Monografía Arlt en Don Goyo
Monografía Arlt en Don Goyo
Monografía Arlt en Don Goyo
Seminario
La confluencia del discurso humorstico-literario en
algunas publicaciones peridicas y en algunos escritores
argentinos
Dictado por el Dr. Eduardo Romano
2 cuatrimestre 2008
Ricardo Terriles
Junio 2009
Introduccin
En este trabajo retomo y amplo la presentacin que realizara, junto con Arlenka Klas,
en el marco del Seminario. Oriento mi trabajo hacia la caracterizacin del humor
arltiano tal como aparece en los textos que publicara en Don Goyo.
En esta perspectiva, recurro a la bibliografa crtica para contextualizar el
anlisis, y considero sus aportes para una caracterizacin del discurso humorstico de
Arlt en esa etapa de su produccin.
La seccin de anlisis aborda la totalidad de los textos publicados en Don Goyo.
He preferido un acercamiento ms extensivo que intensivo en vistas de la imposibilidad
de acceder al material en su contexto de aparicin (los ejemplares de Don Goyo),
entendiendo que el recorrido transversal por todos los textos permite, al menos,
construir una caracterizacin relativamente precisa del discurso humorstico arltiano.
Romano la posicin ante esta vanguardia es de burla1. Ms all de este giro temtico,
seala Romano otros tpicos humorsticos abordados por la publicacin: el semanario
centr su comicidad en otras costumbres cambiantes: las modificaciones que la
velocidad del automvil impona al ritmo callejero y cierta masculinizacin de la
mujer, cuyo smbolo era el corte de melena a la garonne. En tal sentido, se destacan las
peridicas colaboraciones de Sofa Espndola () alarmada por el desdibujamiento de
lmites precisos entre ambos gneros (Romano, 2007: 9).
En varias de las notas de Arlt aparece el sintagma la nueva sensibilidad, siempre usado de modo
irnico o burln.
2
En mi opinin, los textos que ms pueden vincularse con la novelstica de Arlt son los que mayor
desarrollo narrativo tienen. As, uno podra inscribir a Mi traje y el teniente coronel, La aventura con
el cosmtico, El gallinero matemtico y El Regimiento 8 Cazadores de Queso en el universo del
Bildungsroman picaresco propio de El juguete rabioso, mientras que El dinamitero se inscribe en el
imaginario de Los siete locos-Los lanzallamas. Curiosamente, estos textos los ms trabajados desde el
punto de vista narrativo no son los ms aptos para estudiar el discurso humorstico de Arlt, ya que
centran toda su gracia en la ancdota que relatan.
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Tal como indica la propia autora: Esta biografa se propone iluminar a Arlt, no slo como un escritor de
novelas, cuentos, obras teatrales y crnicas periodsticas, sino principalmente como una figura histrica,
como una trayectoria que implica una peculiar condensacin de ciertos problemas de la sociedad y de la
cultura. Me propuse pensar a Arlt como una nueva figura de intelectual, producto de la masificacin y
comercializacin de la prensa y de la literatura, tensionado por las definiciones estticas y polticas que el
perodo que abarca su vida impona a sus intelectuales. A travs de su trayectoria como escritor y
periodista, y de sus intervenciones pblicas, me propuse cuestionar la difundida imagen romntica que
identifica a Arlt con los atormentados personajes de su ficcin y comenzar a desmitificar la construccin
de una imagen de escritor advenedizo en la literatura, poco reconocido y relegado por sus pares o la
crtica. (Satta, 2008: 10)
y las intervenciones arltianas en el horizonte de su poca. Satta dice que las notas
quincenales que Arlt publica en Don Goyo son antecedente de sus aguafuertes
porteas (2008: 48), pero quizs por el alcance de su trabajo no avanza en ese
camino de contextualizacin.
Es en el trabajo de Romano donde encontramos la profundizacin de dicha
senda. Romano coincide con Satta en sealar los nexos entre los textos publicados en
Don Goyo y las Aguafuertes, pero agrega una cuestin de importancia:
Se trata de un tipo de notas periodsticas que, en gran medida, anticipan lo que sern, a
partir de mayo de 1928, las Aguafuertes que escribe para el diario El Mundo, pero con la
salvedad de que estn destinadas a un Semanario Humorstico Argentino y exigen ser
ledas, por tanto, en atencin a un hipertexto con el cual el lector aspiraba a divertirse.
(Romano, 2007: 4)
A decir verdad, el planteo de Romano reclama, para un anlisis minucioso, la confrontacin con el
contexto de la publicacin (vale decir, el hipertexto), con vistas a (1) analizar comparativamente el
estilo humorstico de Arlt en relacin con el de los otros autores, (2) analizar la articulacin entre las
diferentes materias significantes en cada uno de los textos, vale decir, el modo de emplazamiento del
texto escrito, las imgenes que lo acompaan, etc.
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Ahora bien, la misma Satta seala que Arlt contribuy a forjar una imagen mtica de s mismo, porque
est ms preocupado por la construccin de una imagen pblica acorde a lo que l considera que debe ser
el retrato de un escritor, que por dar un testimonio verdadero de su propia vida (Satta, 2008: 9). En ese
sentido, podra decirse en trminos de Bajtin que el rasgo autobiogrfico en los textos de Don Goyo, ms
que reflejar la propia vida de Arlt, la refracta en la clave picaresca que utilizara, ms o menos para la
misma poca, en El juguete rabioso.
conjuncin de frmulas expresivas rgidas (el sermn, la carta de psame, la carta abierta,
la apologa, etc.) con un contenido extravagante o un emisor marginal. (Garca, 1996: 89)
Si bien construir una clasificacin coherente de los textos parece ser una tarea difcil y,
en cierto sentido, ociosa7, me parece necesario, a modo de primer acercamiento al
corpus, el examen de algunas de sus regularidades8.
Los textos se reparten en tres formas genricas principales 9. En primer lugar
tenemos textos de tipo narrativo, que por lo general remiten a ancdotas de talante
autobiogrfico. En segundo lugar aparecen textos que se inscriben en el gnero
epistolar10, suerte de cartas abiertas en donde el autor entabla dilogo con personajes
diversos. Finalmente, encontramos textos ms descriptivos, que se concentran en el
gnero del retrato.
Cabe sealar, retomando el planteo de Romano acerca del nexo de intimidad
que se estableca entre autor y pblico, que esa suerte de contrato de cercana se
manifiesta tambin en las formas genricas que no recurren al procedimiento epistolar.
En ese sentido, el hecho de que los textos narrativos sean relatados por lo general en
primera persona, y que se site su ancdota en el horizonte autobiogrfico funciona en
la misma direccin. Lo mismo puede decirse de las intervenciones por las que el autor
interpela a sus lectores en los textos descriptivos. Al respecto, y como ejemplo,
podemos considerar el comienzo de El hombre feliz:
S, aunque a ustedes les parezca mentira lo que yo les voy a decir, insisto en
comunicarles:
El hombre feliz tiene camisa, y es confitero con camin para repartir sus pastas, y
tiene una mujer gorda y fea y una niita preciosa y ha comprado oh, asmbrense
ustedes!... ha comprado y con eso demuestra que es absolutamente feliz, ha comprado ya
su sepultura. (Arlt, 1996 [1926]: 79)
Dado que la clasificacin de los textos, bajo el supuesto de la regularidad, oscurece la historicidad de su
aparicin.
8
Me inspiro para esto bastante libremente en las elaboraciones de Oscar Steimberg quien, buscando
criterios para la descripcin de gneros y estilos, delimita tres planos temtico, retrico y enunciativo
en donde pueden observarse rasgos invariantes. No obstante, reconozco los lmites de la categorizacin
genrica: el primer obstculo metodolgico que presentan es su grado de abstraccin (los textos concretos
suelen presentar cruces o hibridaciones genricas); el segundo, la historicidad de los gneros.
9
Hablo de formas genricas en sentido amplio, en principio por los argumentos expuestos en la nota
previa. Para pensar estas formas genricas considero principalmente la situacin enunciativa que
construyen y el modo del discurso predominante. Considero que las tres formas genrica que describo
abarcan la casi totalidad de los textos, con las excepciones de Fantsticos proyectos para modernizar a
Buenos Aires, texto ms bien expositivo en clave pardica, y Nuestra polica, la mejor del mundo, que
remeda el texto de una obra teatral.
10
Incluira en esta categora el texto A un poeta bien vestido, parodia de alabanza que sigue un esquema
enunciativo similar al de la epstola.
Hay que tener en cuenta que los textos aparecan firmados. Dicho paratexto (Genette) ancla la
significacin, y por lo tanto construye el horizonte de expectativa que permite asumir que se trata de una
carta que un porteo le dirige a un habitante del interior.
12
Que contrasta, por lo dems, con el vocativo por el cual el destinador interpela a su destinatario (lo
llama Hermano).
13
Sin embargo, hay un rasgo pardico cuando se imita el modo en que los escritores de Florida hablan de
Ramn Gmez de la Serna.
En el remate del texto, se dice que, por encima, de sus diferencias, todos estos
escritores, an considerando burros a los jurados del concurso literario municipal, no
dejan de enviar sus trabajos. Arlt subraya que es por eso que los escritores mandan sus
escritos al concurso: vale decir, alude al dudoso valor de escritores que apuestan a ser
juzgados por ineptos. Entiendo que, por estos rasgos, nos encontramos ante un texto
satrico14.
Mi traje y el teniente coronel (02/03/1926)
Se trata de una ancdota personal, vale decir, se inscribe en una temtica autobiogrfica
(podemos ver en este texto remisiones a El juguete rabioso, y, por ende, pensarlo en la
serie genrica novela de aprendizaje/picaresca). En ese marco, la narracin da lugar a la
descripcin caricaturesca de tipos sociales: el retrato del teniente coronel, el sastre, los
reclutas. La escena de la comida de los reclutas es tpicamente picaresca15:
En efecto, haba dado en la filantrpica ocurrencia de civilizar a los reclutas de mi
compaa, compuesta de hombres de la sierra. Estos trogloditas, cuando tomaban la sopa,
a coro hundan la nariz en la gaveta. De pronto uno levantaba la cabeza, miraba, y luego
volva a sumergir la nariz en el plato, haciendo fua-fua. Y era tal el ruido, que no
parecan hombres, sino bestias cornudas bebiendo en una pileta. Y yo, para infundirles
mejores costumbre coga un pan, lo reblandeca suficientemente en mi sopa, y luego al
que llevaba la batuta en hacer fua-fua con la nariz, a ste le estrellaba el proyectil en el
crneo.
Una lluvia de caldo y miga haca respingar a los trogloditas, que se limpiaban el
cogote con gesto taciturno.
Otras veces, para variar, era un trozo de grasa el que se plantaba en un testuz, y la
frecuencia de estos bombardeos mantena inquietos a los hombres de las cavernas, que
devoraban con la cabeza levantada. (Arlt, 1996 [1926]: 73)
La ancdota refiere a un traje que el narrador, sin haber terminado de pagar, ha debido
empear, y despliega los modos en que el narrador no solo consigue eludir el pago, sino
tambin recuperar el traje. La mostracin de la desfachatez y el cinismo del narrador se
encaminan en la construccin de esa imagen de enfant terrible que Arlt plantea en su
Autobiografa humorstica.
El recurso a la irona se repite a lo largo del texto. Por ejemplo, con un tinte
pardico que podra remitirnos a la historia bblica del hijo prdigo, y hablando del
sastre: Ni un padre para encontrar a su hijo perdido habra hecho ms diligencias que
mi sastre, y ahora su alma se regocijaba santamente en mi mansedumbre (73).
El poeta triste (23/03/1926)
14
Para las nociones de stira y parodia, me apoyo en los planteos de Linda Hutcheon.
Se advertir en el pasaje una mezcla de lenguas tpica de Arlt, donde aparecen un hispanismo
arcaizante (coga el pan) al lado de una frmulas coloquial ms adaptada al castellano rioplatense (al
que llevaba la batuta).
15
El texto trasunta una retrica del exceso, se estilizan (en el sentido de Bajtin) ciertos
rasgos de modo hiperblico (la tristeza excesiva, que de ese modo es puesta al mismo
tiempo en duda en trminos de su autenticidad). Se trata de una alegora grotesca, en la
que se oponen la veleidad potica y el bienestar material.
El hombre feliz (30/03/1926)
Se trata de un retrato de este hombre feliz (un confitero), su esposa, y sus propiedades.
Asociar la felicidad con la posesin tiene que ver con la lgica del contraste, ya
trabajada en textos anteriores, entre lo espiritual y lo material. En este sentido, el texto
ironiza sobre esta asociacin filistea entre felicidad y propiedad, al tiempo que deja
asomar ciertos elementos caractersticos de la concepcin arltiana del amor y el
matrimonio. En este caso, la armona de la pareja, fundada en su comn inters por el
dinero, es motivo de irona:
Parece que le va bien a Ciona.
Y claro que le va bien, claro. No hay matrimonio ms feliz que ellos sobre la tierra.
El momento ms sagrado, para ambos, es aqul de la noche, cuando despus de bajar las
cortinas del comercio, cuentan las entradas del da. Ambos se corrigen con afectuosa
severidad, ambos cuentan turnndose el mismo paquete de dinero. Y graves, serios,
estremecidos de una alegra que Dios Padre, como buen judo y comerciante, les manda a
ellos desde sus alturas. (Arlt, 1996 [1926]: 81)
En este texto se cruza la ancdota con el retrato: el narrador cuenta cmo se frustra su
encuentro con una amiga (el narrador, que es un hombre casado, se rene con
amigas para discutir sesudos temas trascendentales) por la aparicin del personaje
del ttulo, un joven ingenuo con veleidades literarias.
Es interesante observar, en este texto, algunas operaciones metatextuales: al
principio del texto, el narrador, entablando el dilogo con sus lectores, seala que
cuando algo merece ser contado, puede hacerse acreedor a que un seor director de
revistas lo lea, y le diga al autor: Hombre, qu asunto bueno ste (83). Ms adelante,
el narrador interpela16 a un amigo suyo, que habra construido una clasificacin de la
gente que uno encuentra por la calle, para ubicar al joven Espartaco en la categora de
aguafiestas, lo cual, de algn modo, resume el argumento del relato.
Cuando el narrador describe al joven Espartaco en especial su nariz, remarcada
por el nombre que le ha dado al personaje recuerda a Quevedo. El retrato de Espartaco
est trazado con irona, y se marca el contraste entre el candor del joven y la viveza
del narrador en el terreno de las relaciones sentimentales (Espartaco est de novio desde
hace cuatro aos pero no ha besado nunca a su novia, mientras el narrador, casado, se
entrevista con amigas). Este contraste puede advertirse en el cierre del texto, que se
formula como envo, donde el narrador le habla directamente a Espartaco, en tono
levemente burln:
Espartaco grandioso, sabio, ingenuo Espartaco. Yo, que no encontrado an
ninguna orientacin; yo, que no creo que existan orientaciones, no puedo orientarte.
Sigue solo tu camino, que es el ms bonito, el ms iluminado por las claridades del Dios
Vivo. Corazones sencillos y nobles como el tuyo, siempre tienen a sus espaldas un ngel
custodio que sonre. Eso s, Espartaco, no le ensees tanta lgebra a tu novia (Arlt,
1996 [1926]: 85)
16
Esta interpelacin, de por s, es interesante. Habra que revisar los trabajos narratolgicos de Genette
para ver si ste ha considerado este recurso, pero me parece que, por analoga, se lo puede asociar con la
mirada a cmara en el discurso cinematogrfico, que seala una suerte de interrupcin del pacto
ficcional por el cual la narracin transcurre.
La irona est presente, por ejemplo cuando el ladrn le dice al Jefe de Polica
que en Buenos disfrutamos de todas las garantas necesarias para el ejercicio de nuestra
profesin liberal (115).
Fantsticos proyectos para modernizar a Buenos Aires (12/10/1926)
Otro texto de cometido satrico, porque de algn modo critica la poltica municipal, que
suele crear puestos o cargos de dudosa utilidad.
Al proponer una serie de proyectos fantsticos (que, de paso, dan cuenta de
cierta crtica de costumbres) presenta su faz humorstica por lo descabellado de las
iniciativas. As, se propone por ejemplo la instalacin de una jaula para chismosas o
de un quiosco para desesperados.
Una vez ms, aparece la burla a las nuevas tendencias artsticas y literarias.
Cuando se propone construir un conjunto de sierras de cemento armado para cercar la
Costanera se dice que al pie de ellas podran instalarse hoteles campestres, manicomios
de inventores, arroyitos desinfectados con creolina y calesitas para los poetas de la
nueva sensibilidad (Arlt, 1996 [1926]: 118).
Nuestra polica, la mejor del mundo (19/10/1926)
Desde el punto de vista enunciativo, se trata de un que remeda la estructura de una obra
teatral. Los personajes son ladrones que discurren acerca de las virtudes de la polica.
Hay una cuestin satrica, ya visible desde el ttulo. As, por ejemplo, uno de ellos dice
que El progreso de las ciudades se pone de manifiesto por su opulencia, y su pulencia
se comprueba por el nmero de atentados que se cometen contra ella. (119)
Un elemento interesante es la remisin intertextual a la Epstola de un L.C. al
Jefe de Polica, que contribuye a sealar la continuidad entre los textos del autor.
Cartas de psame (02/11/1926)
Se trata de un conjunto de cuatro pequeas cartas, en las que campea cierto humor negro
(en especial en la ltima). Las cartas precedidas por un paratexto que permite situar a
destinador y destinatario remiten al mundo marginal de delincuentes y sableadores.
Hay algo de parodia y bastante irona en las cartas. Por ejemplo, la primera de
las cartas toma el tinte de un elogio fnebre, para ponderar las virtudes de un
delincuente vctima del garrote vil. Este delincuente pasa sus ltimas horas en la
capital jugando al naipe con el capelln y el carcelero, porque el bendito deca que la
ociosidad es la madre de todos los vicios (Arlt, 1996 [1926]: 124).
Como indiqu ms arriba, la ltima carta se acerca al humor negro. Un
presidiario le escribe a una viuda, recordndole que fue el asesino de su tercer esposo,
para que la viuda lo recompense por los servicios prestados. No conforme con ello, le
sugiere:
Si usted se piensa casar una cuarta vez y necesita un hombre de bien y de toda
confianza para despachar a su cuarto marido, avseme, que en este mes est por salir en
libertad un ntimo amigo mo, hombre limpio y prctico para la faena. (Arlt, 1996 [1926]:
126)
Adjunto copia facsimilar de este texto obtenido en el sitio de la Biblioteca Virtual Cervantes a fin de
su contraste con otro texto autobiogrfico de Arlt, que trabajo en las conclusiones de mi trabajo.
A modo de conclusin
A los diecisiete aos escribe Nal Roxlo , Arlt jugaba al cnico y al salvaje, y lo haca muy bien, pero
con el ademn, la sonrisa y el tono de la voz nos estaba diciendo que era un juego. Tena un sentido feroz
del humor, pero humor al fin. Su expresin, de una gran riqueza de matices, peinaba el violento
contrapelo de lo que deca. (Citado en Satta, 2008: 24)
Anteriormente he citado a Romano cuando deca que Arlt us estas notas para
construir un perfil literario de s mismo que lo convenciera y distinguiera (Romano,
2007. 12). No puedo sino suscribir a dicho planteo.
El humor de Arlt en Don Goyo tiene ese carcter feroz que de algn modo se
trasunta en el comentario de Nal Roxlo que he colocado como epgrafe de esta seccin.
Un humor cargado de irona, pardico a veces, con ms frecuencia satrico, inspirado de
algn modo en la tradicin picaresca en la que se inscribe su primera novela.
Pero ms all de su humor, Arlt construye un personaje, Roberto Arlt. Un
personaje que se crea y se recrea a lo largo del tiempo. Valga como elemento
comparativo una autobiografa publicada en Crtica Magazine un ao despus de la
Autobiografa humorstica publicada en Don Goyo:
Me llamo Roberto Christophersen Arlt, y nac en una noche del ao 1900 bajo la
conjuncin de los planetas Saturno y Mercurio.
Me he hecho solo. Mis valores intelectuales son relativos, porque no tuve tiempo en
formarme. Tuve siempre que trabajar y en consecuencia, soy un improvisado o
advenedizo de la literatura. Esta improvisacin es la que hace tan interesante la figura de
todos los ambiciosos que de una forma u otra tienen la necesidad instintiva de afirmar su
yo.
Creo que la vida es hermosa. Slo hay que afrontarla con sinceridad, desentendindose en
absoluto de todo lo que no nos hace mejores, pero no por amor a la virtud, sino por
egosmo, por orgullo y porque los mejores son los que mejores cosas dan.
Actualmente trabajo una novela que se llamar Los siete locos, un ndice psicolgico de
caracteres fuertes, crueles y torcidos, por el desequilibrio del siglo.
Mis ideas polticas son sencillas. Creo que los hombres necesitan tiranos. Lo lamentable
es que no existan tiranos geniales. Quizs se deba a que para ser tirano hay que ser
poltico y para ser poltico un solemne burro o un estupendo cnico.
En literatura slo leo a Flaubert y a Dostoievsky, y socialmente me interesa ms el trato
de los canallas y los charlatanes que de las personas decentes. (En Satta, 2008: 60)
Bibliografa
Arlt, R. (1996) El resorte secreto y otras pginas. Buenos Aires: Simurg.
Beristin, H. (2006) Diccionario de retrica y potica. Mxico. Porra.
Garca, G. (1996) Prlogo en Arlt, R. El resorte secreto y otras pginas. Buenos
Aires: Simurg.
Romano, E. (2007) Artculo sobre Arlt en Don Goyo, en revista Hispamrica (dato
faltante).
Satta, S. (2008) El escritor en el bosque de ladrillos. Buenos Aires: Debolsillo.