Fonseca Paseo - Nocturno.1.y.2

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Digitalizado para Biblioteca-irc en diciembre de 2.004.

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Paseo nocturno Parte I

Llegu a casa con el portafolios lleno de papeles, informes, estudios,


investigaciones, propuestas, contratos. Mi mujer, jugando solitario en la
cama, un vaso de gisqui en la mesita de noche, dijo, sin quitar los ojos de
las cartas, tienes un aire cansado. Los sonidos de la casa: mi hija en su cuarto
ensayando modulacin de voz, la msica cuadrafnica del cuarto de mi hijo.
No vas a dejar esa maleta?, pregunt mi mujer, qutate esa ropa, bbete un
gisquito, necesitas aprender a relajarte.
Fui a la biblioteca, el lugar de la casa donde me gustaba quedar
aislado y como siempre no hice nada. Abr el volumen de investigaciones
sobre el escritorio, no vi las letras ni los nmeros, slo esperaba. No paras de
trabajar, apuesto que tus socios no trabajan ni la mitad y ganan lo mismo,
entr mi mujer con el vaso en la mano, ya puedo mandar que sirvan la
cena?
La camarera serva a la francesa, mis hijos haban crecido, mi mujer y
yo estbamos gordos. Es aqul vino que te gusta, chasque la lengua con
placer. Mi hijo me pidi dinero a la hora del caf, mi hija me pidi dinero a
la hora de los licores. Mi mujer no pidi nada, tenamos cuenta bancada
conjunta.
Vamos a dar una vuelta en el carro?, invit. Saba que no ira, era la
hora de la novela. No s qu gracia le encuentras a pasear en carro todas las
noches, tambin aquel carro cost una fortuna, tiene que ser usado, es que
yo cada vez me apego menos a los bienes materiales, mi mujer respondi.
Los carros de los nios bloqueaban la puerta del garaje, impidiendo
que sacara el mo. Saqu los carros de los dos, los puse en la calle, saqu el
mo, lo puse en la calle, met nuevamente los dos carros al garaje, cerr la
puerta, todas esas maniobras me pusieron ligeramente irritado, pero al ver
las defensas salientes de mi carro, el refuerzo especial doble de acero
cromado, sent el corazn latir acelerado de euforia. Met la llave en el
arranque, era un motor poderoso que generaba su fuerza en silencio,
escondido en el cap aerodinmico. Sal, como siempre, sin saber a dnde ir,
tena que ser una calle desierta, en esta ciudad que tiene ms gente que
moscas. En la avenida Brasil, all no poda ser, haba mucho movimiento.
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Llegu a una calle mal iluminada, llena de rboles oscuros, el lugar ideal.
Hombre o mujer? Realmente no haba gran diferencia, pero no apareca
nadie en condiciones, empec a ponerme tenso, eso siempre ocurra, hasta
me gustaba, el alivio era mayor. Entonces vi a la mujer, poda ser ella,
aunque una mujer fuera menos emocionante, por ser ms fcil. Caminaba
rpido, cargando un envoltorio de papel ordinario, cosas de panadera o de
verdulera, iba con falda y blusa, tena prisa, haba rboles en la banqueta,
cada veinte metros, un interesante problema que exige una gran dosis de
pericia. Apagu las luces del carro y aceler. Slo percibi que me le echaba
encima cuando oy el sonido de la goma de los neumticos golpeando en el
bordillo. Golpe a la mujer arriba de las rodillas, exactamente en medio de
las dos piernas, un poco ms sobre la izquierda, un golpe perfecto, o el
ruido del impacto partiendo los dos huesazos, di un giro rpido hacia la
izquierda, pas como un cohete rozando uno de los rboles y me deslic con
los neumticos cantando de vuelta hacia el asfalto. Motor bueno, el mo, iba
de cero a cien kilmetros en nueve segundos. Todava alcanc a ver que el
cuerpo todo descoyuntado de la mujer haba ido a parar, lleno de sangre,
encima de un muro, de esos bajitos de casa de suburbio.
Examin el carro en el garaje. Corr orgullosamente la mano con
suavidad por las salpicaderas, las defensas sin marcas. Pocas personas en el
mundo entero igualaban mi habilidad en el uso de estas mquinas.
La familia estaba viendo la televisin. Diste tu vueltecita, ahora ests
ms tranquilo?, pregunt mi mujer, acostada en el sof, mirando fijamente la
pantalla. Voy a dormir, buenas noches a todos, respond, maana voy a
tener un da terrible en la oficina.

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Paseo nocturno Parte II

Iba para mi casa cuando un carro se acerc al mo, tocando la bocina


insistentemente. Una mujer conduca, baj el vidrio del carro para entender
lo que deca. Una bocanada de aire caliente entr con el sonido de su voz:
Qu ya no conoces a nadie?
Nunca haba visto a aquella mujer. Sonre cortsmente. Los carros de
atrs tocaron el claxon. La avenida Atlntica a las siete de la noche est muy
movida.
La mujer, movindose en el asiento del carro, coloc el brazo derecho
fuera y dijo, mira, un regalito para ti.
Estir el brazo, y puso un papel en mi mano. Despus arranc, dando
una carcajada.
Guard el papel en el bolsillo. Al llegar a casa fui a ver lo que tena
escrito. ngela, 287-3594.
Por la noche sal, como siempre hago.
Al da siguiente telefone. Una mujer contest. Pregunt si estaba
ngela. No estaba. Haba ido a su clase. Por la voz, se vea que deba ser la
criada. Pregunt si ngela era estudiante. Es artista, contest la mujer.
Llam ms tarde. ngela contest.
Soy el tipo aquel del Jaguar negro, dije.
Sabes que no logr identificar tu carro?
Te recojo a las nueve para que cenemos, dije.
Espera, calma. Qu fue lo que pensaste de m?
Nada.
Yo te ligo en la calle y no pensaste nada?
No. Cul es tu direccin?
Viva en la Lagoa, en la curva de Cantagalo. Un buen lugar.
Pregunt dnde quera cenar. ngela respondi que en cualquier
restaurante, siempre que fuera fino. Estaba muy diferente. Usaba un
maquillaje pesado, que volva su rostro ms experto, menos humano.
Cuando telefone la primera vez me dijeron que habas ido a clase.
Clase de qu?, dije.

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Modulacin de voz.
Tengo una hija que tambin estudia modulacin de voz. Eres actriz,
verdad?
S. De cine.
Me gusta mucho el cine Qu pelculas has hecho?
Slo hice una, que ahora est en fase de montaje. El ttulo es medio
bobo, Las vrgenes chifladas, no es una pelcula muy buena, pero estoy
empezando, puedo esperar, slo tengo veinte aos.
En la semi-oscuridad del carro pareca tener veinticinco.
Par el carro en la Bartolom Mitre y fuimos caminando en direccin
al restaurante Mario, en la calle Ataulfo de Paiva.
Se pone muy lleno frente al restaurante, dije.
El portero guarda el carro, no sabas?, dijo.
Lo s muy bien. Una vez me lo aboll.
Cuando entramos, ngela lanz una mirada desdeosa sobre las
personas que estaban en el restaurante. Yo nunca haba ido a aquel lugar.
Intent ver a algn conocido. Era temprano y haba pocas personas. En una
mesa un hombre de mediana edad con un muchacho y una chica. Slo otras
tres mesas estaban ocupadas, con parejas entretenidas en sus
conversaciones. Nadie me conoca.
ngela pidi un martini.
T no bebes?, ngela pregunt.
A veces.
Ahora dime, hablando en serio, de veras no pensaste nada cuando te
pas el papelito?
No. Pero si quieres, pienso ahora, dije.
S, ngela dijo.
Existen dos hiptesis. La primera es que me viste en el carro y te
interesaste por mi perfil. Eres una mujer agresiva, impulsiva y decidiste
conocerme. Una cosa instintiva. Arrancaste un pedazo de papel de un
cuaderno y escribiste rpidamente el nombre y el telfono. Por cierto, casi no
pude descifrar el nombre que escribiste.
Y la segunda hiptesis?
Que eres una puta y sales con una bolsa llena de pedazos de papel
escritos con tu nombre y tu telfono. Cada vez que encuentras un tipo en un
carro grande, con cara de rico e idiota, le das el nmero. Por cada veinte
papelitos distribuidos, unos diez te telefonean.
Y cul es la hiptesis que escoges?, ngela dijo.

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La segunda. Que eres puta, dije.


ngela sigui bebiendo su martini como si no hubiera odo lo que
dije. Beb mi agua mineral. Me mir, queriendo demostrar su superioridad,
levantando la ceja era mala actriz, se vea que estaba perturbaday dijo:
t mismo reconociste que era un papelito escrito de prisa dentro del carro,
casi ilegible.
Una puta inteligente preparara todos los papelitos en casa, de la
misma manera, antes de salir, para engaar a los clientes, dije.
Y si te jurara que la primera hiptesis es la verdadera? Lo creeras?
No. O mejor, no me interesa, dije.
Cmo que no te interesa?
Estaba intrigada y no saba qu hacer. Quera que yo dijera algo que la
ayudara a tomar una decisin.
Simplemente no interesa. Vamos a cenar, dije.
Con un gesto llam al maitre. Escogimos la comida.
ngela se tom dos martinis ms.
Nunca fui tan humillada en mi vida. La voz de ngela sonaba
ligeramente pastosa.
Si yo fuera t no bebera ms, para poder quedar en condiciones de
huir de m, cuando sea necesario, dije.
Yo no quiero huir de ti, dijo ngela vaciando de un trago lo que
quedaba en el vaso. Quiero otro.
Aquella situacin, ella y yo dentro del restaurante, me aburra.
Despus iba a ser bueno. Pero platicar con ngela no significaba nada para
m, en ese momento interlocutorio.
Y qu haces t?
Controlo la distribucin de txicos en la zona sur, dije.
Es verdad?
No viste mi carro?
Puedes ser industrial.
Escoge tu hiptesis. Yo escog la ma, dije.
Industrial.
Fallaste. Traficante. Y no me est gustando este foco de luz sobre mi
cabeza. Me recuerda las veces que estuve preso.
No creo ni una sola palabra de lo que dices.
Ahora yo hice una pausa.
Tienes razn. Todo es mentira. Mira bien mi rostro. Ve si consigues
descubrir alguna cosa, dije.

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ngela me toc levemente la mandbula, levantando mi rostro hacia el


rayo de luz que bajaba del techo y me mir intensamente.
No veo nada. Tu rostro parece el retrato de alguien haciendo una
pose, un retrato antiguo, de un desconocido, dijo ngela.
Ella tambin pareca el retrato antiguo de un desconocido.
Mir el reloj.
Nos vamos?, dije.
Entramos al carro.
A veces pensamos que una cosa va a salir bien y sale mal, dijo ngela.
La luna pona en la laguna una estela plateada que acompaaba el
carro. Cuando era nio y viajaba de noche la luna siempre me acompaaba,
traspasando las nubes, por ms que el carro corriera.
Voy a dejarte un poco antes de tu casa, dije.
Por qu?
Soy casado. El hermano de mi mujer vive en tu edificio. No es aqul
que queda en la curva? No me gustara que l me viera. Conoce mi carro. No
hay otro igual en Rio.
No vamos a vernos ms?, ngela pregunt.
Me parece difcil.
Todos los hombres se apasionan por m.
Lo creo.
Y t no eres la gran cosa. Tu carro es mejor que t, dijo ngela.
Uno completa al otro, dije.
Baj. Fue andando por la acera lentamente, demasiado fcil, y encima
mujer, pero yo tena que ir en seguida para casa, ya se estaba haciendo tarde.
Apagu las luces y aceler el carro. Tena que golpearla y pasar por
encima. No poda correr el riesgo de dejarla viva. Ella saba mucho respecto
de m, era la nica persona que haba visto mi rostro, entre todas las otras. Y
conoca tambin mi carro. Pero, cul era el problema? Nadie haba
escapado.
Golpe a ngela con el lado izquierdo de la salpicadera, arrojando su
cuerpo un poco adelante, y pas, primero con la rueda delantera y sent el
sordo sonido de la frgil estructura del cuerpo despedazndose y Luego
atropell con la rueda trasera, un golpe de misericordia, porque ya estaba
liquidada, slo que tal vez aun sintiera un distante resto de dolor y
perplejidad.
Cuando llegu a casa mi mujer estaba viendo la televisin, una
pelcula en colores, doblada.

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Hoy tardaste ms. Estabas muy nervioso?, dijo.


Estaba. Pero ya pas. Ahora voy a dormir. Maana voy a tener un da
terrible en la oficina.

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