah miserables animalejos, estn sus casas ardiendo, y an cantan!

Moraleja: Hacer las cosas fuera del tiempo o lugar que les corresponde, no es nada inteligente.

EL PERRO Y EL CARNICERO
Penetr un perro en una carnicera, y notando que el carnicero estaba muy ocupado con sus clientes, cogi
un trozo de carne y sali corriendo. Se volvi el carnicero, y vindole huir, y sin poder hacer ya nada, exclam:
- Oye amigo! all donde te encuentre, no dejar de mirarte!

Moraleja: No esperes a que suceda un accidente para pensar en cmo evitarlo.

EL LEN Y EL CIERVO


Estaba un len muy furioso, rugiendo y gritando sin ninguna razn. Lo vio un ciervo a prudente distancia y
exclam:
- Desdichados de nosotros, los dems animales del bosque, si cuando el len estaba sosegado nos era tan
insoportable, de qu no ser capaz estando en la forma que est ahora?

Moraleja: Cuidmonos de no dar nunca poder a los irascibles y dainos, pues si ya sin motivo nos daan, ms
lo harn si por cualquier causa se sienten inconformes.
EL TORDO
Picoteaba un tordo los granos de un bosquecillo de mirlos, y complacido por el placer de sus pepitas no se
decida a abandonarlo.
Un cazador de pjaros observ que el tordo se acostumbraba al lugar y lo caz.
Viendo el tordo su prximo fin, dijo:
- Oh desgraciado!, por el placer de comer, me he privado de la vida!

Moraleja: Nunca te excedas de lo que encuentres placentero, no vaya a ser causa de tu desgracia.
LA COMADREJA Y LA LIMA
Se introdujo una comadreja en el taller de un herrero y se puso a lamer una lima que ah se encontraba.
Al cabo de un rato su lengua arrojaba sangre en abundancia, y la comadreja se puso muy feliz pensando que
haba arrancado algo al hierro, hasta que acab por perder su propia lengua.

Moraleja: Piensa siempre que si haces un dao, tarde o temprano ste regresar contra ti.

EL LEN Y LA LIEBRE
Sorprendi un len a una liebre que dorma tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de devorarla, vio
pasar a un ciervo. Dej entonces a la liebre por perseguir al ciervo.
Despert la liebre ante los ruidos de la persecucin, y no esperando ms, emprendi su huda.
Mientras tanto el len, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regres a tomar la liebre y se encontr
con que tambin haba buscado su camino a salvo. Entonces se dijo el len:
- Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dej para ir tras la esperanza de obtener
una mayor.

Moraleja: Ms vale pjaro en mano que cien volando.
EL LOBO Y EL PERRO

Se encontr un lobo con un corpulento perro sujeto por un collar, y le pregunt:
- Quin te ha encadenado y quin te ha alimentado de esa forma?
- Mi amo, el cazador - respondi el perro -.
- Que los dioses nos libren a los lobos de semejante destino! Prefiero morir de hambre a tener que cargar tan
pesado collar.

Moraleja: Vale ms el duro trabajo en libertad, que el placer en esclavitud.
LAS LIEBBRES Y LOS LEONES

Las liebres arengaban en la asamblea y argan que todos deberan ser iguales. Los leones entonces
replicaron:
- Sus palabras, seoras liebres, son buenas, pero carecen de garras y colmillos como los que tenemos
nosotros.

Moraleja: Acepta que todos tenemos diferentes cualidades para diferentes circunstancias.

EL PERRO Y LA CORNEJA

Una corneja que ofreca en sacrificio una vctima a Atenea invit a un perro al banquete.
Le dijo el perro:
- Por qu dilapidas tus bienes en intiles sacrificios? Pues deberas de saber que la diosa te desprecia hasta
el punto de quitar todo crdito a tus presagios.
Entonces replic la corneja:
- Es por eso que le hago estos sacrificios, porque s muy bien su indisposicin conmigo y deseo su
reconciliacin.

LA ZORRA Y LA SERPIENTE
Se encontraba una higuera a la orilla de un camino, y una zorra vio junto a ella una serpiente dormida.
Envidiando aquel cuerpo tan largo, y pensando
en que podra igualarlo, se ech la zorra a tierra al lado de la serpiente e intent estirarse cuanto pudo.
Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se revent.


LOS ZNGANOS Y LAS ABEJAS
Por la obra se conoce al obrero.

Sucedi que algunos panales de miel no tenan dueo. Los Znganos los reclamaban, las Abejas se oponan;
El pleito lleg al tribunal de cierta Avispa: ardua era la cuestin; testigos deponan haber visto volando al
rededor de aquellos panales unos bichos alados, de color oscuro, parecidos a las Abejas; pero los Znganos
tenan las mismas seas. La seora Avispa, no sabiendo qu decidir, abri de nuevo el sumario, y para mayor
ilustracin, llam a declarar a todo un hormiguero; pero ni por esas pudo aclarar la duda.
Me queris decir a qu viene todo esto? pregunt una Abeja muy avisada. Seis meses hace que est
pendiente el litigio, y nos encontramos lo mismo que el primer da. Mientras tanto, la miel se est perdiendo.
Ya es hora de que el juez se apresure; bastante le ha durado la ganga. Sin tantos autos ni providencias,
trabajemos los Znganos y nosotras, y veremos quin sabe hacer panales tan bien concluidos y tan repletos
de rica miel. No admitieron los Znganos, demostrando que aquel arte era superior a su destreza, y la Avispa
adjudic la miel a sus verdaderos dueos.

EL BATANERO Y EL CARBONERO
Un carbonero que haca su trabajo en cierta casa visit a un batanero que trabajaba no muy lejos de l,
invitndole a trabajar en un mismo local, pues de este modo, adems de mayor amistad viviran con menos
gastos al usar solamente una casa. Pero le respondi el batanero:
- Eso para m es imposible, pues todo lo que yo blanqueara, t lo ennegreceras de holln al instante.

Moraleja: No debemos asociar actividades de naturalezas contradictorias.

EL ORADOR DEMADES
El orador Demades hablaba un da a los ciudadanos de Atenas, mas como no prestaban mucha atencin a su
discurso, pidi que le permitieran contar una fbula de Esopo. Concedida la demanda, empez de este modo:
- Demeter, la golondrina y la anguila viajaban juntas un da; llegaron a la orilla de un ro; la golondrina se elev
en el aire, la anguila desapareci en las aguas.. -y aqu se detuvo el orador-.
- Y Demeter..? -le gritaron-. Qu hizo...?
- Demeter mont en clera contra vosotros- replic, porque descuidis los asuntos de Estado para
entreteneros con las fbulas de Esopo.

Moraleja: Eso sucede entre la gente: prefieren darle atencin nicamente al placer dejando de lado las cosas
realmente necesarias. Cuidmonos de no caer en ese error. Compartamos equilibradamente el deber y el
placer.

L MURCILAGO Y EL JILGUERO
Un jilguero encerrado en una jaula colgada en una ventana cantaba de noche. Oy un murcilago desde lejos
su voz, y acercndosele, le pregunt por qu cantaba slo de noche.
- No es sin razn - repuso - porque de da cantaba cuando me atraparon, pero desde entonces aprend a ser
prudente.
- Pues no es ahora cuando debas serlo, pues ya ests bien enjaulado, sino debi haber sido antes de que te
capturaran! - replic el murcilago.

Moraleja: La prudencia es para vivirla antes de caer en el error, no para despus de la desgracia.

EL LEN, LA ZORRA Y EL RATN
Dorma tranquilamente un len, cuando un ratoncillo se puso a correr
sobre su cuerpo. Se despert el len, y se movi en todas direcciones buscando a ver quien era el intruso que
le molestaba.
Lo observaba una zorra, y le critic por creer que tena miedo de un simple ratoncillo, siendo l todo un seor
len.
- No es miedo del ratoncillo - dijo el len -, sino que me sorprendi que hubiera un animal que tuviera el valor
de pisotear el cuerpo de un len dormido.

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