El Emperador Esta Desnudo-Libre
El Emperador Esta Desnudo-Libre
El Emperador Esta Desnudo-Libre
l emperador est desnudo...-grit un nio- nos relata el cuento del Hans Christian
embargo,
el
proyecto
de
modernizacin
neoliberal
postul
la
No es cierto que es una tela magnfica? Y el emperador vio con miedo que el no vea
nada, sin embargo, exclam- si, es bellsima, nunca se ha visto nada igual! Y todos exclamaron
con el: ...es bellsima!
Un traje que slo puede ser visto por los inteligentes y capaces: la autonoma escolar
opera
en
las
categoras
del
anlisis
sociopoltico,
la
dialctica
posibilidad/imposibilidad.9
En este sentido, la autonoma - tambin en las instituciones- debe ser pensada
en una tensin que no es lgicamente resoluble, que no implica posicionamiento
esenciales y rgidos de los sujetos, sino que sus posiciones se construyen en relacin (no
previamente) y son abiertas (no definitivas). En suma, si la autonoma es una tensin,
entonces, la autonoma y su contracara, la heteronoma, deben ser pensadas ambascomo posiciones de sujetos polticos. A veces la autonoma en los modos en los que la
enuncia la institucin parecera un modo de contraponerse a los efectos polticos de las
medidas emanadas de la administracin educacional. Sin embargo, debe ser dicho que
se trata de otro ejercicio poltico, es decir se trata de contraponer otra forma de
Tal vez convenga hacer alguna consideracin acerca de la tica y lo moral (en el
sentido ms amplio que la filosofa poltica le dio a estos conceptos). Si los nios
denuncian con su presencia, todo aquello que no ha sido logrado y toda la tarea
pendiente, tal vez nos resta no naturalizar su ausencia en el patio escolar, su actitud
de buscavidas, sus modos de sobrevivir en el naufragio. Volveremos nuevamente al
argumento de Laclau acerca de la estructura del discurso poltico y el mstico. Ha
habido muchas discusiones, en aos recientes, acerca de las consecuencias de la
posmodernidad y, de un modo ms general, de la crtica del esencialismo filosfico
para el compromiso moral. El cuestionamiento de un fundamento absoluto, no quita
las bases mismas del compromiso moral? Si todo es contingente, si no hay imperativo
categrico que constituya una base slida de la moralidad no se nos deja en una
situacin en la que todo vale y, en consecuencia, librados a la indiferencia moral y a
la imposibilidad de discriminar entre acciones ticas y no ticas? Ser necesario
distinguir entre dos aspectos. El primero es la posibilidad de un serio compromiso
moral con cualquier tipo de accin (dejando de lado por el momento sus contenidos
concretos). Lo que la crtica al esencialismo implica es que no hay modo de discriminar
moralmente a priori entre cursos de accin particulares, ni siquiera en el sentido de
establecer un contenido mnimo para un imperativo categrico. Esto, sin embargo, no
implica lgicamente que no sea posible asumir serios compromisos morales por
razones que sean menos apriorsticas. Afirmar lo contrario sera lo mismo que decir
que slo el contenido particular de un curso de accin concebido en tanto
particularidad- puede ser la fuente de un compromiso moral serio.
Si bien, existe en el origen de este argumento la imposibilidad de alcanzar la
plenitud (en trminos de la justicia, la integracin, la igualdad) es slo en la medida en
que se experimenta el contacto con esa plenitud (como un absoluto), ms all de todo
contenido particularizado, que se puede dotar de seriedad moral a los cursos
Conclusiones
Ojal estas palabras no sean ledas como un afn restauracionalista del algo
que ya ha cado, que ya no est, que ya no nos organiza. Al hacerlas no siempre result
fcil mantener la distincin entre la perspectiva analtica y la tica respecto al futuro
del Estado-nacin, incluso cuando trat de hacerlo. Asistimos, una vez ms, a la
Y el emperador se sinti inquieto, porque pens que tenan razn, pero se dijo:
Y se irgui con mayor arrogancia y los chambelanes le siguieron portando la cola que no
exista.
La recuperacin de este cuento ha sido una sugerente idea de Hugo Achugar, en el Encuentro sobre la Construccin de
la Memoria Colectiva, La Plata, septiembre de 2002.
2
Arjun Appadurai, La modernidad desbordada, (Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica, 2001).
3
Ruth Jonathan, Illusory freedoms: Liberalism, Education and the Market, (Oxford: Blackwell, 1997).
4
Ph. Brown and H. Lauder, 'Education, Globalization, and Economic Development', in A.H. Halsey, Hugh Lauder,
Phillip Brown and Amy Stuart Wells, Education. Culture, Economy, Society, (Oxford University Press, 1999).
5
En este contexto, el imaginario es entendido como un orden estructurante cuyo grado de sedimentacin es menor que
el del orden simblico. dota de orientacin y sentido al orden simblico y compensa la disrupcin que lo real introduce,
mediante la ilusin de completud y estabilidad absolutas.
6
Sabemos que una relacin de equivalencia debilita el sentido diferencial: si debemos concentrarnos en aquello que
todas las diferencias tienen en comn (que es aquello a lo que la equivalencia apunta) debemos encaminarnos en la
direccin de un ms all de todas las diferencias que ser tendencialmente vaco. Orden no puede tener un
contenido particular, dado que es el mero reverso de todas las situaciones vividas como desorden. Como en el caso
de la plenitud mstica, la plenitud poltica requiere ser nombrada por trminos carentes, en la medida de lo posible, de
todo contenido positivo. El punto en que ambas comienzan a divergir es en el punto en que el misticismo emplear
todas las estrategias en su mano para reducir a un mnimo el contenido positivo que no puede, en la ltima instancia,
eludir; mientras que la prctica hegemnica har, de ese contenido, su raison dtre: lejos de incrementar el hiato
entre plenitud y contenido diferencial, har de un cierto contenido diferencial el nombre mismo de la plenitud.
Ernesto Laclau, Sobre los nombres de Dios en Misticismo, retrica y poltica, (Buenos Aires: Fondo de Cultura
Econmica, 2002).
7
E. Laclau, Sobre los nombres de Dios.
8
Guillermina Tiramonti, 'Los imperativos de las polticas educativas de los '90', en Propuesta Educativa, Buenos Aires,
FLACSO.
9
Ernesto Laclau, Nuevas reflexiones de la revolucin de nuestro tiempo, (Buenos Aires: Nueva Visin, 1993).
10
E. Laclau, Sobre los nombres de Dios.
Michael Peters, Poststructuralism, Politics and Education, (Westport: Bergin & Garvey, 1996).
Wilfred Carr and Anthony Hartnett, Education and the struggle for democracy. The politics of educational ideas,
(Buckingham: Open University Press, 1997).