Voluntad Enla PosesiOn
Voluntad Enla PosesiOn
Voluntad Enla PosesiOn
EN
LA POSESIN
Biblioteca PixeLegis. Universidad de Sevilla. CON LA CRITICA DEL METODO JURIDICO REINANTE,
POR
VERSIN ESPAOLA
DE
ADOLFO POSADA,
Profesor eu
Universidad de Oviedo.
SEGUNDA PARTE
DE LA
TEORIA DE LA POSESIN
MADRID
IMPRENTA DE LA REVISTA DE LEGISLACIN
A careo de Jos Maria Sarda
Ronda de Atocha, nm. 15, elantro.
1896
Quedan reservados
todos los derechos que marca
la ley.
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P.Estas.
Principios de Derecho poltico.Introduccin.-1 vol...
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Gua para el estudio y aplicacin del derecho constitucional.1 vol.
. .. .
Introduccin al Derecho administrativo y organizacin administrativa espaola.-1 vol.
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La administracin poltica y la adnz.nistracin social.
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Programa de elementos de Derecho poltico y administrativo espaol. 1 vol.....
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TRADUCCIONES
La lucha por el Derecho, de R. von Ihering, con un prlogo
de L. Alas (Clarn).-1 vol
La quinta esencia del socialismo, por SchItffle (con notas en
colaboracin con D. A. Buylla)
Principios de poltica, de Holtzendorff (con notas en colabo
racin con D. A. Buylla).
La ciencia social contempornea, de A. Fouille (con notas)
Las transformaciones del Derecho, de G. Tarde (con notas)
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2
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6
3
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La criminalidad comparada, de G Tarde (con notas)
La educacin y la herencia, de J. M. Guyau (con notas)
Tratado de las pruebas, de Ricci (en colaboracin con A.
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Buylla)
4
.
Cuestiones jurdicas, de R. von Ihering
EN PRENSA
-
EN PREPARACIN
Pedagogos de accin.
sesin de R. von Ihering, es la Teora de la posesin.El fundamento de la proteccin posesoria. (Versin espaola con el re-
trato del autor, aumentada con notas criticas y un estudio preliminar por A. Posada).-1 vol., 4 ptas.
PROLOGO
BIBLIOTECA JURDICA
8
desde el punto de vista de los principios, cuanto desde
el punto de vista del procedimie nto y de la legislacin,
sin olvidarse tampoco del aspecto histrico que tan valiosas indicaciones procura.
El (1921.1111eS domini seala el punto de partida de mis
vacilaciones acerca de la exactitud de la teora de la
posesin de Savigny. Leyendo las fuentes, me he encontrado con textos que no es posible armonizar con
ellas, y de los cuales he hablado en el cap. xv. Tales
textos produjeron en m la conviccin de que, para determinar ante las condiciones legales exteriores de la.
posesin, del copas, si hay posesin tenencia, en
materia de posesin derivada, lo decisivo, en mi concepto, aunque sea en contra del sentimiento y de la intencin de las partes, no es la diversidad de la volun
tad de poseer, sino la naturaleza de la relacin existente; la causa possessionis el momento causal de la
posesin, como yo la llamo. Esta opinin data de los
primeros aos de mi enseanza acadmica, y recuerdo
perfectamente habrsela comunicado al hoy difunto
Marezoll, sin que, no obstante, hubiera logrado convencerle.
En un principio vacil antes de introducir esta doctrina en mis cursos, considerando necesario someterla
un largo y detenido examen. Luego que hubo resistido completamente todas las pruebas, pens que no
haba ya motivo alguno de vacilacin para ensearla
en mi curso de Pandectas, si bien persist en omitirla,
aunque por razones meramente dialcticas, en mi
curso de Instituciones.
Por este tiempo, mi teora no revesta la forma que
ms tarde he reconocido como verdadera; lo cual hace
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ani-
mus domini
jurdico
11
(1)
-actual, habiendo sido reproducidas en Sefcrz nnd Ernst ira der ,fuisprudenz.
(2) Recientemente se han publicado en dos distintos libros interesantes
estudios sobre el sistema juridico de von Ihering; estudios donde el lector
filososon
fa del derecho por el ilustre jurisconsulto. Los libros it que me refiero
puede formarse una idea de conjunto de la gran obra realizada en la
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BIBLIOTECA JURfDICA
(1867), y, por ltimo, en Scherz und Ernst in der Jurisprudenz (1884). Esta misma conviccin es la que me
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tono destemplado en la polmica cientfica con el adversario. Respecto de las segundas, por el contrario, se
necesita ms: el que quiera combatir, debe tomar las
armas en la mano, y debe elegirlas tanto ms cortantes
y mortferas, cuanto ms terrible sea el adversario; su
intencin es vencerle; si no lo logra, habr de sucumbir l mismo, sin que sus mayores esfuerzos logren otra.
cosa que agravar su derrota.
Tal es la suerte que corro. Tengo el convencimiento de haber puesto en pleito mi nombre cientfico, en
esta obra, de una manera tal, que si las censuras y las
acusaciones que contra Savigny lanzo son infundadas,
el perjuicio que experimentar ser irreparable. He
criticado sin piedad, y quien me quiera mal podr tildarme de ingrato, aun sin pararse considerar el pleno homenaje que rindo los mritos de Savigny. Pero
qu importa! Si la obra progresa, nada me preocupa
mi persona. No hay modo de alcanzar un gran fin sin
exponer su propia personalidad. Puchta y Brunspara
no citar ms que los muertosme han proporcionado
tambin ocasin de agudas polmicas, y, sin embargo,
venero en ellos dos hombres quienes, despus de Savigny, coloco en el primer puesto entre los romanistas
de nuestro siglo, y con quienes yo he mantenido personalmente relacin estrecha; todo lo cual no me ha.
impedido sacrificar la persona la obra. Ms quisiera
en este punto haber pecado por exceso, que por defecto para la seriedad de mi trabajo.
Mi crtica no slo ha sido sin contemplaciones, sino
tambin muy minuciosa. He seguido paso paso, en
todos sus desvaros, la teora del animas domini, fijndome en sus lados dbiles, en sus faltas, en sus errot
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res. Me he complacido en ahondar en el error, cual si
contuviera la verdad ms preciosa. La tarea ha sido
dura. Me atrevo afirmar que es este el trabajo ms
ingrato que he realizado durante toda mi vida literaria,
debiendo explicarse la pereza con que lo he emprendido, por la aversin que hacia l senta. La idea de
que era preciso llevarlo cabo, pues de otro modo quedara mi obra incompleta, me ha impulsado al fin
tomar la pluma y acometerlo sin perdonar medio ni
esfuerzo. No hubiera sido necesario tanto, si hubiera
bastado demostrar que la teora del animus domini es
insostenible. En tal caso, mi trabajo no hubiera pasado
de la cuarta parte de su extensin actual; ms de las
tres cuartas partes han sido consagradas la tarea que
me haba impuesto en primer lugar, de mostrar la oposicin de los dos mtodos.
Este mismo fin es el que tambin me ha impulsado,
en la exposicin positiva de mi propia opinin, ms all
de lo que era inmediatamente necesario, y aprovechar
todas las ocasiones ofrecidas para poner en claro la
exactitud y la fecundidad del mtodo realista. En su
virtud, no he vacilado en hacer un examen profundo
de ciertos puntos de vista de carcter incidental; deba servirme para que se pudiera comprender el mtodo y para someterlo la prueba: esto explica, por ltimo, ciertas indicaciones y advertencias que de otro
modo hubiera suprimido.
Era preciso entrar en estos detalles para poner al
lector por adelantado en situacin adecuada de juzgar
la obra. La total economa de la misma sera falseada,
no explicndose su actual desenvolvimient o , si se tratase slo de la teora del animas domini: en tal supuesLA VOLUNTAD EN LA POSESIN. -PRLOGO
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BIBLIOTECA JURDICA
to, repito, jams hubiera escrito este libro, , de escribirle, lo hubiera dado otra forma muy diferente. El
nico fin que he perseguido, es el de mostrar al mundo
jurdico la diferencia de los dos mtodos. Si no lo lograse, sentir el trabajo empleado.
La obra est para imprimirse desde Diciembre de
1887. Fu hecha por partes, que pasaron manos del
impresor segn las iba terminando. Esto explicar que
no hayan sido tomadas en .consideracin, sino hacia el
fin, varias obras, y el mismo Proyecto de Cdigo civil
alemn. Entre estas obras citar la del Conde Leon Pininsky, Der Thatbestand des Besitzesencerbs. El autor
advierte en su prefacio que todo lo que l ha dicho
ha sido considerado sin valor. Aprovecho esta ocasin
para manifestarle, por lo que m toca, el reconocimiento merecido por su slida manera de investigar y
por la independencia de su pensamiento. El trabajo es,
mi ver, digno de figurar entre los donativos ms preciosos que la ciencia alemana suele recibir de Austria,
despus del vigor que desde hace diez anos ha alean zado en ese pas, y que constituye, en mi concepto, uno
de los ms felices progresos del siglo.
No terminar este Prlogo, sin manifestar antes mi
profunda gratitud por el favor que se me ha dispensado, con relacin mi actividad literaria, especialmente
tratndose de la redaccin de esta obra. Las autoridades acadmicas me han permitido suspender mis Cursos, para que pudiera consagrarme por entero y en primer trmino mi labor cientfica. Sin esa dispensa,
sta labor hubiera tenido que moverse dentro de lmites
infinitamente ms restringidos. En este sentido, bien
puede decirse que este escrito se debe, sobre todo, al
rt
.~=54c=w-
"
20
i; I BLIOTECA J'Ud I)
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
21
22
BIBLIOTECA JURDICA
(besiterechtlichen AblaingigkeitsverhOtnisses).
Mis investigaciones se han dirigido hacia lo que hemos llamado relacin posesoria derivada. Su objeto es descubrir los motivos que han determinado los romanos dar la relacin
de dependencia posesoria del cesionario, respecto del cedente,
el aspecto que ha revestido en materia de posesin. Hubiera
podido titularse: Teora de la relacin posesoria derivada;
pero he considerado necesario poner de manifiesto en el titulo
de este trabajo su tendencia negativa, consistente en la refutacin de la doctrina reinante sobre el animas domini rent 3ibi
habendi.
II
Nuestro asunto.
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BIBLIOTECA JURDICA
Osea
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
Z.
la voluntad jurdica de poseer, y su adversario no puede sostenor la no existencia. La voluntad de poseer, segn lo entiende
la teora dominante, no se presenta nunca en la aplicacin
prctica del derecho. Me doy por derrotado, y conmigo mi teora, cuando mis contrarios, citen un solo caso en que esa teora haya recibido una consagracin prctica de un tribunal,
cualquiera que sea. De la voluntad de poseer, que desempea
un tan alto papel en teora, cabe decir lo que Justiniano, en su
tiempo, del dominium ex jure quirilium, en la L. un., Cd. De
nudo jure Quir. (VII, 25): est nomen quod nec unquam videtur nec
rebus apparet. Sea cual fuere el valor que se atribuya la
misma, cosa que examinaremos su debido tiempo, est desprovista de toda significacin en la aplicacin del derecho, y
no vacilo en afirmar, que un Juez podra aplicar perfecta y plenamente la teora romana de la posesin, sin haber odo hablar
jams ni una sola palabra de la teora indicada. En realidad,
el Juez aplica siempre la teora que dejo formulada; admite la
posesin donde quiera que la tenencia simple no se ha mostrado por el contrario que sostiene su existencia, no haciendo as
otra cosa que el Juez romano, el cual, segn Pablo, deba considerar ]a posesin como existente, cuando el demandante hubiere ofrecido el hecho exterior de la posesin (1).
Por mi parte dir, desde luego, que no se requiere en modo
alguno, para ese fin, admitir una presuncinesto es, ese pro.
cedimiento ideado para resolver las desigualdades del elemento material del derecho,sino que, por el contrario, el aspecto
que en el derecho romano tiene la distincin entre la posesin
y la tenencia, explica esta manera de obrar desde el solo punto de vista material jurdico. La explicacin del verdadero aspecto de la cosa en el derecho romano, pondr la teora de la
posesin en armona con el derecho, tal cual se aplica siempre en la vida.
LEX C1NCI11
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BIBLIOTECA J URDICA
Esta concordancia de mi teora con la prctica, no he podido apreciarla sino despus que hube logrado formularla, desde
el punto de vista del derecho puro, pues mi teora no es el resultado de consideraciones prcticas.
No me he dedicado al examen de las fuentes con la idea
preconcebida de que deba encontrar en ellas lo que, segn mi
opinin, es la verdadera prctica. Muy al contrario, no he llegado convencerme de que era realmente exacta, sino despus de haberla aprendido en el curso de una lectura imparcial de las fuentes. El primer impulso haca la formacin de
mi teora, fu obra de la consideracin de ciertos textos, que no
poda conciliar con la doctrina dominante sobre la voluntad
en la posesin, y los cuales, al fin, hubieron de juntarse poco
poco, segn iba distinguindose en m la confianza en la
exactitud de la indicada doctrina, todas las razones de que voy
servirme en este escrito para combatirla. Fume, en verdad,
difcil formular mi teora de una manera positiva, aunque durante varios aos le he dado una forma que, si bien se acercaba bastante la verdad, sin embargo, tuve que abandonarla
como totalmente inadecuada. Crea yo que lo que deba inclinar la balanza era la causa de la relacin posesoria, por lo que
en mis lecciones la denominaba corno teora de la causa (CausalTheorie). A consecuencia de una lgica aplicacin de este punto
de vista, me vea obligado, para librar al demandante, en el
posesorio, de la prueba de su causa possessiouis, acudir una
presuncin procesal en favor de la posesin. La modificacin
que he introducido en mi teora, y que puedo resumir en la
sustitucin de la funcin positiva atribuida la causa possessio nis, con la funcin negativaexclusin de la posesin mediante
una causa DETENTIONI8,--Ene ha dispensado de acudir este ex pediente.
El terreno en el cual debe librarse la lucha entre ambas
teoras, es el del derecho romano positivo, y no slo en la dogmtica pura, sino tambin en la historia . del mismo: con lo
cual quedarn de manifiesto los importantes servicios que esta
ltima puede prestarnos. Y ms an; tendremos tambin en
nuestro apoyo, para hacer la crtica negativa de la teora subjetiva, la lgica formal, con ms
el procedimiento y la legislacin,
1
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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?die.,
BIBLIOTECA JURDICA
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del derecho en el de la certidumbre y la
la incertidumbr e
anarqua en el del orden.
El derecho en s, pues, nos lleva las mismas conclusiones
que el procedimiento, esto es, la imposibilidad prctica de
la doctrina imperante. A su tiempo veremos de qu modo se
ha podido llegar sostenerla pesar de todo; qu artificios,
que esfuerzos, qu violencias ha sido necesario realizar al efecto,
y hasta qu punto se ha debido cerrar los ojos para no ver los
obstculos. Por el momento, bstame presentar esta teora bajo
su verdadero aspecto, poniendo en claro las consecuencias que
implica y que he procurado sortear con todo cuidado.
En adelante, designar esta doctrina del siguiente modo:
teora de la voluntad individual concreta, lo que no necesita
explicacin despus de lo que kl ueda dicho ms arriba. Pero ya
dejo indicado que adems de esta teora hay otra manera aun
de aplicar la voluntad de poseer la teora de la posesin, y
acerca de la cual slo he dicho algunas palabras. brase aqui,
no con la voluntad individual concreta, sino con la voluntad
tpica abstracta; no con la voluntad que el poseedor tiene, sino
con la que debe tener: en atencin esto, la designar como teora de la voluntad tpica abstracta Nadie, que yo sepa, hasta
ahora, la ha concebido y expresado recta y claramente; pero
me inclino, pesar de todo, creer que ha germinado en el
espritu de los defensores de la doctrina imperante.
Ambas teoras tienen por punto de partida comn, el influjo determinante de la voluntad sobre la relacin posesoria.
Segn la teora de la voluntad abstracta, este influjo se limita
hacer, en cuanto al derecho, de la idea de la diversidad interna de la voluntad de poseer un punto de vista directivo, para
determinar en abstracto en qu relaciones habr posesin y en
cules tenencia. Una cosa es la voluntad del comprador, del ladrn, etc., y otra la del arrendatario, la del comodatario, toda
vez que los primeros quieren tomar la posicin de propietarios,
mientras los segundos no; limitndo-,e la ley sacar las consecuencias de su propia voluntad, cuando concede los primeros
la posesin y los segundos la tenencia. Nada importa ver si
esas personas tienen conciencia de esta direccin, de su voluntad y de sus consecuencias, pues la ley no obra con la voluntad
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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tiva, necesario es que este elemento se afirme en cada caso particular, para obligar al Juez admitir la existencia de una
de otra relacin.
La condicin que implica la prueba de la causa, tendr
acaso en la aplicacin del derecho la peligrosa consecuencia
Od DICA
BIBLIOTECA J
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de que en muchos casos la posesin tendr que quedar sin proteccin, porque se est siempre en situacin de demostrar la
real de su posesin? Si la cuestin de la posesin de las
cosas muebles tuviese aun hoy un inters prctico, lo que no
ocurre, segn demostrar ms tarde, el Juez debera denegar la
demanda del actor, que no pudiera demostrar la causa de su
posesin, y esto aunque se tratase del propietario.
Para evitar tan desastroso resultado, podra acaso pensarse
en admitir una presuncin en pro de la posesin. Pero lo que
esto significara, en mi concepto, es un modo de salir del atolladero en que por propia culpa se ha cado, escapndose por
cualquier sitio y sin miramiento alguno.
Ahora bien: como el que se encuentra en un atolladero debe
estar convencido de que no ha seguido el camino adecuado, lo
mejor sera volver hacia atrs hasta encontrar ste; y tal camino est trazado por mi teora, porque lo que la teora de la voluntad abstracta con su causa, y la de la voluntad concreta con
su animas, no pueden conseguir sino mediante el artificio violento de una presuncin, mi teora lo obtiene de un modo natural y directo, diciendo: la relacin posesoria es posesin siempre, mientras la ley no haya prescrito excepcionalmente que
no hay tal posesin, sino mera tenencia. En cualquier otro gnero de relaciones, quien tiene en su favor la regla, no debe
probar que no se halla en situacin excepcional. La aplicacin
procesal la doctrina romana sobre la posesin se hace, sin ms,
con arreglo los principios acerca de la relacin entre la regla
y la excepcin; quien afirma la excepcin, debe probar; quien,
por el contrario, est en la regla, no debe probar que no est
en situacin excepcional.
La expuesta diferencia entre la teora de la voluntad concreta y la de la voluntad abstracta, no ha sido advertida, corno
dejo dicho, por los defensores de la teora subjetiva. No se han
fijado en ella, y eso me ha colocado en la singular posicin de
poder empezar dando de la teora que voy combatir, una nocin ms clara que ella misma se ha dado. Era esto indispensable, al efecto de rechazarla. No basta, en verdad, desalojar al
contrario de la posicin que ocupa, cuando an le queda otra
donde retirarse: es necesario cortarle la retirada. Si yo no lo hu -
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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`Mera hecho ahora, despus de haber rechazado la teora subjetiva tal cual sus defensores la formulan, hubiera podido estre
liarme con la respuesta de que lo que dice, no es precisamente
lo que quiere decir, y que su pensamiento verdadero se aplica,
no slo la voluntad concreta, sino la voluntad abstracta.
Con lo dicho pueden considerarse caracterizadas las tres
teoras, que el lector va juzgar en las investigaciones que
continuacin haremos en sus rasgos capitales. Sus diferencias,
resumidas de una manera esquemtica, son las siguientes:
1. En el respecto jurdico fundamental d material.
Acerca de la cuestin de si, en un caso dado, hay posesin
11 tenencia, decide:
a)
b)
1.
recaer:
1. Sobre la existencia del animas individual (teora
de la voluntad concreta).
2. Sobre la causa possessionis (teora de la voluntad
abstracta.)
b) El contrario debe probar la causa detentionis existente en su caso (teora objetiva).
Pasamos en lo que sigue preparar nuestras investigaciones acerca da la diferencia esencial entre la posesin y la tenencia, mediante la exposicin de lo que hay entre ambas de
comn.
3
34
BIBLIOTECA
JURDICA
En el respecto negativo est la diferencia entre la relacin posesoria y la relacin de simple yuxtaposicin de la persona y de la cosa (que en adelante, para abreviar, denominare.
mos relacin de lugarRauntvelkaltnisz, III). En el positivo, la
diferencia est en la voluntad, que no es menos necesaria en
la tenencia que en la posesin (IV).
La simple relacin de proximidad material entre una persona y una cosa no tiene significacin jurdica. La significacin
jurdica se produce cuando la persona establece una relacin exterior, recognoscible, con la cosa, convirtiendo la pura relacin
de lugar en una relacin de posesin (Besitzverhdlinisz). La distincin entre ambas relaciones no ha sido obra del derecho,
sino que se ha hecho por el lenguaje al crear la palabra posesin
(Besitz=possessio), revelando as que la distincin haba pene
tracio en la conciencia popular. El derecho, al recoger la palabra y al hacer suya la idea que representa, lleg sin duda muy
lejos en su desenvolvimiento, hasta el punto de prescindir del
aspecto materialmente sensible, al cual el sentir popular rerefiere la posesin; pero quedando, no obstante, fiel siempre
esta concepcin originaria de la relacin posesoria. Ni el lenguaje, ni el derecho ni la ciencia, consideran como posesin
la simple relacin en el espacio de la persona con la cosa.
Lo que ha influido en el lenguaje y en el derecho para llegar tal concepcin, no fu el inters de la concordancia entre
los mismos y la vida---consideracin que nunca se tuvo ni se
poda tener en cuenta,- -sino el inters de la afirmacin y del
sostenimiento de una nocin fija de la posesin, la cual no es
posible sin la voluntad. Sin voluntad no hay relacin posesoria! Esta tesis est expresamente formulada por el jurista ro-
BIBLIOTECA JURDICA
36
mano en la L. 1, 3, de A. P. (41, 2) (1). Tratando de saber
si la persona privada de voluntad puede adquirir, responde ne.
t.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
37
muy conforme con l en este ltimo punto; pero desde luego
me opongo que esa relacin pueda ser denominada posesin.
Y no me apoyo en fundamentos lingiiisticos, sino en principios.
Una nocin de la posesin que no est fundada en la voluntad, es completamente irrealizable; vacila desde el momento en que aborda el terreno del derecho; cosa que el mismo
Windscheid ha reconocido, en cuanto declara que esa relacin
constituye un hecho absolutamente indiferente en derecho, y
desprovisto adems, de consecuencias jurdicas, lo cual vale tanto como decir, que en el sentido del derecho, este estado de cosas no constituye la posesin. Lo que esta nocin apenas si ha
acogido, debe inmediatamente perderlo para adquirir verdad y
utilidad en el derecho; esto es, para llegar ser lo que hubiera debido ser ya desde un principio: una nocin jurdica. En
sentir de Windscheid, el jurista romano hubiera debido admitir la posesin aun en la persona del hombre que duerme del
loco, y no lo ha hecho porque les falta la voluntad.
Examinemos ahora cmo la voluntad saca la relacin posesoria de la simple relacin de lugar.
El motivo que la pone en movimiento, que la solicita,
segn dira Schopenhauer, es el inters. Como personas que somos, no entramos en relacin ni con personas ni con cosas, que
no ofrezcan para nosotros inters alguno; el establecimiento de
una relacin con ellas, implica de hecho la expresin del inters que en nosotros despiertan. La relacin exterior en que nos
ponemos con ellas, tomndolas para nosotros, contiene de hecho
la expresin del inters que tomamos por ellas; la relacin posesoria es la afirmacin del inters que una persona tiene en una cosa.
Las cosas que podramos tomar y que no tornamos, no tienen inters para nosotros. Que el inters sea continuo pasajero, es
indiferente, tanto para la relacin con las cosas, como para la
relacin con las personas. No nos dirigimos aquellas persoinnas, y dejamos donde estn aquellas cosas, que no tienen
38
BIBLIOTECA JURDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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consume;., en persona, . di
(1) De hecho reales, sea al goce del
irleales. en virtud de la transmisin convencional
ferencia de las in, i d,',(.;
orse, este efecto, mi B4pritm da
del goce real otras personas; pudiendo . M
pg. 317. En esta ltima forma, la po
Derecho romano, 4. a edicin alem.,
e g in conserva tambin sn funcin como medio para un fin,
40
BIBLIOTECA JURDICA
La forma dada, bajo la cual la persona manifiesta su volun tad dirigida hacia la cosa, consiste en que la tome para si, es
decir, en poner en relacin con ella (con la persona) la cosa
de un modo exclusivo y exteriormente reconocible. Caracterizase positivamente la relacin as establecida, por la posibilidad asegurada de hecho, de obrar por s misma sobre la cosa,
y negativamente por la exclusin de todos los dems, para obrar
su vez respecto de la cosa misma. Tal es la naturalis possessio
de los romanos en el sentido que acenta la existencia de las
condiciones exteriores, segn el aspecto natural de las cosas
(naturaliter) y como no puede nacer sin un hecho de la persona, implica por consiguiente la existencia de la voluntad. Segn el testimonio de la etimologa, el lenguaje ha concebido
por primera vez la idea de la relacin posesoria en las cosas inmuebles: poseer (besitzen), posesin (Besitz), possidere, possessio,
in possessione esse, no cuadran sino las cosas inmuebles, en
cuanto esas expresiones no representan sino el hecho de estar
(Sitzens) sobre la cosa. Ms tarde fu cuando se aplicaron las
cosas muebles, y slo en virtud de haber reconocido que la
relacin es exactamente la misma, para las cosas inmuebles,
que para las cosas muebles (VIII).
Sabido es que el derecho romano, en el curso histrico de
su desenvolvimiento, se ha separado de una manera radical de
la concepcin primitiva, exclusivamente material sensible,
de la relacin posesoria; separacin que se refiere, no slo la
continuacin de la relacin posesoria una vez establecida,
sino tambin lo tocante al establecimiento de la misma. Sin
duda que tal separacin no se manifiesta en cuanto se trata
tan slo de la apropiacin unilateral de la posesin, porque en
tal concepto el derecho posterior exige tambin la aprehensin
real, si no en lo referente la transmisin convencional (tra
dicin). En este punto el derecho posterior ha reemplazado
la manifestacin real de la voluntad (corpore acquirere possessionem) por la simple revelacin jurdica de la voluntad hecha
en presencia de la cosa, esto es, por la declaracin de la voluntad; en lugar del corpore et lactu apprehendere possessionem, se
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
41
puso la aprehensin oculis et affectu, segn los trminos del jurista romano en la L. 1, 21, h. t.: la palabra ha sustituido
la mano. Los romanos emplean, para expresar esta manera
de la relacin, ANIMO possidere cvnis possessio, en oposicin
CORPORE possidere, CORPORALIS, NATURALIS possessio. Trtase,
como se ve, de la concepcin espiritualista idealista del derecho, que aqu, como en los dems casos, no se separa de la
concepcin materialista y sensible, sino de una manera lenta
y difcil (1).
En lo que se refiere lo contrario, la apropiacin unilateral
de la posesin, se ha mantenido en el derecho romano posterior
la condicin rigurosamente materialista de la relacin poseso.
ria. Un ejemplo instructivo de esto lo tenemos en la apropiacin de cosas, que han entrado en la esfera de nuestro poder, sin
nuestra cooperacin. Un enjambre de abejas produce panales
de miel en nuestro rbol; cosas ajenas caen en nuestro fundo;
llegarnos saber que en una de nuestras propiedades hay oculto un tesoro: en los tres casos las condiciones exteriores de la
posesin concurren; para tener la cosa en nuestras manos nos
basta con extender el brazo exteriormente. Esta relacin no se
diferencia en nada de aquella en que se encuentran las dems
cosas que poseemos, y si mientras nada sabemos de ellas y no
hemos declarado nuestra resolucin de querer poseerlas, no
existe ms que una simple relacin de lugar respecto de las
mismas, no obstante, parece que hubiera quiz podido concederse la simple declaracin de la voluntad, el mismo efecto
que en el caso anteriormente examinado de la tradicin. Pera
la jurisprudencia romana exige adems, en todos esos casos, la
manifestacin real de la voluntad, el hecho de tomar la cosa.
Ciertamente, algunos juristas antiguos quisieron prescindir de esta condicin en cuanto al tesoro. Consideraban: continuo
me possidere simulatque possidendi anilit212 1101mero, quia quod desit
pero la
N ATURALI possessioni, id Ab:IMUS implet (L. 3, 3, h. 1.);
42
BIBLIOTECA JURDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
43
de la propiedad, y sin que haya ejercido por si mismo la servidumbre, lo cual no es ms que una excepcin aparente.
El derecho anterior exiga tambin en este caso, que la voluntad se hubiese manifestado realmente, por medio del ejercicio de la servidumbre, y el Edicto pretorio pona disposicin del comprador un interdictum ADIPISCENDiE possessionis especial (R. 2, 3, de interd., 43, 1), para en el caso en que tropezara con alguna resistencia.
La jurisprudencia no tuvo escrpulo de ningn gnero
para conceder los interdictos cuasi posesorios ordinarios, tanto
al sucesor universal como al singular, en atencin la posesin de su autor (1). El punto de vista que la diligia, era la
idea, perfectamente exacta, de la naturaleza abstracta del sujeto de la servidumbre predial (cualquier propietario), y por
lo tanto, de su identidad, pesar del cambio de personas. Desde este punto de vista decida todas las cuestiones concernientes la servidumbre predial, como la referente al valor de la
cosa juzgada en pro en contra del sucesor, de la sentencia
dictada en pro en contra del predecesor, las relativas al usus,
al non usus y los uitia possessionis en la cuasiposesin; debiendo tener la misma autoridad en la cuestin de la existencia
de la cuasiposesin. Si el predecesor haba tenido la cuasiposesin, el sucesor la tiene tambin, sin que sea preciso un acto
de ejercicio por bu parte; ambos forman jurdicamente, en lo
que la servidumbre se refiere, una sola persona, y lo que
verdad respecto de la una, lo es tambin respecto de la otra.
Prosiguiendo en sus consecuencias la direccin del punto de
vista establecido en la posesin de los derechos, de la identidad de la persona del heredero con la del difunto, los romanos
hubieran podido llegar admitir el paso al heredero, con la
adiccin de la herencia, de la posesin de las cosas, al igual
que la posesin de los derechos; pero no ha ocurrido as. Faltaba al efecto un inters prctico, porque la hereditalis petieio
re daba al heredero, en lugar de los interdictos posesorios (2!,
Int. de itidere (1, 3, 6 10), de itin. (43, 19), de agua (1,, 1, 37!, idem (41.
(1)
rnd, (5, 5).
3). ,S'i
29), et ltece ,,,sso ribw denitur 10o-dieta et emtori (L,
hiredientis,
petirio.
He llamado la atencin acerca de esta funcin de la
(2)
...-tpletoria de los interdictos posesorios, en mi disertacin inaugural: De la
44
BIBLIOTECA JURDICA
(traducida de Tiraquell:
motuns laca POSSESSOREM vivant sine. Ola apprehensione) Lacharid, Handbuch des
franzosisehen Civilreehts,
vol. 4, 609). Los germanistas discuten acerca de si,,
45
El espiritualismo antes mostrado en la manera de tratar la
relacin posesoria, no so armoniza muy bien con la regla que
hasta los juristas romanos conservan, y segn la cual para adquirir la posesin es preciso la apropiacin corporal de la cosa.
Tal hace Pablo, cuando dice (R. S. V., 2, 1, y L. 8, k, t.): possessionem arquiri CORPORE et animo. Sabido es que corpus, en estos
dos textos, no tiene el sentido que hoy le damos: la relacin
corporal con la cosa (1), sino la manifestacin real de la voluntad
de apropiarse la cosa. En rigor, la regla no poda ser ya mantenida, ni aun en el sentido propio de la doctrina romana, pudiendo refutarse Pablo con sus propias palabras, citadas ms
arriba: non est enim CORPORE... necesse adprehendere possessionem.
A los juristas romanos mismos no se les ha ocultado esto. As
ocurre que Juliano, para rechazar la objecin, quod a nullo coRLA VOLUNTAD EN LA POSESIN
46
apropiarse la cosa, pues que una simple declaracin de la voluntad no basta, por lo que el jurista acude al expediente de
sustituir la mano real con la fingida, suponiendo una prolongacin de aqulla. Pero en otro sitio, en la L. 51, t ., rinde
homenaje la verdad diciendo: ANIMI QUODAM GENERE posscssio
erit cestimanda, reconociendo as abiertamente, que la condicin
de realizacin real de la voluntad de poseer (corpore), no debe
ser mantenida, debiendo ms bien ser reemplazada, por una
realizacin ideal espiritual (animi !podan' genere).
La circunstancia de que hoy damos la expresin corpus,
un sentido distinto del que le daban los romanos, ha entrado
por mucho en la inobservancia del hecho que acabo de sealar.
Para nosotros, nada tiene de extrao admitir que la posesin se
adquiere, sin apropiacin real de la cosa, porque nuestra nocin actual del corpus, est concebida de una manera bastante
amplia, para poder comprender tambin la apropiacin espiritual. Pero esto no cae en modo alguno bajo la nocin romana,
por lo que, la regla indicada sobre la adquisicin de la posesin, nos presenta uno de los casos tan frecuentes en la historia del desenvolvimiento de la jurisprudencia, romana, en los.
cuales la frmula doctrinal tradicional se ha revelado como
insuficiente, habida cuenta el progreso real del derecho, sin
que, no obstante, se haya reemplazado por una mejor.
El lenguaje moderno, con relacin al corpus, ha tenido para
nosotros otra consecuencia ms peligrosa an. Nosotros descomponemos la relacin posesoria en dos elementos: corpus y
animas: entendiendo por el primero, la mera relacin de lugar
con la cosa, y por el segundo, el acto por el cual la voluntad
se aprovecha de esa relacin, y hace de ella una relacin de posesin. Colcanse de este modo el corpus y el animus en una.
sola y nica posicin, como dos elementos completamente ind ependientes, riesgo de caer en el error de creer qu el corpus.
seria posible sin el animus, al modo como el animus
es posible
in el corpus. De esta manera, la merarelacin de lugar adquiere
la importancia de un factor que precede al animes, que le pre--
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
}la
3,1bo
BIBLIOTECA JURDICA
48
luntad de poseer, tal cual yo la entiendo, aadir el siguiente,
muy propsito:para ensearnos lo que los juristas romanos enSententie receptce (V. 2, 1):
tendan por corpus. Dice Pablo en sus
Possessionem acquirimus el animo el corpore: animo utique nostro,
corpore vel nostro vel alieno. Yo he com prado rboles, que deben
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
49
50
COMO momento
BIBLIOTECA JURDICA
decisivo, al cual vena unirse luego corno segundo momento la opinio necessitalis. En realidad, la relacin
es la misma que en la posesin. En el derecho consuetudinario
el inters es tambin el que pone en movimiento la volunfrW:
el inters que la sociedad tiene en la conservacin de un erden dado, no teniendo aqu tampoco el corpus otra imi-ortan
cia, que la de sr la manifestacin real de la eoluntad. Aun CI:altdo el derecho consuetudinario no se ha formado inmediatamente como tal, sino que ha recorrido primero la fase del it .q o
costumbre (Sitie) jurdicamente no obligatorio, la veld tad
es quien lo ha creado, tomando en l cuerpo, y conservando
esta funcin cuando luego crea el derecho consuetudinario,
esto es, cuando la conviccin de la fuerza jurdicamente no
obligatoria de la costumbre, se transforma en conviccin de
una fuerza jurdicamente obligatoria. La voluntad no hace
su vez en ese punto sino manifestar, con una potencia udis
elevada, el poder de trazar y sealar la vida el camino que
debe seguir; el corpus es tambin en este caso una manife ta
cin real: la obra del animus.
IV
Condicin de la voluntad en la relacin
de simple tenencia.
BIBLIOTECA JURDICA
52
que tiene un doble significado: la relacin posesoria jurdicamente protegida, y los casos en que el derecho admite la posesin, pesar de la falta de corporales possessio. En un sentido
ambas expresiones se refieren los efectos, y en otro las condiciones presupuestas de la posesin.
Nuestra jurisprudencia actual ha sido la primera en colmar
este vaco, creando la expresin de que se trata, con lo cual se
nos ofrece un hecho que la distingue, ponindola por encima
de su maestra romana. No tiene esta ltima expresiones tcnicas para una porcin de relaciones jurdicas de las ms us ',ales
(por ejemplo, la copropiedad, el copropietario); no se ha preocupado con la necesidad de una designacin tcnica de semejantes relaciones, revelando en este punto del lenguaje una
sorprendente impotencia. Nuestra moderna jurisprudencia la
ha superado en este respecto de un modo notable, sabiendo
apreciar plenamente, y satisfacer de un modo adecuado, las exigencias de un lenguaje cientfico propio, con lo cual ha sabido
mejorar de un modo considerable la teora jurdica romana.
Conviene, sin embargo, no olvidar, que la lengua jurdica de
los romanos, fuera de un pequeo nmero de trminos tomados
del derecho griego, y conservados bajo su forma griega, coincida con la lengua del pueblo, faltndole, como sta, la precisin exacta y cientfica, mientras que nuestro lenguaje del derecho, con excepcin de un corto nmero de trminos pertenecientes al lenguaje popular, se ha formado por entero en el terreno de la ciencia. Este aislamiento lingstico ha facilitado
extraordinariamente en la ciencia, la formacin de nuevos trminos del lenguaje. Donde el jurista habla la lengua del pueblo, y el pueblo la lengua del derecho, no es fcil producir trminos cientficos jurdicos; pero all donde el jurista habla su
propia lengua, la ciencia puede sin dificultad hacer pasar los
trminos especiales por ella creados. Si se procura comparar el
lenguaje artstico del derecho de los romanos, con el de los modernos, producir seguramente asombro la pobreza del primero
y la riqueza del segundo. Por mi parte, recomiendo los jvenes este terna: comparacin del lenguaje artstico romano
con el moderno; su estudio permitirla escribir una pgina hoy
en blanco, y la cual tendra importancia superior, para caracte-
53
rizar adecuadamente nuestra jurisprudencia actual, enfrente
de la jurisprudencia romana.
Decamos, pues, que la descomposicin diferencial de la
relacin posesoria en posesin y tenencia, no cae dentro de la
concepcin del pueblo, lo cual no impide que la nocin general de la posesin en el lenguaje, no se aplique por entero
ambas. Todo cuanto hemos dicho ms arriba acerca de la necesidad de la condicin de la voluntad, y de su manera de manifestarse en la formacin de la relacin posesoria, es aplicable lo mismo la tenencia que la posesin; y en lo concerniente las condiciones constitutivas legales de la relacin posesoria, esta distincin no entraa consecuencia alguna, por
cuanto que tenencia y posesin, estn sometidas las mismas
condiciones: corpus y animus. La misma teora subjetiva no lo
pone en duda, porque la distincin que cree admisible en la
voluntad de poseer, segn que se trate de la posesin de la
simple tenencia, deja respecto de sta intacta la voluntad; advierte el fundamento de la tenencia, no en la falta de voluntad, sino en una calificacin especial de la voluntad de poseer.
Las fuentes reconocen expresamente la condicin de la voluntad para la tenencia, en cuanto exigen para la adquisicin
de la posesin por representante, la capacidad de la voluntad
de este ltimo (L. I, 9 y 10, h. t.: Ceterum ille, per quem voluLA VOLUNTAD EN LA POSESIN
la persona en el poseedor, debe ser de otra clase, no se resuelve por el momento; pero se puede adelantar la negativa,
teniendo en cuenta que Pablo, en el prrafo 3. de ese texto,
donde exige la condicin de voluntad en la persona del poseedor que adquiere para s mismo, se sirve tal propsito de
la expresin affectionem TENENDI, y en los prrafos 9 y 10,
donde habla del que adquiere para otro, se sirve de la expresin intellectum POSIDENDI: en Sus labios, animus tenendi y
possidencli tienen un valor completamente igual.
Lo que acabamos de decir viene ser en el fondo lo mismo
q ue antes hemos indicado (III), pues no se trata sino de una
prueba ms de que la proposicin general que hemos formu-
54
BIBLIOTECA
u RhincA
Fundamento de la
14,t
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
55
56
BIBLIOTECA JURDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
57
nave un punto determinado de un ro pblico de un puerto. Ambos tienen ocupados el puesto, y pueden, en su virtud,
mantenerse en su ocupacin por la fuerza. Lo mismo ocurrecon la toma de posesin de las cosas objeto de una propiedad
privada entregadas al uso pblico, tales como los asientos en
los coches de los ferrocarriles, las sillas y los peridicos en las
fondas. No me importa saber por el momento si se ha de admitir aqu una tenencia nacida de un contrato, y por tanto,
relativa. En todos estos casos hay, no una simple relacin de
lugar, sino una relacin de tenencia, en cuanto que la voluntad se ha incorporado en la relacin con la cosa; y el que trate
de arrancar esta cosa de mi poder, ataca mi voluntad, y, por
consigui(nte, mi personalidad, que tengo el derecho jurdicamente, y el deber socialmente, de defender. En cambio, no
tengo el derecho de emplear la fuerza contra el que me precede
en la ocupacin de esas cosas. El cazador que mata la pieza
perseguida por otro, no comete injusticia con respecto de este
ltimo: cada cual puede adelantarse los dems en la apropiacin de las cosas que estn sin poseedor, aun cuando fuera
visible la intencin de stos hacia ellas, y su relacin en el espacio fuese ms prxima; basta entonces slo haba entre su
persona y la cosa una mera relacin material, sin importancia
jurdica.
La accin.El medio jurdico destinado en general la proteccin de la posesin y de la tenencia fuertemente, es la actio
injuriarvm (1). Presupone, como la defensa propia, que el demandante tiene la cosa en su poder, sea en forma de posesin,
sea en la de tenencia. Quien trate de arrebatarme una cosa que
tengo, ataca mi voluntad, realizada en la relacin con la cosa,
esto es, ataca mi personalidad; estando precisamente destinada
proteger sta, la actio injuriarunz. Tal condicin no existe en
la cosa que yo no tengo todava, pero que yo cuento apropiarme:
el derecho no protege la simple intencin, sino la voluntad
realizada.
A la actio injuriarum, que se aplica todas las formas abso(I) Sobre lo mismo, vase mi disertacin en mi Jahrtuchern, xxin, nmero 6.
58
BIBLIOTECA JURIDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
y
Relacin de la tenencia y de la posesin
segn las dos teoras.
Qu le falta la simple tenencia para constituir la posesin? Entindase que, salvo indicacin contraria, en adelante
me referir la tenencia relativa.
Pues bien: segn la teora reinante, el animus rent sibi habendi animus domini. La voluntad del tenedor no tiende poseer la cosa para s, sino para el seor dueo de la posesin
(Besitzherrn). Segn esta teora, la diferencia entre la posesin
y la tenencia, descansa en una calificacin de la voluntad de poseer. El derecho no hace ms que sacar las consecuencias de la
voluntad, concediendo la posesin al poseedor que quiera tenerla, y negndola al tenedor que no la quiere.
Segn mi teora, la importancia de la voluntad para la doc.
trina de la posesin, estriba por entero en la distincin hecha
antes (III, IV) entre la relacin posesoria en su sentido lato,
tal cual la hemos definido, y la simple relacin de lugar. La
distincin entre posesin y tenencia no se funda en la voluntad de poseer, no nace de ella, pues es exactamente la misma
en el tenedor y en el poseedor. En uno y otro existe el corpus
y el animus, y si el primero tiene, no la posesin, sino la simple tenencia, el fundamento de esto est, segn la teora objetiva, en el hecho de que movido por motivos prcticos, el
derecho, en ciertas relaciones ha quitado los efectos de la posesin al concurso, perfectamente realizado, de las condiciones
de esta ltima.
Hay casos en que una frmula algebrica puede contribuir
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
61
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
6S
Ms arriba quedan desenvueltas las consecuencias que ambas frmulas implican. De los cuatro elementos, con los cuales funcionan, los dos que les son comunes, a y c, ya han sido
explicados (m), en vista del fin que perseguimos, mientras que
los otros dos, x y n, slo han sido ligeramente indicados hasta
aqu. Piden un estudio ms profundo. Para el del primero me
remito ms adelante (XIV), pasando ahora tratar inmediatamente del segundo.
Dejemos por algn tiempo la relacin de tenencia relativa,
la nica que aqu nos importa, para fijarnos en la absoluta._
Debemos considerarla con un doble propsito. En primer lugar, nos proponemos probar que, realmente, nuestro n, por el
momento totalmente hipottico, es conocido del derecho romano evid( ncia histrica de n---y que, por consiguiente, no introducimos nada de extrao en s, al derecho romano, al servirnos de n para explicar tambin la relacin de la tenencia relativa. Nos proponemos tambin hacer ver por la forma que reviste ee factor, su naturaleza y su funcindefinicin de n
al efecto de poder aplicar el resultado obtenido la relacin
de tenencia relativa.
Las res extra eoinmercium no pueden, segn el derecho romano, ser objeto de la posesin. No dice si slo es cuando el que
las tiene en su poder conoce su cualidad tambin aun cuando
la ignore. El nico texto de nuestras fuentes que esa relacin
se refiere, la L. 11, h. t., habla del caso en que un individuo
entierra un cadver en su fundo, sabiendo, debiendo saber,
que el sitio se convierte en un locas religiossus, determinando la
prdida de la posesin, que motiva de este modo:
Nainquant locura religiosuni aut sacrum non possumus
possidere, etsi contemnamus religionenz el pro privato eum
teneanius sieuti honzinenz liberunt.
La doctrina reinante admite que la imposibilidad de la pusesin de las res extra coniznereium es de naturaleza objetiva, y
que, por tanto, el conocimiento la ignorancia subjetiva nada
tienen que ver en la cuestin, estimando yo que tal opinin
es la cierta. Ms tarde tendr ocasin de indicar el fundamento
que en mi concepto impone esta solucin.
BIBLIOTECA JURDICA
como fundamento esta opinin, tenemos inmediatamente nuestro n. Las condiciones positivas de la posesin
vense aqu desprovistas de su efecto ordinario; a + c segn
teora,
, a + + e segn la teora subjetiva, no engenn
dran aqu x, sino y; el fundamento no puede, pues, radicar
ms que en el factor negativo n, que priva aqu de su efecto
las condiciones positivas; surge aqu un impedimento posesorio
legal, el cual se interpone en el camino de la posesin. Segn
lo que ms arriba queda dicho (IV), es intil hacer notar que
es preciso admitir y, y no una mera relacion de lugar.
Tenemos otro caso de relacin de tenencia absoluta en la
teora de posesin del fundo de un ausente. En tal caso, la posesin del ausente no cesa de un modo inmediato, y como una
compossessio plurium 'in solidum es imposible, resulta que el ocupante (occupant) slo obtiene la tenencia; pero como no tiene
la intencin de poseer para el ausente, sino para s mismo, la
tenencia es absoluta. La realidad positiva, completa, de la posesin, manifistase en la persona; esto es, no concurre slo el
a + e de nuestra frmula, sino tambin el a de la teora subjetiva: el animus rem sibi habendi, el animus domini. Tambin en
este caso es nuestra n quien priva de sus efectos ordinarios
las condiciones positivas de la posesin.
Al lado de estos dos casos de tenencia absoluta, los cuales
podramos aadir otros, por ejemplo, la tradicin de fundos de
parte del colonono transmite la posesin por falta de possessio vacua,cabe poner uno de tenencia relativa: la de las personas que componen la familia, por el jefe de la misma. Tampoco aqu el obstculo contra el cual tropieza la posesin es
de naturaleza subjetiva; es de naturaleza objetiva; opnese
su posesin, aun cuando tengan motivos jurdicos para creerse
capaces de poseer, por ejemplo, el hijo de familia que recibe
la falsa noticia de la muerte de su padre, el esclavo instituido heredero en un testamento cuya nulidad ignora. A pesar
-del animas rem sibi habendi, su relacin posesoria conserva
un
carcter de tenencia, porque el motivo que le ha impreso ese
carcter hasta tal momento, la relacin de poder, contina
existente. Tampoco aqu, como se ve, se excluye la posesin
por la falta de -J; tal exclusin es obra de nuestra n, la regla de
Tomada
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
65
2.
3.
4.
Jurdico-positiva.
Practica.
De ndole objetiva,
bb
BIBLIOTECA JURDIOA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
67
68
BIBLIOTECA J URDICA
En cuanto las res extra conone cium, el fundamento prctico de exclusin de la posesin no est tan la vista. No hasta
invocar aqu simplemente la regla que he formulado en otro
posesin.
sitio (1), que donde no hay propiedad, no puede hbe
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
69
URDICA
BIBLIOTECA J
70
na. Segn la teora subjetiva, el motivo de la tenencia es de natnraleza subjetiva, obra en la persona del tenedor, en la imperfeccin de su voluntad de poseer. Pero, como ya se dijo, en las
tres relaciones indicadas antes, ese motivo est por encima de
su persona; en la segunda y en la tercera, es el inters de un
tercero, al cual el derecho entiende conservar reservar la posesin; en la primera lo es el inters extrao toda persona
determinada, del mantenimiento del destino social de las cosas. Podernos, pues, decir que en todas las relaciones de tenencia, excepto la contractual, que aun no hemos decidido, la razn de ser de la tenencia reside, no en ella misma, sino en un
inters que le es extrao: en suma, la nocion de la tenencia no
es otra cosa aqu que un efecto jurdico reflejo.
No es preciso demostrar que ese-cuarto rasgo caracterstico
del obstculo de la posesin se representa en el obstculo de
la usucapin.--E1 paralelismo entre ellas es, pues, completo;
todos los rasgos caractersticos de nuestra n se aplican uno y
otro.
He indicado el aspecto que presenta nuestra n en las relaciones de tenencia . citadas, y he mencionado por tal modo los
puntos que debern fijar nuestra atencin, en lo relativo la
tenencia contractual. Nuestra n revestir la forma siguiente:
El tenedor ve que se le niega la posesin, no por motivos existentes en su propia persona, porque no tiene el animas domini,
sino en inters del dueo seor de la posesin, y para conce
derl.e la posicin jurdica del poseedor. Como no es posible
una doble posesin, es preciso nece s ariamente, para conciliar
la relacin posesoria del tenedor con la posesin del dueo,
reducirla una simple posesin. En resumen, tiene fin, de que
otro posea, al igual que- el que se ha apoderado del fundo de un
ausente, como la persona sometida. En estos ltimos casos
es la posesin del ausente la del jefe de familia; en las relaciones contractuales trtase de la del dueo, que constituye
nuestra n y que impone la relacin posesoria del tenedor el
sello de la mera. tenencia.
Esta configuracin de la relacin es posible, no slo desde
el punto de vista, de una teora abstracta de la posesin, sino
tambin desde el del derecho romano, en cuanto no introduce
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
71
BIBLIOTECA JUEDDICA
72
por l: la divergencia de su an'invtinencia, admitida y querida
no ejerce influjo alguno.
por
Gayo II, 58, III, 201, habla del neeeesariuR hese (la adicin de ,ylio l
a
primer texto, admitida por Huschke, no est, autorizada por el manuscrito;
vase la edicin de Studemund), lo que hara comprender tambin al esclavo
i
nstituido en el testamento: pero la L. 2, Cd. pro &red, 17, 29', dice expresa-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
7a
hereditarias con efecto de usucapio pro heredes, era posible, aunque ya hubieran hecho la adicin de la herencia, siempre que
no se hubieran posesionado de ella (1). Lo que constitua si no
el motivo, lo menos, la presuposicin de este singular derecho, no era, pues, la circunstancia de que las cosas hereditarias no estuviesen en propiedad, sino que no estuviesen sin poseedor (2).
De donde resulta que, en caso de existencia de sui heredes,
no pueden haberse considerado las cosas hereditarias como si
estuviesen sin poseedor, si gno ms bien se debe de haber concedido los hijos de familia, la posesin, as corno la propiedad,
la muerte del padre. Pero cmo se armoniza eso con la regla
segn la que, para adquirir la posesin, es preciso la aprehensin, regla en la cual no se hace excepcin alguna en favor de
los herederos? Todo ello, simplemente, porque de hecho, los
sui heredes se encontraban ya coposeedores de las cosasin possessiane esse(3). La desaparicin de u (patria potestad), que
hasta entonces se encontraba frente su posesin, haba tenido
como consecuencia necesaria convertir su tenencia en posesin.
Tocante al acto exterior de aprehensin de mera declaracin
de voluntad, slo era precIso en los dos casos que acabamos de
referir (4). Nuestras explicaciones acerca de la necesidad de la
aprehen s in, para las cosas que se encontraban ya en nuestro
poder, no estn en contradiccin con lo que antecede. llendel Cdigo, que es un rescripto, no ha atendido ms que la especie de que
trata? No insistir aqu sobre esto punto que no me interesa; pero, de todos
modos, conviene no pase inadvertido, pues no seria imposible que lo que era
verdad de los hijos de familia, se aplicase tambin los esclavos, porque tam,
bin stos se encontraban, do hecho, ira possessione de las cosas del jefe de familia, pudiendo la libertad y la propiedad que sobrevenan, producir para ellos
tambin la conversin antes mencionada de la tenencia en posesin.
(1) Gayo II, 52; Pablo, S. R. II, 31, 11; L. 1, 15, Si is qui test. (47, 4);_
L. '21, 1, Exp. her. (47, 19j.
POSSESSIONIS furtum fieri, de,
(2) L. 1, 15, Si is qui test. (47, 4) Seo:m(4a
irise, si nullus sit possessor, furtum negat
(3) Y. luego (VIII).
(4) Segn la opinin dominante, era preciso una aprehensin; vase, por
ejemplo, Puchta, rursus de fnstitutionen, 239, nota ff En el nceessarivt
no hay nunca al propio tiempo adquisicin de la posesin y del derecho de
herencia, porque este ltimo se verifica ip.o.poT.
BIBLIOTECA JURDICA
74
rense, en efecto, al caso de la conversin de la simple relacin
de lugar en una relacin de posesin, mientras que aqu se trata de la conversin de la tenencia en posesin, Ahora bien: sabi
do es que sta puede producirse sin acto exterior, por la mera
modificacin de la causa 20" istraditio brevi man realmente
hubiera sido absurdo exigir del suus un acto particular para consignar lo que ya de por s estaba consignado, saber, que en
adelante quera poseer en lugar de tener (1).
La opinin antes desenvuelta explica satisfactoriamente
una regla del derecho antiguo, que era costumbre considerar
como una singularidad, ponindola adems en armona con la
de que la simple posesin excluye la usucapio pro herede. Po
&la objetarse, sin embargo, que es imposible atribuir al pueblo antiguo romano, la inteligencia del poder de la accin lgica de nuestra Sin duda! Pero no hace falta llegar tan all.
Nosotros nos colocamos por entero al nivel de la apreciacin
primitiva del pueblo romano. Todo romano saba que los hijos
no eran jurdicamente capaces de ser propietarios; pero eso no
impeda que en las relaciones de hecho de la vida, se les considerase como propietarios, aun vivos sus padres (2), no teniendo
los juristas inconveniente en aceptar tal manera de ver. La
relacin de posesin de los hijos en la casa paterna no era un
secreto, ni aun para la gente del pueblo; saban que no era una
posesin en el sentido jurdicocivi,/is possessio,--si no simplemente en el sentido naturalnaturalespossessio(VIII). Ahora
bien: en ese sentido se poda conceder los hijos la coposesin
sobre la casa del padre al igual que la propiedad. Si estaba
ste ausente y haba dejado sus hijos en la casa, stos eran
los que ejercan la posesin en su lugar. Si mora, se habra en
verdad de exigir respecto de ellos un acto especial para apropiarse la posesin? Esta idea slo podra ocurrirse un jurisconsulto que partiese de la nocin falsa, segn la que la con(t) Del propio modo ocurra que la posesin ttulo de prenda por parteacreedor instituido heredero, se converta en posesin ttulo de propiedad, segn la L. 85, de acq. rer. (29, 2): lieet nihil attingat hereditarium.
Vase,
acerca, de esto, mis Vermisdhten Sehriften,
pg s- 5 y sigs.
(2) Vase la comprobacin en mi Ev. del D. E., vol. 2., 4, A ed., pg. 214;
a 234. Cito all las decisiones de los juristas, que aqui resumo.
75
versin de la tenencia en posesin, debe ser anunciada por un
acto exterior. Una concepcin tan artificial era seguramente
contraria la intuicin primitiva del pueblo; bastbale que
de hecho la relacin posesoria existiese ya en la persona de los
hijos. No deba costarle trabajo alguno concebir la idea de que
en adelante la naturalis possessio se convirtiese en cieilis possessio. Lejos, pues, de tener que recurrir nuestra u para atribuirla la concepcin popular de los antiguos romanos, y explicar de ese modo la forma que ha dado las cosas esta concepcin, sirve para procurarnos un argumento en pro de la necesidad prctica del estado de las cosas, tal cual nosotros lo
sostenemos. Con su certero tacto, el antiguo pueblo romano,
ha encontrado lo que implica la frmula sealada por nosotros,
para la posesin y la tenencia: la desaparicin de u, en la frmula establecida para la tenencia, y a e -- u, produce el
concurso de las condicions positivas de la posesin, x =
a
c: en otros trminos, la muerte del padre, la tenencia
del hijo de familia se converta, ipso jure, en posesin.
Debo ahora fijarme en otra objecin. La opinin antes admitida, de que la muerte del padre la tenencia de los hijos
de familia se converta en posesin, supone que realmente han
tenido, lo que no se verifica en los hijos, que en tal momento
estuvieren ausentes, que no pudieran tener, por incapaces de
voluntad: respecto de ellos, pues, la usucapio pro heredes hubiera debido realizarse. La objecin se sirve de un punto de vista
que en ms de una ocasin ha confundido la exacta inteligen cia de las instituciones jurdicas, pero cuya falsedad no es difcil de demostrar. Lo mismo que los particulares en sus actos
de voluntad, el legislador puede erigir en condiciones las reglas de derecho, las hiptesis que lo determinan establecer
esas reglas. La condicin ofrece el medio de dar los motivos
un influjo determinante sobre el acto jurdico. En ese caso, la
disposicion legislativa, al igual que la disposicin individual ,
no entra en vigor sino cuando la hiptesis, sobre la cual ella se
funda, existe. Pero el legislador no est obligado servirse de
esta forma: puede siempre no conceder las razone s que lo han
determinado establecer la regla ms que el influjo de ing
tiros legislativos. En ese caso, la aplicacin de la regla es en
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
BIBLIOTECA JURDICA
76
particular independien te de la existencia de los motien general, existirn; y en pro deves. El legislador ha dicho:
la aplicacin fcil de la regla, tomo por base este estado normal de las cuas, aceptando las excepciones presentables (1),.
As ocurre, por ejemplo, que el derecho romano no ha desconocido que individuos aislados, puedan alcanzar una edad
menos avanzada, el grado de madurez necesario, que implcitamente atenda al fijar el comienzo de la mayor edad, teniendo la previsin de salvar, mediante la venia alatis, los inconvenientes que podran surgir en tales casos causa de la disposi
cin general; pero esta consideracin no ha sido obstculo, y
con razn, para dar la regla una forma general.
Lo mismo pasa exactamente en el caso indicado. En la exclusin de la usueapio pro herede, en caso de sui heredes, el derecho antiguo ha partido de la idea siguiente: de ordinario,
esos herederos se encuentran en coposesin de la herencia pa-terna, y esta posesin de las cosas para la. usucapio pro herede.
prescribir en cuanto no se haya realizado la hiptesis de la falta de posesin que se refiere. Ahora bien: lo que es verdad
para el caso ms frecuente, debe valer tambin para el excepcional en que el hijo est ausente sea aun injans.
Creo, con lo expuesto, haber demostrado, respecto de varios casos de aplicacin, la realidad de las dos consecuencias
que encierra nuestra nocin del obstculo de la posesin; en.
caso de admisin equivocada del obstculo: posesin; en caso
de desaparicin: conversin de la tenencia en posesin. Si
nuestras fuentes reconocen esas dos consecuencias, slo una
de ellas, para la tenencia contractual, de que hasta aqu no se
ha tratado, la exactitud de nuestra frmula y = a + c n ser
demostrada, lo menos en parte. Sin querer, por lo dems, precipitar nuestra exposicin ulterior (XV), mencionar por de
pronto una decisin de las fuentes que pone esas dos consecuencias al abrigo de toda , duda.
Uno toma en arriendo un fundo de que en realidad es propietario, imaginndose que aquel que se lo da en arriendo es
el verdadero dueo.
un
caso
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ms los puntos hacia los cuales debe dirigir su atencin la teora objetiva.
Paso ahora aplicar el mismo mtodo la teora subjetiva, sealando los puntos que nuestra critica de esta teora tendr que examinar. A este efecto dejar la misma teora subjetiva construirse por s, la vista del lector, y colocar en un orden rigurosamente lgico todas las proposiciones
que deba formular y sentar. Lo har, cual si yo mismo estuviese perfectamente convencido de su exactitud, y como si no
tuviera otro deseo que motivarla de la manera ms slida.
VI
Construccin dialctica de la teora subjetiva.
Plan de la discusin.
Qu es lo que con este trabajo me propongo? No slo reproducir la teora subjetiva; de ella he dado ya desde un principio lo ms sustancial (II), y si aun faltan algunos puntos,
ocasiones ms favorables se presentarn de tratarlos. Mi intencin es, ms bien, mostrar al lector la construccin lgica dialctica de la teora subjetiva. No es, en verdad, raro,
en las deducciones cientficas, que las condiciones intermedias, de menor importancia al parecer, se pasen en silencio;
que es lo que en el presente caso ha ocurrido. Los defensores
de la teora subjetiva, no se han dado cuenta de todas las pro
posiciones aisladas, de que tenan necesidad para su objeto. Vamos por nuestra parte colmar estos vacos. A este fin, me he representado de la manera ms exacta posible, el camino que debera seguir si yo tuviera que fundamentar la teora subjetiva,
imponindome, en su virtud, una deduccin rigurosamente
lgica, cuyos trminos todos se relacionan entre s, sin dejar
lagunas, sin prescindir de los eslabones intermedios, sin dar
salto alguno. Todo el engranaje lgico de la teora subjetiva
va ser puesto as en claro ante el lector. No me he limitado,
pues, exponer lo que los defensores de esta teora han pena
sado, sino que he atendido lo que hubiera?' debido pensar, si
hubieran querido motivar su teora de una manera rigurosamente lgica. El trabajo que yo he consagrado este objeto
dar sus frutos en la refutacin de esta teora (XV); all se
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habendi.
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tamos autorizados para admitirla por la misma razn en todos
los dems casos en que el derecho romano admite la posesin;
el tenedor, segn el derecho romano, no tiene el atlimus possidentis. El colono, el arrendatario, el comodatario, se dir, reciben la cosa, no en inters de aquel que se la entrega: ut, ope
ram dantaxat suam accommodarent, sino en inters propio; pero
tal objecin no debe detenernos, porque si quieren tener la
cosa para si, eso no impido que tengan la posesin para quien
se la haya dado, siendo necesario tan slo hacer una distincin rigurosa entre la cosa, mejor, la aplicacin real de la
misma los intereses de esas personas, y la posesin, que no es
necesaria para tales intereses. La posesin no la tienen para si,
sino para aquel de quien recibieran la cosa; su relacin en este
supuesto no implica otra cosa, en derecho, que el ejercicio de
la posesin ajena. La relacin de tenencia de propio inters
tiene, respecto de la posesin, el mismo carcter que la tenencia por procuracin: es posesin representativa.
4) El carcter comn de todas las relaciones de tenencia
consiste en que el tenedor no quiere ocupar la cosa sino de un
modo pasajero. Aqu descubrimos un elemento importante
para fijar la distincin que debe hacerse en la voluntad de
poseer: la direccin de sta hacia una posesin permanente,
hacia una temporal pasajera. El poseedor regularprescindiendo de los casos de posesin derivadaquiere tener la cosa
de una manera permanente, para siempre. Pudiera decirse que la
voluntad del poseedor es tener la cosa de una manera duradera,
y la del tenedor de una manera pasajera.
5) Con esta distincin relacionar otra de una manera muy
estrecha. El tenedor tiene su relacin posesoria de otro respecto de quien se obliga devolverle ms tarde la cosa, y al
cual, por esto, reconoce como su derechohabiente. La tenencia se
caracteriza, pues, como una relacin de dependencia, jurdicarechtliches bhiingigkeitsverhalliness,reconocida por el mismo
tenedor.
Sin duda que el poseedor puede ser tambin constreido
por medio de los interdictos posesorios entregar la cosa al propietario al poseedor anterior, pero su intencin.---y para calificar la voluntad de poseedor hay que atenerse ella slo,
85
retener la cosa para l; no les reconoce como derechohabientes de hecho. La posesin implica una pretensin de autonomaSelbstindigkeit,de independencia, por lo que la tenencia
contiene respecto de la relacin posesoria un reconocimiento
de sumisin, de dependencia, de inferioridad.
6) El prototipo de esta autonoma querida del haber personal y permanente, de la independencia de la relacin posesoria, respecto de cualquier otra persona, es la propiedadEigenthum;--la que al proporcionarnos, con relacin al lado
objetivo de la posesin, el ms fecundo de los puntos de vista
para definir exactamente la nocin de la posesin, nos sirve tara bien, con relacin al lado subjetivo, para definir exactamente
la voluntad de poseer. Esta tiende la afirmacin de hecho de
la posicin del propietario. El poseedor es aquel que, aun sin
ser propietario, se conduce, no obstante, como tal; aquel que,
aun sin poseer sin creerse poseedor como propietario, entiende,
sin embargo, tener la cosa como un propietario, al modo de un
propietario. La expresin que revela perfectamente esta voluntad es la de aninius domini; se deriva de la empleada por Tefilo (II, 9, 4; 111, 29, 2) este efecto; (fuzi ' EG. Tc6o ,d7.0;. Con esta
frmula se resuelve el problema de la voluntad de poseer: pue
de resumirsele como la pretensin la situacin del propietario
Prfention der Eigenthumstellung, algo ms ampliamente,
como la intencin de tener la cosa permanentemente, con autonoma, independientemente respecto de tercera persona, la manera, en suma, del propietario.
7) Llevada esta voluntad hasta sus consecuencias ltimas.
se hubiera debido admitir tambin la tenencia en ciertos ca
sos de posesin derivada, donde hay tambin una relacin pasajera en la cual el que tiene la cosa reconoce otro por encima de l, como derechohabiente, de quien ha recibido su poder, y quien est obligado devolver la cosa una vez terminada
su relacin con ella. Cuando el derecho romano admite aqui la
posesin, es por una anomala fundada en razones histricas
prcticas. Se puede, sin embargo, aun respecto de esta situacin, hacer valer una consideracin que la hace accesible
al pensamiento jurdico. Considerada, dice Savigny ( 9),
como un derecho, la posesin puede ser enajenada; en su vir-
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tud, el poseedor verdadero y originario, puede transferir el derecho de la posesin, aquel que ejerce la propiedad en su
nombre.
Esta excepcin de la regla, fundada en una disposicin positiva, no puede admitirse ms que en los casos en que las
fuentes la reconozcan expresamente.
Por mi parte, aado estas proposiciones, acerca de las cuales estn conformes la mayora de los defensores de la teora
subjetiva, esta otra, que slo reconocen algunos, pero que es, en
realidad, la clave del edificio, en cuanto se limita deducir la
consecuencia ltima, de la importancia dada la voluntad para
la formacin de la relacin posesoria. Ya antes me he referido
ella (II).
8) En tanto que -el derecho no le pone obstculo alguno,
quien tiene la cosa en su poder puede dar la relacin poseso
ria existente otro aspecto, cambiando su voluntad de poseer: el
vendedor, por ejemplo, que declara que en adelante quiere poseer la cosa vendida nombre del comprador, se convierte en
tenedor, y hace de este ltimo un poseedor.
Con lo expuesto queda cumplida la tarea que nos habamos
propuesto. Hemos seguido la teora subjetiva de la posesin en
su construccin; hemos visto levantar su edificio, y para juzgar de su exactitud, debemos ahora examinar los diferentes
materiales de que se ha servido. Creo, sin embargo, que aun
debo hacer ms: posible es que algunos de esos materiales no
resistan al examen, y hasta que la teora toda aparezca como
extraa al derecho romano, sin que por eso dejen de tener el
valor de tantas otras teoras de nuestra ciencia actual, esto es,
el de una creacin independiente de la jurisprudencia moderna. No basta decir que esas innovaciones, cuando por otra parte
tienen derecho la vida, no son conformes al derecho romano:
la jurisprudencia moderna puede y debe reivindicar el derecho
de construir, derecho ejercido por los romanos de una manera
tan amplia. No seria esta, despus de todo, la primera vez que
por su obra se completaba una teora romana incompleta. En
su virtud, no limitar mi examen crtico de la teora subjetiva
saber si est no est fundada en las fuentesy ya veremos
que no lo est (XV);la someter la prueba en todos los sen-
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H8
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Su conclusin es la de que es imposible que la distincin entre posesin y tenencia haya podido ser tomada, come
debiera haberlo sido en virtud de la teora subjetiva, de la idea
dominante entre los romanos de la dualidad de la voluntad de
poseer. Esta conclusin negativa me procurar la ocasin de
examinar por m mismo, y de resolver, la cuestin del origen
de la distincin entre posesin y tenencia (VIII).
Pasar luego la prueba prctica, la cual fundar en la aplicacin de estas dos medidas: la procesal, relativa la cuestin
de la prueba (1X), y la poltico- legislativa, que se refiere su
VII
La prueba histrica de la teora subjetiva,
yn
BIBLIOTECA JURDICA
a, los mandamientos ms sencillos de la ley moral que hoy admitimos como verdades morales, innatas, hubo pocas en que
eran tan poco conocidos, como las verdades matemticas las
leyes del universo, cmo extraar que haya ocurrido lo mismo
con las verdades puramente jurdicas, que slo pueden invocar
en su favor la fuerza coactiva de una nocin! Atribuir los an tiguos romanos la percepcin de su carcter incontestable, es
dotarles en materia jurdica de una madurez de juicio que, por
muy natural que pueda parecer los juristas de nuestros das,
no es sino el fruto de una larga educacin de pensamiento jurdico. Realmente, si han admitido, unas veces la posesin, y
otras la tenencia, no ha sido por motivos prcticos, sino en virtud de una nocin. Se ha planteado la cuestin siguiente: qu
situacin posesoria reconoceremos al ladrn, al bandolero? respondiendo: la posesin, porque todos tienen el animus
Pero entonces concederemos tambin la posesin al arrendatario, al colono, al comodatario? SegUn sto, los antiguos romanos, profundizando especulativamente en la ciencia de la
voluntad, se habran visto llevados percibir la necesidad terica incontestable de la posesin y de la tenencia, encontrando
as su gula para la construccin prctica de toda la doctrina,
salvo los casos de posesin derivada, en los cuales, por un cambio inexplicable, se han separado de su fin, dejndose llevar,
por Motivos prcticos sin valor, hasta prescindir de la lgica de
la nocin de la voluntad.
Dejo al lector en libertad de fijar por si mismo en qu poca
quiere colocar, en la Roma antigua, ese producto de la jurisprudencia: en el tiempo de las XII Tablas, antes despus.
menos que la apreciacin del dualismo de la voluntad de
poseer, y la inteligencia de las consecuencias l referentes,
en razn del aspecto distinto de la relacin posesoria, no haya
sido innato en todo tiempo al pueblo romano, preciso es que
haya habido una poca dada, donde aun no haba esta inteligencia y donde, por tanto, no haba distincin alguna entre posesin y tenencia, bien, por el contrario, todas las personas que
tenan en su poder una cosa eran tratadas, ya como tenedores,
ya como poseedores, esto es, donde la proteccin posesoria se
conceda se negaba todos. En la poca de las XII Tablas,
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segn lo atestigua su disposicin sobre la concesin de las vindicix, la proteccin posesoria exista ya, esto es, la nocin de
posesin era ya prcticamente concebida y expresada. Que haya
sido antes despus de las XII Tablas cuando se lleg distinguir la simple tenencia de la posesin, de todos modos es preciso que la cosa se haya verificado algn da, y segn la teora
subjetiva, no ya por consideraciones prcticas, sino tan slo
porque se ha advertido la diversidad de la voluntad del poseedor. El pueblo hasta entonces haba logrado ver, en su primitiva
sencillez, un poseedor aun en el mismo colono. Pero de repente
un jurista, que, en virtud de sus investigaciones especulativas
sobre la esencia de la voluntad de poseer, haba llegado reconocer que el colono arrendatario no tena la verdadera voluntad de poseer, supo ponerlo en claro los ojos del pueblo: y ste
se someti la accin del concepto y en adelante el arrendatario y el colono fueron mirados como tenedores.
Para el terico arriesgado, esta tesis no tiene nada de inadmisible. Si, segn afirman Huschke y Lassalle (1), los romanos
han logrado por va especulativa la regla: nemo pro parte testatus,
pro parte infestatus decedere potes!, por qu no ha de ser lo mismo
en cuanto la distincin entre posesin y tenencia? Los romanos antiguos han sido precisamente un pueblo tan eminentemente dotado desde el punto de vista especulativo, que Hegel
hubiera podido recibir de ellos leccionestesos romanos prosicos cuya existencia, valor y pensamiento se consuman en
las cosas prcticas!
Ah es nada! Apio Claudio Carruncanio pensando como
Huschke y Lassalle! Admitmoslo. Veamos ahora si han tenido
buen xito en el pueblo romano esas deducciones especulativas.
Dicen: el mandatario no puede obtener la posesin porque no
tiene el animas possidentisla deduccin de Pablo, cosa extraa!El pueblo romano no escucha la voz de la verdad! el
mandatario obtiene la posesin! Slo cambian las cosas en la
poca imperial despus de la concesin de la representacin
directa para la adquisicin de la posesin. El derecho antiguo
(1) Me he decidido acerca de esto en Schen und Ernst in der Jurisprudent,
pgs. 19 y sigs.
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Ido conoca la representacin, y no estableca excepcin al guna en este respecto, para la adquisicin de la posesin; era
preciso obtener los efectos y atender ellos de un modo mediato.
El mandatario adquira la posesin y la propiedad en su propia
persona, siendo preciso un acto especial de tradicin para transfperir ambas al mandante; esto es, posesin con intencin de adquirir para otro. He ah en realidad un golpe de muerte contra
la idea del influjo determinante de la voluntad de poseer sobre
1 a relacin posesoria. La idea de que la intencin de poseer
para otro sea la base de una forma especial de relacin posesoria
idea fundamental de toda la teora subjetiva y cuya falsedad
reconoceremos su tiempo,no se ha manifestado nunca en el
respecto histrico; el derecho antiguo no vacila en reconocer la
posesin tambin en ese caso.
Podra dar aqu por terminada la prueba histrica que he
querido someter la teora subjetiva. El supuesto de que los antiguos j aristas romanos habran llegado por obra de la especulacin acerca de la esencia de la voluntad de poseer, sentar la
distincin entre la posesin y tenencia, y aplicarla las diferentes relaciones, es tan claramente inaceptable, que no hace
falta insistir; aparte de que la hemos refutado directamente con
la argumentacin relativa al mandato. Los romanos han debido
llegar por otro camino al reconocimiento y la aplicacin de
esta distincin entre posesin y tenencia; ahora bien: slo un
motivo prctico ha podido guiarles. Pero aun dado esto, el establecimiento de la distincin resulta siempre, una produccin
tan potente de la facultad de abstraccin jurdica, que en mi
conocimiento de la antigua jurisprudencia romana, no podra
comprenderlo si yo mismo no hubiera descubierto en la relacin
posesoria de la persona bajo potestad (VIII), el caso en el cual,
en todos los tiempos, la nocin de tenencia ha sido vista clara
mente por los romanos, de suerte que les bastaba transportar
otras relaciones jurdicas en que prcticamente pudiera convenir. No creo que quepa poner mejor de manifiesto, el valor eminente que ha tenido para el reconocimiento cientfico y la aplicacin prctica, de la nocin de tenencia, ese punto de partida
fijo atribuido los romanos, sin trabajo ni participacin intencional de su parte, que explicando
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percepcin sensible, y de lo que se trata en este punto es de romer los lazos de la percepcin sensible.
P En derecho, corno en todo lo dems, el punto de partida histrico de lo suprasensible es la percepcin sensible. En otra
ocasin, en mi Espritu del derecho romano (T. III, 43), he demostrado eso para el derecho antiguo de Roma, refirindome
la manera cmo dominaba una ruda apreciacin sensible y materialista en las nociones instituciones todas de la poca antigua. Slo la poca posterior pudo librarse poco poco de los
lazos de la apreciacin groseramente sensible, para elevarso una apreciacin suprasensible, espiritual; y ms arriba
hemos visto de qu modo tal progreso se ha realizado en el dominio de la posesin. Ahora bien: precisamente ah es donde
se ofrece tal progreso sometido las mayores dificultades: nunca me cansar de repetirlo. En efecto, diferencia de todas las
dems instituciones, la posesin est referida y unida la
existencia real; todas las dems nociones pueden eliminar al
elemento sensible, y lo han hecho en el curso de su desenvolvimiento; en cambio, en la posesin existe como inmanente en
su base originaria, en su esencia: forma un elemento terico de
la misma, y en parte alguna la dificultad de separarse de las
entraas de la sensibilidad, para dar la relacin un carcter
independiente de la apariencia exterior, ha sido ms grande que
Qn este caso.
Tal es el punto de vista desde el cual es preciso colocarse
para apreciar en todo su valor la importancia del progreso rea-_
l izado por el pensamiento jurdico, cuando ha llegado sentar
la distincin entre posesin y tenenciaimplica la completa
destruccin de la apariencia sensible. Desde el punto de vista de
la percepcin sensible, los arrendatarios, inquilinos, etc., aparecen como poseedores, y aquellos nombre de quien poseen,
como no poseedores. Esta relacin natural sensible resulta completamente trastornada por el derecho: las personas que de
hecho poseen, no poseen; las que de hecho no poseen, poseen.
Considerada de este modo, la distincin parceme que es,
en derecho, una de las producciones ms salientes de la facultad de abstraccin jurdica; pero esta abstracciny doy aqu
mi opinin sobre la historia del desenvolvimiento de la nocin
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de tenencia en el derecho romanono se ha elevado la jurisprudencia romana por el camino del pensamiento jurdico espontneo y por su propia iniciativa, sino en virtud de una relacin en la cual tenia sin remedio que reconocerla: la relacin
posesoria de las personas sometidas h una potestad. El que aun sin
eso hubiera podido un da llegar la jurisprudencia fijar la nocin de tenencia, siguiendo acaso otro camino, al efecto de
atender de algn modo los intereses prcticos, es cosa para m
muy dudosa; de todas suertes, hubiera llegado mucho ma
tarde.
V III
Desenvolvimiento histrico 19 la nocin de tenencia.
Un fenmeno que con extraordinaria frecuencia se reproduce en la historia del derecho, es aquel segn el cual las ideas
que en unas fases ms avanzadas de su desenvolvimiento han
llegado ser generales, no se han producido originariamente
sino bajo una forma localizada, esto es, con respecto una relacin particular, bien porque su necesidad fuera especialmente
urgente, bien porque su concepcin y formacin fueran relati vatnente ms fciles. En mi Espritu del derecho romano (T. 111,
4. 1 edic., pg. 338), donde yo he hecho un estudio especial de
ese fenmeno, y que he procurado hacer comprender con el
auxilio de ejemplos, he designado esas relaciones como los
puntos de iniciacin histrica de lo abstracto, procurando buscar y
reconocer lo que los hace ms especialmente adecuados para
el caso. Para la historia del desenvolvimiento del derecho tiene una gran importancia esta localizacin de lo general, que
desde un punto de vista absoluto podra criticarse como un estado de imperfeccin y de tosquedad del derecho. Las ideas del
derecho tienen necesidad de tiempo para crecer y adquirir fuerza, al igual que los seres vivos, as que esa imperfeccin aparente viene ser una perfeccin relativa; esto es, lo que hace falta
para una fase determinada de su desenvolvimiento . Precisamente la forma discreta bajo la cual aparecen primero en esa
fase, y la extensin restringida de su circulo de aplicacin, es
lo que los permite organizarse por entero, y vivir en el espacio
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
limitado en que se han instalado. En la extensin de los tanteos jurdicos es donde las ideas del derecho se ven sometidas
en su prueba, y donde deben ante todo acumularse las experiencias necesarias, para transportarlas luego con seguridad
otras relaciones y atribuirlas al fin un valor completamente general. Para la jurisprudencia tiene tambin mucha importancia esta limitacin originaria de las ideas, que le ofrece la ocasin propicia de llenar con seguridad la misin que le incumbe,
profundizando primero bajo todos sus aspectos las ideas en la
forma restringida que el legislador impone, hasta darles luego la
forma jurdica conveniente. Bajo esta forma, sin duda restringida, pero claramente trazada y completa, el pensamiento jurdico se habita, se familiariza con ellas, y como, en mi concepto, no hay pensamiento tan puramente concreto que no tenga
tras si, bajo lo concreto, y por oscuro que sea su fondo, lo abstractopues ya el primer esfuerzo del pensamiento del hombre,
el del nio, contiene una generalizacin, una abstraccin inconsciente, una fuerza de pensamiento sin la cual el lenguaje del
nio sera absolutamente incomprensible,realmente la forma
restringida del pensar, cuando el pensamiento jurdio se ha habituado ello, lle por necesidad amplificar el horizonte
ms all an de las ideas mismas. Entonces es cuando ocurre
preguntar: por qu tal limitacin? tiene justificacin prctica? no pide el pensamiento, por el contrario, una extensin
otras relaciones, bien una generalizacin ilimitada? As, se
ve, de qu modo lo concreto abre el camino lo abstracto; impulsa, en efecto, al pensamiento jurdico, cuando ha llegado
el momento, privar la idea de su forma limitada originaria---y tngase en cuenta que, para m, el pensamiento jurdico comprende el conjunto de todas las fuerzas intelectuales
que participan en el desenvolvimiento del derecho, tales C01140
la legislacin, la teora y la prctica.
Es necesario, pues, que estemos siempre en condiciones de
mostrar el punto de partida histrico limitado de lo general,
y de seguir el crecimiento insensible de una idea, la luz de
los testimonios histricos. A la altura que llega al fin, todas
las relaciones que se aplica, se tocan y entrecruzan, sin que
nos revelen la sucesin histrica merced la cual han llegado
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BIBLIOTECA, JURDICA
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unirse. Para tal operacin deben servirnos de gua las enseanzas que sacamos de los hechos histricamente averiguados. Si
nos dicen que las formas abstracta y compleja son siempre las
ms recientes, debemos admitirlo, aun en los casos en que esta
prueba no pueda procurrsenos de una manera positiva. La autoridad de la cronologa interna debe suplir la de la externa.
Aun cuando nada supiramos de la relacin cronolgica de las
servidumbres rurales y urbanas, de la posesin de la cosa y de
los derechos del usufructo, del depsito de la prenda regularsobre cosas especficamente determinadas, irregularsobre cosas genricamente determinadas,--seria preciso no tener
idea alguna de cmo el derecho se desenvuelve, para no saber
que en todos esos casos la primera forma es la ms antigua y
la segunda la ms reciente. En Roma, el agricultor precedi al
ciudadano (1): he ah por qu la servidumbre rstica es anterior
la urbana. La cosa forma siempre el punto de partida natural del derecho de las cosas: todas sus relaciones se desenvolvieron primero en ella, incluso la posesin; por lo que la nocin de esta ha debido, en primer trmino, ser comprendida y
formada en la cosa antes de pasar al derecho. Lo mismo ocurre con la distincin de la designacin especfica genrica de
las cosas en las relaciones obligatorias que tienden su restitucin. El objeto natural y al propio tiempo regular de la relacin, es la cosa determinada de una manera concreta, Lo
abstracta.
Hagamos ahora la aplicacin de lo que venimos diciendo
con relacin la tenencia relativa. Cmo han llegado ella
los romanos? La han concebido desde luego con la misma generalidad que tiene en el derecho nuevo, es una relacion particular determinada la que les ha familiarizado con ella y de
la cual se ha podido luego aplicar por ampliacin otras relaciones?
Hay cuestiones que basta plantearlas para resolverlas. Si
nuestra jurisprudencia hubiera procedido asi, con la cuestin
antes indicada, convencido estoy de que hubiera encontrado
(1) Punto es este estudiado por el mismo Ihering en su genialsinia obra
Prehistoria de los indoeuropeos.---1N. del T.)
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la inteligencia del hombre del pueblo, vulgar; con lo cual estimo que implica una ventaja no despreciable en favor de mi
teora eso de haber logrado una base popular para la nocin, por
lo dems tan enigmtica, de la tenencia. La nocin de la tenencia pertenece las nociones de la intuicin jurdica nacional
romana.
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impulso imperioso al pensamiento jurdico: era como acicate de
la conciencia jurdica, y no creo exagerar al decir que el temprano aparecer de la facultad de anlisis jurdico de los romanos debe atribuirse la casa romana. Pona, en verdad, al romano en una altura desde la cual deba ver el mundo del derecho con mirada de jurista; porque la casa era como atalaya
del derecho. Nociones que hoy slo el jurista comprende, resultaban entonces accesibles la conciencia comn. En la expresin puramente gramatical de la distincin entre civilis y natw-alis, para las dos relaciones indicadas, el pensamiento comn se haba apoderado de una distincin doctrinal de la mayor importancia para la manera de ver el derecho; tal es, la distincin, de lo jurdico (Rechtlichen)esto es, el derecho, y el hecho
(Factischen);trtase, en efecto, de una distincin colocada
modo de presente jurdico en la cuna del derecho, y acomodable desde los primeros momentos al pensamiento jurdico. Bajo la frmula poco aparente, civilis y naturalis, ocltase
una de las obras ms preciosas del pueblo romano. La jurisprudencia romana la ha encontrado ya totalmente hecha en su
camino, pues en la antigua Roma el pensamiento jurdico no
ha esperado los juristas: el pueblo iba delante de ellos. Todo
el mrito corresponde la casa romana.
No tengo por qu explicar aqu la aplicacin por el derecho
posterior de la distincin entre civilis y naturalis, toda vez que
mi fin se limitaba remontarla hasta la casa romana (1).
Vuelvo la posesin. Creo estar autorizado para considerar
como sentado que el trmino possessio naluralis dado la relacin de tenencia, tiene su origen histrico en la casa romana.
All es donde la relacin se ha revelado primeramente la con-
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ciencia, siendo all tambin donde, por consiguiente, ha debido sentirse por primera vez la necesidad de distinguirla lingsticamente de la posesin.
Una segunda modalidad del lenguaje, en la cual creo poder
descubrir tambin un reflejo del antiguo estado de cosas, es la
de in possessione esse. Esse indica la estancia (Aufenhalt) sobre
una cosa, y no se puede estar sino en cosa inmueble. Esta expresin lingstica de la mera estancia en la cosa, era tan exacta para los hijos y los esclavos, que moraban con el jefe de
familia en la misma casa, estaban en el mismo fundo, y ponla
tan de relieve, de una manera tan ostensible la apariencia
exterior de su posicin, que do quiera ha constituido el punto
de partida de todas las formas lingistas. Al propio tiempo
dicha expresin resultaba inapropiada para el arrendatario el
colono cuya intencin no se limitaba una simple estancia en la
cosa. As, pues, la expresin ha podido formarse en la primera
relacin y no en la segunda, de donde infiero y afirmo que no
ha sido transportada esta ltima sino posteriormente. No s
yo si mi sentido del lenguaje me engaar; pero veo adems
en esta expresin una indicacin de la estancia del tenedor
junto al poseedor, de la estancia comn, en la misma cosa; esto
es, de la coposesin (Miibesitz). In possessione est, implica tcitamente otro como possessor, en cuya possessio se encuentra el
tenedor; ahora bien: en la significacin originaria, es decir,
puramente sensible de la expresin, no puede tratarse de otro,
sino de aquel que se reconoce por los sentidos como poseedor,
esto es, aquel que est presente por s mismo ante la cosa. El
dueo que ha cedido otro la ocupacin material del fundo,
no se ve en el mismo; su posesin no descansa en las reglas del
derecho: possessio civilis en ese sentido; en cambio, se ve al jefe
de familia. In possessione esse significar, segn esto, la relacin de posesin comn, sensiblemente recognoscible, entre el
poseedor y el tenedor.
Esta idea tiene un apoyo en la significacin tcnica de las
palabras in possessione miltere, ire, del Edicto pretorio. En los
casos en que la intmissio no tiene en cuenta ms que la custodia
rerum el observantia (L. 1 quib. ex c. 42-4), el intmissus no obtiene la posesin, sino tan slo la tenencia (L. 12 ib. L. 3, 23.
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
107-
QUIA IPSAS
NON POSSIDEMUS.
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108
y de la cual, que yo sepa, no se encuentra ya rastro en la compilacin de Justiniano. Si se tiene presente que, segn el derecho antiguo, los hijos de familia podan ser reivindicados (1),
y que en el procedimiento de reivindicacin haba siempre
margen para la concesin de las vindiciae, es decir, para la adjudicacin de la posesin interina, la admisin de la posesin
sobre los hijos de familia, en el derecho antiguo, no puede
causar sorpresa alguna, explicndose as al propio tiempo que
el desuso de la reivindicatio de los hijos haya producido tambin la desaparicin de la posesin sobre los hijos, que era su
consecuencia.
La segunda conclusin que sacamos del texto de Gayo, es
que la antigua jurisprudencia no conceptuaba el simple poder
jurdico sobre la persona, como suficiente para la adquisicin
de la posesin. Este poder bastaba para la adquisicin de los
derechos, por lo que lag personas in manu mancipiove podan
adquirir derechos para el jefe de familia, mientras las personas
libres no (2). Para la adquisicin de la posesin era preciso la
posesin sobre la persona; slo los esclavos y los hijos de familia, que poseemos, pueden adquirir la posesin para nosotros.
De dnde se origina esta extravagancia? Trtase, en verdad, del punto de vista de la simetra jurdica, que tantas
veces hemos ncontrado en la antigua jurisprudencia, segn
he demostrado con una porcin de ejemplos (V. Esp. del D. E.,
tomo 3., edic. 4. 1 , pgs. 625 y sigs); punto de vista fundado
en la regla: el derecho engendra derecho; la posesin, posesin. Un jurista de la poca antigua hubiera visto una inelegantia juris, una infraccin de las leyes del arte jurdico, en lo
de que el poder meramente jurdico sobre la persona fuese el
medio del poder real, fsico, tal cual lo exige la posesin, mientras que la adquisicin de la posesin por una persona que lo
posea no sera ms que una consecuencia necesaria de la rela-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
1O9
cin; poseyendo la persona misma que posee, poseo tambin loque posea. Esta persona podra ser considerada como el instrumento, como una especie de mano alargada, mediante la cual
yo mismo he podido lograr la posesin. Aplicando este punto
de vista es como la jurisprudencia le negaba al seor la posesin adquirida por un esclavo que dejase cre estar en su posesin (1).
Slo con relacin la continuacin de la posesin, una vez.
establecida, fu como prevalecieron desde los tiempos antiguos otros principios. Por medio de una persona libre se poda,
no adquirir, sino mantener la posesin, reproducindose tambin
distincin tan fecunda en consecuencias con respecto los derechos (2). Sin ella, el propietario desde el momento en que
dejara irse de su mano la cosa, hubiera, sin ms, perdido su posesin; en cambio, con ella conservaba la posesin, si la entrega slo se refera la tenencia. Ahora bien: esta nocin de la
tenencia debianla los romanos la casa romana, en donde floreciera siempre. Precisamente para probarlo me he detenido
en la exposicin precedente, y creo haber logrado mi propsito.
Al propio tiempo he probado que la nocin de tenencia ha
sido transportada de las relaciones domsticas las contractuales.
La tenencia sale de la casa romana y se pone en camino.
Sigmosla, pues.
La tradicin histrica nada dice en cuanto la marcha seguida por la nocin de la tenencia en las diversas relaciones
contractuales, no debiendo esto sorprender, porque ese movimiento progresivo debi de haberse realizado muy al principio..
(1) L. 21, pr. de A. D. D. (47, 1)... quia SertUtin non possideam. L. 54, 4, ib.,
y L. 1, 6, h. t.
(2, Vase, como ejemplo, la L. 24, 2 de usurp. (22, 1), donde Pablo trata
de la interpelacin hecha por el representante y rechaza la objecin fundada en la inadmisibilidad de la representacin, diciendo: nec hoe casu per liberara personani ACQUIRI videtur, sed officium impleri, siena clon quin furturn mihi fadentena deprhendit, negotium meum agens, manifesti actionem mihi paren', y L, 3 pr.
quod vi (43,24;, donde Ulpiano razona igualmente respecto la interdiccin de
un opus TIGVICM hecha por un representante: nec quem moveat, quod per liberara
personara actio ACQLIBI NON SOLET, nam prohibido haec DEMONSTRAT VI te
jacere,
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Procuraremos suplir, mediante combinaciones histricas, los
atestados positivos que las fuentes no nos ofrecen.
Conformndome con una idea puesta ya prueba en todos
los casos anlogos, restablezco el lazo de unin entre el punto
de partida y el punto -de llegada de su desenvolvimiento histrico, buscando los encadenamientos intermedios. Del derecho romano en su buena poca cabe decir lo mismo que de la naturaleza: no conoce los saltos; realiza las transiciones paso paso
hasta llegar al fin; elvase de lo que es originariamente limitado hasta la generalidad completamente ilimitada.
Siguiendo este mtodo, procurar indicar las relaciones de
tenencia contractual que mayor afinidad tenan con la tenencia domstica, y las cuales, por tanto, se podra transportar
con mayor facilidad y naturalidad la de la nocin de tenencia.
Para encontrarlas es necesario conocer los rasgos caractersticos de la tenencia domstica y examinar cules relaciones
de tenencia se aplican fuera de la casa.
Dos son los rasgos. El uno es la relacin de dependencia personal de los hijosen adelante me servir de este trmino, por
abreviar para designar las personas todas sometidas potestad
del jefe de familia. El otro es la comunidad de su posesin
sea la coposesin, como yo creo poder llamarla sin temor una
mala interpretacin. Veamos si podemos encontrar puntos de
comparacin en la relacin de tenencia contractual. Comencemos por el segundo.
La coposesin (.%llilbesitz) del tenedor. Cabe concebirla para
los inmuebles; para los muebles,, no. Aplicase los inmuebles
bajo la forma del arriendo de una parcela de tierra y del 111quiler de un cuarto de una habitacin . Si la existencia de
esas dos relaciones puede demostrar-se en la antigua Roma, nos
dar el eslabon deseado que una la tenencia contractual con la
domstica. Existieron? Una de ellas: la coposesin en la casa,
exista, de tal modo, que en la formacin de la palabra inquilinus, que sirve para designar al inquilino, el lenguaje seala
esta forma de la relacin de alquiler como la ms exclusiva. Festo explica esta palabra del modo siguiente (1): qui eumdem colit
(1) Vase Vanieek, Criech, lat. etimologische9 Wtirterbuch,
,re, col onuR,
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
111
"cln vel
EJUSDEM
in PATERNA POSSESSIONE
FAMILIARITATE
LONGA
en la familia, tomada en el sentido ms lato; trtase de una relacin que de una parte y de otra se hereda de padre hijo, por
lo que era extraordinariamente vecina de la relacin do mstica.
Ahora, podremos remontar el arrendamiento parcelario
la poca antigua? En mi concepto, si se ha conocido entonces
el arrendamiento, slo poda ser en la forma indicada. El verdadero aldeano no arrienda toda su hacienda; no est habituado
ponerse por entero renta, cruzndose de brazos como un capitalista; eso lo deja para el hacendado de la ciudad, que no
puede cultivar por s sus tierras, el rico poseedor de bienes
que quiere descansar que posee inmuebles con exceso para
poder cultivarlos por s mismo. Cuando el aldeano arrienda, lo
hace slo de parte de su hacienda, que est en condiciones es-
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Poda llegar hasta prohibir al colono la recoleccin de los frutos, y si ste no respetaba la orden, no
slo no obtena la pro-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
118
la
organizacin de las relacio(3)
II,
32.
Esp.
del
D.
R.,
nes do familia en Roma. en mi
114
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
115
iniblicus. Se estrella por de pronto contra la redaccin misma del int, rdidum
vti possidctis: EUM FuNnuist. Quien tenga una idea de la distincin que la terminologa romana mantiene entre ((uf ' , y f?Indll. Do dudar un momento que
puJjerm por finidu.s. j unto 4
el Pretor romano que hubiera designado el ((ger1,1
separadamente, no importa,---hubiera incurrido en la censura de no saber
una palabra de latn. Ayer designa de un modo absoluto el suelo, no determinado sino mediante adicionesimbiieuk. trilmtariu-9, etc.;
fundus es el individuo agrcola formado por la unidad de la explotacin: la
granja romana; las dos expresiones estn en la misma relacin que en mate
ria de cosas muebles, en la teora de la especificacin, las de 7lbstantic,,,f,wma
y .9"cie.v. Ayer designa la sustancia de la cual ha sido tomado el pundu-9; no se
hace funclu.. sino por la especificacin agrcola, por la unidad de la explota
cin agrcola.
El Pretor romano hubiera suscitado no pequea sorpresa, si en el interdicto destinado al ((go. PUBLIC:VIS se hubiera servido de la expresin POSS1 DEBE,
porque la expresin tcnica universalmente conocida para el goce del mismo
StatsFccht, II, 1, 2." odie., p. 431.)
era f,?j. (Mommsen,
Pero aun prescindiendo de esas objeciones lingsticas, que la vista de
,juien tenga algn conocimiento del lenguaje, imprimen sello de imposibilidad la idea del destino del inlerdicoon. po.qsideti:9 al ayer qu habra dicho el pueblo romano si el Pretor se hubiese propasado disponer sobre las relaciones con el gaT pulitie? Los romanos todos, con el Censor al
frente, le hubieran dicho: no os mezclis en cosas que no os ataen; el Censor es quien arrienda el ayer p.Iblc?!. y l toca proteger sus colonos; bstale
dirigir su mirada t sus libros para acabar desde luego con toda discusin
sobre la posesin. Y este fin, las gentes deberan empezar por procurarse
un judex para vos mismo, el cual para dictar sentencia se hubiera visto obli
gado pedir al Censor la facultad de examinar sus libros. No deberais. cier
Lamente, ignorar que ; al igual que la administracin del patrimonio del Es
tado, el conocimiento de las dificultades que resulta de esta administracin
corresponde al Censor. (Mommsen, obra citada, p. 458.) Slo os toca decidir la
contienda sobre la posesin do las res privaffie; las referentes las
pvdd ea?
las decide el Censor.
Con el transcurso del tiempo todo eso se ha modificado; surgi, por de
pronto, en el Edicto pretorio, un interdicto particular para el arrqndamiento
de las tierras pblicas, pudiendo nosotros ver en l, como se expresaba en
realidad, al Pretor romano. Este interdicto no usaba los trminos fundu y
possidere, sino LOCUS publicus y fruir es el del tt. 43, 9, de las Pandectas: interdie
tan( de Loco PUBLICO FRUENDO (I). 43, 9). Una cosa ms incomprensible segn
la idea de Dernburg: qu es lo que podra decidir al Pretor crear un nuevo
interdicto para una relacin respecto de la cual l mismo haba establecido
el interdictum uti 2inssideti8? , Slo cabe que hubiera podido pensar que el anti
guo interdicto para la posesin feudalDernburgse haba gastado consecuencia de su. uso incesante desde los ms remotos tiempos, y convena re frescarlo.
Mommsen (obra citada, p. 188), antes de la publicacin del libro de Dernburg, ha expresado la idea de que no hay para qu decir hoy que la pc~es
vio del derecho privado os totalmente diferente; opinin que yo admito por
entero.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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ces, prcticamente, de dirigirse contra los terceros, la proteccin posesoria de las cosas muebles convirtise en un fantasma, al cual cabe aplicar lo que Justiniano deca del dominium
ex jure Quiritium en su tiempo: quod nec unquam videtur nec in
rebus apparetvacuum el superfiuum verbum.
Si la proteccin posesoria frente terceros lleg ser superflua en virtud de las acciones indicadas, tambin lleg serlo
para el seor dueo de la posesin frente al tenedor, en virtud de las acciones contractuales. Jams he odo citar un caso
en que el comodante, el mandante, el arrendador de una cosa
mueble, haya intentado una accin posesoria contra quien tiene
la cosa suya: para recogerla intenta la accin del contrato, y as,
sin remedio, debi ocurrir tambin en Roma. El interdiclum
utrubi tena, sin duda, sobre la accin de contrato la ventaja de
que autorizaba al dueo recoger la cosa inmediatamente, por
SU propia autoridad, mientras que aqulla implicaba un plazo
ms largo. Pero esta ventaja estaba ampliamente compensada
por varios serios inconvenientes. En primer trmino, era preciso la posesin ~j'ore parte anni en la persona del demandante.
Si no habla posedo ms que algunas semanas algunos meses,
bastbale que el demandado hubiera posedo un solo da ms
para que no obtuviese ningn xito: el transcurso de medio
ao desde la conclusin del contrato y la entrega de la cosa, le
ponan en situacin de no poder ser admitido. Cuando esta
condicin se negaba, corresponda al demandante probarla, y
es casi seguro que los demandantes no dejaran nunca de oponerse tal condicin. Una segunda condicin del interdicto era
que el demandado deba tener todava la cosa en sus manos: el
ducere, de que hablaba el interdicto, no era ejecutable sino es-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
119
(t)
L. 5 pr.
injur.
BIBLIOTECA JURDICA
120
que nuestras fuentes- no lo mencionanque yo sepa con se
mejante aplicacin.
Las explicaciones que anteceden acerca del poco inters
prctico que la posicin jurdica del seor dueo de la posesin ofreca en punto cosas muebles, no tenan otro objetivo
inmediato que el de dar una base la opinin antes expuesta,
de que la nocin de tenencia de las cosas inmuebles ha surgido
antes de la de las muebles. Pero utilizo el resultado obtenido
para otra proposicin que, mi ver, tiene un alto valor, y con
la cual sintetizo todo mi juicio acerca de la importancia de la
relacin de tenencia de las cosas muebles. Es como sigue: la
extensin de la nocin de la tenencia de las cosas inmuebles.
para las cuales tena una gran importancia prctica, las
muebles, no fu en Roma la consecuencia de un inters prctico, sino la obra exclusiva de la lgica jurdica, que no poda
menos de aplicar una nocin una vez admitida., aun cuando.
no tuviera inters prctico:--en suma, fu debida la fuerza
de la doctrina.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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1
cmo se poda admitir la posesin para las cosas muebles? Era
imposible que la diferencia de objeto de la locatio, casa, habitacin, esclavo caballo, fuese la base de una distincin . Y
cuando aquel que haba tornado en prstamo por dinero una
cosa mueble obtena la pertenencia, cmo se poda conceder
la posesin al que la obtena gratuitamente: al comodatario? Si
no se le conceda ste, cmo concedrsela al depositario? Lo
uno implica necesariamente lo otro. Segn esto, es la fuerza
lgica de la nocin jurdica establecida, la fuerza del concepto,
la que ha determinado la extensin de la nocin de tenencia
de las cosas inmuebles las muebles. Prescindiendo de ella, y
admitiendo que la nocin de tenencia hubiera sido absolutamente desconocida de los romanos, quisiera yo saber cmo hubiera podido llegar hasta las cosas muebles. No la reclamaba
el inters prctico: ya queda esto bien sentado. Prcticamente,
es indiferente en absoluto para la posesin jurdica del dueo
seor de la posesin, que se conceda las personas designadas la posesin la tenencia, desde el momento en que,
en el primer caso, esta posesin derivada le sirva para usucapir, como la del acreedor con prenda segn el derecho romano.
La tenencia de las cosas muebles es una de las institucions jurdicas ms insignificantes entre todas: tiene tan slo una existencia acadmica: el legislador puede abolirlasupuesta la
existencia de la disposicin indicada sobre la usucapinsin
cambiar por ello en nada la situacin jurdica existente. Mas
adelante se ver lo que vale el motivo terico, la falta del animas
domini, mediante el cual la teora subjetiva cree probar la necesidad de la tenencia. Como no cabe encontrar otro fundamento
que originariamente haya podido dar vida la tenencia para
las cosas muebles, slo queda el camino admitido por m del
nacimiento secundario, esto es, del transporte. Obsrvase ah la
misma marcha que respecto de las cosas inmuebles. En stas
tambin, como antes hemos demostrado, la nocin de tenencia
no ha surgido originariamente, sino que se tom de la casa romana: la diferencia. entre las dos marchas consiste tan slo en
que para las inmuebles el inters prctico fu el que determin
el transporte, mientras que para las muebles fu el doctrinal y
jurdico formal. La primera extensin corresponde al aldeano
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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BIBLIOTECA JURDICA
124
En lo que precede hemos logrado conocer tres fases del desenvolvimiento histrico de la nocin de tenencia: la primera,
sus comienzos en la casa romana; la segunda, su separacin de
la casa romana, y su traspaso las relaciones fuera de la casa
romana, y ante todo las relativas al suelo; la tercera, su traspaso las cosas muebles. En la primera fase fu producida por
la constitucin de la casa romana; en la segunda, por el inters
prctico, y en la tercera, fu la consecuencia del pensamiento
jurdico.
Pero no termina aqu la historia de la nocin de la tenencia: quedan todava las dos formas de aplicacin producidas por
el derecho nuevo. Una de ellas consista en su adaptacin al fin
de la representacin, y la otra en su combinacin con el jus in re.
El fin de la representac in.Mediante las personas sometidas su potestad, el jefe de familia poda, no slo continuar
y mantener, sino tambin adquirir la posesin. En la aplicacin de la nocin de tenencia la relacin posesoria entre personas libres, slo se conservaba el primer elemento; la del
segundo oponase el principio de la inadniisibilidad de la representacin (1), el cual no se exceptuaba ni aun en favor de
la posesin, lo que prueba que ya en la poca antigua se tena en cuenta su naturaleza de relacin jurdica sobre la cosa.
Se mantuvo esta regla hasta en el segundo siglo del Imperio (2). Al principio de ese siglo preprase una evolucin (3),
que aun no haba alcanzado su trmino la mitad de dicho
siglo, porque Gayo seala corno una cuestin dudosa la de la
adquisicin de la posesin por los representantes (4). Segn
(1) Ms arriba queda indicado el punto de vista decidido para esta distincin.
(2) Segn Savigny (loe. cit., p. 313), Laben debi reconocer ya la adquisicin de la posesin por representante en la L. 51 h. t. En las palabras
custodiara ponere de su texto, cree ver un hecho del comprador ausente que en.
via, un intermediario para cuidar de las leas hasta que hayan sido recogidas; pero ese texto no favorece en nada la admisin de esta hiptesis, estando
contradicha por el testimonio do los juristas posteriores.
(3) Neracio, en la L. 41 de usurp. (41, 3,`:
qunivis per procuratorem apisci nos
JAIK FERE conveniat.
Lo mismo era para la admisin de la representacin,
L. 13 pr. de A. D. R. (41, 1.), y
Celso tambin en la L. 18 pr. h. t.
(4) Gayo, II, 95,
tantum de possessione quaeritur, an per procuratorem (segn
ih uderound, se equivoca Huschke al
leer personara liberant) nobis acquiretur.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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2G
el lmite que resultaba trazado por distincin con la poea
sesin; entonces franqueaba este lmite, por cuanto admita en
s bajo la forma de posesin de un derecho, el elemento de la
proteccin posesoria, que hasta all la diferenciaba de la posesin. Sea cual fuere la habilidad desplegada por la jurisprudencia para explicar y hacer comprender la situacin, llamando
en su auxilio la nocin de la juris possessio, en rigor el derecho
prescinda de dos reglas de la doctrina de la, posesin: la, una,
la de que el tenedor no goza de la proteccin posesoria, y la
otra, la de que la compossessio plurium in solidum es imposible.
El usufructuario es un mero tenedor: sin embargo, se le protege-, y de ese modo prcticamente resulta un poseedor, al igual
que el colono y el inquilino resultan los poseedores en ms de
una legislacin actual. Pero hay otro al lado de l, el propieposesoriamente, consistientario, que tambin es un protegido
do en esto el abandono de la segunda regla indicada: p. racti('amente tenemos aqu una compossessio plurium in solidum. Manifistase de un modo claro en la relacin respecto de terceros:
el usufructuario es protegido, como todo poseedor real, contra
la desposesin y contra las perturbaciones de la posesin. Slo
en la relacin de las dos personas entre s es donde su coposesin experimenta una modificacin, que es el resultado del contenido de su derecho respectivo: sus esferas de posesin resultan separadas del propio modo que sus esferas de derecho.
En ambos respectos, la contradiccin con los principios anteriores, fu salvada mediante la creacin de la nocin de la
juris possessio. Y fu esto, en verdad, uno de los artificios tcnicos ms felices de la jurisprudencia romana. Por l se pudo
armonizar con la teora posesoria anterior una novedad que,
por su forma exterior brutal, no poda armonizarse con ella.
Leccin esta que debe tenerse muy presente por todos los juristas de hoy, que creen poder oponer el fantasma de la imposibilidad jurdica, contra toda innovacin exigida por motivos prcticos. Si, no obstante, prescindimos de esta forma jurdica y examinamos exclusivamente el aspecto prctico de la
relacin, podemos decir: en la juris possessio, la nocin de la
tenencia se ingiere en el dominio de la posesin. La concesin
de la rep
resentacin le haba hecho alcanzar el punto extremo
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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128
cin ms duradera. En esta consideraci5n descansan los dos
casos de aplicacin del usufructo, nicos que en la prctica tienen importancia: el testamentario y el legal. La concesin por
contrato del usufructo terceros, extraos la familia, no
tiene importancia para la vida: es una de esas ramas extremas
antes indicadas, una de esas ramificaciones ltimas de las nociones en las esferas no practicas. En el terreno de las relaciones de negocios, el usufructo no hubiese podido nacer: no 'lo
exiga su criterio. La familia es su patria, as como el lugar
propio de su aparicin. Su domicilio es la casa: no lo deja ja ms para lanzar la calle. Su emancipacin de la casa no existe
ms que en los tratados, no en la realidad. Est en la misma
linea que la accin posesoria para las cosas muebles y que el
caso aquel del jabal: se podra premiar quien descubriese
un verdadero caso real.
He aqu nuestra conclusin: la combinacin de la nocin
de tenencia con la juris possessio, en las servidumbres personales, corresponde la casa romana. Por segunda vez, la casa romana da luz una de las nociones ms importantes de la teora romana sobre la posesin: primero la nocin de la tenencia,
luego la de la posesin de los derechos; recibe siempre el impulso, no de las especulaciones doctrinales, sino de motivos
prcticos serios. La casa romana abarca el punto de partida y el
punto de llegada del desenvolvimiento histrico de la nocin de
tenencia.
La historia de la tenencia termina, pues, por la consignacin de la importancia eminente de la casa romana para el desenvolvimiento de la teora posesoria romana. En la casa romana es donde por primera vez se ha manifestado la distincin entre civilis y naturales possessio la conciencia de los roromanos: all, en la tenencia domstica, es donde han buscado
su modelo para la tenencia contractual; all es tambin de
donde han tomado la distincin entre corporis y juris possessio.
129
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
BIBLIOTECA JURDICA
130
Y doy por terminada la tarea que me haba propuesto. R-sumiendo en breves trminos los resultados de la exposicin
hecha del desenvolvimiento histrico de la nocin de tenencia.
entre los romanos, dira que consisten negativamente en lo siguiente: la idea de que los romanos han tomado la distincin
entre la posesin y la tenencia de la consideracin de la dualidad de la voluntad de poseer, segn piensa la teora subjetiva que
debi de ser, es absolutamente insostenible (VII): en rigor, en la
casa romana es donde por primera vez, y perfectamente independiente de la calificacin de la voluntad de poseer, tal distincin se
produjo. En parte alguna nos ha presentado nuestro examen
una voluntad de poseer distinta para el tenedor y para el posedor. No fu el elemento subjetivo de la voluntad, sino loe
motivos objetivos, el inters prctico, el tcnico y el jurdico, loe
que han efectuado el desenvolvimiento completo de la nocin.
de tenencia.
Neywornnn r MI,
IX
La prueba del procedimiento.
(1)
132
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
133
cho que exigen del Juez y de la parte un gasto de fuerza desproporcionado con el resultado perseguido. La mecnica jurdica est sometida la misma ley que las otras: reduccin hasta
donde sea posible de toda perdida de fuerza por rozamiento.
tal es la tarea que impone al legislador el principio de la practicabilidad del derecho, donde quiera que esta idea se resiste
las condiciones de una aplicacin prctica. De la aproxima-
134
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he hecho yo el punto de mira que debe dirigirla: debe tomar la idea hasta donde sea Tosible. Esta es la situacin del
matemtico frente la cuadratura del crculo: el problema,
como tal, es insoluble; pero implica una solucin cuando menos aproximada, siendo tal solucin la que uno y otro deben
perseguir (1). La cuestin que debe proponerse el legislador es
la de saber cules son las categoras con las que la X que quiera lograr pueda ser reemplazada: a, b, e, d, b, e, d, e, concuerdan regularmente, de hecho, en la vida, con X? La cuestin est reducida un clculo de estadstica. Si la a no con.
cuerda con X sino en 20 30 casos de 100, es evidente que 70
80 no concordarn. Debe, pues, rechazarse tal categora, pues
de admitirla se verla comprometido el fin del legislador. Si
por el contrario, la b concuerda con X en 70 80 casos de 100,
ser til prescindir de los 20 30 en que no hay tal concordia,
porque para el fin perseguido siempre queda un exceso de 40
60 casos.
Lo que yo digo aqu no es nuevo: los juristas romanos (2)
lo han pensado y dicho antes que yo, bien que con relacin
otro orden de ideas. Limtome en este caso ciar su pensamiento una forma ms precisa y tangible.
Para juzgar si el legislador ha llegado aproximadamente
x, debernos saber en qu consiste sta. La ley puede este
propsito darnos los datos, y esto de dos maneras: bien indica abiertamente x como el motivo de sus disposiciones especiales, bien . la traduce bajo forma de regla de derecho, lo
cual aade: sern considerados corno x las categoras a, b, e, d,
cin
(1) Slo para evitar la censura de lier incompleto, har notar que el legislador puede tambin combinar con el mtodo praeimativoabstraelo--el
individualizante,mediante la libre apreciacin del Juez, alcanzando asi una
exactitud completa. El derecho romano nos da un ejemplo en la fijacin de
las diversas edades; contiene la combinacin de ambos mtodos, esto es, edades jija.s., abstractas (siete, doce, catorce, veinticinco arios) con edades movible4,
determinadas individualmente (infantiae, pubertati pro.rimi, venia catatis). No teniendo esta forma inters aqu, prescindo de dar mts explicaciones.
(2) Pomponio, en la L. 3 de leg. (3-3): Jura constituit oportet ut di.rt
Theophrastus, qua Eitlzr-ert),ET5-cov accidunt, non, qua , Ezn pa Xu'ou. Celso, en
la L. 4 5: Ex
qua forte uno (dique ta2/1 accidere possunt, jura non colWitu,untur.
Nam ad ea potiu& debet aptari ju,?, qua et frequentes
quam qua per raro
<?ceidunti.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
135
Cuando el legislador, caso ms frecuente, no ha dado coDocer por s mismo su x, compete la ciencia investigarla en
los datos ofrecidos por la ley. Este camino ha sido constantemente seguido por la jurisprudencia para ampliar por va de
analoga el alcance demasiado limitado que normalmente tienen las ideas legislativas primera vista. A, b, e, le hacen encontrar x, y sta, su vez, le indica d, e, f. Si se permite una
comparacin, dir que no se mueve en lnea recta, como errneamente suele admitirse, yendo de lo conocido lo desconocido, sino que, conscientemente no, lo cual no importa, da
ese rodeo por el principio, por x, y va primero de abajo arriba,
de a, b, c, x, y luego de arriba abajo, de x d, e, f.
La ciencia no posee nombre para este procedimiento legislativo particular, lo cual es una laguna muy de sentir de la
terminologa, tanto ms extraa, cuanto que no se trata de un
caso aislado y sin importancia, sino de un fenmeno que se
reproduce en todos los derechos, en todas las fases del derecho ,
y que encierra una de las operaciones fundamentales de la tcnica legislativa. Verdad que la teora de esta tcnica esta an
por escribir. De hecho se la aplica constantemente; pero nuestra doctrina tiene por principio el fijarse poco en el lado legislativo del derecho, lo que ha demostrado no deteniendo su
atencin en la tcnica del legislador. En vano he hecho numeroeos esfuerzos para encontrar el nombre exacto de esta institucin por la que el legislador da la forma practicable del derecho, en vez de la impracticable. No he encontrado otro nombre
que el de mtodo por aproximacin (App oximatiansmethode), que
tiene el defecto de no presentar ms que uno de los lados de
la situacin, la falta de concordancia absoluta, omitiendo el
el mento quiz, ms importante de lo manejable de la forma,
dcl mann tenere de Cicern, que permite llegar la practicabi Helad. Este segundo lado se presentara mejor bajo la expresin
de mtodo de sustitucin (Sarrogationsmelhode), y as, mientras
no cae encuentre otro trmino mejor, recorreremos los aspectos
del problema, bajo la de s ignacin de metodo de sustitucin agro GIpp rosima fi ars- Surrogationsmethode).
El legislador, en el caso que acabamos de examinar, satis-
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datem.
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indicados,
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camieso'
no es lgicamente
correcto. Si nada se opone en mi
no. nada tengo que apartar de l, y esta proposicin verdadera
para toda situacin, lo es tambin en el procedimiento, con relacin los obstculos que pueden oponerse al demandante.
Mientras eso no se verifique, tales obstculos no existen para
l; son meras posibilidades abstractas de que no tiene por qu
preocuparse. Pero si se lo ponen, no puede ser si no cargo
del demandado, que sostiene su existencia concreta, y que debe
probar su aserto, siendo de su incumbencia tal' prueba, porque
las condiciones de la usucapin y de la prescripcin estn de
antemano organizadas de modo que, una parte, la positiva, incumbe al demandante, y otra, la negativa, al demandado.
Podra hablarse tambin de una presuncin en todos los casos en que el demandado opone la accin una excepcin que
debe probar. As deberamos presumir, respecto de la obligacin
que no ha sido extinguida, del acto jurdico que no ha sido
obtenido por fuerza, que no es el producto del dolo, del error
del demandado, y de toda accin que no se le opone excepcin
alguna. Si se pudieran erigir en presunciones en beneficio del
demandante, todos los elementos que no necesita probar, lgicamente sera preciso tambin hacer lo mismo en beneficio del
demandado, en cuanto los elementos todos cuya prueba incumbe al demandante; el demandado debera tener en su apoyo la presuncin de que no ha cometido ni dolos ni culpa, y de
no estar in mora; en suma, por este camino no encontraramos
fin las presunciones; toda la atmsfera procesal est saturada
de ellas con relacin ambas partes. La presuncin tiene su
verdadero lugar cuando se trata de una realidad que debe
sostenerse por la parte, y no de la resistencia simples posibilidades. El Juez no debe preocuparse ms que con las realidades que son deben ser mantenidas como tales por las partes, pues proclamar presunciones contra simples posibilidades
sera una lucha procesal contra molinos de viento. De lo que
precede, resulta que no hay ningn inters prctico, esto es,
procesal, en discernir la distincin aqu tratada entre la presuncin y la divisin de las condiciones legales, pudiendo el
prctico conservar el hbito de hablar de presunciones en ma-
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de la categora del furtunz la sustraccin de una cosa sin intencin de fraude de lucro, por ejemplo, de parte de un amigo
que en mi ausencia entra en mi habitacin, y una vez all, en
la idea para l enteramente fundada de mi conformidad, enciende uno de mis cigarros, bebe vino, recoge el libro que me
ha prestado, de parte de un acreedor que toma la cosa para
ponerla en seguridad, en la del propietario que la toma por
su propia autoridad. Todos esos hechos de sustraccin, sin intencin de robo, no estn comprendidos en el Ill2121,M. Pero pensar
que porque el aninzus furandi no se d en esas personas, los juristas romanos deberan haber impuesto al demandante, en
la condicho furtiva, la prueba del aninzus furandi, sera simplemente absurdo. No se poda imponer al demandante sino la
prueba de la contrectatio; los elementos: fraudulosa y lucre faciendi causa constituan el objeto de la prueba contraria; eran
los elementos negativos de las condiciones legales del furtuni. Lo
mismo ocurre, en mi concepto, con la condicin de propiedad
en la condicho furtiva y con la del inters en la actio furti; puntos que yo he examinado en otro lugar (1). Si se admitiera lo
contrario, sera preciso decir que el furtunt no tena consecuencias cuando el demandante no pudiera presentar esta prueba.
Esos dos elementos no pueden realmente ser considerados sino
como objetos de la prueba contraria; su fin era objetar.
Idnticos principios se aplican, en mi concepto, al elemento
de la injuria enel damizion et injuriara dactunz, as como en la actio furti el demandante no debe demostrar ms que la con/ rectatio, as en la actio legis Aquiliae, no debe demostrar ms que
el deterioro de la cosa que se encuentra en su posesin: el simple daninum; el elemento injuria no se ofrece sino para permitir al demandado aprovecharse de las circunstancias que pueden librarle de la responsabilidad. Sera absurdo en las accio
nes por hurto pretender dispensar al demandante de la prueba,
formulando una presuncin de hurto; y no lo seria menos formular aqui una presuncin de culpa. La ley no conoce esas presunciones; las hace superfluas, refiriendo por adelantado las
condiciones legales de las dos acciones al acto exterior exclu(I) Del fundamento de la proteeeidnposesoriet.
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de prueba de ciertos elementos de naturaleza perfectamente
positiva. As, la condicin lucre faciendi causa, en el robo, es }ositiva, y sin embargo no debe ser probada por el demandante.
Lo mismo ocurre con la culpa en el daninum .inju icn datzHn.
Esta regla tampoco se aplica la presuncin que puede tener
por objeto un hecho positivo, segn hemos visto poco ha.
preciso, pues, buscar un punto de vista aplicable todos los
casos. La simple dificultad de la prueba no basta para esto. En
tal concepto, seria mejor tener que hacer una prueba difcil,
porque entonces se podra contar siempre con el auxilio de las
presunciones establecidas por la ley. La verdadera razn, en
mi concepto, estriba en un punto de vista que nosotros hemos
reconocido antes corno decisivo para el legislador: el estadstico. El razonamiento de este aserto ser el objeto de la siguiente investigacin.
El objetivo que debe perseguir todo legislador, est en concordar, hasta donde sea posible, la regla abstracta con la realidad. Este punto de vista, cuya gran importancia para la practicabilidad de las reglas del derecho hemos consignado, debe
servir tambin de base para la organizacin de la cuestin
de la prueba. A este fin, y para decidir si impondr la prueba
de tal cual elemento al demandante al demandado, el legislador debe representarse la proposicin numrica en la vida
ordinaria, entre los casos de existencia y de los de no existencia
del elemento, en una y otra alternativa. Supongamos que el
elemento p de las condiciones legales de que se trate existe en
la vida noventa y nueve veces de ciento, y que el elemento u
existe el 90 por 100 de las veces: sera absurdo que el legislador impusiera al demandante una prueba que, por su dificultad, no resultara ms que en el ms pequeo nmero de casos, v. gr., el 10 por 100. Ocurrira que la demanda x fundada
en ese respecto, no llegarla realizarse 'el 90 por 100 de las
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La regla que le prescribe es la siguiente: En materia posesoria deber V. admitir la posesin cuando la voluntad del poseedor es poseer la cosa para s, como un propietario: segn
los trminos del proyecto de Cdigo civil alemn, 797, haber
la cosa como suya; en los dems casos, admitir V. tan slo la
tenencia.
iMuy bien! Pero, cmo reconocer el Juezyo desempear su oficioesta voluntad de poseer? Cmo se expresar
esta diversidad de la voluntad exteriormente en las circunstancias mismas de cada caso? El hecho exterior, permite reconocer si interiormente corresponde esta aquella voluntad? Tengo ante m dos caballeros de quines se que el uno
tier e su caballo por suyo, y que el otro cree estar sobre el caballo de otro, que no monta sino para ejercer por otro el poder fsico. Veo dos aldeanos cultivar un campo: el primero,
lo hace con intencin de tener su propia posesin; -el segundo, con la intencin de ejercer la posesin de otro; puedo yo
discernir en ellos esta intencin diferente? Si se aade an que
este ltimo obra as desde hace ya diez aos, y el otro slo
desde hace algunos das, me da esto indicacin alguna? Absglutamente ninguna. Puede muy bien ser el primero colono y
el otro propietario.
En mi confusin me dirijo ellos y les pregunto, segn
deLo hacerlo, conforme la teora reinante, si tienen el aniMM9 domine alieno nomine detinendi, es decir, la intencin de
ejercer el poder de hecho sobre la cosa para s y para otro.
No comprendemos eso, dirn: explquese V. ms claro.
Se trata de saber si quieren Vds. poseer la cosa corno un
propietario, la manera de un propietario. No es preciso
para eso que Vds. sean propietarios; basta que ustedes tengan
la intencin de tomar de hecho su posicin.
Est por nacer el colono que no se atribuya esta intencin.
El fin de mi contrato, dir nuestro hombre, es que yo recoja
. conocer en esta poca m.1 propia opinin en las palabras que pongo en boca
creencia en el oninaug
d3 este ltimo. Con este caso me doy por curado de ni
4.0inft.
lo
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JURDICA
los producto s de la cosa, lo cual viene ser de hecho la posicin del propietario.
No, pardiez! Eso toca slo al lado econmico de su relacin
de V. con la cosa, y no su naturaleza jurdica; sta puede
ser la posesin la tenencia. Si V. tiene la intencin de poseer, su relacin posesoria es una relacin jurdicamente protegida, si no, no hay proteccin jurdica.Qu intencin tiene V.?
Si no se trata ms que de eso, yo me decido naturalmente
por la proteccin posesoria, y esto, lo que yo creo, me corresponde de derecho, aun independientemente de mi intencin,
porque yo he tomado el .fundum en arriendo, y el derecho no
puede dejar al colono sin proteccin.
Si V. es colono, las cosas pasan de otro modo, porque como
tal no puede de ninguna manera, segun el derecho romanos
tener la voluntad de poseer.
Entonces, por qu se ha tomado V. el trabajo de inquirir mi voluntad? Podra V. haber comenzado diciendo que
se trata nicamente de mi voluntad, manifestndome que no
tendra aqulla ningn influjo: por qu no preguntarme desde el primer momento si soy colono?
Yo no quera ms que ensayar en V. una teora jurdica sobre la posesin, segn la cual la voluntad de poseer es la que
hace inclinar la balanza; ahora estoy convencido de que esta
teora fi) resiste la prueba. Para saber si alguno posee slo
tiene, se le debe preguntar la causa de su posesin. '
El resultado de esta tentativa, dira yo al. legislador presentndole mi informe, es que la vluntad de poseer no me
sirve; es un elemento absolutamente impracticable; slo os
resta indicarme en qu relaciones debo yo admitir la voluntad
de poseer como existente, y en cules no.
Y entonces el legislador formular una lista de las eausce
ymsessionis y delentionis para que practique una segunda prueba.
Tenernos, pues, la obligacin de probar la ~ce possessionis. Vamos ver donde llegamos ahora. Para formular un juicio decisivo, quiero admitir el caso inverosimil, pero hipott icamente supuesto con el fin de examinar la cuestin, de que
todas mis cosas muebles hayan sido englobadas en el torbellino de un proceso sucesorio. Ya he dicho antes lo que pienso.
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Esta regla puede expresarse de una doble manera. Primeramente bajo la forma de la presuncin. Debe haber acudido
esta forma, siempre que para reconocer la posesin exige,
adems de las condiciones legales de la relacin posesoria en
general (III), otro elemento: la voluntad especial de poseer,
la causa. Tal es el camino seguido por el derecho fra-ncs en la
disposicin del art. 2230 del Cdigo civil: On est toujour prsum posseder pour soi et a titre de proprietaire, s'il n 'est prouv qu'on a commenc possder pour un autre. Segn resulta de las palabras: poseer para s y poseer para otro, los autores del Cdigo se atenan aun al dogma de que para la posesin es preciso una voluntad de poseer particular, pero la presuncin que han formulado les ha hecho eludir todos los peligros prcticos.
De este modo han revelado un gran conocimiento de las dificultades de la teora corriente y un buen sentido prctico que
no me cansar de aplaudir.. Este artculo, mi ver, aventaja,
en lo que toca la vida prctica, todo lo que la literatura ha
producido en nuestro siglo acerca de la distincin de la posesin y la tenencia. De un plumazo han salvado una dificultad,
contra la cual se haba estrellado durante siglos la prctica del
derecho comn (v. luego); puede decirse francamente, que es
un hecho salvador en los dominios de la posesin. Los que conozcan el derecho francs, pueden juzgar si los autores del Cdigo tenan puntos de apoyo anteriores, y cules. En Pothier,
del cual tanto han tomado, yo no he encontrado nada, ni en su s
Pandectae Juslinianae, ni en su Trait de la possession.
Se com -
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
149
prende en qu medida han sabido apreciar la importancia capital de la prueba de la posesin, por el hecho de que de ocho
artculos consagrados esto (2228-2235), no bajan de tres los
que formulan presunciones. Tales son, adems del articulo antes citado, el art. 2231:
Quand on a commenc poseedr pour autrui, on
est toujours prsum poseedr au mme titre, s'il n'y
a preuve du contraire.
y el art. 2234:
Le possesseur actuel, qui prouve avoir possd anciennement, est prsum avoir possd dans le temps
intermediaire, sauf le preuve contraire.
De este modo han dado una solucin satisfactoria la cuestin de la prueba en la posesin. Toda legislacin que quiere
mantenerse dentro de la teora reinante, no puede hacer nada
mejor que copiar esos artculos.
El segundo camino es el descrito antes de la separacin de
las condiciones legales, en una parte positiva y otra negativa
de la posesin (x=a+cn). Es el camino seguido por el derecho romano. Nuestras fuentes justinianeas nada dicen en ninguna parte sobre la cuestin de la prueba en materia de posesin; pero, segn he hecho notar al comienzo de esta obra, Pablo ha hablado de ella en su Sententiae receptae, V, 11, 2:
Probatio traditae vel non traditae possessionis non ton
in jure quarn in facto consistit ideoque sufficit, si ron corporaliter teneam.
Nos hallamos, pues, ante una referencia autntica, dada
por un jurista romano sobre la prctica romana (1). El texto
mismo demuestra que no ha seguido ste el camino de la presuncin. Las palabras IDEOQUE sufficil, no podran explicarse en
este supuesto, porque una presuncin no se formula por va de
conclusin sacada del objeto de la prueba; se pone frente esta
(U Acerca de las objeciones absolutamente infundadas de Rudorff contra
la fuerza probatoria de ese texto, vase luego el examen de su propia opinin.
BIBLIOTECA JURDICA
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corno disposicin positiva. La conclusin de que aqu se trata,
no puede ser deducida ms que si realmente es de la posesin,
corno yo lo creo, y en su caso, no slo se comprende fcilmente
la decisin de Pablo, sino que su vez confirma la exactitud
de sus opiniones. Arroje sobre esto la luz que de ella tome, y
as es como al propio tiempo se comprende que los juristas romanos no hayan dicho ni una sola palabra de la cuestin, relativa como la posesin debe ser probada diferencia de la tenencia. La respuesta iba implcita, segn la teora de la posesin.
Por lo dems, sea cual sea de esas dos formas la que el legis lador adopte, el resultado prctico es el mismo. Su decisin no
interesa sino la persona jurdica de la relacin, bastando que
asegure la facilidad de la prueba que ambas procuran. Es preciso convencerse que tambin en esos casos el resultado del
procedimiento coincide lo ms estrechamente posible con la
realidad de las cosas, conforme al punto de vista que debe dirigir al legislador de la organizacin de la cuestin de la prueba.
Vamos ahora someter la prueba de la e s tadstica la
regla de que todo tenedor debe reputarse a priori poseedor.
Veamos este efecto, cual es de ordinario en la vida, la proporcin numrica entre los casos de posesin y los de tenencia.
Trtase de una experiencia que cada cual puede hacer con relacin las . cosas que estn al alcance de su mano. Por lo que
mi toca, el resultado de mi examen es de que de varios miles de
libros y otras cosas muebles-5.000 lo menosque yo poseo,
slo hay en este momento unos cinco de que no tengo ms que
la tenencia. Son libros que de la librera me han remitido para
examinarlos. La tenencia est, pues, respecto de la posesin, en
relacin de 1 1.000. En un gran al macen puede elevarse la de
1 100.000 y ms. Ahora bien; para no dejar pasar un caso de tenencia en esta enormidad de casos de posesin, el poseedor real,
deber producir una prueba, que en la mayora de los casos es
imposible? Qu importa, en efecto, que el tenedor se deslice
con l? Respecto del seor dueo de la posesin, no hay nada
que temer, porque puede siempre probar que no es ms que un
tenedor, y respecto del tercero, todo le es indiferente. En suma;
es tan racional tratar a priori al tenedor como poseedor, que
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dicto prohibitorio, gracias adems, la pena que el demandado se expona en caso de resistencia (anus periculo agere). El
que se presentaba con la autorizacin probatoria de ducere el
esclavo, y que por va de precaucin llevaba consigo testigos
que reconocan al fugitivo y podan atestiguar su estancia anterior en su casa, vea francas todas las puertas. Quien hubiera
obtenido el interdicto por la maana, poda tener la tarde
el esclavo en su poder. Si ahora nos imaginamos el nmero de
esclavos entre los romanoscitanse hasta 10.000 en posesin
de un solo amo, evalundose la poblacin esclava bajo el imperio, en Roma en 500.000no podr menos de reconocerse el
gran valor prctico del interdicto de que se trata, no siendo
concebible que los romanos llegasen dificultarle exigiendo la
prueba de la posesin jurdica. De los 10.000 esclavos que me
refera, apenas haba uno que su amo se limitase tener.
Respecto de las cosas inmuebles, la proporcin numrica
de los casos de tenencia con los de . posesin, debe de haber
sido muy distinta en Roma, especialmente en los ltimos tiempos; pero siempre ser cierto que los de posesin habrn sido
mucho ms numerosos.
Resumir el resultado de mis precedentes explicaciones
acerca de la organizacin legislativa de la cuestin de la prueba. Es completamente erroneo imponer al demandante en el
p rocedimiento posesorio, adems de la prueba de la existencia
puramente exterior de la posesin, es decir, del corpus, que como
tal implica ya la voluntad de poseer, la prueba de un elemento
interno, sea del subjetivo del animus domini, sea del objetivo, la
causa. En la primera alternativa, el legislador hara completamente ilusoria la proteccin que quiere conceder al poseedor,
porque es imposible probar el animus domini, y en el segundo
caso, ligase esta prueba una condicin que el poseedor real
en muchos casos no est en situacin de prestar, condicin que,
siendo tambin suficiente para la actio publiciana, hara poco
menos que suprflua la posesin, que quedara reducida un
concepto puramente doctrinal. Para que la proteccin posesoria adquiera una realidad prctica, el demandante debe estar
dispensado de probar que es poseedor y no tenedor, para lo,
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
153-
cual hay un doble camino. De un lado, el del procedimientoque formula una presuncin de posesin, y que se armoniza
muy bien con el sostenimiento de la doctrina reinante. De
otro, el del aspecto material del derecho, que tiene por condicin la sustitucin de esta doctrina por la que yo he formulado, y segn la cual, los hechos que excepcionalmente reducen
la relacin posesoria al rango de mera tenencia, deben conside rarse como elementos subjetivos de las condiciones legales
de la posesin, es decir, como obstculos la posesin, cuya
prueba incumbe, segn las reglas generales, al adversario. El
derecho francs ha seguido el primer camino, y el romano el
segundo.
Examinemos ahora la posicin que la teora de la posesin
reinante ha tomado en la cuestin de la prueba.
En rigor, ninguna! La cuestin de la prueba ha quedado
fuera de su accin propia. Savigny no ha dicho una palabra de
ella en su libro, pesar de que es imposible que no se haya fijado
en el texto de Pablo. Y cul es el motivo? No hay ms que
dos respuestas posibles: que ha visto en la cuestin de la
prueba un escollo ante el cual tenia que estrellarse toda su teora del animus domini, que ha estimado que el terico no
tiene por qu ocuparse de esta cuestin, pues su teora se reduce la nocin, y que lo relativo la aplicacin compete al
prctico, quien debe cuidar de ver cmo salva las dificultades.
La primera hiptesis supondra en Savigny demasiada poca conciencia cientfica al sostener una teora sabiendas de que era
insostenible; no puede, pues, aceptarse tal hiptesis. Queda
la segunda, y por ella toca en un punto que es altamente caracterstico, no slo para Savigny, sino para toda la jurisprudencia romanista moderna.
No sera yo mismo verdadero terico si no supiera por
experiencia personal cun lejos del pensamiento del terico
est la cuestin de la prueba; por mi parte, he tardado relativamente bastante en tener conciencia de ella, y aun cuando
desde ese momento me he impuesto como ley tener en cuenta
en todo lo que yo escriba la cuestin de la prueba, no respondo, sin embargo, de haberlo hecho siempre as; u cmo poda
ser esto de otro modo? Cmo quien jams se encuentra en si-
BIBLIOTECA
JuniDIGA
tuacin de aplicar prcticamente el derechocosa que los tericos apenas tenemos ocasin de hacer una vez abolidas las
consultas de las facultades de derechoha de poder desenvolver en s mismo las condiciones y las dificultades que entraa
la cuestin de la prueba? Hallase como el cirujano que no
tiene ocasin de manejar el bistur, no pudiendo extraar,
por tanto, que reducido proceder por va meramente especulativa y terica, llegue resultados de imposible realizacin
prctica, ya porque sea imposible literalmente la prueba indispensable, ya porqu est sta rodeada de tales dificultades,
que slo un litigante insensato pudiera someterse ella (1).
Qu significan todas esas sutiles distinciones tericas,
cuando el Juez no puede reconocerlas en los casos particulares? Querer imponer su aplicacin, sera lo mismo que si un
compositor de msica escribiese para una orquesta notas que
no puede dar ningn instrumento, que un mdico recetase frmulas que ningn farmacutico supiera interpretar.
La nica respuesta sensata en este caso, es decir: haga Y. mismo la experiencia para que yo la vea.
Y acudo Savigny para hacer constar ante todo, con otro
ejemplo tomado tambin de su obra sobre la posesin, con qu
descuidoy en en este caso dir hasta con qu irreflexinha
pasado por la cuestin de la prueba. La olvida de tal modo,
que llega contradecirse. Ensea una cosa distinta de la que
l mismo ha dicho en otro pasaje de su libro.
Se trata de la existencia de la cuasiposesin de una servidumbre predial, por ejemplo, de la de paso. En un sitio (pgina 480) nos dice que basta que haya sido ejecutada una vez
lo menos, y esto ttulo de derecho, y ms adelante (pgina 483) que para el interdictum de itinere, el ejercicio de la
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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y siguientes,
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fielmente imitado por todos los dems autores que han escrito
Figuind ole , sobre la posesin. En ninguna parte, en ninguna
monografa disertacin sobre la posesin, en ningn tratado
de Pandectas he encontrado un examen de la cuestin de la
prueba (1). Slo Barn constituye una excepcin plausible
este propsito; lo menos ha encontrado una solucin la
cuestin (2), aun cuando el mismo reconozca que no es satisfactoria. Partidario de la teora subjetiva, pesar de la ocasin
que para abandonarla le ofreca la cuestin de la prueba, examina esta doctrina desde el punto de vista de su posibilidad
prctica, tal cual yo la entiendo, llegando al resultado de que
es absolutamente defectuosa en este respecto, porque, rigurosamente hablando, la prueba del animas domini es literalmente
imposible, lo cual explica con los mismos ejemplos que yo
(pg. 163). El derecho romano no nos procura auxilio alguno
en este caso, y as la prctica moderna se ha visto obligada
salir del paso por si sola. A este propsito ha formulado todo
un catlogo de actus possessorii, respecto de cuya eficacia no se
ha hecho ilusin alguna. Al lado de actos que slo el propietario puede realizar (edificar, demoler, cortar leas, inscribir en
el catastro), figuran otros, que tambin puede hacer el colono
(cultivar, recoger, apacentar el ganado). Era imposible limitar
la prueba los primeros, porque de ese modo se exclua, con
el colono, al verdadero propietario mismo, que no hubiera tenido ocasin de realizar esos actos. Si, por el contrario, se declaraban suficientes los ltimos, el colono segua la suerte del
propietario.
En esta situacin tan confusa se ha recurrido una presun-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
157
cin de posesin (s. emper potius prosumi nomine PROPRIO quam nono'ne ALIENO possidere); pero concediendo que era necesario una
comprobacin por medio de un examen y de una apreciacin
exacta de los actos de posesin aducidos por ambas partes.
Desesperados algunos ya han pretendido hasta imponer al
demandante la prueba por juramento, y qu juramento! Un
juramento sobre un estado de alma! Y qu estado de alma!
Imagnese un aldeano llamado prestar juramento sobre el
animus domini, que los grandes juristas no han llegado todava
comprender.
Barn acaba afirmando, en conclusin, que la cuestin de la
prueba no ha sido resuelta por la prctica, cosa que creo muy
exacta. Es tambin de opinin, aunque sin dar prueba alguna,
que la decisin de Pablo, que hemos citado para probar la prctica romana, no se admita en todos los procesos posesorios en
Roma, antes al contrario, en toda una serie de casos se acuda
la CAUSA possessionis para probar la possessio, y especialmente el
animus possidendi. Los dos textos que cita este efecto (Gayo IV,
166-168, L. 3 pr. uti poss. 43, 17), nada dicen; el primero limitase mencionar la necesidad de probar la posesin, sin decir
cmo, y el segundo no habla siquiera de la prueba. El argumento que saca del interdictum de superficiebus, que menciona
expresamente la. LEX LOCATIONIS SIVE CONDUCTIONES no tiene
fderza probatoria, porque no podra sacarse de l partido alguno en cuanto la posesin de las cosas, nica de que aqu se
trata.
Su juicio definitivo sobre el derecho romano en materia de
posesin (pg. 9), es que ste con respecto la cuestin de la
prueba, ha cometido una doble falta. S, dice, la causa possessio vis deba ser alegada, no haca falta una proteccin posesoria;
la petitoria bastaba para evitar toda injusticia; y adems, tanto en Roma como entre nosotros, no ha podido fundarse la
prueba sino sobre actos de posesin dudosos equvocos. En
realidad, esas dos faltas no deben imputarse al derecho romano, sino la idea errnea que de l se ha formado general mente.
La explicacin de Barn ha dado ocasin Rudorff para
-colocarse enfrente de Savigny en las adiciones que ha puesto
BIBLIOTECA JURDICA
158
la sptima edicin de su obra (nm. 128). Mientras Barn, al
reconoc er corno buena la necesidad de concordar la prueba con
las condiciones legales de la relacin jurdica, exige la prue1t del animus doinini y no cree que deba recurrirse la causa
sino la fuerza y slo para facilitar esta prueba, Rudorff t-x)mete en este caso, respecto de la posesin de las cosas, la misma
falta que Savigny (pg. 76) respecto de la de los derechos; lleva
la prueba otro elemento distinto de aqul, que con Savigny y
su teora, reconoce como decisivo, saber: la causa possessio;g is en lugar de referirlo al animas domini. En cuanto la teora
de la prueba que formula, la concepta tan exacta que la presenta corno la verdadera teora romana de la posesin.
Oigmosle:
Cuando Gayo (IV, 1(36.) dice: que el Juez en el interdichJle
uti possidelis deba dirigir su investigacin: uter eol'unt nec vi...
nec nec precario possiderit, sguese que el demandante debe
probar, no slo su posesin jurdica, sino tambin la falta de
todo vicio en la posesin frente al adversario. Esta prueba se
hace en este caso como respecto de todo derecho, por la prueba
de la causa, esto es, por la del hecho sobre el cual el demandante funda la legitimidad relativa de su voluntad de apropiarse
la cosa; debe, por tanto, establecer: 1, la adquisicin con la
voluntad del demandado; bien, 2, la adquisicin con la. voluntad de un tercero; importando poco en este ltimo caso que sea
con el consentimiento del contrario contra su voluntad.
Dejemos un lado, porque no tiene inters para nosotros, la
sorprendente afirmacin de que el demandante debe probar la
falta de todo vicio en la posesin frente al contrario. No se
trata aqu ms que de esta cuestin. Cmo probar el demandante que es poseedor y no simple tenedor? Segn Rudorff, no
puede hacerlo sino remontndose hasta la adquisicin, de la posesin, y probando que tiene una causa que el derecho romano
considera bastante para la posesin. El motivo que Rudorff
toma de la teora general de las pruebas jurdicas (da prueba
se hace aqu corno respecto de todo derecho, por la prueba de
la causa), demuestra que ha desconocido por completo la distincin fundamental entre la posesin y todos los dems derechos. No parece haberse fijado en la. consecuencia de que, sien-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
151
BIBLIOTECA JURDICA
I 60
hubiera vacilado en prescindir de la prueba del acto de adquisi
Veamos las pruebas que el autor citado presenta de su ver dadera teora de las pruebas romanas. No hay otra que el
pasaje de Gayo IV, 166. antes citado, que no dice una palabra de la manera como la prueba debe ser procurada, sino que
se limita ordenar al Juez que investigue cul de las partes la
posee. Barn haba lo menos presentado un punto de apoyo tomado de las fuentes, en pro de la teora de la causa, saber: la
designacin de la causa en el interdictum de superficiebus. Rudorff no encuentra aceptable este argumento. Declaro que no
he sido capaz de explicarme su respuesta, por lo que la repro duzco textualmente, dejando al lector el trabajo de adivinar lo
-que el autor ha querido decir.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
14i1
lex locacionis,
S in
11
BIBLIOTECA JURDICA
162
tanto en uno como en otro caso, deba probarse que la relacin
se habla establecido por el propietario; en la posesoria bastaba
el acto exterior de establecimiento como tala Las fuentes nos
dejan aqu sin apoyo: la mencin legati nomine... uteris frueris
en Vat. fr. 90, en el int. quod LEGATORUM, se explica por las
condiciones de este int. y no permite sacar sus conclusiones
para el inlerdictum uti possidetis zttile.
En cuanto al argumento negativo que contiene contra su
opinin el texto ya invocado de Pablo, que declara suficiente la
prueba de la exterioridad de la posesin, Rudorff lo esquiva.
diciendo que ese pasaje se refiere slo al derecho de la lex Cincia. Cierto es que Pablo hace esta advertencia propsito de
la donacin (V. 11, 2, de donationibus), pero Rudorff se ha
olvidado por completo el indicar cmo la pretendida relacin
de ese pasaje con el derecho citado, poda disminuir la fuerza
probatoria en general; lo cual prueba que no tena idea clara
de estos puntos. Qu hay, en efecto, de comn entre la lex
Cincia y la prueba de la posesin? La nica disposicin que
contiene sobre la posesin, consista en la necesidad de esta
ltima para la perfeccin de la donacin de personce non excep
tce. Esta posesin, para las cosas muebles, debe haber durado
bastante tiempo, para que su restitucin no pudiera ya ser
reclamada por el donante por medio de inter. utrubi (1), debiendo sin duda el donatario hacer esta prueba de la posesin
prolongada. Pero nada ms. Lo que lo demuestra, es que en
el pasaje citado de los fragmentos del Vaticano, Pablo, cual
si hubiera previsto la objecin de Rudorff respecto la posesin de la lex Cincia, aade expresamente: probatio traditx vel
traditee possessionis non TAM IN JURE QUAM IN FACTO consista, en otros trminos; en cuanto la cuestin de la poseNON
sin importa poco que la donacin fuese vlida nula (probatio non in jure consistil). Esta cuestin es aqu, como en todos
los casos, ms para cuestin de hecho (in facto consistit), aadiendo corno conclusin: ideoque sufficit ad probationent, si rent
corporaliter teneant. Como es precisamente lo contrario del
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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(1)
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
165
1.
LA POSESIN
166
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La primera representa el. minimum de la posesin; la segunda el maxinzum. En la posesin est la balanza en el fiel.
La tenencia, nos representa la inclinacin en un sentido, la bonce
fidei possessio en otro. En una y otra se pone un elemento
en la balanza que produce el desequilibrio: en la primera es
un elemento negativo, que excluye la eficacia normal de las
condiciones legales de la posesin, nuestro factor n; en la otra
es un elemento positivo que la aumenta, el ttulo (=. t). En
ambos casos, es un elemento de naturaleza jurdica que obra en
el pasado y que produce este efecto, y de ordinario es un contrato (1). En la tenencia enderezase la concesin pasajera de
la cosa, en la bonen fidei possessionis la concesin DEFINITIVA.
3.
LA PROPIEDAD
la posesin y la causa adese aqu, en dos casos, saber: en la tradicin y en la usucapin, un tercer elemento; en
el primero, es la propiedad del autor primitivo (= 4-- e), y en
el segundo, la duracin de la posesin d); en la occupatio,
la causa desaparece, ponindose en su lugar la falta de dueo
(=+ h).
para la tenencia: a + c
t -I- e
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
16V
las obligaciones. Los sucesos obligatorios pueden ser de tal naturaleza que, segn la diversidad de la voluntad individual ,
impliquen ya tal acto, ya tal otro, , en otros trminos, que ese
estado exterior se aplique al uno al otro. El fiel de la balanza
est aqu representado por la voluntad individual, que, por tanto,
debe ser probada en cada caso. Encuntranse ejemplos de la pro mesa reiterada, que puede ser hecha, tanto como estipulacin
accesoria constituida, cuanto como novacin, y en los adelantos por otros, los cuales se concilian tambin lo mismo con el
animus donandi que con el animus negotia gerendi. La primera relacin, como es sabido, ha llamado de un modo extraordinario
la atencin de los juristas romanos. Teniendo en cuenta la di ficultad para el Juez de comprobar la voluntad en un caso
dado, han considerado conveniente acudir en su auxilio para
el establecimiento de toda especie de criteriunzs (y no de presunciones) (1) en favor del animus novand. El juicio que Justiniano ha formulado tal propsito , con ocasin del remedio que de ese modo conceda (2), es conocido y constituye
un testimonio elocuente de la incertidumbre de este mtodo
'individualista de la prueba, como yo le llamo. El legislador
no puede, por desgracia, excluirle completamente, pero siempre que pueda debe hacerlo. Puede decirse, en honor del derecho romano, que ha hecho en ste todo cuanto le fu posible.
Tena para eso un medio muy til en la forma de los actos jurdicos; v gr., la forma de la estipulacin para distinguir una
promesa hecha con una intencin jurdicamente obligatoria, de
otra hecha con una intencin jurdicamente no obligatoria; la
forma del testamento para prevenir la confusin de la aseguracin no obligatoria de un proyecto de ltima voluntad con la
disposicin de la ltima voluntad misma; la forma de la emana
cipatio y de la in jure cessio para distinguir la servidumbre pre dial de la convencin de vecindad simplemente obligatoria
de la concesin precaria de su ejercicio. Servia para el mismo
fin tambin la trad,itio, que separaba el efecto de derecho real
(1) La ley estableca presun,ioncs; el jurista criterios.
(2; L. un. Cd. de Nos. (81_2) NOVatiOltifilt NOCENTLA co
cete is tris AMBIGUITATES
1TSCCOe4.
rigentes VOLUMINAL
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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vendido nue
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17.0
cuestin del fin, tiene el recurso de acudir la causa, sta debe
responder nicamente por el acto mismo, esto es, por las circunstancias que ofrece este para interpretar descubrir la voluntad.
Con respecto las dificultades que puede ocasionar la cuestin de la voluntad, el mtodo de prueba individual ocupa el
primer lugar, el relativo el segundo y el absoluto el tercero.
No he hecho esta indicacin final acerca de los tres mtodos de prueba de la voluntad, sino con el objeto de poner de
relieve fcilmente el contraste que existe, con relacin la voluntad de poseer, entre la teora posesoria reinante y la ma;
segn, mi teora, la prueba de la voluntad de poseer tiene la
forma absoluta, es decir, la relacin posesoria implica la voluntad de poseer; segn la reinante, tiene la forma individual, es
decir, que debe ser probada en cada caso particular.
La prueba poltico-legislativa.
1 72
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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comn al igual que al feudatario (1). El derecho romano reco
noca la posesin en materia de posesin derivada, aun para las
cosas muebles, en tres casos: prenda, precario y secuestro.
No podra la legislacin ir ms all aun en el camino de la
posesin respecto de esas cosas? Cuestin es esta que reservo
para la conclusin de esta obra. En todo caso, la legislacin no
debe dejarse dominar por la objecin de que el animas domini
falte: si ha pasado por encima de tal consideracin en tales
casos, puede hacer lo mismo en otros. La teora de la voluntad
abstracta no resiste, pues, su prueba ante el legislador; ste la
ha rechazado como inaceptable en una porcin de casos. Sea,
dir, la teora, pero son casos excepcionales; en los dems, la
reconoce en virtud de la fuerza de la lgica? Ya hemos visto
que no se ha sometido ella en los casos de posesin derivada; y, por qu? No puede ser sino porque la situacin que
la teora subjetiva supone lgicamente indicada se realiza en
ciertos casos y no en otros. La consideracin que le ha determinado rechazarla unas veces, le ha impulsado aceptarla
otras. Una misma idea le permite en la posesin derivada admitir la posesin la tenencia; tal consideracin es la organizacin prctica de esta relacin.
La prueba de que el derecho romano se conforma efectivamente con lo que acabamos de indicar, se dar para las diferentes relaciones particulares en el capitulo de la Teleologa de
la posesin derivada. La parte que se atribuye la teora de la
voluntad en la posesin romana se reduce cero, en cuanto se la
examina ms de cerca. No constituye sino una falsa abstraccin
terica, la cual el derecho romano no ha concedido el menor
influjo sobre la organizacin de la relacin de posesin derivada, y la cual un legislador actual, libre del yugo de las teoras tradicionales escolsticas, tampoco debe concedrsele. Es
una idea absolutamente estril para la legislacin, cuyo puesto
est en los libros'y no en un cdigo, y cuya ltima hora, hasta
en los libros, espero que sonar algn da.
Desde el punto de vista del derecho romano puede admi (1) Stobbe, Handbuch des deutschen P) .
ivatte.chtsr, V. 2, p.
dem deuts(Itel l Privatrevhts, V. 2, p. 31.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
175,
176
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LA VOLUNTAD EN LA PtISESIN
En cuanto . la ocupacin, no conozco ningn texto. Para. la especificapr. dr don. i. Vr. (21-1): ... [1,(1172V). u.cori? cura tadia
A..r , d. (41 . 1): cujus Nii)YIN fio'tion Pi1H (S g u. Segn
es-Se, y L. 27, 1
Savigny, (p. 3013 , lct voluntad de poseer de parte del intermediario no e:-.4t
(2)
me remito la L.
178
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cin, debe aplicarse tambin esos casos. La misma consideracin que motiva ah la falta de influjo de la voluntad de po.:3er del representante aplicase estos casos; esto es, la de la
seer
seguridad de las relaciones que no pueden prescindir de la representacin.
En virtud de todo lo expuesto, creemos que la libre autonoma individual del representante, es absolutamente incompatible con lo que el legislador debe tener en cuenta en la organizacin de la representacin para los intereses de las relaciones.
La relacin de tenencia de propio inters.Ya sabemos cual
inters tiene para el seor dueo de la posesin en Roma, el
mantenimiento de la posesin en la persona. El reconocimiento
del principio de la libre autonoma de la voluntad hubiera sido,
en materia de arriendos, el sacrificio de la posicin jurdica de
aqul. El derecho romano no poda consentirlo, lo cual se C0711prende, sin que sea necesario detenerse 'explicarlo.
2. Tenencia en lugar de posesin.--El caso que suponemos
no se presentar jams; pero es preciso decir lo mismo de la
mayora de aquellos que debemos invocar para practicar la
prueba que sometemos la teora de la voluntad individual.
La responsabilidad del carcter puramente ficticio de mis ejemplos no es cosa ma; es obra de la teora misma. De qu modo
podr probar yo que en la aplicacin conduce resultados absolutamente inaceptables, sino ensayando por mi parte esta
aplicacin? Una teora escolstica no puede ser examinada sino
con ejemplos de escuela.
Examinemos, pues, la voluntad individual encaminada
la tenencia en lugar de encaminarse la posesin que implica
la relacin que se trata de establecer. El ejemplo de la prenda
nos servir para el caso. El acreedor con prenda es un antiguo
estudiante de Derecho, desertor, que recuerda an que el acreedor de que se trata no tiene el aninzus domini, pero que se ha olvidado que segn el derecho romano obtiene la posesin, bien
s )n dos exjuristas, que convienen que en ese caso slo hay
transmisin de la tenencia.
Con qu ojos contemplar el legislador esta exclusin de
la posesin en materia de prenda? No la admitir, como no admitir la renuncia la facultad de enajenar, declarndola nula
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
179
por incompatible con el fin del contrato de prenda. Si el acreedor, en su caso, no obtiene ms que la tenencia, el deudor puede quitarle la cosa cuando guste; y como la prenda .lo que se
propone es asegurar el crdito, el legislador que admitida eso,
caera en la contradiccin antes indicada, de dejar sin proteccin posesoria aquel que l protege con el petitorio, mediante
la actio hypotheearia
I1.--TRANSFORMACIN DE LA RELACIN POSESORIA.
180
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JURDICA
181.-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
(1) Yo mismo lo expongo de:.,Jo Lao() mas de cuarenta afios en mis en-ufianzas y contiene la consecuencia necesaria de mi teora del
que se remonta , esta poca. Que yo sepa, ha sido expuesta y realmente jw4tificada poco ha por Exner, Rechiscrwrrb dur,lt p 141 (1869, y lx. - /15 duv.t.whf_n, jurihentogs I, p. 5, s. Por lo dems, segn advierie
hon . iliortp - Ji
Exner, ya haba sido expuesta por Donello. Sobre la literatura anterior, y.
Windscheid, Lehrbucl, I, 155, not. 8 8 e.; sobro la ms reciente v. Goldschruidt, Rcht&f.udium
Pi'illungordnung (1887), p. 328, not. 139. Blir, en rni
_Pi.os.is, V. 72.
f.
JlubuheP, T. 28, p. 328 y siguientes (1888); Kroschel,
p. 256 y siguientes (1?.588).
2 ) V., para el arrendamiento, L. 77 de R. V. (61), arg. L. 1J, pr. h, t.; parA
el usufructo v. L. 28, L. 35, 5, Cd. de donat. l1). Entre los romanos aiia
'liase tambin el pr.:c<n'iuni en materia de prenda, L. 15, 2, qni ,satisd. (28).
Se ha querido explicar asi, fundndose en la L. 2, pro. soc. '17 2), la transmisin de la propiedad en la oci,t,,
, , in2,
(les
.s.
4,p4ni101)
?'11
1 82
BIBLIOTECA JURDICA
frustrada, que, como siempre ocurre, perturba ms y ms la inteligencia de las cosas. El verdadero motivo de esta simplificacin de la operacin, est en la consideracin prctica indicada, siendo cierto para los casos en que el vendedor conservaba la
sesin consecuencia del segundo acto jurdico, as corno
,ara en el que se hace tenedor como consecuencia de este acto.
para
En todos esos casos, el animus domini no desempea el mismo
papel; lo que efecta el cambio en la relacin posesoria es tan
slo el concurso de los dos actos dirigidos hacia dos fines diferentes: el animus detinendi para nada interviene aqu.
La segunda opinin estima que la simple hiptesis del oniVildS alieno nomine detinendi basta para transmitir la posesin de
13. A. Refirese Celso, cuando este dice: alium possessorem
iinisterio meo facio (L. 18, pr. cit.). Si basta la simple intencin
de adquirir la posesin por otro como representante, qu importa que la cosa se encuentre en poder de un tercero de un
representante? Lo que puede en uno lo puede en otro. La nica
diferencia entre los dos casos estriba en que en el primero, !a
represeptacin se presenta como una operacin independiente,
mientras que en el otro existe ya entre las partes una relacin
jurdica anterior la cual se adapta. No se advierte la razn de
por qu el vendedor y el donador no han de poder, como cual q uier otro, tomar la funcin de representantes.' La necesidad de
en acto jurdico especial para efectuar la restitucin de la cesa
del accipiens al tradens, es absolutamente imaginaria.
Lgicamente, el razonamiento es irreprochable, y sin embargo, es falso. Contra la conclusin que esta opinin saca del
punto de vista de Celso, nada hay que oponer; nicamente ha
cometido la falta de admitirlo inconsideradamente como exacto cuando no lo es. Es la falta misma en que ha cado la teora
subjetiva, con respecto al animus possulendi de Pablo, y la
cual debemos toda la doctrina del animus domini. Ergese
principio jurdico prctico, una verdad dogmtica de un valor general, un punto de vista constructivo formulado por un jurista romano con el nico objeto de justificar tcnicamente cierto hecho
jurdico. Antes de atribuirle ese valor, se hubiera debido preguntar si el derecho positivo lo reconoce, lo que en verdad no
s e ha hecho. De este modo
se ha llegado resultados que no
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
183
Encuentro un argumento, que lo prueba d un modo perentorio, y que no ha sido aun utilizado, que yo sepa, en la actitud
del derecho romano frente la tradicin en caso de donacin de
todo un patrimonio. Era el caso en que se poda imponer la sustitucin de la tradicin real por una ideal: en adelante designar con ese nombre la tradicin que resulta de la declaracin hecha por el tradens de que quiere Foseer nombre del accipiens.
Por tal modo se podra fcilmente ahorrar la fatigosa lentitud
que implicaba la tradicin de todas las cosas por separado. Oh
estpidos romanos! Cmo no se les habr ocurrido, que lo que
les era fcil en el caso de tradicin de una sola cosa, podan
tambin hacerlo para una porcin de ellas juntas, y que lo que
era cierto en singular, deba serlo tambin en plural! Preferan
por lo visto, tomarse el trabajo de hacer la tradicin de todas
esas cosas una por una...
Aquellos juristas no estaban la altura de la lgica de la
ciencia actual; no les hubiera venido mal, lo que parece, ir
la escuela de nuestros juristas modernos, para aprender que
realizar la tradicin en ese caso es un mero juego de nios.
Idntica dificultad se opona la sustitucin de un fide ico
mico universal. La validez jurdica de este no reclama ms
RERUM SINGULARUM tadidit....
Va t. fragm., 263: si llegue posscssionem
cura bonis dui4 TR kDITIONI
(39
6
:
e.gisse placuit. L. 42 pr., de m. c. don.
Del
propio
modo,
en la venta de una
donationis c p uwy cessimet.
BUS FACT1S
dsbet,
TPAITh.RE
/,-;rias
;
rd
(15.4: res
herencia, L. 14, 2, dr her.
(1 )
184
BIBLIOTECA JURiDIC A
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
185
BIBLIOTECA JURDICA
186
vendedor guardara la cosa para mi, nada cambia. Pero y bajo el
respeto el real dar aquella la relacin otro aspecto? O, de otro
modo,
la simple convencin de guardar, ser insuficiente y
re
har falta una declaracin expresa enderezada al cambio de la
relacin posesoria? Entonces, en efecto, la idea hubiera perdido
su carcter peligroso, porque entre los millones de casos que en
la vida se producen, tal declaracin apenas se hara una sola
vez. El juez, lo menos, sabra que atenerse, vindose libre
de la necesidad de deducir de las circunstancias el cambio en
la voluntad de poseer.
Poco importa, por lo dems, la actitud que se tome en la
cuestin relativa saber si la transformacin del animus domini es animus alieno nomine detinendi, debe resultar de una declaracin expresa poder ser deducida de las circunstancias. Todo
lo que yo exijo, es que se tome en srio la regla de que el comprador se ha convertido en poseedor y propietario. Y han procedido, as los defensores de esta opinin? No; han prescindido
de dos consecuencias virtuales de esta regla, que les hubiera
sido difcil admitir.
La primera. Si jurdicamente se debe tener la cosa por entregada, el contrato de venta mueble resulta desde luego ejecutado, y por consiguiente la ado empti no existe. El comprador no
puede, pues, reclamar la entrega de la cosa por medio de esta accin, sino por la accin resultante de la nueva relacin contractual, nacida en lugar de la venta. Nadie opondr objecin alguna para los casos antes indicados del constitutum possessorium que
llamar verdaderos. El comprador que ha dado la cosa en arriendo al vendedor, no puede ya reclamar la tradicin por la ado
mil: debe servirse de la ado locati. Lo mismo exactamente debe
ocurrir respecto de los casos no verdaderos de que aqu se trata,
del constitutum possessorium. El comprador que ha recibido la
tradicin, ha perdido la actio emti para reclamar la cosa: debe
intentar la accin que se deriva del contrato por el cual el ven
dedor se ha obligado guardar la cosa. Y cual es ese contrato,
depsito mandato? Si es un depsito, el demandado no res
ponde ms que de la culpa lata; si es un mandato responde tambin de la culpa levis. Pero aqu el demandante no es un ven
dedor, sino su depositario, y como tal no tiene el derecho de
187
retencin del vendedor. No necesito insistir en lo que para el
mismo resulta. Quien rechace esta consecuencia no puede tampoco admitir la tradicin; una de dos, la tradicin, y entonces debe reconocer la eficacia de sta, un en el respecto obligatorio, si vacila en admitir esta consecuencia, entonces no
hay tradicin ni aun en el respecto real. Una tradicin que
lo es en un supuesto y no lo es en otro, es un contrasentido.
La segunda. Tiene por objeto la tradicin forzada (1). Segn el derecho romano, la coaccin es sabido que no hace nulo
el acto, sino anulable; de donde resulta que en la tradicin forzada la posesin y la propiedad pasan al autor de la coaccin.
Claro es que no importa bajo cul forma se verifica la tradicin: ya sea real idealmente, ya por declaracin de la voluntad. As, si yo fuerzo alguno darme la declaracin de que
quiere donarme todo su patrimonio y poseer en adelante sus
bienes para m, me he hecho desde luego poseedor y propietario de sus bienes, y slo hace falta por mi parte la misma decla racin para transmitir otro la posesin y la propiedad.
Qu mecanismo ms ingenioso!
La posesin y la propiedad se han espiritualizado por una
simple declaracin de la voluntad de una manera tal, que nada
d ja que desear. La voluntad de poseer excede en velocidad
al telgrafo elctrico. Desde el momento mismo en que yo
quiero poseer para otro mi finca de Jarnica mi casa de Sid
ney, la tradicin se ha cumplido; la cosa est ahora en el po
der fsico de otro, y aun antes de que el telgrafo haya trans mitido la noticia del cambio verificado en la propiedad y en
la posesin, el poder jurdico y psquico pueden haber pasado
LA VOLUNTAD EN LA . POSESIN
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O) L. e. p. 144 n. 57,
(2) L. 16 Cd. Teod. de don. (S 92). En la L. 9 ib. dos aos ms tarde restablecia el antiguo derecho; la introduccin de la insinuacin haba sin duda
dado naRrgyn la incertidumbre en cuanto al derecho sealado en el texto
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
189
dosio ordenaba la insinuacin de una manera absoluta, es decir, sin atender al cuanto de la donacin, exigiendo adems
para dar al contrato una eficacia real, que se aadiese una cor poralis tradilio, aun en el caso de retentio ususfructus. Estuvo' en
lo firme ms tarde al derogar esta ltima disposicin, pero la
insinuacin no dejaba lugar dudas, en ese caso, acerca del
efecto querido por las partes.
El hecho de dar en prenda las cosas muebles ha dado ocaIsin nuestra legislacin actual decidirse respecto de la
idea de ver una tradicin en la declaracin hecha por el tradictor de querer poseer en adelante nombre de la otra parte.
Impulsados por motivos prcticos concluyentes, la mayora de
los derechos modernos han exigido en ese caso la entrega de
la posesin, no han admitido el empeo de las cosas muebles,
.sino bajo la forma del derecho de prenda; - pero como no poda
ocultrseles que esta condicin sera -eludida de esa manera, y
que por tal modo la disposicin legal resultara sin valor, han
evitado expresamente tal rodeo.
Con lo dicho puedo dar por terminadas mis explicaciones
sobre la transformacin de la posesin en tenencia, resultado
de un cambio en la voluntad de poseer. Creo habrn probado
que contra la autorizacin para cambiar la posesin en tenencia, no hay menos objeciones en el respecto legislativo que
contra la do cambiar la tenencia en posesin. Entregar la pose
sin la voluntad individual, es tanto como producir un estado de verdadera anarqua en el derecho. La voluntad individual.
libre hace de la relacin posesoria lo que le place; puede voluntad decidirse hoy por la posesin, maana por la tenencia,
y as discurriendo. Encuentro una cosa que creo poder considerar como abandonada; me voy ni lecho con el animus domini.
Al da siguiente s que el propietario la ha perdido, y me decido
entregrsela; pues me quedo con el animus alieno nomine detinendi. Al otro da voy su casa para entregarle la cosa; me dice
que, en efecto, la ha perdido, pero no quiere recibirla porque
est deteriorada y puedo guardrmela. Tercer noche: duermo
con el animus El cuarto da, el padre tutor del interesado me dice que no aprueba la donacin; cuarto sueo en brazos
del anin n detinendi. Al da siguiente un jurista me aconseja re-
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sistirme en justicia; quinta noche, otra vez con el animus do-
minil
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
191
Concederle una realidad prctica, ofrecer en la vida la distincin que la teora supone, seria lo mismo que entregar un.
hombre cualquiera una tabla de logaritmos, para arreglar un
asunto que dicho hombre arreglara del modo ordinario, sin conocer la tabla de logaritmos. Y as como para vivir el hombre
no necesita de conocer esta tabla, ta" mbin puede vivir perfectamente sin conocer las distinciones de la voluntad de poseer,.
ni por lo tanto la diferencia entre la posesin y la tenencia.
Y voy resumir las explicaciones contenidas en este capitulo.
La teora, subjetiva no ha podido resistir la prueba poltico-legislativa, como no ha podido resistir tampoco la de la historia ni la procesal. Si ella misma hubiese hecho el experimento,.
sus ojos se hubieran abierto para ver y saber si realmente el
derecho romano, tan sensato siempre, ha dado la doctrina de
la posesin una forma tan incompleta y truncada. Cuando una
comadrona recoge un mnstruo, no tiene por qu no creer con
sus ojos en lo que ve; pero cuando la ciencia formula una
teora, que bien considerada, con perfecta sangro fria, no es ms
que un aborto, debera comenzar por preguntarse dos tres veces, si la culpa es del legislador de ella misma. Y nada de
esto se ha hecho en este caso.
XI
La prueba didctica,
POSESIN
193
ral. La regla en este punto es la de que slo aquel que
posee como propietario verdadero supuesto (animo domini), tiene derecho los interdictos: todos los dems
que ejercen simplemente derechos sobre una cosa ajena no se
consideran como possessores.
LA VOLUNTAD EN LA
1) Idea de Savigny
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
195
de un derecho sobre la cosa, y la otorga aqullas que no tienen ningn derecho y que se atribuyen sencillamente la propiedad, sin invocar para ello motivo alguno. Parcese al centinela que preguntaba los transeuntes: Tiene Ud. pasa.
porte? No? Pues entonces pase Ud.; si lo trajese, hubiera usted tenido que entrar para visarlo. Eran sin duda gentes muy
singulares los romanos!
Las indicaciones de Thibaut (loc. cit.) en cuanto al secuestro y al precario tambin me dieron mucho que pensar.
El primero, dice, es poseedor si la posesin se deposita en
l. Pero, es que se deposita la posesin? Yo no poda comprender que se pudiera depositar otra cosa que una cosa; y hoy
mismo digo: por qu si se puede depositar la posesin, no se podr darla en comodato, alquilarla arrendarla? La cosa, y no
la posesin, es lo que forma el objeto del depsito, del comodato, del arriendo. Posible es que al depsito, en el secuestro,
se junte la posesin, pero no me autoriza eso afirmar que la
posesin es depsito; sino debera decirse tambin: en el depositario ordinario se deposita la tenencia; en el comodatario y
en el colono la tenencia est dada en comodato en arrendamiento.
Lo ms difcil de todo era el precario.
Tratbase de determinar si el cedente concede la posesin
la cosa misma, el uso meramente precario de la cosa. La
possessio, constituye, pues, una anttesis con la cosa y la una
y la otra frente al uso precario? Eso es lo que jams he podido
comprender, hasta hoy, no viendo en ello ms que uno de
tantos ejemplos absolutamente incomprensibles, que han sido
aceptados hasta por los espritus ms lcidosy Thibaut lo
era,por la confusin en que los ha puesto la adopcin de la
teora del animas domini.
Fcilmente se comprender que ante las tinieblas en que
me dejaba sumido el curso de mi profesor Thibaut, acudira
otros tratados. Uno de los ms en uso entonces, entre los estudiantes que se preparaban para los exmenes, era el de Mackeldey. He aqu lo que en l encontraba ( 211):
Mas para que esa relacin puramente de hecho de la
tenencia pueda llegar ser una posesin jurdica (pos-
BIBLIOTECA JURDICA
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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200
hubieran proporcionado menos dificultades por aquel entonces
que hoy. Creo que entonces, ya, mi desarrollo intelectual,
formado un tanto en la prctica de las dificultades y problemas examinados hasta aqu, hubiera bastado para hacerme pres entir el peligro de una concurrencia entre dos voluntades, de
las cuales, una contina vivamente dirigida hacia la totalidad
de la relacin corporal, despus de haber dado la otra el permiso de dirigirse hacia un fin parcial. Si alguna cosa se separa
de la totalidad de la relacin corporal, como ocurre en el
caso en que el poseedor actual da el fundo en arriendo,
cosa mueble en comodato, la voluntad no puede en adelante
dirigirse hacia el todo, hacia x, sino slo lo que le queda.
Si A da B el permiso para dirigir su voluntad sobre '13
de x (fin parcial) A declara sin ms que su voluntad no recaer
ms quesobre V, de x. Las dos voluntades parciales no pueden
comprender en junto ms que x. Segn Puchta, , comprenden
ix
V, de x!
Las dificultades hasta aqu mencionadas referanse, para
mi, al problema de la voluntad de poseer, abstracta como tal.
Al lado de esas dificultades figuraban dignamente las que me
opona la posesin derivada. Qu mezcla de opiniones ms
confusa! El superficiario tiene la posesin? La cosa deba ciertamente ser muy dudosa, porque dos de mis autoridades, Thibaut ( 773) y Mackeldey ( 301) no decan acerca del caso ni
una palabra. Limitbanse prudentemente indicar que tena
aqul el interdiclum unde vi y de superficiebus, sin referirse su
posesin; como Fritz, suspendan su juicio. Schweppe, Ronz.
Privatrechl, t. 2., 326, 4. a edicin, me enseaba que hay muchos motivos para atribuirle una res possessio y no una simple
iuris possessio. En concepto de Wening-Ingenheim ( 100) y de
Mhlenbruch ( 302) bastaba eso para admitir la posesin,
mientras que en el de Savigny tena ello tan poco valor, que no
conceda al superficiario ms que la tenencia y la juris possessio.
Todas mis autoridades estaban conformes en admitir que el
enfiteuta tena la posesin real. Pero y su animus! Si al menos
hubiera yo podido darme cuenta clara de ll Tiene no el
animus domini? No lo tiene, dice Savigny, y con l la mayora de
mis autores; slo tiene el animus detinendi. De ningn modo, di-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
201.
sidendi AD INTERDICTA. Todo eso es falso, dice una tercera opinin; tiene el animus domini, como todo poseedor, en las relaciones de posesin derivada. Sea, dice Puchca (1), en cuanto al
e nfiteuta y al precarista, pues su voluntad tiende la apropiacin completa de hecho; pero es inexacto para los dems que no
tienen esta voluntad. Es tambin falso, dice una quinta opinin;
la nocin restringida del animus domini debe ser reemplazada
por el universal animus possidendi; de ese modo desaparecen todas las dificultades; la voluntad no debe ser de tratar la cosa
como propia, sino simplemente de poseerla.
Y heme aqu ya al fin.
El lector puede juzgar por s mismo del valor que la teora
reinante tiene para la enseanza. En la clebre constitucin
donde aboli la distincin del dominium ex jure Qiritium, (L. un
Cd. de nudo jure. QUiriti21911, tollenclo, 7, 25), Justiniano escribe,
sin perjuicio de las dems expresiones de desdn con que se
consuela:
vacuum et superfluunt verbum, per quod ANIMI JUVENUM,
qui ad priman veniunt leguen audientiant, PERTERRITI ex
printis eorum eunabulis IN -TILES legis ant:qua, diSpositiones accipiunt.
Me apropio esta sentencia para la teora de la posesin, salvo que mi censura no se dirige al derecho romano, que desconoca el aspecto que presenta hoy la teora de la voluntad de
poseer, sino la teora romanista.
Yo he estado perterritus en toda la fuerza de la palabra,
y lo estoy aun hoy cincuenta aos mS tarde. Me encuentro
como K. Pfeifer (2) que caracteriza la impresin que. le ha producido la teora del animus domini con las palabras del estudiante en Fausto;
Mientras tanto pierdo el tino.
Una rueda de molino
da vueltas en mi magn.
de Richter, 1837, p. 679 y sig. No he lei(1) Y. en el Kritischen Jahrbikhern
do su trabajo en esta poca, pero puedo citarlo aqu porque se ha publicado
cuando yo estudiaba.
ira rijmischen Rcehl clec Besitz, (Tubinga, 1840), p. 66
(9) j Wad i t und wrIs gilt
BIBLIOTECA JURDICA
202
El sentimiento que manifiesta Rudorff (1) por un estado
mental tan digno de compasin est perfectamente justificado. Despus de las pruebas que antes he dado de la organizacin psicolgica-particular de este autor, comprendo que no se
haya dado cuenta de la rueda de molino que en su magn
tenla.
XII
Ojeada sobre la historia literaria.
BIBLIOTECA JURDICA
204
ces, es demasiado conocida para hablar de ella; era una rotura
completa con el pasado; sabido es tambin que diez aos ms
tarde el mtodo haba triunfado en todas partes. No puede decirse lo mismo de las opiniones particulares de Savigny. La
lucha estall inmediatamente sobre puntos de poca importancia, v. gr., sobre la significacin de possessio civilis y waturalis.
Pronto surgieron otros, cada vez ms numerosos y ms importantes. Parece como que hubo necesidad de tomarse tiempo
para vencer la primera impresin de aturdimiento. Hoy apenas queda una sola de las proposiciones fundamentales de Savigny que no haya sido atacada, reputndose la mayora un
ni m emente como insostenibles.
Un punto quedaba hasta ahora casi completamente intacto;
es el que se trata en este escrito, esto es, la importancia decisiva de la voluntad de poseer para la distincin entre la posesin y la tenencia. Los ataques realizados hasta aqu referanse, no la idea misma, sino su frmula: el animas domini, y
la cuestin relativa si los casos de posesin derivada pueden,
todos algunos tan solo, clasificarse desde el punto de vista del
animus domini. Se ha partido del supuesto de que Savigny
quien ha formulado esas dos nociones: la del OW1. 11114,9 domini y
la de la posesin derivada; yo mismo he participado de esa
opinin durante mucho tiempo. Cul no habr sido mi sorpresa, cuando en las investigaciones que he hecho sobre ].a
historia literaria de la teora de la posesin, y las cuales datan
de fecha relativamente reciente, me encontraba con el animus
domini y la posesin derivada en el primero de los autores antiguos que consultaba, en Lauterbach (1).
Oigmosle.
La posesin verdadera, la possessio civilis ratione forince,
como l la llama, exige el animus domini; es la posesin de quienes poseen TANQUAM DOMINUS. Tales son el propietario, porque:
detinet ANIMO DOMINI, el inmissus ex secundo decreto: detinet enim
rem TANQUAM SUAM i. e. dominus preetorius, el que ha despojado
jurdicamente al propietario cuando lo ha hecho ut rem pos-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
205
206
BIBLIOTECA JURIDICA
nas qui rem aliquam etiaM justa ex causa tenent, non lamen ut suam.
sed ut aliena versantur, entre los cuales cuenta, no slo el inquilino, el colono, el usufructario, sino tambin el acreedor,
no tienen este animus, y por tanto, no tienen la possessio. No
seala categora especial de posesin derivada.
Esta ltima no se remonta ms all de Lauterbach , y
as podemos, hasta obtener mas amplias noticias, considerarle
como su autor. Tuvo en verdad muy poco xito. Los autores
que siguieron no la mencionan. El animus domini encuntrase,
por el contrario, muy menudo en los escritos de los prcticos
de los siglos XVII y xvm, aunque sin definicin normal. El nico punto sobre el cual todos estn de acuerdo, es el de la circunstancia negativa de que este animus falta en el tenedor,
mientras que la divergencia se manifiesta en que los unos lo
admiten aun en el injustus possessor, y los otros slo en el justus
possessor. Otro partido, que parece haber sido el ms fuerte,
pone la distincin en la voluntad de poseer exclusivamente, en
el animus sibi alteri possidendi. Lo dems no tiene inters para
m en este caso (1). Mi nico objeto era asegurarme de si las
nociones del animas domini y de la posesin derivada provenan
de Savigny si eran conocidas antes de l. Los testimonios in
dicados de Donello y de Lauterbach autorizan esta ltima opinin. Esas dos nociones se presentan en Savigny como si de l
emanasen. En cuanto al animus domini, es verdaderamente inconcebible que haya podido tener esta creencia cuando escriba
su obra. Es imposible que haya dejado de consultar la exposicin de la posesin de Donello, que, por lo dems, se encontraba al alcance de todos en la ltima mitad del pasado siglo (2).
(1)
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
207
BIBLIOTECA JURfDIC A
208
vada son creaciones de Savigny. Los que hablan de ellas no
citan sino l: los que las combaten, slo l atacan. Y esto
est perfectamente justificado, porque el representante ms
importante de una opinin de una tendencia debe resignarse
la lucha. Pero, como acabamos de ver, el supuesto que me
refiero no es exacto. Si se ve en el establecimiento de la nocin del animus domine y de la posesin derivada un mrito de
Savigny, tal mrito ha desaparecido despus de las pruebas
expuestas; si ello es motivo de censura, la censura resulta muy
apagada y se reduce decir que, por excepcin, Savigny ha
desmentido completamente en este caso su independencia habitual frente las opiniones tradicionales. Si, sin dejarse llevar
demasiado de las concepciones ya hechas, hubiera acudido directamente las fuentes, probablemente no se hubiera encontrado aprisionado en los lazos de aqullas.
Tengo que renunciar seguir paso paso la lucha que Savigny ha desencadenado en nuestra ciencia. Fcil es enterarse
de ella en otras obras. Voy limitarme indicar grandes
rasgos la posicin que nuestra ciencia ha tomado frente la
teora de Savigny.
No dir una palabra acerca de la estril controversia sobre
la presencia la ausencia del animas donzini en los casos de posesin derivada (1). Tiene esto para m el mismo inters que
la cuestin de saber si la serpiente marina vive bajo los trpicos en los mares polares: si pone huevos si es vivpara.
Quien, como yo, no ve en el aninzus domini ms que una serpiente marina de la ciencia, no puede estimarse obligado
consagrar su pluma referir las vanas controversias que sobre
su existencia se agiten.
Creo poder limitarme decir, en cuanto la posesin derivada, que ha sido conservada como una consecuencia inevi-
(1) El nico curso de derecho romano, que yo sepa, que rompe con l y
de un modo fuerte, es el de Dernburg, t. 't.', pg. 394 (18Si): aLa posesin
derivada es una construccin jurdica artificial y extraa las fuentes. Por
su. causa la teora de la
posesin romana no ha podido aclararse durante
largo tiempo. En cuanto
la opinin del autor sobre el animmt domini,
-vase luego.
209
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
table del animas domini de la. teorla reinante (1). Nada nos dice
en conclusin sobre los motivos prcticos que han ocasionado
esta pretendida singularidad; contntase con decir que los
romanos han llegado ella por razones prcticas histricas..
La objecin hecha (2) contra la supuesta singularidad de la posesin derivada, que los romanos trataban corno cosa completamente normal, no se encuentra por lo comn en las obras
sobre la posesin. En todo caso, la teora reinante no ha cumplido la misin que le incumba respecto de la posesin derivada. En lo tocante la posicin tomada por la ciencia frente
al animas domini de Savigny, creo pueden distinguirse tres sistemas posiciones diferentes.
La primera. Adopcin pura y simple de la teora de Savigny. Caracterizase porque los autores que la sostienen se limitan invocar en favor de la nocin del animas domini la autoridad positiva de las fuentes, sin detenerse justificar por
motivos intrnsecos, la necesidad del animas domini. Otros han
procurado han intentado hacer semejante justificacin, y de
ah ha resultado la segunda posicin.
La segunda. Puede distinguirse de la anterior, denominndola en breves trminos: racional y positiva. Trata de dar la
posesin romana una base racional, esto es, dialctica. Es, segn ellos, tan poco romana , especficarnente , que ms bien
puede considerarse exigida por la naturaleza necesaria de hacosas, por la esencia de la voluntad y otras frases semejantes_
Si los romanos no la hubieran reconocido, la ciencia actual lo
habra hecho. La fuerza atractiva y seductora de esta idea se
produce sobre todo por la circunstancia de que se la encuentra
hasta en algunos positivistas de los ms conspicuos, que en toda
su vida no se han hecho culpables de la ms leve tendencia hacia una concepcin filosfica del derecho, tal corno Sch-sveppe
(1) El nico autor de la poca anterior que debe exceptuarse es K. Pfei
Tubinga 1810. Lo que dice (pl't.for, TVixt und gilt itn riimiaden Reeht dar Regitz'
gina 72)de la posesin del enfiteuta y (pg. 79; de la del acreedor con prenda,
es excelente. La teora reinante no se ha fijado en su obra. Entre los autores
contemporneos debe citarse slo Dernburg. Vase luego.
(2) Por ejemplo, por Pfeifer, pg, 65: (Nuestras fuentes hablan como si
fuese cosa corriente que el enfiteuta, etc., poses jurdicamente. lgeischeider..
_13(sitz und Besitzescchutz, I.' part., Berlin, 1875, p. 27,
14
210
BIBLIOTECA JURDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
211
puede considerar corno tenedor completamente para s, y por tan to, como verdadero poseedor, sino al que posee animo domini,
siendo incomprensible que se haya querido hacer uso de la gran
extensin de la enfiteusis para probar que el enfiteuta posee
para s (p. 470).
Claro es que si los que tienen en virtud de un derecho real
no pueden ser considerados como poseedores para s propios,
mucho menos se podrn considerar tales los que no tienen
sino en virtud de un derecho personal. Esas personas no pueden
siquiera ser consideradas ni. como poseedores incompletos; es
preciso rechazar la concepcin contraria del derecho prusiano.
?z En virtud de la naturaleza de esos derechos no se puede imaginar esa relacin sino en el sentido de que el extrao posee en s
y en general, de una manera absolutamente completa (!) para el propietario; y que la tenencia en la persona no es ms que una reduccin especial de la posesin en general del propietario, correspondiente la extensin y al carcter del derecho ejercido
sobre la cosa. Sguese eso necesariamente de la naturaleza de los
derechos sobre la cosa de otro (p. 471).
La opinin que queda expuesta es una de esas ilusiones
cientficas, en las cuales aprisiona uno mismo la razn para
figurarse que las cosas deben ser tal como son. Constituyen tales
ilusiones, en mi concepto, una de las aberraciones ms peligrosas en que la ciencia puede caer. Iniciadas con la intencin de
romper los lazos de lo positivo, nos atan con tanta ms fuerza,
cuanto que en lugar de la. dependencia exterior de una regla po
sitiva, ponen la interior, mucho ms peligrosa, de la creencia
en su necesidad. El positivista puro que se inclina ante lo positivo, como ante un hecho brutal, al cual debe someterse, sin
preuntarse
si es no justo, no est atado ms que de una macr
iera'puramente exterior; limitase decir: las cosas son as, pero
sabe que podran ser de otro modo, y en su virtud conserva su
libertad interna. El_ dialctico, por el contrario, que se persuade
de que la cosa debe ser as, sacrifica su libertad interna; el yugo
que lleva, no se apoya, como para el otro, en la coaccin exte
rior, sino sobre la propia voluntad libre. No tiene, pues, espe-
BIBLIOTECA. JURDICA
212
ranza de sacudirlo nunca; parcese aquel que se ha hecho esclavo por conviccin, sabiendas de su destino, y quien, por
tanto, no se le ocurre romper sus cadenas.
Tal es, en verdad, el fruto de esta dialctica que se vanagloria de librarnos del peso de lo positivo. En rigor, lo que hace es
forjarnos cadenas ms estrechas. La supuesta libertad de lo positivo no es en realidad, sino el peor de los servi lismos, el del
penca miento que se ha impuesto por base probar ms de lo que es
necesario. Si lo positivo tuviera el aspecto directamente opuesto, probarla ann que es necesario. En realidad, la idea que
ha pretendido adquirir y cree haber adquirido poi' va especulativa para justificar lo positivo, est tomada de lo positivo mis.
mo. Su pretendido apriorismo, no es, en verdad,nuls que un si inpie apo.sieriw isnio; recuerda, el derecho natural del pasado siglo,
que refera '). la razn natural, entre otros, los jure ip re
del derecho romano. Si Pablo no se hubiera dejado arrastrar hacia la idea absolutamente falsa, como se demost rara su tiem po, de poseer la distincin de la posesin y de la tenencia, en
relacin con el aPIMHS, convencido estoy de que jauls se hubiera odo sostener que esta distincin resulta necesariamente de
la naturaleza misma de la voluntad. Luego (XIV) demostrare,
tajos que la aureola de la necesidad lgica con que esta opinin
ha querido rodear la teora subjetiva, es tan slo una nube
que se disipar por s sola.
La tercera reemplaza el animas domini por el Un iMUS possidendr:. No se trata, por supuesto, del nombre slo, sino de la idea
que se le supone. Savigny ha credo encontrar el punto de apoyo
que las fuentes romanas le niegan en el anonus (2, 9, L 4; 3, 29,
1`.1 2), no slo en la palabra, sino en la cosa, en Tefilo, que
exige en la persona del poseedor la
Cr'Z-1'1-76),;0`170,;.. Pero
f37r,:>Z;ov.:0,;, no quiere decir animas doni/ni, sino animas DOMINANTis (1). Tefilo se limita indicar la expresin latina animas
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
213
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214
progreso importante. Me ha llamado la atencin como un soplo
de aire fresco y benfico en la atmsfera sofocante y meftica de
la lgica. Si el autor hubiera perseverado en el camino emprendido, necesariamente hubiera llegado mi teora, renovando
as de arriba abajo la teora de la voluntad.
.No lo ha hecho. La mantiene y afirma, pero la obligacin
que tena de conciliar con ella la decisin que haba dado
para los dos casos indicados, le condujo demostrar la compatibilidad de la voluntad de poseer con la intencin de ocupar la cofia para otro. Tambin aqu toca con una de mis
ideas, salvo que yo me sirvo de ella para refutar la teora de la
voluntad (XV) y l para apoyarla. Esta idea de su parte estambin muy sana; tambin seala un progreso decidido en la
teora subjetiva, y quien quiera que se proponga en adelante
mantenerla en forma, har muy bien en apropiarse esta mejora preciosa de la nocin de la voluntad de poseer.
Por lo dems, yo no puedo detenerme ms tiempo en esta
disertacin: bstame consignar que el autor no se ha libertado
an de la teora subjetiva. Transcribir este efecto el pasaje
siguiente; es uno de los ltimos prrafos en los cuales resume
los resultados de su trabajo (p. 26): Si se entiende la voluntad de poseer (anintus possidendi) por oposicin con la voluntad
de tener, la distincin no est fundada ms que sobre la intencin de erigirse s propio en poseedor jurdico. La teora objetiva no conoce oposicin entre la voluntad de poseer y la de
tener; no conoce sino la voluntad de poseer en el sentido expuesto antes en el cap. III; la existencia de la tenencia, segn
ella, descansa siempre y sin excepcin, tanto en la tenencia relativa, como en la tenencia absoluta, nicamente en la disposicin jurdica que niega excepcionalmente, la reunin completa de las condiciones legales, el efecto que de ordinario
tiene.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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Si la posesin jurdica se caracteriza por la voluntad de
poseer para s, la tenencia se caracteriza como posesin de la
El representante tiene
cosa para otroalieno nomine possidere.
la tenencia porque quiere poseer para el representado (P. 396).
No creo necesaria otra prueba para demostrar que Dernburg no est an libre por completo del influjo preponderante
de la teora de la voluntad de poseer, para organizar la institucin de la posesin.
Despus de la publicacin de la primera obra, crea yo puder admitir que lo menos se haba separado de la opinin que
ms arriba he sealado como teora de la voluntad individual,
y cuyo carcter insostenible he sentado ya anteriormente. Encontraba en B. 67, nota 2, esta indicacin:
Los romanos no han investigado si el animus Tossidepdi
existe subjetivamente en un caso particular, segn la cone( pcin particular del poseedor autorizado; hubiera sido eso caer
en vaguedad indefinicin; se juzgaba, principalmente, segn
la causa possessionis. Aqul, que comenzaba poseer, sin pr , texto alguno aparente (?), como ladrn bandido, tena la posesin en virtud de un simple animus, sin que pudiera hablar
de una causa.)
Ya he indicado antes lo raro del resultado prctico que resultara de ah, saber: que la gente honrada tuviera que alegar una causa y probarla si fuese combatida, mientras los ladrones venceran con su mero animus. Cuando deca el autor
i l ue el animus possidendi no debe ser investigado en un caso
individual, rechazando enrgicamente la opinin contraria,
cre encontrar una repudiacin completa en Dernburg de
la teora de la voluntad individual, y me felicitaba grandemente del buen sentido prctico de que daba muestra. La segunda obra vino hacerme ver que me equivocaba; la teora
de la voluntad individual se preocupaba muy poco con el pasaporte que se le expidiera en la primera, porque en la segunda
obra se reinstalaba nuevamente. Primero, con ocasin del copstitutum possessorium (P. 412). La causa, dice aqu, no es necesaria; la simple declaracin hecha por el que enajena de que en
adelante quiere poseer para su cocontratante, tiene la misma
s ignificacin. As, la voluntad de poseer puramente individual,
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
217
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cia (VIII). El conocimiento de la distincin entre la posesin y la tenencia es en Roma tan antiguo como el pensamiento jurdico. En labios del sabio de que se trata, esta opinin me ha sorprendido tanto ms, cuanto que no tiene rela
(l) Lenel , Das edicto, perpetuo?,
p. 341, 364.
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p. 175 232.
(1) Vase mi Scherz u, u I Is'fnvt in del . Juri4prudenz,
(2, Arndts, 135; Baron, 112; B5eking, 123, nota 22; Brinz edic.), prrafo 125; Dernburg, 1. c.; Keller, 115, Kierulff, p. 343, nota; Puchta, 123;
Seuffert, 105; Sintenis, 22; Wilehter, 122; Winseheid, 148 149. En el capitulo XI he citado las obras pertenecientes . los autores de la poca anterior.
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ca no es el resultado de una diferencia genrica en la volun
tad de poseer, sino de una disposicin jurdica que niega en
ciertas circunstancias las condiciones positivas legalew de
la posesin sus efectos ordinarios.
Cmo ha podido producirse esta falsa doctrina?
Las explicaciones que siguen nos lo dirn.
XIII
El animus pcssidentis,, de Pablo.
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222
di, la teora subjetiva jams se hubiera producido. En efecto,
en parte alguna, en nuestras fuentes, se trata del animus possi_
dendi: por supuesto, en el sentido de Pablo. Por mi parte, afirmo
que jams he podido descubrir la ms leve huella. La omisin
de las Baslicas obedeca al sentimiento exacto de sus autores,
de que no se trataba ms que de una opinin puramente individual de Pablo, inconciliable con la teora de los dems juristas romanos? es que esta poca haba aprendido ya conoyer su costa el animus possidentis, es, quiz, que la prctica
no lo ha tenido en cuenta? No me detendr en estas cuestiones;
en todo caso, creo deber sealar el hecho, no advertido hasta
hoy, que yo sepa, de que los autores de las Baslicas no han estimado digno de ser incluido en su recopilacin el animus possidentis de Pablo.
Trtase, pues, de una opinin individual de Pablo. Tal es
la primera tesis que yo siento y formulo sobre el animus possidendi y que los defensores de la teora subjetiva tendrn que
recoger. Luego veremos si los partidarios de la teora subjetiva
han legrado mejor que yo descubrir en los dems juristas huellas ciertas (1) del animus possidentis.
Mi segunda tesis, que es decisiva, es la siguiente: El animus possidentis, de Pablo, no tiene el valor de un principio de
derecho, sino que es slo un punto de vista constructivo.
La falta cometida por la teora subjetiva, y que es el. punto
de partida de todo lo dems, consiste en una confusin por
virtud de la cual se ha considerado como una verdad dogmtica
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
223
Pero esos dos textos no son los nicos que tratan de esta
cuestin; nuestras fuentes nos ofrecen tambin otros varios,
que, lejos de confirmar el aserto de Pablo, lo contradicen radicalmente (XV), y, lo que ms importa, contienen decisiones decasos concretos.
Aun cuando la decisin de Pablo tuviera la forma de un
principio abstracto, no podra prevalecer contra el derecho, tal
cual lo aplicaba la prctica romana, no siendo ms que una
construccin jurdica frustrada proveniente de un jurista aislado. Pablo mismo nos dar armas para combatirla en su tan
conocida decisin de la L. 1, de R. J. (50, 17), sobre la relacin de las abstracciones tericas (regula juris) con el derecho
realmente vigente: nom ex regula jus surnatur, sed ex jure, quod
est, regula fat.
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lx usucapin, en la L. 1,
de
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no slo para la relacin que invoca, sino para todas y siempre.
En la L. 1, 5, h. t., refiere la opinin de juristas anteriores:,
que haban querido reparar singularidad semejante, diciendo:
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
229
Y vuelvo Pablo, para acabar, con otros rasgos nuevos, el
retrato de su personalidad cientfica.
En la L. 153, de R. J. (50,1'7) (1), nos ha conservado la regla formulada sobre la prdida de la posesin:
Fere quibuscunque modis obligamur, isdem in contrarium
actos liberamur, cunt quibus modis acquirimus, isdent in contrarium acta amittimus. Ut igitur nulla possessio acquiri
nisi animo el corpore potest, ita nulla amillitur, nisi in qua
utruntque in contrarium actum est.
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230
su duracin de las condiciones de hecho; los acontecimientos de
puro hecho no pueden, pues, resolverse ni en una ni en otra; el
poseedor y el acreedor estn protegidos contra el peligro posipble de experimentar prdidas espaldas suyas. En esos limites
la comparacin era perfectamente exacta, siendo eso todo lo que
Papiniano deba decir. Pero el paralelismo que admite tcitamente en el establecimiento y la disolucin, tanto para la posesin como para la obligacin, es errneo. En primer lugar.
la posesin no puede ser adquirida animo, como la obligacin:
para que nazca es preciso el corpus, pero no hace falta para continuarla. Adems, la disolucin de la obligacin exige un acto
de voluntad positiva, mientras que cuando el poseedor ha obtenido el conocimiento de la occupatio, la posesin puede tambin
perderse por inaccin. De ese lado, pues, el ensayo constructivo de Papiniano resultaba indudablemente frustrado. Por otra
parte, no podemos concederle valor alguno en lo tocante al .elemento indicado de su idea. Qu conclusiones, en efecto, pueden sacarse para la posesin del aspecto de las cosas en las obligaciones? Es acaso la analoga de la obligacin la que ha de
terminado los romanos dar la posesin su fisonoma? Muy
al contrario, se han determinado por consideraciones prcticas,
y as, invocar la analoga de las obligaciones equivale pertur
bar, ms que favorecer, la exacta comprensin de las cosas._
La idea de Papiniano no era, pues, feliz.
Pablo se haba cogido esta idea, que habla sido foi mulada
exclusivamente para un aspecto particular de la relacin posesoria, para la posesin animo; despus la ha generalizado, eri
gindola en regla para la prdida de la posesin. El principio
de la correspondencia entre el establecimiento y la extincin dh
las relaciones jurdicas, por el cual se ha dejado guiar la doctrina antigua, nicamente en el respecto de la forma del acto jurdico (1), toma en l el aspecto de un principio fundamental del
derecho: Los actos contrarios (in ' contrarium aclus) que se verifican para disolver una relacin posesoria, deben corresponderse
con las condiciones reales exigidas para establecerla. Esta idea
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
2'41
es del principio al fin tan falsa, tan insana, tan absolutamente
insostenible, que sera perder el tiempo insistir acerca de ella
todava. Mas para el efecto que aqu persigo, tiene un valor
inapreciable, en cuanto pinta de un solo rasgo todo el hombre. Que las concepciones que d en l se producen respondan (5
no al derecho realmente en vigor, le tiene sin cuidado; el derecho, en su opinin, est en el error, no ha llegado aun tener
conciencia de si mismo; la misin y la tarea del jurista est en
trazarle el camino que debe recorrer, en aclarar de un modo
adecuado las ideas aun confusas que en l palpitan.
En otro asunto, el mismo jurista da una nueva prueba de
esta soberana presuncin del pensamiento jurdico que se afirma frente al derecho positivo, y del cual acabamos de citar el
ejemplo ms sorprendente. Las personas jurdicas pueden poseer. Eso estaba fuera de duda en los tiempos de Ulpiano, segn l mismo lo atestigua en las L. 2, h. t., y L. 7, 3, ad
exhib. (10, 4); siendo cierto que cuando menos se remonta
hasta esa poca. Intil es decir por qu era eso necesario. Pero
no encajaba ello en la teora de la voluntad, de Pablo, y no
vacila, en la L. 1, 22, h. t., en negar la posesin las personas jurdicas, y no (lo que no dejara de tener algn sentido)
porque no era posible el corpus en ellas, como seres incorporales, sino porque no tienen el animus: quia UNI CONSENTIRE non
possunt! Como si una persona jurdica existiese sin voluntad,
y corno si todas las resoluciones que toma no revelasen la
existencia de esta voluntad! Pero la voluntad de poseer es, en
su opinin, algo muy especial, y como no lo encuentra tal
cual se imagina, en las personas jurdicas, les niega sin ms la
posesin: do que no puedo construir, lo suprimo.
El juicio injurioso que emite sobre Quinto Mucio Scaevola,
y que antes ya reprodujimos, es tambin muy propio para completar la fisonoma del hombre. El, para quien el dogma nuevo
de la escuela se habla convertido en una verdad absoluta, no
comprenda la consideracin concluyente que el jurista habla
citado en apoyo de su opinin. Estimar la relacin del inmissus
como posesin, cuando fcilmente poda aprender en la escuela
de sus maestros que era una mera tenencia, he ah la falta ms
grave que puede concebirse en verdad, una falta contra los
232
BIBLIOTECA JURDICA
Creo con esto haber colocado al lector ya en situacin adecuada de formarse un juicio sobre la individualidad cientfica
de Pablo. Me recuerda por entero Puchta: Pablo es el Puchta
de la antigedad romana (1). Hay efectivamente en ambos el
mismo fanatismo de construccin jurdica, que, en su ardoroso
entusiasmo, no advierte las lagunas de sus puntos de vista, y
que llega en Pablo hasta el paroxismo ciego. Hay en ambos el
mismo hervir de la lgica que declara, sin fijarse, imposible lo
que le conviene y necesario tambin lo que le conviene, sin
permitir la hiptesis de otra explicacin; la misma intolerancia
con las opiniones ajenas (2) cuando no se armonizan con las
nociones tal cual por ellos se han formulado. Pablo y Puchta
son ambos espritus superiores, pero de naturaleza violenta y
desptica en materia cientfica; verdaderos doctrinarios inflexi bles. Si nuestro derecho terico actual quisiera buscar un patrn entre los juristas romanos, lo encontrara en Pablo. La parte de ese derecho que se relaciona con la teora de la voluntad
de poseer, pesa toda sobre su conciencia.
Ya he dicho antes que la posesin ha ejercido sobre Pablo
con gran fuerza un atractivo especial. Ningn otro jurista se
ha consagrado ella con tanta predileccin, ni la ha examinado con tanta intensidad, ni ha procurado introducir en ella
de un modo tal sus propias ideas individuales. Y no es esto una
(1) No croo rebajar el gran respeto que siento por Puchta, quien taill-o
nabo en mi desenvolvimiento anterior, y quien pongo muy alto, si caracterizo francamente lo que haba de falso en su direccin, la cual yo mismo segu un tiempo con gran fe. No puedo hacer aqu una demostracin completa,
y me remito al ERp. del D. R., tomo 3. 0 , pgs. 310-311, y . Mem unc Erns in
Jurisprudenz., pginas 328 y siguientes. Hago iguales reservas respecto de
mi juicio sobre Pablo. No se me ha pasado por las mientes desconocer el rango que entre sus contemporneos le toca; pero eso no impide exponer franca
mente cuanto hay de falso en su doctrina.
(2) Un digno compaero del ineptbsimus de Pablo encuntrase en Puchta,
Pandelten, 135, donde, refirindose Justiniano y al derecho cannico, desig
na la, nocin de la aedo spolii en la prctica como una opinin que se aniquila por s misma como absurda .
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
233
casualidad. No hay materia del derecho que sea tan atractiva
como la de la posesin, dada sobre todo ].a ndole de su espritu, ya que ninguna otra deja al terico tan gran amplitud.
La posesin es la institucin molusco. Blanda y flexible
como el molusco, no opone las ideas que se quieren introducir en ella, la misma resistencia enrgica que las instituciones
vaciadas en moldes de formas rgidas, como la propiedad y la
obligacin. De la posesin puede hacerse todo cuanto es p"osiMe; podra creerse que ha sido creada para dar la ms completa satisfaccin al individualismo de las opiniones persona.
les. A quien no sabe producir nada que sea adecuado, ofrcele
la posesin el lugar de depsito ms cmodo para sus ideas malsanas. Podramos llamarla el juguete que el hada del derecho
ha puesto en la cuna de la doctrina para ayudarle descansar,
divertido, de su ruda labor; es una figura de cautchuc, la cual
puede darse las formas que se quieran.
Despus de los ejemplos que acabo de exponer de los ensay os de construccin jurdica violentos y frustrados de Pablo,
abordar ya el ltimo, para el cual han debido prepararnos con
venientemente todos los ejemplos anteriores: el de su animus
possidentis.
234
BIBLIOTECA JURDICA
Con esto parceme haber presentado la prueba que me imcumbia. El animus desempea un papel en Pablo, ms grande
i l ue en todo otro jurista; no se cansa de examinarlo en todas las
aplicaciones concebibles, y ms de una de las reglas formula-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
235ha sido bien acogida de parte de los contemporneos? No puedo concebir que se acogiese bien consecuencia tan falsa de su
teora del animus. Un jurista de la poca antigua no hubiera po-
dido comprender una regla tal, que destrua hasta en sus cimientos el poder dominical, poniendo al seor en manos del esclavo. Para concebirla hubiera debido empezar por aprenderla
con Pablo,que le ensearla esa y otras cosas ms sorprendentes;
y adems hubiera debido reconocer el influjo que la voluntad
de poseer ejerca sobre la relacin posesoria, segn Pablo; con
lo cual llegamos nosotros despus de tan largo rodeo, nuestro
tema verdadero. Cuanto precede no ha tenido otro objeto que
prepararlo.
Si se hubiera preguntado un jurista de la poca antigua:
cmo es que el colono slo tiene la tenencia? es porque su
voluntad tiende esta ltima?; hubiera contestado: la voluntad del colono no tiene nada que ver en el asunto: obtiene la
tenencia porque el derecho lo ha dispuesto as, por motivos
muy buenos. Los mismos contemporneos de Pablo no pensaban de otro modo, segn veremos (XV). Cmo, pues, ha podido Pablo concebir la idea de poner el motivo en la voluntad
de poseer? Sin duda ha debido apoyarse en algo. La explicacin
que sigue va decrnoslo. Un error queda por completo en situacin de no perjudicar, no solamente cuando se ha refutado,
sino cuando se ha logrado agotar la fuente de donde mana.
A qu debe tender la voluntad en el cumplimiento de un
acto jurdico, hacia este acto mismo hacia las consecuencias
que la ley le atribuye? Poner la cuestin, es resolverla. Si la voluntad debe dirigirse, no hacia el acto (a), sino hacia las consecuencias (c), la ignorancia de stas, esto es, el error de derecho, anularla el acto. El heredero que ha aceptado la sucesin
hin saber que responde de la deuda ultra vires, podra declinar
esta responsabilidad por ignorancia. Del propio modo el delincuente podra rechazar la pena, la pena grave, por ignorarla. El juez, segn eso, debera, en todos los casos, investigar
previamente si el que ha obrado ha conocido las consecuencias de sus actos. Lo cual seria ir contra la seguridad del derecho, que descansa en la certidumbre de que se sufrir inevitablernente las consecuencias (c), resultando su aplica-,
BIBLIOTECA JURDICA
236
on'n insoportablemente llena de obstculos y de complicaciones.
De ah se origina la regla que para determinar el alcance
de la voluntad en los actos jurdicos, es preciso considerar a y
no e (1). La realizacin de c se cumple, en efecto, sin la intervencin de la voluntad individual, en virtud de la ley que ha
referido c a como cosa inevitable. Si no cabe cambiar esto
por el motivo de que no se ha querido, tampoco cabe justificarlo
porque se ha querido.
Pablo ha cometido esta ltima falta en la cuestin de la posein. Ha referido la voluntad las consecuencias que el derecho romano da ciertos actos jurdicos con relacin la po4esin. Segn el derecho romano, el colono y el representante
tienen siempre la tenencia, spanlo no, y quiranlo no; la
tenencia es la e que se refiere como consecuencia inevitable
la a del acto jurdico (2), y respecto del cual, por consiguiente,
la direccin de la voluntad individual es perfectamente indi -
ferente.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
237
Son VELLE
N.)ti
BIBLIOTECA JURDICA
238
luntad individual, debera ser discutida, porque en el primer
caso hay quien no tiene voluntad de adquirir la propiedad ,
por considerar la adquisicin imposible, y en el segundo no
hay voluntad de obligarse, porque se ha reconocido el sujeto
sin capacidad para ello. Pero la validez del acto jurdico a, es
decir, nuestra c, es tan independiente de la creencia de las
partes, tanto en lo referente sus condiciones, como en lo relativo sus efectos. La creencia errnea en la no existencia de
las condiciones, que al propio tiempo implica la creencia
errnea en la no realizacin de las consecuencias, no aniquila
la voluntad dirigida hacia a.
La affectio auctoris, segn la L. 2, 2, pro emt. (41, 4), existe an: CU'In rem putat alienam, quxsil venditoris. Cabe aplicar
aqu la conocida regla de los juristas romanos: plus est in re
quam in existimatione men lis, que por mi parte sostengo en el
sentido aceptado hasta el da, pesar de las objeciones recientemente formuladas; esto es, es preciso atenerse la existencia
objetiva de las condiciones de a, y no la existencia subjetiva
de la creencia y del conocimiento de las partes.
Acabo con lo dicho de exponer un resumen de la teora de
los juristas romanos sobre la voluntad en los actos jurdicos.
Es uno de los hechos ms notables de la antigua jurispruden cia de Roma, la concepcin de esta teora de una manera que
yo llamara abstracta, sin conceder influjo alguno las desviaciones de la voluntad individual.
En la jurisprudencia posterior se dibujaron aqu y all
ciertas tendencias, que estimo poco acertadas, encaminadas
tener en cuenta la voluntad individual (1).
(1) Citar, titulo de ejemplo, el onimus contrahenda, societatis, en la L. 44,
ROO. (17, 2). que, segn aqu se ha invocado, forma digno juego con el ani
MUR possidentis, y con el animas revertendi de los animales, en la L. 5, 5, de
A. R. D. (41, 1). Sin embargo, es de notar que este ltimo, que se presenta
tambin en los esclavos (L. 47, i. f. h. t ), no es lo que primera vista pudiera parecer. Cabe preguntarse lo que significa la regla que hace depender la
conservacin de la propiedad sobre el animal domstico de su anin uis reverter.
di, que no podr, probarse, y que prcticamente est reemplazado por la
con&m'Indo revertendi. Por qu sta no se seala sola, y por qu se insiste sobre
el animas, que en la prctica no tiene la menor importancia? La indicacin
del animas de parte de los juristas romanos contiene una idea completamente
exacta, y hasta ingeniosa. La etimologa nos muestra el dontinus como el qua
pro
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
289
Refirese las propensiones individualizadoras de la jurisprudencia nueva; fenmeno ste que me he propuesto describir de una manera detenida en la parte tercera de mi Espritu
del Derecho Romano, y que no es posible hacer aqu.
ha domesticado seres vivos (animales y esclavos).(Sansc.; dom. domas; Grieg.:
X(I. a y ; Lat.: dom are, dom-inus; Alem. antig.: zara.; alem. moderno: zhon,
masmen. Vanicek, Griech. latein etgat. Wrterbuch, I, p. 34.)La domesticacian es
el hecho que ha llevado la nocin de propiedad al conocimiento de los pueblos
arios. No haba entre ellos propiedad privada, en el origen, sobre cosas inmuebles, sino propiedad comn. La idea de la relacin exclusiva del individuo
con la cosa ha sido reconocida primeramente con el animal y ha recorrido di
versas fases, que nos representan los tres modos conocidos de la vida de los
pueblos: pueblos que viven de la caza y de la pesca; pueblos pastores que
avanzan con sus rebaos cuando los pastos se agotan; pueblos agricultores
que se fijan en un lugar dado causa del trabajo que han consagrado al suelo. As como en las dos primeras fases lo que en el animal se buscaba era la
sustancia, en la tercera se atenda al aprovechamiento de su fuerza para la
explotacin (a).
La domesticacin, y en su virtud, la propiedad, toma en los animales un
triple aspecto diferente, que designar, para abreviar, con los nombres de
domesticacin mecnica y domesticacin psicolgica, aplicada al individuo aislado
aplicada la especie. La primera aplicase los animales salvajes que el hombre tiene exteriormente en su poder (custodia: L. 3, 2, ibid.). Con su poder cesa
la propiedad. La segunda se aplica los animales salvajes que aqul ha puesto intrnsecamente en una relacin de dependencia respecto de l. En este casa
se ha domado por el hombre, no slo el cuerpo, sino el alma del animalel
eainiuR,Manifistase esto en que, pesar de la libertad exterior que le es
concedida, el animal, sin embargo, sigue en la casa, vuelve ella (animus reverteudi). Con la dependencia intrnseca del animal, del poder fsico que
ejerce sobre l el propietario, cesa tambin el jurdico propiedad.La
tercera refirese los animales domsticos. En este caso no es slo el individuo, sino que, travs de la historia, la especie resulta domada: el animal
nace as: hallase jurdicamente entre las cosas muebles, cuya propiedad no
cesa con la prdida de la posesin. La cosa mueble animada no ejerce ms resistencia contra el propietario que la cosa mueble inanimada.
Sguese de ah, que la relacin del animal en la segunda categora se indica de una manera muy excelente con el animas, es decir, con la dependencia psicolgica respecto del hombre. Y, sin embargo, no es esto exacto. Verdadero desde el punto de vista en filosofa del derecho, es falso para el jurista. Este no conoce el ANIMLTS revertendi, sino la CoNSIJETUDO revertendi, nica
que puede ser objeto de la prueba; y he ah por qu en la L. 5, 5, cit., la
(a) Las brevsimas indicaciones que el ilustre Ihering hace en esta interesante
primitiva de la humanidad
neta, pueden verse respecto de los arios y de la condicin
pastoril y agrcola, ampliamente desarrolladas en su obra pstuma, Prehistoria. d."
libros ms
os indoeuropeos 'trad. esp. del que esto escribe Madrid Suarez), uno de los ha brotada
geniales y ms hermosos, de corte ms simptico y hasta agradable, que
del Derecho romano.
de la pluma del autor de la Teora de la posevin y del Espritu
'N. del T.)
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
UTILITATIS CAUSA
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receptum est.
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Nana quid adtinet dicere non possidere mulierem, cum maritus, ubi noluit possidere, yrotinus amiserit possessionem!..
Y all dice:
Alioqin si dicantus, per eos non acqu iri noks possessionem,
qui p ostro nomine accipiunt, futurion, ut neque is possideat,
cui res tradita sil, quia non itabeat animum possidentis, 'neque
is, qui tradiderit, quoniam cesserit possessionem.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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cometido al motivar la tenencia del representante directo por
la ausencia del animus possidentis. Confunda los factores a y c.
El intermediario no quiere sino obrar para otro; no necesita decidir en cul de las dos formas posibles de la representacin se
verificar este acto, y no sabe de seguro si adquiere la posesin
la tenencia. Pablo ha hecho de esta voluntad indeterminada
de representar, perfectamente suficiente en derecho, una voluntad de adquirir, ya la posesin, ya la tenencia. Si hubiera estado en lo firme al especializar as la voluntad de representar en
materia posesoria, la regla de derecho resultante, sera una de
las reglas ms detestables que pueden concebirse. Cul es, en
efecto, fuera de los juristas, el hombre que sabe distinguir entre posesin y tenencia? Ahora bien: este hombre, extrao al
derecho, sera el llamado decidir si persegua una 1,1 otra, si ha
tenido el animus possidentis no. Tratase, sin duda, de una de
las ideas ms falsas en que se ha obstinado ese doctrinario empedernido, el ms empedernido de todos los juristas romanos.
El representante directo, segn Pablo, no tiene la intencin
de poseer para si. Qu pensar entonces, del representante in directo?Tiene la intencin de poseer para s? En rigor, no, dice
Pablo en la L. 13, 2, de usurp. (41, 3); pero.... pesar de eso:
diutina possessione capis, quamvis possis videri NON PRO TUO POSSIDERE, cuna nihil intersit cuna mandati judicio tenearis. Segn esto,
el hombre no tiene la intencin de PRO suo possidere, y sin embargo, posee y usucapia. Un jurista con menos prejuicios que
Pablo hubiera comprendido con esto lo que vale el animus;
XIV
Crtica de la teora subjetiva desde el punto
de vista interior.
La teora subjetiva tiene su origen en dos palabras de Pablo. Si al transcribirse los textos de Pablo en las Pandectas,
esas palabras se hubieran suprimido, como se hizo en las Baslicas, dudo que tal teora se hubiera formulado nunca. Las dems decisiones de las fuentes de Justiniano y de los Bizantinos, en las cuales, una vez puesto en autos, se ha credo poder
descubrir huellas de la animas possidentis, por s solas no la hubieran producido.
Dos palabras tan slo?... Son ms que suficientes. Para descifrar un enigma basta una sola, como para abrir un gran almacn basta una llavecita. Sin duda; pero cuando menos, bueno seria que la palabra y la llave fuesen buenas. Ahora bien:
la llave de Pablo era buena? Un examen imparcial hubiera
permitido convencerse muy pronto de que no, y que la diferencia que l establece entre la voluntad de poseer y la de tener, no concuerda con la diferencia que nuestras fuentes admiten entre la posesin y la tenencia. Pero la idea de Pablo se
presentaba a priori tan natural, tan evidente, tan fecunda, tan
preciosa, que no se ha conceptuado necesario examinar su exactitud. Se ha credo ver con ella la llave de toda la teora de la
posesin, bastando al efecto slo usarla.
Tarea envidiable! Daba la doctrina una ocasin que rara
vez se presenta: la de crear partir de su propio fondo. En la
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Y sin embargo, el heredero conserva la posesin. Si el destino para otro tuviera !nfiuencia, el heredero hubiera debido.
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Si el derecho romano no hubiera atribuido al colono la tenencia, no s yo qu jurista se le hubiera ocurrida sostener que
el Colono quiere tener los fundos, no para si, sino para el dueo. Todos los juristas del mundo hubieran rechazado esta idea
como absurda, indigna de ser refutada. El derecho romano, segn hemos visto, ha tenido muy buenas razones para negar al
colono la posesin, no debiendo imputarse los romanos antiguos el supuesto motivo de que el colono no quiere haber el
fundo para si, sino una teora malsana que no se detiene ante
los asertos ms absurdos, cuando se trata de comprender en los
cuadros jurdicos, que estima impuestos por razones tcnicas,
sus relaciones.
Un hombre hipnotizado toma un nabo por una manzana:
quien no se encuentre en ese estado sabe que es un nabo. Pasa
lo mismo con el indicado aserto. Un honi bre de buen sentido
sabe que el colono quiere tener la cosa para s: es preciso hipnotizarse con la ciencia para sostener lo contrario.
Con qu fin, en efecto, se tiene una cosa? Con el Unico fin
de usar de ella econmicamente: recoger los frutos del fundo,
habitar la casa, leer los libros prestados, colocar el dinero, beber el vino.... Una propiedad la cual se privase definitivamente de esta aptitud para el uso econmico, seria un sobre vaco,
una cosa sin valor. Todo depende del contenido: tener, en el sen-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
253
CIJASIPOSESIN
TENENCIA
F,nfitenta.
Acreedor con prenda.
Precarista (3).
Superficiarlo (3).
Usufructuario.
Superficiaro (3).
Colono
Inquilino.
Comodatario.
Precarista.
TENENCIA
254
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El mismo lector puede hacer la aplicacin de esos dos cuadros. Segn la teora subjetiva, la columna posesin debera
quitarse por completo en ambos cuadros; en realidad, hay
equilibrio perfecto entre sta y la de la tenencia. Si los romanos se hubieran dejado guiar por la idea de que la posesin y
la tenencia se determinan segn la voluntad de tener la cosa
para si para otro, hubiera debido haber posesin en todos los
casos del primer cuadro, y tenencia en todos los del segundo,
siendo as que en ambos hay al propio tiempo, casos de pose sin unas veces y casos de tenencia otras. Sguese de ah, que
esta anttesis no debi de tener para los romanos fuerza completamente decisiva; segn su concepcin, la posesin se armoniza tanto con la voluntad de poseer la cosa para otro, como
la tenencia se armoniza por su parte con la voluntad de poseer
para s.
He de decir, por ltimo, algunas palabras acerca del pretendido carcter doble de la relacin de tenencia, alegado apropsito de esta tercer regla, la cual sera, ya el ejercicio de la posesin de otro, ya la representacin en materia de posesin.
Nada tengo que objetar respecto del primero; armonizase
perfectamente con la voluntad de tener la cosa para s. Ofrcesenos al efecto un paralelo entre la venta del usufructo y la cesin del crdito. Como el derecho mismo no desapareca, la relacin jurdica que nace en este caso no puede caracterizarse
ms que como ejercicio de ese derecho. Lo mismo ocurre con
la relacin posesoria. Al igual que en la relacin de tenencia
derivada, el derecho quiere conservar la posesin para el dueo; respecto de la relacin posesoria del tenedor no queda ms
que el punto de vista del ejercicio de una posesin ajena.
Por el contrario, estimo el punto de vista de la representacin en materia de posesin tan inexacto como peligroso. Su
objeto es expresar la idea muy exacta de que el dueo de la
posesin posee por el tenedor; que la tenencia de ste se cuenta como posesin en el dueo. Pero la forma bajo que esta idea
se expresa es errnea; implica una violencia en la nocin de la
r epresentacin tal cual el lenguaje la ha concebido, eso de aplicarla los casos en que no hay idea alguna de representacin.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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no est confiada si no temporalmente quien la tiene: x cambia por no haber sido entregado definitivamente y s de un modo
temporal tan slo? Si no ha sido alterado por el elemento subjetivo del fin, tampoco puede serlo por el elemento temporal de la
duracin. La duracin pasajera de una relacin no es ms que
una parte, un fragmento, de su duracin total, y no se comprende por qu en una dcima en una centsima de esta duracin, no ha de poder x afirmarse por entero, y en nuestro
caso, por qu la posesin no ha de permanecer siendo posesin.
Sin duda, ciertas relaciones jurdicas, por ejemplo, las del
derecho de familia, no implican el establecimiento temporal,
contndose entre ellas en el derecho antiguo la propiedad y las
servidumbres prediales Pero all donde la ley no opone obstculo alguno al acuerdo de las partes sobre la relacin pasajera de una duracin, como en el derecho nuevo ocurre con la
propiedad y con las servidumbres prediales, esa relacin produce, si dura temporalmente, el mismo efecto que si durase
perpetuamente. La posicin jurdica del propietario no ha disminuido en nada, porque la duracin de su propiedad est limitada un lapso de tiempo determinado, ni la del titular de
una servidumbre predial, porque en lugar de haberse establecido de por vida la servidumbre, dure slo algunos aos. Todas
esas personas gozan de la misma proteccin jurdica que aquella quien el derecho pertenece sin limitacin de tiempo.
Ahora bien: la posesin deber regularse de otro modo? Si
la corta duracin convenida se concilia con la propiedad, debe
conciliarse tambin con la posesin, y si en la primera el derechohabiente temporal goza de la misma proteccin jurdica
que el derechohabiente definitivo, por qu no ha de ser lo
mismo en la segunda?
Y cuenta que no se puede invocar aqu la lgica: x 10 no
se distingue de x sino por la cantidad, no por la cualidad.
De este modo consideraban precisamente los romanos la
posesin desde los tiempos ms remotos. Tenemos la prueba
en el precarium y en la pignoris capio, que daban ambas la posesin, aun cuando el propietario pudiera en cualquier momento concluir con ella por el pago en el segundo caso. Con el
transcurso del tiempo han llegado unirse al precarium los de-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
257
'ms casos de posesin derivada: la prenda, la enfiteusis temporal y el secuestro. La teora subjetiva trata de capitular ante
esos casos, diciendo que no tienen el carcter verdadero de relaciones posesorias normales; pero ya veremos en la regla 7.a
cmo este aserto no se armoniza de ningn modo con la concepcin romana.
Aadiremos, por lo dems, que la regla de que se puede
transmitir la posesin transitoriamente, y por supuesto independientemente de la transmisin de la propiedad (1), est expresamente enunciada en nuestras fuentes, saber, en la L. 17,
1, h. t.: ... si guis igitur ea mente tradildil, ut possessio postea el
restitua tur, desinit possidere.
258
BIBLIOTECA JURDICA
Pueden, en verdad, existir las ms variadas relaciones jurdicas respecto de una misma cosa sin que entre s se excluyan.
La ley ha trazado para cada una de ellas su esfera particular,
dentro de cuyos limites es completamente independiente, evitando as el conflicto de derechos. Es como el movimiento de
una mquina, en la cual cada rueda se mueve sin ser obstculo
la rotacin de las dems. Todas las personas concurrentes
pueden reconocerse vindose cada una dentro de su esfera y todas como derechohabientes: el propietario reconoce al acreedor
como prenda, al usufructuario, al tenedor de una servidumbre
predial, etc., y recprocamente.
Ahora bien: es que acaso la posesin estar sometida ley
distinta? Deber excluirse slo porque el tenedor reconozca
otro superior l, como falsamente se dice, en lugar de decir
su lado, como derechohabiente? Si la posesin del ladrn se
armoniza con la propiedad en la persona del robado, por qu
no ha de conciliarse cuando el mismo estado aparente, consecuencia del robo, se establece de una manera legal por la entrega de la cosa por el propietario? El propietario reconoce al poseedor y ste al propietario. La situacin es idntica aquella
en que el propietario reconoce como derechohabiente al tenedor de un jus in re y recprocamente. En ambos casos
se trata
de esferas jurdicas diferentes y compatibles.
No es, pues, exacto decir que la posesin implique necesa-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
259
riamente el elemento de la -autonoma, de la independencia,
segn lo entiendeyy sostiene la teora subjetiva, es decir, como
protesta de derecho de hecho contra el derecho de otra persona cualquiera.
Detengmonos un instante en esta supuesta autonoma del
poseedor, y para convencernos de su falta de fundamento, comparmosla con la posicin del tenedor.
Esta posicin puede ser considerada de hecho en derecho.
En el primer sentido tiene por objeto lo que el poseedor puede
hacer efectivamente; en el otro, lo que tiene el derecho de hacer.
El poseedor puede disponer de la cosa voluntad. El tenedor, no? En este respecto son perfectamente iguales.
Pero el tenedor no tiene el derecho de hacerlo; debe mantenerse en los lmites trazados por su contrato: es que hace otra
cosa el poseedor? Hagamos la prueba con el poseedor tpico de
la teora positiva, con el propietario. Tiene el derecho de disponer voluntad de la cosa? S, si al hacerlo no lesiona los derechos de terceros. He aqu el cortejo de los que pueden herrselo: son muchos; en primer trmino, aquellos en quien dele
respetar los derechos de propiedad: los copropietarios y los que
tienen un derecho eventual la propiedad (legado sucesivo,
condicin resolutoria, etc.); luego los que tienen jus in re;
por ltimo, los que slo tienen un derecho de obligaci(jn: comprador, colono, inquilino. En todas las empresas relativas
la cosa que impliquen ataque de hecho esas personas, es responsable para con ellas, del mismo modo en absoluto que el
tenedor lo es respecto de l en el mismo caso. Su posicin respecto del comprador no es diferente de la del colono respecto
de l; debe respetarle como derechohabiente por encima de
l, del propio modo que el colono debe respetarle l. Su pretendida independencia jurdica, su autonoma, no existe, pues;
el contrato le ata las manos como al colono como cualquiera otro tenedor.
En conclusin, la quinta tesis es tan insostenible como la
cuarta; si la circunstancia de que la cosa no ha sido entregada
sino temporalmente, no implica obstculo para admitir la posesin, tampoco lo implica la de que el derechohabiente reconozca otro derechohabiente superior, ms bien su lado. La
BIBLIOTECA JURDICA
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posesin en la persona del poseedor se armoniza perfectamente
con el respeto debido al derecho del propietario.
pretensin la
Sexta regla.--La posesin se caracteriza como
posicin del propietario; la r Juntad del poseedor debe ser la
de poseer la cosa corno propia; esto es, como propietario la
manera de un propietario. Esta voluntad no existe en el tenedor, y as no obtiene la posesin, sino tan slo la tenencia.
Tal es la teora del animus domini, y en adelante me dirigir
exclusivamente Savigny, segn ya antes dejo dicho.
Ya hemos visto que Savigny ha encontrado perfectamente
formada la nocin del animus domini. Se ha limitado recogerla sin criticarla, para erigir sobre ella toda su teora de la
distincin entre la posesin y la tenencia. Dicha nocin era
para l una verdad adquirida, y de tal modo se hallaba bajo el
imperio de esta ilusin, que ha llegado sostener (pg. 110,
nota 2), que el animus domini est admitido tcitamente en todas partes en las fuentes, habindolo percibido hasta en un
texto que ni siquiera se refiere l, mientras prescinda por
completo de los dos textos de Pablo, los cuales, cuando menos,
hubieran podido darle un cierto apoyo, toda vez que en ellos se
afirma la necesidad del animus possidentis.
La necesidad del animus domini era, pues, cosa admitida
por adelantado para Savigny; slo se trataba de justificarla
en principio. A este fin se requera, despus de haber invocado la propiedad, tomar en la relacin de la posesin con la propiedad la prueba de que el poseedor posee como un propietario.
Esta relacin consiste, segn Savigny, en que la posesin
es el ejercicio de la propiedad; siendo la propiedad, dice en la
pgina 29, la facultad jurdica de obrar sobre una cosa libre
mente y de impedir cualquier otro usar de ella, la tenencia
implica el ejercicio de la propiedad: constituye el estado de he
cho que corresponde la propiedad como estado jurdico. Ms
adelante rellere esto la siguiente conclusin: por consiguiente, el animus possidendi consiste en la intencin de ejercer el derecho de propiedad. Pero el que tiene la tenencia puede tener
esta intervencin de dos maneras diferentes: puede querer ejercer el derecho de otro el propio. Si tiene la intencin de ejer -
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
261
cer el derecho de propiedad de otro que por lo mismo reconoce, no tiene el animus possidendi necesario para que la tenencia
se transforme en posesin; no hay posesin sino all donde el
tenedor tiene la intencin de ejercer su derecho de propiedad. No
puede considerarse como poseedor sino el que trata la cosa
como propietario; en otros trminos, el que pretende disponer de hecho de ella, como el propietario, tendr la facultad legal de hacerlo en virtud de su derecho; lo que implica tambin
la negativa de reconocer en la persona de otro un derecho superior al suyo (pg. 110); La voluntad debe consistir, por tanto, en la intencin de tratar realmente la cosa como propia (pgina 205).
La plena demostracin del error de una opinin que se mantiene en las regiones de la abstraccin, resultando asi tan poco
clara, no es raro lograrla ms fcilmente recurriendo, no al medio de una dificultosa deduccin, sino al de un paralelo tomado
de las cosas menudas de la vida diaria, y el cual permite sustituir las ideas abstractas por consideraciones sensibles. De ese
medio voy servirme por de pronto.
Cmo debe uno disparar para cazar? pregunta un individuo que no tiene el derecho de caza y que pretende ir cazar.
Dispare V. como el derechohabiente, se le dice.
Tiene V. la intencin de dirigirse contra la caza de otro, ingirindose, cual derechohabiente, ejercer su derecho de caza
como si fuese el suyo? Pues bien, es preciso disparar exactamente como el dueo: mire V. como lo hace, y as sabr lo que
tiene que hacer.
Las instrucciones que Savigny da al poseedor con respecto
al aninzus no son mejores.
En lugar de decirDispare V. como el derechohabiente; le
dicePosea como el propietario. Ahora bien: cmo tira el derechohabiente? Si no sabe apuntar, si apunta demasiado alto,
poco importa que tenga no derecho. El poseedor no debe
aprender del propietario cmo debe poseer, del propio modo
que el que no tiene derecho de caza no tiene por qu aprender
cmo dispara y apunta el derechohabiente. En ambos casos se
trata de operaciones de puro hecho, que en s llevan su direccin: es preciso apuntar bien, es decir, dirigirse adecuadamen-
BIBLIOTECA JURDICA
262
to al fin, en un caso con la escopeta, en otro con su voluntad.
Ese fin es lo que se quiere obtener: en un caso la caza, en el
otro la posesin.
Dirigir su voluntad hacia el fin; he ah todo.
En la posesin, el fin consiste en el poder fsico sobre la
cosa. Si pesar de haber apuntado bien, siguiendo la comparacin, el tenedor no obtiene la posesin, depender esto, no
de que l no haya tocado el objeto, sino de que por motivos
que nada tienen que ver con su persona, el derecho le niega la
posesin; su situacin no es otra que la del cazador quien
la ley niega la propiedad de la caza que ha matado. Podra decirse en este ltimo caso: es necesario que este individuo no
haya disparado bien, porque no ha obtenido su propiedad; !o
mismo que se dice en el primero que, cuando no ha obtenido la
posesin, es porque no ha tenido la voluntad de poseer. Sin
duda, el que parte de la idea fija de que la caza pertenece al
que ha disparado sobre ella y que posee quien tiene la voluntad de poseer, cuando ve que la caza se niega al cazador y la
posesin al tenedor, no tiene otro recurso que decir: el cazador
no puede haber alcanzado la caza, el tenedor no puede haber
tenido la voluntad de poseer; es preciso negar el hecho para armonizar el resultado con la idea fija.
Enviar al poseedor la escuela cerca del propietario para
aprender de l cmo debe poseer, es trastornar la relacin que
existe entre la posesin y la propiedad. La posesin es ms
antigua que la propiedad. Puede imaginarse la posesin sin
la propiedad, pero no al contrario. En la posesin, no encontramos en parte alguna la propiedad, ni en la definicin, ni en
el nacimiento, ni en la extincin, ni en la proteccin; pudiendo,
si fuere preciso, exponerse toda la teora de la posesin sin emplear una sola vez la palabra propiedad. Que no se intente hacer lo mismo con la propiedad. No podemos separarnos jams
de la posesin: nos sigue constantemente en toda la teora de
la propiedad.
Desde el primer paso, en la definicin de la propiedad se
presenta aqulla como elemento contenido en sta. La posesin
forma la condicin de hecho de la utilizacin econmica de la
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
26
264
BIBLIOTECA JURDICA
265
bres prediales, como formaciones de derecho real exclusivo,.
ocuparan el primer puesto, y los dems, como combinaciones
de jus in re y de obligaciones, el segundo.
Tendramos asi el orden sucesivo siguiente:
1. Posesin.
2. Propiedad.
3. Servidumbres prediales.
4. Las dems jura in re.
Sabido es que este orden es exacto para las tres ltimas formaciones: qu diremos de la posesin? No se trata, por supuesto, de la aparicin de hecho de la posesinde hecho sta
ha sido la primera relacin que se ha establecido entre el hombre y la cosa: trtase de saber bajo cul aspecto se ha presentado por primera vez al hombre la idea de tener jurdicamente
una cosa, si bajo el aspecto restringuido de la defensa de la
cosa contra quien trata de arrancrsela que se la ha arrancado, si bajo el aspecto ilimitado, absoluto, de un derecho contra todo individuo en quien encuentre esta cosa.
En mi concepto, la respuesta no puede ser dudosa: el primer aspecto es el Irerdadero. Ahora bien: bajo esas dos formas
de la idea de tener jurdicamente, no hemos hecho ms que
presentar en su esencia la idea de la posesin y de la propiedad._
Por tal modo tendramos la regla siguiente: la idea de la posesin ha precedido la de la propiedad (1).
(1) Tal es tambin la opinin de los juristas romanos. Vase la L. 1, 1,
h. t.: dominium rerum ex naturali possessione co(pisse. Tengo que renunciar ir
ms lejos en la historia del desenvolvimiento de la propiedad, que nos lleva
mucho ms all de Roma en los tiempos prehistricos, en la poca de la emi
gracin aria (a). He citado antes el primer germen, revelado con el auxilio
de la etimologia, de la idea de propiedad; me he explicado de pasada sobre
la distincin de las res mancipi y nec mancipi, en mi Jahrtueh (F. 23, p. 204, nota
2). La propiedad primitiva ha sido la de las res nec mancipi (sin reivindicacin);
la de las res mancipi (dominium ex jure Quiritium, con reivindicacin) no emana
sino del perodo de fijeza territorial; las tribus nmadas no la conocan. Slo
en una poca relativamente reciente (despus de las XII Tablas), fu cuando
en Roma el dominium ex jure Quiritium, es decir, la propiedad reivindicable,
fu transportada las res nec mancipi, y hasta ese momento la proteccin del
(a) Para ver completas las investigaciones sobre el desenvolvimiento jurdico de
Roma, que Ihering ha hecho, es de sumo inters consultar su citada obra: Prehistoria
de los indoeuropeos (trad. esp.).(N. del T.)
BIBLIOTECA JURDICA
266
Sea lo que fuere de esta prioridad histrica de la posesin
sobre la propiedad, la lgica, sistemtica y prctica, queda
sentada, yo creo, de un modo indiscutible. La falta que comete la teora subjetiva sentando el animus domini, puede ahora
designarse en breves trminos: es un 367.1.0V 7:pc i' yrov lgico. Invcase una nocin posterior, la de propiedad, para procurar el
establecimiento de otra anterior, la de posesin. Trtase de un
prstamo hecho por la posesin la propiedad antes de que
exista esta, y cundo debe decidirse sobre la voluntad necesaria para ello. La voluntad necesaria para una relacin, de cualquiera naturaleza que sea, puede y debe ser siempre tornada de
s misma: si se dirige x, x es quien decide .
La teora del animas donini designa, en lugar del x de la
posesin, el z de la propiedad.
Al error que por s solo implicara el cambio de la mera no cin decisiva con otra, jntase ah tambin el de que esta otra
es ms reciente y que hasta presupone por su parte lo que debera explicar. Es el error mismo cometido por Vangerow,
cuando explicaba la libertad como propiedad en el cuerpo humano. La persona debe existir, no slo en lo fsico, sino en el
sentido jurdico; es decir, debe ser reconocida como sujeto jurdico, antes de que en principio pueda tratarse de la propiedad: la propiedad, como todo otro derecho, presupone el sujeto
del derecho. En ambos casos la relacin terica encuntrase
trastornada; la nocin ms atitigua resulta la ms reciente, y
viceversa: una nocin que no existe an se emplea para expli car otra que ya existe.
Y vuelvo Savigny, para examinar ms de cerca la manera como establece la relacin entre la posesin y la propiedad
que es necesaria para deducir el animus.
La tenencia es el ejercicio de la propiedad: el estado de hecho
que corresponde la propiedad considerada como un estado
jurdico.
derecho para esas cosas restringase las acciones por robo, pero dirigibles
tambin contra terceros. Gayo, III, 126: apucl ALIQUEM furtiva res quae sita ct
inventa.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
267
BIBLIOTECA JURIDICA
268
derecho de poseer. La posesin no adquiere, por ese lado, una
importancia jurdica, as como tampoco cualesquiera otros
hechos, actos cosas que son el objeto de un derecho. As
como el propietario tiene el derecho de poseer, el concesionario de caza tiene el de cazar, el titular de una servidumbre de
paso, el de pasar. La posesin no ha adquirido una importan.
cia jurdica verdadera, sino despus que ha participado como
tal de la proteccin del derecho. Desde entonces, salindose de
la serie de los diferentes sucesos y de los dems estados de
hecho, ha llegado ser una relacin jurdica independiente sobre la cosa. Todos los dems estados de hecho no son ms que
el objeto, el contenido de un derecho: la posesin, por su parte,
es la base de un derecho.
Savigny, en lugar de atenerse este ltimo punto, nico
de inters al considerar la importancia jurdica de la posesin,
insiste y toma acta de sa relacin absolutamente indiferente
entre sta y la propiedad. Ya sabemos por qu deba hacerlo.
Necesitaba dar ese rodeo hacia la propiedad para procurarse
su tiempo un punto de apoyo para el animus domini. Basta
citar algunas definiciones de la misma calidad, para mostrar
lo que vale, desde el punto de vista del saber en esta materia,.
el reflejo de la posesin en el espejo de la propiedad que Savigny presenta en esta definicin: la posesin es el estado de hecho
que corresponde la propiedad considerada como estado jurdico, en otros trminos, es el ejercicio del derecho de propiedad:
lidad.
Quien no posea por adelantado la intuicin de esos estados
y de esos actos, no la obtendr de este modo,
y para quien la
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
269
BIBLIOTECA JUFJDICA
2.0
transforme en posesin. Por qu no? Nada responde, y le
hubiera sido difcil Savigny responder, porque el influjo que
ejercer sobre la posicin jurdica del tenedor esta intencin
de ejercer su propiedad la de otro, no est en modo alguno
justificado y no encuentra el ms ligero punto de apoyo en el
derecho romano. Muy al contrario, ese derecho nos coloca en
condiciones de probar de una manera positiva, que la diferencia entre el ejercicio del derecho propio y el ejercicio del ajeno
es indiferente por completo para otras relaciones jurdicas.
El cesionario, segn el derecho romano, ejerce el derecho de
crdito del cedente: sin embargo, la proteccin jurdica que se
le concede no es otra que aquella de que el cedente goza. El alie
no nom'ne agere no tiene en este caso influjo sobre la posicin
jurdica del cesionario. Por qu, pues, el alieno nomine possidere
lo ha de tener sobre la posicin del tenedor? No se explica esto.
Si yo puedo ejercer el crdito del cedente y ser protegido como
l, por qu, como colono, no he de poder ejercer tambin la
posesin del arrendador y ser protegido como l? Ser, acaso,
porque el cedente cede el crdito definitivamente, mientras el
que arrienda no cede la posesin sino de un modo temporal?
Ya antes he respondido esta consideracin.
La venta del usufructo nos proporciona otro ejemplo. El
comprador no obtiene ms que el ejercicio del usufructo, y no
el derecho mismo; y, sin embargo, est tan protegido como el
usufructuario mismo. Se puede, pues, ejercer el derecho de
otro, y pesar de ello, gozar de la proteccin como quien ejerce ese derecho como un derecho propio.
Sguese de aqu, que la idea de que la relacin posesoria
en la persona de quien ejerce la propiedad de otro debe revestir el carcter de tenencia, no tiene fundamento alguno.
Si para el cesionario y el comprador del usufructo no obsta
el ejercicio del derecho de otro para gozar de la proteccin jurdica de que gozaba su autor, no hay razn para que las cosas
pasen de otro modo en la posesin. Todava hay ms: de todas
las relaciones jurdicas, la posesin sera siempre ms apropiada
para participar de la proteccin jurdica en los casos en que se
deriva de otra persona; porque en todas las dems relaciones, el
que quiera ejercer el derecho de otro, debe prevalerse de ese de-
LA VOLUNTAD EN LA
POSESIN
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272
BIBLIOTECA JURDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
273
listas romanos, el elemento del animus domini es tan indiferente para la nocin de la posesin como los cuatro pies para la
mesa. El que por adelantado concibe la nocin de una manera
demasiado estrecha, no debe extraarse de que sta se estrelle
con los fenmenos que en ella no encajen; la censura de contrariar los principios que aquel les dirija ms bien debe recaer
sobre l: y es que en realidad, el error reside no en las cosas
sino en el sujeto.
El establecimiento de la categora de la posesin derivada,
contiene la declaracin en quiebra de la teora subjetiva. Una .
regla soporta la contradiccin, es decir, la excepcin; una nocin, no. Si la condicin del animus domini se indicase slo como
regla, los casos en que falta, y, sin embargo, hay posesin, se
armonizaran con ella. Pero se ha formulado como elemento
terico; la nocin de la posesin, la naturaleza, la esencia de
las cosas y dems modismos y expresiones, entraan necesaria
mente el animus domini rem sibi habendi; la posesin sin animus domini se ha declarado imposible en principio (1). Y sin
embargo, existe realmente, y con esto est dicho todo.
Pero el jurista que sabe construir no tropieza con dificultad
alguna para encontrar un punto de vista para la explicacin de
lo que resulta contrario los principios, un punto de vista que
lo justifique y sincere ante el pensamiento jurdico (2).
Y eso es lo que ha hecho Savigny. La posesin se considera
como un derecho, y este titulo puede ser enajenada. He ah
por qu el poseedor verdadero y originario podr transferir el
derecho de la posesin quien ejerce el derecho de propiedad
para l (pg. 119). El animus possidendi, que en la posesin
originaria es un verdadero animus domini, tiene por objeto, cuan do se trata de la posesin derivada, el jus possessionis transmitido por el poseedor originario.
posesin deri
(1) Savigny mismo (p. 120, reconoca expresamente que la
liada contiene una derogacin de los principios primitivos de la posesiu .
(2) Tan cierto era eso para Savigny (p. 113), que no ve en la posesin del
erifiteuta ms que una -inconsecuencia aparente s, que promete explicar ms
adelante. Pero la consideracin histrica que invoca despus ( 12 a) Alter
publiew y vectiguiianada tiene de comn con esta inconsecuencia jurdica.
con la anomala terica de esta posesin.
18
274
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
275
te en juguete de la voluntad arbitraria de las partes. La disposicin objetiva del derecho se sustituye por la voluntad libre,
subjetiva, completamente soberana. Todo cunnto el legislador
dice acerca de la posesin puede resumirse en estos trminos:
haced lo que os plazca: la anarqua se erige en principio de derecho. Tal es el punto final . de la teora subjetiva. De todos los
pasos por ella dados en su camino, ste es el nico que desde el
punto de vista de la teora pura no puede evitarse; contiene la
consecuencia completamente ineludible de todo lo que precede:
es un salto en el abismo. Debemos estar reconocidos aquellos
que no se han vuelto atrs antes de llegar semejante extremo;
era preciso estar ciego para no verle. Una teora jurdica que va
hasta el abi,mo, impulsada por sus propias consecuencias, se
-condena por s misma.
XV
La teora de los juristas romanos,
277
El aspecto jurdico de la oposcin existente entre la posesin y la tenencia, resulta de este modo al lado del de la oposicin existente entre la posesin y la propiedad. El paralelo me
jnr nos lo proporciona la propiedad quiritaria y bonitaria; es
sta una divisin en el seno mismo de la institucin: en un caso
la propiedad, en otro la posesin. La cuestin relativa si uno
era propietario quiritario bonitario, decidase, no segn su voluntad, sino segn la regla del derecho. Si hacia que le trans
mitiesen la res mancipi, resultaba propietario quiritario, quisiralo no; si se limitaba la tradicin, se hacia propietario bonitario.Lo mismo suceda con la posesin. El acreedor con prenda, el etifiteuta, etc., se hacen poseedores; el colono, el inquilino, etc., se hacen tenedores, todos ellos, quiranlo no. La institucin de la posesin ha logrado as en el derecho romano la
misma seguridad, fijeza, facilidad de aplicacin, independencia
de la creencia y de la voluntad subjetiva de las partes, que todas las dems instituciones de derecho.
El aspecto de las cosas, antes indicado, ha logrado su expresin en una regla de la jurisprudencia romana ms antigua; es sta la conocida regla: nemo sibi ipse causara possessionis
mutare potest; esto es, la voluntad no tiene fuerza ante la causa
yossessionis. No creo, sin embargo, oportuno comenzar mi exposicin de la teora de los juristas romanos por esta regla: la
reservo para el fin, al efecto de empezar por preparar su comprensin exacta, por la prueba de que los juristas romanos se
han dejado guiar por ella, en sus decisiones de los casos concretos relativos la posesin.
Examinemos, pues, la casustica de la cuestin de la posesin en la doctrina de los juristas romanos. Es sta la ltima de
las mltiples pruebas que sometemos la teora subjetiva, y la
que ha de decidir en ltima instancia. Quienquiera que se haya
mantenido indiferente ante todas los dems, tendr que someterse ante la autoridad de los textos. Ya hemos invocado, de pasada, algunos de los textos ms importantes (1), pero aqu es
nicamente donde habrn de ofrecerse unidos al conjunto de
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
(1)
La L, 21, pr.,
BIBLIOTECA JURDICA
278
los materiales que quedan, y por tanto, donde podrn desplegar su fuerza mayor.
Un hombre libre, pero que se le concepta esclavo (libobona fide serviens), compra una cosa. Est persuadido, claro es,
de que la posesin y la propiedad de esta cosa pasan su amo.
Sin embargo, la L. 21 pr., de A. r. doni. (41, 1), de Pomponio,
le atribuye la posesin y la propiedad l mismo, ipsius fieri.
Por qu? El obstculo falsamente supuesto en su persona, esto
es, la potestad dominical, nuestro n no existe: las condiciones legales a c surten todos sus efectos; en otros trminos,
se hace poseedor.
Desde el punto de vista de la teora subjetiva, decimos: segn Savigny (1), sera preciso negarle la posesin, porque no tena el animus domini rent sibi habersdi. Tal es tambin la decisin de Pablo, en la L. 1, 6, h. t., y no poda en rigor opinar
de otro modo si se empeaba en el mantenimiento de la condicin impuesta por l y consistente en el animus possidentis. La
anttesis entre la manera objetiva de los dems juristas y la
manera subjetiva de Pablo, se manifiesta aqu de un modo
bien claro.
Un hijo de familia, cuyo padre ha muerto en el curso de un
viaje lejano, pero de cuya muerte no est enterado, compra una
cosa. Cul es su posicin considerada desde el punto de vista .
de la posesin? Segn Savigny,slo puede obtener la tenencia,
pues como hijo de familiaque se presume tal--no tiene el
animus rent sibi izetbendi; Papiniano, en la L. 44, 4, de usurp..
(41, 3), le atribuye la posesin: quamvis eum se per errorent esse
LA VOLUM'All EN LA POSESIN
279
BIBLIOTECA JURDICA
tar entre mis argumentos. Quien quiera refutarme deber atenerse los otros tres y los que siguen.
A los casos de tenencia domstica aado los de tenencia
contractual siguientes:
El primero, es el del representante directo, que quiere adquirir la posesin para si. Segn la L. 13, de don. (39, 5), de
Ulpiano (1), obtiene la tenencia aun cuando su voluntad se dirigiese hacia la posesin. Savigny (p. 306): he ah una excepcinotra particularidad todava!que no tiene efecto ms
que para la tradicin. En ese caso, la intencin del tradente es
la determinante. Ya he demostrado antes lo que esta restriccin vale; pero prescindo ahora de ella, y me fijo slo en el caso
de la tradicin. El mismo Savigny ha advertido que la decisin
de Ulpiano no concuerda con su teora. He ah una excepcin:
lo que equivale despus de todo decir que es incompatible
con su teora.
El segundo, es el de la L.
de usurp. (41, 3), de Javoleno:
a quo fundum prO herede diutius capturus eram, locavi eum. El jurista se pregunta si la usucapio pro herede se encuentra interrumpida por el arriendo, que debera ser mirado aqu como
nulo: quia dona nus suam rem conduxisset. Segn Savigny, no se
ve lo que la nulidad indicada del arriendo puede tener de comn con la cuestin de posesin. El colono quiere poseer para
el arrendadador; que sea no al propio tiempo propietario no
importe, segn Savigny, pues que lo ignora. Su voluntad de poseer es la misma que la de cualquier otro colono, es el animus
alieno nomine delinendi. No quiere la posesin: cmo atribuirse la? Desde el punto de vista de la teora subjetiva eso no cabe;
desde el punto de vista de la objetiva es una consecuencia inevitable. El obstculo supuesto que la posesin se opone en el
colono, el arriendo, no existe jurdicamente: el n cae, las
condiciones legales a
c surten todo su efecto, el colono es poseedor.
Sin duda que el jurista no ld dice categricamente; pero no
niega la posesin al arrendador? Si hubiera opinado que no se
(1) Me atengo este texto indiscutible: en cuanto los otros, vase Savigny, loc. cit.
LA VOLUNTAD FN LA POCESIN
281
Labeon no dice, es verdad, que el heredero no tuviera noti -eia alguna del arriendo. Pero si eso hubiera dependido de esta
noticia, hubiera debido mencionarla. Ahora bien: se limita
decir de una manera absoluta: heredem domino possidere, dejando ver as que no hay que atender ninguna otra circunstancia
(1) El ne quiclem implica tcitamente una oposicin, la de la posesin con
la obligacin. El enlace de las ideas del jurista es el siguiente: siendo el con
trato de arriendo nulo, el arrendador no tiene un derecho de obligacin, y
no conserva la posesin.
(2) Qu quieren decir esas palabras? Si se las toma solo en un sentido li
toral, significan que en la poca de Labeon el arriendo se disolva por la mixer
te del colono. Y as es como yo las entiendo, de acuerdo, yo creo, con la coi(
cepcin romana antigua del arrendamiento, que daba un peso decisivo la
personalidad del colono. La glosa aude: post finitm cwidi..tionem, esto es, si
el trmino del arriendo haba espirado con la muerte del colono; pero el tes
te no consiente en modo alguno esta adicin. Los autores posteriores han
rehuido la cuestin. Los compiladores de las Pandectas no debieron acoger ose
pasaje, porque no se armoniza con el derecho nuevo; pero, no obstante, ha pa
cado las Basilicax (20, 1, 60;.
La manera de ver del derecho romano antiguo debe tener una justifica
in practica, porque los autores del Landreht prusiano, sin saber nada de
seguro del precedente del antiguo derecho romano, han recogido la idea de
la personalidad de la relacin del arriendo. Sin duda, la dieron, en cuanto al
influjo de la muerte del colono, lmites ms estrechos que dicho derecho ro
mano antiguo; pero por otro lado han ido ms all que este ltimoprohibicin de subarrendar. L. R., 1, '21, 309, 315, 366 y sigs.
BIBLIOTECA JUBILICA
282
cualquiera que ella fuese. Sabido es que se puede tener nombre de otro sin saberlo. El que, sin tener conocimiento del verdadero estado de las cosas, arrienda el fundo de un colono que.
se presenta como propietario, no tiene nombre del colono,
sino nombre del arrendador originario (1). Lo mismo exactamente ocurre cuando el comodatario el depositario de una
cosa la da su vez en comodato en depsito: el segundo coinodatario depositario tiene nombre del comodante depot-itante originario, sin saber de l (2).
El animas domini en la persona del heredero, en el caso indicado, es tan indiferente como el del comprador, en el caso.
en que el colono venda el fundo lo arriende (3). La relacin
posesoria anterior dura mientras no ha sido exteriormente abolida; es decir, mientras el supuesto poseedor no opone resistencia de hecho los actos de posesin del poseedor anterior::
ms arriba dejo expuesto por qu.
Resulta de todos estos casos que:
La voluntad subjeliva de poseer no tiene influjo alguno respecto de la regla objetiva del derecho.
L. 25, 1. L. 30, 6, h. t.
L. 30, 6, h. t.
L. 32, 1, h. t.
283
L. 13, de (1~1. (39, 5): el representante que quiere adquirir para si.
L. 60, 1, de loc. cit. (19, 2): el heredero del colono.
De este modo creo haber agotado todos los casos que ofrecen nuestras fuentes; pero todavia hay en ellas toda una seriede argumentos, que disipan cualquier duda acerca de la idea
que se han formado los juristas romanos de la funcin de la
voluntad en la posesin.
Helos aqu:
1. Se ha reconocido expresamente que la posesin dependede la causa.
Un testimonio indudable nos lo ofrece la L. 21, de usurp..
(41, 3), de Javoleno. Despus de haber sealado la nulidad del
contrato de arrendamiento, aade: SEQUITUR ERco, ut ne posses : onem quidern locator retinuerit. Creo baste fijarse en estas palabras para comprender cmo los juristas romanos han concebido la relacin de la posesin con la causa. La cuestin de la
posesin como tal no debe en modo alguno suscitarse: si la relacin contractual est establecida, la relacin posesoria tambin lo est. La voluntad de quien posee no debe tomarse en,
cuenta: el acto juridico que este ha querido implica la posesin.
La cuestin (le la posesin es una simple consecuencia (s , quilurryo) de la relacin contractual. Y con esto est dicho todo.
La misma idea que hemos indicado en Javolenola dependencia entre la relacin posesoria, de otro modo ms
concreto, entre la tenencia y el contrato de arriendo obra
tambin en el fondo de los pasajes siguientes, que son bastante elocuentes por s solos:
L. 16, de perie. (18, 6`,:
retinetur.
PER LCCATIONEM
neo possessionem.
L. 1, Cd. Comen. de usuc. (7, 30): qui EX CONDUCTO
possidd.
CaNDUXIT... in promptu est, ut possiL. 19, h. 1.:
dere DE S IERIT.
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
PRO-
Ixet 1v/cta.:Ti;
286
BIBLIOTECA JURIDICA,
texto de la hipoteca fiduciaria? No es verosmil, porque el objeto empeado era un inmueble, y la tradicin aqu- supuesta,
de esta cosa al acreedor (re pignoris nomine DATA ET POSSESSIONE
DATA) no tendra sentido, toda vez que era sufi( . iente el compromiso hipotecario. Hallase este supuesto reafirmado por, estas
palabras, que revelan la mano de los compiladores: cum ITYPC)TIIECA111 DED1ISSET. Admitido este punto de vista, vese claramen te por qu el acreedor ha estipulado el contrato de arriendo. Lo
hacia securitatis causa; esto es, no en vista de la seguridad de
hecho, sino para la seguridad jurdica, sea para excluir la usu
receptio. El contrato de arriendo se estipulaba, pues, no por si,
sino para establecer el efecto posesorio l atribudo: la relacin de tenencia. Si el derecho antiguo hubiera considerado pabible en este aspecto abstracto la convencin de que el deudor
tenga nombre del acreedor, no hubiera sido preciso ordenar la
celebracin de un contrato de arrendamiento. Y como no ha
sido as, resulta que esta idea le era extraa: no conoca la tenencia cono tal, sino slo como consecuencia de una relacin jurdica,
domstica contractual.
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tero su teora.
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Creo poder terminar aqu la exposicin de la teora de los.
juristas romanos.
Despus de mis explicaciones anteriores (V), no tendr necesidad de prevenirme contra la mala inteligencia que fcilmente pudiera surgir de la mencin de la causa possessionis en
la regla indicada, saber, que as como la tenencia depende
de la prueba de una causa detentionis, as la posesin debe depender de la prueba de una causa possessionis. Tal es la teora
de las causas en materia de posesin. Ya la hemos expuesto
y refutado.
Segn la teora de los juristas romanos, hay siempre posesin mientras no haya una de las causce detentionis legales que
la excluyen. Resulta esto evidentemente de que, cuando la
causa detentionis supuesta no existe, la verdadera causa cesa,
la tenencia se convierte en posesin, segn hemos visto. Si la
posesin no formase la regla que impera siempre cuando el
motivo de una excepcin desaparece, ni, por el contrario, la
posesin y la tenencia fuesen como dos miembros completamente independientes, el error sobre la simple causa deten,tionis, su desaparicin, no podra convertir la tenencia en
posesin. Resultara tan slo que la causa supuesta no seria
lo que se crea, pero la tenencia misma, no atacada, subsistira.
La tenencia . se refiere la posesin, como la excepcin
la regla, y la realizacin de la excepcin tiene por condicin
una causa detentionis reconocida por el derecho. Si no existe,
si desaparece, la tenencia se har jurdicamente imposible,.
surgiendo la posesin: he ah nuestra frmula:
a+c,x, a+cn=y;
sin n no hay y
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
293
. dera, ni histricamente (VII, VIII), ni procesalmente (IX), ni legislativamente (XIV), ni dogmticamente: es una idea absolutamente falsa, que no debe su origen ms que un desgraciado
ensayo constructivo de Pablo (XIII): el motivo real de la distincin romana entre la posesin y la tenencia es un motivo
prctico: eso es lo que ahora vamos probar.
XVI
Teleologa de la relacin posesoria derivada.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
295
acerca de este punto. Tratase aqu exclusivamente de la tenencia; supongo la posesin sabida.
Si yo hubiera dado estas dos obras el ttulo que representa. su pensamiento intimo y capital, hubiera podido llamar
la primera: La cuestin del fin de la posesin, y sta: La cuestin del fin de la tenencia; pero he preferido atenerme en este
caco la tradicin: y as, en aqulla se habla del fundamento
de la proteccin posesoria, y en sta de la voluntad en la posesin.
Independientemente de la tenencia contractual, el derecho
romano conoca tambin otras dos formas: la tenencia absoluta y la tenencia domstica. Ya he probado para las dos que
lo que ha hecho retirar su efecto ordinario las condiciones legales completamente reunidas de la posesin, han sido consideraciones prcticas.
La posicin jurdica del poseedor deba ser mantenida en
caso de ocupacin de su fundo durante su ausencia. De donde
resultaba supuesto que, segn el derecho romano, no era posible una compossessio plurium in solidum), que la relacin posesoria del ocupante no poda designarse ms que como tenencia, pesar de la existencia incontestable del corpus y del
animas en su persona.
La posicin jurdica del jefe de familia era soberana ilimitada frente las personas sometidas su potestad; de ah
la tenencia de estas ltimas. Para esas dos relaciones, las
cuales se suma como tercera la de las res extra commercium, hemos sentado que existe un obstculo contra la posesin (nuestra n), que se atraviesa frente las condiciones legales, a + c
de la posesin, habiendo aplicado entonces ya ese mismo punto
de vista la tenencia contractual.
El ensayo realizado por la teora subjetiva, de deducir el
motivo de la tenencia de la persona del tenedor, de su voluntad
defectuosa, se ha frustrado (XIV). La direccin de la voluntad
del tenedor nada tiene que ver con la cuestin (XIV). Slo resta, pues, buscar el motivo de la tenencia en la persona del dominus possess ;onis, es decir, indicar para los casos de tenencia
el mismo motivo prctico que en los otros dos se ha revelado
con-lo decisivo: la consideracin de la posicin jurdica del dueo de la posesin.
BIBLIOTECA JURDICA
`29(3
El inters que tena ste en conservar la posesin cuando
confiaba provisionalment e la cosa otro, era doble: primero,
la continuacin de la usucapin. Segn el derecho romano antiguo,
la usucapin se interrumpa cuando el usucapiente transmita
la posesin otro. La idea de hacerla continuar, pesar de la
transmisin momentnea de la posesin, idea que el derecho
moderno ha realizado en la prenda, no haba an nacido. Resultaba de ah que era preciso conservar la posesin en la persona del usucapiente, en caso de enlrega pasajera de la cosa,
en otros trminos, que el accipiens no poda obtener ms que
la tenencia. Consecuencia de esto, el sostenimiento intacto de su
posicin jurdica, es decir, la facultad de defender su posesin
por su propia fuerza y por los medios posesorios. Ya antes he mostrado que no tena eso gran importancia para las cosas muebles, pero s para las inmuebles; por ejemplo, para el arrendamiento.
Est en primer trmino la posicin jurdica del seor
dueo de la posesin (Besitzherr) respecto del tercero. Si el colono y el inquilino hubieran obtenido la posesinpor supuesto, no una posesin revocable voluntad, como el precarista,
sino una posesin asegurada por el trmino del arriendo, segn
implicaba su derecho contra ctual,hubieran podido, corno todo
poseedor quien se concede la posesin temporalmente, como,
por ejemplo, al acreedor con prenda, transferirla otras perso
Das. El arrendador habra perdido de ese modo la proteccin
posesoria, debiendo servirse de la rei vindica lo. Simples meros tenedores el colono y el inquilino, no podan transmitir la
posesin, por no estar sta vacua; la posicin posesoria del dueo de la posesin frente al tercero quedaba as completamente
asegurada.
Est luego la posicin jurdica del poseedor respecto del tenedor. La tenencia implicaba la falta completa de todo derecho
real en el colono en el inquilino; esto procuraba al dow'nus
una doble facultad: la de lanzar al colono malo al inquilino
molesto, sin otra formalidad (1), y la de vender el fundo en todo
(1)
El aserto de que esta facultad tena por condicin, segn el derecho
romano nuevo, l falta de pago del arriendo
durante dos aos, es errneo.
La L. 54,
1, loc. cit. (19, 2), que se invoca, contiene la prueba de lo contra-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
297
tiempo. Si hubiera tenido la posesin, no hubiera podido aprovechar una ocasin de vender, sometido la condicin de una
tradicin inmediata pronta; hubiera debido esperar que el
arriendo espirase, esto es, que la medida fuese ya demasiado
tarda.
La explicacin dada antes tena por nico objeto demostrar
que se atribula para el dueo de la posesin un inters importante en la tenencia. Dejo para ms adelante (XIX) la cuestin relativa saber si este inters no ha sido exagerado, y si
no seria preferible adoptar otra manera de ver distinta de la
adoptada por los romanos. No se trata aqu ms que de poner
de manifiesto el verdadero motivo prctico que en el fondo los
guiaba (1).
El inters del dueo seor de la posesinBesitzhernn, d0111i7111S possessionis - implica un obstculo la proteccin juri
rio; habla de la aseguracin del colono contra el ejercicio del derecho de ear
missio, por medio de una pena convencional: la falta de pago del arriendo
mencinase slo en la cuestin de saber si se ha incurrido en la pena convencional. La L. 56, ib , habla de un inventario pblico.
(1) El primero, y hasta Persiw (1873Y, Labeo, I, p 467, el nico que ha
tenido el valor de reconocer que la concepcin admitida por el censo roma
de artificial, que se explica por las
no, con la teora reinante, tiene algo
Dernbarg. Pfandrecht, II, pacondiciones histricas y sociales de Roma, es
exactitud, en la obra cigina 65 11864. Se ha expresado ms tarde con ms
190.
tada, p 69, y en las prenss. Priva free,
298
BIBLIOTECA JURDICA
derecho romano ha dado indiscutiblemente (1) la posesin en relaciones de posesin derivada: tales son los casos del acreedor con prenda, del colono hereditario, del sustituto y del secuestro.
El acreedor con prenda.Ya antes he demostrado cun necesaria es la posesin para el objeto del derecho de prenda. La
idea de que el derecho romano no haba en rigor concedido
ms que la tenencia al acreedor con prenda, por faltarle el
a nimus rem sibi habendi, domini, y de que nicamente ciertas razones histricas, que yo no he encontrado indicadas
en parte alguna, han ocasionado la manera opuesta de ver del
derecho romano; esta idea, revela de una manera tan completa
el desconocimiento de la importancia prctica de la posesin,
que esta consecuencia en todo caso inevitable desde el punto
de vista de la teora subjetiva, debera bastar por s sola para
probar cmo tal punto de vista es por s mismo imposible.
El acreedor con prenda, tenedor! Tanto valdra decir que
el deudor puede arrancarle la cosa por s en cualquier momento; y el acreedor que se defendiese... seria castigado! Su proteccin dependera del petitorio y no del posesorio.
No hace falta que exponga mi opinin acerca del problema
relativo si la teora del animas no puede rehabilitarse, lo
menos, para el acreedor hipotecario que ha obtenido la posesin de la cosa intentando la to hypothecaria, es decir, si no
es preciso concederle slo la tenencia. Todo el derecho de prenda, pii7nus hy/potheca, sin la posesin de la cosa, no tiene consistencia; es la ms grave contradictio in adjec10 que puede imaginarse: el acreedor con prenda protegido con el petitorio, y
sin proteccin posesoria!
Los otros tres casos que he enumerado son especialmente
instructivos, porque nos muestran la posesin concedida en relaciones que implican tambin la tenencia segn las circunstancias. No cabe buscar una ocasin ms favorable, para penetrarse del verdadero estado de las cosas, que esta dualidad
de aspectos de la relacin posesoria, pesar de la identidad perfecta de la situacin contractual. El colono hereditario es colo(1) Los casos dudosos se explicarn luego en el cap. XVII.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
299
nola accin contra l, para el pago del canon, es la actio locati; el sustituto es mandatariola accin contra l es la
actio depositi--.Y sin embargo, el colono, el representante, el
depositario ordinario, tienen la tenencia, mientras que esas personas tienen la posesin.
Hay, pues, identidad perfecta de relacin obligatoria, y,
pesar de eso, tenencia de un lado y posesin del otro.
Cmo explicar esto?
Los intereses prcticos divergentes van darnos la respuesta.
El colono hereditario.Esta relacin, como es sabido, se
presentaba bajo dos formas: una, romana: arrendamientos de
fundos urbanos (alter vectigalis); y otra griega: abandono de un
fundo para roturarle (enfiteusis). Esta ltima forma, que probablemente exista desde tiempos atrs en las provincias del Imperio, no llega hasta el siglo ni conocimiento de los juristas
romanos (1), no siendo objeto de la legislacin hasta fines clel
siglo siguiente. Hasta Zenn (2), fin del siglo y , no exista indicio alguno de que los campos privados se dieran tambin en
enfiteusis. En todos los textos del Cdigo Teodosiano que mencionan la enfiteusis (3) y en numerosos pasajes del libro XI del
Cdigo de Justinianott. 59 (58), 62 (61), 72 (71), apareca
(1)
Gayo, que habra tenido ocasin de mencionarla ,q 1 lado del ayer vio
BIBLIOTECA JUNIDICA
ZOO
como limitada los fundos del fisco, del Emperador (1), de las
ciudades, de las iglesias; circunstancia que, como veremos, es
de una importancia capital para la apreciacin exacta del a.pecto jurdico de la relacin. La enfiteusis se acercaba tanto
la propiedad, que se comprende que los juristas hayan podido
dudar si jus ernpliy teuticarium condu tionis an tionis ti tulis esset adjicendum (L. 1, cit.), y que en el uso corriente se llamase al enfiteuta dominas; lo que resulta de que este modo de
sealar se encuentre muchas veces, aun en la legislacin (2):
los glosadores no han sido, pues, los primeros en aplicar aqu
la nocin de propiedad (dominiuni
No me fijar, por ahora, en la enfiteusis sobre los fundos
privados; la llamar, para abreviar, el arrendamiento hereditario privado, y llamar pblico la enfiteusis sobre el fundo del
fisco, del emperador, de las ciudades, de la Iglesia, y la relacin sobre el ager vectigalis. Histricamente, el arrendamiento
hereditario se ha desenvuelto, como la superficies, primero para
los fundos pblicos, siendo esto decisivo para comprender el
aspecto particular que lo distingue del arrendamiento ordinario.
El inters de la usucapin desaparecia para los fundos pblicos; no era preciso adquirir la propiedad; exista ya, y no
se disputaba.
Por este motivo tambin precisamente, el descargo de la
prueba que procura la proteccin posesoria, comparada con la
reivindicatio, respecto de terceros, no tenia valor alguno para
esos fundos; el demandante no poda tener la menor dificultad
para probar su propiedad, cuando sta fuese disputada,, lo que
no ha debido ocurrir; era notoria.
Slo queda, pues, el derecho de expulsin del arrendador. De
las dos ocasiones que lo hacan importantsimo, la de la venta
desapareca por completo. Esos fundos no se vendan jams, y
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
301
del comn, de la Iglesia. En cuanto la segunda, el lanzamiento del colono malo, es decir, del que destrozaba el fundo, tena escasa importancia. Un colono temporal puede concebir la idea
de agotar la tierra, de omitir, al terminar su arriendo, las operaciones agrcolas necesarias, economizando los abonos, abandonando los rboles frutales, las vias, etc., porque no va seguir recogiendo los frutos; pero el hereditario no hace eso, porque sera l el primer perjudicado; su propio inters es la mejor garanta del buen cultivo.
BIBLIOTECA JURDICA
302
No ha dispuesto que pudiera ejercerse bajo forma de disposicin privada, lo que tampoco vendra bien aqu, porque el enfiteuta es poseedor. La expulsin no puede verificarse sino por
instancia judicial, en la cual se ha de probar el deterioro, mientras el colono ordinario, simple tenedor, poda ser expulsado
privadamente aun bajo el derecho romano ms reciente (1).
En conclusin: La situacin independiente concedida al
colono hereditario por la concesin de la posesin, no perjudi caba en nada el inters del propietario del fundo. De otro lado
estaba exigida impuesta de un modo apremiante por el inte rs del colono hereditario, tanto en la enfiteusis, como en el
ayer vectigalis.
En la enfiteusis. Quin se hubiera dedicado roturar un
fundo inculto, obra veces de la vida entera, si no hubiera te nido la certidumbre de recoger el fruto de su trabajo y esfuer-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
303
el postulado inevitable de la seguridad del colono hereditario.
El derecho romano se decidi por la proteccin real.
Esta independencia del derecho real del colono hereditario,
aun cuando exigida en primer trmino por el inters del colono, ofreca de otro lado al propietario un beneficio no desprecia.
ble en verdad. Liberando al colono hereditario y dndole la posibilidad de intentar por si mismo todas las acciones necesarias
en la proteccin: la reivindicalio utilis, la actio negatoria, confessoria, el interdictum uti possidelis, unde vi, etc., ahorraba al propietario el trabajo y el tiempo exigidos para hacerlo l, segn
ocurre con el colono temporal. En la relacin del arrendamiento hereditario pblico, tena eso precisamente una importancia especial; evitabase de ese modo grandes trabajos los administradores fiscales, imperiales, comunales y eclesisticos.
Y paso al arrendamiento hereditario privado. Por lo expuesto, sabemos que la enfiteusis fu transportada l por entero:
la cuestin de posesin estaba ya decidida para ella aun antes
de que surgiera. Justiniano ha realzado no poco el valor prctico de la institucin bajo esta forma de aplicacin, sobre todo,
aadindole ciertas condiciones por las cuales el propietario trataba de asegurarse contra el cambio frecuente de la persona del
colono hereditario, y contra el peligro de tener un colono que
DO le conviniera. Prohibase en absoluto la enajenacin ciertas
personas que no se nombraban (1), y con relacin las dems,
el propietario se reservaba el derecho de consentir en cala caso,
sealando al efecto un derecho de aprobacin, que veces era
muy elevado (2). Justiniano, corno es sabido, ha reducido esta
prima al 2 por 100 (quinquagesima pass pretil), concediendo el
derecho de retracto al propietario. La reunin de las dos facultades, que dejaba su eleccin, era un medio muy hbil de
oponerse la mala fe del colono hereditario, con relacin al
precio que poda suponer estipulado. Si indicaba un precio
(1)
non SOLENF
L. 3, Cd. jure emp. (4, 56 : Vendere hix tatuen personit, pule
Justiniano
cita
contractibus vetari ud hujusmodi venditionem venire.
in emplyteutici g
(2)
ca nonem
.i jfiagitent,
3O4
BIBLIOTECA JURDICA
muy bajo, para disminuir el derecho de aprobacin, el propietario elegira el retracto; si se pona un precio demasiado elevado, Fe elevaba el derecho indicado; en ambos casos, si el colono hereditario menta, lo haca en su propio perjuicio (1).
El ltimo paso en el desenvolvimiento de la institucin se
ha dado en Alemania, por la combinacin del pago de un tanto
por el colono hereditario (precio de venta) con el canon (2).
Supuesto el valor del fruido en 3.000 pesetas, y la tasa de evaluacin del canon en 3 por 100, no hay diferencia numrica,
si el canon se elevase 90 60 pesetas con un tanto por mil_
Blas para el propietario este ltimo modo es infinitamente
ms favorable: le asegura contra el peligro de que el colono
hereditario deje el fundo sin cultivo causa de dificultades
no previstas al hacer la roturacin, causa de la mala calidad del suelo, advertida ya demasiado tarde (3): el dinero por
l colocado en ese fundo lo ata l. Bajo esta forma, el arrendamiento hereditario es una de las producciones ms bien
combinadas que el derecho puede presentar.
Hemos mostrado antes que la falta de posesin en la persona del propietario del fundo no tena importancia en el arrendamiento hereditario pblico. No es lo mismo en la enfiteusis
privada. La usucapin tiene aqu el mismo valor que en todos
los dems casos. Contina aqulla contndose cuando el propietario del fundo transfiere la posesin al colono hereditario?
Las fuentes no deciden: en el sentido del derecho nuevo, se
debe, en mi concepto, responder afirmativamente. Si la usucapin contina en la persona del deudor, aun cuando la posesin
est en el acreedor, debe continuar tambin en la persona del.
(1)
(2)
Me limito reproducir lo dicho en mi Evp. del D. R., IV, p. 261, nota 4No he encontrado indicacin alguna en las fuentes romanas. El arrendamiento hereditario tiene presenta un aspecto anlogo, por ejemplo, en
las vclote de las costas del Norte. El precio de venta denominase en esta institucin Erbstandsweld.
(3) Hablo en esto por experiencia propia: con relacin precisamente la.
relacin indicada en la nota anterior. En el suelo aqul puede veces tropezarse con races de rboles tan enormes, tan extraordinariamente duras,.
que su extraccin cueste grandes esfuerzos y penosas operaciones. Si el colono no tuviera y no conservara su dinero en el suelo, abandonara de seguro el lugar.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
305
propietario del fundo. Puede decirse del uno, empleando el
mismo lenguaje de los juristas romanos: ad usucapionem tantum
possidet; y del otro: quod ad reliquas onines causas pertinet qui ac
cepa, possidet (L. 16, de usurp., 41, 3). La proteccin posesoria
se niega por lo mismo al dueo de la posesin. Admitiendo
que el fundo pase manos de un poseedor no autorizado, se
vera as constreido la reivindicatio, debiendo ofrecer la
prueba de su derecho de propiedad.
En realidad, esta laguna en su posicin jurdica no tiene
una importancia particular. Si el fundo pasa por herencia
un nuevo poseedor, ste sucede en la obligacin de su autor.
Si pasa en virtud de un contrato, como el colono hereditario
no puede enajenar sin el consentimiento del propietario del
fundo, siempre le ser fcil ste hacer un nuevo contrato que
deje salvo todos sus intereses. Slo queda, pues, el caso en
que el fundo pase manos de un poseedor no autorizado, y
entonces el colono hereditario, , en caso de sucesin, sus herederos, cuidarn de que el fundo vuelva sus manos: tienen
en ello un inters infinitamente mayor que el propietario.
Las explicaciones que preceden tenan por objeto mostrar
la complicacin particular de los fines del arrendamiento hereditario, poniendo as al lector en condiciones de juzgar si el derecho romano ha hecho bien al darle la posesin al colono hereditario. Hubiera dado vida una institucin absolutamente no
viable (1), si hubiera debido dejarse guiar por la teora subjetiva, que considera la relacin desde el punto de vista formalista solo (2): el arrendamiento hereditario es un arriendo,
y corno el colono no tiene el animas domini, no puede tener, debiendo afirmarse lo mismo del colono hereditario.
Resulta de la comparacin hecha entre las dos relaciones,
(1) Savigny, p. 115: Segn todo lo dicho sobre la naturaleza de la pose
-11An, no se debera admitir aqu, ni en el derecho de superficie, verdadera
posesin.,
2) Savigny, p. 202, no conoca, para explicar la posesin sobre el ug-,la
i,Petiglis, otra razn que la consideracin histrica, muy problemtica, de
analoga del ag. f . publicus.
Esta explicacin se armoniza, sin duda, con la referencia . las forman
antiguas, que es indeclinable en el antiguo derecho. La posesin hubiera
uger vectigalis la enfiteusis.
!L p ido pasar luego, del propio modo, del
20
306
BIBLIOTECA JURDICA
prcticos.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
307
En caso de quiebra de ste, se hubiera visto reducido la simple actio mandati contraria, sin recibir en todo caso toda la suma.
La tenencia para el sustituto, significara en las relaciones, lo
mismo que la tenencia para el colono hereditario: ningn hombre sensato querra comprometerse de ese modo. La seguridad
de la posicin jurdica era para ambas relaciones el postulado
indispensable de su utilidad prctica. Tal es precisamente el
motivo por el cual el sustituto obtiene la posesin y la propiedad; la misma cosa debe servir para garantirlo y cubrirle de sus
gastos de las obligaciones contradas (1).
Ese punto de vista es tan sensible y evidente, que apenas se
comprende cmo ha podido pasar inadvertido. Por mi parte,
lo he expresado en breves palabras, con ocasin de la cuestin
de la cesin que se menciona en la nota; pero entre los autores,
no lo he encontrado aun ms que en Dernburg (Pandekten., I,
p. 409,410). Mas no ha sabido separarse por entero de la opinin
comn, porque deja la intencin del representante deci lir
cul de las dos maneras ha de aplicarse. Y el mismo no oculta
que el representante no har fcilmente una declaracin expresa este propsito, y hasta que no podr darse clara cuenta
de ello.
En mi concepto, no se trata aqu, en la cuestin de posesin
de tenencia, del conocimiento y de la voluntad subjetiva: trtase en rigor nicamente de la aplicacin de una regla de derecho, la cual, por buenos motivos, ha referido al uno la posesin
y al otro la tenencia. No ha lugar investigar si el representante (ni tampoco el colono, ni el enfiteuta) ha querido la posesin
la tenencia, debiendo reconocerse que nuestra manera de ver
(1) Resuelve esto tambin la cuestin relativa si el dueo puede, sin cesin de parte del sustituto, intentar como utilis la accin de ste contra tercero. Muchos autores dicen que si, por ejemplo, Savigny y Puchta, que desconociendo aqu tambin la importancia eminentemente prctica de la cuestin,
atienden slo al punto de vista formalista. Savigny designa la cesin, como
un rodeo intil,.
Ya he dicho mi opinin acerca de esto en mi Jahrbuch, I, p. 347 (18574 don
de he sealado el inters prctico de la cesin, y ms tarde en mi consulta
Vermikehte Schrlften,
Uber den LuccaPistoja _Actienstreit (1867), reimpreso en mis
p. 358.
BIBLIOTECA JURDICA
308
es la ms prctica, porque dispensa al juez de investigar la existencia de la voluntad individual de poseer.
La tercer relacin, que nos permite reconocer el influjo del
elemento fin sobre la posesin, es el secuestro. El depositario no
obtiene ms que la tenencia. Corno en el secuestro el que lo
realiza es un depositario secuestro, tampoco debera obtener
sino la tenencia.
Dmonos cuenta de las consecuencias que resultaran. En
esta hiptesis, un depositario deber restituir la cosa ante la or
den de la parte litigante que antes tuviera la posesin: en caso
de negativa, esta parte podra emplear la violencia contra l,
como cualquier dueo. Es evidente que as quedara ineficaz en
absoluto para su fin el secuestro. El depositario en el secuestro
debe ser independiente respecto de las partes litigantes; es su
condicin esencial,como.lo es la del acreedor, que tiene la prenda, respecto del deudor. Radica en ello la seguridad de las relaciones y de los terceros. Suponiendo que en este caso la cosa
fuese manos de tercero, quin debera intentar el interdicto
utrubi? El poseedor anterior? Si as fuese, el secuestro resultara ilusorio: el interdicto debe, sin duda, corresponder al depositario en el secuestro.
La relacin posesoria del secuestro forma, como es sabido,
el objeto de muy viva controversia. No puedo detenerme aqu
ms en esto, y me limito indicar brevemente cmo comprendo los dos textos que se mencionan: L. 17, 1, Dep. (16, 3), y
L. 39, h. t. El primero concede la posesin en el secuestro en
trminos categricos; la cosa no puede ofrecer la menor duda:
Rei deposita, proprietas, dice, apud deponentern mana, sed et possessio, nisi apud sequestrunt deposita est. La transmisin de la posesin se hace sin restriccin alguna; el jurista no menciona
ninguna. Se ha querido encontrar en el segundo texto, donde
se distinguen los dos fines posibles del secuestro, uno de los
cuales se califica de ontittendee possessionis causa, y el otro de
custodias causa. Si aqu se entiende por possessio
la posesin
jurdica, claro es que se deniega para el caso de la didpositio
custodie causa.. Pero sabido es que la palabra
possessio se aplicaba tambin por los romanos la usucapin. La L. 16, de
usurp. (41,3) dice del deudor propietario de la prenda:
ad usu-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
capionem
309
POSSIDET,
AD USUCAPIONEM
El jurista admite aqu la posesin del depositario en el secuestro aun en el caso de la custodies causa: as nos lo ensean las
palabras: EAM possessionem, por medio de las cuales habla de la
possessio ejus, que incontestablemente debe referirse la posesin.
La idea de que el depositario, en el secuestro, fuera del caso
de interrupcin voluntaria de la usucapion, obtiene slo la
tenencia, no parece tener su causa ltima en la opinin preconcebida de que el depositario, segn su naturaleza, no pueda dar ms que la tenencia. Ya hemos visto, apropsito del
arrendamiento y del mandato, 10 que vale esta 'conclusin sacada de la naturaleza de una relacin contractual para la relacin posesoria. Si no opona obstculo alguno la posesin
del colono hereditario y del sustituto, tampoco la opone para
el depositario del secuestro. Quien no quiera reconocerle ms
que la tenencia, debe explicar cmo se concilia eso con el fin
del secuestro.
No recuerdo haber encontrado ese punto de vista teleolgico decisivo en esta controversia; la teora subjetiva en este caso
tampoco ha salido de la consideracin puramente formalista
segn la que la voluntad de tener la cosa para otro es la que
hace que la balanza se incline.
Cuanto precede nos lleva afirmar que lo que ha impulsado los romanos admitir la posesin en las relaciones examinadas, han sido los motivos prcticos; la teora subjetiva,
pesar de todo, no admita en dichas relaciones ms que la tenencia. El fin prctico que persigue el interesado no poda alcanzarse sino gracias la independencia dada por la posesin.
En toda relacin de posesin privada, una idea tan slo es decisiva para saber si hay posesin tenencia: el fin prctico. Tepropona, pues, yo razn al denominar el problema que nos
namos en este captulo con el epgrafe: la teleologa de la relacin de posesin derivada.
XVII
Relaciones posesorias problemticas.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
311
.ficio. Slo quedaba, pues, para el superficiario la posesin jurdica. Puede aplicrsele las palabras de que se sirve Papiniano en la L. 27, de don. (39, 5), hablando de la concesin de
por vida del derecho de permanecer en un mnaculum: QUASI
Luto POSSESSORIS constitutus, qui USSUM coenaculi accepit. El jurista niega tambin en ese caso, al superficiario, el interdietum uti possidentis, reducindole al de superficiebus, que, como
l dice, le pone en completa seguridad frente al propietario que
intentare el ulis possidetis. El jurista cita tambin ttulo
de ejemplo de esta superficie parcial las moradas subterrneas (zpi:nrucv..)
Nuestra vida actual ofrece tambin otra porcin de formas
semejantes: por ejemplo, las cuevas abiertas en la roca y los
comercios tiendas puestos en los soportales de las iglesias
otros edificios.
Pero la superficies puede tambin presentarse como total
esto es, de suerte que todo el edificio, y con l el suelo, sean
tenidos exclusivamente por el superficiario (1). Tambin aqu
habra bastado la posesin jurdica para asegurar la posicin del superficiario, no habiendo motivo prctico para darle
la real. Sin embargo, podra creerse que los romanos se han
decidido en este caso por esta ltima. El argumento que varios
autores sacan de la L. 1, 5, de vi (43, 16), en la cual se con
cede al superficiario el interdictuni unde vi, no es concluyente,
porque se concede ste al usufructuario y hasta al usuario
(L. 3, 13-16, Id.), los cuales no tienen ms que la posesin
jurdica. Doy, en cambio, valor la concordancia que existe
entre esta relacin y la del ager vectigalis y de la enfiteusis.
Tenemos aqu el mismo aspecto exterior de la relacin con
la cosa: poder de hecho exclusivo; y la misma situacin jurdica: proteccin jurdica completa y libre derecho de enajenacin. No haba el menor motivo, para los juristas romanos,
de organizar la relacin posesoria en la superficies de un modo
-distinto que en el ager vectigalis. Admitiendo que en la poca
4; L. 39, 2,
(1) Las fuentes srvense aqu de l uperficierria inxtrla (L. 9,
13, 7), SI7PERF1('IEM.
Daniviis, 39, 2). Superficiariunt PRAIDIL3M (L. 16, 2, de pign.,
inf.).
312
BIBLIOTECA JURDICA
desconocida, cosa eminentemente verosmil, no tenan el menor motivo para inventar respecto de la superficie la nocin
de la posesin jurdica, si estaba ya establecida para las
servidumbres personales, ampliarla. Si no encuentran nada
de particular en admitir la posesin real para el ager vecligalis,
por qu no la habran de admitir tambin para la superficies?
La posesin jurdica no se hace necesaria sino cuando surge en
la superficies parcial, una forma nueva la cual no podra aplicarse la real.
Cul es de esas dos formas la que tiene en su favor la probabilidad de la prioridad histrica? La superficies es cosa artificial. El que quiere edificar una casa, compra el terreno; alquilar un terreno para edificar en l es una operacin tan poco
ordinaria, que es preciso investigar el motivo por el cual se ha
llegado ella. Ese motivo se ha visto, y con razn en mi concepto, en la edificacin sobre el suelo pblico. Sabemos que en
Doma habra comercios sobre el suelo pblico (Taberme publico, L. 32, de eont. emt., 18, 1, hasta sobre el Forunz; v. gr., des-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
813
BIBLIOTECA JURDICA
314
dinero para usar de la cosa; el precarista lo obtiene para nada.
Si se le dijese alguno que no sabe nada de su relacin posesoria: uno de ellos tiene la posesin, el otro la tenencia,
quin no supondra que el colono es poseedor y el precarista
tenedor?
La posesin del precarista es de todos modos inconciliable
con la teora del animus domini, porque el precarista no quiere
ejercer su propiedad, sino el derecho de otro, y hasta no lo
hace en virtud de un derecho contractual que le sea propio,
sino en virtud de una complacencia, revocable siempre.
Savigny tampoco se encuentra muy apurado en este caso por
encontrar el motivo: El motivo (pg. 302), dice, por el cual la
traslacin de la posesin es aqu la regla, est en que esta traslacin no causa ningn perjuicio al propietario(ragatus): su usucapin contina, en efecto, por la accessio possessionis, y tiene
un interdicto especial, recuperandcc possessionis, para recobrar
la posesin enajenada. Pero si eso es as, por qu los romanos
no han tratado de igual modo el arrendamiento, el comodate) ; etc.? Ese motivo no explica en modo alguno la situacin
particular del precarista.
Para acabar de hacer la cosa incomprensible, el derecho romano reconoca al lado de la posesin, corno forma regular de
la relacin posesoria en el precario (1), la posibilidad de no
atribuirle ms que la simple tenencia (2): por qu? Porque es
de inters para el cedente conservar la posesin. Pero entonces, cmo ha llegado el derecho establecer la transmisin
de la posesin al precarista como regla, es decir, corno respondiendo al fin de la relacin y la intencin presunta de las
partes?
A este enigma que nos presenta la relacin posesoria se aaden otros todava. Es un principio universalmente conocido en
derecho romano, que quien tiene un inters en un contrato responde de la culpa levis. Ahora bien: el precario, segn la teora de los juristas romanos, est constituido en inters exclu(1) La impresin que en este punto dejan las fuentes no es dudosa;
vase, por ejemplo, la L. 4, 1, de pres. (43, 26). Pablo, S. R.
V. 6, 11 12, iiiendo
tambin esta opinin ms extendida. Savigny, p. 302.
(2) L. 6, 2, dem; L. 10, 1,
h. t.; L. 11, 12, quod vi (43, 24).
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
315
(1) Resulta eso del lugar que ocupa en el edicto, entre los interdictos re,
lativos los inmuebles, y los cuales no se unieron sino despus los relati43, 16,
vos . los muebles. Es un orden este conservado por las Pandeetos (D.
de
pret.:
In
rebus
etiom
mobilibus
precario
28 y 29, 33;. Vase tambin la L. 4,
rogotio consistit, Isidoro, Oriq. V, 25 .,. FUNDI.
(Ron?. l'ors
(2; T. Mommsen, que antes admita la opinin de Nieburg
t.
1.,
4.'
edc.,
p.
1911,
ha
credo ro4hungen, t. 1., p. 380, y Riim. Geschiehte,
eienternente encontrar un segundo caso de precario en las relaciones de los
ger publieu
poseedores del ger publicus. En mi concepto, esto es un error. El
y
;e daba en arriendo pblico por los censores; ahora bien: el arrendamiento
el precario se excluyen. L. 10, 1, h. t.
JURDICA
BIBLIOTECA
316
trono al cliente (1). Pero esta relacin no era de naturaleza jusostiene Savigny. Como la relacin perrdica, segn quiere y
sonal del patrono con el cliente, hallbase bajo la proteccin
de los usos.
El cliente no poda personarse en justicia; el patrono lo
hacia por l: no caba, pues, una accin del patrono contra el
cliente.
La idea de Savigny, de que el interdicto de precario haba sido hecho para ese caso, olvida tres cosas. Primeramente,
ese interdicto era jurdicamente imposible en la relacin que exista entre esas personas. Adems, aunque hubiera sido posible,
era prcticamente intil. El caso de un cliente recalcitrante
(Savigny, pg. 464), no era de prever, como no lo era tampoco
la rebelin de un esclavo de un hijo de familia; el patrono
estaba siempre en situacin de vencer la resistencia. Por ltimo, el interdicto de precario no puede remontarse hasta la
poca antigua, porque la actividad creadora del pretor no comienza sino con la introduccin del procedimiento formulario (2).
La relacin del patrono con el cliente no era distinta de
la del paterfamilias con sus hijos, y en el pasaje donde lo
menciona (Patees), Fsto la cita al lado de este ltimo con
respecto la concesin de tierras (3); el precario encontrbase
jurdicamente al lado del peculium.
Sguese de esto que la relacin no poda ser sino de tenencia, no la posesin. Con esto slo queda demostrada la realidad
prctica para la poca ms antigua de la in possesione esse del
precarista; tambin aqu se ha verificado nuestro punto de vista, segn el cual la tenencia tenia su base, no en la determinacin de la voluntad del tenedor, sino en una circunstancia cora
pletamente independiente de su voluntad; es decir, en un obstculo la posesin (nuestro ---n): este obstculo era en este caso
(1)
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
317
el mismo que para el hijo de familia: la relacin de dependencia personal.
A su tiempo he tratado de sentar la opinin de que el aspecto originario de la tenencia ha- consistido en la coposesin
real al lado del seor de la posesin. He querido descubrir la
extensin gramatical de esta idea en las palabras: in possessione
esse. Esta relacin era tambin exacta para el cliente (Cliens,
de x)GElv, pertenecer). Viva la manera de los vasallos siervos sometidos la gleba de la Edad Media, en la tierra del seor que les ceda una parte (1) para explotarla. El cliente lle
naba pastar su ganado (peculium, de pecus) los pastos del
patrono (2). Los servicios que se le imponan constituan el
equivalente del beneficio que se le conceda. Segn Nieburg,
quien todos los autores han seguido, el patrono le haba concedido tan slo una parte del alter publicus que tena en su posesin. No ha presentado ninguna prueba de esto, ni se ve ninguna.
De lo que precede resulta que la opinin de Savigny sobre la
organizacin del precario en la poca primitiva es insostenible.
Lo que piensa acerca del desenvolvimiento ulterior del precario, no es menos errneo. Sin embargo, dice (pg. 465), el
precarium, intil al fin, hubiera quiz desaparecido por com
pleto si accidentalmente no hubiera alcanzado importancia desde
el punto de vista de otra relacin jurdica (refirese al mancipalio fiduciaria). En el derecho de Justiniano, este gnero de aplicacin ha desaparecido tambin.
Debo hacer tal propsito las observaciones siguientes:
en primer lugar, en la poca clsica la utilidad prctica del
precarium no se restringa al caso que Savigny dice; haba otra
BIBLIOTECA JURDICA
318
relacin jurdica indicada, trastorna por completo la sucesin
histrica de los hechos. Aun cuando el precario no hubiera
existido, hubiera sido preciso crearlo en las relaciones en que
lo encontrarnos en el derecho nuevo. Puede prescindirse por
completo de su aplicacin originaria, sin que eso dae en
modo alguno la interpretacin de su existencia exterior. y
queda, por fin, el aserto de que el precario perdi toda aplicacin en el derecho de Justiniano. Cmo explicar entonces
que los compiladores le hayan consagrado todo un ttulo del.
Digesto? (1). Todos los casos que all se mencionan eran tan
prcticos con relacin la poca de Justiniano corno con relacin la poca de los juristas clsicos.
La consideracin histrica que, segn la promesa de Savigny, deba resolver el enigma del precarium, no hace ms que
provocar otra. Pretende aqulla hacernos creer que una institucin calculada para las relaciones de la poca primitiva, se
ha mantenido durante siglos por la sola fuerza de la inercia.
Ni uno solo de los numerosos pretores que todos los aos proponan de nuevo el 'Intel dictum de precario, que so pretende tomado de la poca primitiva, y el mismo Juliano, en la redaccin del Edictum perpetuum, hubieran concebido la idea de hacer de l un examen critico desde ef punto de vista del presente, de dejarlo si es que resultaba ya intil; mucho ms si
se tiene en cuenta que el comodato, que poco haca tena una
accin , les habra proporcionado una ocasin para ello,
cuando menos, de reorganizarlergn convena.
Hay, cuando menos, tres puntos que suscitan sorpresa.
El primero.La jurisprudencia haba desenvuelto en el
intervalo la teora de la culpa, estableciendo el principio de
que el que tiene un inters en el contrato, responde de la culpa
levis; en su virtud, haba declarado al comodatario responsable de culpa levis. A pesar de eso, el pretor, en el interdicto, restringa la responsabilidad del precarista al dolus; la extensin
de esta responsabilidad la culpa lata, fu obra de la jurispru-
(1) El ttulo muy importantede Publiciana in rem actione (VI, 2), no contiene ms que 17 pasajes; ste 22, El ttulo reprodcese hasta en las Baslicas 58, 241.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
319
dencia. Por qu obr as el pretor? Unicamente porque en la
poca primitiva el interdicto no mencionaba ms que el dolusr
Segundo punto.El comodatario puede reclamar el reembolso de sus gastos necesarios; el precarista, no. Por qu?
fnicamente por el motivo histrico de que el cliente no poda tener un crdito contra el patrono?
Tercer punto.E1 comodatario tiene; el precarista posee. Admitiendo que hubiese tenido la posesin en la poca primitiva, y acabamos de establecer lo contrario, por qu no se le
coloca, en este respecto, en la misma situacin que el comodatario?
Creo haber demostrado suficientemente que la va histrica, por la cual se aventura Savigny, no conduce al fin. Intentemos ver si lo logramos, siguiendo por la va prctica.
Hay tres puntos que piden explicacin: la posesin del precarista; la restriccin de su responsabilidad al dolos en el interdicto; la exclusin de su derecho las impensas gastos. La
clave de la explicacin se halla en la funcin prctica del precario para la vida romana, de la cual hemos de dar una idea.
A este propsito distingo dos funciones: la funcin contractual
y la funcin liberal. Los juristas romanos no conocen esta distincin; no mencionan ms que la funcin liberal (1), y creo
poder demostrar cmo han llegado establecerla. Se ver por
lo siguiente que, de hecho, es imposible no admitir tambin
la otra funcin.
A) Funcin conlactual del precario.
Nuestras fuentes citan dos casos en que el precario se presentaba unido un acto jurdico concluido entre dos partes, es
decir, en su funcin contractual. Uno de estos actos era la dacin en prenda; el otro, la transmisin de la propiedad.
La dacin en prenda.Sabido es que el derecho romano conoca dos formas de ella: la forma fiduciaria, que no era aplicable ms que las res mancipi, y en la cual el deudor transfereservndose el
ra la propiedad por mancipatio in jure cessio,
L 2, 2; L. 8, 3; BENEFICICM:
(1) LIBERALITAS: L. 1, 1;
de pret. (43 26).
con la donacin y el comodato: L. 1, 2, D.
L. 14; Analoga
320
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LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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21
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las dos partes en un mismo sitio, esto no presentaba gran dificultad; pero no suceda lo mismo cuando el prestamista viva en Roma y el prestatario en un municipio lejano, por ejemplo, en la Italia septentrional meridional. En este caso, el
deudor hubiera necesitado ir primero Roma reclamar el socorro del acreedor, mientras que, pudiendo obrar como poseedor, la tena su alcance. La independencia de la posesin
del deudor se hallaba reclamada aqu por el inters del acreedor lo mismo que tratndose del enfiteuta, mientras que l mismo, bajo el aspecto posesorio, se hallaba suficientemente garantido por el interdicto de precario.
A qu, pues, apartarse de lo que convena al inters bien
entendido de ambas partes y de lo exigido por la idea popular
y natural_ que vea en el otorgante de la garanta al poseedor
y al propietario?
En tercer lugar, la restriccin de la responsabilidad del
deudor al dolus en el interdicto (aut dolo malo fecesti, zt desineres habere). El acreedor quien se da la prenda tiene su propia cosa en su mano, en el sentido rigurosamente jurdico,
por la dacin en prenda, y en el sentido econmico, por la garanta fiduciaria. Constituye esto, para l, el aguijn ms poderoso de la diligentia: corta en su propia carne, cuando deja
inculto el fundo permite que se arruine la cosa (1).
Ciertamente, perjudica tambin, en este caso, al acreedor;
y si los romanos, en el establecimiento de sus reglas de derecho, se hubieren dejado guiar por posibilidades abstractas,
y por el deseo de hacer categoras completas, puestas al abrigo
de toda crtica, por ideas doctrinales, en una palabra, el pretor
hubiera debido hacer al deudor responsable de su culpa levis,.
porque tambin el acreedor puede sufrir con ella. No lo ha hecho; no ha establecido siquiera la responsabilidad por la culpa
lata, sino nicamente por el dolus, y aun restringindola la
condicin de dolo desinere habere. Por qu? No haba necesidad
de prever que alguien hubiese deteriorado sus propios bienes
para perjudicar indirectamente otro. El nico riesgo que en la
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
323
prctica corra el acreedor consista en la enajenacin, pues
daaba nicamente al acreedor, constituyendo una ventaja para
el deudor. Cuando en la L. 8, 3, de pret., Ulpiano extiende
la responsabilidad la culpa lata, los trminos en que lo hace:
culpan tatuen dolo proximam confinen QUIS MERITO DIXERIT, prueban que expresaba, no una regla fijada en la prctica, sino una
opinin individual, y el estado de las cosas en materia de prenda, tal como acabamos de exponerl, porque la responsabilidad
en cuanto la culpa lata no haba surgido en la practica. Aun
en materia de garanta hipotecaria, no se la menciona en ninguna parte en nuestras fuentes. Se objetar que es porque no
hay aqu relacin obligatoria entre las dos partes; pero esto no
es ms que una simple apariencia. Si los romanos hubiesen
juzgado necesario en la prctica que el deudor hipotecario respondiera hacia el acreedor, hasta de la culpa, no hubieran dejado de establecerlo como regla y los juristas hubieran partido
de aqu para declarar obligatoria la relacin.
La inadmisin de una relacin obligatoria por parte de la
teora significa nicamente que el derecho no ha juzgado necesario establecer del lado del deudor propietario de la prenda,
una responsabilidad por la culpa.
En cuarto lugar, la exclusin del derecho al reembolso de las
impensas hechas por el precarista. En todas las otras relaciones, nuestras fuentes no olvidan nunca hacer mencin de este
derecho, por ejemplo, hasta en el comodato (L. 18, 2, Confina.,
13 . 6); slo lo omiten para el precario. Es por casualidad? No
lo creo; veo ms bien en ello la denegacin tcita de este derecho (1). Cul puede ser la razn? No puede ser la circunstancia de que el precario no era una relacin de obligacin, pues
en la rei vindicatio se concede este derecho hasta al poseedor;
tampoco puede ser el pretendido hecho de que el precarium databa de una poca en la cual el derecho no admita todava las
pretensiones reconvencionales del demandado, pues las reconoca ya para la dote en la poca ms antigua (2). Aunque admiVase tambin Windseheid, Lehrbuelt, II, 376, nota 7.
siguientes. Resulta as de la regla: Impen
(2) Esp. del D. R., IV, p. 66 y
ecce nemteariae dotem IPSO JURE minuunt.
(1)
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tamos que en la poca de la primera introduccin del interdicto no hubieran sabido elevarse todava la idea de una reconvencin del demandado, no se advierte; porque, una vez introducida en todas las otras relaciones, no la acogieron tambin
para el precarium, con las modificaciones necesarias en el interdicto. No era este un fragmento estereotipado, invariable,
del poseedor; se le propona de nuevo todos los aos, y poda,
por lo tanto, acomodarse todas las necesidades del presente.
En cuanto la prenda, la razn es de toda evidencia. El
acreedor con prenda hace los gastos sobre su propia cosa (sabido es en qu sentido se toma aqu esta palabra); ella la
mueve su propio inters, y las impensas no aprovechan al deudor ms que bajo forma de accin refleja. De aqu la exclusin
de su derecho de reembolso y su irresponsabilidad por la culpa;
una y otra son consecuencias de un solo y mismo punto de vista: su independencia econmica.
Hasta aqu no hemos encontrado ninguna regla de precarium que no se aplique la prenda. Hay, sin embargo, dos reglas que no le son aplicables: una es que el precarium contiene
una liberalidad; otra, que puede ser revocado en todo tiempo
por el que le concedi.
Ocupmonos de la primera regla; refirindonos, respecto
de la segunda, nuestra segunda relacin, donde demostraremos su falta de fundamento.
Hay liberalidad, cuando, sin hallarse obligado ella al
perfeccionarse el contrato , el acreedor concede voluntariamente al deudor la posesin de la prenda. Si se ha hecho una
convencin este efecto, no puede tratarse de liberalidad; la
clusula accesoria sobre la posesin forma entonces parte del
contrato principal.
El acreedor que deja al deudor la posesin, no le hace un
favor, no le presta un servicio: ejecuta simplemente la obligacin que ha contrado. Cmo han llegado los juristas romanos caracterizar el precarium como servicio de una manera
absoluta, sin dejar lugar para la desviacin que pueda causar
la voluntad de las partes en el contrato de prenda? No hallo
otro motivo que el motivo histrico que expongo continuacin.
325
La garanta fiduciaria, en la cual, segn todas las probabilidades, se ha manifestado por primera vez el precarium moderno, originariamente no confera derecho alguno al deudor.
El contrato por el cual se reservaba el rescate, era una parte
incompatible con el acto principal, 9nancipatio in jure cessio,
y como tal, no poda ocupar un lugar en la frmula (1). Era
una clusula accesoria, sin fuerza obligatoria, garantida nicamente por la fides (fiducia).
Ahora bien: con la posesin pasaba exactamente lo mismo
que con la reserva del derecho de rescate; jurdicamente hablando, no haba en este caso sino obligacin, y cuando el
acreedor permita de hecho al deudor rescatar y poseer, lo hacia, jurdicamente hablando, porque quera.
En este sentido es como se puede decir que el precarium,
convenido entre las partes, constituye, como el precarium libre,
una liberalidad.
Puede comprenderse que la jurisprudencia antigua de
Roma haya establecido este punto de vista; pero cmo ha podido mantenerlo la jurisprudencia del derecho nuevo? En el
intervalo, el contrato fiduciario haba sido provisto de una
accin (actio fiducix) y se haba reconocido por este medio la
fuerza obligatoria de la convencin sin formas. La lgica hubiera exigido reconocerla igualmente para el precariuni, y, bajo
el aspecto prctico, es lo que realmente sucedi: el principio
de la revocabilidad voluntaria qued en desuso, en la jurisprudencia nueva, para el precarium contractual (vase ms abajo).
Pero la teora continu atenida la nocin tradicional de la liberalitas. Lo por ella abandonado nosotros podemos repararlo;
la nocin de liberalitas no reviste la menor exactitud en cuanto
al precarium convenido con ocasin de una relacin contractual; no contiene, en realidad, ningn servicio, sino nicamente la ejecucin de una obligacin asumida por contrato.
La segunda relacin en la cual aparece el precarium en
nuestras fuentes bajo su forma contractual, es el contrato de
venta, , para hablar con ms propiedad, dos clusulas acceso-
326
BIBLIOTECA JURDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
327
La pi etendida revocabilidad voluntaria del precarium no resultaba, segn esto, fundada en este caso; era absolutamente
incompatible con el fin del contrato y hubiera hecho imposibles las relaciones. Pues bien: lo que es cierto en este caso,
328
BIBLIOTECA JURDICA
prador.
A estos dos casos de la funcin contractual del precariunz,
contenidos en las fuentes, se aada, en mi opinin, por lo
menos en Roma, un tercero. Cierto es que las fuentes no lo
reconocieron; pero no puede ser objeto de la menor duda cuando se imagina la vida romana, pues era prcticamente inevitable. Era el empleo del precarium crin el objeto de representar al poseedor ausente.
Parta un romano para la guerra, se vea obligado emprender un largo viaje: no por esto se interrumpa la explotacin de su fundo; dejaba tras si en la hacienda sus hijos y
sus
esclavos, y todo segua su curso habitual. Pero bajo el as-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
329
pecto jurdico haba all -un vaco que colmar; no exista, en el
intervalo, representante del fundo, y los terceros, que quiz no
hablan esperado ms que una ocasin favorable, podan aprovecharse de esta circunstancia. El vecino se pona ejecutar el
edificio que proyectaba haca mucho tiempo; el individuo que
apeteca la propiedad ejecutaba la dejectio que tena preparada.
Haba un estado de ausencia prctica de derecho, pues no haba nadie para reclamar la proteccin de las leyes. Reducir al
propietario hacer valer su derecho despus de su vuelta, era
darle un menguado consuelo; mientras tanto, su familia haba
sido desposeda de su hacienda, perciba otro los frutos y la
operis novi nunciatio no poda darse despus del regreso; deba
intentarse inmediatamente, pues si no, caducaba (1).
Qu hacer en esta situacin?
La representacin era desconocida en el antiguo derecho; el
medio que ms tarde abri el derecho nuevo, de nombrar de antemano un representante para todos los negocios que se presentaran durante la ausencia, no era conocido todava en esta poca. Pero la poca antigua tena el genio de la invencin. La
persona que se haba elegido como representante estaba provista del derecho necesario establecida como portador del derecho,
segn la expresin que he empleado en otra parte (2). Para darle la cualidad necesaria para las contestaciones los actos eventuales, por ejemplo, la operis novi nunciatio, que tenan por
condicin la propiedad, sta le era transferida fiducia,' causa (3).
(1) Fu esto uno de los defectos de este medio de derecho que determinaron al pretor h establecer el interdicto quod vi out clan. Ofreca la ventaja
de dar igualmente proteccin contra la opus emprendida durante la ausencia
del interesado (dant). El segundo defecto era, que constituyendo la operis n. n.
el primer paso de la actio confessoria iugatoria, no poda ser entablada ms
que por el propietario. El pretor extendi su medio de proteccin al poseedor;
y esto en la ms amplia acepcin de la palabra. Un tercer defecto era que la
Op, n. n. no daba proteccin ms que los edificios; el pretor extendi su medio
toda opus in solo facturo. Su interdicto no era ms que el complemento de la
opus
op. n. n.; los dos estaban basados en la misma idea: protestar contra un
con el efecto de obligar al adversario restablecer los lugares en su estado
actio confessoria y
anterior, su costa (restituas: L. 20, pr., de Op. n. n., :39 1). La
la actio negatoria, como in rem acciones, no podian tender este fin.
IV, p. 223 253.
(2) Espritu del D.
sentido
dice
Gayo, II, 60, quo el fin de la fiducia curo amico coneste
(3) En
Se ha sostenido que, no hallntracta, era: quo TUTIUS nostrat res apud eum sint.
BIBLIOTECA JURIDICA
330
Para habilitarlo fin de perseguidos derechos contractuales,
se le haca intervenir en la conclusin del contrato como acreedor correal (adstipulato ); para darle los poderes de nuestros
actuales ejecutores testamentarios, se le institua heredero (1).
El medio indicado no ofreca dificultad respecto de los fun dos las cosas muebles, cuya propiedad se poda prever de antemano que sera disputada, por ejemplo, por los esclavos, objeto de una vindicatio in llbertatem inminente. Pero era imposible mancipar fiduciae causa todas las cosas muebles contenidas en un patrimonio, sin contar que la fiducia era imposible
respecto de las res nec mancipi. Se provey este inconveniente
por la lex Hostilia (pr., J., de iis per quos, 4-10), que permiti
las personas encargadas de los intereses del ausente intentar
por l la actio furti, en el caso de sustraccin, al cual se equiparaba, como fortuna nec ananVestunt, la eviccin violenta de la
cosa.
El precarium, mi juicio, serva para la posesin, con el mismo fin que la transmisin de la propiedad fiducice causa para la
propiedad.
El precarista deba desempear el mismo papel en la posesin que el fiduciario en la propiedad; era un representante
LA VOLUNTA D EN LA POSESIN
331
OMNES PR1ETER
eln, quent ro -
332
BIBLIOTECA JURDICA
do, cuya explotacin no concerna en modo alguno al mandatario; la nica violencia de sus deberes de que poda hacerse culpable, consista en el descuido para obrar en justicia
por el mandante, y esta negligencia se hallaba comprendida
en el dolus, como abuso de confianza, como acto de colusin
con los terceros.
En la adstipulatio, la responsabilidad del hombre de confianza haba sido igualmente restringida al dolus por el segundo capitulo de la lex Aquilia.
No quedaba lugar, en la relacin, para un derecho de restitucin de los gastos. El portador del derecho no se encontraba nunca en posicin de hacerlos; corresponda esto los
hijos y los esclavos, encargados de la explotacin econmica del fundo, mientras que el precarista, como simple fiduciario de la posesin, estaba exclusivamente encargado de la representacin jurdica del propietario.
Tenemos aqu una nueva ocasin de convencernos del carcter insostenible del punto de vista de la liberalitas. Lejos
de prestar en este caso el propietario un servicio al precarista,
era ste quien se lo prestaba l. El precarista no obtena la
menor ventaja; quiz su posicin no le vala ms que trabajo
y molestias.
Si se quisiera aplicar esta relacin la frase de Ulpiano:
quod preces adhibuit, no sera exacta ms que para el propietario, pues l era quien en su propio inters haba pedido al otro
que aceptara el papel de precarista.
La circunstancia de que las fuentes no hacen la menor Mencin de este tercer caso de aplicacin de la funcin contractual
del precario, suministrar quizs un argumento contra mi opinin. Suplicar solamente los que me lo dirijan, que me digan lo que hubieran hecho ellos si hubiesen vivido en Roma en
la poca remota en que era todava desconocida la representacin en justicia. En vano hubieran buscado otro medio de garantir sus intereses durante su ausencia. El precario era tan
propsito para esto, que si los romanos no le hubieran conocido ya en la poca antigua, hubieran debido inventarlo expresamente para este l uso. Si las fuentes no mencionan esta aplicacin, se explica suficientemente por la circunstancia de que
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
333
result intil desde la introduccin de la representacin en
justicia.
Creo que las explicaciones que preceden habrn puesto
fuera de duda la funcin contractual del precario en tres apli caciones: en materia de prenda, de venta y de representacin;
y el lector puede ahora decidir por si mismo qu debe pensarse
de la afirmacin de Paulo, en la L. 14, de pret.: ntagis enint od
donaciones et beneficii causan quant ad NEGOTII CONVENTI special
precarium. Por mi parte, creo que es simplemente un error,
534
BIBLIOTECA JURDI CA
potestad. Su dependencia econmica y la conservacin domstica de los hijos en nuestro das, hubieran sido inconciliables
con esa situacin; el uso exiga que el padre procurase al hijo
la independencia econmica que convena su edad y su posicin social. El hijo de familia de un rango elevado tena,
para l solo, casa en Roma, casa de campo, instalaciones lujosas y numerosa servidumbre, todo con el capital necesario para
subvenir, por medio de los intereses, los gastos propios de
su categora. Era una parte del patrimonio paterno que el padre le abandonaba en vida; pero slo en forma de peculio, y,
por lo tanto, jurdicamente, revocable en todo tiempo; pero
de hecho equivalente un patrimonio propio (1). Lo mismo
suceda en el interior del pas. El gran propietario territorial
asignaba su hijo, para que los explotara por si mismo, uno
varios de sus bienes rurales (2). Ni poda ser de otra manera
para las otras clases menos afortunadas de la sociedad, en particular para las clases industriales. El hijo que quera ejercer
una industria un comercio, reciba de su padre los recursos
necesarios este efecto; la actio tributoria nos ofrece una prueba de ello.
Qu suceda cuando el padre emancipaba su hijo? Podemos admitir, aun sin el apoyo de pruebas positivas, que la si-
(2)
paterno era de uso general. 1! esto, en el texto citado arriba, menciona igualmente esta costumbre.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
335
pensado, si administraba como era debido, si se conduca con
su padre de un modo conveniente, conservaba lo que tena; si
no sostena su reputacin, si se apartaba del camino derecho,
si no tena para su padre los miramientos y el respeto que le
deba, si le rehusaba la obediencia, lo perda todo. Para el hijo
respetuoso, obediente, de buena conducta; para el buen hijo,
en una palabra, esta dependencia nada tena de molesta ni de
inquietante; no era cadena pesada ms que para el mal hijo.
Pero esto era precisamente lo que se deseaba; el derecho de revocacin le serva de freno y le colocaba bajo el poder del padre lo mismo que al filiusfamilias; era la garanta de su buena
conducta. De este modo el precarium, estableca para el hijo
emancipado la misma posicin que elTeculium para el hijo de
familia: independencia econmica de hecho con dependencia
jurdica.
Se pueden emplear indiferentemente las dos expresiones
y decir que el peculium era el precario del hijo de familia, y el
precarium el peculio del hijo emancipado.
Esta aplicacin del precario no encuentra tampoco el menor apoyo en los textos, y aquellos cuyo pensamiento no va
ms lejos que las decisiones de los textos, se prevaldrn de
esta razn para condenar mi opinin.
Pero tambin aqu preguntar mis crticos, como hace
poco propsito de la funcin procuratoria del precario: qu
hubieran hecho si hubieran vivido en Roma? Creo que no hubieran obrado de otro modo que como, en mi opinin, obraron
los romanos.
A imitacin del padre, podan otros parientes concebir la
idea de dar de la misma manera una parte de su herencia futura sus herederos abintestato. No son raras aun hoy semejantes cesiones revocables, mientras que las donaciones revocables personas no parientes deban ser muy raras.
Desde el punto de vista de la forma pura, la revocacin de
la donacin se encuentra, sin duda, en las mismas condiciones
que la revocacin de la venta; pero en la vida real tiene otro
alcance muy diferente. La reserva de revocacin en una donacin entre vivos es tan contraria la intencin de dar, que,
para comprenderla, hay que apelar motivos particulares. No
BIBLIOTECA JURDICA
330
encuentro tales motivos ms que en la hiptesis, admitida
arriba, de la cesin de una parte de la sucesin futura al heredero abintestato; hiptesis en la cual la relacin personal que
existe entre las partes excluye el carcter chocante que, sin
esto, tendra una donacin semejante, y en la cual la circunstancia de que el mismo donante puede caer ms tarde en necesidad, de que el donatario puede mostrarse indigno de ella
por su conducta, hace aparecer tal reserva como perfectamente
justificada.
El derecho antiguo no conoca la donacin revocable; dar
y retener le pareca una contradicho in adjecto; la nica forma
que ofreca para verificar un anticipo de herencia con reserva
de revocacin, era el precarium. El derecho nuevo permite alcanzar, adems, este fin, mediante la donatio nzortis causa; pero
el precario conserv su utilidad al lado de esta ltima. El donatario poda eludir el derecho de revocacin del donante
enajenando la cosa; el precarista, no.
Otra relacin, en la cual es verosmil que el precario se haya
aplicado frecuentemente en Roma, era la del patrono con el
liberto. La concesin de una habitacin libre (habitatio) al liberado, sea por testamento, sea entre vivos, formaba en Roma
un objeto favorito de la generosidad patronal. Originariamente
era una relacin de puro hecho sin ninguna proteccin jurdica.
Cuando se provey de accin los fideicomisos, se hizo posible
dar proteccin jurdica la concesin de una habitacin libre
por disposicin de ltima voluntad; pero la concesin de una
habitacin libre entre vivos continu constituyendo como antes
una relacin de puro hecho, y en tanto revocable voluntad,
es decir, un precarium (1). El nico inters que ofrece esta relacin para la teora del precarium, es que nos presenta un caso
del in possessione esse del precarista.
Debera probar ahora que esta funcin del precario liberal
1) re -
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
337
en las relaciones de parentesco responde al tipo trazado por los
juristas romanos; pero creo estar seguro del asentimiento de
mis lectores, enumerando simplemente los diversos puntos de
que se trata aqu, y dejndoles el cuidado de examinar mi
opinin.
Son los cuatro puntos siguientes:
1. Revocabilidad voluntaria de la concesin.
2. Responsabilidad restringida al dolus y la culpa lata.
3. Exclusin de las indemnizaciones.
4. Posesin.
Concluyamos, pues, que el precario liberal con concesin
de la posesin tiene prcticamente su lugar en el seno de la
familia romana. Pertenece, si no en teora, lo menos por su
funcin, las instituciones de la vida de familia romana. El
precarium estaba destinado al hijo emancipado y los herederos abintestato, como la dos estaba destinada las hijas, el
peculium los hijos, el usos fructus la viuda y los otros parientes.
La exposicin precedente cree poder enorgullecerse de haber establecido cuatro casos en que el precario es perfectamente comprensible, tanto segn su motivo, como segn su aspecto
jurdico: los tres casos de su funcin convencional en el derecho
de prenda, en la transmisin de la propiedad, en la- representacin, y el caso nico de su funcin liberal en las relaciones
de familia.
Es posible que haya habido otros casos; por mi parte,
no los he encontrado, y esperar que alguno haya hecho
una demostracin como la ma, para el caso que la opinin
corriente tiene exclusivamente en cuenta: la liberalitas de una
manera absoluta. Para hacer esta demostracin, el que de ello
se encargue, deber contestar la pregunta de lo que puede
haber movido los romanos elegir, en vez de la nica forma
conveniente del comodato con tenencia, la absolutamente impropia del precarium con posesin, para el caso en que una
persona quiera dejar pasajeramente el uso de una cosa otra
que no se halle ligada con ella por los lazos de la afeccin.
He probado que la concesin de la posesin al precarista
tena en los cuatro casos serios motivos prcticos; el fin que se
22
BIBLIOTECA JURDICA
338
persegua en todos no hubiera podido alcanzarse si no se hubiera dado al precarista la posicin de hecho del propietario.
Pero el precarium poda del mismo modo no dar ms que la
tenencia, y esto suscita una nueva cuestin: por qu la tenencia, y por qu no, corno en otras ocasiones, la posesin? Evidentemente debe de haber habido casos de precarium en que
la posesin no tena razn de ser. Cules eran estos casos?
Iremos aprendido ya conocer uno de ellos, el de la concesin de una habitatio libre por parte del patrn al liberado. En
este caso en que el precarista slo obtena una habitacin en
la casa de otro, no poda tratarse de posesin, y no quedaba
ms que el in possesione esse. Otro caso, que puede darse entre
nosotros como entre los romanos, y que no es del todo raro, es
el siguiente: permite uno su vecino, que se dispone edificar, depositar los materiales en sus patios; le permite, despus de un incendio, meter el rebao en su establo, el carruaje
en sus cocheras. No hay depsito en este caso; el concedente
no asume ninguna obligacin respecto de estas cosas, sino que
se limita conceder la otra parte autorizacin para ponerlas
al abrigo en su fundo. No es menos cierto que no hay aqu comodato; como contrato real, el comodato supone la tradicin
de la cosa, y el patio, la cuadra, la cochera, no son, en el caso
presente, objeto de tradicin, sino que continan en la posesin del concedente.
No queda, pues, ms que el precarium; pero un precarium
de otra especie que los que hemos aprendido conocer hasta
aqu; no tiende, para hablar el lenguaje de los romanos, possiclere, sino slo in posesssione esse. Ya se comprende que para
esto no se necesitaba una convencin particular; la tenencia
so resultaba de que el concedente conservaba la posesin del
fundo, y de que era imposible una compossessio plurium
iduni,
Slo las apariencias exteriores distinguen ya este aspecto
del precarium de las formas indicadas arriba y, para, abreviar,
podemos designarlo como precario parcial, en oposicin al pre
cario total. En esta ltima, el precarista obtiene la cosa
entera;
en la otra no obtiene ms que una parte. Es la misma oposi cin que hemos aprendido conocer ms arriba en materia de
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
339
la relacin posesoria.
Hecha abstraccin de esta relacin en que la tenencia era
completamente incontestable, y la cual se podra aplicar, en
este respecto, el nombre de precario de tenencia, para distinguirla del precario de posesin, dieron los romanos la tenencia
en materia de precario una extensin mayor an, es decir, es_
tablecieron convencionalmente la tenencia, aun en los casos en
que era posible la posesin en s?
Esta pregunta se sale del objeto de estas explicaciones, que
tendan nicamente justificar por motivos prcticos la relacin posesoria existente en el precario.
El precario de posesin figura todava hoy en nuestros cursos de Pandectas como una institucin prctica. En mi opinin,
es un completo error, y me felicito de haber hallado recientemente en Biihr (1) esta idea que enseo hace aos en mis lecciones. No he odo en mi vida citar, ni he visto en los libros,
un caso de este gnero; tiene, mi juicio, su lugar propio en
el cementerio de la Historia del Derecho que he creado en mi
Scherz und Ernst in der Jurisprudenz (p. 279) para este gnero de
instituciones enteramente muertas para nosotros.
Se puede borrar completamente el precario de posesin de
nuestro derecho actual, sin que por ello resulte la menor laguna para la aplicacin del Derecho; el comodato lo suple perfectamente. Slo se encuentra todava hoy el precario de tenencia
en los casos indicados y en otros anlogos; pero en la prctica se
halla desprovisto de toda importancia para la teora de la posesin.
Estoy, pues, enteramente de acuerdo con Biihr, en que,
cuando el precarista no quiere ceder pesar de un requerimiento, el poseedor puede expulsarlo por su propia autoridad. Si
prefiere obrar en justicia, tiene su disposicin el interdicto uti
possidetis.
El interdicto de precario es, por consiguiente, del todo superfluo; no se le menciona ms que por puro escrpulo histrico.
Jahrbii leer, 2(3, p. 293 297_
(1) En su articulo sobre la teora de la posesin,
340
BIBLIOTECA JURDICA
FE.
3.EL INVENTOR DF. BUENA
341
disposiciones de nuestro derecho actual sobre los derecho? del
inventor impiden toda asimilacin.
Ahora bien: cmo debe concebirse la relacin posesoria
del inventor?
Segn la teora subjetiva, es indudablemente la tenencia
puesto que reconoce el derecho superior de otro, y tiene intencin de restituirle la cosa. Con razn se ha decidido Mandry
por la posesin, y ha establecido de una manera perfectamente justa la imposibilidad de hacer otra cosa. Hasta el descubrimiento del propietario, que estalla, segn la opinin contraria, privado de toda proteccin posesoria aunque el inters
del inventor, lo mismo que el del propietario, la pidan imperiosamente; el inventor debe ser protegido, si no por l, en
todo caso por el propietario.
Pero el camino de la deduccin jurdica que sigue Mandry
para alcanzar el resultado, no es, mi juicio, el ms seguro.
Consiste en probar que el inventor no puede, en absoluto, tener
intencin de poseer para el propietario. Debe decirse que no
puede continuar la posesin de ste, puesto que est perdida,
ni adquirirla de nuevo, puesto que estallo es posible sin orden
suya; no queda., pues, ms que la intencin de poseer para si,
siempre reserva de transferir la posesin al propietario, si
llega ser descubierta. Pero admitiendo que la voluntad de
poseer se determine segn lo que al poseedor debe decirse y no
segn lo que se dice, empieza por no ser exacto que al inventor
deba decirse que el propietario ha perdido la posesin.
Sabido es que la posesin de la cosa perdida contina hasta, tanto que el que la ha perdido nota la prdida y trata de encontrarla; slo cuando lo ha procurado infructuosamente, es
cuando puede decirse que ha perdido la posesin (1). Puede
saber el inventor, al ver la cosa, si contina la posesin si se
ha perdido? Encuentra un pauelo en el bosque y lo recoge
para devolvrselo un hombre que va delante de l, alguna
distancia., y que supone es el que lo ha perdido; trata de alcanzar este hombre, pero no lo consigue. Aqu la posesin no
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
(1)
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342
estaba perdida todava. Supongamos que el inventor sea un
jurista que conoce la teora de la posesin y quiere ajustar
ella su animas. Su intencin no slo poda, sino que deba ser
continuar la posesin. Pero admitamos que la cosa encontrada
engaa por su aspecto exterior; que llevaba ya cierto tiempo en
aquel sitio; que, por consiguiente, haba desaparecido la posesin: se sigue de aqu que el inventor no pueda, sin poderes
del propietario, adquirir la posesin para s, que deba obtenerla l mismo aun cuando su intencin no pasara de la tenencia ,
cuando es perfectamente libre de hacerlo segn la teora subjetiva? Mandry alega, para justificarlo, que sin esto no habra
posesin: lo cual no se compadece con la L. 1, 20, h. t.; pero
hemos mostrado ms arriba el valor de la deduccin que hace
Paulo en este texto. La teora de los juristas romanos se concilia perfectamente con la hiptesis de la tenencia en el uno, sin
que haya posesin en el otro.
Mandry se vea obligado hacer esta deduccin, porque, sin
atenerse la condicin del animas domini, se atena, sin embargo, la de la voluntad de poseer. Para poder admitir la posesin en el inventor, deba atribuirle el animas possidendi, que,
en su opinin, no es incompatible con la intencin de transferir
en seguida la posesin al derechohabiente.
Segn mi teora, la voluntad de poseer, en el sentido de la
teora dominante, no tiene nada que ver aqu... ni en ninguna
otra parte.
El inventor toma la cosa; por este slo hecho detiene la
posesin en tanto en cuanto no haya una disposicin positiva
que se la rehuse, y en vano buscamos en las fuentes semejantes
disposiciones.
Se nos objetar que la lleva consigo necesariamente la lgica del derecho romano, puesto que el inventor tiene la intencin de devolver la cosa al propietario, y por lo tanto, no puede tenerla de adquirir la posesin para si. Pero tambin el mandatario tiene la intencin de devolver la cosa al mandante, y,.
hin embargo, obtiene la posesin. La intencin de obrar para
otro y la posesin para s mismo, se concilian perfectamente
entre s. El inventor adquiere la posesin como reemplazando
al propietario; ste resuelve todas las dificultades. Para la ju--
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
343
risprudencia antigua de Roma, que no conoca todava la adquisicin directa de la posesin por representante, ste era el nico aspecto posible de la relacin. Ciertamente, la jurisprudencia nueva hubiera podido aplicar aqu el punto de vista de la
representacin directa; pero no lo ha hecho, y ha hecho muy
bien, segn las razones prcticas que hemos indicado arriba.
Conclusin: el inventor tiene la posesin.
4.EL GERENTE DE NEGOCIOS.
Por los motivos que acabarnos de indicar, el gerente de negocios no poda, segn el derecho antiguo, obtener ms que la
posesin, y en mi opinin, la jurisprudencia nueva hubiera
debido disponer lo mismo. Pero en el intervalo, la adquisicin
inmediata de la posesin en beneficio del representado se habla hecho posible en los otros casos de representacin (mandato, tutela), y se crey que se deba extenderla igualmente
la gestin de negocios; no, bien entendido, en el sentido de
que el representado obtiene la posesin sin voluntad, sino en
el de que le bastaba su rectificacin para obtenerla (1).
Cmo debernos representarnos la relacin posesoria antes
de esto? El gerente de negocios, tiene posee? Me he pronunciado por esta ltima manera de ver. El motivo principal que
ello me obliga es un motivo prctico. Si se concede la tenencia al gerente de negocios, habra en el intervalo, hasta la
decisin de parte del dueo del negocio--la cual puede hacerse esperar mucho tiempo si no es conocida todava si se halla ausenteun estado de carencia completo de proteccin de
la posesin. En la adquisicin de la posesin por un representante autorizado no existe esta situacin, puesto que es conocido el mandante. Se me objetar que, una vez que existe la
posesin, no puede convertirse en tenencia por una simple declaracin de cambio de voluntad por parte de otro. No admito
la negacin; la relacin de tenencia supone, segn la teora de
L. 42, 1, h. t.: Procurator, si quidem ~m'ante domino ron eme-(1)
on habucprotinus illi acquirit possessionem, quod SUU oponte emerit, non niHi
emptionem. Paulo, S. R. V., 2, 2.
rit
344
BIBLIOTECA JURDICA
juristas romanos, tal como la he establecido, una causa detentionis. Antes que sta exista no puede obrar; no puede, pues,
tratarse de tenencia; si la cuestin de tenencia surge, no hay
el menor obstculo, porque obra sobre la relacin posesoria;
la posesin se convierte en tenencia en virtud de la regla del
derecho.
Los juristas romanos no se pronunciaron acerca de la relacin posesoria del gerente de negocios; se limitan la regla de
que el dueo del negocio pueda procurarse la posesin y la propiedad mediante su ratificacin. Considero muy peligrosa esta
regla; la garanta que la cosa da al representante autorizado,
respecto de los gastos que ha hecho las obligaciones que ha
asumido, se la arrebata el gerente de negocios por el efecto reconocido la ratificacin (L. 42, 1, cit.); el representado
puede arrancarle violentamente la cosa un simple tenedor,
y l le toca ver cmo ha de hacerse entregar lo que le concierne.
[Cunto ms justo hubiera sido que la jurisprudencia nueva
se hubiera conformado con la antigua! Quiz viva en la creencia de que ha acertado en todo; tiene que ver cmo puede conservar su fe en este caso. En cuanto la antigua jurisprudencia romana, participo de esta creenciacada fragmento que someto un examen atento, me llena siempre de nueva admiracin; pero en cuanto la jurisprudencia nueva, hace ya bastante tiempo que mi opinin ha cambiado.
los
XVI I
Eistoria ulterior de la nocin de tenencia.
Propiedad, posesin, tenencia y jus in re: tales son las fermas fundamentales del derecho de las cosas en Roma. Se las
puede seguir hasta en los tiempos ms remotos, y se han conservado hasta la poca ms moderna. El rasgo ms saliente y
distintivo de su carcter, es que se aplican de un modo uniforme las cosas muebles y las inmuebles; la distincin del derecho inmobilario y del derecho mobiliario, que lleva el sello
particular del derecho germnico, es desconocida en el derecho
romano.
El aspecto que revisten estas cuatro formas fundamentales
en la poca de su aparicin en la historia y en el derecho de
Justiniano no es el mismo; ha sido objeto de un desenvolvimiento considerable. En cuanto tres de ellas: la propiedad, la
posesin y el jus in re, se ampli extensa intensivamente la
idea que les sirve de base, mientras que, en cuanto la tenencia, dicha idea se restringi extensiva intensivamente la vez.
La idea fundamental de la propiedad romana es la proteccin absoluta contra los terceros: la rei v?- ndicatio. En la poca
primitiva se hallaba restringida la granja romana, con los
esclavos y el ganado necesario para su explotacin; es decir,
segn hemos visto, las res manripi; pero bien pronto se extendi las res nec mancipi, y el derecho nuevo no vacil un mo
mento siquiera en separar la rei vindicalio de la propiedad (re
vindicatio utilis).
34 6
BIBLIOTECA JURDICA
La idea fundamental de la posesin es facilitar la proteccin de la propiedad. Bajo ciertas condiciones obtiene el propietario, probando la simple exterioridad de la propiedad, el
mismo resultado que si probara su existencia jurdica (1). La
bonocfidei possessio (actio Publiciana) sirve para el mismo fin de
facilitar la proteccin de la propiedad. la prueba de que ha
nacido la propiedad sustituye la de un hecho externo del cual
hubiera podido nacer.
La idea fundamental del jus in re es la proteccin absoluta.
(1) Sobre la objecin de que el no propietario se aprovecha igualmente de
esta proteccin, vase mi obra acerca del Fundamento de la proteccin posesoria.
Es la condicin indispensable para poder concederla al propietario, y los ca
sos en que se hallan excepcionalmente separadas la propiedad y la posesin,
no deben tomarse en cuenta entre la mayora infinitamente grande de los
casos en que estn reunidas. Acerca de la importancia legislativa de estos
elementos de hecho, vanse las pgs. 153 y sigs. La objecin de que aun la
prueba lquida de la no propiedad del poseedor se rechaza respecto de la.
accin posesoria (vase, por ejemplo, Dernburg, Pandelcten, I, 170,', se refuta.
bajo el aspecto histrico, es decir, desde el punto de vista del procedimiento antiguo, por el principio de la cuestin -nica que rega todas las instancias judiciales (vase, ms adelante): el demandado no poda invocar una obligacin en un proceso sobre la propiedad, ni invocar la propiedad en un proceso sobre la posesin. Desde el punto de vista legislativo se refuta, diciendo
que es fcil hablar del aspecto lquido de la no propiedad del demandado; pero
que, como tantas otras imgenes abstractas, esta idea carece de realidad prctica; la propiedad la no propiedad de la una de la otra parte no es nunca
lquida all donde no hay registros territoriales.
La objecin de que la proteccin posesoria puede volverse contra el propietario, es exacta; pero la conclusin que de ella se ha sacado, segn la que,.
por consiguiente, no ha podido ser introducida para l, es tan falsa como si
del hecho de que un propietario no puede abrir la puerta de su casa, porque
no tiene la llave, se quisiera inducir que no haba mandado hacer la llave
para l. El propietario que encuentra cerrada la puerta de la posesin entra por la de la propiedad; pero al ladrn que ha penetrado por la primera
se le expulsa por la segunda. La contradiccin que ha hallado mi teora sobe el fundamento de la proteccin posesoria tiene su causa ltima en la hiptesis de que el derecho protege la posesin causa de la voluntad. Es la
misma aplicacin errnea de la idea de voluntad en derecho que ha influido
de una maicera
era tan nefasta sobre tantas otras teoras. En realidad, la voluntad no forma el principio, sino slo una condicin de la posesin. Dernburg
'lugar citado) se ha emancipado con razn de este falso subjetivismo de la
voluntad; da la posesin una base objetiva, caracterizndola como el orden
social aparente. A esto conduce igualmente mi teora; pero aade el motivo justificativo por el cual protege el derecho este orden aparente el
reparto
establecido de los bienes reales. Por esto regularmente concuerda
en su reparto jurdico, y esto es lo que yo he tenido en cuenta para decir
que la
proteccin posesoria ha sido introducida en inters de la propiedad.
LA VOLUl\TAD EN LA
PosEsiN
347
de aquel cuyo servicio ha puesto la cosa el propietario para.
ciertos fines. La forma originaria bajo la cual era exclusivamente conocido el jus in re de la poca primitiva, y la cual
continu restringida ms tarde la expresin servir, absolutamente exacta para aquella poca, era la servidumbre predial, y
aun solamente la servidumbre rural, -nica que ofreca inters
para los labradores. El desenvolvimiento de la vida urbana le
aadi en seguida la servidumbre urbana; el progreso de la agricultura le uni, adems, una masa de servidumbres rurales desconocidas antes. A la servidumbre predial se uni la servidumbre personal, y las servidumbres se aadieron, como nuevas
formas del jus in re, la superficie, la enfiteusis y el derecho de
prenda.
La idea fundamental de la tenencia en la poca primitiva
era la carencia de derecho del tenedor respecto del dominus posSe8Si011iS . Indicada en la casa romana por la dependencia jurdica de los hijos y de los esclavos respecto del padre de familia,
la tenencia les sirvi los romanos para organizar la relacin
del propietario con sus arrendatarios y sus inquilinos, de tal
manera, que se pona al proletario en manos del rico.
La aplicacin de la nocin de tenencia las cosas muebles
no tena gran importancia prctica, excepcin de la adquisicin, como hemos visto, de la posesin por representante; en
todo caso, quedaba completamente en segundo trmino respecto del alquiler.
Esta extensin de la nocin de tenencia, que, hecha abstraccin de las excepciones indicadas, debe haber hallado su conclusin en una poca relativamente remota, fu seguida ms
tarde de un movimiento de retroceso. Comienza ya en el terreno
romano, y prosigue en la Edad Media y en la poca actual.
Tal es lo que entiendo por historia ulterior de la tenencia.
romana.
El inters que dicha historia presenta no consiste en el simple hecho de los cambios que aqu se han realizado, sino en la
conclusin que podemos sacar de ellos. Esta conclusin es que
la idea de carencia del derecho del tenedor, que en la poca primitiva slo se tena en cuenta en la tenencia, se convirti, en
la poca siguiente, en objeto de repulsin, y no concordaba con
348
BIBLIOTECA JURDICA
349
Por todas partes aqu, tras la persona privada, se hallaba la
autoridad pblica, quien se infera un ultraje atacando la relacin posesoria por ella establecida.
En las locaciones pblicas se aada tambin el inters administrativo y econmico que hemos sealado ms arriba. Para
las servidumbres personales la proteccin posesoria resultaba
como una consecuencia necesaria de la proteccin petitoria.
En la mayor parte de estos casos los juristas romanos no
admitieron ms que la simple tenencia por parte del que tiene
de hecho la cosa entre las manos, y esto fin de asegurar la
proteccin posesoria al propietario. Pero sta es completamente
indiferente para la nica cuestin que aqu me preocupa, saber, para la proteccin del derecho concedido rehusado al.
tenedor.
En la pivctica, se abandona, en tales casos, la nocin de tenencia. El tenedor est protegido, lo mismo contra el titular
de la posesin, que contra los terceros. En este sentido, pues,
se puede decir que todos estos casos salen, del dominio de la tenencia.
Debilitacin 'intrnseca de la nocin de tenencia.
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BIBLIOTECA
JURDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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BIBLIOTECA JURDICA
LA V OLUNTAD EN LA POSESIN
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ILLICITUM
perceperit.
Cosa extraa! Si en la negativa del arrendatario dar acceso al comprador hay una vis contra el propietario, como el
mismo Papiniano la reconoca, y si el propietario saca de ella
el derecho de mantener su posesin por la fuerza, la expulsin
del arrendatario ejecutada por l es una res licita, y por con siguiente, la autorizacin dada al comprador de ejecutarla en
su lugar es un mandatum liciturn. Si este ltimo es, por el con(1) Vat. fragm. 249 (5): ... absressu sui, si domus fundus g ut qui*
vacua posmessies
ejusdem generil erit, SEDEM NOVO DOMINO PATEFECERIT. No hay
en tanto que ocupe alguien el fundo, aunque sea como simple tenedor. L. 2,
1, de act. einti . 19 1): vuelca possessio tradita non intelligitur, si alias in ea legatortau
e9 hona possideant.
fifleire commissorum causa in yymev.g ionern est, ant eredito ,
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BIBLIOTECA JURDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
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la posesin ceder ante la obligacin, se transporta la posesin misma; est descartado el conflicto. Es la misma situacin que cuando el demandado responde la accin del contrato, que ste ha versado sobre su propia cosa (1).
La demanda es rechazada ipso jure, porque no se han reunido sus condiciones legales; la resistencia del tenedor no constituye una vis, y sta excluye la vez el interdicto ?ende vi y el
uti possidetis, gua suponen ambos la vis por parte del demandado.
Es decir, para hablar el lenguaje del fondo del derecho, que
el derecho de expulsin perteneciente al propietario no es ilimitado como en la poca antigua, sino que se halla encerrado
dentro de ciertos lmites.
No fu seguramente la jurisprudencia la primera que puso
un limite al ejercicio arbitrario del derecho de desahucio de
parte del titular de la posesin. Vernos en la L. 54, 1, Loc.
(19-2), que los arrendatarios se aseguraban contra esta eventualidad por medio de una pena convencional, y la jurisprudencia no hallaba ningn inconveniente en considerar como vlida esta convencin; si hubiese advertido un desacuerdo con la
idea de la posesin, no hubiera debido declararla nula, lo
mismo que en otros casos anlogos; por ejemplo, la exclusin
contractual de la libertad de testar, del derecho de vender del
acreedor con prenda, las convenciones sobre la dote, que estaban en contradiccin con el destino de sta con la esencia
del matrimonio? No vi en ello ningn obstculo; lo que prueba cunto haban cambiado las ideas sobre la posesin jurdica
del titular de la posesin frente al tenedor.
Cuando Paulo, cuyo es ese texto, declara ineficaz la pena
convencional en el caso en que el arrendatario se retrase en el
pago de la renta (2), descuida el fundo, no atiende ms que
la intencin presunta de las partes (verisimile esse, ita condenisse de non expeliendo colono infra tempora prceilmita, si pensio(1) L. 45, pr., de R. J. (1017).
(2) Los dos arios de que se trata en el texto forman parte de las circunstancias de la especie concreta; no forman una condicin del derecho de desahucio, como se ha creido equivocadamente . Paulo basa nicamente su decisin hablar de los dos arios.
sin sobre que si pen,ionihw, poiizerit,
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BIBLIOTECA JURDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESION
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los Tribunales comete una injusticia, por lo cual: ad similitudinem invasoris aliena possessionis non solum vem loca tam,
sed eliam cestimationem ejus viclrici par ti prwbere compellatur.
En realidad, no se trata ms que del caso en que, despus de
extinguido el arrendamiento, el arrendatario se permita retener la cosa. hasta la sentencia definitiva (litem usque AD DEFIN1I V AM SENTENTIAM).
El punto es importante. Si el arrendatario tiene pretensiones reconvencionales, por las impensas necesarias que incumben al actor, nada se opone, en el procedimiento de la actio locati, que haga valer estas pretensiones. El juez, lo mismo que
puede hacerlo en todas las acciones que tiendan res tituere,
impone al demandante el reembolso de estas impensas por medio de una sentencia incidental (arbilrium). Si se ejecuta, depende del demandado sustraerse una condena en la sentencia
definitiva; restituye, y el juez le absuelve de la accin; si no
la ejercita el actor, se le priva de su accin. No se llega una
condena en la sentencia definitiva ms que cuando el actor se
niega hasta el ltimo momento, sin fundamento, restituir, y
entonces sufre con razn la pena con que se le ha conminado,
mientras que no hubiera podido justificarse sta si hubiera tenido motivos legtimos para rehusar.
De esta manera el texto est en armona con la decisin de
Marcelo (1), y en este sentido lo comprendieron igualmente los
autores de las Baslicas (XX, 1, 94), los cuales corrigieron la
inexactitud del texto aadiendo: post expleta tempora locationis.
La L. 3, Cod. d., contiene un rescripto de Antonino Po,
en el cual dice un locatario de una casa, su instancia, que
no puede -ser lanzado contra su voluntad. No se le permite al
arrendador expulsarle ms que por tres causas: nisi propriis
usibus elonzinus esse necessariam eam probaverit alce corrigere
doman?, maluerit aut tu male in re Tocata versatus es; las cuales
aade este cuarto motivo, expresado en forma de condicin:
(1) En apoyo de este razonamiento, vase la L. 10, Cod. (8-4) del mismo
en el
Zenon, en la cual no se prohibe ]a resistencia al arrendatario ms que
caso curo nulla sibilnet cognitu legibus allegado eompetwei.
358
BIBLIOTECA JURDICA
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
359
No dice el texto lo que se ha de decidir cuando el arrendador no respeta las restricciones de la ley. Seguramente entonces el locatario poda resistir de hecho; la decisin invitum te
expelli non oportet le daba derecho ello, y no hay en su resistencia ninguna perturbacin de la posesin que d al arrendador .el derecho de intentar el interdicto uti possidetis.
Por el contrario, cabe aplicar ah el punto de vista que hace
valer Marcelo respecto de la resistencia del arrendatario que
tiene una justa el probabais causa: dominum possessione intervertisse non videtur. Pero qu auxilio se le presta al arrendatario si el arrendador le expulsa lo mismo? Si no hubiera aqu
ningn auxilio judicial, no se hubiera conseguido el fin que el
Emperador se propuso alcanzar; toda la disposicin, el pretendido jus pulchrum de los bizantinos, hubiera sido una raya en
el agua. Hubiera continuado en vigor el derecho antiguo; hubiera quedado el locatario reducido intentar la actio locatis
por daos y perjuicios. La proteccin que el Emperador le reserv, no puede evidentemente consistir ms que en la obligacin impuesta por el juez al arrendador de devolver la cosa al
locatario, pues esto significa, en la prctica, que la actio conducti ejerza la funcin de un medio posesorio, que restablezca
de hecho la relacin de tenencia anterior.
Considerada bajo este aspecto la disposicin de Antonino
Po, aparece corno un nuevo paso en el camino abierto por
Marcelo para asegurar al tenedor contra la arbitrariedad del
titular de la posesin. Contiene una prueba ms de la evolucin que se haba realizado en la poca nueva respecto de la
concepcin de esta relacin.
El Emperador avanza sobre el jurista. Este haba hecho
depender, sin distincin, el derecho de resistencia del arrendatario de la existencia de una justa et probabilis causa, es decir,
de la apreciacin del juez. Esta indeterminacin, que seguramente ha debido producir reales inconvenientes en la prctica, en tal respecto, que poda suscitar la cuestin todos los
das, fu corregida por el Emperador, por medio de la enumeracin de cuatro causas bien determinadas que podan autorizar al arrendador para expulsar. Despus hay la diferente actitud tornada de una parte y de otra, en principio, en esta
BIBLIOTECA JURDICA
360
cuestin. Marcelo, con la jurisprudencia anterior, se atuvo
y slo se
la legitimidad, en principio, del derecho de desahucio,
puede no haberlo.
elev hasta la idea de que excepcional mente
Antonino Po declara abolido, en principio, el derecho de deno lo admite ms que
sahucio (invitunz te expelli non oportet) y
en casos completamente excepcionales. As la relacin entre
la regla y la excepcin es en uno y en otro enteramente opuesta; la excepcin de Marcelo se ha convertido en regla; la regla,
en excepcin.
Entre las causas que cita Antonino Po (1) no se encuentra
la venta verificada por el propietario.
Cuando la opinin corriente admite el derecho de desahucio, aun para este caso, se pone en abierta contradiccin con
la L. 3, Cd. cit. El propietario, segn ella, no puede en caso
de venta expulsar al locatario; segn Marcelo y Antonino, el
locatario est en su derecho si resiste, y si, pesar de todo, el
propietario le expulsa, tiene, como hemos visto, la actio con,dueti para la restitucin real de la cosa. El comprador que no
se ha convertido en propietario por tradicin, la cual no es
posible ms que con el consentimiento del locatario, no puede.
tampoco; si no obstante, lo hace, hay que aplicar la decisin de
Papiniano en la L. 18, de vi (43 . 16): ernlori non esse juvandum,
qui mandatum illicitum susceperit. En el caso contrario, el propietario hubiera podido eludir simplemente la disposicin de
la L. 3, Cd. cit., encargando otro de practicar el desahucio,
en vez de hacerlo por si mismo.
Los textos en los cuales se apoya esta opinin la regla,,
de que la venta rompe el arrendamiento, no contienen esta regla. Tres de entre ellos (2) conceden al legatario de la propiedad del usufructo de la cosa arrendada el derecho de
desahuciar al locatario. Pero precisamente en su persona no
existe el obstculo que excluye este derecho en la persona del.
(1)
En esta exposicin, puramente histrica, no puedo entrar en el examen terico de estas causas, y principalmente de la necesidad que el arrendador poda experimentar personalmente de volver tener la cosa. No exa
mino tampoco hasta qu punto poda an hacerse uso del punto de vista deMarcelo ante la L. 3, Cd.
(2)
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
361
mismo arrendador: la obligacin contractual. Sin duda, en el
primer texto, el derecho de expulsin del usufructuario se
halla basado en la analoga de la venta: ad exemplunz VENDITIONIS...
dos textos (1) reconocen que el locatario est enteramente entregado en manos del comprador; pero el punto decisivo, saber, si el comprador haba no recibido la tradicin, queda
sin resolver.
Si se ha verificado la tradicin, todo est en orden; el comprador se ha convertido en poseedor y propietario, y como se
ha tomado sobre s las obligaciones del vendedor, nada se opone su derecho de desahucio. A este caso hay que restringir, en
mi opinin, las decisiones de estos textos, los cuales, por venditio, entienden, no la simple conclusin del contrato consensual, sino su realizacin por medio de la tradicin de la cosa.
Tal es el sentido que incontestablemente tiene esta palabra
en ad exemplum ven,ditionis de la L. 59, 1, cit.
El paralelo entre el usufructuario y el comprador no hubiera sido justo. Si el jurista no hubiera querido designar al propietario con el trmino comprador, tanto hubiera valido asimilar la posicin del titular de un derecho real, con la del titular de un derecho personal.
Resulta de las explicaciones precedentes que la regla venta
rompe arriendo, que se cree tomada del derecho romano, no
existe realmente en l. Era exacta en el antiguo derecho hasta
Marcelo y Antonino Po; pero fu abolida en el derecho nuevo, puesto que la L. 3, Cd., no cita el caso de venta entre . las
causas que autorizan al arrendador para disolver el arrendamiento y desahuciar al locatario.
El locatario no debe consentir la tradicin al comprador, y
sta no puede hacerse sin su asentimiento. Contra los actos de
violencia del propietario del comprador, tiene la proteccin
del Derecho. La posicin jurdica del locatario se ha mejorado
as extraordinariamente en comparacin con el derecho antiguo, y esto era quiz lo que los bizantinos tenan en cuenta en
su jus pulchrum de la L. 3, Cd. cit.
(1)
362
BIBLIOTECA JURDICA
Estaba reservado la teora romanista, en su afeccin parcial por la idea romana antigua de la posesin, cerrar los ojos
ante el prudente progreso hecho por el derecho nuevo, y hacer
revivir en aquella mxima un resto de la poca primitiva de
Roma, que poda responder al rudo sentimiento jurdico de entonces, ms bien, que no ha sido impuesto al derecho ms que
por la preponderancia social de las clases ricas sobre las pobres,
pero que ha sucumbido ya, en la Roma nueva, ante el sentimiento jurdico ilustrado y que est en flagrante contradiccin,
mi juicio, tanto con nuestro sentimiento jurdico actual,
cuanto con nuestras actuales relaciones econmicas.
Si los bizantinos vivieran hoy, se asombraran de lo que ha
llegado ser su PG.5' pulchrum, mientras que un romano de la
poca primitiva quiz lo aplaudira.
La proteccin jurdica del tenedor ha recibido, pasajeramente, en los ltimos tiempos del Imperio, mayor extensin
todava por consecuencia de la L. 4, Cd. Teod., un,de vi (4-22),
de Arcadio y Honorio, la cual extiende al tenedor una disposicin (reproducida en la L. 1, Cd. Just., si per vim, 8-5), que
Constantino, en la L. I, Cd. cit., habla dictado para el posesor. Consista en el auxilio asegurado al posesor contra la desposesin realizada durante su ausencia. Todos aquellos cuya
misin es defender sus intereses: arrendatarios, parientes, amigos, libertos, hasta los esclavos, estn autorizados para denunciar el hecho al juez, el cual debe conocer de oficio de la causa,
y restablecer inmediatamente el estado anterior.
En apariencia es una enormidad jurdica; se abandona una
de las ideas fundamentales del derecho privado, saber, que
el interesado mismo es el nico que puede dictar accin; en
realidad, Constantino no hacia ms que recoger una idea del
antiguo derecho romano poniendo las gentes abandonadas bajo
la proteccin de las personas encargadas de velar por sus intereses.
Ya la lex Hostilia, de los comienzos de la Repblica, ha-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
363
OULTATEM.
364
BIBLIOTECA JURDICA
(1) La opinin dominante no ve aqu ms que otro nombre para designarel interdicto ande vi. Es un error, segn resulta de este texto; el interdicto
uni le vi es una accin penal ordinaria; el interdicto la
actio momentonea' posen
rionis, 6, como se dice tambin, la actio momenti,
no lo es, si no hubiera podido ser intentada por 10 2 esclavos; no es ms que la denuncia hecha
la
LA VOLUNTAD EN LA
POSESIN
365
Esta expedicin inmediata del asunto constituye el rasgo
fundamental del medio (1), y as se explica tambin el nombre
de actio MOMENTI, in ter dic tum MOMENTARIIE pos sessions
MO-
MENTANE2E
labra el punto sobre el cual el juez debe hacer que 'su atencin
se fije, la existencia de la relacin posesoria en el momento de
la dej ec lio . El juez no tiene por qu preocuparse con el pasado;
debe limitarse exclusivamente la relacin posesoria en el momento de la desposesin.
Todas las cuestiones concernientes la calificacin de la posesin: posesin jurdica tenencia, possessio justa injusta, lo
llevan y dirigen al pasado, al origen, la causa de la relacin.
De este modo la misin que le incumba, y que se reduce restablecer el estado de cosas anterior, se hace perfectamente posible de llenar: PROTINUS, ILLICO, CELERI reforma tione, restitutione, redhibitione; en cambio, toda investigacin relativa la
calificacin de la posesin, hara que su fin se frustase, surgiendo el peligro de: judicium dilatione suspend.
Trtase, en verdad, de la misma idea que en el sunzmarissimum; en suma: auxilio jurdico inmediato sobre la base de la
prueba prima facie, con exclusin de todas las investigaciones
profundas y detenidas, de la res altioris indaginis. La comparacin de los dos medios es exacta an, en cuanto que el summariissimum, lo mismo que la actio momenti, descansaba origi
variamente en la accin de oficio del juez (2); no difieren entre
s ms que porque aqulla es retinendce, y sta recuperandae possessionis: con relacin al efecto recuperatorio, se parece la acto
spoliireintegranda --que tambin se otorgaba al tenedor.
Esos tres medios concuerdan entre sl, en que el juez debe
BIBLIOTECA JURDICA
366
combatir por ellos la violencia, de una manera absoluta, sin
detenerse examinar la calificacin propia de la relacin posesoria.
La constitucin de Arcadio y Honorio no ha sido acogida
en el Cdigo por los compiladores; la proteccin jurdica que
ella haba otorgado al tenedor le fu de ese modo tcitamente retirada. En las PandectasL. 1, 10, ande vi, 43-16
se niega expresamente al colono, pesar de la contradiccin
que ello supone, y presenta con lo que precede ( 9): dejicitur
qui possiclet, sive civiliter, sive NATURALITER, possideat, nam
ET NATURALIS possessio ad hoc interdictum per tinet, y en el Cis,
En el derecho nuevo esa excepcion no tiene ya valor. Justiniano ( 6, 3, de interd., 415; L. 1, p. Urde vi, 43-16) expone esto como derecho vigente, sin notar que esta innovacin
emana de l. Ahora bien: cuando una innovacin le pertenece,
acostumbra decirlo. Sin duda, pues, la ha encontrado anterior l. El nico pasaje de las fuentes que permite seguirla
hasta una poca anterior, nos lo ofrece la constitucin citada
antes de Arcadio y de Honorio. Aparece aqu el interdicto
momentanece expresamente concedido tambin al sub quocunque
TITULO possidenti, es decir, aparece concedido hasta el injustus
possessor. La calificacin de la posesin no debe en manera
alguna ser tomada en consideracin por el juez; en otros trminos: la exceptio vitiosce possessionis est rechazada.
La circunstancia de que nuestra constitucin no ha sido
acogida por los compiladores de Justiniano, me dispensa de
extenderme ms y de tratar con mayor detenimiento y profundidad, como seria de rigor si pudiera aqulla pretender
revestir una importancia dogmtica, por ejemplo, con respecto
la cuestin de saber si ese medio corresponde al tenedor
mismo contra el titular de la posesin; si es preciso restrin-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
367
girlo al caso de ausencia de este ltimo, que es el nico
quien la constitucin se refiere, bien, si es necesario extenderlo al caso de presencia.
2.
BIBLIOTECA JURIDICA
368
De este modo, pues, con el derecho romano fu como los
pueblos modernos recibieron el donativo de la cosa ms mala
que jams se haba producido: la nocin de tenencia aplicada
la relacin posesoria interesada. Tuvieron que dejarse decir
por los juristas que todo individuo que tiene la cosa, no como
un propietario la manera de un propietario, y al cual el deruecho romano no ha reconocido, pesar de todo, la proteccin
posesoria, no tiene ningn derecho sta, y que el tenedor
es, en cuanto la relacin posesoria, un hombre fuera de
la ley.
Los mismos juristas no han disimulado la contradiccin
grave que va implcita en esta regla con el buen sentido jurdico del pueblo. Impotentes para resolverla completamente
para la relacin indicada, excluyndola en principio y pesar
de las fuentes romanas, la nocin romana de la tenencia, lo
menos, han hecho cuanto les era posible para conceder en todos los casos al tenedor una proteccin restringida contra los
actos de violencia. Tal era el objeto del summariissinium y de
la actio spoliireintegranda; uno y otra fueron otorgados sin
distincin al tenedor como al poseedor. Verdad es que frente
al titular de la posesin, uno y otra no tenan gran importancia para el tenedor; no la garantizaban contra l ms que provisionalmmte, no dejmitivamente; no implicaban ni presuponan
prejuicio alguno respecto del possessorium ordinarium. A este
ltimo aplicbase en todo su rigor la teora posesoria romana:
colono inquilino deban ceder, sin poder en la reclamacin
instancia posesoria prevalerse de las clusulas de su contrato.
En el nmero de las extensiones que en la Edad Media recibiera la protecccin posesoria, tanto la del tenedor como la
del poseedor, cuntase tambin la extensin que Inocencio III
daba por su clebre Caput: scepe contingit (C. 18, X, de Test.
spot., 2-13), la acGio spolii contra el tercero malee ftdei potssessor.
En mi concepto, esta disposicin de aquel de los Papas romanos que mejor ha conocido el derecho romano, es uno de los
progresos ms preciosos y ms penetrantes que la teora pose soria romana ha hecho nunca, explicndose la condenacin de
Puchta (Pa)dekten, 135, c.) nicamente por falta de vistas
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
369
formalismo doctrinario.
En efecto, por qu Puchta lo condena?
Porque la idea de la posesin implica que no puede sor
tegida sino contra aquel que la ha atacado inmediatamente.
igo
Pero y la idea? Dnde la encontraremos? Seguramente no es
una intuicin innata; adems la idea de la posesin romana no
puede indudablemente buscarse sino en el derecho romano.
Ahora bien: entre los romanos, durante varios siglos antes
, de los cambios introducidos por Justiniano, el interdicto utrubi
se otorgaba contra los terceros. Si el pretor romano no ha encontrado ah una contradiccin con la idea de la posesin,
cmo y por qu Puchta quiere imputar como crimen Inocencio el no haber hecho lo que el pretor haba hecho antes de
l? La consideracin que lo mova ello era perentoria. Si la
accin posesoria no se otorga ms que contra quien ha arrebatado de un modo inmediato la posesin, el camino resulta completamente trazado para paralizar los efectos. Quien siente deseos de apoderarse de la posesin, encarga otro. Al efecto,
tiene buen cuidado de elegir un individuo que no tiene nada,
y que puede, por consiguiente, dejarse condenar sin temor, y
que le cede inmediatamente la posesin.
Para qu va servirle al expulsado el interdicto unte vi
contra el dejiciens? Para nada absolutamente. Verdad es que si
puede procurarse la prueba de que esta expulsin ha sido hecha por orden de otro, ser fcil acudir en su auxilio; pero si
las dos personas no le hacen el obsequio de darle conocer la
convencin, le costar no poco probarla.
Se me objetar, quiz, que la misma dificultad se presenta
con relacin la prueba de la mala fides. Mas para esto bastaba
siempre slo la prueba de que la situacin posesoria anterior
mala
era coaocida por el demandado. Si la conoca, hallbase su
.fide adquiriendo la cosa, sin procurarse ms seguros informes
de un individuo que no tena la posesin anteriormente.
La idea que guiaba Inocencio era, pues, la idea tan excelentemente cuerda de asegurar al poseedor su posesin contra
que le perteneca.
la neutralizacin del medio recuperator io
De este modo ha venido colmar una laguna indiscutible
BIBLIOTECA JURDICA
3n 0
que contiene la teora del interdicto ande vi romano, lo menos tal cual se presenta en nuestras fuentes, por lo que ha procedido con plena razn y fundamento el proyecto de Cdigo
civil alemn, en el 818, al conservar la regla que ha intro-
ducido.
! Cunto ms alto no resulta el Papa del siglo xrii que el
jurista del siglo xix!
Y eso que ste era uno de los ms eminentes, honra preclara de nuestra ciencia, pesar de su amor hacia el formalismo lgico. En el Papa, la apreciacin clara de lo que en la
prctica es preciso, non obstante juris civilis rigoi .e, como l
mismo aada; en Puchta, el sacrificio completo de esas necesidades en el inters exclusivo de una pretendida correccin
terica.
Todo cuanto la Edad Media ha hecho por el tenedor se
resume en esta proposicin: frente al titular de la posesin, su
posicin, consecuencia de una falsa interpretacin del derecho romano, se ha empeorado ms bien que mejorado; pero,
en cambio, por medio del summarissimilin, de la actio spolii y
de su extencin contra el tercer poseedor, se le ha procurado
una proteccin posesoria completa, lo cual, al fin y al cabo,
debe considerarse como un progreso muy notable con relacin
al derecho romano.
El ltimo paso dado para el mejoramiento de la situacin
del tenedor, la proteccin contra el titular de la posesin, se ha
hecho esperar durante mucho tiempo, no habindose verificado
sino en el siglo ltimo.
Y de este modo tocamos ya en la poca moderna con el pe-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
371
gos (1). Sus autores respectivos se hubieran comprometido cientficamente si no hubieran rendido al dogma indicado los honores que le eran debidos. Pero en algunos slo se contiene y
manifiesta un simple respeto, dejando al hombre, que puede
vanagloriarse de poseer el anirnus domini, el honor de llamarse
exclusivamente poseedor, en tanto que el que no goza de este
beneficio debe darse por contento con llevar el nombre de poseedor incompleto (unvollstandiger Besitzer), como se dice en
el Landrecht prusiano, el de tenedorLthabersegn el proyecto de nuestro Cdigo civilel del Imperio de Alemania.
La innovacin que el Landrecht prusiano introdujo coa respecto al 'aspecto prctico de la relacin jurdica del tenedor, es,
mi ver, la ms importante de cuantas se pueden registrar en
la historia de la posesin en general, tanto en Roma como entre nosotros. Consiste tal innovacin en que la proteccin posesoria se reconoce al tenedor del derecho romano, en la relacin de tenencia de propio inters, con el nombre de poseedor
incompleto (I, 7, 11), mientras que con relacin al simple tenedor de hechoblessen Inhaber sea, usando los trminos de mi
lenguaje, al tenedor por procuracinprocuratorischen Detentor,
se queda en el derecho romano. As dice: Aquel cuyo nombre el simple tenedor posee, puede en todo tiempo, por su pro.
pia autoridad, privarle de la guarda (ih., 144), con esta restriccin nicamente: sin embargo, no se permitir, ni aun al
poseedor indicado, servirse de una violencia privada ilcita,
en virtud de la cual se perturben el reposo y la seguridad pblicos, bien se perturbe al tenedor en el goce de los dems derechos ( 145).
La nocin romana de la tenencia, lo que viene ser lo
mismo, el derecho de posesin del titular de la posesin, queda
de ese modo reducido sus justos Emites.
Con idntico fundamento, Surez, que puede reclamar en
esto, como de ordinario, el mrito de ese prudente y oportuno
aqu en los detalles, remtiendome
(1) Puedo dispensarme de detenerm e
75. En cuanto al
deubschen Privatrechm,
al efecto Stobbe: llandbuch dc
prusiano, puede verse adems la obra de Bruns,
derecho bvaro y al Landrech t
Recia des Be.itzes,
48 y 49.
BIBLIOTECA JURDICA
372
progreso (1), ha rechazado la falta de proteccin del tenedor
frente al seor titular (le la posesin, en la relacin de tenencia de propio intersrelac in del colono, del inquilino, del
comodatario, mantenindola en cambio en la relacin de te-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
373
El proyecto de Cdigo civil alemn ha dado un paso ms reconociendo la proteccin al tenedor (inhaber) sin distincin,
y por
lo tanto, al tenedor por procuracin. Pero eso no pertenece todava la historia, siendo de esperar que nuestro futuro Cdigo no lo haga.
Ms arriba deca que la historia ulterior de la tenencia romana iba revelarnos el juicio de la historia acerca de la nocin romana antigua de la tenencia. Ahora conocemos ya la
crtica que la historia ha formulado y aplicado sobre esta nocin. La nocin romana de la tenencia, en su forma originaria,
no ha resistido la prueba histrica: no se la debe contar entre
las ideas sanas, viables y vigorosas del derecho romano, que
ponen de manifiesto su salud y su vitalidad en la manera corno
crecen, se desarrollan, prosperan; no debe contrsela e p tre las
ideas imperecederas, sobre las cuales la crtica de la posteridad
nada ha podido hacer, sino que es preciso contarla entre las
ideas ms frustradas que la historia del derecho romano ha podido registrar: imagen fiel de las circunstancias econmicas
imperfectas y de las tendencias brutales de la poca antigua,
y por ello mismo condenadas por adelantado la suerte que
merecan, sto es, no progresar, crecer, prosperar con el desenvolvimiento de la vida econmica y del sentimiento del derecho, sino ms bien retroceder ms y ms, hasta sucumbir
por ltimo ante ellos. La historia de todas las dems ideas del
derecho de las cosas en Roma, es un progreso incesante; la de
la nocin de la tenencia, un retroceso incesante, hasta que por
fin ha llegado al nico punto en que es tan legtima como indispensable: la relacin de tenencia por procuracin.
En resumen: la historia ulterior de la tenencia nos presenta
la lucha de la nocin de tenencia con la nocin de posesin.
Pero, detrs de las nociones, se encuentran en la vida prctica
los intereses: ellos son, en verdad, los que han dado vida los
hechos jurdicos, los cuales el jurista, por medio de sus nociones, debe dar tan slo una forma conveniente. No son, pues,
las nociones de posesin y de tenencia las que luchan entre s,
como si nicamente se tratase de saber cul de las dos merece
y debe alcanzar el premio, sino que son los intereses prcticos
reales de la vida, los que se hallan en juego, cuando se plantea
BIBLIOTECA JURDICA
374
la cuestin de saber si en una relacin dada se debe admitir la
tenencia la posesin.
Toda la historia de la distincin entre la posesin y la tenencia, no slo el epilogo antes descrito de la historia de la no.
cin de tenencia, sino tambin la historia descrita anteriormente, partir del momento en que esta nocin ha dejado la
casa romana, atestigua claramente, y de un modo incesante, la
fuerza impulsiva de la idea nica y siempre la misma: la idea
del inters. Esta sola idea encierra todo cuanto nos representa:
es el muelle del reloj que produce el movimiento.
Vamos ahora fijar ese punto de vista en las diversas fases
histricas de la relacin de posesin derivada, desde la poca
ms apartada, en Roma, hasta el presente. Son tales fases histricas cuatro, saber:
1. La primera.Presntanos esta fase histrica la oposicin del poseedor y del tenedor en los tiempos primitivos. Trtase de la relacin del propietario territorial con la gentes subordinadas, clientes (1), colonos, los cuales aqul haba dejado el uso de una porcin de su tierra de una parte de su
casa cambio de servicios, de prestaciones en especies, en dinero, y quienes poda expulsar en todo tiempo.
Desde nuestro punto de vista de los intereses puede decirse
lo siguiente: el unid criterio tomado en cuenta y al cual se
atiende en esta fase, es el inters da propietario: el inters del
tenedor no se tiene presente para nada; he ah lo que puede
estimarse como idea dominante.
2. La segunda.E1 derecho, en esta otra fase histrica, elvase hasta la idea de proteger jurdicamente el inters que
pueden tener varias personas en una misma y nica cosa. Al
lado del propietario, otras personasque ms arriba dejarnos
indicadasencuentran tambin proteccin para su relacin
posesoria. En las servidumbres personales y prediales, y en la
superficie, se ha resuelto ese problema de la doble posesin
bajo la forma de la posesin del derechoRechtsbesitzes. La
posesin de un derecho encuntrase en este caso frente la po-
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
375
,sesin de una cosaSachbesi
en la misma relacin que el
jus in re respecto de la propiedad.
El fenmeno que en el terreno de la propiedad se ha producido, se renueva en el terreno de la posesin; la proteccin posesoria se ofrece aqu, como siempre, al lado de la proteccin
petitoria: sin ella resultara esta ltima una ilusin pura. En
cuanto las otras dos relaciones sealadas en el lugar indicado, los juristas romanos no parece que hayan acudido al
punto de vista de la posesin de derecho, y as nos encontramos sin ms ante el hecho brutal, segn el que, el tenedor
goza de la proteccin posesoria.
3. La lercem.Esta fase histrica acoge de nuevo la idea
de la primera fase, pero cambindola por completo. La posesin se traspasa del propietario la parte contraria; sta es exclusivamente protegida. El propietario no es ya protegido por
el posesorio. Tal es la relacin de posesin derivada en derecho romano y de posesin imperfecta en el derecho prusiano.
Desde nuestro punto de vista puede decirse lo siguiente: se
torna en consideracin Inicaniente el inters, en la persona del
tenedor de hecho.
Esta situacin de la relacin es sin duda extraa. El propietario tiene aqu, seguramente, el mismo inters que en
los casos de la primera y de la segunda categora. Ahora bien:
por qu razn no obtiene del propio modo la proteccin pose
soria?
No le han faltado buenos motivos al derecho para negrsela, limitndole en lo tocante la proteccin de su inters al
camino que tambin debe seguir el tenedor, saber: al camino
que supone la accin del contrato. En lo referente los motivos que han hecho conceder la posesin al adversario, puedo remitirme las explicaciones dadas ya anteriormente. Reempla zndole obtiene la proteccin posesoria para estar cubierto
por la cosa de sus mejoras. El secuestro la obtiene, porque
mientras dura la situacin que el embargo supone, no hace
falta que ninguna de las partes est en situacin de obrar sobre
l. El acreedor con prenda la obtiene, porque el fin de la prenda
exige su libertad, su independencia completa frente al deudor.
La propiedad de esta cosa se pone en sus manos: pudo trans-
376
BIBLIOTECA JURfDICA
mitirla otras personas: prcticamente ocupa la misma posicin que el propietario fiduciario: la de un propietario que dispone de su cosa siendo su propio inters la garanta ms adecuada de que no la destruir de que, si la pierde, la recuperar
por los medios del derecho que su disposicin tiene.
Ahora bien: por qu el deudor ha de ser jurdicamente protegido contra el acreedor con prenda, mientras dura el contrato de prenda? Tiene tiempo de esperar que semejante relacin haya cesado, y entonces la actio pi y aoratitia le procura el
medio perfectamente suficiente para hacer valer sus pretensiones. El enfiteuta obtiene la posesin real tanto en su propio
inters cuanto en el del propietario del fundo. El inters de
este ltimo est perfectamente cubierto por su derecho al canon y por su derecho de retracto, que pueden hacer valer tanto
el uno como el otro bajo la forma de una accin personal.
El derecho prusiano ha admitido de un modo exactamente
igual la misma situacin para la relacin del poseedor frente al
propietario. Tambin aqu se hubiera podido invocar la nocin
de la posesin jurdica del derechoReclitsbes; tzes. Desde
el punto de vista de la construccin jurdica hubiera eso equivalido aconsejar en ese sentido que la posesin real en la
persona del propietario hubiera podido ser invocada, para justificar jurdicamente ciertas facultades indispensables en la relacin de arrendamiento, por ejemplo, la entrada en el fundo
en la casa con personas deseosas de comprar de arrendar,..
la ejecucin de reparaciones necesarias, simples facultades
en las cuales los juristas romanos vean actos de posesin (L.
3, 3, uti poss., 43 17). En la prctica, la invocacin por el propietario de la obligacin contractual de sufrir esos actos el colono el inquilino, basta perfectamente.
4. La cuarta.Esta fase histrica tiene por objeto la tenencia por procuracin. Sirve exclusivamente al inters del seor de k posesinBesitzherrn. La admisin de la posesin
en su persona, y de la mera y simple tenencia en la del representante, no es ms que la expresin adecuada de lo que im-
377
Ms arriba hemos demostrado que en l tambin la idea del
inters era la base de la posesin real en la persona del precrista: el inters del propietario en el precario por procuracin;
el inters del precarista en los dems casos de precario. El inters del propietario de recabar en todo tiempo la posesin
estaba cubierto por el derecho de expulsin, que se le reconoca como pos sesor justas contra el possessor injustus, y por el
interdicto uti possidetis, que le corresponda en caso de resistencia. El interdicto de precario no tena el carcter de una accin
posesoria: no tena por base la idea de obligacin. Resulta eso
de la circunstancia de que mediante este interdicto el demandante poda tambin hacer valer sus pretensiones obligatorias
en razn de dolus y de culpa lata, todo lo cual trasciende de
la esfera propia de la accin posesoria.
Segn lo que precede, lo que nos da una orientacin adecuada para penetrar y entender el sentido del desenvolvimiento
histrico de la distincin entre la posesin y la tenencia, es la
idea del inters. De la voluntad de poseer que, segn la teora
dominante, ha hecho surgir esa distincin, en parte alguna
se encuentra la menor huella, ni en los primeros momentos de
su aparicin en el seno de la familia romana, ni despus de
haber salido de ella, ni luego en todo el transcurso de su historia ulterior. Donde quiera, pues, la idea del inters es la
que la posesin presta sus servicios. La idea de una oposicin
en el seno mismo de la voluntad de poseer se apoya y descansa
en una abstraccin errnea de un jurista romano del derecho
nuevo. Y no ha servido nunca para ms que para perturbar durante lo menos quinientos aos la teora romanista. No tiene la
menor importancia para el derecho de posesin, tal cual los romanos mismos lo han organizado (1).
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
XI X
Conclusin.
LA VOLUNTAD EN LA POSESIN
379
hace falta para probar la fecundidad, no la naturaleza del rbol: para nuestro caso un fruto basta. En otro sitio yo har la
prueba de que el mtodo inexacto de nuestra doctrina ha producido una porcin de frutos pasados; me he atenido aqu uno
solo, y creo haber probado de un modo suficiente en este libro
su ruin naturaleza.
He elegido la posesin como prueba tpica del mtodo de
nuestra moderna jurisprudencia, porque bien pudiera creerse
que ha sido predestinada dar una muestra de todas las fal tas imaginables que aqulla pueda cometer. Parcese al taba no patolgico de las escuelas de veterinaria, destinado mos trar todos los defectos y enfermedades del caballo.
He aqu una lista de todas las faltas cometidas, para que se
me diga si qued alguna por cometer: para el razonamiento de
mi punto de vista crtico, me remito los pasajes respectivos
de la obra:
1. Se ha guardado silencio acerca de las decisiones contrarias de las fuentes (XV).
2. Se han aceptado sin crtica las abstracciones puramente
doctrinales de los juristas romanos (animes possi ,lentis: XIV;
constitulum possessorium: X).
3. No se ha tenido en cuenta el lado histrico de la cuestin
(VII, VIII, XVIII).
4. No se ha dicho una palabra acerca de la cuestin de la
prueba (IX).
5. Se ha prescindido por completo del lacio legislativo de la
cuestin, y no se ha intentado crtica prctica del supuesto estado de cosas en derecho romano.
6. Se ha realizado con la mayor violencia el punto de vista
formalista sentado, maltratado la lengua, el sentido comn,
formulando premisas no probadas y conclusiones errneas, haciendo lgica oportunista contradictoria consigo misma (XIV);
en suma, se ha sido incorrecto aun desde el nico punto de
vista en que la teora pareca ser inatacable: la L(5gica.
He probado yo el vicio del mtodo? Estimo que si, si es
verdad que por el fruto, la manzana, se conoce el rbol, el man zano. Nuestra jurisprudencia no se hubiera confundido de ese
modo tomar como brjula el fin de las relaciones posesorias.
380
BIBLIOTECA JURDICA
La cuestin de la prueba y el lado legislativo hubieran sido suficientes para salvar el escollo.
Hagamos ahora la contraprueba. No me detendr en el valor prctico de los resultados que he obtenido: hablan stos por
s mismos. La distincin entre la posesin y la tenencia se ofrece como la cosa ms sencilla del mundo. Hllase contenida en
el obstdculo para la posesin residente en la persona del tenedor.
La cuestin de la naturaleza de la relacin posesoria encuntrase de ese modo libre de las fluctuaciones de la voluntad subjetiva: es tan clara objetivamente corno fcil de resolver. La regla
del derecho, y no la voluntad, es quien decide de la posesin y
de la tenencia. El orden y la seguridad reinan en todo. La
cuestin de la prueba es como se desea. El obstculo la po sesin no debe ser tratado de modo distinto al de la usucapin:
uno y otro son cuestin de prueba contraria.
Los obstculos de la posesin son de derecho positivo, siendo
preciso preguntar lo que ha determinado los romanos ex excluir la posesin en ciertos casos, pesar de la reunin de
sus condiciones legales. Y aqu es donde entra en escena el fin.
el inters prdctico que nos ilumina todos los fenmenos que
en la materia aqu percibimos, aunque sea el ms enigmtico.
de todos, v. gr., el precario.
La cuestin de la posesin y de la tenencia, es una cuestin de'
inters.
LA VOLUNTAD EN LA
POSESIN
381
picaz ignorante de mi teora: la teora reinante sobes la po'sesin y la tenencia es falsa; toma por brjula la idea te fin
para descubrir la verdadera teora; examina desde ese puto
de vista qu motivo prctico puede haber dado vida todor,
los fenmenos con que tropiezas: convencido estoy, digo, de
que acabara por encontrar lo mismo que yo he encontrado.
Debe, sin duda, tener el conocimiento de la poca antigua de
Roma identificarse con ella: nada servira sacar odiosas conjeturas de los hechos de nuestra vida actual. No hasta preguntarse: para qu habr servido tal cul cosa en la poca antigua? sino: qu hubiese hecho yo, si hubiese vivido en esa
poca, para alcanzar tal cual fin con los medios que el derecho pona mi disposicin? Tal es la manera de poner en
prctica el mtodo realista con relacin la historia del derecho; la idea de fin aplicada la solucin de los problemas histricos del derecho, es, puede decirse, la Heurstica de la historia
del derecho. Tornando por base lo que nos ha sido transmitido
sobre el derecho, los usos del pasado y la manera de obrar,
hace surgir la poca antigua no slo en sus relaciones exteriores, sino tambin en su manera ntima de ver, fin de darnos
una respuesta las cuestiones que una tradicin defectuosa se
niega resolver. Comienza aqulla, pues, en realidad, donde
cesa la manera habitual de escribir la historia el mtodo des.
criptivo. Y ella es quien yo debo la solucin de una porcin
de problemas de la historia del derecho, estando convencido de
que revelar su fecundidad para la ciencia en la medida misma en que el mtodo formalista ceda ante el realista.
Entonces, y slo entonces, quedar reducida la nada la inspida objecin sacada de la falta de testimonios exteriores de
las fuentes, con que tantas veces hemos tropezado, y que se
pondr en campaano lo dudocontra varias de las opinio
nes emitidas en esta obra, por ejemplo, respeto del fin del precario. El porvenir sabr apreciar la fuerza probatoria de la idea
de fin, aun para las cuestiones de la historia del derecho.
FIN
1 1 1.1.10.11 1
INDICE
Pginas.
7
I. Observaciones previas acerca del lenguaje
19
II. Nuestro asunto
23
III. Distincin entre la relacin posesoria y la mera 'Tia
cin de lugar
35
IV. Condicin de la voluntad en la relacin de simple tenencia........
51
V. Relacin de la tenencia y de la posesin, segn las dos
60
teoras_
VI. Construccin dialctica de la teora subjetiva. Plan de
82
..
............
ladiscusin . .......
89
VII. La prueba histrica de la teora subjetiva
96
VIII. Desenvolvimiento histrico de la nocin de tenencia.
131
IX. La prueba del procedimiento
171
X. La prueba poltico legislativa
192
PRLOGO.
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Universidad de Sevilla.
Biblioteca de la Facultad de Derecho.
Javier Villanueva Gonzalo.
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