Machado, Antonio Seleccion de Poemas

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Seleccin de poemas de Antonio Machado, 2 Bach.

XCVII
RETRATO
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte aos en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Maara, ni un Bradomn he sido
ya conocis mi torpe alio indumentario,
ms recib la flecha que me asign Cupido,
y am cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, ms que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna esttica
cort las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmtica,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeo las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
Soy clsico o romntico? No s. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitn su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
quien habla solo espera hablar a Dios un da;
mi soliloquio es pltica con ese buen amigo
que me ense el secreto de la filantropa.
Y al cabo, nada os debo; debisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansin que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el da del ltimo vaje,
y est al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraris a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

IES NERVIN, JMIM

Seleccin de poemas de Antonio Machado, 2 Bach.

De Soledades, galeras y otros poemas (1899-1907)


XI
Yo voy soando caminos
de la tarde. Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
Adnde el camino ir?
Yo voy cantando, viajero,
a lo largo del sendero...
La tarde cayendo est.
En el corazn tena
la espina de una pasin;
logr arrancrmela un da;
ya no siento el corazn.
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombro,
meditando. Suena el viento
en los lamos del ro.
La tarde ms se oscurece;
y el camino se serpea
y dbilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plair:
Aguda espina dorada,
quin te volviera a sentir
en el corazn clavada.
---------------------------------------XXI
Daba el reloj las doce... y eran doce
golpes de azada en tierra...
... Mi hora! grit ... El silencio
me respondi: No temas;
t no vers caer la ltima gota
que en la clepsidra tiembla.
Dormirs muchas horas todava
sobre la orilla vieja
y encontrars una maana pura
amarrada tu barca a otra ribera.

IES NERVIN, JMIM

Seleccin de poemas de Antonio Machado, 2 Bach.

LXXVII

Es una tarde cenicienta y mustia,


destartalada, como el alma ma;
y es esta vieja angustia
que habita mi usual hipocondra.
La causa de esta angustia no consigo
ni vagamente comprender siquiera;
pero recuerdo y, recordando, digo:
S, yo era nio, y t, mi compaera.
*
Y no es verdad, dolor, yo te conozco,
t eres nostalgia de la vida buena
y soledad de corazn sombro,
de barco sin naufragio y sin estrella.
Como perro olvidado que no tiene
huella ni olfato y yerra
por los caminos, sin camino, como
el nio que en la noche de una fiesta
se pierde entre el gento
y el aire polvoriento y las candelas
chispeantes, atnito, y asombra
su corazn de msica y de pena,
as voy yo, borracho melanclico,
guitarrista luntico, poeta,
y pobre hombre en sueos,
siempre buscando a Dios entre la niebla.

IES NERVIN, JMIM

Seleccin de poemas de Antonio Machado, 2 Bach.

De Campos de Castilla (1907-1917)


CXV
A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo


y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No ser, cual los lamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseores.
Ejrcito de hormigas en hilera
va trepando por l, y en sus entraas
urden sus telas grises las araas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, maana,
ardas en alguna msera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el ro hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazn espera
tambin, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

IES NERVIN, JMIM

Seleccin de poemas de Antonio Machado, 2 Bach.

CXVIII
CAMINOS

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.
El ro va corriendo,
entre sombras huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza
Tienen las vides pmpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.
Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoo, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, crdena y violeta.
El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna est subiendo
amoratada, jadeante y llena.
Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseros
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
Ay, ya, no puedo caminar con ella!

IES NERVIN, JMIM

Seleccin de poemas de Antonio Machado, 2 Bach.

CXXVI
A JOS MARA PALACIO

Palacio, buen amigo,


est la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del ro y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
pero es tan bella y dulce cuando llega!...
Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?
An las acacias estarn desnudas
y nevados los montes de las sierras.
Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
all, en el cielo de Aragn, tan bella!
Hay zarzas florecidas
entr las grises peas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?
Por esos campanarios
ya habrn ido llegando las cigeas.
Habr trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarn del tomillo y el romero.
Hay ciruelos en flor? Quedan violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarn. Palacio, buen amigo,
tienen ya ruiseores las riberas?
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde est su tierra...

IES NERVIN, JMIM

Seleccin de poemas de Antonio Machado, 2 Bach.

CXXX
LA SAETA
Quin me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jess el Nazareno?
Saeta popular

Oh, la saeta, el cantar


al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
Cantar de la tierra ma,
que echa flores
al Jess de la agona,
y es la fe de mis mayores!
Oh, no eres t mi cantar!
No puedo cantar, ni quiero
a ese Jess del madero,
sino al que anduvo en el mar!

CXXXVI, PROVERBIOS Y CANTARES - XXIX


Caminante, son tus huellas
el camino y nada ms;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrs
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

IES NERVIN, JMIM

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CXXXI
DEL PASADO EFMERO

Este hombre del casino provinciano


que vio a Carancha recibir un da,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancola;
bajo el bigote gris, labios de hasto,
y una triste expresin, que no es tristeza,
sino algo ms y menos: el vaco
del mundo en la oquedad de su cabeza.
An luce de corinto terciopelo
chaqueta y pantaln abotinado,
y un cordobs color de caramelo,
pulido y torneado.
Tres veces hered; tres ha perdido
al monte su caudal; dos ha enviudado.
Slo se anima ante el azar prohibido,
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero,
la suerte de un tahr, o si alguien cuenta
la hazaa de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matn, sangrienta.
Bosteza de poltica banales
dicterios al gobierno reaccionario,
y augura que vendrn los liberales,
cual torna la cigea al campanario.
Un poco labrador, del cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira,
pensando en su olivar, y al cielo mira
con ojo inquieto, si la lluvia tarda.
Lo dems, taciturno, hipocondriaco,
prisionero en la Arcadia del presente,
le aburre; slo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.
Este hombre no es de ayer ni es de maana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella Espaa que pas y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.

IES NERVIN, JMIM

Seleccin de poemas de Antonio Machado, 2 Bach.

CXXXIII
LLANTO DE LAS VIRTUDES Y COPLAS POR LA MUERTE DE
DON GUIDO
Al fin, una pulmona
mat a don Guido, y estn
las campanas todo el da
doblando por l: din-dan!
Muri don Guido, un seor
de mozo muy jaranero,
muy galn y algo torero;
de viejo, gran rezador.
Dicen que tuvo un serrallo
este seor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo
y un maestro
en refrescar manzanilla.
Cuando merm su riqueza,
era su monomana
pensar que pensar deba
en asentar la cabeza.
Y asentla
de una manera espaola,
que fue casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
escndalos y amoros
poner tasa,
sordina a sus desvaros.

Buen don Guido, ya eres ido


y para siempre jams...
Alguien dir: Qu dejaste?
Yo pregunto: Qu llevaste
al mundo donde hoy ests?
Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?
Buen don Guido y equipaje,
buen viaje!...
El ac
y el all,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.
Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los prpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!
Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal,
las yertas manos en cruz,
tan formal!
el caballero andaluz.

Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofrada;
el Jueves Santo sala,
llevando un cirio en la mano
aquel trueno!,
vestido de nazareno.
Hoy nos dice la campana
que han de llevarse maana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerio.

IES NERVIN, JMIM

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ELOGIOS
CXXXIX: A don Francisco Giner de los Ros
Como se fue el maestro,
la luz de esta maana
me dijo: Van tres das
que mi hermano Francisco no trabaja.
Muri? . . . Slo sabemos
que se nos fue por una senda clara,
dicindonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no ms, sed lo que he sido
entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
Yunques, sonad; enmudeced, campanas!
Y hacia otra luz ms pura
parti el hermano de la luz del alba,
del sol de los talleres,
el viejo alegre de la vida santa.
. . . Oh, s, llevad, amigos,
su cuerpo a la montaa,
a los azules montes
del ancho Guadarrama.
All hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el viento canta.
Su corazn repose
bajo una encina casta,
en tierra de tomillos, donde juegan
mariposas doradas . . .
All el maestro un da
soaba un nuevo florecer de Espaa.
Baeza, 21 febrero 1915.

IES NERVIN, JMIM

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De Nuevas canciones (1917-1930)


CLXIV, Los sueos dialogados, II
Por qu, decsme, hacia los altos llanos
huye mi corazn de esta ribera,
y en tierra labradora y marinera
suspiro por los yermos castellanos?
Nadie elige su amor. Llevme un da
mi destino a los grises calvijares
donde ahuyenta, al caer, la nieve fra
las sombras de los muertos encinares.
De aquel trozo de Espaa, alto y roque
hoy traigo a ti, Guadalquivir florido,
una mata del spero romero.
Mi corazn est donde ha nacido,
no a la vida, al amor, cerca del Duero...
El muro blanco y el ciprs erguido

CLXXIV: Otras canciones a Guiomar

Escribir en tu abanico:
te quiero para olvidarte,
para quererte te olvido.
Te pintar solitaria
en la urna imaginaria
de un daguerrotipo viejo,
o en el fondo de un espejo,
viva y quieta,
olvidando a tu poeta.
Y te enviar mi cancin:
Se canta lo que se pierde,
con un papagayo verde
que la diga en tu balcn.

IES NERVIN, JMIM

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Poesas de guerra (1936-1939)


LXXXIV S:
EL CRIMEN FUE EN GRANADA:
A FEDERICO GARCA LORCA
1. El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo fro,
an con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotn de verdugos
no os mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ni Dios te salva!
Muerto cay Federico
sangre en la frente y plomo en las entraas
... Que fue en Granada el crimen
sabed pobre Granada!, en su Granada.

2. El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaa.
Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
Porque ayer en mi verso, compaera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantar la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacuda,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte ma,
qu bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, mi Granada!

3.
Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueo en el Alhambra,
un tmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, en su Granada!
XCII S: Estos das azules y este sol de la infancia

IES NERVIN, JMIM

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