Laudato Sii - Papa Francisco
Laudato Sii - Papa Francisco
Laudato Sii - Papa Francisco
LAUDATO SI
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMN
9. Al mismo tiempo, Bartolom llam la atencin sobre las races ticas y espirituales de los
problemas ambientales, que nos invitan a encontrar soluciones no slo en la tcnica sino en un
cambio del ser humano, porque de otro modo
afrontaramos slo los sntomas. Nos propuso
pasar del consumo al sacrificio, de la avidez a la
generosidad, del desperdicio a la capacidad de
compartir, en una ascesis que significa aprender
a dar, y no simplemente renunciar. Es un modo
de amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero
a lo que necesita el mundo de Dios. Es liberacin
del miedo, de la avidez, de la dependencia.17 Los
cristianos, adems, estamos llamados a aceptar
el mundo como sacramento de comunin, como
modo de compartir con Dios y con el prjimo en
una escala global. Es nuestra humilde conviccin
que lo divino y lo humano se encuentran en el
ms pequeo detalle contenido en los vestidos
sin costuras de la creacin de Dios, hasta en el
ltimo grano de polvo de nuestro planeta.18
San Francisco de Ass
17
2003).
10
20
11
12
13
16. Si bien cada captulo posee su temtica propia y una metodologa especfica, a su vez retoma
desde una nueva ptica cuestiones importantes
abordadas en los captulos anteriores. Esto ocurre especialmente con algunos ejes que atraviesan
toda la encclica. Por ejemplo: la ntima relacin
entre los pobres y la fragilidad del planeta, la conviccin de que en el mundo todo est conectado,
la crtica al nuevo paradigma y a las formas de
poder que derivan de la tecnologa, la invitacin
a buscar otros modos de entender la economa
y el progreso, el valor propio de cada criatura, el
sentido humano de la ecologa, la necesidad de
debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la poltica internacional y local, la cultura
del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de
vida. Estos temas no se cierran ni abandonan,
sino que son constantemente replanteados y enriquecidos.
15
CAPTULO PRIMERO
20. Existen formas de contaminacin que afectan cotidianamente a las personas. La exposicin
a los contaminantes atmosfricos produce un
amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los ms pobres, provocando millones de muertes prematuras. Se enferman, por
ejemplo, a causa de la inhalacin de elevados niveles de humo que procede de los combustibles
que utilizan para cocinar o para calentarse. A ello
se suma la contaminacin que afecta a todos, debida al transporte, al humo de la industria, a los
depsitos de sustancias que contribuyen a la aci18
24. A su vez, el calentamiento tiene efectos sobre el ciclo del carbono. Crea un crculo vicioso
que agrava an ms la situacin, y que afectar la
disponibilidad de recursos imprescindibles como
el agua potable, la energa y la produccin agrcola de las zonas ms clidas, y provocar la extincin de parte de la biodiversidad del planeta. El
derretimiento de los hielos polares y de planicies
de altura amenaza con una liberacin de alto riesgo de gas metano, y la descomposicin de la materia orgnica congelada podra acentuar todava
ms la emanacin de anhdrido carbnico. A su
vez, la prdida de selvas tropicales empeora las
cosas, ya que ayudan a mitigar el cambio climtico. La contaminacin que produce el anhdrido carbnico aumenta la acidez de los ocanos
y compromete la cadena alimentaria marina. Si
la actual tendencia contina, este siglo podra ser
testigo de cambios climticos inauditos y de una
destruccin sin precedentes de los ecosistemas,
con graves consecuencias para todos nosotros.
El crecimiento del nivel del mar, por ejemplo,
puede crear situaciones de extrema gravedad si
se tiene en cuenta que la cuarta parte de la poblacin mundial vive junto al mar o muy cerca
de l, y la mayor parte de las megaciudades estn
situadas en zonas costeras.
25. El cambio climtico es un problema global
con graves dimensiones ambientales, sociales,
econmicas, distributivas y polticas, y plantea
uno de los principales desafos actuales para la
22
26. Muchos de aquellos que tienen ms recursos y poder econmico o poltico parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los sntomas, tratando slo de
reducir algunos impactos negativos del cambio
climtico. Pero muchos sntomas indican que
esos efectos podrn ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de produccin
y de consumo. Por eso se ha vuelto urgente e
imperioso el desarrollo de polticas para que en
los prximos aos la emisin de anhdrido carbnico y de otros gases altamente contaminantes
sea reducida drsticamente, por ejemplo, reemplazando la utilizacin de combustibles fsiles y
desarrollando fuentes de energa renovable. En el
mundo hay un nivel exiguo de acceso a energas
limpias y renovables. Todava es necesario desarrollar tecnologas adecuadas de acumulacin. Sin
embargo, en algunos pases se han dado avances
que comienzan a ser significativos, aunque estn
lejos de lograr una proporcin importante. Tambin ha habido algunas inversiones en formas de
produccin y de transporte que consumen menos energa y requieren menos cantidad de materia prima, as como en formas de construccin
o de saneamiento de edificios para mejorar su
eficiencia energtica. Pero estas buenas prcticas
estn lejos de generalizarse.
II. La cuestin del agua
27. Otros indicadores de la situacin actual tienen que ver con el agotamiento de los recursos
24
que provoca muchas muertes todos los das. Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por
microorganismos y por sustancias qumicas. La
diarrea y el clera, que se relacionan con servicios higinicos y provisin de agua inadecuados,
son un factor significativo de sufrimiento y de
mortalidad infantil. Las aguas subterrneas en
muchos lugares estn amenazadas por la contaminacin que producen algunas actividades extractivas, agrcolas e industriales, sobre todo en
pases donde no hay una reglamentacin y controles suficientes. No pensemos solamente en los
vertidos de las fbricas. Los detergentes y productos qumicos que utiliza la poblacin en muchos lugares del mundo siguen derramndose en
ros, lagos y mares.
30. Mientras se deteriora constantemente la
calidad del agua disponible, en algunos lugares
avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercanca que se regula por
las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua
potable y segura es un derecho humano bsico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las
personas, y por lo tanto es condicin para el ejercicio de
los dems derechos humanos. Este mundo tiene una
grave deuda social con los pobres que no tienen
acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa
deuda se salda en parte con ms aportes econmicos para proveer de agua limpia y saneamiento
26
32. Los recursos de la tierra tambin estn siendo depredados a causa de formas inmediatistas
de entender la economa y la actividad comercial
y productiva. La prdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la prdida de especies que
podran significar en el futuro recursos sumamente importantes, no slo para la alimentacin,
Cf. Saludo al personal de la FAO (20 noviembre 2014):
AAS 106 (2014), 985.
23
27
de tal modo que la actividad humana se hace omnipresente, con todos los riesgos que esto implica. Suele crearse un crculo vicioso donde la
intervencin del ser humano para resolver una
dificultad muchas veces agrava ms la situacin.
Por ejemplo, muchos pjaros e insectos que desaparecen a causa de los agrotxicos creados por
la tecnologa son tiles a la misma agricultura, y
su desaparicin deber ser sustituida con otra intervencin tecnolgica, que posiblemente traer
nuevos efectos nocivos. Son loables y a veces admirables los esfuerzos de cientficos y tcnicos
que tratan de aportar soluciones a los problemas
creados por el ser humano. Pero mirando el mundo advertimos que este nivel de intervencin humana, frecuentemente al servicio de las finanzas
y del consumismo, hace que la tierra en que vivimos en realidad se vuelva menos rica y bella, cada
vez ms limitada y gris, mientras al mismo tiempo el desarrollo de la tecnologa y de las ofertas
de consumo sigue avanzando sin lmite. De este
modo, parece que pretendiramos sustituir una
belleza irreemplazable e irrecuperable, por otra
creada por nosotros.
35. Cuando se analiza el impacto ambiental
de algn emprendimiento, se suele atender a los
efectos en el suelo, en el agua y en el aire, pero no
siempre se incluye un estudio cuidadoso sobre
el impacto en la biodiversidad, como si la prdida de algunas especies o de grupos animales o
vegetales fuera algo de poca relevancia. Las ca29
24
ricano y del
32
33
44. Hoy advertimos, por ejemplo, el crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades
que se han hecho insalubres para vivir, debido no
solamente a la contaminacin originada por las
emisiones txicas, sino tambin al caos urbano,
a los problemas del transporte y a la contaminacin visual y acstica. Muchas ciudades son grandes estructuras ineficientes que gastan energa y
agua en exceso. Hay barrios que, aunque hayan
sido construidos recientemente, estn congestionados y desordenados, sin espacios verdes suficientes. No es propio de habitantes de este planeta
vivir cada vez ms inundados de cemento, asfalto,
vidrio y metales, privados del contacto fsico con
la naturaleza.
45. En algunos lugares, rurales y urbanos, la privatizacin de los espacios ha hecho que el acceso
de los ciudadanos a zonas de particular belleza se
vuelva difcil. En otros, se crean urbanizaciones
ecolgicas slo al servicio de unos pocos, donde se procura evitar que otros entren a molestar
una tranquilidad artificial. Suele encontrarse una
ciudad bella y llena de espacios verdes bien cuidados en algunas reas seguras, pero no tanto
en zonas menos visibles, donde viven los descartables de la sociedad.
46. Entre los componentes sociales del cambio
global se incluyen los efectos laborales de algunas
innovaciones tecnolgicas, la exclusin social, la
inequidad en la disponibilidad y el consumo de
energa y de otros servicios, la fragmentacin so35
cial, el crecimiento de la violencia y el surgimiento de nuevas formas de agresividad social, el narcotrfico y el consumo creciente de drogas entre
los ms jvenes, la prdida de identidad. Son signos, entre otros, que muestran que el crecimiento de los ltimos dos siglos no ha significado en
todos sus aspectos un verdadero progreso integral y una mejora de la calidad de vida. Algunos
de estos signos son al mismo tiempo sntomas
de una verdadera degradacin social, de una silenciosa ruptura de los lazos de integracin y de
comunin social.
47. A esto se agregan las dinmicas de los medios del mundo digital que, cuando se convierten
en omnipresentes, no favorecen el desarrollo de
una capacidad de vivir sabiamente, de pensar en
profundidad, de amar con generosidad. Los grandes sabios del pasado, en este contexto, correran
el riesgo de apagar su sabidura en medio del ruido dispersivo de la informacin. Esto nos exige
un esfuerzo para que esos medios se traduzcan en
un nuevo desarrollo cultural de la humanidad y no
en un deterioro de su riqueza ms profunda. La
verdadera sabidura, producto de la reflexin, del
dilogo y del encuentro generoso entre las personas, no se consigue con una mera acumulacin de
datos que termina saturando y obnubilando, en
una especie de contaminacin mental. Al mismo
tiempo, tienden a reemplazarse las relaciones reales con los dems, con todos los desafos que implican, por un tipo de comunicacin mediada por
36
37
Por ejemplo, el agotamiento de las reservas ictcolas perjudica especialmente a quienes viven de la
pesca artesanal y no tienen cmo reemplazarla, la
contaminacin del agua afecta particularmente a
los ms pobres que no tienen posibilidad de comprar agua envasada, y la elevacin del nivel del mar
afecta principalmente a las poblaciones costeras
empobrecidas que no tienen a dnde trasladarse.
El impacto de los desajustes actuales se manifiesta
tambin en la muerte prematura de muchos pobres, en los conflictos generados por falta de recursos y en tantos otros problemas que no tienen
espacio suficiente en las agendas del mundo.27
49. Quisiera advertir que no suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los excluidos. Ellos son la mayor
parte del planeta, miles de millones de personas.
Hoy estn presentes en los debates polticos y
econmicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un
apndice, como una cuestin que se aade casi
por obligacin o de manera perifrica, si es que
no se los considera un mero dao colateral. De
hecho, a la hora de la actuacin concreta, quedan frecuentemente en el ltimo lugar. Ello se
debe en parte a que muchos profesionales, formadores de opinin, medios de comunicacin y
centros de poder estn ubicados lejos de ellos, en
reas urbanas aisladas, sin tomar contacto directo
Cf. Conferencia Episcopal Alemana. Comisin para
Asuntos Sociales, Der Klimawandel: Brennpunkt globaler, intergenerationeller und kologischer Gerechtigkeit (septiembre 2006), 28-30.
27
38
39
40
41
dos
42
32
ricano y del
471.
44
45
46
60. Finalmente, reconozcamos que se han desarrollado diversas visiones y lneas de pensamiento acerca de la situacin y de las posibles
soluciones. En un extremo, algunos sostienen a
toda costa el mito del progreso y afirman que los
problemas ecolgicos se resolvern simplemente con nuevas aplicaciones tcnicas, sin consideraciones ticas ni cambios de fondo. En el otro
extremo, otros entienden que el ser humano, con
cualquiera de sus intervenciones, slo puede ser
una amenaza y perjudicar al ecosistema mundial,
por lo cual conviene reducir su presencia en el
planeta e impedirle todo tipo de intervencin.
Entre estos extremos, la reflexin debera iden47
48
CAPTULO SEGUNDO
EL EVANGELIO DE LA CREACIN
62. Por qu incluir en este documento, dirigido
a todas las personas de buena voluntad, un captulo
referido a convicciones creyentes? No ignoro que,
en el campo de la poltica y del pensamiento, algunos rechazan con fuerza la idea de un Creador, o
la consideran irrelevante, hasta el punto de relegar
al mbito de lo irracional la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecologa integral y
para un desarrollo pleno de la humanidad. Otras
veces se supone que constituyen una subcultura
que simplemente debe ser tolerada. Sin embargo, la ciencia y la religin, que aportan diferentes
aproximaciones a la realidad, pueden entrar en un
dilogo intenso y productivo para ambas.
I. La luz que ofrece la fe
65. Sin repetir aqu la entera teologa de la creacin, nos preguntamos qu nos dicen los grandes
Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz
1990, 15: AAS 82 (1990), 156.
36
50
relatos bblicos acerca de la relacin del ser humano con el mundo. En la primera narracin de
la obra creadora en el libro del Gnesis, el plan de
Dios incluye la creacin de la humanidad. Luego
de la creacin del ser humano, se dice que Dios
vio todo lo que haba hecho y era muy bueno
(Gn 1,31). La Biblia ensea que cada ser humano
es creado por amor, hecho a imagen y semejanza
de Dios (cf. Gn 1,26). Esta afirmacin nos muestra la inmensa dignidad de cada persona humana,
que no es solamente algo, sino alguien. Es capaz
de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunin con otras personas.37
San Juan Pablo II record que el amor especialsimo que el Creador tiene por cada ser humano le confiere una dignidad infinita.38 Quienes se
empean en la defensa de la dignidad de las personas pueden encontrar en la fe cristiana los argumentos ms profundos para ese compromiso.
Qu maravillosa certeza es que la vida de cada
persona no se pierde en un desesperante caos,
en un mundo regido por la pura casualidad o por
ciclos que se repiten sin sentido! El Creador puede decir a cada uno de nosotros: Antes que te
formaras en el seno de tu madre, yo te conoca
(Jr 1,5). Fuimos concebidos en el corazn de
Dios, y por eso cada uno de nosotros es el fruto
de un pensamiento de Dios. Cada uno de noso Catecismo de la Iglesia Catlica, 357.
Cf. Angelus (16 noviembre 1980): LOsservatore Romano,
ed. semanal en lengua espaola (23 noviembre 1980), p. 9.
37
38
51
52
toda su fuerza de destruccin en las guerras, las diversas formas de violencia y maltrato, el abandono
de los ms frgiles, los ataques a la naturaleza.
67. No somos Dios. La tierra nos precede y
nos ha sido dada. Esto permite responder a una
acusacin lanzada al pensamiento judo-cristiano: se ha dicho que, desde el relato del Gnesis
que invita a dominar la tierra (cf. Gn 1,28), se
favorecera la explotacin salvaje de la naturaleza
presentando una imagen del ser humano como
dominante y destructivo. Esta no es una correcta
interpretacin de la Biblia como la entiende la
Iglesia. Si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las
Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza
que, del hecho de ser creados a imagen de Dios
y del mandato de dominar la tierra, se deduzca
un dominio absoluto sobre las dems criaturas.
Es importante leer los textos bblicos en su contexto, con una hemenutica adecuada, y recordar
que nos invitan a labrar y cuidar el jardn del
mundo (cf. Gn 2,15). Mientras labrar significa
cultivar, arar o trabajar, cuidar significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto
implica una relacin de reciprocidad responsable
entre el ser humano y la naturaleza. Cada comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo
que necesita para su supervivencia, pero tambin
tiene el deber de protegerla y de garantizar la
continuidad de su fertilidad para las generaciones
futuras. Porque, en definitiva, la tierra es del Se53
55
creado al hombre en la tierra (Gn 6,6), sin embargo, a travs de No, que todava se conservaba ntegro y justo, decidi abrir un camino de
salvacin. As dio a la humanidad la posibilidad
de un nuevo comienzo. Basta un hombre bueno
para que haya esperanza! La tradicin bblica establece claramente que esta rehabilitacin implica el redescubrimiento y el respeto de los ritmos
inscritos en la naturaleza por la mano del Creador. Esto se muestra, por ejemplo, en la ley del
Shabbath. El sptimo da, Dios descans de todas
sus obras. Dios orden a Israel que cada sptimo
da deba celebrarse como un da de descanso, un
Shabbath (cf. Gn 2,2-3; Ex 16,23; 20,10). Por otra
parte, tambin se instaur un ao sabtico para
Israel y su tierra, cada siete aos (cf. Lv 25,1-4),
durante el cual se daba un completo descanso a la
tierra, no se sembraba y slo se cosechaba lo indispensable para subsistir y brindar hospitalidad
(cf. Lv 25,4-6). Finalmente, pasadas siete semanas
de aos, es decir, cuarenta y nueve aos, se celebraba el Jubileo, ao de perdn universal y de
liberacin para todos los habitantes (Lv 25,10).
El desarrollo de esta legislacin trat de asegurar
el equilibrio y la equidad en las relaciones del ser
humano con los dems y con la tierra donde viva
y trabajaba. Pero al mismo tiempo era un reconocimiento de que el regalo de la tierra con sus
frutos pertenece a todo el pueblo. Aquellos que
cultivaban y custodiaban el territorio tenan que
compartir sus frutos, especialmente con los pobres, las viudas, los hurfanos y los extranjeros:
57
76. Para la tradicin judo-cristiana, decir creacin es ms que decir naturaleza, porque tiene
que ver con un proyecto del amor de Dios donde
cada criatura tiene un valor y un significado. La
naturaleza suele entenderse como un sistema que
se analiza, comprende y gestiona, pero la creacin
slo puede ser entendida como un don que surge
de la mano abierta del Padre de todos, como una
realidad iluminada por el amor que nos convoca
a una comunin universal.
77. Por la palabra del Seor fueron hechos los
cielos (Sal 33,6). As se nos indica que el mundo procedi de una decisin, no del caos o la
casualidad, lo cual lo enaltece todava ms. Hay
una opcin libre expresada en la palabra creadora. El universo no surgi como resultado de una
omnipotencia arbitraria, de una demostracin de
fuerza o de un deseo de autoafirmacin. La creacin es del orden del amor. El amor de Dios es el
mvil fundamental de todo lo creado: Amas a
todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste, porque, si algo odiaras, no lo habras creado (Sb 11,24). Entonces, cada criatura es objeto
de la ternura del Padre, que le da un lugar en el
mundo. Hasta la vida efmera del ser ms insig60
61
62
63
ble plenamente por la evolucin de otros sistemas abiertos. Cada uno de nosotros tiene en s
una identidad personal, capaz de entrar en dilogo con los dems y con el mismo Dios. La capacidad de reflexin, la argumentacin, la creatividad, la interpretacin, la elaboracin artstica y
otras capacidades inditas muestran una singularidad que trasciende el mbito fsico y biolgico.
La novedad cualitativa que implica el surgimiento
de un ser personal dentro del universo material
supone una accin directa de Dios, un llamado
peculiar a la vida y a la relacin de un T a otro
t. A partir de los relatos bblicos, consideramos
al ser humano como sujeto, que nunca puede ser
reducido a la categora de objeto.
82. Pero tambin sera equivocado pensar que
los dems seres vivos deban ser considerados
como meros objetos sometidos a la arbitraria dominacin humana. Cuando se propone una visin de la naturaleza nicamente como objeto de
provecho y de inters, esto tambin tiene serias
consecuencias en la sociedad. La visin que consolida la arbitrariedad del ms fuerte ha propiciado inmensas desigualdades, injusticias y violencia
para la mayora de la humanidad, porque los recursos pasan a ser del primero que llega o del que
tiene ms poder: el ganador se lleva todo. El ideal
de armona, de justicia, de fraternidad y de paz
que propone Jess est en las antpodas de semejante modelo, y as lo expresaba con respecto a
los poderes de su poca: Los poderosos de las
64
84. Cuando insistimos en decir que el ser humano es imagen de Dios, eso no debera llevarnos a olvidar que cada criatura tiene una funcin
En esta perspectiva se sita la aportacin del P. Teilhard de Chardin; cf. Pablo VI, Discurso en un establecimiernto
qumico-farmacutico (24 febrero 1966): Insegnamenti 4 (1966), 992993; Juan Pablo II, Carta al reverendo P. George V. Coyne (1 junio
1988): Insegnamenti 5/2 (2009), 60; Benedicto XVI, Homila para
la celebracin de las Vsperas en Aosta (24 julio 2009): LOsservatore
romano, ed. semanal en lengua espaola (31 julio 2009), p. 3s.
53
65
66
nos permite descubrir a travs de cada cosa alguna enseanza que Dios nos quiere transmitir,
porque para el creyente contemplar lo creado
es tambin escuchar un mensaje, or una voz
paradjica y silenciosa.57 Podemos decir que,
junto a la Revelacin propiamente dicha, contenida en la sagrada Escritura, se da una manifestacin divina cuando brilla el sol y cuando cae
la noche.58 Prestando atencin a esa manifestacin, el ser humano aprende a reconocerse a
s mismo en la relacin con las dems criaturas:
Yo me autoexpreso al expresar el mundo; yo
exploro mi propia sacralidad al intentar descifrar
la del mundo.59
86. El conjunto del universo, con sus mltiples
relaciones, muestra mejor la inagotable riqueza de Dios. Santo Toms de Aquino remarcaba
sabiamente que la multiplicidad y la variedad
provienen de la intencin del primer agente,
que quiso que lo que falta a cada cosa para representar la bondad divina fuera suplido por las
otras,60 porque su bondad no puede ser representada convenientemente por una sola criatu57
Juan Pablo II, Catequesis (26 enero 2000), 5: LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua espaola (28 enero 2000),
p. 3.
58
Id., Catequesis (2 agosto 2000), 3: LOsservatore Romano,
ed. semanal en lengua espaola (4 agosto 2000), p. 8.
59
Paul Ricoeur, Philosophie de la volont II. Finitude et culpabilit, Paris 2009, 2016 (ed. esp.: Finitud y culpabilidad, Madrid
1967, 249).
60
Summa Theologiae I, q. 47, art. 1.
67
ra.61 Por eso, nosotros necesitamos captar la variedad de las cosas en sus mltiples relaciones.62
Entonces, se entiende mejor la importancia y el
sentido de cualquier criatura si se la contempla en
el conjunto del proyecto de Dios. As lo ensea
el Catecismo: La interdependencia de las criaturas
es querida por Dios. El sol y la luna, el cedro y la
florecilla, el guila y el gorrin, las innumerables
diversidades y desigualdades significan que ninguna criatura se basta a s misma, que no existen
sino en dependencia unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente.63
87. Cuando tomamos conciencia del reflejo de
Dios que hay en todo lo que existe, el corazn
experimenta el deseo de adorar al Seor por todas sus criaturas y junto con ellas, como se expresa en el precioso himno de san Francisco de Ass:
Alabado seas, mi Seor,
con todas tus criaturas,
especialmente el hermano sol,
por quien nos das el da y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altsimo, lleva significacin.
Alabado seas, mi Seor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas.
Alabado seas, mi Seor, por el hermano viento
Ibd.
Cf. ibd., art. 2, ad 1; art. 3.
63
Catecismo de la Iglesia Catlica, 340.
61
62
68
69
70
entre los seres humanos. Es verdad que debe preocuparnos que otros seres vivos no sean tratados
irresponsablemente. Pero especialmente deberan exasperarnos las enormes inequidades que
existen entre nosotros, porque seguimos tolerando que unos se consideren ms dignos que otros.
Dejamos de advertir que algunos se arrastran en
una degradante miseria, sin posibilidades reales
de superacin, mientras otros ni siquiera saben
qu hacer con lo que poseen, ostentan vanidosamente una supuesta superioridad y dejan tras
de s un nivel de desperdicio que sera imposible
generalizar sin destrozar el planeta. Seguimos admitiendo en la prctica que unos se sientan ms
humanos que otros, como si hubieran nacido
con mayores derechos.
91. No puede ser real un sentimiento de ntima unin con los dems seres de la naturaleza si
al mismo tiempo en el corazn no hay ternura,
compasin y preocupacin por los seres humanos. Es evidente la incoherencia de quien lucha
contra el trfico de animales en riesgo de extincin, pero permanece completamente indiferente ante la trata de personas, se desentiende de los
pobres o se empea en destruir a otro ser humano que le desagrada. Esto pone en riesgo el sentido de la lucha por el ambiente. No es casual que,
en el himno donde san Francisco alaba a Dios
por las criaturas, aada lo siguiente: Alabado
seas, mi Seor, por aquellos que perdonan por tu
amor. Todo est conectado. Por eso se requiere
71
72
73
cluidos los derechos de las naciones y de los pueblos.73Con toda claridad explic que la Iglesia
defiende, s, el legtimo derecho a la propiedad
privada, pero ensea con no menor claridad que
sobre toda propiedad privada grava siempre una
hipoteca social, para que los bienes sirvan a la
destinacin general que Dios les ha dado.74 Por
lo tanto afirm que no es conforme con el designio de Dios usar este don de modo tal que sus
beneficios favorezcan slo a unos pocos.75 Esto
cuestiona seriamente los hbitos injustos de una
parte de la humanidad.76
94. El rico y el pobre tienen igual dignidad,
porque a los dos los hizo el Seor (Pr 22,2);
l mismo hizo a pequeos y a grandes (Sb 6,7)
y hace salir su sol sobre malos y buenos (Mt
5,45). Esto tiene consecuencias prcticas, como
las que enunciaron los Obispos de Paraguay:
Todo campesino tiene derecho natural a poseer
un lote racional de tierra donde pueda establecer
su hogar, trabajar para la subsistencia de su familia y tener seguridad existencial. Este derecho
debe estar garantizado para que su ejercicio no
sea ilusorio sino real. Lo cual significa que, ade73
Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 33:
AAS 80 (1988), 557.
74
Discurso a los indgenas y campesinos de Mxico, Cuilapn
(29 enero 1979), 6: AAS 71 (1979), 209.
75
Homila durante la Misa celebrada para los agricultores en Recife, Brasil (7 julio 1980), 4: AAS 72 (1980), 926.
76
Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 8:
AAS 82 (1990), 152.
74
75
(Lc 12,6). Mirad las aves del cielo, que no siembran ni cosechan, y no tienen graneros. Pero el
Padre celestial las alimenta (Mt 6,26).
97. El Seor poda invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque l
mismo estaba en contacto permanente con la
naturaleza y le prestaba una atencin llena de cario y asombro. Cuando recorra cada rincn de
su tierra se detena a contemplar la hermosura
sembrada por su Padre, e invitaba a sus discpulos a reconocer en las cosas un mensaje divino:
Levantad los ojos y mirad los campos, que ya
estn listos para la cosecha (Jn 4,35). El reino de los cielos es como una semilla de mostaza
que un hombre siembra en su campo. Es ms
pequea que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas y se hace un rbol
(Mt 13,31-32).
98. Jess viva en armona plena con la creacin, y los dems se asombraban: Quin es
este, que hasta el viento y el mar le obedecen?
(Mt 8,27). No apareca como un asceta separado del mundo o enemigo de las cosas agradables
de la vida. Refirindose a s mismo expresaba:
Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y
dicen que es un comiln y borracho (Mt 11,19).
Estaba lejos de las filosofas que despreciaban
el cuerpo, la materia y las cosas de este mundo.
Sin embargo, esos dualismos malsanos llegaron a
tener una importante influencia en algunos pensadores cristianos a lo largo de la historia y desfi76
guraron el Evangelio. Jess trabajaba con sus manos, tomando contacto cotidiano con la materia
creada por Dios para darle forma con su habilidad
de artesano. Llama la atencin que la mayor parte
de su vida fue consagrada a esa tarea, en una existencia sencilla que no despertaba admiracin alguna: No es este el carpintero, el hijo de Mara?
(Mc 6,3). As santific el trabajo y le otorg un
peculiar valor para nuestra maduracin. San Juan
Pablo II enseaba que, soportando la fatiga del
trabajo en unin con Cristo crucificado por nosotros, el hombre colabora en cierto modo con el
Hijo de Dios en la redencin de la humanidad.79
99. Para la comprensin cristiana de la realidad,
el destino de toda la creacin pasa por el misterio
de Cristo, que est presente desde el origen de
todas las cosas: Todo fue creado por l y para
l (Col 1,16).80 El prlogo del Evangelio de Juan
(1,1-18) muestra la actividad creadora de Cristo
como Palabra divina (Logos). Pero este prlogo
sorprende por su afirmacin de que esta Palabra
se hizo carne (Jn 1,14). Una Persona de la Trinidad se insert en el cosmos creado, corriendo
su suerte con l hasta la cruz. Desde el inicio del
mundo, pero de modo peculiar a partir de la encarnacin, el misterio de Cristo opera de manera
79
Carta enc. Laborem exercens (14 septiembre 1981), 27:
AAS 73 (1981), 645.
80
Por eso san Justino poda hablar de semillas del Verbo en el mundo; cf. II Apologa 8, 1-2; 13, 3-6: PG 6, 457-458;
467.
77
78
CAPTULO TERCERO
creatividad humana donada por Dios.81 La modificacin de la naturaleza con fines tiles es una caracterstica de la humanidad desde sus inicios, y as
la tcnica expresa la tensin del nimo humano
hacia la superacin gradual de ciertos condicionamientos materiales.82 La tecnologa ha remediado innumerables males que daaban y limitaban
al ser humano. No podemos dejar de valorar y de
agradecer el progreso tcnico, especialmente en la
medicina, la ingeniera y las comunicaciones. Y
cmo no reconocer todos los esfuerzos de muchos cientficos y tcnicos, que han aportado alternativas para un desarrollo sostenible?
103. La tecnociencia bien orientada no slo
puede producir cosas realmente valiosas para
mejorar la calidad de vida del ser humano, desde
objetos domsticos tiles hasta grandes medios
de transporte, puentes, edificios, lugares pblicos. Tambin es capaz de producir lo bello y de
hacer saltar al ser humano inmerso en el mundo material al mbito de la belleza. Se puede negar la belleza de un avin, o de algunos rascacielos? Hay preciosas obras pictricas y musicales
logradas con la utilizacin de nuevos instrumentos tcnicos. As, en la intencin de belleza del
productor tcnico y en el contemplador de tal
81
Juan Pablo II, Discurso a los representantes de la ciencia, de
la cultura y de los altos estudios en la Universidad de las Naciones Unidas,
Hiroshima (25 febrero 1981), 3: AAS 73 (1981), 422.
82
Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio
2009), 69: AAS 101 (2009), 702.
80
81
realidad, el bien y la verdad brotaran espontneamente del mismo poder tecnolgico y econmico. El hecho es que el hombre moderno no est
preparado para utilizar el poder con acierto,84
porque el inmenso crecimiento tecnolgico no
estuvo acompaado de un desarrollo del ser
humano en responsabilidad, valores, conciencia. Cada poca tiende a desarrollar una escasa
autoconciencia de sus proprios lmites. Por eso
es posible que hoy la humanidad no advierta la
seriedad de los desafos que se presentan, y la
posibilidad de que el hombre utilice mal el poder crece constantemente cuando no est sometido a norma alguna reguladora de la libertad,
sino nicamente a los supuestos imperativos de
la utilidad y de la seguridad.85 El ser humano no
es plenamente autnomo. Su libertad se enferma
cuando se entrega a las fuerzas ciegas del inconsciente, de las necesidades inmediatas, del egosmo, de la violencia. En ese sentido, est desnudo
y expuesto frente a su propio poder, que sigue
creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta una tica
slida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lcida
abnegacin.
84
85
82
Es el presupuesto falso de que existe una cantidad ilimitada de energa y de recursos utilizables,
que su regeneracin inmediata es posible y que
los efectos negativos de las manipulaciones de la
naturaleza pueden ser fcilmente absorbidos.86
107. Podemos decir entonces que, en el origen
de muchas dificultades del mundo actual, est
ante todo la tendencia, no siempre consciente,
a constituir la metodologa y los objetivos de la
tecnociencia en un paradigma de comprensin
que condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad. Los efectos de la
aplicacin de este molde a toda la realidad, humana y social, se constatan en la degradacin del
ambiente, pero este es solamente un signo del
reduccionismo que afecta a la vida humana y a
la sociedad en todas sus dimensiones. Hay que
reconocer que los objetos producto de la tcnica no son neutros, porque crean un entramado
que termina condicionando los estilos de vida y
orientan las posibilidades sociales en la lnea de
los intereses de determinados grupos de poder.
Ciertas elecciones, que parecen puramente instrumentales, en realidad son elecciones acerca de
la vida social que se quiere desarrollar.
108. No puede pensarse que sea posible sostener otro paradigma cultural y servirse de la
Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 462.
86
84
85
86
87
por el sentido de todo. De otro modo, slo legitimaremos la situacin vigente y necesitaremos
ms sucedneos para soportar el vaco.
114. Lo que est ocurriendo nos pone ante la
urgencia de avanzar en una valiente revolucin
cultural. La ciencia y la tecnologa no son neutrales, sino que pueden implicar desde el comienzo
hasta el final de un proceso diversas intenciones
o posibilidades, y pueden configurarse de distintas maneras. Nadie pretende volver a la poca de
las cavernas, pero s es indispensable aminorar
la marcha para mirar la realidad de otra manera,
recoger los avances positivos y sostenibles, y a
la vez recuperar los valores y los grandes fines
arrasados por un desenfreno megalmano.
III. Crisis y consecuencias
del antropocentrismo moderno
115. El antropocentrismo moderno, paradjicamente, ha terminado colocando la razn tcnica sobre la realidad, porque este ser humano ni
siente la naturaleza como norma vlida, ni menos
an como refugio viviente. La ve sin hacer hiptesis, prcticamente, como lugar y objeto de una
tarea en la que se encierra todo, sindole indiferente lo que con ello suceda.92 De ese modo, se
debilita el valor que tiene el mundo en s mismo.
Pero si el ser humano no redescubre su verda Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, 63 (ed. esp.:
El ocaso de la Edad Moderna, 83).
92
90
91
92
de la responsabilidad.96 Un antropocentrismo
desviado no necesariamente debe dar paso a un
biocentrismo, porque eso implicara incorporar un nuevo desajuste que no slo no resolver
los problemas sino que aadir otros. No puede
exigirse al ser humano un compromiso con respecto al mundo si no se reconocen y valoran al
mismo tiempo sus capacidades peculiares de conocimiento, voluntad, libertad y responsabilidad.
119. La crtica al antropocentrismo desviado
tampoco debera colocar en un segundo plano
el valor de las relaciones entre las personas. Si la
crisis ecolgica es una eclosin o una manifestacin externa de la crisis tica, cultural y espiritual
de la modernidad, no podemos pretender sanar
nuestra relacin con la naturaleza y el ambiente sin
sanar todas las relaciones bsicas del ser humano.
Cuando el pensamiento cristiano reclama un valor peculiar para el ser humano por encima de las
dems criaturas, da lugar a la valoracin de cada
persona humana, y as provoca el reconocimiento
del otro. La apertura a un t capaz de conocer,
amar y dialogar sigue siendo la gran nobleza de la
persona humana. Por eso, para una adecuada relacin con el mundo creado no hace falta debilitar la
dimensin social del ser humano y tampoco su dimensin trascendente, su apertura al T divino.
Porque no se puede proponer una relacin con el
ambiente aislada de la relacin con las dems per Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la
Paz 2010, 2: AAS 102 (2010), 41.
96
93
sonas y con Dios. Sera un individualismo romntico disfrazado de belleza ecolgica y un asfixiante
encierro en la inmanencia.
120. Dado que todo est relacionado, tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con
la justificacin del aborto. No parece factible un
camino educativo para acoger a los seres dbiles que nos rodean, que a veces son molestos o
inoportunos, si no se protege a un embrin humano aunque su llegada sea causa de molestias y
dificultades: Si se pierde la sensibilidad personal
y social para acoger una nueva vida, tambin se
marchitan otras formas de acogida provechosas
para la vida social.97
121. Est pendiente el desarrollo de una nueva
sntesis que supere falsas dialcticas de los ltimos
siglos. El mismo cristianismo, mantenindose fiel
a su identidad y al tesoro de verdad que recibi
de Jesucristo, siempre se repiensa y se reexpresa
en el dilogo con las nuevas situaciones histricas, dejando brotar as su eterna novedad.98
El relativismo prctico
94
apostlica Evangelii gaudium me refer al relativismo prctico que caracteriza nuestra poca, y que
es todava ms peligroso que el doctrinal.99
Cuando el ser humano se coloca a s mismo en
el centro, termina dando prioridad absoluta a
sus conveniencias circunstanciales, y todo lo dems se vuelve relativo. Por eso no debera llamar
la atencin que, junto con la omnipresencia del
paradigma tecnocrtico y la adoracin del poder
humano sin lmites, se desarrolle en los sujetos
este relativismo donde todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses inmediatos.
Hay en esto una lgica que permite comprender
cmo se alimentan mutuamente diversas actitudes que provocan al mismo tiempo la degradacin ambiental y la degradacin social.
123. La cultura del relativismo es la misma patologa que empuja a una persona a aprovecharse
de otra y a tratarla como mero objeto, obligndola a trabajos forzados, o convirtindola en esclava a causa de una deuda. Es la misma lgica
que lleva a la explotacin sexual de los nios, o al
abandono de los ancianos que no sirven para los
propios intereses. Es tambin la lgica interna de
quien dice: Dejemos que las fuerzas invisibles
del mercado regulen la economa, porque sus impactos sobre la sociedad y sobre la naturaleza son
daos inevitables. Si no hay verdades objetivas
ni principios slidos, fuera de la satisfaccin de
N. 80: AAS 105 (2013), 1053.
99
95
los propios proyectos y de las necesidades inmediatas, qu lmites pueden tener la trata de seres
humanos, la criminalidad organizada, el narcotrfico, el comercio de diamantes ensangrentados y
de pieles de animales en vas de extincin? No es
la misma lgica relativista la que justifica la compra de rganos a los pobres con el fin de venderlos o de utilizarlos para experimentacin, o el
descarte de nios porque no responden al deseo
de sus padres? Es la misma lgica del usa y tira,
que genera tantos residuos slo por el deseo desordenado de consumir ms de lo que realmente
se necesita. Entonces no podemos pensar que
los proyectos polticos o la fuerza de la ley sern
suficientes para evitar los comportamientos que
afectan al ambiente, porque, cuando es la cultura
la que se corrompe y ya no se reconoce alguna
verdad objetiva o unos principios universalmente
vlidos, las leyes slo se entendern como imposiciones arbitrarias y como obstculos a evitar.
Necesidad de preservar el trabajo
cierto modo la fuga del mundo, intentando escapar de la decadencia urbana. Por eso, los monjes buscaban el desierto, convencidos de que era
el lugar adecuado para reconocer la presencia
de Dios. Posteriormente, san Benito de Nursia
propuso que sus monjes vivieran en comunidad
combinando la oracin y la lectura con el trabajo manual (ora et labora). Esta introduccin del
trabajo manual impregnado de sentido espiritual
fue revolucionaria. Se aprendi a buscar la maduracin y la santificacin en la compenetracin
entre el recogimiento y el trabajo. Esa manera de
vivir el trabajo nos vuelve ms cuidadosos y respetuosos del ambiente, impregna de sana sobriedad nuestra relacin con el mundo.
127. Decimos que el hombre es el autor, el
centro y el fin de toda la vida econmico-social.100 No obstante, cuando en el ser humano se
daa la capacidad de contemplar y de respetar, se
crean las condiciones para que el sentido del trabajo se desfigure.101 Conviene recordar siempre
que el ser humano es capaz de ser por s mismo
agente responsable de su mejora material, de su
progreso moral y de su desarrollo espiritual.102
El trabajo debera ser el mbito de este mltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego
Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 63.
101
Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo
1991), 37: AAS 83 (1991), 840.
102
Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo
1967), 34: AAS 59 (1967), 274.
100
98
99
104
105
100
102
103
na,
105
106
CAPTULO CUARTO
110
111
convivencia. La desaparicin de una cultura puede ser tanto o ms grave que la desaparicin de
una especie animal o vegetal. La imposicin de
un estilo hegemnico de vida ligado a un modo
de produccin puede ser tan daina como la alteracin de los ecosistemas.
146. En este sentido, es indispensable prestar
especial atencin a las comunidades aborgenes
con sus tradiciones culturales. No son una simple
minora entre otras, sino que deben convertirse en
los principales interlocutores, sobre todo a la hora
de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus
espacios. Para ellos, la tierra no es un bien econmico, sino don de Dios y de los antepasados que
descansan en ella, un espacio sagrado con el cual
necesitan interactuar para sostener su identidad y
sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo,
son objeto de presiones para que abandonen sus
tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atencin
a la degradacin de la naturaleza y de la cultura.
III.Ecologa de la vida cotidiana
116
118
Paz, Compendio de la
119
120
121
159. La nocin de bien comn incorpora tambin a las generaciones futuras. Las crisis econmicas internacionales han mostrado con crudeza
los efectos dainos que trae aparejado el desconocimiento de un destino comn, del cual no
pueden ser excluidos quienes vienen detrs de
nosotros. Ya no puede hablarse de desarrollo
sostenible sin una solidaridad intergeneracional.
Cuando pensamos en la situacin en que se deja
el planeta a las generaciones futuras, entramos en
otra lgica, la del don gratuito que recibimos y
Cf. n. 186-201: AAS 105 (2013), 1098-1105.
123
122
123
125
CAPTULO QUINTO
164. Desde mediados del siglo pasado, y superando muchas dificultades, se ha ido afirmando
la tendencia a concebir el planeta como patria y
la humanidad como pueblo que habita una casa
de todos. Un mundo interdependiente no significa nicamente entender que las consecuencias
perjudiciales de los estilos de vida, produccin
y consumo afectan a todos, sino principalmente
procurar que las soluciones se propongan desde
una perspectiva global y no slo en defensa de
127
los intereses de algunos pases. La interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en
un proyecto comn. Pero la misma inteligencia que
se utiliz para un enorme desarrollo tecnolgico
no logra encontrar formas eficientes de gestin
internacional en orden a resolver las graves dificultades ambientales y sociales. Para afrontar los
problemas de fondo, que no pueden ser resueltos
por acciones de pases aislados, es indispensable
un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a
programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco
contaminantes de energa, a fomentar una mayor eficiencia energtica, a promover una gestin
ms adecuada de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el acceso al agua potable.
165. Sabemos que la tecnologa basada en combustibles fsiles muy contaminantes sobre todo
el carbn, pero aun el petrleo y, en menor medida, el gas necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora. Mientras no haya un amplio
desarrollo de energas renovables, que debera
estar ya en marcha, es legtimo optar por lo menos malo o acudir a soluciones transitorias. Sin
embargo, en la comunidad internacional no se
logran acuerdos suficientes sobre la responsabilidad de quienes deben soportar los costos de la
transicin energtica. En las ltimas dcadas, las
cuestiones ambientales han generado un gran debate pblico que ha hecho crecer en la sociedad
civil espacios de mucho compromiso y de entrega
128
129
132
133
135
entre los pases, sino que requieren prestar atencin a las polticas nacionales y locales.
177. Ante la posibilidad de una utilizacin irresponsable de las capacidades humanas, son funciones impostergables de cada Estado planificar,
coordinar, vigilar y sancionar dentro de su propio
territorio. La sociedad, cmo ordena y custodia
su devenir en un contexto de constantes innovaciones tecnolgicas? Un factor que acta como
moderador ejecutivo es el derecho, que establece
las reglas para las conductas admitidas a la luz del
bien comn. Los lmites que debe imponer una
sociedad sana, madura y soberana se asocian con:
previsin y precaucin, regulaciones adecuadas,
vigilancia de la aplicacin de las normas, control
de la corrupcin, acciones de control operativo
sobre los efectos emergentes no deseados de los
procesos productivos, e intervencin oportuna
ante riesgos inciertos o potenciales. Hay una creciente jurisprudencia orientada a disminuir los
efectos contaminantes de los emprendimientos
empresariales. Pero el marco poltico e institucional no existe slo para evitar malas prcticas,
sino tambin para alentar las mejores prcticas,
para estimular la creatividad que busca nuevos
caminos, para facilitar las iniciativas personales y
colectivas.
178. El drama del inmediatismo poltico, sostenido tambin por poblaciones consumistas, provoca la necesidad de producir crecimiento a corto plazo. Respondiendo a intereses electorales,
136
137
esta historia un testimonio de generosa responsabilidad. Hay que conceder un lugar preponderante a una sana poltica, capaz de reformar las
instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores
prcticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas. Sin embargo, hay que agregar que
los mejores mecanismos terminan sucumbiendo
cuando faltan los grandes fines, los valores, una
comprensin humanista y rica de sentido que
otorguen a cada sociedad una orientacin noble
y generosa.
III.Dilogo y transparencia
en los procesos decisionales
142
Paz, Compendio de la
186. En la Declaracin de Ro de 1992, se sostiene que, cuando haya peligro de dao grave o
irreversible, la falta de certeza cientfica absoluta
no deber utilizarse como razn para postergar
la adopcin de medidas eficaces132 que impidan
la degradacin del medio ambiente. Este principio precautorio permite la proteccin de los ms
dbiles, que disponen de pocos medios para defenderse y para aportar pruebas irrefutables. Si
la informacin objetiva lleva a prever un dao
grave e irreversible, aunque no haya una comprobacin indiscutible, cualquier proyecto debera
detenerse o modificarse. As se invierte el peso
de la prueba, ya que en estos casos hay que aportar una demostracin objetiva y contundente de
que la actividad propuesta no va a generar daos
graves al ambiente o a quienes lo habitan.
187. Esto no implica oponerse a cualquier innovacin tecnolgica que permita mejorar la calidad de vida de una poblacin. Pero en todo caso
debe quedar en pie que la rentabilidad no puede
ser el nico criterio a tener en cuenta y que, en
el momento en que aparezcan nuevos elementos de juicio a partir de la evolucin de la informacin, debera haber una nueva evaluacin con
participacin de todas las partes interesadas. El
resultado de la discusin podra ser la decisin de
no avanzar en un proyecto, pero tambin podra
Declaracin de Ro sobre el medio ambiente y el desarrollo (14
junio 1992), Principio 15.
132
143
189. La poltica no debe someterse a la economa y sta no debe someterse a los dictmenes y
al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy,
pensando en el bien comn, necesitamos imperiosamente que la poltica y la economa, en dilogo, se coloquen decididamente al servicio de la
vida, especialmente de la vida humana. La salvacin de los bancos a toda costa, haciendo pagar
el precio a la poblacin, sin la firme decisin de
revisar y reformar el entero sistema, reafirma un
dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que slo podr generar nuevas crisis despus de una larga, costosa y aparente curacin.
La crisis financiera de 2007-2008 era la ocasin
para el desarrollo de una nueva economa ms
atenta a los principios ticos y para una nueva
regulacin de la actividad financiera especulativa
y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reaccin que llevara a repensar los criterios obsoletos
144
sin
145
148
del ambiente, la baja calidad de los mismos productos alimenticios o el agotamiento de algunos
recursos en el contexto de un crecimiento de la
economa. En este marco, el discurso del crecimiento sostenible suele convertirse en un recurso diversivo y exculpatorio que absorbe valores
del discurso ecologista dentro de la lgica de las
finanzas y de la tecnocracia, y la responsabilidad
social y ambiental de las empresas suele reducirse
a una serie de acciones de marketing e imagen.
195. El principio de maximizacin de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra consideracin, es una distorsin conceptual de la economa: si aumenta la produccin, interesa poco que
se produzca a costa de los recursos futuros o de
la salud del ambiente; si la tala de un bosque aumenta la produccin, nadie mide en ese clculo
la prdida que implica desertificar un territorio,
daar la biodiversidad o aumentar la contaminacin. Es decir, las empresas obtienen ganancias
calculando y pagando una parte nfima de los
costos. Slo podra considerarse tico un comportamiento en el cual los costes econmicos
y sociales que se derivan del uso de los recursos ambientales comunes se reconozcan de manera transparente y sean sufragados totalmente
por aquellos que se benefician, y no por otros o
por las futuras generaciones.138 La racionalidad
instrumental, que slo aporta un anlisis esttico
Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio
2009), 50: AAS 101 (2009), 686.
138
149
de la realidad en funcin de necesidades actuales, est presente tanto cuando quien asigna los
recursos es el mercado como cuando lo hace un
Estado planificador.
196. Qu ocurre con la poltica? Recordemos
el principio de subsidiariedad, que otorga libertad para el desarrollo de las capacidades presentes en todos los niveles, pero al mismo tiempo
exige ms responsabilidad por el bien comn a
quien tiene ms poder. Es verdad que hoy algunos sectores econmicos ejercen ms poder que
los mismos Estados. Pero no se puede justificar
una economa sin poltica, que sera incapaz de
propiciar otra lgica que rija los diversos aspectos de la crisis actual. La lgica que no permite
prever una preocupacin sincera por el ambiente
es la misma que vuelve imprevisible una preocupacin por integrar a los ms frgiles, porque
en el vigente modelo exitista y privatista no
parece tener sentido invertir para que los lentos,
dbiles o menos dotados puedan abrirse camino
en la vida.139
197. Necesitamos una poltica que piense con
visin amplia, y que lleve adelante un replanteo
integral, incorporando en un dilogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis. Muchas
veces la misma poltica es responsable de su propio descrdito, por la corrupcin y por la falta de
Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013),
209: AAS 105 (2013), 1107.
139
150
140
151
199. No se puede sostener que las ciencias empricas explican completamente la vida, el entramado de todas las criaturas y el conjunto de la
realidad. Eso sera sobrepasar indebidamente sus
confines metodolgicos limitados. Si se reflexiona con ese marco cerrado, desaparecen la sensibilidad esttica, la poesa, y aun la capacidad de la
razn para percibir el sentido y la finalidad de las
cosas.141 Quiero recordar que los textos religiosos clsicos pueden ofrecer un significado para
todas las pocas, tienen una fuerza motivadora
que abre siempre nuevos horizontes [] Es
razonable y culto relegarlos a la oscuridad, slo
por haber surgido en el contexto de una creencia
religiosa?.142 En realidad, es ingenuo pensar que
los principios ticos puedan presentarse de un
modo puramente abstracto, desligados de todo
141
Cf. Carta enc. Lumen fidei (29 junio 2013), 34: AAS
105 (2013), 577: La luz de la fe, unida a la verdad del amor,
no es ajena al mundo material, porque el amor se vive siempre
en cuerpo y alma; la luz de la fe es una luz encarnada, que procede de la vida luminosa de Jess. Ilumina incluso la materia,
confa en su ordenamiento, sabe que en ella se abre un camino
de armona y de comprensin cada vez ms amplio. La mirada
de la ciencia se beneficia as de la fe: esta invita al cientfico a
estar abierto a la realidad, en toda su riqueza inagotable. La fe
despierta el sentido crtico, en cuanto que no permite que la
investigacin se conforme con sus frmulas y la ayuda a darse
cuenta de que la naturaleza no se reduce a ellas. Invitando a
maravillarse ante el misterio de la creacin, la fe ensancha los
horizontes de la razn para iluminar mejor el mundo que se
presenta a los estudios de la ciencia.
142
Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013),
256: AAS 105 (2013), 1123.
152
201. La mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes, y esto debera provocar
a las religiones a entrar en un dilogo entre ellas
orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa
de los pobres, a la construccin de redes de respeto y de fraternidad. Es imperioso tambin un
dilogo entre las ciencias mismas, porque cada
una suele encerrarse en los lmites de su propio
lenguaje, y la especializacin tiende a convertirse en aislamiento y en absolutizacin del propio
saber. Esto impide afrontar adecuadamente los
problemas del medio ambiente. Tambin se vuelve necesario un dilogo abierto y amable entre
los diferentes movimientos ecologistas, donde
no faltan las luchas ideolgicas. La gravedad de
la crisis ecolgica nos exige a todos pensar en el
bien comn y avanzar en un camino de dilogo
que requiere paciencia, ascesis y generosidad, recordando siempre que la realidad es superior a
la idea.143
143
154
CAPTULO SEXTO
EDUCACIN
Y ESPIRITUALIDAD ECOLGICA
202. Muchas cosas tienen que reorientar su
rumbo, pero ante todo la humanidad necesita
cambiar. Hace falta la conciencia de un origen
comn, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia bsica
permitira el desarrollo de nuevas convicciones,
actitudes y formas de vida. Se destaca as un gran
desafo cultural, espiritual y educativo que supondr largos procesos de regeneracin.
I.Apostar por otro estilo de vida
155
156
todo cuando slo unos pocos puedan sostenerlo, slo podr provocar violencia y destruccin
recproca.
205. Sin embargo, no todo est perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse
hasta el extremo, tambin pueden sobreponerse,
volver a optar por el bien y regenerarse, ms all
de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse
a s mismos con honestidad, de sacar a la luz su
propio hasto y de iniciar caminos nuevos hacia
la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen
por completo la apertura al bien, a la verdad y a
la belleza, ni la capacidad de reaccin que Dios
sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos. A cada persona de este mundo
le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie
tiene derecho a quitarle.
206. Un cambio en los estilos de vida podra
llegar a ejercer una sana presin sobre los que
tienen poder poltico, econmico y social. Es lo
que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos
productos y as se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas, forzndolas a considerar el impacto ambiental y los
patrones de produccin. Es un hecho que, cuando los hbitos de la sociedad afectan el rdito de
las empresas, estas se ven presionadas a producir
de otra manera. Ello nos recuerda la responsabilidad social de los consumidores. Comprar es
157
158
162
163
216. La gran riqueza de la espiritualidad cristiana, generada por veinte siglos de experiencias
personales y comunitarias, ofrece un bello aporte
al intento de renovar la humanidad. Quiero proponer a los cristianos algunas lneas de espiritualidad ecolgica que nacen de las convicciones de
nuestra fe, porque lo que el Evangelio nos ensea
tiene consecuencias en nuestra forma de pensar,
sentir y vivir. No se trata de hablar tanto de ideas,
sino sobre todo de las motivaciones que surgen de
la espiritualidad para alimentar una pasin por el
cuidado del mundo. Porque no ser posible comprometerse en cosas grandes slo con doctrinas
sin una mstica que nos anime, sin unos mviles
interiores que impulsan, motivan, alientan y dan
sentido a la accin personal y comunitaria.151 Tenemos que reconocer que no siempre los cristianos hemos recogido y desarrollado las riquezas
que Dios ha dado a la Iglesia, donde la espiritualidad no est desconectada del propio cuerpo ni
de la naturaleza o de las realidades de este mundo,
sino que se vive con ellas y en ellas, en comunin
con todo lo que nos rodea.
Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013),
261: AAS 105 (2013), 1124.
151
164
217. Si los desiertos exteriores se multiplican en el mundo porque se han extendido los
desiertos interiores,152 la crisis ecolgica es un
llamado a una profunda conversin interior. Pero
tambin tenemos que reconocer que algunos cristianos comprometidos y orantes, bajo una excusa de realismo y pragmatismo, suelen burlarse de
las preocupaciones por el medio ambiente. Otros
son pasivos, no se deciden a cambiar sus hbitos
y se vuelven incoherentes. Les hace falta entonces una conversin ecolgica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con
Jesucristo en las relaciones con el mundo que los
rodea. Vivir la vocacin de ser protectores de la
obra de Dios es parte esencial de una existencia
virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un
aspecto secundario de la experiencia cristiana.
218. Recordemos el modelo de san Francisco
de Ass, para proponer una sana relacin con lo
creado como una dimensin de la conversin
ntegra de la persona. Esto implica tambin reconocer los propios errores, pecados, vicios o
negligencias, y arrepentirse de corazn, cambiar
desde adentro. Los Obispos australianos supieron expresar la conversin en trminos de reconciliacin con la creacin: Para realizar esta reconciliacin debemos examinar nuestras vidas y
reconocer de qu modo ofendemos a la creacin
de Dios con nuestras acciones y nuestra incapa Benedicto XVI, Homila en el solemne inicio del ministerio
petrino (24 abril 2005): AAS 97 (2005), 710.
152
165
166
lleva a atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Esto tiene un impacto en el modo como se
trata al ambiente. Una ecologa integral implica
dedicar algo de tiempo para recuperar la serena
armona con la creacin, para reflexionar acerca
de nuestro estilo de vida y nuestros ideales, para
contemplar al Creador, que vive entre nosotros y
en lo que nos rodea, cuya presencia no debe ser
fabricada sino descubierta, develada.155
226. Estamos hablando de una actitud del corazn, que vive todo con serena atencin, que
sabe estar plenamente presente ante alguien sin
estar pensando en lo que viene despus, que se
entrega a cada momento como don divino que
debe ser plenamente vivido. Jess nos enseaba
esta actitud cuando nos invitaba a mirar los lirios
del campo y las aves del cielo, o cuando, ante la
presencia de un hombre inquieto, detuvo en l
su mirada, y lo am (Mc 10,21). l s que estaba plenamente presente ante cada ser humano y
ante cada criatura, y as nos mostr un camino
para superar la ansiedad enfermiza que nos vuelve superficiales, agresivos y consumistas desenfrenados.
227. Una expresin de esta actitud es detenerse
a dar gracias a Dios antes y despus de las comidas. Propongo a los creyentes que retomen
este valioso hbito y lo vivan con profundidad.
Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 71:
AAS 105 (2013), 1050.
155
171
173
174
Paz, Compendio de la
175
176
177
178
168
179
180
181
172
183
245. Dios, que nos convoca a la entrega generosa y a darlo todo, nos ofrece las fuerzas y la luz
que necesitamos para salir adelante. En el corazn de este mundo sigue presente el Seor de la
vida que nos ama tanto. l no nos abandona, no
nos deja solos, porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a
encontrar nuevos caminos. Alabado sea.
***
246. Despus de esta prolongada reflexin,
gozosa y dramtica a la vez, propongo dos oraciones, una que podamos compartir todos los
que creemos en un Dios creador omnipotente,
y otra para que los cristianos sepamos asumir los
compromisos con la creacin que nos plantea el
Evangelio de Jess.
Oracin por nuestra tierra
Dios omnipotente,
que ests presente en todo el universo
y en la ms pequea de tus criaturas,
T, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor
para que cuidemos la vida y la belleza.
Inndanos de paz,
para que vivamos como hermanos y hermanas
sin daar a nadie.
Dios de los pobres,
aydanos a rescatar
a los abandonados y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos.
184
NDICE
Laudato si, mi Signore [1-2] . . . . . .
Nada de este mundo nos resulta indiferente [3-6] .
Unidos por una misma preocupacin [7-9] . . .
San Francisco de Ass [10-12] . . . . . . .
Mi llamado [13-16] . . . . . . . . . . .
3
4
7
9
12
Captulo primero
LO QUE LE EST PASANDO A NUESTRA CASA
[17-19]
49
50
60
65
189
70
73
75
Captulo tercero
RAZ HUMANA DE LA
CRISIS ECOLGICA [101]
I. La
[102-105] . . . . . . . . . .
79
II. Globalizacin del paradigma tecnocrtico [106-114] . . . . . . .
83
III. Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno [115-121] . . .
90
El relativismo prctico [122-123] . . . 94
Necesidad de preservar el trabajo [124-129] 96
Innovacin biolgica a partir de la investigacin [130-136] . . . . . . . . . 101
Captulo cuarto
UNA ECOLOGA INTEGRAL [137]
190
107
112
114
121
122
Captulo quinto
ALGUNAS LNEAS DE ORIENTACIN
Y ACCIN [163]
I. Dilogo
[164-175]
II. Dilogo hacia nuevas polticas nacionales y locales [176-181] . .
III. Dilogo y transparencia en los procesos decisionales [182-188] . . .
IV. Poltica y economa en dilogo para
la plenitud humana [189-198] . .
V. Las religiones en el dilogo con las
ciencias [199-201] . . . . . . .
la poltica internacional
127
135
140
144
152
Captulo sexto
EDUCACIN Y ESPIRITUALIDAD
ECOLGICA [202]
155
159
164
168
172
175
180
182
183
191
TIPOGRAFA VATICANA