Caperucita

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 2

Cuatro versiones apcrifas de Caperucita Roja

(Publicado en la revista Mengano - 1975)

Jorge Luis Borges


Sabe, Borges? En este jardn de senderos que se bifurcan, tuvo lugar aquella masacre. Pngale ao
1608, o 1609, hacia el final del verano...
Record que las Prosas Galcticas del Nomen, recopiladas por Gerfrid Von Gentzungen en la Abada
de Maguncia, incluan una referencia al hecho. En 1789, el ya anciano bibliotecario del Archivo de
Northumbria intent sin xito evidenciar la invalidez de los datos. Pero las pruebas aportadas por un
pergamino flamenco en poder de los Cofrades del Trinken, poderosa logia que dominaba a la sazn los
feudos del valle del Danubio, confirmaron el texto original. Cuatro pginas escritas en dialecto
snscritoarameo, traducidas al flamenco tal vez por Franz Van Achesaan en su lgubre bohardilla de Van
Luyt al 2300.
La llamada Caperuza.Encarnada, Borges, es la Caperucita Roja que le digo. Una nia tan regordeta
como despiadada, que supo ser concubina de muchos leateros de la zona. Quiere un amargo?
El anciano guard silencio por los instantes necesarios para alcanzarme el mate. Un porongo oriental,
emboquillado en oro, con los inconfundibles signos de haber pasado por la estancia de Surez, en las
barrancas de San Gregorio.
Aquella nia sali una clara maana y nunca volvi. Pero no fue un lobo, como ms tarde se dijo. Lo
recuerdo con toda precisin: un toro grande, mestizo de Shorthorn y Giol, atravesando como una centella la distancia verde. Un bulto rojo saltando por el aire con un aullido inexplicable. Tremendo, Borges, le
aseguro. Pero quiere que le diga la verdad? No me import ni esto.

Eduardo Gudio Kieffer


Caperucita Roja, Encarnada, Colorada, Carmn, Purprea, Vermellnica, sali de su casita una maana
prstina, endcrina, achaparrada, rupestre, cacodemnica, con la canastita de los mandados apretada
bajo el apndice brazal izquierdo. Su paso era rpido,gil, rtmico, estlido, caritide, pentgono.
La abuelita, nona, viejae mierda, decrpita, caduca, le haba encargado las vituallas para el entronque
del invierno con la supina primavera: dos panes de manteca, una onza de azcar morena, tasajo y
quesiIlos de cabra piamontesa, calabresa, gijonesa.
La, puerta de la cabaa sacudise al rato estrnficamente. Un enorme lobuno, de alargados pednculos
pilosos, salt sobre la anciana y la devor con ansia, gula, impudicia, catatonia, menopausia, neurastenia.
Cuando la nia volvi, el familiar, querido, arrugado rostro de la madre de su madre, haba cambiado,
trocado sus rasgos. Aquellos dientes agudos, afilados, puntiaguetes, sarrosos, piorreicos, diferan notablemente con los incisivos, molares, premolares postizos que tan bien ella conoca.
Salt el mamfero carncero sobre Ia empulpada prvula y le comi cabeza, tronco y extremdades en
menos que un santiamn, santiemn, santamin. Pero ya se cernan sobre l los peludos Ieadores,
con, pieles profundas y gotas de sudor sobre sus ojos aguerridos, sus troqueladas napias. Y las hachas
cayeron sobre el malvado, malvolo, maligno, malfico, perverso, taimado, malandrn, bellaco, ruin, vil,
nocivo, hijodeputa, cativo, cobarde, pelandrn, asqueroso, repugnante, catastrfico lobo.
Intil: nieta y abuela estaban irremisiblemente muertas, fnadas, occisas.

Julio Cortzar
Cuando vio salir a la nia, respiro con fuerza. Todo arreglado, pens. Esperar que se interne en el
sendero del bosque, caerle encima. De una simpleza que no admite fallas.
Podra hacerlo sin temblores de pulso? Probablemente s. No coma desde haca seis das, cuando
entr al boliche de Santilln y arras con las milanesas de Iomo. Qu tipo, ese SantiIln. Porfiado como
l solo. A toda costa quera cobrarse lo consumido. De no haber sido porque se le encasquill el rifle, no

s qu hubiera ocurrido.
Ah va la nia, con la capita colorada y el canasto. Si le caigo ya, pueden verme desde la posada. Dos,
tres, cuatro metros ms.
Tengo que tratar de no hacer ningn ruido. Eso es. La primera dentellada en la nuca, para que no haya
gritos ni complicaciones.
Ahora.
Un vendaval de dientes y uas cay sobre la desprevenida nia. No lleg a ver a su famlica abuela,
que le desgarraba las carnes y devoraba sus entraas con fruicin.

Hector Gagliardi
En la coqueta casita
de blancas tablas de pino
tienen fijado el destino
la abuela y Caperucita.
Un lobo de grandes dientes
escondido en la espesura
espera, el muy caradura,
que una de las dos se ausente.
Malvado de tomo y lomo,
el lobo bien se relame;
como nosoy un salame,
a la que salga, me como
La nia sale, coqueta,
pintndose los cachetes.
Pero hija de una gran siete!
Se ha trado la escopeta!
Plvora, ruido, balines,
y el lobo sale ah los piques;
la nia, dndose dique;
la abuela teje escarpines.
Termin el verso a los tumbos,
y viene la moraleja;
guarda con nias y viejas
si saben manejar chumbos.

También podría gustarte