Este poema expresa la pena del autor por la muerte de Georgina Hübner, una mujer con la que mantuvo una breve correspondencia y de la que se enamoró. El poema describe el dolor que siente al enterarse de su fallecimiento por boca del cónsul peruano, y la nostalgia por los sueños y recuerdos que compartieron a través de sus cartas.
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Este poema expresa la pena del autor por la muerte de Georgina Hübner, una mujer con la que mantuvo una breve correspondencia y de la que se enamoró. El poema describe el dolor que siente al enterarse de su fallecimiento por boca del cónsul peruano, y la nostalgia por los sueños y recuerdos que compartieron a través de sus cartas.
Este poema expresa la pena del autor por la muerte de Georgina Hübner, una mujer con la que mantuvo una breve correspondencia y de la que se enamoró. El poema describe el dolor que siente al enterarse de su fallecimiento por boca del cónsul peruano, y la nostalgia por los sueños y recuerdos que compartieron a través de sus cartas.
Este poema expresa la pena del autor por la muerte de Georgina Hübner, una mujer con la que mantuvo una breve correspondencia y de la que se enamoró. El poema describe el dolor que siente al enterarse de su fallecimiento por boca del cónsul peruano, y la nostalgia por los sueños y recuerdos que compartieron a través de sus cartas.
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Poema a Georgina
El cnsul del Per me lo dice: Georgina
Hbner ha muerto Has muerto! Por qu? [cmo? qu da? Cual oro, al despedirse de mi vida, un ocaso, iba a rosar la maravilla de tus manos cruzadas dulcemente sobre el parado pecho, como dos lirios malvas de amor y sentimiento? Ya tu espalda ha sentido el atad blanco, tus muslos estn ya para siempre cerrados, en el tierno verdor de tu reciente fosa, el sol poniente inflamar los chuparrosas ya est ms fra y ms solitaria La Punta que cuando t la viste, huyendo de la tumba, aquella tarde en que tu ilusin me dijo: Cunto he pensado en usted, amigo mo! Y yo, Georgina, en ti? Yo no s cmo eras Morena? Casta? Triste? Slo s que mi pena parece una mujer, cual t, que est sentada, llorando, sollozando, al lado de mi alma! S que mi pena tiene aquella letra suave que vena, en un vuelo, a travs de los mares, para llamarme amigo o algo msno s algo que senta tu corazn de veinte aos! Me escribiste: Mi primo me trajo ayer su libro Te acuerdas? Y yo, plido: Pero usted [tiene un primo? Quise entrar en tu vida y ofrecerte mi mano noble cual una llama, Georgina En cuantos barcos salan, fue mi loco corazn en tu busca yo crea encontrarte, pensativa, en La Punta, con un libro en la mano, como t me decas, soando, entre las flores, encantarme la vida! Ahora, el barco en que ir, una tarde, a buscarte, no saldr de este puerto, ni surcar los mares, ir por lo infinito, con la proa hacia arriba, buscando, como un ngel, una celeste isla Oh, Georgina, Georgina! Qu cosas! mis libros los tendrs en el cielo, y ya le habrs ledo a Dios algunos versos t hollars el poniente en que mis pensamientos dramticos se mueren desde ah, t sabrs que esto no vale nada, que, salvado el amor, lo dems son palabras El amor! El amor! T sentiste en tus noches el encanto lejano de mis ardientes voces, cuando yo, en las estrellas, en la sombra, en la brisa, sollozando hacia el sur, te llamaba: Georgina? Una onda, quizs, del aire que llevaba el perfume inefable de mis vagas nostalgias pas junto a tu odo? T supiste de m los sueos de la estancia, los besos del jardn?
Cmo se rompe lo mejor de nuestra vida!
Vivimos para qu? Para mirar los das de fnebre color, sin cielo en los remansos para tener la frente cada entre las manos, para llorar, para anhelar lo que est lejos, para no pasar nunca el umbral del ensueo, ah, Georgina, Georgina! Para que t te mueras una tarde, una noche y sin que yo lo sepa! El cnsul del Per me lo dice: Georgina Hbner ha muerto Has muerto. Ests, sin alma, [en Lima, abriendo rosas blancas debajo de la tierra Y si en ninguna parte nuestros brazos se encuentran, qu nio idiota, hijo del odio y del dolor, hizo el mundo, jugando con pompas de jabn? Juan Ramn Jimnez, de Laberinto (1910-1911)