Ricoeur, Paul El Conflicto de Las Interpretaciones
Ricoeur, Paul El Conflicto de Las Interpretaciones
Ricoeur, Paul El Conflicto de Las Interpretaciones
Traduccin de
ALEJANDRINA FALCN
Revisin de
PABLO CORONA
PAUL RICCEUR
DE L
EL C NFLICT: ~
S INTERPRET CI NES
~
ermeneuttca
A ENRJCO
CASTELLI
Existencia y hermenutica
Me propongo explorar aqu las vas abiertas a la filosofa contempornea por lo
que podra llamarse e/ injerto del problema hermenutico en el mtodo fenomenolgico. Me limitar a esbozar una breve recapitulacin histrica, antes de emprender la investigacin propiamente dicha, la cual debera ofrecer, a su trmino al .m enos, un sentido aceptable de la nocin de existencia, un sentido en el
que, precisamente, se expresara la renovacin de la fenomenologa por la hermenutica.
El origen de la hermenutica
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EXISTENCIA Y HERMENf.UTICA
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la comprensin, la cual va desde una vida psquica hasta una vida psquica
ajena; de esta manera, el problema hermenutico queda situado del lado de la
psicologa: para un ser finito, comprender es transportarse a otra vida; as, la
comprensin histrica pone en juego todas las paradojas de la historicidad:
cmo puede entender histricamente la historia un ser histrico? A su vez,
estas paradojas conducen a una problemtica mucho ms fundamental: cmo
la vida, expresndose, podra objetivarse? Cmo, objetivndose, da lugar a significaciones susceptibles de ser retomadas y comprendidas por otro ser histrico que sobrelleva su propia situacin histrica? Un importante problema, que
volveremos a hallar al trmino de nuestra investigacin, se plantea aqu: el de la
relacin entre la fuerza y el sentido, entre la vida portadora de significacin y el
espritu capaz de encadenarlos en una serie coherente. Si la vida no es originariamente significante, la comprensin se vuelve para siempre imposible; pero,
para que esta comprensin se establezca, no habra que volcar en la vida misma
esta lgica del desarrollo inmanente que Hegel llamaba concepto? No habra
que adjudicarse subrepticiamente todos los recursos de una filosofa del espritu, en el momento en que se hace filosofa de la vida? sta es la dificultad ms
importante que puede justificar que se busque en la fonomenologla la estructura
de recepcin o, para retomar nuestra imagen inicial, la joven planta sobre la
cual se podr injertar el brote hermenutico.
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En primer lugar, quiero hacerle plena justicia a esta ontologa de la comprensin, antes de decir por qu propongo seguir un camino ms indirecto y
ms trabajoso, que ya ha sido iniciado por las reflexiones lingsticas y semnticas.
Si comienzo por este acto de ecuanimidad con respecto a la filosofa de Heidegger,
es porque no la considero una solucin adversa; su Analtica del Dasein no es el
otro trmino de una alternativa que nos obligara a elegir entre una ontologa
de la comprensin y una epistemologa de la interpretacin. La va larga que
propongo tambin tiene por ambicin dirigir la reflexin al plano de una ontologa; pero lo har gradualmente, siguiendo las exigencias sucesivas de la semntica( 3) y, luego, de la reflexin( 4). La duda que planteo al final de este
prrafo se extiende slo sobre la posibilidad de hacer una ontologa directa,
sustrada desde el comienzo a toda exigencia metodolgica y, en consecuencia,
tambin sustrada al crculo de la interpretacin, del cual ella misma hace la
teora. Sin embargo, es el deseo de esa ontologa el que mueve la empresa aqu
propuesta y el que le permite no empantanarse en una filosofa lingstica a la
manera de Wittgenstein, ni en una f.tlosofa reflexiva de tipo neokantiana. Mi
problema ser precisamente ste: qu le sucede a una epistemologa de la interpretacin, surgida de una reflexin sobre la exgesis, sobre el mtodo de la
historia, sobre el psicoanlisis y la fenomenologa de la religin, etctera cuando es alcanzada, animada y, si se me permite decir, aspirada por una ontologa
de la comprensin?
Pongmonos, entonces, frente a las exigencias de esta ontologa de la comprenston.
Para entender correctamente el sentido de la revolucin del pensamiento
que sta propone, es necesario remitirse directamente al final del proceso que va
desde las Investigaciones lgicas [Logische Untersuchungen} de Husserl hasta El
Ser y el Tiempo [Sein und Zeit} de Heidegger, a riesgo de tener que preguntarse
luego qu es aquello que, en relacin con esta revolucin del pensamiento,
resulta significativo en la fenomenologa de Husserl. Es necesario, entonces,
considerar en toda su radicalidad la inversin de la pregunta misma, inversin
que pone a la ontologa de la comprensin en el lugar de una epistemologa de
la interpretacin.
Es preciso sustraerse a toda manera erkenntnistheoretisch de plantear el problema y, por consiguiente, renunciar a la idea de que la hermenutica pueda ser
un mtodo adecuado para luchat en pie de igualdad con el de las ciencias de la
naturaleza. Darle un mtodo a la comprensin implica permanecer en el marco
de los presupuestos del conocimiento objetivo y en los prejuicios de la teora
del conocimiento kantiana. Es necesario, entonces, salir deliberadamente del
crculo encantado de la problemtica del sujeto y del objeto, e interrogarse por
.1
EXISTENCIA Y HERMENE.UTICA
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el ser. Pero, para interrogarse por el ser en general, hay que interrogarse primero
por ese ser que es el "ah" de todo ser, por el Dasein. Es decir, por ese ser que
existe al modo de un comprender el ser. Comprender no es ya entonces un
modo de conocimiento, sino ms bien un modo de ser, el modo de ser del ser
que existe al comprender.
Admito perfectamente que se proceda a esta inversin absoluta de la relacin entre comprender y ser; de hecho, cumple el anhelo ms profundo de la
filosofa de Dilthey, en la medida en que, para l, la vida era el concepto ms
importante. En su obra, la comprensin histrica no equivala exactamente a la
teora de la naturaleza: la relacin entre la vida y sus expresiones era ms bien
la raz comn de la doble relacin del hombre con la naturaleza y del hombre
con la historia. Si se sigue esta sugerencia, el problema ya no implica reforzar el
conocimiento histrico frente al conocimiento fsico, sino ahondar en el conocimiento cientfico, considerado en toda su generalidad, para alcanzar un vnculo del ser histrico con la totalidad del ser que sea ms originario que la
relacin sujeto-objeto de la teora del conocimiento.
Si se plantea el problema de la hermenutica en estos trminos ontolgicos,
de qu ayuda podr ser la fenomenologa de Husserl? La pregunta nos invita a
remontarnos de Heidegger a Husserl, y a reinterpretar a este ltimo en trminos heideggerianos. Evidentemente, el ltimo Husserl, el de Krisis, es a quien
primero hallamos en este camino retrospectivo. La fundacin fenomenolgica
de la ontologa se debe buscar, en primer lugar, en su obra. Su aporte a la hermenutica es doble; por una parte, en la ltima fase de la fenomenologa, la
crtica del "objetivismo'' es llevada hasta sus ltimas consecuencias; dicha crtica concierne al problema hermenutico no slo indirectamente, pues cuestiona
a la epistemologa de las ciencias naturales en su pretensin de proveer a las
ciencias humanas el nico modelo metodolgico vlido, sino tambin directamente, dado que discute la empresa diltheyana de proveer a las ciencias del
espritu [Geisteswissenschaften] un mtodo tan objetivo como el de las ciencias
naturales. Por otra parte, la ltima fenomenologa de Husserl articula su crtica
del objetivismo con una problemtica positiva que abre la va hacia una ontologa de la comprensin: esta problemtica nueva tiene por tema la Lebenswelt, el
"mundo de la vida", es decir, una capa de experiencia anterior a la relacin
sujeto-objeto, que proporcion su tema rector a todas las variedades del
neokantismo.
Si bien el ltimo Husserl se inscribe en esta empresa subversiva que apunta
a sustituir una epistemologa de la interpretacin por una ontologa de la comprensin, el primer Husserl, el que va desde las Investigaciones lgicas hasta las
Meditaciones cartesianas, genera fuertes sospechas. Por cierto, fue l quien abri
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EXISTENCIA Y HERMEN~UTICA
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ser- se convierte en una constitucin del ser. Lo que era una paradoja -saber la
pertenencia del intrprete a su objeto- deviene en un rasgo ontolgico.
Tal es la revolucin que introduce una ontologa de la comprensin; el comprender se vuelve un aspecto del "proyecto" del Dasein y de su "apertura al ser".
La cuestin de la verdad ya no es la cuestin del mtodo, sino la de la manifestacin del ser, para un ser cuya existencia consiste en la comprensin del ser.
Sea cual fuere la fuerza extraordinaria de seduccin de esta ontologa fundamental, propongo, no obstante, explorar otra va, articular de otro modo el
problema hermenutico con la fenomenologa. Por qu esta retirada frente a la
Analtica del Dasein? Por las dos razones que presento aqu: con la manera
radical de interrogar de Heidegger, los problemas que pusieron en marcha nuestra
investigacin no slo permanecen irresueltos, sino que adems se pierden de
vista. Cmo dar, preguntbamos, un organon a la exgesis, es decir, a la inteligencia de los textos? Cmo fundar las ciencias histricas frente a las ciencias de
la naturaleza? De qu modo arbitrar en el conflicto de las interpretaciones
rivales? Estos problemas no son considerados por una hermenutica fundamental; esto es as de manera intencional: esta hermenutica no est destinada
a resolverlos, sino a disolverlos; de hecho, Heidegger se neg a considerar cualquier problema particular referido a la comprensin de tal o cual ente: quiso
reeducar nuestro ojo y reorientar nuestra mirada; quiso que subordinramos el
conocimiento histrico a la comprensin ontolgica, como una forma derivada
de una forma originaria. Pero no nos ofrece ningn medio para demostrar en
qu sentido la comprensin propiamente histrica se deriva de esta comprensin originaria. No ser mejor, de aqu en ms, partir de las formas derivadas
de la comprensin, y mostrar en ella los signos de su derivacin? Esto implica
que tomemos su punto de partida en el plano mismo en que la comprensin se
ejerce, es decir, en el plano del lenguaje.
Esta primera explicacin conduce a una segunda: para que el desplazamiento d(~l comprender epistemolgico al ser que comprende sea posible, sera necesario primero poder describir directamente -sin preocupacin epistemolgica
prev.ia- el ser privilegiado del Dasein, tal como est constituido en s mismo, y
luego recuperar la comprensi6n como uno de estos modos de ser. La dificultad
de pasar del comprender, como modo de conocimiento, al comprender como
modo de ser, radica en esto: la comprensin que resulta de la Analtica del
Dasein es la misma comprensin por la cual y en la cual el ser se comprende
como ser. Acaso no es nuevamente en el lenguaje mismo donde debe buscarse
la pauta de que la comprensin es un modo de ser?
Estas dos objeciones contienen al mismo tiempo una proposicin positiva:
sustituir la va corta de la Analtica del Dasein por la va larga iniciada por los
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anlisis del lenguaje; As, mantendremos constantemente el contacto con las disciplinas que practican la interpretacin de manera metdica y resistiremos a la
tentacin de separar la verdad, propia de la comprensin, del mtotJ puesto en
prctica por las disciplinas provenientes de la exgesis. Si una nueva problemtica
de la existencia ha de ser elaborada, slo podr serlo a partir y sobre la base de la
elucidacin semntica del concepto de interpretacin comn a todas las disciplinas hermenuticas. Esta semntica se organizar en torno al tema central de las
significaciones con sentido mltiple o multvocas, que tambin denominaremos
simblicas (las equivalencias sern justificadas en su momento).
Indico a continuacin la manera en que concibo el acceso a la cuestin de la
existencia por el desvo de esta semntica: una elucidacin simplemente semntica permanece "en el aire" mientras no se muestre que la comprensin de expresiones multvocas o simblicas es un momento de la comprensin de s. De
este modo, el enfoque semntico se encadenar con un enfoque reflexivo. Pero el
sujeto que se interpreta al interpretar los signos ya no es el Cogito: es un existente que descubre, por la exgesis de su vida, que est puesto en el ser aun antes de
que se site y se posea. As, la hermenutica debera descubrir un modo de existir
que fuese, de cabo a cabo, ser-interpretado. Slo la reflexin, al abolirse a s
misma como reflexin, puede guiarnos hacia las races ontolgicas de la comprensin. Pero esto no cesa de acontecer en el lenguaje y mediante el movimiento de la reflexin. Tal es la ardua va que vamos a seguir.
El plano semdntico
Toda comprensin ntica u ontolgica se expresa, ante todo y desde siempre, en
el lenguaje. Por lo tanto, no es en vano buscar del lado de la semntica un eje de
referencia para todo el conjunto del campo hermenutico. La exgesis nos ha
acostumbrado a la idea de que un texto tiene varios sentidos, que esos sentidos se
imbrican el uno en el otro, que el sentido espiritual es "transferido" (los traslata
signa de san Agustn) del sentido histrico o literal, por exceso de sentido de ste.
Schleiermacher y Dilthey nos ensearon igualmente a considerar los textos, los
documentos y los monumentos como expresiones de la vida fijadas por la escritura; la exgesis rehace el trayecto inverso de esta objetivacin de fuerzas de la vida,
primero, en las conexiones psquicas, luego, en los encadenamientos histricos.
Esta objetivacin y esta fijacin constituyen otra forma de transferencia del sentido. Nietzsche, por su parte, trata los valores como expresiones de la fuerza y la
debilidad de la voluntad de poder, que es preciso interpretar. Ms an, en su obra,
la vida misma es interpretacin: la filosofa se convierte as en una interpretacin
EXISTENCIA Y HERMEN~UTICA
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de interpretaciones. Finalmente, bajo el ttulo "trabajo del sueo", Freud ha examinado una serie de procedimientos que se destacan por "desfigurar" (Entstellung)
un sentido oculto, someterlo a una distorsin que, a la vez, muestra y oculta el
sentido latente en el sentido manifiesto; rastre las ramificaciones de esta distorsin en las expresiones culturales del arte, de la moral y de la religin, y constituy
as una exgesis de la cultura comparable a la de Nietzsche. No carece de sentido,
entonces, intentar circunscribir aquello que podra llamarse "el nudo semdntico"
de toda hermenutica, general o particular, fundamental o especial. El elemento
comn, aquel que hallamos en todas partes, desde la exgesis hasta el psicoanlisis, parece ser una cierta arquitectura del sentido, que podemos llamar "doble
sentido" o "sentido mltiple", cuyo papel es, en cada caso, aunque de manera
diferente, mostrar ocultando. Es, pues, en la semntica de lo mostrado y lo ocultado, en la semntica de las expresiones multvocas, donde advierto que este anlisis del lenguaje se afianza.
Por mi parte, luego de haber explorado un sector bien determinado de esta
semntica -el lenguaje de la confesin que constituye la simblica del malpropongo llamar simblicas a estas expresiones multvocas. As, doy a la palabra
"smbolo'' un sentido ms restringido que aquel que le dieron autores que, como
Cassirer, llaman simblica a toda aprehensin de la realidad por medio de signos, desde la percepcin, el mito y el arte hasta las ciencias; y un sentido ms
amplio que el de los autores que, a partir de la retrica latina o de la tradicin
neoplatnica, reducen el smbolo a la analoga. Llamo smbolo a toda estructura
de significacin donde un sentido directo, primario y literal designa por aadidura
otro sentido indirecto, secundario y figurado, que slo puede ser aprehendido a travs del primero. Esta circunscripcin de las expresiones de doble sentido constituye propiamente el campo hermenutico.
A su vez, el concepto de interpretacin tambin recibe una acepcin determinada; propongo darle la misma extensin que al smbolo; decimos que la
interpretacin es el trabajo del pensamiento que consiste en descifrar el sentido oculto en .~1 sentido aparente, en desplegar los niveles de significacin implicados en la
significacin literal; conservo as la referencia inicial a la exgesis, es decir, a la
interpretacin de los sentidos ocultos. Smbolo e interpretacin se convierten
en conceptos correlativos. Hay interpretacin all donde hay sentido mltiple,
y es en la interpretacin donde la pluralidad de sentidos se pone de manifiesto.
Esta doble delimitacin del campo semntico -del lado del smbolo y del
lado de la interpretacin- da origen a un cierto nmero de tareas, de las cuales
me litnitar a realizar un rpido inventario.
En lo que concierne a las expresiones simblicas, la tarea del anlisis lingstico n1e parece doble. Por una parte, se trata de proceder a una enumeracin de
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las formas simblicas tan amplia y completa como sea posible. Esta va inductiva
es la nica accesible en el comienzo de la investigacin, pues la cuestin es,
precisamente, determinar la estructura comn de las diversas modalidades de
expresin simblica. Aqu habra que invocar, sin preocuparse por una precipitada reduccin a la unidad, los smbolos csmicos que revelan una fenomenologa
de la religin, como la de Van der Leeuw, Maurice Leenhardt o Mircea Eliade;
el simbolismo onrico revelado por el psicoanlisis, con todos sus equivalentes
en el folklore, las leyendas, los refranes y los mitos; las creaciones verbales de los
poetas, segn el hilo conductor de las imgenes sensoriales, visuales, acsticas y
otras, o segn la simblica del tiempo y del espacio. A pesar de tener arraigos
diversos en los valores fisionmicos del cosmos, en el simbolismo sexual, en la
imaginera sensorial, todos estos simbolismos advienen en el elemento del lenguaje. No hay simbolismo previo al hombre que habla, aun cuando el poder del
smbolo tenga sus races ms abajo. Es en el lenguaje donde el cosmos, el deseo
y el imaginario acceden a la expresin; siempre es necesaria una palabra para
retomar el mundo y hacer que se convierta en hierofana. Del mismo modo, el
sueo permanecer obturado para todos, en tanto no sea llevado al plano el lenguaje por el relato.
Esta enumeracin de las modalidades de la expresin simblica exige como
complemento una criteriologa cuya tarea consistira en fijar la constitucin
semntica de formas emparentadas, tales como la metfora, la alegora y el smil. Cul es la funcin de la analoga en la "trasferencia del sentido"? Existen
otras maneras de ligar el sentido con el sentido, adems de la analoga? Cmo
integrar los mecanismos del sueo descubiertos por Freud a esta constitucin
del sentido simblico? Pueden superponerse con formas retricas ya establecidas, tales como la metfora o la metonimia? Los mecanismos de distorsin
puestos en juego por aquello que Freud llama el "trabajo de sueo" abarcan el
mismo campo semntico que los procedimientos simblicos revelados por la
fenomenologa de la religin? Tales son las preguntas de estructura que una
criteriologa debera resolver.
Esta criteriologa, a su vez, es inseparable de un estudio de los procedimientos de la interpretacin. En efecto, hemos definido uno por uno el campo de las
expresiones simblicas y el de los procedimientos de la interpretacin. En consecuencia, los problemas que el smbolo plantea se reflejan en la metodologa
de la interpretacin. En efecto, es muy relevante que la interpretacin d lugar
a mtodos tan dispares, incluso opuestos. Hice referencia a la fenomenologa de
la religin y al psicoanlisis; ambos se oponen de la manera ms radical. No hay
nada sorprendente en ello: la interpretacin parte de la determinaci~ mltiple
de los smbolos, de su sobredeterminacin, como se dice en psicoanlisis; pero
Mi~
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El plano reflexivo
El anlisis precedente, consagrado a la estructura semntica de las expresiones
de sentido doble o mltiple, es la puerta estrecha que la hermenutica filosfica
debe atravesar si quiere evitar aislarse de las disciplinas que recurren al mtodo
de la interpretacin: exgesis, historia, psicoanlisis. Sin embargo, una semntica de las expresiones de sentido mltiple no alcanza para calificar a una hermenutica como filosfica. Un anlisis lingstico que tratara las significaciones
como un conjunto cerrado en s mismo, erigira ineluctablemente al lenguaje
en absoluto. Ahora bien, esta hipstasis del lenguaJe niega la intencin fundamental del signo, a saber, la de valer por... , es decir, la de superarse a s mismo y
suprimirse en aquello a lo que apunta. El lenguaje mismo, en tanto medio
significante, pide ser referido a la existencia.
Al hacer esta afirmacin, estamos volviendo a Heidegger: lo que anima el
movimiento de superacin del plano lingstico es el deseo de una ontologa; es
la exigencia que rige un anlisis que permanece prisionero del lenguaje.
Pero cmo reintegrar la semntica a la ontologa sin sucumbir a las objeciones que le hemos hecho a una Analtica del Dasein? La etapa intermedia, en
EXISTENCIA Y HERMENEUTICA
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direccin de la existencia, es la reflexin, es decir, el vnculo entre la comprensin de los signos y la comprensin de s; este s-mismo nos da la posibilidad de
reconocer un extstente.
Al proponer una relacin del lenguaje simblico con la comprensin de s,
aspiro a satisfacer el deseo ms profundo de la hermenutica. Toda interpretacin se propone superar un alejamiento, una distancia, entre la poca cultural
pasada, a la cual pertenece el texto, y el intrprete mismo. Al superar esa distancia, al volverse contemporneo del texto, el exgeta puede apropiarse del sentido: hacer propio lo que le era ajeno, es decir, hacerlo suyo. En este sentido, lo que
persigue es el ensanchamiento de la propia comprensin de s mismo a travs de
la comprensin de lo otro. En consecuencia, toda hermenutica es, explcita o
implcitamente, comprensin de s por el desvo de la comprensin del otro.
No dudo, entonces, en afirmar que la hermenutica debe ser injertada en la
fenon1enologa, no slo en el plano de la teora de la significacin de las Investigaciones lgicas, sino tambin en el plano de la problemtica del Cogito, tal
como sta se desarrolla desde las Ideen 1 hasta las Meditaciones cartesianas. Sin
embargo, tampoco dudo en decir que el injerto transforma a la planta sobre la
cual se ha de injertar el brote hermenutico! Ya hemos visto cmo la introduccin de significaciones equvocas en el campo semntico obligaba a abandonar
el ideal de univocidad preconizado por las Investigaciones lgicas. Es preciso
comprender ahora que al articular estas significaciones multvocas al conocimiento de s mismo, transformamos profundamente la problemtica del Cogito.
Apuntemos rpidamente que, ms delante, esta reforma interna de la filosofa
reflexiva justificar que descubramos en ella una nueva dimensin de la existencia. Pero, antes de decir cmo escalla el Cogito, digamos cmo se enriquece y se
profundiza por este recurso a la hermenutica.
Reflexionemos efectivamente sobre lo que significa el s-mismo de la comprensin de s cuando nos apropiamos del sentido de una interpretacin
psicoanaltica o de la exgesis textual. A decir verdad, no lo sabemos antes, sino
despus, aunque el deseo de comprendernos a nosotros mismos haya guiado
por sf solo esta apropiacin. Por qu es esto as? Por qu el s mismo que gua
la interpretacin slo puede recobrarse como resultado de la interpretacin?
Por dos razones: digamos primero que el famoso Cogito cartesiano, que se capta
directamente en la.prueba de la duda, es una verdad vana en la medida en que es
irrefutable. No niego que sea una verdad; es una verdad que se postula a s misma,
por lo cual no puede ser verificada ni deducida; es, simultneamente, el planteo
de un ser y de un acto, de una existencia y de una operacin de pensamiento; yo
soy, yo pienso; existir, para m, es pensar; existo en tanto que pienso. Sin embargo,
esta verdad es una verdad vana. Es como un primer paso que no puede ser segui-
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do de ningn otro, hasta que el ego del ego cogito no se capte nuevamente en el
espejo de sus objetos, de sus obras y, finalmente, de sus actos. La reflexin es una
intuicin ciega cuando no est mediatizada por lo que Dilthey llamaba las expresiones en las que la vida se objetiva. Para emplear el lenguaje de Jean Nabert, la
reflexin no podra ser ms que la apropiacin de nuestro acto de existir por
medio de una crtica aplicada a las obras y a los actos, signos de ese acto de existir.
As, la reflexin es una crtica, no en el sentido kantiano de una justificacin de la
ciencia y del deber, sino en el sentido en que el Cogito slo puede ser vuelto a
captar por el desvo de un desciframiento de los documentos de su vida. La reflexin es la apropiacin de nuestro esfuerzo para existir y de nuestro deseo de ser
a travs de las obras que dan testimonio de ese esfuerzo y de ese deseo.
Sin embargo, el Cogito no es slo una verdad tan vana como irrefutable; es
preciso agregar que, adems, es como un lugar vaco que ha sido llenado desde
siempre por un falso Cogito. En efecto, hemos aprendido de todas las disciplinas exegticas, y del psicoanlisis en particular, que la conciencia pretendidamente
inmediata es ante todo "falsa conciencia''; Marx, Nietzsche y Freud nos ensefaron a desenmascarar sus astucias. De aqu en ms, ser preciso conectar la crtica de la falsa conciencia con todo redescubrimiento del sujeto del Cogito en los
documentos de su vida; una filosofa de la reflexin debe ser todo lo contrario
de una filosofa de la conciencia.
Este segundo motivo converge con el motivo precedente: no slo el "yo" no
puede volver a captarse ms que en las expresiones de la vida que lo objetivan,
sino que, adems, la exgesis del texto de la conciencia se topa con las primeras
"interpretaciones desviadas" [msinterprtations} de la falsa conciencia. Ahora
bien, desde Schleiermacher, sabemos que hay hermenutica all donde primero
hubo interpretacin desviada.
De este modo, la reflexin debe ser doblemente indirecta; en primer lugar,
porque la existencia slo da testimonio de s mism~ en los documentos de la
vida, pero tambin porque la conciencia es primero falsa conciencia, y por que
siempre hay que elevarse, por medio de una crtica correctiva, desde la comprensin desviada {mcomprhension} a la comprensin.
Al trmino de esta segunda etapa, que denominamos "etapa reflexiva'', quisiera mostrar cmo se han consolidado los resultados de la primera, la que
llamamos "etapa semntica". En la primera etapa tomamos como un hecho la
existencia de un lenguaje irreductible a significaciones unvocas. Es un hecho
que la confesin de la conciencia culpable pasa por una simblica de lamancha, del pecado, de la culpa; es un hecho que el deseo reprimido se expresa en
una simblica que da cuenta de su estabilidad a travs de sueos, refranes, leyendas y mitos; es un hecho que lo sagrado se expresa en una simb6lica de los
EXISTENCIA Y HERMENF.UTICA
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elementos csmicos: cielo, tierra, agua, fuego. Sin embargo, el uso filosfico de
ese lenguaje equvoco queda expuesto a la objecin del lgico, segn la cual el
lenguaje equvoco slo podra alimentar argumentos falaces. La justificacin de
la hermenutica puede ser radical slo si se busca en la naturaleza misma del
pensamiento reflexivo el principio de una lgica del doble sentido. Esta lgica
no es ya una lgica formal, sino una lgica trascendental; se establece en el nivel
de las condiciones de posibilidad: no de las condiciones de la objetividad de
una naturaleza, sino de las condiciones de la apropiacin de nuestro deseo de ser.
Es en este sentido que la lgica del doble sentido, propia de la hermenutica,
puede ser llamada trascendental. Si no se lleva el debate a ese nivel, se puede
acabar en una situacin insostenible: se intentar vanamente mantener el debate en un nivel puramente semntico y darle lugar a las significaciones equvocas
junto a las significaciones unvocas; sin embargo, la distincin de principio
entre dos clases de equivocidad -la equivocidad por exceso de sentido, que
encuentran las ciencias exegticas, y la equivocidad por confusin de sentido,
que persigue la lgica- no puede justificarse nicamente en el plano semntico.
No pueden existir. dos lgicas en el mismo nivel. Slo la problemtica de la
reflexin justifica la semntica del doble sentido.
La etapa existencial
Al trmino de este itinerario que nos condujo desde una problemtica del lenguaje hasta una problemtica de la reflexin, quisiera mostrar cmo podra ser
alcanzada una problemtica de la existencia por va regresiva. La ontologa de la
comprensin, que Heidegger elabora directamente por un sbito vuelco .q ue
sustituye la consideracin de un modo de conocer por la consideracin de un
modo de ser, no podra ser, para nosotros que procedemos indirectamente y por
grados, ms que un horizonte -es decir, una intenci6n-, ms que un dato. Una
ontologa separada est fuera de nuestro alcance: nicamente en el movimiento
de la interpretacin podemos percibir el ser interpretado. La ontologa de la
comprensin permanece implicada en la metodologa de la interpretacin, segn el ineluctable "crculo hermenutico" que el mismo Heidegger nos ense
a trazar. Adems, slo en el marco del conflicto de las hermenuticas rivales
podremos percibir algo del ser interpretado: una ontologa unificada resulta tan
inaccesible a nuestro mtodo como una ontologa separada. En cada caso, cada
hermenutica descubre el aspecto de la existencia que la funda como mtodo.
Esta doble advertencia no debe, sin embargo, desviarnos del objetivo de
exponer los fundamentos ontol6gicos del anlisis semntico y reflexivo que pre-
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cede. Una ontologa implicada, una ontologa quebrada, no deja de ser una
ontologa.
Seguiremos una primera pista, que nos es propuesta por una reflexin filosfica sobre el psicoanlisis. Qu podemos esperar de ste ltimo para una
ontologa fundamental? Dos cosas: primero, una verdadera destitucin de la
problemtica clsica del sujeto como conciencia; luego, una restauracin de la
problemtica de la existencia como deseo.
En efecto, por medio de la crtica de la conciencia, el psicoanlisis apunta
hacia la ontologa. La interpretacin que nos propone de los sueos, las fantasas, los mitos y los smbolos es siempre, en alguna medida, una objecin a la
pretensin de la conciencia de erigirse en origen del sentido. La lucha contra el
narcisismo -equivalente freudiano del falso Cogito- permite descubrir el arraigamiento del lenguaje en el deseo, en las pulsiones de la vida. El filsofo que se
entrega a este rudo aprendizaje es llevado a practicar una verdadera ascesis de la
subjetividad, a dejarse desposeer del origen del sentido; por cierto, este desasimiento no deja de ser una peripecia de la reflexin; pero debe transformarse en
una prdida real del ms arcaico de todos los objetos: el yo. Por lo tanto, es
preciso decir del sujeto de la reflexin lo que el Evangelio dice del alma: hay que
perderlo para salvarlo. Todo el psicoanlisis habla de objetos perdidos que deben volver a encontrarse simblicamente; la filosofa reflexiva debe integrar este
descubrimiento a su propia tarea; hay que perder el yo [moi} para reencontrar el
yo propio [je}. Por esa razn, el psicoanlisis es, si no una disciplina filosfica, al
menos una disciplina para filsofos: el inconsciente obliga al filsofo a tratar el
ordenamiento de las significaciones en un plano que est desfasado respecto del
sujeto inmediato; esto es lo que ensea la topologa freudiana: las significaciones ms arcaicas se organizan en un "lugar, del sentido distinto del lugar en el
que se halla la conciencia. El realismo del inconsciente, el tratamiento topogrfico y econmico de las representaciones, de las fantasas, de los sntomas y de
los smbolos aparecen, finalmente, como la condicin de una hermenutica
liberada de los prejuicios del ego.
Freud nos invita a plantear as, asumiendo nuevos costos, la cuestin de la
relacin entre significacin y deseo, entre sentido y energa, es decir, finalmente,
entre el lenguaje y la vida. ste era ya el problema de Leibniz en la monadologa:
cmo se articula la representacin con la apetencia? Era igualmente el problema
de Spinoza en el libro III de la tica: de qu modo los grados de adecuacin de la
idea expresan los grados del conatus, del esfuerzo que nos constituye? A su manera, el psicoanlisis nos retrotrae a la misma pregunta: cmo se incluye el orden de
las significaciones en el orden de la vida? Esta regresin del sentido al deseo indica
una posible superacin de la reflexin hacia la existencia. Ahora, se justifica una
EXISTENCIA Y HERMEN~UTICA
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EXISTENCIA Y HERMENf:UTICA
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PRIMERA PARTE
Hermenutica y estructuralismo
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HERMENUTICA Y ESTRUCTURALISMO
El nivel hermenutico
A fin de llevar a buen trmino nuestra investigacin, es importante asegurarse
de que, en los tres planos, estemos tratando un mismo problema. Lo he llamado el problema del sentido mltipk. Con este nombre designo un cierto efecto
de sentido segn el cual una expresin, de dimensiones variables, significa una
cosa al mismo tiempo que significa otra cosa, sin dejar de significar la primera.
En el sentido propio de la palabra, es la funcin alegrica del lenguaje (alegora: decir una cosa diciendo otra diferente).
En primer lugar, lo que define a la hermenutica, al menos con respecto a
los otros niveles estratgicos que vamos a considerar, es la extensin de las secuencias con las cuales opera, y que denomino "textos". La idea de una hermenutica, concebida como ciencia de las reglas de la exgesis, se constituy primero en la exgesis de los textos bblicos, luego en la de los profanos. La nocin
de texto tiene aqu un sentido preciso y limitado. En su importante artculo
"Die Entstehung der Hermeneutik'' ["El origen de la hermenutica''], Dilthey
deca: "Llamamos exgesis o interpretacin al arte de comprender las manifestaciones vitales fijadas de manera duradera''; y agregaba: "El arte de comprender gravita en torno a la interpretacin de los testimonios humanos conservados por la escritura''; comentaba adems: "Llamamos exgesis, interpretacin,
al arte de comprender las manifestaciones escritas de la vida." Ahora bien, con
respecto a las secuencias mnimas con las cuales el lingista trabaja, el texto
contiene, adems de una cierta extensin, la organizacin interna de una obra,
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un Zusammenhang, una conexin interna. La primera adquisicin de la hermenutica moderna ha sido plantear como regla general el proceder del todo a la
parte y a los detalles, tratando, por ejemplo, una percope bblica como un
encadenamiento o -para emplear el lenguaje de Schleiermacher- como la relacin entre una forma interior y una forma exterior.
.Para el hermeneuta, es el texto el que tiene un sentido mltiple; el problema
del sentido mltiple slo puede ser planteado, segn ste, si se considera un
conjunto en el cual se articulan acontecimientos, personajes, instituciones, realidades naturales o histricas. Se trata de toda una "economa" -todo un conjunto significante- que se presta a la transferencia de sentido de lo histrico a lo
espiritual. En toda la tradicin medieval de los sentidos mltiples de la Escritura, el cudruple sentido se articula en grandes conjuntos.
Ahora bien, en la actualidad, este problema del sentido mltiple ya no es
slo un problema de la exgesis en el sentido bblico, e incluso profano, de la
palabra. Es, en s, un problema interdisciplinario que quiero considerar primero en un nico nivel estratgico, en un plano homogneo: el plano del texto. La
fenomenologa de la religin a la manera de Van der Leeuw y, hasta cierto
punto, de Eliade, el psicoanlisis freudiano y junguiano (no hago distincin en
este punto), la crtica literaria (nueva o no) nos permiten generalizar la nocin
de texto a conjuntos significantes con otro grado de complejidad que el de la
frase. Voy a considerar aqu un ejemplo suficientemente alejado de la exgesis
bblica como para dar una idea de la amplitud del campo hermenutico: el
sueo es tratado por Freud como un relato que puede ser muy breve, pero que
tiene siempre una multiplicidad interna; segn Freud, se trata de sustituir este
relato ininteligible en una primera escucha por un texto ms inteligible, que
sera al primero lo que lo latente es a lo patente. As, pues, hay una vasta regin
del doble sentido cuyas articulaciones internas dan forma a la diversidad de las
hermenuticas.
Ahora bien, a qu se debe la diversidad de estas hermenuticas? Por una
parte, reflejan diferencias tcnicas: el desciframiento psicolgico es una cosa, la
exgesis bblica es otra. La diferencia radica aqu en las reglas internas de la interpretacin; es una diferencia epistemolgica. Pero, a su vez, estas diferencias de
tcnica remiten a diferencias de proyecto que conciernen a la funcin de la
interpretacin: una cosa es servirse de la hermenutica como un arma de sospecha contra las "mistificaciones" de la conciencia falsa; otra cosa es utilizarla
como preparacin para comprender mejor aquello que una vez vino al sentido,
aquello que una vez fue dicho.
Ahora bien, la posibilidad misma de hermenuticas divergentes y rivales -en
el plano de la tcnica y del proyecto- se debe a una condicin fundamental que,
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HERMENUTICA Y ESTRUCTURALISMO
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Semdntica lexical
El primer cambio de escala es aquel que nos lleva a considerar las unidades lexicales.
Una parte de la herencia saussuriana se localiza aqu, pero slo una parte. En
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HERMENUTICA Y ESTRUCTURALISMO
efecto, consideraremos luego trabajos que parten de la aplicacin del anlisis fonolgico a la semntica y que, para realizarlo, requieren de un cambio de escala
mucho ms radical, puesto que los lexemas -como suele decirse estn an en el
nivel de manifestacin del discurso, como lo estaban las grandes unidades que
hemos considerado antes. Sin embargo, una cierta descripcin e, incluso, una
cierta explicacin del simbolismo pueden ser llevadas a este primer nivel.
Primero, una cierta descripcin.
En semntica lexical, el problema del sentido mltiple puede, en efecto, ser
circunscripto como polisemia, es decir, como la posibilidad que tiene un nombre (adopto aqu la terminologa de S. Ullmann [1959]) de tener ms de un
sentido. Es posible describir este efecto de sentido en los trminos saussurianos
de significante y significado (Ullmann hubiese escrito: del nombre y del sentido); as, ya est excluida la relacin con la cosa, aunque Ullmann no elija en
absoluto entre la transcripcin del tridngulo bdsico de Ogden-Richards (smbolo-referente-referencia), y el anlisis saussuriano en dos niveles {luego veremos
por qu: la clausura del universo lingstico no llega a ser total en ese nivel}.
Continuamos la descripcin en trminos saussurianos, distinguiendo una definicin sincrnica y una definicin diacrnica del doble sentido. Definicin sincrnica: en un estado de lengua, una misma palabra tiene varios sentidos; estrictamente hablando, la polisemia es un concepto sincrnico; en diacrona, el sentido mltiple se llama cambio de sentido, transferencia de sentido. Sin duda, es
necesario combinar las dos aproximaciones para obtener una visin global del
problema de la polisemia en el nivellexical, ya que los cambios d~ sentido tienen
su proyeccin sincrnica en el fenmeno de la polisemia, es decir, que lo viejo y
lo nuevo son contemporneos en un mismo sistema. Adems, los cambios de
sentido deben ser tomados como guas para desenredar la madeja sincrnica. Por
el contrario, un cambio semntico aparece siempre como una alteracin en un
sistema precedente: si no se conoce el lugar de un sentido en un estado de sistema,
no se tiene idea de la naturaleza del cambio que afecta al valor de ese sentido.
Finalmente, podemos avanzar en la descripcin de la polisemia y adentrarnos
an ms en el camino saussuriano, considerando el signo ya no como la relacin interna de un significante y un significado, de un nombre y un sentido
(esto era necesario para definir formalmente la polisemia), sino en su relacin
con los otros signos. Recordemos la idea rectora del Curso de lingstica general:
tratar los signos como diferencias en un sistema. En qu se convierte la polisemia
si se la vuelve a ubicar en esta perspectiva, que ya es la de una lingstica estructural? As, se arroja una luz sobre lo que se podra denominar el carcter funcional de la polisemia; pero slo una primera luz, pues an estamos en el plano de
la lengua, y el smbolo es un funcionamiento del habla, es decir, una expresin
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HERMENUTICA Y ESTRUCfURALISMO
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embargo, puede suceder que la oracin est construida de tal modo que no logre
reducir a un uso monosmico el potencial de sentido, sino que mantenga, o in-cluso cree, la competencia entre diversos lugares de significacin. Mediante diversos procedimientos, el discurso puede realizar la ambigedad, que se manifiesta
como la combinacin de un hecho de lxico, la polisemia, y de un hecho de
contexto: la libertad de realizarse en una misma secuencia, otorgada a ciertos
valores distintos o incluso opuestos de un mismo nombre.
Al trmino de esta segunda parte, propongo hacer un balance.
Qu hemos ganado al trasponer al plano lxico los problemas hallados en el
plano hermenutico? Qu hemos ganado y qu hemos perdido?
Hemos ganado, sin duda, un conocimiento ms exacto del simbolismo: ste
se presenta ahora como un efecto de sentido, observable en el plano del discurso, pero edificado sobre la base de un funcionamiento ms elemental de los
signos. Este funcionamiento estaba vinculado a la existencia de un eje de la
lengua distinto del eje de la linealidad, sobre el que se ubican solamente los
encadenamientos sucesivos y contiguos del orden de la sintaxis. La semntica y,
en particular, el problema de la polisemia y de la metfora, han obtenido as el
derecho de ciudadana en la lingstica. Al recibir un estatuto lingstico determinado, el proceso en cuestin adquiere un valor funcional; ni la polisemia es
un fenmeno patolgico en s mismo, ni el simbolismo es un ornamento del
lenguaje; polisemia y simbolismo pertenecen a la constitucin y al funcionamiento de todo lenguaje.
Hasta aqu, lo adquirido en el orden de la descripcin y de la funcin. Pero
la inscripcin de nuestro problema en el plano de la lingstica tiene un reverso:
la semntica ciertamente ha quedado incluida en la lingstica, pero a qu
precio? A condicin de mantener el anlisis en la clausura del universo lingstico. Si bien esto no ha sido mostrado por nosotros, se lo puede ver con claridad
restituyendo ciertos rasgos del anlisis de Jakobson, que fueron omitidos en la
resea anterior. Para justificar el carcter intrnsecamente lingstico de la semntica, Jakobson acerca el punto de vista de Saussure sobre las relaciones
asociativas (o, en su lenguaje, sobre el eje de sustitucin) al de Charles Sanders
Peirce sobre el notable poder de los signos para interpretarse mutuamente. Es
sta una nocin de la interpretacin que nada tiene que ver con la exgesis:
segn Peirce, todo signo requiere, adems de dos protagonistas, un interpretante.
La funcin de interpretan te es cumplida por otro signo (o conjunto de signos)
que desarrolla su significacin, y que es susceptible de sustituir al signo considerado. Esta nocin de interpretante, en el sentido de Peirce, coincide con la
del grupo de sustitucin de origen saussuriano; pero, al mismo tiempo, revela
su lugar en el interior de un juego de relaciones intralingsticas. Digamos que
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HERMEN~liTICA Y ESTRUCfURALISMO
todo signo puede ser traducido por otro signo en el cual se desarrolla ms completamente. Esto abarca las definiciones, las predicaciones ecuacionales, las circunlocuciones, las relaciones predicativas y los smbolos. Pero qu hemos hecho con esto? Hemos resuelto un problema de semntica con los recursos de la
funcin metalingstica, es decir, segn otro estudio de Jakobson referido a las
mltiples funciones implicadas en la comunicacin, con los recursos de una
funcin que pone en relacin una secuencia de discurso con el cdigo y no con
el referente. A tal punto es cierto esto que cuando Jakobson lleva adelante el
anlisis estructural del proceso metafrico (asimilado, como podemos recordar,
al grupo de operaciones que ponen en juego la semejanza sobre el eje de las
sustituciones), lo desarrolla en trminos de operacin metalingstica. Al
intersignificar, los signos entran en relaciones de sustitucin y se hace posible el
proceso metafrico. De esta forma, la semntica, con su problema del sentido
mltiple, se mantiene en la clausura del lenguaje. No es casual que el lingista
invoque aqu al lgico: "La lgica simblica -comenta Jakobson- no ha dejado
de recordarnos que las significaciones lingsticas, constituidas por el sistema de
relaciones analticas de una expresin con las dems, no presuponen la presencia de las cosas" (1963: 42 [ed. esp.: 32]). No hay mejor manera de decir que el
tratamiento ms riguroso del problema del doble sentido se ha pagado con el
abandono de su orientacin a la cosa. Al trmino de la primera parte, dijimos
que el alcance filosfico del simbolismo se debe al hecho de que en l la
equivocidad del ser se dice gracias a la multivocidad de nuestros signos. Sabemos ahora que la ciencia de esa multivocidad -la ciencia lingstica- exige que
nos mantengamos en la clausura del universo de los signos. No es esto la indicacin de una relacin precisa entre filosofta del lenguaje y ciencia del lenguaje?
Entre la hermenutica como filosofa y la semntica como ciencia?
Vamos a precisar esta articulacin cambiando una vez ms de escala con la
semntica estructural, tal como es practicada no slo en lingstica aplicada,
por ejemplo en traduccin automtica, sino tambin en lingstica terica, por
todo lo que hoy en da lleva el nombre de semntica estructural.
Semdntica estructural
Segn Greimas (1966), tres elecciones metodolgicas rigen la semntica estructural.
Esta disciplina adopta desde un principio el axioma de la clausura del universo
lingstico. En virtud de este axioma, la semntica es tomada a cargo por las
operaciones metalingsticas de traducci6n de un orden de signos a otro orden de
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signos. Pero, mientras que en Jakobson no puede verse cmo se relacionan las
estructuras del lenguaje objeto y las estructuras construidas por el metalenguaje,
aqu los niveles jerrquicos del lenguaje estn muy claramente encadenados. En
primer lugar, tenemos el lenguaje objeto; luego, el lenguaje en el que se describen
las estructuras elementales del anterior; luego, aqul en el que se elaboran los
conceptos operatorios de esta descripcin, y, por ltimo, aqul en el cual se
axiomatiza y se definen los precedentes. Mediante esta clara visin de los niveles
jerrquicos del lenguaje, en el interior de la clausura lingstica, se revela con
mayor claridad el postulado de esta ciencia: las estructuras construidas en el nivel
metalingstico son iguales a las estructuras inmanentes del lenguaje. El segundo
postulado, o eleccin metodolgica, es el del cambio de nivel estratgico del anlisis: tomaremos como referencia no las palabras (lexemas) sino las estructuras
subyacentes, totalmente construidas a los fines del anlisis.
No puedo dar aqu ms que una dbil idea de la empresa: se trata de operar
con una nueva unidad de anlisis el serna- que se toma siempre en una relacin
de oposicin binaria de tipo largo-corto, ancho-estrecho, etctera, pero en un
nivel ms bajo que el lxico. Ningn serna o categora smica, aun si la denominacin ha sido tomada del lenguaje ordinario, es idntico a un lexema manifestado
en el discurso. Ya no tenemos trminos-objeto, sino relaciones de conjuncin y de
disyuncin: disyuncin en dos sernas (por ejemplo: masculino-femenino), conjuncin bajo un nico rasgo (por ejemplo: el gnero). El anlisis smico consiste
en el establecimiento, para un grupo de lexemas, del rbol jerrquico de las conjunciones y disyunciones que agotan su constitucin. Vemos la ventaja para la
lingstica aplicada: las relaciones binarias se prestarn al clculo en un sistema de
base 1 (O, 1), y las conjunciones-disyunciones, a un tratamiento con mquinas
de tipo ciberntico (abierto, cerrado).
Pero la ventaja no es menor para la teora, ya que los sernas son unidades de
significacin construidas a partir de sus estructuras relacionales. El ideal es reconstruir el lxico entero con un nmero mucho menor de estas estructuras elementales de significacin. Si esto se lograra -de hecho, no es una empresa inhumana-, los trminos, en un anlisis exhaustivo, se definiran enteramente como
una coleccin de sernas que no contienen ms que conjunciones-disyunciones y
jerarquas de relaciones; es decir, se definiran como sistemas smicos.
El tercer postulado plantea que las unidades que la lingstica descriptiva
denomina lexemas, y que utilizamos como palabras en el discurso, pertenecen
al plano de manifestacin del discurso y no al plano de inmanencia. Las palabras
-para emplear el lenguaje ordinario- tienen un modo de presencia distinto del
modo de existencia de estas estructuras. Este punto es de gran importancia para
nuestra investigacin, pues lo que hemos considerado como sentido mltiple y
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