El Arte de La Desorientación en Peri Rossi
El Arte de La Desorientación en Peri Rossi
El Arte de La Desorientación en Peri Rossi
Introduccin
Entre la diversidad y riqueza de la escritura de Cristina Peri Rossi,
escritora uruguaya nacida en 1941 y exiliada en Espaa desde 1972, hemos
seleccionado para este estudio tres libros de cuentos escritos en los aos
80: El museo de los esfuerzos intiles (1983), Una pasin
prohibida (1985) y Cosmoagona (1988).1 Los tres libros, que comprenden
aproximadamente 60 cuentos, presentan prcticamente la misma actitud
hacia la vida contempornea y la brevedad de las obras encarna muy bien
la vida fragmentada de los tiempos actuales. En ellos, la escritora describe
la paradoja de la vida en la metrpoli y la civilizacin material y busca la
experiencia de transgredir la regla del mundo, a la que llamaremos el arte
de la desorientacin en este escrito.
Desde nuestro punto de vista, esa postura de la escritora tiene su origen
en el hecho de que ella se estableci en Barcelona, la ciudad ms
europeizada en Espaa. All, la escritora ha tenido la oportunidad de
observar la vida cosmopolita y de experimentar la falsedad del valor
universal que siempre se impone -el hombre, el blanco y Europa-,
frente a su propia condicin: una intelectual exiliada, lesbiana y de
izquierda. Peri Rossi se encontr con la angustia y la vida vaca de la
ciudad grande y alienante. Adems, tomando en cuenta el exilio, se puede
entender no solamente como la experiencia directa de la escritora, sino
tambin como la experiencia universal de los que viven solamente
aferrndose a sus ombligos.2
1. Vivir en el sistema
Cristina Peri Rossi se preocupa por la vida trivial de las personas bajo
sistemas sociales rgidos, como son el capitalismo y el nacionalismo, en
primer trmino. El capitalismo extendi su poder y se convirti en una
manera universal de vivir en nuestro tiempo, controlando el deseo
individual en aras de la eficacia del sistema. Peri Rossi considera ese
fenmeno como la contemporaneidad de nuestros das y observa
minuciosamente el poder del capitalismo en la vida diaria. En bien del
sistema, la pasin y el deseo humanos se deben controlar porque no
contribuyen para la productividad del capitalismo. La escritora dice que al
cuerpo humano, como espacio de la pura vida, dolor y placer, se le trata
muy opacamente en el primer mundo.3
En el cuento El juicio final,(3) un hombre vive oprimido, sumisamente
y nunca falta a sus deberes. No puede aguantar siquiera los errores en el
pronstico del tiempo:
l aborreca las incertidumbres, el desconcierto, las vacilaciones
[] Acaso l no pagaba regularmente sus impuestos? Acaso no iba
todos los das a su empleo, con puntualidad y sin ausentarse jams?
(PP: 110)
La narracin sobre su puntualidad parece vaca. Casualmente, l ve la
escena del juicio final y confiesa sus pecados cometidos durante 50 aos
de vida. A quin y por qu confiesa sus pecados? l estuvo siempre
obsesionado por el deber-ser y el no deber-ser impuesto por el
estndar exterior que lo controlaba. La vida en el sistema regula demasiado
sus deseos, pero a la vez le imprime un sentimiento de culpabilidad al que
vive fiel a los deberes y a las reglas. Segn Guattari, el verdadero caos y la
verdadera irracionalidad no son la expresin del deseo sino el orden
neurtico que empuja al modelo dominante. 4
En el paralelo del cegador capitalismo, el nacionalismo se critica como la
estrategia del fascismo y del patrotismo. La bandera, smbolo del
nacionalismo, est criticada en dos cuentos, Banderas (MEI: 88) y El
patriotismo (PP: 73). Cabe recordar que, histricamente, el fascismo la
usaba para atraer a la gente en sus manifestaciones pblicas. En el primer
cuento, cierta nacin hace una ceremonia para entregar la bandera a la
familia de las vctimas de una manera muy solemne. Con ese proceso, la
bandera se convierte en el signo ms importante de la nacin y, gracias a
este proceso, nacen dos categoras entre la poblacin: el donador de la
bandera y el receptor de la bandera. Pero nadie se da cuenta de la reflexin
que hace el narrador de que la bandera es solamente un trozo de tela. En
El patriotismo existe una divisin mnima entre dos banderas:
-Nervioso?-inquiri el otro.
Tuvo deseos de decirle que no le pagaba para que repitiera la ltima
palabra de sus frases, como sola hacer. (CA:127-128)
El sistema del psicoanlisis es muy dbil como para dar respuesta al
paciente y ste diagnostica por s mismo al encontrar el mismo nombre de
su vecino en la pluma del consultor. La verdad -raz de su problema- es
que l vio a la familia vecina cuando era detenida por los militares, y desde
entonces sufre de neurosis y depresin. Despus, l vivi en profundo
silencio y visitaba el consultorio regularmente para disminuir su complejo
de culpabilidad por no haber podido hacer algo por el vecino.
En otro cuento, Sesin (MEI: 41), se cambian los roles entre paciente y
psicoanalista. Un psicoanalista consulta su propio problema al paciente y
le paga la consulta. Aqu se cuestiona la autoridad y el mecanismo del
psicoanlisis. El psicoanlisis reproduce el lenguaje y la estrategia del
sistema y encarcela al individuo dentro de l. Guattari critica ese aspecto
del psicoanlisis y propone el esquizoanlisis como la manera de romper la
regla del capitalismo.8 De igual manera, con ese carcter del psicoanlisis
se critica el aspecto superficial de la sociedad contempornea en la que se
trata de solucionar los problemas sistemticamente, en vez de enfocarlos
de manera particular y especfica.
Los que no poseen la lengua oficial del poder son rechazados fuera del
sistema, y se les considera como locos que no respetan el plan del sistema
en cuanto que violan la regla de la lengua: la sintaxis. Por eso, todos se
entienden al estar en el mismo contexto, los extranjeros con acento
diferente o con otro idioma, los locos que no hablan respetando la
gramtica, los nios que bautizan las cosas arbitrariamente, y los viejos y
los vagabundos que no contribuyen a la productividad del capitalismo.
En Las estatuas o la condicin del extranjero (MEI: 131) se observa la
condicin de los extranjeros y su absurdidad al mismo tiempo. 9 Mientras
que las estatuas estn en la plaza ensimismadas, un extranjero las ve. Pero
ellas no miran fuera de su crculo, haciendo y hablando de sus propias
cosas. Son estatuas sin nima que alienan al extranjero y ello destaca ms
la alineacin del hombre. La condicin de los extranjeros es el vaco, la
sensacin de que no se ven pero estn en todas partes, y se convierten en
transparentes en tanto que no los queremos ver. Tambin los viejos y los
vagabundos son alineados por su incapacidad de trabajar. Hay dos viejas y
un vagabundo en el cuento Mircoles (MEI: 135). Se encuentran en la
calle casualmente y se dan cuenta de que todos han sido expulsados por la
ciudad de pesadilla. Dos viejas escapan de la casa por causa del descuido
de la familia y un vagabundo vive en la calle voluntariamente. Cuando el
vagabundo dice que este mundo no es bueno para nadie, entonces les
agobia la pregunta, para qu existe este sistema si sufren todos. Un
vagabundo del cuento Cartas(MEI: 84) transgrede la regla del mundo y
busca ms all la experiencia vital que pudiera anularla. El cartero lo
ridiculiza cuando el vagabundo le pide cartas destinadas a l aunque no
tiene direccin ni domicilio fijo. Pronto, el vagabundo responde que recibe
muchas cartas;
las mejores cartas del mundo han sido escritas sin enviarse nunca,
aunque el destinario tuviera domicilio fijo y hasta un buzn
propio[...] De todos modos, es muy frecuente que las cartas no me
lleguen, pero yo s que hay gente que las escribe y siempre es posible
leerlas en las alas de los pjaros, o en el fondo de una botella, o en la
arena hmeda del mar. (MEI: 84-87)
Toda la gente tiene miedo de desviarse del sistema social y hacerse
vagabundo. No obstante, si ese sistema siempre sustituye a un individuo
con otro para preservar la eficacia del sistema, la experiencia que busca el
vagabundo podra interpretarse como que l no quiere ser un artculo
consumible sino anular el orden de las cosas optando por el fuera del orden
y del sistema.
Por otra parte, los nios son los ms expuestos a la depresin social. El
hogar y la escuela los educa para ser componentes de la sociedad y,
finalmente, individuos que se encargaran de la produccin capitalista.
Segn Guattari, el hogar y la escuela son los lugares para disciplinar a los
nios y oprimen su deseo propio y su expresin diversa. Todo se les
corrige para que consigan la oracin sin error.10 En los cuentos, los nios
rechazan ser incluidos en el mundo adulto adhirindose a su escondrijo o
hablando con imaginacin y asociacin negando la gramtica propuesta
por la escuela. Al fin, ellos aceptan la disciplina sin gana y se hacen
observadores crticos de los adultos que admiten el orden de las cosas del
mundo.
Julio Cortzar habla sobre el rol de los nios en las obras de Peri Rossi:
En esta nueva vieja casa, en esta recurrencia de la interminable
ceremonia, los nios son testigos, vctimas y jueces de quien los inmolan
al engendrarlos, educarlos, amarlos, vestirlos, delegarlos. 11
En La ndole del lenguaje(CA: 83) el nio no entiende que la lengua y
las cosas no coinciden sino que son determinados por la costumbre social.
En la clase hay muchas prohibiciones intiles como no usar gomas o no
pintar un crculo en el cuaderno. Su to est encarcelado por causa de su
rebelda y los militares se encargan de la escuela. Pero l siente entender el
En primer trmino, los viajeros son los que se desvan del espacio y del
tiempo homogneos. Ser viajero es hacerse extranjero aunque haya sido
fiel a su lugar y a su rol social antes de partir. Por eso, la experiencia del
viaje hace sentir al viajero la subjetividad y la estrechez de s mismo. Los
viajes se guardan en el museo de los esfuerzos intiles porque la
memoria del viaje desaparece sin documentacin ni atencin.
Intrnsecamente, el objetivo del viaje no es la productividad del sistema
despus del ocio, sino ir a la deriva sin destino ni significado. De esta
manera Peri Rossi observa el momento en que los viajeros se pierden. En
Una pasin prohibida (PP: 16) el protagonista pierde su sentido de
orientacin cuando visita Europa procedende de Amrica Latina para ver a
un jefe de publicacin. Con la diferencia de horario de 6 horas, l se siente
mareado y va buscando al jefe -que muri hace una horas- pensando que el
jefe estara vivo por la diferencia del horario. l, desesperado, trata de
hablar por telfono con su mujer, pero repetidamente escucha el nmero
equivocado y entonces piensa:
Pero me contuve: mi mujer estaba en otro continente, otra hora, en
otra estacin del ao, ambas realidades, aunque simultneas, no
podan ser percibidas al unsono. La eficacia de cualquier acto
depende del convencimiento absurdo de que existe una sola realidad.
(PP: 147)
Y el sueo y la ilusin son otra manera de desviarse de la rutina diaria.
En el cuento El umbral (PP: 121) hay una mujer que no puede soar y
ella lo desea desesperadamente. Se convierte en su mayor sufrimiento el
no poder soar. Y muchos cuentos ocurren en una atmsfera ilusoria como
La ciudad de Luzbel (CA: 37), en el que no hay principio de
causalidad.15 Un viajero llega a la ciudad de Luzbel sin querer y all
muchas palabras tienen doble sentido. Luzbel era el nombre de la ciudad y
de una mujer misteriosa a la vez. Para ver a la mujer llamada Luzbel, l
tena que descifrar un cdigo y lo solucion sin esfuerzo gracias al verso
de Dante. En ese instante se abri la puerta y pudo entrar. Aunque la
adivinanza era arbitraria, l sinti que todo estaba preparado para l
mismo; viajero atrapado en la seduccin de una ciudad como un sueo:
La primera vez, el viajero consigui penetrar en Luzbel gracias a
Dante. Escuch, detrs de la puerta, el verso inicitico: Por m se va
a la escondida senda. Por m se va al eterno dolor. Emocionado,
respondi: Dejad toda esperanza, vosotros, los que entris.(CA:
49)
Por el doble sentido de la palabra Luzbel, el momento en que descifra el
cdigo se puede interpretar ambiguamente; la solucin del problema y el
sexo con la mujer. Desde mi punto de vista, el momento fue un instante de
Conclusin
Notas
[1] Citar cada cuento con la abreviatura del libro al que pertenece
seguida de la pgina en el texto. Las ediciones que he consultado son
las siguientes: Cristina Peri Rossi (1983), El museo de los esfuerzos
intiles, (MEI), Barcelona: Seix Barral. Cristina Peri Rossi
(1992), Una pasin prohibida, (PP), Barcelona: Seix Barral. Cristina
Peri Rossi (1988), Cosmoagona, (CA), Barcelona: Editorial Laia.
[2] En la novela La nave de los locos (1984), el protagonista Equis,
llega a la ciudad denominada El Gran Ombligo. En ella la gente no
se interesa por los otros y su vida diaria transcurre slo en ver su
propio ombligo. Dicha actitud no representa la reflexin en s
mismos, sino la imagen cerrada de la gente civilizada.
[3] Parizad Tamara Deibord (1988), Cristina Peri Rossi: Escritora del
exilio, Buenos Aires: Galerna, p. 23.
[4] Flix Guattari (1998), La Revolution Moleculaire, trad. Yoon SooJong, Seoul: Purunsoop Publishing, p. 139.
[5] Cristina Peri Rossi citada por Gustavo San Romn, Fantastic
Political Allegory in the Early Work of Cristina Peri Rossi, Bulletin
of Hispanic Studies, vol. 67, 1990, p. 1044.
[6] La palabra sintaxis aparece en los cuentos para indicar la regla
rgida de la lengua y el uso petrificado del habla mediante la
repeticin. La sintaxis se hace poder como norma de la lengua y
representa ampliamente el orden rgido de la realidad.
[7] Adriana, J. Bergero, ed. Yo me percibo como una escritora de la
Modernidad: una entrevista con Cristina Peri Rossi, Mester, vol. 22,
nm. 1, Spring, 1993, p. 79.
[8] Flix Guattari, op. cit., p. 159.
[9] Se repite el mismo tema de la condicin del extranjero en el cuento
Los desarraigados (CA: 139).
[10] Flix Guatarri, op. cit, pp. 208-211.
[11] Julio Cortzar, Invitacin a entrar en una casa, prlogo de La
tarde del dinosaurio (1974), Barcelona: Plaza&Janes Editores, p. 16.
[12] En el cuento La tarde del dinosaurio(La tarde del dinosaurio,
1974) existe un personaje que es casi igual que este nio. El nio y
su hermana menor hacen juegos de palabras y el juego parece intil
pero critica la paradoja del mundo adulto. Entre nios, la
comunicacin social pierde su sentido con el juego de palabras y el
diccionario autorizado se convierte en juguete.
[13] Cecilia Lawless dice que el museo de Peri Rossi funciona como
una parbola de la desarticulacin o fragmentacin de la memoria en
la ciudad moderna latinoamericana. Pero nosotros lo consideramos
como un lugar de la acumulacin de toda la hechura del humano, no
limitndolo a la Amrica Latina. Cecilia Lawless (1995), El cuerpo
postmoderno en tres cuentos de Peri Rossi, en Cosse, Rmulo,
ed., Cristina Peri Rossi, Papeles Crticos, Montevideo: Librera
Linardi y Risso, p. 69.
[14] La cabalgata es una metfora del famoso instrumento de tortura
durante la dictadura uruguaya, llamado caballete. Cf. Mercedes
Rowinsky (1997), Imagen y discurso: Estudio de las imgenes en
la obra de Cristina Peri Rossi, Montevideo: Ediciones Trilce, p. 72.
Pero podemos afirmar que es suficiente en s mismo como para
Bibliografa consultada
Alihieri, Dante (1977) The Divine Comedy, trad. Reverend H .F. Cary,
London: Oxford University Press.
Bergero, Adriana, J., ed. (1993) Yo me percibo como una escritora de la
Modernidad: una entrevista con Cristina Peri Rossi, Mester, vol. 22, nm.
1, Spring.
Cosse, Rmulo, ed. (1995) Cristina Peri Rossi, Papeles Crticos,
Montevideo: Librera Linardi y Risso.
Deleuze, Gilles y Flix Guattari (1984) Anti-Oedipus, 2a. ed., trad.
Robert Hurley, Mark Seem and Helen Lane, Minneapolis: University of
Minnesota.
Guattari, Flix (1998) La Revolution Moleculaire, trad. Yoon Soo-Jong,
Seoul, Purunsoop Publishing.