Percepciones y Discursos Sobre Etnicidad y Racismo en El Peru
Percepciones y Discursos Sobre Etnicidad y Racismo en El Peru
Percepciones y Discursos Sobre Etnicidad y Racismo en El Peru
Percepciones y Discursos
sobre Etnicidad y Racismo:
Aportes para la Educacin Intercultural Bilinge
Juan Carlos Callirgos
CARE PER
Director Nacional: Milovan Stanojevich
Director de Programas: Jay Goulden
Coordinadora Nacional de Educacin: Ana Mara Robles
Av. General Santa Cruz 659, Jess Mara
Telfono: (511) 431-7430
postmaster@care.org.pe, arobles@care.org.pe
www.care.org.pe
Percepciones y Discursos sobre Etnicidad y Racismo:
Aportes para la Educacin Intercultural Bilinge
Investigacin: Juan Carlos Callirgos
Tiraje 1000 ejemplares
Diseo e impresin:
Sonimagenes del Per S.C.R.L
Telef.: 330-4478
Dibujo de cartula: Willy Zabarbur
Fotos: CARE PUNO
Indice
Prlogo
Presentacin
Marco Conceptual
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Prlogo
Para CARE Per, una de las principales causas de la pobreza y la inequidad en el pas es el
alto nivel de discriminacin por gnero, raza y clase social, herencia de la poca de colonizacin, y
de la fundacin de la Repblica misma, pero que sigue como lastre irresuelta y traba fundamental al
desarrollo del pas.
Las mayores cifras de pobreza y los menores ndices de desarrollo humano se encuentran
justo en las zonas de Sierra y Selva donde viven las poblaciones indgenas, casi la mitad de la poblacin del Per segn un estudio reciente del Banco Mundial (Gillette Hall y Harry Patrinos: Pueblos
indgenas, pobreza y desarrollo humano en Amrica Latina, 1994 2004). La falta de accin efectiva,
o de presin decidida de la sociedad mayoritaria a que cambie esta situacin, se debe tambin a esta
misma discriminacin, y a actitudes en los grupos de poder que ven a la poblacin indgena bsicamente como personas inferiores, como una fuente de mano de obra barata - y ahora tambin como
los responsables de generar la inestabilidad social en el pas.
Que el pas haya permitido ver a cuatro de cada diez nios y nias menores de cinco aos en
las reas rurales sufriendo de desnutricin crnica durante los ltimos diez aos, sin adoptar una
accin efectiva, es un indicio ms de los altos niveles de discriminacin y racismo que subyacen a
la pobreza y la injusticia en el Per. ste es el mismo racismo que la Comisin de la Verdad y la
Reconciliacin concluy en el 2003, haba sido responsable de que se pasara por alto el hecho de
que casi 70,000 personas - de las cuales tres cuartos eran de origen indgena con una lengua materna
distinta al castellano - murieran en el conflicto interno entre 1980 y el 2000, sin que esto se sienta
realmente en la sociedad ms amplia.
El sistema educativo no ha logrado escapar a esta dinmica de exclusin, por gnero, etnia
y lengua. La educacin intercultural ha sido aislada y considerada relevante solo para poblaciones
bilinges, en vez de ser aplicada de manera transversal en un pas multitnico y pluricultural. Esta
exclusin est relacionada con una frgil identidad nacional y valores, y a la imposibilidad de un
desarrollo inclusivo, sostenible y exitoso.
Consideramos de mucha importancia, entonces, en el marco de nuestros esfuerzos para promover la aceleracin de la integracin de la educacin intercultural bilinge en el sistema educativo
de Per, el publicar este estudio sobre percepciones y discursos sobre etnicidad y racismo, llevado
a cabo por CARE en cuatro de los pases con mayor poblacin originaria en la regin de Amrica
Latina. Aunque se elabor hace ms de dos aos, estamos seguros que ustedes lectores y lectoras
encontrarn que no ha habido cambio significativo en el interino y que las conclusiones siguen relevantes para los esfuerzos de muchos actores que quieren revertir el racismo y la discriminacin,
adentro y fuera del sector educativo.
Jay Goulden
Director de Programas
Noviembre 2006
Presentacin
Nuestra experiencia de apoyo y fomento
de la educacin intercultural bilinge en las escuelas de las comunidades de la amazona y de
las reas andinas de Ayacucho, Ancash y Puno,
nos llev a reflexionar sobre la necesidad de
realizar un estudio que brinde mayores fundamentos para desarrollar nuevas prcticas en el
trabajo pedaggico, que contribuyan a encarar
la persistente situacin de discriminacin tnica y racial que atraviesa a toda nuestra sociedad y que se reproduce en las escuelas. Esta
inquietud la compartimos tambin en nuestras
reflexiones con nuestros colegas de educacin
de las oficinas de Care en Ecuador, Bolivia y
Guatemala, en el marco de la estrategia de
educacin intercultural bilinge que impulsamos en la regin. Por ello decidimos realizar de
manera conjunta el estudio sobre Percepciones
y discursos sobre etnicidad y racismo.
En esta publicacin presentamos el marco conceptual comn del estudio, el informe de
campo realizado en el departamento de Puno,
ubicado al sur del Per, y un ensayo sobre los
resultados del trabajo de campo llevado a cabo
en los cuatro pases a fines del 2003 e inicios
del 2004.
Marco Conceptual
Introduccin
El estudio de Educacin Bilinge Intercultural y percepciones y conflictos causados
por la discriminacin racial y tnica parte de la
constatacin de que el nfasis de las experiencias en educacin bilinge ha estado puesto casi
exclusivamente en la revaloracin de las lenguas
y culturas indgenas, sin incluir contenidos educativos y prcticas pedaggicas que aborden la
diversidad cultural y que contribuyan a fomentar el respecto a las diferencias tnicas as como
a combatir los arraigados prejuicios raciales. En
pases diversos pluritnicos, o multiculturales,
para utilizar denominaciones familiares atravesados histricamente por brechas econmicas y polticas, pero tambin culturales, lingsticas y de discriminacin racial, como aquellos
en donde se proyecta ejecutar este estudio, es
fundamental que la educacin contribuya a que
las poblaciones indgenas revaloren sus saberes
y prcticas culturales, pero tambin que se fomenten valores de respeto y tolerancia frente a
la diferencia, tanto a niveles locales como de las
sociedades en general. El proyecto parte de la
percepcin de que los prejuicios y la discriminacin tnica y racial no son fenmenos unidi-
En su magnfico ensayo sobre la interseccin de las subordinaciones tnicas y de gnero, Marisol de la Cadena (1992, 1995), confiesa que
antes de realizar su trabajo de campo no haba previsto tomar en cuenta los factores tnicos: crea se podan explicar las relaciones de
dominacin en el campo, y entre la ciudad y el campo, centrndose en las diferencias econmicas entre comuneros. Asimismo, crea que
la Reforma Agraria de 1969 y su retrica habran desterrado, junto con las relaciones serviles, las desigualdades intertnicas.
La visin de los grupos y las identidades tnicas como elementos retrgrados, sin
embargo, no termina de desaparecer. An se
considera que la etnicidad es una persistencia
del pasado, y por ello se lamenta o alienta su
supuesta desaparicin. Los ms recientes aportes tericos de las ciencias sociales han tenido
que batallar contra la persistente idea del supuesto carcter primordial de las etnicidades.
En un principio, las propias ciencias sociales
pensaban la etnicidad como un aspecto innato
de la identidad humana. Esto es, una identidad,
que surgira de manera espontnea, basada en la
pertenencia a una cultura determinada. Viendo
la etnicidad como algo dado, que no requera
explicacin, se tenda a definir a un grupo tnico como un grupo identificable a partir de sus
rasgos culturales (la lengua, la religin, la organizacin social). La cultura, definida como una
amplia gama de actividades, smbolos, valores
y artefactos, identificara a un grupo humano
y lo distinguira de otros (Stavenhagen, 1990).
La clasificacin de personas y grupos locales
como miembros de un grupo tnico, dependa
de lo que se supona eran los rasgos peculiares de su cultura. En la base de esta definicin,
se encontraba una concepcin de las culturas
como entidades aisladas geogrfica y socialmente, as como homogneas a su interior.2 El
razonamiento de esta posicin parte de la premisa de que existen agregados de personas que
esencialmente comparten una cultura comn,
y diferencias que distinguen una cultura cualquiera de todas las otras. Ya que la cultura es
una manera de describir la conducta humana se
considera que existen grupos discretos de personas grupos tnicos, que corresponden
a cada cultura (Barth, 1969). Esta manera de
entender la etnicidad ha recibido el nombre de
enfoque primordialista, pues enfatiza que los
grupos tnicos subsisten desde tiempos inmemoriales y los imagina como entes aislados de
todo contacto.
El enfoque primordialista ha sido criticado fuertemente debido a que no explica los orgenes de la etnicidad, ni su desarrollo desigual y
cambiante. Implica una etnicidad rgida y fija y
no presta atencin a los complejos procesos de
interaccin e identificacin (inter)tnica tanto
a nivel individual como grupal. Si la etnicidad
fuera una caracterstica estable, cabra pregun2
Por lo mismo, se supona que las diferencias culturales se deban al aislamiento geogrfico y social del grupo y, que el contacto entre
dos grupos, inevitablemente conducira a la aculturacin (Redfield, Linton, and Herskovitz 1936). Los estudios sobre aculturacin se
centraban en el contacto entre dos culturas consideradas autnomas previamente. El concepto de cultura era reificado, asumindose
una homogeneidad interna y una estructura coherente. Para una crtica, vase Wolf (1982), Clifford (1986) y Roseberry (1989).
les como los modos de subsistencia, establecen diferenciaciones tnicas sobre la base de
la creencia de que no comparten antepasados
mticos. Lo que interesa, entonces, es identificar las fronteras socialmente construidas que
demarcan la diferenciacin entre nosotros y
los otros: Las caractersticas que los propios
actores consideran significativas para delimitar
la pertenencia a un grupo u a otro. Estos marcadores de diferenciacin varan en cada caso
particular: en vez de trabajar con una tipologa
de formas de grupos y relaciones tnicas, Barth
propone explorar los diferentes procesos que
generan y mantienen los grupos tnicos como
entidades diferenciadas.
Otro punto importante del trabajo de
Barth es que muestra la presencia de movilidad de individuos y grupos de un grupo tnico
a otro (de ser pathan a ser baluchi, por ejemplo). La membresa de los grupos, entonces,
puede variar cuando individuos traspasan las
fronteras de identificacin. Esto no hace, sin
embargo, que las categoras tnicas (pathan,
baluchi) desaparezcan. Las distinciones tnicas
no dependen de la ausencia de movilidad, contacto e informacin, sino que involucran procesos de exclusin e incorporacin mediante
los cuales se mantienen las categoras discretas
(nosotros-los otros) a pesar de la cambiante participacin y membresa en el curso de las
historias de vida individuales. Los actores individuales tienen cierta capacidad para mudar
sus identidades, en casos de migracin, alianza
matrimonial, o en casos en que la frontera
que separa a un grupo de otro cambie. Lo que
se mantiene, entonces, no es el grupo en s, sino
la idea del grupo y de la diferenciacin respecto
a los dems.
Otros autores componen lo que se ha venido a denominar la escuela instrumentalista.
Para ellos, la etnicidad es considerada un artefacto creado por individuos o grupos para unir
a personas en torno a un propsito comn. La
etnicidad, desde esta perspectiva, es motivada
poltica y/o econmicamente y constituye una
eleccin racional, consciente, de un grupo de
personas que, mediante la creacin de un sentido
de pertenencia y de diferenciacin respecto de
los dems, buscan alcanzar ciertos objetivos sociales (Abner Cohen, 1969; Glazer y Monhiyam,
1975; Banton, 1980, 1983; Baud, et.al., 1996).
La etnicidad, vista de esta manera, es cambiante: puede activarse, fortalecerse, debilitarse, desaparecer, de acuerdo con el contexto particular
en que se desarrollan las relaciones sociales.
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varan cuando los individuos las cruzan, expanden y reetiquetan. Tambin estn en constante
negociacin y pueden tener distintos significados, o significados ambiguos en determinadas
circunstancias.
A las identidades tnicas le estn adheridos prejuicios y estereotipos histricamente
construidos que hacen que, en diferentes contextos, una persona o grupo sea vista como de
mayor o menos prestigio, o que sea discriminada positiva o negativamente. De manera
que las divisiones sociales y econmicas son
expresadas comnmente en trminos tnicos.
El estudio de de la Cadena remarca que las
desigualdades de gnero se entrelazan con las
ideologas tnicas, de manera que las mujeres
de la comunidad de Chitapampa son percibidas como ms indias que los hombres. Al
estar ms involucrados a actividades laborales
y comerciales vinculados a la cercana ciudad
del Cuzco, los pobladores hombres de esta comunidad rural transitan fronteras tnicas con
mayor facilidad, y adquieren mayor status social
dentro de la comunidad y dentro de la propia
unidad familiar.
Las identidades
tnicas y la nacin
La dinmica Estado-grupo tnico debe
ser explorada para entender la naturaleza y las
dinmicas de las identidades y los conflictos tnicos. Como se desprende de la seccin anterior, la etnicidad no puede entenderse aislada
de los procesos histricos concretos regionales y nacionales en los que se desenvuelve. El
marco estructural, poltico y cultural, establecido por Estados coloniales o nacionales, puede
propiciar que las identidades tnicas se refuercen o pierdan potencia como ejes articuladores
de identidad, demandas, o conflictos tnicos.
Queda claro que un grupo tnico no existe por
s solo, sino en relacin a la sociedad amplia
que lo rechaza o lo integra. Para entender a los
grupos tnicos, entonces, debemos considerar
el marco de un sistema de relaciones tnicas, en
las que el poder del Estado, sus instituciones y
polticas, juega un papel preponderante.
La literatura sobre etnicidad en frica,
por ejemplo, demuestra que las identidades
tnicas y sus fronteras no son rezagos de un
pasado inmemorial, sino que fueron solidificadas a partir de la penetracin misionera y
luego colonial europea. Mientras que las acti-
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La problemtica racial
Felizmente, la idea de que los pases latinoamericanos constituan peculiares democracias raciales en las que las relaciones raciales
eran pacficas y los canales de movilidad social
estaban abiertos para cualquier individuo, ha
sido sujeta a crtica desde sectores acadmicos.5
La imagen idlica de la regin como exenta de
racismo, se basaba en su contraste con otras
regiones y sociedades del mundo en el que el
racismo era asumido oficialmente desde el Estado, apareca en la escena oficial, o se expresaba cruda y violentamente en forma de linchamientos y segregacin sancionada por las leyes:
la Sudfrica del Apartheid, la Alemania nazi,
los estados del sur de los Estados Unidos en la
poca de la segregacin, por ejemplo. En comparacin, la regin apareca como tolerante y
predominantemente mestiza. Algunos sectores
intelectuales latinoamericanos se encargaron de
difundir la idea de que nuestras sociedades eran
el resultado de la armoniosa confluencia sntesis viviente, en palabras del connotado intelectual peruano Vctor Andrs Belande de
las culturas indgenas y espaola, as como de
un continuo y exitoso mestizaje racial.6 Es interesante sealar que este discurso de exaltacin
del mestizaje difiere del predominante a travs
del siglo XIX: en ese perodo, las lites latinoamericanas buscaron fomentar la inmigracin
europea para mejorar la raza mediante el mestizaje, el que producira el blanqueamiento de
la poblacin (Wright, 1990). Las posiciones en
contra del mestizaje han sido predominantes
Utilizo el trmino hegemona para referirme a proyectos culturales elaborados desde los centros de poder y que por eso tienen mayor
capacidad de ejecutarse mediante la coercin y/o la generacin consensos. Esto no implica, sin embargo, que estos modelos y proyectos
hegemnicos sean siempre ejecutados o impuestos exitosa u homogneamente, pues generan resistencias, contestacin, y negociaciones
permanentes que pueden modificarlos, subvertirlos, desnaturalizarlos o neutralizarlos. Para una discusin del concepto de hegemona,
ver Mallon (1994).
En esto, los contenidos educativos no hacen sino reproducir construcciones discursivas de larga data: siguiendo a Rowe (1954) y Brading
(1991), Thurner (1997), Mndez (1992), y Walker (1998), han estudiado cmo las elites limeas postcoloniales se apropiaron del legado
de los Incas de manera ambigua, apelando a la retrica de la grandeza Inca para yuxtaponerla a la degenerada poblacin indgena contempornea.
Ejemplos paradigmticos de caracterizaciones de Brasil como democracia racial son Freyre (1945,1946), Pierson (1942), Tannenbaum
(1942) y Wagley (1952).
En Brasil, el ms influyente difusor de la idea de la confluencia armoniosa entre las razas ibricas, negra e indgena fue Gilberto Freyre.
En el Per, Vctor Andrs Belande y Uriel Garca. En Mxico, Vasconcelos propuso la influyente idea de que el mestizaje haba creado
la raza csmica.
Siguiendo al lingista Stephen Krashen, establezco la distincin entre adquisicin y aprendizaje. El primero es un proceso sutil e inconsciente por el cual uno llega a interiorizar -absorber- cierto conocimiento; el segundo es un proceso de racionalizacin mediado por la
conciencia. Krashen considera que la adquisicin es ms efectiva y duradera.
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Caruso (1964) expone un ejemplo dramtico: algunos judos del Ghetto de Varsovia haban introyectado a sus verdugos a tal punto que
deseaban ser como los policas alemanes, los imitaban, se saludaban con el saludo nazi y veneraban a Hitler.
de estos prejuicios hace que el racismo se convierta en uno de los mayores obstculos para
la formacin de una sociedad democrtica, basada en el respeto mutuo, la solidaridad y el un
desarrollo que tome en cuenta las dimensiones
personales. As como est presente en las relaciones sociales, el racismo impregna las maneras en que nos miramos a nosotros mismos,
que impide el reconocimiento y la valoracin
de nuestro propio yo.
Si las percepciones y estereotipos raciales
intervienen en la formacin de las identidades
personales y en las interrelaciones sociales inclusive en aquellas consideradas ms ntimas,
cabe preguntarse cmo interviene la problemtica racial en la escuela. En un texto anterior
basado en un trabajo de campo concreto en
escuelas de sectores populares limeos (Callirgos,1995), seal que las percepciones raciales y
el racismo son propagados en la escuela a travs
de expresiones sutiles y encubiertas o envueltas
en humor, o agresiones ldicas. Los diferentes
actores del escenario escolar maestros, autoridades y alumnos reproducan actitudes y
estereotipos raciales, los que a su vez tean las
relaciones interpersonales entre ellos.
Idealmente, la escuela debera cumplir un
rol fundamental de democratizacin en nuestros pases. De un lado, la educacin se supone
vehculo de desarrollo personal y de movilidad
social. De otro, la escuela debera fomentar la
internalizacin de valores democrticos y la
promocin de la tolerancia y el respeto por el
otro, para que los futuros ciudadanos se reconozcan como iguales en derechos (sociales, polticos y culturales)y obligaciones. La pregunta
es si la escuela contribuye a crear las condiciones subjetivas para la construccin de una democracia que valore la interculturalidad a nivel
grupal e individual, es decir, si los procesos de
socializacin que tienen lugar en el mbito escolar revierten o impulsan el desarrollo de los
valores bsicos de libertad, tolerancia, solidaridad, autonoma, afectividad y respeto a uno
mismo y al otro en ambos niveles. La escuela
no slo transmite los mensajes curriculares oficialmente establecidos, sino que constituye un
escenario cultural con dimensiones cognitivas,
afectivas y actitudinales en el que autoridades
escolares y alumnos cotidianamente (re)crean y
establecen rutinas, cdigos y normas -explcitas
o implcitas- que gobiernan sus relaciones. Los
contenidos de la enseanza tampoco se cien
a los formalmente establecidos, pues existe un
currculum oculto, transmitido sutil, pero
efectivamente.
Partimos de constatar que vivimos en
sociedades fracturadas no slo por asimetras
sociales, econmicas, regionales y culturales,
sino tambin por percepciones tnicas y raciales que nos escinden y que generan una cultura
de recelos, miedos y desconfianzas mutuas, as
como identidades personales mltiples y fragmentadas que no siempre logramos reconciliar.
Por todo esto, este proyecto busca entender las
maneras en que las identidades y las identificaciones, as como las percepciones tnicas y
raciales marcan la vida cotidiana en diferentes
contextos sociales concretos, dentro y fuera de
la escuela, para poder, desde ese entendimiento, elaborar lineamientos que impacten en propuestas pedaggicas y materiales educativos.
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Introduccin
El trabajo de campo del proyecto Educacin bilinge intercultural y percepciones y
conflictos causados por la discriminacin racial
y tnica, se realiz en el departamento de Puno,
en una zona andina ubicada al sur del Per. El
departamento de Puno se caracteriza por ser
el lugar de encuentro de dos grandes matrices
culturales indgenas, la quechua y la aymara, y
por ser fronterizo con Bolivia. En contraposicin al pas en general, la poblacin de Puno
es predominantemente rural y campesina.1 Las
actividades econmicas predominantes son la
agricultura y la ganadera, cuya relegacin hace
que el 78 por ciento de la poblacin de Puno
sea considerada pobre y que el 46,1 por ciento est debajo de la lnea de pobreza extrema.2
En relacin con el resto del pas, departamento
de Puno tiene una menor esperanza de vida,
una tasa ms alta de analfabetismo y menor dotacin de servicios (agua y desage, alumbrado
Segn las estadsticas del Instituto Nacional de Estadstica e Informtica, el 60.8% de la poblacin punea habita en zonas rurales,
mientras que el 39.2% lo hace en zonas urbanas.
Las cifras provienen de la Encuesta Nacional de Hogares del Instituto Nacional de Estadstica e informtica, 2003.
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La poblacin del departamento es culturalmente diversa. La presencia de las matrices culturales, tnicas y lingsticas aymara y
quechua, junto con la de la hispana hacen que
existan diversos grados de hibridez y contacto.
Hay, sin embargo, zonas del departamento en
donde existe un claro predominio de una de las
matrices culturales mencionadas. La diversidad
cultural y tnica, adems de las experiencias
existentes en Educacin Bilinge Intercultural
algunas de ellas apoyadas por CARE, hacen de esta zona un mbito particularmente
apropiado para un estudio sobre percepciones
tnicas y raciales.
Como en toda investigacin, los resultados de este trabajo de campo estn marcados
por los procedimientos seguidos y los instrumentos utilizados. En este caso, el uso de entrevistas, encuestas y grupos focales hace que nuestro trabajo se centre en el anlisis discursivo. Un
trabajo de campo etnogrfico hubiera permitido
la observacin de acciones concretas cotidianas
y, por lo mismo, podra conducirnos a conclusiones diferentes.
El trabajo de campo tambin ha sido realizado en una zona predominantemente quechua (la provincia de Azngaro) y otra aymara
(Huancan). En cada una de ellas, a su vez, trabajamos en las ciudades capitales de provincia
(Azngaro y Huancan) y en comunidades rurales. Las comunidades rurales de la provincia
de Azngaro donde realizamos el trabajo de
campo fueron Tiruyo y Condoriri, mientras
que la comunidad elegida en Huancan fue la
de Azangarillo.
Debido a la diversidad lingstica de
Puno, el trabajo de campo fue realizado en
tres idiomas. Se cont con un equipo de diez
entrevistadores puneos, quienes bajo la coordinacin de un antroplogo tambin puneo,
recabaron la informacin. La informacin fue
luego transcrita en los idiomas originales en que
se realizaron las entrevistas y grupos focales,
luego traducidas y transcritas al castellano. Este
proceso tambin estuvo a cargo del equipo de
entrevistadores puneos, quienes tienen amplia
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Los instrumentos utilizados se encuentran en el anexo nmero 1. El anexo nmero 2 muestra la realizacin del trabajo de campo
en cada uno de las locaciones.
De acuerdo con la ideologa regional hegemnica, las distinciones tnicas entre aymaras y quechuas tienen un correlato geogrfico y
pueden ser localizadas en un mapa. As como
el departamento de Puno est dividido en zonas quechuas y zonas aymaras, la ciudad capital
puede dividirse en zonas diferenciadas.
Esta rgida divisin parece dominar el discurso sobre las categorizaciones e identidades
tnicas, a pesar de las mltiples excepciones y
de los variados significados de dichas etiquetas.
Como ya se puede apreciar, las tres etiquetas sirven para nombrar un idioma, una supuesta cultura, y una categora de identificacin, y, aunque
estos tres elementos se imaginan confluentes,
no siempre coinciden. A veces, por ejemplo, la
etiqueta hispanohablante se refiere a alguien
catalogado como blanco, culturalmente no
indgena y de lite, en otras ocasiones se utiliza para nombrar a toda persona que habla castellano, independientemente de su apariencia,
procedencia y estatus social. Al mismo tiempo,
una persona de estatus socioeconmico alto, catalogado como blanco y perteneciente a una
familia de hacendados puede autoidentificarse
en alguna circunstancia como quechua porque
aprendi tal idioma.
Identidad/identificacin
Lo dicho anteriormente demuestra que,
a pesar de que las categoras tnicas parecen
aludir a realidades estables, fijas y claramente
delimitadas, en realidad son polismicas y flexibles. Es claro que las etiquetas tnicas derivan
de la diferenciacin lingstica; ms an, esta
diferenciacin, en un contexto de cercana geogrfica, hace que se configuren campos separados y supuestamente unidos entre s. As, ante
la cercana aymara, la categora quechua
adquiere una importancia mayor que en otras
zonas del pas, y tiende a crear una nocin de
nosotros que agrupa a personas que no necesariamente son homogneas culturalmente. Las
tres categoras se convierten en posibles fuentes
de identidad e identificacin en desmedro de
otras posibles que pierden relevancia. En otras
palabras, es la cercana geogrfica la que hace
que la diferenciacin lingstica se convierta en
el marcador ms importante de fronteras de
identidad.
Por lo mismo, estas categoras se hacen
extensivas a aspectos extralingsticos, sirviendo como marcadores de diferencias histricas,
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No haber realizado un trabajo etnogrfico prolongado, impidi presenciar y analizar los significados de las fiestas regionales, cuya importancia simblica en el establecimiento de fronteras tnicas puede ser significativo.
Soy aymara y estoy contenta como aymara porque es el idioma que yo hablo
(ciudad de Puno, mujer).
Soy aymara [...] estoy tranquilo como
aymara y no tengo porqu avergonzarme
porque mis padres han hablado la lengua
aymara. (ciudad de Puno, hombre)
De igual manera, ante la pregunta qu
significa ser quechua?, un alumno de un colegio particular de Azngaro aludi al idioma: en
aquellos tiempos de los incas hablaban quechua
y me siento bien. Un compaero suyo asinti:
es muy importante porque desde la antigedad se habla quechua, desde los incas. A un
alumno de un colegio estatal de Azngaro, autoidentificado como aymara, se le pregunt qu
significaba ser aymara. Su respuesta tambin
aludi al idioma: aymara es una lengua que tiene su procedencia desde antes del imperio de
los incas.
El hecho de que la diferenciacin lingstica sea el marcador ms frecuente de fronteras
de identidad hace que las etiquetas tnicas sean
intercambiables con los nombres de las lenguas.
Al ser preguntado por su lengua materna, el director de la UGE en Azngaro, por ejemplo,
respondi: yo soy quechua y del lder de la
comunidad de Azangarillo respondi Yo soy
aymara y castellano.
Pero la posibilidad de utilizar las denominaciones de las lenguas que se hablan en la
zona y las etiquetas de identificacin de manera
intercambiable abre un amplio margen de incertidumbre semntica y, por lo mismo, posibilita la manipulacin de las etiquetas. Con
incertidumbre semntica me refiero a que no
siempre es claro a qu se esta aludiendo con las
etiquetas que se utilizan. Al decir yo soy quechua, aymara o hispanohablante se puede estar aludiendo a una adscripcin (yo me
siento quechua, aymara o hispanohablante, o
yo me identifico como parte de los quechuas,
aymaras, o hispanohablantes) o, simplemente, al idioma materno o que se habla. El punto es relevante, puesto que, como veremos, los
idiomas quechua y aymara se encuentran bajo
constante ataque y vienen siendo crecientemente abandonados por poblaciones urbanas
y en las generaciones ms jvenes. Cuando los
maestros citados anteriormente debaten si sus
alumnos son quechuas o no, basados en si hablan quechua o no lo hacen, estn expresando
su inseguridad respecto a la identidad tnica,
cultural y lingstica en las regin en la actua-
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Una hiptesis plausible es que el aspecto situacional de la identidad haga que estos informantes en un momento de la entrevista se siten
como quechuas o aymaras y en otros momentos
como hispanohablantes. Las repuestas apuntan
a la existencia de ambigedad en el uso de estas
etiquetas.
Volvamos al dilogo de los maestros
azangarinos. Algunos comentarios respecto a
sus alumnos, tales como la mayora de alumnos
son quechuas, generalmente vienen del campo
y la mayora de estudiantes provienen de hogares que son quechuas, ya llegando a la ciudad
tienen vergenza de hablar quechua, pero provienen del medio rural, son ms ambiguos que
los referidos nicamente la diferencia lingstica,
pues parecen fluctuar entre la identificacin tnica o cultural y la identificacin entre lo rural y
lo urbano. Como dijimos anteriormente, en general persiste la identificacin de lo rural como
indgena, o como quechua y aymara y lo urbano
como hispanohablante. Por lo mismo, cuando se
le pregunt a un profesor de un colegio estatal
de Puno si sus alumnos eran quechuas, aymaras
o hispanohablantes, respondi: hay alumnos
de todos sitios, tanto del medio rural y urbano.
Con esta respuesta, el maestro parece asegurar
que en su plantel hay alumnos quechuas, aymaras e hispanohablantes, percepcin que luego es
confirmada por otros maestros participantes en
el grupo focal, quienes aseguraron que haban
alumnos de las zonas quechuas y aymaras, as
como de la ciudad de Puno.
Otros testimonios tambin apuntan hacia la misma identificacin entre lo rural y lo
quechua y aymara. Un profesor de un colegio
particular de la ciudad de Puno calificaba a sus
estudiantes de la siguiente manera: son hispanohablantes, casi el 100% son de la ciudad,
no?... se puede decir que la mnima cantidad
de alumnos provienen de la zona rural. Ante la
pregunta sus alumnos son quechuas, aymaras o
hispanohablantes?, los profesores de un colegio
particular de Huancan tambin hacan referencia a la diferenciacin entre lo urbano y lo rural:
Varios de nuestros informantes se refirieron a la raza aymara y la raza quechua. As, para uno de ellos, los aymara eran una raza
muy pujante. Para otros, los quechuas son una raza de pobladores mayoritaria en nuestra regin, y otro afirmaba estar contento
siendo quechua porque as ha sido mi raza.
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Un entrevistado en Huancan dijo estar contento siendo aymara porque es mi origen de tierra natal.
El director de la UGE de Huancan nos dijo: yo soy aymara, estoy contento, indudablemente la cuestin de tener races ancestrales
hace que me sienta orgulloso...
Establecimiento
de fronteras
En esta seccin nos centraremos en las
percepciones tnicas y raciales. Como indicamos anteriormente, es a travs de esas percepciones que nos acercaremos a las maneras en
que se construye la identidad: al establecimiento de fronteras tnicas y raciales. Ac nos
centraremos en los estereotipos que impregnan
las categoras tnicas y raciales. Nos interesa,
por un lado, las miradas globales que se tienen
sobre los grupos, pero tambin las diferentes
percepciones que se tienen desde distintas posiciones sociales. Por ello, es importante identificar quines tienen qu percepciones acerca de
cules grupos, incluyendo la autopercepcin.
Adems, nos interesa conocer cmo se
transmiten las percepciones. En casos, las visiones
estereotipadas se manifestarn de manera abierta
(como el entrevistado que, preguntado por los
quechuas, afirma que ellos son de determinada
manera), mientras que en otros lo harn de manera encubierta (en chistes), o de manera indirecta
(al responder a otra pregunta, por ejemplo).
Recordemos que as como intentamos
acercarnos a las percepciones tnicas y raciales
expresadas en estereotipos y prejuicios que generan y expresan conflictos sociales y personales,
reproducindolos, tambin nos interesa identificar valores culturales que refuerzan la identidad
en trminos positivos y que generan, o potencialmente pueden generar, espacios de inclusin,
encuentro, dilogo y negociacin entre personas
y grupos que se perciben como diferentes.
La lectura de la seccin anterior ya nos da
algunas pistas para entender el establecimiento
de fronteras: no existen fronteras claramente
establecidas, ni grupos claramente diferenciables. Existen, sin embargo, percepciones
acerca cmo son los quechuas, aymaras e
hispanohablantes; nociones ms rgidas y universalmente compartidas que las siempre ms
complejas clasificaciones. En otras palabras, a
pesar de que una identificacin (determinar si
una persona es quechua o hispana, por ejemplo) no es evidente, y de que las etiquetas son
usadas para referirse a cosas distintas (un idioma, una cultura, una adscripcin tnica) y no
siempre coincidentes, las categoras quechua,
aymara e hispanohablante tienen cargas simblicas ms constantes.
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Conflictos
En esta seccin nos centraremos en los
conflictos desprecios, maltratos, enfrentamientos y discriminacin que surgen a partir de
las percepciones tnicas y raciales. Como puede
anticiparse luego de la lectura de las secciones
anteriores, la informacin obtenida en Puno
sobre conflictos es abundante. La existencia de
imgenes de prestigio social ajenas a o, por lo
menos, distantes de las posibilidades de la
mayora de habitantes puneos, y el consecuente
mandato de cambio cultural y tnico, hace que
se cree una especie de escalera social, cuyo ascenso conduce a la adquisicin de los smbolos
de prestigio: el castellano, el estilo de vida urbano, y aquello identificado como la civilizacin
y el progreso y con el consecuente creciente
abandono de rasgos culturales e identificaciones
tnicas consideradas indgenas.
Los datos obtenidos apuntan a que la discriminacin no proviene nicamente del sector
hispanohablante, en otras palabras, que no existe un grupo de personas identificable que discrimine al resto de la poblacin. El ascenso social
est claramente identificado con transformarse
en hispanohablantes, pero esta mutacin no es
inmediata. En la ciudad de Puno, as como en
otras ciudades del pas, pueden observarse diferentes momentos en el proceso de transformacin; en algunos casos, las diferencias entre
generaciones son especialmente notorias. Para
continuar con la metfora de la escalera social,
cada escaln representa el avance progresivo
de la desindigenizacin. Nuestra informacin
apunta a que las personas ubicadas en cada escaln pueden maltratar a las personas ubicadas
en los escalones inferiores: no existe una divisin drstica entre hispanohablantes discriminadores e indgenas victimizados, pues imperan
las situaciones intermedias en las que la discriminacin proviene de personas ms hispanizadas hacia otras menos hispanizadas (lingstica
y culturalmente).
Como vimos en las secciones anteriores,
las percepciones sobre los quechuas, aymaras
e hispanohablantes son bastante rgidas, pero
que la asignacin de etiquetas era un ejercicio
bastante menos unvoco. Para algunos informantes, los hispanohablantes son en su mayora quechuas y aymaras que han abandonado
sus races, adoptando otra identidad. Una autoridad de la UGE de Azngaro deca que los
hispanohablantes puros son muy pocos, para
un miembro de ONG de la ciudad de Puno
no hay hispanos puros, mientras que para
otra trabajadora de una ONG de Puno, en
Puno hay poco monolinge [...] probablemente ellos tienen como lengua materna siempre
el aymara o el quechua pero no dicen eso [...]
como su primera lengua es el castellano. Hemos visto en la seccin anterior que diferentes
personas pueden estar en diferentes procesos
de cambio cultural o de identidad, y que, por
ejemplo, inclusive en las comunidades rurales
se diferencia a los alumnos que ya hablan castellano y los que todava son quechuahablantes.
Esto apunta, precisamente, a la posibilidad de
hispanizarse.
De otro lado, varios informantes remarcan que las otrora poderosas lites puneas,
compuestas por gente de sociedad, de familias prestigiosas y blancas, y que eran conocidos con el nombre de mistis ya no existen.
Un dirigente de barrio de Huancan sealaba
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que ya no hay mistis, han desaparecido... cuando yo era nio [...] se ha conocido a ellos a unos
cuantos. Eran mandones, mandamases, explotadores... Para un empresario de Azangaro, los
mistis antes haban, ahora ya no hay ac... ya se
han ido a otras tierras [...ellos...] solamente ordenaban y ganaban su plata... ya no hay matones,
ya no hay mistis. Un poblador de Huancan
comparta la opinin de que hoy los quechuas
viven tranquilos, los aymaras tambin vivimos
tranquilos, hoy en da ya no hay mistis. Un
poblador de Azangarillo consideraba que los
mistis slo se encuentran en grandes ciudadades, mientras que un poblador de Huancan
confes que haba sufrido desprecio cuando
tena 11 o 12 aos de parte de los mistis [...] nos
decan campesinos cochinos, nos insultaban.
Estos datos indican que la categora de
hispanohablante es flexible, incluye elementos
lingsticos, culturales, tnicos y de clase, pudiendo ser adquirida paulatinamente mediante un proceso gradual de desindigenizacin.
Al mismo tiempo, los hispanohablantes son
percibidos casi universalmente como abusivos, discriminadores y excluyentes. Cualquiera
que adquiere los smbolos de poder el capital simblico percibido como hispanohablante puede utilizarlos para discriminar. Hay
repetidas menciones, por ejemplo, a pobladores
rurales que cuando salen de su comunidad ven
con desprecio a los que permanecen en el campo, y a maltratos contra nios escolares provenientes de zonas rurales que van cesando conforme avanza su proceso de adaptacin lase,
abandono de su lengua materna y exhibicin de
un comportamiento ms urbano. En Puno se
refieren a esta discriminacin con la frase cholo, cholea a cholo, que alude a que la discriminacin y el maltrato fluyen cuando se construye
una distancia y una jerarqua en base a la posesin de marcas culturales (muchas veces sutiles
al desentrenado ojo de un forneo) entre personas que comparten similitudes lingsticas, culturales y fsicas. Un testimonio interesante fue
brindado por una trabajadora en una ONG de
la ciudad de Puno. Debido a su trabajo, visitaba
frecuentemente una zona rural, muchas veces
acompaada por una colega que era de la zona
y que haba logrado ser profesional despus de
haber migrado a la ciudad. Al regresar a la zona
donde haba nacido, segn el testimonio, esta
profesional miraba muy por encima a los dems. Miraba con cierta autoridad de desprecio a
sus paisanas, a sus compaeros...
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hispanohablantes estn bien y estn encaminados. En la radio hablan puro castellano. Hasta
los libros vienen en castellano (pobladora rural de Condoriri). La gente del pueblo habla
diferente a nosotros, hasta los nios del pueblo
estn bien (pobladora rural de Azangarillo).
Los hispanohablantes son muy diferentes que
nosotros, ellos andan bien baados, sus hijos
tambin estn bien baados. Nosotros vivimos
en el campo y no hablamos correcto el castellano (pobladora rural de Condoriri).
Estos pobladores rurales cuya primera
lengua es el quechua y el aymara, son conscientes de la desventaja social y econmica que
resulta de no saber hablar el castellano correctamente. Por ello, un poblador de Azangarillo
confesaba que nosotros mandamos a nuestros
hijos [a la escuela] para que aprendan castellano. Una seccin posterior se centrar en la
valoracin de las lenguas indgenas y el bilingismo. Por ahora cabe decir que existen ms
posibilidades de ser vctima de la marginacin
y el desprecio cuanto menos o peor se hable el
castellano. Las referencias a lo bien encaminados que estn los hispanohablantes, a lo bien
baados que estn y a que se enva a los hijos a la escuela para que aprendan el castellano,
indican que los informantes son plenamente
conscientes de las desventajas de no dominar
el castellano en cuanto a las posibilidades de
asenso social.
Otro conflicto mencionado por nuestros
informantes es el resultante de la existencia
de tres idiomas diferentes en la zona. Segn
muchos testimonios, la diversidad lingstica
constituye un obstculo a la comunicacin y el
entendimiento entre puneos. El castellano se
ha convertido en la lingua franca mediante la
cual se comunican quechuahablantes y aymarahablantes; pero la posibilidad de desconfianza
y del surgimientos de conflictos est presente.
Un periodista de Huancan lo frase de manera
inimitable: cuando son aymaras puros y quechuas puros es como dos perritos que se ladran
y no se entienden. Algunos testimonios remarcan la existencia de esos recelos: hay gente
del lado quechua que dicen que los aymaras son
malos, igual dicen los aymaras que los quechuas
son malos (alumno de colegio estatal de puno,
autodenominado quechua). Siempre hay miramientos. Hay gente de Azngaro que dice
que los aymaras son malos y los aymaristas nos
dirn tambin pues. (pobladora de Azangaro
autodenominada quechua). He sufrido desprecio de parte de los quechuas, o sea, ellos te
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Valoracin de
culturas indgenas
Resulta llamativo que el extendido y poderoso mandato de desindigenizacin mencionado en las secciones anteriores coexista con
construcciones narrativas en apariencia positivas y/o reivindicativas respecto a las culturas
indgenas y a lo puneo. Un anlisis ms detenido, sin embargo, nos muestra la presencia
de fisuras y ambigedades en marcos discursivos aparentemente slidos y coherentes como
los indigenistas o andinistas de nuestros informantes. Comprender la aparente paradoja de la
coexistencia de discriminacin contra lo que se
declara valorar, tambin puede servirnos para
comprender las principales encrucijadas culturales e identitarias de la regin y del pas.
Durante nuestro trabajo de campo se
solicit a algunos informantes que elaboraran
una breve sntesis de la historia del Per. La
manera en que se construye el pasado refleja
actitudes y percepciones sobre el presente, los
actores contemporneos y las identificaciones
tnicas. Las narrativas histricas sobre el pas
constituyen un discurso esquemtico bastante
simple. La similitud de las sntesis de la historia
del Per elaboradas por nuestros informantes
nos permite reconstruir una sntesis arquetpica
de ese discurso uniendo retazos de discurso
hasta lograr una creacin colectiva que a la vez
represente a todas las narrativas personales. La
mayora de informantes empez su narracin
histrica mencionando el origen puneo del
imperio de los Incas. A pesar de que no existen
evidencias de ese evento, las narraciones incluyen uno de los mitos de origen del Tawantinsuyu como si se tratara de una verdad histricamente incuestionable. En todo caso, los relatos
a continuacin aluden a la grandeza del Imperio
incaico. Esa raza pura, que fue la ms importante de esta zona occidental, form una civilizacin que, por su desarrollo, estaba al igual
que los egipcios, que los romanos. Durante
esta poca ramos una potencia: hemos
sido una nacin bien organizada, haba abundancia y se expandieron nuestras fronteras.
Adems, durante el imperio no se ha conocido
la miseria. Algunos informantes introdujeron
una variacin al inicio de esta narracin, pues
empezaron mencionando las culturas avanzadas preincas, en especial las vinculadas con
el rea geogrfica de Puno. Muchos informantes coinciden en referirse al perodo histrico
prehispnico utilizando la primera persona en
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sido una potencia. Con la conquista se destruyeron nuestras races y se rompi muchos
valores. Simultneamente se destroza la cultura y nos dejan taras. Slo queda lamentar
que a partir de entonces no tenemos una cultura propia, como lo tiene Japn o Espaa.
La mayora de relatos histricos concluyen en este punto. La conquista espaola
es considerada un evento tan decisivo y abrumador que explica todo el desarrollo futuro.
Se trata, sin duda, de una escena primaria traumtica sobre la que la historiografa peruana
y latinoamericana mantiene una continua fijacin. Pero su alusin extensiva entre nuestros
informantes nos muestra el nivel de xito de
este discurso histrico. Este discurso identifica
una poca gloriosa que seala una posibilidad trunca; pero, adems, identifica claramente
a los culpables de su fin, y con ello, de las actuales condiciones de pobreza e injusticia del
pas. La plausibilidad del discurso radica, al menos en parte, en que forja un discurso victimizador que explica los problemas del presente
mediante la denuncia del mal accionar de un
agente externo. El problema con este discurso
es que construye una imagen positiva de nosotros anclada en un pasado lejano y mtico.
En segundo trmino, es un discurso que no
deja opcin a la esperanza ni invita a la accin.
Slo queda el lamentar que los hechos se dieran
como sucedieron, o mantener el deseo antiutpico segn el cual hubiera sido mejor que
nos conquistara casi cualquiera menos quien
lo hizo. La suerte esta echada: si los males del
Per tienen como causa un evento ocurrido
hace casi medio milenio, las posibilidades de
cambio son nulas, excepto, tal vez, a travs de
otro hecho violento y fundacional.
Una consecuencia adicional de este discurso es que alimenta la percepcin de las poblaciones indgenas como ancladas en el y por
el pasado: la imagen positiva ms difundida se
refiere a un perodo ya ido, desde el cual ya no
ha desarrollado ms. Al ser preguntado por los
quechuas, un poblador de la ciudad de Puno autoidentificado como aymara nos dijo que ellos
traen sobre sus hombros todo un imperio.
Un dirigente campesino denomina las culturas
andinas como las culturas del tahuantinsuyo.
El fin del imperio incaico parece sealar el fin
de la etapa de las culturas andinas como agentes
de su propio destino: a partir de all la imagen
predominante del indio subraya su carcter pasivo y sumiso que slo es dominado, violentado
y abusado. El nico valor de la culturas andinas,
desde esta perspectiva, es ser herederos de civilizaciones admirables cuyo desarrollo autnomo se detuvo hace casi cinco siglo y que desde
entonces son slo una versin deteriorada por
el colonialismo.
Otra posibilidad discursiva fue la elegida
por un funcionario pblico de Puno. Ella fue
considerar a las culturas andinas e identidades
como intactas a pesar de la dominacin imperialista colonial y postcolonial. Segn l, los
andinos especficamente los puneos, son
gente que no pierde su identidad. Pese a todos
los aos, a todas las formas de dominacin que
han entrado aqu, desde los ingleses, los espaoles, etc., en Puno no han logrado los mismos
invasores quitar la cultura andina. En este caso,
se imagina lo andino como un dominio autnomo en relacin con el colonialismo, manteniendo tal vez su pureza intocada. La pregunta es
si este no es ms un deseo irreal en un mundo
cambiante en las identidades y culturas andinas
experimentan cambios dramticos que generan
dudas sobre lo que es lo andino.
La divisin de la historia en dos etapas,
antes y despus de la conquista la primera
identificada como una de autonoma, prosperidad y armona, mientras que la segunda como
una de dependencia, injusticia y prdida de valores va acompaada de un discurso reivindicativo pro-indgena. Al ser preguntados por sus
opiniones sobre las culturas andinas, los informantes tambin transmitieron opiniones altamente positivas. Uno de ellos dijo que consideraba a los pobladores andinos superhombres
por haber sido capaces adaptarse a las alturas y
haber domesticado distintas especies bajo condiciones geogrficas adversas. Otros tambin
subrayaron la capacidad de las culturas andinas
de manejar su medio generando tecnologa
asombrosa y eficaz. Estos logros, sin embargo tambin estn anclados en el pasado, y la
repetida alusin a la adaptabilidad a un medio
hostil tiene como efecto simblico convertir a
las culturas andinas en parte del paisaje geogrfico andino. Este efecto est bien expresado en
referencias elaboradas por intelectuales peruanos, por ejemplo, a la naturaleza tectnica de
la cultura andina, entre otras. Una miembro de
una ONG de la ciudad de Puno manifest la
necesidad de que las culturas andinas se adapten a lo actual, con lo cual, y tal vez sin darse
cuenta, las expuls del presente.
Ya hemos sealado que una buena parte
de nuestros informantes, expres estima por
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Estas consideraciones reflejan los profundos temores que los cambios culturales
generan. El pasado incaico y la supuesta autenticidad de lo andino proveen imgenes estables y cmodamente estticas de una supuesta
esencia nacional. Por lo mismo, no dan cuenta
de la complejidad de los cambios culturales y
tnicos por los que atravesamos los peruanos
y los puneos.
Volviendo a la paradoja con la que abramos la seccin, lo andino que se declara valorar y reivindicar y los andinos que son discriminados estructural y cotidianamente no parecen
pertenecer al mismo plano temporal. Mientras
que el primero se ubica en el pasado (en las
referencias al imperio incaico, a monumentos
arqueolgicos, a avances tecnolgicos y manejo
del medio logrados en la poca prehispnica,
en el llamativo colorido del folklore y de trajes
tpicos que no se utilizan cotidianamente), el
segundo es actual y cotidiano. La pertenencia
a distintos planos temporales hace que los informantes no perciban una contradiccin entre
ambas. Muchos de los informantes que declararon su admiracin hacia las culturas andinas,
tambin expresaron percepciones estereotipadas y negativas, por ejemplo, respecto de los
quechuas.
Al parecer, la referencia a las culturas andinas o a lo andino tiene una carga semntica
que no coincide plenamente con la transmitida
al referirse a a los quechuas y los aymaras;
al ser preguntados acerca de sus opiniones sobre
las culturas andinas, los informantes recurrieron
a un marco discursivo (antropolgico e histrico) idealizador, mientras que en sus respuestas a
cmo eran los quechuas y aymaras prevalecieron
otras percepciones tambin hondamente arraigadas, pero que, como sealamos en la seccin
4, se mueven en el eje de preocupaciones sobre
de la adaptacin a lo que se considera el mundo moderno o contemporneo y se les califica
como menos o ms activo, integrado o exitoso.
Valoracin de lenguas
indgenas y bilingismo
Con las lenguas indgenas sucede algo
bastante similar a lo descrito sobre las culturas
indgenas: coexiste un mandato de abandonarlas
con un discurso que las exalta y aprecia. Hay, sin
embargo diferencias importantes. Sealamos
anteriormente que la lengua era una de las marcas identificatorias ms importantes en el con-
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son nuestras usualmente carecen de una mirada estructural de la problemtica lingsticocultural del pas y la regin: cmo se construye
el orgullo sobre la lengua nativa en un contexto discriminador que obliga a adquirir el castellano? cmo construir el orgullo cuando el
prestigio y el ascenso social se adquieren en, y
a travs del, castellano? cmo, cuando ser monolinge en quechua y aymara implica estar al
margen de la educacin y, por lo tanto, forzado
a ser campesino (considerando los niveles de
pobreza entre el campesinado)? En ese difcil contexto, opiniones como la del alcalde de
Azngaro, que afirma que hay que fomentar la
educacin en quechua para revalorar nuestra
cultura, recuperar los principios y valores perdidos y como la de un pastor adventista en
Azangaro para quien la EBI era importante
para que nuestra poblacin no olvide su identidad parecen expresar deseos poco prcticos.
Otras respuestas revelan una visin ms
pragmtica respecto a las lenguas indgenas,
remarcando su utilidad en el contexto puneo. Un miembro de una ONG de la ciudad
de Puno consideraba que saber comunicarse
en quechua da valor agregado al trabajo... Al
ser preguntada si era importante que sus hijos hablasen quechua o aymara, una pobladora punea autodenominada aymara tambin
mencionaba la utilidad en la esfera laboral: Es
importante porque en el trabajo preguntan si
sabe hablar quechua o aymara. En comunidades rurales es muy necesario saber los idiomas
para dialogar en el lugar. Un poblador de la
ciudad de Puno, autodenominado aymara y que
habla aymara, quechua y castellano, consideraba que era indispensable que sus hijos hablaran
los tres idiomas: Es muy necesario para ellos
siendo profesores les mandan al lado aymara
o al lado quechua y no van a saber dialogar.
Otro poblador, autocalificado como quechua,
pensaba que para una oportunidad de trabajo es requisito que se pueda hablar los tres
idiomas. El alcalde de Azngaro consideraba
que el quechua sirve para comunicarse en el
campo, con la gente humilde y recordaba que
saber ese idioma le haba permitido acercarse
a la poblacin durante su campaa poltica. El
director de una escuela de Huancan nos dijo
que saber las lenguas es importante [...] debe
ser parte de la formacin del educando y parte
de la formacin profesional [...] en todos los
campos. Un abajo necesita hablar aymar, un
ingeniero necesita hablar aymar o quechua,
depende del lugar donde se desempee su profesin.
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--Todos mis hijos son quechuista, me estn pidiendo que les ensee aymara. Hay
confusin en la escritura. Por ejemplo,
cuando el profesor dicta una oracin: la
vaca come pasto, los nios ponen la,
en castellano, waca ponen en quechua
y comen pasto ponen en castellano.
Entonces hay confusin. Se confunden
porque la enseanza es bilinge.
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En la escuela
Como ya se ha sealado anteriormente,
la escuela es un espacio comprometido con los
procesos de cambios culturales y tnicos en el
pas. Por un lado, la escuela oficial impone el
castellano (las experiencias de Educacin Bilinge e Intercultural son an experimentales,
focalizadas geogrficamente y centradas en la
educacin primaria) e impone modelos culturales ajenos a las realidades de reas como Puno.
Desde la escuela oficial tampoco se hace un
esfuerzo consciente por tratar los temas de la
diversidad tnica y cultural en la sociedad en
general, en la regin, ni en las propias aulas.
La escuela se maneja sobre el supuesto
de igualdad entre los estudiantes. Este aparente
afn democratizador forma parte de los proyectos homogenizadores, tanto liberales y progresistas, que han negado la diferencia cultural
y tnica. El afn es de transmitir conocimientos supuestamente neutros culturalmente, pero
que terminan por imponer modelos de vida y
de identificacin considerados nacionales o
universales a expensas de los conocimientos
e identidades alternativas. Negar las diferencias
existentes en la propia poblacin estudiantil
slo tiene sentido como parte de un proyecto
cuyo objetivo es homogenizador. En el caso de
Puno, a pesar de que los directores y maestros
de las escuelas privadas y pblicas saben que su
alumnado es diverso, no abordan directamente
esos temas. Como nos manifestaba una alumna de una escuela estatal de Puno, participante
en un grupo focal, a los alumnos nadie nos
ha preguntado de dnde venimos, qu idioma
hablamos. Un profesor de un colegio estatal
de Huancan expresaba de manera inigualable
el empeo homogenizador de la escuela: todos nos sometemos al castellano, todos vamos
a tener el mismo aprendizaje
Como hemos visto anteriormente, los
profesores no saben bien la composicin de
sus estudiantados. Un profesor de un colegio
privado de Puno deca que en su plantel los
alumnos mayormente son hispanohablantes.
Si hay quechuas y aymaras no lo manifiestan.
Con ello, el profesor admite que la etnicidad y
la diversidad cultural son asuntos personales,
no de la competencia de la escuela.
Eso no quiere decir, sin embargo, que estos temas no formen parte de la vida cotidiana
en el ambiente escolar. Ms an, no fomentar
activamente un clima de tolerancia y respeto
por las diferencias culturales, tnicas y fsicas,
y proponer modelos homogenizadores, hacen
que el ambiente escolar cotidiano e informal sea
particularmente propicio para que estos temas
aparezcan sin control. Es en las escuelas donde
la informacin obtenida se refiere a maltratos,
burlas, insultos, discriminacin en contra de
cualquier rasgo considerado indgena, quechua
y aymara, y donde ms hemos encontrado referencias a la vergenza de ser considerado de
esas categoras.
Es poco lo que pueden hacer los profesores para ir en contra de esta situacin. A
pesar de que algunos mencionaron que la ley
les faculta a disponer del treinta por ciento de
del programa para corregir las deficiencias
etnocntricas y centralistas de los programas
establecidos desde Lima, ellos no han sido preparados para enfrentar y abordar la diversidad.
Fue notorio, por ejemplo, que la opinin predominante entre ellos fuera que los hispanohablantes tenan mejor desempeo, mientras
que los aymaras, y quechuas, especialmente los
recientemente provenientes de medios rurales,
eran ms tmidos, parcos y temerosos. Estas
percepciones no provocan una reflexin profunda sobre los objetivos y mtodos de la escuela, lo que llevara a proponer maneras de
adaptar la escuela a las realidades locales. De
acuerdo con la informacin obtenida, lo que
intentan los maestros es de lidiar con los problemas de esos nios, hacindolos adaptarse de
la mejor manera posible a la escuela. Como
lo expres inigualablemente un maestro de una
escuela particular de Azngaro respecto a los
nios que vienen del medio rural y estn con
el idioma quechua, el primer problema que enfrenta el maestro es hacerlo entender el castellano. Como vemos, el problema se centra en
el alumno y no en la escuela. Un maestro de
un plantel particular de Huancan consideraba
que, en secundaria no hay mucho problema [...
en primaria] estn los problemas con alumnos
que no hablan castellano. En contraposicin,
en secundaria ya todos se desenvuelven. En
otras palabras, el ideal homogenizador ya est
cumplido luego de una permanencia de varios
aos en el plantel escolar.
Con su mejor intencin, en casos los
profesores intentan crear una atmsfera menos
traumtica para los alumnos discriminados. En
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En Puno es comn utilizar la denominacin de quechuista de manera alternativa a quechua y aymarista de manera alternativa a
aymara. Estas formas no conllevan una carga valorativa adicional.
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Reflexiones finales
Los profundos cambios por los que
atraviesa la poblacin punea, entre cuyas
causas se encuentra las migraciones hacia las
ciudades, la expansin de la escuela, los medios de comunicacin de masas y el mercado,
vienen generando un panorama de intensa interculturalidad que se expresa en la convivencia de mltiples aspectos culturales (sistemas
simblicos, tecnologas, cdigos y normas de
comportamiento, modos de vida, valores) de
distintas vertientes. Estas transformaciones
tienen impactos diferenciados en los distintos
sectores sociales (rurales, urbanos, grupos etreos), creando situaciones en las que es imposible hablar de la existencia de una pureza
cultural aymara, quechua, o hispana. Por lo
mismo, dichas etiquetas, que pretenden aludir
a identidades fijas, son referentes relativos en
una realidad cultural e identificatoria variada y
mltiple.
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ras y lenguas. Es tal subalternizacin (marginacin y discriminacin estructural y cotidiana) la que hace que el equilibrio sea difcil de
conseguir.
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titucin Poltica establece el carcter multicultural y plurilinge del pas y la Ley de Reforma
Educativa de 1994 establece que la Educacin
Intercultural Bilinge es una poltica de Estado.
En Per se ha aprobado una ley en contra de la
discriminacin, y su Constitucin Poltica tambin reconoce la diversidad cultural del pas.
Estos avances a nivel legal no han logrado, sin embargo, plasmarse en un cambio en
las condiciones de marginacin y discriminacin de las mayoras de los cuatro pases, siendo an cambios formales de difcil implementacin prctica. De otro lado, muchos de esos
cambios legales se deben en parte a la presin
ejercida por los propios pueblos indgenas, especialmente de Ecuador, Bolivia y Guatemala,
pases en donde los movimientos indgenas han
logrado convertirse en actores sociales y polticos con un peso sin precedentes. Como veremos en adelante, las diferencias fundamentales
entre los pases en donde se realiz este estudio se vinculan a la creciente influencia de los
movimientos indgenas en las arenas polticas y
culturales de esos pases; son los movimientos
indgenas quienes van logrando, no sin contradicciones y obstculos, redefinir las percepciones sobre las poblaciones indgenas y, con ello,
ir cambiando las dinmicas de identificacin y
el establecimiento de fronteras.
Encontramos que los temas de identidad
tnica atraviesan las relaciones sociales en los
cuatro pases en los que se realiz el estudio.
Los profundos cambios sociales que se vienen
operando a escala mundial y que impactan las
sociedades estudiadas a niveles macro sociales
y locales hacen que el tema de la identidad sea
relevante no solo a nivel social y grupal, sino
tambin personal; los imperativos culturales,
econmicos y sociales del mundo contemporneo hacen cada vez ms difcil ubicarse socialmente mediante la utilizacin de etiquetas
tnicas rgidas que connotan aislamiento cultural e identificatorio: cada vez parece ms difcil
atribuir etiquetas que nos definan enteramente.
Al mismo tiempo que los cambios producen
cierta incertidumbre tnica, exigen reflexionar
acerca de la convivencia e interrelacin de vertientes culturales diferentes, tanto para crear
una atmsfera social de respeto y unidad, sino
tambin para forjar sujetos reconciliados con
su propia diversidad cultural.
Encontramos tambin que nuestras sociedades continan atravesadas por desigualdades no solamente econmicas, sino tambin
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Reflexiones sobre
identidad tnica
Nuestros trabajos de campo muestran
que existen etiquetas tnicas construidas histricamente y que pretenden dar cuenta de las
diferencias culturales y de identificacin de manera comprensiva. Pero las etiquetas varan de
acuerdo a quien haga la clasificacin: mientras
que los indgenas del Quich, en Guatemala,
establecen diferencias entre kiches, kaqchiqueles, ixiles, sakapultekos y uspantenkos, para una
persona autodenominada ladina, toda esta
variedad cultural y tnica est agrupada en la
etiqueta indgena. Esto es as porque, como
mencionamos en el marco terico de esta investigacin, la etnicidad est vinculada a la manera en que establecemos un sentido de nosotros: mientras que los pobladores indgenas
del Quich construyen nociones de pertenencia
que distinguen variaciones culturales y lingsticas entre todos esos grupos, los ladinos, a su
vez, han construido una nocin de pertenencia
que los separa de todos los grupos indgenas
por igual. Estas nociones son variables: los
pueblos kiches, kaqchiqueles, ixiles, sakapultekos y uspantenkos tambin han construido la
nocin de pueblos originarios para agruparse entre s y, mediante esa construccin de un
sentido de pertenencia ms amplio, luchar por
sus derechos como conjunto ante la sociedad
guatemalteca. Desde la ciudad de Puno, Per,
se identifica a toda la provincia de Azngaro
como quechua, mientras que en la ciudad
de Azngaro, los entrevistados sealaban que
quechuas eran solamente quienes vivan en,
o provenan de, las zonas rurales de la provincia. En las zonas rurales de Azngaro, a su vez,
los pobladores distinguen entre quienes son
quechuas y quienes son hispanohablantes,
lo cual pone en relieve el carcter situacional de
las categoras tnicas: ellas no aluden a naturalezas estables, sino a situaciones concretas en
diferentes interrelaciones sociales.
Los cambios culturales a los que hacamos mencin anteriormente complejizan la
situacin, puesto que inclusive las zonas ms
remotas en donde realizamos este estudio estn
expuestas a influencias culturales diversas, en
movimientos indgenas en esos pases tampoco implica una vuelta al pasado prehispnico:
los imperativos de desarrollo e integracin al
mundo moderno estn siempre presentes y
plantean retos sobre qu es ser indgena.
Esta encrucijada est presente en todos
los pases: las etiquetas de identificacin son
menos estables y menos comprensivas. As,
en Puno, Per, encontramos que para algunos
entrevistados es difcil utilizar las categoras de
quechua, aymara o hispanohablante para
autodenominarse. Un entrevistado, por ejemplo, puede sentir que proviene de una familia
culturalmente aymara, pero que, por su propia historia de vida es culturalmente hispano.
Una joven de Quich, en Guatemala puede ya
no hablar kich y haber dejado el traje indgena
y, en ese trnsito, ladinizarse, mientras que
puede ser tratado en algunas circunstancias
como indita. En la ciudad de Potos, Bolivia,
la situacin de cambio cultural hace que sea
difcil de establecer fronteras entre indgenas
y no indgenas2, mientras que profesionales
modernos en Guatemala y Ecuador pueden
reinvindicar su carcter de indgena aunque
no hablen idiomas indgenas y estn integrados
cultural, social y econmicamente a la sociedad
nacional. Todas estas situaciones indican que
las etiquetas son complejas y de contenidos diversos: pueden aludir a bagajes culturales, o a
categoras de identificacin.
Establecimiento de fronteras
Mientras que es difcil establecer quin
es quin, los estereotipos que estn adheridos a
las etiquetas tnicas son bastante ms rgidos y
muestran que lo indgena sigue siendo considerado mayormente inferior. En los cuatro pases
existen concepciones histricamente establecidas sobre cmo son los indgenas: desaseados, rurales, haraganes, menos inteligentes, etc.
En general, lo indgena est simblicamente
vinculado al pasado y se le ve como incompatible con el mundo moderno, con el progreso y el
desarrollo. Estas percepciones guan las actitudes hacia lo indgena y se expresan en maltratos
y discriminacin en las interacciones sociales,
tanto a nivel macro como cotidianas. Hay que
sealar, sin embargo, que estas percepciones y
actitudes no solamente se dirigen desde los sec-
Las culturas puras, sin embargo, nunca han existido, pues las interacciones culturales son parte intrnseca de la historia de la humanidad.
Informe de Bolivia.
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Conflictos
Hemos Encontrado mltiples conflictos derivados de la situacin de subalternizacin de las poblaciones indgenas. Ya hemos
mencionado las percepciones negativas sobre
lo indgena en los cuatro pases en los que se
realiz el estudio. En todos los mbitos encontramos estereotipos racistas, burlas y malos
tratos, as como vergenza, sentimientos de
minusvala o de rebelda entre quienes sufren
de discriminacin. Muchas de las situaciones
narradas aluden a malos tratos en dependencias
del Estado, lo cual subraya la marginacin de lo
indgena de parte de la sociedad nacional. En
otros casos, las discriminaciones y maltratos se
dan en interacciones cotidianas, muchas veces
de manera sutil en inclusive paternalista y hasta
diplomtica. El mundo laboral es frecuentemente aludido como un mbito en el que se da
discriminacin.
Tambin hemos notado la mayor discriminacin hacia las mujeres indgenas, sobre quienes recaen, potencindose, prejuicios racistas y
etnocntricos, con concepciones de gnero.
Los informantes de todos los pases han
compartido situaciones de maltrato y desprecio
cotidiano. Pero este maltrato no slo proviene de poblaciones sin ningn bagaje indgena.
Como anotbamos anteriormente, personas
que tienen rasgos fsicos que podran considerarse indgenas, o que comparten caractersticas
culturales indgenas tambin muestran racistas
y etnocentristas frente a lo indgena.
Estos fuertes prejuicios hacen que muchas personas sientan vergenza en relacin
con sus rasgos fsicos o culturales. La vergenza ha sido la expresin de conflicto ms encontrada en nuestro estudio. Siempre referida en
tercera persona, la vergenza hace que muchas
personas intenten presentarse como no indgenas, ocultando sus rasgos fsicos, o haciendo un
esfuerzo para no revelar, por ejemplo, un acento o interferencia lingstica que delate procedencia indgena. La vergenza, producto de la
marginacin y discriminacin, tiene como correlato el hecho de que muchos padres de familia prefieran que sus hijos no hablen las lenguas
indgenas, o que pongan a sus hijos nombres
hispanos o anglos para que no sean maltratados. Un alumno de una escuela del Quich sealaba que tengo una amiga indgena pero ya
no habla el idioma kich, simplemente porque
le dejaron de ensearle en su casa porque se
avergenzan o porque ellos ya no lo quisieron
aprender. En el caso de Guatemala, pas que
sufriera una cruenta guerra civil con rasgos de
genocidio tnico, muchos jvenes han dejado
de asumir caractersticas culturales que los distinguen como indgenas.
indgena, pero mayormente vinculados al pasado: los rasgos culturales indgenas parecen no
ser tan apreciados por su valor intrnseco e inclusive prctico, sino que es considerado un rezago de un pasado an no superado. En Puno,
Per, esto se traduce en discursos valorativos
sobre el imperio de los Incas. En Guatemala,
hemos encontrado testimonios que vinculan lo
indgena con gente antigua, como si lo indgena fuera ms aceptable para las generaciones
mayores, pero no para los jvenes.
Valoracin de culturas y
lenguas indgenas
Como sealamos anteriormente, existen
arraigados prejuicios en contra de lo indgena.
Ellos coexisten con discursos valorativos de lo
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La escuela
La escuela es percibida como un vehculo de progreso tanto a nivel personal, como de
los pases en general. Tambin se supone un
vehculo de democratizacin social que otorga
a todos las herramientas para forjarse su destino individualmente. En nuestros pases, las
marcadas brechas entre las escuelas privadas y
pblicas son testimonio de que este ideal democratizador es poco ms que una ilusin. La
educacin formal, sin embargo, sigue siendo
una aspiracin para la inmensa mayora de la
poblacin. Pero la escuela en nuestros pases
ha sido tambin la herramienta principal de homogenizacin cultural, e histricamente ha sido
el vehculo etnocida de los estados nacionales
en su bsqueda de forjar sociedades integradas. Por lo mismo, la educacin formal se ha
dado, en su inmensa mayora, en castellano, y
los contenidos transmitidos han sido supuestamente universales.
Los resultados de esta investigacin apuntan a que las escuelas tambin constituyen escenarios culturales con dimensiones cognitivas,
afectivas y actitudinales en los que autoridades
escolares y alumnos cotidianamente (re)crean y
establecen rutinas, cdigos y normas -explcitas
o implcitas- que gobiernan sus relaciones. En
otras palabras, las escuelas son microcosmos
en los que se reproducen contenidos culturales
de la sociedad en general. En esos escenarios
culturales, de acuerdo a los datos obtenidos, se
dan varias dinmicas importantes. De un lado,
comprobamos que los contenidos que transmite la escuela en su mayor parte son ajenos
a las realidades culturales de las zonas en las
que se realiz este estudio. De otro, las escuelas albergan a alumnos de diversa procedencia
o de diverso nivel de adaptacin al castellano
y a lo occidental. En tercer lugar, la escuela
es un escenario en donde se dan diversos tipos
de discriminacin y maltrato, especialmente a
alumnos que son considerados indgenas.
Por ltimo, comprobamos que la escuela, en
trminos generales, descuida la dimensin intercultural, tanto en relacin con la sociedad en
general, como en relacin a la diversidad cultural en la propia aula.
Las escuelas en las zonas estudiadas son
mbitos multiculturales, ya sea porque a ellas
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Lineamientos
Teniendo en cuenta los resultados de esta
investigacin, proponemos la construccin de
una escuela que valore la interculturalidad a nivel
grupal e individual, es decir, que los procesos de
socializacin que tienen lugar en el mbito escolar impulsen el desarrollo de los valores bsicos
de libertad, tolerancia, solidaridad, autonoma,
afectividad y respeto a uno mismo y al otro en
ambos niveles. Para ello, creemos que el primer
paso que debe darse es reconocer la necesidad
de que los temas de la diversidad cultural y tnica
sean discutidos por las autoridades vinculadas a
la educacin. Se requiere de una toma de conciencia de que la escuela no slo es un mbito
de transmisin de conocimientos sino tambin de valores y, por lo tanto, una herramienta
para la formacin de sociedades reconciliadas
en la diferencia. La toma de conciencia implica
entender que las culturas indgenas son valiosas
no slo por su carcter ancestral, sino tambin
por su valor actual como medios vlidos de conocer, sentir, y actuar en el mundo. Debemos
remarcar que la cultura no es un inevitable rezago del pasado, sino que va cambiando y reformulndose de acuerdo a las condiciones en las
que se desarrolla. Esto implica entender que no
existen culturas estticas: las culturas siempre
estn en constante construccin, adaptndose
a nuevas circunstancias. Uno de los aspectos
constatados por esta investigacin es la vinculacin que se establece entre las culturas indgenas y el pasado. Se mantiene la idea de que
esas culturas son similares a piezas de museo y
no parte de la vida cotidiana de personas concretas y actuales. Por ello, se debe enfatizar en
la actualidad de las culturas, su carcter prctico
y cotidiano no folklrico.
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bitrario y generalizador y que determinan juicios a priori sobre los dems, impidiendo la
comunicacin efectiva. Las autoridades deben
tomar conciencia de cmo los prejuicios y la
discriminacin se manifiestan en la sociedad en
general y en los propios planteles.
A este proceso de reflexin de las autoridades educativas debe seguir un trabajo de
reflexin con maestros y centros de formacin
de docentes para elaborar estrategias de tratamiento de esos temas en las escuelas. Creemos
que estos procesos de reflexin deben realizarse
a niveles locales, tomando en cuenta las particularidades de cada escenario local y escolar.
Proponemos talleres vivenciales en los que los
propios maestros vayan tomando en cuenta estos temas a partir de su propia realidad. Los
propios maestros son variados culturalmente y
los talleres pueden servir para que reflexionen
sobre la relevancia de estos temas en sus propias
vidas. De lo que se trata es de empezar una labor de sensibilizacin para que el tema se vuelva
relevante para la vida cotidiana en las escuelas.
Creemos que se debe conocer las particularidades culturales de cada plantel y cada aula.
Los contextos educativos no son todos iguales
y el tratamiento de estos temas debe variar en
cada contexto. Los maestros deben ser especialmente sensibles en cuanto a la diversidad
cultural en sus aulas y en relacin con las situaciones de marginacin y discriminacin que sucedan en ellas. En muchos casos, nuestro estudio ha constatado que la escuela funciona como
si la diversidad cultural y la discriminacin no
existieran. En casos, slo se le toma en cuenta
cuando existen alumnos con dificultades para
el aprendizaje derivadas de su escaso dominio
del castellano. Creemos que este no es el nico
caso de diversidad cultural que merece atencin
y que el objetivo no debe ser, simplemente, que
el alumno se adapte al contexto educativo imperante, dejando atrs su timidez.
Estos temas no slo deben formar parte
de los contenidos curriculares como materias en
s mismas. Las autoridades educativas deben desarrollar estrategias cotidianas para abordarlos y,
adems, para resolver las situaciones de discriminacin que se manifiesten en el plantel. No
se trata de pensar en castigos, sino de fomentar
una atmsfera de respeto que redunde en mejores posibilidades de integracin entre los alumnos y en mejores procesos de aprendizaje.
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