La Medicina Hipocrã¡tica Laà N Entralgo
La Medicina Hipocrã¡tica Laà N Entralgo
La Medicina Hipocrã¡tica Laà N Entralgo
La medicina hipocrtica
Pedro Lan Entralgo
Durante los siglos VI y V a. C. tiene lugar en la franja colonial del mundo griego
-Magna Grecia y Sicilia, costa jnica del Asia Menor, isla de Cos- el acontecimiento ms
importante de la historia universal de la medicina: la constitucin de sta como un saber
tcnico (tkhn iatrik, ars medica) fundado sobre el conocimiento cientfico de la
naturaleza (physiologa). El breve texto en que Alcmen de Crotona resume su concepcin
fisiolgica1 de la salud y la enfermedad (Aecio V, 30, 1; Diels-Kranz B 4) constituye para
nosotros la primera noticia de tal acontecimiento; pero va a ser la llamada medicina
hipocrtica la que poco despus transmita a la posteridad y convierta en bien universal tan
decisiva hazaa helnica. Teniendo muy en cuenta el indudable carcter auroral del texto de
Alcmen y la no menos indudable conexin real entre las escuelas mdicas de Jonia y las
de Sicilia y la Magna Grecia, tratar de exponer en forma sistemtica la gnesis, la
estructura, el contenido y la significacin de la medicina que tuvo su hroe epnimo en
Hipcrates de Cos.
Desde dos puntos de vista puede y debe ser estudiada la medicina hipocrtica: como
realizadora de la hazaa mdica antes consignada y como parte integral de la cultura griega.
La medicina hipocrtica es, en efecto, una etapa singularmente decisiva en la historia
universal del saber mdico y un aspecto particular de la ingente, fundamental, creacin
histrica -el milagro griego, segn la clebre expresin de Renan- que en su conjunto fue
la obra de los antiguos helenos. Ambos puntos de vista son, por supuesto, complementarios,
y a los dos habremos de recurrir en nuestra exposicin. Esta comprender los siete
siguientes apartados:
I.
Nacimiento de la medicina hipocrtica;
II.
Medicina y physiologa;
III.
Antropologa hipocrtica;
IV. Diagnstico hipocrtico;
V. Tratamiento hipocrtico;
VI.
Medicina social y tica mdica;
VII.
Diversidad interna del Corpus Hippocraticum.
Nuestro problema puede ser formulado, por tanto, mediante estas dos interrogaciones: Qu
pas en el mundo griego durante el siglo VI y la primera mitad del siglo V para que en l y
de l naciese la medicina hipocrtica? Cmo los fundamentos intelectuales y las lneas
maestras de esta medicina fueron constituyndose sobre tal suelo, desde Alcmen de
Crotona hasta la muerte de Hipcrates? Llamando hazaa hipocrtica a esa obra comn,
puesto que en Hipcrates tuvo su ms importante operario, mi respuesta va a ser ordenada
de la siguiente forma:
I.
El suelo histrico de la hazaa hipocrtica;
II.
La vspera de esa hazaa;
III.
Protagonistas;
IV. Su paulatina expresin literaria.
El suelo histrico de la hazaa
El suelo de que en el siglo V naci la medicina hipocrtica se hallaba inmediatamente
constituido por lo que la medicina griega era con anterioridad a la obra de Alcmen e
Hipcrates; y mediatamente, por la peculiaridad histrica y social de la vida helnica en sus
zonas coloniales de Jonia y la Magna Grecia.
Antes de Alcmen y de Hipcrates, la medicina haba sido en todo el planeta una
mezcla de empirismo y magia, con mayor o menor predominio de uno o de otra, y ms o
menos sistemticamente trabada con la visin religiosa del mundo propia del pueblo en
cuestin. Y como en todo el planeta, en la Grecia antigua. Los poemas homricos lo
muestran con estilizada claridad: en cuanto espejo de la actividad sanadora vigente en la
sociedad aquea, hay en ellos puro empirismo (las curas de Macan y Podalirio y la de
Patroclo a Eurpilo, Il. XI, 804ss.; la competencia como herbolarias de Agamede, Il. XI,
738 ss., Polidamna, Od. IV, 228 ss. y Helena, Od. IV, 219 ss.), conducta mgica (la
lustracin catrtica del ejrcito de Agamenn con ocasin de la peste que le aflige, Il. I,
313; el ensalmo sanador de los hijos de Autlico,Od. XIX, 457) y una concepcin de la
enfermedad en parte rudamente emprica (heridas de guerra, posible origen externo y
violento de la dolencia de Polifemo, Od. IX, 411 ss.) y en parte conexa con la religin
olmpica del pueblo aqueo (interpretacin de la peste antes mencionada como un castigo
impuesto por Apolo, Il. I, 10 ss.). Con anterioridad a Tales de Mileto -ha escrito Zubiri- la
idea griega del Universo era pura cosmogona; slo por obra de los pensadores
presocrticos surgir una verdadera cosmologa. Utilizando este mismo esquema, diremos
que antes de la nosologa fisiolgica de Alcmen de Crotona, la interpretacin griega de
la enfermedad fue -cuando la hubo- simple nosogona, visin del origen y la consistencia
real de la dolencia dentro de una concepcin mtica acerca del origen del mundo y de las
cosas.
Ms o menos nosognicamente interpretada la enfermedad por la imaginacin mtica
del griego arcaico -fuese olmpico, dionisaco u rfico el fondo religioso de esa operacin
mitificadora-, la medicina griega anterior a la physiologa siciliana y jnica fue, como
acabo de decir, una mezcla de empirismo y magia, con mayor predominio de una o de otra.
Periodeutas, farmacpolas, rizotomas y maestros de gimnasia, entre los empricos; cataras,
ensalmadores, iatromnteis o adivinos mdicos, meloterapeutas, sacerdotes y servidores
de los templos de Asclepio y apstoles de los diversos cultos mistricos, entre los sanadores
de cuo mgico, atendan en la Grecia prealcmenica a la cura de los enfermos; y en
rficos, y una doctrina teognica y cosmognica ms o menos determinada por los mitos
hesidicos y por los que est difundiendo el orfismo. Pero al instalarse en la tierra a que les
ha llevado la emigracin se ven forzosamente sometidos, para rehacer su vida, a los tres
principales motivos de la existencia del emigrante: una sensacin de distancia, acaso de
lejana, respecto del suelo en que parecan tener su raz las creencias y tradiciones que l ha
llevado consigo; la necesidad de vivir resolviendo por s mismo, en ocasiones desde un cero
absoluto, los problemas que le plantea su nueva situacin; el permanente contacto vital con
paisajes inditos y con culturas distintas de aqulla en que su alma se ha formado. La vida
colonial, en suma, es la forma ms acusada de la respuesta al desafo del mundo en torno
que para Toynbee constituye el nervio principal de la operacin histrica del hombre.
La obra genial de los griegos de Jonia, Sicilia y la Magna Grecia durante los siglos VII
y VI a. C. no es otra cosa que su respuesta, en tanto que griegos de ese tiempo, a las
peculiares condiciones de la vida colonial. Hcese en ellos ms viva y ms clara su idea de
la plis(baste como prueba el tan racional urbanismo de los arquitectos milesios) y
cristaliza en almas y costumbres la conciencia de pertenecer a ella: la libertad que su
estatuto garantiza (eleutheria), el autogobierno de la ciudad (autonoma) y su
independencia econmica (autrkeia) van a ser desde entonces los conceptos bsicos de la
poltica griega. Saben asimilar, helenizndolos, saberes y hbitos procedentes de las
culturas que les rodean (slo as podran explicarse, baste por ahora este ejemplo, ciertos
rasgos del escrito hipocrtico Sobre las hebdmadas). Cobra especial vigor la sustitucin
de la economa agraria y ganadera por la economa comercial y dineraria, y crece como
consecuencia la importancia poltica y cultural de la burguesa urbana. Intensifcase, por
otra parte, la libre crtica de la religiosidad recibida (tal es el fondo religioso-intelectual que
luego har posibles textos acerca de la religin olmpica tan racionales e ilustrados
como los de Jenfanes de Colofn). Y ya en el siglo VI, surgir cada vez con mayor
claridad en las mentes la novedad que a nosotros ms nos importa: una interna, sutil
necesidad de explicar la realidad de las cosas y del mundo entero de un modo racional y no
mtico. Como principio de explicacin de la realidad, el lgos va a sustituir al mythos; y as,
cuando Eurpides, en la Atenas de fines del siglo V, escriba su famosa imprecacin a Zeus
-cuando proponga concebir al dios soberano del Olimpo bien como necesidad de la
Naturaleza, bien como inteligencia de los mortales, Troy. 886-, no har otra cosa que
expresar poticamente y para todos los griegos una actitud mental, a la vez filosfica y
religiosa, nacida y desarrollada dos siglos antes en las colonias griegas de Jonia y de Sicilia.
Pero esto requiere prrafo aparte.
La vspera de la hazaa
A fines del siglo VI se inicia la definitiva madurez del espritu griego. En las colonias,
de un modo ms intelectual y filosfico: la ciencia del cosmos a que poco antes haba dado
origen la existencia colonial -la physiologa- se convierte resueltamente en filosofa. En
Atenas, de un modo ms literario y emocional: del culto religioso a Dioniso nacer, ya
entrado el siglo V, la tragedia. Mientras que la obra de los filsofos fue la forma notica de
la Sabidura -ha escrito Zubiri-, la tragedia representa la forma pattica de la Sofa. Basta
comparar entre s dos expresiones literarias de la naciente conciencia de europeidad que
por entonces comienzan a sentir los griegos -la expresin pattica de Esquilo en Los
persas y la interpretacin cientfica del autor del escrito hipocrtico Sobre los aires, las
aguas y los lugares-, para advertir esa neta diferencia entre la situacin mental de las
colonias y la de la metrpoli ateniense2.
Dejemos ahora el problema de la tragedia y vengamos al de la phycologa. En el seno
de la vida colonial antes diseada, cmo lleg a surgir en las mentes la idea de que el
verdadero principio de la realidad, y por tanto lo divino en ella, es la physis? Una vez
constituida esta fecunda idea, cmo los filsofos y los mdicos de Sicilia, la Magna Grecia
y Jonia la convirtieron en fundamento intelectual de la medicina? Qu era la medicina
griega en Crotona y en Cos cuando de ella emergieron las decisivas figuras de Alcmen e
Hipcrates?
Antes de Tales de Mileto y Anaximandro, la doctrina helnica acerca del cosmos -ms
arriba lo apuntamos- era una cosmogona a la vez religiosa y mtica; pero el mito
cosmognico comienza a hacerse prefilosfico, si vale decirlo as, por obra del orfismo.
Dos motivos de ste van a ser especialmente eficaces en el trnsito de la cosmogona a la
cosmologa: la idea de que los distintos dioses proceden de una divinidad indiferenciada,
originaria y originante, y la nocin de un huevo csmico, en cuyo seno se hallaran los
grmenes del Cielo y de la Tierra, y de cuya efraccin uno y otra brotaran. Tampoco parece
indiferente a este respecto que los rficos llamasen Annk (necesidad), y
tambin Dik (justicia) y Adrastea (lo inevitable), a la causa determinante de ese proceso
teocosmogmco. Algo que en s mismo es nicoposee en el cosmos, bajo la aparente
diversidad de ste, una condicin a un tiempo radical, originante y divina. Bastar que una
mente clara y despierta se atreva a despojar a esta nocin de toda vestidura mtica, para que
surja, incipiente, la idea filosfica de la physis. Esto es lo que en la primera mitad del siglo
VI hicieron dos hombres de Mileto llamados Tales y Anaximandro. Por obra de su hazaa
genial, nacan para siempre la ciencia y la filosofa. La existencia colonial de los griegos
daba as -primero a todos los helenos, luego a los hombres todos- su fruto supremo.
El saber griego repliega al hombre, en cierto modo, ante la Naturaleza y ante s
mismo. Y en esta maravillosa retraccin, deja que el Universo y las cosas queden ante sus
ojos, naciendo stas de aqul, tales como son. Es entonces cuando propiamente el Universo
nos aparece como Naturaleza; as ha descrito Zubiri la operacin mental con que Tales y
Anaximandro fundaron la physiologia jnica. Ahora bien: la Naturaleza, la physis, en qu
consiste realmente? Cul es, si puede conocerse, su verdadero principio? Cmo de su
radical unidad puede nacer la diversidad de las cosas que nuestros sentidos descubren en el
Universo? A lo largo de ms de un siglo, desde Tales y Anaximandro hasta Demcrito, toda
una plyade de fisilogos va a dar su varia respuesta a estas interrogaciones. Recuerde el
lector lo que sobre el tema se ha dicho en pginas anteriores, y espere lo que luego se dir.
Nuestro problema consiste ahora en saber cmo era la medicina cuando estas ideas
fisiolgicas comenzaron a inquietar a la mente helnica en el mundo colonial de Oriente
y Occidente.
He aqu una primera respuesta: en el filo de los siglos VI y V, la medicina griega no
tergica ni mgica era un oficio ms o menos artesanal (una tkhn, en el sentido ms
modesto de la palabra), considerado como servicio pblico (el mdico, el adivino, el
arquitecto y el aedo o bardo son llamados dmioergoi, trabajadores para el pueblo, desde
la poca homrica, Od. XVII, 388-85), que poda aprenderse en ciertas escuelas
profesionales, era luego practicado en una sola ciudad o viajando de una plis a otra (por
eso a los mdicos griegos se les dar ms tarde el nombre de periodeuta, periodeutas; as
en Diosc. 7 pref., y luego en una homila de San Atanasio) y se hallaba muy prximo ya a
convertirse en un verdadero saber tcnico, en una tkhn autnomamente constituida,
tanto a travs del aprendizaje prctico (empeira) como por una cuidadosa reflexin acerca
de ella misma. Dos cuestiones, pues: lo que en el mundo griego colonial eran por esos aos
las tkhnai -si se quiere, las tcnicas- y lo que acerca de esas escuelas mdicas cabe
hoy decir.
Con el sentido de arte manual, oficio o industria, la palabra tkhn viene siendo
usada por los griegos desde los tiempos homricos; pero textos bastante anteriores al siglo
V (Museo B 4; Pitaco, D.-K. 10,73 a) muestran con claridad la creciente importancia social
que en Grecia van adquiriendo las tkhnai y delatan que stas, aunque de manera
rudimentaria, han comenzado a ser objeto de reflexin intelectual. Poco ms tarde, con
Herclito (B10), Anaxgoras (B21b), Arquelao (A4) y Demcrito (B59), comenzarn a
formalizarse e irn cobrando madurez los diversos temas de esa reflexin: relacin
entre tkhn y physis, pertenencia de las tkhnai a la naturaleza del hombre, origen de ellas,
relacin entre tkhn y sopha, etc. El mito de Prometeo y el del Centauro Quirn como
maestro de Asclepio, la alta estimacin, mtica tambin, de los proti heureta o primeros
inventores, muestran de la manera ms elocuente el enorme prestigio que
las tkhnai posean en todo el mundo helnico cuando en Crotona se estaban formando
Democedes y Alcmen y, a mayor abundamiento, cuando Hipcrates aprenda en Cos el
oficio de curar. A comienzos del siglo V, una tkhn no es slo saber practicar con mayor o
menor habilidad un determinado oficio, sino una exigencia esencial de la naturaleza del
hombre -por tanto, algo en cierto modo divino3- y un doble problema intelectual: el de
conocer cmo ella se relaciona con el recin nacido saber filosfico acerca del Universo,
con la physiologa, y el de averiguar cmo la inteligencia humana puede pasar de un saber
meramente emprico y rutinario (empeiria) a otro saber que en verdad merezca el adjetivo
de tcnico (tkhn en sentido estricto). Tal es la situacin profesional e intelectual en que
vive el tekhnts o artesano de la medicina a fines del siglo VI y comienzos del V. Por lo
menos, en las colonias de Jonia y la Magna Grecia.
Cmo ese hombre aprende su oficio y cmo vive? Dos caminos, ms o menos
relacionados entre s, se ofrecan entonces al ciudadano libre deseoso de aprender el arte de
curar: colocarse como aprendiz al lado de un prctico experto, o asistir a alguna de las
escuelas en que el oficio teraputico era enseado. Quien en la Atenas del siglo V
(Jenofonte, Memor. IV, 2-5) quera trabajar como mdico, deba presentar a la ekklsia el
nombre del profesional que haba sido su maestro, y no parece osado suponer que tal regla
fuese habitual en otras plis griegas. Pero los prcticos ms estimados en toda la Hlade
eran los procedentes de una de las distintas escuelas que ya antes de Hipcrates, e incluso
antes de Alcmen, funcionaban en varias ciudades coloniales (Herod. III, 131).
Galeno (Khn X, 5) habla de tres coros o escuelas mdicas: Cnido, Cos e Italia (esto
es, la Magna Grecia); eran las que por su actividad o por su fama estaban vivas en la
memoria de un mdico griego del siglo II d. C. Pero -no contando la vaga alusin del
propio Galeno a la escuela de Rodas- el testimonio de Herdoto nos hace saber que a fines
del siglo VI los mdicos preferidos en Grecia eran los formados en Crotona y Cirene.
Crotona, Cirene, Cnido, Cos, Rodas, tal vez Elea; he aqu el elenco de los primitivos
centros de formacin de los mdicos griegos. Qu se enseaba en ellos? No lo sabemos.
Acaso algunas nociones de anatoma ms o menos apoyadas en la diseccin de animales
-de otro modo no podra explicarse la obra cientfica de Alcmen-, y desde luego ciertos
conocimientos semiolgicos, farmacolgicos y quirrgicos. Sabemos, eso s, que hubo
alguna relacin entre las distintas escuelas -el asclepada Califonte, por lo que nos dice
Suidas, debi de trasladarse de Cnido a Crotona en la segunda mitad del siglo VI-, y
estamos seguros de que a ellas llegaban como noticia incitante las recentsimas ideas que
acerca del cosmos y su physis circulaban entonces por la comarca en cuestin: las de
Pitgoras a las escuelas de Sicilia y la Magna Grecia, las de los primitivos fisilogos
jonios a las de Cnido y Cos.
Dos importantes problemas histricos plantea la existencia de esas escuelas mdicas en
el confn de los siglos VI y V: la relacin entre sus miembros y los llamados asclepadas,
y su conexin con los templos de Asclepio y con la medicina tergica que en stos se
practicaba.
En el sentido de hijo de Asclepio, el trmino asclepada es ya usado en
la Ilada (as, por ejemplo, es llamado Macan, Il. IV, 204). Su comn empleo en plural -los
asclepadas- para designar el grupo profesional o la estirpe mdica de Hipcrates, lo
acredita un texto famoso de Platn (Fedro 270 c). Su aplicacin a todos los mdicos de Cos
y Cnido -y por extensin a todos los mdicos- debi de ser usual, segn una frase que Focio
atribuye a Teopompo, en los aos centrales del siglo IV, y aun mucho antes, a juzgar por un
texto de Platn (Rep.405 d) y un verso de Teognis (Teog. 432). Ms tarde nos har pensar
Galeno (Khn II, 280) que tales asclepadas eran los miembros de una estirpe o familia
-con un legendario origen en Asclepio-, en la cual el saber mdico era transmitido
oralmente de padres a hijos. Cabe admitir, pues, que en un primer momento existi tal
comunidad familiar y profesional, y que ulteriormente se unieron a sus miembros otros
procedentes de familias distintas (x tou gnous), para ser formados en el saber mdico
mediante el pago de un estipendio y constituir con aqullos una suerte de gremio o
gilda ms o menos semejante a las que, tambin con carcter profesional, aparecern en
las ciudades de la Edad Media europea. De ah que con el tiempo fueran llamados
asclepadas todos los prcticos de la medicina tcnicamente formados. Aunque tal
vocablo, hay que hacerlo constar, no figure expresamente en los escritos del Corpus
Hippocraticum.
Las primitivas escuelas mdicas, tuvieron en su origen alguna conexin con los
templos de Asclepio? Segn algunos, s: una parte del ejercicio laico de la medicina en la
antigua Grecia habra sido paulatino resultado de la desacralizacin de la asistencia mdica
en los asklpieia. Segn otros, no: desde los tiempos homricos hubo en Grecia, junto a la
medicina tergica, una medicina laica basada en la pura empeira, y de sta habran sido
expresin las escuelas mdicas antes nombradas. No por rendir pstuma pleitesa a la
beatera secularizante que la mentalidad positivista impuso a los historiadores durante el
siglo pasado, sino por estricta fidelidad a los documentos de la poca debe afirmarse que,
segn toda probabilidad, la medicina laica o profesional tuvo en Grecia un origen no
tergico, y que los templos de Asclepio -subsistentes, como sabemos, hasta el fin del
mundo antiguo- nunca se transformaron en centros de una asistencia mdica desacralizada.
La arqueologa ha demostrado que el asklpieion de Cos, por ejemplo, fue erigido despus
de la muerte de Hipcrates. Lo cual no es bice para que nunca fuese enemistosa la actitud
de los sanadores profesionales frente a los templos de la religin griega, comprendidos los
de Asclepio; bien elocuentemente lo prueba el contenido del escrito hipocrtico Sobre la
enfermedad sagrada. Los mdicos arcaicos eran asclepadas en cuanto que se crean
descendientes de Asclepio; los mdicos de los siglos VI y V, en cuanto tekhnita o artesanos
pertenecientes a un grupo profesional que tena su santo patrono -si vale decirlo as- en el
ms prestigioso de los dioses sanadores, como hacen hoy las cofradas de mdicos
cristianos que a s mismas se llaman de San Lucas o de San Cosme y San Damin.
De uno u otro modo formados, los mdicos ejercan su profesin asentndose en una ciudad
determinada o recorriendo el pas como periodeutas. La existencia de mdicos
municipales -por ejemplo, en Delfos, en Thurium (Lucania), en Teos, etc.- est probada
por textos epigrficos o por documentos literarios (Diod. Sic. XII, 13, 4), y no menos la de
mdicos militares (textos de Jenofonte, de Plutarco, etc.), que en tiempos de Soln y en
otros ulteriores continuaban en todo el mundo griego la vieja tradicin mtica de Macan y
Podalirio. La leyenda de la muerte de Asclepio, sobre el que Zeus habra lanzado su rayo
por haber percibido honorarios a cambio de un servicio mdico, debe hacernos suponer
que el pago de la asistencia al enfermo comenz siendo en Grecia el regalo y no el salario?
En el captulo consagrado a la tica hipocrtica reaparecer el tema.
puede sanar de manera definitiva- fue muy comentada en poca posterior (Galeno, K.
XVIII, A, 731).
Entre los mdicos de Cos de que tenemos noticia, el ms antiguo es el asclepada
Nebro, del cual nos dice una epstola seudohipocrtica que a comienzos del siglo VI fue
llamado por los sacerdotes de Apolo en Delfos, amenazados por sus vecinos los criseos, y
que logr resolver la situacin envenenando el agua de un ro (IX, 406 ss.). Algo anterior a
Hipcrates fue Apolnidas de Cos, mdico de Artajerjes I de Persia. Por su probable
relacin con Hipcrates, y aunque se hallase muy lejos de pertenecer a la escuela de Cos,
puede ser citado aqu Herdico de Selimbria (o de Mgara), que algunos, por error, han
confundido con Herdico de Leontinoi, hermano del sofista Gorgias. El de Selimbria fue
inventor del mtodo diettico-gimnstico que Platn, por mofa, llamar medicina
pedaggica (Rep. 406 a ss.).
De qu modo, en qu medida la naciente physiologa de los filsofos presocrticos
inform el pensamiento de estos mdicos crotoniatas, tarentinos, sicilianos, cnidios y
coicos? Es seguro que, unos ms y otros menos, todos recibiran su influencia, y con ella la
comezn de dar un fundamento cientfico o filosfico al conjunto de prcticas
empricas, toscas nociones anatmicas y concepciones mticas que constituan su saber.
Pero hasta el genial Alcmen de Crotona ninguno de ellos parece haber dado expresin a
una idea verdaderamente fisiolgica de la medicina. Alcmen, en consecuencia, debe ser
para nosotros el iniciador de la medicina que desde hace siglos todos llamamos
hipocrtica.
No debemos repetir aqu lo que acerca de l se dijo en pginas precedentes, pero creo
necesario transcribir el breve texto en que Aecio expone el pensamiento akmenico acerca
de la salud y la enfermedad: Afirma Alcmen que la salud est sostenida por el equilibrio
de las potencias (isonoma tn dynmen ): lo hmedo y lo seco, lo fro y lo clido, lo
amargo y lo dulce, y las dems. El predominio (monarkha) de una de ellas es causa de
enfermedad. Pues tal predominio de una de las dos es pernicioso. La enfermedad
sobreviene, en lo tocante a su causa, a consecuencia de un exceso de calor o de fro; y en lo
que concierne a su motivo, por un exceso o defecto de alimentacin; pero en lo que atae al
dnde, tiene su sede en la sangre, en la mdula (myels, en el sentido primitivo de "parte
blanda contenida dentro de un tubo duro") o en el encfalo (enkphalos). A veces se
originan las enfermedades por obra de causas externas: a consecuencia de la peculiaridad
del agua o de la comarca, o por esfuerzos excesivos, forzosidad (annk) o causas anlogas.
La salud, por el contrario, consiste en la bien proporcionada mezcla de las cualidades (D.K. B 4).
Sera difcil exagerar la importancia de este texto, que se levanta como un alto
monolito intelectual sobre toda la medicina de su poca. Dentro de la historia de la cultura
griega es pieza fundamental en el magno empeo de entender mediante conceptos
originariamente polticos -isonoma o igualdad de derechos, monarkha o predominio
de uno sobre los dems- el orden de la physis y sus perturbaciones. En la historia de la
medicina universal es la primera manifestacin de una patologa ya resueltamente
fisiolgica y el ms antiguo esquema de lo que ms tarde llamaremos patologa
general. La enfermedad no es ahora mancha ni castigo, sino alteracin del buen orden de
la Naturaleza, ruptura de su equilibrio. Y en el conocimiento racional de su realidad -en
la nosologa, puesto que de ella formalmente se trata- son claramente distinguidas la causa
externa, la causa prxima y la localizacin del dao. Por vez primera, la tkhn del mdico,
4. Hipocratismo latissimo
sensu:
lo
que
del
contenido
del Corpus
Hippocraticum tenga validez en la actualidad; aquello por lo cual pueda ser lcito
hablar con algn rigor intelectual de un neohipocratismo.
Veamos en su conjunto la fuente de todos estos hipocratismos: la coleccin de escritos
que solemos llamar Corpus Hippocraticum.
ossium; Per ostn physis; L. IX). 14. Sobre la naturaleza del hombre (De
natura hominis; Per physios anthrpou; L. VI). 15. Sobre la
generacin y Sobre la naturaleza del nio (De genitura y De natura
pueri; Per gns y Per physis paidiou; L. VII). 16. Sobre el alimento (De
alimento; Per trophs; L. IX).
ESCRITOS DE TEMA DIETTICO:
o 17. Sobre la dieta (De victu; Per diaits; L. VI). 18. Sobre la dieta
salubre (De salubri victu; Per diaits hygieins; L. VI).
ESCRITOS DE CARCTER PATOLGICO GENERAL:
o 19. Sobre los aires, las aguas y los lugares (De are, aquis et locis; Per
arn, hydtn, tpn; L. II). 20. Sobre los humores (De humoribus; Per
khymn; L. V). 21. Sobre las crisis (De crisibus; Per krisen; L. IX).
22. Sobre los das crticos (De diebus criticis; Per krismn; L. IX).
23. Sobre las hebdmadas (De hebdomad; Per hebdomdn; L. VIII).
24. Sobre las ventosidades (De flatibusis; L. II). 26. Predicciones, I
(Praedicta, lib. I; Prorrtikn, a;
L.
V).
27. Predicciones,
II
(Praedicta,lib. II; Prorrtikn, b;
L.
IX).
28. Prenociones
coicas (Praenotiones coacae, Kakai prognseis; L. V).
ESCRITOS SOBRE PATOLOGA ESPECIAL:
o 29. Epidemias (Epidemiorum, lib. VII; Epidemin biblia hept; L. II, III y
V). 30 Sobre las afecciones (De affectionibus; Per pathn, L. VI). 31. Sobre
las enfermedades, I (De morbis, lib. I; Per nousn a, L. VI); 32. Sobre las
enfermedades, I (De morbis, lib. II y III; Per nousn, b, g; L. VII).
33. Sobre las afecciones internas (De affectionibus internas; Per tn ents
pathn; L. VII). 34. Sobre la enfermedad sagrada (De morbo sacro; Per
hiers nousou; L. VI). 35. Sobre los lugares en el hombre (De locis in
homine; Per tpn ton kat'antrpon; L. IV).
ESCRITOS DE CONTENIDO TERAPUTICO:
o 36. Sobre la dieta en las enfermedades agudas (De diaeta in acutis; Per
diaits oxn; L. II). 37. Sobre el uso de los lquidos (De liquidorum
usu; Per hygrn khrsios; L. VI).
ESCRITOS QUIRRGICOS:
o 38. Sobre la oficina del mdico (De officina medici; Kat'treion; L. III).
39. Sobre las articulaciones (De articulis; Per arthrn; L. IV). 40. Sobre
las fracturas (De fracturis; Per agmn; L. III). 41. Sobre la
palanca (Vectiarius; Mokhliks; L. III). 42. Sobre las heridas de la
cabeza (De capitis vulneribus; Per ton en kephal trmatn, L. III).
43. Sobre las lceras; Per helkn; L. III). 44. Sobre las hemorroides (De
haemorrhoidibus; Per haeimorroidn; L. VI). 45. Sobre las fstulas (De
fistulis; Per syrngn; L. VI).
ESCRITOS OFTALMOLGICOS:
o 46. Sobre la visin (De visu; Per psos; L. IX).
ESCRITOS GINECOLGICOS, OBSTTRICOS Y PEDITRICOS:
o 47. Sobre las vrgenes (De his quae ad virgines spectant; Per parthenn; L.
VIII). 48. Sobre la naturaleza de la mujer (De natura miliebri; Per
gynaykeis physis; L. VII). 49. Sobre las enfermedades de la mujer (De
Qu pensar, entonces, del hipocratismo stricto sensu que como mera posibilidad
enunciamos antes? Si nos atenemos con rigor a la letra de los textos conservados,
deberemos limitarnos a dos puntos: uno metdico, el esbozado por Platn en el Fedro; otro
patolgico-general, la doctrina acerca de la gnesis alimentaria de las enfermedades y de la
fundamental funcin fisiolgica del pneuma que atribuye a Hipcrates el Annimo
Londinense. Uno y otro reaparecern con mayor detalle en pginas ulteriores. Pero no
creemos que sea empeo cientficamente ilcito reconstruir con prudencia la mentalidad que
esos textos revelan e indagar su posible influjo -bien por afinidad intelectual, bien por
ulterior resonancia- sobre los escritos del Corpus Hippocraticum. En suma: es probable que
Hipcrates no haya compuesto ninguno de los libros de la coleccin prestigiada por su
nombre; pero esto de ningn modo significa que su persona y su pensamiento sean ajenos a
lo que en esos libros se expone. El carcter indiciario y problemtico del
hipocratismo stricto sensu no excluye la licitud de un hipocratismo lato sensu, cuya
estructura trataremos de discernir y presentar.
Volvamos a nuestro punto de partida. Despus de Alcmen, y en parte determinada por
el propio Hipcrates -primero por su persona, luego por su prestigio-, va constituyndose la
obra colectiva que venimos llamando medicina hipocrtica, cuya expresin literaria son,
con todas sus mutuas discrepancias, los sucesivos escritos del Corpus. El ms antiguo de
ellos, Sobre las hebdmadas, procede seguramente de los aos centrales del siglo V a.
C. (Ilberg, Kranz); los ms modernos, Sobre el mdico. Sobre la decencia, los Preceptos,
acaso fueran compuestos en el siglo I d. C. (Fleicher). Pero en relacin con el grueso de
ellos, el historiador puede sin duda volver al autorizado aserto de Edelstein en 1935: Los
libros (del Corpus Hippocraticum) son los restos de la literatura mdica de los siglos V y
IV a. C. Apenas un libro de la coleccin es posterior (en virtud de razones especiales, el VII
de las Epidemias ha sido datado por Herzog en el siglo III). Es verdad que de algunos
escritos slo hay referencias a partir del siglo III, y de muchos slo desde la poca imperial.
Pero en ellos no hay huella de doctrinas helensticas o ulteriores; todas las opiniones que
contienen son anteriores a Aristteles (Littr I, 200-241). Respecto de algunas obras, acaso
cambie el juicio en el futuro8; en su conjunto, tal afirmacin parece cierta.
Partiendo de esta realidad, entremos resueltamente en el contenido del Corpus
Hippocraticum -en lo sucesivo: C. H.- y tratemos de entenderlo con alguna precisin.
Medicina y physiologa
Tanto por su forma como por su contenido, nada ms dispar que los escritos del C.
H. Difieren entre s por su fecha, por la orientacin de su pensamiento fisiolgico, por la
escuela mdica de que proceden, por el tema que preferentemente estudian -etiologa,
pronstico, ciruga, anatoma, diettica, medicina interna, ginecologa, deontologa, etc.-,
por la especie literaria a que por su intencin y su estilo corresponden, por su lenguaje. Pero
no parece imposible trazar el cuadro de lo que enlaza y solidariza a todos ellos, bajo tantas
diferencias particulares.
Tengamos en cuenta, en primer trmino, los dos ms genricos rasgos comunes de sus
autores: son, por una parte, griegos antiguos; son a la vez, por otra parte, mdicos
posteriores a la creacin de la physiologa presocrtica. En cuanto griegos de los siglos V y
IV, tienen la conciencia de que su medicina es diferente de las dems y esencialmente
superior a ellas; todos hubieran hecho suya la complacencia con que Herdoto relata el
triunfo que obtuvo Democedes sobre los mdicos egipcios de la corte de Daro,
precisamente por haber usado remedios helnicos. Dando expresin mdica al peculiar
modo de ser hombre de que naci la cultura helnica y helenizando los prstamos tomados
de sus vecinos, la medicina hipocrtica constituye el verdadero punto de partida de toda la
medicina occidental, y por tanto de la nuestra.
Varias son las notas con que los mdicos hipocrticos manifestaron la condicin griega
de su mente. Ante todo, su comn actitud frente a la realidad del mundo: la curiosidad
constante de los sentidos y de la inteligencia, el espritu de observacin, la tendencia a la
explicacin racional de lo visto y observado. Por otra parte, la gran libertad con que cada
autor expresa sus opiniones personales y la posible discrepancia entre ellas y las restantes.
En tercer lugar, el gusto de todos ellos por la expresin verbal, aunque el estilo literario con
que escriben no sea siempre elegante; finalmente, la visible sed de prestigio social que en
todo momento opera en sus almas (Edelstein). Si se la quiere entender con alguna precisin
histrica, lo primero que debe decirse de la medicina hipocrtica es que fue radicalmente
griega.
Pero bajo esos diversos caracteres, otro ms importante y fundamental da su unidad
profunda a los escritos del C. H.: todos, en efecto, fueron compuestos por mdicos que de
un modo o de otro haban recibido en su mente el impacto de la physiologa presocrtica.
La medicina del C. H. es hipocrtica lato sensu en cuanto que es fisiolgica; es decir,
en cuanto que prxima o remotamente reposa sobre la idea de la physis que durante los
siglos VI y V haban elaborado los pensadores de Jonia y la Magna Grecia. Vamos a verlo
examinando los rasgos principales de la idea hipocrtica de la physis y mostrando luego
cmo los autores del C. H. entendieron el conocimiento y el gobierno de ella.
Idea hipocrtica de la physis
El primero y ms importante de los conceptos de la medicina hipocrtica es el
de physis o naturaleza. Los pensadores presocrticos, desde Tales de Mileto hasta
Demcrito, han enseado que la physis es el fondo universal de donde nace cuanto hay.
La physis es el principio radical, la sustancia primigenia, originante y fundamental de la
realidad visible e invisible, la fuente inagotable de todas las cosas; por tanto, lo divino
(t theion), porque para las antiguas religiones politestas, ser divino significa ser
inmortal, con una inmortalidad que se deriva de un inagotable caudal de vitalidad (Zubiri).
No es difcil advertir cmo en todos los escritos del C. H. opera, dndoles su
fundamento intelectual, esta idea presocrtica de la physis. Metdicamente expuestas, he
aqu las cinco notas principales de la visin hipocrtica de la Naturaleza:
1. Universalidad e individualidad. Todas las cosas tienen su physis propia: los astros,
las partes del mundo, los vientos, las aguas, los alimentos, los medicamentos, el hombre en
cuanto tal -la physis humana-, el cuerpo, el alma, las distintas partes del cuerpo, cada uno
de los individuos humanos, los diversos modos tpicos de ser hombre, las enfermedades, los
animales. Todas las cosas, por otra parte, componen, juntndose entre s,
la physis universal, la Naturaleza. Por eso el autor del libro I de las Epidemias distingue
entre la comn physis de todas las cosas y la physis propia de cada cosa (II, 670).
2. Principialidad. La physis es el principio (arkh), no slo de todo lo que hay, sino
de cada una de las cosas que existen. No es posible conocer la naturaleza de las
enfermedades, objeto de los descubrimientos del arte, si no se conoce la Naturaleza en su
indivisin, segn el principio desde el cual ella se diferencia, se lee en Sobre las
deben ser interpretados los varios pasajes de los escritos hipocrticos en que aparece la
palabratheion (divino). Ante las curaciones espontneas -por tanto, naturales, obra
exclusiva de la Naturaleza- el buen mdico, dir el tardo tratadito Sobre la decencia, se
siente movido a reverenciar a los dioses (IX, 234).
Este carcter divino de la physis se manifiesta principalmente en lo que en ella -en sus
movimientos- es necesidad inexorable,fatum superior a todas las posibilidades del hombre
(annk): esa divina forzosidad de la Naturaleza por la cual acaece tanto lo que se quiere
como lo que no se quiere, segn la vigorosa expresin de Sobre la dieta (VI, 478).
Multitud de fenmenos naturales, desde los meteoros hasta la gnesis o el carcter mortal
de tantas enfermedades, acontecen por necesidad forzosa, kat' annkn, y frente a ellos
nada podra el arte del hombre. Sin tener en cuenta esta idea hipocrtica -a la postre, griega
antigua: contra la annkno pueden luchar ni los mismos dioses, dir Platn en las Leyes,
recogiendo un dicho popular-, no podra entenderse la actitud de nuestros autores ante
problemas tan fundamentalmente mdicos como el diagnstico y el tratamiento. Pronto lo
veremos.
Pero la physis no es solamente divina cuando acta movida por una forzosidad
inexorable, kat'annkn; tambin lo es cuando sus movimientos, unas veces favorables y
otras funestos, acaecen en virtud de otro modo de la necesidad ms laxo y dominable, el
que los griegos llamaron tkhn, los latinos fortuna y nosotros solemos llamar azar: lo
que es pudiendo no haber sido, el campo de lo que resulta accesible al arte y al gobierno de
los hombres. Mediante su inteligencia y su arte (tkhn), los hombres logran ser dueos del
azar, y por esto puede haber buenos y malos mdicos (I, 570). La medicina, en suma, es el
arte de dominar lo que en la Naturaleza es azar, cuando ste se manifiesta bajo forma de
enfermedad. Por eso el autor de Sobre el arte puede decir que para el buen mdico el azar
no existe.
En suma, la Naturaleza puede moverse por s misma o por obra del hombre. El
movimiento espontneo de la physis (lo autmaton) puede ser debido a la necesidad
absoluta o forzosa (anank) o a la necesidad contingente o azarosa (tykh), y tanto en uno
como en otro caso la alteracin puede ser favorable o nociva. Alterada por una intervencin
del hombre -que puede ser deliberada o fortuita y mesurada o violenta-, la physis responde
con un movimiento o un estado en cuya configuracin tiene unas veces como causa lo que
en ella es annk y otras lo que en ella es tykh, y tal es la razn por la cual el mdico
puede establecer una oposicin formal entre las curaciones espontneas (ap ton
automtou) y las curaciones medicamentosas (hyp pharmkou). He aqu, como resumen,
un cuadro que presenta todas estas posibilidades:
ms tarde, el autor de Sobre la decencia llegar a decir orgullosamente que el mdico que
a la vez es filsofo es igual a los dioses.
Apoyado en la filosofa del siglo V -en la physiologa-, el mdico hipocrtico hace de
la medicina una ciencia aplicada, una tkhn, y con su saber tcnico da algn material al
pensamiento de los filsofos del siglo IV, con Platn y Aristteles a su cabeza. Tal es, vista
en su conjunto, la lnea de la tan discutida relacin entre la medicina hipocrtica y la
filosofa.
Antropologa hipocrtica
Una famosa sentencia de los Preceptos afirma que donde hay amor al hombre, hay
amor al arte. El amor al hombre es -debe ser, ms bien- el fundamento del arte de curar. El
conocimiento del hombre debe constituir, por tanto, la base del saber mdico. Estudiemos,
pues, lo que el hombre, tanto en estado de salud como en estado de enfermedad, fue en la
mente del mdico hipocrtico.
Antropologa general
Como para todos los griegos, para el mdico hipocrtico el hombre fue un retoo
viviente de la physis universal, un phyon; una realidad, por tanto, que tiene esencialmente
que ver con todas las que integran la naturaleza, en especial con el resto de los animales y
con las plantas, y caracterizada por su capacidad de pensar, hablar y gobernar con sus
manos el mundo en torno. Veamos cmo esta idea bsica de la naturaleza humana se realiza
en cuatro direcciones del pensamiento: la gnesis del hombre, la relacin entre el hombre y
el cosmos, la estructura de la physis humana y la dinmica de esa physis.
1. Slo dos escritos -Sobre la dieta y Sobre las carnes- esbozan una idea de lo que
pudo ser la formacin de la especie humana en el proceso de la cosmognesis. Apoyado en
Empdocles y Anaxgoras, el autor del primero ensea que la forma humana es el resultado
de una configuracin de elementos csmicos anteriores a ella, que por obra de una divina
forzosidad se mueven y combinan en un constante proceso de mezcla, separacin de
formas y disolucin o muerte. Ms compleja es la doctrina antropognica de Sobre las
carnes, muy influida por Herclito, menos por Arquelao y Empdocles, en la cual el mutuo
juego de dos materias orgnicas bsicas, lo grasiento (liparn) y lo coloideo (kolldes)
tiene papel principal.
Mayor precisin alcanzan las ideas embriolgicas de los autores hipocrticos.
Para ellos, las dos semillas, la masculina y la femenina, colaboran, mezclndose
entre s, en la formacin del embrin; pero el pensamiento acerca de la
procedencia de esas semillas no es en todos coincidente. Erna Lesky ha
distinguido en el pensamiento antiguo tres orientaciones principales acerca de la
procreacin:
1. La teora encfalo-mielgena, que atribuye el origen de la semilla al cerebro y la
medula espinal;
2. La teora de la pangnesis, segn la cual la materia fecundante procedera de todas
las partes del cuerpo;
refrescarlo; a las distintas partes del cuerpo, para que puedan ejercitar la
inteligencia de que son capaces y sus respectivos movimientos. Funcin propia
del neuma es tambin la fonacin (Sobre las carnes).
Los alimentos lquidos penetran en el cuerpo por obra de la deglucin; pero
acerca de sta no son unnimes las opiniones en elC. H. Hasta que el autor
de Enfermedades IV deshizo el error, fue creencia comn en la escuela de Cnido
que una buena parte de los lquidos ingeridos pasa por la trquea al pulmn, para
humedecerle y refrescarle, y de all al resto del cuerpo. Al fin la verdad se impuso,
se reconoci la funcin oclusiva de la epiglotis y todos vinieron a pensar que el
destino de los alimentos lquidos es equiparable al de los alimentos slidos.
Vengamos, pues, a stos. Una vez masticados, pasan al vientre, donde son
sometidos a un proceso de coccin (ppsis), que a veces exige vencer la
resistencia de los alimentos, cuando stos son de algn modo contrarios a la
naturaleza del hombre (alimentacin por lo contrario), pero que en definitiva
viene a ser asimilacin, incorporacin de aquello cuya naturaleza propia es
semejante a la del organismo humano (alimentacin por lo semejante).
Dos grandes leyes presidieron, en consecuencia, la concepcin hipocrtica de
la funcin digestiva: la ya conocida ley del predominio, segn la cual llega a ser
digerido aquello cuya dynamis propia puede ser dominada por la dynamis de los
rganos digestivos, y la ley de la asimilacin, en cuya virtud lo semejante va a
lo semejante (homoion homoi). La realizacin concreta de la ley del
predominio comprendera tres acciones sucesivas: la descomposicin del
alimento ingerido, la separacin (dikrisis) de lo utilizable y lo no utilizable y la
excrecin o eliminacin (apkrisis) de residuos indigeribles, a los que Aristteles,
Diocles de Caristo y el Annimo Londinense darn luego el nombre tcnico
de perissmata. La concreta ejecucin de la ley de la asimilacin exige, a su
vez, el ejercicio de una de las actividades orgnicas a que con ms frecuencia
apelan en sus explicaciones fisiolgicas los autores de la coleccin hipocrtica: la
atraccin especfica (hlkein) o capacidad de cada parte de atraer hacia s lo que
conviene a su estructura y su funcin. Atrado por cada parte lo que para ella es
conveniente (t xympheron), dentro de ella se realizan los dos actos finales de la
nutricin animal, la asimilacin del humor y su mezcla o krsis con la sustancia
propia de la parte en cuestin. Todo ello, claro est, sometido a la regla de la recta
proporcin (metrn).
Los datos concretos acerca, de las diversas funciones fisiolgicas son con
frecuencia harto imaginativos; basta mencionar la creencia en una comunicacin
directa entre el tubo digestivo y la vejiga urinaria (VI, 290). Cada humor sera
trado (EnfermedadesIV) a su respectiva fuente: la pituita va a la cabeza, la
sangre al corazn, la bilis al hgado, el agua (o la bilis negra, segn otros escritos)
al bazo, y cada uno de estos rganos sera el centro regulador de la dinmica del
humor respectivo. El proceso total de la nutricin, desde la ingestin del alimento
hasta la total eliminacin de sus residuos -heces, orina, sudor, etc.- sera presidido
por un ciclo o ritmo de tres das, y cada humor conservara en el cuerpo
sus dynmeis propias (VI, 38).
Procedente de la alimentacin, la sangre pasa a las venas y se mueve en el
cuerpo. Conocieron los hipocrticos la circulacin de la sangre? Un texto
de Sobre la naturaleza de los huesos en que se habla de kyklos de las venas -y,
junto a l, otros menos significativos- hicieron pensar a Littr que los hipocrticos
conocieron el movimiento circular de la sangre. Ms recientemente, Kapferer ha
llegado a sostener que tal movimiento fue conocido entonces con toda
precisin. Pero una investigacin ms rigurosa de los textos (Diepgen, Diller) ha
resuelto negativamente este problema: los hipocrtcos tuvieron una idea -no
siempre clara- acerca del movimiento del neuma y de la sangre en el cuerpo
animal, pero no conocieron la circulacin de sta. El kyklos de las venas antes
mencionado no es el circuito de la sangre en el sistema cardiovascular.
Una parte del conocimiento cientfico de la physis del hombre fue para los
hipocrticos el saber que nosotros llamamos psicologa. Varios escritos del C.
H. (Dieta, Enfermedad sagrada, Alimento) permiten entrever una distincin entre
la vida vegetativa y la vida sensitiva, y en no pocos ms se habla
taxativamente del alma (psykh). Qu fue el alma para los autores delC. H.? Por
lo pronto, una parte del cuerpo ms sutil que las restantes, que crece a lo largo
de la vida (VI, 480), es capaz de pasearse por el cuerpo (la reflexin, paseo del
alma; Epidemias VI) y posee como funciones propias el pensamiento, la
inteligencia, la conciencia, la afectividad y la estimativa (el alma, instrumento
para conocer, a travs del cerebro, el bien y el mal, lo agradable y lo
desagradable, lo til y lo intil; VI, 388). La influencia del cuerpo sobre su parte
anmica y la del alma sobre el cuerpo son ms de una vez expresamente
mencionadas.
c) Dos palabras tenan los griegos para nombrar la vida: z, vida biolgica, y bos,
vida biogrfica, por tanto social e histrica. Los hipocrtcos no fueron ciegos para
el bos del hombre. A l pertenecen la ya mencionada y cambiante relacin entre
la physis (naturaleza) y el nmos (usos y convenciones sociales), la realizacin de la
actividad humana como tkhn (con la cual el hombre, segn Sobre la dieta, no hace otra
cosa que imitar los distintos modos de operacin de su propia naturaleza), la condicin
histrica de nuestra vida (tan claramente percibida, cuando describe el origen y los
progresos del arte de curar, por el autor de Sobre la medicina antigua) y la religin, que
para nuestros mdicos, como griegos ilustrados, tuvo un carcter esencialmente
fisiolgico, porque la physis y slo ella es lo divino. Orar es sin duda una buena cosa
-dice una sabrosa y significativa sentencia del autor de Sobre la dieta-, pero invocando a los
dioses es preciso ayudarse a s mismo.
Consultado en: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-medicinahipocratica/html/eb4cdfa6-c5c0-11e1-b1fb-00163ebf5e63_2.html (12/03/2014)
[Nota 1: se han suprimido las fotografas que acompaan el texto, las que pueden
recuperarse en el link citado]
[Nota 2: Del mismo autor puede consultarse un texto ms detallado y extenso: LAN
ENTRALGO, PEDRO (1982) La medicina hipocrtica, Madrid: Alianza, Col. Alianza
Universidad N 340, 456 pp.]